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Proyecto de Investigación IV CENAGRO

INFORME RESUMEN

Richard Webb
5 febrero 2016

Este informe resume y evalúa los resultados de un proyecto de


investigación sobre la economía agrícola del Perú realizado durante
los años 2014 y 2015 bajo el auspicio del Ministerio de Agricultura
(MINAGRI), con asistencia técnica de la FAO. Se dio inicio al
proyecto en diciembre de 2013 convocando a la comunidad
académica para participar en el Concurso de Investigación “Uso
del IV Censo Nacional Agropecuario (CENAGRO) 2012.” De las
74 propuestas de investigación presentadas, 11 fueron
seleccionadas y 10 estudios fueron completados. Las investigaciones
se realizaron en el período comprendido entre mayo 2014 y agosto
2015, incluyendo las revisiones efectuadas por recomendación de
diversos lectores.

Según la convocatoria, los objetivos principales de las


investigaciones eran, primero, incentivar el uso de los datos del
censo, y segundo, generar evidencia útil para el diseño de políticas
agrarias, en especial para elevar la capacidad productiva de las
unidades agropecuarias con menos de cinco hectáreas ubicadas en
la sierra y selva. Como se explicará a continuación, y a manera de
resumen, mi opinión acerca del cumplimiento de esos objetivos es,
primero, que el proyecto ha tenido un éxito parcial, logrando un
importante impulso en cuanto al aprovechamiento analítico del
censo, y segundo, aportando al debate acerca de varias líneas de la
política agraria, en particular el crédito, la diseminación de la
tecnología, la contribución de la infraestructura vial, y la necesidad
de políticas que toman en cuenta las variadas tipologías del sector
agropecuario. Podría decirse que, si bien el avance logrado por los
estudios ha sido limitado y más de carácter académico, quedando
mucho por hacer antes de ofrecer respuestas concretas a los
responsables de formular las políticas, se ha cumplido con los dos
objetivos expresos de incentivar el uso del censo agropecuario, y de
generar evidencia útil para el diseño de políticas agrarias.

1
Las mencionadas conclusiones se sustentan en una mirada
retrospectiva a la evolución del conocimiento de la economía agraria
nacional, y en una evaluación de las necesidades de información de
las autoridades que deben formular y aplicar las políticas del
sector. El informe se desarrolla a continuación a través las
siguientes secciones:

1. El punto de partida: estado de conocimiento sobre la economía


agraria nacional, antes del inicio de la investigación.
2. La brecha entre el conocimiento y la determinación de políticas.
3. Los avances logrados por las investigaciones del proyecto.
4. Conclusiones.

I. El Punto de Partida

a. Expectativa

El proyecto fue concebido en 2013, cuando se anticipaba la


importante mejora en la base estadística y en la capacidad analítica
del sector agropecuario como resultado del cuarto censo
agropecuario (Cenagro IV) realizada en 2012, 18 años después del
Cenagro anterior. Debe recordarse que, hasta ese momento, y con
la excepción de la agricultura de la Costa, el sector agropecuario
sufría una larga escasez de información y de investigación,
carencias que limitaban significativamente la capacidad para
formular, afinar y verificar las políticas del sector.

La expectativa optimista no derivaba solamente de la posibilidad de


actualizar los datos censales de 1994. Gracias a la revolución
informática y a la georreferenciación, el nuevo censo sería el
primero cuya enorme base de datos podría ser plena y ampliamente
aprovechada por la comunidad de usuarios potenciales en el sector
público y en la academia. La posibilidad de acceder, no sólo a ciertos
datos específicos publicados por la oficina de estadística, sino a la
base de datos entera colgada en la internet, y luego poder
integrarla con otras bases georreferenciadas y procesarla
rápidamente en computadoras, representaba una oportunidad
inédita, que ciertamente no había existido para el aprovechamiento
2
de los censos anteriores. La iniciativa del proyecto de investigación
Cenagro, que se evalúa en el presente informe, respondía en parte a
esa esperanza.

Cabe hacer hincapié en los obstáculos que desde siempre han


impedido la medición y la interpretación del sector agropecuario
peruano. Con la excepción de los fundos de la costa, la medición de
esa actividad ha sido muy imprecisa en cuanto a las dimensiones
básicas de cultivo, producción y precios, y ha sido casi inexistente
en cuanto a los insumos y a las tecnologías.

La causa principal de ese desconocimiento del sector ha sido la


falta de medios para observar o registrar la actividad de dos
millones de productores, casi todos ubicados en lugares de difícil
acceso, la gran mayoría de muy pequeña escala, y caracterizados
además por una extrema diversidad tecnológica, de escala y de
producto. Un mundo, además, en el que los registros contables son
extremadamente escasos. Ante ese cúmulo de obstáculos, las
estadísticas de producción publicadas no han pasado de ser
aproximaciones basadas en el sentido común y en la experiencia de
funcionarios locales, más que en registros comprobables. La casi
imposibilidad de verificar las estimaciones reportadas ha dejado
una larga historia de datos expuestos a diversos errores, como el
sesgo conservador que resulta cuando un funcionario minimiza su
riesgo personal anclando sus estimaciones en los niveles reportados
anteriormente, y se limita a mostrar variaciones atribuibles a
buenas y malas cosechas; y como el error opuesto producido por las
re-evaluaciones ocasionales, que corrigen los niveles pero
distorsionan las tendencias porque no se aplican
retrospectivamente. La escasez de estadística confiable y las
barreras geográficas y culturales a la observación directa han
constituido un reto mayor para la comunidad de investigadores, que
además han contado con escasos recursos humanos y financieros
para su labor. Un análisis detallado de esas y otras limitaciones de
la estadística agraria fue realizado por Carlos de la Torre
Póstigo.1

La falta de información básica ha limitado significativamente el


avance del conocimiento de la agricultura como actividad
3
productiva, especialmente en la sierra y montaña, pero no ha
impedido un impresionante esfuerzo de investigación y de
interpretación. Cabría examinar ese esfuerzo durante dos etapas,
los años 1960 a 1980 y luego desde 1980.

b. Investigación entre 1960 y 1980

La primera etapa correspondió a la década de los sesenta y fue


impulsada en parte por la realización de dos censos en 1961, el
censo de población y vivienda, y el primer censo del sector
agropecuario (Cenagro I). Los censos iluminaron un panorama
nacional que había evolucionado sustancialmente desde el censo de
población anterior, de 1940, y revelaron la transformación
demográfica en curso, por el fuerte crecimiento de la población
total y el proceso de migración rural-urbana. Los censos
constataron que, no obstante la urbanización, la población rural
seguía en aumento, y revelaron por primera vez el perfil de un
sector agropecuario que nunca había sido examinado en forma
estadística en toda su extensión. Según de la Torre, fue recién en
los años sesenta cuando se dirige la mirada al conjunto del país y
“se hace patente la magnitud del trabajo y la complejidad de la
tarea de levantar un sistema de estadísticas agropecuarias.” [De la
Torre 1985, p. 56]. Los censos de 1961 crearon el marco
estadístico para una metodología científica de medición a través de
encuestas, y en 1963 se inició el primer intento para aprovechar esa
metodología a través del llamado convenio Conestcar, una
colaboración entre el Ministerio de Agricultura y la Universidad
Nacional Agraria. La metodología sufrió sucesivos cambios e
interrupciones durante la década de los setenta pero fue retomada
y finalmente se volvió permanente a partir de los años ochenta.

Otro impulso al descubrimiento del Perú rural vino del contexto


político. En los años 50 y 60, los movimientos campesinos y las
tomas de tierra coincidieron con la alarma producida por la
revolución castrista en Cuba. Entre 1962 y 1963 una Junta Militar
adoptó varias medidas que reflejaron una creciente conciencia de la
diversidad de grupos sociales y regiones del Perú, especialmente
una propuesta de reforma agraria y la creación del primer Instituto
Nacional de Planificación. Las iniciativas fueron acogidas y
desarrolladas por el gobierno democrático que las profundizó en
4
1963 realizando las primeras elecciones municipales. La asistencia
externa de los Estados Unidos y de otros países aumentó durante
los años cincuenta y puso especial énfasis en los proyectos dirigidos
al sector rural, especialmente para la extensión agrícola, educación
y cooperativas de crédito. La ayuda incluyó dos misiones de
expertos agrícolas, de las universidades de Carolina del Norte y
Iowa State, ambas con equipos sustanciales de expertos y con
financiamiento que fue usado para capacitación e investigación en
agronomía pero además en economía.

Algunas instituciones peruanas también lideraron el estudio del


sector rural. Una fue la creación en 1962 de la Facultad de Ciencias
Económicas y Sociales en la Universidad Nacional Agraria, donde se
formó una primera generación de economistas agrícolas,
capacitados inicialmente en sus propias aulas pero luego mediante
estudios de posgrado en universidades del extranjero. Otra
iniciativa fue la creación del Instituto de Estudios Peruanos (IEP)
en 1964, que se dirigió en gran parte a la exploración de la vida
rural, sumándose a los trabajos de campo en comunidades de la
sierra realizadas por la Facultad de Antropología de la Universidad
de San Marcos. Los temas de la economía agraria recibieron menos
atención institucional, pero diversos investigadores de los
programas de ayuda externa, en especial de las universidades de
Iowa y North Carolina, además de estudiantes y economistas
individuales, empezaron a documentar aspectos relacionados a la
productividad, costos y precios de la agricultura.

Sin embargo, el programa de descubrimiento de la agricultura


perdió fuerza con la desaparición de las misiones universitarias
externas y la creciente atención otorgada a los temas
institucionales durante los años 70, sobre todo por antropólogos y
sociólogos. Ya en el año 1973, un inventario de fuentes
bibliográficas para la historia agraria2 observó la escasez de
material diciendo que “la historiografía peruana mayormente ha
hecho caso omiso de la historia agraria.”

c. Investigación Desde 1980

El descubrimiento de la economía agraria tomó fuerza a inicios de


los años ochenta. Con el liderazgo del Instituto de Estudios
5
Peruanos, en apenas cuatro años se publicaron varios estudios
pioneros, con miradas de amplia perspectiva sobre el conjunto de la
agricultura peruana, y que buscaban entender la interacción de los
mecanismos estrictamente económicos con las particularidades
institucionales y culturales de la sierra. Entre ellos se debe
mencionar los libros de José María Caballero (1980 y 1981)3, Raúl
Hopkins (1981), Adolfo Figueroa (1981), Elena Alvarez (1983) y
Efraín González de Olarte (1984)4. El efecto de ese conjunto de
estudios fue abrir el debate acerca de diversos aspectos de la
política agraria, incluyendo el crédito, los precios y la estructura de
propiedad, siendo éste último el tema que había dominado la
atención durante la aplicación de la reforma agraria de la década
anterior.

Además, durante la primera mitad de los años 80 se crearon


GRADE, SEPIA y CEPES_, tres iniciativas institucionales que
convirtieron los ensayos relativamente individuales y aislados de
investigación rural y agropecuaria de los años anteriores en un
esfuerzo colectivo y continuado. La agenda de GRADE (Grupo para
el Análisis del Desarrollo), creado en 1981, incluyó temas de la
microeconomía del campo entre una diversidad de temas que han
sido parte de la agenda más amplia de la vida rural, incluyendo la
educación, la sostenibilidad ecológica, y los aspectos territoriales.
Una segunda iniciativa fue la creación del Seminario Permanente
para la Investigación Agrícola (SEPIA) en 1985, y una tercera han
sido los trabajos de investigación y difusión del Centro Peruano de
Estudios Sociales (CEPES) desde mediados de los años ochenta. Las
tres instituciones se volvieron actores centrales para el estímulo y
divulgación de la agricultura y del sector rural y su trabajo ha
continuado hasta el presente.

En 1984 fue publicado también el estudio “Los Hogares Rurales en


el Perú,” el primer estudio basado en una encuesta nacional de
hogares rurales (ENAHR) con diseño probabilístico y para descubrir
los perfiles del universo de las explotaciones familiares. Como su
nombre lo indica, el ENAHR puso la atención en el papel central del
hogar rural en la conducción de la actividad económica agropecuaria.
El estudio fue un hito en la búsqueda de una visión macro del mundo
de la pequeña agricultura, pero la utilidad potencial de su base de
datos y de su metodología se vio limitada por una falta de
6
continuidad institucional.

A continuación se comenta algunas características de la temática y


de la metodología de la investigación rural y agrícola realizada
desde los ochenta hasta el inicio del proyecto Cenagro IV.

i. Temática.

El abanico de temas tratados es variado, e incluye diversos


aspectos de la economía productiva y de negocios relacionados al
agro, tanto la de la agricultura comercial como la de subsistencia.
Se publicó trabajos sobre diversos temas pertinentes para la
política agraria, tales como el mercado laboral, el financiamiento, el
mercado del agua, los costos de acceso a mercados, los cambios en
el medio ambiente, la adopción de nuevas tecnologías, y la
asociatividad.

Sin embargo, el balance temático estuvo inclinado hacia la


conservación del medio ambiente y temas de orden social e
institucional, que incluía el funcionamiento de las comunidades y de
los gobiernos locales, la estructura de la propiedad, la nueva
ruralidad y desarrollo territorial, y la educación, salud y nutrición.
Un balance de los primeros veinte años de SEPIA editado por
Maletta reporta que en ese periodo fueron publicados 41 trabajos
sobre la conservación y sostenibilidad de los recursos naturales y
sólo tres sobre el papel de los caminos, dos sobre el mercado
laboral rural y seis sobre el crédito. La tecnología fue materia de
17 trabajos pero la mayor parte de ellos estuvo dirigido a lo que
Maletta define como un “fundamentalismo andino,” en especial la
revalorización de las técnicas tradicionales de producción.

El comercio exterior, componente esencial de una estrategia para el


sector, también fue materia de diversos estudios pero, según
Maletta, casi todos lo abordan no como una opción para evaluar sino
como un negativo que se debe evitar, dando por supuesto que es
“bueno” restringir las importaciones y que el efecto de ellas es
“malo.”5

Los efectos de las políticas macroeconómicas sobre la agricultura


recibieron mucha atención, especialmente durante los años de alta
7
inestabilidad monetaria y cambiaria, entre 1980 y 1995.

Desde el punto de vista de la formulación y aplicación de políticas,


uno de los temas más importantes es el estudio del estado mismo.
Para formular políticas se debe conocer no sólo la realidad que se
busca afectar sino también la verdadera capacidad y el
funcionamiento de las herramientas disponibles para esa tarea.
Un buen número de estudios realizados durante las últimas tres
décadas han proporcionado información sobre diversas
intervenciones a través de estudios-caso, pero - una vez mas – el
déficit ha sido la falta de una visión global acerca de lo que hacen y
logran los interventores, información necesaria para mejorar la
efectividad de las intervenciones y para asignar recursos entre
instrumentos alternativos. No existe, por ejemplo, un equivalente
de la evaluación PISA, que mide la efectividad del trabajo del
Ministerio de Educación, para medir la efectividad de las
intervenciones que buscan promover el agro. Y así como PISA ha
servido para dinamizar el esfuerzo nacional a favor de la educación,
un “PISA Agropecuario” actuaría para fiscalizar y motivar el
esfuerzo a favor del agricultor. Lamentablemente, el tamaño, la
poca accesibilidad y la gran diversidad del universo del agro han
sido impedimentos demasiado difíciles para la visión de conjunto
que se necesita para motivar y orientar la intervención a favor del
sector.

ii. Metodología

La metodología estuvo limitada mayormente al estudio de caso, por


lo que no se llegó a construir un conocimiento que a la vez fuera
sistémico del sector en su conjunto y que documentara las
diferencias entre las regiones y los distintos tipos de agricultura,
diferencias que deben conocer los que diseñan y ejecutan las
intervenciones. La dependencia en estudio de casos también
contribuyó a una falta de perspectiva sobre la evolución del sector
en el tiempo. Si bien los Cenagro de 1961, 1972 y 1994 crearon
bases censales del sector, casi no se encuentran investigaciones que
aprovechan la data recogida por esos censos.

En cuanto a la perspectiva horizontal, de región y de variedad,


8
destacan tres esfuerzos para lograr una visión de conjunto.

(i) El estudio de Héctor Maletta, “Requerimientos de Mano de Obra


en la Agricultura Peruana,” publicada en 1985.6 Usando los censos,
Maletta elabora una estadística básica necesaria para la
investigación del mercado laboral y de los costos de producción, que
incluye además el detalle regional que es fundamental para la
política.

(ii) ENAHR. Una segunda iniciativa metodológica para lograr una


visión global de la agricultura, especialmente la pequeña, fue la
encuesta de hogares rurales ENAHR de 1984, ya mencionado,
aunque el formato de encuesta significó sacrificar mucho detalle
importante para la política, particularmente el detalle regional. Sin
embargo, como sucedió con los Cenagro de 1961, 1972 y 1994, el
ENAHR también fue poco aprovechado para fines de análisis.

(iii) Las encuestas ENNIV y ENAHO. Una tercera opción para ir


más allá del estudio de caso fue abierta a partir de fines de los
años ochenta cuando se inician las encuestas de niveles de vida de
los hogares, inicialmente las ENNIV, realizadas primero por el
Banco Mundial y el Instituto Cuánto, y luego por continuadas y
rebautizadas por el INEI con el nombre ENAHO. Estas encuestas
mejoraron sustancialmente el conocimiento de los niveles de ingreso
y de bienestar de las familias dedicadas a la agricultura, creando
una data fundamental para medir el impacto final de las
intervenciones del estado y privadas sobre el pequeño productor.
Sin embargo, el valor de esa información fue limitada para fines de
la política agraria debido a que no se investigó el proceso
productivo. Así, las encuestas recogieron poca información sobre
los diversos determinantes de la productividad, como son las buenas
prácticas agropecuarias, las inversiones efectuadas por el acceso a
factores productivos tales como la infraestructura, la capacitación
y el crédito, y menos sobre los procesos de decisión productiva,
todo lo cual es el conocimiento esencial para la formulación de las
políticas agrarias.

En cuanto a la evolución del sector, el tema fue puesto de lado


luego de los excelentes estudios realizados en los años ochenta, a
pesar de que justamente en los años noventa y dos mil se produjo
9
un cambio extraordinario de tendencia. Como se puede apreciar en
la siguiente tabla, el crecimiento de la productividad laboral en el
agro se aceleró fuertemente, pasando de 0.0 % anual entre 1970 y
1990 a 4.3% entre 1990 y 2012, según las estimaciones de Bruno
Seminario.71 El dinamismo productivo del sector durante un lapso
de dos décadas ha debido ser un tema central de estudio y de
debate, y un punto de partida para toda discusión de políticas para
el sector.

Agricultura: Crecimiento
% p.a.
PBI PEA Productividad laboral
1950-1970 3.8 1.0 2.8
1970-1990 0.6 0.6 0.0
1990-2012 4.9 0.6 4.3

La extraordinaria aceleración en el crecimiento de la


productividad laboral del sector desde 1990 es un hecho
destacable, tanto si se compara con periodos anteriores en la
historia nacional, especialmente la década 1970-1990
inmediatamente anterior, como si se compara con otras
experiencias registradas en el mundo. Lo que es especialmente
interesante es que el dinamismo se ha producido tanto en el
minifundio de la sierra como en la agricultura comercial de gran
escala de la costa. A pesar de esa experiencia, los estudios y
debates acerca del agro se han seguido realizando como si la
performance del sector continuara siendo de relativo
estancamiento. Es solo en años recientes que algunos estudios
buscan entender la aceleración productiva. Más bien, la mayor
parte de la atención se ha puesto en las diversas amenazas a la
continuidad productiva y a la mejora social, como el crecimiento
desigual, la amenaza climática y la degradación ecológica, la débil
gobernanza territorial, y la conflictividad.

1 Bruno Seminario, El Desarrollo de la Economía Peruana en la Era Moderna,


Universidad del pacífico, 2015. Los estimados del PBI agropecuario se encuentran en
la Tabla VII-84, p. 1049. Los estimados de la PEA agropecuaria son del INEI.
10
Ciertamente, la alta variabilidad que es característica de la
actividad agrícola, unida a la poca confianza que se tiene en la
estadística básica del sector, dificultan el discernimiento de las
tendencias de largo plazo. No obstante, la demora perceptiva se
ha traducida en una falta de conocimiento de los factores y de
las políticas responsables de ese dinamismo, conocimiento que
debería servir de base para la formulación de una estrategia de
intervención.

II. La Agenda Pendiente

La breve historia de las investigaciones realizadas en las décadas


precedentes a la publicación del Cenagro IV ilumina las
prioridades para los estudios futuros y el aporte potencial del
Proyecto materia de esta evaluación. Sugiero cuatro conclusiones
acerca de las brechas de información, que deberían servir para
dirigir la agenda de investigación futura.

Primero, el sector agrario padece un atraso sustancial en cuanto


al conocimiento de sus dimensiones y funcionamiento,
especialmente si se considera su importancia como principal
medio de vida para el tercio más pobre de la población. Este
atraso se explica en gran medida por la inherente dificultad para
investigar una colectividad tan dispersa, informal y variada,
obstáculos que las oficinas de estadística del estado no han
logrado vencer. Es evidente también que las investigaciones de la
vida rural han priorizado una diversidad de aspectos sociales,
institucionales y ambientales por encima de los temas
estrictamente económicos, como los determinantes del nivel de
productividad, o las restricciones impuestas por el aislamiento y
los costos logísticos.

Segundo, el déficit de conocimiento es especialmente notable en


cuanto a las dimensiones agregadas del sector. Ciertamente los
tres censos agropecuarios anteriores han sido fotografías que
miden diversos aspectos de su estructura, pero el análisis
económico requiere mucho más detalle y, en particular, requiere
valores de producción, de insumos, de comercialización y otros,
que no son reportados por los censos. No se conoce, por ejemplo,
el monto de la inversión en el sector, ni cómo se financia, ni el
11
valor gastado en mano de obra, todo lo cual debería ser conocido,
aunque sea aproximadamente, por tipos de cultivo, de tamaño de
predio, de región, y mas. Sin conocer las magnitudes básicas de
su estructura quedan en duda la representatividad de los
estudios de caso que han sido el instrumento principal de
investigación.

En cuanto a la evolución en el tiempo, los valores básicos del PBI


reportados por el Ministerio, que indican una aceleración en la
tasa de crecimiento desde los años noventa, no han sido tomados
en cuenta, quizás por la poca credibilidad de la estadística
básica. Sea falta de atención o incredulidad, el resultado es que
se conoce poco acerca de los procesos que han venido generando
ese crecimiento, trátese de las decisiones de campesinos para
crear nuevas unidades productivas y para expandir la tierra
cultivada, o los flujos de inversión requeridas y su
financiamiento, la adopción de prácticas más productivas y de
productos de mayor valor, y la reorientación de la producción
hacia los mercados cercanos y alejados. Tampoco queda claro el
contraste entre el crecimiento productivo constatado y las
plausibles afirmaciones acerca de degradación de la tierra, de
abandono por campesinos emigrantes, de envejecimiento y
feminización de la fuerza de trabajo y de otros factores que
contribuirían a frenar el crecimiento. Con tanto viento en contra,
¿cómo se viene produciendo el crecimiento? ¿Son demasiado
pesimistas las alertas, o es que los efectos nocivos toman más
tiempo de lo esperado para producirse?

Tercero, ha faltado también el estudio de los instrumentos de


intervención, conocimiento indispensable para la formulación de
una estrategia realista para mejorar la performance del sector.
Sucesivas propuestas de estrategia repiten las referencias a los
instrumentos más evidentes, en particular el crédito, la
asistencia técnica y la infraestructura, pero poco se examinan los
resultados de la aplicación de esos instrumentos en épocas
anteriores. Maletta concluye así su revisión de veinte años de
trabajos publicados por SEPIA:
“Otro tema notablemente poco frecuentado es el análisis de las
políticas sectoriales. Que aparecen sólo ocasionalmente y en
forma parcial.”
12
Como ejemplos Maletta menciona las políticas de precios
agrícolas, de comercio exterior, de regulación sanitaria,
tributarias, de inversión pública, de biotecnología, las
ambientales, y los derechos sobre el agua.2

Cuarto, la tecnología de investigación social vive un momento de


adelanto excepcional, podría decirse de “breakthrough”, gracias
al acceso digital, a la interconexión de bases, y a la velocidad del
procesamiento, especialmente para el análisis de grandes bases
de datos que en el pasado eran extremadamente difíciles de
aprovechar por las limitaciones de las computadoras. La
coincidencia de Cenagro IV con avances en las tecnologías de
cómputo y de geo-referenciación, y con la creación de bases de
datos de todo tipo, ha multiplicado la posibilidad de exploración
de los procesos sociales.

III. Las Investigaciones del Proyecto Cenagro IV

Los diez estudios realizados por el proyecto se enfocaron en seis


temas escogidos por los investigadores entre la lista de posibles
materias sugeridas en las bases. La lista se formuló con el doble
criterio, primero de priorizar el aprovechamiento del censo, y
segundo de ser de relevancia para la formulación de las políticas
agrarias. El tema más investigado fue el proceso de mejora en las
prácticas de la tecnología agropecuaria, que fue la opción elegida
por cuatro investigadores (Kim, Calderón-Camacho, Escobal, Tello),
aprovechando la información detallada recogida por el censo acerca
de las prácticas de cultivo agrícola o de ganadería usada por cada
agricultor. Un segundo tema entre las preferencias fue el acceso al
crédito, escogido por tres de las propuestas (Hurtado, Alvarado,
Pintado-Ezequiel) aunque uno de ellos (Hurtado) canceló el estudio
después de iniciado. Finalmente, cuatro estudios escogieron otras
materias, como la conectividad vial (Aguirre-Campana-Guerrero), la
relación entre la seguridad de tenencia y la inversión (Navarro-

2 Maletta, Héctor, “¿Veinte años no es nada?,” SEPIA 2005, p. 189.


13
Colla), la relación entre la asociatividad y la venta a mercados
(Salas), y la identificación de una tipología del sector basada en
diferencias geográficas y de gestión (Maletta).

A continuación se resume brevemente la metodología y el


argumento de cada uno de los estudios completados.

Tema Tecnología

Álvaro Calderón y Abel Camacho, “Mercados laborales y efectos


heterogéneos de la educación en la adopción tecnológica en la
agricultura peruana.”

Los autores buscan explicar la adopción de mejores prácticas


tecnológicas mediante un análisis de datos del Cenagro IV, con la
ayuda además del censo de población de 2007 y del censo
económico de 2008. Según su análisis, las variables que tienen
mayor efecto positivo sobre la adopción de mejores prácticas
tecnológicas son el capital humano, incluyendo años de educación,
capacitación y la edad, y la distancia desde el predio a la capital
departamental, medida en horas de viaje. También contribuyen el
título de propiedad y el acceso al crédito. La tesis más interesante
de los autores es que la adopción de mejores prácticas tecnológicas
tiene un costo de oportunidad en la forma de ingresos salariales. El
resultado de ese conflicto sería modificar la relación esperada del
impacto positivo del capital humano sobre la adopción tecnológica.
En vista de que las variables educación y tamaño de predio se
encuentran correlacionadas, y que el costo de oportunidad laboral
aumenta con el nivel de educación, el resultado es lo que denominan
un “efecto heterogéneo,” reduciendo el impacto sobre la adopción
de mejores prácticas en los niveles de educación más altas.

Independientemente de la forma exacta de la relación, es un


acierto poner atención en la lógica económica del uso de tiempo,
quizás el recurso más escaso del pequeño agricultor. La innovación
demanda tiempo, primero en la etapa de introducción de una nueva
práctica, y luego en la etapa de producción cuando debe ocuparse
de una mayor producción y además porque muchas de las prácticas
más productivas exigen una mayor presencia y atención del
agricultor. Un ejemplo es el riego tecnificado que implica una
atención continua.

14
Mario Tello, “Productividad, innovación y difusión tecnológica en la
agricultura comercial moderna en el Perú.”

Tello desarrolla un modelo para explicar la innovación y difusión


tecnológica en la agricultura de punta. Su propuesta distingue entre
la capacidad para innovar y la realización de la innovación. Para
explicar la capacidad innovadora identifica nueve variables que
incluyen propiedad de tierras, grado de asociación, infraestructura
productiva, educación y capacitación, acceso a crédito, internet, y
electricidad, y para medir la innovación selecciona seis buenas
prácticas. Los resultados de sus estimaciones para medir la
contribución de su índice de capacidad innovadora producen
diferencias significativas entre regiones, entre la importancia de
los diferentes componentes y entre cultivos diferentes,
confirmando el peso de la diversidad en el Perú y por lo tanto la
importancia de la calibración regional de toda política de desarrollo
agropecuaria. Tello concluye afirmando el poder de su modelo de
capacidad innovadora para explicar las buenas prácticas, si bien
identifica también otras variables que contribuyen, como la
distancia del predio a los mercados, la presencia de
infraestructura, y el tamaño de la familia.

Javier Escobal, “Análisis espacial de la adopción de tecnologías


agrarias en el Perú: una mirada desde el CENAGRO 2012.”

Escobal sigue un camino distinto hacia el mismo objetivo de


identificar los determinantes de la innovación o aplicación de
buenas prácticas agropecuarias. Su análisis no se limita a un
subconjunto de agricultores y más bien aprovecha el censo para
mirar el universo del sector. Sin embargo, la definición de las
buenas prácticas estudiadas se limita a siete de ellas cuya selección
no es explicada. El análisis enfatiza las diferencias geográficas y
regionales, teniendo como objetivo la identificación de lugares o
“hotspots” que reúnen en un alto grado las condiciones que
favorecen la innovación, y que entonces podrían guiar la ubicación
de estaciones experimentales u otras intervenciones del estado
para multiplicar el esfuerzo promotor.

El análisis, presentado como “exploración” más que comprobación de


15
hipótesis, revela varios resultados de interés. La variable que más
afecta la tasa de adopción sería el grado de fragmentación de la
propiedad, dimensión calculada usando el Índice Januszewski, y que
afecta la adopción de algunas prácticas, como el abono orgánico o
uso de semilla certificada. También pesan diversas características
personales, como edad, etnicidad, educación, y uso de mano de obra
familiar. Finalmente tiene efecto la cercanía o lejanía de los
mercados medidas en horas de viaje desde el hogar a la capital
distrital.

Galileu Kim, “La difusión tecnológica agropecuaria en el Perú: causas


y tendencias en el periodo 1994-2012.”

Kim propone un índice – el Índice de Nivel Tecnológico - basado en


el número de buenas prácticas aplicadas por el agricultor, como
instrumento simple para establecer una primera aproximación a la
difusión de buenas prácticas en el agro peruano. A diferencia de la
mirada de corte transversal basada en el censo de 2012, que
caracteriza la mayoría de los estudios que conforman este
proyecto, Kim examina el cambio en la aplicación de esas prácticas
entre los años 1994 y 2012. El impacto de cada tecnología sobre la
productividad varía considerablemente según las condiciones
geográficas, la pericia del agricultor, el cultivo o animal específico,
además de la mayor o menor efectividad inherente de la práctica,
por lo que una suma de buenas prácticas es un indicador muy
imperfecto del impacto futuro sobre la producción. Sin embargo,
una alternativa más precisa implicaría una costosa multiplicación de
información sobre esos impactos diferenciales, por lo que tiene
sentido efectuar una primera aproximación en base al simple conteo
de las prácticas, como es la propuesta de Kim.

Ciertamente, los primeros resultados del índice de Kim son


sugerentes. Uno es el cambio masivo en la tecnología que registra
el índice entre 1994 y 2012, en casi toda región y tamaño de unidad
agropecuaria. A nivel nacional el aumento es de 40%, y a nivel
regional se registran aumentos sustanciales en la mayoría de las
regiones de la sierra: 103% en Huancavelica, 101% en Pasco y 78%
en Apurimac, resultados que ayudan a comprender el excepcional
dinamismo productivo del sector.

16
Se aplicaron regresiones de efectos fijos y de mínimos cuadrados
ordinarios para explorar posibles determinantes de la difusión con
varios resultados de alta significancia y que respaldan algunas
conclusiones de otros estudios del proyecto, en particular la
importancia de la titulación de la tierra, de la educación, y de la
distancia que, según Kim, es el regresor de más impacto en su
estudio. Contrariamente al resultado de Calderón y Camacho, Kim
encuentra una asociación positiva entre la innovación y el mercado
laboral, cuando éste se mide por el porcentaje de agricultores que
se ausentan de la chacra en forma temporal en búsqueda de
trabajos no-agrícolas. También sorprende el impacto de género.
Según los datos de Kim, la mayor proporción de mujeres
propietarias de unidades agropecuarias está correlacionado con un
mayor nivel del índice tecnológico.

Tema Asociatividad

Vania Salas “El efecto de las asociaciones de productores y de las


redes sociales en el acceso a mercados comerciales.”

Si bien varios de los estudios incluyen la asociatividad entre sus


variables explicativas de diversos resultados, como acceso al
crédito o adopción de buenas prácticas, el estudio de Salas fue el
único dedicado exclusivamente a evaluar el efecto de esa variable.
La asociatividad es considerada un instrumento prioritario para las
políticas del sector, especialmente para aumentar la integración
comercial. El estudio analiza datos del Cenagro y se limita a los
pequeños productores (menos de 5 hectáreas) de la región
geográfica quechua de la sierra y considera la relación entre estar
asociado y destinar su producción a mercados tanto nacionales como
en el exterior. Las formas de asociatividad consideradas incluyen el
pertenecer a una asociación, según respuesta en el censo, y ser
parte de una red social. El impacto que se mide es el porcentaje de
hectáreas sembradas destinadas a la venta según la categoría
censal “sector de enumeración” (SEAS), y los principales causales
estudiados son dos, pertenecer a alguna asociación, comité o
cooperativa, o la existencia de redes sociales con vecinos,
distinguiendo vecinos cercanos o distantes.

17
Los resultados rechazan un impacto positivo de la condición de
asociado sobre la venta a mercados de exportación, resultado que
es consistente con lo expresado en 98 porciento de los SEAS donde
los productores indican que pertenecer a una asociación no los
beneficia para acceder al mercado internacional. En cuanto a las
redes sociales, los contactos distantes resultan ser positivos para
acceder a los mercados internacionales mientras que los contactos
cercanos resultan positivos para acceder a los mercados
comerciales nacionales. Cuando se examina el efecto del género del
productor, se descubre que las mujeres tienen más éxito en la
inserción en el mercado nacional y los hombres en el internacional.
Los resultados sugieren la necesidad de afinar el criterio de la
asociación para tomar en cuenta la variedad de formas que ésta
puede tomar.

Tema Conectividad

Julio Aguirre, Yohnny Campana, Elmer Guerrero, “Conectividad


para el desarrollo agrícola: una mirada de largo plazo.”

Más que investigación empírica, los autores proponen una creativa


metodología para estimar el efecto que tiene la vialidad sobre
diversas medidas de la economía y del bienestar local. El desarrollo
del argumento se nutre de la literatura general, incluyendo estudios
recientes que intentan medir el impacto global de los sistemas
viales de la China y de la India, y de la literatura sobre el Perú, que
también es relativamente reciente.

Como instrumento de medición del desarrollo de la red vial los


autores recurren al concepto de un sistema de carreteras ideal, en
el sentido de minimizar distancias entre capitales departamentales
siguiendo trazos determinados por las rectas euclidianas que
podrían existir si el relieve terrestre fuera completamente plano,
citando a varios autores que han seguido la misma estrategia
empírica, e incluyendo un estudio del Banco Interamericano sobre
las carreteras y las exportaciones del Perú. Otro concepto aplicado
para el análisis empírico es el de la densidad vial a nivel de distrito,
basada en la relación entre los kilómetros de caminos y la superficie
de cada distrito.

18
Las conclusiones principales corroboran, primero, que la distancia
entre el distrito y la recta hipotética ideal es un buen predictor de
la densidad vial a nivel de distrito. Constatan además, la existencia
de un efecto positivo de la mayor conexión vial sobre algunas
variables que reflejan las economías distritales, como la proporción
de la producción vendida a mercados.

Tema Seguridad de Tenencia

Sandra Navarro, Esteban Colla, “Efectos de la seguridad en la


tenencia de la tierra sobre las decisiones de inversión en el predio
agrícola en el Perú.”

Los autores estiman el impacto de la seguridad de tenencia sobre


inversiones de largo, mediano y corto plazo. Los datos sobre
inversiones son del Cenagro IV, donde se distingue según tipos de
inversión. La medida de seguridad se basa en la posesión de título
según reportado al censo pero verificado además en los registros
del Programa Especial de Titulación de Tierras (PETT). El análisis
reportado en este trabajo se limita a la Sierra.

Los resultados confirman la hipótesis estándar, de que la seguridad


de tenencia favorece la inversión, especialmente en el caso de las
inversiones de mediano plazo (árboles, certificación orgánica,
semillas, aplicación de materia orgánica). Los resultados no son
uniformes, existiendo tipos de inversión que no siguen la regla
general. En el caso de las inversiones de corto plazo, hay algunas
donde el efecto es claramente positivo, como la construcción de
almacenes y silos para granos. De otro lado, las inversiones de largo
plazo como andenes y terrazas tienen más bien una relación
negativa con la seguridad y los autores sugieren como explicación la
responsabilidad comunal de tales obras. Otras variables incluidas en
el análisis también tienen efecto positivo, pero con mucho menos
impacto.

Tema Crédito

Javier Alvarado y Miguel Pintado, “Necesidad, demanda y obtención


de crédito en el sector agropecuario en el Perú.”

19
Partiendo de lo declarado por cada agricultor al censo, el estudio
busca explicar las razones para necesitar crédito, solicitarlo, y
recibirlo o no. Para cada uno de esos tres hechos se busca una
explicación en el perfil del agricultor o de la unidad productiva. El
análisis revela algunos de los factores que determinan el mercado
crediticio rural. El tamaño del predio, por ejemplo, no tendría una
relación simple con la necesidad de crédito: los más pequeños
(menos de 3 hectáreas estandarizadas) declaran menos necesidad
que los de tamaño medio (entre 3 y 10 hectáreas) mientras que la
necesidad luego disminuye con los más grandes (20 o más
hectáreas). Esa relación quizás explica otro resultado inesperado:
tener acceso al internet reduce la necesidad de crédito. En cuanto
a la decisión de solicitar un crédito, la probabilidad de ese hecho es
mayor si el agricultor ha recibido asistencia técnica, si pertenece a
alguna asociación, y si tiene título de propiedad, mientras que la
probabilidad disminuye si su lengua materna no es español.
Finalmente, el determinante principal para la aprobación de un
crédito resulta ser el simple hecho de haberlo solicitado en vista de
que apenas 13.2 % de las solicitudes son rechazadas.

Si bien el estudio nos acerca a una mejor comprensión del crédito


rural, es evidente que hace falta más información que la recogida
por el censo, y que, incluso, alguna de esa información censal es
equivoca. El crédito no es una necesidad biológica, como el agua, y
de hecho el 90% de los agricultores han venido invirtiendo y
expandiendo su producción sin recurrir al crédito. La pregunta si el
agricultor “necesita” crédito es vacía si no se especifican
condiciones de costo y plazo. El hecho de que sólo uno de cada cinco
de los que dicen “necesitar” procede a solicitarlo ya sugiere que la
información tiene un considerable elemento de subjetividad y
relatividad.

Mellany Pintado y James Ezequiel, “Determinantes del Acceso y


Auto-Racionamiento del Crédito Agropecuario en el Perú: Enfoque
Multivariado.”

Este estudio del mercado crediticio rural se basa también en data


censal, aplicando dos modelos, uno para explicar la obtención de
crédito tanto del sector formal como de fuentes informales, o sea
la oferta, y el segundo para explicar la decisión de no solicitar, o
sea la demanda. Su resultado principal en cuanto a la oferta
consiste en una relativización de la posesión de propiedad, o activos
fijos, como determinante principal, debido al peso explicativo de
otras variables, como la asociatividad, la asistencia técnica, y la
20
educación, cuestionando explícitamente el énfasis puesto en la
titulación como llave para abrir el mercado crediticio. En cuanto a la
decisión de solicitar el crédito, los autores sugieren una explicación
basada en el nivel de productividad como determinante principal. Un
valor del estudio es su aceptación de la complejidad de las
relaciones que intenta determinar, sugiriendo explicaciones que si
bien son tentativas pueden servir de pasos intermedios en un
proceso de esclarecimiento.

Tema Tipificación

Héctor Maletta, Juan Luis Azula, Daniel de la Torre, “Tipificación


micro-regionalizada de explotaciones agropecuarias, como base
para un sistema de seguimiento del sector agropecuario, en especial
de los pequeños productores.”

Con este trabajo los autores realizan una importante contribución


metodológica para desarrollar el conocimiento del sector
agropecuario y para mejorar la formulación de políticas e
intervenciones. Si se quisiera caracterizar con una palabra la
agricultura peruana, esa palabra tendría que ser “diversidad,”
refiriéndose no sólo a la ecología sino también a la estructura de
gestión y a aspectos culturales, y de allí que la identificación de esa
diversidad debe ser base para toda formulación de políticas para el
sector. La tipificación que proponen los autores se basa en un
aprovechamiento en gran detalle del censo de 2012, y es sin duda la
propuesta mas informada y mas detallada jamás lograda para la
agricultura peruana. Las categorías que se proponen no se limitan a
recoger datos del censo sino que en varios casos han sido logradas
mediante elaboraciones de gran valor, como la estandarización de la
tierra, y la creación de una medida de niveles tecnológicos.

Si bien el trabajo presentado es, en esencia, un aporte


metodológico, su valor potencial es grande en tres frentes, primero,
para la formulación de una estrategia de promoción estatal más
consciente de las diversas necesidades y oportunidades regionales,
de cultivos y productos de la ganadería, y de tipos de productor;
segundo, como base para futuras investigaciones que podrán estar
más informadas de esas diferencias internas del sector y, tercero,
para lograr una mejora sustancial en la estratificación del sector y
21
así hacer factible un sistema de encuestas más intensivo.

IV. Balance

Este informe se inició con una mirada larga, de varias décadas,


buscando relacionar la evolución del conocimiento con la evolución
del contexto institucional y político, así como de la metodología de
investigación. Un balance del proyecto de investigación IV Cenagro
debe señalar los avances, la agenda de investigación pendiente, y lo
que se ha aprendido para efectos de la formulación y ejecución de
las políticas públicas dirigidas al desarrollo de la agricultura.
.

a. Avances

En mi opinión, los avances más significativos logrados por el


proyecto han sido metodológicos, y en particular, el aprendizaje en
el uso de la nueva tecnología digital para aprovechar censos y
encuestas que nunca antes han sido adecuadamente aprovechadas.
Ciertamente, esa historia no empieza con Cenagro IV. Los pioneros
en el análisis de bases de datos sociales aprovecharon las encuestas
de hogar que surgieron recién durante los años noventa, y que
fueron multiplicándose en los años dos mil, pero llama la atención el
poco uso que se hizo del Cenagro 1994 a pesar de la riqueza de su
información. Lo que ha hecho posible un salto cuantitativo en el
aprovechamiento del nuevo Cenagro ha sido no tanto una mayor
riqueza de información, que es casi la misma de la anterior, sino la
combinación de una nueva política de apertura de la información,
con disposiciones institucionales que han alentado y facilitado su
aprovechamiento además del apoyo ofrecido a través de este
Proyecto de Investigación, junto con y el salto cualitativo en la
tecnología digital para el procesamiento de bases de datos.

El avance metodológico no se limita al aprendizaje técnico en el uso


de la base Cenagro y, en algunos casos, su combinación con data de
otras bases. Uno de los estudios incluso (Kim) basó su análisis en la
comparación de datos de los Cenagros 1994 y 2012. Otro avance
metodológico de los estudios del Proyecto ha sido la ampliación de
horizontes, con miradas más allá de los estudios casos de años
22
anteriores, enfocando al sector agropecuario entero y también, por
lo menos en un caso (Kim), una mirada de evolución temporal.
Paradójicamente, también considero un avance la mirada no de
conjunto sino más bien de detalle, que es uno de los logros de la
tipificación propuesta por Maletta. La identificación de tipos de
agricultura, como fue el concepto de las regiones propuesta por
Pulgar Vidal, crea un necesario instrumento de conocimiento y de
afinamiento de las políticas.

Una segunda forma de avance ha consistido en la selección de


temas de investigación que considero de especial importancia para
los fines de la política del estado. El cambio más notable en ese
sentido ha sido el interés en la tecnología, tema escogido por cuatro
de los estudios pero que es parte también de varios de los otros,
como el de Maletta que incorpora una clasificación de tecnologías
en su tipificación, el de Navarro y Colla que incluyen la variable
tecnología en su estudio sobre la inversión, y el de Escobal que
identifica el efecto positivo de la conexión sobre la adopción de
tecnología. En mi opinión, la difusión de buenas prácticas es uno de
los motores del aumento en la productividad y por eso merece un
lugar prioritario en la agenda de investigación. Un tercer tema que
considero central es la conectividad, tema principal de unos de los
estudios (Aguirre, Campana, Guerrero), pero que ha sido parte del
análisis de varios otros trabajos, todos los cuales han validado

El proyecto también refleja una mayor disposición para mirar al


agricultor como empresario, atento a la seguridad de sus
inversiones en la empresa (Navarro, Colla), atento también al costo
de oportunidad laboral de su tiempo, y atento a la posibilidad de
financiarse con créditos (Alvarado y Pintado; Pintado y Ezequiel).
Desde el estudio pionero de Adolfo Figueroa de 1981, que
documenta su visión de la racionalidad económica del campesino, la
investigación ha descuidado esa visión para dar preferencia a
diversas otros elementos comunales, culturales, políticos y
psicológicos, creando un atraso en la comprensión del pequeño
agricultor como empresario.

b. Pendientes

El aprendizaje en el uso de grandes bases de datos es uno de los


23
avances principales del Proyecto pero, paradójicamente, también ha
contribuido a un posible retroceso metodológico. En la primera
parte de este informe llamé la atención a la falta de trabajo de
campo en gran parte de las investigaciones. Hoy, con las bases de
datos y computadoras poderosas a la mano esa falta, creo, se
agrava. Ciertamente los estudios que componen el proyecto dan
poca evidencia de haberse enriquecido a través de las percepciones
y de los conocimientos que producen la visita personal, la
conversación, la vista del poderoso medio ambiente del agricultor
peruano. Si bien el trabajo de campo difícilmente produce datos
sólidos y generalizables, lo que sí produce es una mayor capacidad
para comprender, y también para mirar con ojos críticos, los datos
que ofrecen los cuestionarios censales y de las encuestas. Además,
es fuerte la tentación de usar los datos censales y de encuestas sin
cuestionamiento alguno de su calidad estadística, ni del sentido
estricto la respuesta. Un ejemplo es la pregunta acerca de la
“necesidad” de crédito, dato que ha sido citado en más de uno de
los estudios a pesar de que las respuestas tienen un alto grado de
subjetividad. Otro ejemplo es la aceptación sin comentario de los
datos oficiales de producción. Si bien el investigador no cuenta con
medios para verificar los datos recibidos de las oficinas de
estadística, las conclusiones de su análisis deben tener en cuenta
los posibles márgenes de error de esos datos.

El pendiente más grande en cuanto a temas de investigación sigue


siendo la falta de estudio de la aplicación y de los efectos de las
intervenciones. Sin duda por la misma naturaleza de los datos
censales, ninguno de los trabajos del Proyecto se dedicó a evaluar la
gestión de alguna política ni menos de los instrumentos utilizados,
por lo que el déficit de tales estudios, que se señala en la primera
parte de este informe, sigue siendo un pendiente principal para la
mejora de la política.

Otros pendientes son más nuevos, y se relacionan con la fuerza de


los cambios económicos, sociales y ecológicos que son parte del
dinamismo productivo del sector. Un ejemplo es el proceso de
urbanización de la vida del agricultor, reduciendo la separación
entre los mundos rural y urbano y generando sinergias de demanda
de alimentos, oportunidades para negocios complementarios a la
chacra, facilidades educativas y otras para el campesino y, como
24
sugirió el estudio clásico de Cotlear (1989), acelerando la difusión
de buenas prácticas.

c. Balance

El balance más interesante de este Proyecto se basa en una mirada


de largo aliento, resistiendo la inclinación moderna para las
soluciones rápidas. En la perspectiva de un desarrollo gradual del
conocimiento de la agricultura peruana, el avance producido por
Cenagro IV y por este Proyecto es considerable. El proyecto no ha
producido respuestas directas para los que deben formular y
ejecutar las políticas y las intervenciones en el sector de la
agricultura, pero sí ha contribuido a mejorar el proceso de
investigación futuro, y además ha mejorado la puntería de los
investigadores en cuanto a las preguntas importantes y a los
métodos para resolverlas.

V. Aportes para la Política Agraria

La actual política nacional agraria, según se encuentra formulada en


el DS 002-2016 del Minagri, define doce ejes u objetivos, el
manejo sostenible de agua y suelos, el desarrollo forestal y de
fauna silvestre, la seguridad jurídica sobre la tierra, la
infraestructura y tecnificación del riego, el financiamiento y seguro
agrario, la innovación y tecnificación agraria, la gestión de riesgo de
desastres en el sector agrario, el desarrollo de capacidades, la
reconversión productiva y diversificación, el acceso a mercados, la
sanidad agraria e inocuidad agroalimentaria, y el desarrollo
institucional.

Las investigaciones del proyecto han aportado luces sobre algunos


de esos objetivos. El tema más estudiado – en cuatro de los
estudios (Calderón y Camacho, Kim, Tello, Escobal) - fue el de la
adopción de mejoras en la tecnología de cultivo y de manejo
ganadero. Los estudios estuvieron dirigidos a conocer la
importancia relativa de diversos factores que contribuyen a la
adopción. Un quinto estudio (Maletta) también abordó el tema,
aunque limitándose a proponer una metodología para la medición del
nivel tecnológico, instrumento que podría mejorar la planificación de
futuras intervenciones.
25
Los resultados de esas investigaciones identifican una variedad de
factores que contribuyen a la adopción de mejoras tecnológicas.
Tres de los trabajos, de Escobal, Kim y de Calderón y Camacho,
coinciden en resaltar la importancia del nivel de educación del
agricultor para explicar la innovación. Sin embargo, otras variables
como la seguridad de tenencia, el acceso al crédito, la capacidad
para la innovación, la distancia a centros urbanos y el grado de
fragmentación de la propiedad también resultan ser factores
explicativos. Un concepto adicional propuesto por Escobal sería el
de la dinámica innovadora creada en algunas regiones o subregiones,
denominada “hotspots” de innovación por Escobal. Esta conclusión,
que postula una sinergia localizada entre diversos factores,
contribuye a comprender mejor el avance de la adopción
tecnológica. Más aún, Escobal sugiere expresamente el uso del
concepto para definir puntos de intervención para la política
estatal.
Sin embargo, los resultados de la investigación no permiten conocer
el costo-beneficio ni las modalidades más efectivas ni las
capacidades relativas de las distintas instancias del estado para
apoyar la difusión de buenas prácticas agropecuarias. La definición
de un plan de intervenciones específicas requiere un conocimiento
más detallado de los costos y de la factibilidad de cada
instrumento, trátese de caminos, o escuelas, o títulos, o
reorganización de la tenencia, y otros. Además, la justificación de
intervenciones específicas precisa de un mayor conocimiento del
efecto que produce una intervención específica con o sin la
presencia de alguna otra variable requerida. Un nuevo camino,
¿contribuye a mejorar las prácticas si no ha habido mejora de la
educación? La información que aportan las investigaciones
realizadas debe ser considerada como un primer paso ciertamente
útil, pero de limitado valor para la tarea práctica de los que deben
formular una estrategia de acción.

Un segundo “eje” de la política que fue abordado por las


investigaciones fue el de la asociatividad, considerado como uno de
los valores críticos en casi toda estrategia de desarrollo rural,
trátese de comunidades, cooperativas o asociaciones de pequeños
empresarios. Uno de los estudios del proyecto (Salas) fue dedicado
exclusivamente a la comprobación del impacto de la asociatividad
26
como instrumento para el logro de un mayor acceso a los mercados,
pero la asociatividad fue considerada también por otros
investigadores del proyecto desde la óptica de los objetivos de la
productividad y la capacidad innovadora (Tello), y el acceso al
crédito (Pintado y Ezequiel).

Sin embargo, el estudio de Salas concluye que la asociación formal,


como pertenecer a una asociación de productores o cooperativa, no
incrementa la probabilidad de participar en el mercado nacional o
externo, resultado que contradice una de las creencias más firmes
de las estrategias actuales para el desarrollo rural. De otro lado,
Salas descubre que más bien la asociación informal y más distante,
a través de las redes sociales, sí tiene un efecto positivo en la
participación comercial. Ambos resultados deberían ser
considerados cuando se formulan las políticas de desarrollo
agropecuario y rural.

Otro resultado con incidencia potencial para las prioridades


actuales de la política agraria se refiere a la conectividad, cuya
importancia se comprueba en varios de los temas estudiados. Se
comprueba que la conectividad, medida en horas de viaje desde el
predio agrícola a la capital de distrito, contribuye positivamente y
en forma importante para la difusión de mejores prácticas
agrícolas, según cuatro de las investigaciones del proyecto, como se
mencionó anteriormente, además de ser un factor positivo para el
acceso al crédito. Se podría deducir que la construcción de caminos,
tanto las carreteras interregionales como los caminos rurales que
acercan a los agricultores a los mercados urbanos locales, debería
tener la categoría de un “eje” fundamental de la política agraria.

El acceso al crédito fue estudiado por dos de los trabajos de


investigación (Alvarado y Pintado, y Pintado y Ezequiel), pero la
utilidad práctica de sus resultados es limitada debido a limitaciones
de la información censal, tanto para comprender el acceso como al
uso que se da a ese instrumento. Según el censo, apenas 8% de los
agricultores dice haber recibido crédito, y sólo 9% dice haberlo
solicitado, por lo que el grupo que tiene crédito es poco
representativo de la gran mayoría de agricultores. De otro lado, el
censo aporta poco para entender cuando se busca entender las
razones para el no acceso, trátese de costo excesivo o de razones
27
más estructurales, como la educación o la titulación. La pregunta
censal si el agricultor “necesita” el crédito produce respuestas más
subjetivas que objetivas, y por lo tanto difíciles de interpretar.

En resumen, el aporte de las investigaciones para mejorar la política


agraria es positiva pero limitado. Hasta hace pocos años, el
conocimiento del sector agropecuario, en especial de la pequeña
agricultura, no ha merecido la importancia política que corresponde
a su relación directa con la pobreza y a su papel estratégico para la
seguridad alimentaria. El proyecto de investigación que se resume
en estas páginas se inicia luego de un atraso considerable para
conocer el sector en base a una estadística confiable y del trabajo
de investigación que se requiere.

El conocimiento que debería de existir para los fines de la gestión


pública del sector va exigir la multiplicación de esfuerzos como el
de este proyecto. Los estudios aquí reseñados han sido realizados
mayormente en base a análisis estadísticos de escritorio,
aprovechando la información del censo. Pero, a diferencia de
sectores como la minería o la energía, el conocimiento de un sector
agropecuario tan vasto y fragmentado y poco documentado como es
el peruano va exigir un componente grande de trabajo de campo.
Una parte de ese “trabajo de campo” se puede realizar a través de
conversaciones con técnicos y funcionarios que trabajan en las
ciudades, pero, por su diversidad, y por la rapidez de los cambios
que se vienen produciendo en la actividad agropecuaria, es
inevitable que el nivel de conocimiento que se necesita va requerir
un esfuerzo de viaje y de estudio mucho mayor al actual.

1 Carlos De la Torre Postigo, “Estadística Agraria en el Perú: una guía para el investigador,” Fomciencias,
1985.
2 Susan and Douglas Horton.
3 José María Caballero, “Economía Agraria de la Sierra Peruana,” IEP, 1981.
4 Efraín Gonzalez Olarte, “Economía de la Comunidad Campesina,” IEP, Lima, 1984.
5 Maletta, p. 138.
6 Héctor Maletta, “Requerimientos de Mano de Obra en la Agricultura Peruana, CIUP, Universidad del

Pacifico, Lima, 1985.


7 Bruno Seminario, El Desarrollo de la Economía Peruana en la Era Moderna, Universidad del pacífico,
2015. Los estimados del PBI agropecuario se encuentran en la Tabla VII-84, p. 1049. Los estimados de
la PEA agropecuaria son del INEI.

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