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FUNDAMENTACIÓN.
Tales postulaciones tienen su raíz en perspectivas de análisis diversas y dan lugar a formas
también diversas de manifestación en la práctica. Así, una reconocida tendencia en el marco
de las políticas de reforma de la educación superior de las últimas décadas, se tradujo en
ciertas situaciones en una mera ampliación e intensificación de la labor docente con el
argumento de la necesidad de recualificación profesional. La perspectiva que se propone
como punto de partida para la reflexión en este caso es, en cambio, la de conducir a una
potenciación y revalorización de la actividad de enseñanza como responsabilidad sustantiva
en el quehacer del profesorado universitario; de su poder para pensar; definir y configurar
colegiadamente el sentido asignado a sus saberes y prácticas; las condiciones de despliegue
de su trabajo. Concebirlo desde una intencionalidad: el mejoramiento de la calidad de los
procesos de producción, difusión, circulación, recepción de conocimientos, con un fuerte
anclaje en la problemática social de nuestro tiempo.
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Cumplir con este cometido en las prácticas docentes universitarias -dado el desarrollo actual
del conocimiento en sus múltiples esferas de manifestación y la reflexión en torno a los
procesos de su producción- exige cada vez más, profundización sobre la cuestión
disciplinar. Asimismo, recuperar aportes interdisciplinarios en la búsqueda de respuestas
desde múltiples sentidos a las problemáticas que surgen en el campo de la enseñanza.
Acceder a variados circuitos de producción y distribución del conocimiento socialmente
significativo, pensar en articulaciones múltiples y diversas, elaborar diseños referenciales
que propicien y vertebren el ejercicio de una transmisión responsable y comprometida.
OBJETIVOS
CONTENIDOS
Unidad 1
Prácticas de la enseñanza-prácticas docentes. Notas que las caracterizan. Acerca de la
problematicidad de la enseñanza. Claves de análisis.
Unidad 2
Unidad 3
Modalidad de Trabajo
Producción de textos breves en relación a cada una de las unidades que articulen aportes
teóricos con reflexiones personales.
BIBLIOGRAFÍA
ACHILLI, Libia Elena (1988) “La práctica docente: una interpretación desde los saberes del
maestro”. CRICSO. Facultad de Humanidades y Artes. Rosario.
------------------------- (1990) Antropología e investigación educacional. Aproximación a un
enfoque indiciario. CRICSO. Facultad de Humanidades y Artes. Rosario
(2000) Investigación y formación docente. Laborde Editores. Facultad de Humanidades y
Artes de la Universidad Nacional de Rosario.
-------------------------- (2004) “De políticas educativas y otredades próximas. Reflexiones
sobre algunas transformaciones socio-culturales del campo universitario.” En: Cuadernos de
Educación Año III Nº 3. Pp: 57-65.
ALFIERI, Fiorenzo y otros. (1995) Volver a pensar la educación, Vol. I y II, Morata,
Madrid.
ÁLVAREZ MÉNDEZ, J. M. (2001) Evaluar para conocer, examinar para excluir. Ed.
Morata. Madrid.
ANGULO, José F. y Blanco, Nieves. (1994) Coordinadores, Teoría y desarrollo del
currículo, Aljibe, Granada.
ARAUJO, Sonia (2006) Docencia y enseñanza una introducción a la didáctica. UNQUI.
Quilmes. Bs. As.
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experto y del consultor”. En: DUCOING, Patricia y LANDESMAN, Monique (comp. y
edit.) Las nuevas formas de investigación en educación. Ambassade de France au
Mexique. Universidad Autónoma de Hidalgo.
------------------------- (1993) "Grupos, organizaciones, instituciones". En: Dictionaire
critique de la comunication. París. LSFES. PUF.
ARDOINO, Jacques y BERGER Guy, (1989) De una evaluación en migajas a una
evaluación en actos. El caso de las universidades. París Andsha-Matriz.
ARISTI, Patricia y otros. (1989) La identidad de una actividad: ser maestro. DIE. CIEA del
IPN. México. DF.
AUGUSTOWSKY, Gabriela (2005), Las paredes del aula, Amorrortu. Buenos Aires.
BAQUERO, Ricardo; LIMÓN LUQUE, Margarita (2001) Introducción a la psicología del
aprendizaje escolar Universidad nacional de Quilmas. Bs. As.
BARBIER, JEAN Marie (1993) La evaluación en los procesos de formación. Paidós
Barcelona.
BECERRA, M. G. GARRIDO, M. R. y ROMO, M. R. (1989) “De la ilusión al desencanto en
el aula universitaria. Una panorámica áulica del currículo”. En: FURLAN, Alfredo y
PASILLAS, Miguel Ángel (comp.) Desarrollo de la investigación en el campo del currículo.
Escuela Nacional de estudios profesionales. Iztacala. UNAM México
BECKER SOÁREZ, Magda (1985) “Didáctica una disciplina en busca de su identidad” en
Revista ANDE, Año 5, N ° 9:39-42.
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El proceso para convertirse en profesor empieza […] formalmente con el “aprendizaje por
observación” […] habiendo pasado miles de horas sentados en las aulas en su condición de
alumnos, aprendiendo y observando presumiblemente en qué consiste la enseñanza. Como
estudiantes conocen lo que es la enseñanza desde uno de los lados del pupitre y a menudo
asumen que también lo conocen desde el otro lado. Su familiaridad con la enseñanza es una
bendición y al mismo tiempo una maldición para llegar a convertirse en profesor. Este hecho
marca una diferencia importante entre la formación del profesorado y otras formas de
educación profesional y, por otra parte, impone una tarea educativa excepcionalmente difícil,
1
Categorías que serán retomadas en un apartado de la primera unidad.
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cuestión a menudo olvidada por aquellos que pretenden alcanzar una profesionalidad de alto
nivel. Así, muchos principiantes entran en la carrera del profesorado con una confianza
previa en su habilidad para enseñar, pero sin una apreciación de la complejidad y la
incertidumbre que implica la relación entre la enseñanza y el aprendizaje [...] y estos
estudiantes son además reacios a esforzarse por reconsiderar sus perspectivas. (Bullough
2000:102)
ACTIVIDAD 1
Se trata de una invitación a elaborar un texto personal al que irán incorporando otros
escritos a medida que avancemos en el tratamiento de los contenidos del Módulo.
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CONTENIDOS
UNIDAD 1
Unidad 1
Prácticas de la enseñanza-prácticas docentes. Notas que las caracterizan. Acerca de la
problematicidad de la enseñanza. Claves de análisis.
Entender las prácticas de la enseñanza como prácticas sociales supone que se desarrollan en
un grupo con propósitos comunes y comparten formas de percibir y actuar,
representaciones, reglas, códigos, habitus, esquemas conceptuales que involucran creencias,
intenciones y relaciones interpersonales. Al decir de Langford (1983) incluyen creencias no
sólo acerca de otras personas, sino también acerca de sus intenciones y objetivos y, a su vez,
a la inversa, creencias acerca de las creencias de los otros sobre las propias intenciones y
objetivos de la primera. Estas creencias no sólo guían el comportamiento de sujetos sociales
la conducta, sino que modifican las intenciones que lo orientan. De este modo, las personas
participan en prácticas sociales en virtud de las relaciones que pueden mantener entre sí
sobre la base de la autoconciencia recíproca. Una práctica social, por tanto, depende para
su existencia e identidad del objetivo global que comparten sus miembros y que son
recíprocamente conscientes de compartir. Es precisamente la posesión de creencias,
intenciones y objetivos comunes lo que hace posible que se impliquen en tales prácticas. Es
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decir, los sujetos, en este caso docentes y alumnos, mantienen expectativas mutuas de
comportamiento recíproco. Necesitan ser reconocidos por el otro en el lugar social que
ocupan en dichas prácticas. Así, el alumno necesita que el docente lo reconozca como tal
para construir su posición, su lugar en el espacio social compartido. Asimismo, el profesor
necesita una confirmación por parte de los alumnos del lugar que le es otorgado
institucionalmente en su trayectoria profesional, a partir de la cual desarrolla sus propios
procesos identitarios de constitución como docentes.
En este tramo del recorrido, focalizaremos en ciertas notas distintivas de las prácticas de la
enseñanza como posibles claves de análisis, discriminadas sólo a los fines analíticos y sin
pretensión de completud. Las mismas se orientan a integrar miradas desde perspectivas y
dimensiones diferentes en procura de dar contenido a la recurrente expresión de
complejidad con que se las caracteriza.
2
Se hace referencia a los complejos procesos de selección que involucran decisiones políticas de
legitimación en torno al curriculum.
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Como primer avance reconocemos el aporte de Phillip Jackson (1992) cuando caracteriza
estas prácticas por su multidimensionalidad, simultaneidad e inmediatez. Es decir, las
mismas se presentan en múltiples dimensiones que interjuegan en un mismo acto, situación,
episodio, instante; lo hacen en simultáneo y demandan por parte de los docentes respuestas
en la inmediatez, en un aquí y ahora, respuestas respecto de las cuales no es posible, en
muchos casos, tomar la distancia necesaria para objetivar las alternativas posibles. Por ello,
al decir de Bourdieu respecto de otras prácticas sociales, al igual que ellas, estas prácticas
no sólo se juegan en el tiempo sino que necesariamente juegan estratégicamente con él.
otras perspectivas/enfoques sobre los contenidos, sobre las relaciones con el conocimiento
que se proponen. Esto acontece desde múltiples juegos de espejos que se entrecruzan en la
mayor parte de los casos -de manera implícita-, en la inmediatez de la clase.
aula de este modo, es presentada como un ámbito donde se construye, donde se entiende el
contenido de determinada manera. Por ello, no puede ser considerada como un lugar de
transmisión transparente sino de significación donde se otorgan sentidos, valores a los
contenidos. Significaciones a partir de las cuales profesores y estudiantes se incluyen en el
“orden del discurso” que contribuye así a constituir sus identidades en el marco de las
prácticas de la enseñanza.
El discurso académico profesoral, se requiere, según fuera señalado, una relación sostenida
entre un emisor autorizado y un receptor dispuesto a recibir lo que aquél dice, a creer que
merece la pena decirse. La comunicación en la situación pedagógica supone emisores,
receptores y lenguaje legítimos.
seguir diferentes cursos y adoptar las más diversas formas según las modalidades de
relación sujetos-objetos que se propongan.
Enfatizar el carácter público, y por ende, la dimensión política como nota esencial de la
enseñanza, la distancia de cualquier pretensión de asepsia y neutralidad.
Las múltiples determinantes que atraviesan esta práctica, expresión del entrecruzamiento de
sus rasgos constitutivos, (los mencionados, entre otros) la caracterizan como altamente
compleja. Impactan sensiblemente en la tarea cotidiana, operando como tensiones o
interferencias, provocando en muchos casos un corrimiento de aquello que es su tarea
central: el trabajo en torno al conocimiento. (Edelstein, G., 2003)
Desde un nivel de análisis macro social, las tensiones remitirían, recuperando aportes de
diferentes autores, al contexto del cambio y las paradojas que con relación al mismo se
expresan en el marco de la globalización. Así, cabe referir, al impacto de condiciones que
regulan las prácticas (Martínez Bonafé, J.,1988), desde las políticas y su expresión en
diferentes formas de regulación y prescripción; los discursos como expresión legitimadora
de la apropiación social de la práctica, discursos en gran medida contradictorios; las
agencias, como instancias organizativas de determinación en los diferentes niveles de
concreción curricular, en particular el papel de la administración y el control; la elaboración
y comercialización del material curricular y la producción de conocimiento pedagógico
especializado; la multiplicidad y diversidad de escenarios que constituyen el contexto
espacio-temporal de docentes y las representaciones y significaciones con que se dota ese
contexto. Las culturas y los significados específicos que se producen en relación con estas
prácticas y su expresión en creencias, mentalidades; el mercado y el control sobre la fuerza
de trabajo en el proceso productivo en la escuela; también las resistencias, es decir las
formas de respuesta desde el sector docente a la hegemonía.
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En un nivel de análisis meso, cabe aludir al tipo de organización en que esta práctica se
inscribe: surcada por una red burocrática (normativas, prescripciones); parte de una
organización jerárquica (en muchos casos todavía ejecutora de decisiones tomadas por
otros); enfrentada a la desjerarquización laboral y a una significación social conflictiva
(valorización-desvalorización). (Achilli, E. 1988)
A partir de un registro de otro alcance (micro) se puede advertir que, en muchos casos, fruto
de pautas internalizadas, se generan representaciones ilusorias que oscurecen el
reconocimiento de este quehacer. Entre otras, el olvidar el atravesamiento de cuestiones
externas al trabajo en el aula, amparados en la ilusión de autonomía; la idea de atención a
las características particulares de los alumnos o del grupo, cuando en muchos casos se está
sujeto a visiones prejuiciosas, marcadas por definiciones desde el perfil de alumno ideal; la
ilusión de trabajar desde un planteo de informalidad cuando en realidad se trata de una
práctica connotada por el peso de la evaluación, donde los docentes, muchas veces al
margen de su conciencia y ante la inmediatez de los acontecimientos, establecen vínculos
que reflejan el ejercicio del poder asociado al control (desde el dominio del espacio, el
manejo del tiempo, la utilización del lenguaje como instrumento de simulación, la
fragmentación y la neutralización del contenido) (Aristi, P. y otros 1988; Becerra, M. G.
1989).
ACTIVIDAD 2
Hasta el momento hemos analizado las notas que caracterizan las prácticas de la enseñanza,
su complejidad y problematicidad.
-Asimismo analice aquellos condicionantes en las distintas escalas: macro, meso, y micro
social que desde su visión operan como tensiones o interferencias al trabajo en torno al
conocimiento, en sus prácticas docentes universitarias.
Para realizar esta actividad amplíe la lectura del Módulo consultando la siguiente bibliografía:
- MARTINEZ, BONAFE, Jaume (1998) Capítulo 4: “El análisis de la estructura del puesto de
trabajo docente”. En: Trabajar en la escuela. Profesorado y reformas en el umbral del Siglo XXI.
Miño y Dávila Editores. Madrid.
características de los sujetos aprendices y los ámbitos y contextos particulares en los que
inscribe dicha actividad.
En este sentido, puede haber enseñanza y no producirse el aprendizaje, incluso el alumno-
estudiante puede apropiarse de aspectos parciales o diferentes de aquello que fue enseñado;
no existe una relación de causalidad entre la enseñanza y el aprendizaje que determine que
lo primero conduce necesariamente a lo segundo.
La idea de causalidad entre enseñanza y aprendizaje impregna en muchas ocasiones
asignaciones de sentido en la cotidianeidad y se tiende a pensar estos dos procesos como si
fueran “las dos caras de una misma moneda”, fases inseparables de un fenómeno único. Es
esta idea la que subyace a la expresión de extendido uso “enseñanza-aprendizaje”.
Veamos a continuación de qué modo esta expresión se constituye como lema en el discurso
pedagógico y sus implicancias en la comprensión de los complejos procesos que intenta
relacionar. (Gabbarini, P., 2004, Mimeo)
La Didáctica en su proceso de configuración como disciplina científica, va tomando
“aportes” de otras disciplinas del campo de las ciencias sociales y humanas, delimitando su
propio objeto de conocimiento. Para ello, fue necesario producir una ruptura conceptual
relativo al isomorfismo entre procesos de enseñanza y procesos de aprendizaje,
reconstruyendo el lema pedagógico: proceso de enseñanza-aprendizaje, que en su momento
pudo ser significativo, en el sentido de establecer una ruptura a la tendencia del docente de
centrarse en sus propios objetivos y tareas para incorporar a los alumnos, sus procesos
cognitivos, actividades e intereses.
En general los lemas pedagógicos son, en su origen, definiciones programáticas con sentido
crítico, y con el uso se convierten en expresiones corrientes, vaciadas de aquel significado
primigenio y crítico. Allí radica el problema que suelen suscitar los lemas, cuando su
utilización rebasa el contexto en el cual fueron enunciados; un mismo lema puede ser
utilizado por movimientos educativos antagónicos con significados distintos, incluso
contradictorios.
Veamos cómo el lema procesos de enseñanza-aprendizaje pierde su significación
primigenia, (destacar los procesos de los alumnos como propósito clave) cuando se le
atribuyen nuevos significados fruto de la hegemonía del programa conductista en
educación: se significa la relación como causal entre enseñanza (estímulo) y aprendizaje
(respuesta observable). Nada más alejado de aquel sentido originario, el docente se reduce
al papel de un ingeniero conductual que debe “aplicar” cadenas de estímulos programados
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por expertos, para lograr en los alumnos las respuestas definidas previamente, en términos
de conducta observable.
Desde este sentido, el lema se constituyó en un obstáculo para la comprensión genuina de la
enseñanza y la delimitación de la Didáctica como disciplina que se ocupa de su estudio.
Gary Fenstermacher (1989) se opone también a referir que sólo habría enseñanza en la
medida en que se obtuviera una reacción de aprendizaje, y advierte que la confusión acerca
de esta relación causal se origina en la dependencia ontológica del concepto “enseñanza”
respecto del concepto “aprendizaje”. Es decir, la idea de enseñanza depende, para existir,
de la idea de aprendizaje como posibilidad.
Sin embargo, como generalmente el aprendizaje se da después de la enseñanza, es fácil
suponer erróneamente una relación causa-efecto entre ambos. El autor señala que el término
aprendizaje vale tanto para expresar la tarea como el resultado de la misma y es habitual en
el uso del lenguaje confundir ambos sentidos al decir que la enseñanza provoca resultados
de aprendizaje, cuando es más pertinente decir que la enseñanza diseña actividades y tareas
de aprendizaje a realizar por el alumno.
Fenstermacher reconstruye así el binomio enseñanza-aprendizaje, al postular la existencia
de una relación de dependencia ontológica entre ambos procesos. La tarea central de la
enseñanza es posibilitar que el alumno realice las tareas de aprendizaje; el aprendizaje es el
resultado de asumir y desempeñar las tareas de alumno mediadas por el contexto
institucional, y no un efecto que se sigue linealmente de la enseñanza como causa.
Los procesos de reformas educativas de las últimas décadas del siglo pasado, produjeron un
viraje en las propuestas de enseñanza, fundamentalmente en el marco de procesos de
cambio curricular propiciados tanto en las universidades como en otros niveles del sistema
educativo. Procesos que abrieron una importante discusión sobre los contenidos básicos a
incluir en diferentes propuestas formativas. No obstante, esto no se tradujo en lo que podría
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inferirse cono una consecuencia natural de este enfoque sobre la cuestión: problematizar la
relación de los docentes con el conocimiento.
Al respecto María Saleme (1997) observa:
[…] mucho se trabajó, es verdad, en el análisis de los contenidos curriculares, en el currículo
mismo en tanto propuesta ideológica, política o social, en los métodos, en la función real de
la institución, en las potencialidades del sujeto de aprendizaje, en la tensión entre lo público
y lo privado. No puede decirse que el docente fuera marginado de la preocupación
investigativa; lo certifican profundos análisis sobre las notas constitutivas del rol, las
representaciones sobre la escuela, la tarea cotidiana, la representación de sí mismos. Lo que
se analizó un poco menos fue su relación con el conocimiento […]
Posiblemente muestren que nos encontramos en los límites de una enseñanza. ¿Cómo
incidir en esquemas, en habitus, si el sujeto no los conoce del todo e ignora su potencialidad
transformativa?
En lo relativo a esta cuestión, resulta clave la responsabilidad de cada cual sobre esta
modificación, pero en ello tiene un papel central la formación para la toma de conciencia y
el análisis de las prácticas. En esta toma de conciencia, es necesaria una dosis importante de
lo que diferentes autores designan como lucidez instalando la pregunta acerca de si la
misma es factible de ser enseñada. Quizás se trate, en nuestra perspectiva, simplemente en
estar atentos, alertas. Quizás ello se vincule a una sensibilidad teórica y metodológica, una
posición de reflexividad frente a las prácticas. Probablemente se juega en ello una mayor
comprensión de si, que sólo puede hacerse sin violentar.3 Auténtico conocimiento de sí
mismo, toma de conciencia menos fugitiva; puesta en tensión de esquemas, habitus,
conocimientos y saberes disponibles en tiempo real y en situación. Trabajo de larga
duración, incierto y frágil; inmenso trabajo personal, que requiere capacidad de soportar las
propias contradicciones.
En este punto, cabría una marcación importante en términos de interpelación a ciertas
posiciones sobre el tema. Los saberes docentes son, como otros, cuestionables, revisables;
no son sagrados. Su valor residirá justamente en la posibilidad de criticarlos y mejorarlos;
en las razones públicas que el sujeto sea capaz de dar en procura de validar con y a través de
la argumentación un pensamiento, una propuesta.
El desarrollo actual del conocimiento y la reflexión en torno a los procesos de su
producción, exigen cada vez más profundización sobre la cuestión de los contenidos
disciplinarios, multidisciplinarios e interdisciplinarios.; hacerse cargo de la diversidad de
enfoques y la inclusión de los modos de construcción de conocimientos propios del campo,
como contenidos a enseñar. Un planteo de este tipo rebasa la concepción que sólo atiende a
la estructura conceptual por transmitir, para atender a procesos cognitivos y metacognitivos
posibilitadores, no sólo de una efectiva apropiación de las ideas consolidadas, sino el propio
cuestionamiento de las mismas. Si un profesor no incorpora estas estrategias en sus
procesos de aprendizaje pareciera difícil que pueda resolverlo en el momento de pensar su
enseñanza para otros sujetos.
Formarse para la enseñanza, no puede limitarse al dominio de principios o de técnicas que
se aplican, tampoco a un ejercicio aleatorio que se inventa en cada momento o a estrategias
3
La problemática de la reflexividad se desarrolla in extenso en la Unidad 3 del Módulo.
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para lograr ciertos resultados; exige ser configurada sobre el saber que procede de la
experiencia sometida a discusión y crítica. Ello requiere la interlocución con investigadores
y especialistas en relaciones de cooperación genuinas en los procesos de recontextualizar y
producir saberes acerca de la enseñanza.
ACTIVIDAD 3
- EDELSTEIN, Gloria (2004) “Problematizar el qué y el cómo en la relación de los docentes con
el conocimiento. Un desafío prioritario en la formación de docentes. En: La formación docente
evaluaciones y nuevas prácticas en el debate educativo contemporáneo. Publicación de
conferencias y paneles del 2do Congreso Internacional de Educación. UNL. (Extracto)
Enuncie en un breve escrito aquello que identifica como saberes teóricos o saberes de
referencia, saberes prácticos, saberes de experiencia que consideraría pertinentes al
momento de diseñar su propuesta de enseñanza.
Siguiendo una línea de interrogación que focaliza en la relación de los docentes con el
conocimiento, y en referencia a los saberes inherentes a su formación profesional específica,
interesa recuperar aportes de Perrenoud sobre una cuestión central que pone en tensión
definiciones y decisiones básicas en las propuestas de formación de docentes y que remite a una
discusión siempre reactualizada: la relación entre saberes de referencia y saberes prácticos.
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La consideración de esos dos órdenes plantea una ampliación del campo de saberes a transponer
y los procesos de validación - legitimación, planteados en este marco. La problemática de la
transposición didáctica, desde la perspectiva de Perrenoud, se complica en la formación
profesional cuando además de la transposición de saberes eruditos es necesario resolver estos
arreglos con relación a normas y prácticas sociales. En la formación profesional la transposición
tiene básicamente que tener en cuenta la necesaria integración de conocimientos científicos y
técnicos en situación de acción. Se transpone así, a partir de saberes profesionales constituidos
que no son saberes en el sentido clásico del término aún cuando estén codificados; se transpone
además a partir de “saberes prácticos” todavía menos codificados que los profesionales y
finalmente se transpone también a partir de prácticas que ponen en juego no sólo saberes sino
también una cultura, un habitus, unas actitudes, un saber-ser.
“… Esta ampliación se torna problemática. Las referencias son complicadas de discernir, por la
opacidad de los actos de los enseñantes, porque la diversidad es la regla, porque no hay
emblemas o quienes portan la palabra autorizada… Hay un extenso abanico de prácticas
diferentes; las concepciones se confrontan entre sí y aún cuando la legitimidad y la influencia
sean disímiles, nunca resultan lo bastante fuertes como para anular las otras voces. Ni de hecho
ni de derecho nadie tiene el monopolio de la palabra en este dominio.”
Sobre los saberes eruditos la transposición no pretende anticipar nada, dado que por definición,
los saberes eruditos que son legitimados corresponden al estado más avanzado de la ciencia. Sin
embargo, al construir un plan de formación y conducir la transposición didáctica en el campo de
una formación profesional, se realizan elecciones susceptibles de preparar no sólo para el futuro
más probable sino también para el más deseable. Y estas elecciones no son solamente
conceptuales sino también ideológicas y estratégicas. Se trata, al decir de diferentes autores con
los que coincido, de asumir no sólo la dimensión epistemológica sino fundamentalmente la
dimensión moral implicada en toda propuesta formativa marcada básicamente por la
intencionalidad en juego en estas prácticas. Fijar los propósitos de formación en un oficio y
resolver la transposición didáctica en consonancia con los mismos conduce a enfrentar un campo
de fuerzas y contradicciones.
En este marco, surge para Perrenoud otra tensión-complicación, que deriva de la especificidad de
la enseñanza y los interrogantes respecto de la profesionalización de esta práctica. Cuestión que
el autor entiende también como fuentes inexpugnable de malentendidos.
“…La expresión profesionalización evoca toda suerte de imágenes. En su sentido más fuerte se
define como su transformación progresiva en profesión. Las figuras emblemáticas de profesional
tienen en común el hecho de estar cotidianamente enfrentados a problemas de tal complejidad
que resulta imposible prescribir y anticipar una línea de conducta así como decidir en su lugar la
mejor estrategia. Por eso en un profesional se debe afianzar una formación teórica de alto nivel
centrada en saberes de referencia así como también un cierto número de esquemas de percepción,
de análisis, de decisión, gracias a los cuales estos movilizan sus saberes concientemente. Ocurre
que, en contraste con planos de libertad y responsabilidad propios de otros profesionales, en los
enseñantes, su oficio está a medio camino entre un oficio de ejecutante y una profesión en el
sentido estricto del término. No son juzgados por la eficacia de su acción pedagógica sino por su
conformidad a los estándares definidos por el sistema educativo…”
Avanzar en profesionalidad significaría ir hacia un oficio más responsable y autónomo Ello
implica una práctica reflexiva; exige de los profesores la capacidad de evaluar sus actos y de
completar su saber y su saber-hacer en función de la experiencia y de los problemas que se
encuentren. Un práctico reflexivo revisa constantemente su desempeño, sus objetivos, sus
evidencias, sus saberes.
Interesa rescatar, cuando en esta línea de sentido, Perrenoud plantea la necesidad de apelar a los
saberes prácticos, saberes de la experiencia. “…Esto significa tomar en cuenta la formación de
los esquemas de pensamiento y decisión de los que depende la puesta en práctica de los saberes
en una situación compleja. El conocimiento de principios o de reglas no incluye en absoluto la
cuestión de la manera y el momento oportuno para aplicar esos principios y reglas, con qué
matices, qué excepciones, cuáles procedimientos…” Para ello no hay libros expresa Perrenoud.
En última instancia se movilizan recursos de otro tipo. Se puede apelar a procesos
metacognitivos. En este contexto de análisis, Perrenoud refiere al papel de los esquemas (Piaget)
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del habitus (Bourdieu), funcionamientos interiorizados, ignorados hasta que se ponen en práctica.
“…Uno de los problemas de la práctica reflexiva es tomar conciencia de esos esquemas y
promover la evaluación de aquellos que son inadecuados Se trata de movilizar saberes en
situación. Y justamente son los esquemas los que posibilitan identificar y aplicar los saberes
pertinentes a una situación singular…”
En la perspectiva de Bourdieu, el “sentido práctico” es el que permitiría a los sujetos actuar en
función de eso de lo que se trata sin que esos actos sean presididos por conceptos; responder al
instante a las situaciones de incertidumbre y a las ambigüedades de las prácticas. Desde este
lugar es, a la vez, posibilidad de apertura a universos novedosos hasta el momento en que se
actúa. El dominio de esa lógica práctica es constitutivo de la trayectoria de un sujeto. Ella, en
tanto producto histórico, refiere a la posición que ese sujeto ha ocupado y ocupa en el espacio
social general, en un campo particular, cuya estructura, incorporada en su subjetividad ha sido
matriz generadora de ese sentido práctico que le permite moverse -regulada e inventivamente a la
vez- en el juego que se juega en el campo del que es agente.
¿Qué derivaciones surgen de este planteo respecto de las propuestas de formación?
Los habitus, construidos en las trayectorias constituyen un sistema de disposiciones durables
pero no inmutables, que se reformulan en su encuentro con condiciones contextuales diferentes a
las que le dieron origen. Desde este supuesto de no inmutabilidad, Bourdieu plantea que es
posible encarar un “proceso de autosocioanálisis” de modo tal que el agente social pueda
explicitar sus posibilidades y limitaciones, sus libertades y necesidades contenidas en su sistema
de disposiciones y con ello tomar distancia respecto de esas disposiciones. Ello merecería una
toma de distancia, una salida del juego, hacer desaparecer las urgencias, hacer discontinuo el
tiempo continuo, ver en un instante hechos que sólo se producen en una sucesión, hacer aparecer
relaciones que en la acción son imperceptibles. Tal trabajo sería posible con la mediación de
otros sujetos que, en posición de observadores, tendrían la difícil tarea de estar fuera del juego,
de ser espectadores con el riesgo que ello implica, y comprender lo que allí se juega, intentando
recuperar el sentido que tiene la acción para los sujetos que son sus protagonistas.
De lo expuesto se desprende que no es posible en formación profesional satisfacerse con
dispensar los llamados saberes de referencia aún cuando estos incluyan los llamados
“procedimentales” y dejar de lado los “saberes prácticos”. En la experticia de los profesionales
hay ciertamente un cierto número de saberes que no tienen status científico pero que tienen algo
de perspicacia y de eficacia sobre la realidad. Los saberes eruditos clásicos están en los libros y
hay grupos de presión para defenderlos; los de carácter práctico no tienen la misma legitimidad,
no se conocen, no se difunden, no se publicitan. Esto implica identificar las modalidades, los
dispositivos, las situaciones, las prácticas de formación del habitus.
Formar un habitus de práctico supone que se lo trabaje explícitamente, se lo tematice, que se diga
claramente de qué se está hablando, que se acepte que no es un tema que le corresponde
únicamente a ciertos formadores, los vinculados al trabajo en terreno. Todos los formadores
deberían preocuparse de esta articulación. Y en este sentido, lo que falta no son saberes
procedimentales complementarios, sino una práctica sistemática de reflexión sobre lo que va
pasando con una alternancia y fuerte articulación y no yuxtaposición de tiempos de clase y
tiempo de trabajo en grupos de formación,…para forjar esquemas generales de reflexión y
decisión antes que proveer a los futuros profesionales de todas las respuestas posibles.
Transmitir la cultura es una de las tareas centrales de la educación. Ahora bien, ¿De qué
hablamos cuando hablamos de transmisión? No se trata de una reproducción idéntica e
incesante de lo mismo sino de un acto donde, al decir de Hassoun (1996) “se pasa” la
cultura, se deja un legado, y aparece a la vez algo nuevo. Una “transmisión lograda” al
contrario de lo que pueda interpretarse, en esta perspectiva, es una transmisión interrumpida
en algún punto, deja aparecer la diferencia permite que cada nueva generación recree en
forma original y única el legado recibido. Implica una visión diferente de la autoridad,
significada no como ascendencia moral incuestionable sino como una relación que establece
un vínculo entre sujetos cuya legitimidad es siempre histórica y contingente, relativa a
relaciones de fuerza y a una estructura cultural y social particular. La educación implica un
ejercicio de poder, un acto de autoridad que conlleva, según Birgin (2004) una
responsabilidad: la de transmitir/enseñar algo a otros, introducirlos en otros lenguajes y
códigos, darles herramientas para moverse en el mundo. La idea de responsabilidad
reemplaza, según la autora, a la de mandato que remite a lo inapelable.
[…] movilizar todo lo necesario para que el sujeto entre en el mundo y se sostenga en él,
se apropie de los interrogantes que han constituido la cultura humana, incorpore los
saberes elaborados por los hombres en respuesta a esos interrogantes… y los subvierta
con respuestas propias, con la esperanza de que la historia tartajee un poco menos y
rechace con algo más de decisión todo lo que perjudica al hombre. Esa es la finalidad de
la empresa educativa: que aquel que llega al mundo sea acompañado al mundo y entre en
conocimiento del mundo, que sea introducido en ese conocimiento por quienes le han
precedido…que sea introducido y no moldeado, ayudado y no fabricado. (Philipe Meirieu
1998: 70)
No es que tenga que borrarse para que “eso pase”; eso pasa a través de él. En este acto se
revela la existencia de un tipo particular de relación con el objeto que no consiste en
atesorarlo sino en transformarlo. Es la modalidad de relación con el objeto, lo que se
transmite. En palabras de la autora: no es ni la matemática ni la historia lo que se transmite
como un “paquete” de saber. Es la pasión o el fastidio, y es, al mismo tiempo que el objeto,
una manera de arreglárselas, de tomarle (s) el gusto con método.
Si consideramos, según fuera señalado, la particular relación del docente con el
conocimiento, si lo situamos como aquél que ha de transmitir un saber de manera tal que
otros compartan su personal construcción-reconstrucción, esta transmisión tenderá a
producir en el otro una puesta en cuestión de las certezas previas cargadas de preconceptos.
Tales preconceptos han de ser plegados, relegados para pasar a tomar otra forma de saber.
El alumno ha de dejarse llevar, afectado por el maestro, a una transformación que lo ubicará
en otra posición. Cambiar de posición frente a los saberes que la cultura pone en circulación
dejar acontecer una escucha que ponga en cuestión las certezas. ¿Qué movimientos
subjetivos han de producirse para que tal encuentro con el conocimiento se logre? (Dalmas,
M.; Ortúzar, S. 2006).
Freud en su artículo “Sobre la psicología del colegial”, escrito en 1914, dice:
La emoción experimentada al encontrarme con mi antiguo profesor del colegio me conmina
a una primera confesión: no sé qué nos embargó más y qué fue más importante para
nosotros; si la labor con las ciencias que nos exponían o la preocupación con las
personalidades de nuestros profesores. En todo caso, con éstos nos unía una corriente
subterránea jamás interrumpida, y en muchos de nosotros el camino a la ciencia sólo pudo
pasar por las personas de los profesores: muchos quedaron detenidos en este camino y a unos
pocos -¿por qué no confesarlo?- se les cerró así para siempre […] Los cortejábamos o nos
apartábamos de ellos; imaginábamos su probablemente inexistente simpatía o antipatía;
estudiábamos sus caracteres y formábamos o deformábamos los nuestros, tomándolos como
modelos. Despertaban nuestras más potentes rebeliones y nos obligaban a un sometimiento
completo; atisbábamos sus más pequeñas debilidades y estábamos orgullosos de sus virtudes,
de su sapiencia y su justicia. En el fondo los amábamos entrañablemente cuando nos daban
el menor motivo para hacerlo, mas no sé si todos nuestros maestros lo advirtieran. Pero no es
posible negar, que teníamos una particularísima animosidad contra ellos, que bien puede
haber sido incómoda para los afectados. Desde el principio tendíamos por igual al amor y al
odio, a la crítica y a la veneración […] (2005: 9-10)
Como toda institución social la universidad está atravesada por juegos de fuerza e intereses
de diverso orden. Por lo mismo su abordaje requiere considerar diferentes dimensiones de
análisis: el contexto socio-histórico y las problemáticas de la contemporaneidad; la
• • 32
4
Como argumenta Pablo Gentili (1998) la poderosa hegemonía que fue ganando el discurso neoliberal acabó
de cristalizarse durante los años ´80 del siglo XX, a partir de la aplicación de un conjunto de reformas
orientadas a garantizar un riguroso programa de ajuste económico como producto de la llamada “Crisis de la
Deuda”. La ortodoxia neoliberal promovida por los organismos financieros internacionales como el Banco
Mundial y FMI, fue asumida por las élites políticas y económicas locales como la única receta válida para
superar el déficit público y estabilizar las convulsionadas economías de la región. Este núcleo de doctrinas, así
como la retórica que pretende darles sustento y legitimación discursiva se ha fundado en un aparente acuerdo
global que ha ido penetrando capilarmente en el sentido común de las administraciones gubernamentales
latinoamericanas. En el ámbito educativo se identifica una crisis de eficiencia, eficacia y productividad en los
Sistemas Educativos de la Región antes que una crisis de universalización y extensión de los servicios. Se
postula que la crisis es la expresión de la incapacidad del Estado para administrar las políticas sociales y para
superar la misma, proponiéndose una profunda reforma administrativa que reconozca que sólo el mercado
puede desempeñar un papel eficaz en la asignación de recursos, desde la lógica costo-beneficio y la
implementación de competitivos mecanismos meritocráticos que orienten la selección y jerarquización de las
instituciones escolares y de sus individuos.
• • 33
5
Desde otros autores, Angulo Rasco, J.F. Hargreaves, A., entre otros, la hipótesis de la “intensificación” como base
de la recualificación para el trabajo docente.
• • 35
postgraduación, operan con fuerza en los espacios de pugna que se producen en el campo
académico respecto de la distribución de bienes materiales y simbólicos.
En esta clave de lectura, diversos autores, reconocen que el "nivel institucional" es un nivel
que se ha descuidado demasiado hacia finales del Siglo XX. Se ha focalizado la atención en
las políticas públicas pero se ha olvidado que las instituciones están sujetas a sus propias
tradiciones, a sus lógicas, a sus configuraciones que son las que determinan la
participación y respuesta a las políticas gubernamentales. La "agenda de los "90", si bien
posibilitó registrar los procesos de reforma impulsados desde el estado en el marco de
políticas neoliberales, resultó insuficiente en la medida en que implícitamente ha
considerado a la universidad como simple destinatario de esas políticas. Como afirma Pedro
Krotch, (2001) las instituciones también cambian, de manera microscópica, lenta y pausada.
Por ello, pareciera ser que en aquellas organizaciones donde hubo un cambio previsto desde
el interior de la misma, las definiciones gubernamentales en todo caso se instalan
resignificadas por los propios actores institucionales.
Las instituciones, expresiones de un mundo que funciona bajo la égida de normas
interiorizadas y donde reinan al menos algunos acuerdos básicos para encarar y conducir
una obra colectiva, presentan en su interior, siguiendo a Eugene Enriquéz (1998) una
tensión entre su condición de sistema cultural y su condición de sistema socioestructural. En
tanto sistemas culturales construyen valores, normas e ideologías; desarrollan ceremonias,
costumbres, leyendas, léxicos, metáforas y procesos de formación y socialización de los
diferentes actores para que cada uno pueda definirse en relación con un ideal propuesto.
Funcionan, en tanto sistemas simbólicos, al decir de Remedi (2004) instaurando mitos
unificadores, ritos de iniciación tránsito y logro, héroes tutelares-fundadores reales o
imaginarios; inventan una historia que forma parte del lugar de la memoria colectiva y
sellan el ingreso del hombre a un universo de valores y sistemas de referencia que opera
como ley organizadora de la vida física, mental y social de cada uno de sus miembros.
Como sistema socio estructural las instituciones generan políticas, estrategias, aparatos
administrativos desde los cuales también sostienen el trabajo que en ellas se realiza. Se
configuran como una estructuración de carácter complejo, compuesta por interacciones
entre niveles formales relativos a los procesos y estilos de conducción, de autoridad, poder y
mecanismos de control; los de selección, evaluación, sanciones, premios y recompensaS;
propósitos, objetivos y metas. Armazón estructural que se cristaliza en determinada cultura,
al atribuir roles, estereotipar conductas, ritualizar formas de plantear y asumir los
problemas.
• • 36
6 En América Latina, según Pedro Krotch (2001), la tradición profesionalista ha sido fuerte y sólo a partir de
los años 60 comienza a desarrollarse una política sistemática orientada al desarrollo de la ciencia en la
Universidad.
7
Extractos de: Salit, Celia, (2006) Tesis Doctoral. Capítulo: 3. Inédita.
• • 37
una cuestión central como es la relativa al objeto, campo de conocimiento en relación con el
cual se trabaja. Esto es así, por cuanto no sólo cada campo y cada objeto plantean demandas
diferentes sino que campos y objetos tienen también en función de su valoración y
legitimación posiciones diferenciadas en el espacio social. Ello se expresa en procesos de
constitución y niveles de desarrollo de significativas diferencias lo que marca tanto los
procesos de producción conceptual y de validación científica como planos de incertidumbre,
cuestionamientos, debates planteados al interior del mismo. Esto asigna sentidos específicos
a las prácticas docentes en la universidad lo que hace difícil sostener ciertas postulaciones
de corte genérico en torno a las mismas. Según Facundo Ortega (2003) los conocimientos
aparecen así anclados en una institución en un momento histórico dado y sus posiciones no
son el resultado de un juego al azar sino de los conflictos que se instauran en la institución
donde “lo que está en juego” no son sólo los conocimientos si no, también el significado
social que estos tienen tanto en la dinámica intra como extra institucional.
ACTIVIDAD 4
Le proponemos que revise e integre en un texto breve los diferentes guiones que produjo
para resolver las actividades propuestas esta primera unidad del Módulo.
• • 39
UNIDAD 2
8
Jackson distingue además otras dos instancias que denomina inter-activa y post-activa.
• • 40
en particular al interior del aula. La enseñanza, por lo tanto se presenta como uno de los
ámbitos en el cual la planificación es posible, y más aún necesaria. Planificación “didáctica”
que plantea sentidos y características comunes y diferentes a las que demanda la
organización de acciones y la asunción de definiciones en otros ámbitos de actividad.
Modos de hacer probablemente familiares para todo docente que “día a día convive y hasta
sobrevive” a la tarea de planificar. Se trata aquí de una invitación a repensar, a mirar con
“otros ojos”, tanto la manera de concebirla como de involucrarse en ella.9
ACTIVIDAD 5
Realizar un nuevo ejercicio de escritura personal en el que, previo a la lectura de la unidad,
se convoque a narrar/narrar-se y compartir con colegas, situaciones vinculadas a la tarea de
la planificación o de preparación de clases con las que “convive y a veces sobrevive” en su
cotidianeidad como docente universitario.
9
En esta introducción, cabe señalar que el abordaje de los contenidos que integran la Unidad, se referencian
en términos teóricos en el texto correspondiente al Módulo 1 de este trayecto formativo. Ello deviene del
reconocimiento de la relación entre planos de objetivación y escalas, que inscribe la programación docente en
una propuesta curricular más amplia.
10
El concepto es recuperado de Clanet desde sus estudios acerca de enfoques en procesos de investigación
cuando refiere a ciertos "desplazamientos necesarios" que él considera debiera hacer un investigador para
contrarrestar tendencias asimilacionistas y reduccionistas. CLANET, C., 1993 )
• • 41
lleva a pensar en un texto para presentar a otros, idea que se asocia al control, la
supervisión. Produce como consecuencia pérdida de sentido.
Para entender estos desplazamientos es preciso aludir a los presupuestos de la racionalidad
tecnocrática, que ingresan al campo de la enseñanza de la mano de la corriente conocida
como "tecnología de la educación". Si bien sus postulados han sido ampliamente discutidos,
y en muchos sentidos teóricamente superados, la ausencia de respuestas de orden
propositivo potenció la impronta de los mismos no sólo en la concepción y modos concretos
de implementar la tarea de planificar sino en las prácticas docentes en su conjunto.
La incidencia en las ciencias sociales de las ideas "cientificistas" de los '50 y el prestigio
que van adquiriendo, produce el desplazamiento hacia otra manera de entender la
programación:
[...] con ello el campo educativo entra en una nueva época que marca la actual. La práctica
es encorsetada y explicable, sometida a la descontextualización y por tanto fácil de ejecutar
mecánicamente, ya que todo es cuestión de dominar ciertas técnicas para conseguir
determinados fines. (Angulo, Rasco, F., 1994:8)
Desde esta visión, una programación es considerada científica, sólo cuando cada paso que
se prevé dar está fundamentado en una razón científicamente válida. En consecuencia,
formular "elementos" y "variables" del "sistema" va a posibilitar "determinar racionalmente
una secuencia y su aplicación estricta".
particularidades que asumen las prácticas educativas complejizan aun más estas relaciones
dado que en ellas se ponen en juego discursos que provienen de diversas producciones
teóricas: psicológicas; pedagógico-didácticas; de la economía; sociológicas y jurídicas; de la
filosofía del pensamiento; de la ética; de la religión; de las ciencias médicas y de la
tradición histórico-cultural; de las prescripciones de la política oficial; de las visiones,
representaciones y puntos de vista de los sujetos.
La ausencia/vacancia de marcos teóricos consistentes que permitan comprender procesos
como los implicados en la programación, unida al lugar (que desde ciertas perspectivas se
les asigna a los docentes) de meros ejecutores de técnicas elaboradas por otros llevó a
otorgar a la teoría carácter aplicacionista ignorando que el saber y el hacer son
irreductibles... que existe algo del pasaje al acto y que no puede ser previsto. (Beillerot, J.
1996)
Interesa en este punto, respecto de esta primera tensión, formular los siguientes
interrogantes: ¿Es posible plantearse acerca de la planificación la pregunta en torno a su
lógica? ¿Es posible hablar de "la lógica de la planificación"? En todo caso, ¿cómo enunciar
la pregunta sin que vuelva a asociarse a la racionalidad tecnocrática? ¿Qué connotaciones
de dicha racionalidad se filtran al intentar preocuparse por reconocer cierta lógica? ¿Qué
significaría intentar reconocer una lógica a esta tarea? ¿Se asemeja a la lógica de la teoría o
más bien a la lógica de la práctica? O tal vez, ¿Parte de las dificultades se presentan dado
que demanda de cierta articulación con ambas? ¿No requiere acaso de cierta precisión, no
implica racionalización? Pero al mismo tiempo, ¿no debiera evitarse su asociación a la idea
de axioma, de determinismo?
¿Cómo romper con una cultura profesional fuertemente anclada? Invitar a los docentes a
asumir la necesidad de lidiar con la contradicción entre la lógica de la teoría y la lógica de la
práctica, a tratar las teorías, como una herramienta pensante, un modus operandi que guía y
estructura prácticamente las prácticas cotidianas y a concebir la planificación como una
evidencia escrita de una teoría, un pensamiento organizado y sistemático sobre lo que
podemos, queremos y vale la pena hacer en el aula.
Respecto de la segunda tensión, plan-acción/diseño-desarrollo, se presentan posiciones
excluyentes: suele primar la idea de que la acción queda encorsetada a la racionalidad que
propone el diseño o por el contrario que la misma se desarrolla independientemente de toda
racionalidad.
Desde la teoría curricular, autores como Furlán, Terigi y otros, señalan que diseño y
desarrollo son dos dimensiones que se atraviesan mutuamente y no constituyen instancias
disociadas, ni excluyentes. Ambos aspectos, interactúan de manera tal que, si bien la
prescripción, -lejos de estar inerme o a merced de las fuerzas operantes- tiene eficacia en la
determinación de lo que ocurre (entre otras razones porque contribuye en parte a
configurarlo). El diseño está siempre abierto a las correcciones que deriven de su desarrollo,
una de las fuentes, tal vez la principal en su proceso de elaboración, revisión y continuo
enriquecimiento.
Idea clave a considerar en el marco de un texto que se propone abordar como tema la
planificación, en tanto puesta en práctica del mismo, siendo los docentes quienes se
constituyen en sujetos activos al recrearlo a los fines de su implementación. La tarea de re-
diseño que necesariamente deben realizar los profesores en tanto mediadores, constituye un
eslabón intermedio entre la teoría pedagógica y la acción o entre el curriculum y la acción.
(Salit, Celia, 2003)
Siguiendo la línea de pensamiento de Flavia Terigi (1999), respecto de niveles y
objetivaciones de lo curricular, (diseños curriculares, planes institucionales y planificación
docente) según señalábamos al inicio de esta unidad, nos preguntamos si es posible
identificar planos de objetivación al nivel del currículo universitario. Consideramos, al
respecto, que en este nivel se expresa un interjuego de “objetivaciones cruzadas”. Dado que
la cuestión curricular fue objeto de tratamiento en el Módulo 1 interesa en este caso resaltar
lo relativo a lo que la autora designa como tercera objetivación en el proceso de elaboración
curricular. La planificación docente (3ª objetivación), en este nivel del sistema presenta dos
particularidades: el amparo de la libertad de cátedra y el "aval" que deviene de la
presentación, defensa y aprobación de la propuesta en la instancia de concurso para el
acceso y/o permanencia en los cargos.
En este marco, una especificidad de la práctica docente universitaria remite a la
relación/tensión: libertad de cátedra/encuadre curricular. Libertad académica o libertad
de cátedra" son derechos complementarios históricamente constitutivos de las prácticas de
la enseñanza en la universidad.
Merece, un tratamiento especial las razones y sinrazones por las cuales suele ser invocado
• • 45
por los docentes este derecho, así como las significaciones que suelen asignársele a estas
expresiones. Por una parte, se asocia a la producción y transmisión de un conocimiento
legitimado, el conocimiento científico, y en relación con el mismo al hecho que la
investigación y creación de nuevos conocimientos exige la libertad para elaborar hipótesis,
cuestionar lo dado, romper con ciertos cánones preestablecidos, en suma, poner bajo
sospecha el conocimiento validado, legitimado en determinada comunidad académica.
Desde otra lectura, sin embargo, podría ser significada como la posibilidad que el docente
tiene de ocupar un lugar de privilegio que se materializa en el espacio del aula: es
precisamente la cátedra, el púlpito desde donde éste imparte aquello que, al decir de Sartori
Rigiu (1992) sólo él posee "el misterio del maestro".
Cabe preguntarse entonces: ¿Para qué se apela a la libertad de cátedra? ¿Para defender las
libertades frente a distintos ámbitos de poder?; ¿como resguardo de ciertos privilegios, para
defender algunos supuestos derechos o para delimitar otros espacios de poder? ¿Hasta
dónde su defensa no ha producido efectos contrarios a los que primigeniamente la
justificaban, pervirtiendo de algún modo su legitimidad? ¿Cómo ingresa su apelación en el
marco de propuestas de cambio que pueden poner en riesgo la situación profesoral?
¿Aquello que aparece asociado al sostenimiento de ciertas garantías de independencia del
conocimiento científico respecto de intereses extraacadémicos, no estaría, siendo argumento
que opera como discurso justificatorio?
Desde otra arista del problema coincidimos con Lozano (1995), en que ya no sería posible
pensar que la libertad intelectual de los profesores, tiene hoy el mismo sentido que en su
origen histórico, dado que estaría atravesada por un fuerte componente político-ideológico.
Consecuentemente las posibilidades de una real efectivización de la misma, se verá
supeditada/ ceñida, -en cada contexto histórico y geográfico- a la mayor o menor
imposición de restricciones, al pensar que dictamine los avatares de las políticas de estado y
al modelo de universidad que se adopte en consecuencia. En otro sentido, una regulación
de nivel micro que se ejerce a partir de la “cátedra universitaria” modalidad organizativa
privilegiada de las universidades argentinas que suele derivar en la defensa de la “libertad
de cátedra”, desde la reificación de la cátedra feudo. Defender la libertad de cátedra implica,
en nuestra perspectiva, asegurar la independencia del profesorado cuando se trata de asumir
decisiones que influirán indefectiblemente en sus prácticas y esto es posible si se garantiza
su participación en diferentes instancias, entre las principales, en las definiciones
curriculares.
Son precisamente los docentes, en tanto sujetos del desarrollo curricular, quienes convierten
• • 46
en práctica cotidiana un currículo. La posición que asuman, en ese caso frente al mismo,
podrá quedar reducida a una mera aplicación o bien, asumir una posición activa e
implementar ciertas adecuaciones en dirección a conjugar la prescripción curricular con las
necesidades, demandas e intereses de los proyectos institucionales y/o personales. En el
marco de las universidades, la participación de los claustros en la estructuración curricular
produce una suerte de indiferenciación entre los sujetos responsables del diseño y los
responsables del desarrollo. Situación que genera conflictivas particulares a las que será
necesario atender al analizar estos procesos.
En suma, lo hasta aquí expresado pareciera estar ratificando la idea de que la universidad es
el lugar de legitimación de las disciplinas, pero también de las profesiones; que un cambio
curricular implica mucho más que la simple sustitución de un listado/enumeración de
"materias" por otras; que el modo en que se nombran los espacios es indicativo de
continuidades y rupturas; que en estos procesos se producen cambios en las posiciones y
relaciones de saber/poder en las instituciones. Y, por último, que es constitutivo de la
institución universitaria no sólo incorporar los avances técnicos, científicos y artísticos que
construyen otras agencias, sino también asumir el desafío de la doble tarea de producir y
reproducir nuevos conocimientos. En este sentido, un cambio curricular en la universidad
debiera aspirar a la revisión del conjunto de principios que conforman el código curricular
dominante, todo lo que atraviesa luego el conjunto de definiciones y decisiones que asumen
los docentes al planificar.11
ACTIVIDAD 6
A los fines de avanzar en la profundización del tema les planteamos dos interrogantes,
desde los cuales se intenta recuperar los debates clásicos respecto de la planificación. Cada
uno de ellos incluye en su formulación "opciones a superar" e insinúa una respuesta en
términos hipotéticos.
El primero, parafrasea el título de un texto de Salinas: La planificación de la enseñanza:
¿Sentido común, técnica, o conocimiento elaborado a partir de procesos reflexivos
sobre las prácticas?
El segundo se formula en relación con una de las problemáticas centrales de las prácticas
¿La planificación: respuesta a requerimientos formales o herramienta de trabajo en la
11
Extracto de: Salit, Celia. Tesis Doctoral. (1996) Cáp: 3. Inédita.
• • 47
práctica?
Le proponemos elaborar argumentos y contra-argumentos respecto de los dos interrogantes
y debatirlos en Foro con sus colegas.
Pensar la planificación como una tarea que demanda de "procesos reflexivos múltiples" y en
tanto "herramienta para la práctica", se constituyen en primeras aproximaciones para su
conceptualización. Definiciones que no se asumen de manera azarosa, sino que se enmarcan
en un contexto de producción del conocimiento determinado y se sostienen en un conjunto de
presupuestos inscriptos en ciertas tradiciones de investigación educativa y no en otras.
Frente a los desplazamientos operados a raíz de la impronta tecnicista, se proponen como
aporte para el abordaje del tema algunas respuestas alternativas para la intervención, a partir
de explicitar una posición respecto de las tensiones producción teórica-problemas relativos a
las prácticas cotidianas y diseño-desarrollo, profundizando relaciones entre planificación y
procesos ligados a la imaginación, anticipación y racionalización. Interesa delinear algunas
ideas fuerza en esta dirección.
La planificación como:
- proceso de anticipación, re-presentación de la acción. El lugar de la imaginación.
- proceso de producción de sentido. El lugar de los procesos reflexivos.
- articulación/sincronización de un conjunto de alternativas posibles. La impronta de la
escritura.
En tanto proceso de anticipación/re-presentación demanda como punto de partida, que se
expliciten referentes de dos órdenes: teórico y empírico. Entenderla en tanto producción de
sentidos para la práctica a partir de ellos, implica un "giro conceptual" respecto de la
concepción que la asocia con un proceso de toma de decisiones.12
12
Díaz Barriga refiere como primer momento de la realización, la elaboración del marco referencial. Los
otros dos son la elaboración del programa analítico y la interpretación metodológica como programa guía.
Ideas que a su vez recupera de los tres tipos de programa que identifica Rodríguez (sintético, analítico y guía)
DIAZ BARRIGA, A. (1985)
• • 48
profesor se advierte que frecuentemente estos no son conscientes de los procesos cognitivos
que utilizan ni de los factores internos que condicionan sus decisiones, en función de lo cual
en las planificaciones suelen reproducirse formas rutinarias de proceder que se constituyen
así en parte del mundo oculto de la enseñanza.
Ahora bien, más allá del grado de conciencia de los procesos en juego, el docente planifica.
Los supuestos, se hagan explícitos o no, operan en las prácticas. La diferencia radica en la
mayor posibilidad de construcción consciente de respuestas flexibles, adecuadas a las
múltiples, muchas veces imprevistas y cambiantes situaciones cotidianas. Todo lo cual lleva
a coincidir que la planificación se constituye en actividad central para vincular pensamiento
y acción.
Es por ello que tomar distancia de la propia práctica, poder objetivarla y provocar las
necesarias rupturas con modos de hacer y pensar fuertemente internalizados desde los que
se opera, a partir de mecanismos en muchas ocasiones no totalmente conscientes, constituye
uno de los desafíos profesionales de mayor relevancia para un docente. En este proceso,
cada sujeto tiene una historia que es importante deconstruir y analizar reflexiva y
críticamente. Comienza con los propios contactos con el objeto desde el lugar de alumno,
continua luego con la formación docente de grado y en las múltiples experiencias de su
trayectoria profesional. Todo ello imprime una marca, deja una huella que luego de algún
modo se expresa en las resoluciones cotidianas. Desde esta perspectiva, el conocimiento
académico constituye un instrumento de reflexión cuando se integra, no como información
fragmentada sino como parte de los esquemas de pensamiento que activa una persona al
interpretar la realidad concreta en la que vive y sobre la que actúa, organizando sobre la
base de ello sus experiencias y generando en consonancia con las mismas, propuestas
personales de intervención a los fines de la enseñanza. (Edelstein, G., Salit, C,. 2001)
Significamos especialmente el lugar que la imaginación juega en este proceso ya que en
tanto acto intencional implica cierta disponibilidad para concebir cómo podrían ser las
cosas y una capacidad que enriquece al pensamiento racional, es fuente de la invención, la
novedad y la generatividad. Flexibilidad, variabilidad, novedad en el pensamiento son
cuestiones que comprende la condición imaginativa. Asimismo, en tanto forma de evocar
imágenes, aunque tratemos con ideas abstractas, suscita emociones, tiene un componente
afectivo ya que lo que nos orienta en la concepción acerca de cómo pueden ser ciertas
cuestiones se liga a nuestras intenciones, nuestros temores, nuestros deseos.
Respecto de los modos concretos de realizar un plan, se procuró, desde perspectivas que
• • 50
En este marco, resulta de valor incorporar aportes de Gustavo Bombini sobre la temática
cuando señala que en vano son todas las advertencias acerca de que la planificación es más
que un texto burocrático, que debe constituirse en el espacio en que se imprimen las
decisiones, el mapa de cada práctica, que es flexible, que es un texto abierto, que se puede
alterar haciendo responsables aclaraciones en la columna final de observaciones.
Las representaciones previas acerca de la planificación, acerca de su carácter
eminentemente burocrático en muchos casos aún impiden reconocerle otros sentidos y
aplicaciones y esto podría operar como un freno para el flujo de las prácticas. Un flujo
referido a la necesidad de torcer el rumbo, de tomar decisiones sobre la marcha, de
recuperar como ricos aquellos momentos impredecibles de la experiencia del aula. Sobre la
base de estas observaciones, el autor propone reflexionar acerca de qué tipo de texto es la
planificación y más específicamente acerca de sus funciones y del impacto en la práctica de
cada docente. El valor prescriptivo de una escritura parece obturar las posibilidades de
explotar aspectos interesantes de una práctica. Más aún, si ese formato de texto, tal como
señaláramos, se emparenta con una larga tradición prescriptiva, se percibe como un texto
para informar a otros, o como un texto para la evaluación y el control. En esta situación la
prescripción, en el sentido de “necesito instrucciones sobre cómo hacer las cosas bien”
funciona como una herramienta necesaria, como una tabla de salvación, con un pasaje
seguro hacia ese otro mundo, tan distinto al académico, el mundo de la práctica.
Experimentando con nuevos formatos de escritura, a la hora de planificar una clase o una
secuencia de clases, se advierte según el autor, la importancia que tiene la escritura en
relación con las prácticas a desarrollar. En este marco puede ubicarse la producción de lo
que designa como “guión conjetural”, una suerte de relato de anticipación, de género de
“didáctica-ficción” que permite predecir prácticas a la vez que libera al sujeto (al tiempo
que lo constituye) en sus posibilidades de imaginarse una práctica maleable, dúctil,
permeable a las condiciones de su producción, de frente a los sujetos (el docente-los
alumnos) que en ella participan. Aprender la especificidad del género “guión conjetural”
convoca la presencia de la narración como la secuencia dominante, combinada con otras
secuencias como la descripción, la argumentación y hasta el diálogo. A través de estas
características discursivas, se puede dar cuenta de los propósitos, se justifican ciertas
• • 51
decisiones, entran a jugar los sujetos, la institución y la escena donde ocurrirán los hechos;
se proponen actividades y, fundamentalmente, se predice acerca del impacto posible de esas
tareas en el aula.
La planificación como guión conjetural, destaca Bombini, incorpora asimismo otro aspecto
que la caracteriza: su “inconclusividad”. Rara vez el texto definitivo del guión se plasma en
papel. Su lógica tiene que ver con un proceso de construcción que alterna la escritura con la
toma de decisiones que jamás se vuelcan al papel. Es decir, el guión nunca termina de
construirse, aun después de haberse llevado a la práctica concreta del aula. Quizás por eso
su clave es que no es infalible; la práctica puede corroborarlo o desdecirlo, total o
parcialmente; pero lo que es seguro, siempre lo modificará. Objetivos, contenidos,
metodología y actividades, ítems fundantes de la planificación tradicional, no dejan de
aparecer en este nuevo género, pero se construyen de manera tal que exhiben los espacios
intersticiales como espacios decisionales a ser llenados en la práctica.
En resumen, el “guión conjetural” se presenta como un género que al momento de planear
hace posible pensar la práctica de enseñanza y la relación con el conocimiento. Es un
instrumento útil para organizar la propia práctica y, a la vez, reflexionar sobre ella. Es,
fundamentalmente, un espacio para pensar acerca de la práctica y pensarse dentro de la
misma. (Bombini, 2004)
En líneas de síntesis, cabría señalar que, la problematicidad de la actividad de programación
docente deviene del hecho que los procesos de construcción implicados en la elaboración de
propuestas para la enseñanza, poseen una dinámica que difícilmente pueda ser regulada de
manera estricta: discurren por caminos muchas veces inesperados. Particularmente cuando
se trata de construir casuísticamente, pensar lo elaborado en términos de hipótesis y generar
simultáneamente más de una alternativa posible para ser implementada.
En este sentido coincidimos con la concepción de la planificación como una sucesión de
borradores, diseños reestructurados y reorganizados, lo que posibilita la constante
consideración de la realidad compleja e imprevisible. ¿Cómo recuperar el lugar de la
escritura, sorteando el efecto de formalización con la cual se asocia? La lengua escrita, en
tanto actúa a modo de memoria del pensamiento, facilita su organización de modo
coherente y consistente, permite la confrontación y contrastación con diversas producciones
personales y a la vez con la de otros, al tiempo que poner en texto, traducir, lo que se inicia
como una construcción para sí en una construcción para otros, al ingresar como
referencia simultánea el tiempo de la enseñanza y los tiempos del aprender. Texto, en el
cual, se deberán sincronizar aquellos componentes -constantes- que conforman una
• • 52
ACTIVIDAD 7
Estimados docentes:
Ante la ardua e inevitable tarea de planificar, seguro que se preguntó ¿QUÉ HICE YO PARA
MERECER ESTO? y ha intentado hacer todo lo posible para escabullirse, pero ha llegado la
HORA SEÑALADA.
En este documento encontrará TODO LO QUE USTED SIEMPRE QUISO SABER SOBRE
UNA PLANIFICACIÓN Y NUNCA SE ATREVIÓ A PREGUNTAR.
Usted IMAGINE estar ante la “receta mágica”
Lamentamos informarle que siendo la práctica docente tan compleja e imprevisible, en caso de
aplicar la receta notará que su elaboración resulta insulsa, inconsistente o pegajosa. Deséchela. Use
en cambio el “sistema de la abuela”, ponga las cantidades que considere necesarias y mezcle los
ingredientes a su manera que –seguro- quedará TUTTO BENNE.
• • 53
¿Con relación a que cuestiones tendrá Ud. que reflexionar en su casa cuando se disponga a seguir
estas instrucciones? ¿Qué y cómo escribir? Tal vez para responder se formule, en su interior la
pregunta ¿DÓNDE ESTÁS PLANIFICACIÓN DE MI VIDA QUE NO TE PUEDO
ENCONTRAR? Pensando infructuosamente en cometer el PECADO CAPITAL de copiar la del
año pasado. Si la encuentra le sugerimos que sin SECRETOS Y MENTIRAS…, HABLE CON
ELLA y se plantee: ¿Cómo me fue con su implementación? ¿Que mantendría? ¿Qué modificaría?
¿Se me ocurren nuevas ideas, otros recursos? ¿Cuáles son las características del grupo este año?
En este MOMENTO DE DECISIÓN, Ud. podrá narrar las “suyas”, a su manera, no crea en UNA
HISTORIA OFICIAL, no se aferre a esquemas rígidos. No obstante, si no puede resistir la
tentación CON NUESTRAS MEJORES INTENCIONES, les sugerimos componentes a
considerar y una organización posible de los mismos: FUNDAMENTACIÓN O MARCO
TEÓRICO-REFERENCIAL
EJE/S TEÓRICO-METODOLÓGICO/S
OBJETIVOS GENERALES
NÚCLEOS DE CONTENIDO
PLANTEAMIENTO METODOLÓGICO DE BASE: técnicas, procedimientos, actividades,
recursos materiales, humanos, interacciones, tiempos, espacios.
CRITERIOS, MOMENTOS Y FORMAS DE EVALUAR
Intente no quedarse en LUGARES COMUNES, considere interrelaciones entre áreas, con docentes
de otras cátedras del departamento y la posibilidad de participar en algún “Proyecto Institucional” y,
en ese caso, tenga en cuenta los mismos componentes.
¡No se desanime! TODO COMIENZA HOY y hoy, puede ser UN DÍA MUY PARTICULAR.
El aula. Referir a las prácticas de la enseñanza resulta impensable sin aludir a su contexto
de realización. Ello significa dirigir nuestra mirada al aula como espacio físico de potente
valor simbólico que liga su génesis a los procesos de escolarización de finales del siglo
XIX.
Podríamos imaginar que la idea de aula, alude a una arquitectura particular que trasciende
las imágenes a ella asociadas por los trazos que en su impronta definen dichos procesos de
escolarización. Concebirla en tal sentido, de modo genérico, como cruce de coordenadas de
tiempo y espacio, habitat de sujetos en agrupamientos prefigurados, lugar de encuentro
signado por la particular forma que en ella adopte la triádica relación docente, alumno,
conocimiento. Ámbito principal de realización de la escena pedagógica cotidiana, de
concreción de prácticas de la enseñanza como expresión de la puesta en juego de propuestas
didácticas diversas.
No es posible, sin embargo, obviar desde marcas en la historia, los dispositivos de
vigilancia y disciplinamiento, expresión de formas de gobierno orientadas a controlar y
13
Extractado de Tesis doctoral Gloria Edelstein (2007) “El análisis didáctico de las prácticas de la
enseñanza…” Cap.5.Inédita
• • 55
regular los intercambios que en las mismas se producen. Lugar asociado a imposición, a
corrección de lo desviado, a obediencia, a rutinas y rituales cristalizados, a tiempos
cronometrados, a uniformidad de movimientos; normalización de cuerpos y expresiones.
¿Qué implica esa situación en la que se produce el revuelo cotidiano del aprender y el
enseñar?, se preguntan Dussel y Carusso (1999). Sus aproximaciones en tal sentido resultan
clarificadoras cuando expresan que el aula puede ser ocupada o habitada; ocuparla no
significa automáticamente habitarla. “Ocupar”, en la visión de los autores, remite a un
espacio y una estructura dada: demarcación espacial, mobiliario, agrupamientos,
ubicaciones, posibilidades de desplazamiento, recursos disponibles. Podríamos agregar
además, costumbres, maneras uniformes de entrar y salir, levantarse, sentarse, sacar y
guardar útiles; códigos, gestos y señales en la inmediatez. Obediencia a una lógica ritual que
impone un orden como sino excluyente. Una suerte de todo está allí y espera. Posición de
pasividad respecto de lo ya conformado. “Habitar” el aula en cambio significa armar,
desarmar y rearmar el espacio en función de opciones, desde criterios construidos sobre la
base de ponderar alternativas y asumir decisiones. Habitar el espacio significaría para los
autores asumir una posición activa; sacudirse toda forma de rutinización, pensar que se
pueden hacer otras cosas con lo que se tiene a mano, […] convertir el pupitre en un medio
de transporte a otros mundos.
El aula14 conlleva, según los autores, una estructuración material (organización del espacio,
elección de locales, mobiliario, instrumental pedagógico) y, a la vez, una estructura
comunicacional (quién habla, su ubicación; el flujo y distribución de las comunicaciones).
Doble dimensión que da cuenta ya de los signos de complejidad que caracterizan las
prácticas en este espacio y que nos alertan sobre posibles indicios a partir de estar atentos a
estas coordenadas, incluso a lo que pareciera una obviedad como claves de interrogación y
de interpretación.
Lugar privilegiado de la actividad docente, el aula (configuración de la modernidad) como
materialidad y a la vez comunicación supone el interjuego de múltiples elementos. Los
sujetos principales en este escenario, docentes y alumnos; una arquitectura peculiar como
diseño de la espacialidad; aparatos didácticos; mesas/pupitres y sillas/bancos “escolares”;
pizarrones, cuadernos, material para la toma de notas. Pero, además de esta materialidad,
14
Término que según plantean desde su lectura genealógica DUSSEL y CARUSSO (op.cit.), comienza
asociado a clase en las universidades medievales y se vincula ya a fines del s XIX a la escolaridad elemental, a
partir de la victoria de los métodos pedagógicos que proponían una organización de la enseñanza por grupos
escolares diferenciados entre sí ya sea por edades como por logros de aprendizaje.
• • 56
Y agrega,
No podemos desconocer, cuestión que también señala la autora, que la problemática del
espacio en prácticas de enseñanza a distancia o mediadas por las TIC15, requerirían un
tratamiento diferente. Quizás lo mismo podría plantearse respecto de disciplinas específicas,
particularmente de las ciencias experimentales, del campo del movimiento (en sentido
clásico, educación física), de las artes o la tecnología que históricamente demandaron
diseños espaciales diversificados. De todos modos, más allá de la flexibilización y apertura
de fronteras del aula como materialidad, en el caso de algunas de estas disciplinas
específicas, es preciso señalar que con frecuencia las prácticas concretas continúan
atravesadas por representaciones cristalizadas por la fuerza del arbitrario cultural
interiorizado. Ello acentúa el matiz ligado a la idea de orden, disciplina y control en las
propuestas didácticas.
Podríamos decir que hay una relación a seguir profundizando entre “aula” y “clase” que por
momentos se traduce en una sinonimia que no es tal. Los más diversos juegos de relaciones
se pueden imaginar al respecto: aulas sin clases, clases sin aulas; aulas diferentes, clases
semejantes; clases diferentes en aulas semejantes; aulas diferentes, clases diferentes.
Quizás, se podría plantear que configuraciones espaciales diversas, marcarían
temporalidades también diversas, cobijarían propuestas próximas o distantes según las
adscripciones teóricas de sujetos, las racionalidades en las que inscriben sus fundamentos y
no en función de los escenarios de su desarrollo.
De todos modos, entendemos, que no cabe hoy pensar las prácticas de la enseñanza sin
considerar los múltiples atravesamientos de los diversos sentidos atribuibles al aula como
espacio de realización de las mismas.
15
TIC: Tecnologías de la Información y la Comunicación. A las mismas referimos en apartado específico de
esta unidad por su relevancia en las prácticas docentes universitarias más allá de la diversidad que las
caracterice tanto en lo relativo a enfoques como usos.
• • 58
devenir, como acto en curso, proceso en marcha, no totalizado ni cristalizado desde una
dialéctica de lucha y complementariedad. Imagen que coloca en cada vértice un referente en
términos singulares cuando en realidad, según señaláramos, desde la compleja trama de
relaciones que los atraviesa, precisaría adscribir a la idea de pluralidad.
Magda Becker Soárez (1985) se constituye en referente en las indagaciones sobre el tema.
La autora señala que referir a la clase desde el punto de vista didáctico reduce el objeto a
situaciones de educación formal. Según la misma, desde los años 70 (siglo XX), se busca
analizar y describir la clase como fenómeno que presenta ciertas peculiaridades
independientemente de la diversidad de contextos en que se da y de contenidos que
constituyen el núcleo de su desarrollo. En tal sentido, advierte que estudios realizados por
especialistas de diferentes áreas como sociólogos, psicólogos sociales, lingüistas,
antropólogos, entre otros, permitirían avanzar en el conocimiento de lo que acontece en la
sala de clases visto como un espacio donde se desenvuelve un proceso de interacción
altamente complejo. Estudios cuyas contribuciones articuladas desde la Didáctica,
permitirían buscar lo que no fue buscado, es decir, la descripción del fenómeno respecto del
cual por largo tiempo se han concretado prescripciones en sentido recetarista o como
contrapartida denuncias, pero acerca del cual poco se ha avanzado en el desarrollo de
descripciones exhaustivas que posibiliten adentrarse y revelar los intrincados procesos y la
trama de relaciones que en el mismo acontecen.
Descripciones que permitan identificar cómo realmente se da la interacción simbólica
profesor-alumno en la sala de clase; revelar en la misma la incidencia de la opción
educacional desde el nivel institucional, de su historia; advertir ciertos condicionantes y
efectos de la localización y arquitectura del aula; inferir a partir de las actuaciones de
profesores y alumnos los conceptos y percepciones que cada uno de estos sujetos del
proceso de interacción tiene sobre la naturaleza del poder y del saber; identificar formas de
regulación que el profesor ejerce sobre el conocimiento y sobre el alumno y, a partir de la
misma, la posible incidencia del control social en la sala de clase; aprender la construcción
que de la clase hacen el profesor de un lado y del otro los alumnos; captar la que el profesor
elabora acerca del alumno y éste del profesor; develar en esa construcción social que los
actores generan unos de otros, la presencia de la estereotipia, el efecto de halo, las profecías
que se autocumplen; revelar el uso que el profesor hace de la privacidad y de la autonomía
de la que goza en el aula y la forma como enfrenta la urgencia de las decisiones que en ellas
deben ser tomadas en un aquí y ahora. Elementos que, en la visión de la autora, condicionan
• • 59
como consecuencia de los múltiples atravesamientos que como práctica social e histórica
operan sobre su núcleo estructurante. Trabajo de elucidación que entendemos
imprescindible para interpretar, desde las más diversas manifestaciones, tanto resoluciones
exitosas como las dificultades que se plantean.
ACTIVIDAD 8
En el texto “De la ilusión al desencanto en el aula universitaria”* las autoras presentan una
síntesis de su investigación de corte etnográfico, realizada en México. La hipótesis central
que se postula es que la relación educativa se estructura y se sostiene desde los significados
que, explícita e implícitamente, los actores –docentes y alumnos- atribuyen a la evaluación,
en tanto la misma expresa las relaciones saber-poder que regulan los intercambios e
interacciones en el aula.
1.- Analice las categorías que en términos argumentativos avalan esta hipótesis.
2.- Elija aquélla/s que reconozca se manifiestan con mayor fuerza en sus prácticas como
docente universitario y describa brevemente las formas particulares de expresión que
adoptan.
*Becerra G., Garrido, M. Romo Beltrán, R. “De la ilusión al desencanto en el aula universitaria” en
Furlán, A.; Pasillas, M.A. (1989) Desarrollo de la investigación en el campo del currículo. Escuela
Nacional de Estudios Profesionales Iztacala. UNAM. México.
La complejidad de la vida en las aulas (en situaciones de clase) ha orientado, durante las
últimas décadas, los esfuerzos teóricos de investigadores a conceptualizar las también
complejas interacciones que se producen en ellas como entornos sociales en constante
movimiento en procura de un conocimiento contingente y contextualizado de la enseñanza.
Desarrollos que aportan, desde diversas lecturas, al análisis de la estructura de actividad
desde una perspectiva didáctica.
Participar de una clase, como proceso social en el marco de una comunidad pequeña como
la del aula, tiene lugar a partir de la comunicación sobre la base de compartir significados,
principalmente a través del lenguaje utilizando recursos especializados. Como
acontecimiento comunicativo, moviliza patrones de interacción social que se constituyen en
soporte de las relaciones y expectativas mutuas entre participantes; marco de referencia
básico, sobre el que a su vez operan patrones semánticos en lo que hace al contenido, el
habla, el diálogo en torno a relaciones conceptuales que, más allá de su diversidad, se
expresan siempre de manera compleja.
• • 61
Reglas, estrategias y mecanismos de control social dan cuenta de las vicisitudes que se
expresan en la comunicación en el aula atravesada por múltiples tensiones desde el poder,
intereses y valores en juego. En esta clave de análisis, una clase en tanto actividad social,
tiene una estructura en la que eventos específicos se suceden en un orden más o menos
definido. Requiere de la atención mutua de los sujetos que en ella intervienen -profesores y
alumnos- para su inicio y de la cooperación en la producción de la secuencia de eventos
para su desarrollo. Para que la clase eche a andar, en la expresión de Jay Lemke (1997)16 se
requiere del esfuerzo conjunto de los participantes. Sin embargo, no existe un criterio
absoluto para definir efectivamente cuándo comienza una clase; sólo el análisis
retrospectivo, desde el reconocimiento de los sentidos que enlazan la serie de eventos puede
aproximar una comprensión. El carácter contingente de toda actividad social, hace posible
algunas inferencias a partir del reconocimiento del tipo de organización, de configuración
de que se trata y los significados compartidos por los participantes respecto de la secuencia
de sucesos.
La estructura episódica de la clase, en este sentido, es poco precisa y complicada y responde
a reglas escritas y no escritas que no son sencillas de descifrar. Implica acciones
identificables, otras que no lo son. Un componente de rutina o ritual las caracteriza y
determina repeticiones más allá de las pequeñas variaciones. No obstante, es importante
reconocer, según señala el autor, que las estructuras de actividad no son fórmulas rígidas;
sólo aquéllas ritualizadas o automáticas se ejecutan mecánicamente. Es justamente debido al
hecho que se definen en un alto nivel de abstracción, que tienen un amplio margen para la
variabilidad (y creatividad) dinámica cuando se realiza alguna ejecución particular de la
misma.
En la estructura de la clase generalmente se distinguen episodios claramente definidos y las
transiciones se indican a través de pausas o señales que se expresan como una suerte de
16
Entre quienes realizan estudios socioculturales en relación al aula, en particular desde la perspectiva
centrada en el lenguaje, Lemke presenta una de las ideas más innovadoras sobre cómo el lenguaje configura la
experiencia del aula. En sus estudios sobre el lenguaje que se emplea en las clases de ciencia, analiza no sólo
las estructuras de la interacción social que proporcionan el marco en el que se estructura el habla y se
interpreta lo que se dice sobre ciencias, sino también cómo se construyen y elaboran en el aula los significados
de los conceptos y las ideas científicas. Lo hace, a partir de un análisis semántico y a la vez sociocultural del
lenguaje en el aula, interesándose por la forma en que significados ocultos se unen e interactúan e indagando
empíricamente cómo las ideas y conceptos adquieren sentido en virtud de sus relaciones con otras ideas y
conceptos en aulas de clases de ciencias. De ahí su perspectiva respecto del tema al sostener que la acción se
torna significativa cuando se la sitúa en un contexto más amplio, por lo que el significado no es una sustancia
misteriosa que se deba buscar en la mente de los individuos sino que se crea en las interacciones sociales que
ocurren entre las personas y mediante esas mismas interacciones. Interpretar una acción o un acontecimiento
supone en consecuencia situarlos en un contexto relevante.
• • 62
17
Queda clara la inscripción del autor en la perspectiva de la semiótica social, al entender que los significados
son elaborados o construidos socialmente en el marco de comunidades de prácticas. Las comunidades
despliegan diferentes maneras de elaborar significados y la posibilidad de crear sentidos está en estricta
relación con ello.
• • 63
Del conjunto de planteos realizados por Lemke, nos interesa particularmente destacar, su
señalamiento acerca de que aún cuando queden pendientes numerosas preguntas sobre las
diferencias que se expresan en manifestaciones de la estructura de actividad en el aula en
asignaturas diversas, es posible reconocer similitudes fundamentales en las estrategias
básicas de comunicación que orientan el diálogo en la clase. En este punto resulta de valor
su advertencia respecto de lo que acontece en el espacio áulico. Allí, si bien es muy
probable que las diferencias sean mínimas, cobran mayor significación como en el caso del
laboratorio para las ciencias, también en las artes, las disciplinas técnicas, la educación
física, donde lo diverso deviene fundamentalmente del uso del lenguaje al remitir a patrones
temáticos que requieren otras formas de expresión. En la misma dirección, reafirma que
todas las asignaturas enseñan un lenguaje especializado, con patrones temáticos específicos,
estructuras retóricas y estilos o géneros específicos, así como sus propias normas estilísticas
y mensajes ideológicos, que se constituyen en plataforma teórico metodológica para indagar
respecto de las formas que adoptan en las aulas las propuestas de enseñanza, en particular
cuando la intención se orienta a aproximar el habla pertinente a cada disciplina.
El registro de cualquier acción social (transcripción de una grabación, filme, descripción
escrita de eventos, entre otros) constituye un texto semiótico. Los eventos reales,
ejecuciones semióticas, y cualquier artefacto que resulte de ellos producción semiótica. Por
ello, el análisis semiótico es una alternativa en la labor de otorgar sentido a textos y eventos
incluyendo las ambigüedades y los múltiples significados que podamos reconocer. Tarea
posible desde el despliegue de diversos recursos, lo que para el autor tiene connotaciones no
sólo semánticas, sino también axiológicas. Su perspectiva en esta dirección, despega de
cualquier versión instrumental que pueda pretenderse atribuir a la misma, cuando vincula
los acontecimientos en la clase con problemáticas sociales y políticas.
Atender según los casos, en su particular forma de manifestación, las tres dimensiones de
análisis expuestas en sus alcances conceptuales (aula, clase y estructura de actividad),
implica reconocer que en ellas lo social, institucional, grupal, interpersonal, individual se
entrecruzan en niveles explícitos e implícitos. Se conforma así un entramado que se expresa
siempre -más allá de toda recurrencia e incluso repetición que sea posible identificar- de
manera singular, por lo que su comprensión sólo será factible en el marco de dicha trama.
Un enfoque de esta naturaleza reclama una mirada holística que procure captar la
complejidad, para lo cual es necesario conjugar aportes de diferentes disciplinas y teorías
provenientes de campos diversos y hacerlo desde una perspectiva multirreferencial, en
consonancia con autores a los que hemos hecho referencia. De esta manera, será posible
• • 64
ACTIVIDAD 9
En este contexto de ideas, nos interesa plantear tres categorías que entendemos resultan
fértiles para pensar la complejidad de propuestas didácticas para la enseñanza:
“construcción didáctica”; “construcción metodológica” y “configuraciones
didácticas”.
18
Hemos planteado en diversas producciones, en relación a esta idea, que […] Toda propuesta de intervención
a los fines de la enseñanza requiere desde el punto de vista didáctico resolver casuísticamente una cuestión
nuclear: la particular relación forma–contenido. Uno de los términos de esta relación -el que refiere a los
contenidos, ha sido objeto de tratamiento desde diferentes líneas de investigación –particularmente desde la
década del 80 (siglo XX) a la actualidad– alcanzando un importante desarrollo vinculado en gran medida a la
relativa autonomía de los estudios del currículo del campo de la Didáctica y sin duda también, a partir de las
políticas de reformas en educación de los ’90 (siglo XX) que, en nuestro país y en el mundo, ponen en el
• • 66
En las producciones que refieren a los procesos de enseñanza, la separación con que se
percibe método de contenido crea la ilusión de la existencia a priori, de una metodología
basada en principios didácticos generales propios y autónomos, que posibilitan y resuelven
el problema de la transmisión al margen de sujetos, textos y contextos. Se prioriza el
aspecto técnico-instrumental caracterizado como elemento inmediato de resolución,
entendido como fin en sí mismo y sin posibilidad de convertirlo en objeto de reflexión.
Visión del problema de presencia aún relevante, que pareciera dificultar la apertura a una
matriz alternativa en los estudios sobre la enseñanza.
Desde nuestra perspectiva, en cambio, no podríamos pensar en una propuesta de enseñanza
válida para todo campo de conocimiento ni en la homogeneidad dentro de cada uno de ellos.
Reconocer estas peculiaridades significa asumir una postura frente al problema, que
adquiere su concreción en la construcción metodológica.
Un planteo de este tipo rebasa la concepción que en relación a la enseñanza sólo considera
la estructura conceptual por transmitir, para atender a procesos cognitivos y metacognitivos
que posibilitan, no sólo una efectiva apropiación de las ideas consolidadas sino el propio
cuestionamiento de las mismas. Para ello, diseñar actividades de distinto tipo con el objeto
de generar la construcción de conocimientos por parte del alumno. Doble exigencia para
quien enseña, pues conlleva siempre como requerimiento básico, prestar una rigurosa
atención a los procesos de transmisión a la vez que a los de apropiación; implica reconstruir
los contenidos desde una nueva mirada, la mirada del otro marcada por la intencionalidad
del enseñar. Significa por sobre todo, proponer desde la enseñanza una relación diferente
con el conocimiento.
No nos cabe duda que cumplir con este cometido, dado el desarrollo actual del
conocimiento en sus múltiples esferas de manifestación y la reflexión en torno a los
procesos de su producción, exige cada vez más profundización sobre la cuestión disciplinar.
Asimismo, recuperar aportes interdisciplinarios en la búsqueda de respuestas desde
múltiples sentidos a las problemáticas que surgen en el campo de la enseñanza. En este
análisis no se puede soslayar, que instituciones y profesionales de la enseñanza se
centro del debate las definiciones en materia curricular. Por el contrario, se visualiza una significativa vacancia
en lo relativo a lo metodológico, el otro término de la relación. Vacancia teórica que se expresa en una
proliferación de términos que adquieren significados diversos, en algunos casos superpuestos, en otros
contrapuestos, que tienen como contexto de emergencia diferentes campos de conocimiento y se utilizan con
relación a la enseñanza sin discriminaciones precisas que permitan reconocer adscripciones teóricas y
disciplinares. Ello produce efectos de distinto tipo, solapamientos, diluciones, sustituciones, que desdibujan el
alcance asignado a cada concepto en referencia tanto a la teoría como a la práctica. […] (Edelstein, G. y otros,
2004: 1, 2).
• • 67
ACTIVIDAD 10
El texto que le ofrecemos de autoría de Gloria Edelstein, “El Método: un capítulo pendiente
en el debate didáctico contemporáneo”*, plantea desde un recorrido genealógico,
postulaciones centrales respecto de la cuestión del método en la enseñanza que llevan a la
autora a enfatizar la idea de lo metodológico como construcción.
-Analice las manifestaciones de este recorrido en su área o campo de conocimiento en el
ámbito de la universidad.
-Teniendo en cuenta la triple articulación (objetos, sujetos, contextos) que según la autora
inciden en la elaboración de la construcción metodológica, identifique cuestiones centrales a
considerar en su práctica docente específica.
*En: Camilloni, A y otros (1996) Corrientes Didácticas contemporáneas. Paidós. Bs. As.
Desde los datos recogidos en la investigación, Litwin observa que con los avances en el
análisis también fue posible reconocer configuraciones deficientes, caracterizadas por […]
la recurrencia a formas de tratamiento del contenido en las que se suspende la construcción
social del significado, con justificaciones contradictorias con la estructura sintáctica
disciplinar -estos es, justificaciones superficiales y no de nivel epistemológico, aludiendo a
la complejidad del tema […] (Op.cit.)
claridad que sin una concepción teórica del mundo social no es posible analizar la actividad
in situ.
Los seres humanos se comprometen, primero y sobre todo, en la reproducción del
conocimiento dado y no en la producción de un conocer como proceso flexible de
compromiso con el mundo; lo nuevo surge luego como invención colectiva frente a los
dilemas y contradicciones que impiden la actividad en curso y promueven el movimiento y
el cambio.
La multiplicidad de actores comprometidos en una actividad conjunta y la interdependencia
entre sujetos con diferentes posiciones sociales, intereses y perspectivas, producen
conflictos y relaciones de poder. El carácter heterogéneo y multifocal de la actividad situada
hace que el conflicto sea un componente omnipresente. De ello, se desprende, la
importancia de las relaciones intersubjetivas entre quienes coparticipan en la interacción
social. Las diferencias son inherentes a estructuras más amplias pero además se elaboran
desde prácticas socioculturales específicas.
Un sistema de actividad según Engeström,(1998) integra al sujeto, al objeto y los
instrumentos (herramientas materiales y también signos y símbolos) en un todo unificado
que incluye relaciones de producción, comunicación, distribución, intercambio y consumo.
En tanto incorpora siempre dos aspectos de la conducta humana: el productivo, orientado a
los objetos y el comunicativo, orientado a las personas; la producción y la comunicación
son inseparables. Como consecuencia, un sistema de actividad humano contiene
subsistemas de producción y distribución, intercambio y consumo. En la estructura básica
de un sistema de actividad, desde esta perspectiva, se reconoce un sujeto (individuo o
grupo); el objeto (“materia prima” o “espacio problemático”) al que se dirige la actividad,
transformado en resultados con la ayuda de herramientas sean materiales o simbólicas
(instrumentos y mediadores); comunidad, individuos y/o subgrupos que comparten el
mismo objeto; la división horizontal de las tareas como la división vertical del poder y la
posición entre los miembros de la comunidad como la división del trabajo; por último, las
reglas, reglamentaciones, normas y convenciones explícitas e implícitas que rigen las
acciones e interacciones al interior del sistema de actividad.
Sistema no estático, por cuanto la construcción entre los componentes no cesa y, por
ejemplo, los instrumentos no sólo se usan sino que se renuevan y desarrollan
constantemente, así como las reglas no sólo se obedecen sino que se moldean y reformulan.
Esto significa que, en los sistemas de actividad, se producen discontinuidades; hay
acumulación y crecimiento y también perturbaciones, crisis y transformaciones cualitativas.
• • 72
Es decir, su formación no está caracterizada sólo por la persistencia, sino por una faceta
creativa y productora de novedades. Consideraciones que entendemos resultan valiosas en
el intento de ampliar el sistema categorial a los fines del análisis de “clases”. Es por ello que
insistimos, junto a la necesidad de seguimiento prolongado, en un “estar atento” a aquello
que en la sucesión de episodios marca un punto de quiebre, introduce la novedad.
Cuando las actividades se institucionalizan y alcanzan la condición de prácticas culturales,
suelen tener una vida más prolongada; parecen reproducir una y otra vez acciones y
resultados similares de una manera visiblemente monótona y repetitiva que confiere una
cualidad en apariencia abrumadora a las restricciones culturales operantes. Sin embargo, un
análisis detenido de los sistemas de actividad pone de manifiesto que en ellos ocurren
constantemente transiciones y reorganizaciones. Visto de esta manera, un sistema de
actividad no constituye una unidad homogénea, sino que se compone por una multitud de
elementos, voces y puntos de vista a menudo dispares, entre otras cuestiones por cuanto
contiene sedimentos de modos históricos pasados o anticipatorios de futuros posibles. No es
un sistema estable y armonioso que pueda ser considerado en términos de tipos ideales; por
el contrario se caracteriza por sus contradicciones internas de diferente alcance, que
justamente son la fuente de perturbaciones o innovaciones y, según sus alcances, pueden
favorecer o no los procesos de cambio.
Estudios de casos de orientación antropológica complementados con estudios de
intervención didáctica, plantean posibilidades de diseño del aula como contexto de
aprendizaje. En los mismos se indaga la conformación de una comunidad de aprendices,
que emprenden una apropiación guiada de los significados y lo hacen a través de
negociaciones en el marco de una red distribuida de conocimiento especializado. Trabajos
que inscriben en esta línea, elaboran modelos de aprendizaje por medio de la enseñanza
recíproca, en los que la inteligencia necesaria para realizar una actividad, está distribuida en
el grupo de pares (apropiación mutua) o en un sistema de alumno y tutor. Convenciones de
construcción, interpretación y empleo, que se adquieren en actividades de índole cultural.
Así, en el aula como comunidad de discurso, los participantes son iniciados en los rituales
que les son inherentes a partir de la naturaleza distribuida del conocimiento.
• • 73
19
Extractado de: Anteproyecto tesis doctoral Gabriela Domján.
• • 74
20
En tanto no es intención aquí abrumar con dichas taxonomías y clasificaciones ni elaborar o reelaborar y mucho
menos proponer una nueva taxonomía, lo invitamos a leer algunos de los textos seleccionados cuyos autores
explicitan los criterios que siguieron para las eventuales clasificaciones, y así brindarles un panorama acerca de los
debates en torno a este tópico.
• • 75
Siguiendo con este autor todo material “curricular”, a la vez que es y se constituye en
“soporte” o medio para la instrucción, es un modo de concebir el trabajo de los profesores y
los estudiantes. El material codifica la cultura seleccionada en el currículum y le da una
forma pedagógica. Es dable advertir que en el marco de los cambios y propuestas de
renovación pedagógica que abarcan todos los niveles del sistema, diversas investigaciones
reconocen que un “medio” de ejercer control acerca de dichos cambios es intentar su
regulación a través de los materiales de uso en las aulas. (op.cit.)
Reconociendo esta lógica nos podríamos adentrar en otra que involucra la llamada
revolución digital, y junto con ella la idea ya no de elaboración de materiales y textos
escritos, impresos y de fuerte desarrollo editorial, ni simplemente atender a nuevos formatos
y soportes, sino el advenimiento de nuevos grupos de expertos, técnicos y profesionales
que responden a la vez generan la llamada remediación de los medios. Junto a ello ya se
habla de la “remediación de la educación”, a la vez que cobra interés y desarrollo el
campo de “information design” que involucra diversas disciplinas, siendo uno de sus
principales núcleos de interés el de los materiales educativos, en la búsqueda de lograr
“modos efectivos de visualizar la información” y así facilitar su adquisición por parte del
“usuario”.
Es de destacar entonces, que aquello que originalmente (y en la vieja agenda de la didáctica
contemplábamos como una de las variables o componentes de la planificación) adquieren
cada vez más densidad y complejidad.
No cabe duda que un campo de conocimiento como el didáctico, dedicado al estudio e
investigación de las prácticas de la enseñanza, advierte dentro de su propio seno, cambios y
mutaciones que vienen de la mano de conceptualizaciones, categorías de muy diversas
esferas, lo que la involucra la necesidad de definir y re-definir conceptos y categorías del
propio campo. Es necesario destacar que esta situación además va pareja con otro aspecto
crucial en el desarrollo de una disciplina, como lo han señalado diversos autores22.
Comprende la configuración del conjunto de profesionales (comunidades científicas), sus
21
Si bien refiere al ámbito del centro escolar es extensible a toda propuesta que involucre ámbitos
escolarizados y pertenezcan al sistema educativo.
22
Stephen Toulmin, Tony Becher, Moreno Olmedilla, Castro Gómez, Tomás Popkewitz entre otros.
• • 76
filiaciones y posiciones ideológicas, las instituciones y los procesos por los que se generan y
transmiten nuevos conocimientos dentro de ella y que suponen su materialización social. 23
Podemos sostener junto a Castro Gómez que el “saber científico” se encuentra, ya de
antemano
[…] codificado al interior de un tejido de signos que regulan la producción del "sentido",
así como la creación de objetos y sujetos del conocimiento. “Políticas de interpretación”,
materializadas en universidades, editoriales, centros de investigación, instancias
gubernamentales, etc, producirían "efectos de verdad" de una determinada teoría y teorías,
definiéndose también, en el mismo movimiento, las fronteras que separan unas disciplinas
científicas de otras, asignando para cada una determinadas parcelas de saber. (www
ensayistas org/crítica/teoría/castro/castroG.htm)
23
Se reconoce como materialización de dichos procesos la publicación y circulación de textos y materiales.
• • 77
24
Aparatos y artefactos producto de la inventiva tecno-científca cuya base es el desarrollo y experimentación
en el campo de la innovación y diseño digital, como el ordenador personal, teléfonos celulares,
radiolocalizadores, reproductores de archivos de imagen y audio, asistentes personales digitales –palm- cajero
automático, medios de transmisión y recepción de imágenes y sonidos, libros digitales, etc.
25
Proyecto Alfa Tuning Latino América, Proyecto Columbus, MEXA, etc.
• • 78
26
Se concibe como un esquema que se representa por una cadena de elementos (fuentes de información,
emisor, canal, receptor, destino); donde la clave del modelo es la palabra información, pero no entendida como
“noticia” o informe” sino como un dato, una magnitud estadística que califica el mensaje independientemente
de su significación. Base de una línea de pensamiento conocida como la cibernética que tiene su origen en la
obra de Wiener (1948) y Shannon. Un recorrido de los “estudios en el campo de la comunicación” se puede
consultar:
http://www.astrolabio.unc.edu.ar/articulos/comunicacion/articulos/papalini03.php Vanina A. Papalini
Comunicación Artículos Astrolabio nº3 | Noviembre de 2006 | ISSN 1668-7515 La cuestión de la subjetividad
en el campo de la comunicación. Una reflexión epistemológica.
27
El autor rescata el carácter social de la comunicación, integrando una serie de postulados teóricos críticos
para el estudio sistemático de la comunicación en América Latina, para lo cual recupera y destaca los aportes
de Pablo Freire, Pasquali, como también de Eliseo Verón quien define al perceptor desmarcándose de la
clásica consideración del receptor pasivo, otorgando a la actividad de “recepción” selectividad, discriminación
interpretación involucrando en las decisiones al entorno extrayendo información de la realidad para orientar la
propia conducta, tomando en consideración y resaltando el lugar social que se ocupa.
• • 79
Mata se resalta la idea que aquello que se recibe no son sólo mensajes particulares,
reconocibles en sí mismos.
Es necesario destacar que el resultado de prácticas y procesos comunicacionales, remite
tanto a un código (lingüístico, sonoro, visual)- en virtud del cual los signos se articulan con
cierto significado- como y fundamentalmente a otras prácticas y sus respectivos productos:
a modos de decir, a medios para hacerlo, a tipos de circunstancias en los que ciertos
discursos se producen, como también a la índole de sus productores, etc. Es decir, que el
terreno del discurso social, de la cultura y la comunicación es consecuentemente, terreno de
modelación social y, por ende, terreno de disputas y negociaciones, conflictos y acuerdos
del orden del sentido." (Spinelli, E., 2003).
Este modo de conceptuar los procesos de comunicación lleva necesariamente a revisar una
serie de términos que habitualmente utilizamos para referir a la relación entre los agentes
educativos, a los vínculos de los procesos de enseñar y aprender –es decir los procesos de
transmisión-apropiación de saberes, objetos de conocimiento– como asimismo las
características particulares que asumen la adquisición de habilidades, destrezas,
competencias y desempeños comprometidos en dichos procesos.
Los debates en torno a la relación entre educación y comunicación son amplios y de gran
impulso en la última década, apartándose de la –ya clásica- reducción del fenómeno de la
comunicación a los medios, y tensándose con el llamado “imperialismo comunicacional”;
impulso apoyado por la convergencia de diferentes marcos epistemológicos de un creciente
número de disciplinas y enfoques que buscan comprender sus propios ámbitos y campos de
conocimiento con incidencia en la reformulación y análisis de modelos teóricos y modos de
28
representar los procesos comunicacionales al interior de los mismos . (Serrano Martin:
1981)
En este marco y en relación a la complejidad de las prácticas de enseñanza como prácticas
sociales y educativas, según venimos sosteniendo, cabe invitar a pensar acerca de la
comunicación en las prácticas educativas.
28
Ciencias biológicas, epistemología y teoría del conocimiento, descubrimiento científico, teoría general de
sistemas, Inteligencia Artificial, neurobiología, que a su vez abrevan en los desarrollos de la lingüística y la
seimiótica y la antropología comunicacional.
• • 80
ACTIVIDAD 11
- Identifique herramientas tecnológicas que haya incorporado durante los últimos (x) años
(especificar la cantidad de años a tener en cuenta) en las actividades personales y
profesionales (ocio, trabajo, estudio, comunicación, relaciones con las instituciones, otros).
- Redacte un breve texto para compartir –elija un colega y envíele el texto– acerca de las
incidencias que la presencia de dichas “herramientas” han provocado en sus hábitos y
costumbres.
- Con el compañero con quien ha intercambiado el último texto, elabore una presentación
(decidan en qué formatos y soportes lo realizarán o realizarían) respecto de aquello que
consideran son los elementos de un modelo de comunicación que favorezca procesos de
alfabetización en un ámbito o escenario escolar/izado.
29
Es momento de debates respecto a la incorporación de propuestas concretas de alfabetización digital
vinculados tanto a los sistemas de educación como en las empresas. Debates y análisis que tienen su punto de
convergencia y divergencia en el análisis de la “llamada” –debates en torno a la nominación también- sociedad
de la información, sociedad informacional, sociedad comunicacional, sociedad del conocimiento, sociedad de
la información y el conocimiento, sociedades (en plural) del conocimiento etc., (cada una de estas
nominaciones merece un desarrollo particular que excede el propósito de este módulo), debates apuntábamos
que responden a una profunda transformación estructural hacia el informacionalismo y que involucra análisis
en cuanto a los fundamentos institucionales y sus consecuencias sociales y el advenimiento de una cambio en
el modelo cultural y panorama sociocognitivo, esto es el reconocimiento de la inmersión digital del ser
• • 81
Poner en tensión modos de resolver situaciones que interpelan prácticas de apropiación, así
como reconocer los vínculos con materiales educativos en los procesos de aprendizaje
individuales, puede constituirse en objeto de indagación y a la vez referencia al involucrar
otras vías para compartir el conocimiento en este caso “mediados por la tecnología”; nuevos
modos interactuar con textos y discursos.
Sin hacer un análisis exhaustivo de los llamados nuevos procesos de alfabetización/es y con
ello los debates involucrados que tocan distintos ámbitos (económico y político), se
considera necesario referir al giro que desde la intencionalidad pedagógico-didáctica se
imprime a los procesos de enseñaza y aprendizaje. El postulado cambio de paradigma
(económico/político-cultural) pareciera exigir pasar de centrarse en los “contenidos” a
hacerlo en las “capacidades” del alumno, y (que éste) salga de los entornos cerrados para
actuar en entornos abiertos (Pérez Tornero,. 2004), discurso que inunda, tiñe todos los
ámbitos de formación como por ejemplo lo que se sostiene en la siguiente afirmación:
Se aduce que son las “nuevas” tecnologías junto a los “nuevos” entornos los que
potenciarían procesos de apropiación más críticos y conducentes a “verdaderos
aprendizajes” así como:
[…] se proponen acciones y cambios curriculares que atiendan al uso de las nuevas
tecnologías como herramientas que facilitan y favorecen nuevas formas de comunicación
que traspasan el tradicional modelo “unidireccional de profesor a alumno”, generando y
potenciando “comunidades de aprendizajes y la apertura a canales y redes de intercambios
múltiples. Se apuesta así a un tipo de formación que, sin dejar de lado otras alternativas
pedagógicas tradicionales, potencia además aquellas basadas en la resolución de
problemas, en e-learning by doing, metodologías que superan el paradigma meramente
repetitivo, mecanicista y transmisivo de contenidos para centrarse en el alumno y en el
objetivo de aprender a aprender (Suarez, Salazar 2006: ).
Además se afirma que al cambiar nuestros modos de comunicarnos se incide en los modos
en que conocemos, a la vez que el incremento de la información disponible también afectará
las maneras de organizarla, previendo para la actividad de enseñanza la preocupación por
desarrollar nuevas habilidades frente a la toma de decisiones y acceso a la información.
Desde nuestra propuesta en lugar de seguir en la lógica de tales discursos, que si bien
apuntan y destacan falencias en las prácticas “consideradas tradicionales y escolarizadas” de
transmisión, es necesario abrir a la reflexión y consideración de una más amplia
constelación de fuerzas.
humano involucra profundos cambios en sus modos de vincularse con el medio y los mismos procesos
cognitivos.
• • 82
Podríamos sostener que el acto o acción de comunicar en una institución educativa –como
en ámbitos y entornos que posibilitan el encuentro colectivo y la interfaz público/privado en
la gestación de un “fondo común de significaciones”30 propio de los “sistemas educativos”-
no necesariamente debiera ser sinónimo de “pacto” con la racionalidad tecnocrática o por el
contrario una lucha abierta y frontal con la “racionalidad instrumental” aduciendo la
necesidad de desaparición de la escuela (o toda configuración institucional que involucre el
modelo o formato escolar”) –tal vez llevando al extremo esa trillada metáfora de tirar el
niño con el agua sucia de la bañera31 –como pareciera ser la tendencia en muchas de las
exploraciones que ligan tecnología-comunicación y educación, poniendo la escuela o lo
escolar como causa de males o por el contrario como espacio salvífico, pero cerrando los
análisis a meras postulaciones retóricas.
Es en este sentido que consideramos necesario apuntar a un proceso reflexivo sobre las
propias prácticas de apropiación social y culturalmente situadas, ampliar el rango de las
preguntas significativas y genuinas que ligan al proceso de cambios y reformas de los
espacios educativos vinculados tanto a la docencia como a la investigación en los ámbitos
de formación superior, en los diversos campos disciplinares y en su relación con el medio
social y cultural del que somos parte.
30
Se puede considerar que los procesos de transmisión y apropiación involucrarían saberes socialmente
productivos definidos como “aquellos saberes que modifican a los sujetos enseñándoles a transformar la
naturaleza y la cultura, modificando su «habitus» y enriqueciendo el capital cultural de la sociedad o de la
comunidad, a diferencia de los conocimientos redundantes, que sólo tienen un efecto de demostración del
acervo material y cultural ya conocido por la sociedad [...]. Se trata de una categoría más abarcativa que
saberes técnicos, prácticos o útiles, aunque los incluye, y no tiene vinculaciones de causa-efecto simples con
los cambios en la sociedad o con los de la conducta de las personas. Pero no deja de intervenir en la
complejidad de factores que inciden en esos cambios. Las modalidades y la profundidad de esa intervención
son difíciles de medir, así como lo es lograr uniformidad en el significado adjudicado a la idea de los spp, por
parte de sus productores y usuarios», en A. Puiggrós y R. Gagliano (dir.) (2004): La fábrica del conocimiento.
Los saberes socialmente productivos, pp. 13-14, Rosario, Homo Sapiens.
31
http://ec.europa.eu/translation/bulletins/puntoycoma/100/pyc10025_es.htm El significado del original
alemán no ofrece mayor dificultad, pues se trata de una metáfora perfectamente meridiana: describe a alguien
que por negligencia, torpeza o atolondramiento, pierde algo de valor al desprenderse de algo que no lo tiene,
como haría quien, al tirar el agua de bañar a un niño, lo arrojara con ella.
• • 83
Tal como ya lo señalamos presentamos algunas notas que reflejan la especificidad de las
prácticas de la enseñanza en la universidad. Notas que en términos didácticos incidirían en
las propuestas para las clases en este nivel. En este sentido cabría mencionar desde una
enunciación que no implica un criterio jerárquico.
- El papel de la teoría en el proceso de transmisión y producción de conocimientos;
- la labor interdisciplinaria;
- la tarea investigativa;
- el trabajo en equipo docente;
Con respecto al papel de la teoría, cabe señalar que una fuerte preocupación en los ámbitos
académicos universitarios se vincula con la búsqueda de desarrollos teóricos que permitan
una comprensión genuina de las estructuras disciplinarias y de los diferentes enfoques al
interior de las mismas. Esto plantea la necesidad de apertura a dimensiones de análisis
diversas sobre las temáticas abordadas; el contacto directo con las fuentes evitando el uso
exclusivo de material de segunda mano (fuentes secundarias tales como manuales,
recensiones de textos) y recortes arbitrarios que descontextualizan el aporte de autores
seleccionados. Se trata, en suma, de superar la banalización del conocimiento, poniendo el
acento en desarrollos conceptuales relevantes que den cuenta del estado del arte y de los
debates actuales sobre las cuestiones objeto de estudio. Esto supone una actitud de alerta y
vigilancia epistemológica permanente, sobre todo cuando se reconocen las transformaciones
adaptativas que conlleva el hacer del conocimiento científico objeto de enseñanza.
• • 84
como formador y al mismo tiempo capitalizar el trabajo con pares como lugar para la propia
formación. Ello marca una clara especificidad en las relaciones con el conocimiento.
De hecho que la consideración discriminada de estos aspectos es sólo a los efectos de
señalar algunas particularidades de la enseñanza en la universidad, pero es necesario aclarar,
que su condición de existencia depende por cierto de la presencia simultánea de las mismas.
Así, la labor interdisciplinaria, por su construcción compleja, no es posible ya sin el trabajo
en equipo e incluso la tarea colaborativa entre equipos. Ello se relaciona con las condiciones
de producción necesarias para la labor investigativa. A su vez, es el resultado de la misma
en tanto y en cuanto los equipos y el trabajo interdisciplinario no son fruto de una decisión o
conformación burocrática sino que se constituyen convocados por problemas que requieren
la confluencia de diferentes aportes y la ruptura con las tradicionales fronteras
disciplinarias.
Estas consideraciones parecieran aún en muchos aspectos referenciarse más en el deber ser
que en el ser de las prácticas docentes en las universidades, en particular por las distancias
que en muchos casos se registran en diversos contextos y ámbitos institucionales. No se
puede obviar, en este sentido, que la univesidad, como toda institución educativa y por ende
social, alberga prácticas heterogéneas e incluso contradictorias. No obstante, el desarrollo
inusitado de las tecnologías de la información y la comunicación y la explosión del
conocimiento en diferentes campos y áreas van orientando inexorablemente las prácticas en
esta dirección.
32
Según se desprende de los temas enunciados, este apartado de Módulo hará énfasis en perspectivas, enfoques
y análisis críticos respecto de las prácticas evaluativas por su relevancia en la actividad docente y
principalmente en las decisiones involucradas en la misma. No se incluye un desarrollo de propuestas
instrumentales, que por la diversidad y complejidad que le es inherente demandaría su inclusión en un módulo
específico.
• • 86
quizás refleje más claramente el poder de decisión que el ejercicio de esta función implica.
Esta visión de la actividad evaluatoria ligada al poder y desde él al control, suele orientarse
en dirección a procurar básicamente elementos justificatorios de prescripciones y descuida
la tarea de indagación genuina de programas educativos y los resultados derivados de los
mismos.
En realidad, en la evaluación se sintetizan una magnitud de problemas de muy diversa
índole y se depositan una infinidad de expectativas. Por ello aparece, en general, como
espacio sobredeterminado. Es observado por los responsables de la política educativa, por
las autoridades, por los alumnos, por la comunidad y, finalmente, por los mismos docentes.
Si bien cada sector social puede tener representaciones diferentes en relación con el papel
que juega, todos estos grupos coinciden en términos globales en esperar que a través de la
racionalización de los procesos evaluativos se mejore la calidad de la enseñanza. Se
desconoce que la evaluación por sí sola no puede resolver los problemas que se generan en
otras instancias sociales.
Esta cuestión adquiere mayor relevancia cuando observamos que las prácticas de enseñanza
se realizan en un clima de evaluación constante, en tanto las tareas académicas comunican
criterios internos de calidad en los procesos a realizar y en los productos de ella esperados.
La dinámica de la enseñanza nos remite a un cierto clima de control sin que deba éste
manifestarse en procedimientos formales. Desde esta visión, parafraseando a Gimeno
Sacristán, la evaluación actúa ejerciendo, , una presión modeladora en las prácticas
cotidianas. Sirve como vía para dictaminar acerca del proceso de los alumnos por el
currículum, asignando promociones y certificaciones con lo que asume una función
reguladora. El problema reside básicamente en que a partir de estas connotaciones no se
distinguen los procedimientos realizados como función diagnóstica, de indagación-
información-, de los realizados como función sancionadora.
Esta función reguladora del currículum, en tanto proyecto político y social, se expresa en la
centralidad que asume la evaluación en la estructuración de la relación educativa. Según las
autoras Becerra, Garrido, Romo Beltrán y otras,34 la relación profesor- alumno se constituye
y se sostiene desde los sentidos y significados generados, explícita e implícitamente, acerca
de la evaluación en la situación didáctica en el marco de la clase. Su impronta está presente
de manera constante en la clase, en la interacción de docentes y alumnos con el
conocimiento. Situación en la cual la valoración del profesor se dirige hacia los alumnos
34
Cuyos aportes también hemos recuperado en la Unidad 1 de este Módulo
• • 88
para constatar tanto la adquisición de saberes como la aceptación de las normas que regulan
la vida en las aulas. Los alumnos, a su vez, enjuician al profesor y los juicios positivos o
negativos son también determinantes en el sostenimiento de los vínculos y de la propuesta
pedagógico-didáctica de cada clase.
Comprender esta centralidad de la evaluación en la relación educativa, permite visualizar
que la evaluación de los aprendizajes de los alumnos trasciende el ámbito académico. Según
Bertoni, A., Poggi, M. y Teobaldo, M. (1995) esto es así porque el aula y la institución –
universidad en este caso- inscriben en el campo educativo, el cual articula con otros campos
sociales como el científico, tecnológico, artístico, a su vez determinados por los campos
político y económico-laboral35.La función social de la evaluación hace evidente esta
articulación de campos sociales. Así, en la medida en que la evaluación sanciona la
adquisición o no de los aprendizajes considerados necesarios para el desempeño social y
laboral, sus resultados repercuten sobre el alumno evaluado, no sólo en términos
académicos sino que tienen un efecto “expansivo”, no siempre visible, sobre su inserción
futura en otros campos.
Las autoras de referencia sostienen que en los primeros niveles del sistema educativo, la
evaluación opera visiblemente articulando el juego de tres actores: docentes, alumnos y
padres; que entran en relación a través de las calificaciones, es decir, juegan el juego de las
notas, porque en las escuelas se producen, negocian y distribuyen calificaciones, que luego
circulan en otros campos, bajo la forma de certificaciones (diplomas, titulaciones) con valor
en el mercado. En los niveles superiores del sistema educativo, la evaluación vincula de
modo menos visible a los dos actores de la relación educativa (docentes y alumnos) con un
actor virtual: los futuros empleadores. En este sentido, en la relación pedagógica siempre
está en juego el valor social de los alumnos en tanto futuros trabajadores y ello remite a los
vínculos entre lo que se enseña y aprende en las universidades y las exigencias del mundo
de la producción y del trabajo.
Las dimensiones políticas y sociales de la evaluación demandan una reflexión respecto de
sus dimensiones éticas. Al respecto Álvarez Méndez (2001) sostiene que la evaluación
educativa es una actividad esencialmente práctica, orientada a la formación integral de las
personas que participan en los procesos educativos. Es sobre todo una cuestión ética, no
sólo una cuestión académica o de orden técnico. Los aspectos técnicos adquieren sentido
35
Las citadas autoras emplean la noción de “campo” en el sentido definido por P. Bourdieu, como “espacios
de juego históricamente constituidos con sus instituciones específicas y sus leyes de funcionamiento propias”.
• • 89
precisamente cuando están guiados por principios éticos. Si entre los aspectos técnicos
preocupa la objetividad, entre los éticos la preocupación se centra en la acción justa. No se
excluyen pero tampoco se confunden, ni se identifican. En esta línea de sentido, el autor
entiende la educación como acceso a la cultura y a la ciencia -bienes comunes
históricamente construidos-; lo cual demanda una preocupación por la acción éticamente
comprometida de la evaluación, más que por el afán de objetividad. De este modo, la
evaluación siempre estará al servicio de los sujetos directamente involucrados en los
procesos de enseñar y aprender: del profesor en tanto proporciona al alumno elementos para
reflexionar y mejorar práctica y de parte de éste en su necesidad de asegurar el aprendizaje
que le abre las puertas para la inclusión y la participación en los bienes culturales y
científicos. Cada profesor debe asumir el reto de no actuar arbitrariamente en sus
decisiones. Tomar conciencia de esto supone el compromiso en indagar los particulares
modos de articular las prácticas evaluativas en función de las diversas y singulares
situaciones en las que cada alumno se encuentre para evitar exclusiones en relación a la
participación del mundo político y productivo-laboral y de los saberes científico-culturales.
En virtud de estas articulaciones, y entramados de los diversos campos sociales y las
dimensiones políticas y éticas implicadas, sostenemos que la evaluación es un proceso
multidimensional. Fruto de la complejidad que lo caracteriza, los diferentes actores de cada
campo (académico, científico, tecnológico, político, productivo-laboral) le otorgan
significaciones, usos y alcances diversos.
En este sentido, evaluación no es un concepto unívoco, sino que remite a distintas
acepciones. Medir, verificar, constatar, estimar, apreciar, controlar, juzgar, valorar,
acreditar, examinar, comparar, interpretar, conocer, son algunos de los sentidos que se
asocian comúnmente a las prácticas evaluativas y dan cuenta de diversas perspectivas y
enfoques posibles de reconocer en relación a las mismas.
Álvarez Méndez en la citada obra, estructura el abordaje de la evaluación diferenciando dos
perspectivas: la racionalidad técnica e instrumental (que enfatiza aspectos cuantitativos)
sustentada en una concepción positivista del conocimiento36; y la racionalidad práctica y
36
El autor sostiene que para el positivismo, el conocimiento lo constituyen los hechos, los datos empíricos
como algo externo y ajeno al sujeto. En el afán por la objetividad reduce al máximo el factor humano en los
fenómenos estudiados. En esta línea, la llamada “Pedagogía por objetivos” reduce el conocimiento a una lista
de objetivos empíricamente observables, organizados en el currículum desde el que se controla de modo
experimental y externo al sujeto que aprende, se predicen sus resultados en términos de conductas
observables; separando medios de fines. Este sistema está basado en los valores de control, certeza, eficacia,
precisión, coste-beneficio, predictibilidad, estandarización y rapidez. Aplicado a la medición educativa del
rendimiento académico de los estudiantes, este movimiento científico se presta para la selección, clasificación
• • 90
y distribución según los resultados en diferentes niveles o medios educativos e incluso para la distribución
socio-laboral. Uno de los problemas de este modelo es que exige que el profesor traslade el conocimiento a
respuestas medibles, precisas e inequívocas.
• • 91
tiene un carácter "light", mucho más aceptable que el de control que no puede desligarse de
sus connotaciones represoras.
El control en la visión de Ardoino (1993), busca la simplicidad y transparencia de los
objetos expuestos al control. Para ello se conforma como un conjunto de procedimientos
tendientes a establecer la medida de la distancia entre el objeto o fenómeno y la norma o
modelo. En este sentido el control es monorreferencial, ya que en su búsqueda de la
transparencia necesita establecer las relaciones con una norma o modelo exterior y anterior
al objeto sujeto de la evaluación.
La intencionalidad del control es optimización de las acciones y servir de ayuda para la
toma de decisiones. El control busca verificar, revelar, establecer, constatar. Vale decir:
informa acerca del "estado" de algo, sin preocuparse de los "por qué".
Los controles son inherentes e imprescindibles en diversos órdenes de nuestra vida
(...) pero el solo control [de los procesos educativos](...) no es suficiente, porque hace falta
la interpretación del profesional [de los datos de esa situación educativa] “ (Rodríguez
Ousset, A., 2000.op.cit./ www.)
Tan sólo los datos que derivan de la función de control en tanto emisión de información37, “no
posibilitan comprender qué elementos en juego, propios de esa situación específica, constituyeron
las causas de tales resultados, cuáles son los principales problemas y/o las acciones favorecedoras de
logros. En el ámbito de las actividades de enseñanza y de aprendizaje la sola calificación de un
alumno a través de un instrumento, ya sea a través de números o conceptos, sólo arroja la ubicación
de su resultado con respecto a una escala, numérica o cualitativa pero no aporta elementos acerca de
las múltiples causas de tal resultado, no permite a los estudiantes comprender cuáles son los
procesos que deben modificar, reforzar, etcétera.
La evaluación: reconoce la complejidad y opacidad de las prácticas sociales. Desde tal
perspectiva se busca producir conocimiento acerca del objeto sujeto de la evaluación.
Se trata de captar el sentido de cada situación, de reconocer sus particularidades y no de la
búsqueda de la conformidad o no con modelos preestablecidos. Constituye una interrogación
acerca del sentido, el significado de tal o cual acción ¿por qué estos resultados del
aprendizaje?, ¿a qué finalidades responde el proceso educativo?
[…] se trata de un proceso hermenéutico en el cual tienen importancia no sólo los datos
explícitos, sino particularmente lo "no-dicho", los elementos que surgen en forma imprevista.
En el ámbito del control existen parámetros o modelos exteriores y permanentes, por el
contrario, en la evaluación resulta necesario elaborar, construir sistemas de referencia
inherentes a cada situación específica. No es posible la existencia de un único referente,
modelo o patrón sino que exige la construcción de una red de relaciones de elementos de
diverso orden. (Op. Cit./www)
37
Barbier diferencia entre operaciones de control y seguimiento cuyo resultado es la emisión de información
acerca del funcionamiento concreto de una actividad de formación, de las operaciones de evaluación, cuyo
objetivo, por el contrario, es la emisión de un juicio de valor acerca de tales actividades.
• • 92
38
• • 93
relación que se establezca entre evaluación e interés público; es decir, si se desarrolla sobre
la base de un encuadre de concentración de poder o de difusión del mismo (evaluación
democrática). Perspectiva esta última que se desarrolla a partir del consentimiento mutuo y
lo hace en función de acuerdos desde el mismo punto de partida y no sólo en relación a los
resultados. En esta clave de lectura, un contrato de evaluación necesita reunir ciertas
condiciones para ser equitativo, entre ellas: ausencia de coerción, racionalidad, negociación
y aceptación de los términos; la posibilidad de participar, el acuerdo conjunto, interés
comunitario, información completa y a todos los involucrados por igual; triangulación39 de
resultados, entre otras.
En este marco de ideas la práctica de la evaluación se considera en su dimensión social y
pública. Por ello requiere de principios sólidos; estar suficientemente fundada en los hechos
y ser aplicable, ajustada, pertinente a los casos a los que remite. En consonancia con House ,
tanto por su omnipresencia, como por el papel que desempeña, la evaluación tiene gran
relieve social, y transforma, justifica o desacredita los programas públicos. De ahí la
importancia de fomentar la reflexión acerca de la misma.
ACTIVIDAD 12
Identifique qué cuestiones o aspectos tiene usualmente en cuenta cuando evalúa a sus
alumnos y en base a qué datos emite su juicio de valor.
Reflexione y analice sus prácticas evaluativas en relación al sentido social de la evaluación.
39
El concepto triangulación plantea respecto de la evaluación, la necesidad de confrontar lecturas desde
distintos sujetos, técnicas e instrumentos y perspectivas de análisis.
• • 95
En esa línea de sentido, María del Carmen Palau de Mateu (1998) destaca la naturaleza
diferente de ambos conceptos, reconociendo que en la complejidad de las prácticas docente,
se homologan, entrecruzan o solapan. La acreditación refiere a un momento puntual de la
práctica evaluativa, que implica dar cuenta o rendir cuentas de los resultados de aprendizaje
logrados en un tiempo determinado. Es la certificación de conocimientos curricularmente
previstos. Responde a una demanda político-social e institucional que le requiere a cada
institución, en nuestro caso la universidad, la legitimación y convalidación de un mínimo de
conocimientos. Certificación del logro de ciertos productos o resultados de aprendizaje
previstos en los planes de estudio y que permite a los alumnos la movilidad en las
instituciones educativas y su inserción en el campo laboral.
La acreditación, certifica que se ha alcanzado un determinado nivel respecto de ciertas
“jerarquías de excelencia”, que Perrenoud (1990) define en tanto imagen ideal de una
práctica, asociada a parámetros estandarizados de excelencia. Parámetros que, en su
aplicación extrema, configuran perfiles que determinan la construcción del éxito o fracaso
académico.
Diferentes autores enfatizan que evaluamos para conocer, no evaluamos para calificar.
Alvarez Mendez advierte acerca de la pérdida de sentido genuinamente pedagógico de la
evaluación en las instituciones educativas, cuando se reduce a ejercicios de calificación y se
consagra en rituales estandarizados, actividades técnicas y rutinarias. Desde esta asignación
de sentido, la evaluación se reduce a un acto artificialmente fabricado: el examen, y pasa a
desempeñar otros propósitos y funciones que poco tienen que ver con una práctica formativa.
Se confunde así, la evaluación con la artificiosidad de la calificación, necesaria para la
clasificación y la redistribución social del conocimiento en relaciones sociales gobernadas
por criterios meritocráticos. En esta perspectiva la acreditación, deviene como un fenómeno
natural del que no es posible prescindir en los contextos académicos. En el marco de modelos
credencialistas, su necesidad se entiende e incluso se justifica por razones políticas,
económicas y administrativo-burocráticas. Desde esta inversión de sentido de los valores
educativos, las calificaciones y “notas” constituyen artificios que sólo constatan una posición
que se le atribuye al alumno en relación a su proximidad o distancia respecto de un parámetro
o norma ideal, pero nada dicen acerca del cómo y por qué de los resultados a los que arriba el
alumno. En particular, cuando se trata de comprensiones erróneas, nada dice respecto de
cómo superarlas o incluso cómo anticipar el fracaso.
Cabe destacar, entonces, la necesidad de restituir el sentido genuinamente pedagógico de la
evaluación como proceso de indagación y conocimiento éticamente comprometido con la
• • 96
formación y el aprendizaje de los alumnos. Proceso a su vez, a partir del cual, el docente
obtenga información relevante para reorientar sus propuestas didácticas, su intervención a los
fines de la enseñanza. Esto no implica una exclusión de la acreditación pues ello significaría
desconocer el papel de las instituciones en lo que hace a la legitimación de los conocimientos
requeridos para las promociones, certificaciones y titulaciones académicas. Sin embargo,
interesa enfatizar la necesidad de otorgar a la acreditación el lugar que le corresponde en las
prácticas docentes universitarias sin sobredimensiones que obturen y desvirtúen sus
propósitos como parte de la evaluación en sentido amplio.
Evaluar en el campo de la enseñanza, implica describir, analizar, interpretar y explicar los
procesos de aprendizaje. Se tata, en la perspectiva crítica que venimos desarrollando, de una
actividad argumentativa, contextuada y direccionada a la acción en vistas al “mejoramiento”.
El énfasis en acciones de indagación orientadas al mejoramiento marca un giro de
perspectiva en las prácticas evaluativas respecto de opciones centradas en la rendición de
cuentas y el control sancionatorio.
ACTIVIDAD 13
En relación a los aportes del módulo analice las ideas de “inversiones”, en Díaz Barriga, y de
“perversiones” y “controversias” en Edith Litwin y las incidencias de las mismas en las prácticas
evaluativas cotidianas en el contexto universitario. Para ello, les proponemos la lectura de un texto
de cada uno de estos autores:
- DIAZ BARRIGA, Ángel (1993). El examen: textos para su historia y debate. UNAM. México.
- LITWIN, Edith (1998). “La evaluación: campo de controversias y paradojas o un nuevo lugar para
la buena enseñanza”. En Camilloni, Alicia y otros. La evaluación de los aprendizajes en el debate
didáctico contemporáneo. Paidós. Bs. As.
- Sobre la base de las reflexiones elaboradas en el punto anterior, señale qué modificaciones
plantearía en la propuesta de evaluación de la cátedra cuyo equipo integra.
• • 97
Unidad 3
40
Desde la relectura que realizan Elsie Rockwell y Justa Ezpeleta (1987), que está enraizada en la tradición
antropológica redefiniéndola. Asimismo, no se puede dejar de mencionar al respecto, el sustantivo aporte
tanto teórico como empírico de los trabajos de Clifford Geertz; en particular, “La interpretación de las
culturas” y “El antropólogo como autor”, entre otros.
• • 99
dominantes) y los trazos que la historia deja en los sujetos sociales tras largos años de
escolarización. Mirada que tiene como efecto la homogeneización; registrar sólo la trama
uniforme de las propuestas político-oficiales; la pérdida de la singularidad, lo imprevisible,
las fracturas en el interior de la lógica instituida; dejar al margen los modos en que los
sujetos se constituyen en sujetos escolarizados, construyendo cotidianamente el sentido de
los fenómenos y procesos en que se involucran.
Categorías heredadas, desde las que se va construyendo un sentido común “académico” que
es la lente con la que se acostumbra a “mirar” la institución y el aula, que no posibilitan dar
cuenta de los procesos sociales que en ellas se materializan (procesos de apropiación,
reproducción, negociación, resistencia, intercambio, simulación, entre otros, según fuera
mencionado). Dinamicidad que, por lo mismo, se constituye en historia no documentada
contraponiéndose muchas veces a la “historia oficial”, la de los registros y estadísticas
consagrados por la institución. Es la historia no documentada, la que se trata de reconstruir
a la luz de este enfoque que sienta sus raíces en la recuperación de “lo cotidiano” como
categoría central, teórica y empírica; aquello que aparece como obvio, fragmentario,
recurrente, contradictorio, divergente, con efecto de sentido para los sujetos.
Esta perspectiva implica una búsqueda atenta de la comprensión del funcionamiento de las
instituciones educativas como agentes socializadores, tanto en la transmisión de contenidos
como en la formación de creencias y valores. En la rutina diaria de la vida académica se
transmiten visiones del mundo, pautas de comportamiento, rituales que suelen tener más
peso que el discurso formal. El funcionamiento de un grupo humano en términos de
movimientos físicos en el espacio y en el tiempo es relativamente sencillo de describir, pero
la comprensión de las relaciones sociales en ese grupo exige hacer referencia a expectativas,
intenciones y valores. Ello demanda la reconstrucción de aspectos fragmentarios, ocultos o
no manifiestos de la vida social que sólo es posible identificar a partir de indicios que es
necesario descifrar a los fines de avanzar en la comprensión.
La institución, con su efecto consagratorio de diferencias, instituye rituales y ubica a los
sujetos que en ella se mueven como sus portadores. Es por ello que en esta perspectiva se
impone una reflexión sobre la relación teoría-observación y sobre el papel de quien actúa
desde el lugar de indagación. En la pretensión de capturar la complejidad y riqueza de los
pequeños mundos que se constituyen en lo real, se incluyen categorías teóricas, sin que esto
implique adaptar el multifacético juego que se genera entre sujetos a tipologías o modelos
de análisis predeterminados. Se trata más bien, de la construcción de contenidos concretos a
partir de un proceso que integra la observación y momentos de interpretación y
• • 100
41
Cabe señalar, para quienes se interesaran en profundizar el tema que, en atención a la construcción social de conceptos
sobre esta perspectiva, fueron relevantes inicialmente los aportes de Peter Woods en sus dos libros que refieren a la
investigación etnográfica en educación. Al mismo se fueron sumando otros, que permitieron ganar en profundidad, en
particular en relación a los ejes de confrontación desde diferentes posicionamientos. Entre ellos los ya mencionados de
Elsie Rockwell y Justa Ezpeleta de mayor incidencia en nuestra perspectiva sobre el tema. Además, de otros
investigadores que, desde distintos centro de investigación en México, desarrollaron estudios en esta perspectiva, resulta
de singular importancia la incorporación, en la misma línea de indagación, de producciones de Elena Achilli, y desde otros
autores como, Goetz, Judith P. y Le Compte, Margaret D. (1988); Guber, Roxana (1991); Hammersley, Martín y Atkinson,
Paul (1994), entre los principales.
• • 101
ACTIVIDAD 15
En Investigación y formación docente, Elena Achilli -investigadora rosarina que desde los años 80
ha sido fundante* de una línea de trabajo socio-antropológico en relación con el trabajo docente-
integra en el texto un conjunto de producciones presentadas en distintos eventos. Las mismas se
articulan, al decir de su autora, en torno a lo que ella denomina “investigación socioeducativa”. Se
propone problematizar las relaciones entre investigación y formación docente. Visualiza el quehacer
cotidiano como un compromiso con la educación pública y al docente como sujeto privilegiado de la
“creatividad educativa”, más allá de las rutinas de un sistema burocratizado y limitado por las
políticas de ajuste.
Asimismo, la autora, desde su experiencia como coordinadora, refiere a uno de los dispositivos
privilegiados para la formación docente: el taller de educadores. Espacio en el cual considera que se
interrelacionan investigación y perfeccionamiento docente en actividad.
El libro da muestras de la preocupación central de Achilli respecto de la práctica docente como
campo particular de análisis que, desde su hipótesis de trabajo, resulta cada vez más neutralizado por
condicionantes de distinto orden. Compartimos con la autora la advertencia acerca del riesgo de
dogmatizar los planteos teóricos si no se relacionan con las propias experiencias y su invitación a
reformularlos.El primer capítulo analiza el sentido de la investigación en la formación docente y
define esta relación como “problemática”. Realiza luego ciertas aclaraciones conceptuales y plantea
que ambas actividades -investigación y formación- si bien obedecen a lógicas de “oficios diferentes”
tienen en común el trabajo con el conocimiento que se configura como campo de intersección entre
ambas. En ese marco, refiere a algunos de los aspectos de la investigación socio-antropológica, ideas
que le proponemos compartir al incluir el subcapítulo correspondiente. Con la intención de
profundizar y ampliar la perspectiva de análisis de las prácticas docentes en la institución
universitaria, le planteamos como derivación de la lectura los siguientes interrogantes:
¿Cuáles son las razones a partir de las cuales la autora opta por caracterizar el enfoque como “socio-
antropológico”?
¿Cuáles son los ejes en torno a los cuales aborda el tema?
¿Qué estrategias recupera a modo de herramientas de análisis?
¿Qué aportes considera Ud. valiosos de este enfoque para indagar-analizar las prácticas docentes y
de la enseñanza en la universidad?
* En las primeras producciones sobre el Taller de Educadores, trabaja con Raúl Ageno y Graciela Batallán, en
la línea desarrollada durante la década de los ’80 por Rodrigo Vera, PIIE, Chile.
42
Extractado de Tesis doctoral Gloria Edelstein. Cap. 4 Inédita.
• • 102
justamente el estudio de los relatos y narrativas de los docentes nos lleva al corazón mismo
de su saber pedagógico, que se expresa en cuatro dimensiones: la experiencia práctica, la
interpretación, la reflexión y la transformación.
Respecto de la experiencia práctica, lo interesante es que al codificar las experiencias en
forma narrativa, en ocasiones, el mundo del docente caótico, impredecible y
multidimensional, logra cierta organización, proyectando un determinado nivel de saber
práctico que informa las acciones. Al escuchar historias que los profesores cuentan para
explicar la esencia de lo que saben y utilizar la forma narrativa se asigna sentido a los
acontecimientos invistiéndolos de coherencia. En la construcción y el relato de una narrativa
hay siempre alguien que es intérprete y que está situado entre las experiencias y los esfuerzos
por entenderlas y describirlas. Los relatos no son nunca meras copias o imágenes
fotográficas; son interpretaciones. Ello significa disponer de los códigos narrativos de la
cultura de que se trate. Significa que aprendan a mirar y comprender textos, prácticas y aulas
pedagógicamente; y, para comprender es preciso reconstruir con “ojos de búsqueda”. Las
lecciones más importantes de interpretación pedagógica se aprenden en el trabajo mismo, en
ciclos de aplicación práctica y reflexión. Reflexión que vuelve sobre los hechos pasados que
toman la forma de relato adquiriendo sentido en los mismos.
Las narrativas se configuran como un instrumento transformador cuando nos permiten
comprender el mundo de nuevas maneras; nos ayudan a comunicar ideas a los demás y ello
acontece cuando descubrimos nuevos significados asimilando las experiencias a un esquema
narrativo. En este sentido, Gundmundsdottir entiende que ha llegado el momento de
considerar la enseñanza como un texto intemporal, una interminable tradición de historias
contadas y vueltas a contar para desde la interpretación llegar al meollo del saber
pedagógico. La narrativa, como lente interpretativa, en el intento de reflejar y a la vez
comprender las complejidades de la naturaleza relatada de las vidas humanas, permite
ampliar las fronteras y, por ende, los horizontes de conocimiento de determinado campo de
prácticas. Y esto es central cuando la práctica es mutable, cambia con el tiempo y presenta
nuevas configuraciones que no pueden ser desconocidas.
Desde lo que designa como historias integrales, Hunter Mc Ewan (1998) procura enfatizar el
poder que tienen las narrativas sobre las maneras en que pensamos la actividad docente, lo
que incide en el desarrollo de una perspectiva crítica. En este marco, su planteo es seguir esta
huella en dirección a futuro y con ello tomar distancia de enfoques científicos reductivos en
el estudio de la enseñanza, para desplazar la atención de fenómenos exteriores y observables
a la rica vida interior de los docentes, sus decisiones, sus planes y debates, sus hábitos de
• • 104
reflexión. Asumir así, una posición atenta constantemente a lo que la enseñanza no es, para
desde el acto de la crítica, encontrar los métodos apropiados para estudiarla y mejorar
nuestras conceptualizaciones sobre la misma. En esta búsqueda, traspasar el límite del
esencialismo por el que la enseñanza al concentrarse en la mente de los docentes pierde
contacto con los contextos sociales en que su raciocinio ocurre; reconocer no sólo cómo son
las cosas, sino cómo cambian las cosas. Recuperar en relación al acto de enseñar, la historia
que como práctica tiene lugar en el tiempo y a lo largo de un tiempo. Esto significa, según el
autor, que para entender la docencia necesitamos sumergirnos en el pasado, y no sólo en el
pasado de los docentes individuales sino también en las tradiciones de práctica pedagógica
dentro de cuya órbita los maestros piensan y trabajan. La docencia no es a-histórica y sería
posible relatar muchas historias que dan un sentido diferente al enseñar.
En esta clave de lectura, entender que los estudios sobre la docencia no deben limitarse a
investigar las prácticas actuales sino que precisarían explorar también aquello que la
enseñanza podría llegar a ser. Así, en lugar de anclar los estudios sobre la enseñanza en
fundamentos inamovibles, abrirse a procesos de comprensión interpersonal en dirección a la
exploración de las múltiples maneras en que es posible entenderla. El resultado de esta
reorientación hará posible acotar la brecha entre la teorización acerca de la enseñanza y el
estudio empírico de las prácticas docentes. Asumir entonces un compromiso reflexivo en
tanto expresa qué hacemos y por qué lo hacemos; ensancha nuestra comprensión e incide en
las consecuencias de nuestras acciones.
Desde la perspectiva de Mc Ewan, las prácticas nunca están desprovistas de cierto nivel de
comprensión teórica o preteórica por lo que comprometerse en una de ellas requiere hablar la
lengua que le es propia. Los cambios en el lenguaje son también cambios en la práctica y los
discursos acerca de la misma. Aún incompletos o hasta faltos de coherencia, son siempre
compartidos en diversos grados por la comunidad que participa de una práctica por lo cual
los sentidos atribuidos a las acciones, forman parte del reservorio común de sentidos del
grupo. Son intersubjetivos y no se imponen desde fuera sino que surgen en el marco de la
propia actividad. Por ello resulta imposible toda teorización que trate de abordar prácticas
desde un punto de vista externo y neutral. Si la pretensión es explicar una práctica de una
manera que vaya más allá de la auto-comprensión de sus agentes, ello sólo es posible si no se
ignora el nivel actual de comprensión teórica implícito en ella. Las teorías justamente de esta
manera, hacen explícitas las comprensiones básicas y luego las amplían, critican, o
cuestionan.
• • 105
Es que cambiar el lenguaje desde el que se entiende una práctica, produce cambios que se
incorporan a su historia a la vez que a futuras orientaciones de la misma. En este sentido, la
narrativa, lenguaje reflexivo de la acción y las prácticas humanas, no sólo discurre acerca de
la práctica sino que forma parte de las prácticas que constituye. Comprender que la docencia
está informada por la narrativa nos hace verla en tanto práctica como contingente y revisable
y admitir que puede haber maneras inexploradas de interpretarla. Al contar historias acerca
de la enseñanza se hace algo más que registrarlas, potencialmente se las altera modificando
las maneras de pensar y actuar de los docentes. Encontrar nuevos lenguajes que permitan
trascender su estado actual y considerar otras formas de concebirla; implica encontrar
también nuevos sentidos y con ello reconocer mejores maneras de enseñar.
Cada vez más en estudios sobre experiencias educativas se recupera la tendencia en los seres
humanos a contar historias y desde ella las formas en que interpretan sus mundos.
Investigadores narrativos recogen, describen, cuentan y escriben relatos de experiencia que
adoptan la forma de historias de caso, biografías, historias de vida, fragmentos de vida, entre
otras. En esta dirección, se caracteriza la investigación como colaborativa, constituida
sobre la base de una unidad narrativa compartida que requiere de una relación intensa.
Relación que necesita ser construida como una comunidad de atención mutua en tanto todos
los participantes se vean a sí mismos como miembros de una comunidad con propósitos
compartidos. Cuestión destacable si tenemos en cuenta que en las relaciones entre
investigadores y docentes se ha mantenido a estos últimos por mucho tiempo en silencio,
como meros objetos de estudio. Despojados de una voz propia, los docentes han encontrado
difícil sentirse animados y autorizados a contar sus historias.
Desde esta perspectiva se enfatiza la necesidad de prestar atención a la forma de situarse en
los vínculos con otros, comprendiendo según se señalara, que los participantes modelan en
sus prácticas una cierta valoración y confirmación mutua. Se impone la necesidad de
tiempos, de espacios y de voz. Hablar por uno mismo y sentirse oído por otros; voz que
sugiere vínculos, el vínculo del sujeto con el sentido de su experiencia.
Son importantes en este trabajo, los datos empíricos que pueden ser recogidos en forma de
notas de campo de la experiencia compartida, en diarios, transcripciones de entrevistas,
observaciones; acciones de contar relatos, escribir cartas, producir escritos autobiográficos;
documentos como programaciones de clase y diferentes producciones escritas para las
mismas, desde normas, reglamentos, imágenes, metáforas. El sentido de la narrativa siempre
es construido sobre la base de una fuente rica de datos que enfoquen particularidades
concretas y permitan sobre esta base relatos potentes. La escritura, es igualmente importante.
• • 106
adecuado, un delicado giro mental en los participantes; una particular sensibilidad que haga
posible que se reajusten horizontes temporales, sociales y culturales.
En líneas de síntesis, más allá de los dilemas planteados, encontramos en la investigación
narrativa -en su encuadre de esclarecimiento de los alcances en la conformación inicial y
sostenimiento a lo largo del proceso investigativo de una comunidad de atención mutua-, una
perspectiva orientada a posibilitar procesos de democratización genuina y no formal en la
integración de diferentes protagonistas en el procesos de indagación. En tal sentido,
valorizamos particularmente el esclarecimiento simultáneo de la necesidad consustancial de
colaboración en profundidad creciente en cuanto a los niveles de compromiso, junto a la
clara delimitación de responsabilidades, particularmente por las condiciones de producción.
Esclarecimiento que se entiende transparenta situaciones de la realidad y, al hacerlo, asume
resguardos éticos y a la vez políticos que suelen enmascararse desde posiciones que postulan
alternativas, que impugnan en los modos de proceder en la práctica los principios
declarativos que sostienen.
Nos importa señalar, finalizando este apartado, que la complementariedad entre los abordajes
socio-antropológicos y de la narrativa en investigación educativa, permiten avanzar
significativamente tanto en el plano de la investigación como de la intervención profesional
en lo relativo al análisis de prácticas de enseñanza.43
ACTIVIDAD 16
43
Un interesante aporte que acerca la investigación narrativa a los estudios etnográficos es el que realiza Remeis
Arnaus. (1995) La autora, al dar cuenta del contexto de la investigación y justificar las decisiones
metodológicas, señala su opción por los estudios etnográfico por cuanto tienen en cuenta las voces de los
protagonistas implicados en el estudio.
• • 108
44
Extracto Tesis Gloria Edelstein (inédita) capítulo 2.
45
En relación a la categoría “comunidades académicas”, reconocemos a Tonny Becher (2001), como uno de
los referentes claves, tal como que se visualiza en el Módulo I.
46
Es posible identificar desarrollos específicos sobre la cuestión, en el marco de lo que se define en el campo
pedagógico como pensamiento anglosajón desde autores como Fenstermacher, Stenhouse, Elliot, Eisner, Schön,
Argiris, Zeichner, Tabachnik, Liston, entre los principales y en Europa continental, particularmente en España,
con los trabajos de Pérez Gómez, Angulo Rasco, Contreras, Arnaus, Salinas Fernández y Montero Mesa entre
otros. Desarrollos que tienen amplia difusión desde la producción editorial que llega a Argentina a partir de la
reapertura democrática en los ´80 (siglo XX) y luego con los procesos de reforma de los ´90 (siglo XX).
Indagaciones posteriores indican que existe también un significativo avance en el abordaje investigativo de la
cuestión en países como Noruega, Holanda, Portugal, Australia, Canadá, Chile y Brasil.
• • 109
dialéctico. Está atenta a los procesos de pensamiento, las situaciones y contextos en los que
se desarrollan y expresan. En definitiva, no reflexionamos en un vacío. En ningún caso se
puede, según Kemmis, entender la reflexión sin referirse a la acción y al contexto. Para
comprenderla, es necesario saber cómo se orientan los actores a la acción por la reflexión y
cómo se orientan a sí mismos en relación con el contexto histórico en el que deben actuar.
Tres observaciones permiten convencernos, en perspectiva del autor, que la reflexión está
situada y orientada socialmente: tiene una estrecha relación con el lenguaje en el marco de
la conversación, aún cuando pueda entenderse como la conversación de la mente consigo
misma; las ideas y comprensiones que dan forma y contenido a nuestra reflexión, nos
vienen dadas a partir de un mundo de sentidos y significados socialmente construidos; los
frutos de la reflexión, nuestras acciones, cobran significado y significatividad en un mundo
social en el que justamente los otros nos comprenden a partir de éstas y en referencia a las
formas de vida que compartimos con los demás.
La reflexión en tanto está al servicio de los intereses humanos implica siempre un proceso
social y político, orientado a la acción, que forma parte de la historia. Es por todo esto, que
no es de ninguna manera a-política. En tal sentido, lo que distingue a las tres formas de
reflexión no es si son políticas, sino hasta qué punto problematizan su carácter como tal. Por
ello, no se presenta nunca en perspectiva del autor como contemplación sosegada. Se trata
de una práctica que posibilita la transformación de la “materia prima” de nuestras
experiencias en determinados productos (comprensiones, compromisos y acciones)
expresión del poder de reconstituir la vida social. Ello requiere el análisis profundo de las
situaciones históricas y sociales que la enmarcan y, a su vez, el estudio de sus
consecuencias. Así considerada, no puede ser concebida como un mecanismo o ejercicio
puramente especulativo en la construcción de interpretaciones o significados. En todo caso
el poder de analizar y a la vez transformar las situaciones; expresa en el ser humano su
capacidad de agencia en tanto productor de la historia sin que ello signifique perder
conciencia de ser a su vez producto de ella.
Los métodos de investigación, acordes al planteo de Kemmis respecto de la reflexión como
práctica, requieren el análisis concreto en las situaciones particulares de la relación
mutuamente constitutiva entre el pensamiento y la acción, que delinean precisamente el
objeto y la temática de la reflexión en un caso determinado; y la relación mutuamente
constitutiva entre el actor y el mundo social del que forma parte. (Op.cit.).
Para ello, los estudios deben tener acceso a las categorías de pensamiento y compromisos
por parte de los actores en cada situación. Deben también ser prácticos, orientados a la
• • 110
Las ideas de Dino Salinas Fernández (1994) expuestas en su trabajo “Reflexión del
profesor: la novedad de un viejo principio”47, nos resultan especialmente significativas en
consonancia con las aportaciones hasta aquí analizadas.
[…] Hay términos o conceptos que, con el tiempo, se ponen -o se imponen- de moda en el
lenguaje más o menos especializado de un ámbito de trabajo o pensamiento. En ocasiones su
función es la de sustituir viejos conceptos con similar significado; en otras, adjudicar
significante a nuevas ideas u objetos. Sin embargo, en otras, suele suceder que conceptos
aparentemente novedosos quizás no son tan nuevos, sino que se trata de reapariciones de ideas
ya reivindicadas en anteriores, más o menos lejanas tradiciones de pensamiento, aunque es
posible que dicha reaparición vaya acompañada de una reconceptualización de aquéllas viejas
ideas. […] (Op.cit.: 81)
Desde su visión, este es el caso del concepto de reflexión del profesor, utilizado
recurrentemente en los últimos años, en diferentes instancias, con diferentes propósitos y
también con significados diferentes aunque siempre asociado, al menos en términos
declarativos a la mejora del trabajo de profesores/as. Sobre esta base, sugiere que para
comprender realmente su alcance […] el procedimiento no es acudir al diccionario
pedagógico, ni al sentido común, sino situarlo adecuadamente en el marco teórico e
ideológico que le da cobertura y significado […] (Op.cit)
En esta línea de sentido, considera que uno de los problemas que derivan en la
vulgarización del discurso teórico sobre la enseñanza,
[…] es la costumbre de tratar de ejemplificar categorías o constructos de carácter teórico,
en la figura de un hipotético profesor de supuesta pureza epistemológica: profesor
tradicional versus profesor innovador […] Así, por ejemplo, frente a la figura de ese
profesor o profesora que reflexiona codo a codo con otros colegas de su escuela
deliberando sobre aquello que hacen, el por qué lo hacen y cómo podrían hacerlo, y
tomando decisiones informadas e inteligentes, suele dibujarse, como antagónico, a ese otro
profesor, técnico de la enseñanza, aplicador de decisiones ajenas, dócil a las regulaciones
administrativas, individualista, encerrado en su aula a cal y canto, tradicional y hasta
probablemente dogmático y rutinario. […] (Op.cit.: 82)
Lo cierto es que, en perspectiva de Salinas Fernández, estas delimitaciones extremas a las
que aparentemente tan acostumbrados estamos, con frecuencia nos alejan de las prácticas en
el día a día; cotidianeidad que viene a situarse entre los extremos ejemplificados, y desde la
que hay que hallar las posibilidades y limitaciones de los procesos reflexivos de los
profesores. Desde este punto de mira, el problema ya no debiera quedar circunscrito al acto
en sí de reflexionar por parte de los profesores sino a la consideración del valor y alcance de
tal reflexión y de sus límites como motor de fundamentación y cambio cualitativo de las
prácticas de enseñanza.
47
Nos referimos a su escrito publicado en Cuadernos de Pedagogía N° 226, Fontalba, Barcelona.
• • 112
Es desde estas postulaciones que advierte sobre los límites que se plantean al apelar a la
colaboración entre las tareas y objetivos de la ciencia, que no siempre tendrían la
posibilidad de dar cuenta de necesidades de la práctica profesional. La investigación puede
ayudar a mirar lo que está aconteciendo, pero es desde la reflexión acerca de lo que debería
estar aconteciendo en los espacios educativos que emergen respuestas normativo-
prescriptivas que operan como orientadoras de las acciones de los profesores.
Ayudar al profesor a revisar los razonamientos prácticos que sustentan sus prácticas y
presentarle evidencias sobre sus principales premisas, le ayuda a reconocer algunas
prob1emáticas antes no visualizadas. La continuidad de este proceso, para Fenstermacher,
hace del docente un estudioso de sus propias prácticas. Desde su perspectiva entonces, la
mera producción de conocimiento acerca de la enseñanza no contribuye por sí misma a la
formación de profesores. En realidad el punto central estaría en la posibilidad de que
estudiosos de la enseñanza pudieran incidir en que los docentes se conviertan a su vez en
estudiantes de su enseñanza.
Al poner la mira de su indagación en los argumentos prácticos de los profesores,
Fenstermacher intenta una vía de acercamiento entre la investigación educativa y la
práctica. En tal sentido, señala que los argumentos prácticos representan un instrumento
analítico ineludible para ayudar a los docentes a posicionarse como profesionales reflexivos.
Advierte, sin embargo, que el trabajo en torno a tales argumentos no permite, en muchos
casos, dilucidar los supuestos subyacentes. En ocasiones, más que examinar o dialogar
sobre los mismos, surgen posturas defensivas, se presentan de modo tal que justifican las
razones básicas sobre las que asientan en lugar de develar conflictos y ambigüedades
presentes en muchos casos en las prácticas. De ahí la utilidad del conocimiento derivado de
la investigación para la reflexión y por ende, la necesidad de articularlo con los que generan
los profesores.
Respecto al planteo de este autor podrían señalarse algunas observaciones, principalmente
la no consideración de las limitaciones sociales e institucionales. En rigor, no presta
especial atención a las creencias de los futuros profesores sobre el contexto social, político y
cultural de la escolarización. Justamente es esta observación, planteada en términos críticos,
el punto de partida de las postulaciones que Kenneth Zeichner (1993) desarrolla sobre el
tema, y que resulta indicativa de ciertas pistas a profundizar.
Este autor recalca que, bajo la aparente semejanza existente entre quienes suscriben el lema
de la reflexividad hay importantes diferencias de perspectiva. Así, una lectura cuidadosa
• • 114
Desde la lectura crítica de modalidades que en algunos casos adoptan las propuestas
inscriptas en el lema de la “reflexión” y el “profesional reflexivo”, podemos inferir que las
mismas, en ciertas ocasiones, tienen muy poca relación con la auténtica promoción del
desarrollo del profesorado, una de las principales vías de efectiva democratización de los
procesos de reforma educativa. Más aún, en lugar de acentuar la autonomía en relación a
intenciones, decisiones, acciones, se crea con frecuencia, una ilusión de desarrollo que
mantiene de maneras sutiles la posición subordinada de los docentes. La interacción
simultánea de múltiples factores y condiciones genera problemas que no pueden resolverse
a partir de reglas o técnicas preestablecidas; de ahí la necesidad de un conocimiento
emergente, elaborado en el propio escenario de las prácticas. Sin embargo, así como no
cabe esperar la pertinencia o adecuación exacta de formulaciones explicativas elaboradas
fuera de dicho contexto, tampoco sería lícito reducir el análisis a las explicaciones y
propuestas elaboradas desde las prácticas mismas sin que medie la consideración crítica de
la incidencia en ellas de los intereses dominantes en la cultura académica.
En este marco, y en proximidad con otros estudiosos en el tema, tanto Zeichner como
Fenstermacher manifiestan, que es preciso superar la relación planteada en términos
dilemáticos entre la sensibilidad experiencial y la indagación teórica. Si interesa el
conocimiento de las prácticas reconociendo las peculiaridades de cada situación concreta,
no se pueden obviar las necesarias relaciones entre el bagaje intelectual fruto de la propia
experiencia y el saber público de la ciencia y las artes disponibles. Es en este punto en que
juegan un papel fundamental los procesos reflexivos, entendidos como comprensiones
situacionales. Los docentes construyen en forma permanente su propio conocimiento
cuando se posicionan en esta suerte de conversación tanto con la situación como con los
presupuestos subjetivos que orientan su pensamiento y su acción en cada escenario
concreto. A ello hay que integrar, sin duda, el conocimiento que, generado en otros tiempos
y espacios, sirve de soporte teórico, permitiendo al docente nuevas construcciones de orden
conceptual desde las cuales interpretar y comprender las problemáticas de la práctica objeto
de análisis. Coincidiendo con este planteo, cabría preguntarse si en situaciones en que las
limitaciones y restricciones sociales e institucionales son tan fuertes, es posible obviar, sin
pecar de ingenuidad, el análisis respecto de sus efectos en las prácticas docentes.
En clave de síntesis de las líneas de investigación y postulaciones hasta aquí presentadas,
resultan valiosas las aportaciones de Zeichner en este caso en coautoría con Tabachnick
(1991). Como resultado de sus estudios, identifican cuatro grupos de propuestas en la
práctica reflexiva en EE.UU., destacables, por su impacto a partir de la importante
• • 116
producción editorial que sobre la cuestión circula en nuestro contexto. Refieren a las
mismas también en términos de tradiciones y otras categorizaciones ya presentadas. Cada
una enfatiza una problemática eje, que en abreviada caracterización se presentan como:
1- Académica, que focaliza en el papel de los contenidos y el conocimiento de la disciplina
como la forma más apropiada de preparar a los profesores para ejercer su trabajo. El centro
son las deliberaciones del profesor acerca del contenido y sus transformaciones para que los
alumnos puedan comprenderlos. Shulman, principal representante de esta posición, sostiene
que el proceso de reflexión no se puede realizar en el vacío. Se tiene que hacer sobre
determinados contenidos, lo que desde su perspectiva implica estudiar el conocimiento que
los profesores tienen de la materia que enseñan, cómo la trasladan y transforman en
representaciones escolares comprensibles. Este conocimiento base operaría como
legitimador de la profesionalidad de los profesores.
2- De eficiencia social que, a su vez puede ser interpretada, según lo señalan estos autores,
desde dos vías diferentes. Una, de corte tecnológico, que consiste en enseñar a los
profesores las destrezas y competencias que la investigación ha mostrado asociadas con
resultados deseables en los alumnos. La otra, quizás más amplia, de orientación deliberativa
y, por tanto, más pertinente a la idea de práctica reflexiva, propone que los resultados de la
investigación sean usados por los profesores junto con otra información para resolver
problemas de la enseñanza. Esta vertiente estaría asociada a la enseñanza como un proceso
de toma de decisiones, en cuyo marco plantearía las relaciones investigación–práctica de la
enseñanza.
3- La designada como evolucionista, centra su preocupación en el desarrollo del aprendizaje
en los estudiantes como base para determinar los contenidos de la formación de los futuros
profesores. La enseñanza debe ser sensible a los intereses, pensamientos y patrones de
desarrollo de los alumnos y el docente debe ser capacitado para realizar indagaciones desde
sus propias clases en torno a esta cuestión.
4- La tradición reconstruccionista social. En ella, la atención del profesor se centra
interiormente en su propia práctica y exteriormente, hacia las condiciones sociales en las
cuales éstas prácticas se sitúan. La idea base es potenciar un impulso democrático y
emancipatorio por parte de los profesores. Esto implica un compromiso con la reflexión
como práctica social para lo cual se plantea la necesidad de crear comunidades de
aprendizaje. Se constituye en consecuencia, como preocupación central, la relativa a los
contextos sociales de la escolarización.
• • 117
Lo que resulta de especial interés en esta clasificación, es la posterior inclusión por estos
autores de una quinta orientación designada como “reflexión genérica”, expresión que
paradojalmente, desde su ambigüedad devendría en categoría fértil para comprender el por
qué de ciertos discursos sobre el tema a los que ya se hiciera referencia. Se trata en este caso
de una preocupación por la enseñanza reflexiva en general, sin importar el contenido de la
reflexión, sus fundamentos, su intencionalidad. La idea central es que las acciones de los
profesores serían mucho mejores si fueran más deliberativas e intencionales. Basándose en
la distinción inicial realizada por Dewey (1933) entre acción reflexiva y acción rutinaria
pareciera que este razonamiento no necesitara dirigirse a aspectos como el contenido, los
procedimientos, los sujetos, el contexto. Sin embargo, -y esto ha sido señalado, por distintos
autores, en diversas producciones y contextos-, según hemos analizado en este apartado, en
la medida que todos los profesores son reflexivos en algún sentido acerca de su propio
trabajo, es claro que un planteo de reflexividad en términos generales resulta insuficiente.
La idea que la enseñanza mejora sólo porque los profesores deliberen más y sean más
racionales en relación a sus acciones no resulta convincente. Lo central, es el tipo de
reflexión a que se convoque, tanto por su contenido, su intencionalidad y los modos de
abordarla. El propósito es que los profesores estudien la enseñanza de forma deliberativa
conozcan lo que están haciendo, por qué lo hacen y qué sucederá como resultado de lo que
hacen.
El movimiento que postula el concepto de “práctica reflexiva”, de inusitado desarrollo en
las últimas décadas del siglo pasado -en particular desde los 80 en adelante-, aún desde sus
diferencias, ha orientado sus planteamientos enfatizando la necesidad de cambios en los
enfoques para la formación del profesorado como un camino ineludible para concretar
propuestas diferentes en los procesos de práctica profesional. Las producciones que dan
cuenta de su emergencia y desarrollo muestran adherentes en diferentes países del mundo,
en buena parte de los casos asociados a procesos de reforma educativa.
Diversos autores coinciden en señalar que el apogeo de estos enfoques encuentra su razón
en una combinación de factores como condiciones de posibilidad. Entre ellos, sin duda
juegan un papel significativo los planteamientos que, en el contexto de dichas reformas,
reivindican la autonomía profesional de maestros y profesores en tanto agentes curriculares
significativos, enrolando en posiciones que avalan lo que podría caracterizarse, en nuestra
expresión, como “profesionalización genuina” del quehacer docente. Posiciones que toman
distancia de los discursos populistas y demagógicos -frecuentes también en tiempos de
reformas- que en definitiva aluden a la reflexión en términos simplistas pero no ingenuos ni
• • 118
ACTIVIDAD 17
Más allá de la recuperación directa de esta obra del autor, nos parece oportuno mencionar
por las relaciones con el tema que nos ocupa, que el Prólogo a la primera edición española,
a cargo de Jurjo Torres Santomé (1991, p: 11), tiene como sugestivo título: “La práctica
reflexiva y la comprensión de lo que acontece en las aulas”.49 Proponemos, en
consecuencia, la lectura de este texto y la recuperación en breve síntesis de las principales
postulaciones.
48
El original es de 1984, Academia Press Inc. La edición de Morata de 1988 es en Madrid.
49
Sugestivo, por cuanto en el momento en que Jurjo Torres escribe este Prólogo, en España se ha extendido
considerablemente en el mundo académico el debate acerca del papel de los procesos reflexivos en la práctica
profesional de los profesores y por ende en sus procesos de formación.
• • 119
En suma, pareciera ser que la orientación reflexiva concita un importante nivel de acuerdo
entre quienes apuestan a la mejora en la enseñanza y otorgan en ello un papel relevante, si
bien no excluyente, a los procesos de generación de conocimientos por parte de los
profesores. Por ende, a las herramientas conceptuales y metodológicas de las que necesitan
apropiarse, para participar en los mismos desde una posición de autonomía intelectual y, a
la vez, con la conciencia social y ética que requieren.
50
“Buenos”, en su doble connotación epistemológica y moral según lo planteara inicialmente
Fenstermacher.
• • 121
51
Tema central objeto de desarrollo en la mencionada tesis doctoral de Gloria Edelstein
• • 122
ocasiones siente como “sus fracasos”; reconoce también sus avances y proyecta a futuro. En
esta clave de análisis, la práctica reflexiva requiere sistematicidad, ser regular y metódica; y
este aprendizaje necesita ser construido desde una formación específica que provea las
herramientas conceptuales y metodológicas pertinentes.
La perspectiva de reflexividad que oriente estas propuestas, no puede traducirse en una
autojustificación complaciente que termine salvaguardando el statu-quo. Requiere ser
adoptada y practicada como una manera de ejercer la crítica, desde un compromiso
epistemológico, ético y político. Esto significa aprender y enseñar a comprender en cada
circunstancia, en cada situación, en diferentes sujetos, las múltiples formas de manifestación
de los gestos del oficio que otorgan identidad a estas prácticas. Aprender a reflexionar desde
una mayor lucidez. Hacerlo, sobre la base del diálogo, el trabajo colaborativo y la apertura a
la crítica, en contraposición a una cultura profesional que lleva la marca de una cultura de
trabajo sustentada en el aislamiento.
Sin embargo, las formas arraigadas de pensar, decir y hacer en los ámbitos educativos,
todavía en muchos casos a raíz de viejos modelos internalizados, no están precisamente
orientadas a tales propósitos. Además, las estrategias de implementación de las políticas de
reforma en las instituciones educativas en los últimos años, han hecho que éstas con
frecuencia se sientan amenazadas en su subsistencia, con la consecuente pérdida de
identidad que de ello se deriva, dando lugar a climas propiciatorios de formas balcanizadas
en la concreción del trabajo cotidiano. Rasgos corporativos y competitivos antagónicos con
cualquier pretensión aunque sea incipiente de construcción solidaria.
La co-construcción supone la interacción social con otros; remite a una fuerza contextual y
a la vez implicativa. Articuladas dialécticamente quizás permitan imaginar situaciones en
las que las acciones tengan suficiente fuerza implicativa como para producir ciertos cambios
en el contexto en que suceden.
Es claro que un giro de esta naturaleza remite a una estructura diferente, abierta, móvil, lo
que implica re-pensar la estructura de cargos, funciones y condiciones de trabajo de
profesores universitarios. Quebrar diseños estructurales que imponen temporalidades y
espacialidades cerradas, homogeneizantes sin cabida para las múltiples y diversas
expresiones de la subjetividad y los marcos interrelacionales desde las que se constituyen.
En este sentido, y más allá de la fuerza que adquiere en las prácticas universitarias el trabajo
al interior de la cátedra se enfatiza el valor de conformar comunidades de indagación, lo que
implicaría el cuestionamiento de los particulares vínculos con el conocimiento que tienen
lugar en las universidades y el papel que en las mismas se asigna a la docencia. Pareciera
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improbable que se produzcan cambios sustantivos, si no se ponen en tensión los rasgos del
dispositivo pedagógico que produce efectos en la constitución de identidades y prácticas
docentes. Un planteo de profesionalización en este sentido, demandaría para su concreción
una gramática organizacional de otro tipo, en particular en lo que hace a las condiciones de
realización cotidianas. Tomar así distancia de toda pretensión de regulación estandarizada,
que tipifique las culturas del trabajo para dar lugar a expresiones singulares según los
contextos institucionales, en diferentes unidades académicas.
En esta clave de análisis, se advierte el importante papel que la cultura institucional tiene,
así como el de quienes ocupan lugares de gestión, en cuanto a generar condiciones de
posibilidad para la reflexión crítica sobre el trabajo docente y las prácticas de enseñanza
como uno de sus cometidos principales. Ello sólo sería factible, en el marco de políticas que
otorguen a la enseñanza la centralidad que le cabe como parte de las prácticas docentes.
Significa, en consecuencia, el fortalecimiento de la posición de los docentes universitarios
en el campo intelectual a partir de restituirles una posición pública autorizada.52
ACTIVIDAD 18
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Extracto de Tesis doctoral Gloria Edelstein. (Inédito) Cap. 8
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ACTIVIDAD DE CIERRE
lugar a una nueva producción escrita. Producción que pueda constituirse en un aporte
institucional para el análisis y la reflexión sobre las prácticas docentes y en particular las
relativas a la enseñanza en esta Universidad.