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MÓDULO ÚNICO
CARRERA: ABOGACÍA
CURSO: 5º AÑO
AUTOR: Dr. JOSÉ DURAND MENDIOROZ
PROFESOR: Dr. JORGE MONTENEGRO
SALTA - 2007
1
2
Educación
A DISTANCIA
AUTORIDADES DE LA UNIVERSIDAD
CANCILLER
Su Excelencia Reverendísima
Mons. MARIO ANTONIO CARGNELLO
Arzobispo de Salta
RECTOR
VICE-RECTOR ACADÉMICO
VICE-RECTOR ADMINISTRATIVO
ADMINISTRA
SECRETARIA GENER
SECRETARIA AL
GENERAL
3
4
Indice General
APÉNDICE II
UNIDAD III
CONCLUSIONES DE LAS PRIMERAS
CONCEPTOS FUNDAMENTALES DE
JORNADAS NACIONALES DE
LA DEONTOLOGÍA ................................. 99
ÉTICA DE LA ABOGACÍA ....................... 53
Presentación ................................................. 99
TEMA PRIMERO .......................................... 53
3.1. La ley moral natural. Sus propiedades
La enseñanza de la ética como misión de
y su modo de conocimiento ...................... 99
las Facultades o Escuelas de Derecho .... 53
LOS PRINCIPIOS DEL ORDEN MORAL .. 103
TEMA SEGUNDO ........................................ 54
Sus propiedades son .................................. 103
La ética en el ejercicio profesional de la
Abogacía .................................................. 54 Referencias de Fuentes .............................. 104
TEMA TERCERO ......................................... 57 Recapitulación de concepto ........................ 106
La ética y la magistratura .............................. 57 Explicación .................................................. 107
Comentario 3 ............................................... 109
3.1. (CONT.) La virtud. Noción de las
virtudes fundamentales .......................... 111
5
ANEXO UNIDAD II ................................................... 147
PRINCIPALES LÍNEAS ACERCA DEL
UNIDAD 3 ................................................... 117 FUNDAMENTO DE LA MORAL ............ 147
LEY MORAL NATURAL (complemento Otras posiciones se preocupan por
de la exposición del módulo). ................. 117 buscar el fundamento de la moral ........... 149
Algunas nociones lógicas previas ............... 117 Crítica de las doctrinas ............................... 153
Definición del Juicio .................................... 117
Definición de la Proposición ........................ 117
Las cuatro proposiciones ............................ 118
Noción de la Oposición ............................... 118
El Fundamento y los Fines del Derecho ..... 119
El Naturalismo ............................................. 119
El Positivismo .............................................. 119
Las Virtudes morales .................................. 123
La Conciencia ............................................. 127
Estados en que puede encontrarse la
conciencia .............................................. 128
Conciencia verdadera y conciencia
errónea ................................................... 129
Conciencia cierta y conciencia dudosa ...... 130
Determinación de la moralidad de un acto .. 131
El objeto o finalidad objetiva de la acción .... 131
Las Circunstancias ..................................... 132
La finalidad del agente ................................. 132
Condiciones y condicionamientos de
los actos humanos ................................. 133
Condiciones para que se de un acto moral . 133
El conocimiento o advertencia .................... 133
Impedimentos a la advertencia ................... 133
La Voluntariedad ......................................... 135
Impedimentos a la Voluntariedad ................ 136
Las pasiones ............................................... 136
La Violencia ................................................. 137
Los Hábitos ................................................. 138
Condicionamiento de los Actos Humanos .. 138
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CURRICULUM VITAE
ANTECEDENTES PERSONALES
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Carrera: Abogacía
Curso: 5° Año
Materia: Deontología Jurídica
Autor: Dr. José Durand Mendioroz
Profesor: Dr. Jorge Montenegro
Año Académico: 2007
I. Fundamentos
Para la ciencia jurídica moderna, desde una perspectiva puramente racionalista, la
única realidad que puede ser aprehendida y comprendida es la norma, el conjunto de
proposiciones sistematizadas, los distintos sistemas armados deductivamente con
perfección. Reducir el conocimiento jurídico al estudio de las normas positivas, consti-
tuye una mutilación del entendimiento, es condenarse a no entender del Derecho y ni
siquiera a la ley vigente misma. Frente a esta opción, sigue teniendo valor el camino
enseñado por la filosofía realista: es imprescindible para responder a la pregunta ¿qué
es el Derecho?, ubicarnos en el campo metafísico. El ser es lo primordial y lo radical, y
el Derecho, como todo lo que es, está con relación al ser, la Metafísica. Ahora bien, un
aspecto del ser, objeto de la Metafísica, es el deber, objeto de la Moral. Por consiguien-
te, como el Derecho pertenece al orden práctico o moral, es necesario internalizar
aquellos principios y normas que la recta razón establece para el logro del bien, perfec-
ción o plenitud del hombre. Vale decir, resulta ineludible conocer la ley natural, entendi-
da como el conjunto de normas racionales evidentes e inferidas del orden de tenden-
cias o inclinaciones naturales, que dirigen al hombre a sus fines propios, como así
también las normas éticas “positivizadas”, que persiguen la proclamación solemne de
un modelo, ejemplo o paradigma que guíe la conducta u obra del sujeto agente, tenien-
do siempre a la ordenación racional como el constitutivo formal de toda verdadera
formación jurídica y la dirección al bien común, como su finalidad propia; ello, sin
olvidar la ameritación de los desafíos prudenciales que pueden presentarse al abogado
en el ejercicio de su profesión libre, en la magistratura judicial o en otros ámbitos donde
deba desarrollar su actividad específica.
II. Objetivos
Generales
9
Específicos
Nivel Informativo
Que el alumno:
Nivel Formativo
Que el alumno:
Nivel Educativo
Que el alumno:
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2.2. Dirección utilitarista. Antecedentes; hedonismo y eudemonismo. El utilitarismo
en la modernidad. J. Bentham.
2.3. El realismo moral. El bien en general. Naturaleza y finalidad. Bien útil y bien
honesto. El bien moral.
2.4. Aportes y crítica de las doctrinas. Puntos en que están de acuerdo.
3.1. La ley moral natural; sus propiedades. La virtud. Noción de las virtudes funda-
mentales.
3.2. La conciencia moral; su naturaleza. Estados de la conciencia.
3.3. Los actos humanos; sus condiciones y condicionamientos. Determinación de la
moralidad de un acto: objeto, circunstancias y finalidad subjetiva.
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7.2. La Abogacía como profesión liberal. Su origen y naturaleza. El abogado en rela-
ción de dependencia.
7.3. Trascendencia social de la profesión. El deber esencial. Jerarquía del abogado.
Delegación del poder de policía profesional en colegios públicos.
7.4. Funciones del abogado en el campo jurídico; con relación a la norma positiva
dada y como fuente material pre-normativa.
IV. Bibliografía
A) Sistemática
- Las Grandes Líneas de la Filosofía Moral; Jacques Leclercq, Ed. Gredos, Madrid.
- Deontología Jurídica; Rafael Gómez Pérez, Ed. Universidad de Navarra S.A.,
Pamplona
- Etica y Derecho de la Abogacía y Procuración, Raúl Horacio Viñas, Ed. Pannedille,
Buenos Aires.
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- Etica del Abogado. Conducta Procesal Indebida, Rodolfo Luis Vigo, Abeledo Pe-
rrot, Buenos Aires.
B) Formativa
Nota: Las unidades del programa que no se encuentren desarrolladas en éste mó-
dulo, deben estudiarse directamente desde la "bibliografía básica"
Práctico 2: Leer obra de Piero Calamandrei "Elogio de los Jueces" y hacer una
monografía sobre los conceptos contenidos en el mismo, relacionados con los temas
del 10.1 y sobre las relaciones entre abogados y jueces.
Por ser una materia de grado, será tratada con el rigor que requiere la enseñanza
universitaria. Por estar concebida en vista a la futura actividad profesional del egresa-
do, se orientará con criterio práctico al estudio de las situaciones que se le plantean a
éste en el ejercicio de la abogacía.
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en el módulo correspondiente a la primera unidad, se incorporan apéndices y ejercicios
que comprenden temas de toda la materia. Ello a los efectos de obtener una primera
visión globalizadora y de plantear ab initio problemas concretos, que despierten el
interés del estudiante.
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Guía de Estudio (Orientación bibliográfica)
Consultar la obra de Leclercq (Bibli.). Este autor trata el tema con una amplitud
mucho mayor que la que exige el programa. Por ello, se toma de su esquema sólo una
dirección representativa de las principales divisiones que realiza el autor, de acuerdo al
siguiente CUADRO.
(Programa de Estudio: Nros. 2.1 y 2.2.). Los números entre paréntesis, correspon-
den a las páginas de la obra de Leclercq.
En esta Unidad la obra básica es la de Gómez Pérez (Bibl.) (los Nros. entre parénte-
sis corresponden a las págs. de la misma).
3.1. (22/29)
3.2. (45/58)
3.3. (59/72)
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4.2. y 4.3. Se estudian de Gómez Pérez, citándose entre paréntesis las páginas
correspondientes. El concepto de “orden jurídico positivo”, no obstante, repasarlo utili-
zando algún manual de Introducción al Derecho.
5.2. Ver Módulo I, apéndice III. Consultar Cód. Civil Comentado (cualquier autor),
comentario al art. 953 y ver jurisprudencia allí citada. Instituto de la ley 17.711, consul-
tar “justicia Contractual” de Jorge Mosset Iturraspe.
6.1. Consultar Gómez Pérez, págs. 95 a 107 (naturaleza del proceso. Relacionarlo
con el punto 5.3. (prev. Ley procesal).
6.2. Consultar Vigo, Rodolfo (Ética del Abogado – Conducta Procesal Indebida; v.
Bibl.).
6.3. Concurrir al Tribunal de Ética y Disciplina y pedir precedentes donde conste que
existe concurrencia de facultades disciplinarias (del Juez civil en las inconductas pro-
cesales y del tribunal de Ética) por tratarse de órdenes normativos diferentes.
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UNIDAD 7. DEONTOLOGÍA PROFESIONAL
7.1. y 7.2. Extracto del Módulo de Deontología Médica, del titular de cátedra (se
acompaña fotocopias y Módulo I, apéndice I, cap. V y ss.).
7.3. Ver en Cód. de Ética de Salta arts. Correspondiente a deber esencial y equipara-
ción con magistrado del abogado.
Ver doctrina del fallo publicado en El Derecho, tomo 119, págs. 274 y ss. Sobre
constitucionalidad de la delegación en colegios Públicos del poder de policía profesio-
nal.
Ejercicio: con los elementos considerados en esta Unidad, elabore un ensayo dando
su opinión sobre la trascendencia social de la profesión de abogado, (mínimo: dos
carillas oficio, a maquina, doble espacio).
8.1. Ver arts. Correspondiente del Cód. de Ética de Salta y consultar Carlo Lega:
Deontología de la profesión de Abogado, Ed. Civitas S.A., caps. Correspondiente.
8.3. Consultar Carlo Lega, op. cit. Y Gómez Pérez, págs. 168 a 171: jurisprudencia
acerca de la naturaleza jurídica del honorario profesional de abogado.
8.4. Consultar arts. Correspondientes del Cód. de Ética de Salta y Gómez Pérez,
págs. 162 a 168 y 171 a 173 (medios de defensa) y 203 a 207 (secreto profesional).
9.1. Ppio. De colegialidad: ver Lega, Carlo (op. cit.) cap. X, (167/180)
Ver art. Publicado por Dr. Humberto Alias D’Abate en Rev. Doctrina Jurídica (Año VI,
Nº 9) sobre el ejercicio de la abogacía y el Colegio de Abogados de Salta.
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9.2. Ver leyes de colegiación nacional y provincial.
9.3. Ver respectivas leyes de colegiación, y códs. De Ética vigentes (arts. Corres-
pondientes).
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DIAGRAMA DE CONTENIDOS - UNIDAD I
Ubicación Epistemológica
Objeto y Método
en el saber jurídico
INTRODUCCIÓN
AL ESTUDIO
DE LA DISCIPLINA
Deontología
Deontología Profesional
Deontología Jurídica
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20
PUNTO Nº 5 - GUÍA DE ESTUDIO
UNIDAD I
INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA DISCIPLINA
PRESENTACION DE LA UNIDAD
21
El Primero El Segundo
(Moral) (Etica)
MORES ETHOS
COSTUMBRE
Los antiguos, no obstante, usualmente se referían con estos términos a las buenas
costumbres o costumbres virtuosas, que se convertían en reglas de conducta
ejemplares.
la moralidad
En tanto hecho que se verifica en la convivencia social, que posee
características específicas.
la ciencia
Que tiene por objeto de estudio esa realidad que es la moralidad.
la palabra
moral (o ética)
A la moralidad como hecho social
se refiere
A la ciencia que estudia ese fenómeno
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La Moralidad
El Hecho
éste se verifica
Moral
En la Interrelación En la Interioridad
social de las conciencias
Se manifiesta en juicios
de y
aprobación censura
propia
sobre la conducta humana
ajena
La moralidad es una dimensión propia del ser humano, referida a su obrar racional y
libre, siempre presente en su devenir histórico, aún en las sociedades más primitivas.
Por ello puede afirmarse la universalidad del hecho moral.
El sentido moral, por ejemplo, nos hace ver lo erróneo de calificar (moralmente) una
persona por un acto realizado sin inteligencia (o advertencia) de su significado y sin
voluntad (o intención) de obtener su finalidad. Es más, cualquiera de los dos elementos
del acto humano que falten absolutamente (sea la advertencia, sea la intención) hace
que la calificación moral del agente "no tenga sentido".
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De ésta capacidad de razonamiento natural, inescindible de la experiencia personal
y colectiva, se forman a lo largo de las generaciones "...las cosmovisiones, las "filoso-
fías" no fundamentadas ni sistemáticas de origen y patrimonio popular, con las cuales
se articula la cultura general de un pueblo". (Méndez, Julio, Filosofía del Derecho, Mod.
1). Como veremos en esta misma Unidad, la concepción moral usual de una comuni-
dad, que es parte inescindible de su cosmovisión, influye en mayor o menor medida, en
los juicios de conciencia de los hombres que la integran.
La reflexión científica del hecho moral toma como punto de partida las concepcio-
nes espontáneas del sentido moral y las formulaciones morales vigentes en una deter-
minada sociedad histórica.
A modo de ejemplo, la Ciencia Moral, siguiendo al sentido moral, formula las condi-
ciones de la moralidad; es decir, los requisitos para que un acto humano pueda ser
calificado moralmente:
Condiciones de la moralidad
A) Discernimiento o
adverntencia de B) Voluntad libre de
la significación realizar el acto.
del acto
24
Actividad Nº 1
25
Ciencia Moral
La ciencia moral fue definida de muy diferentes maneras por las distintas direccio-
nes del pensamiento filosófico.
Quienes, en cambio, conciben la ciencia moral como ciencia del deber ser,
afirman que ésta es "la ciencia de las leyes ideales de la actividad libre del
hombre", (Jolivet, Regis "Moral", Ed. Lohlé, Buenos Aires, 1966). Josef Pieper
nos aporta, sin contradecir la definición anterior, una perspectiva valiosa al
afirmar: "Asociamos al concepto de moral la idea de una doctrina del hacer y,
sobre todo, del no hacer, del poder y no poder, de lo mandado y lo prohibido.. La
primera enseñanza de Santo Tomás es que la Moral trata de la idea verdadera
del hombre, la idea del hombre bueno". (Las Virtudes Fundamentales; Ed. Rialp,
pág. 12). En consecuencia, para este autor, es la ciencia de las virtudes del
hombre, sin desconocer que la virtud consiste en obrar como es debido.
DEONTOLOGIA
Entendemos que el término más adecuado para designar a la ciencia que estudia el
fenómeno de la moralidad es "Deontología", el que expresa con mayor precisión el
concepto implicado.
DEI ON LOGOS
Deber Ser (ciencia, tratado)
De este modo, no hay lugar para considerar a la Deontología como una ciencia
descriptiva de las conductas usuales de una sociedad, sino que, deontología, siempre
hará referencia a la conducta debida, en razón del ser de las cosas. Aludirá necesa-
riamente a una ciencia normativa, que le propone al hombre las reglas de su obrar libre,
a fin de alcanzar su propio bien.
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El concepto de Deontología es equivalente al de ciencia práctica, tanto en su nivel
filosófico como en el propiamente científico, tal como se expone en el siguiente punto.
La misma opción por la palabra Deontología implica una definición inicial por la
capacidad de la inteligencia humana de conocer naturalmente la existencia de un bien
que es propio del hombre y, en consecuencia, de dirigir sus actos en orden a la efectiva
realización de dicho bien.
A diferencia de los demás seres del universo, la persona humana busca realizar su
propio bien en forma deliberada y consciente.
Esta modalidad del saber cumple con su finalidad cuando el ser es conocido tal cual
es; es "contemplado" en su propia realidad por la inteligencia en su función teórica.
Pero las acciones libres del hombre comprenden un arco demasiado amplio. Desde
cocinar o armar una turbina, hasta dar la vida por la patria; desde pasear por el campo,
hasta asesinar por dinero. De allí que conviene distinguir los campos del hacer y del obrar y,
dentro de este último, el obrar calificable moralmente del que es moralmente indiferente.
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En cambio, cuando dicho saber regula la producción de cosas, nos encontramos en
el ámbito del hacer del hombre, que es el de la técnica o arte.
En el primer caso, lo que se busca es el bien del hombre como tal, en el segundo -
haciendo abstracción de la perfección del hombre en sí- se busca la perfección de la
cosa producida. Por ejemplo, un técnico está desarrollando un software para posibilitar
una estafa al Fisco. Desde el punto de vista técnico (ámbito del hacer humano) el
producto (software) puede estar muy bien hecho, pero la conducta del agente contraria
a su propio bien y al bien social, será moralmente reprobable. Un ejemplo inverso: un
hijo se pone a arreglar la heladera de su casa, para evitar que sus padres gasten. Como
el chico no tiene conocimientos técnicos, su hacer es imperfecto, el producto es una
reparación defectuosa. Pero, sin dudas, su conducta es moralmente encomiable.
Si bien en la ciencia jurídica existe una técnica, un hacer que le es propio (de impor-
tancia fundamental); en virtud de los objetos más específicos de nuestra asignatura (la
dimensión moral del orden jurídico y la ética profesional del hombre de derecho):
En orden a lo expuesto, y recordando que todo saber práctico está referido a dirigir la
acción, y que hemos identificado a la Deontología con este saber, se distinguirán tres
niveles, que van de lo general a lo singular, y de lo abstracto a lo concreto.
El nivel de la filosofía práctica (Deontología General) tiene por objeto dirigir la acción
pero en forma remota, a través de la formulación de los principios generales de la
actividad moral. Por su mismo carácter de saber práctico se ordena a dirigir la acción,
pero no para producir una acción en concreto, sino para analizar y determinar
conceptualmente la acción en sus principios más elementales. "...la filosofía moral
refiérese mucho más al fin de los actos morales que a los medios a emplear". (Jolivet,
op. cit., 32).
Toda la filosofía moral depende del principio supremo de la moralidad, "hay que
hacer el bien y evitar el mal", de donde este conocimiento también tiene por objeto
"buscar de despertar y activar el deseo del bien". Los principios generales de la mora-
lidad serán estudiados por la Parte General de la Deontología y serán el fundamento
del segundo nivel;
28
acción concreta, pero la estudia para determinar sus necesidades más inmediatas. En
este nivel del saber práctico se aplican los principios generales a un ámbito de la
conducta humana más circunscripto, tratando de llegar con mayor precisión a la reso-
lución de los problemas específicos que se plantean en dicho ámbito.
En este nivel del saber práctico se encuentran las partes especiales de la deontolo-
gía. Estas no son deontologías diferentes de la Deontología General, por cuanto esta
aporta los principios, que son universales, a las deontologías especiales. No obstante,
éstas son necesarias en virtud de que existen diversos ámbitos del obrar humano (la
política, la economía, la familia, la sexualidad, la profesión, etc.) donde se plantean
problemas específicos, que requieren una mayor aproximación para determinar las
reglas de conducta aplicables a un determinado orden de la actividad humana.
Esta realidad explica el instintivo rechazo por parte del sentido común de la gente,
hacia los juicios (sobre cuestiones de índole práctica) formulados por quienes tienen
estudios pero no experiencia. Ocurre en estos casos que, más allá de la mejor o peor
formación académica que posea el opinante, éste suele, por inexperiencia (o lo que es
lo mismo, falta de práctica) no tener el hábito (prudencia) de considerar y ponderar
debidamente todos los factores pertinentes que inciden en la realidad existencial, para
adoptar la mejor determinación posible en el marco de las circunstancias existentes. El
sentido común, en cambio, aprecia al hombre experimentado, dotado del hábito de la
prudencia.
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adquiere con el ejercicio de la virtud de la prudencia a lo largo de los años. Es decir,
mediante la experiencia!
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Actividad Nº 2
Para ejemplificar los tres niveles del saber práctico, tomemos una situación existencial
singular y concreta, que es donde el hombre debe tomar las decisiones adecuadas.
Un abogado, Fulano de Tal, debe decidir si acepta la defensa penal que su cliente le
está encomendando, sabiendo de antemano que éste es autor del hecho ilícito que se
le imputa. (Tráfico de estupefacientes)
Para ello tendrá en cuenta, quizás hasta sin meditarlo específicamente, como princi-
pios generales de la acción:
Querer obrar -en conciencia- de una manera justa y honesta, que sus actos tiendan
a su perfeccionamiento personal, que la administración de justicia sirva al bien común
a través de la vigencia del dar a cada uno lo suyo; etc. Como se observa, todos estos
principios se orientan hacia lo práctico, constituyen los lineamiento básicos del accio-
nar, pero son muy genéricos. Todavía Fulano de Tal -aunque está bien orientado- no
está en condiciones de resolver su caso concreto.
31
Pero, ¿cuál es el final de nuestro ejemplo? El final debe quedar abierto, porque se
encuentran implicados en esta última instancia multitud de elementos psicológicos,
sociológicos, personales, que impiden una conclusión necesaria.
- la deontología general
- la deontología especial (jurídica y profesional)
- la prudencia
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De modo análogo, la Deontología Profesional, considerará los problemas éticos co-
munes a todas las profesiones, y luego, enfocará los propios de cada profesión.
OBJETO
El objeto de nuestra asignatura está sintetizado en las tres partes sistemáticas con
que se integra el programa de estudios. En el Apéndice I de este módulo se incorpora la
comunicación presentada en el Congreso de Etica de la Abogacía de Rosario (Santa
Fe, 1993) "La enseñanza de la Deontología Jurídica en la Facultad de Ciencias Jurídi-
cas de la Universidad Católica de Salta (apuntes de una experiencia)".
Método de la Deontología
33
c) La Deontología, en tanto saber práctico, tiene una tercera etapa, racional-metafí-
sica, donde -habiéndose transitado por las etapas precedentes- el intelecto apli-
cado a lo real concreto capta, mediante la abstracción formal, esencias y natura-
lezas universales y necesarias. (Jolivet, ibid., 35).
1º Etapa EMPIRICA
Aquí se formula el
3º Etapa RACIONAL precepto moral uni-
METAFISICA versal
Momento Deductivo
4º Etapa EMPIRICA
Ya nos hemos referido la moral como hecho (supra, Moralidad) y al papel que juega
la experiencia en la ciencia moral. Ahora, se sistematizará la experiencia del hecho
moral, partiendo de sus aspectos más evidentes, para luego analizar los elementos
que componen este fenómeno.
Con este tema comienza Jacques Leclercq su obra (cit.), expresando: "Entre los
hechos humanos existe uno y se llama moral, igual que la física es un hecho y la
matemática y la filosofía y la religión". Agregando a continuación: "Por encima de la
cuestión de saber si tal o tal moral es verdadera, o de saber cuál es la verdad moral,
...un hecho se impone: los hombres admiten una verdad moral, creen en ella, poco
importa que hayan o no reflexionado sobre ella".
34
"El hecho moral, es decir, el hecho de creer en una regla moral, es un hecho humano.
Donde quiera que encontramos hombres los encontramos en posesión de una moral...".
Por los elementos afectivos que integran el acto de la conciencia moral, descarta-
mos una "neutralidad" de la razón ante el deber impuesto por los preceptos morales.
Advertimos un doble condicionamiento, de naturaleza afectiva y racional. El que se da
desde la interioridad de la persona, que se encuentra comprometida ante sí para obrar
como es debido, porque se encuentra implicada su capacidad para la virtud, su perfeccio-
namiento como ser humano, y su autoestima; por eso la llamaremos constricción interior.
35
la constricción que ejercen los preceptos sociales, jurídicos, religiosos, etc. además
de los propiamente morales, sobre el juicio de la conciencia.
Es que allí está el hombre, ante el problema moral. Sin duda limitado, pero
todavía capaz de hacer el esfuerzo, capaz de lograr la hazaña de obrar en
plena conciencia, es decir, con libertad para hacer el bien. Así puede decirse
que, con los condicionamientos propios de su historicidad y de su afectivi-
dad, es dueño de sus actos y responsable de sus consecuencias.
Dicho de otro modo, son morales aquellos actos humanos que el agente realiza con
advertencia y voluntad libre (materia) considerados desde el punto de vista de su
adecuación con la regla ideal de la conducta humana con el fin de alcanzar la perfec-
ción que le es propia (forma).
ESCENCIA DE LA
MORALIDAD
SU PLENITUD
36
Actividad Nº 3
3) ¿Qué reflexión puede realizar del texto que se encuentra en negrita en pág. 40?
37
1.4.4. Caracteres del Hecho Moral. Especificidad y universalidad
Habiendo visto los elementos del hecho moral desde el punto de vista de la concien-
cia, la realidad de la doble constricción, y por fin, la esencia del hecho moral, en directa
relación con éste último punto, podemos sintetizar los caracteres esenciales de éste
fenómeno.
38
1.5.1. Practicidad de la Ciencia Jurídica
El hombre, ser social por naturaleza, ha tenido conciencia, desde su más remoto
origen, del hecho jurídico. El fenómeno de lo jurídico es parte inseparable de la convivencia
social, siendo sus fines más evidentes, la ordenación de dicha convivencia hacia el bien
común y el dirimir los conflictos de intereses que se plantean entre sus integrantes.
En la actualidad, los aspectos prácticos que hacen al derecho, como son los socioló-
gicos, éticos, metodológicos, etc. han sido revalorizados. Asistimos al renacimiento del
razonamiento tópico y hasta de la retórica desarrollados por los juristas de la antigüe-
dad, por adecuarse perfectamente a los requerimientos de la práctica del derecho.
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1.5.2. Iniciativas desde el Ambito Profesional
El primer código de ética profesional en nuestro país fue el del Colegio de Abogados
de Buenos Aires, institución que en el año 1918 adoptó como propias las Reglas de
Etica de la Asociación del Foro de Nueva York, empeñándose en la más amplia difusión
de éstas normas en todo el país. Debe destacarse que este Colegio es una asociación
civil de afiliación voluntaria, respondiendo la iniciativa de adoptar un código de ética al
impulso de los mismos profesionales colegiados. Llama la atención el hecho de la
"adopción" de las normas éticas de una asociación extranjera. En este aspecto debe
destacarse la tradición y prestigio de los colegios profesionales en la órbita cultural
anglosajona, la que se caracteriza por su pragmatismo. Es que en definitiva, la estricta
observancia de normas éticas en el ejercicio profesional, redunda en beneficio directo
de la profesión y en consecuencia, de los profesionales.
40
C)El específicamente deontológico, por el relajamiento de la lealtad debida por el
profesional al cliente, a los magistrados y a la profesión.
Este último aspecto merece una reflexión aparte. ¿Existe una crisis moral de la
abogacía con caracteres de enfermedad terminal? En 1967 se coincidió en una
respuesta: los abogados participan de una crisis moral general de la sociedad, en la
que se verifica una subversión de los valores tradicionales. No es entonces el conjunto
de los abogados un grupo especialmente afectado de inmoralidad.
Si tenemos en cuenta que la vigencia efectiva del Derecho es uno de los valores
más altos de la vida en sociedad, debemos concluir que las fallas éticas de los aboga-
dos, a quienes el sistema hace jugar un papel tan importante en este cometido, tienen
una repercusión social enorme. Dicho en otras palabras, en esta profesión, la ética,
cuando falta, "brilla por su ausencia".
Si esta asignatura ayudara a crear una inquietud al respecto, sólo por eso se vería
justificada en los planes de estudio.
Al final de estos apéndices se encuentran, seudos ejercicios, a los que nos re-
mitimos.
41
42
APÉNDICE I
LA ENSEÑANZA DE DEONTOLOGÍA
JURÍDICA EN LA
FACULTAD DE CIENCIAS
JURÍDICAS DE LA
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SALTA
43
44
RESUMEN
El autor se hizo cargo de la cátedra en el año 1986. La primera tarea que fue encara-
da consistió en la reforma del Programa de Estudios, por cuanto el vigente contempla-
ba solamente temas de Deontología profesional general, en el marco de una amplia
visión de aspectos históricos y planteos actuales del pensamiento moral universal.
Esta "juridización" del programa tuvo como doctrina básica la obra clásica en la
materia ("Etica y Derecho de la Abogacía y Procuración", Raúl H. Viñás, Ed. Pannedille,
45
1972) y las Primeras Jornadas de Etica de la Abogacía de Rosario de 1967, (editadas
por Depalma, 1970) cuya docencia -distante en el tiempo y en el espacio- merece el
sincero reconocimiento del autor.
IV. La docencia de este contenido temático resulta insoslayable, si bien plantea es-
peciales dificultades. Maritain (Lecciones de Filosofía Moral, pág. 26) afirma que
"hay necesidad absoluta de recurrir a la metafísica si queremos justificar la vali-
dez real, objetiva de las normas y de los valores morales".
46
No obstante, lo que parece una exigencia lógica, ineludible en el ámbito universita-
rio, plantea serias dificultades en su concreción. En primer lugar la formación filosófica
del docente, abogado, quien carece por lo general de estudios sistemáticos de Filoso-
fía. Esta dificultad empero no debe convertirse en un obstáculo insalvable.
Al esfuerzo del estudio -aun a nivel elemental- de Filosofía Moral, deberá agregarse
el trabajo interdisciplinario. El asesoramiento y, si se quiere, la guía de los estudiosos
de la Filosofía. Pero además téngase presente la enseñanza del maestro francés citado
precedentemente en orden a que la Deontología o Ciencia Moral tiene su punto de
partida en la experiencia moral común que nos aporta un conocimiento natural del bien.
"Las gentes no aguardaron a la filosofía para tener una moral" (Maritain, op.cit.). En
definitiva no se trata de una ciencia crítica. El punto de partida de la reflexión filosófica
es la experiencia común. A partir de ella abogados y estudiantes de abogacía pueden
reflexionar en pos de la comprensión de los conceptos básicos de la Moral.
El segundo obstáculo que se plantea radica en la dificultad de cumplir con los objeti-
vos didácticos dentro de una disponibilidad de tiempo muy escasa, sin caer en una
enseñanza memorista y/o dogmática y por ende anti intelectual. Aún aumentando las
horas de enseñanza, la extensión y complejidad de los contenidos plantearán al profe-
sor el desafío de la síntesis y a los alumnos el de la contracción al estudio.
V. En este tema se tratan los puntos relativos a las ciencias morales y jurídicas,
desde lo general a lo particular: la relación entre moral y derecho y el planteo de la
obligatoriedad en conciencia de las leyes civiles. Luego es analizada la recepción
del concepto de moral en nuestro derecho positivo, fundamentalmente en el Dere-
cho Civil., a través de importantes institutos; haciéndose mención asimismo del
tratamiento de la materia en las leyes penales y procesales.
47
ejerce sin relación de dependencia. Pero la búsqueda del sentido primogenio del
término aporta una concepción mucho más profunda, con importantes conse-
cuencias en el plano de la ética.
Desde otro punto de vista la respuesta puede ser más segura: el abogado en el
ejercicio profesional ¿se exculpa de responsabilidad ética, disciplinaria o legal por su
conducta indebida invocando "obediencia" a su principal? Evidentemente no. El ejerci-
cio profesional de quien por ley está equiparado a los magistrados y detenta la exclusi-
vidad de la defensa jurídica de la ciudadanía origina responsabilidades éticas y legales
indelegables e irrenunciables. Cuando dicho ejercicio se produce en ocasión del trabajo
dependiente, quien tiene habilitación e incumbencias profesionales reconocidas por la
comunidad no deja de tener como deber esencial ser auxiliar de la justicia, ante la
sociedad.
Aquí es donde toma plena vigencia el sentido de profesión liberal, entendida como
profesión intelectual: en lo específicamente intelectual no hay relación de dependencia.
El abogado sólo debe subordinarse, en este orden, a la evidencia de la verdad científica
y a la convicción de su conciencia.
48
Este es el fundamento del estudio teórico práctico de las normas legales y ético
profesional, de la decencia de las leyes de colegiación, de la comprensión de la natura-
leza de la profesión de abogar, de la relación con el cliente, los colegas, la contraparte,
los magistrados y el colegio profesional.
El autor entiende que si todo es materia de litigio es porque existe una cultura donde
todo se puede comprar y todo se puede vender. Cultura que en tanto asimile -con la
complicidad de los propios abogados- el ejercicio de la profesión a una modalidad de la
actividad comercial, terminará destruyéndola en su esencia y degradándola socialmente.
Debe plantearse con toda crudeza que corresponde al conjunto de los colegas y a
los propios Colegios de Abogados no sólo la defensa de la esencia de la profesión sino
también la propuesta de su reforma en lo estructural y en lo funcional. Que el cumpli-
miento de las normas éticas no es un ideal inasequible que justifica el cinismo profesio-
nal, sino que es una ardua tarea, con caídas y levantadas, que desde cada caso con-
creto honra a la profesión y a quien la ejerce. Qué así cada uno construye la base del
prestigio profesional y personal, a pesar de que también exista la inconducta profesio-
nal. Que el correcto desempeño es la base necesaria del legítimo progreso económico,
aceptado por la sociedad. Y que en una época donde también se da una búsqueda de
ideales que justifiquen la existencia, el hombre- profesional puede decir que su lealtad
no se compra ni se vende.
49
50
APÉNDICE II
CONCLUSIONES
ETICA DE LA ABOGACÍA
51
52
CONCLUSIONES DE LAS PRIMERAS JORNADAS
NACIONALES DE ÉTICA DE LA ABOGACÍA
TEMA PRIMERO
CONCLUSIÓN VI: La Etica de la Abogacía debe enseñarse con criterio más formati-
vo que informativo, enderezándose sobre todo a orientar rectamente la conciencia del
futuro abogado.
53
CONCLUSIÓN IX: Dado el estrecho nexo entre la Etica y las disciplinas jurídicas,
urge el deber de comportamiento ético al profesor de Derecho en su desempeño como
tal, así en cuanto a la generosa consagración a su cátedra y en cuanto a la armonía
entre sus enseñanzas como maestro y su conducta como profesional.
TEMA SEGUNDO
CONCLUSIÓN II: Existen sin embargo fallas que, en conjunto, no alcanzan a concre-
tar el carácter de una "crisis", y son las que dan asidero al juicio adverso expresado
con frecuencia.
CONCLUSIÓN IV: Por todo ello se impone una tarea de esclarecimiento, educación
y severa vigilancia de la actividad profesional, dirigida a la reafirmación de los princi-
pios éticos tradicionales y a la adecuación de métodos y procedimientos que favorez-
can al acatamiento de tales principios.
54
CONCLUSIÓN V: Las formas más frecuentes de inconducta profesional, según re-
sulta de los antecedentes registrados en los Tribunales encargados de juzgar la actua-
ción de los abogados en el terreno de la disciplina y de la ética, y la observación del
medio, son:
De orden general.
Subjetivas:
Objetivas:
De orden particular.
55
1.- La ineficiente preparación jurídica y técnica frente a la expansión y complejidad
cada vez mayor del derecho positivo; la inadecuada organización de los bufetes y
una dinámica profesional determinada principalmente por prácticas tribunalicias
y procedimientos judiciales defectuosos por inactuales.
2.- Dificultad en lograr un mínimo de seguridad económica para el profesional y su
familia.
CONCLUSIÓN IX: La potestad disciplinaria sobre los abogados debe atribuirse a los
pares de su jurisdicción, sean éstos abogados en ejercicio, profesores universitarios o
jueces, de acuerdo con lo que la ley establezca y organice en cada jurisdicción, con
recursos adecuados para ante el Poder Judicial, y sin perjuicio del ejercicio de esa
potestad por los tribunales judiciales en el respectivo proceso en que ellos conozcan.
56
TEMA TERCERO
La ética y la magistratura
CONCLUSIÓN II: La diligencia es un deber ético del juez en cuanto la Justicia tardía
no es Justicia. Sin embargo, no debe extremársela al punto que para su cumplimiento
se descuiden otros deberes esenciales como el de ciencia, constituyendo la prudencia
la cualidad fundamental que señalará el necesario equilibrio; sin perjuicio de que, sobre
la base de estadísticas, se deba limitar el número de causas a decidir. Así también, el
exigible deber de diligencia no puede justificar que con carácter general y en forma
automática se impongan sanciones que menoscaben la independencia del magistrado:
tal, entre otras, la pérdida de pleno derecho de la competencia.
57
su potestad con máximo celo averiguando la verdad sin dejar puntos oscuros, confor-
me a los medios técnicos procesales pertinentes. Estos deben utilizarse con rapidez y
energía, pero con la permanente prudencia que han menester las determinaciones
judiciales para no lesionar otros derechos (v. gr., medidas para mejorar proveer, para
evitar nulidades, correcciones disciplinarias, etc.).
58
de prelación y previa consulta a los tribunales superiores y asociaciones de profesiona-
les-, deberá hacerse siempre respetando el principio de la publicidad de los actos de
gobierno, esencial en el sistema republicano.
59
CONCLUSIÓN XXI: Corresponde a los tribunales de grado velar en las causas so-
metidas a su conocimiento por el debido respeto a la persona del juez y a los pronun-
ciamientos que sean objeto de recursos por ante el superior.
RECOMENDACIONES
RECOMIENDAN:
60
Trabajo Práctico - Apéndice II
II-A) Lea todas las conclusiones correspondientes al Tema Primero (La enseñanza
de la Etica como misión de la Facultad o Escuelas de Derecho) e indique cuáles de
ellas se ven receptadas por nuestro programa de estudios, señalando a qué temas
de dicho programa corresponden.
II-B) Lea todas las conclusiones del Tema Segundo y dé su opinión personal sobre
las conclusiones I a IV.
II.C) Lea todas las conclusiones del Tema Tercero y relacione las conclusiones III y
IV con las XIV y XV.
61
62
APÉNDICE III
DOCTRINA
ACTOS JURÍDICOS
DE OBJETO INMORAL
EJERCICIO
63
64
TRÁFICO DE CLIENTELA
(Actos Jurídicos de Objeto Inmoral)
A fines del año 1990, declaraciones públicas de un dirigente sindical y entonces alto
funcionario nacional, causaron el rechazo moral de la sociedad argentina, lo que moti-
vó la redacción de esta nota, vinculada con el tema de los actos jurídicos de contenido
inmoral. o nos referiremos a las expresiones que descartaban la cultura del trabajo, de
gran repercusión pública, sino específicamente a las declaraciones vinculadas con la
participación de terceros no profesionales en los honorarios de los abogados, mediante
el aporte o tráfico de clientela, lo que resulta de interés fundamental para los abogados
por el marco ético que debe encuadrar el ejercicio de nuestra profesión y por invalidez
resultante de estas asociaciones de intereses.
Las manifestaciones del dirigente, en lo pertinente a esta nota, habrían sido las
siguiente: "El dirigente sindical no tiene necesidad de meter la mano en la lata, porque
la sola posibilidad de manejar una organización le posibilita tener otros ingresos de
estudios jurídicos y contables", agregando haber utilizado su condición de dirigente
sindical "para desviar juicios laborales a estudios jurídicos. Por eso cobran honorarios.
Y de esos honorarios tiene que dejar algo para el sindicato...". (Diario El Clarín, 22 de
Noviembre de 1990)
De acuerdo a lo dispuesto por el art. 953 Cód. Civ., la justicia puede invalidar un
acto, aunque no esté prohibido específicamente por ninguna ley, si su contenido afecta
las "buenas costumbres", expresión equivalente a moral de las costumbres o moral
pública, o sea, que el concepto se identifica con la moral. El art. 953 es una norma
jurídica de contenido fecundo, de la que echó mano la jurisprudencia para receptar
figuras jurídicas como el abuso del derecho, lesión, imprevisión, cuando todavía no
habían sido legisladas por la Ley 17.711/68. Como lo afirmaba Rezzónico es un princi-
pio genérico tutelar de la moral, pleno de posibilidades de aplicación, de proyecciones
incalculables sobre la validez de los actos jurídicos, que permite integrar el derecho
positivo con la ética, salvaguardando valores fundamentales de la sociedad.
65
un tiempo fue considerado inmoral el seguro de vida, el préstamo a interés, el contrato
de claque y hasta el combate de boxeo. En consecuencia, será el juez quien deberá
manejar estos criterios en cada caso particular. Planiol -citado por A. Castex- conside-
raba a la facultad otorgada por el art. 953 como "una de las más temibles de que están
investidos los jueces, ya que puede caer en manos de moralistas demasiado rígidos o
de espíritus sectarios". Es evidente que el juez no debe seguir el criterio de ciertos
grupos minoritarios fuertemente restrictivos especialmente para juzgar éticamente las
conductas juveniles que se apartan de un determinado "orden social establecido". Pero
a la inversa, el caso puede caer también en manos de jueces desaprensivos, livianos
en la exigencia de principios éticos, lo que puede resultar igualmente nocivo para la
moral pública.
Aplicando estos conceptos al caso que motiva esta nota, estimamos que el conve-
nio por el que se reconoce participación en los honorarios del abogado a quien le lleva
asuntos profesionales (y máxime si para ello aprovecha de su condición de dirigente
gremial), implica un acto jurídico de objeto inmoral y por lo tanto de nulidad absoluta
por vulnerar la estructura ética del orden jurídico.
66
Actualmente existe una razón legal -que no existía en la época de la nota de Legón -
en las leyes que reglamentan el ejercicio de la abogacía, las que desaprueban éticamente
la situación humillante del abogado que celebra un convenio con terceros no profesio-
nales, a fin de que éstos le proporcionen pleitos, para dividirse los honorarios.
La ley nacional 23.187/85 (art. 10) y el Código de Etica Nacional (art. 17) prohiben
utilizar gestores o intermediarios para captar clientes. En la Provincia de Salta, nuestro
excelente Código de Etica, contenido en la ley Nº 5412/79 que reglamenta el ejercicio
profesional de los abogados y procuradores en Salta, contempla específicamente el
caso al disponer en su art. 50 inc. b) que el profesional "no debe procurarse clientela
por medios incompatibles con la dignidad profesional, ni requerir a terceras personas o
intermediarios remunerados o no, para obtener asuntos", agregando en el inc. c) que
"tampoco puede celebrar contratos de sociedad profesional con personas que no sean
a su vez profesionales universitarios".
Es evidente entonces que no sólo por intrínsecas razones de orden moral, sino
también por expresas normas legales que excluyen de la especulación la representa-
ción de los litigantes, serán nulos los actos que impliquen el tráfico de clientela.
67
Trabajo Práctico - Apéndice III
El material que se transcribe en este apéndice está tomado de las "Notas de Doctri-
na (Derecho Civil - Parte General)" del Dr. Benjamín Pérez+, editadas por Biblioteca de
Textos Universitarios.
COMENTARIO
La nota de doctrina que integra este apéndice tiene las virtudes de la claridad y
concisión. Y el mérito de destacar, a partir de la descripción de una conducta profesio-
nal impropia, dos aspectos fundamentales que hacen a nuestro asignatura:
68
APORTE DE LA DEONTOLOGÍA JURÍDICA
En esta instancia es a nuestra asignatura a la que le corresponde dar una respuesta
precisa al interrogante planteado, por cuanto éste integra su específico objeto de estu-
dio. Los temas del fundamento de la moral, en general, y en consecuencia el de funda-
mentar la moralidad del objeto de los actos jurídicos, son propios de la Deontología
General y Jurídica, respectivamente. Si es el jurista (juez o abogado) quien -
prudencialmente- debe determinar la moralidad del objeto de un acto jurídico, es nece-
sario darle los instrumentos para que su juicio sea objetivo y debidamente funda-
mentado.
Pero es cierto que a veces la moral media se deteriora y su servil aceptación, con
toda la comodidad que ello conlleva, no satisface la conciencia de quien debe involu-
crarse personalmente en un juicio de valor ¿cómo va a justificar racionalmente una
toma de posición fundada en una supuesta "moral usual", si su propia conciencia le
hace rechazar ese criterio? La moral media en ocasiones choca con el sentido moral
de una conciencia recta y hasta con la más elemental razonabilidad. Y en ello el Juez -
y en su función- el abogado, tienen una enorme e indelegable responsabilidad.
69
rigor de la ley? En ese caso, ¿quién hubiese hecho, dentro del orden legal, lo que
dejaban de hacer los jueces?
Y esta conclusión nos da pie a realizar una precisión respecto de lo que el autor
conceptúa como "principios de la moral cristiana". Esta denominación tiene la virtud de
aludir inequívocamente a criterios de acción permanentes prescriptos por la moral
cristiana y, por ende, conocidos por nuestra comunidad. Pero ¿en función de qué título
pueden ser impuestos a los creyentes de otras religiones, o a los no creyentes?
Podemos superar la aparente contradicción de este planteo, del siguiente modo. Los
principios son nada más (y nada menos) que líneas directrices, muy genéricas, de la
acción del hombre, quien situado en las transformaciones del devenir histórico, los
conoce, interpreta y aplica en función de las complejas circunstancias que le toca
vivir. Puede -y debe- adaptar estos principios a su situación existencial, pero lo que no
puede ni debe es no tenerlos en cuenta o directamente contradecirlos; ello bajo pena de
obrar contra sí mismo. Entonces, lo que se desactualiza, se pasa de moda o se hace
anacrónico, es una aplicación del principio, pero no el principio en que se basó
esa aplicación. Lo que es novedoso, es la situación acaecida, pero no la esencia
del hombre.
Este concepto nos sirve para moderar o precisar lo dicho anteriormente respecto a
que el juez no puede convalidar en conciencia aquella moral usual que choca con los
preceptos morales permanentes que su razón le muestra. No quisimos otorgarle un
papel de super hombre, ni de censor de las costumbres. Como se dijo, los principios
70
son nada más que líneas de acción muy genéricas, que son especificadas en cada
circunstancia histórica por el sentido moral común. Ese sentido moral común que es el
punto de partida de toda reflexión científica en moral y que expresa la cosmovisión de
la cultura que lo sustenta. La primera actitud del jurista ante la moral usual del sentido
común debe ser de respeto. Sólo cuando -por las circunstancias que fueren- la moral
usual transgrede algún principio permanente, el jurista, acompañando a la pru-
dencia con la virtud de la fortaleza, tendrá que erigirse en crítico.
b) ¿Cuáles son los parámetros que definen el criterio ecléctico del autor para
dilucidar la moralidad de un acto jurídico?
71
72
APÉNDICE IV
EJERCICIOS
73
74
DECÁLOGO DEL ABOGADO
IV. Piensa siempre que tú eres para el cliente y no el cliente para ti.
V. No procures nunca en los tribunales ser más que los magistrados, pero no
consientas ser menos.
X. Busca siempre la justicia por el camino de la sinceridad y sin otras armas que
las de tu saber.
75
Trabajo Práctico - Apéndice IV
Consulte el libro de este autor "El Alma de la Toga" (es un clásico de la literatura
jurídica, tiene varias ediciones), en los capítulos "Quién es abogado" y "La indepen-
dencia" y relacione sus conceptos con los contenidos en los mandamientos transcriptos
precedentemente.
76
INTRODUCCIÓN AL MÓDULO I - Parte 2
77
78
UNIDAD II
Tampoco es ajeno a nuestra experiencia vital el que la conducta de los otros pueda
ser juzgada moralmente; en la intimidad de nuestra conciencia hasta en pública
exposición.
Hasta aquí, nos limitamos a verificar el hecho del juicio moral sobre las conductas
propias y ajenas. Pero, cuando yo me juzgo a mi mismo o cuando participo en una
discusión acerca de la conducta de otro...
Es un hecho que todos decimos que determinadas conductas son buenas y que
otras, en cambio, son malas. El asunto a develar es POR QUÉ, CON QUÉ FUNDA-
MENTOS, decimos que son buenas o malas.
En caso afirmativo: ¿de qué modo podemos conocer ese bien moral objetivo?,
79
Actividad Nº 4
REMISIÓN A LA BIBLIOGRAFÍA
Vamos a utilizar como texto de consulta la obra de Jacques Leclercq (v/ Bibliografía
Básica) «LAS GRANDES LINEAS DE LA FILOSOFIA MORAL. Este autor trata el
tema con una amplitud mucho mayor que la que exige el programa. Por ello va-
mos a tomar de su texto sólo tres direcciones principales de permanente vigen-
cia, sin por ello entender que hemos agotado las variantes posibles.
1. EMPIRICAS
B) RESPUESTAS POSITIVAS:
2. RACIONALES
80
I.2.1. Dirección sociológico positivista
81
Actividad Nº 5
Recurra a Leclercq (52/57) y de la lectura del texto, responda los siguientes interro-
gantes:
1) ¿Por qué el autor caracteriza al escepticismo como una tendencia del pensamien-
to, más que como una doctrina o sistema?
82
El positivismo sociológico
83
Actividad Nº 6
3. ¿Qué aspecto rescata el autor como aporte de esta Dirección a la Ciencia Moral?
¿Qué crítica le realiza desde el punto de vista de la autonomía de la conciencia
del hombre?
84
I.2.2. Dirección utilitarista. Las morales empíricas
La línea doctrinaria que vemos en este punto del programa, el utilitarismo, está
clasificada dentro de las morales empíricas, en tanto que la del realismo moral, lo está
entre las racionales.
85
Actividad Nº 7
Responda:
86
I.2.3. Las morales racionales
Para esta dirección doctrinaria, que identificamos con los lineamientos generales de
la moral cristiana, el objeto de la Filosofía Moral o Deontología consiste ....
87
Actividad Nº 8
Siguiendo con este autor, a partir de la pág. 209 hasta la 220, se desarrolla el pre-
sente punto.
1) ¿En qué sentido se pueden hacer juicios de bien y de mal sobre todas las cosas?
4) ¿Por qué todo ser es bueno en sí mismo en la medida que es lo que es?
5) ¿Cuál es el concepto de mal? ¿Por qué no existe el mal en sí mismo, sino que
solamente se lo concibe en el plano de lo útil?
88
EL BIEN MORAL
Hasta aquí se viene desarrollando el tema del bien en general. ¿A partir de qué dato
se comienza a especificar el bien como moral?
89
Actividad Nº 9
Responder: ¿En qué se diferencia el bien útil del bien honesto (o entitativo). Y éste
¿en qué se diferencia del bien moral?
90
2.4. Aportes y críticas de las doctrinas.
Puntos en que están de acuerdo
Durante la exposición del autor que consultamos como bibliografía fundamental fue-
ron realizados comentarios relacionando las diversas direcciones. Es ahora donde los
tendremos presente.
Entre las páginas 194 y 202 Leclercq expone al respecto las coincidencias que se
verifican en la historia entre las morales positivas; es decir, entre las morales vigentes
en un determinado lugar y tiempo histórico.
La pregunta acerca del fundamento de la Deontología, esto es, cuál es la razón por
la que determinada conducta es moral (o buena) y por lo tanto merece nuestra aproba-
ción o, por el contrario, es inmoral (o mala) y se hace acreedora de nuestra censura,
hace a una cuestión esencial de nuestra Ciencia y, ciertamente, la más debatida.
91
En Occidente la actitud negatoria de la existencia de una regla moral tiene como
ilustre antecedente el de los escépticos griegos, continuándose en la Modernidad bajo
la genérica denominación de «relativismo». Y éste, más que en un sistema filosófico,
consiste en una actitud que «impregna profundamente todo el pensamiento y la literatu-
ra contemporáneos», al decir de Leclercq.
Para esta actitud intelectual, las cosas no tienen un valor objetivo: su valor lo crean
las circunstancias, los intereses, la consideración social. Como reza el aforismo popu-
lar: «en este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es cuestión del color del
cristal con que se mira».
El Positivismo "comteano", partiendo del hecho así entendido, encuentra "lo diverso
en las culturas en lo que respecta a la moralidad y pone el énfasis en tales diferencias.
Se le resta valor, en cambios a lo que las morales positivas tienen en común. Se
infiriere que no existe una naturaleza humana uniforme, de allí que no hay principios o
reglas de obrar aplicables y exigibles a todos.
92
que para nosotros el hecho moral suscita el problema moral, los positivistas se niegan
a estudiarlo. Y así parecen poco coherentes con sus propias posturas puesto que el
problema moral es también un hecho» (Leclercq, op. cit.)
A su turno, Maritain (op. cit.) refuta la postura en estudio del siguiente modo: «...el
sociologismo se destruye a si mismo en cuanto que ninguna sociedad puede vivir sin
una cierta base común de convicciones morales... Cuando los miembros de las socie-
dades hayan sido suficientemente ilustrados (por el Positivismo Sociológico) para to-
mar conciencia de estas «verdades científicas», en ese momento se volverán cons-
cientes de la total relatividad y de la total falta de objetividad racional de toda
convicción moral, de suerte que en ese momento una de las condiciones indispensa-
bles para la vida social se habrá desvanecido. En otros términos, el Sociologismo
habrá destruido su propio objeto».
DIRECCIÓN UTILITARISTA
93
lo exija un interés suficientemente grave-, pero que, en la vida corriente, confiere a la
vida pública una atmósfera netamente superior a la de otros pueblos...»
El realismo filosófico
94
EL BIEN EN GENERAL: debemos consignar, en primer lugar, que el juicio de bien y
de mal no se aplica solamente a los actos humanos: se aplica a todas las cosas. Así,
calificamos a un lápiz, a un perro, a una piedra, a un alimento, a una sombra, etc. como
buenos o malos.
Observemos que el calificativo depende del fin que le asignamos o que cumple esa
cosa. Hasta tal punto es importante la referencia al fin, que sería imposible calificar
cualquier cosa si ignoramos para que sirve (es decir, si ignoramos su finalidad). En
consecuencia, un juicio de bien implica un juicio de finalidad.
Asimismo podemos advertir que una cosa realiza o cumple en mayor o menor medi-
da con su finalidad. Y a aquella que la cumple totalmente la consideramos perfecta. Es
decir, que se da una gradación o jerarquía de bien en función de que la cosa cumpla en
mayor o menor medida con su finalidad.
Debe tenerse presente que conocer el fin de una cosa implica conocer su naturale-
za, entendiendo por tal «el conjunto de caracteres que determina un ser en sí mismo,
de suerte que, si le faltare uno de esos caracteres, cesaría de ser el mismo ser; son,
pues, estos, los caracteres necesarios del ser, lo que en el lenguaje de la filosofía
tradicional se llama esencia.» (Leclercq, op. cit., pág. 211). En consonancia, Jolivet
enseña que el fin y el bien son una misma cosa; el fin y el bien de un ser son
función de su naturaleza.
Tengamos presente ahora que todo ser, en la medida que es, realiza bien aún con
deficiencias. Es decir, aun cuando un determinado ser sea imperfecto, realiza, al me-
nos su propia esencia (si no, sería otra cosa), aún que sea en mínima medida. Y en esa
mínima medida entonces realiza su propia perfección. En consecuencia, todo ser, con-
siderado en sí mismo es bueno.
La Filosofía Tradicional distingue entre el bien honesto (el bien propio del ser consi-
derado en sí) y el bien útil (que se predica de un ser subordinado a otro; por ejemplo,
cuando mencionamos «un buen lápiz», «un buen caballo», lo hacemos, no consideran-
do estos seres en sí mismos, sino en función de la utilidad que a nosotros nos repor-
tan. Estos seres, subordinados a nuestros propios fines, son calificados como buenos
o malos en función de la utilidad que nos deparan y no considerados en sí mismos.
95
En cambio, no existe el mal en sí mismo. El mal es un desorden; radica en la ausen-
cia de un elemento que debería estar o presencia de un elemento que no debería estar
o en la falta de proporción entre varios elementos.
BIEN ONTOLÓGICO
Es el del ser considerado en sí mismo. Todos los seres tienen una finalidad que les
es propia, que deviene de su propia esencia. Tienen en consecuencia un bien objetivo.
Es decir, que existe como bien en la realidad, con independencia de la intervención de
nuestra subjetividad.
BIEN MORAL
Solo podemos hablar de bien moral respecto del ser racional puesto que aquel no es
otra cosa distinta del bien ontológico, pero realizado libre y reflexivamente.
El bien moral tiene una particular trascendencia puesto que, al ser el objeto propio
de la acción libre del hombre, es la fuente de los valores propiamente humanos: «todo
el valor propiamente humano del hombre radica en el uso que hace de su libre albe-
drío» (Leclercq).
BIEN Y FELICIDAD
No obstante, no debe confundirse bien con felicidad. Esta es «el estado subjetivo del
hombre que ha alcanzado su fin.» «Es el estado que colma todo deseo» (Sto. Tomás).
96
Deontología y obligación
97
98
UNIDAD III
Presentación
En continuidad con la percepción espontánea del ser y del bien que le es propio, de
la que es capaz el intelecto humano, su sentido moral (sindéresis) le lleva a formular
con carácter preceptivo (obligatorio) los principios del orden práctico o moral. Tradicio-
nalmente la formulación de estos principios recibió el nombre de "ley natural" o "ley
moral natural".
Conviene en este punto, tener presente el concepto de virtud moral y la noción de las
virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
Finalmente, se analiza con mayor detalle, siguiendo a Gómez Pérez, (v. Bibliog.)
algunos aspectos específicos, como los estados de la conciencia, las condiciones y
condicionamientos de los actos humanos y la determinación de la moralidad de un
acto.
99
Siguiendo el esquema de exposición de Joseph Gevaert (El Problema del Hombre -
Introducción a la Antropología Filosófica) el conocimiento de la verdad por parte del
hombre es EXPERIENCIA más PENSAMIENTO CONCEPTUALIZANTE. Mediante éste
se da, no solo la posibilidad del discurso racional, sino también la de la comunicación.
El pensamiento conceptual revierte sobre la experiencia enriqueciéndola mediante el
nuevo horizonte que le aporta. De allí que -en tercer lugar- nuestro autor agrega un
tercer factor: la actividad dialéctica, tensa, permanente, entre la experiencia y el
pensamiento conceptualizante, abierta hacia el absoluto, develando el misterio
del ser, en toda su riqueza.
FORMULA
100
ESQUEMA Nº 1
La persona humana, a través de sus sentidos, "se abre" a la experiencia del uni-
verso. El conocimiento de la verdad se da por:
EXPERIENCIA (I)
más
-ahora bien-
101
ESQUEMA Nº 2
EL INTELECTO ES UNO,
PERO DISTINGUIMOS:
DOS FUNCIONES
ESPECULATIVA PRÁCTICA
cuyo objeto es
La dirección de la acción
(el ser en cuanto inteligible) libre del hombre
(el ser en tanto operable)
SINDÉRESIS (*)
(*) Tomamos del Leclercq una primera definición de carácter nominal: "La sindéresis es una propiedad
del espíritu y consiste en conocer de manera evidente los primeros principios de la ley moral o
primeros principios del obrar" (Leclercq, op. cit., 198)
102
LOS PRINCIPIOS DEL ORDEN MORAL
Graneris (Contrib., 67, modificado con fines didácticos): (si lo bueno es aquello
adecuado al ser) «a veces esta adecuación es evidentísima en cuanto «está escrita»
tan claramente en la misma constitución de las cosas que quien las ve no puede menos
que ver aquella (la adecuación). Es una adecuación totalmente objetiva y absoluta, la
obtenemos por intuición directa, no a través de un razonamiento».
Jolivet, 84, (refiriéndose al primer principio «el bien ha de hacerse»); «(es) perfecta
y esencialmente objetivo, ya que su especificación depende de la noción de bien,
sacada de la experiencia».
PRACTICIDAD. Porque enuncian las leyes de la actividad humana. Son el objeto del
intelecto en su función práctica (Jolivet, 83)
103
más precisas, es la «prima directio actuum nostrorum ad finem» (primera dirección de
nuestros actos al fin). ... Requiere su misma naturaleza el complemento de las nor-
mas positivas, a través de las conclusiones y de las determinaciones de la autoridad
competente o de la costumbre. Hasta entonces, la lex naturalis es insuficiente para
regular la vida humana y especialmente la vida en sociedad.
Referencias de Fuentes
104
ESQUEMA Nº 3: LA SINDÉRESIS
* (Para ello, necesariamente debe conocer los primeros principios de los cuales ha
de partir y a los cuales ha de ajustar su acción, obra o praxis (los tomo aquí como
sinónimos). A tal fin se vale de su capacidad innata de conocer de manera evidente
los principios del orden práctico, que en el esquema anterior llamamos:)
SINDÉRESIS
(también llamado «sentido moral»)
HABITO RACIONAL
EL OBRAR
LOS PRIMEROS PRINCIPIOS DE: EL ORDEN PRACTICO
(LO QUE LLAMAMOS INDISTINTAMENTE) EL ORDEN MORAL
-y además-
105
Recapitulación de concepto
* LA LEY MORAL NATURAL. Los principios que gobiernan la acción del hombre,
en cuanto son conocidos por su razón natural y están basados en el bien propio
de la naturaleza humana, han sido llamados tradicionalmente «ley natural» o «ley
moral natural». Son considerados universalmente válidos en razón de que -no
variando los caracteres esenciales del hombre- tienden a realizar sus fines per-
manentes y consecuentemente tienen valor práctico en todo tiempo y lugar.
* INSUFICIENCIA. Sin perjuicio de ello, por ser nada más - y nada menos- que
principios, resultan de por sí insuficientes para responder a todas las necesi-
dades prácticas de la vida humana, de allí que requieren ineludiblemente que el
hombre 1) saque las conclusiones pertinentes y -sin dejar de tenerlos en cuenta:
2) determine prudencialmente lo que fuere menester hasta conformar la totalidad
de las normas necesarias para conducirse en lo individual y en lo social. Estas
consideraciones nos hacen desechar la idea de que la Ley Moral Natural confor-
ma un sistema cerrado y autosuficiente: nada más irreal que esto.
106
ESQUEMA Nº 4
que son
BIEN MAL
Explicación
El sentido moral común del hombre conoce este principio de manera evidente e
intuitiva, de él obtiene conclusiones inmediatas y mediatas que, como ya fuera dicho,
conforma el conjunto de las convicciones morales básicas de la persona.
Claro está que este conocimiento del primer principio esta como «supuesto» en el
razonamiento práctico del hombre corriente, lo tiene antes de cualquier reflexión al
respecto. La explicación de esto radica en que la capacidad metafísica natural (del
hombre corriente, del hombre primitivo, del niño) deduce del concepto que tiene de
bien y del mal -sin una reflexión consciente al respecto y en forma inmediata- tal
principio.
Explica Jolivet (op. cit. pág. 84) que en el principio del orden práctico se verifica una
situación análoga con el conocimiento intuitivo del primer principio del orden especula-
tivo «... así como el principio de contradicción nace inmediatamente de las nociones de
107
ser y de nada, que son las primeras nociones de la razón. «con respecto al deber de
hacer el bien, dice: (no hay) ningún otro principio práctico que sea más simple y más
claro. «Es evidente por sí y captado inmediatamente en las nociones del bien y de
mal, que son los datos absolutamente primarios de la actividad práctica.
A la posible objeción a que este principio es pura forma sin contenido (p. ej. «todo
depende de qué sea considerado como bueno») dice Jolivet (Pág. 85) «No hay duda
que la noción formal de bien recibe inmediatamente un contenido o una determina-
ción en función de las exigencias fundamentales de la naturaleza humana.
ESQUEMA Nº 5
NO SE HA DE DAÑAR AL LA VIDA HA DE
PRÓJIMO TRANSMITIRSE
EL SABER HA DE LA COMUNIDAD HA
TRANSMITIRSE DE PRESERVARSE
CONCLUSIONES
MEDIATAS
108
(PROH. DEL INCESTO)
Comentario 3
Decir que todo esquema peca de esquemático sería una redundancia. Pero en el
esquema anterior hay que tenerlo en cuenta especialmente.
En primer lugar, en las realidad no existe una línea divisoria rígida entre las conclu-
siones inmediatas, las mediatas y las aplicaciones concretas. Por eso no las hemos
trazado en ese sector del esquema.
En segundo lugar, debe advertirse que no todos los preceptos morales tienen el
mismo grado de certeza y por lo tanto de obligatoriedad. Digamos que tanto el primer
principio del orden moral cuanto sus conclusiones inmediatas (principios de máxima
generalidad) son conocidos con evidencia directa: «encontramos las líneas de acción
en las mismas cosas; quien ve las cosas, no puede menos que ver el bien que les es
adecuado en forma objetiva.» (Graneris, op. cit.)
De modo tal que, en el nivel de las «conclusiones mediatas» el contenido del precep-
to moral debe «complementarse» o, hablando más precisamente debe «concluirse». Y
ello es competencia del hombre histórico, que es en definitiva el «intérprete» de los
principios de máxima generalidad para su «recepción» en lo que se irá configurando
como moral positiva. Así, nos encontramos con que no hay un sólo sistema de organi-
zación de la propiedad moralmente válido (siempre teniendo en cuenta las circunstan-
cias históricas), ni una única manera de regular la institución familiar, ni una sola
modalidad de castigar al transgresor de la ley.
109
En lo que respecta a la estabilidad del matrimonio ¿esta ha de ser absoluta o admiti-
rá excepciones? las uniones ¿serán monogámicas o poligámicas? Si bien entendemos
que el matrimonio monogámico estable se encuentra en la línea del mayor bien moral
por cuanto se ordena de un modo más adecuado al principio superior, que es el de la
institución de la familia, no podemos dejar de conocer que las preceptos morales han
variado en esta materia a lo largo del devenir histórico. No ocurre así con la prohibición
del incesto que, con extraordinaria similitud, ha sido adoptada por las diversas civiliza-
ciones por la certeza con que la razón natural del hombre primitivo le hiciera advertir
que dicha práctica redundaba contra el bien de la institución familiar.
Pero guardamos para el final los ejemplos relativos a preceptos aceptados como
morales por alguna moral positiva determinada que, no obstante, entran en franca
oposición con los principios morales evidentes y objetivos:
Cuando la razón humana se convenció que la persona humana es más que un bien
económico y se convenció de que le forma es una persona humana, inmediatamente el
precepto del ejemplo se «derogó» por inmoral.
110
Cuando la razón humana hizo trascender a todo hombre la calidad de persona (y no
sólo al ciudadano, cual era la estrecha concepción de las antiguas civilizaciones), dejó
de ser tenido por moral tratar al vencido como cosa.
Cuando los hombres que viven en las sociedades en las que es lícito el aborto
voluntario, se convenzan por la fuerza de su razón que el embrión cuya vida se supri-
me es persona humana inocente, se hará patente la inmoralidad de esa práctica.
A tales usos, no los hemos calificado como morales, sino como «tenidos por tales»
y susceptibles de tajante derogación. Es que en realidad no fueron ni serán precep-
tos que merezcan la calificación de «morales» por encontrarse en franca contra-
dicción con el precepto de que «la vida ha de preservarse» -en inmediata co-
nexión- con el primer principio del orden moral.
Tomamos como bibliografía de consulta en este punto, la obra de Josef Pieper; las
Virtudes Fundamentales, Ed. Rialp, Madrid (seguimos el texto de la 2ª ed.).
Conviene dejar sentado lo dicho en la Introducción de esta obra, a fin de que quede
clara la impronta humanista del pensamiento del realismo filosófico, del cual Pieper es
uno de sus preclaros cultores:
«Asociamos al concepto de moral la idea de una doctrina del hacer, y sobre todo del
no hacer, del poder y no poder, de lo mandado y lo prohibido. ...La primera enseñanza
de Santo Tomás es que la Moral trata de la idea verdadera del hombre, la idea del
hombre bueno.» Esta concepción refleja una idea de que la Moral es una doctrina de
las virtudes.
111
Entonces, el bien presupone la verdad, y ésta el ser del conocimiento del ser de las
cosas surge cuál es su bien, y de allí el qué hacer y el qué no hacer.
Esto evita caer en los vicios del «moralismo» que predica la obligación de determi-
nados «deberes» sin marcar adecuadamente su correlación con el ser (y con el bien)
del hombre. El moralismo dice «esto es debido porque es debido»; el realismo filosófico
dice: «esto es bueno porque es conforme o adecuado con la realidad del hombre y, en
consecuencia, es debido».
112
Actividad Nº 10
2) Elija uno de los esquemas expuestos en el módulo y explíquelo con sus propias
palabras.
113
114
ANEXO
115
116
UNIDAD III
LEY MORAL NATURAL
(complemento de la exposición del módulo).
Definición de la Proposición
117
Las cuatro proposiciones
Como toda proposición tiene a la vez una cantidad y una cualidad, podemos
distinguir cuatro especies de proposiciones, que los lógicos designan con voca-
les:
Noción de la Oposición
118
Dos proposiciones contradictorias (A y O, E e I)
no pueden ser NI VERDADERAS NI FALSAS A
LEY DE LAS
LA VEZ. UNA ES NECESARIAMENTE VERDA-
CONTRADICTORIAS
DERA Y LA OTRA ES NECESARIAMENTE FAL-
SA.
Dos proposiciones contrarias (A y E) no pueden
ser VERDADERAS AL MISMO TIEMPO; SI UNA
LEY DE LAS
ES VERDADERA, LA OTRA ES FALSA. PERO
LEYES DE LA CONTRARIAS
LAS DOS PUEDEN SER FALSAS AL MISMO
OPOSICIÓN
TIEMPO.
El Positivismo
119
Centrándonos ahora en las enseñanzas del realismo moral, una de las vertientes del
naturalismo, tenemos que, en primer lugar, debemos tener presente que todo ser
existe en razón de algo y, por consiguiente, existe para algo, para su fin propio. Por lo
tanto, toda actividad se explica por esa tendencia intrínseca del ser hacia su fin,
que es también su bien, porque bien y fin se identifican (Derisi, "Los fundamentos
metafísicos del orden moral", Educa, Bs. As., 1980, pág. 25). El movimiento revela el
tránsito de la potencia al acto que lleva a cabo todo ser creado para alcanzar su
perfección y acabamiento. Ahora bien, ese proceso no puede acaecer de una manera
caótica, sino ordenada y orgánica, porque de lo contrario, el ser no verá satisfechas las
exigencias de su estructura esencial. Se precisa, entonces, de un modelo, ejemplar o
paradigma que guíe la conducta u obra del sujeto agente. En nuestro caso, LA REGLA
Y MEDIDA DEL OBRAR SON LAS NORMAS O LEYES MORALES (NATURALES Y
POSITIVAS, GENERALES Y PARTICULARES), LAS CUALES CONSISTEN EN PRE-
CEPTOS O PRESCRIPCIONES QUE DICEN LA CONDUCTA VIRTUOSA. La ley ex-
presa cómo ha de ordenarse la conducta humana en la relación del hombre consigo
mismo, para el logro del bien personal, y con los demás, para alcanzar mediatamente
el bien común.
SER
EJEMPLO,
MODELO O
PARADIGMA
120
LEYES
NATURALES O
POSITIVAS
PERFECCIÓN
CONDUCTAS OBRAR NATURAL BIEN
HUMANAS VIRTUOSO DEL PROPIO
HOMBRE
En segundo lugar, la ley moral no sólo dilucida la conducta virtuosa a fin de iluminar
la acción (nuestro movimiento en el campo de lo moral) sino que también lo impera.
Exige determinadas conductas, con la amenaza de una cierta sanción para el
supuesto que no se satisfaga el débito. En otras palabras, la ley no se limita a
describir una conducta a modo de ejemplo, modelo, paradigma o idea imitativa, sino
que la manda, pretende que efectivamente se lleve a cabo. La ley moral es una propo-
sición imperativa dirigida a ordenar eficazmente las operaciones de todo el hom-
bre y de todos los hombres. Por ese motivo, LA LEY MORAL NATURAL Y LAS
NORMAS MORALES POSITIVAS EJERCEN COERCIÓN PORQUE INFLUYEN SO-
BRE EL LIBRE ALBEDRÍO DEL SUJETO, IMPULSÁNDOLO AL CUMPLIMIENTO
ESPONTÁNEO DE SUS DEBERES ÉTICOS. Así como el escultor es la causa eficien-
te de donde procede el movimiento que tiene como término a la estatua, las reglas
(naturales y positivas, generales y particulares) son la causa eficiente de la moral
porque instan a los sujetos, que son sus destinatarios, a que encarnen en sus
conductas lo virtuoso que han definido y mandado.
121
LEY
ORDENACIÓN DE LA RAZÓN
ADECUACIÓN A LA NATURALEZA
OBLIGATORIEDAD
EN
CONCIENCIA
Por lo tanto, no toda regulación moral que se impone, QUE PREDOMINA, QUE
ESTÁ VIGENTE en la convivencia por el consenso logrado en la comunidad social o
por voluntad de la mayoría es obligatoria. Por el contrario, ESA REGULACIÓN SERÁ
VÁLIDA Y POR LO TANTO OBLIGATORIA, SÓLO SI ES CONFORME CON LA LEY
MORAL NATURAL.
Ahora bien, ¿de dónde provienen o cómo surgen esos principios? La LEY ETERNA
es la misma razón y voluntad de Dios que establece y prescribe el cumplimiento y
conservación del orden natural del universo. La LEY MORAL NATURAL es la participa-
ción del hombre en la ley eterna. 1) LA RAZÓN PRÁCTICA DEL HOMBRE capta sus
propias inclinaciones, sus tendencias, su misma naturaleza, sus exigencias ontológicas
y, 2) POR VÍA INDUCTIVA, las ABSTRAE, FORMULA LOS PRECEPTOS CONSTITU-
TIVOS DE LA LEY MORAL NATURAL, MEDIANTE UNA PROPOSICIÓN UNIVERSAL,
122
Y 3) LOS PRESCRIBE COMO DEBER. La razón práctica, reiteramos, conoce el ser,
aprehende lo bueno de la cosa en sí misma y, a partir de la misma naturaleza humana,
formula los preceptos o dictámenes de la ley moral natural: los originarios, primarios o
comunísimos, captados de manera inmediata en su verdad evidente y enunciados por
la SINDÉRESIS, y los preceptos secundarios, que no se pueden captar inmediatamen-
te sino inferirse con mayor o menor facilidad a modo de conclusiones próximas o
remotas de los anteriores. NO HAY EN EL HOMBRE PRINCIPIOS "A PRIORI" O INNA-
TOS, como sostienen algunos autores como San Agustín.
Cabe destacar que no obstante ser los primeros principios, tienen un grado máximo
de generalidad, siendo necesariamente vagos. Necesitan, entonces, ser complementa-
dos por la moral positiva y por el derecho positivo, que provienen de la voluntad del
hombre (legislador o comunidad social). Así, al principio moral natural consistente en
que "Todo hombre tiene una dignidad eminente", la moral positiva precisa cómo debe
ser la vestimenta decorosa de un hombre y una mujer en la República Argentina a
comienzos del siglo XXI (muchas veces esas reglas se encuentran en una zona fronte-
riza con las normas de buenas maneras y urbanidad). Pero, bueno es precisarlo, aun-
que es necesario el aporte de la moral positiva, no toda moral positiva por el sólo hecho
de ser tal es válida, sino que, para tal efecto, debe estar adecuada a la ley moral
natural.
La rectitud ética de los actos humanos no puede lograrse, con habitualidad, sin la
posesión y ejercicio de las virtudes morales. Virtud como palabra, deriva de la latina
virtus, y ésta de vis, que significa fuerza. De manera que la virtud no es una actitud
negativa y cobarde, sino por el contrario, algo positivo y hasta viril (varón viene del
latín vir, y este término tiene también su origen etimológico en vis, fuerza).
123
En una primera época, pre - filosófica, virtud significó cualquier habilidad, sobre todo
en el orden técnico (la virtud del guerrero - su valentía y destreza - o la del zapatero,
por ejemplo) o aún cualidades positivas de entes irracionales, como la virtud de tal o
cual caballo.
Las virtudes morales principales se llaman cardinales, porque sobre ellas se fundan
las demás virtudes morales, y todas las virtudes morales secundarias pueden reducir-
se a las cardinales o sea principales.
Las virtudes cardinales son cuatro, tanto por razón de su sujeto como por razón de
su objeto. El objeto propio de las virtudes morales es el bien moral, o sea, el bien que
es tal según el recto dictamen de la razón práctica.
1º) en los medios para alcanzarlo, que son discernidos e imperados por la virtud
de la prudencia (la cual es a la vez virtud intelectual y virtud moral);
124
2º) en cuanto bien (fin) referente a las operaciones relativas a otros, que es
logrado por la justicia;
3º) en cuanto se refiere a las pasiones que impiden alcanzar un bien o fin difícil,
arduo, y que la razón sin embargo dictamina como necesario o conveniente,
tales pasiones son ordenadas y moderadas por la virtud de la fortaleza, la cual
vence el temor y refrena la audacia ciega; y
4º) en cuanto se refiere a las pasiones que impelen a bienes deleitables de un
modo contrario a la razón, tales pasiones son moderadas por la templanza.
Como puede observarse, de las cuatro virtudes morales mencionadas, tres se refie-
ren al fin del hombre: la templanza (bien propio), la fortaleza (bien propio) y la justicia
(bien del otro). Efectivamente, la templanza dispone al hombre a no apartarse del
debido fin por la concupiscencia; la fortaleza, a que no se aparte de él por temor; la
justicia, a que no se aparte del debido fin por quedarse con el bien del otro. En cambio,
la prudencia se refiere a los medios para alcanzar ese fin; es decir, versa sobre las
obras singulares, ordenándolas hacia el debido fin último. La prudencia, por lo tanto,
inclina a juzgar rectamente, con juicio estrictamente práctico, sobre las obras singula-
res, en orden al fin último.
Las virtudes morales consisten en un justo medio entre dos excesos, que son dos
vicios. Así, la fortaleza está en un justo medio entre la cobardía y la audacia ciega.
Pero conviene añadir que:
Las virtudes morales están todas conectadas entre sí y con el último fin. La falta de
una perjudica a las demás. Por ejemplo, un Juez sin virtud de fortaleza, puede senten-
ciar injustamente por temor a alguna amenaza; asimismo, un gobernante puede obrar
imprudentemente por excesiva afición al alcohol, esto es, por no poseer la virtud de la
templanza.
125
a ese fin. Puede definirse como una virtud del entendimiento práctico que habilita al
hombre para dirigirse rectamente en la elección de los medios conducentes al último
fin. A la prudencia toca, por lo tanto, determinar en cada caso cuál es el justo medio en
que cada acto virtuoso consiste, teniendo en cuenta las peculiares circunstancias en
que ese acto se dé, y ayudándose con la memoria del pasado, la inteligencia del pre-
sente y la previsión del porvenir.
126
gía, no identidad de especie. Porque la prudencia individual, que basta para
dirigirse a sí mismo, no basta para la más difícil tarea de dirigir la multitud hacia
el bien común. Un particular prudente en su vida privada no es necesariamente
un buen gobernante. Y de allí toma Santo Tomás ocasión para dividir la prudencia
en tres clases: la individual, la doméstica o familiar (que dirige hacia el bien de la
familia y reside en los padres), y la política, que dirige el bien común de la
sociedad política, y que debe residir principalmente en el legislador o autoridad,
luego en el juez (prudencia judicial) y en menor grado en los súbditos o ciudada-
nos.
Las partes integrales son aquellas que concurren juntamente para formar un todo,
así como la cabeza, el tronco y las extremidades son partes integrales del cuerpo
humano. La prudencia tiene parte integrales, esto es, virtudes parciales que, juntas,
forman la virtud total de la prudencia; esas partes son: memoria, inteligencia, docilidad,
sagacidad, razón, providencia (previsión del futuro), circunspección (virtud que toma
en cuenta todas las circunstancias que rodean a un caso concreto) y precaución.
Las partes potenciales de una virtud son ciertas virtudes que no llegan a ser pru-
dencia, pero le sirven como auxiliares; ellas son la eubulia, o virtud del buen consejo; la
sinesis, esto es, la sensatez, así como la gnome, resolución equitativa, que sirven al
acto del juicio prudencial; la sensatez, en los casos ordinarios; la resolución equitativa
en los casos extraordinarios, en que para servir debidamente a la justicia, resulta
necesario apartarse de la ley general para adecuarse a lo imprevisto del caso concreto.
La Conciencia
127
ella no crea, sino que descubre: la ley natural y la ley humana en cuanto aplicación o
explicitación de la ley natural. En otras palabras, la conciencia no es autónoma si por
autonomía se entiende crear su propia ley; si, en cambio, por autonomía se entiende
libertad, la conciencia es autónoma, en el sentido de que nunca es lícito coaccionar la
conciencia.
La conciencia cierta es la que juzga con seguridad que una acción es buena o mala.
Se está seguro y no hay miedo a equivocarse.
128
La conciencia probable es la que dictamina que un acto es bueno o malo, pero con
temor a equivocarse.
Se puede resumir, entonces, que para la buena actuación moral, es preciso obrar
con conciencia recta y cierta.
Ante los casos de conciencia venciblemente errónea, lo ético es superar ese error
(cosa posible); estamos obligados a corregir la conciencia venciblemente errónea puesto
que serían moralmente imputables los actos realizados en esa condición, sobre todo
cuando están comprometidos legítimos intereses y expectativas de terceros; por lo
tanto, es muy frecuente en la actuación profesional. Ordinariamente siempre es posible
salir del error a través de una investigación más atenta, pidiendo consejo, revisando
precedentes, etc. Nunca es lícito, por lo tanto, mantenerse conscientemente en una
conciencia venciblemente errónea. Esto equivaldría a una conciencia laxa.
129
A mitad de camino entre la conciencia laxa y la escrupulosa está la conciencia
perpleja, es decir, la que en los dos o más supuestos que se ven como posibles
encuentra el mismo peso y valor. En este caso, lo ético es superar esa perplejidad
mediante los mismos medios válidos para salir de la conciencia venciblemente erró-
nea: mejor investigación, consulta, etc. Si, por cualquier motivo, esto no es posible, lo
ético es decidirse, sin escrúpulos, por la solución que mejor salvaguarde los principios
morales. Hay que tener en cuenta que la perplejidad acompaña con frecuencia la actua-
ción profesional, sobre todo en los inicios del desempeño de una ocupación. En cierto
modo, la competencia profesional equivale a salir progresivamente de la perplejidad.
Con conciencia cierta, la voluntad se decide por algo sin miedo a errar. La certeza
es la adhesión firme del entendimiento a lo que se conoce. Puede ser intrínseca (basa-
da en la misma naturaleza de las cosas: ahora es de día) o extrínseca (se apoya en el
testimonio autorizado de otra persona).
Clásicamente, la certeza también se divide en física (el sol saldrá mañana), metafí-
sica (hay que hacer el bien, lo que ha sido no puede haber no sido) y moral (mi mejor
amigo me engaña). La certeza puede ser estricta, que excluye cualquier duda razona-
ble, y lata, basada en motivos fundados, pero sin excluir algún género de duda. Final-
mente, la certeza puede ser directa, que es la que nace de principios claros y manifies-
tos, o indirecta, que se basa de ordinario en presunciones (por ejemplo, estoy en la
certeza de que A no es culpable de parricidio porque toda su vida y conducta apoyan la
presunción de una actuación claramente filial).
La certeza total, plena y sin el más mínimo género de duda es poco corriente, salvo
en algunas cuestiones fundamentales. Ahora bien, sólo la conciencia cierta (directa o
indirecta) es regla suficiente para actuar, pero de ordinario basta con una conciencia
lata. Es decir, puede ser conciencia cierta la que llega a la certeza a través de presun-
ciones fundadas, aunque quede algún tipo de inquietud.
En general, se presupone que existe conciencia cierta cuando se actúa con diligen-
cia, cuando no se abandonan los estudios profesionales, cuando existe un interés posi-
tivo por estar al día, cuando se repasan con frecuencia los principios fundamentales,
cuando los asuntos son resueltos después de seria y madura reflexión, cuando existe
el hábito de aconsejarse con personas que conocen mejor el tema.
130
Existen varios tipos de duda:
Nos preguntamos ahora a qué criterios hay que atender para determinar que un acto
es bueno o malo. Estos criterios son:
131
Las Circunstancias
Las circunstancias que afectan el acto moral han sido clasificadas tradicionalmente así:
Qué: designa la calidad o cantidad del objeto. No es lo mismo robar cinco pesos que
un millón. No es lo mismo falsificar el propio documento de identidad que un billete.
Dónde: es la especificación del lugar. El robo en una iglesia de un objeto sagrado es,
además de robo, ofensa a la religión y sacrilegio.
Con qué medios: el apropiarse con engaño de lo ajeno es estafa; con violencia es
robo.
Por qué: expresa el fin extrínseco que se pretende con el acto. Esta circunstancia se
confunde con el fin del agente.
Cómo: indica el modo moral (no instrumental) con el que se realiza el acto: con
pasión, por juego, etc.
Se entiende con esto, la finalidad subjetiva que persigue el agente, o mejor, los
motivos que lo llevan a obrar así. El fin del agente modifica la moralidad del acto. Por
ejemplo, un acto indiferente (pasear) puede convertirse en algo bueno si se pretende
con ello acompañar a alguien que lo necesite; es malo si se hace con el objeto de
encontrar una ocasión de robar. Un acto bueno (por ejemplo, ayudar económicamente a
otro) puede hacerse menos bueno si se pretende presumir de ello; o incluso malo, si se
pretende sentar las bases para un chantaje posterior. Finalmente, el fin pretendido con
132
una acción mala puede disminuir su gravedad (robar para ayudar a uno que necesita
dinero), pero nunca convertirla en una acción buena, ya que el robo sigue siendo robo a
pesar de la "buena" intención del agente. El fin no justifica los medios.
El conocimiento o advertencia
El acto moral requiere, para serlo, que se sepa lo que se hace, que haya conocimien-
to, advertencia. Ese conocimiento ha de ser anterior a la realización del acto.
Impedimentos a la advertencia
a) Según el objeto: ignorancia de derecho (se ignora que exista la ley que manda
o prohíbe algo) e ignorancia de hecho (se ignora que un hecho esté comprendi-
do en determinada ley).
133
b) Según el sujeto: ignorancia invencible (ignorancia que no sabe que lo es y, por
lo tanto, no puede ser evitada, vencida) e ignorancia vencible (la que puede ser
vencida, superada, con una razonable diligencia). La ignorancia vencible juega un
papel importante en la actuación moral. No es lo mismo la ignorancia vencible
simple (implica la simple ausencia de una acción que podría superarla) que la
ignorancia crasa (indica que nada se ha hecho expresamente por vencer la
ignorancia). Mayor gravedad revisten los actos realizados con ignorancia venci-
ble afectada, es decir, conscientemente falsa: no se quiere poner los medios
para vencer la ignorancia.
c) Según el tiempo: ignorancia antecedente, es la que precede a la voluntad y, por
lo tanto, es en parte involuntaria; en realidad, en muchos casos se identifica con
la ignorancia invencible; ignorancia concomitante, cuando acompaña a la ac-
ción, pero no la origina y el acto se hubiera originado aunque no hubiera habido
ignorancia; ignorancia consiguiente es la que sigue al acto y supone una negli-
gencia querida por la voluntad, con lo que, de alguna forma, se asemeja a la
ignorancia vencible.
134
La Voluntariedad
El acto voluntario que se realiza con plena advertencia se llama perfecto; imperfecto,
si falla en algún aspecto la advertencia.
Los actos voluntarios también se clasifican según la atención con la que son realiza-
dos: actual (atención mantenida en la realización), virtual (atención que se mantiene
durante la realización pero no de forma expresa), habitual (atención que se ha tenido
alguna vez y se presume que sigue existiendo mientras que no haya actos en contra).
Se llama voluntario indirecto al acto que no se pretende por sí mismo, pero que es
consecuencia de otro que sí se desea en sí mismo. Un acto voluntario indirecto puede
tener de ordinario dos efectos: el querido directamente y el que sucede indirectamente.
En el caso de que esos dos efectos sean buenos, no hay problema moral alguno. Los
problemas, muy frecuentes, se plantean cuando, al realizar una acción, se sigue un
efecto bueno y otro malo. Por ejemplo, un farmacéutico vende un fármaco y el cliente lo
utiliza para suicidarse.
Para que sea lícito realizar un acto del que se sigue un efecto indirecto malo, se
requieren todas estas condiciones:
135
lo cual se sigue el aborto) quiere la curación (efecto bueno), y sólo permite el
posible aborto (efecto malo). Caso muy distinto, y por lo tanto es un supuesto de
ilícito, es de matar a un niño en el seno de la madre para salvar la vida de ésta;
aquí lo que se intenta primera y directamente es un acto malo. Tampoco es lícito
mentir para ayudar a otra persona. Un fin bueno no justifica nunca el empleo de un
acto intrínsecamente malo;
d) que exista una causa proporcionada a la gravedad el efecto malo que se produce.
En el ejemplo anterior de la extirpación de un tumor existe esa causa proporcio-
nada. Se da también una justa causa en la actuación de un abogado defensor que,
con el fin – intrínsecamente bueno – de defender a su cliente, ha de descubrir
situaciones que suponen, para otras personas, la revelación de hechos que les
perjudican pero hasta entonces desconocidos.
Impedimentos a la Voluntariedad
Afectan a la voluntariedad del acto: las pasiones, la violencia o coacción, los hábitos
o costumbres.
Las pasiones
136
Por otro lado, estas pasiones pueden ser antecedentes al acto o directamente queri-
das. En general, las pasiones antecedentes aumentan la voluntariedad del acto, pero
disminuyen su libertad. Otra cosa son las pasiones directamente queridas para refor-
zar el acto; en este caso aumentan la responsabilidad moral. Por ejemplo, el que es
"atacado" repentinamente por una pasión como la ira e injuria a otro, es moralmente
culpable; pero lo es más aún si alimenta esa ira para obrar con más fuerza y contun-
dencia.
Entre las pasiones hay que situar el miedo, o estado ansioso ante un mal presente o
futuro. Lo que se realiza con miedo o por miedo es plenamente voluntario; sin embargo,
pueden darse casos de miedo antecedente grave, que ofusca la razón y, por lo tanto,
disminuye la responsabilidad moral, llegando a veces a suprimirla del todo. Para que el
miedo pueda ser atenuante o excusante ha de tratarse de un miedo injusto, lo que
equivale a una forma de violencia.
La Violencia
Violencia es la presión física o moral ejercida contra alguien, para que haga lo que
no quiere o no haga lo que quiere. No puede haber violencia contra el acto interno de la
voluntad que obedece sólo a la propia libertad. Ahora bien, la violencia moral, quien
obra es la víctima y lo hace como sujeto con voluntad y libertad, aunque notoriamente
afectadas. Sin embargo, el reproche moral va dirigido al sujeto agente de la coacción. Y
en cuanto a la violencia física, quien obra es el sujeto productor de la fuerza, no así la
víctima que, en este caso, cumple el papel de objeto o mero instrumento. El reproche
moral también aquí va destinado al generador de la violencia. La inmensa mayoría de
las hipótesis que podemos plantear están referidas a la violencia moral, en sentido de
presión para que se realice o no un determinado acto. Incluso las amenazas de un daño
físico o una feroz golpiza a una persona para que lleve a cabo o no cierta conducta,
constituyen violencia moral, porque aquí quien actúa (como se dijo anteriormente) es la
víctima, si bien con su libertad manifiestamente amenguada. En lo que respecta a la
violencia física, los supuestos que podrían señalarse son muy pocos y casi de labora-
torio, como si alguien presiona la mano de otro para que estampe sobre un papel su
impresión digital, o lo empuja hacia una vidriera para que ocasione un daño. En estos
ejemplos, quien actúa es el sujeto productor de la violencia, valiéndose del otro como
mero instrumento. En ambas situaciones de violencia, los actos no son, por lo tanto,
morales para la víctima y su autor no es responsable de ellos. Moralmente, si no existe
consentimiento interno en aquello a lo que se es coactivamente llevado a hacer, no hay
tampoco culpa. Se trata de actos involuntarios y, por lo tanto, no morales.
137
Los Hábitos
138
UNIDAD IV
EL ORDEN MORAL Y EL ORDEN JURÍDICO. DISTINCIÓN
Y RELACIÓN. EL ORDEN JURÍDICO POSITIVO.
OBLIGATORIEDAD MORAL DE LAS NORMAS JURÍDICAS
POSITIVAS. LÍMITES A LA OBLIGATORIEDAD MORAL DE
LAS NORMAS POSITIVAS. EL CASO DE LA LEY INJUSTA
ORDEN LA RAZÓN
Por su lado, el DERECHO concierne a las conductas justas que una persona
debe realizar a favor del otro, por necesidad legal y con estricta igualdad, para la
consecución del BIEN COMÚN TEMPORAL. "El bien individual y el bien común no
pueden separarse, porque siendo el hombre naturalmente social, su propio bien
le indica que debe procurar la conservación y perfeccionamiento de la comunidad
en que vive" (Mouchet – Zorraquín Becú, "Introducción al Derecho", p. 17, Editorial
Perrot, 1987, Bs. As.). Y de esa necesidad provienen los deberes para con los demás,
las conductas tendientes a dar o respetar "lo suyo" del otro, el bien del otro:
respetar la vida y la propiedad ajenas, cumplir las obligaciones, no hacer daño a otro,
fortalecer la familia, etc. Lo "suyo" de cada uno está determinado, no arbitrariamente y
139
sin razones objetivas, sino con un fundamento ontológico, en aras de la plenitud perso-
nal y social. Por tal razón, resulta incuestionable que
MORAL DERECHO
1) POR SU
FINALIDAD BIEN, PERFECCIÓN O PLENITUD DEL BIEN COMÚN
HOMBRE EN EL PLANO NATURAL TEMPORAL
MORAL DERECHO
140
codicia, o por una pasión de hostilidad, para que no agravie un principio cuyo cumpli-
miento es necesario para la honestidad de la persona íntima … Por el contrario, el
Derecho ordena el pago, sencillamente para que el acreedor cobre, para garantizar a
éste algo que se estima en justicia como suyo" (Recasens Fiches, "Introducción al
Estudio del Derecho", p. 88, Editorial Porrua, 1985, México).
MORAL DERECHO
Precisado lo anterior, cabe ahora advertir que una norma moral, objetiva y cierta-
mente dotada "per se" de plena validez y vigencia, y no obstante el deber de obediencia
absoluta que existe a su respecto, SÓLO ES SUSCEPTIBLE DE SER EFECTIVAMEN-
TE APLICADA O EJECUTADA CUANDO EL SUJETO LA HA INTERNALIZADO, LA HA
INCORPORADO A SU MANERA DE SER Y DE OBRAR, COMO RESULTADO DE UN
RECONOCIMIENTO O ADHESIÓN ÍNTIMA A LA NORMA Y A SU OBLIGATORIEDAD,
POR LA FINALIDAD QUE LA INSPIRA. EN ESTE SENTIDO Y SÓLO EN ESTE, SE
HABLA DE LA AUTONOMÍA DE LA MORAL. Obviamente, el hombre es responsable
del camino elegido y está sujeto, en su caso, a las sanciones propias de la moral.
141
SE NECESARIAMENTE, A TAL EFECTO, ACTO ALGUNO DE LA PROPIA CONCIEN-
CIA DEL SUJETO, DE ADHESIÓN O RECONOCIMIENTO ÍNTIMO A LA NORMA. EN
ESTE SENTIDO, SE HABLA DE HETERONOMÍA DEL DERECHO.
MORAL DERECHO
Autonomía. Heteronomía.
El cumplimiento se El cumplimiento se lleva a cabo por-
lleva a cabo sólo si que así lo ha querido una voluntad aje-
4) APLICABILIDAD la voluntad libre del na y superior (la del legislador). Se im-
EFECTIVA DE LA sujeto se adhiere ín- pone a todo trance la conducta debi-
NORMA timamente a la nor- da (o una sucedánea, como la indem-
ma, si la internaliza. nización de daòos y perjuicios) o se im-
pide, también a todo trance, la realiza-
ción de la conducta prohibida. La ad-
hesión íntima del sujeto a la norma es
irrelevante a este fin.
MORAL DERECHO
5) COACTIVIDAD JAMÁS RECURRE PUEDE UTILIZAR LA COACCIÓN (EN
A LA FUERZA FÍSI- EL CASO DE LA NORMA POSITIVA)
CA
MORAL DERECHO
142
Por otra parte, cuando decimos que al Derecho le interesa "preponderantemente"
que se dé a cada uno lo suyo, queremos significar que enfoca primariamente el
aspecto externo de la conducta y que, de ordinario, se limita a esa faceta. Pero no
prescinde, en absoluto, de considerar las intenciones. Por ejemplo, el Derecho Pe-
nal distingue entre delitos dolosos y delitos culposos; y pondera que el sujeto no haya
podido en el momento del hecho comprender la criminalidad del acto o dirigir sus
acciones, a los efectos de la inimputabilidad. Asimismo, en el Derecho Privado se han
elaborado las teorías de los vicios de la voluntad, de la buena fe, etc. Pero cuando el
Derecho toma en cuenta las intenciones, lo hace sólo en la medida en que éstas
han podido exteriorizarse y juzgándolas en cuanto al alcance que puedan tener
para otras personas o para la sociedad.
MORAL DERECHO
HABITUALIDAD
SUJETO
DE
VIRTUOSO
ACTOS
MORAL
ADECUACIÓN OBJETIVA Y RECTA
EXTERIOR DE LA CONDUC- + INTENCIÓN
TA A LA NORMA
ADECUACIÓN OBJETIVA Y
DERECHO ACTO
EXTERIOR DE LA CONDUC-
JUSTO
TA A LA NORMA
143
Por lo emergente de este esquema, se ha llegado a sostener que el Derecho no es la
cosa justa en toda su perfección, sino un justo imperfecto, en cuanto puede darse
independientemente de la disposición de ánimo del agente, y no exige habitualidad en
los actos justos. ¿Estamos autorizados, entonces, para hablar de la "amoralidad del
derecho"? De ningún modo, puesto que la mencionada adecuación objetiva y ex-
terior de la conducta, que interesa al Derecho, lo es respecto de las NORMAS
JUSTAS y no de toda regla establecida imperativamente por las autoridades pú-
blicas, cualquiera sea su contenido. El objeto material del Derecho es la conducta
humana social, la que concierne a las relaciones del hombre con sus semejantes y
con la comunidad como tal. Se trata, pues, de actos humanos, reflexivos y libres.
Por este motivo, EXISTE EL DEBER DE OBEDIENCIA DE LAS NORMAS JURÍDI-
CAS, PERO EL SUJETO ESTÁ OBLIGADO A NO CUMPLIR AQUELLAS QUE VUL-
NEREN DEBERES SUPREMOS HACIA DIOS, HACIA SÍ MISMO Y HACIA SUS SE-
MEJANTES, O DESCONOZCAN LOS GRAVES PRINCIPIOS MORALES QUE REGU-
LAN LAS RELACIONES ENTRE EL ESTADO Y LOS INDIVIDUOS. Serían injustas por
atentar contra el orden más elevado, por ejemplo, las leyes que prescribieran la aposta-
sía, el juramento falso, las que prohibieran la práctica de los deberes religiosos, las que
aconsejaran el suicidio, las que dejaran de sancionar el homicidio, las que prescribie-
ran la poligamia o abolieran la autoridad de los padres sobre sus hijos, las leyes opre-
sivas y tiránicas. Si bien es cierto que el Derecho es heterónomo, que la voluntad
del legislador tiene una eminencia fundamental con respecto al arbitrio indivi-
dual, ello es así SIEMPRE Y CUANDO LA NORMA HAYA SIDO ESTABLECIDA PARA
EL LOGRO DEL BIEN COMÚN Y, MEDIATAMENTE, PARA QUE LOS HOMBRES
ALCANCEN LA PLENITUD DE SU BIEN PERSONAL (RAZÓN ÚLTIMA DE LA SO-
CIEDAD POLÍTICA). DE LO CONTRARIO, FRENTE A UN MANDATO LEGAL INJUS-
TO, COMO LOS DE LOS EJEMPLOS QUE HEMOS DADO, LA HETERONOMÍA CON-
CLUYE Y EL DEBER DE OBEDIENCIA QUEDA SIN FUNDAMENTO. IGUALMENTE,
SIGUIENDO LA DOCTRINA ESCOLÁSTICA, EL SUJETO ESTÁ AUTORIZADO A
CIERTA RESISTENCIA EN LOS RESTANTES CASOS DE LEYES INJUSTAS, SIEM-
PRE Y CUANDO ELLO SEA OPORTUNO Y NO SE CAUSE UN PERJUICIO SUPE-
RIOR CON EL DESORDEN.
Conviene tener presente que, según Aristóteles, la inclinación social que tiene el
ser humano hacia la polis a través de la cual se perfecciona, le impone respetar el
orden jurídico que ésta sanciona. Pero este deber de obediencia no es incondicionado,
ya que la sociedad encuentra su razón de ser en la naturaleza racional de sus miem-
144
bros, no pudiendo proponerse otro fin, que el de servir a los hombres que viven en su
seno. Por lo tanto, en el caso de que la sociedad no conformara esas exigencias natura-
les de los hombres, que obstruyera el desarrollo de las personas individuales que viven
bajo su protección, existe el derecho a desobedecer las leyes injustas, basándose en
la justicia natural.
Por ello,
145
146
UNIDAD II
PRINCIPALES LÍNEAS ACERCA DEL
FUNDAMENTO DE LA MORAL
(complemento de la exposición del módulo)
El problema consiste en saber si existe una regla moral independiente del hombre, a
la que éste debe someterse. Frente a esa cuestión, surgen distintas respuestas: a) la
que niega la regla moral. Aquí aparece el escepticismo, donde el espíritu prefiere
balancearse de una a otra doctrina, comprenderlo todo sin elegir nada. Se es escéptico
si se pone en duda la capacidad del conocimiento humano de alcanzar alguna verdad o
certeza. La filosofía se detiene en esta duda universal y es imposible salir de ella. Aquí
se destacan los sofistas, algunos de los cuales no fueron escépticos porque defendie-
ron la igualdad entre griegos y bárbaros, condenaron la esclavitud, rechazaron la dife-
rencia entre patricios y plebeyos, etc. Pero otros, como Calicles y Trasímaco, soste-
nían que el verdadero derecho y la verdadera moral residían en la fuerza; que domina-
ban o debían dominar los fuertes sobre los débiles. Concepción fisicista de la moral y
del derecho que viene a implicar un verdadero escepticismo sobre toda moral y todo
derecho no fundados en la superioridad física o psicofísica.
El escepticismo moderno adopta la forma del relativismo, que rechaza todo absolu-
to. No hay Dios, alma, hombre ni cosas en sí. Es un estado del espíritu más que una
doctrina. Entonces, nada hay de común entre los hombres; no hay una naturaleza
humana uniforme, y por consiguiente, no se puede encontrar principio de acción aplica-
ble a todos, esto es, no existe una sola moral, sino varias, tantas cuantos hombres
haya. La enseñanza moral debe consistir en abrir los espíritus para que cada uno
busque su moral.
147
En cuanto a las filosofías del valor, no constituyen propiamente una escuela. Valor
designa, en primer lugar, lo que hace que las cosas sean estimadas y deseadas; de
aquí se pasa a un segundo sentido: lo que hace que las cosas merezcan ser deseadas
o estimadas. Hay filosofías del valor que explican a uno y otro ya sea desde un punto
de vista subjetivo (del sujeto cognoscente) o desde un punto de vista objetivo (del
objeto conocido). Las primeras participan del relativismo, con la tentativa de construir
una moral teórica, intermedia entre la moral normativa y la ciencia de las costumbres.
El papel del moralista, pues, no consiste en encontrar la moral ni en deducirla de
principios abstractos, sino que nos es dada por la experiencia moral; por lo tanto,
reflexiona sobre el dato moral y formula juicios puramente teóricos.
148
b) Otras posiciones se preocupan por buscar el
fundamento de la moral
b-1) Algunas sostienen que nada existe superior al hombre, por lo que éste sólo
puede buscar en sí mismo el fin y la moral de su acción. Son las morales empíricas,
porque se fundamentan en un principio que el hombre encuentra en sí mismo por la
experiencia de la vida. Se agrupan en morales utilitarias, morales altruistas y morales
de la espontaneidad.
La moral utilitarista se basa en la idea de que el hombre trata de ser feliz, y que
éste es el fin de la vida. y esa felicidad reside en el placer. En la moral griega, suelen
distinguirse el hedonismo y el eudemonismo. El hedonismo es la moral del placer; el
eudemonismo, la moral de la felicidad. Es difícil trazar una línea de demarcación entre
uno y otro porque el placer tiene por fin la felicidad. Las morales del placer se atienen al
instante y carecen de visión de conjunto sobre la vida o no quieren considerarla en su
totalidad. El gran sistema utilitarista de la Antigüedad es el de Epicuro, para quien el
hombre es una combinación de átomos, fruto del azar; al morir, todo se disuelve.
Entonces, no hay que preocuparse de la vida futura ni tampoco de la muerte. No tene-
mos más que ocuparnos en pasar esta vida lo más agradablemente posible.
149
que se reduce a la "vuelta a la naturaleza". El sabio se contenta con ser él mismo; se
libera de toda ligadura exterior y busca en todo lo más radical de la simplicidad. El
cínico desdeña la vida social y sus reglas, que complican la existencia y apartan al
sabio de la conciencia de sí mismo, en la que radica la felicidad.
También merece destacarse el pensamiento de Jean - Marie Guyau, para quien el fin
de nuestros actos, la tendencia más profunda de nuestro ser, no es la utilidad ni el
placer, sino la vida, lo más intensa y lo más extensa posible, el desarrollo de nuestra
naturaleza física y moral. La vida tiene un fin en sí misma.
En el empirismo jurídico que es proyección del empirismo filosófico, hay que incluir a
todos los empiristas de que hablamos al referirnos al empirismo filosófico o en general,
sin olvidar el empirismo "sui generis" del existencialismo, que tiene manifestaciones
jurídicas, como lo es (en parte) la escuela egológica del derecho, creada en la Argenti-
na por el Prof. Carlos Cossio.
150
El empirismo medieval, especialmente en Guillermo de Occam y su escuela, se
manifiesta en moral y derecho como voluntarismo. Voluntarismo es aquella posición
que da primacía a la voluntad sobre la razón. Por eso, para ellos, la moral y el derecho
no se justifican por ser racionales, esto es, por la adecuación de sus contenidos al fin
último del hombre (bien moral) o al fin último del derecho (bien común político), sino
solamente por ser expresiones de voluntad, mandatos. Algo no es mandado porque sea
bueno o justo, sino que es bueno o justo porque es mandado. El voluntarismo moral y
jurídico puede ser teológico, como en Occam (la ley eterna y la ley natural son nega-
das, y sólo se admite la ley divina positiva, esto es, la promulgada por Dios en la
historia, como el Decálogo del Sinaí), o puede ser puramente humano, y entonces
derecho es lo que es mandado por el legislador humano (positivismo legalista).
Kant sostiene que la razón humana es una sola pero puede funcionar de dos modos:
cuando busca conocer "lo que es" (teórica o especulativa) o cuando busca conocer "lo
que debe ser" (práctica). En su funcionamiento práctico elabora y produce normas o
imperativos que son "leyes de conducta", morales y jurídicas, que postulan o suponen
la existencia del yo, la de Dios y la del universo (siendo imposible que la razón los
conozca tal como son). ¿POR QUÉ LA MORAL DE KANT ES APRIORÍSTICA? Porque
la moral de Kant no se sustenta en Dios, en la naturaleza del hombre ni en las circuns-
tancias del universo. Por el contrario, la razón práctica (siempre encerrada en sí mis-
ma) racionaliza los impulsos ciegos, las ganas de hacer algo, las inclinaciones que me
dicen "haz tal cosa", las "máximas", y pronuncia una norma que nada ordena en con-
creto, que no se limita a una hipótesis determinada, sino que vale para todos los casos.
Es un principio supremo, un mandamiento "a priori" de la razón en su uso práctico (o
voluntad, en el lenguaje kantiano), que se formula en el IMPERATIVO CATEGÓRICO.
Esta ley es independiente de toda experiencia, con lo que garantiza la universalidad y
necesidad de la moral, al dejar de lado todo relativismo cultural, histórico, etc. Por ello,
se impone a todo ser racional como obligación incondicionada y como un fin en sí
mismo absoluto y último. Se trata de la LEY MORAL FUNDAMENTAL, que ordena el
impulso ciego e irracional o máxima de modo que pueda convertirse en un modelo
universal para todos los hombres, y que se enuncia de los siguientes maneras: "Obra
de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda siempre valer como principio de una
legislación universal"; "obra de tal modo que tu voluntad pueda ser considerada como
legisladora universal"; "obra de tal modo que nunca tomes la humanidad ni en ti ni en
151
otros como medio, sino siempre como fin". ¿POR QUÉ LA MORAL DE KANT ES FOR-
MALISTA? EN KANT, TODA LEY MORAL TIENE MATERIA = ¿QUÉ SE HA DE OBRAR?
Y FORMA = ¿CÓMO SE HA DE OBRAR? ¿CON QUÉ INTENCIÓN? A Kant no le
interesa la "materia" de la ley moral y se queda solamente con la "forma". Sostiene, por
lo tanto, que la moralidad de un acto depende exclusivamente de su "forma", es decir,
de la intención que lo anima. Entonces, ¿cuál es la intención que confiere valor moral o
bondad a un acto? ES LA BUENA VOLUNTAD, QUE SE CONFIGURA CUANDO SE
CUMPLE EL DEBER POR EL DEBER MISMO, SIN CONSIDERACIÓN DE VENTAJAS
O INTERESES. EL VALOR MORAL APARECE CUANDO SE OBRA BAJO EL SOLO
MÓVIL DEL "AMOR A LA LEY". En otras palabras, respondiendo a la pregunta inicial,
la moral de Kant es formalista porque la única regla de moralidad no enseña qué debe-
mos hacer sino cómo: "por acatamiento al deber por el deber mismo". Debemos prestar
atención a la voluntad del sujeto agente y no a la acción. Los actos no son buenos ni
malos; bueno o malo es el sujeto que los realiza. Por ejemplo, la acción de pagar una
deuda no tiene significación moral si se realiza por temor a las consecuencias, por
accidente o como medio para obtener beneficios posteriores. ¿POR QUÉ LA MORAL
DE KANT ES AUTÓNOMA? Previamente debemos responder a la pregunta: ¿CUÁL ES
LA MATERIA DE LA MORAL? ES LA CONDUCTA INTERNA DEL HOMBRE. Ahora
bien, ¿QUIÉN DETERMINA EL CONTENIDO DE LAS CONDUCTAS INTERNAS? ¿EL
IMPERATIVO CATEGÓRICO? NO, porque esta ley moral se limita a la forma, se
circunscribe a decirnos que se debe acatar al deber por el deber mismo. En cuanto a la
materia, entonces, NO TIENE CONTENIDO; ES INDETERMINADO CON RESPECTO
A TODO OBJETO. Por el contrario, EL CONTENIDO DE LOS DEBERES INTERNOS
PROVIENE DE LA RAZÓN PRÁCTICA (O VOLUNTAD) DEL HOMBRE. LA VOLUNTAD
SE DA A SÍ MISMA SU LEY. UNO MISMO DETERMINA LA LEY DE SU PROPIA
ACCIÓN. No obstante, cuando Kant formula el imperativo categórico, según hemos
visto, suministra ciertos parámetros para la determinación de la materia moral. Así, mi
razón debe formular un principio que pueda ser impersonalmente válido para todos,
incluyendo a uno mismo; es menester que las máximas de la acción moral puedan
universalizarse sin caer en contradicción (no se puede universalizar la máxima "ojo por
ojo, diente por diente" porque la justicia por mano propia destruye el sentido de la socie-
dad política y del derecho mismo) ni en la situación de que alguien desee una cosa para sí
y otra para los demás.
Para el realismo moral (que proviene de "res", cosas), no hay conocimiento verda-
dero (sea más o menos profundo) si no viene de las cosas mismas. O sea, la verdad no
reside en la coherencia interna de un sistema racional sino en adecuarse fielmente a la
realidad en sí misma. Es un "itinerario filosófico problemático" donde el sujeto se dirige
al objeto para conocerlo; y en ese camino, tiene que vérselas una y otra vez con
dificultades. Precisamente, el término experiencia significa "caminar en medio de …"
las cosas. 1) Nuestros sentidos se ponen en contacto con realidades concretas; por
ejemplo, con Juan, con Pedro, con Diego, con María. 2) Luego, la inteligencia "abstrae",
"de – vela", "des – cubre" el universal, las esencias de esos entes concretos; en el
caso, concibo que aquellos seres son hombres. 3) Después retorno a esos singulares,
predicándoles el concepto, esto es, diciendo que Juan, Pedro, Diego y María son hom-
bres. Ahora bien, en ese recorrido, cuando llego al paso 2), descubro que todos los
entes tienen una finalidad y que tienden, se mueven hacia ella porque es su bien, es
152
decir, porque es su perfección o plenitud. Ello ocurre con todos los seres del universo
(el hombre, un caballo, un árbol, una piedra). Y la finalidad determina la naturaleza de
cada ente. El hombre y la piedra tienen distinta naturaleza porque sus finalidades son
distintas. Sabemos que la naturaleza es el conjunto de los caracteres que hacen que un
ser sea tal y no otro; son los caracteres necesarios del ser; es la esencia. V. gr., el
hombre es un animal racional. Si le falta la animalidad, no sería un hombre sino un
ángel; y si le falta la racionalidad, sería una vaca, un perro, etc. Aclarado esto, tenemos
que todos los seres se "mueven" hacia su fin, pero lo hacen de distinto modo. Los
animales irracionales, los vegetales y los animales tienden a su bien, a su perfección,
de modo ciego e inexorable. El hombre, en cambio, lo hace de manera inteligente y
libre. Precisamente, porque es libre, puede desviar su camino y no alcanzar su pleni-
tud. Por eso, son necesarias las reglas morales que le señalen el camino a transitar.
Recordemos que la ética indaga cuál es el bien propio del hombre y cuáles son las
normas que debe observar para alcanzarlo.
Entonces, todo ser es bueno en sí mismo, por el solo hecho de ser lo que es. Es lo
que se denomina el bien honesto. Es el bien considerado en sí mismo. Pensemos en la
persona más atroz que podamos concebir, que haya cometido los peores delitos (Videla,
Massera, Firmenich, Bin Laden, etc.) o en el animal más repugnante. Por el sólo hecho
de ser hombres o de ser un animal, constituyen sí mismos un bien honesto. El bien
honesto es universal (todo ser es bueno por el solo hecho de ser, reitero). No hay, pues,
seres malos en sí mismos.
Distinto es el bien útil. Aquí ya se presenta una relación entre cosas (en el sentido
de ente), donde una se subordina a otra. Es una noción de bien instrumental. Es bueno
lo que presta el servicio que se espera de él. Se califican de buenos un animal, una
planta, un cuerpo mineral, un lápiz o un reloj porque prestan al hombre el servicio que
de ellos se espera. Este concepto también se aplica con un ser compuesto cuyas
partes se consideran en relación con el todo. Así, decimos de un hombre que tiene
buenos pulmones o buen estómago, cuando sus pulmones o su estómago están cons-
tituidos de manera que prestan al hombre (considerado como un todo), el servicio que
de ellos se espera. Incluso el hombre puede ser estimado un bien útil en relación a un
todo. Es el caso del soldado valeroso y del oficial competente que son bienes útiles
respecto del ejército. Los estoicos tenían muy vivo el sentido de la dependencia del hombre
frente al mundo: el hombre era para ellos un bien útil al mundo. En este marco, las personas
criminales mencionadas no pueden ser consideradas bienes útiles para la sociedad y el
mundo. Sólo un ser independiente de todo otro no puede ser bien útil. Por eso, Dios escapa
a la categoría de lo útil; es sólo bien honesto.
153
el hombre descubre en sí mismo en la experiencia de la vida, sino en un principio
racional. Y 3) A la tesitura de Kant, alegando que el conocimiento del hombre no
comienza y termina en sí mismo; que el pensamiento humano no es un mundo
propio que genera y construye sus propios objetos de conocimiento, que legisla
estableciendo unas reglas morales que no tienen dependencia con la realidad
extrasubjetiva.
154
FICHA DE EVAL
EVAL
ALUUACIÓN
MÓDULO ÚNICO
Sr. alumno/a:
CONSULTAS A TUTORIAS SI NO
2) Para que la próxima salga mejor... (Agregue sugerencias sobre la línea de puntos)
.......................................................................................................................................................................................................
.......................................................................................................................................................................................................
Evaluación: MB - B - R - I -
4) Otras sugerencias.............................................................................................................................................................
.......................................................................................................................................................................................................
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