¡TODXS SOMOS MIGRANTES!
tras “el fin de la historia” con la caída del muro de Berlín y la
Si nos ubicáramos en un estudio más exhaustivo sobre
nuestros orígenes o el de nuestra ascendencia a lo largo de la
historia, tarde o temprano encontraríamos que hemos sido o
somos migrantes en estas tierras que reclamamos como
nuestras, pero que alguien más se atrevió a cercar.
Actualmente, en medio de la crisis civilizatoria en la que nos
encontramos viviendo resulta que nos topamos a diario con
que somos catalogadxs como “ilegales” o como simples
“daños colaterales” de un cálculo que salió mal y es que el
sistema capital se ha empeñado en destruir cualquier rasgo de
humanidad que nos resulta fácil aceptarnos como tales, como
simples parias que nos dicen que somos.
Resulta impresionante pues, la cantidad de muros y cercas
que se han levantado a lo largo y ancho de todo el mundo, más
preocupante aún, resulta que no se está hablando sobre
muros y cercas físicas, sino sobre concepciones ideológicas
que hemos ido aceptando como “la verdad única” y que dicen
lxs de arriba, es lo único que nos puede salvar. El regreso del
fascismo con el retorno de los gobiernos de derecha (como si
fuera posible que fueran de otra forma) a la escena global, nos
está hablando sobre una pérdida de humanidad a niveles
acelerados, al parecer no aprendimos nada de los últimos 100
años de historia; el discurso misógino, xenófobo,
discriminatorio y racista con el que se han legitimado es
alarmante ya que nosotrxs, la clase media que accedió al poder
1
Los muros arriba, las grietas abajo (y a la izquierda). Comunicado del
EZLN, febrero 2017.
entrada de la globalización, somos quienes estamos
aceptando dicho discurso, nos estamos empeñando en
desvalorizar al otro, a la otra, aun siendo iguales a ellxs. Y es
que no ha sido necesario, al menos en nuestra geografía,
levantar banderas con la esvástica dentro un círculo blanco o
los conos puntiagudos del KKK, no, nosotrxs nos hemos
conformado con cerrar el paso a través de la indiferencia, del
desprecio y la violencia hacia lxs que al portar nuestro mismo
color de piel o rasgos físicos, nos parecen demasiado
sospechosxs, demasiado fexs para dejarles pasar.
Por otro lado, el sistema empeñado en hacer desaparecer la
mayor cantidad de gente posible, se ha volcado hacia la
persecución, represión y desaparición de quienes solo buscan
atravesar una línea fronteriza empeñadxs en la búsqueda de
conseguir una vida digna.
Provocada por la codicia del gran dinero, la pesadilla actual
pretende ser cobrada a quienes la padecen. Las fronteras ya
no sólo son líneas punteadas en los mapas y garitas aduanales,
ahora son murallas de ejércitos y policías, de cemento y
ladrillos, de leyes y persecuciones. En todo el mundo de arriba,
la caza del ser humano se incrementa y se festina en
competencias clandestinas: gana quien más expulse,
encarcele, confine, asesine.1
Es así que nos percatamos de que la promesa de la
globalización, de hacer del mundo una aldea global no se ha
cumplido, al parecer, las fronteras y el acceso a través de ellas
solo es permitido para las mercancías que contribuyan al
enriquecimiento del capital, mientras que es negado para las
personas; aquello que se nos vendió como la gran promesa de
la modernidad, felicidad y armonía, ha fallado.
Cada vez más volcados hacía la acumulación de capital, la
riqueza mundial se ha ido concentrando en pocas manos y a
últimas fechas nos encontramos con que solamente 8
personas poseen la misma riqueza que 3,600 millones de
personas, lo que equivale a la mitad de la humanidad2, con una
cifra como esta se deja ver la catastrófica desigualdad
imperante en todo el mundo; desigualdad que obliga a cientos
de miles de personas a migrar en busca de mejores
condiciones de vida en otras geografías, otros tiempos y otros
modos (situación que se da sobre todo en regiones del sur
global hacia el norte global) aquí valdría hacerse la pregunta
de si se cree que realmente sea el mismo sistema quien pueda
salvarnos, ya que tan solo en el año 2015 con la mal llamada
“crisis de refugiados en Europa” 1,006,000 personas habían
ingresado a Europa huyendo de sus países y arriesgando sus
propias vidas, mientras que 3406 murieron en el intento3,
convirtiéndose así en una simple cifra. Mejor ejemplo del
colapso civilizatorio no podría existir, ya que si en “la cuna de
la civilización” ocurren este tipo de situaciones, imaginemos
tan solo como estamos nosotrxs lxs países periféricos.
Durante el año 2016 en esta geografía llamada América
sufrimos el ascenso al poder de un desquiciado Donald Trump
2 4
Informe Oxfam 2016/17.
3
Migrant Crisis: Migration to Europe explained in seven charts, BBC news;
04/Marzo/2016. Consultado 14/Marzo/2017.
que ha prometido “hacer grande América otra vez”, pero se
olvida que América es todo un continente y no solo ese rincón
desde donde juega a ser niño grande y que americanxs somos
todxs lxs que habitamos en estas tierras y no solo aquellxs que
refuerzan la imbecilidad fascistoide; en estas mismas regiones
nos topamos con que varios cientos de personas
centroamericanas huyeron de sus países por la violencia y la
falta de oportunidades, arriesgándose a viajar exponiendo su
dignidad y sus vidas.
En México nos vamos de bruces contra la realidad al cumplir
10 años de la llamada guerra contra el narcotráfico, guerra que
nos ha dejado como legado las masacres de San Fernando,
Tamaulipas, en donde cientos de migrantes perdieron la vida
a manos de supuestos sicarios, o en donde las rutas
migratorias están llenas de terror y muerte; México resulta ser
pues, paso obligado para los miles de migrantes que a diario
buscan alcanzar “el sueño americano”, volviéndose así blanco
de secuestros, extorsiones, violaciones, robos, asesinatos,
desapariciones, etc. Tan solo durante el año 2016 se estimaba
que alrededor de 400,000 personas, cruzaban anualmente la
frontera sur de México y que para noviembre de ese año
174,526 personas migrantes habían sido capturadas y
detenidas, mientras que 136,420 personas fueron deportadas
a sus países de origen4. Otra cifra alarmante es la cantidad de
desplazadxs que existen dentro del país, ya que hasta mayo del
año pasado la cantidad se estipulaba en 35,433 personas5.
La situación de los derechos humanos en el mundo; Informe 2016/17;
Amnistía Internacional.
5
Ibíd.