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TECNOLÓGICO NACIONAL DE MÉXICO

INSTITUTO TECNOLÓGICO DE CHILPANCINGO

Unidad I (Resumen)

Alumno: Marco Antonio Nájera Díaz 14520293

Profesor: Jaime Román Villalobos

Chilpancingo, Guerrero; Marzo del 2018


PROBLEMÁTICA DE LOS DESASTRES.

La problemática sobre "desastres naturales" está tomando cada vez más


relevancia en la opinión pública. Desde hace décadas, existe una ocurrencia
mayor de desastres provocando cada vez más daños humanos, materiales y
económicos en los países de la región latinoamericana. Pero, los datos (muertos,
heridos, viviendas dañadas, etc.) no explican la complejidad de estos fenómenos
desastrosos.

Los estudios científicos no son por ahora suficientes para entender y analizar los
desastres. Por lo tanto, las ciencias sociales tienen ahora un papel relevante en
este tema debido a su potencial de conocimiento de las complejas relaciones entre
sociedad y naturaleza para poder avanzar en la construcción de una propuesta
multidisciplinaria.

Hasta la última década, el "paradigma naturalista" ha predominado en los estudios


de desastres, debido más al desarrollo de las disciplinas científicas (geofísica,
sismología, geología) y técnicas (ingeniería civil) que a un desarrollo teórico que
permitiría la comprensión de los fenómenos naturales y tecnológicos de los
desastres en su interacción con la sociedad vulnerable.

Los desastres han sido considerados desde el paradigma dominante, como la


expresión de la acción de la naturaleza (agente activo) sobre las sociedades
(agente pasivo o receptor). Esta acción de la naturaleza consolida las
interpretaciones míticas de. Sin embargo tres sistemas o agentes se pueden
distinguir a partir de un enfoque sistémico: perturbadores, afectables y
reguladores.
CAUSAS DEL CRECIMIENTO DE LOS DESASTRES (RIESGO,
POBLACIÓN Y MECANISMOS DE CONTROL).
La primera causa consiste en la diversificación de los tipos de peligro, a los cuales
está propensa la población y el medio ambiente, así como en el incremento de las
intensidades de sus manifestaciones, que se deben al surgimiento de nuevos
fenómenos destructivos de origen tecnológico, típicos para la mayoría de los
asentamientos humanos que cuentan con una alta concentración de industrias y
transporte dentro de las áreas residenciales o en su cercanía.

La frecuencia de desastres tecnológicos se ha incrementado en estrecha relación


con la proliferación de los procesos industriales y con el desarrollo acelerado de
nuevas tecnologías y fuentes de energía. Estos, que con frecuencia desembocan
en desastres ecológicos, son de muy reciente aparición, y aún no es posible
identificar ni pronosticar todos sus posibles efectos nocivos, a diferencia de las
calamidades naturales tales como sismos o inundaciones.

Los incendios y las explosiones que surgen de sustancias químicas son la tercera
causa de muertes accidentales, tras de las producidas por el tráfico vehicular, que
se sitúan en primer lugar, seguidas por las caídas, golpes e intoxicaciones en el
hogar y centros de trabajo.

En México, las explosiones de 1984 en las instalaciones de recepción,


almacenamiento y distribución de la gasera en San Juan Ixhuatepec y las de 1992
en el drenaje de la ciudad de Guadalajara, sólo constituyen los más trágicos
fenómenos destructivos de ámbito tecnológico, ya que entre 1982-84 se
registraron dos incendios diarios, en promedio, originados en las industrias de la
República Mexicana.

La segunda causa se relaciona con la notable vulnerabilidad de las grandes urbes,


resultado de la alta densidad y del crecimiento de la cantidad de población
expuesta al peligro, así como de la enorme complejidad de los servicios urbanos y
sistemas de subsistencia que las componen, tales como los de agua potable,
drenaje y energía eléctrica. Naturalmente, esto propicia que cualquier impacto
destructivo repercuta en un elevado número de pérdidas humanas y daños
materiales, en la interrupción de los servicios esenciales de soporte de vida, así
como en sensibles cambios de medio ambiente.

Un ejemplo típico, que se manifiesta más extensamente en países en desarrollo,


se presentó en 1984, en Bhopal, India, en donde una población de
aproximadamente un millón de habitantes, ubicada en la cercanía de la empresa
Unión Carbide, fabricante de pesticidas, sufrió las consecuencias de un accidente
provocado por el aumento incontrolado de la presión en un tanque que contenía
metilisocianato (MIC), ocasionando la muerte por intoxicación, entre 2,500 y 8,000
personas y daños a la salud de otras 200,000, lo que significó la afectación de
alrededor de 20% de la población aledaña.

FENÓMENOS NATURALES Y DESASTRES.


Nuestro país se encuentra ubicado en el borde oriental del Cinturón de Fuego del
Océano Pacífico, y debido a sus características geográficas, hidrometeorológicas,
geológicas, entre otras (factores condicionantes), está expuesto a la ocurrencia de
fenómenos de origen natural como sismos, tsunamis, erupciones volcánicas,
movimientos en masas, descenso de temperatura (heladas y friales) y erosión de
suelos (factores desencadenantes); cada uno con sus propias características
como magnitud, intensidad, distribución espacial, periodo de retorno, etc.
(parámetros de evaluación).

Los niveles de riesgos no solo dependen de los fenómenos de origen natural, sino
de los niveles de vulnerabilidad de los centros urbanos y rurales como, por
ejemplo, su localización en riberas de los ríos, desembocadura de quebradas
activas, rellenos sanitarios, cercanía a fallas geológicas, etc. (exposición), así
como el tipo de infraestructura de material precario o noble utilizada como vivienda
(fragilidad), y la capacidad de la población para organizarse, asimilar y/o
recuperarse ante el impacto de un fenómeno de origen natural (resiliencia).

La zonificación de los riesgos servirá como un instrumento de gestión territorial


para los gobiernos regionales y locales con miras a implementar el plan de
acondicionamiento territorial, plan de desarrollo urbano, ordenamiento territorial,
etc., que ayudarán a lograr un desarrollo sostenible.
EL MARCO CONCEPTUAL PARA EL ESTUDIO DE LOS
DESASTRES.
A pesar de los logros obtenidos por las diversas ramas ingenieriles y áreas
científicas, se han revelado ciertas limitaciones de los enfoques tradicionales de
carácter monodisciplinario, debido a que ellos no toman en cuenta las
interrelaciones entre los diversos fenómenos destructivos, los componentes del
sistema expuesto, donde se materializan los desastres, y sus consecuencias. Se
ha dado preferencia a los aspectos técnicos, omitiendo frecuentemente los
criterios socioeconómicos y políticos, decisivos y determinantes para la definición
del concepto de desastre. Como consecuencia, esta situación ha repercutido en la
producción de resultados parciales y temporales, cuyas ineficacia e ineficiencia, a
largo plazo, han enfatizado la necesidad de buscar soluciones cabales.

El enfoque sistémico constituye una de las más poderosas armas del proceso
epistemológico, ya que permite conceptualizar y, en su caso, diseñar objetos como
sistemas. En términos generales, la visualización del objeto de estudio como un
sistema se hace a través del empleo, en forma complementaria, de dos
procedimientos del método de construcción sistémica: por composición y por
descomposición funcional

LOS ENFOQUES TRADICIONALES VERSUS EL ENFOQUE


SISTÉMICO.
La capacidad y las opciones para pensar y diseñar estrategias y políticas en
común entre un conjunto variado de países en torno al tema de riesgo y desastre,
requiere de un mínimo consenso, homogeneidad y acercamiento en lo que se
refiera a las bases conceptuales y enfoques que prevalecen para informar el
entendimiento del problema bajo análisis y que, a la vez, deberían de guiar la
intervención en la problemática. En el presente documento pretendemos, con base
en documentos e información oficial proporcionados por los países y sus
representantes sobre conceptos, términos y definiciones, examinar aspectos
sustantivos que acercan o diferencian los cinco países, a la vez que ofrecer
opciones en cuanto al método a seguir para lograr una posible estandarización y
acercamiento en los planos considerados, en la medida que esto se ve como una
necesidad para facilitar la colaboración y la coordinación entre ellos en el área de
la reducción del riesgo y la atención de desastres. Además, pretendemos
identificar una estructura posible para la definición en el plano conceptual y sugerir
un conjunto de términos que tradicionalmente no se han considerado en el debate
sobre riesgos y desastres pero que hoy en día, con los avances en la temática, se
vuelven imprescindibles de considerar.

LOS SUBSISTEMAS DEL DESASTRE.


Un sistema afectable está integrado, en términos generales, por el medio
ambiente y los sistemas de subsistencia, estos últimos considerados como medios
indispensables para el sustento y desarrollo del hombre y la sociedad en general.
Normales Normales Insuficientes Insuficientes De desastre De desastre De
retorno De retorno Insuficientes De desastre Normales De desastre Normales De
retorno De desastre Normales Imprevista Imprevista Controlada Imprevista
Controlada Controlada Imprevista Controlada

Para la identificación de los sistemas de subsistencia, es necesario, por un lado,


contemplar las necesidades y satisfactores de los individuos, los grupos y la
comunidad, tales como las necesidades fisiológicas (alimento, abrigo, etc.), de
seguridad y de defensa, etc. (Fig. 4.2-1); por el otro, verificar las modalidades de
su existencia y realización, a través del análisis de los diversos servicios
estratégicos disponibles (urbanos, municipales, etc).
INTERRELACIONES ENTRE LOS SUBSISTEMAS.

Los sistemas de subsistencia pueden estar relacionados entre sí, de manera que
un sistema se ve afectado cuando otro suspende o disminuye la prestación de sus
funciones; a este tipo de relación se le llama por dependencia y forma parte de la
estructura externa de los sistemas. La determinación y clasificación de las
relaciones por dependencia entre los sistemas es importante para evaluar los
daños encadenados que pueden ocurrir; es decir, si un sistema altera alguna de
sus funciones, se presentan no solamente los daños propios del sistema, sino
también los que pueda provocar en otros sistemas por falta del suministro.
Un ejemplo lo constituye la interrupción del sistema de energía eléctrica, ante la
cual no sólo surgen los daños propios del sistema eléctrico, sino también los
provocados al sistema de transporte y al industrial, entre otros. La relación de
dependencia entre los sistemas puede ser de cuatro tipos, de acuerdo con el
grado de alteración y tiempo que tarda en afectar al sistema ante la suspensión o
disminución del suministro del anterior: · Relación de dependencia inmediata,
cuando la falla de un sistema coloca a otro en un estado de desastre en forma
inmediata. Por ejemplo, en la falla del sistema de energía eléctrica, el sistema
industrial se ve paralizado en forma inmediata, ya que prácticamente en todos los
procesos industriales interviene la energía eléctrica. · Relación de dependencia
directa, si la falla de un sistema coloca o puede colocar a otro en un estado de
desastre, con retraso en el tiempo. Por ejemplo, la falta del servicio de limpieza
municipal repercute de manera no inmediata en el sistema de alcantarillado,
debido al arrastre de la basura acumulada. · Relación de dependencia indirecta,
cuando la falla de un sistema coloca a otro en un estado de insuficiencia. Así, una
falla en los sistemas de comunicación deja en un estado de insuficiencia al
sistema industrial, al no poderse realizar pedidos de insumos, entre otros. · Sin
relación de dependencia, si la falla de un sistema no produce alteraciones
significativas en otro. Por ejemplo, la falla del sistema bancario no produce
alteración significativa en el sistema de agua potable.

Interrelación por efectos negativos Durante el funcionamiento normal de algunos


sistemas se manifiestan acciones que perturban el funcionamiento normal de
otros, de tal forma que los primeros se convierten en sistemas perturbadores, al
funcionar como fuente de calamidades: a esto, se llama efectos negativos del
sistema*. La determinación y localización de los efectos negativos son importantes
para la prevención y mitigación del estado de desastre de los sistemas afectados y
deben ser realizadas por especialistas en cada uno de los sistemas, tanto para su
identificación y evaluación, como para la creación de las tecnologías pertinentes y
reforzamiento de la legislación al respecto.
CONCEPTUALIZACIÓN DEL FENÓMENO DEL DESASTRE.

El concepto de fenómeno natural se refiere a un cambio que se produce en


la naturaleza. A veces se forman daños que suceden cuando se ha realizado una
ocupación inadecuada del territorio. Son procesos permanentes de movimientos y
de transformaciones que sufre la naturaleza. Estos pueden influir en la vida
humana (epidemias, condiciones climáticas, desastres naturales, etc).

En el lenguaje informal, fenómeno natural aparece casi como sinónimo de


acontecimiento inusual, sorprendente o bajo la desastrosa perspectiva humana.
Sin embargo, la formación de una gota de lluvia es un fenómeno natural de la
misma manera que un huracán. Esta expresión también se refiere, en general, a
los peligrosos fenómenos naturales también llamados "desastres naturales".

La lluvia, por ejemplo, no es en sí un "desastre", pero puede ser así dependiendo


de la perspectiva humana, si ciertas condiciones se reúnen. La mala planificación
urbana, con la construcción de estructuras en lugares vulnerables a inundaciones
u otras personas puede causar efectos desastrosos para el medio ambiente y los
seres humanos.

Cabe señalar que las acciones humanas (un automóvil en movimiento, por
ejemplo) siempre están sujetas a leyes naturales, sin embargo, no se consideran
en este sentido, los fenómenos naturales, ya que dependen de la voluntad de los
humanos. No es provocado por el hombre sino que por la naturaleza

EL DESASTRE DESDE LA PERSPECTIVA SOCIOLÓGICA.


Lo social en el análisis de desastres. El origen de la presente investigación
comparativa tiene que ver con el reconocimiento que se hace del escaso
desarrollo de análisis "sociales" sobre desastres en América Latina, la escasa
investigación al respecto y el relativo poco interés por el tema, pero además, con
el reconocimiento de la importancia del mismo, especialmente desde el punto de
vista de la gestión de desastres en diferentes niveles.

El tratamiento de lo "social" en el análisis de los desastres y en el desarrollo de


medidas de intervención debe llevar a definir un campo de conocimiento y, por
consiguiente, de investigación, que permita aprehender la relación "desastre
natural"/sociedad en sus diversos niveles de complejidad.

Pero lo "social" abarca o pretende abarcar mucho: desde la psicología individual


hasta la política, pasando por los determinantes económicos de los desastres o el
papel de los medios de comunicación. Tratemos de precisar algunos de estos
elementos conceptuales que han sido tenidos en cuenta en el desarrollo de este
trabajo:
Lo social en el análisis de los desastres involucra al menos tres dimensiones que
están muy estrechamente interrelacionadas:

• En primer lugar, hace referencia a la necesidad de considerar al desastre


mismo como un fenómeno social. No es sólo un hecho que se da en un
marco social determinado y cuya respuesta es un proceso social particular,
sino que por una parte, afecta y modifica dicho marco y, por otra, está
condicionado por las condiciones sociales existentes. En este sentido no
puede hablarse de un desastre que no sea social. El propio término implica
de alguna manera conceptos como destrucción y pérdidas colectivas (y en
muchas ocasiones su carácter súbito), que se refieren en general a
impactos que alteran las condiciones de vida "normales" de una población.

• En segundo lugar, los desastres son gestados socialmente. No basta el


fenómeno natural detonante. Es preciso que existan unas condiciones de
exposición al peligro, de vulnerabilidad colectiva, que determinen los
efectos concretos de un fenómeno natural. Y esas condiciones se generan
y se desarrollan socialmente. De alguna manera puede decirse que los
desastres no sólo se presentan en un marco social determinado sino que
son generados e incubados socialmente.

• En tercer lugar, consideramos el análisis de los procesos de intervención en


la gestión de los desastres como procesos sociales de respuesta de parte
de una sociedad, en sus diferentes niveles, frente a sus riesgos y sus
desastres. En este sentido el proceso de respuesta depende de factores
sociales que involucren desde aspectos generales del desarrollo político,
social y cultural de un país o de una región (políticas de desarrollo,
organización del Estado y de los ciudadanos, centralismo o
descentralización, participación ciudadana en la toma de decisiones,
recursos técnicos y financieros, conflictos existentes) hasta aspectos
particulares referidos específicamente al tema de desastres (políticas,
niveles de organización, capacidades, concepciones e imaginarios
particulares sobre el tema)

EL DESASTRE DESDE LA PERSPECTIVA INGENIERIL.


Los problemas sociales, sobre todo cuando se tocan zonas de conflicto como la
economía, la política, y la vida cotidiana condicionan que el tema de desastres sea
sometido a la manipulación conceptual y de significado. Así pues los desastres,
engañosamente denominados “naturales”, parecen convertirse en lo habitual en la
existencia de millones de pobladores en América Latina y otras latitudes del
planeta. El llamado tercer mundo del continente americano es una de las
locaciones geográficas más flageladas por los fenómenos naturales (ciclones,
deslizamientos de tierra, terremotos, inundaciones, etc.), originados por el
comportamiento dinámico natural del clima y sus consecuencias y se reconocen
como desastres en toda la literatura; sin embargo las guerras, el subdesarrollo
impuesto, la falta de alimentos, el analfabetismo, la drogadicción, etc., no entran
en la agenda de los estudiosos del tema para clasificarse como tal.

La introducción de temas relacionados con los desastres y su prevención en los


currículos de estudios en los diferentes niveles de la enseñanza sería de gran
ayuda, así como la educación de la población en general en cuanto a los riesgos
particulares a los que se enfrentan, en dependencia del contexto en que se
encuentren. Sin embargo, a escala internacional este es un problema no resuelto.
En nuestro continente latinoamericano, tan dañado por desastres de todo tipo, es
casi nula la gestión gubernamental por tal educación y formación de mecanismos
de afrontamiento, incluso para profesionales. Quienes se acercan al tema desde
las diversas disciplinas, lo hacen después de haber tenido en su quehacer
profesional experiencias que inspiren o motiven una mirada desde lo social.

En este trabajo se realiza una breve reseña histórica sobre el tema de desastres,
se pone énfasis en nuestro continente americano. Se pretende hacer ver que el
tema de los desastres, lejos de pertenecer a una o varias disciplinas en particular,
tiene vínculo con todas, desde las básicas, las ingenierías, las sociales, sin olvidar
el lenguaje pues, al expresarnos a través de él, juega un importante papel en la
comunicación de ideas que pueden ser correctas, tergiversadas o falsas; se
expresa; entonces, la necesidad de hacer del tema un tratamiento transdisciplinar.

En el trabajo además, se expone una corta reflexión acerca de la interrelación que


existe entre la posibilidad de resolver los problemas relacionados con la ocurrencia
de desastres (al menos los denominados naturales) y la educación de futuros
profesionales. Se destaca además, el papel fundamental que tiene el ser humano
en el estudio e investigación del tema de desastres y la conveniencia
epistemológica de asumir el enfoque de la Complejidad.

EL PARADIGMA DE LOS DESASTRES DESDE EL ENFOQUE


SISTÉMICO.

El enfoque que persiste sobre los desastres tiene coherencia con los problemas y
necesidades del grupo de investigadores y los contextos en que se desarrolla la
investigación, de manera que podemos ver como en los países industrializados
(Europa y Norteamérica) surge un tratamiento de los desastres desde las ciencias
naturales y las ingenierías, mientras que en Latinoamérica se ha impuesto lo que
pudiera llamarse la escuela latinoamericana del tema, basada en el paradigma
social. Ambos enfoques son adecuados para sus propósitos y a la vez incompletos
si se absolutizan.

La importancia del estudio del tema radica en la necesidad de construcción de una


propuesta epistemológica que permita sistematizar los conceptos fundamentales
del tema de desastres. El análisis de la dimensión social tiene tantas vertientes,
que cada una en sí misma deviene en una disciplina, y el hecho de destacar a una
en detrimento de las otras contribuye a la falta de integración en una posible teoría
de los desastres. Sin embargo, no existe una teoría –científicamente
consensuada- sobre los desastres, a pesar de que a menudo se escucha hablar
de “desastrología”; se puede afirmar que los estudios actuales sobre el tema no se
reconocen como teoría científica, y en mejor de los casos, se insertan en las
ciencias sociales como parte de ellas.

Muerte y daños ocasionados por los riesgos naturales


Si comparamos los efectos de diferentes riesgos natura- les vemos que los que
provocan más pérdidas de vidas humanas no son necesariamente los mismos que
causan
INTRODUCCIÓN A LOS RIESGOS NATURALES

Uno de los principios fundamentales en el estudio de los riesgos naturales es que


el aumento de la población intensifica el efecto del riesgo. En algunos casos, esta
intensificación puede provocar que un desastre se convierta en catástrofe. Por
ejemplo, cuando el volcán colombiano Nevado del Ruiz entró en erupción en 1845,
un flujo de lodo se precipitó con un estruendo por la ladera este de la montaña
provocando la muerte de aproximadamente 1000 personas. Los depósitos dejados
por este suceso produjeron un suelo rico en el valle del río Lagunillas, lo que
indujo a la gente a trasladarse allí para establecer granjas. La ciudad de Armero
se convirtió en el centro agrícola del valle y en 1985 la población había crecido
hasta 23 000 habitantes. El 13 de noviembre de 1985 una pequeña erupción del
Nevado del Ruiz produjo otro flujo de lodo mortal que sepultó Armero dejando
unas 21 000 personas muertas o desaparecidas y ocasionando más de 200
millones de dólares en daño a la propiedad. En los 140 años transcurridos entre
los flujos de lodo, el aumento de la población multiplicó el número de víctimas
mortales por más de 20. Irónicamente, el proceso natural que creó el marco para
el desarrollo de la agricultura y el aumento de la población, fue el mismo que llevó
a su destrucción.

A diferencia de la erupción de 1845, había indicadores avanzados para presagiar


el suceso de 1985. Entre estos indicadores, conocidos como precursores, está el
aumento de terremotos y de la actividad ter- mal en el año anterior a la erupción.
Los vulcanólogos comenzaron a hacer un estrecho seguimiento de la montaña en
julio de 1985 y habían completado un mapa de riesgos en octubre. El mapa junto
con el informe que lo acompañaba, que predecía correctamente los sucesos del
13 de noviembre, fueron revisados por las autoridades de defensa civil antes de la
erupción. En el informe había una evaluación de riesgos que daba un cien por cien
de probabilidad de que una erupción produciría flujos de lodo potencialmente
peligrosos.

1.1 ¿POR QUÉ ES IMPORTANTE ESTUDIAR LOS RIESGOS


NATURALES?
Desde 1995 el mundo ha experimentado un devastador tsunami en el océano
Índico producido por uno de los cinco terremotos más grandes registrados en la
historia; inundaciones catastróficas en Venezuela, Bangladesh y Europa central; El
Niño más fuerte del que se tienen datos y terremotos mortales en la India, Irán y
Turquía. Desde 1995 Norteamérica ha experimentado un huracán mortífero de
categoría 5 en Guatemala y Honduras;

incendios arrasadores en Arizona y California que establecieron un récord; el peor


estallido de tornados en la historia de Oklahoma; una serie de cuatro huracanes
en seis semanas en Florida y las Carolinas comparable al récord; una tormenta de
nieve paralizadora en Nueva Inglaterra y Quebec; granizo que estableció un
récord en Nebraska y un calentamiento global del clima más perceptible en Alaska
y el norte de Canadá. Estos sucesos son el resultado de fuerzas enormes que
operan tanto en el interior como en la superficie de nuestro planeta. En este libro
explicaremos estas fuerzas, cómo interaccionan con nuestra civilización y cómo
podemos adaptarnos mejor a sus efectos. Aunque la mayoría de estas fuerzas se
van a describir como riesgos naturales, al mismo tiempo podemos sentirnos
intimidados y estar fascinados por sus efectos.

Procesos: internos y externos


En el estudio de estos riesgos naturales utilizaremos el término proceso para
referirnos a los modos físicos, químicos y biológicos por los que sucesos como
erupciones volcánicas, terremotos, desprendimientos de tierras e inundaciones
afectan a la superficie de la Tierra. Algunos de estos procesos, como erupciones
volcánicas y terremotos, son el resultado de fuerzas en el interior de la Tierra. La
mayor parte de estos procesos internos se explican por la teoría de tectónica de
placas, una de las teorías básicas y unificadoras de la ciencia. De hecho, las
placas tectónicas, bloques de gran superficie de la Tierra sólida, se trazan
identificando zonas de terremotos y volcanes activos.

Riesgo, desastre o catástrofe


Un riesgo, o riesgo natural, es cualquier proceso natural que representa una
amenaza para la vida humana o la propiedad. El suceso en sí no es un riesgo;
más bien un proceso natural se convierte en un riesgo cuando amenaza los
intereses humanos. Un desastre, o desastre natural, es el efecto de un riesgo en
la sociedad, normalmente en forma de un suceso que ocurre en un periodo de
tiempo limitado y en una zona geográfica definida. El término desastre se utiliza
cuando la interacción entre seres humanos y un proceso natural tiene como
resulta- do un daño considerable en la propiedad, heridas o pérdida de vidas. Una
catástrofe, dicho sencillamente, es un desastre masivo que requiere un gasto
considerable de tiempo y dinero para la recuperación.

un mayor daño a la propiedad. El mayor número de muertes cada año está


asociado con tornados y vendavales, aunque rayos, inundaciones y huracanes
también se llevan numerosas víctimas. La pérdida de vidas humanas debida a
terremotos puede variar considerablemente de un año al siguiente porque un
único temblor muy grande puede causar una enorme pérdida de vidas. Por
ejemplo, en 1994 el terremoto de Northridge en la zona de Los Ángeles, de
mediana intensidad, provocó la muerte de 60 personas y ocasionó daños en la
propiedad por valor de 20 000 a 30 000 millones de dólares. El próximo terremoto
importante en una parte densamente poblada de California podría ocasionar 100
000 millones de dólares en daños y matar a varios miles de personas

Un aspecto importante de todos los riesgos naturales es su potencial para producir


una catástrofe, que se define como una situación en la que el daño a las personas,
propiedades o la sociedad en general es el suficiente como para que la
recuperación y/o rehabilitación sea un proceso largo y complicado. Los riesgos
naturales varían enormemente en su potencial para causar una catástrofe.
Inundaciones, huracanes, tornados, terremotos, erupciones volcánicas y grandes
incendios son los riesgos con más probabilidades de crear catástrofes. Los
desprendimientos de tierras, al afectar por lo general a un área pequeña, tienen
sólo un potencial moderado de catástrofe. La sequía tiene también un potencial
moderado para producir una catástrofe porque, si bien puede cubrir una zona
amplia, normalmente hay mucho tiempo de alerta antes de que se sientan sus
peores efectos. Entre los riesgos con un potencial de catástrofe bajo están erosión
costera, heladas, rayos y los suelos expansivos.

1.2 PAPEL DE LA HISTORIA EN LA COMPRENSIÓN DE LOS


RIESGOS
Un principio fundamental para entender los riesgos naturales es que se trata de
sucesos repetitivos y por lo tanto el estudio de su historia proporciona información
muy necesaria para cualquier plan de reducción de riesgos. Recordemos el papel
que desempeñó la historia en los catastróficos flujos de lodo del Nevado del Ruiz
en Colombia. Ya estemos estudiando inundaciones, desprendimientos de tierras,
erupciones volcánicas o terremotos, el conocimiento de los sucesos históricos y de
la

historia geológica reciente de una zona es vital para la comprensión y evaluación


del riesgo. Por ejemplo, si se quiere evaluar la historia del desbordamiento de un
río en concreto, una de las principales tareas consiste en identificar las
inundaciones que han tenido lugar en el pasado histórico y en el prehistórico
reciente. Puede obtenerse información útil estudiando fotografías aéreas y mapas
tan antiguos como el registro permita. En la reconstrucción de sucesos anteriores
se pueden buscar indicios de inundaciones pasadas en los depósitos de los ríos.
Normalmente, estos depósitos contienen material orgánico, como madera o
conchas que pueden ser data- das con carbono radiactivo para proporcionar la
cronología de inundaciones antiguas. Esta cronología puede conectarse con el
registro histórico de flujos elevados para darnos una perspectiva global de con qué
frecuencia se desborda el río y lo extensas que pueden ser las inundaciones. De
manera análoga, si estamos estudian- do desprendimientos de tierras en una zona
determinada, es necesaria una investigación tanto de los desprendimientos de
tierras históricos como de los prehistóricos para predecir mejor futuros sucesos
similares. Los geólogos disponen de las herramientas y están entrenados para
leer el paisaje y evaluar los indicios pasados de riesgos naturales. Relacionar los
registros prehistóricos e históricos amplía la perspectiva del tiempo al estudiar
sucesos naturales repetitivos.

1.3 CICLO GEOLÓGICO


Las condiciones geológicas y los materiales determinan en gran medida el tipo,
ubicación e intensidad de los procesos naturales. Por ejemplo, terremotos y
volcanes no ocurren al azar a través de la superficie terrestre; la mayor parte de
ellos marcan, más bien, los límites de placas tectónicas. También la localización
de desprendimientos de tierra está determinada por las condiciones geológicas.
Las laderas compuestas por una roca débil, como la pizarra, tienen muchas más
probabilidades de deslizarse que las formadas por una roca fuerte como el granito.
Los huracanes, aunque no están determinados específicamente por la geología,
tendrán un efecto diferente según la geología de la zona en la que actúan. La
comprensión de los componentes y la dinámica del ciclo geológico permite
explicar estas relaciones.

A lo largo de la mayor parte de los 4 600 millones de años de la historia de la


Tierra, los materiales de la superficie de la Tierra, o cerca de ella, han sido
creados, mantenidos y destruidos por numerosos procesos físicos, químicos y
biológicos. Estos procesos, que están actuando continuamente, producen los
materiales terrestres, tierra, agua y atmósfera, necesarios para la supervivencia.
En su conjunto, a estos procesos se les denomina ciclo geológico, que en
realidad es un grupo de subciclos que incluyen:

▪ el ciclo tectónico 


▪ el ciclo de las rocas 


▪ el ciclo hidrológico 


▪ ciclos biogeoquímicos 


El ciclo tectónico 


El término tectónico se refiere a los procesos geológicos a gran escala que


deforman la corteza terrestre y producen formas del terreno como cuencas
oceánicas, continentes y montañas. Los procesos tectónicos están dirigidos por
fuerzas generadas en el interior de la Tierra. Para describir estos procesos debe
utilizarse información sobre la composición y las capas del interior de la Tierra y
sobre los grandes bloques de la Tierra sólida que denominamos placas tectónicas.
El ciclo tectónico supone la creación, movimiento y destrucción de placas
tectónicas. 
 Litosfera y corteza terrestre La Tierra tiene varias capas internas
que difieren en composición o propiedades físicas. La capa más exterior o
superficial, llamada litosfera, es más fuerte y rígida que el material más profundo.
Debajo de la litosfera está la astenosfera, una capa caliente de roca de
consistencia fluida y resistencia relativamente baja, que se encuentra a una
profundidad media de unos 250 kilómetros. Mediante un estudio detallado de las
cuencas oceánicas y continentes, los científicos han establecido que la litosfera
tiene un espesor medio de 100 kilómetros; va desde unos pocos kilómetros de
espesor por debajo de las crestas de dorsales oceánicas, hasta 120 kilómetros por
debajo de cuencas oceánicas y hasta 400 kilómetros por debajo de los
continentes. La parte superior de la litosfera es la corteza. En promedio, las rocas
de la corteza son menos densas que las rocas de debajo. De los dos tipos de
corteza, oceánica y continental, la corteza oceánica es algo más densa que la
continental. La corteza oceánica es también más delgada: el fondo del océano
tiene un grosor medio de corteza de unos 7 kilómetros mientras que los
continentes tienen como término medio 30 kilómetros de espesor y hasta 70
kilómetros debajo de regiones montañosas.

El ciclo de las rocas


Las rocas son agregados de uno o más minerales. Un mineral es una sustancia
cristalina natural con unas pro- piedades definidas (Apéndice A). El ciclo de las
rocas es el subciclo geológico mayor y está relacionado con todos los demás
subciclos. Depende del ciclo tectónico como fuente de calor y energía, del ciclo
biogeoquímico para los materiales y del ciclo hidrológico para el agua. El agua se
utiliza después en los procesos de meteorización, erosión, transporte, deposición y
litificación de sedimentos.

Aunque las rocas varían mucho en su composición y propiedades, pueden


clasificarse en tres tipos generales o familias dependiendo de cómo se formaron
en el ciclo de las rocas. Se puede considerar este ciclo como un proceso de
reciclado de rocas mundial dirigido por el calor interno de la Tierra que funde las
rocas subducidas en el ciclo tectónico. La cristalización de roca fundida produce
rocas ígneas por debajo y en la superficie terrestre. Las rocas situadas en la
superficie o cerca de ella se disgregan química y físicamente por meteorización
para formar partículas conocidas como sedimento. El tamaño de estas partículas
varía desde arcilla fina hasta trozos muy grandes de grava del tamaño de un canto
rodado. El sedimento formado por meteorización es transportado por el viento, el
agua, el hielo y la gravedad hasta cuencas de deposición como el océano. Cuando
las corrientes de viento o agua se hacen más lentas, el hielo se funde, o el
material que se mueve por gravedad alcanza una superficie plana, el sedimento se
asienta y acumula mediante un proceso denominado deposición. Las capas
acumuladas de sedimento experimentan con el tiempo una litificación (conversión
en roca sólida), formando rocas sedimentarias. La litificación tiene lugar por
cementación y compactación al quedar enterrado un sedimento debajo de otro.
Cuando el enterramiento es profundo, las rocas sedimentarias pueden
experimentar metamorfismo (alteración de la forma) por el calor, la presión o
fluidos.

El ciclo hidrológico
Al movimiento del agua desde los océanos a la atmósfera y de vuelta a los
océanos se le denomina ciclo hidrológico. Dirigido por la energía solar, el ciclo
funciona por medio de la evaporación, precipitación, escorrentía superficial y flujo
subterráneo y el agua se almacena en diferentes compartimentos a lo largo del
camino. Entre estos compartimentos están los océanos, la atmósfera, los ríos y
arroyos, aguas subterráneas, lagos y casquetes polares y glaciares. El tiempo de
residencia, o cantidad de tiempo medio estimado que una gota de agua
permanece en un compartimento, va de decenas de miles de años en glaciares a
nueve días en la atmósfera.
Sólo una cantidad muy pequeña del agua total del ciclo es activa cerca de la
superficie de la Tierra en un determinado momento. Aunque el porcentaje
combinado de agua en la atmósfera, ríos y en ambientes subterráneos poco
profundos es aproximadamente sólo 0,3 por ciento del total, esta agua es
extraordinariamente importante para la vida en la Tierra y para el ciclo de las rocas
y los ciclos biogeoquímicos. Esta agua superficial o casi superficial ayuda a
trasladar y organizar elementos químicos en disolución, esculpir el paisaje,
erosionar rocas, transportar y depositar sedimentos y proporcionar nuestros
recursos hídricos.

1.5 MUCHOS RIESGOS PROPORCIONAN UNA FUNCIÓN DE


SERVICIO NATURAL
Resulta irónico que los mismos sucesos naturales que se cobran vidas humanas y
destruyen propiedades también nos proporcionen importantes beneficios,
denominados a veces funciones de servicio natural. Por ejemplo, el
desbordamiento periódico del río Mississippi suministra nutrientes a la llanura de
inundación y crea suelos fértiles para la agricultura. Las inundaciones, que
provocan erosión en las laderas de las montañas, también aportan sedimentos a
las playas y limpian de contaminantes los estuarios en el medio costero. Los
desprendimientos de tierras pueden traer beneficios a las personas cuando sus
detritos forman presas creando lagos en zonas montañosas. Aunque algunas
presas de desprendimientos de tierras se derrumben y causen inundaciones
peligrosas aguas abajo, si una presa permanece estable puede proporcionar un
valioso depósito de agua y un importante recurso estético. Las erupciones
volcánicas tienen el potencial de producir verdaderas catástrofes; sin embargo,
también nos proporcionan numerosos beneficios. A menudo crean tierra nueva,
como en el caso de las islas Hawái, que son de origen completamente volcánico.
Las cenizas volcánicas ricas en nutrientes pueden asentarse en suelos existentes
y ser incorpora- das rápidamente, creando suelo adecuado tanto para cultivos
como para plantas silvestres. Los terremotos también pueden proporcionar
servicios valiosos. Cuan- do las rocas se pulverizan durante un terremoto pueden
formar una zona impermeable de arcilla conocida como pulverización por falla a lo
largo de una falla geológica. En muchos lugares, la pulverización por falla ha
formado barreras naturales en el subsuelo para el flujo de aguas subterráneas;
estas barreras después recogen agua o crean manantiales que son importantes
fuentes de agua. En algunas partes de la falla de San Andrés en el valle árido de
Coachella cerca de Indio, California, este proceso ha producido oasis en el
desierto con estanques de agua rodeados por palmeras nativas. Además, los
terremotos también son importantes en la construcción de relieves y de esta
manera son responsables directos de muchos de los paisajes del oeste de
Estados Unidos.
1.6 CAMBIO CLIMÁTICO GLOBAL Y RIESGOS
El cambio climático global y regional, a menudo asocia- do con el calentamiento
global, puede cambiar la incidencia de sucesos naturales peligrosos como
tormentas, desprendimientos de tierras, sequías e incendios. ¿Cómo podría
afectar el cambio climático a la magnitud y frecuencia de estos sucesos? Con el
calentamiento global el nivel del mar se elevará ya que el calentamiento aumenta
el volumen de las aguas oceánicas y acrecienta la fusión del hielo glacial. En
consecuencia, aumentará la erosión costera. El cambio climático puede desplazar
zonas de producción de alimentos al recibir algunas más precipitaciones y otras
menos. Es probable que los

desiertos y las zonas semiáridas se extiendan y latitudes más cálidas del norte
podrían volverse más productivas. Tales cambios podrían conducir a
desplazamientos globales de población que podrían acarrear guerras o
importantes agitaciones sociales y políticas.

El calentamiento global introducirá más energía a la atmósfera proveniente de


aguas oceánicas más calientes; esta energía puede aumentar la gravedad y
frecuencia de fenómenos peligrosos como tormentas eléctricas (con tornados) y
huracanes. De hecho, esta tendencia puede estar operando ya: el año 1998
estableció un récord en pérdidas económicas por desastres relacionados con el
clima, que ascendieron al menos a 89 000 millones de dólares en todo el mundo.
Esta cifra representa un aumento del 48 por ciento sobre el récord anterior de 60
000 millones de dólares en 1996.

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