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Con ocasión de la falta de mano de obra masculina producida por enfrentamientos bélicos del
siglo XX, la mujer, el verdadero proletariado para muchos historiadores, se fue progresivamente
incorporando al mundo del trabajo, rompiendo uno de los estereotipos míticos del ideal burgués
que tenía asignado un papel totalmente secundario y conservador a las féminas europeas. Una
vez roto el cerco trabajador, las mujeres lucharon por conseguir la equiparación jurídica y
política con sus congéneres masculinos. Los orígenes del movimiento feminista se centraron,
precisamente, en la extensión del sufragio universal masculino a uno verdaderamente
universal; la II República española fue una de las pioneras en la concesión de dicha propuesta,
pero luego su fatal destino impidió su extensión. Aunque el fenómeno ha sufrido brutales y
constantes regresiones, se puede decir que durante el siglo XX las mujeres han conseguido
tanto la igualdad jurídica como la equiparación sufragista, en teoría, pues para que sea un
hecho real aún queda vencer las ridículas costumbres instaladas en el pensamiento de algunos
europeos y europeas a través de los tiempos. Las teóricas conquistas del Estado de Bienestar
han sido hechas durante todo el siglo XX, gracias al trabajo no remunerado de las mujeres,
bien sea en el propio hogar, bien sea en labores caritativas o humanitarias. Dicho volumen, si
se tuviese que expresar en términos económicos, alcanzaría en algunos países hasta un 40%
de la renta nacional, lo que da plenos poderes a las mujeres para que su lucha por la igualdad
fuera (y siga siendo) uno de los factores de conflicto social más importantes durante todo el
siglo XX.
Definición de Feminismo
Movimiento político que implica la lucha por la liberación de las mujeres de su sometimiento por
las estructuras sociales, políticas y simbólicas del patriarcado. El feminismo ha supuesto el
cuestionamiento de las instituciones y tradiciones fundacionales del patriarcado a través de un
largo proceso histórico de concienciación femenina y lucha política.
La Historia Tradicional, escrita por y para hombres, silenció la voz de las mujeres o las relegó al
orden de excepcionalidad cuando algunas de ellas escribieron y pensaron para denunciar, de
forma más o menos explícita, su sometimiento o su sentimiento de superioridad respecto a la
civilización patriarcal. Desde el siglo XV, algunas de estas mujeres "excepcionales" elevaron la
voz para expresar su rechazo a las tradiciones que sustentaban la inferioridad femenina y la
convivencia de la subordinación de las mujeres a los varones.
En el plano ideológico tiene claras raíces ilustradas representando una radicalización de las
consignas y los planteamientos ilustrados en España.
Se desata una polémica en torno a la obra del Padre Feijóo, que no es más que "una defensa
moral" para continuar el debate sobre los vicios y virtudes de las mujeres. Para las feministas
su lucha no se trata sólo de reivindicar derechos, sino también de justificar virtudes.
En España se critica la falta de implantación del feminismo burgués. Afirman que si sólo
hubiera mujeres ricas no existiría dicho movimiento, por lo que se deduce que este pertenece a
las trabajadoras, a la clase media y a la obrera.
El incipiente feminismo español queda truncado con la llegada de la guerra civil, en el marco de
una ideología conservadora y la Falange de retorno de la mujer al hogar. La situación tan sólo
comenzó a cambiar cuando en 1963 con el Plan de Desarrollo, la demanda de mano de obra
se amplió hasta el punto de reclamar población femenina. Este hecho promovió la redefinición
del papel de la mujer al incorporarse al mundo laboral, lo que a su vez hizo que se introdujeran
tímidas reformas legislativas. Éstas significaron una mínima liberalización de las costumbres.
En el relanzamiento del debate acerca de la mujer en España tuvieron incidencia estudios que
se habían realizado en otros países por el mismo movimiento. De ellos, se podía entender,
según un grupo de psicoanalistas, que las mujeres que trabajaban dentro y fuera de casa se
preocupaban más de la cultura y de los problemas sociales y que sus hijos solían ser buenos
estudiantes. Todo ello hacía que su salud mental estuviera en mejor estado que la de aquellas
mujeres que pasaban su tiempo en el ámbito doméstico, cuya única inquietud era hacer una
"súper limpieza" o "un orden maniático".
Se habla también de un terrorismo ejercido contra las mujeres. Las ciencias sociales y
humanas y la educación religiosa y conservadora que habían recibido, las había marginado y
encasillado en un papel determinado a lo largo de la Historia. La prioridad de las mujeres era
liberarse de todo esto, para después preocuparse por los problemas de la opresión sexual a la
que estaban sometidas.
Las mujeres empiezan a darse cuenta de que en el movimiento feminista habían sido
predominantemente hombres y organizaciones masculinas los que habían hecho tomar
conciencia de los problemas de desigualdad entre sexos. Es entonces cuando comienzan a
nacer las organizaciones feministas propiamente dichas.
El Año Internacional de la Mujer representó la trivialización de los problemas del sexo femenino.
Se celebraron en Madrid las Primeras Jornadas Nacionales por la Liberación de la Mujer, a las
que le siguieron las del 76 en Barcelona, (las llamadas Jornades Catalanas de la Dona). Aquí
se puede decir que surgen dos tendencias radicales: una que considera a hombres y mujeres
colectivos antagónicos, que se enfrentan en la sociedad, y otra que tan sólo los diferencia por
sus funciones reproductoras, constituyéndolos en clases sexuales (o sociales según el modelo
marxista, puesto que mantienen una relación de producción. Las mujeres forman una clase
social explotada por los hombres, que se benefician de su trabajo en el ámbito doméstico
mediante el contrato matrimonial).
Control de la natalidad
La española de los años sesenta vive en una sociedad en la que no se pueden tomar
demasiadas decisiones libremente, ya que son la Iglesia y el Estado quienes determinan en
nombre del pueblo.
Cabe destacar que diversos sectores que se definían como científicos confundían de forma
sistemática, a la hora de la divulgación, prejuicios de índole religiosa, política o social con la
píldora, el aborto o el dispositivo intrauterino (DIU).
Con el trabajo de grupos de las mujeres se iba consiguiendo informar más a la población. El
problema surgía a la hora de conseguir estos productos, puesto que estaban prohibidos por la
ley. Así, se origina un mercado negro de anovulatorios, se roban talonarios de recetas en las
consultas médicas y de hospitales, se encargan a amigos que salen al extranjero, se intentan
conseguir en farmacias sin receta médica, etc. Pronto hubo una red de distribución de estos
productos que eran tomados por las mujeres sin control alguno y sin realizar las pruebas
requeridas antes de comenzar su utilización (análisis de sangre, orina, pruebas hepáticas,
citología vaginal, revisiones periódicas, etc.). Las mujeres que empleaban este método y lo
habían conseguido de forma clandestina, se enfrentaban, por un lado, a los posibles riesgos
que conlleva tomar una medicación sin la supervisión de un especialista, y por otro, tenían que
luchar contra los prejuicios morales y religiosos. Además debían superar los temores que
vertían los médicos en sus informaciones en periódicos y en la radio, sobre las graves
consecuencias que este método producía no sólo en las mujeres que los tomaban sino también
en su descendencia.
La educación
En la familia a las niñas se les regalan muñecas, escobas, todo tipo de utensilios para que se
vayan entrenando a la vida futura, mientras que a sus hermanos les entregan coches, armas,
etc. Pero también en la escuela, por si acaso la socialización por el juego no fuera bastante
para identificarlas con su sexo y sus deberes, aparecen rasgos característicos y diferenciados
para el trato con las niñas. La idea de lo que es natural en la mujer está tan profundamente
marcado en la conducta social, que las profesoras que lo refuerzan ni siquiera caen en la
cuenta de que lo están haciendo. Los propios padres (ambos) son partidarios de una educación
más liberal para sus hijos varones. En cambio, para sus hijas piden que se les inculque una
moral más estricta. Con respecto al planteamiento de una educación mixta surgen problemas
porque de llevarse a cabo, habría que optar por uno de los modelos de enseñanza, (sin lugar a
dudas el masculino) por lo que las niñas estarían en "terreno contrario". La idea de crear un
nuevo sistema de educación que se encargue de formar personas, sin distinción de sexos, no
convence, puesto que pone en peligro el dominio masculino.
Otro factor determinante son los libros escolares. Tienen una importancia muy grande en los
primeros años de aprendizaje, puesto que forman en la mente infantil una imagen de como
debe ser el mundo e influyen en la conformación de actitudes básicas. Analizando los libros de
lectura de los niños españoles de la época, podemos observar que la mujer siempre aparece
cosiendo, lavando o cocinando, ligada al marco doméstico. Si se la ve en la calle es porque ha
salido a comprar o a llevar a los hijos al colegio. El hombre aparece realizando un trabajo en el
exterior o en empresas. Los libros escolares desconocen la incorporación de la mujer al mundo
laboral y muestran una imagen de la familia que no corresponde con la realidad. En la
actualidad podemos decir que las relaciones entre hombres y mujeres y el papel de ésta en la
sociedad han variado totalmente. Los libros de texto no se pueden calificar como sexistas, pero
si se puede decir que en sus páginas se recoge muy poca información sobre lo que ha sido uno
de los procesos revolucionarios más importantes en la Historia: la emancipación de la mujer.
Tanto es así que el ya pasado siglo XX ha sido denominado: el siglo de las mujeres.
Fuente: http://www.nodo50.org/tortuga/article.php3?id_article=762