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Coordinadores
Alexis Romero Salazar
Robinson Salazar Pérez
Eduardo Andrés Sandoval Forero
Colección
Insumisos Latinoamericanos
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ÍNDICE
Prólogo 8
A. Romero Salazar - E. A. Sandoval Forero - R. Salazar Pérez
Precariedad institucional, crisis de legitimidad y movilización 14
Margarita López Maya
Crisis de la movilidad social. Crisis de legitimidad 31
Alexis Romero Salazar
Venezuela: desencuentro actoral y crisis institucional 46
Robinson Salazar Pérez y Eduardo Andrés Sandoval Forero
La fe de los traidores. La ciudadanía pervertida 68
Miguel Ángel Campos
La Industria Petrolera y la Construcción de Ciudadanía en Venezuela 79
Miguel Tinker Salas
Conflicto político en Venezuela: espacio público y democracia formal 91
Álvaro B. Márquez-Fernández
Conciliación democrática en Venezuela. ¿Desde dónde? 109
Aliria Vilera Guerrero
Venezuela, Polarización Ideológica y Democracia 130
Carmen Vallarino-Bracho
Chávez: La apelación a la historia, a la identidad nacional
y a la cultura política 141
Daniel Hellinger
Comunicación y poder. La construcción de ciudadanía en Venezuela
en la era de los medios 161
Orlando Villalobos
Estado y mercado en el Proyecto Nacional-Popular Bolivariano 176
Irayma Camejo
Partidos políticos y encantadores de serpientes: la trampa
de la democracia participativa 207
Carmen Beatriz Fernández
Conflicto, Espacio Público y Cambios Políticos de la Democracia
Venezolana en el Gobierno de Hugo Chávez (1998-2002) 217
Juan Eduardo Romero Jiménez y Eduvio Ferrer
Crisis históricas y populismo: El paro cívico en Venezuela 252
Jaime Torres Sánchez
Los Autores 314
Editorial LibrosEnRed 320
VENEZUELA: HORIZONTE DEMOCRÁTICO
EN EL SIGLO XXI
Coordinadores
Alexis Romero Salazar
Eduardo Andrés Sandoval Forero
Robinson Salazar Pérez
Colaboradores
Aliria C.Vilera Guerrero
Carmen Beatriz Fernández
Robinson Salazar Pérez
Orlando Villalobos
Miguel Tinker Salas
Margarita López Maya
Juan Eduardo Romero
Jaime Torres Sánchez
Yrayma Camejo
Eduardo Sandoval Forero
Daniel Hellinger
Carmen Vallarino-Bracho
Álvaro Márquez-Fernández
Alexis Romero Salazar
Miguel Angel Campos
Eduvio Ferrer
INSUMISOS LATINOAMERICANOS
Cuerpo Académico Internacional e Interinstitucional
Directores
Eduardo Andrés Sandoval Forero
Robinson Salazar Pérez
Comité de Redacción
Laura Mota Díaz
Amelia Suárez Arriaga
Corrección de estilo
Amelia Suárez Arriaga
La Dirección y el Comité Académico de la colección
Insumisos Latinoamericanos, en reconocimiento a la trayectoria
académica y la ética en su comportamiento político,
dedica esta obra a:
Indudablemente que todo fenómeno tiene una causa, algunas de las veces
multifactorial, y la crisis en el país bolivariano deviene de varios afluentes,
siendo las más notorias la revelación de una falsa idea de la estabilidad
política que presumían las élites del país, lo cual nunca existió, puesto que
la imagen que se vendió de Venezuela tenía como zócalo grandes segmen-
tos sociales que vivían en la miseria, sobrevivían de las migajas del sistema
y daban soporte a la economía desde su condición de miserables y de
sujetos sin derechos. Eran los de abajo, los que no tenían voz ni capacidad
decisional reconocida por el Estado.
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Venezuela: Horizonte democrático en el siglo XXI
El mundo de la ficción fue agotándose, dado que fue figurado por afuera y
por dentro. Por el exterior, la competitividad internacional que impone el
mercado, prioriza zonas estratégicas, exige aperturas para las inversiones
foráneas, compite con nuevas tecnologías, lubrica los conductos políticos,
fundamentalmente para desterrar a los enclaves actorales que no les sirven
para sus intereses inversionistas o alianzas comerciales, limita la corrup-
ción de los agentes políticos para ejercerla los empresarios, presionan
para limitar la cobertura de las políticas públicas y acotan al Estado de tal
manera que su función sea la de mero administrador público, sin inciden-
cia en la sociedad ni la economía.
Todo cambio para posicionarse libera fuerzas atadas por muchos años,
también desanuda pasiones e incentiva el miedo, dado que el horizonte
de la certidumbre no está comprado de antemano, sino que se construye
colectivamente y con sujetos comprometidos en el proceso, por ello el
temor es propio de las personas que no viven esa dinámica y no quieren
arriesgar nada, por lo cual deciden quedarse quietos y esperando que la
garanticen que todo cambia pero nada le perjudica.
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A. Romero Salazar - E. A. Sandoval Forero - R. Salazar Pérez
Al desconectar los medios y a los grupos del poder tradicional del manejo
discrecional que hacían del Estado, los recursos escasearon, las arcas redi-
jeron sus cantidades atesoradas y la confrontación se desató contra el
nuevo gobierno.
La crisis tiene una naturaleza social y política, más no un tinte pro cubano
ni de cambio hacia el socialismo, estos dos últimos están descartados. Lo
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A. Romero Salazar - E. A. Sandoval Forero - R. Salazar Pérez
Son muchos los riesgos, también los desafíos que tienen los venezolanos y
la democracia de ese país, por ello, ante el vacío analítico y la ausencia de
una reflexión serena, hemos invitado a varios investigadores de las Ciencias
Sociales y Políticas para que examinen el proceso que vive la democracia
en el país Bolivariano.
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PRECARIEDAD INSTITUCIONAL, CRISIS DE LEGITIMIDAD Y
MOVILIZACIÓN
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Por ciclo de protesta se entiende una fase caracterizada por el conflicto intenso y la
beligerancia a todo lo largo del sistema social. Incluye: una propagación rápida de la
acción colectiva de sectores más movilizados a menos; aceleración en la innovación de
formas de beligerancia; marcos de acción colectiva nuevos o transformados; una combi-
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sobre la protesta de esa década para derivar de ello algunas lecciones que
puedan servir para comprender mejor algunos aspectos de la democracia
actual en Venezuela, y contribuyan también al estudio comparativo con las
otras sociedades de la región andina.
Al finalizar esa década, entre 1988 y 1989 ocurrieron dos eventos dra-
máticos que no sólo acentuarían este proceso de movilización que ya
se venía desarrollando, sino que lo complejizan en naturaleza y formas
de acción. La masacre de El Amparo de octubre de 1988 y el Sacudón de
febrero-marzo de 1989 fueron dos acontecimientos a partir de los cuales
se produce, no sólo la acentuación de la protesta, sino el incremento pro-
nunciado de formas de naturaleza confrontacional y violenta. El saqueo,
el apedreamiento de vitrinas comerciales, incendios y disturbios se vuelven
en los próximos años formas de acción rutinarias.
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Margarita López Maya
por sus siglas como el Cejap,3 actuando bajo oscuros intereses, masacró a
catorce pescadores del pueblo de El Amparo (estado Apure) y lo presentó
ante los diversos medios de comunicación nacional como un enfrenta-
miento armado con la guerrilla colombiana. Los venezolanos vieron por la
televisión las imágenes de unos cadáveres con uniformes guerrilleros del
ELN y armas al lado, para enterarse dos días después, que no eran guerrille-
ros sino pescadores que se encontraban ese día domingo en el río Arauca
dispuestos a pasarla bien preparando un sancocho y bebiendo ron. El Cejap
los había disfrazado para ocultar su crimen. Dos pescadores sobrevivieron,
por eso se reveló la verdad. Estos hombres en las semanas siguientes tuvie-
ron que exilarse para salvar sus vidas. El gobierno del presidente Lusinchi
jamás reconoció su error, se mantuvo dentro de la posición oficial de que
era un enfrentamiento armado y ni su gobierno, que terminó en febrero
de 1989, ni el siguiente de Carlos Andrés Pérez, tomaron los pasos condu-
centes a que se hiciera justicia a los responsables. Este evento despertó
movilizaciones violentas de repudio, pero también pacíficas en la capital,
donde saldrían a la calle actores poco vistos hasta entonces en ese espacio
como la iglesia católica (Coronil y Skurski, 1991). Igualmente, dio lugar a un
impulso sostenido de movilizaciones y a la creación o fortalecimiento de
organizaciones de derechos humanos en el país.
Los hechos del Sacudón o Caracazo ocurrieron dos meses después y son
más conocidos. Al anuncio, el 16 de febrero de 1989, de la aplicación de un
paquete neoliberal ortodoxo por parte del gobierno recién inaugurado
de Carlos Andrés Pérez, siguió una agitada y violenta protesta del movi-
miento estudiantil, que tuvo como respuesta gubernamental la militariza-
ción el día 24 de la ciudad de Mérida. El día 27 de febrero, con la aplicación
de la primera medida concreta de aumento del precio de las tarifas del
transporte colectivo, la protesta estudiantil convergió con una protesta
espontánea de los usuarios del transporte colectivo en los terminales de la
capital, en sus suburbios y ciudades dormitorios y en otras ciudades del país.
El aumento oficialmente acordado era de 30% pero los chóferes estaban
cobrando un incremento del 100%, lo que produjo, siguiendo el concepto
de Barrington Moore (1978) la “indignación moral” de los usuarios y gene-
ralizó la protesta. Ese día las instituciones políticas (partidos, sindicatos)
y aquellas que regulan la vida cotidiana (funcionarios del Ministerio de
Transporte, cuerpos policiales, etc.) no ejercieron sus roles, ni el gobierno
nacional se hizo visible, aparentemente ajeno a la conmoción que sacudía
el país (López Maya, 2003). La protesta, encontrando este vacío de auto-
3
Las siglas corresponden a Comando Especial de Contrainsurgencia José Antonio Páez.
La descripción de lo que sigue es tomada de Coronil y Skurski (1991: 300-307).
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La cifra corresponde a la dada por Cofavic (Comité de los Familiares de las Víctimas del
27de Febrero) y la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz en Ochoa Antich (1992: 159 y ss.).
5
He realizado un análisis de lo ocurrido con actores e instituciones durante el Sacudón
en López Maya (2003).
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Margarita López Maya
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Para un análisis sobre actores y formas de protesta después del Sacudón véase López
Maya (2002).
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Para un estudio de la construcción de los pactos que dieron origen a la democracia
de 1958, en especial el Pacto de Advenimiento Obrero-Patronal, véase López Maya, et al.
(1989).
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Con la crisis y colapso del segundo gobierno de Pérez en mayo de 1993 los
partidos alternativos con un mensaje de oposición al gobierno nacional
se fortalecen con relación a los tradicionales. El fracaso del gobierno de
Pérez significó de manera importante el debilitamiento del proyecto socio-
político que él aplicó y que había venido buscando hegemonía desde los
años 80. Ese proyecto básicamente combinaba desarrollar una democracia
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liberal con una economía neoliberal. Antes de ser asumido por el gobierno
de Pérez, ese proyecto venía siendo apoyado por grupos empresariales,
sectores de clase media organizados así como algunos intelectuales. Había
también sido abrazado desde temprano por Copei y con menos convicción
por sectores de AD.
8
Para un análisis de los resultados de las elecciones de 1998 ver López Maya y Lander
(1998). Aquí se hace una apretada síntesis.
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Desde 1998 la lucha hegemónica entró en una nueva fase. Si con Caldera
esa lucha parecía apuntar a un proyecto de reacomodo del sistema polí-
tico, abriéndolo a nuevos actores y ensayando un modelo de desarrollo
más humano e incluyente que el aplicado por el gobierno de Pérez, con el
gobierno de Chávez esto ha cambiado. El proyecto político plasmado en
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 contiene
varios aspectos que lo alejan de los modelos neoliberales hegemónicos en
el mundo y abre las posibilidades para el ensayo en Venezuela de un pro-
yecto político alternativo. Dentro de las orientaciones alternativas, el texto
constitucional coloca los derechos sociales de los sectores populares como
un compromiso esencial del Estado democrático que se busca consolidar.
Sin embargo es menester señalar que, sí bien esto es cierto que los dere-
chos sociales son incorporados a todos los discursos de los principales
actores que luchan hoy por la hegemonía en Venezuela, el golpe de Estado
del 11 de abril y el efímero gobierno de facto que lo siguió, mostraron con
diáfana transparencia que falta aún que estas demandas sean parte de
las convicciones políticas reales y la agenda de las políticas concretas de
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Comentarios finales
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Margarita López Maya
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Por otra parte, los indicadores de violencia social en sus distintas manifes-
taciones de criminalidad urbana en Venezuela siguen sin ceder desde que
saltaran en 1989. Con el agravante de que en los últimos meses se han pro-
ducido las primeras evidencias de violencia política. Dirigentes campesinos
de los estados Mérida y Zulia, vinculados a los partidos oficialistas, el MVR y
el PPT, defensores de la ley de Tierras que ha suscitado protestas virulentas
por parte de sectores de propietarios y productores rurales, fueron asesina-
dos en lo que parece ser crímenes cometidos por la vía del sicariato.
Bibliografía
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CRISIS DE LA MOVILIDAD SOCIAL. CRISIS DE LEGITIMIDAD
Para darle concreción a su ideario, en lo que tenía que ver con la utilización
de los recursos petroleros para producir una cierta democratización social,
pero básicamente para cumplir con la construcción de la legitimidad de su
modelo, los gobiernos venezolanos que se sucedieron desde 1959 impulsa-
ron una enorme ampliación del aparato escolar. En cada caserío fue creada
una escuela; se fortalecieron las llamadas “Escuelas Normales”, donde se
formaban los maestros; en las ciudades más grandes, donde había existido
un liceo -cuando mucho dos-, se crearon seis y hasta diez; se organizaron
nuevos institutos pedagógicos y comenzaron a aparecer en las universida-
des las Escuelas de Educación encargadas de graduar profesores para la
educación media. De tres universidades en 1958 se pasó, en 20 años, a 17 y
de menos de 12 mil matriculados en educación superior se llegó a más de
350 mil, en ese mismo lapso. No queda duda del esfuerzo hecho en función
del compromiso asumido.
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1960 1980
Expectativas de vida (Nº 57 67
de años)
Tasa de Mortalidad 85 42
Infantil
(niños x 1000)
Habitantes por médico 1.510 930
Calorías por habitante 90 112
y por día (% de lo
requerido)
Grado de Alfabetización 63 82
Población matriculada en 1 21
Educación Superior
FUENTE: Banco Mundial. Baptista, 1984.
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Dado que pertenecen a los estratos bajos, son personas que han perdido
la oportunidad del ascenso social por lo menos por vía de la titulación. Lo
que se pone de manifiesto en la sobre representación de estos sectores en
los niveles más bajos de la escala ocupacional. Tal vez ello tenga alguna
conexión con la buhonerización de la mano de obra, en razón de que es a
las actividades informales que ocupan al 41,5% de la Población Económi-
camente Activa, donde van a dar los excluidos del aparato escolar que no
logran alguna calificación.
Esta es apenas una de las formas como viene operando la selección social
y es también solamente uno de los mecanismos que contrarían el ideal
democratizador, cuyo compromiso fue promover mediante la educación a
las personas de los estratos más bajos, logrando la mesocratización de la
sociedad.
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En lo que tiene que ver con el oficio o la profesión del padre, ya en 1985
la investigación de Angulo y Castro, para la Universidad Central de Vene-
zuela, mostró el predominio del estrato alto -médicos, ingenieros, profe-
sores universitarios, etc.- que hacía el 50,6%; en tanto el estrato bajo, que
en 1975 ocupaba el 77,9%, se redujo a un 47,4%. Por otro lado, también
para la UCV, en 1985 se tiene que el 50% de los padres había terminado la
educación media y el 27,6% tenía un título universitario, contra el 3,5% sin
ningún nivel de escolaridad. Diez años antes el grupo de los padres profe-
sionales universitarios llegaba al 16,9% y al 17,4% los que habían concluido
la media. (Angulo y Castro, 1985; Klubistchko, 1984)
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Hay lugar básicamente para dos tipos de actores sociales. Uno que
representa la racionalidad eficientista, en virtud de su especializada for-
mación próxima a la de sus pares de los países desarrollados. Son quienes
pudieron asimilar saberes en el circuito de la excelencia escolar.
Bibliografía
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VENEZUELA: DESENCUENTRO ACTORAL Y CRISIS INSTITUCIONAL
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de cada uno de los países del mosaico latinoamericano y por las instancias
económicas, gubernamentales e internacionales, de que los militares no
ocuparían cargos de gobierno por la vía del golpe, además, que cualquier
intento por desalojar un gobierno a la fuerza no tendría apoyo alguno,
aún en Venezuela los enclaves actorales del régimen de los partidos polí-
ticos ADECO, COPEI y acólitos, guardan la efímera esperanza de que los
militares acudan a la solución golpista.
La solución es simple por las alternativas que se ofrecen, son complejas por
las características de los actores conflictuados.
Un primer valor que tenemos que acuñar en la discusión, es que el con-
flicto en Venezuela es de intereses y no valórico, por lo que la salida del
mismo no debe hacerse con un mediador internacional o neutro, sino
mediado por un poder de la Nación, en caso de no contar con la fuerza
ética suficiente, canalizarlo a través de una demanda ciudadana que exija
al gobierno y la oposición a sentarse a la mesa a dialogar con una agenda
definida y de cara a la ciudadanía.
La ausencia de conflictividades valórica inutiliza cualquier intento externo
por mediar, llámese OEA, Amigos de Venezuela, ONU u otra instancia que
exista, por lo que hay que buscar, con fuerza y diálogo una concertación o
pacto nacional.
Si estamos ante un conflicto de intereses, la vocación de las confrontacio-
nes debe ser dialogante, porque siempre que se presentan fenómenos de
esta naturaleza, ninguno de los dos bandos conflictuados puede erigirse
como vencedor, debido a que no es una competencia, sino un desacuerdo
que se deriva de formas y contenidos en el ejercicio de la autoridad, el sello
que le imprimen a un gobierno, los segmentos políticos y sociales favoreci-
dos y la lógica discursiva de los actores enfrentados.
Esta conclusión parcial no es el fin del problema, tampoco la solución salo-
mónica; para que se dé un proceso de diálogo abierto, constructivo y de
cara a la sociedad, deben existir los actores, pero en el caso que nos ocupa,
la gelatinosidad estructural de los partidos es evidente y no se conoce a
ciencia cierta quién es el interlocutor que se sentará en el otro lado de la
mesa con el gobierno para construir el diálogo nacional.
Por la magnitud del problema y el involucramiento involuntario que
ha tenido la sociedad civil venezolana en el conflicto, el diálogo que
se requiere no puede ser centrado en dos actores, partidos políticos y
gobierno, tampoco en el domo movilizador que ha armado la llamada
Coordinadora Democrática, que si bien jugó un papel de vehículo político
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quiero decir que exista la democracia plena en el país, son cosas distintas,
pero en el conflicto, los dos bandos se reconocen que son diferentes y hay
desacuerdos en el comportamiento político entre ellos; además, ya han
invitándolas partes a mediador para conciliar intereses, no obstante, la
democracia plena aún no existe por varias razones, una de ellas es que la
sociedad civil está constituida con apego o ligada, por un lado a los parti-
dos tradicionales y por otro ligada a los intereses del gobierno, sin que ella
aun esté en proceso de auto constitución.
Agreguémosle otro ingrediente, la conducción de gobierno muchas veces
se hace bajo formas y modelos de conducta militar, toda vez que el repre-
sentante del ejecutivo es un militar en ejercicio, aunque no aparezca como
tal, los métodos que emplea para agregar miembros al gabinete o para
impactar una política pública es totalmente apegada a la lealtad a su
gobierno, el otro no existe si es diferente, todo aquello que me critique o
me rechace, es antivenezolano y antipatriota, dado que él y sus acciones
son el parámetro de la legalidad, lo bueno, lo necesario y lo mejor; de lo
contrario, hay que arrinconar al enemigo.
Hay que aclarar que el desconocimiento del otro se nota más en el plano
discursivo, porque en el ámbito político tienen garantías y espacios de
maniobras, ya que los medios siguen actuando, las movilizaciones se dan y
las críticas circulan.
Lo preocupante en este proceso es la insensibilidad de las partes para con-
vocar un diálogo nacional, cada quien se aferra a una postra irreconciliable
y llevan la disputa de intereses a los medios, convirtiendo a la política en
un espectáculo, y a los políticos en animadores de este evento que ya hartó
a la sociedad civil.
La salida inmediata a este impasse es el restablecimiento de una mesa para
el diálogo que desemboque en una nueva unidad nacional y para ello se
requiere apuntalar dos columnas: la vida institucional y el diálogo para
solucionar las diferencias, dado que la ausencia de civilidad democrática
es lo que tiene al país sumiso en las confrontaciones desgarrantes para la
sociedad.
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Si concebimos las virtudes cívica como las cualidades que facilitan a una
persona o político para que lleve a cabo dignas y comprometidas empresas
con el fin de alcanzar la magnificencia, la notoriedad y el honor; por tanto
allana el camino a un gobernante para gestionar y operativizar acciones
que lo aproximen a lograr los más generosos propósitos y a solventar
algunas de las peticiones más requeridas por la sociedad. Estas virtudes
no están presentes en la conducta de los actores políticos venezolanos,
porque las virtudes tienen que ver con los valores y éstos con las creencias,
las normas, las reglas y las convicciones que funcionan como elemento
adhesivo al interior del grupo o colectivo; asimismo es núcleo matricial
de donde parten los principios que regulan las relaciones con el exterior,
ya sea con otros grupos, con el gobierno, con los partidos políticos y todo
aquello que integra el espacio público.
Los valores asumidos por los verdaderos políticos son las ideas fuerza que
dan cuerpo y conciencia a la actuación colectiva del grupo en el ámbito de
la política, de ahí que su noción de democracia, de participación, de poder,
de cooperación y de tolerancia esté fundamentada en sus vivencias, en su
acervo de vida, de los acontecimientos cotidianos y de los acuerdos intra
e intergrupales, lo que la hace que sea distinta y distante de la cultura
política tradicional, practicada por los partidos políticos, y que hoy día se
reproduce en Venezuela y pone en riesgo la convivencia interactoral.
Las prácticas políticas que ahora se muestran en el espacio público vene-
zolano son producto de las conductas, hábitos, costumbres que desde
décadas atrás han conformado la red de interacciones que se dan en el
interior de los partidos tradicionales y en sus relaciones con otras asociacio-
nes; el conjunto de ellas suma la experiencia colectiva, misma que estruc-
tura la memoria histórica de los grupo, que con su actuación, alimenta
significativamente la maltrecha cultura política del todo social, dotándola
de un sello intolerante, contestatario y antipolítico.
Es por ello que el conjunto de actos cotidianos de ofensas, diatriba, señala-
mientos, acusaciones, exclusiones y provocaciones van distorsionando, en
el transcurso de la vida del colectivo, su identidad, dotando de una lógica
sin sentido las acciones sociales, deteriorando las formas de cooperación,
borrando el perfil organizacional de todo gremio y nutriendo una autono-
mía falsa de los ciudadanos frente al otro.
Con estas acciones buscan evitar que crezcan las tomas de decisiones indivi-
duales y colectivas, que aparezcan liderazgos al margen de los tradicionales
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y se les delegue a ellos las facultades para organizar los eventos moviliza-
dores, la dirección del mismo y las negociaciones con el gobierno.
En síntesis, se puede decir que en Venezuela está ausente una cultura polí-
tica que revalorice la cotidianidad, dado que de ahí surgen los proyectos
y aspiraciones reivindicativas; también está lejana de todo acto y acciones
que se interese en la consulta, los diálogos y los acuerdos para incidir en la
toma de decisiones y en los asuntos públicos; y apartada de todo proceso
que construye cuerpo simbólico para reafirmar la identidad e intereses
colectivos y que renueve la utopía para que guarde un correlato con los
símbolos, las demandas, las acciones y la vida de otros grupos en situación
semejante.
Sin embargo, la matriz de la nueva cultura política, la que se requiere, no
está alimentada ni asumida por los partidos políticos venezolanos, tampoco
por agentes del gobierno y muchos menos por los medios de comunicación
y empresarios, quienes han plagado de intoxicación discursiva a la socie-
dad civil sin permitirle que ella realice sus reflexiones y actúe de acuerdo
con su capacidad y potencialidades.
Los que nutren a la incipiente cultura política en estructuración son los
actores emergentes, los insumisos, los sujetos que actúan al margen de las
estructuras, en las radios comunitarias, en los barrios que si bien es cierto
no tienen la cobertura social y promocional, en su espacio local la ponen en
práctica de manera cotidiana y hacen suyo algunos programas de gobierno
e imprimiéndole el sello popular.
Otro aspecto que se encuentra en entredicho son los valores de la política,
dado que el vaciamiento de la política y el uso utilitarista-electoral/-mediá-
tica que hacen los “líderes” de los partidos políticos, agentes de gremios
empresariales y algunos militares han coadyuvado notablemente para que
la apatía ciudadana crezca desmesuradamente.
Hay que tener presente que dicha apatía y el descrédito no es de la ética,
sino de los actores que actúan de espaldas a ella; además, ellos mismos han
procurado de manera perseverante, de producir un lenguaje de la moral
y de la política que desplaza y oculta a la política en sí. Esto se explica de
la siguiente manera: la política, en manos de los actores políticos, no está
interesada en los aspectos analíticos que conlleven a descubrir alternativas
para resolver aspectos de pobreza, déficit educativo, salud y de tecnolo-
gía nacional, sino más bien en los requerimientos normativos, buscando
con ello que la sociedad sea sometida a un conjunto procedimental que
todo lo reduce a normas, leyes, reglas y acciones en función de lo que está
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partidos tradicionales como los de nueva creación y aún los agentes que
asumen responsabilidades de gobierno. Algunos creen, en este primer
inicio de la tolerancia, que aceptarla es un acto de soportar al adversario o
al otro que no es igual a mí; pero no es así, porque justamente lo diverso
es un dato irrenunciable de nuestra misma socialidad (Cisneros, 1996) y
una condición necesaria para sujetos que viven en pluralidad, aceptando
a otros con diferentes creencias, otras opciones políticas y preferencias de
credo diversos.
Entonces tolerancia guarda fronteras con libertad, la libertad mía y la del
otro, por ello se debe asumir una actitud mental de que en un macro domo
social, la tolerancia es aceptar que la libertad de un individuo no termina
donde empieza la libertad del otro. Más bien, la libertad del otro consti-
tuye, hoy por hoy, la principal condición de la propia libertad (op. cit.).
Otro aspecto de la tolerancia, es que es un canal que conduce a la cons-
trucción de consensos, indispensables para ejercer un buen gobierno o
mantener la gobernabilidad; pese a ello, no apaga, ni destierra el disenso,
puesto que éste sigue existiendo y ocupando un espacio en la vida política,
actuando como voz crítica o censura con licencia que se opone a toda arbi-
trariedad o acción mayoritaria en detrimento de una minoría que disiente.
Tolerar es el verbo que más pronombres tiene y deben conjugar todos los
actores de la política de fin de siglo.
A la tolerancia individual se le suma en el camino democrático, la toleran-
cia pública que va más allá de la ciudadana, porque exige a los actores y
cuerpos políticos a dialogar entre grupos sociales, entre asociaciones, entre
unidades colectivas y comunidades; asimismo, al gobierno le toca el turno
de aceptar y practicar el diálogo con comunidades étnicas, grupos de des-
plazados, de género, entre otros, ampliando a otros campos de la esfera de
la vida social, la búsqueda de acuerdos y la aceptación de las diferencias.
La inclusión es otra virtud cívica, es escaque fundamental en el tablero
de ajedrez que está fabricando la ciudadanía moderna. Si es aceptado
por casi todos los analistas políticos que la sociedad está ocupada y cons-
tituida por actores sociales con posibilidades de autodeterminación; con
capacidad para intervenir mediante un intercambio racional en el mercado
político y en los espacios públicos; con pleno derecho a tener derechos
en el plano social y jurídico; y con acceso a información y conocimientos
para insertarse con mayores oportunidades productivas en la dinámica del
desarrollo (Calderón et al., 1996); entonces es inaudito que se cierren las
puertas a la participación plural y a la inclusión del otro en las tareas que
son propias del espacio público o de gobierno.
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Robinson Salazar Pérez - Eduardo A. Sandoval Forero
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Robinson Salazar Pérez - Eduardo A. Sandoval Forero
que aseguran que no es así, porque lo que está sucediendo es algo que se
aproxima a un cosmopolitismo cultural que sirve de cimiento a las relacio-
nes entre autonomía y solidaridad, estimulando una democratización de la
democracia (Villoro, 1997; Giddens, 1996, op. cit.).
La democracia dialogante se practica en un espacio público, no en los
medios de comunicación, pues es el mejor marco para convivir y aceptar al
otro en una relación de tolerancia mutua; el diálogo que prevalece como
vínculo inter-autonómico ―anota Giddens― debe interpretarse como la
capacidad de crear confianza activa mediante la apreciación de la integri-
dad del otro. La confianza es un medio de ordenar las relaciones sociales a
través del tiempo y el espacio. Sostiene ese silencio necesario que permite
a los individuos o los grupos seguir con sus vidas sin dejar de mantener una
relación social con otro u otros.
En síntesis, tolerancia, inclusión y autonomía, son tres núcleos que posi-
bilitan la convivencia, la articulación y el trabajo conjunto; situarse a las
espaldas de estos tres manantiales que emana la democracia del siglo XXI,
es vivir de espaldas a la realidad y transitar en sentido contrario al desa-
rrollo de la sociedad; aquí reside la voluntad de cambio que tendrían los
sujetos políticos venezolanos, como también el número de aperturas y arti-
culaciones que las nuevas unidades políticas tendría con los demás cuerpos
políticos que son parte de la sociedad venezolana del siglo XXI, hacer caso
omiso, es tratar de detener un cambio a la fuerza, desatando la violencia o
aplazando el futuro de ese país.
Bibliografía
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Venezuela: Horizonte democrático en el siglo XXI
SALAZAR, Robinson (2002), “Los Avatares del Plan Colombia, Plan Digni-
dad y Plan Puebla Panamá”, en Revista Convergencia, año 9, núm. 30,
sep.-dic.2002, 97-120 pp.
SALAZAR, Robinson (2003), “El vínculo militar del Plan Colombia y el Plan
Puebla Panamá”, en Lectura crítica del Plan Puebla Panamá, Eduardo
Sandoval y Robinson Salazar, Insumisos Latinoamericanos, Argentina,
135-165 pp.
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L A FE DE LOS TRAIDORES. L A CIUDADANÍA PERVERTIDA
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Venezuela: Horizonte democrático en el siglo XXI
movilizadores del análisis que busca ceñir la saga de una sociedad, en ellos
radican sus pulsiones definitivas.
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Miguel Ángel Campos
del foro. “Aquel día le faltó el valor cívico con que sabía suplir la carencia
de arrojo personal”, concluye magistralmente Briceño Iragorry, de aquella
Secretaría saldrá a entregarse como en un acto de contrición a la dirección
de un colegio que llamará El Salvador del Mundo.
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Miguel Ángel Campos
En lo que tal vez sea una de sus últimas páginas, febrero de 1958, escribió:
“...debemos esperar la hora en que un sereno inventario nos diga que el
pueblo no ha perdido esta vez el esfuerzo realizado para abatir el terco
despotismo”. Sin embargo, la perspectiva briceniana de la dinámica social
supone la autonomía de los sujetos, cuando construye su categoría de crisis
de pueblo no es para signar con ella un accidente, es para enmarcar un
ritmo, el de la caída interna en este caso, la inconsistencia de una volun-
tad puede así aparecer como el elemento recurrente de la disolución. Una
carencia esencial minaba las bases del proceso y él lo sabía, no era sola-
mente la escasa aptitud de los prohombres, tampoco la tendencia a ceder
ante el botín del Estado, se trataba de otros determinantes, y lo sintetizó
hablando de carencia de sistema. “Un país sin sistema puede calificarse,
dentro de la fenomenología social, como un país sin verdades”.
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Venezuela: Horizonte democrático en el siglo XXI
Los años que van desde el derrocamiento de Medina hasta el fin del perezji-
menismo no debían más que aportarle la confirmación de la esa incapaci-
dad para sustentar un proyecto de país que apelara a aquellas tradiciones
y que verificaba con facilidad en sus estudios de los paradigmas: la traición
aparecía como una vocación sorprendente por lo previsible. Pero él mismo
como autor inclinado sin pausa ante los temas de una vocación representa
una inconsecuencia, su debate con el perezjimenismo debía resultar en
un desgaste irrecuperable, como un disgusto de circunstancia lo arrastra
a una tarea sin destino, páginas perdidas y esfuerzo sin otro sentido que
aquel proveniente de la pequeña satisfacción de denostar al gobernante
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Venezuela: Horizonte democrático en el siglo XXI
Las luces traen consigo el predicamento de vigilar por los demás, distin-
guen y también atan en un compromiso que ya no puede disuelto, sólo
traicionado, así la ignominia se magnifica pues aquellos que han visto lo
que debe hacerse, y aún se les ha autorizado para actuar, y desertan llevan
sobre sí la culpa adicional de la impunidad. De tal manera que insiste en
lo que llama la necesidad de “la enmienda de sus directores” en relación
a la juventud y el pueblo llano. Esta vindicación del pueblo como numen
es característica del romanticismo herderiano, la comunidad portadora de
la energía que aglutina está como más allá del bien y el mal, ella emana
de unas fuentes originarias y su autoridad no viene del consenso sino de
la revelación. Hasta cierto punto es como una minoridad sagrada que no
puede ser tocada por las consecuencias del error, este, sí, forma parte
del acuerdo, del consenso siempre precario. “Por ello, más que hablar
al pueblo humilde, es necesario hablar a las clases y cuerpos obligados a
revisar su conducta histórica frente a las masas”.
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Miguel Ángel Campos
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unidad del cuerpo social y se les asignó una función que estaba a la altura
de las mismas expectativas del imaginario civil. “El petróleo y el hierro son
agentes que, lejos de asegurar la prosperidad general, se utilizan eficaz-
mente para el soborno que arruina a nuestro mejores hombres”.
Bibliografía
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Miguel Ángel Campos
GOMES, Miguel. Poéticas del ensayo venezolano del siglo XX. Ediciones
Inti. Providence. 1996, 260 pags.
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L A INDUSTRIA PETROLERA Y LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA
EN VENEZUELA
Durante la mayor parte del siglo XX, Venezuela fue, y sigue siendo, identifi-
cada con su principal producto exportador, el petróleo. Aunque el impacto
económico y político del petróleo captó la atención de decenas de aca-
démicos latinoamericanos y estadounidenses, todavía no se ha analizado
profundamente el impacto del petróleo sobre la generación de individuos
que formaron parte de esta industria, y como su participación en dicho
proceso afectó su visión sobre los conceptos de genero, de cultura y sobre
todo la construcción de ciudadanía en el país. Aunque durante su auge,
la industria petrolera nunca empleó más de 60,000 personas, su situación
como principal fuente de ingresos para la nación, le permitió modificar las
viejas normas sociales y culturales e implantar un nuevo modelo de ciuda-
danía y participación social. El petróleo creó nuevas expectativas no solo
en el país, pero también en el ámbito internacional, donde transformó el
papel de Venezuela ante las potencias mundiales.
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Miguel Tinker Salas
El proyecto coincide con las propuestas de una clase media emergente, que
ve con beneplácito esta actividad y asiste en la promulgación de sus obje-
tivos. Por lo tanto, los campos y la actividad petrolera permiten un espacio
para analizar la forma en que la industria transformó la vida de venezo-
lanos y extranjeros, generando no sólo conflictos culturales, pero también
el desarrollo de un proyecto político que repercute sobre los emergentes
conceptos del proyecto nación y la noción de ciudadanía que surge en
Venezuela a mediados del siglo XX.
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El campo petrolero
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Miguel Tinker Salas
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La mujer
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Miguel Tinker Salas
Pero el papel que ejerce la mujer va mucho más allá de su papel tradicional
en la familia. Tanto la vida de los campos, como la oportunidad de nuevos
empleos en la industria petrolera, alteró las nociones tradicionales del
género en el país y replanteo los conceptos de ciudadanía para las mujeres.
En 1940 la Creole solamente ocupaba a 111 mujeres en diversas labores. A
partir de 1949, su numero había incrementado a más 1.500 mujeres emplea-
das en diversos oficios. En la mayoría de los casos, la función de la mujer
se limitaba a campos tradicionales como el de enfermeras, maestras, y los
oficios generales de oficinistas. No obstante, la empresa se vio obligada a
tratar el tema de la mujer y su papel productivo. Una obrera de nombre
Ana Victoria, que trabajaba en la lavandería de Amuay, indicaba que ella
“no tiene ningún inconveniente en desempeñar su femenil ocupación en
un ambiente casi masculino en su totalidad, pues sabe que sus servicios son
apreciados.”
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Miguel Tinker Salas
Para lograr sus metas, las empresas petroleras introdujeron al país durante
la década de 1940 un amplio programa de relaciones públicas con varios
propósitos, uno dirigido a sus propios obreros y empleados y el otro orien-
tado al país en general. Por lo tanto, las compañías no solo buscaban la
identificación obrero-empleado-empresa, sino también pretendían la aso-
ciación de los intereses de la empresa con los del estado nación, vinculando
la idea de progreso nacional con la postura de las empresas extranjeras.
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Venezuela: Horizonte democrático en el siglo XXI
El proyecto propuesto por los editores del Farol paralela el proceso litera-
rio y político que surge en México, Centro América y el Caribe que apropia
y se identifica en algunos países con los movimientos indigenistas y, en
otros, con el de la negritud. A diferencia de la experiencia de otros países
en América Latina, donde el estado, a través de sus varias instituciones
educativas y culturales difunde, un programa cultural que capta aspectos
de una cultura nacional, sea real o inventada, en Venezuela, la empresa
petrolera extranjera, en colaboración con un sector de intelectuales de
centro y centro izquierda desempeña en gran parte esta labor.
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Miguel Tinker Salas
amplio que refleja una cultura nacional. Este conjunto de prácticas socia-
les y culturales fue cobrando importancia y, para esta generación y otras
empezó a definir lo que implicaba ser un venezolano/a.
A largo plazo, la asociación entre las empresas petroleras con los emer-
gentes conceptos de una cultura nacional facilitó la actividad de las trans-
nacionales en el país. Además hay otro tema que considerar. Así como en
el resto de América Latina la percepción de esta cultura nacional, esta en
manos de un grupo de intelectuales de clase media, en su mayoría mestizo/
a o de descendencia europea, y por lo tanto refleja una visión idealizada y
no necesariamente compleja de la cultura y el papel de los diversos grupos
étnicos en el país. Lo importante de este proceso, es que los conceptos de
la cultura nacional que cobran importancia en el país antes de 1960, están
en gran parte, siendo difundidos por las publicaciones de las industrias
petroleras en cooperación con un grupo de intelectuales venezolanos.
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Venezuela: Horizonte democrático en el siglo XXI
Conclusiones
Bibliografía
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Miguel Tinker Salas
PRIETO SOTO, Jesús (1970). Luchas obreras por nuestro petróleo. Litografía
Lorenzo. Maracaibo.
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CONFLICTO POLÍTICO EN VENEZUELA: ESPACIO PÚBLICO Y
DEMOCRACIA FORMAL
Álvaro B. Márquez-Fernández
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Álvaro B. Márquez-Fernández
Una forma de poder que es legitimado por parte de una ciudadanía activa,
en la medida que puede ser compartido entre “todos” casi de manera
unánime, pero siempre bajo el supuesto de que sólo y por sí misma una
mayoría ciudadana es la que termina acreditada para ejercer el poder, y es
a la que le corresponde producir la hegemonía para disponer políticamente
de ese derecho. Esta parece ser la condición sine qua non para afirmar que
existe una constatación objetiva del status histórico de la democracia como
una realidad práctica y concreta.
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nes por parte del tipo de Estado y de sociedad civil liberal con la que la
democracia formal intenta afianzar y reproducir su legitimidad política.
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Álvaro B. Márquez-Fernández
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política más avanzada, y la que procura el mayor bien social para los indi-
viduos. Pero no debe suponerse que este “bien para la mayoría” es efecti-
vamente el “bien de la mayoría”, tan sólo por el hecho de proclamarse.
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Álvaro B. Márquez-Fernández
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Álvaro B. Márquez-Fernández
Es conocido por casi todos los venezolanos que, en Venezuela, a partir del
segundo período presidencial de Carlos Andrés Pérez, se empieza a consoli-
dar un interesante fenómeno de hegemonía social mucho más mediática y
económica, hasta lograr convertir a esta hegemonía en el contexto político
de la acción del Estado y sus clases aliadas. La política es un ejercicio inter-
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Álvaro B. Márquez-Fernández
Los contrapesos del orden político son esporádicos, apenas una oposición
tradicionalmente conservadora y aliada entre sí por los pactos y negocia-
ciones de carácter electoral, completamente distanciada de las condiciones
de vida de la mayoría de la población, no está en capacidad de procurar
enmiendas o rectificaciones a la gestión pública del poder del Estado. Opo-
sición que responde más al discurso de pantomima con el que se enmas-
caran las democracias formales liberales, frente al disenso político y a los
conflictos sociales.
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En este momento más allá de las ideologías podemos afirmar que el pro-
yecto de una ciudadanía pública pasa por diversas fases, entre las que la
reconciliación nacional es indispensable, pues el país está con un gran
índice de desintegración social; sin embargo, también es necesario que se
piensa en la oportunidad que tenemos de hacer vida ciudadana dependerá
de los principios éticos con los cuales asumamos la discusión de los proble-
mas nacionales y la argumentación sin coacción a los razonamientos. En
Venezuela se vive un momento de especial trascendencia para la política
latinoamericana, en el que diversas fuerzas y actores sociales tradicio-
nalmente excluidos del orden de la política, insurgen como sujetos de la
política, desde otra palabra y otra significación del discurso democrática
de la política que ahora queda referido a una condición de clase que lo
cuestiona y reinterpreta y deslegitima.
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Álvaro B. Márquez-Fernández
Bibliografía
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107
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Álvaro B. Márquez-Fernández
AA.VV. America Latina. Los nuevos sujetos históricos. Actuel Marx. Vol.III.
Noviembre. Alberto Kohen Ed. K&ai, Argentina, 2000.
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CONCILIACIÓN DEMOCRÁTICA EN VENEZUELA. ¿DESDE DÓNDE?
Introducción
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Aliria Vilera Guerrero
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“Artículo 3: El Estado tiene como sus fines esenciales la defensa y el desarrollo de la
persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la
construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y
bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes
consagrados en esta Constitución. La educación y el trabajo son los procesos fundamen-
tales para alcanzar dichos fines”. Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
(1999: 6).
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“A pesar de que no ha habido un cambio radical en la estructura social del país, un
estudio hecho por Datanálisis a 10 mil hogares, y cuyos datos fueron recolectados a prin-
cipios de abril, refleja que dentro de cada estrato la población es cada vez más pobre; y la
clase media ha sido la más golpeada. La clase E está formada por 9,8 millones de personas,
lo que representa el 42% de la población nacional, sin embargo, hace tres años era 40%.
Estas familias están compuestas por cinco personas en promedio, de las cuales sólo tra-
bajan 1,5 personas, y la mayoría se desempeña en el sector informal de la economía. Sus
ingresos están por debajo del salario mínimo, y en suma una familia no gana lo suficiente
ni para adquirir la canasta alimentaria, cuyo valor se ubica en 200 mil bolívares. Por su
parte, el estrato D representa el 38% de la población, es decir, 8,9 millones de personas,
cuyos ingresos familiares no alcanzan para comprar la canasta básica real (incluye alimen-
tos, transporte, educación y vestido) que se ubica en 400 mil bolívares. El grupo que más
capacidad adquisitiva ha perdido es la clase media. El nivel de ingreso real de este estrato
se ha reducido 23% en cinco años. En estos momentos la clase C está conformada por 4
millones de venezolanos, es decir, 17% de la población, donde la clase media baja es el
grupo más numeroso. A los estratos A y B sólo pertenecen 700 mil venezolanos, es decir,
3% de la población. En 1986 este grupo representaba el 6% del total”. Disponible en
internet: www.el universal.com
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“La ingobernabilidad es un concepto estrechamente relacionado con la legitimidad,
con la disposición de la ciudadanía a obedecer decisiones de un gobierno. Si la gente no
lo reconoce, si se crea resistencia, nos encontramos frente a una situación de ingoberna-
bilidad”. Humberto Njaim (2002: 2).
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Considero que la crítica situación política y el desequilibrio social que hoy tambalea
el sentido democrático en Venezuela, deviene de muchos factores muy complejos, entre
ellos, la histórica renta petrolera en sí misma cargada de intervenciones empresariales y
de alianzas internacionales con otros países poderosos comercialmente, los cuales efec-
tivamente mueven poderes e intereses de todo tipo en nuestro país y, por esa razón,
condicionan nuestra economía y desarrollo. Sin embargo, al interior de nuestras propias
vivencias, en ese día a día que nos transcurre, nuestra “Democracia” parece ser un sueño
de una idea “revolucionaria” muy mal llevada, hay muchos errores, torpezas, mucho daño
a la convivencia social y humana. Poco a poco, ese afán de aniquilarlo todo por un pro-
yecto de cambio que no termina de saberse cuál es, ha sido nefasto.
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“Betancourt lo entendió perfectamente y propuso en 1958 a los empresarios y sindica-
tos un pacto de desarrollo económico y paz laboral como camino de consolidar el régimen
de las instituciones democráticas. Una de las primeras expresiones del nuevo modelo polí-
tico se encuentra en el Pacto de Punto Fijo de /1958) entre los tres partidos democráticos
más importantes ―Acción democrática― El Partido Socialdemocrático COPEI y Unión
Republicana Democrática (URD), que establecía una tregua en cuanto a las rivalidades
Inter.-partidistas durante las siguientes elecciones, respeto absoluto por el resultado elec-
toral y un gobierno de unidad nacional. El Pacto de Punto Fijo implícitamente también
estableció cuáles grupos tendrían acceso a la toma de decisiones en el nuevo sistema” (R.
Giacolone y R., Hanes, s/f: 9).
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“Hartmann, muestra, en definitiva, el internalizado consenso sobre el conflicto insti-
tucionalizado que ofrecen las actuales sociedades latinoamericanas, que han desarrollado
una ‘cultura del conflicto’ capaz de conjugar paradójicamente disputas y consenso. En tér-
minos valorativos, la cultura del conflicto implica la consideración valiosa del mismo, no
por lo que éste tiene de antagonismo y hostilidad, sino porque la confianza en los medios
de resolución ―todo es negociable, todo es resoluble― dará lugar a enriquecedores y
liberadores resultados” (Salazar, 2002: 6).
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A través de todos los medios de comunicación, nacionales e internacionales, a partir
del 14 de abril/2002, se han manifestado diversas opiniones que apuntan a esa rectificación
y necesidad de diálogo nacional. Diálogo que se inicia con el propio Presidente Chávez,
quien pide “perdón” a todas las personas y sectores a quienes él ofendió en el pasado;
comenzando con las personas de PDVSA a quien reincorporó a sus cargos, además de
otras decisiones, ejemplo: convocatoria a un Consejo Federal de Gobierno, a la Comisión
por la Verdad, a las reuniones con el Episcopado Nacional, a la Comisión para el Diálogo
en Miraflores, etcétera.
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“Democracia es la alteridad que salva la idea de democracia se su integral realización.
El muro que la defiende de sí misma” (Espósito, 1996).
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Por ejemplo, cumplir con lo que establece el art. 135 de la Constitución Nacional, donde
se establece: “Quienes aspiren al ejercicio de profesiones, tienen el deber de prestar servi-
cio a la comunidad durante el tiempo, lugar y condiciones que determine la ley”.
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Aliria Vilera Guerrero
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Aliria Vilera Guerrero
Bibliografía
GONZALEZ, Ma. Lourdes. (2001). La quiebra del quietismo (contra los mitos
de la identidad, el consenso y la indiferencia). Ponencia. Seminario
Internacional sobre Ciudadanía y Democracia, UPEL. Maturín, 28 al 30
de noviembre.
LANZ, R. (2002). “El desgaste del gobierno rebasa todo calculo”. En Revista
PRIMICIA, Caracas, marzo 04, pp.18-23.
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VENEZUELA, POLARIZACIÓN IDEOLÓGICA Y DEMOCRACIA
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Parece que no hay nada nuevo bajo el sol: los Estados Unidos se ven obli-
gados después de más de una década a promover un golpe de Estado
“clásico”. Evidentemente, los medios de comunicación masiva jugaron el
papel sobresaliente que les corresponde a estas alturas del nuevo siglo.
Por otro lado, no pudieron manipular totalmente los acontecimientos a
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La polarización ideológica
Una definición como ésta incluiría casi todos los regímenes políticos exis-
tentes, con la marcada excepción de los regímenes nazi-fascistas alemán e
italiano, así como el franquismo y el salazarismo, español y portugués, que
no partieron de la concepción de derechos humanos universales, e incluye
a los que entiende como ‘democracias en estado de excepción’ (Hinkelam-
mert, 1993). Para ir más allá de esta definición, el análisis de los derechos
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Carmen Vallarino-Bracho
Relatividad y jerarquización
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Las democracias existentes, así como los sistemas teóricos que las susten-
tan, dan fe de la forma de acceso a la producción y a la distribución de los
bienes sociales, del derecho de propiedad como principio de jerarquiza-
ción de los derechos humanos.
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Carmen Vallarino-Bracho
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Dentro de este esquema, no hay baño de sangre que no pueda ser legi-
timado, siempre en función de la actual jerarquización de los derechos
humanos, pasando por la reciente experiencia de destrucción de las estruc-
turas económicas esenciales del país –agresión y sabotaje a la industria
petrolera, fundamental y de valor estratégico-, intentos de magnicidio y
llamados a la ocupación extranjera, puede llegar a imponerse en Vene-
zuela una situación de guerra civil similar al caso de Colombia, una dicta-
dura que sería tan democrática como la de Augusto Pinochet.
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Carmen Vallarino-Bracho
Referencias bibliográficas
LOCKE, John. Dos Tratados sobre el Gobierno Civil. Espasa Calpe Colección
Nueva Austral, no. 240. 1991.
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CHÁVEZ: L A APELACIÓN A LA HISTORIA, A LA IDENTIDAD
NACIONAL Y A LA CULTURA POLÍTICA
Daniel Hellinger
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Daniel Hellinger
Después de 1993, los retos al modelo de Punto Fijo se gestaron entre tres
sectores: (1) movimientos sociales y clase obrera organizada, (2) la clase
media, los ejecutivos petroleros y los sectores de negocios y, (3) los milita-
res. Los dos primeros eran visibles, el tercero formado clandestinamente.
Ninguno, tuvo éxito total, pero la conspiración militar propuesta por Hugo
Chávez y sus compañeros determinaría eventualmente un golpe decisivo al
viejo régimen. En síntesis, ellos fueron capaces de barrer muchas de las ins-
tituciones políticas clave del antiguo régimen. Los partidos políticos tradi-
cionales asociados con Punto Fijo se derrumbaron ante la ofensiva política
asumida para escribir una nueva “Constitución Bolivariana”.
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Aun cuando al emitir las reformas de largo alcance por decreto, estaba
dentro de los límites establecidos por la Constitución, Chávez actuó mas
en la tradición de un caudillo populista que en la de el arquitecto de
una mayor “democracia protagónica”, es decir, una donde las reformas
profundas son diseñadas e implementadas en un marco de participación.
Según lo que mucho se ha dicho, los “Círculos Bolivarianos” que estaban
para imbuir la revolución de Chávez con la participación cívica proliferaron
extensivamente después del intento de golpe de Estado de Abril de 2002.
Ante la ausencia de investigación sociológica y antropológica sobre los
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Sin embargo, los años 2001 y 2002 trajeron mayor contracción económica.
De acuerdo con estadísticas del Banco Central, la inflación en 2002 llegó a
ser de 31.2 por ciento y el ingreso real de los trabajadores cayó en 13.5 por
ciento. El año 2003 se inició en medio de un paro general, que afectó enor-
memente las exportaciones petroleras y augura otro año económicamente
difícil. A la sazón, sin embargo, era imposible separar el peso relativo de la
inestabilidad política, la economía internacional y la política del gobierno
en la evaluación de la culpa (Provea, 2003).
Por una parte, el chavismo todavía tiene que institucionalizar una alter-
nativa democrática a las estructuras liberales constitucionales. Tampoco
ha cumplido con un mejoramiento rápido en las condiciones de vida de
sus seguidores. Sin embargo, la inhabilidad de la oposición para derribar
al régimen, a pesar de la coacción económica, sugiere que el chavismo
está más profundamente enraizado, que la popularidad individual del
Presidente. Los venezolanos más pobres son los que más fervientemente
colocan sus esperanzas en Chávez, pero ellos también están presentando
dilemas difíciles en tanto el Presidente trata de balancear sus intereses,
frente a su deseo de evitar una ruptura fundamental con el resto de la
sociedad. Para cumplir con esta tarea, Chávez recurre a su influencia y a
su hábil presentación como comunicador, combinando ambas, para hacer
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Venezuela popular, del hombre jovial. …Una anciana lo expresó muy bien:
‘Para mí, es como si mi propio hijo fuera Presidente’” (Moreno, 1998: 5).
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Venezuela: Horizonte democrático en el siglo XXI
traban que, a lo largo de todas las clases sociales, los hombres están más
inclinados que las mujeres a respaldar a Chávez, lo cual supone un pro-
blema político significativo para el deseo del Presidente de promover una
red de Círculos Bolivarianos de base, a lo largo de todo el país. Las mujeres
encabezan muchos de los movimientos sociales, frustrados por las fallas
de la administración en la implementación de una completa consulta con
la sociedad civil. Como con los primeros esfuerzos por la incorporación de
las mujeres a la organización del partido (Friedman, 2000), el liderazgo
bolivariano parece intentar la subordinación de los intereses de las mujeres
a otras metas. Mucha de la retórica presidencial es paternalista, sino
machista. La oposición tampoco ha dudado en apelar a fundamentarse en
prejuicios presentes en la cultura, como hizo cuando envió ropa interior
femenina a los oficiales militares, implicando claramente que la falla en
levantarse contra el Presidente pone en duda su masculinidad.
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Daniel Hellinger
Estas son las tropas del Ejército de la Restauración Liberal del General
Cipriano Castro. …Ellos vinieron de los Andes. …Aquí está el campamento.
Venezuela está en guerra, finalizando el siglo en guerra a causa de la
independencia, como lo reconoció Bolívar, conducida para romper las
cadenas de España pero no para completar la revolución social. [A alguien
en el estudio] Pon la foto otra vez así que puedas ver…aquí es…esta es
una pobre gente. Véanlos, con sus banderas, sin zapatos, con sus viejos
tambores, con sus cascos y su líder, Cipriano Castro, al frente, un pueblo
buscando justicia porque después de la Independencia ellos fueron trai-
cionados y hoy continúan buscando justicia. Agradecemos a Dios que cien
años después estamos encauzados en este camino sin una guerra; estamos
encauzados en una batalla pacífica, en una batalla democrática. Dios, la
Virgen y todos estamos llamando al país a luchar para hacer este camino
victorioso. Será así para evitar que las cosas vuelvan a repetirse como ha
sido a lo largo de la historia de Venezuela (www.analitica.com).
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Venezuela: Horizonte democrático en el siglo XXI
Tres días antes del aniversario de los eventos del 4 de Febrero, el gobierno
montó una ceremonia elaborada para conmemorar el nacimiento de
Zamora en el Panteón, donde los restos de Bolívar y muchos otros héroes
nacionales están sepultados. Un malestar le impidió asistir al Presidente
y la concurrencia fue exigua. En contraste, el evento en Caracas el 4 de
Febrero, fue muy teatral y masivo. Amarillo salpicado con rojo, los colores
del MVR, se notaron a través del evento. En su discurso, Chávez se refirió
a la concurrencia como un reproche a las mayores organizaciones de los
medios y a las encuestas que sugerían alguna caída en su popularidad.
“Estas son las encuestas que valen” dijo el Presidente.
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Daniel Hellinger
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Bibliografía
OJEDA, Williams. (2001) La “V” por dentro: Caras nuevas, vicios viejos.
Caracas: Solar Ediciones.
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Daniel Hellinger
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COMUNICACIÓN Y PODER. L A CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA EN
VENEZUELA EN LA ERA DE LOS MEDIOS
Orlando Villalobos
En casi un lugar común decir que los medios masivos de difusión invaden la
cotidianidad, particularmente los audiovisuales. Se acepta que vivimos con
los medios masivos y por los medios. En casi todos los hogares se encien-
den la radio y la televisión. En algunos llegan los periódicos y revistas. En
muchos primero se compra un televisor que cualquier otro electrodomés-
tico, tan imprescindible para los quehaceres diarios.
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Orlando Villalobos
Una encuesta de la Unicef divulgada en mayo del 2002 (Betto, 2003) que
por analogía podemos considerar como válida para Venezuela, reveló que
los jóvenes brasileños pasan casi 4 horas al día ante la televisión. Se puede
hacer el ejercicio matemático para que se vea la gravedad de la situación.
Al año eso significa que se ven 1460 horas de TV, que si se dividen entre las
24 horas de un día el resultado es 60,8. ¡Dos meses del año se destinan a
la televisión!
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Orlando Villalobos
opinión pública, estilos de vida, las preferencias del público y todo lo que
le permitan.
Los estudios sobre la influencia que ejercen los medios masivos tienen
como antecedente inmediato el crecimiento de la capacidad de los medios
masivos para ampliar su cobertura. El fenómeno se mostró con mayor
contundencia durante la Segunda Guerra Mundial, por el papel que se
le otorgó a la radio, la televisión y la prensa durante la contienda. Por
ejemplo, el rol que el nazismo le dio a la propaganda de masas generó
alarma y preocupación. Se pensó que si las previsiones totalitarias se cum-
plían y las sociedades resultaban arrastradas hacia determinadas posturas
los resultados serían catastróficos, porque las personas podían ser manipu-
ladas e inducidas a actuar en una determinada dirección.
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Orlando Villalobos
En los últimos cuatro años, los medios masivos se han colocado en el centro
o epicentro del conflicto político venezolano. Desde los medios, y desde
luego en programas específicos, se postulan ideas y contenidos de clara
militancia o interés político. Durante un buen tiempo el usuario de los
medios ha presenciado como se ha hecho algo común que se imponga
un enfoque sesgado a la hora de informar, como algunos moderadores
de programas de TV capitalizan el protagonismo del debate y opinan de
principio a fin, con un marcado interés político, dejando de lado la ponde-
ración y el equilibrio.
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Orlando Villalobos
“las noticias no son lo que hay de nuevo, sino lo que haya dicho alguien
importante, aunque esa persona o cualquier otra ya lo hubiera dicho, sin
importar, realmente, si es verdad o no (...) Es casi como leer el guión de
una enorme y prolongada obra de teatro -más bien una telenovela-, pero
donde los diálogos de cada personaje se presentan por separado, como si
se publicara Macbeth en una serie de libros independientes: uno con los
diálogos de Macbeth, otro con los de Lady Macbeth y otro más con los de
Duncan exclusivamente, y así en general. Es un excelente registro de lo que
dicen los poderosos”.
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Además, algunas leyes, como la Ley Orgánica para la Protección del Niño y
del Adolescente (Lopna), la Ley Orgánica de Educación y la Ley Orgánica de
la Salud, incluyen previsiones en materia de comunicación para preservar
los derechos de los niños, niñas y adolescentes, sin embargo se requiere de
una actualización del marco jurídico, político y comunicacional, en el cual
actúan los medios masivos. Eso hace falta y en varios momentos ese debate
ha salido a relucir. En la década de los años 70 se propuso el proyecto
Ratelve. Antonio Pasquali ha propuesto la idea de un instrumento legal
que establezca el servicio público de radiotelevisión, que aprenda de expe-
riencias europeas, como la BBC de Londres, con sólida presencia e indepen-
dencia de los gobiernos. E incluso, se puede citar lo sucedido con el intento
de reforma de la Constitución, que se realizó en 1991. En esa ocasión, una
Comisión Bicameral del Congreso nacional, presidida por el senador Rafael
Caldera, durante más de dos años elaboró una propuesta de 90 artículos,
para promover la primera reforma de la Carta Magna, que estaba vigente
desde 1991. Pero, el propósito reformador encontró un muro insuperable,
cuando planteó reformar el artículo 66 de la Constitución, para extender
la garantía de la libertad de expresión e incorporar el derecho a la libertad
de información. Hasta allí llegó el intento de reforma constitucional, pues
no pudo sortear las presiones ejercidas, por los medios masivos y otros fac-
tores de poder real. La reforma naufragó. Después, curiosamente, el país
siguió cursos diferentes a los acostumbrados, que condujeron al proceso
constituyente de 1999, que dio paso a una nueva Constitución.
No parece válido argumentar ahora que éste sea un intento nuevo, sin
antecedentes. Al contrario, actualiza un debate de vieja data.
Desde luego, una ley sobre radio y televisión debe postularse como un pro-
yecto de Estado y no simplemente de gobierno, pues la idea es que pueda
establecerse una base firme para la democracia comunicacional, núcleo
efectivo de la democracia.
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Orlando Villalobos
Esta aspiración forma parte de una vieja bandera de lucha postulada, por
ejemplo, en el Informe Mcbride: “La comunicación ya no debe considerarse
sólo como un servicio incidental y su desarrollo no debe dejarse al azar
(...) el objeto debe ser la utilización de las capacidades peculiares de cada
forma de comunicación, desde las interpersonales y tradicionales hasta las
más modernas, para que los hombres (y las mujeres, NN) y las sociedades
estén conscientes de sus derechos, la armonización de la unidad en la
diversidad, y la promoción del crecimiento de individuos y comunidades
en el marco más amplio del desarrollo nacional en un mundo interdepen-
diente” (McBride, 1987: 211).
Conclusiones
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Bibliografía
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ESTADO Y MERCADO EN EL PROYECTO NACIONAL-POPULAR
BOLIVARIANO
Irayma Camejo
En esta perspectiva, planteamos que existe una relación entre las estrate-
gias que caracterizan las distintas etapas por las cuales atraviesa el movi-
miento bolivariano (insurreccional, abstencionista y de participación en el
proceso electoral) y la presencia de grupos diversos que, en cada una de
ellas y alrededor del liderazgo indiscutible de Hugo Chávez Frías, le dan
una impronta determinada a las líneas de acción valorativas que se diseñan
para elaborar el proyecto de transformación que se imagina para el país;
los perfiles valorativos de unos grupos o individualidades se imponen y
dominan el escenario en unas etapas y en otras se ocultan, desaparecen
o son desplazados por otros que se imponen en la conducción estratégica
e ideológica del programa que debe orientar la acción política del movi-
miento21.
21
No vamos a nombrar a las individualidades ni a los grupos políticos o sociales que par-
ticipan en el movimiento bolivariano; lo que nos interesa es identificar la axiología que
los orienta en las diferentes etapas por las cuales éste atraviesa.
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Irayma Camejo
En este sentido, coincide con los planteamientos que sobre el papel com-
plementario del Estado y el mercado se hacen a escala regional y nacional,
frente al fracaso de las políticas de ajuste neoliberal y el agotamiento del
modelo de desarrollo de la segunda postguerra.
Desde esta perspectiva, este trabajo puede considerarse como una primera
aproximación al análisis de la coyuntura política que se abre en el país
a partir del triunfo electoral del movimiento bolivariano en 1998. Un
examen más integral requiere de una exploración de la práctica política y
de las alianzas que este movimiento constituye en las diferentes etapas por
las cuales transcurre; así como un análisis de la forma del régimen político
que se adopta y de las políticas públicas que se diseñan para legitimarse,
más allá del ámbito simbólico-discursivo, en la propia realidad.
El MBR-200 y el Estado
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El imaginario bolivariano
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La imagen del Estado adquiere así una inmensa fortaleza que choca con
los planteamientos minimalistas de la ideología neoliberal, ya que se le con
sidera tanto la instancia de resistencia cultural a la transculturación que
destruye la identidad nacional, como el “organismo societario, superior y
necesario para el desarrollo de la comunidad”, una comunidad que tiene
el deber ineludible del interés nacional, la solidaridad con sus compatrio-
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El diagnóstico
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La propuesta
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Los objetivos sociales son de carácter macro por la magnitud de sus obje-
tivos y son prioritarios porque anteceden a la política económica, y son
causa y no efecto de ella (MBR-200, 1996, 15).
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Este documento fue presentado después del Plan de Gobierno; sin embargo, hemos
decidido no respetar el criterio cronológico que hemos adoptado para presentar los dis-
tintos escritos porque, a los efectos del análisis, nos ha parecido más conveniente empezar
por los planteamientos más generales para posteriormente, trabajar las líneas de acción
más concretas que se exponen en el Plan de Gobierno.
23
Las propuestas que el movimiento bolivariano lleva a la ANAC, aglutinado junto a
otras agrupaciones políticas se sustentan en ideas semejantes. Se reconoce que estamos
en una época en la que no se justifican posiciones extremas en torno del papel del Estado
y del mercado, y por ello se llama a una alternativa realista y de compromiso que se ajuste
a las especificidades nacionales, en las cuales tanto el Estado como el mercado tienen el
poder compartido en los medios de producción económica y social. Se adoptan posiciones
que coinciden con este debate, al imaginar al Estado como centro del impulso al desa-
rrollo nacional y como una instancia que debe interactuar, de manera equilibrada, con
el mercado. Así, se afirma con respecto a la orientación del régimen económico que se
quiere diseñar, que no se va a aceptar “ninguna de las visiones extremas, ni el estatismo
a ultranza, ni tampoco el neoliberalismo a ultranza. Se buscó un punto intermedio entre
el mercado y el Estado” (ANAC, sesión 39).
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Por ello cuando se plantea el Plan de Gobierno uno de los asuntos que se
desarrollan, bajo nuevas perspectivas, es la definición de una economía
que, además de ser humanista y autogestionaria, debe fundamentarse en
el principio de la competitividad, otorgándosele así contenido a las líneas
de acción del modelo de desarrollo. Esto genera resistencias en algunas
de las individualidades y grupos que habían sido responsables de la AAB,
porque se suponía que se estaban incorporando perfiles neoliberales al
régimen socioeconómico; sin embargo, no se está proponiendo desplazar
el rol del Estado ni otorgarle primacía al mercado, lo que se plantea es
incorporar tanto el principio de competitividad en el intercambio de los
bienes producidos por los hombres en la actividad económica, como el del
Estado en su papel de control y regulación de las imperfecciones y desvia-
ciones del mercado, temas no incorporados en la AAB (Pérez, entrevista,
2002).
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Bajo esta fórmula, sin embargo, los planes de gobierno dejan muy claro
que el “reto del desarrollo debe ser fundamental para el Estado, espe-
cialmente en las circunstancias de un país donde éste es poseedor de las
principales riquezas, cuya desigual distribución entre la población produce
depauperización en amplios sectores de la sociedad” (Chávez, 1999b). Se
destaca, así, el carácter pro-activo del Estado con respecto a la diversifica-
ción del aparato productivo y a la prestación de bienes públicos de carác-
ter social, a través de la función de planificación se demanda el diseño de
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Este último aspecto constituye otro tema novedoso con respecto a la AAB,
la cual, si bien tiene una impronta desarrollista, no incorpora los plantea-
mientos que desde la Cepal se habían propuesto en las décadas de los 50
y 60 del siglo pasado con respecto a la necesidad de la inversión extran-
jera, como un expediente temporal para impulsar el proceso de desarrollo.
Ahora se invoca la necesidad de su ingreso masivo sin imitar su temporali-
dad de manera explícita. Las razones que pueden explicar este viraje están
relacionadas con una serie de argumentos que se discutieron, de manera
muy fuerte, en el seno del equipo responsable del Plan de Gobierno (Pérez,
entrevista, 2000), los cuales se fundamentan en ideas semejantes a las que
la CEPAL expone en sus propuestas para el conjunto de la región en aque-
llos años. En efecto, como en aquel tiempo, se busca la contribución de la
inversión extranjera para completar deficiencias estructurales relacionadas
con el ahorro interno nacional para sustentar el proceso de desarrollo, en
circunstancias más difíciles porque la crisis actual del país las ha profundi-
zado. Uno de los factores, entonces, para lograr el crecimiento económico
es acudir a la inversión extranjera como una necesidad insoslayable, porque
se necesita una suma de capitales que en las condiciones de agotamiento
del modelo rentista petrolero y de la debilidad real del capital privado
nacional -no es cierto que en Venezuela existe ahora un sector propietario
poderoso que pueda impulsar el aparato productivo interno- es imposter-
gable para impulsar complementariamente el desarrollo económico. Si
bien tenemos recursos y están bien posicionados, éstos no son suficientes.
La única alternativa, entonces, para avivar el aparato productivo interno
es abrirle espacio a la inversión extranjera en sectores estratégicos (petro-
química, gas, aluminio, entre otros) para que ayude a construir nuestra
economía (Pérez, entrevista, 2002).
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Reflexiones finales
Sin embargo, siempre es necesario ir más allá del universo retórico para
resolver las incógnitas sobre los alcances reales de estas propuestas. Y éste
es un tema clave que requiere de un análisis que se desplace hacia los
propios resultados de las políticas sociales y económicas que ha implemen-
tado el gobierno bolivariano desde que alcanza el poder en 1999; las ten-
siones, los enfrentamientos, la desconfianza que han minado a parte de
la sociedad venezolana con respecto a las orientaciones reales del mismo,
constituyen un tema que genera expectativas entre quienes han reflexio-
nado sobre el problema.
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Varios analistas, por otra parte, han planteado el tema de la ruptura entre
el discurso que fundamenta los planes de ajuste que han elaborado Rafael
Caldera, a mitad de su período y el propio Hugo Chávez, en la aplicación
de sus políticas económicas a partir de 1999, con respecto a sus propias con-
vicciones en lo que respecta al papel del mercado en el régimen socioeco-
nómico. Es decir, se elaboran programas que incluyen al mercado, pero
en los cuales no hay un profundo compromiso valorativo como agente
de desarrollo (García Larralde, 2000). Esto es lo que ha llevado, entre
otros asuntos, a la falta de coherencia, dualismo e inconsistencia en las
políticas que se implementan y en los programas de transformación insti-
tucional que se pretenden realizar, los cuales, muchas veces, no terminan
de madurar llevando al país a un proceso de agotamiento de expectati-
vas para seguir adelante y enfrentar el futuro (García Larralde, 2000; Del
Búfalo, 2000, Izaguirre, 2002).
Como hemos visto, la evolución que ha tenido las imágenes del Estado y
del mercado en el movimiento bolivariano transcurre, entre 1994 y 1999,
con desplazamientos valorativas importantes en los papeles del Estado
y el mercado, los cuales pueden explicarse, de manera fundamental en
función de razones pragmáticas. Dar a conocer las características de esta
marcha retórica hacia la conquista del poder político contribuye sólo al
conocimiento de uno de los aspectos clave para el análisis del movimiento
bolivariano, en medio de las percepciones de confusión, desconfianza e
inconsistencia que genera en el espacio de sus propias realizaciones con-
cretas.
Bibliografía
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Irayma Camejo
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Prensa
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Irayma Camejo
Entrevista
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PARTIDOS POLÍTICOS Y ENCANTADORES DE SERPIENTES: LA
TRAMPA DE LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA
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Art. 67 de la Constitución Nacional: Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el
derecho de asociarse con fines políticos, mediante métodos democráticos de organización,
funcionamiento y dirección. Sus organismos de dirección y sus candidatos o candidatas a
cargos de elección popular serán seleccionados o seleccionadas en elecciones internas con
la participación de sus integrantes. No se permitirá el financiamiento de las asociaciones
con fines políticos con fondos provenientes del Estado. La ley regulará lo concerniente al
financiamiento y las contribuciones privadas de las organizaciones con fines políticos, y
los mecanismos de control que aseguren la pulcritud en el origen y manejo de las mismas.
Asimismo regulará las campañas políticas y electorales, su duración y límites de gastos
propendiendo a su democratización.
Los ciudadanos y ciudadanas, por iniciativa propia, y las asociaciones con fines políticos,
tienen derecho a concurrir a los procesos electorales postulando candidatos y candidatas.
El financiamiento de la propaganda política y de las campañas electorales será regulado
por la ley. Las direcciones de las asociaciones con fines políticos no podrán contratar con
entidades del sector público.
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Cabe la reflexión sobre cuáles son las instituciones e instancias que tienen
la capacidad de representar a la gran mayoría de los ciudadanos y que, por
lo tanto, están llamadas a liderar un acuerdo amplio de gobernabilidad.
El hoy vapuleado por muchos, y particularmente por el presidente Chávez,
“Pacto de Punto Fijo” en Venezuela fue un acuerdo de gobernabilidad
suscrito en 1958 entre los principales partidos políticos, que representaban
en su momento a la mayor parte de la sociedad. En la actualidad, con ins-
tituciones democráticas muy debilitadas, con viejos partidos carentes de
credibilidad y otros nuevos pero de institucionalidad apenas incipiente, es
necesario lograr un nuevo acuerdo de gobernabilidad.
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Carmen Beatriz Fernández
Bibliografía
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CONFLICTO, ESPACIO PÚBLICO Y CAMBIOS POLÍTICOS DE LA
DEMOCRACIA VENEZOLANA EN EL GOBIERNO DE HUGO CHÁVEZ
(1998-2002) 25
25
Este artículo forma parte del Proyecto adscrito al Laboratorio de Investigaciones
Transdisciplinarias del Espacio Público (LITEP), denominado Espacio Público, participación
y militarismo en Venezuela (1998-2002), cuyo investigador responsable es el profesor
Juan Eduardo Romero. El proyecto es financiado por el Consejo de Desarrollo Científico y
Humanístico (CONDES) de la Universidad del Zulia. Venezuela.
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Cuadro I
ABSTENCIÓN EN LOS PROCESOS ELECTORALES EN VENEZUELA (1958-1998)
Cuadro II
PRINCIPALES INDICADORES MACROECONÓMICOS
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Bajo este escenario de conflictividad, el Discurso del Poder, emitido por los
actores hegemónicos del sistema político venezolano perdió su capacidad
de ser dicho, es decir, de reproducirse y nutrirse, convirtiéndose en un dis-
curso intrascendente, que es asumido como falso e irracional. La pertinen-
cia y la capacidad de convencimiento del Discurso Político generaron una
modificación de las circunstancias históricas, escenario este propiciado por
los acontecimientos del 27-28 de febrero de 1989 y los intentos de Golpes
de Estado del año 1992.
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Juan Eduardo Romero Jiménez - Eduvio Ferrer
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Collier y Collier (1991:29) la definen como: “un período de cambio significativo que
ocurre de distintas formas en países diferentes y que genera un nuevo legado / herencia
que será incorporado a otro nuevo período de crisis o de coyuntura crítica”.
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El juicio a CAP, decretado por la Corte Suprema de Justicia, fue sin lugar
a dudas, un último instrumento de tipo jurídico implementado por el
Sistema Político, para intentar la pervivencia de los actores institucionales.
Sin embargo, desato un recrudecimiento de la ingobernabilidad, al gene-
rarse el nombramiento por parte de Congreso Nacional de un presidente
provisional entre el 05/06/1993 y 02/02/1994, en la figura de Ramón J. Velás-
quez, que contando con la anuencia de las bancadas de Acción Democrá-
tica y COPEI, fue designado para completar el período hasta febrero de
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Juan Eduardo Romero Jiménez - Eduvio Ferrer
1994. Este Gobierno provisional, tuvo dos objetivos claros: uno, lograr la
concreción de las elecciones de diciembre de 1993, para escoger al presi-
dente de la república para el período 1994-1999; y dos, se propuso recon-
formar las bases consensuales de la democracia venezolana. Sin embargo,
este proceso se vio impedido, dada la debilidad política e institucional del
Gobierno de Ramón J. Velásquez:
Con respecto a las características del régimen político anterior, esta rela-
cionado con el estudio de su origen, de las coaliciones políticas que lo
apoyó, el nivel de institucionalización (que incluye el marco institucional,
el liderazgo, la existencia de oposición interna y el nivel de control social);
la eficacia en la satisfacción de las necesidades sociales, económicas del
ciudadano y la existencia de principios de legitimidad.
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Venezuela: Horizonte democrático en el siglo XXI
Cuadro III
PORCENTAJES DE VOTOS POR PARTIDO
ELECCIONES DE 1988
1988 Acción Democrática 52,75
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El tercer elemento, que sirve para explicar la Transición Política, esta defi-
nido por la Estrategia del cambio, que implica en primer lugar, la defini-
ción del tipo de estrategia, es decir, que tipo de actor propicia el cambio.
Asimismo, debe ser considerada la agenda del cambio, entendida como los
pasos tomados para adelantar el ajuste político; y que pueden ser divididos
en dos tipos: uno, los que implican una reforma radical del régimen; y dos,
los que terminan adoptando las instituciones del último régimen (Alcán-
tara Sáez, 1995: 221-222). Se incluyen también, dos factores explicativos de
la estrategia de cambio: el primero, asociado al estilo del cambio; es decir,
si es conciliatorio o abiertamente confrontador; y el segundo, referido al
surgimiento de nuevos simbolismos políticos, que sirven para superar las
viejas identidades políticas y afrontar el futuro.
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Cuadro IV
RESULTADOS ELECCIONES DE 1993-1998
POR PARTIDOS POLÍTICOS
1993 Acción Democrática 23,23
Social Cristiano 22,10
Convergencia 17,03
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Cuadro V
CUADRO COMPARATIVO DE VOTOS PRESIDENCIALES ELECCIONES
DE 1988 Y 1993
ELECCIONES 1988 CANDIDATOS ELECCIONES 1993 PERDIDA O
Candidatos y Total % Candidatos y Partido Total % GANANCIA
Partido EN 1993 CON
RESPECTO A
1988
Carlos Andrés Pérez 843.843.843 52.9 Claudio Fermín 287.287.287 23,60 - 65,75%
(AD) (AD)
Eduardo Fernández 2.955.061 40,3 Oswaldo Alvárez Paz 506.506.506 22.73 - 56,81%
(COPEI) (COPEI)
Teodoro Petkoff 361.361 2,7 ---------------------- ----------------- --------
(MAS)
Andrés Velásquez 26.870 0,4 Andrés Velásquez 653.653.653 21,95 + 4.487%
(Causa R) (Causa R)
Otros 266.051 Rafael Caldera 1.710.722 30,46
(Convergencia, MAS
y otros)
Cuadro VI
EVOLUCIÓN DE LAS LEALTADES PARTIDISTAS HACIA LOS PARTIDOS
TRADICIONALES (AD, COPEI Y MAS) (1983-2000)
1983 1993 1998 2000
Militantes/simpatizantes 35.3% 27.8% 14.0% 10.8%
AD,COPEI y MAS (628) (398) (205) (161)
Casos Válidos 1778 1435 1458 1490
Casos No Válidos 11 64 42 10
Total Casos 1789 1499 1500 1500
Fuente: Molina (2000:42)
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Cuadro VII
CONFIANZA EN LOS PARTIDOS POLÍTICOS
PAIS Mucha Algo Poca Ninguna (N)
Media 4 17 34 41 17901
Iberoamericana
Venezuela 5 10 27 57 1200
Ecuador 5 10 30 54 1200
Argentina 3 14 30 51 1264
Panamá 4 15 31 50 1000
Nicaragua 4 12 29 49 1000
Perú 2 15 35 47 1045
Colombia 3 14 36 45 1200
Bolivia 2 18 30 42 794
Brasil 4 16 40 39 1000
Chile 3 21 35 38 1200
Paraguay 6 24 34 38 600
Costa Rica 9 20 25 38 1000
Guatemala 4 16 45 34 1000
El Salvador 5 18 40 33 1000
Honduras 4 18 34 32 1000
Uruguay 6 28 35 28 1199
México 6 28 42 22 1200
Pregunta: ¿Diría Ud. que tiene mucha, algo, poca o ninguna confianza
en los partidos políticos? * Se han eliminado los no sabe/no contesta.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Latinobarómetro 1998.
Fuente: Alcántara, Manuel (2001)
27
Entendido como “… la dinámica política creada alrededor de quienes apoyan las pro-
puestas de Hugo Chávez Frías, caracterizado este apoyo por posiciones extremas en rela-
ción con los que llegaron a ser los parámetros del consenso de la democracia populista. El
Chavismo sostiene la necesidad de superación del funcionamiento político centrado en la
distribución de los beneficios entre los actores hegemónicos” (Romero, 2002ª:237)
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La presencia pública adquirida, tanto por Rafael Caldera, como por Hugo
Chávez, no puede dejar de verse en un contexto de crisis del sistema demo-
crático, del papel de las instituciones políticas y las formas de participación
en el espacio público. En el caso de los procesos comiciales, que conducen
a la elección de Caldera y Chávez, conseguimos lo que Adam Przeworski
(1999) denomina representación como mandato, entendida como “una
situación en la que las políticas adoptadas por los gobernantes se con-
forman a sus plataformas electorales y estas políticas son las que más les
28
Rivas Leone (1999:22) la define como “… todas aquellas prácticas y mecanismos que
manifiestan vocación de actividad pública y de intervención y redefinición de los espacios
políticos, es decir la antipolítica está referida a toda movilización que en procedimientos
o contenido actúa en una línea diferente de la marcada por la política institucional…
La antipolítica se desarrolla paradójicamente como una forma de hacer política que
pretende no sólo prescindir de los partidos políticos, sino también poner en cuestión las
pautas predominantes del quehacer político de los partidos políticos y gobiernos demo-
cráticos”. (resaltado nuestro)
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convienen a los electores bajo las circunstancias observadas por los gober-
nantes”, pues las plataformas políticas que presentaron a los ciudadanos,
estaban marcadas por la incidencia del fenómeno de erosión de las leal-
tades o desalineación partidista (Dalton y Wattenberg,1993:205; Sarlvik y
Crece, 1983:332) experimentada por los partidos históricos.
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Javier Elechiguerra. Abogado. Profesor Universitario. Exmiembro de la CPC. Fue Fiscal
General de la República en la primera fase del gobierno de Chavez.
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Cuadro VIII
CAMPO CARACTERÍSTICAS
DOCTRINAL
• Nueva forma de educar
• Desarrollo de procesos formativos.
• Corresponsabilidad social.
CIUDADANIZACIÓN • Conformación de una nueva visión de país.
• Intervención y organización comunitaria.
• Fortalecimiento del tejido social.
• Crecimiento de la equidad
• Nueva cultura política de participación.
• Transformación viejos paradigmas
educativos.
Fuente: Romero, 2001d: 15
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Cuadro IX
COMPARACIÓN RESULTADOS ELECCIONES 1998-2000
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Todas esas discusiones planteadas en el espacio público a través de los medios de
comunicación, entre enero-diciembre de 1999, generando una riqueza de posiciones,
reflexiones, propuestas sobre los ámbitos de acción de lo político en un sistema demo-
crático. Estaban enfrentadas en el conflicto dos posiciones: una, la del Chavismo – los
adeptos a Hugo Chávez – quienes propugnaban una profundización de los mecanismos
democráticos y, dos, los de la oposición que se resistían a perder los espacios de poder
conquistados durante 40 años.
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Por otra parte, la discusión en torno al conflicto generado por Chávez, sus
efectos sobre el sistema democrático, sobre la participación, nos conduce al
problema de la esfera pública, que comprende dos ámbitos de acción: uno,
el de espacios distintos a los provistos por el Estado para el debate público
y dos, el sometimiento a la consideración pública de aspectos puntuales
que antes estaban referidos sólo a específicas estructuras de la sociedad
(Avritzer, L: 2000). Venezuela, se ha visto sometida a un recurrente discutir
de lo público-político, que va más allá de los órganos de debate político
tradicional: Congreso, Sindicatos, asociaciones y ha pasado a ocupar la
atención de la mayoría de los espacios públicos: cafés, restaurantes, ascen-
sores, parques, en cualquier sitio de Venezuela, se puede ver a las personas
siendo ciudadanos a tiempo completo, a través de la discusión y el derecho
a disentir.
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• Un plan Bolívar de quien hoy día nadie defiende o prepara las acciones
para completar las fases Patria o Nación. Por lo que en su concepción
general podremos contar no más de un 30% de éxito contra un 70% de
fracaso por omisión. A ello debemos sumar que su prolongación en el
36
En una de sus alocuciones, producto de los acontecimientos conflictivos del mes de
abril, llegó a expresar, refiriéndose a FEDECAMARAS, lo siguiente: “El asunto esencial es
que estas cúpulas oligárquicas, es que estas cúpulas podridas y corruptas con sus aliados,
sobre todo los medios de comunicación social con algunas excepciones y las cúpulas enri-
quecidas de Fedecámaras, y las cúpulas de los partidos políticos del Pacto de Punto Fijo,
y sus aliados, lo importante que debemos saber es que está en marcha una conspiración
para tratar de derrocar al gobierno bolivariano y revolucionario. Eso sí es lo importante.”
(Chávez,2002)
37
General de Brigada del Ejército. Fue figura clave dentro de la estructura de poder
del Chavismo, entre 2000-2002, ocupando el cargo de presidente de la Oficina Central
de presupuesto (OCEPRE), organismo encargado de la administración y disctribución de
los recursos económicos. Además fue presidente de Petróleos de Venezuela Sociedad
Anónima (PDVSA), la compañía encargada de la explotación, refinación y comercializa-
ción del petróleo. Se manifesto en contra del manejo dado por Chávez a PDVSA, por lo
que introdujo su renuncia pública al mismo tiempo que solicitó la baja como militar activo
en febrero de 2002.
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Para los militares, como para una parte del país nacional, el gobierno de
Hugo Chávez no ha logrado cumplir con las expectativas creadas desde su
ascenso al poder en diciembre de 1998, esta percepción está especialmente
arraigada en sectores de la clase media38, para quienes el chavismo ha fra-
casado en su acción de gobierno y es responsable de la situación de preca-
riedad que experimentan (Cuadro X-XI). Esa percepción, encaja dentro de
lo expresado por Lorenzo Cadalso cuando señala que:
38
Recalcamos este hecho, pues los estudios de opinión elaborados hasta los actuales
momentos – noviembre 2002- señalan al chavismo como la principal fuerza política, con
apoyos que oscilan entre el 25 y 30%, apoyos provenientes esencialmente de sectores
pertenecientes a los estratos C, D y E, que constituyen cerca del 82% del electorado vene-
zolano. De tal forma, que la oposición que motoriza el conflicto se ha estado nutriendo
esencialmente de los sectores medios, cuya crisis de expectativas los ha hecho alejarse del
chavismo y sus políticas.
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Cuadro X
CALIFICACIÓN DE LA GESTIÓN
DEL PRESIDENTE CHÁVEZ
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Cuadro XI
ENCUESTA DE CONSULTORES 21. FEBRERO 2002
Pregunta: Con quién está más de acuerdo, con quienes dicen que durante el
gobierno de Hugo Chávez han ocurrido cambios positivos para Venezuela ó con
quienes dicen que durante el Gobierno de Hugo Chávez han ocurrido cambios
negativos para Venezuela?
Fuente: www.globovision.com/encuestas
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Firmado el 05 de marzo de 2002, indicaba en su presentación lo siguiente: “Pueblo
de Venezuela. Señoras y señores. Unir al país, rescatar el diálogo social y, adoptar las
medidas pertinentes para progresar en paz y en democracia. Fedecámaras y la Confedera-
ción de Trabajadores de Venezuela, le propone al país un acuerdo democrático.Estamos
en una verdadera emergencia nacional, y necesitamos encauzar cambios hacia el futuro
de manera civil, democrática y constitucional. Ante la incertidumbre creciente, los claros
signos de ingobernabilidad, los riesgos que se ciernen sobre la estabilidad democrática y
la negativa oficial a propiciar los entendimientos necesarios para que el país avance. La
CTV y Fedecámaras hemos decidido dirigirnos a la nación, para promover y conformar
equipos de trabajo que elaboren a corto plazo las bases programáticas de un acuerdo
democrático. Es fácil coincidir en la denuncia de los principales problemas que arrastra-
mos, pero el esfuerzo actual debe concentrarse en diseñar las estrategias para producir
repuestas y soluciones a mediano y largo plazo, y lograr consensos en los diversos sectores
y actores principales para llevarlo a cabo, es imprescindible una visión compartida.Por eso
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acompañada por una reacción del chavismo y las fuerzas sociales agrupadas en torno a él,
que derivó en un enfrentamiento cuyas consecuencias aun experimentamos los ciudada-
nos en Venezuela.
43
Hablamos del llamado “cacelorazo” , que es la manifestación social de la oposición
de algunos sectores de la sociedad a las políticas gubernamentales del chavismo, a través
de concentraciones en diversas horas del día acompañadas por el batir del ciudadano
sobre utensilios de cocina – ollas, cacerolas de donde toma su nombre- que demuestran
la desobediencia social de la que hablamos. Puede consultarse la prensa venezolana para
ver reflejada esa expresión de descontento. Confróntese las versiones electrónicas de El
Nacional (www.el-nacional.com) o el diario El Universal (www.eud.com) o la página elec-
trónica del Canal de Noticias Globovisión (www.globovision.com).
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la disputa por el control del espacio público, pues en este caso específico
lo que se disputa en la posibilidad “simbólica” de ejercer el poder a través
del control del espacio, la presencia permanente y la capacidad de movi-
lización en el mismo (Landayazo,1997) y en ese sentido, las movilizaciones
de la Coordinadora Democrática buscan demostrar a través del control
del espacio, la pérdida de legitimidad –manifestada a través de la escasa
movilización del chavismo– del gobierno, señalando con eso una fuente de
legitimación de sus propuestas políticas y por lo tanto de su proyecto de
poder.
Bibliografía
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Venezuela: Horizonte democrático en el siglo XXI
COLLIER, David y COLLIER, Ruth (1991). Shaping the Political Arena: critical
junctures, the labor movement and regime dinamics in Latin América.
Princeton University Press. Princeton.
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LAS HERAS et al (1997). Una revisión del discurso político desde Cipriano
Castro hasta Jaime Lusinchi. Ediciones Colección Canícula. Caracas.
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REY, Juan Carlos (1994). Polarización electoral, economía del voto y voto
castigo en Venezuela: 1958-1988. En Revista Cuestiones Políticas. N° 12.
Universidad del Zulia. Venezuela.
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Venezuela: Horizonte democrático en el siglo XXI
VAIVADS, H (1994). Las elecciones de 1993 y sus efectos sobre los partidos
políticos y el sistema de partidos. En Revista Cuestiones Políticas. N° 13.
la Universidad del Zulia.pp. 94-96.
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CRISIS HISTÓRICAS Y POPULISMO: EL PARO CÍVICO EN VENEZUELA
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Sin embargo, cabe sospechar que esa disociación entre actividad política y
actividad intelectual parecería revelar más una debilidad estructural en la
constitución de la nación que una fisura ocasional y una singularidad del
desarrollo del Estado en el curso de la historia del siglo XX. Interesa señalar
que la debilidad de la reflexión crítica puesta de manifiesto en la coyun-
tura por actores y observadores, remite precisamente a una disociación
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Las hipótesis más generales que sirven de hilo conductor son: primera,
la de que la crisis histórica desencadenada en términos económicos en la
década de los setenta, desarrollada en términos sociales y políticos a partir
del 27 de febrero de 1989, en un curso acumulativo hasta el ascenso a al
presidencia de Hugo Chávez F. en 1998, cuestiona en sus fundamentos la
función básica que han cumplido desde el siglo XIX las élites económicas y
políticas venezolanas, en tanto gestoras de intereses de los núcleos econó-
micos fundamentales externos. Segunda, que dentro de ese ciclo de crisis
la fase abierta entre el dos de diciembre de 2001 y fines de enero de 2003,
encontró un pico histórico en el paro cívico iniciado el dos de diciembre
de 2002, en el que estaría subyacente una disyuntiva central: una opción
de profundización democrática y popular, con cambios estructurales que
favorecerían la preservación de mínimas capacidades nacionales de deci-
sión y, una opción de refundación económica, apoyada en el carácter his-
tórico estructural ya tradicional de las élites venezolanas. Tal disyuntiva,
todavía no resuelta, no puede entenderse en términos de una oposición
“revolución/contrarrevolución”, por lo menos hasta el paro cívico. Y,
tercera, que el desenlace del paro cívico planteó el curso de desarrollo de
la actual crisis histórica en un campo social nuevo, sin que las fuerzas en
conflicto hayan logrado definir potenciales políticos capaces de sacar el
enfrentamiento del terreno de una virtual ‘guerra de posiciones’.
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Uno
Desde la década de los ochenta del siglo XIX y 1914, año en que los ingresos
obtenidos del petróleo pasan a ser predominantes en la estructura de las
exportaciones, se desenvuelve la crisis histórica más importante después
de aquélla que condujo a la independencia y de cuya resolución surgió la
primera forma moderna de Estado. En Juan Vicente Gómez cristalizó ese
carácter nacional, en la medida que, a través de su economía personal y
el control del poder global, se convirtió en el mayor terrateniente del país
trascendiendo los marcos de las distintas economías regionales como pro-
pietario de tierras.
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Dos
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En 1936 el producto industrial fue de 222 millones de bolívares; en 1953 llegó a 3.099
millones (Rangel, 1977).
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45
De 1941 a 1950 la producción de electricidad pasó de 40,5 Kwh per cápita a 82. En 1960
era de 424,5.En cemento, desde 1935 a 1950 hubo un incremento medio anual de 31,9 mil
toneladas.; desde 1950 a 1959, fue de 137,1 mil toneladas medias anuales. En 1954 se inicia-
ron los estudios para fundar la industria petroquímica y en 1957 se inició la construcción
de altos hornos para la siderurgia. (Picón-Salas, M., 1962)
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48
Lo que se tradujo en las exigencias de maximización de derechos y minimización
de los deberes en los usufructuarios. Oropeza, A., “El balance entre derechos y deberes
como insumo para la viabilidad de la cohesión social”, en SIC, Nº 650, diciembre 2002. En
realidad, lo que se ha señalado como fundamento utilitario de la legitimidad democrá-
tica, no es sino su subordinación a una concepción populista de lo democrático. Para esa
fundamentación ver: Rey, Juan Carlos, “La democracia venezolana y la crisis del sistema
populista de conciliación,” Revista de Estudios Políticos, Nº 74, 1991.
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Tres
A fines del siglo XX, por tanto, la sociedad venezolana enfrentaba el doble
problema de redefinir el Estado y la Nación sobre bases de integración
distintas que permitieran impulsar una nueva forma de acumulación. Un
analista, en 1985, examinando las transformaciones del sistema político
ocurridas durante los veintisiete años anteriores, describió la nueva situa-
ción histórica en términos compartidos por muchos sectores críticos, como
sin salida, a menos que se formulara un nuevo proyecto histórico. Tres
opciones que estarían en juego: una, la elaboración de un “Pacto social”
para conformar una “democracia social” a partir de la concertación entre
49
Todavía en 1885, Carlos Andrés Pérez insistía en un programa de “relanzamiento de la
nueva democracia” profundizando la “participación en la propia sociedad civil” de modo
que las decisiones básicas no fueran tomadas en la restringida área de de las empresas,
posibilitando la “democratización de la riqueza y distribución del excedente económico”,
Pérez, Carlos A., ‘La reforma del Estado’, Nueva Sociedad, 79, 1985, pág. 121.
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Por eso, en el curso de esta tercera crisis histórica iniciada a fines de los
setenta, más efectiva que la crítica burocrático-intelectual fue la crítica
práctica de las masas, la que encontraría su punto nodal el 27 de febrero
de 1989 con un “levantamiento urbano de masas” focalizado en Caracas,
pero con efectos a nivel nacional, en respuesta a la aplicación del “paquete
económico” neoliberal del gobierno de Pérez. Al convertirse la dualidad
“pueblo-gobierno” en una oposición antagónica en el imaginario de las
masas, desapareció la legitimidad del régimen político para las clases sub-
alternas, desplegándose un inconsciente popular que conservaba vivas las
tradiciones de justicia social del siglo XIX, portadas por segmentos urbanos
que habían aceptado la declinación de un salario real que, hacia 1990,
se había reducido a un nivel inferior al alcanzado durante la dictadura
50
La nueva política “era la antítesis de lo que el pueblo había escuchado como promesa
durante su campaña electoral”, Ellner, Steve, ‘Izquierda y política en la agenda neoliberal
venezolana’, Nueva Sociedad, 157, sept-oct 1998, págs. 125-126.
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51
La labor conspirativa de militares al interior de las Fuerzas Armadas propia a esta
tercera crisis empieza en 1982. Ver antecedentes en: Garrido, Alberto, “Notas sobre la
revolución bolivariana”, Caracas, febrero de 2003.
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En todo caso, de los dos grandes mitos que sostuvieron el imaginario polí-
tico venezolano hasta avanzado el curso de la tercera crisis, uno de ellos
-el mito democrático- había desaparecido. Mayor persistencia revelaría el
de un control nacional estatal del sistema productivo, en parte alimentado
por una nacionalización pactada y tardía del recurso básico de exporta-
ción. Habría que esperar el paro cívico de diciembre de 2002 para verlo
resquebrajarse. Sobre la base de la preeminencia de la idea de un “control
nacional” fue posible el desarrollo de un programa de internacionalización
de la industria petrolera con la progresiva autonomización política del seg-
mento económico de la clase dirigente, la burocracia petrolera estatal 54.
53
No consideramos la proclamación del Frente Nacional Bolivariano, ‘A la nación vene-
zolana’, inserto en un discurso populista, como la interpreta Parker, D., op. cit., pág. 26,
sino que en uno de carácter nacionalista democrático.
54
Económicamente no habría reportado ningún beneficio tangible ni al fisco ni al
gobierno venezolano aunque sí a los socios extranjeros de PDVSA y al consumidor estado-
unidense: “Eso sí, el programa ha aumentado la capacidad de los directivos de Pdvsa para
resistir pasivamente las órdenes del gobierno, especialmente aquéllas que conciernen al
patrimonio de la empresa”, en Boué, Juan Carlos, “El programa de internacionalización
de Pdvsa: ¿triunfo estratégico o desastre fiscal?”, Rev. Venez. de Econ. y Ciencias Sociales,
2002, vol. 8, Nº 2, págs. 277-278.
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El nuevo líder ganó las elecciones presidenciales de 1998 con el 56,2% de los votos y en
la de julio del 2000 fue reelecto con el 59,8 %. Ver: Molina V., José E., “The presidential
and parliamentary elections of the Bolivarian revolution in Venezuela: change and conti-
nuity (1998-2000)”, Bulletin of Latin American Research, vol. 21, Nº2, 2002, págs. 223-224.
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Tal situación podría explicar las intenciones políticas radicales que adoptó
inicialmente el MBR-200, en la medida que se presentaba como una “orga-
nización abocada a estimular las diversas formas autónomas de expresión
de la sociedad, con el fin de hacer crecer las luchas populares”, por medio
de la reestructuración democrática de base de todos los movimientos y
organizaciones sociales, lo que autorizaría a considerarla como ‘organiza-
ción populista radical” y no como “revolucionaria”.
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Desde este ángulo es dudoso que a partir del 2001, más allá de las trans-
formaciones institucionales y políticas iniciales –Asamblea Constituyente y
la Constitución de 1999- resultado del impulso de una movilización popu-
lista, haya estado presente una nueva élite revolucionaria real. El efecto
de la crisis hacia 1998 fue la desintegración de la clase dirigente histórica.
Antes que a la formación de una élite revolucionaria, se tendió a constituir
una nueva clase dirigente. El poder de las élites políticas vinculadas orgá-
56
“Parece difícil concebir propósitos ‘revolucionarios’, en términos sociológico históri-
cos, a los dos movimientos de protesta, … Un ethos conservador parece claro, en tanto
las argumentaciones de fondo del 27-F y del 4-F no alcanzaban a abarcar los cimientos del
régimen económico”. En: Torres Sánchez, J. 1997: 54.
57
Puede compartirse, por tanto, la opinión de Gustavo Tarre Briceño cuando señaló:
“Si en algún país se ha abusado de ese concepto, es en Venezuela: la Revolución Azul, la
Federal, la Liberal Restauradora, la de Octubre”, Ver: El Nacional, 11 de marzo de 2003,
edición digital.
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El discurso chavista de esa etapa era de tipo populista y apelaba a los anta-
gonismos, apostando a una polarización moral, ideológica y política que
permitiera aglutinar en torno a sí el descontento general hacia la institu-
cionalidad en crisis (Parker, 2000). Por tanto, el tránsito desde un “popu-
lismo de partidos” a un “liderazgo populista” que intentó rápidamente
constituirse en movimiento organizado, se dio en una coyuntura en la que
actores y movimientos sociales no evidenciaban pretensiones revoluciona-
rias, sino anhelos de reformas profundas.
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Pero, más importante aún, se hizo presente la naturaleza dual del régimen
de legitimación en que descansa finalmente el “populismo” como situación
histórica en la que se han expresado políticamente las clases subalternas en
América latina. Es esa ambigüedad típica lo que explica por qué el nuevo
Gobierno fue perdiendo apoyo popular, de sectores medios y empresa-
riales. En el año 2000, el enfrentamiento del Gobierno y del MVR con los
sindicatos, debilitó aún más al MVR, reforzando la percepción de que lo
que buscaba era menos la democratización de los sindicatos, que su subor-
dinación al gobierno. Ello facilitaría la incorporación de nuevas dirigencias
sindicales a la estrategia política de oposición al Gobierno, reforzándose
esta última a lo largo del 2001 por nuevos errores de manejo de las relacio-
nes con la cúpula empresarial. En noviembre de 2001 se aprobaron 49 leyes
de reforma económica sin propiciar debates públicos con los sectores a los
que se dirigían: Así, y sin que se vislumbrara una recuperación significativa
de la influencia de los partidos de oposición, se produjeron las condiciones
para que una alianza entre las organizaciones copulares sindicales y empre-
sariales se transformaran en eje de una ofensiva política de oposición.
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Así, sobre la base del descontento real de sectores sociales variados, los
mismos actores de la “cuarta república” reorganizados, impulsaron un
movimiento de masas que culminó en el golpe militar de abril del 2002.
Se producía la protesta masiva de sectores medios y altos con capas de la
pequeña y mediana burguesía, en una movilización urbana que apenas
había logrado ocultar un movimiento conspirativo en búsqueda de una
ruptura institucional a través de la intervención militar ya desde 1999.
60
Al parecer sólo hubo una rearticulación clientelar que seguía siendo la base de su
ineficacia y de la desconfianza general respecto de los resultados de su actividad.
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61
El Nacional, 25 de noviembre de 2001, entrevista a Román Duque Corredor.
62
Ello ocurrió por medio de la declaración de inconstitucionalidad por el Tribunal
Supremo de Justicia, de los artículos 89 y 90. Esto equivalía a congelar las expropiaciones
por medio de juicios que, en la experiencia venezolana, pueden prolongarse indefinida-
mente. Las expropiaciones en sí tampoco son medidas ‘revolucionarias’. Debe recordarse
que Estados Unidos impulso la expropiación de toda propiedad superior a 200 hectáreas
en Puerto Rico en la primera mitad del siglo XX, por ejemplo.
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No parece caber duda, por tanto, de que fueron estos aspectos específicos
de la política económica del nuevo gobierno los que sirvieron de eje aglu-
tinador a los intereses internacionales y nacionales que jugaron un papel
importante en la búsqueda de salidas políticas no constitucionales, como
ha sido puesto de relieve por varios autores. Tampoco parecen convincen-
tes algunas caracterizaciones sobre su naturaleza revolucionaria. Pero, si
bien en torno a la alta burocracia petrolera estatal, segmento importante
de la clase dirigente, se articuló esa confluencia de intereses, queda claro
que el papel de ésta fue secundario en relación con el jugado en el “golpe
de Estado” del 11 de abril de 2002, por los estratos empresariales y sindica-
les que habían formado parte de la clase dirigente desplazada a partir de
1998.
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Sin embargo, ésta habría sido una maniobra deliberada del Gobierno para
sacar provecho de un paro que se agotaba, demostrando con esa decisión
de ponerle fin, que no era él mismo el que saboteaba el proceso de nego-
ciación con la oposición iniciado antes del 2 de diciembre. Obviamente,
el supuesto de que la paralización de la industria petrolera hubiera sido
consecuencia ya de una torpeza o ya de una estratagema del gobierno, no
encuentra evidencia alguna en la cual sustentarse. Aunque confirma que el
paro en el área no petrolera había sido un fracaso desde su inicio, como lo
señaló el Gobierno, y que el eje del conflicto descansó básicamente sobre
la capacidad de paralizar los suministros de gasolina para el mercado
interno y la extracción y exportación del petróleo, como se confirmó por el
desarrollo posterior de los acontecimientos.
64
Estimaban inapropiados la fecha de convocatoria, la indefinición de su duración, la
ineficacia de la paralización como instrumento y el abuso de su utilización. Era dudoso
el apoyo de la totalidad del sector agropecuario y de la gran empresa, y negativo el de
la pequeña y mediana industria de Oriente, Sur-occidente y Zulia. F. Zambrano E., I..,
Torrico., Quinto Día, Nº 318, 29 nov-6 dic, 2002.
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A todas luces, la segunda semana del Paro fue decisiva en términos del
enfrentamiento en el interior de las FAN: el lunes nueve ésta aparecía con
acuartelamiento de máximo grado, tipo A. Mientras el martes la Oposi-
ción marchó frente a la base aérea de La Carlota, el jueves lo hacía frente
a la sede de la OEA y el sábado siete marchas convergían hacia el distri-
buidor capitalino de Altamira, simultáneamente en el mismo día viernes,
el gobierno norteamericano pedía adelanto de elecciones (el día anterior
había evacuado de su embajada el personal no indispensable), la Coordi-
nadora Democrática se reunía con diplomáticos y la Corte Interamericana
de Derechos Humanos planteaba la posibilidad de aplicar la Carta Demo-
crática. La OEA rechazaba suscribir la propuesta del representante del
Gobierno venezolano tendente a declararlo como víctima de una conspira-
ción. Los días 10 y 12, coroneles y tenientes de la Guardia Nacional desaca-
taban órdenes y pedían el rescate de la institucionalidad.
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J. Pabón, ibidem. Otro articulista generalmente bien informado, M. Salazar, daba
cuenta de una encuesta realizada a 132 oficiales superiores y subalternos de la Guardia
Nacional concluyendo que sólo el 12 % apoyaría a la Oposición en caso de ruptura insti-
tucional. Y de una reunión de generales del Alto Mando en la que se habría rechazado la
posibilidad de ‘otra Panamá’ en un escenario de intervención extranjera.
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trolaba el 66% de los mandos militares en todo el país (de éstos sólo el 6%
estaba dispuesto a defender al Presidente), aún cuando en la población
civil sólo contaba con el apoyo del 41%.
La nueva fase del Paro ahora se iba a caracterizar por una renovada
presión de masas en las calles, por el inicio de un Paro bancario y por el
abierto llamado al Ejército a la desobediencia al Gobierno. Si desde el 3
al 31 de diciembre del 2002 hubo 44 heridos de bala y tres muertos, del
3 al 20 de enero del 2003 hubo 74 heridos de bala, tres muertos y de las
cinco “marchas” contabilizadas, en dos realizadas en Caracas, la primera,
“la gran batalla” como la tituló la misma oposición, se saldaba con dos
muertos y 80 heridos. Según un observador internacional la oposición
venezolana al presidente Chávez pedía “abiertamente” la desobediencia
a las FAN por medio de la televisión, se habían ofrecido centenares de
miles de dólares a la alta oficialidad y en editorial del vespertino ‘Tal Cual’
se compartían “los planteamientos de la jefatura de la oposición, donde
figuran personas que promueven activamente la subversión palaciega”. En
una fase agónica del paro, agotadas las bases sociales de sustentación en
la economía petrolera y no petrolera, resueltas las vacilaciones de apoyo
de las FAN al Gobierno y sin estrategia de salida clara, la oposición optaba
por un enfrentamiento callejero a todas luces sin destino. En la segunda
semana del Paro, las apreciaciones del único dirigente de la oposición que
señaló la necesidad de su suspensión para no sufrir una derrota, ya que no
se tenía una dirección única en el movimiento y no se sabía hacia dónde se
orientaba al ser los únicos actores reales enfrentados los medios de comu-
nicación y Hugo Chávez, se revelaron finalmente lúcidas. Irónicamente, la
única apreciación racional de la oposición pasó inadvertida
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Con todo, una explicación del agotamiento del ciclo de protesta por defi-
ciencias de estrategia y dirección deja de lado el papel jugado por uno
de los dos actores visibles de la oposición, los medios de comunicación de
masas y las instituciones gremiales (CTV) y empresariales (Fedecámaras).
No cabe duda de que el papel de los primeros fue fundamental en la con-
tinuidad de las tareas de agitación y propaganda, aparte del rol jugado
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en la dirección misma del Paro. Sin duda que las técnicas de “propaganda
de guerra” empleadas, íntimamente ligadas al enfoque de “guerra psico-
lógica” (El Universal, 2002), fueron efectivas en mantener una dinámica
social de masas en acciones callejeras. En un sondeo periodístico de 52
personas al azar, en dos marchas y una concentración, revelaron que en la
segunda semana de enero, la mayoría todavía creía posible la renuncia de
Chávez, habían participado frecuentemente en las movilizaciones y éstas
habían sido las primeras experiencias de lucha callejera. Es dudoso que
personas carentes de experiencia de participación en ese tipo de eventos
mantuvieran la adhesión a consignas durante un tiempo prolongado sin el
apoyo de reforzadores de comportamiento.
Parece difícil, por tanto, desligar estos efectos del uso sistemático de la “vio-
lencia simbólica” ejercida por la televisión para generar “terror”, estado
intersubjetivo dentro del cual se pueden agrupar las alteraciones psiquiá-
tricas individuales mencionadas y que pueden ser generadas también por
“acciones de terror”, en donde tales efectos se consiguen por hechos de
“violencia espectacular” en orden a obtener sumisión, como en situaciones
posteriores a “golpes de Estado”. En el caso del uso político indiscriminado
de la violencia simbólica, tal situación de “terror” explicaría los estados de
“paranoia” colectiva en las urbanizaciones de clase media de Caracas que
culminaron en la última semana de febrero con verdaderas movilizaciones
comunitarias de defensa y preparación para una invasión armada.
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Pero, con todos los efectos reales que esta situación tuvo para los actores,
no es menos cierto que tales resultados deben ser sopesados en el com-
plejo cuadro de fuerzas y significados sociales en que ellos interactúan.
Probablemente las observaciones más penetrantes, pertinentes para este
análisis, fueron formuladas por un comentarista: “lo menos que puedo
pensar es que, efectivamente, existe un numerosísimo grupo de venezo-
lanos cuya voluntad política se ha colocado, de modo decidido, en franco
rechazo de las élites tradicionales…tiene convicciones profundas que ni
siquiera la adversidad económica, la ineptitud oficial y la prédica mediática
han logrado derribar…y que el paro, en lugar de debilitarlas, ha fortale-
cido sus convicciones”. Aunque la alternativa en que formuló su reflexión
remite a una hipótesis de derrota política como consecuencia de errores
de la oposición: “o el gobierno de Chávez es más sólido y consistente de lo
que creíamos…o la dirigencia opositora es más ineficiente e inexperta de
lo que algunos habíamos pensado y su sector democrático sigue pagando
con elevados intereses el error histórico de no haberse distanciado del
sector golpista”. sus conclusiones apuntan a dos percepciones relevantes:
“ambas dirigencias han sufrido el efecto de la subestimación del otro” y
“Nunca antes la sociedad estuvo tan movilizada como ahora, pero nunca
antes el país estuvo tan paralizado como hoy” (Hernández, 2003). La
primera, ligada a un problema de apreciación de actores dentro de un
imaginario político y, la segunda, que sugiere un característico balance
social de fuerzas, encuentran confirmación en algunos datos que permiten
indagar sobre significados sociales más profundos.
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El Nacional, 30 de marzo de 2003. Realizada por A. Keller y Asociados, es sorprendente
como estos datos desautorizan la apreciación consolidada de que Chávez sólo tiene bases
sociales mayoritarias en los marginales. Pero también permiten advertir que un fuerte
movimiento crítico al Gobierno, se diferencia de la oposición política representada en la
Coordinadora Democrática.
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Sólo esta última peculiaridad puede explicar que la magnitud del costo
económico del paro cívico haya sido justificada por algunos economistas,
sin recibir crítica alguna, con argumentaciones que, al comparar las pérdi-
das reales presentes con los efectos de situaciones futuras extraídas de los
contenidos de una propaganda de guerra, en la cual valores culturales y la
asunción en el presente de un pasado común compartido estaban ausen-
tes, realmente desafían la lógica económica67.
67
Es el caso de Emeterio Gómez cuando evaluó los costos contables del Paro con los
costos de oportunidad de la “destrucción radical de la sociedad venezolana”, es decir,
los costos del “totalitarismo comunista”, El Universal, 12 de enero de 2003. En este caso,
la teoria microeconómica de los costos de oportunidad es aplicada sin más al ámbito
macroeconómico, utilizando variables no económicas. Lo más importante, sin embargo,
es que se aceptan los costos del Paro como necesarios. Posteriormente todos los econo-
mistas de Oposición culparían al Gobierno de los efectos económicos del Paro. El efecto
sobre el PIB de 2003 no se ha estimado, pero el PIB trimestral del 2003 respecto al primer
trimestre del 2002 cayó en 29%.
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En 1978, el valor de la producción de la empresas transnacionales era el 64,3 % del
valor total del sector industrial y 33,6 % el de las empresas nacionales. Por ‘empresas
transnacionales’ se entendía aquéllas en que el capital extranjero participaba con más del
20 % del capital social. Proyecto CENDES-CONICIT, 1983, “La industrialización contempo-
ránea en Venezuela”.
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Faletto, Enzo, “La dependencia y lo nacional-popular”, Nueva Sociedad, 40, en-feb
1979. Esta situación histórica peculiar a la evolución latinoamericana constituyó un “ele-
mento explicativo” de la dinámica social, en un sentido amplio para un amplio sector
de pensamiento social en las décadas del 60 y 70. La conversión del concepto empírico
en categoría teórica, explicativa, fue característica, lo que permitió hablar generalizada-
mente de ‘teoría de la dependencia’. Aquéllos que criticaron este uso indebido, como
Fernando Henrique Cardozo, terminaron por abandonar el concepto y sus implicaciones
críticas. Entretanto, el hecho de la hegemonía internacional de los ‘centros’ sigue siendo
un dato empírico que ha relegado el problema del ‘desarrollo autónomo’ al museo de
las antigüedades.
70
Esto significa que no se considera como ‘situación’ histórica asociada a una determi-
nada etapa del desarrollo capitalista latinoamericano y se lo sitúa en el marco variable de
los intereses y relaciones concretas de poder, desvinculándolo de su consideración como
un ‘régimen’ político. Comparar ‘regímen populista’ con ‘regímen neo-populistas’ no
tiene sentido teórico y son aceptables las críticas a este último concepto de Vilas, Carlos
M., “¿Populismos reciclados o neoliberalismo a secas? El mito del ‘neopopulismo’ latino-
americano”, Rev. Venez. de Econ. y Ciencias Sociales, 2003, vol. 9, nº 3, (mayo-agosto), pp.
13-37.
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Pero si bien esta hipótesis parece fértil para explicar la situación venezo-
lana, el supuesto teórico de que tales procesos comportan un sujeto histó-
rico popular cuya identidad como “ciudadano” es ya conocida por el orden
político no parece tener asidero. El condicionamiento de la aceptación del
orden por las clases subalternas, que se establece en el populismo para
afirmar una identidad popular devenida del curso histórico y que es, final-
mente, negada por la concesión de una “ciudadanía” abstracta, conlleva
la pretensión de ir más allá de una “ciudadanía” formal. Lo que obliga a
la revisión teórica: la legitimidad populista en el caso venezolano no se ha
presentado como un “exceso” respecto de la legitimidad democrática.
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Obviamente, populismo no es clientelismo. Este último, como concepto antropológico
remite a relaciones sociales de cooperación recíproca, con elementos secundarios de coer-
ción, entre actores de status desigual, que intercambian bienes y servicios de naturaleza
diversa, de acuerdo a la discusión todavía válida de Kay, Cristóbal, “Transformaciones
de las relaciones de dominación y dependencia entre terratenientes y campesinos en el
período post-colonial en Chile”, Revista de Historia de Chile, año 2, nº 6, Londres, 1982.
Estructuralmente distintos, el clientelismo es precede históricamente al populismo.
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La no consideración de una dialéctica ‘interpelación’/‘demanda popular’ lleva a este
autor a plantear que “El populismo comienza en el punto en que los elementos popular-
democráticos se presentan como opción antagónica frente a la ideología del bloque
dominante. Nótese que esto no significa que el populismo sea siempre revolucionario”
(subrayado en el original). Ibidem, pág. 202. Parece clara la implicación en el texto del
carácter finalmente revolucionario de la ideología populista. Igualmente se desecha la
posibilidad teórica de un ‘populismo de clases dominadas’, en nuestra perspectiva crítica.
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El radicalismo verbal de la ‘clase dirigente’ venezolana probablemente remite al hecho
que el dominio burgués no se construyó a partir de una ruptura revolucionaria nacional,
sino que a partir de conflictos entre clases y fracciones de ellas en su interior.
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En el ámbito de la ‘cultura popular’ venezolana el valor social dado a la ‘palabra
empeñada’ si bien perdió vigencia a lo largo del siglo XX, mantiene el carácter ‘sagrado’
de la palabra en la ‘oración’ a la cual se dota de eficacia simbólica en los rituales del ‘rezo’,
ampliamente difundidos en Venezuela y parte de Colombia. Ver: Alruiz de T., María,
“Rezos y rezanderos en el Táchira”, BATT, 103, Caracas, 1992.
75
Los ‘pobres’ no se han constituido como ‘clase’ sólo a partir de la salarización, sino
que han revelado “correlativa capacidad para construir tejidos económicos, sociales y cul-
turales alternativos a los del sistema dominante” y ello permitió movimientos sociales de
protagonismo “fácilmente politizable en una línea de oposición, cambio, o insurrección”,
Salazar, Gabriel, “Empresariado popular e industrialización: la guerrilla de los mercaderes
(Chile, 1830-1885)”, Proposiciones, 20, Ediciones Sur, Santiago, 1991. Aunque no existe
investigación a partir de estos enfoques en Venezuela, observaciones dispersas indicarían
similar vocación ‘productivista’ popular.
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Por la índole de sus significados tales procesos conforman menos que una
revolución nacional un proceso de refundación nacional, en la medida
en que tales tareas, ligadas a realineamientos en la estructura de clases,
ponen también en un primer plano conflictos propios a la reconstrucción
de una nueva clase dirigente venezolana. Ésta se estructuró en estratos
civiles y militares básicos en la construcción del Estado, en el curso del siglo
XX, de tal modo que el cierre de la primera crisis fue posible por la confor-
mación de un estrato militar nacional. El estrato civil se articulará nacio-
nalmente sólo bajo el régimen democrático posterior a 1958. El desarrollo
social posterior hasta la década de los ochenta será posible por la unidad
76
Estrictamente no hay una ‘clase terrateniente’ sino burguesías agrarias de diferente
inclinación productiva, de las cuales un segmento revela sólo vocación especulativa en
tanto se dedica, por ejemplo, a ‘engordar’ terrenos. Asimismo, al interior de la burguesía
financiero-industrial algunos segmentos revelarían un ethos especulativo-depredador, lo
que autorizaría a pensar en una actuación ‘oligárquica’. A esto probablemente apunta
la observación de Domingo A. Rangel cuando señala que: “El problema hoy para la bur-
guesía es que no hay en Venezuela fuerzas, instituciones o cimientos políticos o sociales
para asentar un régimen estable en la derecha”. Por ello “se vio obligada a apelar a Carlos
Ortega y Carlos Fernández”. Es decir, a representantes de la vieja clase dirigente. Ver
Quinto Día, Nº 341, 16-23 de mayo de 2003.
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Esa fracción de capital de orientación a-nacional, es decir, que concentra el poder
económico y político con finalidades privadas independientes de los de la nación a través
de privilegios legales y extralegales, parece distinta al capital transnacional y a la élite
de la burocracia petrolera desarrollada dentro de los marcos de una cultura corporativa
transnacional. Dentro de la conjunción de intereses de tales sectores, una ‘oligarquía’, los
sectores transnacionales financiero industriales parecen haber tenido una participación
contradictoria y poco visible.
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Esto no significa desconocer la magnitud de las transformaciones sociales operadas,
las cuales parecen apuntar a cambios en la capacidad de auto-representación de muchos
sectores de las clases subalternas y de actuación organizada en función de sus intereses.
Lo que tiene enorme significado para construir una institucionalidad social más amplia.
En las clases medias urbanas de oposición las movilizaciones han constituido ejercicios
colectivos de organización ciudadana.
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Esto dice relación con la incapacidad del tejido institucional para asimilar la raciona-
lidad técnica. La élite empresarial petrolera –que se autoconsideraba de origen merito-
crático y la más eficiente de la administración nacional- funcionó hasta el Paro Cívico con
un exceso de personal de tal magnitud que aún el despido del 45 % del personal total
permitió recuperar la capacidad operativa de las empresas en un mínimo de tiempo. Ese
personal, sin embargo, estaba técnicamente capacitado y era eficiente. Admitir que ese
porcentaje en la restante administración pública –exceptuando las burocracias militares y
universitarias en una hipótesis optimista- esté capacitado y tenga los niveles de eficiencia
del sector petrolero es claramente una hipótesis demasiado optimista. El ejemplo pone
de relieve que la incapacidad para asimilar racionalidad técnica es también carencia de
racionalidad política de largo plazo, en tanto se desaprovechan cuadros científicos y téc-
nicos. El problema es el deficiente control político de la burocracia estatal históricamente
realizado por medio de mecanismos clientelísticos, no modernos.
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intelectual político elaborado, sino que parece más bien vinculado a una
apreciación nacionalista práctica. Una opción de organización económica
del tipo resultante de la aplicación ortodoxa de las reformas estructurales
propiciadas por el Fondo Monetario Internacional en las últimas décadas
del siglo XX, convertirían a Venezuela en un protectorado económico de
transnacionales petroleras sólo viable en condiciones de una autocracia
política.
Bibliografía
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oct., 2001.
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LOS AUTORES
Álvaro Márquez-Fernández
Profesor Titular de la Escuela de Filosofía de la Universidad del Zulia,
Maracaibo) Venezuela. D.E.A y Doctor en Filosofía (Universidad de París I.
Panthéon-Sorbonne), Diplomado en Filosofía para Niñ@s (España). Inves-
tigador responsable del proyecto “Red internacional de investigación y
documentación sobre Filosofía Iberoamericana y del Caribe”, Línea de
investigación: Filosofía intercultural latinoamericana, Pragmática comuni-
cativa, Teoría Crítica, Filosofía para niñ@s. Director de la revista Utopía y
Praxis Latinoamericana. Co-editor del Portal Brasileiro de Filosofia e Filoso-
fia da Educação (Brasil), Profesor e investigador de la Maestría en Gerencia
Pública y Doctorado en Ciencias Sociales (UCV-LUZ) y Maestría en Filosofía
y Doctorado en Ciencias Humanas (LUZ), Asesor de varias revista nacio-
nales e internacionales. Investigador acreditado por el PPI. Ha publicado
numerosos artículos en revista nacionales e internacionales, de reciente
data son: “Globalização neoliberal e filosofía intercultural”, en Antonio
Sidekum (ed): Etica como filosofia e Teologia Primeira (Brasil); “Entre los
sujetos históricos y el espacio público. Un escenario para las alternativas
antihegemónicas de la ciudadanía popular”, en Jorge Lora Cam y Robin-
son Salazar (eds): Sujetos y alternativas contrahegemónicas en el espacio
andino amazónico (México); “Golpe na Venezuela”, en Política&Ciencias
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Sociais. (Dossier especial “Amérique Latine: Modernité et Projet Antihé-
gémonique”), Utopía y Praxis Latinoamericana; “Diagnosis y prognosis de
la crisis política venezolana”, en Juan Romero (ed): Venezuela: crisis de la
democracia (LUZ).
amarquezfernandez@cantv.net
Carmen Vallarino-Bracho
DEA en Sociología, Université de Caen-Basse Normandie, Francia. Can-
didata a Doctora en Sociología, Université de Caen-Basse Normandie,
Francia. Directora del Laboratorio de Investigaciones Transdisciplinarias
del Espacio Público. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales.Universidad
del Zulia, Maracaibo, Venezuela.Responsable del Programa de Investiga-
ción Análisis del Espacio Público Venezolano. Investigadora Responsable
del Proyecto Sistemas Simbólicos e Instituciones Religiosas en el Espacio
Público Venezolano, Condes, Universidad del Zulia. Investigadora Respon-
sable del Proyecto: Diversidad Religiosa, Laicidad y Formación de Ciudada-
nía en la Venezuela. FONACIT, Caracas. Profesora Titular de la Universidad
del Zulia. Miembro de la Asociación Francesa de Ciencias de la Religión,
AFSR; de la Sociedad Internacional de Sociologia de la Religión, ISSR; de
la Asociación Americana de Sociología de la Religión, AASR., de la Asocia-
ción de Cientistas Sociales de la Religión del Cono Sur. Títulos recientes:
Transdisciplinariedad y Pertinencia en el Proceso de Investigación. Utopía
y Praxis. Diciembre 2002. Ciudadanía y Representación en el pensamiento
Político de Hannah Arendt. Cuestiones Políticas. 2002.
bravall@cantv.net
Daniel Hellinger
Profesor de Ciencia Política en Webster University, en St. Louis, Missouri,
Estados Unidos de Norteamerica. Autor de “Venezuela: Tarnished Demo-
cracy” (Westview 1991) y coordinador de “La política venezolana en la
época de Chávez” (Nueva Sociedad, 1993), además de otros artículos sobre
la política Norteamericana y de América del Sur. Actualmente está reali-
zando investigaciones sobre la política cuprifera de Chile desde la naciona-
lización de la gran minería en 1971.
hellindc@webster.edu
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Eduardo Andrés Sandoval Forero
Antropólogo, Maestro en Estudios Latinoamericanos y Doctor en Socio-
logía. Investigador de la Universidad Autónoma del Estado de México y
miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Algunas publicaciones
recientes: La Ley de las costumbres en los indígenas mazahuas (2001);
Población y cultura en la etnorregión Mazahua (jañtjo) (1998); Migración e
identidad (1994); Familia indígena y unidad doméstica (1995); y Cuando los
muertos regresan (3ra. Edición, 2000). Director de la revista Convergencia.
Director-fundador de la Red Latinoamericana y del Caribe de Revistas Cien-
tíficas en Ciencias Sociales.
esandovl@uaemex.mx
Yrayma Camejo
Socióloga, profesora titular, Doctora en Ciencias Políticas, profesora del
Departamento de Estudios Latinoamericanos en la Escuela de Sociología
de la Universidad Central de Venezuela, Caracas. Línea de investigación
actual: Estado, participación y democracia en Venezuela. Entre sus publi-
caciones recientes: “Análisis del personalismo político de Juan Manuel de
Rosas. “Criterios historiográficos”, en Rosas; Artigas y Francia, tres miradas
historiográficas al personalismo en el Río de la Plata (2002) y “El proceso
constituyente de 1946-47 en Venezuela” en Revista Venezolana de Ciencias
Económicas y Sociales (1999).
yraymacamejo@cantv.net
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Juan Eduardo Romero
Egresado de la Universidad del Zulia, Venezuela, como Licenciado en Edu-
cación área Historia, estudios de postgrado en la Maestría en Historia de
Venezuela. Candidato a Doctor en Ciencia Política (LUZ). Coordinador del
proyecto Espacio Público, participación y militarismo en Venezuela (1998-
2002), financiado por el Condes-LUZ y adscrito al Laboratorio de Investiga-
ciones Transdisciplinarias del Espacio Público (LITEP) de LUZ, en Maracaibo.
Profesor agregado. Invitado por la Universidad Complutense de Madrid.
Autónoma de Madrid, Santiago de Compostela (España), Universidad del
Rosario (Argentina), Universidad de La Habana (Cuba) y Universidad Nacio-
nal Autónoma de México (UNAM). Autor de las Obras Historia del Muni-
cipio Baralt (1996), La Constituyente, 90 días y cinco días (1999), Co-autor
Poder y Mentalidad en España e Iberoamérica (2000,2002). Ha publicado
en diversas revistas nacionales e internacionales sobre temas de política e
historia contemporánea de Venezuela.
romero_juane@cantv.net
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Fields,” in Peloso, Vincent, Labor in Twentieth Century Latin America, Wil-
mington: Scholarly Reasources. “Relaciones de poder y raza en los campos
petroleros venezolanos, 1920-1940,” Asuntos CIED, Caracas Año 5 N. 10
Noviembre, 2001.
mrt04747@pomona.edu
Orlando Villalobos
Periodista y Profesor asociado de la Escuela de Comunicación Social de la
Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela. Magíster en Ciencias de la
Comunicación. Autor de los libros: Política y Gerencia de la Comunicación
Social en la Universidad del Zulia (2000) y Fabulario, Crónicas de la Urgen-
cia (1993). Autor del artículo “El concepto de verdad en Hannah Arendt.
Una lectura desde la óptica de la comunicación”, en la revista Utopía y
Praxis Latinoamericana, 2002, No. 16), y coautor de los artículos “Integra-
ción simbólica. El impacto de la comunicación en la creación del tejido
social de Maracaibo”, en la revista Reflexión Política, de la Universidad de
Bucaramanga, (2003, No. 9) y “El desafío de la comunicación social en las
universidades”, en la revista Opción, (1999, No. 27) . Se ha desempeñado
como editor de información del diario La Columna (1991-1994) y director de
redacción fundador del diario La Verdad (1998-1999). Ha sido columnista
en los diarios El Correo del Caroní, El Vigilante, La Columna y La Verdad.
Fue coordinador de Fabla, boletín literario de las Actividades de Autode-
sarrollo de LUZ.
ovillalobos@cantv.net
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Carmen Beatriz Fernández
Es Urbanista (USB) con maestría en Administración de Empresas (IESA) y
maestría en Campañas Electorales (Universidad de Florida). Desde 1997
dirige DataStrategia y coordina el portal e-lecciones.net. Con experti-
cia profesional concentrada en actividades vinculadas a mediciones de
opinión pública, campañas políticas y nuevas tecnologías, ha sido jefe de
campaña a niveles local y regional, así como consultora en nuevas tecno-
logías y estrategia general a nivel presidencial. Es profesora invitada en
postgrados de la UCAB, el IESA y la Universidad Complutense de Madrid.
Articulista de los diarios El Nacional y 2001.
cb@datastrategia.com
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Editorial LibrosEnRed
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