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CUADERNOS DE

DSM-V
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE
REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOSOMÁTICA

Trastornos de la personalidad en el DSM-5


Personality disorders in DSM-5
Fernando Gutiérrez1 y Ana Vilar2

El intento de renovar la clasificación de los Tras- tuales categorías diagnósticas no se basan en la


tornos de la Personalidad (TP) en el DSM-5 (APA, evidencia, sino en la tradición psiquiátrica y el con-
2013) terminó en un sonoro fracaso (Skodol, Mo- senso, y presentan deficiencias que no pueden re-
rey, Bender & Oldham, 2013). Tras repetidos anun- solverse dentro del sistema categórico (Widiger &
cios de un novedoso sistema dimensional, la Sec- Samuel, 2009). Por ejemplo, la verdadera natura-
ción II, que recoge los diagnósticos oficiales, man- leza de los rasgos de personalidad ha resultado ser
tuvo sin cambios las categorías del DSM-IV (APA, continua (Haslam, Holland & Kuppens, 2012) y
1995). Esta decisión exime al clínico de aprender la diferencia entre personalidad normal y trastor-
a diagnosticar desde cero, pero no puede considerar- nada puramente cuantitativa. Así, la imposición de
se óptima dada la aplastante evidencia de que las umbrales diagnósticos es arbitraria y produce fal-
categorías diagnósticas carecen de validez (Widi- sas dicotomías e importantes pérdidas de informa-
ger & Trull, 2007). La propuesta dimensional fue ción. Más importante aún, las características de
relegada por el Consejo Directivo del DSM-5 a la personalidad no se organizan realmente en las diez
sección III, que recoge modelos y trastornos emer- entidades diagnósticas propuestas en el DSM. El
gentes, bajo el epígrafe de “modelo alternativo”. mismo TP Límite es una amalgama de rasgos que
Se trata de un sistema complejo, que combina di- no se relacionan especialmente entre sí —inesta-
mensiones, categorías y niveles de funcionamien- bilidad afectiva, impulsividad, vinculación insegu-
to, y cuyas virtudes e imperfecciones se discuten ra, psicosis transitoria— y que son comunes a otros
más abajo. La existencia de un doble sistema diag- trastornos, como la impulsividad en el antisocial
nóstico viene a añadir confusión al ya controver- o la vinculación insegura en histriónicos o depen-
tido diagnóstico de los TP, pero también sitúa en dientes. El resultado son frecuentes solapamientos
primer plano dos cuestiones que necesitan ser re- y diagnósticos múltiples (Widiger & Trull, 2007;
sueltas: la disyuntiva entre taxonomías categóri- Krueger et al., 2011), que obstaculizan el avance
cas y dimensionales, y la definición de trastorno. del conocimiento sobre los TP.

¿CATEGORÍAS O DIMENSIONES? EL SISTEMA DIMENSIONAL DEL DSM-5


En las dos últimas décadas, esta vieja polémi- Los sistemas dimensionales presentan claras
ca se ha zanjado a favor de las dimensiones. Las ac- ventajas frente a las categorías: reflejan mejor la
naturaleza continua de los rasgos y sus interrela-
ciones, evitan solapamientos y diagnósticos múl-
1
Psicólogo Clínico. Programa de Trastornos de la tiples, y cuentan con una base empírica sólida.
Personalidad, Hospital Clínic de Barcelona. En conjunto, incrementan la fiabilidad en un 15 %
2
Psicóloga Interna Residente. INAD. Parc de Salut Mar. y la validez en un 37 % (Markon, Chmielewski
Co rres po ndenci a: Dr. D. Fernando Gutiérrez & Miller, 2011; Morey et al., 2012).
Instituto de Neurociencias Tras una extensa revisión de la literatura —o
Hospital Clínic de Barcelona
Villarroel, 170
no tan extensa según otros (Widiger, 2013)—, el
08036 Barcelona Grupo de Trabajo del DSM-5 propuso un modelo
fguti@clinic.ub.es de 25 facetas (rasgos) de personalidad agrupados

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en 5 dominios (dimensiones de orden superior) Krueger & Watson, 2005). Para evaluar esta taxo-
[Tabla 1]. El modelo se inspira en intentos inte- nomía se desarrolló el Inventario de la Perso-
gradores previos (Widiger & Simonsen, 2005) y nalidad para el DSM-5 (PID-5), un autoinforme
en sistemas como el DAPP-BQ, el PSY-5 o el todavía en fase de validación (Krueger, Derringer,
SNAP; y en cierta medida intenta representar las Markon, Watson & Skodol, 2012).
variantes patológicas de los Cinco Grandes (Krue-
ger et al., 2011). Aunque todos estos modelos di- LA NUEVA DEFINICIÓN DE TRASTORNO
fieren entre sí en cuanto al número y la naturaleza
de sus variables — p.e. incluyen o no una dimen- Otra cuestión, más relevante que el debate ca-
sión de Psicoticismo, o consideran la Compul- tegórico-dimensional a efectos clínicos y adminis-
sividad y la Impulsividad como dimensiones opues- trativos, es la de cómo decidir si los rasgos cons-
tas o como independientes —las diferencias son su- tituyen un trastorno. La Sección II continúa diag-
perficiales: todos ellos pueden integrarse en una nosticando el TP por la presencia de malestar
estructura jerárquica común a la que el modelo clí nicamente significativo y deterioro funcional.
DSM-5 es una aproximación plausible (Markon, La Sección III sugiere en cambio que estos crite-
rios no son suficientemente específicos de TP, y
propone que lo nuclear a la patología de la per-
Tabl a 1
sonalidad son los desajustes en el funcionamiento
Mo del o di mens i o nal del DSM-5 para l a per-
s o nal i dad pato l ó g i ca del self y en el desempeño interpersonal.
Las alteraciones en la integridad del self se re-
Labilidad emocional fieren a problemas de identidad (vivencia de uno
Emo ci o nal i dad Ansiedad mismo como único, diferenciado del otro) y difi-
Neg at i v a Ansiedad de separación cultades en la autodirección (capacidad para fijar y
Perseveración cumplir metas a corto y largo plazo ajustándose a
Sumisión un patrón normativo interno). El deterioro en el
Afectividad restringida * ámbito interpersonal engloba dificultades para la
Depresividad * empatía (capacidad para entender y tolerar motiva-
Des ap eg o Suspicacia * ciones ajenas y vislumbrar los efectos de la pro-
Retraimiento pia conducta en el otro) y la intimidad (deseo de
Anhedonia cercanía y capacidad para la conducta recíproca).
Evitación de la intimidad El clínico debe valorar en un continuo de cinco
Manipulación puntos la presencia de deterioro en estos cuatro
Deshonestidad ámbitos de funcionamiento, que se suponen ca-
Ant ag o ni s mo Grandiosidad paces de diferenciar personalidades patológicas de
Búsqueda de atención sujetos sanos o con otros trastornos. Los funda-
Insensibilidad mentos de esta aproximación pueden encontrarse
Hostilidad * tanto en la literatura psicoanalítica (Bender, Mo-
Irresponsabilidad rey & Skodol, 2011; Morey et al., 2011) como
Impulsividad en el concepto de fracaso adaptativo de Livesley o
Des i nhi b i ci ó n Distractibilidad las dimensiones de carácter de Cloninger (Skodol
Temeridad et al., 2011).
Rigidez perfeccionista (-)
Creencias inusuales CRÍTICAS AL MODELO ALTERNATIVO
Ps i co t i ci s mo Excentricidad
Desregulación cognitiva y La nueva propuesta presenta numerosos desa-
perceptiva ciertos, como sugiere su relegación a la Sección
III. Pese a que hubo acuerdo en cuanto a las ven-
* Cargan también en el factor Emocionalidad tajas de la dimensionalización, no fue así respecto
Negativa. al número y la naturaleza de las dimensiones a in-

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cluir, y se criticó que el modelo final apenas ha componentes del sistema. Por ejemplo, la pru-
iniciado todavía su proceso de validación. Tam- dencia aconseja seguir diagnosticando TPs única-
bién causó perplejidad el carácter híbrido de la mente cuando los rasgos producen malestar inten-
taxonomía, que combina las dimensiones con seis so o deterioro del funcionamiento.
categorías que fueron preservadas: antisocial, evi- Finalmente, cabe señalar que el desconcierto
tativo, límite, obsesivo-compulsivo, narcisista y sembrado por el DSM-5 puede resultar prove-
esquizotípico. Las razones para conservar estos choso a largo plazo. Por una parte, las escaramu-
seis diagnósticos y no otros no llegaron a acla- zas doctrinales son el estado normal de la ciencia
rarse, y se señaló que tenían además escasa rela- cuando carecemos de evidencia concluyente, mien-
ción con los originales, al no constar de criterios tras que la unanimidad promovida por DSM e
diagnósticos sino de rasgos y niveles de deterioro. ICD limita el avance del conocimiento y es más
En cuanto a los criterios generales de trastor- propia del ámbito de lo sagrado. Por otra, los dile-
no, se desestimaron por resultar difícilmente ope- mas que enmarañan la definición y medida de las
rativizables y, en algunos casos, ininteligibles. personalidades patológicas aquejan en realidad a
Otros defectos menos evidentes son su casi total toda la nosología (Hyman, 2010), por lo que los
solapamiento con los mismos rasgos de personali- TP se han considerado la avanzada de un inevita-
dad que pretenden cualificar, así como el escaso ble cambio de paradigma (Krueger, 2013).
apoyo empírico para la elección de estos rasgos
concretos, que no son ni más ni menos desadapta- BIBLIOGRAFÍA
tivos que otros muchos. Lo más significativo, sin
embargo, es que la desadaptación pasa a ser una 1. Ameri can Ps y chi atri c As s o ci ati o n. (1995).
variable interna al individuo, es decir, los rasgos ya Manual Diagnóstico y Estadístico de los Tras -
tornos Mentales (4ª ed). Barcelona: Masson.
no necesitan producir sufrimiento o mal funciona-
2. Ameri can Ps y chi atri c As s o ci ati o n. (2013).
miento en el mundo real para ser patológicos. Diagnostic and Statistical Manual of Mental
Insólitamente, siendo este el cambio más drástico Disorders (5ª ed). Arlington, VA: Author.
de toda la propuesta, ha levantado escasos recelos. 3. Bender, D. S. , Mo rey, L. C. y Sko do l , A. E.
El Grupo de Trabajo no consideró otras definicio- (2011). Toward a model for assessing level of
nes más operativas y cercanas a la práctica clíni- personality functioning in DSM–5, part I: A re-
ca, como son los intentos de operativizar las ca- view of theory and methods. Journal of Perso -
lamidades —sociales, financieras, laborales, fami- nality Assessment, 93(4): 332-346.
liares, de salud— que los rasgos patológicos suelen 4. Haslam, N. , Holland, E. y Kuppens, P. (2012).
ocasionar a los sujetos (Leising & Zimmerman, Categories versus dimensions in personality
and psychopathology: A quantitative review of
2011).
taxometric research. Psychological Medicine,
42(5): 903–920.
CONCLUSIONES 5. Hy man , R. (2010). The diagnosis of mental
disorders: the problem of reification. Annual
Aunque en la impugnación del modelo alter- Review of Clinical Psychology, 6: 155-179.
nativo hubo razones extracientíficas (ver Skodol 6. Krueg er, R. F. (2013). Personality disorders are
et al., 2013 y respuestas), los motivos determinan- the vanguard of the post-DSM-5. 0 era. Journal
tes fueron su excesiva complejidad y su escasa of Personality Disorders, 4(4): 355–362.
base empírica. Se consideró poco práctico que el 7. Krueg er, R. F. , Derri ng er, J. , Marko n, K. E. ,
clínico tuviese que evaluar el nivel de deterioro de Wat s o n , D. y S k o do l , A. E. (2012). Initial
la personalidad en cuatro ejes, para luego integrar construction of a maladaptive personality trait
model and inventory for DSM-5. Psychological
el resultado con seis diagnósticos categóricos y
Medicine, 42(9): 1879-1890.
un vasto sistema dimensional y jerárquico de 25 8. Krueg er, R. F. , Eato n, N. R. , Cl ark, L. A. ,
rasgos y 5 dimensiones. En cuanto a la evidencia, Wats o n, D. , Marko n, K. E. , Derri ng er, J. y
es concluyente a favor de una taxonomía dimen- Li v es l ey, W. J. (2011). Deriving an empirical
sional, pero es pobre para la taxonomía DSM-5 structure of personality pathology for DSM-5.
en concreto, y es escasa o nula para los restantes Journal of Personality Disorders, 25(2): 170-191.

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9. Lei s i ng , D. y Zi mmerman, J. (2011). An in - 14. Sko do l , A. E. , Cl ark, L. A. , Bender, D. S. ,
tegrative conceptual framework for assessing Krue g e r, R. F. , Mo re y , L. C. , Ve rh e ul , R.
personality and personality pathology. Review y Ol dham, J. M. (2011). Proposed changes in
of General Psychology, 15(4): 317–330. personality and personality disorder assessment
10. Marko n, K. E. , Chmi el ews ki , M. y Mi l l er, and diagnosis for DSM-5 Part I: Description and
C. J. (2011). The reliability and validity of dis- rationale. Personality Disorders: Theory,
crete and continuous measures of psychopathol- Research and Treatment, 2(1): 4-22.
ogy: A quantitative review. Psychological Bu- 15. Sko do l , A. E. , Mo rey, L. C. , Bender, D. S. y
lletin, 137(5): 856-879. Ol dham, J. M. (2013). The ironic fate of the per-
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J. C. , Gunders o n, J. G. , Gri l o , C. M. , McGl a- sorder: Finding a common ground. Journal of
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