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DERECHO PENITENCIARIO

UNIVERSIDAD PRIVADA DE TACNA


Facultad de Derecho y Ciencias
Políticas

 CURSO : DERECHO PENITENCIARIO


 DOCENTE : JUAN P. NOA TORRES
 ALUMNOS

- VALERIA COAPAZA CARRION


- YENY MAQUERA MAQUERA
- CLAUDIA MITA CONDORI
- SANTIAGO ALE GOMEZ
- AMERICO JULI

 TEMA : SUSTITUCION DE LAS PENAS


PRIVATIVAS DE LIBERTAD Y MEDIDAS DE SEGURIDAD Y LA
CADENA PERPETUA

TACNA – PERÚ
2017

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INTRODUCCION

En el presente trabajo se analiza en primer lugar, la transformación de la pena de prisión


y del castigo penal desde la Época Medieval hasta nuestros días. La prisión es hoy en
día la institución penal principal de la mayoría de los países y constituye la pena más
severa aplicable en la justicia penal. A finales del siglo XIX y principios del XX
surgieron nuevos planteamientos orientados a la humanización de las penas y a la
rehabilitación del penado. El concepto de resocialización y reeducación como fines de
la pena de prisión también denominado prevención especial, ocupó un lugar importante
en el Derecho penal y penitenciario español. Sin embargo, a finales del siglo XX
disminuyó la confianza en estos principios rehabilitadores de la pena de prisión,
consolidándose así, una crisis de los principios mencionados.

De esta manera, se cuestiona la utilidad de la prisión en la sociedad ya que no es un


mecanismo eficaz que disminuya la delincuencia y resocialice a los penados. De hecho,
la estancia en prisión aumenta los índices de reincidencia.

Además, actualmente, las políticas penales se ven influenciadas por los medios de
comunicación y las demandas de la sociedad, interviniendo ésta en la actividad del
legislador. Se está dando una instrumentalización político -publicitaria y mediática del
Derecho Penal que ha producido una intensificación de las exigencias penales y el
endurecimiento del Código Penal.

Muy probablemente uno de los aspectos esenciales de cualquier texto punitivo y, por
tanto, de los que mayor interés suscita es el sistema de sanciones que éste adopta,
ya que en el mismo quedan en gran medida reflejadas las orientaciones de
política criminal inspiradoras del cuerpo legal en cuestión; de ahí, pues, la
importancia de su conocimiento y estudio a lo que pretende contribuir el
presente trabajo

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INDICE

INTRODUCCION………………………………………………………………2

CAPITULO I: ……………………………………..5

CONCLUSIONES………………………………………………………………33
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………34

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OBJETIVOS.

2.1. Objetivo General.

- 2.1.1 Analizar la cadena perpetua desde la doble perspectiva teórica y

doctrinaria, como pena incompatible con el modelo del Estado Social y

Democrático de Derecho.

2.2. Objetivos Específicos.

- 2.2.1. Demostrar la ineficacia de la pena de cadena perpetua como medio de

control social, a través del análisis teórico – doctrinario.


- 2.2.2. Desarrollar el tema de la cadena perpetua desde la perspectiva

multidisciplinaria dentro del ámbito de las Ciencias Penales, como desde el

enfoque sociológico y político – criminal.

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CAPITULO I

LA SUSTITUCIÓN DE LAS PENAS PRIVATIVAS DE LIBERTAD

1. GENERALIDADES

Aparte de la suspensión de la ejecución de las penas privativas de libertad, el Código


Penal de 1995 introdujo la posibilidad de que en determinados casos el Juez o Tribunal
sustituyera la pena de prisión inferior a un año, o excepcionalmente, de dos años, por
otra de arresto de fin de semana o de multa. Además permitió la sustitución de las penas
de arresto de fin de semana por multa o trabajos en beneficio de la comunidad. Pues
bien, la LO 15/2003 suprimió la pena de arresto de fin de semana, manteniendo la
posibilidad de sustituir las penas de prisión por multa o por trabajos en beneficio de la
comunidad.

Estas posibilidades de sustitución de penas privativas de libertad se prevén como de


estimación discrecional por parte del Juez o Tribunal, concediéndoles la posibilidad de
cambiar la pena señala al delito por otra pena no prevista para el mismo. Para sustituir
penas de prisión que no excedan de un año por multa o trabajos en beneficio de la
comunidad, bastará que el Juez o Tribunal oiga a las partes y considere que “las
circunstancias personales del reo, la naturaleza de los hechos, su conducta, y en
particular el esfuerzo para reparar el daño causado así lo aconsejen, siempre que no se
trate de reos habituales, sustituyéndose cada día de prisión por dos cuotas de multa o por
una jornada de trabajo”.

Además, como hemos señalado anteriormente, el Código Penal prevé también que
“excepcionalmente” podrán los Jueces o Tribunales “sustituir, por multa o por multa y
trabajos en beneficio de la comunidad, las penas de prisión que no excedan de dos años
a los reos no habituales cuando de las circunstancias del hecho y del culpable se infiera
que el cumplimiento de aquéllas pudiera frustrar los fines de prevención y reinserción
social”.

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Por último, cabe señalar que mientras en el caso de sustitución de penas de prisión de
hasta un año de duración, rige la regla de conversión de dos días de multa por un día de
prisión, y un día de trabajo en beneficio de la comunidad por un día de prisión; en el
caso excepcional de sustitución de penas de prisión que excedan de un año, hasta el
límite de dos, será aplicable al trabajo en beneficio de la comunidad el mismo baremo
que para las multas, es decir, dos días de trabajo por cada día de prisión.

Una de los principales criterios de política criminal adoptado en el Código Penal de


1991, fue el de restringir significativamente la aplicación efectiva de penas privativas de
libertad de corta y mediana duración. Así, el legislador señaló como prioridad “La
urgencia de buscar otras medidas sancionadoras para ser aplicadas a los delincuentes de
poca peligrosidad o que han cometido hechos delictivos que no revisten mayor
gravedad”1.

Desde los proyectos iniciales de 1984, el legislador nacional fue incluyendo un catálogo
cada vez más amplio de medidas alternativas. Para lo cual, dicho sea de paso, no dudó
en asimilar diferentes modelos legislativos foráneos, muchos de los cuales resultaron
inéditos para nuestro derecho penal2.

Lamentablemente esa vocación despenalizadora de la reforma no tuvo en cuenta la


limitada información existente en nuestro medio, acerca de los objetivos y alcances
funcionales que correspondían a este tipo de opciones reduccionistas de las penas cortas
de prisión. Como consecuencia de ello, los operadores de la Administración de Justicia
Penal se encontraron repentinamente obligados a aplicar instituciones desconocidas, y
sobre las cuales la doctrina nacional no había desarrollado mayor ilustración teórica o
práctica. Estos factores condicionaron negativamente la evolución de la jurisprudencia
referente a las nuevas medidas. Con el devenir de los años, se generó una sinuosa línea
de interpretación judicial, que se ha caracterizado por distorsionar u omitir
reiteradamente la aplicación de muchas de ellas3.

En los comentarios siguientes analizaremos la configuración legal y la práctica judicial


de una de aquellas medidas: la conversión de penas. Inicialmente, nos ocuparemos de su
1 Exposición de Motivos del Código Penal de 1991, apartado titulado “ Las Penas ”, en PRADO, V., Todo
sobre el Código Penal, t. II, Idemsa, Lima, 1996, p. 24.
2 Es así que el legislador siguió al Código Penal brasileño de 1984 al tratar de la sustitución de la pena
incorporó la reserva del fallo condenatorio en base a los Proyectos españoles de 1980 y 1983. La
exención de pena, en cambio, la reguló según el modelo del Código Penal portugués de 1982 y la
conversión de penas bajo la influencia del Código Penal Tipo para Latinoamérica.
3 Sobre estos aspectos ver: PRADO, V., Todo sobre el Código Penal, t. I, p. 116 y ss.

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regulación en el Código Penal vigente, para, luego, evaluar su asimilación y presencia


en el quehacer de la judicatura nacional.

1.1. Concepto y naturaleza jurídica

La conversión de penas es una forma de conmutación de sanciones 4. En tal sentido,


pertenece a aquellas medidas alternativas que se conocen específicamente como
sustitutivos penales. Consiste esencialmente en reemplazar una pena privativa de
libertad, conminada o impuesta judicialmente, por otra sanción de distinta naturaleza. O
como señala De la Cuesta Arzamendi, ante “La no necesidad para el sujeto concreto de
una pena cualitativamente tan grave, buscan la sustitución pura y simple de esas penas
por otras, pretendidamente menos dañosas para el individuo y la sociedad”5.

En el derecho penal comparado, este sustitutivo penal es designado también con otras
denominaciones. En el derecho penal brasileño, español y portugués se le conoce como
“sustitución de penas”, mientras que en Costa Rica y Guatemala se le denomina
“conmutación de penas”6.

Ahora bien, es también frecuente que algunos sistemas jurídicos como el mexicano
utilicen ambas denominaciones, reservando la de conmutación para el caso en que la
medida opere sobre delitos de carácter político. Sólo el Código Penal Tipo para
Latinoamérica emplea de modo exclusivo la expresión “conversión de penas”7.

En el caso concreto del Perú, la legislación vigente trata, en cambio, de dos instituciones
paralelas a las que identifica alternativamente como “sustitución de penas” (art. 32) y “
conversión de penas ” (art. 52), estableciendo notorias diferencias entre ambas.

1.2. Marco legal


1.2.1. Evolución legislativa

En el Código Maúrtua de 1924 no existían medidas que cumplieran iguales funciones a


las que el código vigente asigna a la sustitución y conversión de penas. No obstante, al
interior de su articulado hemos podido encontrar algunas formas de conmutación de

4 De allí que PEÑA CABRERA precise de modo concreto que “La conversión no es otra cosa que la
sustitución de una pena por otra”. Cf. PEÑA CABRERA, R., Tratado de Derecho Penal. Estudio
Programático de la Parte General, t. I, 2da edición, Grijley, Lima, 1995, p. 532.
5 DE LA CUESTA ARZAMENDI, J. L., “ Alternativas a las penas cortas privativas de libertad en el Proyecto
de 1992 ”, en Política Criminal y Reforma Penal, Editoriales de Derecho Reunidas, Madrid, 1993, p. 322.
6 Cf. Código Penal brasileño (art. 44), Código Penal español (art. 88), Código Penal portugués (arts. 43 y
44), Código Penal de Costa Rica (art. 69) y Código Penal de Guatemala (art. 50).
7 Cfr. Código Penal de México (arts. 70 y 73) y Código Penal Tipo para Latinoamérica (art. 80).

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penas privativas de libertad por medidas de seguridad, lo que ocurría en los casos de
delitos perpetrados por “ salvajes ” (art. 44), “ indígenas semi-civilizados o degradados
por la servidumbre y el alcoholismo ” (art. 45). Asimismo, se posibilitaba el reemplazo
de penas de internamiento por penas de penitenciaría cuando el delito hubiese sido
ejecutado “ por mayores de 18 y menores de 21 años de edad ” (art. 148)8.

Sin embargo, el supuesto que más se acercó a la conversión de penas fue el del artículo
194 del código derogado, y que permitía sustituir, ya en la etapa de ejecución, hasta un
noventa por ciento de la pena privativa de libertad impuesta en la sentencia por el pago
de una multa.

Cabe anotar, además, que la Constitución de 1979 otorgaba al Presidente de la


República la facultad de conmutar penas. Este desarrollo del llamado derecho de gracia
se aplicó fundamentalmente para la sustitución extrema de la pena de muerte por una
privativa de libertad9.

Al iniciarse el proceso de reforma, en setiembre de 1984, la conversión de penas sólo


fue considerada por el legislador como una opción aplicable a los delitos contra el
honor, y bajo los mismos requisitos que ya había contemplado para tales casos el
Código Penal de 192410.

Fue a partir del Proyecto de octubre del 84 que la conversión comienza a ser
considerada como una verdadera medida alternativa para las penas privativas de libertad
de corta duración. En dicho Proyecto, la conversión alcanzaba únicamente a penas de
prisión no mayores de un año, y tenían la condición de penas sustitutivas de la multa y
del trabajo en beneficio del Estado. Un requisito especial para acceder a dicha medida
fue la exigencia que el condenado garantizara el pago de la reparación civil (art. 66). Así
mismo, se estableció que el uso de la medida excluía “ la aplicación, simultánea o
sucesiva, de la condena de ejecución condicional ” (art. 67).

Los Proyectos de agosto de 1985 (art. 65) y de abril de 1986 (art. 64) ampliaron
significativamente los alcances de la conversión hasta el límite de tres años de pena
privativa de libertad. Además, incluyeron como presupuesto negativo la imposibilidad
de aplicar al sentenciado una condena de ejecución condicional.

8 Sobre los alcances de estas disposiciones ver: BRAMONT ARIAS, L. A., Código Penal Anotado. Editorial
El Ferrocarril, Lima, 1966, p. 109 a 113, y 299.
9 Cfr. art. 211, inc. 23 de la Constitución de 1979.
10 Ver art. 157 del Proyecto de Código Penal de setiembre de 1984.

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Finalmente, en los Proyectos de julio de 1990 (art. 58) y enero de 1991 (art. 52), la
medida sustitutiva que analizamos sufrió importantes transformaciones que
consolidaron su configuración definitiva en la legislación vigente. En efecto, por un
lado, se retoma como término máximo de conversión un año de pena privativa de
libertad. Y, por otro lado, se extiende el presupuesto negativo para considerar
alternativamente a la suspensión de la ejecución de la pena y a la reserva del fallo
condenatorio.

Lamentablemente, en ambos textos se omitió incorporar requisitos especiales


vinculados a la condición personal del agente, los que sí fueron exigidos en todos los
proyectos precedentes.

Es de señalar, también, que al incorporarse en aquellos instrumentos normativos las


llamadas penas limitativas de derechos, de prestación de servicios a la comunidad y de
limitación de idas libres, al estilo del Código Penal brasileño de 1984, se incluyó una
nueva medida alternativa similar a la conversión, la sustitución de penas.

A fines de 1997, el legislador decidió modificar la redacción del artículo 52º, a través de
la Ley No. 26890. El Proyecto remitido por el Ejecutivo al Congreso de la República,
planteaba como novedad disponer con carácter preceptivo la conversión de toda pena
privativa de libertad no superior a dos años. La Exposición de Motivos de dicha
propuesta señalaba que el objetivo perseguido era otorgar “Al magistrado una
herramienta legal capaz de facultarlo a favorecer la despenalización y despoblamiento
penitenciario, en favor de los condenados a penas ‘privativas de libertad’ medianamente
leves”11. Sin embargo, al ser analizada la propuesta por la Comisión de Justicia, si bien
se aceptó el límite de los dos años, se descartó ese pretendido carácter obligatorio de la
conversión, aduciendo que el mismo produciría serios trastornos en la eficacia
preventiva de las penas leves y limitaría también la capacidad selectiva de decisión del
órgano jurisdiccional. Al respecto los legisladores sostuvieron: “ Creemos que de asumir
la posición del proyecto de la ley de convertir obligatoriamente las penas privativas de
la libertad que no excedan de 2 años en otra de multa, prestación de servicios o la
limitación de días libres, conllevaría a la eliminación sistemática de todas aquellas
penas que no sobrepasaran dicho límite, pues en la práctica sólo habrían penas efectivas
a partir de 2 años a más, es decir que la estructura del Código penal se vería modificada

11 Cf. Proyecto de Ley remitido por el Presidente de la República al Presidente del Congreso mediante
oficio No. 126-97-PR del 03 de octubre de 1997.

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de asumir en su integridad la propuesta legislativa. Asimismo, tampoco podríamos


afirmar que el juez mantendría en estos casos la facultad discrecional respecto de
atender a la poca gravedad del hecho punible al momento de convertir una pena efectiva
por otra de prestación de servicios por ejemplo”12.

1.3. La conversión de penas en el Código Penal

En el Código Penal de 1991, la conversión de penas está regulada por los artículos 52 al
54. Su fuente legal la encontramos en los artículos 80 y 81 del Código Penal Tipo para
Latinoamérica, de donde fue recepcionada por el Proyecto de agosto de 1985. No
obstante, en lo esencial, su estructura actual fue consecuencia de las modificaciones
introducidas por el Proyecto de julio de 199013.

Como se ha mencionado anteriormente, la conversión de penas no es otra cosa que la


conmutación de la pena privativa de libertad impuesta en la sentencia por una sanción
de distinta naturaleza. Es de destacar que se trata de una medida de uso facultativo para
el Juez. De allí que también resulte útil para nosotros la advertencia que hace Gill al
referirse a la conversión de penas en el derecho penal panameño. (p. 263) Según este
jurista “Es obvio que la procedencia de estos medios sustitutivos es una potestad
discrecional del juez. Esto es, que su concesión - aún cuando concurran los presupuestos
legales - depende de que el juzgador considere su conveniencia. Por lo que estos medios
sustitutivo...no constituyen derechos del penado”14.

En el caso del derecho penal peruano, la conversión de la pena privativa de libertad


puede hacerse, alternativamente, con penas de multa, de prestación de servicios a la
comunidad o de limitación de días libres.

Para que proceda esta medida alternativa se exigen dos condiciones concurrentes:

a) Que la pena impuesta en la sentencia condenatoria no exceda a dos años de pena


privativa de libertad.

12 Cfr. Dictamen de la Comisión de Justicia recaído en el Proyecto de Ley No. 3078/97-CR remitido con
fecha 29 de octubre de 1997.
13 Sobre los efectos de esta influencia resulta anecdótico el pasaje de la Exposición de Motivos que trata
de la Conversión de Penas, ya que alude a un máximo de tres años de pena privativa de libertad para su
concesión, lo que difiere del límite de un año que para tal efecto fue consignado por el texto original del
artículo 52. Al parecer dicha contradicción fue consecuencia de redactar la Exposición de Motivos
tomando en cuenta el texto legal del artículo 58 del Proyecto de 1990.
14 Cf. GILL, H., La individualización judicial de la pena, Gabinete de Estudios Culturales. Panamá, 1996, p.
116.

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Según la doctrina nacional, este límite temporal resulta reducido si se tiene en cuenta
que en los proyectos de setiembre de 1989 (art. 57) y de julio de 1990 (art. 58) el
legislador optó por señalar un máximo de 3 años de pena privativa de libertad. Además,
no resulta homogéneo con los que son considerados para la procedencia de otras
medidas alternativas, como la sustitución de penas (3 años), suspensión de la ejecución
de la pena (4 años), o la reserva del fallo condenatorio (3 años). Es de mencionar que en
otros países la conversión se autoriza incluso para casos de penas privativas de libertad
de hasta cinco años, tal como ocurre en el Código Penal de Guatemala (art. 50). De allí
que coincidamos con Villavicencio en demandar una modificación que permita ampliar
“ a tres años la pena privativa de libertad a convertir ”15.

Para que proceda esta medida alternativa se exigen dos condiciones concurrentes:

b) Que en el caso concreto no sea posible aplicar al sentenciado una suspensión de la


ejecución de la pena o una reserva de fallo condenatorio.

Ahora bien, la incorporación de dicho presupuesto negativo en la legislación nacional


nos permite diferenciar la conversión de la sustitución de penas que regula el artículo 32
y, a la vez, la coloca como una medida alternativa de carácter subsidiario frente a las
otras que regula el Código de 1991.

Es de destacar que en el derecho vigente no se incorpora normativamente exigencias


que obliguen al Juez a discernir sobre los antecedentes y las condiciones personales del
condenado, a fin de aplicar una conversión, Esto si suele ser frecuente en el derecho
comparado como lo demuestran los Códigos penales de México (art. 70, in fine),
España (art. 88) y Portugal (art. 44.1). Tampoco en nuestra legislación se definen
criterios que orienten a la autoridad judicial para decidir acerca de la conveniencia de
aplicar en la conversión una pena pecuniaria o de limitación de derechos. Es decir que
también en este ámbito, la discrecionalidad del Juez resulta ser casi absoluta, ya que es
de asumir que en la sentencia se deberá fundamentar la razón de la pena sustitutiva
elegida.

En lo concerniente al proceso de conversión de las penas privativas de libertad en penas


de multa, o de prestación de servicios a la comunidad o de limitación de días libres, la
ley define las equivalencias siguientes:

15 VILLAVICENCIO, F., Código Penal. 2da. edición, Grijley. Lima, 1997, p. 217.

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a) Un día de privación de libertad por un día-multa.


b) Un día de privación de libertad por una jornada de prestación de servicios a la
comunidad.
c) Un día de privación de libertad por una jornada de limitación de días libres.

Cabe objetar que las variables de la ecuación que rige la conversión con penas
limitativas de derechos no son adecuadas y dilatan excesiva y desproporcionadamente el
periodo de cumplimiento. En efecto, dado que las penas de prestación de servicios a la
comunidad y de limitación de días libres se contabilizan en jornadas de fines de semana,
el hecho de poder transformar un máximo de 730 días de pena privativa de libertad en
tales sanciones, produciría como resultado una pena (p. 265) convertida de 730 jornadas
semanales, que obligaría al condenado a cumplir la pena durante catorce años. El
legislador peruano no ha tenido en cuenta, pues, que tratándose de penas limitativas de
derechos los modelos extranjeros sugerían términos equivalentes y prudentes para la
conversión. Es así que el Código Penal Tipo para Latinoamérica fijaba como límite seis
meses de trabajo obligatorio (art. 80) y el Código Penal de Cuba establece tres años (art.
33).

La conversión de penas genera en el condenado dos obligaciones fundamentales. Por un


lado, debe cumplir adecuadamente la pena convertida. Y, por otro lado, debe abstenerse
de cometer nuevo delito doloso cuando menos mientras dure el período de ejecución de
dicha pena. Según los artículos 53 y 54, la infracción injustificada de tales obligaciones
puede acarrear la revocatoria de la conversión. En este último supuesto, se producirá
una reconversión, que llevará al condenado a cumplir la pena privativa de libertad que
le fue impuesta en la sentencia y, en su caso, la correspondiente por el nuevo delito
cometido. Se trata de la llamada “cláusula de retorno” y que como señalan Mapelli y
Terradillos implica “la recuperación de la pena desplazada (cláusula de retorno). Si el
incumplimiento es inicial, aquella se ejecuta en su totalidad; si es parcial, se emplea la
misma regla de conversión pero en sentido inverso”.

Es de advertir que la revocatoria requiere un apercibimiento previo por parte de la


autoridad judicial. Dicha amonestación debe materializarse de modo formal y no
limitarse a una simple notificación. Sin embargo, este requerimiento se hace innecesario
cuando la infracción en la que incurrió el condenado supone la comisión de un nuevo
delito doloso cuya pena conminada es de tres años o más de privación de libertad,
puesto que ante tal circunstancia la revocatoria será inmediata. Por tanto, como señala

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Villavicencio, “si la sanción prevista fuera la de prestación de servicios a la comunidad


(así el caso del delito previsto en el art. 163) o la de limitación de días libres (ejemplo,
el delito previsto en el art. 164) o de multa (verbigracia, el delito previsto en el artículo
131), la revocación no se da”. Igualmente, tampoco procedería una revocación
automática como plantea el artículo 53 del Código Penal si el nuevo delito cometido
fuera sancionado con pena privativa de libertad inferior a tres años.

De producirse la revocatoria, el Juez deberá descontar para la reconversión, la parte de


sanción que el condenado cumplió a través de la pena convertida. Para ello el artículo
53 establece la siguiente tabla de compensación:

a) Un día de multa por cada día de privación de libertad.


b) Una jornada de servicio a la comunidad o una de limitación de días libres por
cada siete días de pena privativa de libertad.

Es importante advertir que estos términos de compensación para el caso de penas de


prestación de servicios a la comunidad y de limitación de días libres, son diferentes a los
previstos en el artículo 52. No obstante, resultan ser más equitativos y adecuados a las
características ejecutivas de tales penas, razón por la cual de lege ferenda debemos
sugerir su homologación para el procedimiento de conversión.

1.4. Conversión, sustitución y conmutación de penas

En el derecho penal peruano coexisten actualmente otras medidas similares a la


conversión de penas que permiten reemplazar la pena impuesta en una sentencia
condenatoria por otra sanción. Nos referimos a la sustitución y a la conmutación de
penas. La primera se encuentra también regulada en el Código Penal vigente (arts. 32 y
33). Y la segunda, en cambio, está normada en la Ley No. 26655, como un desarrollo de
las facultades que la Constitución de 1993 (art. 118, inc. 21) concede al Presidente de la
República.

La sustitución de penas es de origen brasileño e implica poder reemplazar penas


privativas de libertad de hasta tres años por penas de prestación de servicios a la
comunidad o de limitación de días libres18. La conmutación de penas es una medida
motivada por la voluntad política de corregir los errores judiciales cometidos en la
aplicación de la legislación penal antiterrorista (1992-1997). Ella supone sustituir la
pena privativa de libertad impuesta al sentenciado por una sanción de menor duración
pero de igual naturaleza.

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MEDIDAS DE SEGURIDAD

GENERALIDADES

El código distingue las medidas de seguridad en razón de su naturaleza jurídica. Asi

podemos distinguir entre medidas de seguridad privativa de libertad y medidas de

seguridad no privativas de libertad. En definitiva la clasificación se realiza en función

del bien jurídico afectado, la libertad de ambulatoria.

En el campo del derecho penal, culminado un proceso, hay dos alternativas: La primera

y más común es imponer una pena y, la segunda, es la aplicación de una medida de

seguridad. El tema de las medidas de Seguridad se relaciona de manera directa con la

Imputabilidad. Nuestro Código Penal parte de la presunción de que todas las personas

son imputables, pero ha establecido ciertos casos de inimputabilidad, los cuales se

encuentran en el Art. 20° num. 1: la anomalía psíquica, grave alteración de la conciencia

y alteraciones en la percepción; y Art. 20º num. 2: el sujeto menor de 18 años es

ininputable. Cuando el sujeto está incurso en alguna de estas situaciones en forma

parcial, es considerado como un inimputable relativo o disminuido. Las medidas de

seguridad son tratamientos que se brindan a los sujetos cuando están dentro de alguno

de los supuestos del Art.20° num.1 -inimputabilidad total o relativa-, y tiene como

fundamento evitar que estas personas consideradas como peligrosas, cometan nuevos

delitos.

La preeminencia que alcanzó la tesis de la prevención especial y la ineficacia de la pena

retributiva, en la manera como había sido concebida en los viejos códigos, hicieron que

irrumpieran en la legislación y en la doctrina una serie de recursos tendientes a facilitar

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el tratamiento de delincuentes de acuerdo a su personalidad. Estos recursos son

designados con la denominación de medidas de seguridad, y que complementando o

suplantando a la pena deben cumplir con la prevención especial, es decir, disminuir o

hacer desaparecer las causas que hacen del agente un ser peligroso.

Los diversos movimientos propugnadores de un derecho penal de prevención especial,

exigen el abandono de la pena y su substitución por medidas de seguridad (Escuela

positivista italiana, Defensa social extrema.

Nuestro codificador, siguiendo a los proyectos suizos incorporó al sistema de sanciones

del Código diversas medidas de seguridad: el internamiento en un hospital u hospicio de

inimputables y/o imputables relativos. La aplicación de una de estas medidas requiere,

que la personalidad del agente se adecue a una de tales categorías, y que se haya

cometido una acción prevista en la ley como delito. En todos los casos, es indispensable

que el agente haya actuado culpablemente y se haga merecedor a una pena. Con esto se

restringe ya de manera sensible el poder del Estado a recurrir a este tipo de medios de

prevención de la delincuencia, los cuales representan en la práctica, como en el caso de

la pena, la privación o restricción de derechos inalienables de la persona humana.

En la dogmática penal, se han realizado tentativas para encontrar una justificación a

estas medidas. Welzel considera como base de las medidas de seguridad el principio

ético-social general, de que sólo puede participar, en forma íntegra en la vida en

comunidad, el que se deja dirigir por sus normas y como, según él, la libertad exterior o

social sólo se justifica en base a la posesión de una libertad interior vinculada

éticamente, se podrá limitar la libertad, mediante una medida de seguridad, a los agentes

que no sean capaces para tener esta libertad (enfermos mentales) o a los que no tienen

suficiente dominio sobre ella (viciosos, alcohólicos, etc. Stratenwerth, criticando la tesis

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DERECHO PENITENCIARIO

de Welzel, estima, por el contrario, que la justificación de las medidas de seguridad debe

buscarse en el interés preponderante de impedir la comisión de acciones delictuosas.

ORIGENES

La aparición de las medidas de seguridad fue el resultado de un proceso de crisis y de

cambio en el paradigma de las ciencias penales. Ellas aparecen como la consolidación

normativa de las doctrinas etiologístas de la criminalidad y del positivismo naturalista y

sociológico. Según Mapelli y Terradillo: “El nacimiento de las medidas de seguridad

responde a coordenadas bien conocidas: desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta

bien entrado el XX el positivismo científico penetra en la reflexión penal, invitando a

dejar las anteriormente entendidas y consideraciones metafísicas ancladas en el Derecho

Natural. Se trata, entre otros objetivos, de volver al delincuente, como sujeto con

determinadas características que el primer positivismo criminológico se encargó de

estudiar con la fiebre clasificadora propia de la época. LOMBROSO, CUBI Y SOLER

serían los paradigmáticos corifeos de esta línea, que otros – PRINS, VACCARO, FERRI

– complementarían intentando incluir factores sociales que, actuando sobre el sujeto,

habrían de determinar su peligrosidad.

En este punto de partida caracteriza no solo las construcciones doctrinales sobre

peligrosidad y medidas, sino también los primeros textos legislativos que les dieron

acogida y que quedan definidos por dos notas: la consideración del peligroso como el

anormal, el otro, el enfermo, el marginal, y el desprecio por las garantías propias de la

justicia de togas negras, que deben ceder ante la funcionalidad de la justicia de bata

blanca o de las necesidad de defensa de la sociedad, entendiéndose por tal la formada

por los nuestro, lo normales o los sano, pero también por lo útiles, los integrados.

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DERECHO PENITENCIARIO

Sobre este proceso Hurtado Pozo ha sostenido también que “La corriente del

positivismo criminológico italiano propuso el abandono del criterio de la culpabilidad y

su sustitución por la de carácter peligroso del delincuente. Su fundamento fue la

concepción determinista del mundo. Por tanto, percibe el comportamiento humano

como el resultado de un proceso condicionado por la personalidad de este y las

circunstancias exteriores y no como una manifestación del libre arbitrio del autor.

Considera que la pena es, por tanto, inútil y propugna que sea reemplazada por las

mediad de seguridad. Con esta, se debe neutralizar al delincuente, tratarle mediante la

educación y la medicina o colocarle bajo tutela o asistencia. La aplicación de estas

medidas depende, en consecuencia, del estado personal del delincuente. Su objetivo es

combatir su peligrosidad De esta manera se refuerza la idea de prevención general”.

Sin embargo, corresponde a la llamada Escuela de la Política Criminal la iniciativa de

integrar penas y medidas de seguridad como mecanismos alternos para una mejor

respuesta estatal ante la criminalidad. Para sus principales ideólogos con ese proceder

pragmático se podrían superar las evidentes limitaciones y excesos de las tendencias del

libre albedrio y del determinismo absoluto. Es en ese contexto que a través de un Ante

Proyecto de Código Penal de 1839, el penalista suizo Carl Stoos decidió, por primera

vez, regular en una propuesta legislativa un sistema bipartito o dualista de sanciones

donde incluían penas y medidas de seguridad. Para los especialistas este experimento

permitía que la primera encontrara un complemento adecuado en las segundas.

Para Stoos resultaba notoria la necesidad de dotar al Derecho Penal de sanciones

diferentes que no se justificaran exclusivamente en la culpabilidad del autor del hecho

punible, sino, que también, pudieran legitimarse como medios de control del peligro que

aquel objetivaba con su comportamiento proclive a comerlos. De esa manera, pues, se

adapto como opción legislativa que ha trascendido al sigo al XX la configuración al

18
DERECHO PENITENCIARIO

interior de los Códigos Penales modernos de un sistema dualista de sanciones de doble

vía. Es decir, con la conminación de penas para los sujetos con capacidad de

culpabilidad y de medidas de seguridad para quienes careciendo de ella hacían visible

su peligrosidad subjetiva. Al respecto sostiene JORGE BAERREIRO: “El ordenamiento

jurídico penal aparece integrado por dos sectores: el delito – pena y el estado peligros –

medida de seguridad. Así llega a una solución de compromiso en cuanto respeta la

esencia retributiva de la penal e introduce los nuevos medios preventivo – especiales de

lucha contra el delito.

CONCEPTO Y NATURALEZA

Las medidas de seguridad son sanciones que se aplican judicialmente a los inimputables

o imputables relativos que han cometido un hecho punible, cuando existe el peligro

potencial de que puedan incurrir en el futro en actos similares.

Para Villavicencio Terreros: “La medida de seguridad supone la aplicación de un

tratamiento dirigido a evitar que un sujeto peligros llegue a cometer un delito...por ello

podemos decir que las medidas de seguridad tiene como presupuesto fundamental a la

peligrosidad del delincuente.

Ahora bien, en la doctrina y el derecho extranjeros las medidas de seguridad han

recibido diferentes denominaciones. Es así que para algunos autores ellas son

designadas como “medidas de seguridad y reinserción social” o como “medidas de

seguridad criminales”, siendo que en el derecho penal alemán las medidas de seguridad

son conocidas como “medidas de corrección y seguridad”, y en la legislación peruana la

terminología tradicional es “medidas de seguridad”, que fue la que utilizó el Código de

Maurtua desde 1924.

19
DERECHO PENITENCIARIO

En la actualidad la naturaleza punitiva de las medidas de seguridad consisten siempre en

una privación o restricción de bienes jurídicos, por ende, constituyen un medio de

control social formal que es capaz de producir graves efectos restrictivos en la libertad

de las personas.

FUNDAMENTO DE LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD

Pocas dudas existen en afirmar que el fundamento inmediato de las medidas de

seguridad es la peligrosidad personal del individuo. No obstante esta afirmación

necesita ser matizada.

PETROCELLI definió la peligrosidad como "un complejo de condiciones subjetivas y

objetivas bajo cuya acción es probable que un individuo cometa un hecho socialmente

daños" , MUÑOZ CONDE la entiende como "la posibilidad de que se produzca un

resultado".

En ambos autores se manifiesta como un pronóstico o juicio de probabilidades referido

al comportamiento futuro del individuo. Por otro lado, se exige conceptualmente la

necesidad para fundamentar la medida.

En esta definición genérica de peligrosidad existen dos principios prácticamente

confundidos: la peligrosidad criminal y la peligrosidad social. La primera es la

posibilidad de que un sujeto cometa un delito o siga una vida delincuencial; refleja, por

tanto, un individuo antisocial. La segunda es la probabilidad o realidad de que el sujeto

realice actos levemente perturbadores de la vida comunitaria (actos asociales}, sin

llegara cometer delitos propiamente dichos, pues no son actos antisociales; se trata,

pues, de un individuo asocial.

20
DERECHO PENITENCIARIO

La peligrosidad social resulta insuficiente para imponer medidas penales, debiendo

quedar su prevención a la política social del Estado y, en caso de fracaso, al Derecho

administrativo.

La peligrosidad criminal, concebida en definitiva como un juicio de probabilidad de

delinquir en el futuro, se manifiesta a su vez de dos maneras: peligrosidad criminal

predelictual y peligrosidad criminal postdelictual. En la primera la peligrosidad no se

manifiesta por medio de la realización de una conducta delictiva, sino por indicios

personales distintos de la concreta comisión del delito. En la segunda se expresa con un

hecho tipificado como delito sin necesidad de que el sujeto sea imputable y culpable que

es indicio de su inclinación antisocial. Semejante distinción nos introduce en la

problemática de cuál de estas clases de peligrosidad constituye el presupuesto de las

medidas de seguridad jurídico-penales o, dicho de otra forma, es necesario responder a

la pregunta de si pertenecen al Derecho penal las medidas predelictuales. En el Derecho

penal italiano se suele distinguir, en atención a que la prevención se dirija a impedir que

el sujeto peligroso cometa o vuelva a cometer un delito entre medidas de prevención

post delictum o medida de seguridad y medidas de prevención ante delictutn (o praeter

delictulnl o, más simplemente, medida de prevención.

En España la polémica se mantiene en pie. Numerosas razones son esgrimidas a favor

de la integración de las medidas predelictuales dentro del Derecho penal.

BERISTAIN las ha resumido de la siguiente forma:

a. El Derecho penal-moderno debe prevenir más que castigar; por ello la

reeducación del individuo será más fácil si se ataja al de antes de cometido el

delito;

21
DERECHO PENITENCIARIO

b. La mayor y mejor defensa de los derechos del individuo requiere la actuación de

un órgano jurisdiccional que generalmente actúa con mayor independencia, con

mayor formación jurídica y con menor arbitrariedad que los órganos del poder

ejecutivo;

c. Muchas legislaciones penales del pasado y del presente incluyen entre sus

sanciones verdaderas medidas predelictuales; entre aquéllas se muestran las

españolas Ley de Vagos y Maleantes y Ley de Peligrosidad y Rehabilitación

Social. En esta misma línea se decantan JIMIÉNEZ DE ASÚA y MIR PUIGIO.

En contra, esto es, opuesto a la admisión de las medidas de seguridad predelictuales en

el Derecho penal, se manifiesta MIR, al que no le valen las razones adversas de estar

reguladas en la Ley citada y antes en la de Vagos y Maleantes y de ser aplicadas por los

órganos de la jurisdicción criminal, para evitar su naturaleza administrativa, en razón de

que la inclusión en una misma ley es un argumento formal que no prejuzga la naturaleza

jurídica de un precepto, e igualmente los órganos de la jurisdicción criminal aplican

asimismo normas que no son por su naturaleza penales.

El mismo BERISTAJN alude en línea parecida a las siguientes razones:

a. Falta proporción entre el mal que se trata de evitar y la intromisión en el campo

de la intimidad, de la libertad y de los derechos del ciudadano, la aceptación de

estas medidas en la esfera punitiva abre la puerta a funestos abusos de poder;

b. Falta justificación, pues no son necesarias para la misión que el Derecho penal

tiene en un Estado social y democrático de Derecho, como demuestran todos

aquellos países, que son mayoría, cuyos Códigos penales no las contienen y no

por ello se ven quebrantadas más que en los que sí las utilizan, la paz, la justicia

y la prosperidad pública;

22
DERECHO PENITENCIARIO

c. Una gran parte de los teóricos del Derecho niega, en igual intensidad, que sean

imprescindibles tales medidas su posición de excluir de la esfera penal las

medidas de seguridad predelictuales y, coherentemente, limitar el presupuesto de

las medidas de seguridad de forma especial a las generadas por la peligrosidad

postdelictual,

JUSTIFICACION DE LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD

BERISTAIN diferencia en dos bloques las opiniones de los penalistas que buscan la

justificación de las medidas de seguridad a través de diversas argumentaciones:

a. Los vinculados a orientaciones neoclásicas exigen una justificación ético-moral,

y por tal motivo aceptan sólo aquellas medidas que privan de sus derechos a

quienes no pueden o no saben ejercerlos con libertad interior, o a quienes esa

privación de derechos resulte en conjunto provechosa para superar la rémora en

su desarrollo personal;

b. Los más cercanos a las orientaciones positivistas que las justifican en su

necesidad y utilidad social, desde el momento en que la pena por si sola no es

suficiente para alcanzar las metas del Derecho penal actual.

De ambos planteamientos se pueden sacar provechosas enseñanzas. La justificación

última de las medidas de seguridad es su necesidad para la sociedad.

Sin embargo, un importante sector de autores estima que esto no es suficiente, con ser

bastante, para deducir de ahí su única justificación.

Para WELZEL, junto a la fundamentación utilitarista de la medida de seguridad se

precisa una fundamentación ético-social. Toda libertad exterior o social -escribe- sólo se

justifica en base a la posesión de una libertad interior vinculada éticamente. El que no es

apto para tener esta liberta interior, dirigida por una autodeterminación ética (como los

23
DERECHO PENITENCIARIO

enfermos mentales) lo que a raíz de predisposiciones, vicios y hábitos perniciosos y él

no tiene el suficiente dominio sobre ella, ya no puede exigir la plena libertad social. En

virtud de esto se justifica la institución de las medidas de seguridad frente a los

delincuentes por estado. A estos aspectos ético-sociales generales se agregan numerosos

momentos éticos más específicos, así como el derecho y deber del Estado de cuidado,

de rehabilitación y de asistencia respecto al enfermo mental, a las personas de

imputabilidad disminuida, a los toxicómanos, el derecho de educación frente a los

jóvenes y refractarios al trabajo, etc.

Semejante argumentación de WELZEL ha sido contestada por numerosos autores.

STRATENWERTH, por ejemplo, indica que el fundamento ético welzeliano es válido

exclusivamente para las medidas de seguridad destinadas a inimputables y semi

imputables. Para este último autor, la justificación ética de la medida de seguridad se

encuentra exclusivamente en el interés social preponderante de la prevención del delito,

de intima conexión con el principio de proporcionalidad.

La combinación racional entre necesidad, utilidad y libertades individuales proyecta el

auténtico fundamento de la medida de seguridad.

Convenimos, no obstante, en la dificultad que en la práctica encuentra la aplicación de

estos principios teóricos, insuficiente, a todas luces, para negar idoneidad a la necesidad

y al utilitarismo en sentido científico. De todas formas es imprescindible asumir que

junto a esta necesidad de las medidas se sitúan los derechos y libertades ciudadanos en

una reclamada simbiosis, al igual que sucede con la pena y, en definitiva, con el

Derecho penal.

FINES DE LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD

Si la función y el fin de la pena se muestran como un problema frecuentemente

discutido, no sucede lo mismo con respecto a la medida de seguridad, sobre la que

24
DERECHO PENITENCIARIO

existe cierta unanimidad en admitir que su finalidad esencial es la de la prevención

especial.

De este fin preventivo-especial derivan dos problemas. de gran trascendencia. Por un

lado, el señalamiento del necesario equilibrio entre las medidas político-criminales de

prevención de los delitos y las libertades individuales; por otro lado, la exacta

comprensión del término resocializar.

La mala utilización de las medidas de seguridad que puede transformarlas en un medio

de ataque contra las garantías individuales provoca cierta tensión con las reglas

esenciales del Estado democrático de Derecho. Una política criminal de medidas de

seguridad que aspire a ser compatible con los postulados de este modelo de Estado

deberá, en opinión de RODRÍGUEZ MOURULLO, rodear al sistema penal preventivo

de una serie de garantías dirigidas a evitar los peligros que las medidas de seguridad

pueden comportar para la certeza del Derecho. Estas son:

a. Vigencia del principio de legalidad ninguna declaración de peligrosidad sin estar

descrita en la ley; ninguna medida de seguridad sin regulación legal;

b. Exigencia de una previa comisión delictiva;

c. Medidas de seguridad al servicio del individuo;

d. Eliminación de todo carácter aflictivo;

No se trata con todo esto, puntualizamos en parte con el propio RODRIGUEZ

MOURULLO, de defender una concepción individualista y radicalmente liberal del

Derecho y de la sociedad, sino de poner las prevenciones necesarias para frenar a

aquellos que aniquilan al individuo bajo el pretexto de una supuesta defensa social que

en definitiva, no es más que la defensa de los que mandan.

La segunda cuestión a la que se ha aludido es la relativa al contenido resocializador de

25
DERECHO PENITENCIARIO

la medida de seguridad, que coincide en el Art. IX del Título Preeliminar del Código

Penal actual.

REQUISITOS PARA APLICAR UNA MEDIDA DE SEGURIDAD (ART. 72°):

1. Que, el agente haya realizado un hecho previsto como delito, es decir, la

conducta realizada debe estar recogida dentro de un tipo penal.

2. Que del hecho y de la personalidad del agente pueda deducirse un pronóstico de

comportamiento futuro que revele una elevada probabilidad de comisión de

nuevos delitos.

Esto es lo que se conoce como un pronóstico de peligrosidad post-delictual, es decir,

esta medida se aplica para que el sujeto cometa delitos posteriores -futuros-.

Luego de cumplirse estos requisitos, debe examinarse la duración, la cual debe ser

proporcional a la peligrosidad delictual del agente (Art.73°l, la gravedad del hecho

cometido y los que probablemente cometería si no fuera tratado. La graduación de la

peligrosidad del sujeto depende de la opinión de peritos en la materia. Pero, tal como

señala el Dr. Prado Saldarriaga: "En todo caso, la ley no precisa los indicadores

concretos de peligrosidad, configurándose, por tanto, una noción ambigua y de corte

estrictamente normativo, afectando así el Principio de Legalidad".

Las medidas de seguridad no son penas y, por tanto, no se basan en el principio de

culpabilidad - reproche de la conducta-, sino en el principio de proporcionalidad

-grado de peligro.

MEDIDAS DE SEGURIDAD PRIVATIVAS DE LIBERTAD.

Aparecen recogidas en los artículos 71.1, 74 y 75 del Código penal.

a. El Internamiento En Centro Hospitalario

26
DERECHO PENITENCIARIO

Conforme a lo dispuesto en el artículo 74 del Código penal:

Al sujeto que sea declarado exento de responsabilidad criminal conforme al inciso 1 del

artículo 20, se le podrá aplicar, si fuere necesaria, la medida de internamiento para

tratamiento médico especial en un establecimiento adecuado al tipo de anomalía o

alteración psíquica que se aprecie. El internamiento no podrá exceder del tiempo que

habría durado la pena privativa de libertad, si hubiera sido declarado responsable el

sujeto, y a tal efecto el juez o tribunal fijará en la sentencia ese límite máximo; 2. El

sometido a esta medida no podrá abandonar el establecimiento sin autorización del juez

o tribunal sentenciador, de conformidad con lo previsto en el artículo 75 del referido

cuerpo de leyes; y 3. Además, esta medida de seguridad también podrá imponerse en el

caso de eximente incompleta en relación con el artículo 77 siempre que la pena

aplicable sea privativa de libertad. Igualmente se puede aplicar a un toxicómano o

alcohólico imputables antes de la ejecución de la pena.

b. El Internamiento En Otro Centro Adecuado

A los que fueren declarados inimputables, exentos de responsabilidad, también se les

podrá internar en un centro adecuado, con fines terapéuticos o de custodia. El sometido

a esta medida no podrá abandonar el establecimiento sin autorización del juez o tribunal

sentenciador.

TIPOS DE MEDIDAS DE SEGURIDAD

1. INTERNACIÓN

Se aplica a los inimputables dentro de instituciones especializadas en el tratamiento de

estos sujetos, con fines terapéuticos o de custodia. La duración de esta medida no puede

exceder el máximo de legal de la pena privativa de libertad que hubiera correspondido

aplicarle por el delito cometido. La autoridad del centro de internación debe rendir un

27
DERECHO PENITENCIARIO

informe cada 6 meses al Juez. Por ejemplo: en los manicomios.

Los establecimientos especiales de internación, según el Código de Ejecución Penal de

1991 D.Leg. 654, son:

a. Centros Hospitalarios

b. Centros Psiquiátricos

c. Centros Geriátricos

d. Centro para madres con hijos, los que cuentan con local con guardería infantil.

e. Centros para la ejecución de medidas de seguridad determinadas por el Código

Penal.

2. TRATAMIENTO AMBULATORIO.

Esta medida se aplica a los inimputables relativos conjuntamente con su pena. En este

caso, a diferencia del anterior, el sujeto no está recluido en una institución-sino que es

examinado periódicamente

1. La Imputabilidad

Para poder analizar si una persona puede ser o no juzgado penalmente se deberá tener

en cuenta lo siguiente:

a. Ser mayor de 18 años (art. 20º inc. 2)

b. Tener capacidad psicológica (art. 20º inc.1)

 Anomalía Psíquica

 Grave alteración de la conciencia

 Sufrir alteraciones en la percepción que afecte su concepto de la realidad

28
DERECHO PENITENCIARIO

 No tener la capacidad de comprender el carácter delictuoso de su acto

Si se tiene aquéllos requisitos se puede hablar de imputabilidad, si no se cumple alguno

de los requisitos necesarios para hacer desaparecer totalmente la responsabilidad, pero

tampoco se concurre totalmente en el artículo anterior, se procede a disminuir

prudencialmente la pena hasta límites inferiores a su mínimo legal (art. 21º)

Ejemplo. En el art. 20º, si la anomalía psíquica no es total, si posee cierto grado de

conciencia, el juez pondrá en práctica el artículo precedente.

En cuanto a la edad hay imputabilidad restringida en los siguientes casos:

a. Más de 18 años y menos de 21 años, basándose en la inmadurez del agente.

DIFERENCIAS Y SEMEJANZAS ENTRE MEDIDAS DE SEGURIDAD Y

PENAS

Los medios con que el Derecho penal moderno se enfrenta a la delincuencia son

fundamentalmente la pena y la medida de seguridad, que a la vez se presentan como las

consecuencias jurídicas más relevante de la infracción criminal.

Es posición tradicional separar radicalmente pena de medida de seguridad.

La pena, según se ha visto antes con sumo detenimiento, arranca inicialmente como un

castigo; la medida de seguridad, como una privación de bienes jurídicos. La esencia de

la pena atendía a la justa retribución del mal del delito proporcionada a la culpabilidad

del reo; la de la medida de seguridad, ala defensa de la sociedad. Finalidad de la pena

era la expiación y, secundariamente, la prevención general; la de la medida de

seguridad, la utilitaria de prevención especial. Fundamento de la

pena inequívocamente se centraba en la culpabilidad; el de la medida de seguridad, en la

peligrosidad del individuo.

Sin embargo, pronto empezaron los intentos de acortar distancias y de comprensión

29
DERECHO PENITENCIARIO

diferente de ambas instituciones, sobre todo de la pena. Así, por ejemplo, la Escuela

Positiva se opuso radicalmente a estos criterios, en su idea, ya estudiada, de transformar

la pena retributiva y ejemplar en medida de prevención, individual; es decir, atraer la

pena ala medida de seguridad. No obstante, tras el común reproche a los positivistas de

que la novedad era más nominal que otra cosa ellos mismos se encargaron de atenuar el

primitivo radicalismo de su tesis.

3.1 SEMEJANZAS

En este afán de acercar una y otra, GRISPIGNI estimó como caracteres compartidos de

las penas y de las medidas de seguridad los siguientes:

b. Más de 65 años, se basa en que por lo general las personas tienen una menor

peligrosidad.

a. Ambas consisten en la disminución de bienes jurídicos.

b. Ambas se aplican a las personas que son autoras de un hecho que presenta los

elementos objetivos y subjetivos de un delito.

c. Ambas tienen por finalidad la defensa social, es decir, son medios jurídicos de

tutela de la sociedad y, con más exactitud, son medios dirigidos a impedir la

comisión de delitos.

d. Ambas tienen por objeto hacer cesar la peligrosidad de las personas que son

autoras de un hecho previsto como delito.

3.2 DIFERENCIAS

Por contra, el mismo autor acepta como criterios que las diferencian los que se detallan:

e. Ambas son inflingidas por órganos de la jurisdicción penal.

30
DERECHO PENITENCIARIO

a. Mientras que las penas tienen por presupuesto un delito punible, las medidas de

seguridad un hecho que presenta los elementos objetivos y subjetivos de un

delito, si bien no es imprescindible que constituyan un delito punible.

b. En tanto que las penas se aplican solamente a personas imputables, las medidas

de seguridad se orientan también a personas no imputables.

c. Las penas se aplican no sólo después del hecho dañoso o peligroso sino

asimismo a causa de éste, en tanto que medidas de seguridad se aplican

igualmente con posterioridad al hecho, pero no a causa de éste porque el delito

es solamente la ocasión una de las condiciones para la aplicación de esas

medidas.

d. Y por tanto, mientras que las penas son siempre la consecuencia jurídicas de ese

hecho ilícito que es el delito y constituyen la reacción contra éste y la sanción

jurídica por él; en cambio las medidas de seguridad son adoptadas

exclusivamente como medios de defensa contra el peligro esto es no son una

reacción ni constituyen una sanción jurídica;

e. A las penas tanto en el momento de la amenaza como en el de su aplicación

concreta se les asigna una función intimidatoria de la generalidad de los

ciudadanos y se adoptan en consecuencia, como medios para fines de la

prevención especial, a la medida de seguridad se le atribuye finalidades de

prevención especial.

f. Las penas son proporcionadas tanto a la gravedad del delito como a la

peligrosidad del agente, las medidas exclusivamente a su peligrosidad;

g. La imposición de penas, tanto desde el punto de vista formal como desde el

sustancial, es función exclusiva y específica de la jurisdicción penal, la de las

31
DERECHO PENITENCIARIO

medidas, si bien se confía a esos mismos órganos, lo es solamente por razones

de oportunidad, en virtud del principio de economía procesal y por razones de

garantía del ciudadano.

32
DERECHO PENITENCIARIO

CAPITULO II

CADENA PERPETUA EN EL PERU

ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA CADENA PERPETUA

Acudiendo a datos históricos encontramos que en la antigüedad ya se pensó en la

cadena perpetua y fue PLATON uno de sus propulsores, así se desprende de “las ideas

de Platón referentes a las cárceles. Para él cada Tribunal debía tener su cárcel propia,

para que los que delinquían fuesen encerrados de por vida”

En ROMA “...durante la época del Imperio, hallamos penas privativas de la libertad.

Así podemos anotar la esclavitud de por vida”

En el Derecho HEBREO la prisión “también fue empleada como una sanción o

verdadero tipo de pena, a la que se puede comparar una especie de prisión

perpetua moderna, ...según nos refiere el Marqués de Pastoret... al hombre que

había cometido un delito se lo miraba como indigno de vivir en sociedad, y por lo

mismo se le encerraba en un calabozo, que no tenía más de sus pies de elevación y era

tan estrecho que no podía extenderse en él el delincuente, a quien se lo

mantenía solamente a pan y agua, hasta que su extrema debilidad y flaqueza

anunciaban una muerte próxima, pues entonces se le añadía un poco de cebada”

En la Edad Moderna se institucionaliza la cadena perpetua y se experimentan

cambios en el Derecho Penal, la pena de cadena perpetua surge en sí como una

alternativa a la pena de muerte por influencia del “Iluminismo”, ideas que como

refiere Eugenio CUELLO CALON “...a fines del siglo XVIII dominaron en el mundode

33
DERECHO PENITENCIARIO

la inteligencia, a los que se ha dado el nombre de “Iluminismo” y a su tiempo el de

“siglo de las luces”... pero su realizador fue el milanés CESARE BECCARIA” junto a

él estuvieron HOBBES RUFFENDORF y HEIDELBERG “... todos ellos

fundamentaron la pena en la intimidación” que caracteriza particularmente a la

cadena perpetua.

CONCEPTO

Recogemos conceptos vertidos en la doctrina penal, algunas opiniones de expertos y

frases de ex internos que revelan experiencia de vida, así:

LUIGI FERRAJOLI: “... esa especie de muerte civil que es la cadena perpetua”

VICTOR PRADO SALDARRIAGA: “la denominada cadena perpetua, es un tipo de

pena privativa de libertad indeterminada de por vida”

JESCHECK: “La cadena perpetua como su propio nombrelo indica, consiste en la

privación de la libertad personal para toda la vida”

DEFINICION DE LA CADENA PERPETUA

La cadena perpetua podemos definir como una pena privativa de libertad,

intemporal, indeterminada, rígida, tasada, que en el fondo importa la neutralización del

sentenciado, como ser humano al encerrarlo de por vida en un establecimiento penal de

régimen cerrado, con un propósito inocuizador de la pena, en contradicción con

postulados constitucionales de reinserción social, resocialización y principios

universales de derechos humanos.

CARACTERISTICAS

De la definición de la pena cadena perpetua se derivan las siguientes

características:

34
DERECHO PENITENCIARIO

- Es una pena privativa de libertad, se equipara con la prisión, reclusión

perpetuas o “de por vida”.


- Es una pena intemporal, ilimitada, culmina con la muerte del sentenciado en un

establecimiento penal.
- Es una pena eliminatoria, inocuizadora. No sólo priva de la libertad al

individuo sino además impide el ejercicio de sus derechos como persona

humana.
- Es una pena desocializante porque aparta totalmente al sentenciado de la

sociedad con el riesgo de prisonización.


- Es una pena tasada, no admite criterios de graduación de la pena, no es posible

la determinación judicial graduada de la pena, porque es para toda la vida.


- Es una pena de exclusión.“la pena de cadena perpetua es una pena que

excluye al ciudadano, al reo de la sociedad, no solamente marginándolo,

sino sepultándolo en una cárcel, privando al ser humano de cualquier

posibilidad, al menos desde el punto de vista conceptual de recuperar la

libertad”.
- Es una pena indeterminada desde la fase legislativa de la pena. VICTOR

PRADO SALDARRIAGA puntualiza su carácter indeterminado al señalar

que “es una pena que no tiene un límite de duración final y que por

consiguiente se aparta de lo que corresponde al tratamiento actual de la pena

privativa de libertad”.
- Es una pena indivisible
- Es una pena estigmatizante. CURY URZUA al respecto sostiene que: “marcar a

un sujeto como criminal es hacerlo efectivamente tal, renunciar a toda

expectativa de resocializarlo y transformarlo, por consiguiente es un

peligro crónico para la convivencia pacífica”, característica que rodea a la

cadena perpetua.

CADENA PERPETUA EN EL PERU COMO PRODUCTO DEL DERECHO

PENAL DE EMERGENCIA

35
DERECHO PENITENCIARIO

“El Derecho Penal de Emergencia, surge como un concepto propio de la literatura

italiana, para identificar el control penal dirigido a los grupos de ultra derecha y ultra

izquierda de dicho país”, esta política se extendió a países de Latinoamérica con el

propósito de hacer uso de la violencia estatal para neutralizar brotes y períodos de

violencia política; sin embargo, las normas dictadas bajo estas coyunturas no

respondían sólo y únicamente a situaciones de emergencia, por el contrario se

tornaban en permanentes, como ha ocurrido en la experiencia de países

latinoamericanos, entre ellos el nuestro, como bien afirmara el jurista nacional

Víctor PRADO SALDARRIAGA (1993): “Bajo una confusa noción de paz y orden, o

de necesidad de orden público, la política penal de emergencia se va extendiendo”

A partir del 5 de abril de 1992, el denominado “Gobierno de Emergencia y

Reconstrucción Nacional” liderado por el Ing. Alberto Fujimori daría inicio también a

su estrategia legislativa antisubversiva, que colisionaría abiertamente con los

principios del Derecho Penal Democrático que se habían plasmado con el Código

Penal de 1991. Precisamente, cuando el Código Penal debía cumplir un año de

vigencia, se produjo el autogolpe Fujimorista del 05 de abril de 1992 y se dictan los

Decretos Leyes N° 25475, 25659, 25708 y 25880 para modificar la legislación

precedente en materia de delito de terrorismo y traición a la patria. Lamentablemente

esta política de expansionismo penal continuaría en esta dirección, manteniendo la

LA CADENA PERPETUA EN LA PERSPECTIVA DEL DERECHO PENAL

CADENA PERPETUA, SUS IMPLICANCIAS CON LOS FINES DE LA PENA.

Las teorías de la pena permiten orientar la política criminal de cada Estado y definir

36
DERECHO PENITENCIARIO

el propio Derecho Penal.

Como sostiene el autor nacional Felipe Villavicencio Terreros “cada una de las

teorías responde a una determinada concepción de Estado y consecuentemente,

cada teoría origina una definición del Derecho Penal” . Es a través de la pena que cada

Estado coloca límites al ejercicio del poder penal y establece mecanismos para hacer

uso del control social formal.

La cadena perpetua es una pena que ha sido incorporada en catálogos punitivos de

diversas latitudes del mundo, el Perú no es ajeno a esta realidad. Lamentablemente la

cadena perpetua por su naturaleza y sus características presenta serias implicancias

con los fines de la pena que se tratan de explicar mediante las denominadas

“teorías de la pena”, que a través de diversos principios o axiomas procuran

fundamentar las penas y al hacerlo le otorgan fundamento al propio Derecho

Penal.

Los fines de la pena se circunscriben a la retribución, la prevención general, la

prevención especial y a criterios mixtos que buscan convergencia entre la

prevención y retribución. Respecto de las TEORIAS ABSOLUTAS de la pena si el

fundamento de la pena, según estas teorías radica únicamente en la justicia y en la

necesidad de preservar la moral como valores absolutos, deberíamos preguntarnos si la

cadena perpetua se justifica como pena que ostente calidad de mecanismo válido que

utilice la sociedad para la realización de la justicia, como supremo valor?.

Asimismo, es preciso apreciar en el tipo de pena, la justicia y reflexionar si ¿será

posible que tanto el autor como la colectividad coincidan en calificarla como una pena

justa?, o, conforme al pensamiento de Hegel “el imponerla es justo en sí y por sí”

37
DERECHO PENITENCIARIO

En torno a las TEORIAS RELATIVAS, también se advierte implicancias de la cadena

perpetua con las teorías que sustentan la prevención. “Las denominadas teorías

relativas justifican en castigo por su utilidad, “atienden solo al fin de la pena y le

asignan utilidad social (prevención)”

217. Conciben “la pena como medio para evitar que surjan delincuentes de la sociedad”

Desde esta perspectiva la cadena perpetua es considerada como un instrumento útil a los

fines de la prevención, fundamentalmente para“prevenir delitos futuros”. Sin embargo,

sus implicancias son manifiestas en relación a la prevención general, en su vertiente

intimidatoria, en tanto su uso refleja en observancia de límites al poder punitivo estatal,

al reducir al condenado a cadena perpetua a la situación de objeto para los fines de los

demás hombres, esto es, al pretender disuadir a través de esta pena a la generalidad de

ciudadanos, para evitar que incurran en delitos, se utiliza al condenado a cadena

perpetua “como un medio para proteger determinados intereses sociales”,

precisamente en el denominado segundo momento intimidatorio en que tiene una

utilidad “pedagógico-social, es decir,... interviene como un instrumento educador en

las conciencias jurídicas de todas las personas; previniendo así el delito

POSTURAS SOBRE LA CADENA PERPETUA

La pena de cadena perpetua como la pena de muerte dentro de los Estados

democráticos del mundo constituyen temas polémicos y problemas aún no resueltos.

A pesar de insistentes voces de rechazo hacia estas sanciones draconianas, que

provienen no sólo del ámbito del Derecho, sino de otras ciencias sociales como la

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DERECHO PENITENCIARIO

Sociología, la Psicología, Politología, de la propia Criminología, ambas penas

permanecen vivas en los catálogos punitivos.

La cadena perpetua recibe serios cuestionamientos, incluso mayores a los de la

pena capital, por cuanto representa una muerte en vida y un suplicio permanente,

razones suficientes para provocar enfrentamientos entre gobernantes y la propia

sociedad, como discrepancias al interior del tejido social. En este tema siempre será

difícil encontrar consensos porque surgirán opiniones a favor o en contra.

Al presente no se vislumbra aún, la abolición de la cadena perpetua. Si se hace un

recorrido por algunas legislaciones penales europeas y americanas se puede

constatar que la tendencia es a conservarla. Asimismo se advierten algunas

innovaciones como procurar límites a su intemporalidad, a través de ciertos

mecanismos que darían lugar a la excarcelación previo proceso de revisión después de

un período de tiempo que se reconoce razonable; estos períodos oscilan entre 25 y 35

años, objetivamente este sigue siendo cadena perpetua aunque se quiera sostener

lo contrario, el paso del tiempo es irrevisable,irreversible, por una ficción legal los

treinta o treinta y cinco años de encierro no pierden su esencia de pérdida de libertad

absoluta, pérdida de vida en sí misma.

CONCLUSIONES

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DERECHO PENITENCIARIO

- Los derechos humanos funcionan como baremos del sistema jurídico, por tanto,

la cadena perpetua al soslayar los principios constitucionales que defienden a la persona

humana y los principios universales que protegen los derechos humanos deviene en

ilegítima y por ende injusta.

- La cadena perpetua en el Perú como máxima pena que afecta la libertad del

individuo no obedece a un Programa Político Criminal, pese a haberse incorporado en

nuestra sistemática penal como mecanismo de control penal de una situación coyuntural

como el terrorismo, se ha tornado permanente la alarma penal en el país.

- La cadena perpetua es una pena tasada que impidesu graduación en el momento

de la determinación judicial de la pena.

- El Derecho Penal peruano, históricamente ha sufrido un retroceso al colocar en

la cúspide de la escala penal la cadena perpetua, que, por el contrario, colisiona con las

bases del Estado Social y Democrático de Derecho, destacando por su marcado

simbolismo penal.

BIBLIOGRAFÍA

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 http://cybertesis.unmsm.edu.pe/xmlui/bitstream/handle/cybertesis/1189/Aguirre_as

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 https://www.unifr.ch/ddp1/derechopenal/anuario/an_1997_03.pdf
 Derecho Penal Parte General Tomo III- Jacobo López Barja De Quiroga
 Derecho Penal Parte General Teoría Del Delito Y De La Pena Y Sus Consecuencias

Juridicas – Alonso Raúl Pena Cobrara Freyre

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