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UNIVERSIDAD LA GRAN COLOMBIA

FACULTAD DE DERECHO

PRÁCTIVA PROBATORIA Y PROCESAL EN DERECHO CIVIL

MILADIS MORALES GUTIERREZ CÓDIGO 6000910627

FREDY ALONSO CIFUENTES GARCIA CÓDIGO 6001010158

DOCENTE: Dr. MARCO TULIO CALDERON PEÑALOZA

PRINCIPIO DE PRIMACÍA DEL DERECHO SUSTANCIAL.

Según el artículo 228 de la Constitución nacional “La administración de justicia es


función pública Sus decisiones son independientes, Las actuaciones serán públicas
y permanentes con las excepciones que establezca la ley y en ellas
PREVALECERÁ EL DERECHO SUSTANCIAL.

A la luz de este mandato superior es que se ordena interpretar todo el


ordenamiento procesal y precisamente el artículo 4 del código de procedimiento
civil consagra que “Al interpretar la ley procesal el juez deberá tener en cuenta
que el objeto de los procedimientos ES LA EFECTIVIDAD DE LOS DERECHOS
RECONOCIDOS POR LA LEY SUSTANCIAL”

Al analizar la situación que se desprende de estos postulados, ya constitucionales,


ahora legales, requiere una seria discusión que de ser bien profunda verse sobre la
distinción entre lo esencial y lo accidental a la hora del reconocimiento de algún
derecho la más somera lectura de los preceptos enunciados arriba podría llevar a la
emisión de un juicio que elimine de plano la utilidad del derecho adjetivo, sin
embargo la finalidad de este escrito debe apuntarle a establecer que si bien es
cierto el derecho sustancial tiene primacía en todo el ordenamiento jurídico
precisamente la magnitud de su primacía hace que los elementos jurídicos de tipo
procesal se desarrollen de forma correcta y oportuna para garantizarla.

Abordar este tema es importante habida cuenta de la necesidad de establecer el


protagonismo de el derecho procesal en el reconocimiento o la negación de un
derecho pues buen es sabido que muchos litigios han sido perdidos gracias a
errores de tipo procesal. Sin embargo dicho protagonismo ha de entenderse como
accidental, no esencial, papel que le correspondería al derecho sustancial; es un
medio, un instrumento, un facilitador, un camino, una ruta, un derrotero, una guía,
pero en ningún momento, un fin en si mismo.

El principio tratado en este ensayo, busca “que las formalidades no impidan el logro de
los objetivos del derecho sustancial, y siempre que el derecho sustancial se pueda cumplir a
cabalidad, el incumplimiento o inobservancia de alguna formalidad, no debe ser causal para
que el derecho sustancial no surta efecto 1” y es que ya la jurisprudencia de la Corte
Constitucional ha reiterado mucho respecto de este tema en primer lugar
consideró que:

“Cuando el artículo 228 de la Constitución establece que en las actuaciones de la


Administración de Justicia "prevalecerá el derecho sustancial", está reconociendo
que el fin de la actividad jurisdiccional, y del proceso, es la realización de los
derechos consagrados en abstracto por el derecho objetivo, y, por consiguiente, la
solución de los conflictos de intereses. Es evidente que en relación con la realización
de los derechos y la solución de los conflictos, el derecho procesal, y específicamente
el proceso, es un medio”2.

Pese a lo formalista que es el derecho positivo y particularmente el colombiano, a


pesar del excesivo ritualismo que se debe llevar en los diferentes procesos, pues,
no es desconocido que efectivamente cada caso particular puede encuadrarse en
un tipo procesal dependiendo la especialidad de que se trate, ya penal, ya
administrativa, ya laboral, ya de familia etc.; esta característica del derecho no
puede nunca desligarse de su propósito, dicho de otra forma no es correcto,
jurídicamente, que se considere por separado la observación de un determinado
proceso sin una vinculación real a un elemento sustantivo so pena de quedar
totalmente vacío. Respecto de esto es interesante la recopilación que la Corte
Constitucional hace mostrando cómo el constitucionalismo ha permitido que
precisamente exista una profunda conexidad entre el derecho sustantivo y el
adjetivo:

“Uno de los espacios en los que mayor incidencia ha tenido el constitucionalismo


es el derecho procesal. En la tradición del positivismo formalista el derecho
procesal estaba desprovisto de una vinculación sustancial con lo que era materia
de litigio; se agotaba en una ritualidad cuya configuración se realizaba
fundamentalmente en la instancia legislativa; era ajeno a propósitos que lo
conectaran con los fines estatales y la protección de las garantías que lo

1
http://www.gerencie.com/principio-de-la-prevalencia-del-derecho-sustancial-sobre-el-formal-en-materia-tributaria.html Recuperado
el 14 de febrero de 2013.

2
Sentencia C-029 de 1995
integraban sólo se brindaba en esas actuaciones y bajo los estrechos parámetros de
protección establecidos por el legislador. Así, no llamaba a interés el hecho de que,
en materia de derechos, la sustancia que se tenía entre manos se desvaneciera ante
las ritualidades y formalidades de unos procedimientos que las más de las veces se
explicaban por sí mismos y que perdían puntos de contacto con lo que era objeto
de controversia.

Pero esa dimensión del derecho procesal ha sido superada pues el


constitucionalismo ha rescatado las garantías centenariamente elaboradas como
contenidos del derecho procesal para vincularlas inescindiblemente a la
realización de las normas sustanciales. Las ha dotado de una teleología que no se
explica a partir del solo rito o procedimiento sino en relación directa con las
normas jurídicas que consagran los efectos jurídicos que las partes pretenden.
Las ha redimensionado para darles ahora el carácter de facultades irrenunciables,
históricamente consolidadas y positivizadas; esto es, para advertir en ellas
derechos fundamentales.

Con ello, ha dotado al proceso de una nueva racionalidad pues ya no se trata de


agotar ritualismos vacíos de contenido o de realizar las normas de derecho
sustancial de cualquier manera sino de realizarlas reconociendo esas garantías
irrenunciables pues su respeto ineludible también constituye una finalidad del
proceso3”
Pero con el hecho de vincular de forma más profunda los procedimientos en pro
de la realización del derecho sustancial, no solo se blinda y garantiza mejor este,
sino que se le da una dignidad mayor al procedimiento pues este se eleva a una
instancia más alta poniéndose al servicio de lo que está de base en el estado social
de derecho, ya no se queda solo y vacío, ya no se sirve a sí mismo como fin último,
entiende, y así lo debe entender el operador judicial en cada caso, que jamás
puede una verdad jurídica evidente ceder ante la exigencia desproporcionada de
un procedimiento que pueda tornarse nugatorio del derecho material.

Precisamente en orden a lo anterior la Corte precisó la creación del concepto de


“Exceso ritual manifiesto” para advertir a los jueces sobre la importancia de la
correcta aplicación del derecho procesal que implica no contravenir lo dispuesto
por el derecho sustancial:

“Los jueces deben ser conscientes de la trascendental importancia que tiene el


derecho procesal en cuanto a medio garantizador de los derechos materiales dentro
del marco de un debido proceso. En consecuencia, el actuar general debe ser guiado
por la coexistencia de estas manifestaciones normativas permitiendo que en un
marco jurídico preestablecido se solucionen los conflictos de índole material.

3
Sentencia C-131 de 2002
Sin embargo, si el derecho procesal se torna en obstáculo para la efectiva
realización de un derecho sustancial reconocido expresamente por el juez, mal
haría éste en darle prevalencia a las formas haciendo nugatorio un derecho del cual
es titular quien acude a la administración de justicia y desnaturalizando a su vez
las normas procesales cuya clara finalidad es ser medio para la efectiva realización
del derecho material (art. 228).

De lo contrario se estaría incurriendo en una vía de hecho por exceso ritual


manifiesto que es aquel que se deriva de un fallo en el cual haya una renuncia
consciente de la verdad jurídica objetiva evidente en los hechos, por extremo rigor
en la aplicación de las normas procesales convirtiéndose así en una inaplicación de
la justicia material4”

Todo lo anterior evidencia de manera fehaciente la real aplicación que se debe dar
al principio constitucional del artículo 228 constitucional lo cual no quiere decir en
ningún momento que se deseche todo tipo de proceso en el reconocimiento del
derecho material, todo lo contrario, sabido es que es precisamente el derecho
adjetivo el que garantiza un debido proceso dentro del reconocimiento de los
derechos, lo cual obliga tanto a las partes como al juez, dando seguridad jurídica a
todas las actuaciones.

Lo que si se proscribe, a la luz de la jurisprudencia de la Corte Constitucional es


que se sacrifique el goce de los derechos fundamentales por la aplicación rigurosa
de las reglas de carácter procedimental so pena de incurrir en vía de hecho. En
palabras de la Corte:

“Si bien las formalidades o ritos son parte de todo proceso judicial, dichas formas
han sido establecidas para garantizar a las partes intervinientes el cumplimiento
de un debido proceso que respete sus derechos. No obstante, al aplicarse de manera
manifiesta, las normas atendiendo únicamente a su texto o haciendo una
aplicación mecánica, se incurre en un exceso ritual manifiesto.
(…)
Así las cosas, en aras de garantizar el respeto de los derechos fundamentales, y
evitar la negación de los mismos, en los casos en que la observancia de las
formalidades atente contra la protección del derecho fundamental quebrantado,
éste debe prevalecer sobre las normas procesales.5”

4
sentencia T-1306 de 2001

5
sentenciaT-052 de 2009
Ahora bien, en la mayoría de los casos prácticos lamentablemente se evidencia
precisamente una exigencia rigurosa del ritualismo procesal incluso contra el
reconocimiento de derechos fundamentales y solo al llegar a la Corte
Constitucional, por vía de tutela, se restablece la armonía normativa querida por
la Carta. Sin embargo, como siempre, está en la capacidad argumentativa del
abogado el que se convenza al juez respecto de lo pretendido, se hará necesaria
una preparación más exhaustiva en el tema de la prevalencia del derecho
sustancial y sobre todo de fundamentar los discursos en los principios
constitucionales ya que son ellos la base sobre la que se ha construido el Estado
Social de Derecho.

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