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S oy Madame Rochy, fui proxeneta muy exi-

tosa durante 20 años, media vida, yo tenía


en ese momento 20 años y estaba a punto de
graduarme como abogada en una prestigiosa
universidad de Bogotá y tenía un novio que
también estudiaba la misma carrera conmigo.
No tuve precauciones y en medio de mi ro-
mance y mi gran amor quedé embarazada y
pertenecía a una familia muy tradicional. En
mi familia teníamos un magistrado de las Altas
Cortes y un destacado General de la Policía
de Colombia, una familia ejemplar con ética
y moral tradicional. Y cuando se enteraron
de mi embarazo, sin haberme antes vestido
de blanco y jurado amor eterno ante un al-
tar, me rechazaron por este ser que llevaba
en mi vientre, pues según ellos esto era una
deshonra para la familia.
Para colmo de males, mi hombre, mi novio,
no asumió su responsabilidad y me dejó sola.
Doble drama: por fuera de mi casa y sin el
respaldo del padre de la criatura que estaba
en mi seno. Me fui a una pensión elegante en
el barrio Teusaquillo y por falta de recursos

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¿Amores Prepago?

fui cayendo poco a poco hasta que terminé en


un inquilinato del barrio Santa Fe. Cada noche
lloraba, pues me sentía sitiada en una zona de
tolerancia. En medio de estas circunstancias
nació mi bebé y el desespero económico era
cada día peor.
Una distinguida joven que estaba allí, tam-
bién en una penosa situación, fue la que me
habló de un amigo de ella que era un Mecenas
y con el cual podría trabajar para él y salir
adelante. Fuimos a verlo. Era nada menos que
Alberto Giraldo, el famosísimo periodista y que
se codeaba con Ministros, Senadores, exitosos
Empresarios y Presidentes de la República.
De inmediato Alberto Giraldo me propuso que
“como era estudiante universitaria invitara a
algunas de las más bellas que quisieran ganar-
se fortunas ennoviándose y saliendo con sus
amigos ya fueran políticos de alto nivel o los
famosísimos Capos del Cartel de Cali: Gilberto
y Miguel Rodríguez Orejuela. A partir de allí mi
vida cambió: de la penuria pasé a tener todo
lo que necesitaba.
Así me inicié y lo digo abiertamente como
proxeneta; y centenares de mujeres de las
más bellas de Colombia empezaron a formar
parte de mi portafolio de una casa de modelos.
Tengan la certeza que bellas Modelos, Reinas
de Belleza, Presentadoras de T.V., Actrices,
incluso varias Miss Colombia, antes y después
de serlo, pasaron a formar parte de mi exclu-
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Madame Rochy

sivo catálogo. Algunas trabajaron solo como


modelos para calendarios y desfiles. Otras co-
braron mucho dinero como Prepagos. Alguna
de ellas llegó a cobrar como una “leona”: 600
millones de pesos, por un fin de semana, di-
nero que equivale a US$300.000… ¡hágame el
favor! Y luego ya siendo actriz famosa apareció
desnuda en revistas españolas y colombianas.
Las que se prestaron a salir o acostarse con
señores, esas sí cobraron dinero, mucho dine-
ro, compraron apartamentos, carros y pueden
vivir ya de su renta. Pero ahora todas posan
de “santas”, de “yo no fui”, de “es mentira,
me están calumniando”, “yo fui siempre una
hija de papi y mami, una santa paloma”, “voy
a denunciar a Madame Rochy, voy a buscar
un abogado –de esos que sobornan jueces– y
verá cómo callo a la Madame Rochy”. La doble
moral colombiana: hacer y después ocultar.
Pero pienso que hablar, destapar y contar
contribuye, pues la verdad siempre es mejor
que la mentira, además, las verdades tarde
que temprano siempre aparecen y los colom-
bianos no son tontos y saben que lo que digo
es cierto. Después de mi primer libro he reci-
bido más de 6.000 e-mails de los cuales cen-
tenares y centenares de hombres y mujeres
me han contado más y más historias de las
bellas que aparecieron en mi primer libro y de
otras modelos, reinas y presentadoras que ni
yo misma conocía. Y ese será mi tercer libro:

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¿Amores Prepago?

transcribir los e-mails de valientes colombia-


nos que se decidieron hablar y contar historias
con detalles, con testigos y con nombres ver-
daderos: ”Tiemble la mujer infiel, tiemble la
ingrata, que el honor y la culpa me arrebata”
escribía sabiamente Shakespeare en su obra
Otelo que me tocó estudiar en mis clases de
derecho penal en la Universidad.
En Colombia se tiene el dicho que “La ropa
sucia se lava en casa” y que estas historias
es mejor ocultarlas, pues “hacen daño” y el
tapen-tapen es la falsa moral que se ha im-
puesto en la sociedad colombiana y que es una
de las grandes causas, sino de porqué estamos
como estamos. Callar y callar. Los periodistas
antioqueños, pereiranos, caleños, costeños
y bogotanos conocen que las historias que yo
cuento, ellos ya las sabían, pero que siempre
las ocultan, pues si las revelaran se quedarían
sin trabajo, puesto que los mismos medios
propician la ley siciliana del silencio.
Pero además del sexto mandamiento: ”No
fornicarás” y del noveno “No codiciarás la
mujer del prójimo”, debería existir otro, el
undécimo: “No ocultarás”.
En este libro me propongo justamente no
ocultar tantas cosas que sé porque las viví,
tantas reuniones con prestantes personajes
del país, que ahora se las vienen a dar de
dignos.

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Madame Rochy

Fui Madame Rochy una proxeneta durante


dos décadas al servicio y bajo la orientación y
dirección de mi entrañable amigo Alberto Gi-
raldo, que todos llamábamos “El Loco” Giraldo
quien se codeaba entre magnates, políticos y
era invitado a la posesión de Presidentes.
Cuando Alberto murió, esa parte de mí, de
ser proxeneta, se fue a la tumba con él. Ese día
en el cementerio supe que al enterrar Alberto
Giraldo y echarle tierra encima de su ataúd,
terminaba mi vida como proxeneta.
Mi nombre verdadero en Consuelo García
González y hoy me presento de frente y sin
tapujos. No dudo en expresar en estas líneas
mi confesión y mi arrepentimiento por esa pro-
fesión. Y justamente como aporte a la sociedad
escribo estos libros para que las verdades se
conozcan, para que no haya tanto fariseísmo
y empezar a acabar con la filosofía del “tapen-
tapen” que es la seudomoral colombiana de
centenares de reinas, bellas, modelos, pre-
sentadoras y actrices.

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