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CONCLUSIONES
II. Existe en la mayoría de empresas del país la falta del equilibrio financiero en la
marcha de sus negocios, por que no se comprende que la diferencia sustancial entre
el financiamiento mediante préstamos comerciales y el financiamiento mediante
emisión de acciones. Los préstamos comerciales deben ser retribuidos en forma fija
con los intereses y la devolución o amortización del capital, así existan pérdidas,
mientras que a los accionistas se les debe retribuir sólo cuando existan utilidades y
se acuerde el reparto de éstas en junta general.
III. La sociedad anónima, por ser el mecanismo jurídico colector del ahorro público
para convertirlo en inversión productiva, busca estimular al accionista, con un haz
de derechos subjetivos, como contrapartida al aporte, estando su responsabilidad
limitada a dicho aporte, garantizando que exista una justificable relación entre el
capital social u el objeto social.
IV. La acción es el instrumento para reunir capital con el fin de realizar por medio de la
sociedad emisora una actividad económica concreta (objeto social), mediante dicho
título valor se ejercita los derechos sociales y se transmite de modo fácil, rápido y
segura la participación de un sujeto en una sociedad anónima determinada. La
acción, como instrumento de inversión, es la expresión de la cualidad de socio, que
engloba, derechos sustanciales y procesales, así como prerrogativas susceptibles de
ejercicio individual o agrupado.
V. Entre los derechos incorporados a la acción se pueden diferenciar dos: los derechos
individuales y los de los accionistas minoritarios. Los llamados derechos individuales
o fundamentales se encuentran ligados a la cualidad misma de socio, tienen
usualmente una posición inalienable e insuprimible por los estatutos u órganos
sociales, son derechos pilares que sostienen el status de accionista y que en el caso que
las necesidades de la actividad económica de una sociedad anónima requiera excluir,
excepcionalmente, alguno de estos derechos, tal exclusión debe ser flanqueado con el
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financiamiento del objeto social de la sociedad anónima. Ramos
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VII. Como derecho abstracto, el derecho de participación en los beneficios debe buscar
proteger al accionista no solo contra cualquier posible acuerdo social que pretenda
excluirle de la participación en los beneficios obtenidos por la empresa, sino contra
la posible decisión injustificada de la junta de accionistas de no repartir los
beneficios que se vayan obteniendo, reservándolos indefinidamente, pues de lo
contrario este derecho se convertiría en un enunciado programático, no atractivo
para el inversionista.
XI. Como tutela del derecho de los accionistas sin derecho a voto, existe la obligación de
la sociedad al reparto del dividendo preferencial cuando existan utilidades
distribuibles, o sea, en circunstancias normales, estas utilidades no pueden ser
destinadas a reservas voluntarias o mantenerlas en otra cuenta del patrimonio sin
distribuirlas; este reconocimiento del derecho a la rentabilidad debe ser extendida a
las acciones comunes u ordinarias. Los privilegios o preferencias, contenidas en las
“acciones preferenciales”, no pueden hacer ilusorios los derechos económicos de
los accionistas ordinarios, por lo que habrá de reputarse inadmisible e ilegítimo
todo acto que excluya a cualquier accionista de participar en el reparto de las
utilidades.
XII. En la mayoría de empresas controladas por inversionistas nativos del Perú, las
administraciones o los propios accionistas que la controlan, sin justificar en planes
de expansión u otro de interés social, constituyen irrazonables reservas voluntarias,
cuentas de utilidades sin distribuir o ejecutan constantes capitalizaciones,
presentándose la falta de distribución sistemática de las utilidades, o sea dejándola
sin rentabilidad. Por ello, se debe adoptar mecanismos legales de protección del
derecho que todo accionista tiene a participar en las utilidades. La constitución de
reservas voluntarias, cuentas de utilidades no distribuidas o capitalización de las
utilidades y/o beneficios, se deberá ejecutar dentro de criterios de razonabilidad.
XIII. El proceso de extinción de una sociedad se inicia con la disolución, etapa en la cual
se verifica una causa legal o estatutaria, que pone fin a la etapa normal de
funcionamiento, dando inicio a una segunda etapa, denominada liquidación, y
posteriormente concluirá con la división del haber social y extinción propiame nte
dicha de la sociedad como sujeto de derecho. La división del haber social tiene
como finalidad exclusiva la repartición de los bienes líquidos o en natura,
comprendidos en la restante masa patrimonial, adjudicándolos a los que tienen
derecho. La división no es una parte ni una fase de la liquidación, constituye la
secuela inmediata de la extinción de la sociedad. Si al final de la liquidación de la
sociedad, tenga ésta un activo que exceda del pasivo más allá de la cifra del capital,
el reparto final del patrimonio comprenderá las ganancias no repartidas en vida de
la sociedad. En caso contrario, la división del haber social resultante de la
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liquidación no hará más que devolver a los socios, en todo o en parte, lo aportado
por ellos al desembolsar las acciones.
XV. Las acciones privilegiadas, dentro de las que se encuentra las acciones sin derecho
de voto, tienen el derecho de participar preferentemente en la cuota de liquidación,
que permitiría a algunos accionistas ser preferidos frente a los tenedores de
acciones ordinarias. Si existen beneficios, los privilegios en la participación del
mismo no deben excluir a los titulares de las acciones ordinarias de participar en la
distribución de éstos. De igual modo, en caso que el haber social sea menor que el
capital social, las acciones sin voto (privilegiadas), podrán recibir una cuota mayor
pero no podrán absorber todo el patrimonio repartible. No se puede privar a ningún
accionista del derecho a participar en la cuota de liquidación ni exonerarlos de
participar en las pérdidas.
XVI. A pesar que existe un tímido reconocimiento del derecho de asistencia como una
facultad protegible en si misma y desvinculado de la emisión del voto, su
fundamento se afianza con el hecho que la ley otorga facultades autónomas y/o
complementarias en la junta gene ral de accionistas distintas al derecho de voto y en
el principio que las normas que privan o suspenden el derecho de voto a los
accionistas no debe extenderse más allá de los supuestos previstos en la ley. .
XIX. En principio todo accionista tiene derecho a participar en la gestión de los asuntos
sociales a través de su voto en la junta general admitiéndose la posibilidad de que se
emitan acciones privilegiadas sin voto como excepción, lo cual no empaña la plenitud
del principio.
XX. Las acciones sin derecho de voto no podrán superar la mitad del capital social, pues de
lo contrario se podría tener la mayoría de acciones sin voto, pero con privilegios
inexistentes por que se habría diluido en la mayoría de acciones.
XXI. Las llamadas "acciones sin derecho de voto" han tenido como fundamento de origen
el fenómeno de la ausencia de accionistas en las Juntas Generales, por el poco interés
de los pequeños accionistas y por la vocación rentista de alguno de éstos presentado
en las llamadas sociedades anónimas públicas o abiertas, es por ello que no se justifica
que las disposiciones sobre la creación y emisión de acciones sin derecho a voto
alcancen a otras modalidades de sociedades anónimas además de las abiertas.
XXIII. Cuando el accionista ligado por un pacto, que no implica la representación por un
síndico, incumple tal pacto en el momento de la votación, la validez del voto que
entrañe la violación de ese compromiso no puede ser impugnado. Si el pacto de
sindicación y el nombramiento del sindico es puesto en conocimiento de la
sociedad, la asistencia personal del representado, en este caso el sindicado, a la
junta general, no producirá la revocación del poder conferido.
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XXIV. Con los pactos de sindicación y la presencia de los accionistas institucionales (AFPs,
Fondos Mutuos), la junta general de accionistas y por consiguiente el ejercicio del
derecho a voto empiezan a recobrar su función e importancia, o sea, la junta general
vuelve a ser el órgano supremo de expresión de la voluntad social; desterrando el
“ausentismo” de los accionistas y la dispersión de éstos y por la falta de suficiente
interés, que fueron los fundamentos para sustentar la aparición de las acciones sin
derecho de voto.
XXVI. A pesar que la función del derecho de suscripción preferente, es evitar el mencionado
aguamiento de la participación social y el mantenimiento del “status quo” del
accionistas, no es suficiente protección del accionista frente a las acciones dolosas de
los accionistas que ejercen el control de la sociedad cuya finalidad es modificar la
estructura accionarial en perjuicio de los accionistas reduciendo su participación, pues
aprovechan la dificultad del acceso al mercado de capitales para colocar el título
que contiene el derecho de suscripción preferente, generando la indefensión del
accionista cuando éste no dispone de suficientes recursos para suscribir las nuevas
acciones o, simplemente, no desea realizar dicha inversión; es por ello, que debería
establecerse la posibilidad de que tal derecho vaya acompañado con otras medidas
compatibles como: la acumulación de la prima con el derecho de suscripción, que
otorga una plena protección al accionista y supera las limitaciones tanto de la prima,
como del derecho de suscripción preferente; en otro caso el accionista que se ve
privado del derecho de suscripción preferente debe tener el derecho de separación,
dándole la posibilidad de abandonar la sociedad sin experimentar un desmedro
patrimonial en su cuota de participación; otra de las alternativas sería la exclusión
del derecho de suscripción preferente, compensando a los accionistas por la dilución
de sus acciones; inclusive, el derecho de acrecer debiera ejercitarse previa
compensación a los accionistas que no pueden o no desean ejercer su derecho de
suscripción preferente.
XXVIII. En la legislación nacional las causales de exclusión del derecho de suscripción son
muy rígidas por lo que se debería modificar las mencionadas causales, así por
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XXXI. El accionista titular de acciones sin derecho a voto tiene le gítimo interés en que la
deliberación adoptada por la junta general sea válida, por lo que no se explica que
se le legitime sólo para impugnar los acuerdos sociales que afecten sus privilegios.
sus acciones, sería una infracción a dicho derecho, ya que esperar que se le informe
cuando se decida publi car la convocatoria para la realización de la Junta de
Accionistas, eliminaría el carácter de “oportuna” de toda información reconocida
señala la ley y atenta los deberes de fidelidad que tienen los administradores para
con los accionistas Por ello debe in corporarse como derecho fundamental del
accionista al derecho de información, el cual puede ejercerlo tanto con ocasión de
la realización de la Junta General o cuando exista legítimo interés, como por
ejemplo, para transferir sus acciones.
XXXVII. El derecho de los accionistas a exigir que los Estados Financieros y la Memoria anual
del Directorio sean sometidos a examen de auditoria, en la legislación peruana,
requiere un elevado porcentaje de participa ción accionaría para que tales accionistas
estén legitimados a exigirlo, debiendo ser una obligación general de toda sociedad
anónima de someter sus Estados financieros a examen de auditoria, salvo el estatuto
establezca lo contrario, en este caso será obligatorio si lo solicitan el 10% de las
acciones con derecho a voto. ; asimismo, debe establecerse como causal de nulidad
de los acuerdos sociales cuya aprobación de los Estados Financieros no sea sometida
previamente a examen de auditoria, y esta opinión no se encuentre a disponibilidad
de los accionistas a partir de la convocatoria a junta general. El porcentaje antes
mencionado debe establecerse para que la sociedad asuma los gastos de las
Auditorias Especiales.
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XXXIX. Cuando la libre negociabilidad de las acciones sea objeto de limitaciones el derecho
de separación debe precisarse que la aplicación del derecho de separación se
presentará como causal en el caso que injustificadamente se hiciere más gravosa la
limitación a la libre trasmisibilidad de las acciones.
XL. Con criterio pedagógico debe enunciarse en la ley que las causas de separación
pueden constar en el estatuto social. como ejemplo: La pérdida de liquidez de la
inversión; cuando algún socio alcanza un porcentaje muy alto del capital social que
puede comportar una correlativa pérdida de liquidez de la inversión realizada por el
minoritario; la ausencia de reparto de un dividendo mínimo por ejercicio; la simple
ampliación del objeto social; el cambio de domicilio dentro del territorio nacional;
la reducción del número de socios; la exclusión del derecho de preferencia en las
emisiones de nuevas participaciones modificación de ciertos preceptos estatutarios;
la supresión de sucursales; la venta de todos o parte de ciertos activos sociales; las
negativas reiteradas a la autorización para transmitir la cuota social; el agotamiento
de una patente; la dominación por un grupo; la pérdida de una concesión
administrativa; el abandono por algún socio de la sociedad; la renuncia o
destitución de algún como administrador; siendo tal relación enunciativa y no
taxativa.
XLI. El momento a partir del cual es exigible la cuota de separación no puede quedar al
arbitrio de la sociedad; por ello, se debe permitir a los interesados que exijan su
satisfacción desde un plazo que se compute desde la fecha del ejercicio del derecho
de separación, o sea exigible, si los acuerdos se hubieran opuesto, a partir del
momento en que quede consentida o ejecutoriada la resolución que declara
infundada la oposición, o se hayan prestado las necesarias garantías.