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ROMA
Director de la obra:
Julio Mangas Manjarrés
Catedrático de Historia Antigua
de la Universidad Complutense
de Madrid)

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Pedro Arjona

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Los Berrocales del Jarama
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ISBN: 84-7600 655-1 (Tomo LVIII)
Impreso en Grefol, S.A. ·
Pol. II - La Fuensanta
Móstoles (Madrid)
Printed in Spain
DIOCLECIANO Y LAS REFORMAS
ADMINISTRATIVAS DEL IMPERIO

Gonzalo Bravo

*

Indice

P á g s.

I. D iocleciano y el Im p erio : innovaciones y re fo rm a s ................. 7


1. El perfil histórico de la época.................................................... 7
a) Los problemas m ilita re s............................................................. 8
b) Las reformas político-adm inistrativas..................................... 8
c) Las reformas económ icas........................................................... 9
2. El sistema tetrárquico: política y adm inistración.................. 9
3. El proceso refo rm ista................................................................... 11

II. Las refo rm as a d m in is tra tiv a s .......................................................... 14


1. L im e s y ejército ........................................................................................... 14
a) Reorganización del L im e s y reform a del ejército ................. 14
b) El ejército y la defensa de las provincias................................ 18
c) La economía lim itán e a................................................................ 22
2. La subdivisión de las provincias................................................ 22
3. La constitución de las dió cesis.................................................. 27

III. C am bios en la ad m in istració n im p e r ia l....................................... 28


1. Reestructuración adm inistrativa..................................................... 28
a) Senatoriales y ecuestres............................................................... 28
b) El cursus honorum y la reforma del consulado..................... 31
c) Separación de poderes civiles y m ilitares.............................. 33
2. Títulos y funciones: elem entos prosopográficos...................... 35
a) Los gobernadores provinciales: La figura del «praeses»... 35
b) V icarios.......................................................................................... 39
c) Prefectos del Pretorio (P P O ).................................................... 42

IV. D iocleciano y la econom ía del Im p e rio ......................................... 43


1. El nuevo sistem a fisca l................................................................... 43
2. Las reform as m o n etaria s............................................................... 46
3. El Edicto del 301: control de precios y salarios....................... 50

B ib lio g ra fía....................................................................................................... 52
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio

I. Diocleciano y el Imperio:
innovaciones y reformas

i
1. El perfil histórico Galieno -s i no bajo Septimio Severo,
de la época si hemos de creer a Dión Casio y no
concluyó hasta el reinado de Constan­
El marco cronológico del reinado de tino. Del mismo modo la creación de
Diocleciano (284-305) es meram ente un nuevo sistema im positivo, el de la
indicativo. Algunas de las más im por­ llamada iugatio-capitatio, se inspiró
tantes realizaciones políticas diocle- sin duda en la experiencia annonaria
cianeas entroncan claram ente con la del S. III pero no cristalizó hasta la se­
segunda m itad del siglo III (Galieno) gunda mitad del S. IV. Esta doble pro­
e incluso con los com ienzos de éste yección de su obra política ha hecho
(Septim io Severo); otras, fundam en­ que hasta hace pocos años Dioclecia­
talm ente las m edidas económicas y no haya sido considerado «restaura­
sociales ligan directam ente a esta dor» de las estructuras altoimperiales
época con el Bajo Im perio (SS. IV- más que «innovador» de elementos
VI) e incluso con la llam ada Spatanti- característicos de la estructura social
ke o Antigüedad tardía (SS. III-VIII). romano tardía, entroncando en m u­
En la historiografía m oderna ambos chos casos con la primitiva historia
períodos suelen iniciarse con el rei­ europea.
nado de D iocleciano. C ronológica­ El perfil político de la época no
m ente, por tanto, esta época se sitúa plantea problemas al hilo de la m agis­
entre la crisis del S. III y la etapa tral obra de Seston (1946). No obs­
bajoim perial, pero constituye, sin tante, la idea tradicional según la cual
duda, la prim era fase de ésta desde Diocleciano señala el paso de una
un punto de vista analítico, com o un forma de Estado constitucional regida
período interm edio en el que se su­ por un cmpzvd-áor-princeps (Principa­
peró la larga crisis política y econó­ do) a otra cuyo vértice fue ocupado
m ica que posibilitó la génesis de la por un em perador dominus (Dom ina­
sociedad bajoim perial o tardía (B ra­ do) ya no es aceptable hoy (Bleic-
vo, 1980). ken.), porque con seguridad Domicia-
Las reform as políticas y económ i­ no, Cómodo y A ureliano se autocali-
cas emprendidas por Diocleciano se ficaron «deus et dom inus» antes que
inspiraron en tentativas anteriores y D iocleciano y no pertenecen al perío­
muchas de ellas no cristalizaron hasta do histórico del llam ado «Dominado
bien avanzado el S. IV, de ahí el ca­ romano». La form a de gobierno ele­
rácter equívoco, entre restauración e gida por Diocleciano tenía la estruc­
innovación, que la historiografía a tura de un poder com partido, del que
menudo ha asignado a su reinado. sobran ejem plos en la evolución polí­
Una reform a tan im portante como la tica rom ana desde la tardía República
separación de poderes civiles y m ili­ hasta las adopciones más próxim as de
tares en la adm inistración im perial se los Antoninos. Elem entos institucio­
inserta en un proceso iniciado bajo nales «viejos» a los que se aplicaron
8 Akal Historia del Mundo Antiguo

principios políticos «nuevos» confi­ b) Las reformas


guraron un sistem a adm inistrativo ca­ político-administrativas
racterístico: la Tetrarquía o gobierno
conjunto de cuatro emperadores. Restaurada la unidad militar y política
Sin embargo, la obra diocleciana del Imperio Diocleciano emprendió
puede concretarse en tres vertientes, una serie de medidas administrativas
que observan entre sí una cierta se­ y económicas por las que pasó a la
cuencia cronológica: posteridad como uno de los más gran­
des reform adores del mundo antiguo,
sólo comparable con las figuras de
a) Los problemas militares Pericles, Alejandro, Augusto o Cons­
tantino. Estructuró la realidad adm i­
A su llegada al trono a finales del 284 nistrativa del Imperio sobre nuevas
Diocleciano tuvo que afrontar los pro­ bases políticas. En este sentido la
blemas m ilitares que amenazaban con principal innovación fue el llamado
destruir de nuevo la unidad territorial desde Seston (1946) «sistema tetrár-
conseguida pocos años antes bajo el quico», instaurado en marzo del año
reinado de Probo. La m ultiplicación 293. Pero este sistema hubiera sido
de frentes simultáneos en Oriente, ineficaz si no se hubiera asentado so­
Africa, Galia, Hispania, la frontera bre bases sólidas que garantizaran su
danubiana..., requería la presencia de funcionamiento. Diocleciano intentó
militares expertos en el poder, pero adecuar los elementos surgidos de la
éstos hasta el momento sólo habían crisis a la «nueva» realidad sociopolí-
conseguido acallar a los insurgentes tica en la que Senado y ejército se ha­
sin erradicar los problemas. Desde bían hecho mutuamente incom pati­
luego, la situación general del Im pe­ bles. Los emperadores soldados (244-
rio de la década de los 80 era más 284) (Brauer) ya habían afianzado la
equilibrada que la de época de Galie- tendencia autocrática del Estado m ar­
no, veinte años antes. Pero fue, sin ginando cada vez más la ratificación
duda, la visión política del nuevo em ­ del Senado para legitim izar su poder.
perador, al introducir cambios sustan­ Los senatoriales fueron definitiva­
ciales en la estructura del Estado, la mente separados de las funciones m i­
que contribuyó a que el Imperio recu­ litares. Paralelamente el ejército ganó
perara el equilibrio perdido durante en eficacia lo que el Estado perdió en
los cincuenta años precedentes. Esta experiencia política. La mayor parte
fórmula resultó ser más eficaz para de los senadores fueron relevados de
acabar con las intrigas en el aparato sus cargos tradicionales o controlados,
del Estado que los expedientes de los que permanecieron, al ser inclui­
violencia y represión ensayados ante­ dos sin distinción de status personal
riormente y revela en Diocleciano una en una com pleja red burocrática de
buena dosis de realism o político. La funcionarios que autorregulaba la dis­
simultaneidad de frentes en el limes y ciplina y corregía posibles abusos o
en las provincias del interior hacía desviaciones de poder, en la cual la fi­
inútil la tarea de reprim irlos para una gura del vicario ecuestre constituyó
sola persona. Dos años después de su una pieza clave. En estas condiciones
llegada al trono nombró «Augusto» a m uchos descendientes de familias se­
su césar M aximiano, inaugurando así natoriales se refugiaron en sus hacien­
un régimen de Diarquía (286-293) das. Esta actividad políticam ente ne­
que preparó al camino hacia el siste­ gativa benefició, sin embargo, a la
ma político de la Tetrarquía (293-305) economía general del Imperio, dism i­
que proporcionó m ayor estabilidad al nuyó el absentismo y potenció el inte­
Estado. rés de los propietarios, presionados
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 9

ahora fiscalmente por el Estado, en mes, la realización de obras públicas


increm entar y racionalizar la explota­ y las retribuciones a oficiales y fun­
ción de sus dominios respectivos. Pa­ cionarios de la adm inistración hicie­
ra entonces la realidad provincial y ron que se arbitrara un nuevo sistema
adm inistrativa del Imperio se había fiscal más objetivo, más seguro para
transformado sustancialmente: las vie­ el Estado, basado en el impuesto so­
jas provincias de época severiana fue­ bre propiedad y cultivo de la tierra: la
ron subdivididas, los efectivos del iugatio-capitatio. Seguramente la re­
ejército legionario distribuidos de una forma fiscal se inició antes, en los pri­
forma más racional, las funciones m i­ meros años de reinado, pero no se ins­
litares separadas de las atribuciones titucionalizó hasta los años finales del
civiles, las com petencias adm inistrati­ S. III. Al filo del 300, decía Seston,
vas de los funcionarios claramente de­ «todo está acabado». Pero evidente­
limitadas, los gobiernos provinciales mente esta afirmación es inexacta.
confiados en su m ayoría a ecuestres o Ahora sabemos que el año 301 es cla­
a senatoriales bajo la titulación común ve para comprender toda la evolución
de praesides. La reestructuración ad­ política de la época de Diocleciano y
m inistrativa no se realizó naturalm en­ particularmente de las reformas tetrár-
te de una sola vez. El proceso dura al quicas, por dos razones: una, que fue
menos diez años a juzgar por los testi­ a partir de entonces cuando se sintie­
monios epigráficos, jurídicos y litera­ ron los efectos económicos de las me­
rios conservados. Entretanto el Im pe­ didas adoptadas con anterioridad;
rio se recuperaba lentamente de las otra, que a esta fecha, pertenecen los
convulsiones sociales de las últimas documentos económicos sin duda más
décadas y, como consecuencia en par­ importantes del reinado, la nueva re­
te de la paz interior, mejoraba la situa­ forma m onetaria del 1 de Septiembre
ción de las economías provinciales. de 301 y el Edicto de Precios prom ul­
gado en noviem bre-diciem bre de ese
c) Las reformas económicas mismo año. La historiografía reciente
ha demostrado que el análisis de estos
Durante la Tetrarquía Diocleciano pu­ dos hechos, estrechamente vincula­
so en práctica nuevas medidas estabi- dos, puede contribuir a establecer la
lizadoras. Aunque la subdivisión de investigación histórica de la época so­
provincias y su agrupación en diócesis bre bases más reales (Bravo, 1980).
fueron motivadas por razones de con­
trol político, las razones económicas
no fueron ajenas a estas realizaciones. 2. El sistema tetrárquico:
Una importante reform a m onetaria en política y administración
294-296, desarrollando la realizada
por Aureliano veinte años antes (La- La Tetrarquía fue el sistema de go­
faurie), contribuyó a reactivar las eco­ bierno elaborado por Diocleciano para
nomías modestas al aum entar el volu­ hacer frente a las difíciles circunstan­
men de monedas de bronce en la cir­ cias políticas por las que atravesaba
culación y a incentivar los intereses el Imperio. Como su propio nombre
de los comerciantes. La producción y indica, consistió básicamente en la
los intercambios se restablecieron y colegialidad del poder político com ­
la vida económica del Imperio se partido sim ultáneam ente por cuatro
recuperó eventualmente. Pero las cre­ emperadores (quattuor principes m un­
cientes necesidades de financiación di) (Seston, 1946), dos en calidad de
del Estado para el m antenim iento del «Augustos» (seniores) y los otros dos
ejército, la reconstrucción y reforza­ como «Césares» (iuniores). El proce­
miento de las líneas de defensa del li­ dimiento no era absolutamente nuevo
10 Akal Historia del Mundo Antiguo

sino que tenía algunos precedentes en de una auténtica «familia imperial»


la historia del Imperio: Marco Aurelio y no sólo la de una familia política
y Lucio Vero lo habían ensayado un unida ficiticiam ente por lazos institu­
siglo antes con escaso éxito. Pero lo cionales mediante el tradicional siste­
verdaderam ente nuevo era el móvil, ma de adopción. Por este m otivo los
las razones que indujeron a Dioclecia- nuevos «emperadores» cambiaron su
no a tomar esta decisión. Seston creía nombre incluyendo en su monenclatu-
que el em perador se vio obligado in ra oficial el patroním ico Valerius, lo
extremis a adoptar esta solución pre­ que constituye un indicador útil para
sionado por los problem as políticos establecer la datación de los testim o­
que surgieron en los primeros años de nios epigráficos de este período. La­
su reinado. Pero hoy se tiende a consi­ zos familiares e institucionales se re­
derar a Diocleciano no sólo como un forzaron también con una simbología
experto militar, sino también como un religiosa propia de la ideología de la
estadista capaz de elaborar un plan época. A pesar de los principios de
premeditado, pero puesto en práctica colaboración e interdependencia en
algunos años después de su acceso al los que se basó el nuevo sistema, la
trono, para sacar al Imperio de la cri­ responsabilidad de los Augustos y de
sis en la que estaba sumido. Algunos éstos respecto de sus respectivos Césa­
aspectos formales del nuevo sistema res fue claram ente desigual. Mientras
corroboran esta última interpretación. en las ceremonias oficiales un Augus­
En prim er lugar, se trata de un sis­ to, Diocleciano, aparece siempre re­
tema político cuasiperfecto en su con­ presentado como Iovius, su colega
cepción, por lo que resulta ciertam en­ M aximiano es caracterizado como
te dudoso que fuera instaurado ex no­ Herculeus, apelativo con el que tam ­
vo. Además, los tetrarcas anudaron su bién se le conoce en la historiografía
colaboración con vínculos familiares antigua y moderna.
estableciendo lazos de fraternidad y La otra vertiente del sistema tetrár-
filiación entre sí. Por razones de esta­ quico es la administrativa. El c<?//gium
do los nuevos «Césares» Constancio y tetrárquico no implica, como creía La­
Galerio debían separarse de sus res­ ctantio, la división política del impe­
pectivas esposas y contraer de nuevo rio en cuatro gobiernos diferentes ni la
m atrimonio con las hi jas de sus res­ cuadruplicación del ejército romano,
pectivos Augustos, M aximiano y Dio­ ni siquiera una distribución territorial
cleciano, y así lo hicieron. Pero resul­ de las jurisdicciones. No se trata, por
ta significativo que cuando Galerio se tanto, de una división de poderes sino
vio obligado a ello para casar con Va­ de funciones: los seniores Augusti pro­
leria, la hija de Diocleciano, Constan­ ponían las medidas que los iuinores
cio llevaba ya algún tiempo separado Caesares se encargarban de hacer cum­
de su esposa Helena, la madre del fu­ plir. Dada la existencia ahora de cuatro
turo em perador Constantino, cuando sedes o residencias imperiales Tréveris
contrajo m atrimonio con Teodora, la (Constancio), Milán (Maximiano), Sa­
hija de Maximiano. Ello hace pensar lónica (Galerio) y Nicomedia (Diocle­
en un plan previam ente elaborado que ciano) era lógico que cada emperador
la confusa situación política en Brita- fuera más directamente responsable de
nia, donde Carausio había logrado ser las áreas próximas a su lugar habitual
reconocido emperador, y la cuestión de residencia:
oriental, con la amenaza constante de - Diocleciano: Asia, Oriente y
la guerra con los persas, Tiabían con­ Egipto.
tribuido a demorar más que a provo­ - Galerio: Grecia y las provincias
car. La imagen que el nuevo gobierno danubianas.
proyectó ante el pueblo rom ano fue la - M aximiano: Italia y África.
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 11

- Constancio: las provincias occi­ tencias adm inistrativas que evitara en


dentales a los Alpes Gálicos. Pero no lo posible los abusos de poder. Pero
es preciso suponer, como sugiere A u­ fue la reestructuración adm inistrativa
relio Víctor, una distribución territo­ llevada a cabo por Diocleciano la que
rial de jurisdicciones, porque el poder dio consistencia a este nuevo sistema
político tetrárquico mantuvo en todo político, que m ediante una compleja
m om ento una unidad esencial en las red de relaciones políticas y sociales
com petencias m ilitares, legislativas y entre administradores y administrados
económ icas, es decir, en las cuestio­ pretendía evitar, en la práctica, las
nes clave para m antener el statu quo posibles deficiencias teóricas en la
sociopolítico del Imperio. elaboración de dicho sistema.
Finalmente, el sistem a tetrárquico
supuso también un avance en los m e­
canism os de control y de coerción del 3. El proceso reformista
Estado sobre los ciudadanos, no sólo
m ediante el m ecanismo fiscal, sino En el estudio de las reform as de la
también con ejecuciones judiciales y Tetrarquía, la historiografía tradicio­
una delim itación clara de las com pe­ nal suele separar las «adm inistrati­

Plano del palacio de Diocleciano en Spalato.

175 m.

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nal! ιΐτπ

M> M. m m i H 4- P j

A.- Columnata sobre ¡a costa del Adriático. B - Zonas reservadas a


la guardia y séquito. C.- Vestibulo. D.- Mausoleo del emperador.
E.- Templo. F.- Habitaciones del emperador.
12 Aka! Historia del Mundo Antiguo

vas» de las «económicas». Pero es - La subdivisión de provincias


evidente que la reorganización pro­ (296-305/315).
vincial y la reestructuración adm inis­ - La constitución de las diócesis
trativa tenían, también, un fundam en­ (298- 305).
to económico del mismo modo que la - La creación de prefacturas del
eficacia de las reformas económicas pretorio regionales (post-305).
dependía en gran m edida del celo en Pero es evidente que algunas de es­
aplicarlas por parte de las autoridades tas medidas debieron coexistir, en cuyo
adm inistrativas. De hecho, las refor­ caso producían efectos complementa­
mas de la Tetrarquía constituyen un rios. Los mermados recursos del Estado
«modelo» integrado por m edidas ad­ exigieron probablemente una rápida re­
m inistrativas, m ilitares, jurídicas, fis­ forma fiscal, quizá ya en 287-290, que
cales, m onetarias y sociales tenden­ no se institucionalizaría en la iugatio-
tes a garantizar la unidad territorial y capitatio hasta la Tetrarquía. Del mis­
la definitiva recuperación económ ica mo modo las economías modestas ne­
del Imperio. En este contexto, las re­ cesitaban numerario para realizar sus
formas económicas, propiam ente di­ transacciones y el año 294 los tetrarcas
chas, constituyen sólo el elem ento di­ emprendieron una reforma monetaria
nám ico de un vasto plan de reestruc­ destinada a proporcionar el circulante
turación sociopolítica. de bronce necesario. Pero la inflación
En general las llamadas «reformas no hizo más que aumentar. Se intentó
administrativas» dioclecianeas aten­ primero corregirla con esa nueva refor­
dieron prim ordialm ente al ordena­ ma monetaria en septiembre del 301
miento político-m ilitar del Imperio, duplicando el valor nominal de la m o­
siendo la reorganización del limes y la neda, pero los efectos económicos ori­
reforma del ejército, la subdivisión de ginados por esta medida exigieron la
provincias y la creación de diócesis, y intervención del Estado en el control de
la reestructuración adm inistrativa ge­ precios y salarios con el Edicto del
neral, los campos de mayor interés pa­ 301, apenas dos meses después de la
ra los gobernantes de este período. última reforma monetaria.
Por su parte las reform as económicas En cierto modo el contexto refor­
serían las referidas al nuevo sistem a mista de la Tetrarquía forma parte de
fiscal, a las reformas m onetarias, al un proceso que sobrepasa cronológi­
control de los precios y a la recupera­ camente al reinado de Diocleciano. El
ción financiera en general. Pero tanto lím ite superior de este proceso se re­
la reorganización adm inistrativa, co­ monta a las reformas severianas (193-
mo las medidas adoptadas para sanear 234) que fueron frenadas por el perío­
la Hacienda y com batir la inflación do anárquico siguiente (235-284). El
tenían un claro trasfondo social, ocul­ límite inferior de este proceso alcanza
to a veces al interpretarlas en térm i­ incluso las últimas décadas del S. IV,
nos estrictamente «adm inistrativos» o cuando se adoptaron las medidas ne­
«económicos», pero que constituye sin cesarias para cambiar sustancialmente
duda el hilo conductor del proceso re­ la situación socioeconóm ica del pri­
formista de esta época. mer tercio de siglo. En este proceso
Sin duda, algunas reformas prece­ las reform as dioclecianeas son difícil­
dieron al régimen tetrárquico mientras mente reducibles a cronologías abso­
que otras quedaron inconclusas cuan­ lutas, pero deben com prenderse en el
do los dos Augustos abdicaron en 305. marco de una cronología relativa que
No obstante, parece razonable estable­ estableza un orden lógico de realiza­
cer un orden lógico de prioridades: ciones en corcondancia con la infor­
- La reorganización del ejército m ación que poseem os hasta el m o­
(286-292). mento sobre este período.
Los Tetrarcas: Diocleciano IVIaximiano,
Galerio y Constancio Cloro.
Catedral de San Marcos de Venecia.
14 Akal Historia del Mundo Antiguo

II. Las reformas administrativas

1. Limes y ejército neralmente de limes renano o danu­


biano, por ejemplo, es preciso tener en
a) Reorganización del Limes y cuenta que esta denominación fue des­
reforma del ejército conocida por los autores antiguos, que
expresaban la situación fronteriza en
Frente a la confusa situación de las términos administrativos uniendo el
fronteras en el período anterior, Diocle­ término «limes» al nombre de la pro­
ciano adoptó una decidida política de vincia correspondiente en nominativo
defensa. La acción defensiva se con­ {limes, dacicus, limes raeticus ...) o en
centró en tomo a la línea del limes, que genetivo (limes Raetiae). La razón es
indicaba aproximadamente los confines que, en muchas ocasiones, los asenta­
territoriales del Imperio, pero hubo que mientos romanos de la periferia se
renunciar al dominio político romano ubicaban más allá de la línea de defen­
sobre algunas regiones de difícil con­ sa (Petrikovits) que teóricamente indi­
trol como el área nordanubiana de la caba la frontera entre el mundo rom a­
Dacia, la baja Mesopotamia o el alto no y el mundo bárbaro. Estos enclaves
Egipto a fin de proteger mejor las áreas militares tenían ante todo una finali­
interiores. dad estratégica. Se intentaba salva­
La reorganización del limes diocle­ guardar de incursiones y razzias los lí­
ciano afectó a tres ámbitos distintos: mites administrativos oficiales de las
1) Técnico o estratégico; 2) Institucio­ provincias periféricas en el área sep­
nal, con la reform a de los cuerpos de tentrional (contra germanos y bárba­
ejército, y 3) Socioeconómico, referido ros), oriental (contra persas) y merio-
a las formas de vida en que se organi­ dional (contra las tribus bereberes afri­
zó el mantenimiento del área periféri­ canas) del territorio políticamente
ca. Por tanto, el limes no consistió so­ dominado por el Imperio. Fue necesa­
lamente en un sistema más o menos rio transformar el vallum establecido
perfeccionado de fortificación y de de­ por los Antoninos en un sistema de de­
fensa, sino que también constituyó un fensa en profundidad {strata diocletia-
ámbito económico y social caracterís­ na) consistente en fortificaciones a
tico. uno y otro lado de la línea teórica del
Las fronteras naturales (ríos, desier­ limes. Castra, castella, oppida, turres,
tos...) no siempre correspondieron a stationes y praesidia romanos form a­
los límites oficiales de las provincias ron un conjunto urbano característico,
periféricas. Aunque hoy hablamos ge­ aunque la arqueología limitánea no
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 15

muestra, salvo excepción, la existen­ mates, el territorio entre el Rhin y el


cia de construcciones monumentales. Main, donde precisamente las fortifi­
Siempre que la topografía de la zona caciones presentaban m ayor densidad,
lo permitía, se aprovecharon los acci­ debieron ser evacuados. En cambio el
dentes naturales para levantar sobre sector noroccidental del limes, desde
ellos barreras de defensa difícilmente M ogontiacum (Mainz) hasta la costa
accesibles para el enemigo. Pero natu­ fue reforzado. A época dioclecianea
ralmente esta adecuación no siempre pertenece la red de fortificaciones si­
fue posible. En el limes oriental, por métricas alineadas a ambas márgenes
ejemplo, el terreno excesivamente ac­ del río que constituyen un sistema de
cidentado impedía o dificultaba las defensa en profundidad. En el sector
construcciones salvo en la zona prede- medio, en torno a los cursos altos del
sértica de las provincias de Siria y Rhin y del Danubio, el llamado limes
Arabia, donde el propio desierto hizo rético, las fortalezas de época tetrár-
de frontera natural a la expansión y a quica son abundantes y de una extra­
la penetración. El propio emperador ordinaria importancia estratégica: Vin­
supervisó la mayor parte de las cons­ donissa, Tasgaetium, Vitodurum. Las
trucciones defensivas y se encargó construcciones militares de este sector
personalmente de elaborar los planes siguen patrones similares a los de las
estratégicos (Luttwak), de ahí que el grandes obras fronterizas contemporá­
«landscape» limitáneo no difiera de­ neas en otros sectores del limes: Siria,
masiado de una a otra región del Im­ Arabia o Africa. El llamado limes
perio. No obstante, a pesar de que el danubiano estaba dominado por dos
sistema de fortificación dioclecianeo centros fortificados (Aquincum , Car­
presenta escasas variantes, se suele di­ nuntum) en torno a los cuales se con­
vidir el limes en tres sectores diferen­ centraban fortificaciones menores si­
ciados: A.) el limes europeo; B.) el guiendo el curso del río, todas ellas de
oriental-asiático; C.) el limes africano: época dioclecianea y constantineana a
A. El sector europeo del limes juzgar por el grosor del muro y la dis­
constituía sin duda la línea fronteriza posición de las instalaciones. La sec­
más larga y mejor guarnecida de la pe­ ción ilírica del limes danubiano, co­
riferia imperial, pero era también, al rrespondiente a los confines de las
mismo tiempo, la zona más vulnerable provincias de Panonia, Dalmacia y
debido a la constante presión que so­ Dacia desempeñó un importante pa­
bre ella ejercían los pueblos situados pel contra las invasiones de carpos,
al otro lado de la frontera, de O. a E.: bastarnos y sármatas en la segunda
sajones, francos, burgundios, alama- mitad del S. III. La finalidad del re­
nes, marcomanos, vándalos, visigodos forzamiento dioclecianeo en esta zona
y ostrogodos. Durante el S. II la línea (.Drobeta, Sucidava) fue fundamental­
de fortificaciones era ya casi continua mente proteger la línea interna del li­
desde la desembocadura del Rhin, en mes para garantizar la territorialidad
el Mar del Norte, a la del Danubio en de los límites oficiales de las provin­
el M ar Negro. Pero ello no impidió cias fronterizas. Pero Diocleciano se
que estos pueblos hacia mediados de vio obligado a abandonar la Dacia
siglo consiguieran burlar las líneas de Trajana, al norte del río, a fin de salva­
defensa romanas, atravesaran el río guardar la defensa de las provincias
que servía de frontera natural y pene­ sur-danubianas de esta área. Conforme
traran al interior del territorio romano. a los hallazgos numismáticos conoci­
Roto el limes romano, francos, alama- dos la reconstrucción de la mayor par­
nes y marcomanos alcanzaron en 259- te de las fortalezas se realizó durante
60 Italia por el sur e Hispania por el la Tetrarquía. Hacia el 297 el panegi­
oeste. Desde entonces los Agri Decu- rista informa que el poder romano
16 Akal Historia del Mundo Antiguo

controlaba de nuevo los territorios si­ El limes de Siria se alineaba en tor­


tuados en la margen izquierda del Da­ no a las vías militares que unían Pal-
nubio (Dacia restituta) (Pan. Lat, IV, mira con Carrás y Damasco hacia el
3). Finalmente, el sector oriental del O. (Poidebard) y a través del limes Pa-
limes europeo hasta el Mar Negro co­ lestinae (Gichon) con el M. Rojo hacia
menzó a reorganizarse también duran­ el S. Diocleciano estableció además
te este período, pero las fortificaciones una barrera fortificada en el limes ara-
más importantes de Capidawa, Dino- bicus entre los beduinos sometidos
getia y Noviodunum datan de com ien­ (saraceni) y el desierto arábigo con el
zos del S. IV y de época constanti- objetivo primordial de salvaguardar
niana. las provincias del interior de nuevos
B. El sector oriental-asiático for­ ataques procedentes del exterior y li­
maba principalmente la frontera con m itar los enfrentamientos bélicos al
los persas. Las victorias de Caro y Nu- área periférica. Pero este nuevo siste­
meriano frente a los persas en 283 ha­ ma defensivo perseguía también obje­
bían logrado avanzar la línea del limes tivos estratégicos: evitar la posibilidad
fijado por Valeriano en 259. Y aunque de un frente común entre los persas y
Diocleciano se atribuyó el título de los pueblos situados al N. del Danubio
Persicus M aximus en 290 (CIL, III, que merodeaban entonces las orillas
5810), es difícil que los romanos con­ del Mar Negro. Quizá por ello Diocle­
siguieran afianzar sus posiciones hacia ciano afianzó su control sobre el terri­
el E. y penetrar en territorio controla­ torio transtigritano y en particular so­
do por los sasánidas antes de la gran bre las satrapías armenias, alcanzando
guerra persa de Galerio en 297-99. Las así la línea pártica de Trajano que no
relaciones entre persas y romanos eran había podido mantenerse durante los
de amistad todavía en 293-94 (Seston, dos siglos anteriores. Si todas estas
1946), pero la línea divisoria entre am­ fortificaciones del limes asiático pare­
bos estados no es clara. Los panegíri­ cen haber sido reforzadas o reconstrui­
cos sitúan la frontera oriental del Im ­ das después del 297 y tras la victoria
perio en el curso del Tigris, pero como de Galerio sobre los persas en 299, las
en otros sectores del limes la barrera de Egipto en cambio se realizarían
fronteriza era discontinua, deficiencia después de la represión por Dioclecia­
que intentó suplirse con el estableci­ no en 297 del levantamiento del usur­
miento de varias líneas (strata) de for­ pador Achilleus.
tificaciones conectadas entre sí por ví­ C. Las secciones mejor conocidas
as interiores, que constituían un autén­ del limes africano corresponden a una
tico sistema de defensa en profundidad línea discontinúa en torno a Volubilis-
(Luttwak), de tal modo que la ruptura Sala (Mauretania), a Lambaesis (Nu­
de la primera línea no significaba la midia) y Ghirza (Tripolitania) o Cire-
pérdida de resistencia de las restantes. naica, en el extremo oriental. La infra­
Con un alto sentido pragmático, estructura viaria de esta zona fue tra­
tras los castella Diocleciano responsa­ zada con fines estratégicos.
bilizó a las aldeas (hurgi) del equipa­ Durante el alto Imperio Volubilis
miento de las guarniciones del limes concentró hasta un tercio de las guar­
hasta el punto que, bajo la Tetrarquía, niciones militares establecidas en la
el desarrollo económico de esta región provincia de M auretania. Pero a fina­
quedó en cierto modo supeditado a la les del S. III las continuas rebeliones
defensa territorial. Pero hubo que re­ de las tribus del interior hicieron que
nunciar al control de la Baja M esopo­ esta fortaleza fuera abandonada entre
tamia, territorio difícil de mantener el 274 y el 280. Desde entonces M au­
dada su ubicación entre el imperio retania se abrió vía marítima hacia
persa y el desierto sirio. Hispania hasta el punto que la provin-
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 17

Preparativos para una cacería.


Asa de bronce, Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
Akal Historia del Mundo Antiguo
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c ia afric a n a m ás o c c id e n ta l, la M a u re ­ vos, la estructura del ejército y los cri­
ta n ia T in g itan a, fu e in c lu id a b ajo la j u ­ terios de su distribución por provin­
risd ic ció n d el v ic a rio d e H isp a n ia en cias.
la re o rg a n iz a c ió n d io c e sa n a lle v a d a a La estructura del ejército altoim-
c a b o p o r D io clec ian o . perial era débil (Pflaum). Los aconte­
Al otro extremo del territorio, Ghir- cim ientos del S. III habían m ostrado
za, en Tripolitania, fue el enclave ro­ que la concentración de las legiones
mano más meridional, situado a unos en determ inadas zonas del limes pro­
130 kms. de la costa libia (Brogan). El piciaba las usurpaciones de poder y
extremo oriental del limes africano fue creaba nuevos frentes a los em pera­
en cambio reforzado con el estableci­ dores legítim os. Era preciso, por tan­
miento de limitanei, soldados-campe- to, reforzar la estructura m ilitar con
sinos que estaban exentos de im pues­ nuevos contingentes y al mismo tiem ­
tos a cambio de la vigilancia de fronte­ po dispersar las unidades m ilitares en
ras y de la producción para el Estado. el m ayor núm ero de provincias posi­
ble. Pero el ejército imperial no era
sólo insuficiente en número para
b) El ejército y la defensa m antener el control sobre un vasto te­
de las provincias rritorio que se extendía en torno al
área m editerránea desde el Atlántico
Esta especial preocupación por m ejo­ hasta el Golfo Pérsico, sino que tam ­
rar el sistema defensivo del Imperio bién carecía de eficacia en sus cua­
debía traducirse en un incremento con­ dros de mando, ocupados a menudo
siderable de los efectivos m ilitares, a por oficiales inexpertos que en razón
menos que se procediera a una distri­ de su status senatorial cubrían los
bución racional de las fuerzas existen­ puestos m ilitares en los prim eros es­
tes. Con evidente exageración Lactan- tadios de su cursus honorum. Estas
cio (De mort... VII, 2) acusó a Diocle­ deficiencias fueron ya observadas por
ciano de haber cuadruplicado el nú­ em peradores precedentes, en particu­
mero de soldados y oficiales hasta el lar por Septimio Severo y Galieno,
punto que cada em perador de la Te­ quienes tom aron medidas tendentes a
trarquía habría tenido bajo su mando realzar la presencia ecuestre en el Es­
una tropa equivalente a la que hasta tado, pero no produjeron efectos ad­
entonces existía para todo el Imperio. m inistrativos apreciables hasta finales
Sin embargo, hoy se tiende a rebajar del S. III. Reforzar la estructura m ili­
notoriamente este incremento y a con­ tar y dotar al ejército de nuevos con­
siderar que el contingente militar tingentes de tropas exigía adoptar
del Imperio habría pasado de unos m edidas políticas paralelas que con­
150.000 a unos 300.000 hombres a lo solidaran los cambios introducidos en
largo del S. III, desde la época de la organización militar. En térm inos
Septimio Severo a la de Diocleciano cualitativos, esta adecuación im plica­
(MacMullen, 1980), habida cuenta de ba relegar a los m iem bros del ordo
que el número de provincias aumentó senatorial a funciones exclusivam ente
en una proporción similar entre ambos civiles adm inistrando provincias don­
períodos. de no había tropas estacionadas. En
En cualquier caso la reform a dio- térm inos cuantitativos, en cambio, su­
clecianca del ejército no se limito al ponía elegir entre aum entar conside­
incremento y reorganización de los rablem ente el núm ero de legionarios
efectivos m ilitares, sino que tuvo y auxiliares o proceder a una distribu­
asimismo importantes consecuencias ción más racional de las tropas por
en el plano político y administrativo; provincias atendiendo preferentem en­
cambiaron ios principios organizati­ te a las necesidades defensivas.
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 19

Otra debilidad estructural del ejér­ El llevar a cabo esta reorganiza­


cito altoimperial era que la responsabi­ ción parecía exigir un incremento
lidad del combate recaía casi siempre considerable del contingente militar
en el éxito de las acciones de la infan­ en una proporción muy superior a la
tería quedando la caballería con una estimada por los cálculos más rea­
misión subsidiaria en las funciones listas, que restringen a un tercio el
tácticas. Por este motivo el esfuerzo aumento de fuerzas militares desde
militar no siempre se traducía en re­ Augusto a Diocleciano (J.-P. Callu,
sultados prácticos, sobre todo, cuando 1969). Pero esta proporción podría
las legiones tenían que avanzar por te­ expresar adecuadamente la transfor­
rrenos accidentados que impedían ata­ m ación cuantitativa del ejército impe­
ques frontales con el ejército enemigo. rial durante la crisis del S. III, desde
Las guerras contra los persas a lo largo Septimio Severo a Diocleciano. Sin
del S. III habían revelado a los rom a­ embargo, el hecho de que el número
nos la eficacia de un cuerpo móvil e de provincias severianas fuera aproxi­
independiente de las acciones legiona­ m adamente duplicado bajo la Tetrar­
rias. Esta experiencia sirvió de base a quía ha llevado a sostener un aumento
la reform a militar iniciada por Diocle­ sim ilar del contingente m ilitar para
ciano, quien sistematizando tentativas atender las necesidades defensivas,
precedentes acabó por configurar la idea que constituye el núcleo de la te­
estructura dual característica del «nue­ oría tradicional. Cabe, sin embargo,
vo» ejército bajoimperial en dos cuer­ argüir que había otras opciones: no
pos con funciones específicas: 1) un era necesario increm entar considera­
ejército de campaña, móvil, constitui­ blemente el contingente m ilitar si se
do por los después llamados comita- reducía a la m itad el núm ero de legio­
tenses; 2) un ejército de reserva, per­ nes por provincia; tampoco era preci­
manente, constituido por los ahora so adoptar esta m edida si se procedía
llamados ripenses asimilados a los li­ a una distribución racionalizada de las
mitanei, tropas auxiliares que alojadas fuerzas legionarias asignadas exclusi­
en los castra y castella de las diversas vamente a las provincias frontera. En
líneas de defensa del limes reforzaban este punto no existe acuerdo alguno
la acción de las legiones y otras uni­ entre los historiadores (M acMullen,
dades del ejército regular asignadas a 1980). Según la mayoría de los espe­
las provincias-frontera. Mientras los cialistas el número de legiones duran­
comitatenses acompañaron a los te- te la época de Diocleciano habría os­
trarcas en sus desplazam ientos {in sa­ cilado entre 60 y 70 sobre la base teó­
cro comitatu), las legiones, hasta en­ rica de las 30 a 40 anteriores a su
tonces estacionadas en las provincias, reinado, lo que en principio vendría a
cedieron parte de sus funciones de de­ suponer un incremento del personal
fensa a los limitanei y adquirieron un militar en torno al duplo, muy lejos en
carácter móvil efectuando desplaza­ todo caso de la pretendida cuadrupli­
mientos periódicos a distintas regio­ cación criticada por Lactancio. Sin
nes del Imperio según las necesidades embargo, en la actualidad se tiende in­
de los tetrarcas; las legiones danubia­ cluso a rebajar esta proporción parale­
nas, por ejemplo, acompañaron a D io­ la al aumento provincial, porque, si es
cleciano contra la rebelión de Egipto cierto que se duplicó al menos el nú­
en 297, y posteriorm ente a Galerio mero de alae de caballería (de 4 a 9),
contra los persas en 299. Entretanto en cambio el número de cohortes de
la vigilancia de fronteras serían cu­ infantería no parece haber aumentado
biertas por los limita ni ayudados por en la misma proporción (de 28 a 37).
algunas unidades de caballería (vexi­ Por otra parte, el principio de distribu­
llationes). ción aplicado por Diocleciano fue
Aka I Historia del Mundo Antiguo
20
asignar «dos legiones por provincia» a reducida al separar las antiguas vexi­
cada una de las provincias-frontera y llationes, que hasta entonces habían
disponer al mismo tiempo de un ejér­ apoyado las acciones de la infantería,
cito móvil de campaña. Puesto que el como cuerpos de caballería autóno­
número de estas provincias había au­ mos destinados en calidad de tropas
mentado considerablemente al térm i­ ordinarias a reforzar la acción de los
no de la subdivisión provincial fue ne­ auxiliares o limitanei. De ahí que ca­
cesario asimismo elevar el número de da provincia-frontera recibiera la fuer­
legiones para atender a las mismas ne­ za m ilitar de dos legiones «nuevas» y
cesidades defensivas de forma tal que de dos «nuevas» formaciones de caba­
la reestructuración m ilitar se adecuara llería. Así se explicaría la paradoja de
a la nueva realidad provincial del Im­ que aumentara o casi se duplicara el
perio. Pero la aplicación del principio número de legiones, pero aparente­
restrictivo hizo que, en la práctica, au­ mente se mantuviera o al menos no
mentara la presencia legionaria en al­ aumentara significativam ente el nú­
gunas regiones del Imperio, aunque se mero de legionarios. Desde esta pers­
mantuviera su proporción por unidad pectiva la reform a m ilitar dioclecia-
administrativa. Así, en el Illyricum, el na introdujo cambios cualitativos y
número de legiones pasó de 10 a 16, cuantitativos en la estructura y com ­
porque en esta área fueron creadas 3 posición del ejército imperial, trans­
nuevas provincias; en la frontera formación que se consolidó con la
oriental la diferencia fue de 8 a 12 evolución de la formación m ilitar ba-
conforme a dos nuevas provincias re­ joim perial. En ésta el número de sol­
cuperadas tras la victoria sobre los dados por legión descendió a 3.000
persas; en fin, en Egipto, aunque qui­ hombres para las unidades territoria­
zá en una fecha posterior al 305, la les e incluso a 1.000 para las unidades
creación de tres nuevas provincias hi­ m óviles (Jones, 1964), aunque proba­
zo que el número de legiones pasara blemente se debe a Diocleciano la re­
de 1 a 6. De esta forma, sobre las 34 ducción de la entidad de la centuria a
existentes en la época de Severo Ale­ 60 hombres, lo que proporcionaría
jandro (Luttwak), durante la época de una legión de 3.600 hombres. La com­
Diocleciano el ejército imperial conta­ binación de todos estos datos sugiere
ría al menos con 56 legiones, aunque la m odificación de la teoría tradicional
sólo hacia el 305 o algunos años des­ en algunos puntos concretos: la dupli­
pués la fuerza legionaria del Imperio cación del número de legiones no im ­
se elevaría de 67 a 68 unidades. Aun plica necesariamente un incremento si­
así, este incremento apreciable del nú­ milar del número de soldados legiona­
mero de legiones no implica necesa­ rios, sino tan sólo el necesario para
riamente un aumento proporcional del cubrir las necesidades de defensa con­
número de soldados de la misma for­ forme al principio de la división del
ma que para realizar la subdivisión de ejército en dos grupos: uno periférico
provincias no fue necesario anexionar y otro interior.
nuevos territorios. En ambos casos, se Esta interpretación compleja de los
trataba de medidas adm inistrativas datos ayuda no obstante a explicar la
tendentes a reestructurar la realidad relación sólo aparentemente contradic­
política y adm inistrativa existente. En toria entre: 1) el aumento del número
realidad la presumible duplicación de de provincias en torno al duplo; 2) la
las legiones obedecía al aumento con­ sensible estabilidad en el número de
siderable en el núm ero de provincias legionarios; 3) el aumento considera­
limitáneas, que acusaron una mayor ble del número de legiones, y 4) apa­
fragmentación. Pero la entidad de los rente estabilidad del número de legio­
«nuevos» cuerpos legionarios se vería nes por provincia.
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 21

Karanis, Isis amamantando a Harpocrates


(siglo lll-IV).
22 AkaI Historia del Mundo Antiguo

c) La economía limitánea cialmente hierro), que dio pie a una


importante fabricación de armas en la
Los asentamientos prolongados en las región dácica. Aquí la actividad eco­
zonas próximas el limes originaron nómica y militar fue intensa como lo
una organización social característica demuestra el gran número de officinae
configurada en base a una economía conocidas a través de las inscripcio­
peculiar: la economía del limes. Ade­ nes. Los restos de ánforas muestran
más de una línea fronteriza «real» u además que el nivel de importaciones
«oficial» del Imperio el limes consti­ disminuye en esta zona a comienzos
tuía también un ámbito socioeconóm i­ del S. IV cuando parece recuperarse
co, el de la periferia, que planteaba en cambio la producción local, coinci­
problemas específicos al Estado: m ili­ diendo con el establecimiento en la
tares, económicos, políticos y sociales. zona de pequeñas familias cuya activi­
En realidad, soldados y civiles de fron­ dad económica iba destinada básica­
tera constituyeron una milicia indistin­ mente a suplir las necesidades de abas­
ta a partir de Diocleciano. El contin­ tecimiento militar.
gente militar de las nuevas o recons­ En el otro extremo de la periferia
truidas fortificaciones se añadió a la imperial se organizó también una co­
población civil o militar existente en el lonización agrícola similar, en Ghirza
entorno indígena o bárbaro formando (Tripolitania), un enclave predesértico
un «landscape» humano característico aprovechando el agua de los wadis y
expresado en la simbiosis de estos di­ vigilando las posibles incursiones de
versos elementos a lo largo del B a­ las tribus del desierto sahariano. Un
jo Imperio (MacMullen, Soldier). Por esquema similar se observa en la sec­
tanto, el estudio moderno del limes no ción del limes de Cirenaica.
puede reducirse al tratamiento de la En general la tendencia fue la repo­
problemática militar, defensiva o ad­ blación y puesta en cultivo de las áreas
ministrativa, que sin duda es esencial, periféricas productivas mediante con­
sino que también deben incorporarse al tingentes provinciales o bárbaros asen­
patrón de análisis tradicional otros as­ tados que como soldados-colonos se
pectos asimismo significativos como sumaron a las fuerzas legionarias y au­
la producción agrícola y artesanal, la xiliares del limes en caso de necesidad
infraestructura viaria, la red comercial y que explotaban generalmente la tie­
y, en definitiva, el cuadro social limi­ rra que el emperador les había asigna­
táneo. do. De este modo la reforma de Diocle­
Desde esta perspectiva se aprecia ciano integró a una parte de la pobla­
notables diferencias en las formas de ción militar en el esquema productivo
vida limitáneas de unos a otros secto­ del Imperio supliendo así parcialmente
res. Mientras el sector noroccidental las altas contribuciones annonarias exi­
del limes europeo fue preferido por los gidas tradicionalmente a la población
emperadores para realizar los asenta­ civil provincial para el mantenimiento
mientos de bárbaros (foederati) insta­ del ejército imperial.
lados en territorio romano en calidad
de laeti, dediticii o gentiles, en el área
danubiana la explotación de los agri 2. La subdivisión de
pannonici, sobre todo a partir de Pro­ las provincias
bo, sirvió para abastecer a las legiones
estacionadas en la zona septentrional M ommsen (1862) situaba la reorgani­
del Imperio. Pero la economía del li­ zación provincial de Diocleciano alre­
mes ilírico se basaba fundamentalmen­ dedor del 297. Seston (1946) a su vez
te en la extracción de recursos m etalí­ intentó dem ostrar que hacia el 300 lo
feros (oro, plata, cobre, plomo y espe­ esencial de la reform a administrativa,
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 23

provincial, diocesana y fiscal de Dio­ varon su rango y función, administra­


cleciano estaba concluido. Más tarde ron ahora sobre un territorio muy re­
Jones (1964) amplió el proceso de re­ ducido. Asia fue dividida en siete pro­
formas tetrárquicas hasta el 306. Hoy, vincias: aparte de la Proconsular, Fri­
sin embargo, se piensa que dichas re­ gia 1 y II, Lydia, Caria, lnsulae y
formas forman parte de un proceso Hellesponto. Algo similar ocurrió a la
que con seguridad sobrepasó los lími­ Proconsular africana. La reorganiza­
tes cronológicos de la Tetrarquía (293- ción dioclecianea amplió también el
305). La división de Egipto en provin­ espectro provincial norteafricano al
cias es ilustrativa en este sentido. Las borrarse las viejas circunscripciones
provincias de Aegyptus Iovia y Aegyp­ territoriales y constituirse nuevas pro­
tus Herculia no fueron obra de Diocle­ vincias: Byzacena, seccionada al terri­
ciano sino de Maximiano Daia, aun­ torio meridional de la vieja Proconsu­
que la fecha es todavía discutida: 312 lar; Tripolitania, en el extremo orien­
(Lallemand,), 313 (Jones, 1954) ó tal; M auretania Sitifensis, segregada
314/315 (Barnes, 1982) a la luz de un de la sección oriental de la Caesarien­
papiro reciente. Por tanto, la subdivi­ se, mientras que la occidental constitu­
sión provincial no fue momentánea, yó también una sola, la Mauretania
sino que el período de reajustes duró Tingitana. A su vez el territorio pro­
unos diez años. vincial de Numidia fue posteriormente
Por otra parte, la subdivisión no fue dividido en dos: Numidia Cirtensis al
una idea peculiar de Diocleciano. Co­ N. y Numidia M ilitiana al sur.
mo en otros muchos aspectos de su El documento básico para conocer
obra política el creador de la Tetrar­ la extensión o al menos la situación re­
quía aprovechó los elementos institu­ sultante de esta reorganización provin­
cionales existentes potenciando su cial es el llamado Laterculus Veronen­
contenido renovador; de esta forma sis o Lista de Verona. Pero la interpre­
sistematizó prácticas ya ensayadas es­ tación de este texto sigue siendo objeto
porádicamente por otros emperadores. de controversia. Esta fuente plantea
El precedente quizá más próximo a dos problemas fundamentales que es­
Diocleciano fue la subdivisión de la tán estrechamente vinculados: 1) la fe­
Dacia en D. ripensis y D. mediterra­ cha de su elaboración; 2) la coherencia
nea por Aureliano, apenas una década de los datos registrados en este docu­
antes de su llegada al trono. No obs­ mento.
tante, la reorganización provincial dio- En primer lugar, su datación se dis­
clecianea presentó algunos aspectos cute. Se propone generalmente el in­
verdaderamente innovadores: la siste­ tervalo entre 304 y 320, porque a pe­
mática, la irregularidad y la disparidad sar de las precisiones de Jones para
de criterios seguidos en su realización. datarla en 314, el texto recoge situa­
A pesar de ello se aprecia un hilo con­ ciones administrativas inexistentes
ductor que da sentido a todo el proce­ hasta el 315 e incluso posteriores a es­
so: el imperativo de defensa, seguridad ta fecha. En segundo lugar, otro im­
e integridad del territorio romano y del portante problema es encontrar un cri­
poder imperial. Por esta razón en las terio que permita dar fiabilidad a los
provincias frontera se sintieron más datos registrados. Siguiendo a Momm­
los efectos de las reformas administra­ sen, un sector de la historiografía re­
tivas que en las provincias del interior. ciente opina que el documento refleja
Pero las proconsulares de Asia y Afri­ la situación provincial del Imperio en
ca fueron especialmente fragmentadas un momento preciso, sin que haya
para contrarrestar el peso político de existido una reelaboración posterior.
las tradicionales provincias senatoria­ Otros historiadores, en cambio, pien­
les. Los procónsules, aunque conser­ san que el texto no es homogéneo, si­
24 Akal Historia del Mundo Antiguo

no que refleja una situación diferente


si se toma como referencia de la parte
occidental que de la oriental del Im pe­
rio. En este sentido Barnes (1982) ha
propuesto recientemente que el docu­
mento recoge la situación de las pro­
vincias occidentales entre 303 y 314 y
la de las orientales, en cambio, entre
314/15 y 324.
No obstante, parece existir consen­
so en otras cuestiones. Se admite ge­
neralmente que la relación de provin­
cias expresada en el Laterculus no es
geográfica sino jerárquica. En este
sentido, la agrupación de provincias
en doce diócesis proporcionaría tam ­
bién el nombre de las provincias «con­
sulares» frente a las «praesidiales» al
término del proceso de reorganización
provincial y diocesana. Las primeras
serían aquéllas que encabezan la lista
de la diócesis respectiva; las segundas,
las restantes, excluidas naturalmente
las proconsulares. Pero si se exceptúa Pinturas de la casa del monte Celio
la diócesis de Italia, la Lista de Verona (siglo IV), Roma.
contiene sólo once provincias de la
primera categoría frente a los treinta y no hay acuerdo entre los especialistas:
nueve nuevas provincias creadas por Seston (1946) sostenía que Dioclecia­
Diocleciano; el resto de las provincias no elevó el número de provincias a 98,
fueron encomendadas a praesides ge­ pero en 305 serían ya 100 las existen­
neralmente perfectissimi, pero también tes; aunque algunas provincias como
algunos clarissimi desempeñaron esta la Gallia riparensis, que no es men­
misma función, e incluso en Egipto cionada, habrían desaparecido ya co­
parece observarse una cierta asim ila­ mo tales cuando se elaboró la Lista de
ción de la función «prefectoral» a la Verona; Parker (1958) admitía simple­
«praesidial» en la frecuente titulación mente que su número se dobló durante
de «heguemón» (praeses) frente al tra­ la época de Diocleciano; Pareti (1961)
dicional «éparchos» (praefectus). Del apuntaba que pasaron de 48 a un cen­
mismo modo en Italia las correduras tenar; Heuss (1964) indicaba que de
clarissimas alternaron con las praesi- 45 pasaron a 120 en el mismo período,
durías ecuestres de algunos distritos, cifra que era rebajada por Petit (1974)
ahora también convertidos en provin­ hasta 104. Pero lo cierto es que, he­
cias. chas las correcciones oportunas (Bar­
Considerada Italia como una sola, nes, 1982), el Laterculus sólo propor­
las provincias del Imperio llegaron a ciona 95 provincias, a la que es preci­
50 antes de Diocleciano, pero éste las so añadir la clara omisión de Achaia,
habría duplicado al final de su reinado. que no parece ocultarse tras la enig­
Casi todas las estimaciones relativas a mática Priantina.
la incidencia de la subdivisión provin­ La relación aportada por el Later­
cial dioclecianea consideran que la re­ culus según el número de orden adju­
forma «aproximadamente» duplicó el dicado a las respectivas diócesis en el
número de provincias existentes, pero documento es la siguiente:
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio
25
Número DIOCESIS Número de PROVINCIAS
de orden provincias ciertas

1 ORIENTE 16 Libia Sup. e Inf., Tebaida, Eqip-


to 1ovia et Hercuiia, Arabia,
Phoenice, Augusta Libanensis,
Siria Coele, Aug. Eufratensis,
Chipre, Isauria, Cilicia, Mesopo­
tamia, Osrhoene, Palestina.

II PONTO 7 Bithynia, Cappadocia, Galatia,


Paphlagonia, Ponto, Ponto Po­
lemoniaco, Armenia.

III ASIA 9 (Lycia, et) Pamphilia, Frigia 1 y


II, Asia, Lidia, Caria, Insulae, Pi­
sidia.

IV TRACIA 6 Europa, Rodope, Tracia, Hae-


mimontus, Scythia, Moesia Inf.

V MESIA 10 Dacia D. ripensis, Moesia Sup.


Dardania, Macedonia, Tesalia,
(Achaia), Epiro nova, Epiro ve­
tus, Creta.

VI PANONIA 7 Pannonia Inf., Saevensis, Dal­


matia, Valeria, Pann. Sup., No­
ricum ripense, N. mediterra­
neum.

VII BRITANIA 4 Britannia 1 y II, Maxima Caesa­


riensis, Flavia Caesariensis.

VIII GALIA 8 Belgica 1 y II. Germania 1 y II,


Sequania, Lugdunensis 1 y II,
Alpes Graiae et Poeninae.

IX VIENENSE 7 Viennensis, Narbonensis 1 y II,


Novempopulonia, Aquitania 1 y
II, Alpes Maritimae.

X ITALIA 9 Venitia et Histria, (Emilia et Li­


guria), Flaminia et Picenum,
Tuscia et Umbria, (Campania),
Apulia et Calabria, Lucania (ert
Bruttium), (Sicilia), (Sardinia)
Corsica, Alpes Cottiae, Raetia.

XI HISPANIA 6 Baetica, Lusitania, Carthaginen-


sis, Gallaecia, Tarraconensis,
Mauretania (Tingitana).

XII AFRICA 6 Proconsular, Byzacena, (Tripoli­


tan ia), Numidia Cirtensis, Num.
Militana, Mauretania Caesarien­
sis, Maur. Sitifensis.
26 Akai Historia del Mundo Antiguo
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 27
3. La constitución de base a criterios múltiples y no exclusi­
las diócesis vamente de distribución geográfica lo
demuestra el hecho de que los tetrarcas
A la reorganización provincial iniciada incluyeron parte del territorio africano,
hacia el 294/97 siguió algunos años el correspondiente a la Mauritania Tin-
después la creación de unidades admi­ gitana, en el ámbito administrativo de
nistrativas más amplias (diócesis) al la diócesis Hispaniarum, de forma si­
mando de sus respectivos vicarii, res­ milar a como el vicarius Orientis tenía
ponsables ante el emperador de la re­ bajo su jurisdicción también a las pro­
caudación fiscal y de las actuaciones vincias de Egipto. Por otra parte, en al­
judiciales emprendidas en sus circuns­ gunos casos el vicario administraba so­
cripciones territoriales. El Laterculus bre un territorio muy reducido como el
agrupaba en doce diócesis el conjunto vicarius urbis Romae con jurisdicción
de provincias del Imperio, incluyendo sólo al S. de los Apeninos o el vicarius
los dos vicariatos de Italia como una Britanniae, que administraba ahora el
sola. Generalmente se admite que esta territorio que antes había constituido
reforma se llevó a cabo hacia 297-98, una sola provincia.
ya iniciado el proceso de subdivisón Todo parece indicar que tanto la
provincial. Al término de ambos proce­ subdivisión provincial como la organi­
sos el cuadro de diócesis y provincias zación diocesana trascendían en reali­
era el siguiente, en orden decreciente: dad los intereses políticos, militares e
incluso fiscales para servir de base a la
O rien te............................ 16 nueva ordenación socioeconómica del
M e sia .............................. 10 Imperio (Bravo, 1980). En el esquema
A sia.................................. 9 de división de poderes de la Tetrarquía
Italia................................ 9 gobernadores y vicarios ejercieron tam­
G a lia ............................... 8 bién como autoridades judiciales y reli­
Ponto............................... 7 giosas en sus respectivas circunscrip­
P an o n ia........................... 7 ciones, pero no acumularon funciones
V ien ense........................ 7 militares y civiles, que solamente fue­
T racia.............................. 6 ron mantenidas en la prefectura del pre­
H ispania......................... 6 torio. Por eso resulta exagerada la afir­
Á frica.............................. 6 mación de Seston en el sentido de que
B ritan ia........................... 4 los vicarios «tuvieron todos los poderes
de los prefectos» y no tuvieron que ren­
TOTAL 95 (+ Achaia) dir cuentas de sus actuaciones más que
ante el emperador. Frente a la diversi­
Entre un máximo de 16 (diócesis dad de status personal de los goberna­
Orientis) y un mínimo de 4 (diócesis dores provinciales los vicarios de las
Britanniae) resulta difícil determinar diócesis fueron sin excepción ecuestres
los criterios que guiaron esta agrupa­ de rango perfectísimo, Jo cual plantea
ción, pero, sin duda fueron dispares. algunos problemas relativos al alcance
No obstante se observa una sensible real de su jurisdicción (Bravo, 1983)
nivelación numérica en el reparto de respecto a los gobernadores clarissimos
provincias entre la parte oriental y oc­ y consulares. Pero hacia el 305 las ex­
cidental del Imperio (48 y 47, respecti­ tensas atribuciones de los vicarios
vamente). Sin embargo, a las provin­ quedaron de hecho absorbidas por la
cias occidentales se asignaron 7 de las preponderancia de los prefectos del
doce diócesis existentes, por lo que es­ pretorio, verdaderos viceemperadores,
ta región del Imperio quedó adminis­ cuando las diócesis se integraron a su-
trativamente más fragmentada. Que la vez en las prefecturas regionales co­
organización diocesana se realizó en rrespondientes.
28 Ak.al Historia del Mundo Antiguo

III. Cam bios en la administración


imperial

1. Reestructuración m antienen en muchos casos. La con­


administrativa ducta prosenatorial de Severo Alejan­
dro (222-234), Gordiano III (238-244),
a) Senatoriales y ecuestres Decio (249-251) durante la primera
mitad de siglo, y la de Valeriano (253-
La posición fluctuante del Senado a lo 260), Tácito (275-276) o Probo (276-
largo del S. III hizo que el emperador 282), durante la segunda mitad, apenas
procurara buscar el apoyo del ejército se cuestiona. A la inversa, la línea an­
para llevar a cabo su política. Pero los tisenatorial vendría marcada por los
senadores no siempre aprobaron que­ reinados de Septimio Severo (193-
dar relegados a un segundo plano en la 211), Caracalla (211-217) y Maximino
escena política. La historiografía mo­ Tracio (235-238) antes de la Anarquía,
derna ha acusado a los historiadores y por Galieno (254-268), Caro (282-
antiguos de un cierto maniqueismo en 284), Numeriano (282-284) y Carino
la interpretación de los hechos al divi­ (283-285), después. Sin embargo, em ­
dir a los sucesivos emperadores en dos peradores tan significativos por razo­
grupos, «buenos» y «malos» atendien­ nes diversas como Claudio II (268-
do exclusivamente al signo de sus re­ 270) y Aureliano (270-275) encajan
laciones con el Senado (Syme, 1971). mal en una línea política definida ex­
Pero es preciso tener en cuenta que la clusivamente por la actitud hacia el
mayoría de los historiadores defendían Senado, porque particularmente en es­
las prerrogativas del grupo senatorial, tos reinados se aprecian sin dificultad
bien por pertenecer a este grupo, bien fases de colaboración y de oposición
por tradicionalismo ideológico. No senatorial. De hecho, este largo perío­
faltan, sin embargo, emperadores difí­ do de turbulencias políticas, rebeliones
cilmente adscribibles a uno de esos internas y guerras fronterizas afectó
dos grupos (Millar, 1977), porque la tanto al ejército como al Senado mien­
historiografía reciente tiende a consi­ tras los senatoriales conservaron el
derar los reinados imperiales, no como mando sobre las tropas, es decir, mien­
conjuntos monolíticos definidos por la tras no se separó el poder civil del m i­
colaboración o aversión entre Senado litar en las distintas esferas de la admi­
y Emperador, sino comb fenómenos nistración. No parece muy afortunado,
complejos cuyo análisis revela fases por tanto, fijar la cesura entre el viejo
de marcada oposición y reconciliación y el nuevo senado imperial en el año
entre ambos. Aun así, los tópicos se 238 (así Talbert, 1984), aun recono-
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 29

Sarcófago con el mito de Prometeo, Roma.

riendo el significado de esta fecha en hecho de que el procedim iento de la


la historia política imperial. Pero si el acclamatio imperial por las tropas en
Senado perdió muchas de sus atribu­ campaña acabó reemplazando en la
ciones políticas tradicionales hasta práctica a la teórica legitim ación de la
convertirse en un cuerpo honorífico electio por el Senado. Con frecuencia
secundario fue debido, sobre todo, al las proclamaciones se efectuaban muy
AkaI Historia del Mundo Antiguo
30
lejos de Roma, por lo que la aproba­ senatoriales de los cargos que tradicio­
ción de la Curia se sustituyó por la ra­ nalmente habían desempeñado. La
tificación como «Augusto», por parte «revolución militar» (Brown, 1971) de
de las masas populares, de la persona este período se consumó así como una
previamente aclamada «imperator» «revolución administrativa» (Malcus),
por el ejército. Estos emperadores sol­ que no supuso desde luego la desapa­
dados procurarían luego conseguir la rición del Senado como cuerpo políti­
legitimación del Senado de Roma para co, pero sí cambios fundamentales en
garantizar su posición. Pero esta con­ su composición y función.
ducta hacia el Senado se interrumpió La tradicional heterogeneidad del
con la llegada al trono imperial de Senado altoimperial se potenció con el
Diocleciano en los últimos meses del acceso de numerosos ecuestres benefi­
año 284. El nuevo emperador no soli­ ciados de la adlectio imperial (Alfódy,
citó ya la legitimación del Senado 1981). Estos homines novi rivalizaron
frente a Carino, actitud que revela el con los miembros de las familias aris­
escaso prestigio ya de esta institución, tocráticas por desempeñar los altos
así como la evidente pérdida de con­ cargos de la administración imperial.
trol senatorial sobre la situación políti­ Las obras ya clásicas de Lambrechts
ca. Según Aurelio Víctor (Caes., 37), (1937) y Barbieri (1952) sobre la com­
desde Probo el Senado habría renun­ posición y estructura del Senado del S.
ciado a su intervención en la vida polí­ III demuestran que el número de se­
tica y habría cedido sus competencias nadores apenas varió antes de Diocle­
tradicionales al ejército. En realidad ciano y que la representación de las
este repliegue político del Senado se provincias en él siguió siendo muy de­
había producido algunas décadas antes sigual. A pesar de la relatividad de
como consecuencia del creciente pro­ sus resultados, estos estudios permiten
tagonismo del ejército en los aconteci­ apreciar el progresivo desplazamiento
mientos políticos que condujeron a la de las familias nobles por los «senato­
Anarquía militar (234-284). Entonces riales de origen ecuestre», proceso que
se rompió la equivalencia entre «sena­ se aceleró con la reestructuración ad­
dores» y «senatoriales», que sería ca­ ministrativa llevada a cabo por Diocle­
racterística de la aristocracia bajoim ­ ciano. Pero más que de una política an­
perial (Arnheim, 1972). El rango aris­ ti-aristocrática del emperador se trataba
tocrático dejó de identificarse con la de medidas encaminadas a asimilar los
clase dirigente del Estado y el Senado senatoriales a los ecuestres en términos
fue perdiendo los privilegios adminis­ administrativos en el marco de una re­
trativos que había adquirido desde Au­ forma de mayor alcance, en la que se
gusto (Homo): el control de las finan­ pretendía desvincular las «funciones» y
zas, el mando del ejército, los gobier­ responsabilidades políticas de los ran­
nos provinciales. Muchos miembros gos o «títulos» de status personal de
de estas familias se refugiaron en sus los funcionarios de la administración
posesiones renunciando a las respon­ imperial.
sabilidades políticas, situación que Sin duda, una de las facetas más
anunciaba ya una «feature» caracterís­ significativas de la política dioclecia-
tica de la sociedad bajoimperial. En nea fue la sistem ática sustitución de
consecuencia los puestos de la admi­ senatoriales por ecuestres en los diver­
nistración fueron ocupados por exper­ sos grados de la administración. Este
tos oficiales de especial relevancia m i­ hecho fue justam ente resaltado por Jo­
litar o profesional pertenecientes a los nes (1964), pero puede ser matizado
diversos grados del rango ecuestre (vi­ ahora con los resultados del análisis
ri egregii, perfectissimi, eminentissi- prosopográfico. En efecto, el estudio
m i) que desplazaron a los clarissimi de la administración imperial de la
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 31

época de Diocleciano revela un claro riales de ecuestres introducidos en el


predominio de los cargos desempeña­ senado (interpraetorios) o designados
dos por «ecuestres» frente a los toda­ para puestos de especial responsabili­
vía confiados a «senatoriales» (Bravo, dad (inter consulares). De esta forma
1980). No sólo los cargos de responsa­ el emperador logró contrarrestar la
bilidad económica (rationalis, magis­ fuerza política y social de los senado­
ter rei privatae, praefectus annonae), res. Pero en una sociedad tradiciona-
sino también los burocráticos (magis­ lista como la rom ana este control polí­
ter scriniorum) y la mayor parte de los tico sobre el grupo dirigente apenas
gobiernos provinciales fueron confia­ afectó a su consideración social. El
dos a viri perfectissimi mientras que, rango senatorial siguió siendo la pri­
de hecho, sólo el proconsulado se man­ mera dignidad (prior dignitas) en la
tuvo como cargo exclusivamente de­ jerarquía estatutiva de rangos y grados
sempeñado por viri clarissimi de ori­ (clarissimi, eminentissimi, perfectissi­
gen senatorial. Incluso al consulado, mi, egregii...) m ientras que la perte­
que permitía el acceso a la prefectura nencia al rango ecuestre se mantuvo
urbana, podía llegarse a través de la como segunda categoría (secundi or­
prefectura del pretorio, que culminaba dinis viri) en el grupo social privile­
el largo cursus ecuestre. Pero este he­ giado, como lo indica expresam en­
cho adquiere su verdadera significa­ te una constitu ción de Diocleciano
ción histórica si se tiene en cuenta que (C. J. V, 4, 10).
esta evidente desproporción en favor
de los ecuestres (Alfóldy, 1981) se po­
tenciaba por la trascendencia política y b) El c u rsu s h o n o ru m
social de los cargos desempeñados por y la re fo rm a del c o n s u la d o
éstos: el control de las finanzas del Es­
tado, la administración de la mayoría Hasta donde la documentación epigrá­
de las provincias y el m agisterio ideo­ fica permite reconstruir los diferentes
lógico. El funcionariado ecuestre se estadios del cursus senatorial y ecues­
convirtió así en un auténtico grupo tre, en esta época parecen romperse al­
privilegiado que dominaba cuantitati­ gunos de los principios en que se ha­
va y cualitativamente en la clase diri­ bía basado la carrera pública imperial:
gente del Estado hasta el punto que las 1) el carácter m inoritario y extraordi­
funciones usualmente desempeñadas nario de las adlectiones; 2) la vincula­
por ecuestres viri perfectissimi fueron ción del ordo con determinadas fun­
eventualmcnte confiadas a viri claris­ ciones administrativas. La ruptura de
simi, pero sin que se m odificara su ha­ estos principios originó la identifica­
bitual titulación administrativa. El ción entre la carrera política y la admi­
exemplum del «praeses» de Dioclccia- nistrativa. El cursus honorum dejó de
no es elocuente en este sentido (Bravo, constituir un privilegio de la clase se­
[en prensa]). Las praesidurías, que natorial y se abrió a miembros de otros
hasta finales del S. III habían denomi­ grupos de diferente status social. La
nado la función de los mandatarios adquisición de codicilli imperiales que
provinciales de rango ecuestre (praesi­ otorgaban la dignidad senatorial, la
des), constituyeron a partir de Diocle­ adlectio que daba acceso al Senado y
ciano la función característica de la la concesión de ornamenta consularia
práctica totalidad de los gobernadores a ecuestres se convirtieron en prácticas
provinciales con independencia de su habituales e instrumentos en manos
status personal ecuestre o senatorial. del emperador para contrarrestar la in­
Este hecho debe ponerse en relación fluencia política de las familias patri­
con el carácter masivo (in amplissi- cias y nobles cuyos miembros todavía
num ordinem) de las adlectiones im pe­ seguían la carrera pública.
32 Akat Historia del Mundo Antiguo

Este control introdujo importantes por miembros de la familia imperial


modificaciones en la estructura tradi­ hasta el 301 y por allegados a ésta des­
cional del cursus senatorial. Ya desde pués. En contraste, la depreciación del
mediados del S. III las inscripciones consulado sufecto en el cursus, situado
dejan de reflejar algunas funciones en los primeros estadios de la carrera
preliminares: vigintivirato, tribunado «senatorial», indicaría que los suffecti
militar, edilidad. Se observa asimismo eran personas de origen ecuestre bene­
que disminuyen significativamente las ficiados de la adlectio imperial.
funciones consulares como consecuen­ Aunque parece claro que las refor­
cia de una revalorización de éstas res­ mas administrativas llevadas a cabo por
pecto a las magistraturas tradicionales. Diocleciano debieron modificar la es­
Pero el término de esta evolución se tructura del cursus senatorial en algún
prolongó al menos hasta la primera sentido, la aceptación de esta teoría no
década del S. IV (301-310), período está exenta de dificultades. En primer
en el que se habría producido una lugar, no sólo el consulado, sino tam­
«verdadera revolución del cursus sena­ bién otras magistraturas preliminares
torial», en expresión de Chastagnol como la pretura y la cuestura aparecen
(1958), consistente en el evidente des­ escasamente representadas en los cur­
plazamiento del consulado ordinario a sus de este período (Bravo, 1980) e in­
la cima de la «carrera de honores» de­ cluso los consulados sufectos parecen
jando, por tanto, de ser requisito pre­ haber recaído en personas de origen se­
vio al ejercicio de las funciones supe­ natorial (Arnheim, 1973). En segundo
riores. lugar, aunque es cierto que el consulado
La revalorización de la función fue desplazado de su lugar habitual en
consular hizo que la eponimia pasara a el cursus, la modificación no afectó só­
ser atribución exclusiva del consulado lo al ejercicio del consulado ordinario o
iterado (cos. II, III,...), desempeñado iterado, sino también a algunos suffecti

Palacio de Diocleciano en Spalato. El peristilo


Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 33

Amazona herida procedente de Mogilovo


(siglo III).

de este pe-ríodo que desempeñaron esta logados culminaran su carrera con la


función inmediatamente antes de ocu­ prefectura urbana (Bravo, 1980), lo
par la prefectura urbana (PVR), que que hace presumible una larga carrera
culminaba la carrera senatorial. Así, ecuestre previa al acceso, por uno u
mientras Anicio Fausto fue cos. II en otro medio, al clarissimato.
298 y PVR en 299-300, Aradio Rufibo
fue eos. suff. pre304 y PVR en 304-05
y eos. ordinario en 311. e Insteio Tertu­ c) Separación de poderes civiles
lio, eos. suff. en 305 ocupó la PVR en y militares
307-08 (Bravo, 1980; PLRE, I). Por
otra parte, Arnheim considera que la Podría pensarse que el alto grado de
vinculación entre adlecti ecuestres y los militarización de la sociedad imperial
consules suffecti es gratuita, puesto que a finales del S. III y comienzos del S.
la mayoría de estos últimos ejercieron IV (MacMullen, 1963) inspiró la idea
pretura o cuestura, lo que carecería de de Diocleciano de separar claramente
sentido de haber sido beneficiados de las funciones militares y civiles de los
adlectio, e incluso muchos de los suf­ representantes del Poder central, pero
fecti pertenecían a las más ilustres fami­ también esta medida es coherente con
lias nobles (Arnheim, 1972). No se una de las realizaciones adm inistrati­
puede hablar, por tanto, -en opinión de vas más características de la Tetrar­
este historiador- de «revolución» ni «re­ quía: la progresiva sustitución de sena­
forma» del consulado en 315 ni en cual­ toriales por ecuestres en los distintos
quier otra fecha, anterior o posterior, da­ cargos de la administración.
do que quienes desempeñaron este cargo El primer paso en este sentido fue
procedían del mismo estrato social, an­ dado por Galieno en 261 al prohibir
tes y después de Diocleciano. que los gobernadores senatoriales man­
Sin embargo, resulta significativo tuvieran el mando sobre las provincias
que sólo la mitad de los suffecti cata­ legionarias, es decir, sobre aquellas
34 AkaI Historia del Mundo Antiguo

que tenían tropas estacionadas. Aun­ especialmente en las provincias fron­


que la medida no tuvo demasiado éxi­ terizas. En época dioclecianea esta si­
to bajo su reinado (De Blois), como tuación intentó solucionarse con la
tampoco habían sido eficaces las ten­ presencia de un dux o praepositus li­
tativas severianas anteriores, el decre­ mitis con funciones exclusivamente
to del 261 señaló el comienzo de un militares (Bravo, 1985). M ientras el
proceso que culminaría con la general praeses ejercía las funciones civiles en
reestructuración administrativa llevada los límites territoriales de las provin­
a cabo por Diocleciano y Constantino. cias, el dux tenía a su cargo las tropas
La administración altoimperial se ha­ de varias provincias frontera. Aunque
bía basado en el principio de la acu­ el testimonio sobre estos duces es pos­
mulación de poderes civiles y m ilita­ terior, entre el 308 y el 312, salvo el
res en manos de la clase senatorial, ducado de Scithya en 293, es probable
beneficiaría de las más altas magistra­ que el cargo fuera creado antes porque
turas del Estado y destinataria asim is­ en el limes africano de Numidia se
mo de la mayoría de los gobiernos considera extraordinario que un prae­
provinciales, que controlaban los lega­ ses todavía en 303 supervisara las
ti Augusti. El estatuto provincial se es­ obras de fortificación y las instalacio­
tablecía en función del título personal nes militares (castra, centenaria) que
de los gobernadores a ellos destinados deberían ser competencia del dux per
y el grado de control ejercido por el Africam.. Sin em bargo, puede pensar­
emperador en la nominación de estos se razonablem ente que las funciones
funcionarios. Hasta mediados del S. de iure ejercidas por ambos funciona­
III sólo algunas provincias fueron con­ rios en sus respectivos ámbitos ju ris­
fiadas a praesides ecuestres. Luego el diccionales no concordaban con las
mando de las fuerzas militares estacio­ atribuciones de fa cto , más amplias,
nadas en las provincias fue encomen­ en un momento en que la separación
dado a oficiales ecuestres (yiri milita­ de poderes civiles y m ilitares no esta­
res) y, en consecuencia, para evitar ba aún plenam ente consolidada. Una
conflictos estatutivos los gobiernos prueba de ello es el heho de que la
provinciales pasaron progresivamente función «praeses» fue ejercida tam ­
de manos senatoriales a funcionarios bién por senatoriales clarissim i e in­
de rango ecuestre. El momento en que cluso consulares. La m edida que en
se produjo la diferenciación de las principio había sido dirigida contra
atribuciones civiles y militares se co­ los gobernadores senatoriales se ex­
rresponde al indudable prestigio que la tendió luego a los ecuestres que go­
carrera ecuestre ha alcanzado en la vi­ bernaban provincias legionarias, pol­
da pública del Imperio y que ha en­ lo que no resulta arriesgado afirmar
cumbrado a muchos homines novi en que el principio de «separación de
el grupo dirigente imperial (Alfoldy, poderes», aplicado esporádicam ente
1981), como un primer paso hacia la antes, se convertiría en norm ativa du­
configuración de la burocracia bajoim- rante la Tetrarquía. Pero los goberna­
perial. Desde mediados del S. III el dores provinciales, acaso desprovis­
servicio activo en el ejército había lle­ tos de la mayoría de las funciones m i­
gado a convertirse en condición nece­ litares propias de su status, fueron
saria para ocupar un puesto relevante com pensados am pliando la esfera de
en la administración imperial. Pero la sus atribuciones al acum ular en sus
reforma de Galieno no pudo evitar respectivos dom inios las funciones
conflictos de com petencias entre los hasta entonces desem peñadas por tres
viri militares que se disputaron el funcionarios de la adm inistración
mando supremo sobre las tropas asen­ central: cuestores, procuratores y cu­
tadas en el territorio de su jurisdicción, ratores (Petit, 1974).
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 35

2. Títulos y funciones: presenta un cursus anómalo que no


elementos prosopográficos haría difícil situar su gobierno procon­
sular al comienzo de la época de Dio­
cleciano precediendo en el cargo a un
a) Los gobernadores provinciales: praeses de época tetrárquica: L. Sul...
la figura del «praeses» Paulus (Bravo, 1980).
La reestructuración administrativa
Los gobernadores provinciales de este llevada a cabo durante la Tetrarquía
período no presentan homogeneidad afectó claramente al prestigio tradicio­
en cuanto a su status personal: 1) pro­ nal de esta función como se deduce
cónsules; 2) legati Augusti; 3) correc­ del lugar que los procunsulados ocu­
tores; 4) praesides; 5) prefectos; los pan en el cursus de los respectivos
tres primeros tenían rango senatorial mandatarios; la sucesión COS-PRO-
(viri clarissimi), los praesides eran in­ COS.-PVR tiende a convertirse en
distintam ente senatoriales o ecuestres COS-PROCOSCOS-PVR en la carrera
{vir i perfectissimi, viri egregii) y los de algunos procónsules conocidos del
prefectos de Egipto eran sin excepción período: Titianus (procos, en 296, eos.
ecuestres de rango perfectissimo. en 300, PVR en 305), Iulianus (pro­
cos. en 300/303, eos. y PVR en época
constantiniana) y Volusianus (procos,
Procónsules en 305, PVR en 310-11 y cónsul pos­
teriormente).
Las provincias de Asia y Africa m an­
tuvieron el rango proconsular de sus
gobernadores, antiguos cónsules perte­ Legati Augusti
necientes a la más alta jerarquía sena­
torial, que administraron ahora sobre Aunque esta titulación administrativa
un territorio considerablemente redu­ desapareció en la mayoría de las pro­
cido en extensión. No obstante, los vincias imperiales durante la segunda
procónsules fueron siempre considera­ mitad del S. Ill, algunos gobernadores
dos superiores en rango al resto de los de época dioclecianea conservan toda­
gobernadores pronvinciales incluso vía esta función, aunque con seguridad
bajo la Tetrarquía, puesto que fueron antes de que el proceso de reorganiza­
los únicos que mantuvieron el derecho ción provincial y administrativa afec­
de apelación directa al emperador sin tara a estas provincias. El caso de Si­
depender de sus superiores en la esca­ ria Coele es quizá el más ilustrativo,
la administrativa, los vicarios ecues­ donde L. Artorius Pius Maximus, V(ir)
tres de sus diócesis. Hasta época Cons­ C(larissimus) LEG(atus) AUGG(usto­
tantini ana estos gobernadores se extra­ rum) PR(o) PR(aetore) administró la
jeron de las familias aristocráticas provincia» entre 286 y 293. Pero tam­
romanas, de los Ceionii, Aradii, A ni­ bién Frigia et Caria aparecen gober­
cii..., pero después los senatoriales nadas por legati antes de la división
africanos y asiáticos rivalizaron por la de la antigua provincia proconsul ai­
obtención del cargo con los miembros de Asia al concluir la guerra persa
de la aristocracia itálica. Según opi­ del 297-299.
nión de Jones, en 315 a estas dos pro­
vincias se unió el proconsulado de
Achaia en la persona de C. Vettius Correctores
Cossinius Rufinus, que es mencionado
en una inscripción como proconsuli La diócesis de Italia fue gobernada, en
provinciae Achaiae sortito (Dessau, cambio, por correctores como quizá la
1217). Sin embargo, este personaje provincia de Achaia y la de Sicilia (Jo-
36 Aka! Historia del Mundo Antiguo

nes, 1964) bajo la Tetrarquía. Estos de «corrector Italiae», cargo que se ha


gobernadores pertenecían generalm en­ interpretado con atribuciones generales
te al rango senatorial, pero en Flam i­ sobre todo el territorio (totius Italiae o
nia et Picenum encontramos también utriusque Italiae) (Chastagnol, 1963),
correctores perfectissimos. Otras cir­ esto es tanto de la Italia Annonaria
cunscripciones menores como las islas ([Venina et Histria, Alpes Cottiae, Rae­
de Sardinia (Cerdeña) y Corsica (Cór­ tia) como de la Italia Suburbicaria
cega) así como los Alpes Cottios y Re­ (Tuscia et Umbria, Flaminia et Pice­
tia fueron en cambio administradas num, Campamia (et Samnium), Luca­
por praesides. nia (et Bruttium), Apulia et Calabria,
Las diferentes titulaciones adminis­ Sicilia, todas ellas administradas por
trativas de los correctores itálicos correctores excepto el Samnium, del
(corr. totius Italiae, corr. Italiae, corr. que no se ha conservado testimonio al­
utriusque Italiae) fueron sustituidas guno, y Corsica y Sardinia confiadas a
durante la época de Diocleciano por la praesides). Sin embargo, ningún otro
denominación «corrector + nombre de documento permite fijar con precisión
la provincia» en genitivo (Tusciae et el alcance de la jurisdicción de N um i­
Umbriae, Venitiae et Histriae, Campa­ dius en septiembre del 290, mientras
niae, etc.). Pero la cuestión fundamen­ que la primera corredura regional
tal se plantea en términos cronológi­ efectivamente fechada es la de T. Fla­
cos: en qué momento se produjo el vius Postumius Titianus, v. c. corr.
cambio de la correctura unitaria a las Campaniae en 292-293. A estos datos
correduras regionales, en qué m omen­ se añade la praesiduría de Septimio
to los distritos itálicos fueron converti­ Valendo en Retia bajo la tribunicia p o ­
dos en provincias ordinarias. Todavía testas VII de Diocleciano, es decir, el
una constitución promulgada en sep­ año 290. Por esta razón parece que este
tiembre del año 290 alude a Numidius territorio y presumiblemente también
bajo la antigua denominación unitaria la pars annonaria escapaban al mando

Reconstrucción ideal de los baños de Diocleciano.


Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 37
38 Aka! Historia del Mundo Antiguo

del corrector Italiae a menos que el diversas situaciones de status social


testimonio de Valentio sea posterior al con el ejercicio de determinadas fun­
10 de setiembre de ese año, fecha del ciones no fue tan rígido, sino que por
texto de la constitución imperial dirigi­ el contrario se observa una cierta elas­
da «Numidio correctori Italiae» (C. ./. ticidad. Aunque las diferencias estatu-
VII, 35, 3). Es más probable no obs­ tivas o de rango perduraron en las pro­
tante que ambas titulaturas (v. c. co­ vincias hasta que la general reestructu­
rrector, v. p. praeses) hayan coexistido ración administrativa fue aplicada,
durante algún tiempo asimiladas a una puede decirse que, excluidos los pro­
idéntica función administrativa, puesto cónsules, todos los gobernadores pro­
que el objetivo primordial de la organi­ vinciales acabaron siendo asimilados a
zación diocesana de Italia fue convertir la función praesidial, que hasta enton­
a las «nuevas» provincias en unidades ces había sido generalmente encomen­
contributivas rompiendo con el secular dada a personas de rango ecuestre.
privilegio de inmunidad fiscal que Ita­ A pesar de las diferencias de rango
lia había disfrutado hasta entonces. Pe­ social apreciables en los títulos perso­
ro como ha observado acertadamente nales de los diversos mandatarios pro­
Seston, Diocleciano otorgó a los co­ vinciales, la clara mayoría de praesi­
rrectores itálicos las atribuciones de des proporciona una relativa hom o­
los praesides del resto del Imperio en geneidad estatutiva al conjunto admi­
concordancia con la homogeneidad fis­ nistrativo imperial hasta el punto que,
cal de todas las provincias. En realidad en la historiografía reciente, se tiende
los praesides atestiguados durante este a asimilar la función «praeses» a la
período en Raetia (Septimio Valentio) idea genérica de gobernador provin­
y en Sardinia (Maximus, entre el año cial. En efecto, los praesides fueron
286 y 293) constituyen al menos un los responsables de la aplicación en
elemento de referencia del proceso en las provincias de las mediadas adopta­
el que los tradicionales distritos jurídi­ das por el Poder central. El sistema te-
cos de Italia fueron convertidos en pro­ trarquico se asentaba en el reparto de
vincias (Bravo, 1980; Clemente). La competencias políticas pero, en la
aplicación de los principios de la rees­ práctica, su permanencia dependía de
tructuración administrativa de la Te­ la eficacia de los administradores o
trarquía se tradujo aquí en la tendencia funcionarios y de su control sobre los
a la nivelación estatutiva (Bravo, administrados o provinciales. Pero no
1980), mediante la que se pretendía es cierto que los praesides pertenecie­
contrarrestar la mayoritaria presencia ran sólo al rango ecuestre. En la época
de viri clarissimi en los gobiernos pro­ de Diocleciano los viri clarissimi pra­
vinciales de esta nueva diócesis. esides son tan frecuentes en los testi­
monios epigráficos que resulta gratui­
to el considerarlos como una simple
Praesides anomalía en las secuencias estatutivas
del período (Bravo, [en prensa]). Al
El praeses es sin duda la figura admi­ contrario, este título forma parte entre
nistrativa más característica de la épo­ otros de la amplia gama de status per­
ca diocleciana. Los gobernadores-prae- sonal correspondiente a los goberna-
sides constituyen asimismo el capítulo dores-praesides.
más importante de la problemática
vinculación entre títulos y funciones
durante la Tetrarquía. Al menos por lo Praesides viri egregii:
que se refiere al praeses, el aparato je ­
rárquico que, en la sociedad romana Aparecen documentados epigráfica­
imperial, vinculaba formalmente las mente bajo la titulatura V(ir) E(gre-
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 39

gius) P(raeses) como auténticos gober­ una asimilación de las atribuciones


nadores o en calidad de tales bajo clarissimas a la función praesidial pro­
V.E.A(gens) V(ices) P(raesidis). Aun­ piamente ecuestre. De esta forma la
que pertenecen a la categoría más baja praesiduría se convirtió en una función
del rango ecuestre su posición adm i­ niveladora del status de los altos fun­
nistrativa es consecuencia del ascenso cionarios de la administración impe­
de su clase en la administración im pe­ rial en las provincias, verdaderos res­
rial. Los agentes vices ejercieron la ponsables de las finanzas, los tributos
función praesidial como suplentes ac­ y la justicia en su circunscripción, de­
cidentales de los gobernadores regula­ biendo rendir cuentas de sus actuacio­
res, generalmente legati Augusti sena­ nes ante el vicario correspondiente de
toriales. Pero en ciertos casos se ob­ su diócesis.
serva cómo esta situación transitoria
se convirtió a menudo en permanente.
Del reinado de Galieno (260-268) a la Prefectos
Tetrarquía (293-305) Noricum, Panno­
nia Inferior, Pannonia Superior, Arabia En época dioclecianea la prefectura
y Bética al menos, generalmente go­ egipcia fue confiada a ecuestres de
bernadas por senatoriales, fueron oca­ rango perfectissimo («diasemotatoi»)
sionalmente administradas por agentes aunque durante el S. III algunos claris­
vices antes de ser definitivamente con­ simos («lamprotatoi») ocuparon el car­
fiadas a praesides. go. El término griego para «prefecto»
Viri clarissimi et perfectissim i p ra ­ es «éparchos», pero a finales de siglo
esides: la función praesidial en manos esta titulación administrativa deja paso
de un mandatario senatorial de época a la de «heguemón» que traducía en
dioclecianea no puede entenderse co­ griego el término latino praeses. Gra­
mo la simple denominación genérica cias a la documentación papirológica
de su condición de gobernador provin­ la lista de estos prefectos praesides es
cial, sino más bien como una función prácticamente com pleta salvo para el
con atribuciones precisas que incum ­ intervalo 287 a 297. Se ha observado
bía a la mayor parte de los gobernado­ además que mientras el prefecto de
res, con independencia de su status o Egipto anterior a Diocleciano se auto-
título personal: v.e./v.p./v.c./. Durante calificaba «éparchos» en los edictos,
este período el estatuto de las provin­ los papiros en cambio utilizaban ya el
cias no se vincula ya con el título per­ término «heguemón» para referirse a
sonal de sus mandatarios, puesto que él (Vandcrsleyen). Seguramente con la
en tal caso algunas provincias habrían división de Egipto en provincias, al
soportado varios cambios de status en parecer entre 312 y 315, esta última ti­
breves intervalos de tiempo. Así un vir tulación ganó oficialidad designando
clarissimus (Acilius Clarus) ocupó la desde entonces a los gobernadores
praesiduría de una provincia (Numi­ provinciales egipcios como praesides,
dia) ya confiada a vir i perfectissimi dependientes en el organigrama dioce­
praesides, del mismo modo que un vir sano del vicario de Oriente.
perfectissimus (Mucius Flavianus) de­
sempeñó este cargo en otra provincia
(Byzacena), cuyo gobierno había sido b) Vicarios
confiado a vir i clarissimi praesides
(Bravo, 1980). Otros viri clarissimi Al frente de cada una de las diócesis
son atestiguados en las siguientes pro­ los tetrarcas colocaron a un vicario
vincias: Maxima Caesariensis (en Bri­ ecuestre que las fuentes oficiales de­
tannia), Baetica (en Hispania). Todos nominan vice (vicem/vices) agens pra­
estos casos pueden entenderse como efectorum praetorio, esto es, «delega-
«

40 Aka! Historia del Mundo Antiguo

do de los prefectos del pretorio»


(PPOs). Si los vicarii desempeñaron
similares funciones que estos vices
agentes conocidos ya con esta titula­
ción desde comienzos del S. III (A.
Stein), Diocleciano sólo habría hecho
Maxima
uso de una institución pre-existente, la Caesariensis
vice-prefectura del pretorio. Pero en VII
realidad se potenció de tal manera el Britannia I y II
cargo con competencias adm inistrati­ Flavia \
vas y jurídicas que la función de los Caesariensis \
«delegados de los prefectos» quedó re­ Belgica II Germania I
ducida a una simple representación Belgica I t
frente a la probada autonomía de los Lugdunensis V|„ Qermánia i
vicarii de época tetrárquica. Por este *· /
Lugdunensis
motivo una teoría reciente sostiene in­ Aquitanica II I
cluso la inexistencia de diócesis y vica­ Sequania i
rios durante época dioclecianea (Noe- AlpeS"'Gratae / χ
et Poeninae Alpes
thlichs). Pero su función en el sistema
tetrárquico fue de importancia funda­ Gallaecia Novempopulana 'X Viennensis
Aemilic'
mental para contrarrestar los posibles Narbonensis Liguria
Tarraconensis Alpes
abusos de poder de los PPO, que vieron
Maritimae
así restringidas sus tradicionales com­
petencias. Por otra parte, los vicarios Lusitania XI Cbrsica j
escaparon de iure al control de sus in­ Carthaginiensis Tuscia ei
mediatos superiores en la escala adm i­ Baleares ..·* Umbria
nistrativa al no tener que rendir cuenta Baetica 'Sardinia
de sus acciones más que ante el em pe­
MEDITERRANEUM M.
rador e incluso se atribuyeron funcio­
nes propias de los PPO en los juicios
Mauretania
vice sacra presididos en nombre del Mauretania Sititensis
Mauretania
emperador, privilegio que en teoría es­ Tingitana j-Caesariensis Numidia
taba reservado sólo a los prefectos del XII Cirtensis
pretorio en calidad de vice-emperado-
res. Sin embargo, los vicarios ecues­
tres controlaron las actuaciones de to­
dos los gobernadores provinciales, ex­
cepto los procónsules, aun cuando
algunos cla ú sú m i se situaban por en­
cima de ellos en la escala estatutiva-
social.
Pero de la discusión sobre la natu­
raleza del vicariato se ha pasado, en la
historiografía reciente, a intentar pre­
cisar la relación de los vicarii con la
prefectura del pretorio y con la prae­
fectura urbis. Remontándose a M om­ EI imperio romano a principios
msen la teoría tradicional sostiene que del siglo IV.
los «vices agentes» del S. III serían los
precursores de los vicarios diocesanos.
Para Seston (1946) la única diferencia
estribaba en que hasta la Tetrarquía los
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 41

_Nerjcum p annortiia
ripense SUper¡0’r
Raetiá .
Joricum ^ ria
/iediterraneum Pangonia
\ VI Inferior ( Scyth¡a

Venetia eíenSIS ^ óé^ ia SuPerior


Histria Dalmatia Margensis Dacia Moesia Inferior Pontus /
Praevalitana : IV Haemimontus Paphlagonia Polemoniacus
Flaminia et Dardania Thracia Byzantiuym Diospontus Armenia M in or,----- ,
Picenum ^ Rhodope Europa* Bithynia ,, ,
Roma Campania et M aced o nla' .. ....................... . C a la tia
Samnium Epirus Nova Mesopotamia
Apulia e. Th ·, Asia ^ CappadPc.a
Calabria Thessalia Lydia : Cthfcia
Lucania et Epirus Vetus Insülae ^ ρ ^ ^ ί3, |saur¡a
Brutii Caria Pamphylia Coele Syria
Achaia ,Lycia
..λ:„ Cyprus
Sicilia Phoenice
Proconsularis Creta Libanefisis
Zeugltana
/
/
\£tleria Palaestina
Bryzacena /
//
Aegyptus /
Herculis
Libya Superior
Aegyptus lovia Arab¡a
Libya Inferior
Tripolitana
Thebais

vice agentes no se convirtieron en vi­ seguridad al período tetrárquico: P.


carii, cuando adquirieron competen­ Aeclanius Hermias llevó ésta entre
cias administrativas sobre circunscrip­ 306 y 337, Dionysius en 314 y todavía
ciones territoriales concretas. Pero aún en 324 Septimius Acyndinus (Bravo,
permanece abierta la cuestión porque 1980). Ello induce a pensar que la di­
la primera titulación sobrevivió con ferencia entre ambas titulaciones sea
42 Aka! Historia del Mundo Antiguo

de naturaleza funcional y no solamen­ asim ismo a los vicarios diocesanos.


te cronológica, que los vices agentes
fueran sólo «representantes tempora­ c) Prefectos del Pretorio (PPO)
les» de los PPO mientras que los vica­
rii serían en realidad sus «representan­ En el esquem a sociopolítico de la Te­
tes permanentes». En cambio para trarquía el PPO fue el único funciona­
quienes identifican ambas funciones es­ rio que escapó a la aplicación del
tas titulaciones administrativas son in­ principio de separación de poderes ci­
tercambiables (Arnheim, 1970), puesto viles y m ilitares en la adm inistración
que los vicarii habrían ejercido de he­ imperial. Sus atribuciones m ilitares
cho como prefectos del pretorio a nivel tradicionales se potenciaron con los
diocesano. Se plantea, no obstante, una acontecim ientos del S. III, pero fue
difícil cuestión: por qué no hay ningún Diocleciano quien convirtió a esta fi­
«vicarius praefectorum» así documen­ gura auxiliar del em perador en el pri­
tado durante la época dioclecianea. La mer m agistrado del Im perio que en
justificación propuesta por Arnheim a calidad de vice-em perador mantuvo
este problema en el sentido de que la atribuciones civiles y militares. Sin
titulación «vicarius» aún no había ad­ embargo, esta amplitud jurisdiccional
quirido oficialidad es bastante débil, se veía lim itada por el hecho de que,
dada la coexistencia de ambas todavía al menos durante la Tetrarquía, los
en época constantiniana. El análisis de PPO no adm inistraron de forma per­
las titulaturas usadas durante la Tetrar­ m anente sobre circunscripciones te­
quía (Bravo, 1980) permite afirmar rritoriales concretas, al contrario que
que la diferente titularidad de los vica­ los vicarios, sus inmediatos inferiores
rios depende, sobre todo, de la natura­ en la escala adm inistrativa. Su título
leza de la fuente en que han sido ates­ personal de vir i em inentissim i corres­
tiguados: mientras la denominación pondía al más alto de rango ecuestre,
«vices agentes» proviene casi siempre pero los vicarios diocesanos no de­
de fuentes epigráficas, los vicarii son pendieron directam ente de ellos a
mencionados sobre todo en las jurídi­ pesar de que las diócesis se conside­
cas y los vicarii praefectorum mayori- raron unidades adm inistrativam ente
tariamente en las literarias. dependientes de las prefecturas del
Ante estas dificultades Chastagnol pretorio.
ha intentado zanjar la cuestión pro­ El cursus de estos altos funciona­
poniendo una tercera vía de inter­ rios revela que algunos desempeñaron
pretación al considerar a Septim io el consulado «durante» o inmediata­
Valentio, V(ir) P(erfectissim us) A mente después de ejercer la prefectura.
(gens) V(ices) PRA EFF(ectorum ) La razón es que el consulado abría la
PRA ET(torio) (Dessau, 619) no co­ puerta a la prefectura urbana, que co­
mo un vicario diocesano (así Jones, ronaba el cursus senatorial, culm inan­
1964), sino com o «jefe suplente» de do así ambas carreras: Aristobulus fue
las cohortes pretorianas rem anentes PPO en 285, ese mismo año desempe­
en la ciudad de Roma cuando con ñó el consulado, y alcanzó la PVR en
seguridad M axim iano y su prefecto 295-96; //¿/miibalianus, PPO en 286-
del pretorio habían trasladado ya su 292, eos. en 292 y PVR en 297-98; y
sede a M ilán. Es preciso reconocer Asclepiodotus fue PPO en 290-296 y
que se trata de una hipótesis real­ cónsul en 292.
m ente sugestiva, pero se plantea una A pesar de sus ilimitadas atribucio­
nueva cuestión: si la función del vi­ nes los prefectos del pretorio de la Te­
cario era solam ente suplir al prefec­ trarquía ya no atentaron contra la inte­
to del pretorio correspondiente, por gridad territorial del Imperio ni contra
qué esta m isma titulación se asigna la autoridad de los emperadores.
Diocleciano ylas reformas administrativas del Imperio 43

IV. Diocleciano y la econom ía


del imperio

1. El nuevo sistema fiscal un poco más tarde el Libro sirio-ro-


mano refirió las unidades fiscales
Desde Seston (1946) se admite gene­ orientales expresadas en iuga.
ralmente que la iugatio-capitatio fue Todos estos documentos plantean
instaurada por Diocleciano aunque al­ un problema común: la corresponden­
gunos elementos de este nuevo siste­ cia o no de las diversas unidades fisca­
ma impositivo no cristalizaran hasta les a las que se refieren. Desde los tra­
avanzado el S. IV. Por ello, la cuestión bajos de F. Lot (1928-1955) se suele
fiscal diocleciana constituye de hecho cuestionar la equivalencia real de «ca-
un importante capítulo de la política put» e «iugum» como unidades fisca­
económica bajoimperial, que en gran les, pero los trabajos posteriores de
medida consistió en el desarrollo de Pallasse (1958) y Faure (1961) han co­
los fundamentos instituidos por Dio­ rregido esta interpretación. Seston
cleciano y Constantino en el primer (1946) creía en cambio que el «caput»
tercio de siglo. era una unidad mixta de carácter biva­
La práctica de la capitatio se m en­ lente calculada no sólo sobre personas
ciona ya en dos constituciones tem­ y animales, sino también sobre tierras
pranas de Diocleciano, una del 290 (iugum) pero finalmente expresada en
(C. J., XI, 55, 1) y otra del 293 (C. J., capita, aunque ambos impuestos iban
IV, 49, 9) referidas a bienes fundía­ destinados a la annona.
nos. En 297 el edicto de Aristius Op­ El nuevo sistema tributario se basó
tatus, prefecto de Egipto, documenta en el impuesto ordinario sobre la tierra
ya los problemas que la implantación según unidades de propiedad y de cul­
del nuevo sistema ha originado en es­ tivo. Este impuesto constituyó, sin du­
ta provincia. El panegirista del 312 da, el gravamen más importante de
alude a los capita exonerados por una amplia variedad de lasas e imposi­
Constantino a los ciudadanos eduos ciones. Aunque la regularidad de estas
de la Galia. Hacia el 315 Lactancio cargas no está documentada, la docu­
(De mort., 23, 1-2) enumeró los ele­ mentación papirológica permite supo­
mentos objeto de tasación. En la se­ ner que, a pesar de su carácter extraor­
gunda mitad del S. IV, Aurelio Víctor dinario, estos gravámenes incidieron
(Caes. 39, 31) y Eutropio (Brev., IX, tanto en el poder adquisitivo del cam­
23) consideraban a Diocleciano como pesinado como los impuestos ordina­
innovador del nuevo sistema fiscal, y rios en sus recursos.
44 Aka! Historia del Mundo Antiguo

La cuantía del impuesto fundiario cas como políticas. En el nuevo siste­


radicó en la relación inversa entre el ma económico los intereses del Esta­
número de propietarios y trabajadores do prevalecieron sobre los particula­
(numerus hominum), que constituye­ res o de grupos específicos. Se preten­
ron la base para el cálculo de capita, y día así contrarrestar la influencia del
la extensión y calidad del terreno pro­ grupo propietario dominante capaz de
ductivo (modus agrorum), base de los eludir las cargas y obligaciones im­
iuga asignados. La estimación del puestas por el Estado o de transferir­
monto imponible global y la determ i­ las sobre los tenentes y colonos de sus
nación de la cuantía de unidades fis­ posesiones.
cales a los particulares se realizó m e­
diante un complejo sistema de cálculo Basamento de los Decenales de
que las fuentes no consiguen describir Diocleciano, Roma.
con exactitud (Cerati, 1975). Como el
objeto de censos de personas y de ca­
tastros de tierras era conocer los re­
cursos humanos y m ateriales de las
provincias con fines recaudatorios, se
estableció una unidad de cálculo (ca­
pu t o iugum, según las regiones), la
resultante de la división del total de
iugera imponibles entre el total de ca­
pita censados. Pero estos impuestos
no gravaron la producción real de la
tierra, sino su capacidad productiva de
tal modo que iuga vel capita variaron
en función de los datos aportados en
las declaraciones indiccionales (cada
cinco o diez años) encomendadas a
censitores imperiales. Además el cál­
culo se basaba a veces en las estim a­
ciones inexactas de los funcionarios
imperiales y generalmente favorecía a
las provincias más densamente pobla­
das; en éstas el sector contributivo fue
mayor y, en consecuencia, las cargas
se repartieron entre mayor número de
contribuyentes en proporción a sus
posesiones o condición socioproducti-
va. Por el contrario las provincias po­
co pobladas soportarían cargas pro-
porcionalmente más elevadas, situa­
ción que se agravó en éstas con las
frecuentes huidas de esclavos, colonos
y campesinos libres. Pero en estos ca­
sos el Estado no eximió a los restantes
propietarios del im puesto debido por
los agri deserti (Bravo, 1979) sino
que hizo responsables a lo» curiales
de los municipios de la colecta de esta
difícil recaudación. Estas medidas se
justifican tanto por razones económ i­
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 45

Por otra parte, todas estas medidas por su relación con las cargas fiscales.
contribuyeron a sentar las bases de Los primeros no ejercieron general­
una nueva sociedad configurada en mente responsabilidades políticas, pe­
torno a los nuevos grupos sociales, de­ ro su capacidad económica les permi­
finidos tanto en términos estatutivos tió a menudo evadir las exigencias de
como siocioeconómicos. La dicotómi- los funcionarios imperiales; los segun­
ca división de la sociedad bajoimperial dos, directa o indirectamente soporta­
{honestiores/humiliores) conforme al ron la presión fiscal que el Estado im­
tratamiento judicial y penal correspon­ ponía con el fin de hacer frente a los
diente a sus miembros cristalizó en crecientes gastos de la administración,
dos grupos o clases sociales (Teja, del ejército, de las guerras y defensa
1977), potentiores/tenuiores, definidos de fronteras, de los sueldos civiles y
por su situación respecto al Estado y militares (Armée et Fiscalité).
46 Akal Historia del Mundo Antiguo

Retrato de Galerio,
Museo Egipcio. El Cairo.

2. Las reformas usuales de cambio en las relaciones de


monetarias mercado. En este sentido se ha habla­
do de dos tipos de m oneda en el siste­
Como es sabido, el sistema m onetario ma económico imperial: (Callu,
romano estuvo basado en la obtención 1969): la de la mayoría y la atesorada
de un número variable de monedas de solamente por los grupos más acom o­
una libra del metal correspondiente: dados.
oro, plata, cobre o bronce. Los m eta­ Desde Nerón a Constantino la ra­
les nobles, especialm ente el oro, sir­ tio entre la libra-oro y las monedas
vieron de patrón para la acunación de auret disminuyó con fluctuaciones
las monedas divisionarias que, sin desde el cuño neroniano del 1/45 a
embargo, en virtud de los procesos 1/60 del áureo dioclecianeo al 1/72
económicos acabaron desplazando a del «solidus» constantiniano. Por su
la «moneda buena» en la circulación parte la ratio entre la libra-plata y el
(ley de Gresham). El atesoramiento de denario de plata o argenteus se m an­
ésta convirtió a aquéllas en los medios tuvo relativamente estable: el cuño
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 47

neroniano del 1/96 se recoge todavía también que la reforma monetaria dio-
en las monedas de plata dioclecianeas clecianea del 294-296 se completó
con signo XCVI, que entonces es ya con otra, cinco años después, en la
solamente la expresión de su peso teó­ que se duplicó (gem inata potentia) el
rico. En cuanto a las monedas de valor nominal de algunas monedas,
bronce, laureados y radiados de dife­ según una disposición imperial fecha­
rentes pesos y títulos, su relación se da el 1.IX .301, recogida en un docu­
estableció siempre en proporcionali­ mento epigráfico descubierto en Afro-
dad con el valor de la plata y del oro disia (Caria) tan sólo hace unos años
en metal y en moneda. (Erim-Reynolds-Crawford, 1971). Los
Pero en una coyuntura inflacionista editores de este im portante docum en­
el valor intrínseco de las monedas era to proponían la siguiente identifica­
diferente de su valor nominal, es de­ ción del numerario reformado:
cir, el asignado a ellas por el Estado - Argenteus, moneda de plata, con
con independencia de su contenido valor de 100 denarios.
m etálico noble. Según M azzarino, la - Radiado, moneda de bronce, con
tradición monetaria de los em perado­ valor de cinco denarios.
res del S. III fue proteger la economía Dicha lectura fue aceptada por
de las clases populares, tendencia que Giacchero (1974) asociando el texto
no se rompió hasta que Constantino (/radia/ ti quinque denariorum) con
basó su sistema monetario en la pro­ una moneda de valor 5 denarios en es­
tección de la moneda aurea o solidus ta fecha. Pero resulta posible asimis­
rebajando la ratio hasta lograr la pari­ mo completar dicho texto como «/vi-
dad con el valor real del oro respecto gin/ti quinque denariorum» en cuyo
de los otros metales en el mercado. caso la moneda revaluada de 25 dena­
En cambio Diocleciano, siguiendo rios correspondería a una anterior de
la línea política de los emperadores 12,5 denarios, que Jahn (1975) inden-
ilirios, habría sido un «restaura­ tificó con el «follis» de bronce.
dor» frente a la «rivoluzione» cons- Si estos nuevos valores nominales
tantiniana. se suponen aplicados a los también
Sin embargo, J.-P- Callu (1969) en «nuevos» valores para una libra de oro
su obra sobre la política m onetaria de (72.000 denarios) y una libra de plata
la segunda mitad del S. III y la prim e­ (6.000 denarios) atestiguados por el
ra década del IV sostenía que el pro­ octavo bloque del Edicto descubierto
gresivo aumento de valor nominal en en Aezani (Naumann, 1973), la rela­
el numerario circulante hizo que los ción completa del numerario en circu­
«múltiplos» acabaran reemplazando a lación «antes» y «después» de la re­
las «unidades» monetarias en las tran­ forma de la circulación de septiembre
sacciones de mercado. Ahora sabemos del 301 se aproximaría a la siguiente:

Valores-moneda en denarios a. 301

METALES MONEDAS RATIONES pre-set. post-set. PESO

Oro AUREUS 1/60 1.000 1.200 5,3 gr.


Plata ARGENTEUS 1/96 50 100 3,2 gr.
Bronce FOLLIS 1/32 10/12,5 20/25 10,3 gr.
Bronce RADIO 1/110 5/4 5/4 3 gr.
Bronce LAUREADO 1/220 2/1 2/2 1,3 gr.
48 AkaI Historia del Mundo Antiguo

Donde los valores-moneda en de­ do (Mazza, 1970), fue Septimio Seve­


narios antes y después de la reforma ro quien redujo el contenido de plata
monetaria del 1.IX.301 pretenden re­ del denario a un 50% y se vio obliga­
coger las identificaciones propuestas do a aumentar en 1/3 la paga de los
para las diversas unidades monetarias soldados (stipendum militum) hasta
de bronce: grande (follis), mediano 400 denarios anuales para compensar
(radiado) y pequeño (laureado). (Jahn, la pérdida de poder adquisitivo de la
Picozzi). m oneda en circulación. Pero en las úl­
Por otra parte, esta revalorización timas décadas del S. III se había perdi­
del circulante en 301 invertía la ten­ do ya la fiduciaridad en el metal amo­
dencia de la política m onetaria del S. nedado hasta el punto que Claudio II y
III hacia una progresiva devaluación y Probo tuvieron que incluir objetos de
depreciación que a la larga condujo al oro y plata en las pagas a sus oficiales
sistema económico imperial a una superiores. Esta fracción m etálica su­
«economía natural». En general la de­ plementaria de las retribuciones ordi­
valuación progresiva de la moneda narias en moneda es una prueba de la
significó una disminución constante «desmonetización» de los sueldos du­
del poder adquisitivo de los usuarios rante este período. En los últimos años
porque los precios expresados en mo­ del S. III y los primeros del S. IV sol­
neda devaluada tendieron naturalmen­ dados y oficiales recibieron productos
te al alza exigiéndose mayor cantidad en natura como parte de sus retribu­
de numerario para obtener la misma ciones, productos que el Estado reci­
unidad de compra. La inflación afectó bía de los provinciales ab annonario
sobre todo a las economías particula­ titulo. De este modo la lucha contra la
res, pero exigió al Estado la adopción inflación se hizo depender no sólo de
de medidas drásticas para paliar las la «salud» de la moneda, sino también
necesidades financieras. Este proceso del esfuerzo impositivo de los contri­
inflacionario se remonta al final del S. buyentes. Sin embargo, los costos so­
II. Aunque la inflación pudo haberse ciales de la inflación recayeron sobre
originado durante el reinado de Cómo­ los grupos menos acomodados de la

Salónica, Arco de Galerio.


Fragmento de uno de sus pilares.
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 49

Moneda de oro del emperador


Constancio Cloro (hacia el 306).

población «propietaria» y «trabajado­ tuaron en gran medida «en especie»


ra» (Mazza, 1970). Pero como el Esta­ aunque las transacciones de intercam­
do no consiguió establecer la adecua­ bio monetario nunca desaparecieron
ción entre el nivel de recaudaciones en las economías particulares. En este
fiscales, el volumen de las pagas ofi­ sentido, las reformas monetarias y
ciales y el valor cambiante de la m o­ otras medidas adoptadas por Diocle­
neda resultó inevitable el paso hacia ciano iban encaminadas a sanear la
una economía natural (Jones, 1964). economía del Imperio. La política mo­
Ingresos y gastos del Estado se efec­ netaria emprendida pretendía estable­
50 Akal Historia del Mundo Antiguo

cer una relación entre el valor nominal El Edicto se limitaría, por tanto, a ade­
de la moneda y el valor real de los cuar las relaciones de mercado a la
productos en el mercado, pero esta re­ nueva realidad monetaria, fijando un
lación no llegó a establecerse en tér­ techo a la tendencia alcista de los pre­
minos reales, porque los valores m e­ cios. Desde esta perspectiva adquieren
tálicos y los monetarios eran sensi­ un nuevo sentido las justificaciones
blemente distintos. Como sostenía esgrimidas por los tetrarcas en el Pre­
Mazzarino, la proporción 20:1 puede ámbulo del Edicto (Bravo, 1986 fen
ser reflejo de la depreciación del dena­ prensa]). La situación referida allí es
rio de cuño neroniano a finales del S. en gran medida consecuencia de los
III. Pero esta proporción pasaba a ser efectos económicos originados por la
de 100:1 en las transacciones de mer- i reciente reforma monetaria: la especu­
cado. A pesar de la opinión general­ lación ocupó el lugar de los intercam ­
mente difundida en el sentido de que bios en los mercados regionales y lo­
los emperadores o sus colaboradores cales; los precios se elevaron indis­
carecían del conocimiento teórico ne­ criminadamente; los productos escase­
cesario en materia económica (Jones, aban y los niveles de carestía se hacían
De Martino) para arbitrar políticas insoportables para muchos ciudada­
económicas eficaces, lo cierto es que nos. Era preciso que el Estado intervi­
las acciones políticas emprendidas, niera los precios para intentar poner
guiadas acaso por un estricto pragma­ fin a esta grave situación.
tismo, tendieron a corregir la alta des­ El Edicto del 301 constituye sin du­
proporción existente entre el valor no­ da una fuente económica privilegiada.
minal y el poder de compra real de las Contiene unas 1.300 referencias de
monedas en circulación. La decisión productos, ocupaciones y bienes de to­
de los tetrarcas de revalorizar el circu­ do tipo con sus correspondientes tari­
lante duplicando su valor nominal a fi­ fas, cuyo estudio permite conocer con
nales del 301 parece más bien una relativa exactitud la situación econó­
prueba en contra de la opinión tradi­ mica concreta de los precios y salarios
cional. antiguos en un momento determinado
de su evolución. Sin embargo, los pro­
blemas que generalmente han ocupado
3. El Edicto del 301: la atención de los historiadores han si­
control de precios y do otros: en qué medida fue aplicado
salarios -y donde- el Edicto, su vigencia, difu­
sión y las razones de su fracaso. Esta
La proximidad entre la reforma m one­ problemática pretende a menudo redu­
taria de septiembre del 301 y la pro­ cir la incidencia del Edicto al ámbito
mulgación del Edicto de Precios en de situaciones provinciales específi­
noviembre-diciembre de ese mismo cas, pero es preciso distinguir entre los
año, permite suponer razonablemente objetivos políticos perseguidos por el
que los precios registrados en el Edic­ Edicto y los efectos económicos que
to como «máximos» se expresaran ya debió producir su aplicación en las
en los nuevos valores monetarios. Si distintas regiones del Imperio. En el
como se informa explícitamente en el primer caso, el Edicto constituye una
Preámbulo los precios del mercado li­ medida de intervención estatal sin pre­
bre habían llegado a octuplicarse, las cedentes comparables en la historia de
tarifas legal mente permitidas que pre­ la antigüedad. Por ello no es ningún
tendían poner freno a esta agravada si­ despropósito hablar de «modernismo»
tuación deben reflejar en algún sentido en el S. IV, dado que la situación infla-
las condiciones económicas creadas cionista, la fluctuación de los valores
por la reciente reform a del circulante. monetarios y la regulación de precios
Diocleciano y las reformas administrativas del Imperio 51

y salarios remiten a un contexto histó­ una desigualdad económica en el Im ­


rico que es más familiar a los historia­ perio que las estipulaciones del Edic­
dores del mundo moderno y contem­ to pretendían coordinar, aunque su
poráneo que a los de la antigüedad. aplicación produjera efectos econó­
Pero es preciso siempre evitar extrapo­ micos diferentes en las diversas re­
laciones y anacronismos innecesarios giones del Imperio.
en el análisis de estos hechos aun En realidad el Edicto del 301 se in­
cuando cada vez hay razones más po­ serta en un articulado de reformas ad­
derosas para cuestionar el simple «pri­ m inistrativas y económicas. Lactan­
mitivismo» económico de los anti­ d o (De M orí., VII, 7) veía en él una
guos. medida drástica m otivada por el fra­
Por otra parte, que los efectos eco­ caso de las anteriores medidas econó­
nómicos no se produjeran en la forma micas, pero en la historiografía re­
prevista no debería interpretarse co­ ciente se considera más bien como el
mo un rotundo fracaso, puesto que intento de adecuar todas ellas. Si se
una m edida de política económica de toma como referencia el testimonio
este tipo trascendía el ámbito estricta­ del Preámbulo, según el cual los pre­
mente monetario. Iba encam inada so­ cios se habrían cuadruplicado u octu­
bre todo a salvaguardar las economías plicado -« e incluso m ás...»- las tari­
m odestas, com enzando por los solda­ fas expresadas en el Edicto a razón de
dos, cuya precaria situación económ i­ los nuevos valores m onetarios corres­
ca es expresamente referida en el Pre­ ponderían todavía al cuádruplo o al
ámbulo, y en general las economías duplo, respectivam ente, del valor ori­
de los contribuyentes que con su es­ ginario de los productos. Sirva un so­
fuerzo material y humano mantenían lo ejemplo. Un modio de trigo está ta­
al ejército. Éste era sin duda un ele­ sado a un precio máximo de 100 de­
m ento consum idor de prim er orden. narios del Edicto, que equivaldrían a
Pero se intentaba también poner freno 50 denarios no revaluados, vigentes
a la carestía que originaba inestabili­ hasta septiem bre del 301. Este precio
dad e indigencia (paenuria) í7n los de 100 denarios por modio no es un
sectores menos acomodados de la po­ precio real, sino el máximo legal per­
blación creando situaciones discrim i­ m itido, por lo que parece razonable
natorias en provecho de «especulado­ suponer que el precio medio de la
res y ladrones». Esta lucha contra la misma cantidad de trigo no excedería
especulación constituye para Callu a 50 denarios antes de la reform a m o­
(1969) la clave del Edicto. El lecho netaria del 301. Estas precisiones re­
fijado a los precios afectaba clara­ sultan aun más significativas si se tie­
mente los intereses de com erciantes y ne en cuenta que en la disposición de
m ercaderes que aplicaban tarifas de Afrodisias se especifica claram ente
transporte arbitrarias que encarecían (contra Barnes, 1982) la obligación
el valor final de los productos en el de utilizar la «nueva» moneda para
mercado libre. Estas tarifas serían satisfacer las deudas con el fisco y
tam bién reguladas. Pero es evidente con particulares «en el futuro», pero
que no todas las provincias, ni todas satisfacer a razón de los «antiguos
las regiones, ni siquiera todos los lu­ valores» las deudas ya contraidas,
gares soportaban esta situación. Por m edida que los tetrarcas juzgan «ius-
eso, en opinión de los tetrarcas, no tum et aequacssiinum que». Se prote­
era justo fijar un precio único para gían así los intereses del Estado y los
cada producto, sino más bien estable­ de los acreedores privados al mismo
cer un «máximo legal» para no perju­ tiempo que se pretendía agilizar las
dicar a las provincias «que aún no su­ dificultosas transacciones de mercado
fren la carestía». Había, por tanto, entre particulares.
52 Akal Historia del Mundo Antiguo

Bibliografía

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Esta historia obra de un equipo de cuarenta profesores de va­
f im m ,
rias universidades españolas pretende ofrecer el último estado
,
de las investigaciones y, a la vez ser accesible a lectores de di­
HISTORIA versos niveles culturales. Una cuidada selección de textos de au­
, ,
tores antiguos mapas, ilustraciones cuadros cronológicos y
orientaciones bibliográficas hacen que cada libro se presente con
°^MVNDO ,
un doble valor de modo que puede funcionar como un capítulo
del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una
ANTÎGVO monografía. Cada texto ha sido redactado por. el especialista del
tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto.

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