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A finales del siglo XIX, el átomo era considerado indivisible. Joseph J. Thomson consiguió
dar fin a esta idea mediante un importante experimento que llevó al descubrimiento de una
nueva partícula: el electrón.
Tubo de vacío usado por JJ Thomson en uno de los experimentos realizados para
descubrir el electrón. Expuesto en el museo del laboratorio Cavendish
Cuando el cátodo se calienta, un flujo eléctrico pasa de éste al ánodo, lo que indica que está
cargado negativamente y además se puede producir iluminación si se coloca una sustancia
fluorescente al final del tubo. Estos rayos se emiten siguiendo una línea recta entre cátodo
y ánodo y siguen así si no encuentran interferencias.
Se sabía que estos rayos podían ser desviados por un campo magnético, pero los intentos
de desviarlos con un campo eléctrico habían sido infructuosos. Thomson pensaba que esto
podía ser un problema de insuficiente vacío en el tubo, así que construyó su propia versión
para conseguir el vacío más perfecto posible dentro de él.
El experimento de Thomson
Thomson preparó su tubo con un cuidado extremo, consiguiendo el mejor vacío del que fue
capaz e incluyendo dos placas dentro que servirían para generar un campo eléctrico. La
sección del tubo usado para el experimento es la siguiente:
Sección del tubo con el campo eléctrico activado.
Los rayos salían del cátodo, atravesaban el ánodo, cruzaban la región en la que podían
activarse tanto el campo eléctrico como el magnético y terminaban en el lado opuesto del
tubo. En esta parte final, Thomson dibujó una serie de señales para medir la desviación de
los rayos. El campo magnético era generado por unos electroimanes exteriores al tubo.
Gracias al vacío conseguido por Thomson en su tubo, pudo ver cómo los rayos catódicos
se desviaban por la acción del campo eléctrico. Además, en un experimento anterior, ya
había demostrado que la carga negativa y la luminosidad eran indivisibles, al contrario de lo
que pensaban algunos investigadores.
Ahora bien, Thomson sabía que la fuerza que ejercía el campo magnético era
F = Bqv, donde B era la intensidad del campo magnético, q era la carga de las partículas
que formaban el rayo y v la velocidad de las mismas.
Por otro lado, Thomson sabía que la fuerza ejercida por el campo eléctrico era
2. Con el campo eléctrico activado, el rayo catódico es atraído por la carga positiva del
mismo doblándose hacia “arriba”.
3. Con el campo magnético activado, el rayo catódico sufre una fuerza que le hacer girar
hacia “abajo”. La orientación del campo magnético en este caso sigue la línea de un lápiz
que atravesara la pantalla.
4. Con los campos magnético y eléctrico activados, Thomson fue probando con la
intensidad de ambos hasta que el rayo catódico siguió una línea recta. Es decir, Thomson
configuró ambos campos para que las fuerzas ejercidas sobre el rayo catódico se anularan
entre sí.
Cuando los rayos se mantenían rectos aplicando un campo magnético y otro eléctrico, se
cumplía la siguiente relación:
Bqv = Eq, o lo que es lo mismo: Bv = E, y a partir de esta relación pudo calcular la velocidad
como el cociente entre la intensidad del campo eléctrico y el magnético (E/B).
Thomson conocía los valores de intensidad de los campos eléctrico y magnético que estaba
aplicando, así que pudo calcular la velocidad de las partículas; el resultado aproximado fue
de 1/3 de la velocidad de la luz cuando conseguía las mejores condiciones posible de vacío
en el tubo. Esto significaba que no se podía tratar de una onda electromagnética, ya que
estas viajaban a la velocidad de la luz en el vacío. Thomson ya lo sospechaba y, tras esta
confirmación, quería saber algo más acerca de esos corpúsculos con carga que debían
conformar el rayo catódico.
Para ello debía medir la aceleración que sufrían las partículas en el eje y cuando se
encontraban dentro del campo eléctrico. En su ponencia de los premios Nobel, lo comparó
con el cálculo del desplazamiento en la vertical de un proyectil balístico; en este caso en
lugar de la aceleración provocada por la gravedad g, utilizaría la aceleración provocada por
el campo eléctrico y el valor del tiempo ya lo conocía al tener el dato de la longitud (l) y la
velocidad (v) que había calculado anteriormente:
Para confirmarlo, Thomson hizo un tercer experimento con el que obtuvo una aproximación
de la carga de esta partícula. En este caso, su resultado no fue tan acertado como en el
resto de sus experimentos, pero su intento fue el germen del que sería uno de los
experimentos más importantes de la física, con el que Millikan logró obtener el valor de la
carga del electrón, pero eso es otra historia ;P.
En 1906 J.J. Thomson recibió el premio Nobel de física por el descubrimiento de esta nueva
partícula que acabaríamos llamando electrón.
CICLOTRÓN
Cuando las partículas tienen una velocidad pequeña comparada con el límite superior de
velocidades (la velocidad de la luz), se les puede aplicar la mecánica de Newton y tienen un
movimiento circular y uniforme dentro de cada "D". Al tener en cuenta que el campo magnético
ejerce sobre ellas la fuerza de Lorentz, se obtiene que la velocidad y el radio se relacionan
mediante la siguiente expresión: