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Económicas
Carrera: Lic. Economía
AÑO 2008
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INDICE
Conclusión
Bibliografía
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INTRODUCCIÓN
PRIMER SECCION: La crisis de 1929 y su impacto en Argentina
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En este clima, los países asumen políticas de controles de cambio, restringen las
importaciones y recurren a la negociación bilateral para reacomodar sus relaciones
económicas y comerciales.
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dramáticas, que se pueden observar en la baja de los precios de estos productos (ver
cuadro).
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cambios, se creó el Banco Central de la República Argentina, con el objeto de regular la
política monetaria del país, y se organizan Juntas Reguladoras de diferentes productos
primarios (leche, granos, yerba mate y vino entre otros) para sostener los precios de esas
producciones y, así, evitar la bancarrota de las empresas.
Del mismo modo, se organizó el Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias
para apoyar a los bancos que tuviesen problemas financieros.
En cierta forma, estas reformas pretendían adaptar al país a las nuevas
condiciones de comercio mundial y a proteger –en la medida de lo posible- la economía
nacional, aceptando un papel del estado novedoso en la historia argentina.
Este marco permanecerá sin modificarse durante toda la gestión de Justo y se
continuará en gobiernos posteriores.
En el mes de septiembre de 1937 se realizan las elecciones nacionales –
fraudulentas en la mayor parte del país- que permiten el acceso al poder de la fórmula
de Roberto Ortiz (antiguo ministro radical pero anti-yrigoyenista) y de Ramón Castillo
(dirigente conservador), que asume en febrero de 1938.
Este período de Ortiz-Castillo esta signado por la intención del presidente Ortiz
en retornar a los canones de la Constitución y del respeto al sufragio libre.
Este intento fracasará. Ortiz no tenía aparato político propio y se encontraba en
medio del fuego cruzado entre su ilegitimidad de origen y la desconfianza de los
conservadores que lo habían llevado al poder.
La situación del país se complica aún más al estallar la Segunda Guerra Mundial
cuando, el 1 de septiembre de 1939, Alemania invade Polonia y Francia e Inglaterra le
declaran la guerra en respuesta a esa invasión.
Este conflicto se cristaliza en la formación de dos bloques: Alemania, Japón e
Italia (denominado “el eje”) y el de los “Aliados” formado por Francia, Inglaterra y sus
colonias a quienes se agregará Estados Unidos en diciembre de 1941 (luego del ataque
japonés a Pearl Harbour).
“El período 1938-1945 se caracterizó por el dislocamiento en el comercio
internacional propio de los tiempos de guerra, por el surgimiento definitivo de la
industria como sector principal de la economía argentina...” (Di Tella y Zymmelmann,
1972: 456)
En septiembre de 1940, la salud del presidente Ortiz, lo obliga a pedir licencia y
delegar el poder en el vicepresidente Castillo. Este abandona la política de apertura y
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pureza electoral iniciada por Ortiz, inclinándose a los conservadores y designando
nuevos ministros entre los que se encontraba, otra vez, Federico Pinedo.
El contexto social no era el más auspicioso para el vicepresidente en ejercicio
del Poder Ejecutivo: la sociedad se encontraba fuertemente dividida por el conflicto
mundial entre “pro-aliados”, sector compuesto por los partidos políticos tradicionales
que incluía desde algunos conservadores (Justo) hasta a los radicales, socialistas y
comunistas y el otro grupo que no disimulaba demasiado alguna simpatía por “el eje” y
que se denominaba “neutralista” (partidarios de mantener la neutralidad argentina en la
guerra) integrado por nacionalistas, algunos ex radicales y algunos sectores militares.
Castillo parecía inclinarse por este último sector.
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SEGUNDA SECCION: Federico Pinedo – El Plan de Reactivación
Económica
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una modificación concreta y sustancial de la perspectiva clásica respecto de la economía
del país, fundamentada en el desarrollo agro-ganadero.
Se reconoce que el futuro es crítico y que el cierre de los mercados europeos
harán caer rápidamente los ingresos por exportaciones, siendo fundamentales los
excedentes agrarios “invendibles” en el origen de esta crisis.
La idea es activar la demanda interna y sostener claramente una política de
sustitución de importaciones para “... contrarrestar así las más graves consecuencias de
la disminución de nuestro comercio exterior” (“El plan de reactivación...”: Cap. I, 1.2)
punto crítico de esta problemática.
En este clima general se propone como uno de los ejes de la reactivación la
promoción de viviendas de bajo costo, financiadas con créditos hipotecarios a plazos
extensos de modo de lograr precios accesibles. Se trabajaría con materiales locales y se
buscaría, así, la absorción de la mano de obra desocupada en la construcción y sus
“ramas inmediatamente conexas” (“El plan de reactivación...”: Cap. I, 3.7).
El Plan analiza, también, los medios de financiar tanto la construcción como la
industria. El Banco Central captaría fondos, “... disponibilidades que aporten los bancos
al Banco Central y que éste transforma en recursos a plazos intermedios y largos...” (“El
plan de reactivación...”: Cap. II, 1.24) mediante un organismo especial para operar estos
financiamientos.
El tema de la reactivación industrial se apoya centralmente en la sustitución de
importaciones a través de un sistema proteccionista (y también en el aprovechamiento
de la capacidad industrial ya instalada en el país) y de una política de financiamiento
que, mediante “la cooperación entre el Banco Central, los bancos de la plaza y el
mercado financiero”, permitiera a “las industrias solventes” disponer de recursos a
plazos intermedios “... que podrán llegar a los quince años en casos excepcionales y a
tipos de interés tan bajos como sea posible ...” (“El plan de reactivación...”: Cap. I,
4.11).
El proyecto consigna que este estímulo a la industria no atentará contra las
importaciones, y destaca que estas políticas se toman porque el país no tenía otra
alternativa frente a la situación internacional del momento.
Sin embargo, ello no implica que este apoyo y financiamiento industrial, alcance
a toda la industria: se trata de respetar aquellas importaciones que provengan de países
que compren nuestros bienes, en la medida que la balanza bilateral de pagos sea
equilibrada. Más adelante sostiene –pensando en el futuro- que a través del control de
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cambios se protegería a la industria del "dumping", es decir, de políticas de países
extranjeros de vender sus productos en el exterior a precios menores que su costo de
producción, con el fin de promover sus exportaciones.
Es importante destacar que en la cuestión de la relación exportaciones-
importaciones el proyecto introdujo una propuesta que podríamos compararla con un
esbozo -embrionario y latente- del actual MERCOSUR (“El plan de reactivación...”:
Cap. I, 4.13). Cuando se inicia la década del ´40 surgen iniciativas en gobiernos
tendientes a configurar una Unión Aduanera. El Ministro de Relaciones Exteriores de
Brasil Oswaldo Aranha es partidario de que los dos países concretasen un acuerdo
abierto a los demás Estados limítrofes y que asegurase a todos garantías de comercio,
después de finalizada la 2ª.Guerra Mundial. Federico Pinedo, Ministro de Hacienda de
Argentina, a su vez, se manifestaba favorable a esta propuesta, por cuanto consideraba
necesario no incurrir en actitudes que obstaculizasen las importaciones de los países
vecinos, malogrando el desarrollo de un intercambio de recíprocas ventajas. Esta actitud
debía ser reemplazada por una política de aproximación económica con Brasil y demás
Estados vecinos. Asimismo, reforzando dicha idea, propiciaba el establecimiento de un
régimen de libre intercambio entre los países vecinos del Continente, a través de una
Unión Aduanera tan completa como fuera posible.
Existían ciertas excepciones respecto de los límites a las importaciones,
especialmente de las provenientes de países vecinos. Así, el proyecto expone una
alternativa vinculada a un tratado con Brasil, la que completa con una declarada
mención a generar –“con el tiempo”- una zona de libre comercio, no sólo con Brasil,
sino también con el resto de los países limítrofes (“... unión aduanera tan completa
como fuera posible.”) (“El plan de reactivación...”: Cap. I, 4.13). Una unión aduanera
que con el tiempo debería consolidarse.
El Plan se refiere igualmente a cuestiones monetarias y al papel que debía
asignarse al Banco Central y a los bancos privados.
La idea central es movilizar los recursos existentes, lo que implicaba la aparición
de una solución heterodoxa a la luz de los criterios liberales clásicos que, en general, se
adjudican a las fuerzas políticas conservadoras de este período.
Sintéticamente: el Banco Central “... propondría a estos (a los bancos) tomar a
su cargo parte de la responsabilidad de sus depósitos más estables a cambio del efectivo
correspondiente, sin modificar por supuesto en lo mínimo la relación de cada banco con
sus propios depositantes” (“El plan de reactivación...”: Cap. II, 1.20).
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