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Los debates sobre el arte cinematográfico, permitieron considerar a los films como obras:
casi tan viejos como el cine —en verdad, un poco desprovistos de firma, casi sin autor, ellos flotaron
menos, y este menos tiene su importancia— fre entre dos aguas: lo bello natural y las artes del
cuentemente nos llevan a aquellos planteos que texto —teatral o novelesco— ¿Cómo nace la figura
giran en tomo a la mecanización del modo de del cineasta y el mismo término en sí? Es lo que
representación de la realidad. De esa manera propongo observar a través de avisos gráficos y
Rudolf Amheim, en su Film, publicado en 1933, discursos de los primeros dos decenios de este siglo.
considera bueno comenzar su defensa e ilustración
del cine como arte del siguiente modo: "Muchas
personas cultivadas aún rechazan categóricamen Belleza natural y autorización
te en el cine la posibilidad de ser un arte. Según sus
dichos: «el cine no puede ser arte porque no hace El 6 de enero de 1912 puede leerse en el Ciné-
más que reproducir mecánicamente la realidad».”1 Journal el siguiente anuncio: “El 2 de febrero de
Arte literalmente mecánico, el cine en sus 1912, ponemos a la venta En recuerdo del pasado.
comienzos debió sufrir el desprecio que conoció la Idilio campestre remarcablemente interpretado y
pintura en loe tiempos en que se encontraba por desarrollado en incomparables lugares de Escocia.
fuera de las artes liberales.1 Algunos cuadros son verdaderas obras de arte. La
No obstante, en los años diez hay otra manera obra en conjunto respira belleza.”
de enfrentar la cuestión del arte cinematográfico. Desprovistos de autor, los cuadros no deben
A la par de los discursos sobre la artisticidad del ser obras de arte más que por lo que representan y
lenguaje del cine, de las disputas sobre la evalua por los actores que en ellos despliegan su represen
ción estética de eso que a veces se llama film, hay tación. Si este segundo aspecto confiere al cine una
una aproximación más “pragmática” que preconi cierta autografia, como diría Goodman (el cuadro
za, al fin y el cabo, que lo que le falta al cine para no deriva de un sistema notacional; él es lo que
ser un arte es un discurso artistico; aquello de lo hace a tal o cual actor “remarcable”), uno se ve
que carece es de ritos aptos para otorgarle una obligado apenas a sostener que, en esa época, la
dimensión sagrada. captación de la “vista” es concebida como repro
A la manera de Louis Marin, que hacia 1975 ducción de lo idéntico, independientemente de
demostró cómo el catálogo de exposición posee en aquel que la ha tomado. ¿No es eso, por otra parte,
particular la función de situar al sujeto expuesto lo que significan las diferentes versiones de una
en un eterno presente que le confiere valores misma vista como Salida de la fábrica Lumière,
reservados al universo religioso, desearía partir de difícilmente distinguibles una de otra? Esta dilu
discursos sobre lo que podria llamarse la epifanía ción del mediador en el espacio representado no
filmica, esa mezcla de ritos y de puestas en escena deja de recordar la brecha que separa al pintor del
que debió acompañar a la aparición del film , es artista, según Natalie Hennig. Como aquel, el
decir, su proyección pública, para perfilar cómo “cinegrafista” es pagado por metro (de película
finalmente se inventa esa figura sin la cual el film rodada, en lugar de superficie pintada), no firma y
nunca habría sido considerada como una obra de está lejos de poseer el espesor que daría una
un tipo particular: el cineasta. biografía.3 Los films son vendidos por metro, y su
En este año donde se celebra a los hermanos valor, como el de aquellos cuadros, depende del
Lumière como a verdaderos a rtista s debe tema representado como lo atestigua este anuncio
recordarse, en efecto, que durante décadas al me tomado del Ciné-Journal, que se dedica a una
nos el cine no poseyó ninguno de los trazos que matemática simple: “Alquilamos a 5 francos los