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La lesión

1. Nociones generales
Los contratos onerosos son aquellos que tienen por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose
cada uno a beneficio del otro (artículo 1440). Ejemplo: la compraventa, el arrendamiento, etc.
Los contratos onerosos se subdividen en conmutativos y aleatorios. Los primeros son aquellos en que
cada una de las partes se obliga a dar o hacer una cosa que se mira como equivalente a lo que la otra parte debe
dar o hacer a su vez. Los segundos son los contratos en que el equivalente consiste en una contingencia incierta
de ganancia o pérdida (artículo 1441).
En los contratos conmutativos la extensión de las prestaciones que se deben las partes es inmediatamente
cierta y cada una de ellas puede apreciar desde luego el beneficio o la pérdida que le causa el contrato. En los
contratos aleatorios, por el contrario, la prestación debida por una de las partes depende de un acontecimiento
incierto que hace imposible dicha avaluación hasta que el acontecimiento se realice.
Ahora bien, la lesión es el perjuicio que una parte experimenta cuando, en un contrato conmutativo, recibe
de la otra un valor inferior al de la prestación que suministra.
El perjuicio nace, pues, de la desigualdad de los valores de las prestaciones de un contratante y otro.

2. Fundamento
La lesión, cuando reviste caracteres graves, cuando es enorme, reclama una sanción en nombre de la
equidad que, conforme a la etimología de la palabra, consiste en la igualdad de trato. Los más débiles deben ser
protegidos contra los más ávidos y astutos, para así nivelar las desigualdades.35 bis

3. ¿Qué clase de vicio es la lesión dentro de nuestro Derecho?


Algunos autores y maestros consideran que la lesión, dentro de nuestro Derecho, es, como en otras
legislaciones, un vicio subjetivo, un vicio del consentimiento, porque, afirman, quien sufre lesión con el acto
que celebra o ejecuta es por presión de las circunstancias, como en el caso del préstamo con intereses usurarios
o en el caso del que ofrece una gran suma de dinero para que le salven la vida; o por influencia de un mal cálculo
que provoca error en su voluntad, como sucede con la compra de un terreno en el cual el comprador cree
personalmente que hallará algún tesoro; o por influencia del ascendiente que ejerce la persona con quien se
contrata, que más o menos inconscientemente la empuja a celebrar el acto desventajoso (situación
especialmente contemplada en el Derecho inglés); o, en general, por cualquiera otra causa que se traduce en
una presión de la voluntad que no entrañe jurídicamente error, dolo o fuerza.
Otros, por el contrario, creen que la lesión es, en nuestro Derecho, como en el francés, un simple vicio
objetivo del acto, predominando el elemento material del perjuicio experimentado. De acuerdo con esta
concepción, la lesión “funciona matemáticamente, mecánicamente, desde el momento que las condiciones
requeridas por la ley se encuentran reunidas, y con abstracción de toda consideración derivada de la mentalidad
de los contratantes, del fin perseguido por ellos”.36
Para aseverar que nuestra legislación considera la lesión como un vicio objetivo, se fundan en las razones
siguientes.
1) La historia de la ley. En efecto, el Proyecto de 1853, en su artículo 1629 enumeraba la lesión entre los
vicios del consentimiento; su posterior supresión estaría demostrando claramente la intención del legislador de
no considerarla entre ellos.
2) La naturaleza de la sanción. La sanción de los vicios del consentimiento es la nulidad del acto; la sanción
de la lesión, en cambio, es varia y tiende a evitar el perjuicio de la parte lesionada. Y cuando en la lesión se
concede la acción rescisoria, como en la compraventa, no conduce necesariamente, como en los vicios del
consentimiento, a la anulación del acto, pues la parte beneficiada con la lesión podría purgarla completando la
prestación deficiente en la forma prevista por la ley.
La acción rescisoria de la lesión es, pues, de una naturaleza especial. Por eso la Corte de Apelaciones de
Santiago ha declarado que la acción rescisoria por lesión enorme no se rige por los artículos 1682 y siguientes
del título XX, del libro IV del Código Civil, sino por las disposiciones del párrafo 13 del título XXIII del mismo
libro, porque no nace de ningún vicio proveniente de la incapacidad de los contratantes, de error o de dolo
(Gaceta, de 1879, sentencia 1925, p. 1346).
Por nuestra parte, también creemos que la lesión constituye en nuestro Derecho un vicio objetivo, ya que
para sancionarlo basta con demostrar la desproporción de las prestaciones señaladas en la ley.
Sólo en la rescisión de la aceptación de una asignación hereditaria esto se altera, porque hay que demostrar:
primero, que se sufrió lesión grave, y segundo, que esta lesión se produjo “a virtud de disposiciones
testamentarias de que no se tenía noticia al tiempo de aceptar la asignación”. Y esto se explica por el carácter
mismo de las asignaciones testamentarias, cuya aceptación significa, a veces, un riesgo en el resultado
económico final, del cual no puede formarse idea la persona al ignorar esas disposiciones testamentarias. Por
lo demás, como veremos más adelante, la lesión en la aceptación de asignaciones testamentarias no es un caso
de lesión en sentido técnico.

4. Casos en que la lesión vicia el acto


La lesión vicia el acto, dentro de nuestro Derecho, sólo en casos especiales y determinados. Estos casos
son los siguientes.
1) Compraventa. “El vendedor sufre lesión enorme cuando el precio que recibe es inferior a la mitad del
justo precio de la cosa que se vende; y el comprador sufre a su vez lesión enorme cuando el justo precio de la
cosa que compra es inferior a la mitad del precio que paga por ella. El justo precio se refiere al tiempo del
contrato” (artículo 1889). No hay lugar a la acción rescisoria por lesión enorme en las ventas de bienes muebles,
ni en las que se hubieren hecho por el ministerio de la justicia (artículo 1891), ni en las compraventas y permutas
de una concesión minera o de una cuota o una parte material de ella (Código de Minería de 1983, art. 170).
“El comprador contra quien se pronuncia la rescisión, podrá a su arbitrio consentir en ella o completar el
justo precio con deducción de una décima parte, y el vendedor, en el mismo caso, podrá a su arbitrio consentir
en la rescisión o restituir el exceso del precio recibido sobre el justo precio aumentado en una décima parte”
(artículo 1890, inciso 1º).
2) Permuta. Se aplican las mismas reglas de la compraventa. “Las disposiciones relativas a la compraventa,
dice el artículo 1900, se aplicarán a la permutación en todo lo que no se opongan a la naturaleza de ese contrato;
cada permutante será considerado como vendedor de la cosa que da, y el justo precio de ella a la fecha del
contrato se mirará como el precio que paga por lo que recibe en cambio”.
3) Aceptación de una asignación hereditaria. Según el artículo 1234, la aceptación puede rescindirse en el
caso de lesión grave a virtud de disposiciones testamentarias de que no se tenía noticia al tiempo de aceptarla.
Se entiende por lesión grave, dice el último inciso del precepto, la que disminuye el valor total de la asignación
en más de la mitad. El redactor afirma que éste no es un caso de lesión en sentido técnico, sino de perjuicio a
consecuencia de la ignorancia, del error, que jurídicamente comprende a ésta. Y como no es imputable a la
persona que acepta la asignación, el legislador, por razón de justicia, le permite “rescindir” la aceptación.
4) Partición de bienes. “Las particiones –dice el artículo 1348– se anulan o se rescinden de la misma
manera y según las mismas reglas que los contratos. La rescisión por causa de lesión se concede al que ha sido
perjudicado en más de la mitad de su cuota”.
5) Mutuo. “El interés convencional –dice el Código Civil en el artículo 2206 (colocado en el título “Del
mutuo”)– no tiene más límites que los que fueren designados por ley especial; salvo que, no limitándolo la ley,
exceda en una mitad al que se probare haber sido interés corriente al tiempo de la convención, en cuyo caso
será reducido por el juez a dicho interés corriente”.
La Ley Nº 18.010, de 27 de junio de 1981, sobre Operaciones de Crédito y Otras Obligaciones de Dinero,
modificada por la Ley Nº 19.528, de 4 de noviembre de 1997, señala que “interés corriente es el interés
promedio cobrado por los Bancos y las sociedades financieras establecidos en Chile en las operaciones que
realicen en el país, con excepción de ciertas operaciones en que no existe límite de interés, que son las siguientes:
a) las operaciones de crédito de dinero que se pacten con instituciones o empresas bancarias o financieras,
extranjeras o internacionales; b) las que se pacten o expresen en moneda extranjera para operaciones de
comercio exterior; c) las operaciones que el Banco Central de Chile efectúe con las instituciones financieras, y
d) aquellas en que el deudor sea un banco o una sociedad financiera (arts. 5º y 6º). Corresponde a la
Superintendencia de Bancos e Instituciones financieras determinar las tasas de interés corriente... (art. 6º, inc.
1º).
No puede estipularse un interés que exceda en más de un cincuenta por ciento al corriente que rija al
momento de la convención, ya sea que se pacte tasa fija o variable. Este límite de interés se denomina interés
máximo convencional”. (artículo 6º, inciso final).
Es importante subrayar que se aplica el interés corriente en todos los casos en que las leyes u otras
disposiciones se refieren al interés legal o al máximo bancario (art. 19).
6) La anticresis. El artículo 2443 establece para el contrato de anticresis una lesión análoga a la del mutuo:
los intereses que estipularen las partes están sujetos en el caso de lesión enorme a la misma reducción que en el
caso del mutuo.
7) Cláusula penal. “Cuando por el pacto principal –dice el artículo 1544– una de las partes se obligó a
pagar una cantidad determinada, como equivalente a lo que por la otra debe prestarse, y la pena consiste
asimismo en el pago de una cantidad determinada, podrá pedirse que se rebaje de la segunda todo lo que exceda
al duplo de la primera, incluyéndose ésta en él. La disposición anterior no se aplica al mutuo ni a las obligaciones
de valor inapreciable o indeterminado. En el primero se podrá rebajar la pena en lo que exceda al máximum de
interés que es permitido estipular. En las segundas se deja a la prudencia del juez moderarla, cuando atendidas
las circunstancias pareciere enorme”.
6. Sanción de la lesión
Como ya quedó de manifiesto en nuestro Derecho, como en el francés, la sanción de la lesión no es
siempre la misma. A veces, puede comportar la nulidad del acto, de la cual puede librarse el ganancioso, en
ciertos casos, completando la prestación deficiente en los términos señalados por la ley, cual ocurre en la
compraventa (artículo 1890). En otras ocasiones la sanción de la lesión es la reducción de la estipulación lesiva
a términos razonables, como sucede en el mutuo o en la cláusula penal.
En general, puede decirse que la sanción de la lesión es la nulidad del acto en que incide o la reducción de
la desproporción de las prestaciones.

7. Tendencia de las legislaciones modernas en cuanto a la lesión


El Código Civil Alemán (artículo 138), el Código Federal Suizo de las Obligaciones (artículo 21) y otros
modernos, han construido una teoría de la lesión que reposa en amplias bases, a la cual han dado una extensión
considerable y al mismo tiempo un carácter subjetivo bastante pronunciado: todas las convenciones pueden
caer a causa del desequilibrio lesivo, pero sólo cuando una de las partes ha explotado intencionalmente la
necesidad, los apuros, la ligereza o inexperiencia del otro contratante. Si bien es cierto que la teoría de la lesión
presenta al mismo tiempo un carácter subjetivo y económico (desproporción anormal, chocante, entre las
prestaciones correspondientes), en estos países la intención de explotar es la base de la acción de nulidad o
rescisión; la lesión es cuestión de móviles. Nótese que el carácter subjetivo de la lesión en estas legislaciones no
dice relación con el hecho de sufrir la víctima una presión en la voluntad, lo que significaría un vicio del
consentimiento, sino que se refiere a la intención de explotar de la parte que gana con la lesión.
Cabe observar que el Código Civil Alemán se coloca en un punto de vista que le es peculiar: para él el
acto lesivo es un acto contrario a las buenas costumbres (artículo 138), de manera que es absolutamente nulo y
no tan sólo rescindible o anulable.37

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