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“Elementos de la situación educativa”, capítulo perteneciente al libro

“El grito Manso”.

Freire explicita, como hipótesis principal, la idea de que la práctica


educativa es sumamente compleja, y es por eso que es necesario
analizar, des-cubrir y considerar los elementos constitutivos de la
situación educativa.

1) el educador o la educadora, que tiene una determinada tarea


específica que es la tarea de educar.
2) los educandos, los alumnos, segundo elemento de la situación
educadora, que tienen la tarea de aprender.
3) el espacio pedagógico, donde se produce el encuentro entre
educador y educandos. En este punto explicita que existe una
relación indudable entre las condiciones materiales y nuestras
condiciones mentales, espirituales, éticas, por eso la importancia de
ser conscientes del espacio donde se produce la enseñanza y el
aprendizaje.
4) el tiempo pedagógico, marcando el hecho de que el tiempo
educativo está al servicio de la producción del saber.
5) los contenidos curriculares, los elementos programáticos de la
escuela, que el profesor tiene la obligación de enseñar y que los
alumnos tienen la obligación de aprender. Freire habla de objetos
cognoscibles, y de la necesidad de que las clases populares sepan que
los contenidos escolares se llaman objetos cognoscibles, es decir,
objetos que pueden ser conocidos. A partir de marcar el derecho de
las clases populares de adentrarse en el conocimiento de
concepciones académicas, Freire postula que es preciso rehacer la
academia para ponerla al servicio de los intereses de la mayoría del
pueblo. A su vez, agrega que los objetos cognoscibles son percibidos
mediante el ejercicio de la curiosidad, y los profesores deben
preservar la curiosidad de los niños. Dice Freire a continuación: “Todo
tiempo educativo es tiempo de pregunta y de respuesta, tiempo de
disciplinar, de reglamentar la propia pregunta, la propia respuesta
(…) Es preciso defender el derecho que tiene el niño de preguntar, de
satisfacer su curiosidad, pero al mismo tiempo decirle que hay
momentos para preguntar y momentos para abstenerse, lo que en
ética definimos "asumir los límites de la libertad". Sin límites no hay
libertad, como tampoco hay autoridad”.
6) la direccionalidad de la educación: es la direccionalidad la que
explica la cualidad esencial de la práctica educativa que él la llama la
politicidad de la educación: “Es la naturaleza misma de la práctica
educativa la que conduce al educador a ser político (la politicidad
como inherente a la práctica educativa)”. Y agrega: “La politicidad
revela otras dos características de la situación educativa. Revela que
en la práctica educativa, estética y ética van de la mano”.

Por lo tanto, para Freire “no hay práctica educativa sin sujetos, sin sujeto
educador y sin sujeto educando; no hay práctica educativa fuera de ese
espacio-tiempo que es el espacio-tiempo pedagógico; no hay práctica
educativa fuera de la experiencia de conocer lo que técnicamente
llamamos experiencia gnoseológica, que es la experiencia del proceso de
producción del conocimiento en sí; no hay práctica educativa que no sea
política, no hay práctica educativa que no esté envuelta en sueños; no
hay práctica educativa que no involucre valores, proyectos, utopías. No
hay entonces, práctica educativa sin ética”.

Para P. Freire, enseñar y aprender son dos momentos que se dan en


simultáneo, y que se complementan de tal manera que quien enseña,
aprende al enseñar y quien aprende, enseña al aprender. Es decir,
que un profesor consciente aprende en la situación educativa al leer a las
personas como si fueran un texto, sintiéndose interpelado por sus gestos,
sus dudas y cuestionamientos.

Para finalizar, Freire marca las siguientes convicciones propias del docente
democrático:
-Cambiar es difícil pero es posible.
-Es necesario aprender a escuchar: escuchar implica siempre no
discriminar. Aprender a escuchar implica no minimizar al otro, no
ridicularizarlo.
-Enseñar no es transferir contenidos de su cabeza a la cabeza de
los alumnos. Enseñar es posibilitar que los alumnos, desarrollando su
curiosidad y tornándola cada vez más critica, produzcan el conocimiento
en colaboración con los profesores. Al docente no le cabe transmitir el
conocimiento, sólo le cabe proponer al alumno elaborar los medios
necesarios para construir su propia comprensión del proceso de conocer y
del objeto estudiado.
-La necesidad de inventar situaciones creadoras de saberes.
Saberes y virtudes deben ser creadas, inventadas por nosotros.

Desarrollo personal y respuestas a las consignas propuestas por la


cátedra.
Mi cuestionamiento hacia este texto de Freire en particular y hacia su
teoría en general, se dirige principalmente a las posibilidades reales y
concretas que tiene el educador para romper con la educación bancaria en
la cual se encuentra inmerso junto a sus alumnos.
Yo creo que las nociones que Paulo Freire sostiene sobre los educadores y
los educandos son ideales en un sentido positivo y en otro negativo. En
tanto positivas, debo confesar que yo comparto profundamente la idea de
que el educador debería estar profunda y políticamente comprometido con
su labor dentro (y fuera) del aula, en pos de garantizar o facilitar la
transformación y la autonomía critica de los sujetos educandos. A su vez
creo fervientemente en que el aprendizaje no es una práctica
unidireccional (del profesor hacia los alumnos), sino que el conocimiento
se construye de manera reciproca durante las situaciones educativas. En
cuanto a lo negativo, pienso que estas nociones (sobre el educador y el
educando) son demasiado ideales si tenemos en cuenta el contexto
institucional, social e histórico. Muchas veces el tema del tiempo y del
espacio donde las situaciones educativas se desarrollan, son
determinantes y perjudiciales. A pesar de que las nociones que un
docente tiene con respecto a sus alumnos sean parecidas a las que
promulga Freire, llevarlas a la práctica es una tarea sumamente difícil.
Para explicar lo que quiero decir, voy a dar un ejemplo: yo formo parte de
la cátedra Gassman de “Teorías y Prácticas de la Comunicación III”. En mi
primer cuatrimestre como ayudante, 40% de los alumnos de mi clase
obtuvo un 2 (dos) en el primer parcial. Claramente, nosotros como
docentes teníamos una importante responsabilidad sobre ese alarmante
resultado. A pesar de que intentamos impulsar, junto con una compañera,
la discusión dentro de la cátedra, la reflexión sobre nuestro rol como
docentes y los “errores” cometidos, fue sumamente pobre y desprovista
de compromiso ético/político con los alumnos. A su vez los alumnos tenían
su cuota de responsabilidad (por no leer los textos o por no participar en
las clases), pero nunca fueron compartidas sus inquietudes a pesar de que
los docentes intentamos darles el espacio para discutir. Luego de un
cuatrimestre con muchos aplazos, nada logro modificarse en profundidad.
La reflexión no tenía cabida dentro de ese espacio específico.
En conclusión, yo comparto la mayoría de las ideas que sostiene Freire
pero necesitaría que sus textos brinden más herramientas para poder
aplicarlas con éxito en cualquier o varios espacios y tiempos específicos.
Elementos de la situación educativa:
Hay situaciones que pueden tener momentos
educativos, pero para ser verdaderamente situaciones
educativas tienen que presentarse determinados
elementos que la constituyen:

1.- La presencia de un sujeto, educador democrático


2.- La presencia de alumnos
3.- El tiempo pedagógico
4.- Espacio pedagógico (se refiere a las adecuadas
instalaciones de las instituciones)
5.- Contenidos curriculares (objetos cognoscibles,
percibidos mediante el ejercicio de la curiosidad)
6.- Direccionalidad de la educación (viabiliza la posición
autoritaria como la democrática y la falta de
direccionalidad viabiliza el espontaneismo)

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