Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Los defensores de la inteligencia artificial asumen “a priori” que “conocer” se reduce precisa y
exclusivamente a una compleja actividad neurológica (y por tanto, exclusivamente material)
que puede llegar a ser descubierta por el hombre e imitada por las máquinas del futuro. Pero
tal reducción del conocimiento a procesos materiales implica contradicciones que esos mismos
defensores no son capaces de resolver; entre tales contradicciones, y quizás la mayor, se
encuentra la desaparición del sujeto de conocimiento.
• Por su parte, los patrocinadores de la igualdad entre hombres y animales, fundan sus
argumentos en una significación muy restrictiva del término “inteligencia”: identifican
“inteligencia” y “sentidos internos”, como explicaremos en el transcurso de esta
sesión. Partiendo de este supuesto, parece evidente que los animales poseen
“inteligencia”, puesto que poseen imaginación y memoria (al menos, los animales con
más desarrollo neuronal). El problema de este modo de pensar es que yerra en el
concepto de inteligencia.
2.1 La cuestión
Algunos estudiosos del cerebro y de la cibernética (como Paul Fayerabend, Alan Turing
o Mario Bunge) consideran los hechos mentales como efectos o propiedades de la
materia, fenómenos altamente sofisticados de la materia.
Para esta posición el cerebro no es más que un ordenador, que en vez de circuitos
eléctricos está constituido por neuronas, proteínas y demás elementos bioquímicos.
Por consiguiente, el ordenador podrá llegar a ser –cuando la tecnología lo alcance- lo
mismo que un cerebro humano, pero formado por circuitos eléctricos y metales varios.
Llegará un día –piensan algunos- en que las máquinas serán verdaderas inteligencias
autoconscientes, podrán saber qué es lo que hacen y por qué lo quieren hacer (Cf.
Luis Ruiz de Gopegui).
Si queremos tener un mínimo de fidelidad a la realidad, debe responderse que no: una
verdadera “inteligencia artificial” hecha por el hombre es simplemente imposible.
Postular lo contrario muestra un profunda ignorancia de lo que es el conocimiento.
Existen diversas modos de conocer: ver, oír, imaginar, recordar, entender, etc. Todos
los modos de conocimiento tienen ciertas características comunes:
Un ente (una cosa, una planta, un animal, el ser humano) puede realizar diversas
operaciones de acuerdo a su propia naturaleza; por ejemplo, la planta puede “crecer”,
el fuego puede “quemar”, una bacteria puede “reproducirse”, un albañil puede
“construir”, etc. Crecer , quemar, reproducirse, construir… son algunas operaciones de
los entes. El conocimiento es también una operación.
Al conocer una cosa, queda en el cognoscente “algo” de la cosa conocida: cuando uno
conoce cualquier cosa o ser, se “apodera” de algo de esa cosa. Cuando veo, oigo,
gusto… un objeto, cuando recuerdo, pienso, entiendo… me he quedado con “algo” de
aquello que veo, oigo, gusto, etc. Por ejemplo, al ver una manzana me he quedado con
su color y con su figura; al acariciar un conejo pequeño, me quedo con la suavidad de
su pelaje.
Ahora podemos comprender que, cuando el sujeto cognoscente conoce, dicho sujeto
realiza cierta “captura de una semejanza” de la cosa conocida. De aquí que el
conocimiento se haya designado como una especie de “presencia” y de
“identificación” entre el cognoscente y lo conocido. Así describe Aristóteles el acto
cognoscitivo: al conocer en acto “el cognoscente en acto y lo conocido en acto son uno”
(Aristóteles, De Anima).
Por ejemplo: cuando un hombre está oyendo un concierto ¿dónde está la audición?
¿En el tímpano o en alguna neurona o en algún sector del cerebro? Lo que un médico
o neurólogo encontraría en cualquiera de estas partes sería movimientos, impulsos
eléctricos o conexiones químicas, pero no podría encontrar la audición de ese hombre,
porque el “oír la música” no es una alteración física (aunque la requiere), sino una
presencia no física de una realidad material.
2.5 ¿Quién conoce?
Para que pueda darse conocimiento se requiere de un sujeto, esto es, de un ente que
sea algo más que mera materia, que pueda justamente hacerse presente la semejanza
no física de una cosa
Cuando un ordenador con cámara de video transmite las imágenes captadas hasta la
pantalla, ¿quién está viendo las imágenes transmitidas? ¿la cámara?, ¿la pantalla?,
¿los cables o la memoria de bites del ordenador? Claramente nada de esto, sólo el
sujeto que está mirando la pantalla: el hombre o el animal.
Lo propio del sujeto es que sus acciones son “subjetivas”, es decir, que quedan en un
“dentro” imposible de captar más que por el sujeto mismo que las realiza. Cuando
organizo mentalmente las tareas del día, o estoy viendo una escena de teatro, nadie
puede ver ni oír ni medir mis pensamientos o mi visión con ningún aparato, mientras
yo mismo no lo diga o lo manifieste con alguna conducta.
“Una cosa es la visión (operación de un ser vivo) y otra diferente es el objeto visto (un
árbol), pero ver el árbol como algo externo a mí, independiente de mi acto visual
supone una especie de media vuelta desde la sensación al objeto que la provoca, y
esta función es tan ajena al sistema nervioso que los neurólogos ni siquiera se la han
planteado como algo que corresponda a su campo de investigación”. (Ayllón, 2011, p.
35) .
En definitiva, puede demostrarse que una máquina nunca será capaz de conocimiento
porque la mera interconexión u organización de las partes no transforma a la
materia en sujeto.
II. Los animales ¿tienen inteligencia?
2.1 La cuestión
Ya hemos visto que los seres inertes no pueden conocer en modo alguno, porque
no son sujetos de conocimiento, en cambio, encontramos entre los seres vivos,
algunos que sí pueden conocer: los animales y el ser humano.
Podemos comprobar por experiencia que los animales conocen, de otro modo no
podrían sobrevivir. Por ejemplo: un león necesita carne para vivir, pero no podría
comer carne sino caza primero a su presa y para cazarla debe perseguirla, ¿y cómo
podría perseguir a una gacela, si no la ve o la oye? . Todas estas operaciones: ver,
oír, oler, guardar una imagen… son modos de conocimiento, son formas de
conocer presentes en los animales y en el ser humano.
Aunque los animales pueden captar la realidad material mediante sus sentidos, no
parecen ser capaces de pensar, ni de comunicarse mediante un lenguaje abstracto.
Por el contrario, en su lenguaje, en su modo de captar la realidad, en su conducta
libre, el ser humano descubre en sí mismo una capacidad cognoscitiva distinta: la
razón (también llamada inteligencia).
Se hace cada vez más extendida la opinión de que en los animales no humanos
también hay inteligencia, menos evolucionada quizás, pero específicamente no es
la misma que hay en el ser humano. Se piensa que entre el modo de conocer del
animal y el modo de conocer del ser humano no existe una diferencia esencial,
sino sólo una diferencia de grado.
El diverso modo de ser y de conocer del hombre respecto del animal se manifiesta
en una diversidad de aspectos que el animal es incapaz de alcanzar: la libertad, la
técnica, el lenguaje abstracto, la organización política, el arte, la religión, la moral
son dimensiones de la vida humana que solo son posibles gracias a una capacidad
cognoscitiva superior a la de los sentidos.
Es un dato de experiencia que las facultades sensitivas (es decir, los sentidos)
están en órganos corpóreos: para ver usamos ojos, para oír, oídos, etc. De manera
que el conocimiento sensitivo es acto del sujeto viviente (pues quien conoce es, a
fin de cuentas, el sujeto viviente), es acto del alma (pues de ella emana toda
operación vital) y acto de un órgano (el del sentido correspondiente): es una
operación del alma y del cuerpo a la vez.
Para expresarnos con más precisión se debe decir que el objeto propio de los
sentidos son las cualidades accidentales de las cosas materiales. La vista
sólo capta colores (y derivadamente figuras y movimiento), el oído sólo capta
sonidos (y derivadamente tiempo, distancia y movimiento), el gusto, sabores;
el olfato, olores y el tacto, diversas cualidades físicas como la textura, la
temperatura, la resistencia, etc.(y derivadamente movimiento, cantidad,
espacio…). Pero el color, el sonido, el olor, el sabor, la textura, la
temperatura, el movimiento, la cantidad, el lugar, el tiempo, etc. no son la
substancia, ni la esencia de nada, son meros accidentes materiales.
Por último y por la misma razón, la imagen se genera “según las condiciones
singulares de la materia”: la imagen expresa las cualidades del objeto ‘al modo de un
individuo’, no de manera universal. Es cierto que esa forma no tiene la materia física
que posee en la realidad (el color blanco de la pizarra, visto por mis ojos no posee la
materia física que tiene en la pizarra misma, y según este aspecto, es una forma
‘desmaterializada’, sin materia física), pero como el conocer por los sentidos es acto de
un órgano, la forma se encuentra necesariamente ‘individualizada’ y manifiesta las
condiciones de los objetos materiales ‘individuales’.
Ej.: al ver el blanco de la pizarra veo ‘ese’ blanco particular y no ‘todo lo blanco’ ni la
blancura misma; si oigo ladrar a un perro (o varios perros), oigo a ‘ese’ perro (o perros)
concreto(s), individual(es), particular(es); y así sucede con los demás sentidos. Y tiene
que ser así porque sólo ‘este blanco’ concreto, ‘este’ ladrido concreto puede afectar
mis órganos. La ‘idea’ de ladrido o la ‘idea’ de perro o la idea de ‘blancura’ en cuanto
tal no pueden afectar mis órganos, porque no tienen materia física.
2.4 Sentidos externos e internos
Los sentidos son 9: 5 externos y 4 internos, todos ellos tienen parte en la elaboración
de una imagen completa
La manzana real que estoy viendo no es mi acto de “ver la manzana”, pero sin
manzana real (u otro objeto que refleje la luz) no puedo ver nada.
De manera análoga, la imagen desde la que abstraigo el concepto, no es mi
concepto ni mi acto de entender, pero si primero no tengo alguna imagen de
manzana no puedo llegar a formar el concepto de manzana y llegar a
entenderla.
RESUMEN
Se puede concluir que no hay inteligencia en los animales (al menos, asumida en el
estricto sentido de la palabra). También se puede evidenciar que en el ser humano se
encuentran ambos modos de conocimiento.
Los sentidos son la ventana por la que el ser humanos se conecta con el mundo, el
primer contacto de la persona humana con la realidad; para llegar a formar conceptos
el ser humano requiere del proceso de formación de imágenes.