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La insurrección indígena de 1932 en el occidente del país, durante el régimen militar del
General Maximiliano Hernández Martínez fue una respuesta al autoritarismo oligárquico y
capitalista de la época, que provocó ejecuciones y el aniquilamiento masivo de campesinos
que eran considerados “comunistas”.
Los míseros salarios en las fincas de los terratenientes, la mala alimentación y los maltratos
a los que eran objeto los indígenas, así como también la ley que Hernández Martínez
impulsó para expropiar las tierras comunales y ejidales en todo el territorio salvadoreño
incrementaron el descontento en los pueblos originarios.
Antes de la rebelión fue asesinado el suegro de José Feliciano Ama, el Cacique Shupam de
Izalco, quien ese momento negociaba con el gobierno de Hernández Martínez la devolución
de las parcelas.
Cuando ya las cosas se pusieron fuertes porque las tierras ejidales podían ser devueltas a los
campesinos, le dieron al cacique una comida envenenada en Casa Presidencial. A Izalco
solo a morir llegó. Luego de ese hecho Feliciano Ama tomó las riendas.
El 24 de enero de ese mismo año los militares comenzaron a masacrar grupos de indígenas
desarmados, los muertos se contaban por miles en diversos municipios del occidente. Todo
el que usaba el refajo, el cotón o hablaba el Náhuatl era considerado enemigo comunista y
tenían que matarlo. Los terratenientes y hacendados justificaban los asesinatos diciendo que
“si no los matábamos, ellos nos habrían matado a nosotros”.
Alrededor de 30 mil indígenas fueron fusilados en todo el país. En Izalco fueron asesinados
más de 10 mil, con la modalidad de que en este lugar se asesinó solo a hombres y niños
arriba de los doce años.
El líder del movimiento insurreccional, Feliciano Ama fue capturado por los militares en
los huatales de Izalco, fue arrastrado por las calles del pueblo, y colgado de un árbol de
Ceiba en el parque central frente a una multitud de indígenas con el objetivo de infundirles
miedo y terror y dejarles en claro que todo aquel que se revelara tenía el mismo destino, la
muerte.
Dinastía Meléndez-Quiñones:
Presidencias de Carlos Meléndez
Durante el periodo del 9 de febrero de 1913 al 29 de agosto de 1914, la presidencia fue
ejercida por Carlos Meléndez, quien llegó al poder siendo el primer delegado a la
presidencia. Tras el asesinato del presidente Manuel Enrique Araujo y la dimisión del
vicepresidente Onofre Durán, el órgano legislativo nacional lo designó como presidente
provisional, cargo al que renunció para poder ser candidato en las elecciones de 1915.
Depositó el poder en su vicepresidente y cuñado, Alfonso Quiñónez Molina.
Carlos, tras salir victorioso en las elecciones, retomó el poder, ejerciéndolo en el periodo
del 1 de marzo de 1915 al 21 de diciembre de 1918; renunció a la presidencia por motivos
de salud, volviendo a depositar el poder en manos de su cuñado.
Entre los eventos destacados de dicho periodo presidencial estuvo la creación de la Policía
Nacional y la neutralidad frente a la Primera Guerra Mundial.
Concepto de salesianidad:
La salesianidad, es el patrimonio de valores espirituales y pedagógicos dejados en herencia
por Don Bosco , como elemento fundador de la propia experiencia de fe, del propio modo
de ser y actuar (El espíritu salesiano “es una experiencia evangélica típica que caracteriza y
da un tono concreto a la presencia y acción en el mundo, al trato con los hermanos y a la
relación con Dios” .Es el sentir del corazón de un niño o un joven que ha pasado por una
casa salesiana y ha compartido, vivido y sentido dentro de sí a Don Bosco, de una u otra
manera que lo ha marcado para siempre y por eso se le escucha gritar a todos "Soy
Salesiano".
Salesianidad, es el producto de agregarle el sufijo "dad" a Salesiano y este sufijo significa
"Calidad" por ejemplo: de bueno: Bondad; de falso: falsedad; por lo tanto, Salesianidad
significa la "calidad de Salesiano" y ¿qué es Salesiano? para explicar, qué es un salesiano,
es necesario primero conocer al fundador, esto es, conocer por lo menos algo de Don Bosco