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Ayvu Rapyta: del ethos al eros pedagógico

Livia Castillo1

Corrientes, Argentina, septiembre de 2004. Se aprueba el proyecto del Diputado Insaurralde que
tiene como uno de sus objetivos reivindicar la lengua de la nación guaraní y reducir el índice de
analfabetismo en la Provincia de Corrientes a través de la enseñanza de la lengua guaraní en los
establecimientos educativos dependientes del Estado Provincial.

Algunos avances se produjeron en estos casi catorce años para la incorporación del ava ñe’e2 en
el sistema educativo provincial, como la formación de docentes y la inclusión de la lengua
guaraní en los planes de estudios de nivel secundario o de nivel superior, la enseñanza de las
primeras letras de la mano de Martín y Ramona3, y la reciente incorporación en los Jardines de
Infantes.

Quienes nos desempeñamos en la enseñanza de las lenguas sabemos que una lengua es mucho
más que un listado de palabras o de frases hechas para usar en determinadas situaciones
comunicativas. Sabemos que una lengua es el vehículo del modo de sentir, de pensar y de obrar
de un pueblo (Boas, 2005), y la lengua guaraní, creadora y portadora de cultura, tiene mucho
para enseñarnos acerca de cómo interpretaba el mundo aquellos que originariamente la
hablaban, y la hablan aún hoy.

En las Ayvu Rapyta4, -las Ñe’e Pora Tenonde5-, traducidas por León Cadogan y Pierre Clastres
como “las bellas palabras” o también como “las palabras luminosas”, se relata el origen del
mundo y de la humanidad, y se exponen los fundamentos del modo de ser, del ethos de la
cultura guaraní.

Desde esta cosmovisión es Ñamandu quien crea todo lo que existe después de originarse a sí
mismo, en un maravilloso despliegue de la luz que se expande desde el centro de su propio
corazón luminoso. Ñamandú se yergue desde los pies asentados en el suelo como raíces
poderosas, para ir desplegándose hacia lo alto como un árbol que eleva sus ramas florecidas a
ese cielo que promete el comienzo del tiempo nuevo. No es casual que la ley que reivindica la
lengua de la nación guaraní haya sido aprobada en el mes de setiembre, mes en el que la
primavera se anuncia florecida del rosado del tajy6, árbol sagrado que en el final de cada invierno
nos recuerda a Ñamandu.

1
Es Licenciada en Lengua Extranjera (UNNE), Profesora en Enseñanza de la Lengua y la Literatura (UNRN),
Especialista en Lectura y Escritura (FLACSO) y maestrante en Pensamiento Complejo y Cs. De la Educación
(MMR Edgar Morin). Trabaja en educación secundaria y en la formación de futuros profesores de Lengua
y Literatura.
2
Ava ñe’e: voz guaraní que designa a la lengua guaraní.
3
Yauzaz, F. s/d Martín y Ramona. libro bilingüe de lectura para primer grado.
4
Ayvu rapyta: expresión guaraní de significación compleja, usada para designar el espíritu del lenguaje
humano.
5
Ñe’e Pora Tenonde: expresión guaraní que refiere a los cantos sagrados de los guaraníes, “las primeras
-y últimas- bellas palabras.
6
Tajy: voz guaraní que designa a la especie Tabebuia rosea, conocida en la región como “lapacho
rosado”.
Es el objetivo de este trabajo vincular los valores filosóficos contenidos en las Ayvu Rapyta, el
ethos guaraní, con los valores filosóficos que sustentan la pedagogía y proponer una mirada
renovadora del eros pedagógico, entendiéndose como tal el intercambio amoroso y solidario
entre docentes y estudiantes que buscan compartir interactivamente conocimientos y saberes
para dar verdadero significado a la existencia humana.

Desde este posicionamiento pedagógico, los y las docentes que enseñamos la palabra desde la
palabra nos transformamos en la guía que facilita la trascendencia de las generaciones jóvenes,
acompañándolas a través de dos de los rasgos que nos identifican como especie: el lenguaje
articulado y el amor al prójimo (Maturana, 2003).

En este contexto de construcción colectiva del proyecto de los futuros humanos (Alvarez & del
Río, 2003), la institución-escuela se ubica como centro reflexivo y crítico de aprendizajes
sociales, de debate pedagógico, de concreción de ideologías. Es la institución matriz para la
conservación, reproducción y recreación de la cultura de los pueblos, que los llevará a transitar
el camino que va de la mímesis y la noesis hacia la autopoiesis social (Luhmann, 1998).

En este trabajo se consideran tres de los principios centrales contenidos en las Ayvu Rapyta:

1. El concepto de desplegamiento;
2. El fundamento del lenguaje humano;
3. El fundamento del amor al prójimo.
1. El concepto de desplegamiento y su significatividad para la formación escolar en la
infancia y la adolescencia

“Ñande Ru Pa-pa Tenonde ojera

Pytu yma Mbyte re”7

Ñande Ru, nuestro padre, el primero, se crea en medio de la noche primigenia, tal como lo
relatan las Palabras Luminosas, en su Canto Primero. De esta oscuridad en la que se movía el
viento del Sur, Ñamandu Ru Eté hace que su cuerpo surja desplegándose desde su propio
corazón luminoso.

Las metáforas con las que se describe este nacimiento guardan mensajes de esperanza y de un
profundo vínculo con la Naturaleza: Ñamandu se despliega hacia arriba, desde la divina planta
de los pies, y lo hace como un árbol que hunde sus raíces para sostener el cuerpo-tronco; tiene
llenas de flores las manos y la cabeza florida está coronada de plumas que tienen el brillo de las
gotas de rocío entre las que revolotea el colibrí. Ñamandú no ve la noche, pues la luz divina de
su corazón desplegándose brilla como un sol e ilumina, en su propio desplegamiento, las
tinieblas originarias. No hay días que marquen etapas en la creación, no hay estadíos evolutivos.
Solo hay desplegamiento. Un desplegamiento armonioso de la sabiduría de su divinidad que
surge desde la divina luz de su propio corazón luminoso iluminando el asiento del viento
originario, viento que desaparece cuando el tajy en flor trae la promesa rosada del tiempo
nuevo, la promesa de las cosas inmortales.

7
“Nuestro Padre el Primero, el absoluto, se creó a sí mismo en medio de las tinieblas primigenias”. Ayvu
Rapyta, Canto I.
Esta bella metáfora del surgimiento de Ñamandú Ru Eté Tenondé Guá el primero y el último,
nos enseña que también nosotros podemos crecer desplegándonos desde nuestra propia luz
interior, iluminándonos e iluminando nuestra vida como seres de esperanza que celebramos
cuando los lapachos se coronan de flores rosadas para recordarnos la promesa del renacimiento,
del fin de los tiempos fríos. Así la pedagogía hará que esa luz interior que está en nuestro
corazón, que está en el corazón de cada niña y de cada niño, se despliegue iluminando su vida y
la de los demás.

Más importante aún para la pedagogía es el concepto de desplegamiento, pues este no


condiciona el aprendizaje, no hay estadios evolutivos ni etapas estancas en el desarrollo; solo
hay desenvolvimiento de las posibilidades de cada ser a través de su aprendizaje; no hay
exigencias para cumplir con ciertos contenidos en un determinado momento de la vida, tal como
lo propone la educación en la Modernidad.

En este sentido, la Provincia de Corrientes, siguiendo una resolución del año 2014, del Consejo
Federal de Educación, organiza en Unidad Pedagógica la formación escolar de la primera
infancia, y los diseños curriculares provinciales recomiendan la recursividad como estrategia
metodológica para la enseñanza de ciertos contenidos, mostrando un modo de acompañar este
“desplegamiento” del sujeto que se educa.

Sin embargo, aún no todo el sistema educativo de la Provincia sigue esta modalidad. Se está
acercando el tiempo en el que la escolarización contemple este desplegamiento que la
cosmovisión guaraní atribuye a Ñamandu, sin estigmatizar a quienes tienen tiempos diferentes
para alcanzar los aprendizajes propuestos por la currícula oficial, de modo tal que los y las
estudiantes sientan que ir a la escuela no significa solo “pasar de grado o aprobar materias para
pasar de año”, sino que sus potencialidades están siendo desarrolladas en el tiempo en el que
el propio ritmo lo requiere, sin repetir de años, sino acreditando saberes de un modo más
inclusivo e integrador, sin considerar términos como “capacidades” o “errores”, o
“competencias” que plantean -desde la cosmovisión dualista occidental-la posibilidad de sus
antónimos y, desde allí, la conducción del relato pedagógico hacia el etiquetamiento, el fracaso,
la deserción escolar y la discriminación.
2. El fundamento del lenguaje humano y su implicancia formativa
“Yvy oiko ey re,
Pytu yma Mbyte re,
Mba’e jekua’a ey re,
Ayvu rapyta rã i oguero-jera,
Oguero yvára Ñamandu Ru Ete Tenonde Gua.”8

Ñamandu se yergue desde su divinidad luminosa en medio de la noche primigenia; la tierra no


existe aún. Es entonces cuando desde su sabiduría divina despliega el Ayvú Rapyta, el
fundamento del lenguaje humano, presente en su propia divinidad.

La riqueza contenida en la visión mbya acerca del lenguaje, posiciona al ser humano desde su
origen como parte de la propia divinidad del dios creador, no estamos fuera de ella, no estamos
hechos su a imagen y semejanza, sino que somos parte de esa divinidad a partir de la divinidad
de la Palabra. Pues las palabras son divinas ya desde su origen, el lenguaje es el soplo del espíritu
que sale por la boca bajo la forma de palabras, y las palabras son también el alma que nos habita
y nos conduce hacia la Yvy Maray, la Tierra sin Mal, para el encuentro de la divinidad de
Ñamandu Ru Ete Tenonde Gua, que es también la propia divinidad del mismo guaraní.

La mirada que tiene la ciencia sobre el lenguaje humano apoya la tesis de que el lenguaje es una
construcción cultural surgida en la intergénesis de lo humano (Bagú, 1970), porque para
aprender a hablar necesitamos no solo de las condiciones neurológicas y fisiológicas específicas
sino también de la inmersión en un grupo social que nos haga partícipes de la cultura y que, a
través de las palabras, co-construyamos la conciencia que nos hace humanos (Voloshinov, 1992;
Vygotski, 1998).

Las lenguas como fenómenos culturales que se desarrollan en un tiempo histórico son parte de
la riqueza que, como humanidad, estamos llamados a proteger y valorar.

Con la lengua guaraní sucedió lo que la historia de la conquista española hizo con ella: cuidarla
hasta la expulsión de los jesuitas. Luego de esta nueva tristeza para la nación del Guayrá, la
lengua guaraní fue perdiendo su lugar durante el proceso de dominación cultural hasta ocupar
el sitio de lengua íntima y, por lo tanto, de lengua de la vergüenza social algo que, hasta la
actualidad, dolorosamente, sucede en algunas comunidades e instituciones educativas en las
que maestros y profesores no permiten a niños o a jóvenes expresarse en su lengua cultural la
que, en muchos casos, es lengua materna.

La puesta en ejercicio de la Ley Insaurralde será la legitimación de la lengua guaraní, y quienes


enseñamos en las escuelas para niños y jóvenes tendremos la posibilidad de acercarnos al Ayvú
Rapytá, al espíritu-palabra que nos anima, y podremos conmovernos honrándolas, y podremos
comprender los silencios, silencios que en su no-decir nos están diciendo que no hace falta que
malgastemos el soplo divino contenido en las Ñe’eng, las palabras-almas que componen nuestra
esencia.

8
“Antes de existir la tierra, en medio de las tinieblas primigenias, antes de tenerse conocimiento de las
cosas, creó aquello que sería el fundamento del lenguaje humano e hizo que formara parte de su propia
divinidad”. Ayvú Rapytá, Canto II.
3. El fundamento del amor al prójimo

“Yvy oiko ey re
Pytu yma Mbyte re,
Mba’e jekuaá vy ma
Mborayu rapyta rã i oikuaá ojeupe.”9

Ñamandú está erguido, y el colibrí le da de beber. Deposita gotas de rocío en las flores rosadas
que coronan su cabeza de árbol sagrado. Ñamandú Ru Ete Tenonde Gua ilumina la oscuridad
primigenia antes de que las cosas hubieran sido creadas, las ilumina con su luz divina que surge
de su propio corazón luminoso que ya ha creado, en su desplegamiento, el fundamento del
lenguaje humano.

Y es entonces que desde su profunda sabiduría creadora incorpora un nuevo elemento a su


divinidad: Mborayu rapytá10, el origen del amor al prójimo.

Curioso es que siglos después, Humberto Maturana -neurobiólogo latinoamericano- propusiera


que el fundamento que nos conforma como especie, son dos actividades moldeadas en la
epigénesis de la humanidad: el lenguajear y el emocionar. Este científico explica que la condición
lenguajera surgió a partir de la convivencia amorosa entre los homínidos, cuando comenzaron
a desplegar el lenguaje a través del contacto afectivo con los otros, a través del amor al prójimo;
del mismo amor al prójimo que creara Ñamandú Ru Eté Tenondé gua, nuestro padre, el primero
y el último.

El amor es el rasgo biológico-social que sustenta la subjetividad entre las personas. El amor al
prójimo es ese amor compasivo que mira al Otro del mismo modo en el que se mira así mismo,
el que comprende y perdona, el que alimenta y cuida, el que construye y sana.

Y este amor es el sustento de la pedagogía propuesta en ocasión. El amor de Ñanderú que crea,
nutre y recrea los vínculos entre las personas a partir de Ayvú Rapytá, el fundamento del
lenguaje humano, y de Mborayu Rapytá, el fundamento del amor al prójimo.

El uso del poder de la palabra amorosa como fundamento para la vida de relación en todos los
órdenes de la existencia, el fundamento de una sociedad autopoiética que nos impulse hacia la
construcción de una conciencia planetaria (Morin, 2015), hacia la conservación y el cuidado no
solo de nuestros semejantes, sino también de los demás miembros de Ñande Roga11, nuestra
casa, de las selvas, de los ríos, de las abejas. Para que la Yvy Maray12, aquella Tierra Sin Mal se
desarrolle en cada uno de nosotros, camino a la trascendencia final.

9
“Antes de existir la tierra, en medio de las tinieblas primigenias, antes de tenerse conocimiento de las
cosas, y en virtud de su sabiduría creadora el origen del amor (al prójimo) lo concibió.” Ayvu Rapyta,
Canto II.
10
Mborayu Rapyta: expresión guaraní que designa al fundamento del amor al prójimo.
11
Ñande Roga: expresión guaraní que literalmente significa “nuestra casa”.
12
Yvy Maray: expresión guaraní que refiere a la Tierra Sin Mal, espacio de naturaleza, belleza y bondad
al que llegarían al final de su caminar por la vida.
A modo de reflexión última, que será la primera

Una acción docente fundamentada en el ethos guaraní y en el eros pedagógico tendrá como
meta un proyecto social que favorezca el reencuentro entre los seres humanos, los árboles, los
animales y el agua. Un proyecto que propicie la creación de un mundo más justo, pero también
más hermoso, de un mundo en el que las palabras sean siempre bellas y que estén destinadas a
honrar la divinidad de la que somos parte, para que podamos hermanarnos con todos los seres
de la Naturaleza, en vez de avanzar hacia la destrucción de nuestros hermanos y hermanas, hacia
la destrucción del planeta Tierra, que es la casa en la que habitamos.

Un aula donde la palabra nazca y se dirija hacia la profundidad del espíritu. Un aula que
considere los distintos colores con los que estamos hechos. Un aula en la que, desde una mirada
amorosa y plenamente humana, sin categorizaciones ni estigmas, nuestra voz docente,
portadora del espíritu-palabra, sea el espejo en el que los y las estudiantes puedan encontrar un
reflejo límpido y esperanzador.

Quiero compartir con ustedes una invitación. Una invitación para colegas, ciudadanos,
ciudadanas y gobernantes. La invitación a que, conjuntamente, como sociedad autopoiética,
refundemos la pedagogía correntina. Una propuesta cuyos fundamentos son el ethos guaraní y
el eros pedagógico. Un ethos basado en la sacralidad de la palabra y en la sacralidad de la vida;
un eros pedagógico surgido del amor por la enseñanza, del amor por la palabra-alma con la que
podemos construir mundos más bellos y más felices, porque muchos y muchas docentes, al igual
que yo, tenemos una confianza plena en las potencialidades de esta humanidad que nos
contiene, en nuestras posibilidades para la generación de nuevos vínculos basados en Mborayu
Rapyta y en Ayvú Rapytá, en el amor y en las palabras.

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