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“Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible
servidumbre a aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan
detestables guerras a estas gentes, que estaban en sus tierras mansas y
pacíficas, donde tan infinitas de ellas, con muerte y estragos nunca oídos,
habéis consumido?
5. Los predicadores deben llevar vidas tan ejemplares que sea claro para todos
que su predicación es santa y justa.
1. (1530) Provincia de Santa Cruz de Indias. Abarcaba los actuales países del
área caribeña y la costa de El Caribe de la actual Venezuela.
“Entrando hasta la mitad de la plaza, reparó allí, y salió un fraile dominico, que
estaba con el gobernador, a hablarle de su parte que el gobernador le
esperaba en su aposento, que le fuese a hablar: y díjole cómo era sacerdote, y
que era enviado por el Emperador para que les enseñase las cosas de la fe, si
quisiesen ser cristianos, y díjole que aquel libro era de las cosas de Dios; y el
Atabaliba le pidió el libro y arrojóle en el suelo, y dijo: “Yo no pasaré de aquí
hasta que deis todo lo que habéis tomado en mi tierra; que yo bien sé quién
sois vosotros y en lo que andáis”. Y levantóse en las andas y habló a su gente,
y hubo murmullo entre ellos, llamando a la gente que tenía las armas. El fraile
fué al gobernador, y díjole que qué hacía que ya no estaba la cosa en tiempo
de esperar más.”
Entre 1534 y 1541, los dominicos establecieron en el virreinato del Perú, casas
religiosas en Cusco, los valles de Chancay, Lurín y Chincha, Lima, Arequipa y
otras regiones al sur y en el altiplano. Desde 1539 se organizó la provincia de
San Juan Bautista, cuya Bula de creación fue expedida por el Papa Paulo III el
23 de diciembre de 1539. El vasto territorio que comprendía la provincia de San
Juan Bautista, estaba descrito en el documento:
Además del convento de Lima, hacia la segunda mitad del siglo XVI se
sumaron los de Cusco, Potosí, Chuquisaca, Tarija, Arequipa, Parinacochas,
Huamanga, Huancavelica, Castrovirreina, Condesuyos, Huánuco, Trujillo,
Chicama, Yungay, Chincha, Huancayo, Callao y Panamá.
Se calcula que hasta 1544 habían llegado a Lima 55 religiosos procedentes de
España, y otros de México y demás lugares de América, haciendo un total de
300. A fines del siglo XVI, en 1594, la provincia de San Juan Bautista contaba
con 338 miembros repartidos en 22 conventos y 70 doctrinas. Entre los
miembros de la orden había muchos criollos.
Desde 1573 hasta 1571, los rectores fueron priores dominicos. Después de
algunos desacuerdos, se produjo la primera reforma, al elegir al primero de los
rectores laicos.
Ese mismo año fue nombrada como Real Y Pontificia Universidad de la Ciudad
de los Reyes de Lima, por el Breve Pontificio Exponi Nobis promulgado por el
Papa Pío V. Desde entonces la universidad quedó bajo la autoridad del Rey e
independiente de la Orden de Predicadores.
Fue además el fundador del primer hospital para los naturales, el de Santa
Ana, creado por Real Cédula de 18 de mayo de 1553. En 1575, año de su
muerte fue enterrado en el mismo hospital.
En 1562 fue nombrado Obispo de Charcas, donde murió en 1570. Señalan los
cronistas que a su muerte una multitud de indígenas clamaba: “Dejadnos ver a
nuestro padre, pues ya no le veremos más, ni queda quien mire por nosotros”.
Solo durante el tercer tercio del siglo XVII abordaron los dominicos el viejo
problema de la estrechez de la capilla mayor. Por fin se decidieron a derribar la
cabecera de la iglesia desde las capillas laterales paralelas de los Aliaga y los
Agüero: y asi edificaron sobre parte de ellas el gran crucero, al que añadieron
nueva capilla mayor más amplia. Todavía, entre 1682 y 1684, proseguían las
negociaciones entre los frailes y la Cofradía del Rosario para trasladar esta
capilla a su emplazamiento actual, y poder dar libre tránsito por las naves
laterales hasta el crucero. La imagen de Nuestra Señora del Rosario paso al
altar de los Agüero; la de Santa Rosa, desde aquí, al altar de los Aliaga;
además de hacerse concesiones tripartitas para el uso de las respectivas
bóvedas sepulcrales. Por obra y gracia de Maroto, no han tenido nunca
acogida, en Santo Domingo, las bóvedas barrocas de medio cañón.
Permanecen en pie hasta nuestros días, sobre las dos entradas laterales, las
primeras bóvedas góticas de crucería edificadas en cal y ladrillo; por supuesto,
las más antiguas de Lima. Muy tardíamente, el 8 de abril de 1666, se
concertaba Diego de la Gama con Maroto para hacer dos bóvedas de crucería
de cal y ladrillo sobre el presbiterio. Y cuando se amplió el crucero y capilla
mayor no recurrió a las bóvedas de medio canon, ya entonces muy difundidas
en Lima, sino que volvieron a cubrirlo todo con bóvedas de crucería, labradas
en cedro y yeso.
Lo que más resalta en el altar son las pilastras bañadas en oro burgués, lo cual
muestra lo que viene a ser el estilo clasicismo francés.
Tiene dos niveles. El de la planta baja está conformado por cuatro galerías, con
arcos de medio punto que descansan sobre pilares los cuales al igual que las
paredes están decorados con azulejos sevillanos que datan de los años 1604 y
1606. En la parte superior de las muross se encuentran pinturas que presentan
pasajes de la vida de Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden
dominica, atribuidos a los españoles Miguel Guelles y su ayudante Domingo
Carro en el siglo XVII y Diego de Aguilera en el siglo XVIII, así como otros
anónimos.
En las cuatro esquinas del claustro se encuentran capillas posas con sobre
relieves en madera con los temas: Adoración de los reyes con la imagen de
Santo Domingo de Guzmán en medio de ellos; Anunciación de la Virgen;
Presentación del Niño en el templo; Adoración de los pastores, con santo
Domingo de Guzmán entre ellos. Las capillas posas son altares procesionales
que tuvieron la función de ser punto de paradas de procesiones internas que se
llevaban en el convento.
Claustro principal del convento decorado con azulejos en los pilares – nótese
los arcos de medio punto
Claustro principal del convento decorado con azulejos sevillanos del siglo XVII
– nótese en las paredes y los pilares
Otras de las cosas que vamos a tener en el plateresco, corriente que surgió en
España allá por el siglo XV extendiéndose por los dos siglos posteriores, como
ya mencionamos, es el recuerdo a lo que son los orígenes renacentistas
(Roma). Entonces, el recuerdo romano lo vemos aquí, en estos azulejos donde
aparecen las coronas de laurel y se puede apreciar los famosos medallones,
los cuales son ampliamente representados en la catedral del ayuntamiento de
Sevilla, en Salamanca y en otros monumentos que son netamente platerescos.
En el Convento de Santo Domingo encontraremos muchos de estos azulejos
que datan de 1604 y 1606, sin embargo la historia del azulejo como cerámica
vidriada se remonta hacia la cultura Mesopotamia que elaboraban losas de
tierra cocida, pintadas por la parte exterior y después barnizadas, esto lo
vemos por ejemplo en el palacio de Darío, tras varios siglos después este tipo
de decoración va a pasar a la cultura Islámica para luego llegar a España por
los árabes en su viajes de conquista, posteriormente los azulejos van tomar
decoración cristianas tales como querubines, ángeles, representaciones de
frailes, grutesco entre otros elementos .
También traería consigo una serie de iconografía que también veremos al
pasar por los alrededores del Claustro Principal como, por ejemplo, la
presencia de escudos, símbolos, representaciones de seres fantásticos,
mitológicos o idealizados, motivos decorativos de influencia romana lo que se
conoce como grutesco, representación del césar y la historia de Santo
Domingo De Guzmán.
El césar en medallones
Si hablamos de la tendencia del plateresco, nos estamos refiriendo a un
tránsito desde el gótico a lo que sería el renacimiento más puro, así también
este arte era la tendencia en la época de los reyes católicos. Por lo tanto el
acontecimiento que marca en dicha época y que se difunde en el plateresco, es
el de la conquista y el descubrimiento de América, esto lo patentan en el arte
con la representación de iconografías de indios. Esta será otra constante que
va a tener el plateresco y que no necesariamente tenían que ser indios de
Perú, sino, representaciones de indios del caribe. Si nos fijamos, no tienen un
aspecto de ser indios peruanos, ya que este tipo de representación no es
incaico. Por otro lado se da la representación de aves que nada tiene que ver
con las aves europeas, como veremos en la imagen inferior así como también
seres antropomorfos. Se da también la aparición de grutescos que lo vemos a
lo largo de todo el segmento.
Seres antropomorfos
Representaciones de guacamayos
Hombre árabe.
La influencia mudéjar se aprecia en la geometría (lacería) y la aparición de
decoración floral. No es una azulejería estándar, sino, que está hecha para la
orden Dominica porque aparecerán algunos motivos evidentemente dominicos.
Otra característica de estos azulejos, son la aparición de querubines, este tipo
de iconografía posteriormente va a ser copiado durante el siglo XIX por las
azulejerías de Lima y lo van a implementar en casonas.
La fuente del claustro es del siglo XVII de Antonio Riva (mismo autor de la
fuente de la plaza mayor en su elaboración), cuenta la tradición que San Martín
de Porres lava en ella el azúcar rubia que había comprado, la cual había
disgustado al fraile cocinero; al lavarla esta se vuelve blanca sin malograrse.
Por ejemplo:
- En el relieve de la mártir Inés, observamos
al personaje vestida con doble túnica, una
amplia que la cubre hasta los pies y la otra
corta, hasta la cadera, ceñidas a la cintura
mediante un cinto, las cuales traslucen la
anatomía de las piernas y pecho, y lleva
tocado. El cuerpo ladeado de la santa se
afirma sobre un montículo, a modo de
peana, en una postura derivada del
contraposto, con la pierna derecha un poco
retrasada con respecto a la otra ligeramente
flexionada, el torso reclinado sobre su
costado izquierdo pero orientado al lado
opuesto, a la que se contrapone la posición
de la cabeza, lo cual le da un carácter de inestabilidad a la figura. En la
mano derecha Inés sujeta la palma del martirio y en la otra un corderito
en perfil izquierdo, veamos los detalles de las manos con dedos
alargados y destacando la forma de los dedos tipos del manierismo. El
sosegado aspecto del rostro de la santa, muestra las facciones
redondeadas y detalles de carnosidad alrededor de los labios.