Você está na página 1de 8

Acerca del ejercicio ilegal de la psicología

Por
Psyciencia
-
24/09/2014

En los últimos tiempos el campo de la psicología ha


experimentado un malestar creciente por el surgimiento de
abordajes psicoterapéuticos que podríamos llamar “alternativos”,
como la psicología social (*ver nota al pie), el counseling, terapia
de vidas pasadas, constelaciones familiares, etc. (la lista es larga,
sólo voy a usar estos como ejemplo). En toda esta situación han
aparecido algunos discursos que creo vale la pena examinar.

La situación

Ante todo, una aclaración: no estoy hablando aquí de la persona


que se hace pasar por psicólogo sin haber hecho ninguna
formación, lo cual es lisa y llanamente una estafa, ni tampoco
sobre psicólogos recibidos con irregularidades administrativas -
como por ejemplo psicólogos que tienen la matrícula vencida, o
tienen matrícula de una zona pero atienden en otra- dado que se
trata de cuestiones administrativas que se pueden resolver con un
trámite y no representan problemas estructurales. Tampoco me
voy a referir a la práctica de la psicología social o counseling en
sus espacios propios.

Nos vamos a referir a lo que se frecuentemente se denuncia como


práctica ilegítima de la psicología y entra en alguna de
estas categorías:
1. Disciplinas complementarias (por ejemplo, psicología
social o counseling), en las cuales sucede que el profesional se
“desliza” hacia una práctica de la psicología clínica, lo cual no está
dentro de su formación ni incumbencias -como si se tratara de un
enfermero recetando un medicamento a un paciente.

2. Terapias o abordajes pseudoterapéuticos que pueden ser


practicados por psicólogos o no psicólogos, pero que carecen
de asidero lógico o empírico(por ejemplo, terapia de vidas pasadas
o constelaciones familiares).
Ante estas prácticas, la respuesta general de los Colegios, como
portavoces del colectivo psicológico, ha sido bastante uniforme y
se puede resumir aproximadamente así:

Estas situaciones reflejan prácticas ilegítimas porque las


incumbencias de la psicología así lo indican (este es el argumento
contra la primera categoría), o porque no están incluidos dentro
de la currícula de las universidades o no son práctica habitual de
los psicólogos (el argumento contra la segunda categoría).

Ahora, si me permiten pensar un poco, soy de la opinión que, aun


cuando este argumento sea válido -efectivamente las
incumbencias profesionales prohíben que un psicólogo social
brinde terapia psicológica- se trata de un argumento débil,
bastante estrecho de miras, que tiende a ocultar una situación más
preocupante para el campo de la psicología. Creo que el
argumento es cuestionable por los motivos que se detallan a
continuación.
LOS ARGUMENTOS QUE ESTÁN USANDO
LOS COLEGIOS DE PSICÓLOGOS DEL
PAÍS VAN A SER POLVO EN EL VIENTO

En primer lugar, las incumbencias profesionales y las currículas


de las universidades están sujetas al vaivén de intereses políticos,
culturales y sociales; la misma carrera de psicología tuvo que
ejercer presión durante varios años para salir de la esfera médica y
obtener autonomía profesional avalada legalmente. Por ese mismo
motivo las currículas de las universidades no son uniformes sino
que cambian según el cuerpo docente y los intereses de turno: por
ejemplo, algunas facultades incluyen terapia gestáltica pero no
cognitivo conductual, otras ofrecen cognitiva pero no conductual,
otras ambas, otras ningunas, etc.

Sujetar la legitimidad de la práctica de la psicoterapia a estos


vaivenes es arriesgado: nada impide que dentro de algunos años la
carrera de counseling obtenga incumbencias profesionales
similares a las del psicólogo, o que una universidad decida incluir
terapia de vidas pasadas dentro de la currícula. Las leyes cambian,
las prácticas culturales cambian, y cuando eso pase, los
argumentos que están usando los colegios de psicólogos del país
van a ser polvo en el viento. El argumento de “un counselor no
puede atender pacientes porque no tiene esas incumbencias
legales”, va a caer irremediablemente.

En segundo lugar es un mal argumento porque refleja un espíritu


corporativo poco loable; ese argumento no prioriza la atención de
la salud, no prioriza a la persona que busca atención psicológica,
sino que prioriza el cuidar un espacio: se le dice al paciente que no
debe acceder a tales terapias porque “nuestras incumbencias nos
dan uso exclusivo de esta práctica y nuestras universidades no
enseñan estas cosas”. Choca bastante con mis valores pensar que
un paciente no debiera acceder a tal o cual abordaje terapéutico
sólo porque una resolución o legislación así lo estipula. Y es
bastante sospechoso cuando una práctica científica empieza a
depender de recursos legales para sostenerse.

Una propuesta

Ahora bien, dado que no quisiera que estas líneas fueran pura
crítica, me atrevo a ofrecer una posición alternativa, que quizá
apunte más al meollo de la cuestión.

El problema con counseling, con terapia de vidas pasadas, con


constelaciones, etc., no es un problema de índole legal, sino de
índole empírica: no hay ninguna evidencia sólida de que esos
abordajes sirvan para tratar problemas psicológicos.

Por supuesto, pueden ayudar cuando se experimenta un malestar,


como también puede ayudar hablar con el taxista, jugar al ping
pong o hacer cestería: todo puede ayudar, pero para llamar a algo
un abordaje psicológico válido necesitamos evidencia de que
funciona para problemas psicológicos, que ayuda con las fases
agudas de un problema psicológico, que tiene una adecuada
eficacia a largo plazo, que es una opción preferible a otras, etc.

NO HAY NINGUNA EVIDENCIA SÓLIDA DE


QUE ESOS ABORDAJES SIRVAN PARA
TRATAR PROBLEMAS PSICOLÓGICOS
Y tiene que ser evidencia sólida, no evidencia del tipo “la persona
que escribió el libro dice que funciona”, porque si no, quien
escribe el libro de terapia de vidas pasadas va a decir que a él le
funciona y otra vez estaremos a foja cero. Hasta ahora no tenemos
razones para creer que estos abordajes sean mejores que el ping
pong para el tratamiento de problemas psicológicos. No hay
razones para afirmar que pueden funcionar para personas
diagnosticadas con ansiedad generalizada, trastorno de pánico,
depresión, trastornos alimentarios, etc.

Esto podría cambiar, claro está, y estaría perfecto: podría


demostrarse con evidencia sólida que esos abordajes sirven como
tratamiento psicológico. Si ese fuera el caso, seríamos los
primeros en celebrar la incorporación de una nueva herramienta
que puede ayudar a las personas que sufren. Hasta tanto,
permaneceríamos abiertos pero escépticos de todo procedimiento
que afirme mejorar la salud mental de los seres humanos.

Entonces, en resumen, quizá podamos cambiar los argumentos y


en general nuestra posición frente a prácticas de ese estilo para
reflejar lo que verdaderamente nos preocupa: que se ofrezcan
tratamientos psicológicos inservibles, ya sea porque quien los
brinda no está capacitado para brindar buenos tratamientos o
porque el abordaje psicológico en cuestión no tiene evidencia que
lo apoye. Las incumbencias son importantes, pero secundarias en
esta cuestión.

Nos preocupa que las personas que buscan ayuda


psicológica (que bien pueden ser nuestros amigos, nuestros
familiares, la gente que queremos), se encuentren con
tratamientos que les hacen desperdiciar su tiempo, su energía, sus
recursos. Tratamientos que por inútiles ponen en riesgo su calidad
de vida, cuando no su vida misma. Queremos, en resumen,
asegurarnos que las personas accedan a la mejor terapia posible.

Addenda

Una última reflexión tiene que ver con considerar por qué están
sucediendo estas cosas. Se podría pensar que siempre hay luchas
por el poder, prácticas que intentan apropiarse de otros espacios,
y que esto es sólo una instancia más de lo mismo. Yo preferiría
mirar hacia adentro y hacer un mea culpa por una vez, en lugar de
victimizarnos colectivamente.

Quizá el motivo por el cual estas prácticas florecen es porque la


psicología no da una respuesta considerablemente preferible a
estas terapias. Quizá las personas no distinguen entre psicólogo
social y psicólogo clínico porque el clínico no ofrece nada que se
pueda percibir como distinto.

NOS PREOCUPA QUE LAS PERSONAS


QUE BUSCAN AYUDA PSICOLÓGICA SE
ENCUENTREN CON TRATAMIENTOS QUE
LES HACEN DESPERDICIAR SU TIEMPO

Durante largo tiempo la psicología en Argentina se ha distanciado


de todo criterio de eficacia. La misma palabra “eficacia”, es
suficiente para ganarse miradas de espanto por parte de algunos
colegas. Si justificamos nuestra práctica en el “caso por caso”, y
“todo sirve”, nada impide que alguien ofreciendo terapias de vidas
pasadas haga lo mismo. Si lo que ofrecemos no genera un cambio
palpable, las personas van a recurrir a otros recursos, desde
constelaciones familiares hasta medicación psiquiátrica, pasando
por homeopatía, flores de bach, imposición de manos, etc.

Creo que la mejor respuesta que podemos ofrecer es hacer que lo


que ofrecemos sea ostensiblemente mejor, más eficaz. Ofrecer lo
más adecuado a la condición humana. Y sobre todo, escuchar, ya
que si las personas están buscando otras soluciones, quizá eso nos
esté diciendo algo sobre nuestra práctica profesional.

*nota del autor: este artículo fue cedido a Psyciencia luego de


haber sido publicado en un blog de Argentina, para público de
Argentina, con lo cual se ha generado una confusión que es
necesario aclarar para los lectores de otros países. “Psicología
social” no se refiere al campo disciplinar de la psicología social en
general, sino que refiere aquí a una situación local, en la cual se ha
acusado a los egresados de Psicología Social (una carrera terciaria
de distinta orientación, duración e incumbencias que la carrera de
Psicología), de ofrecer tratamientos para trastornos psicológicos,
lo cual constituye ejercicio ilegal de la psicología en Argentina. Se
ha señalado esta situación en varios medios, como por ejemplo
aquí: link, link, link, link.

Artículo de opinión: La opinión es una creencia subjetiva, y es


el resultado de la emoción o la interpretación de los hechos. Una
opinión puede ser apoyada por un argumento, aunque las
personas pueden dibujar las opiniones opuestas de un mismo
conjunto de hechos. Este artículo representa la opinión del autor
y no necesariamente de aquellos que colaboran en Psyciencia.
Publicado por Fabián Maero en Grupo ACT y publicado en
Psyciencia con el permiso del autor.

Imagen: Inuvias

https://www.psyciencia.com/acerca-del-ejercicio-ilegal-de-la-psicologia/

Você também pode gostar