Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Cultura
de Paz
Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social
Dirección General de Desplazados y Cultura de Paz
Viceministra de la Mujer
Norma Vidalina Añaños Castilla
Elaboración:
Carlos Portugal Mendoza.
Especialista de la Dirección de Promoción de Cultura de Paz
Presentación ........................................................................................................................07
Introducción ........................................................................................................................09
Decenio internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del
?
mundo 2001-2010. (1998)
Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz (1999).
?
Bibliografía.........................................................................................................................107
Cultura de Paz 05
Presentación
Hace ya diez años, en setiembre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas,
recordando que “si la guerra, empieza en la mente de los hombres, es en la mente de los
hombres donde deben levantarse los baluartes de la paz”, aprobó la “Declaración y
Programa sobre una Cultura de Paz”, llamando a todos los Estados a promover valores,
actitudes y comportamientos que, basados en la justicia, solidaridad, la libertad y la
solución no violenta de los conflictos, contribuyan a lograr la paz.
La promoción de una Cultura Paz es una tarea que atraviesa al conjunto de los sectores
del Gobierno nacional y los tres niveles del Estado, pues lograr los objetivos de bienestar
y seguridad a su cargo requiere tanto realizaciones materiales como transformaciones
culturales que en conjunto significan un auténtico desarrollo humano.
Asimismo, la seguridad y la paz, son inalcanzables sin cambios significativos con relación
a la discriminación, la exclusión y la violencia, cambios que demandan transformaciones
en la mentalidad y la cultura de la sociedad en todos sus niveles, a fin de favorecer una
mayor equidad y mejorar la convivencia social. Debemos recordar que el largo período de
violencia y autoritarismo han afectado el tejido social, la confianza, los valores cívicos y
el sano optimismo, siendo necesario reaprender todos y todas a ejercer debidamente
nuestra ciudadanía y las libertades y derechos que nos ofrece la democracia.
Cultura de Paz 07
En lo que corresponde al MIMDES el fomento de una Cultura de Paz es un componente
fundamental para lograr avances profundos y sostenibles en los objetivos del sector con
relación a la equidad de género, el fortalecimiento de las familias, la protección y
promoción de los derechos de las personas, en particular de niños y niñas; la lucha contra
la pobreza y la búsqueda del desarrollo social.
Finalmente y en ese sentido, este libro tiene el propósito de alcanzar a todos aquellos
que, desde el Estado y la sociedad civil, trabajan en el fomento de una Cultura de Paz, un
conjunto de ideas e información que alimente sus conocimientos, pero, sobre todo, su
compromiso con la construcción de la Paz en el Perú.
08 Cultura de Paz
Introducción
“El enorme esfuerzo que es la guerra sólo puede evitarse si se
entiende por paz un esfuerzo todavía mayor… Lo otro es puro error.
Lo otro es interpretar la paz como el simple hueco que la guerra
dejaría si desapareciese…si la guerra es una cosa que se hace,
también la paz es una cosa que hay que hacer, que hay que fabricar,
poniendo a la faena todas las potencias humanas”.
Ortega y Gasset (1938)
Pocas ideas como la paz y la Cultura de Paz convocan tanto la adhesión de las personas; todos
aspiramos a que se hagan realidad y reclamamos por su llegada lo más pronto posible. Sin
embargo, las terribles expresiones cotidianas de violencia, injusticia y la crisis de valores que
vivimos parecerían decirnos que ellas son un imposible.
¿Por qué si todas, o al menos la gran mayoría de las personas, no sólo en nuestro país sino en
todo el mundo, queremos vivir en paz, no podemos hacerla realidad? Las respuestas a esta
interrogante pueden ser sorprendentemente obvias.
En primer lugar, hay que recordar que, como señalaba el filósofo Ortega y Gasset, la paz es una
obra humana, algo que hay que producir con un esfuerzo todavía mayor a esas otras obras que
son la guerra o la violencia sistemática. Y lo que dice Ortega y Gasset vale no sólo con relación a
la guerra entre Estados, sino también para la violencia al interior de los Estados, de las
sociedades, las comunidades y nuestras familias.
Un país como el nuestro que ha sufrido la violencia interna del período 1980-2000, que costó la
vida de miles de personas, no puede sólo esperar que no vuelva a presentarse. Tenemos que ser
conscientes de que si no afirmamos la paz, la justicia y no trabajamos por la reconciliación, ese
terrible período de nuestra historia puede repetirse.
Una segunda razón por la que no alcanzamos la paz a la que aspiramos la mayoría es que en el
fondo nos parece un imposible; algo bueno y deseable, pero difícil de lograr. Pensamos que es
Cultura de Paz 09
algo muy grande que requiere un cambio en las personas y estructuras sociales que difícilmente
se producirá. Sin embargo, a pesar del esfuerzo que puede representar la construcción de la paz,
es una propuesta más viable de lo que suponemos.
Debemos empezar por considerar a la paz no como algo absoluto y total. Ciertamente una paz así
es una utopía, pero la paz a la que aspiramos el común de los mortales es una situación en la cual,
como decía el pacifista americano Adam Curle (1971), se maximice la justicia y se minimice la
violencia. En todo momento y lugar podemos trabajar por avanzar hacia una mayor justicia y una
menor violencia e ir así construyendo la paz.
Por otro lado, los cambios en las personas y las sociedades no son la excepción, sino una
constante en la vida de los seres humanos. Cambios drásticos en la forma de pensar y actuar
se han producido a lo largo de la historia de la humanidad. El sistema esclavista que muchos
filósofos creían eterno, ya ha sido superado. El racismo y la discriminación de la mujer,
también han empezado a quedar de lado, de modo que situaciones impensables como
mujeres o afrodescendientes en el poder han empezado a producirse en nuestro
continente.
Una tercera respuesta a la interrogante de por qué no hay paz, es que su construcción involucra
un compromiso personal que generalmente no estamos dispuesto a realizar. Con seguridad,
quienes leen este libro son personas que tratan de tener vidas y hogares pacíficos, todo lo cual es
muy importante, pero el compromiso con la construcción de la paz nos demanda tratar de influir
en otras situaciones y personas para mejorar, desde nuestra vida cotidiana, la convivencia en
nuestro entorno y favorecer la paz en y desde los diferentes espacios de trabajo y participación
que tenemos en la sociedad.
En gran parte, la falta de compromiso con la paz se nutre del desconocimiento de lo que tenemos
que hacer y ser para construirla. Esto no nos debe sorprender, pues hasta hace poco aún la paz
permanente entre los países era impensable, hasta que en 1945, con la fundación de las
Naciones Unidas, por primera vez en su historia la humanidad se propuso seriamente “librar a las
futuras generaciones del flagelo de la guerra”.
Para alcanzar la paz, necesitamos conocimientos, valores e ideas que nos orienten en su
construcción. Necesitamos, en suma, desarrollar una Cultura de Paz que guíe la acción por un
mundo donde se “maximice la justicia y se minimice la violencia”.
Este libro se propone, contribuir a ello facilitando una introducción en los temas de la paz y de la
Cultura de Paz, estimulando la reflexión y compromiso con ellas, así como ofreciendo un conjunto
de orientaciones para su promoción en nuestra sociedad y en particular en el sector mujer y
desarrollo social.
10 Cultura de Paz
El libro consta de tres partes. En la primera se presenta en cuatro capítulos los conceptos de paz,
conflictos, violencia y Cultura de Paz. El capítulo I “Paz” repasa la evolución del concepto hasta su
definición moderna y positiva, pues significa no sólo ausencia de violencia, sino también la
presencia de justicia. El capítulo II “Conflictos y Violencia” remarca la diferencia entre ambos
conceptos y la necesidad de un manejo pacifico y cooperativo de los conflictos para evitar la
violencia. El capítulo III “Cultura de Paz” expone el surgimiento del término en el seno de las
Naciones Unidas y su significado como concepto normativo. El capítulo IV “Construyendo
Culturas de Paz” presenta el referente concreto de la Cultura de Paz; la convivencia social, así
como las orientaciones generales para pasar de la teoría a la acción, concretando el concepto
normativo de la Cultura de Paz en ejes de acción y medios para promoverla en la sociedad.
La segunda parte del libro comprende seis capítulos cortos, uno para cada uno de los ejes de
acción para construir una Cultura de Paz, siguiendo y adaptando los temas considerados en la
“Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz de las Naciones Unidas”.
Esta segunda parte tiene como propósito exponer en qué consiste cada eje y cómo puede ser
desarrollado para promover en concreto una cultura de paz.
Cultura de Paz 11
PRIMERA PARTE
UN POCO DE TEORÍA
Capítulo I
Paz
“Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de
guerra, aún siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz
duradera. No hay verdadera paz si no viene acompañada de
equidad, verdad, justicia y solidaridad. Está condenado al
fracaso cualquier proyecto que mantenga separados dos
derechos indivisibles e interdependientes: el de la paz y el de un
desarrollo integral y solidario”.
Pocos conceptos tienen un significado tan amplio y diverso como la paz. La paz nos habla de
relaciones armoniosas entre países, grupos sociales y personas y entre éstas y la naturaleza y
Dios. Pero también se refiere a un estado interior de las personas, a una vivencia y una emoción
especial que la hace ser deseada intensamente.
Pero las ideas sobre las paz no han sido siempre las mismas, ellas han evolucionado a lo largo de
la historia hasta adoptar los significados que hoy le atribuimos. Por ello, para elaborar una
definición para lo que es la paz es útil recorrer, auque de manera simplificada, algunos de los hitos
más importantes en la evolución de la idea de paz.
Cabe aclarar que se trata de un recorrido desde la perspectiva occidental en la cual predomina
una visión “externa” de la paz, al contrario de lo ocurre en las culturas orientales donde, desde
hace milenios, la vivencia interior constituye el centro de la paz, o en las culturas indígenas,
donde la paz está íntimamente vinculada al equilibrio entre el ser humano y la naturaleza.
Pax
Los diversos autores que tratan el tema de la paz empiezan señalando que el término proviene de
Cultura de Paz 15
la palabra latina “pax” y que en su origen se encontraba asociada a la llamada “pax romana” que
significaba dominación y ausencia de rebeliones en tiempos del imperio romano.
Es en el marco de esta concepción que se entiende el famoso precepto “si quieres la paz, prepara
la guerra”, porque la paz requería la dominación del contrario. Asimismo, se encontraba asociada
exclusivamente a la relación entre los Reinos y Estados y no a las relaciones entre las personas o
de éstas con el Estado.
Si bien el significado de la “pax romana” fue en su momento el más difundido, existieron al mismo
tiempo otras ideas de paz, como la de los cristianos que representa la paz con Dios y el amor al
prójimo.
La guerra era vista como una situación inevitable y natural, por lo cual pensar o definir la paz no
era importante. No es sino hasta la obra “La paz Perpetua” (1795) del filósofo alemán Inmanuel
Kant que se cuestiona consistentemente la inevitabilidad de la guerra, señalando que sus “raíces
naturales” no hacen imposible instaurar la paz a través de la razón, facultad humana llamada
precisamente a modificar el estado natural del hombre.
Para lograr la “paz perpetua”, Kant consideraba necesaria la creación de una federación de
Estados independientes que, reconociendo a sus súbditos igualdad y vigencia del Estado de
Derecho, se encargaría de evitar las guerras.
Una perspectiva muy difundida en dichos estudios es la que asocia la paz con un equilibro
dinámico de los factores políticos, sociales, culturales y tecnológicos entre los países, de modo
que cuando dicho equilibrio se rompe, se produce la guerra. En este enfoque, lo realista es
mantener o recuperar el balance de los factores, antes que pretender desterrar los conflictos
bélicos, pues la tendencia de la sociedad sería más bien hacia la guerra.
16 Cultura de Paz
No es sino hasta la fundación de las Naciones Unidas (1945), luego de dos conflictos mundiales
que costaron la vida de cerca de cien millones de personas, que por primera vez en su historia la
humanidad se plantea la tarea de desterrar la guerra, resurgiendo entonces la idea de la paz
como algo que es necesario construir.
En ese sentido, para “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra”, la Carta
Fundacional de las Naciones Unidas declara como su primer propósito:
“Mantener la paz y la seguridad internacional, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces
para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros
quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de
la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones
internacionales susceptibles de conducir o quebrantamientos de la paz”. (Naciones Unidas,
1945)
Así, por ejemplo la Encíclica “Paz en la Tierra” (1963) del Papa Juan XXIII, señala que la paz entre
todos, los pueblos se funda sobre la verdad, la justicia, el amor y la libertad, aspectos que en
muchos sentidos empezaron a nutrir también los puntos de vista de los estudios laicos sobre la
paz.
En 1969, Johan Galtung introdujo una idea fundamental para el concepto moderno de lo que es la
paz, afirmando que no sólo es lo opuesto a la guerra, sino lo opuesto a toda forma de violencia,
identificando tres tipos de violencia: La “violencia directa”, referida a la agresión directa, a la cual
pertenece la guerra, la “violencia estructural”, asociada a la injusticia en la sociedad y entre los
países; y la “violencia cultural”, es decir, las ideas que legitiman todas las formas de violencia (Ver
Capitulo II).
De este modo, la paz es ausencia o reducción de todo tipo de violencia, directa, estructural y
cultural. La paz involucra, entonces, la paz directa, la paz estructural y la paz cultural.
Los estudios de Galtung lo llevaron a identificar dos maneras de hablar de la paz. Una en forma de
negación de las violencias y otra en forma afirmativa de lo que significa la paz. En la primera
forma, conocida como paz negativa, la paz directa sería simplemente la ausencia de agresiones y
Cultura de Paz 17
asesinatos entres las personas, la paz estructural, la ausencia de explotación, y la paz cultural, de
ideas discriminadoras o incitadoras a toda forma de violencia.
En cambio en la forma afirmativa, llamada paz positiva, se habla de las interrelaciones positivas
presentes en la relación entre las personas, en las estructuras sociales y en la cultura. Con el
tiempo, Galtung incluyó también como sujeto de paz a la naturaleza, de modo que su definición
de paz positiva la incluye en el siguiente texto.
“La Paz natural es cooperación entre especies… La Paz positiva directa consistiría en la bondad
verbal y física, el bien para el cuerpo, la mente y el espíritu… dirigida a todas las necesidades
básicas… el amor es el compendio de todo ello… La Paz positiva estructural sustituiría represión
por libertad, equidad por explotación y los reforzaría con diálogo, integración, solidaridad y
participación… La Paz positiva cultural sustituiría la legitimación de la violencia por la legitimación
de la Paz” (Galtung, 2003)
De esta manera,
“Los aspectos positivos de la Paz nos conducirían a considerar no solo la ausencia de violencia
estructural sino la presencia de un tipo de cooperación no violenta, igualitaria, no explotadora, no
represiva entre unidades, naciones y personas”(Galtung, 2003).
Otros investigadores han fortalecido esta visión de la paz positiva, sobre todo enfatizando la
presencia de la justicia. Adam Curle, resume entonces la paz como una “situación caracterizada
por un nivel reducido de violencia y un nivel alto de justicia” (1974), a la vez que Betty Reardon
señala que “La paz es un orden social o un conjunto de relaciones humanas en el cual la justicia
puede proseguirse sin violencia… la paz nutre la vida, dignifica y cataliza las energía humanas
para la autorrealización” (1997).
Violencias y Paz
Violencia Paz
Directa Directa
Visible
...............
Invisible
18 Cultura de Paz
La paz positiva define la paz como la acción necesaria para que se presenten un conjunto de
características positivas como la cooperación, la confianza o la justicia entre las personas,
sociedades y países. Enfatiza que la paz como un proceso antes que un punto de llegada. Esta
idea es remarcada por Galtung al señalar que la paz es, en un sentido dinámico, también la
capacidad de resolver los conflictos de manera creativa y sin violencia (2003).
En los años 70 y 80 una nueva perspectiva fue aportada a la idea de paz desde el movimiento
feminista, señalando que la violencia había sido vista sólo desde una mirada “macro”, la guerra
entre países, y que era necesaria también una mirada “micro” de la violencia, en particular la
violencia contra las mujeres y los niños en los momentos en que no había guerra.
Un contribución importante del feminismo fue la identificación de la relación entre varones y violencia,
al punto de señalar, por ejemplo, que la guerra es una forma masculina de afrontar los conflictos,
mientras que existen otras formas, desarrolladas especialmente por la mujeres en el espacio privado
de la familia, para manejar los conflictos mediante la negociación, la persuasión y la reciprocidad.
El feminismo y los estudios de género han incorporado temas cruciales para la actual concepción
de la paz, como son la erradicación de la violencia de género, la necesidad de transformar las
relaciones entre varones y mujeres hacia una mayor igualdad, y el enriquecimiento de la paz con
los aspectos generalmente asignados a lo femenino como son la importancia de las emociones y
el cuidado de las personas.
Como señala Irene Comins, el aporte feminista consistió principalmente en dos elementos:
En los años 80 y 90 emerge un enfoque de paz que valora altamente la relación de los humanos
con el sistema bioambiental, concibiendo a la especie humana como una unidad dentro de una
unidad mayor que es la naturaleza, la cual debe ser respetada y cuidada.
Cultura de Paz 19
“La humanidad es parte de un vasto universo evolutivo. La Tierra, nuestro hogar, está viva con
una comunidad singular de vida… La capacidad de recuperación de la comunidad de vida y el
bienestar de la humanidad dependen de la preservación de una biosfera saludable, con todos sus
sistemas ecológicos, una rica variedad de plantas y animales, tierras fértiles, aguas puras y aire
limpio. El medio ambiente global, con sus recursos finitos, es una preocupación común para
todos los pueblos. La protección de la vitalidad, la diversidad y la belleza de la Tierra es un deber
sagrado” (Carta de la Tierra, 2000).
Asociada a esta visión surgen las ideas sobre el ecodesarrollo y el desarrollo sostenible,
concebido éste como el desarrollo que asegura las necesidades del presente sin comprometer la
capacidad de las futuras generaciones para enfrentarse sus propias necesidades.
De esta manera la relación del ser humano con la naturaleza, tan presente en culturas indígenas,
se introduce en el pensamiento occidental acerca de la paz.
Para el hombre andino el mundo es una totalidad viva, integrada y sagrada. No se comprende a
las partes separadas del todo, cualquier evento se entiende inmerso dentro de los demás y
donde cada parte refleja el todo. Esa totalidad natural es la Pacha que comprende todas las
cosas vivas, incluyendo los cerros, las estrellas y los muertos. Cuando el mundo está tranquilo,
cuando nadie trasgrede esa tranquilidad de la Pacha, es tiempo de paz.
Existen formas de ritualizar el desorden, las discusiones o diferencias que se presentan en las
comunidades y restablecer la tranquilidad. Es el caso del Tinkuy, donde grupos opuestos se
enfrentan hasta pagar con sangre a la ofensa a la Pacha y restablecer así la unidad y equilibrio.
20 Cultura de Paz
Paz Interna y Externa
Aunque tradicionalmente en Occidente se ha dado poca importancia a los aspectos subjetivos,
en las últimas décadas se ha incrementado la atención respecto a la interrelación entre el mundo
interior de las personas y los fenómenos externos, sociales, políticos, económicos y ecológicos,
así como sobre la importancia de la autorrealización y la trascendencia de los seres humanos.
En ese marco se ha puesto de manifiesto la relación entre la vida interna de las personas (mente y
espíritu) y la paz externa, que no vendrían a ser sino dos aspectos de un mismo fenómeno.
“La paz empieza dentro de cada uno de nosotros. Cuando tenemos paz interior, podemos estar
en paz con los de alrededor. Cuando nuestra comunidad está en un estado de paz, puede
compartir esa paz con las comunidades vecinas, y así en estructuras cada vez más amplias.
Cuando sentimos amor y ternura hacia otros, no sólo hace que otros se sientan queridos y
cuidados, sino que también nos ayuda a desarrollar paz interior y felicidad…” (Dalai Lama, al
recibir el premio Nóbel).
Esta visión, cuya riqueza no podemos referir en estas pocas líneas constituye una importante
contribución para involucrar en la construcción de la paz a todas las personas, no sólo a los
líderes y autoridades, y para prestar mayor atención a los aspectos espirituales involucrados en
dicha tarea.
Cultura de Paz 21
- La paz, a la vez que representa un objetivo, es también un proceso en el cual
crecientemente estamos involucrados todos y todas, no sólo los lideres y gobiernos.
- La paz es un proyecto posible, al punto que las naciones del mundo se han unido tras
ese propósito, aunque no siempre de manera consecuente,
Como hemos dicho, la idea de paz que estamos presentando, corresponde básicamente al punto
de vista de la cultura occidental, punto de vista que sin duda debe ser enriquecido con los
conceptos de otras culturas, en un necesario diálogo intercultural para un tema como la paz que
involucra a todos los seres humanos. Los seres humanos siempre le estamos pidiendo más a la
idea de paz, abarcando cada vez más nuevos y más transcendentes conceptos. Por ello, no
tenemos porque pensar que la idea de paz no siga ampliándose en el futuro.
Paz en Positivo
Como mencionamos en el recorrido histórico de las ideas sobre la paz, uno de sus
significados más duraderos ha sido simplemente la ausencia de guerra del cual, con el
tiempo, se fue alejando para representar lo opuesto a todo tipo de violencia y no sólo a la
guerra, adoptando luego un sentido más afirmativo con la paz positiva de Galtung. Este
sentido afirmativo lleva a la paz y su construcción más allá del rechazo a la violencia y la sitúa
primordialmente en la adhesión y promoción del amor, la confianza, la solidaridad, la
cooperación y la justicia.
Galtung (2003) emplea una valiosa metáfora para explicar ese sentido afirmativo, comparando a
la paz con la salud y a la violencia con la enfermedad. Ciertamente, cuando se tiene salud, no hay
enfermedad, pero la salud es mucho más que simplemente no estar enfermo. Significa estar en
condiciones para un buen funcionamiento y contar con las defensas necesarias para evitar la
enfermedad o superarla sin sufrir un daño permanente.
Bajo esta metáfora la paz debe permitir un funcionamiento saludable de la sociedad basado en
los elementos que nutren la vida en ella, como son el amor, la confianza, la solidaridad, la
cooperación y la justicia. Bajo la paz, la violencia directa, estructural y cultural no tienen cabida (o
son reducidas) y los inevitables conflictos que se presentan en la vida social puedan ser
superados sin violencia.
22 Cultura de Paz
En relación a la violencia, la metáfora de paz como salud nos llama a actuar no sólo sobre las
consecuencias de la violencia o sobre el riesgo de que se produzca, sino especialmente sobre los
aspectos que desde el interior de los individuos los protegen de ejercer o sufrir la violencia. Por
ejemplo, es importante sancionar a los autores de la violencia contra la mujer y atender a las
víctimas, así como neutralizar los factores de riesgo, pero también es importante fortalecer
relaciones armoniosas entre las parejas y en las familias.
La Paz Imperfecta
A diferencia de lo que ocurría antes, la paz es crecientemente vista como un proceso presente y
no como un estado futuro e ideal. En ese sentido podemos decir que la paz existe en el presente
Cultura de Paz 23
de una manera imperfecta. No es la “paz perpetua” de los filósofos, sino una construcción en
progreso, una vivencia humana diferenciada de la guerra y la violencia que se produce incluso en
medio de ellas como “un signo de bienestar, felicidad y armonía que nos une a los demás,
también a la naturaleza y al universo en su conjunto” (Muñoz, 2004).
La historia se ha escrito generalmente siguiendo el hilo de las guerras, pero no desde el hilo de
cómo se vive y se construye la paz, la cual ha quedado así invisibilizada. El enfoque de la paz
imperfecta nos recuerda que simultáneamente con la historia de las guerras y la violencia hay
también una historia de paz, pues los seres humanos estamos tratando siempre de vivir en paz.
“Si el concepto de paz positiva marcó una ruptura con la noción tradicional estableciendo la
relación de paz no con la guerra sino con la violencia; la paz imperfecta señala un avance por
cuanto si bien reconoce la imperfección de la condición humana, también percibe que nuestras
relaciones están caracterizadas por decisiones y acciones guiadas, la mayoría de las veces, por
la regulación pacífica o no violenta de los conflictos, lo que permite que los seres humanos en
nuestras continuas tentativas, procesos y ensayos tengamos cotidianamente más momentos de
paz que de violencia o de guerra” (Tuvilla, 2004).
Como nos lo recuerdan algunos historiadores como Hobsbawm, el siglo XX ha sido el más
sangriento en la historia de la humanidad.
“La cifra total de muertos provocados directa e indirectamente por las guerras se eleva a unos 187
millones de personas… Si tomamos el año 1914 como punto de partida, el siglo XX ha sido un
siglo de guerras ininterrumpidas, a excepciones de algunos breves períodos sin conflictos
armados organizados en todo el planeta” (Hobsbawm, 2007).
Sin embargo, ha sido también el siglo en el cual las naciones del mundo han empezado a buscar
caminos para alcanzar la paz, especialmente desde que en 1945 surgen las Naciones Unidas
para “librar a los pueblos del flagelo de la guerra”. Desde entonces diversos acuerdos
internacionales han evidenciado un mayor compromiso con la paz, incluso entendida ésta en su
versión más integral y completa.
Así, se produjeron la histórica Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), el
reconocimiento del Derecho a la Paz (1984), la Declaración y Programa para una Cultura de Paz
(1999) y los múltiples acuerdos internacionales que, sobre los problemas de la paz, el desarrollo,
la democracia, los derechos humanos y el ambiente, se celebraron a lo largo de la década de los
noventa y culminaron con la Cumbre del Milenio (2000), de la cual emanaron los Objetivos de
Desarrollo del Milenio, en la cual las naciones del mundo se comprometieron, una vez más, con
“establecer una paz justa y duradera en todo el mundo” y “el respeto de la igualdad de derechos
24 Cultura de Paz
de todos, sin distinciones por motivo de raza, sexo, idioma o religión, y la cooperación
internacional para resolver los problemas internacionales de carácter económico, social, cultural
o humanitario” (Naciones Unidas, 2000).
Ademas, a las guerras entre países se suman crecientemente los conflictos armados al interior
de los países. Si en la Primera Guerra Mundial, sólo el 5% de las víctimas eran civiles, en la
Segunda el porcentaje se elevo al 66% y en la actualidad la proporción de victimas civiles en
cualquier guerra se sitúa por encima del 70 u 80%, sobre todo en los conflictos armados internos,
como el que padeció nuestro país entre los años 1980 y 2000, donde del total de víctimas
mortales el 70% fueron civiles (CVR, 2004).
Tras repasar las condiciones de la guerra y la paz para el siglo XXI, Hobsbawm considera que si
bien las guerras no serán tan sangrientas como en el siglo XX, la paz parecería estar todavía
lejana. Ello hace más urgente actuar para revertir esos pronósticos, como nos lo recordaba la
Carta de la Tierra, suscrita en el año 2000 por un conjunto de líderes del mundo, al señalar que:
Lograr ello requiere superar el fatalismo, alimentado por una dieta de noticias sobre violencia y
guerras, y recordar que a pesar de todo los seres humanos también logramos coexistir
pacíficamente. No se trata de subestimar la guerra y la violencia, sino de recordar la preponderancia
de la capacidad de los seres humanos también de hacer paz y de cambiar.
En ese sentido es útil tener presente lo que afirma William Ury, creador junto Irving Fisher del
conocido método de negociación basado en principios o método de Harvard: “En el lapso de un
siglo la humanidad ha logrado irrupciones tecnológicas de importancia evolutiva. Hemos puesto
a toda la humanidad en contacto reciproco por medio de la comunicación instantánea, hemos
fisionado el átomo y llegado a la Luna. El desafío consiste ahora en aprender a realizar avances
sociales de proporciones análogas… En el nuevo milenio muchas cosas serán posibles ¿Por qué
no el antiquísimo sueño de la paz?” (Ury. 2000).
Cultura de Paz 25
¿Y en el Perú?
La violencia a escala de conflicto armado interno ha sido felizmente superada en nuestro país,
pero necesitamos asegurar que ese peligro no se vuelva a presentar y acabar con todas las
formas de violencia directa, estructural y cultural que subsisten.
Y esa es una tarea que no puede ser dejada exclusivamente en manos del Estado y la clase
política, pues como lo ha venido comprendiendo el mundo, la paz es necesariamente tarea
también de los ciudadanos, sobre todo cuando por paz entendemos no sólo el callar de las armas,
sino también una sociedad más unida, justa y solidaria.
26 Cultura de Paz
Capítulo II
Conflicto y Violencia
“El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante
era una condición normal de la existencia. Se le otorgó una
conciencia. Y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia
otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la
carne de otros.”
Martin Luther King
Conflicto y violencia son dos términos estrechamente relacionados a lo largo de la historia y con
frecuencia se les toma como sinónimos. Sin embargo, como veremos en este capítulo, se trata de
dos conductas o comportamientos humanos muy diferentes, que se debe aprender a entender y
manejar adecuadamente para que haya paz.
En todas las sociedades se producen conflictos, es decir, discrepancias activas, pues las
personas y grupos sociales tenemos diferentes maneras de pensar e intereses propios y
diferenciados, de modo que es totalmente comprensible que existan desacuerdos. En ese
sentido se puede afirmar que el conflicto es algo normal. En cambio, la violencia no tiene porque
ser lo normal, pues los conflictos no necesariamente tienen que derivar en confrontaciones
violentas, aunque en muchos casos sea la forma a través de la cual se pretende “resolver” el
conflicto.
¿Qué es un conflicto? Lederach (2000) nos dice que la mejor definición que ha encontrado es que
se trata de una “lucha expresada entre, al menos, dos personas o grupos interdependientes, que
perciben objetivos incompatibles, recompensas escasas e interferencias del otro para realizar
sus metas”.
En esta definición se destaca que el conflicto tiene un importante componente subjetivo, pues
para que exista el conflicto se requiere que las partes perciban, es decir, sientan y crean que
existen esas incompatibilidades e interferencias para alcanzar sus metas.
Cultura de Paz 27
Conflictos y Violencia
Los especialistas en conflictos nos dicen que siendo los conflictos normales en la vida humana,
ellos no son, necesariamente, positivos o negativos, si no que esto depende de cómo se
resuelvan y qué resultados produzcan. Como señala Fisas:
“(El conflicto es) una construcción social, una creación humana diferenciada de la violencia
(puede haber conflictos sin violencia, aunque no violencia sin conflicto) que puede ser positivo o
negativo según como se aborde y termine, con posibilidades de ser conducido, transformado y
superado (puede convertirse en paz)” (Fisas, 1998).
Sin embargo, los conflictos tradicionalmente tienen una connotación negativa en tanto se
consideraba que alteraban el equilibrio social y resultaban disfuncionales para el sistema social.
Progresivamente se ha relevado su valor en la vida social, considerándolos como necesarios
para el acomodo de los grupos sociales en medio de las comprensibles incompatibilidades que
surgen, siendo, además, un importante motor para el cambio social (MIMDES, 2008 c).
Una razón por la que se percibe el conflicto como algo negativo es porque se le confunde con la
violencia. Como el conflicto es abstracto y requiere entender los problemas que lo originan, sólo
cuando empiezan los actos violentos se percibe su existencia y la necesidad de intervenir. Así, se
piensa equivocadamente que si no hay violencia, no hay conflicto.
La violencia no es, entonces, la única respuesta al conflicto; por el contrario, las respuestas
pueden ser múltiples y van desde la integración, la cooperación, la adaptación mutua, la
negociación, la mediación, el arbitraje, la disuasión, antes de llegar a la violencia.
El manejo adecuado del conflicto consiste, en limitar las respuestas al conflicto a aquellas que
no incluyan la violencia. Cambiar la forma en que los humanos intentamos resolver los
conflictos, descartando la violencia, representa un cambio cultural trascendental, tal vez la
transformación “más radical y enriquecedora que ninguna otra en la historia de la humanidad”
(Adams, 2000).
28 Cultura de Paz
Aspectos Positivos de los Conflictos
Modernamente, el conflicto es percibido como una interrelación humana presente en todos los
grupos humanos y sociedades e incluso necesaria para la construcción y reconstrucción de la
realidad social.
“Los conflictos nos han acompañado como especie desde el inicio hasta nuestros días, como un
ámbito de cambio, variación y elección entre diversas posibilidades. Y el éxito de la especie ha
dependido de la capacidad de socializar estas divergencias y convertirlas en energía creativa.
Dicho de otra forma: la vida sin conflictos sería muy aburrida, probablemente no sería ni vida”
(Muñoz, 2004).
Por otro lado, los conflictos pueden cumplir una función integradora para cada una de las partes
enfrentadas, aumentando la solidaridad interna, manteniendo la disciplina y contribuyendo a
precisar e identificar los intereses y demandas de cada una de ellas.
El conflicto al relacionar a dos o más partes, obliga a cada una de ellas a interesarse en la
organización e intereses de la otra parte, visibilizando y ofreciendo así nuevas fuentes para una
posible colaboración. De hecho, conflicto y cooperación son dos caras de una misma moneda, en
toda situación conflictiva existe cierta cooperación, pues a pesar de que cada parte actúa
siguiendo sus intereses, surge una reciprocidad, interacción y racionalidad común que pueden
servir de base para la cooperación (Rapoport, 1992, citado por París, 2005).
Conflictos y Paz
Teniendo en cuenta los aspectos positivos del conflicto, Galtung, complementa su definición de la
paz con una versión más dinámica, señalando en buena cuenta que la Paz consiste en saber
resolver los conflictos sin violencia, procesándolos con empatía y creatividad (Galtung, 1998).
Empatía no es sino compartir, sentir y entender las posiciones del contrincante, sin
necesariamente estar de acuerdo con el; creatividad es la capacidad de ir más allá de las
estructuras mentales de las partes en conflicto, abriendo nuevos caminos para su relación.
Cultura de Paz 29
Descartada la violencia, los conflictos son, entonces, relaciones humanas importantes para
construir la paz y una Cultura de Paz, visibilizando los problemas sociales, ajustando la cohesión
social, abriendo nuevas perspectivas para la cooperación y confianza entre las partes y sirviendo
de campo de desarrollo para la empatía, la creatividad y la solución de las contradicciones sin
violencia.
Pero, los aspectos positivos no deben impedirnos ver también los aspectos negativos del
conflicto, como, por ejemplo, la energía que consumen, las tensiones sociales que crean y, muy
especialmente, el riesgo que eventualmente representan para generar situaciones de violencia.
Las Violencias
Existen diversas definiciones de lo que es la violencia y, además, cada uno de nosotros tiene un
concepto intuitivo y personal respecto a ella.
“El uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo,
otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar
lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones” (OMS, 2003).
“Por violencia podemos entender el uso o amenaza de la fuerza o potencia, abierta u oculta, con
la finalidad de obtener de uno o varios individuos algo que no consienten libremente o de hacerles
algún tipo de mal físico, psíquico o moral” (Fisas, 1998).
La intencionalidad es un aspecto clave para que un acto sea considerado como violencia. Así, un
accidente automovilístico con víctimas no es propiamente violencia, pues no hubo intención. La
intención de hacer daño, sin embargo, es algo que esta sujeto a interpretación y ésta depende de
la cultura de cada grupo. Hasta hace unos años, aplicar un “jalón de orejas” aun niño no era
considerado violencia, sino una forma de disciplina o “educación”. Hoy, ese mismo acto es
tomado como un hecho violento, pues se conoce que tendrá consecuencias negativas para el
niño y viola sus derechos.
La violencia es, entonces, un hecho social y cultural y no un hecho puramente mecánico. Por ello,
en la actualidad al evolucionar las formas de pensar, muchos hechos antes no considerados
como violencia si lo son hoy en día. Ofender verbalmente a la mujer, castigar físicamente a un
niño o niña, obligar a un anciano a hacer algo, apartarse o rechazar a alguien por su lugar de
origen, etnia, discapacidad o su preferencia sexual, son ahora consideradas formas de violencia,
algo que no ocurría antes.
30 Cultura de Paz
Pareciera que cada día los seres humanos nos hacemos más sensibles a las violencias,
“descubrimos” nuevas formas de violencia y las condenamos; paradójicamente cada vez más las
diversas violencias se manifiestan con mayor fuerza. Y es que los seres humanos tenemos una
relación ambigua con la violencia, pues a la vez que la rechazamos, a veces, las justificamos o, al
menos, nos parecen comprensibles y las relativizamos según las circunstancias o las
motivaciones. La violencia también nos atrae, llama nuestra atención y suscita incluso, en
muchos casos, emociones confusas. De ahí, por ejemplo, el éxito de las series de televisión o
películas con altos contenidos de violencia y el atractivo de las noticias sangrientas.
“La violencia hace acto de presencia cuando los seres humanos son influidos en tal forma que sus
actos somáticos y mentales se encuentran por debajo de sus realizaciones potenciales… por
tanto la violencia es la causa de la diferencia entre lo potencial y lo actual” (Galtung, 1972).
“Si una persona mata a otra y mas particularmente si un grupo de personas ataca a otro, éstos son
claros ejemplos de violencia directa. Pero, qué pasa si la estructura social, dentro y entre
naciones esta hecha de tal forma que algunas personas pueden vivir una vida completa, llena,
larga y creativa, con nivel elevado de autorrealización mientras que otras mueren lentamente
debido a la mala nutrición, deficiencia en las proteínas, a la falta de cuidados médicos a la
privación de todo tipo de estímulos mentales, etc., este tipo de reflexión condujo a la distinción
entre violencia directa y la estructural: la distinción entre violencia que esta causada por personas
concretas cometiendo actos de destrucción contra otras personas y la violencia que forma parte
de la misma estructura social”(Galtung, 1974).
Cultura de Paz 31
Violencia Directa
Los efectos de la violencia directa son evidentes: los muertos, los heridos, los desplazados, los
daños materiales. La violencia estructural es menos visible, pues no se identifica al agente que lo
comete, pero sus efectos son igualmente visibles: pobreza, vulneración de derechos, injusticia.
No se trata sólo de causar directamente un daño, sino también de permitir privaciones que
pueden ser atendidas en las condiciones actuales. Como dice Galtung “si la gente pasa hambre,
cuando el hambre es objetivamente evitable, se comete violencia, sin importar que haya o no una
relación clara entre sujeto - acción - objeto como sucede en las relaciones económicas mundiales
tal como están organizadas” (Galtung, 1985).
La violencia cultural, por otra parte, no es sino el conjunto de ideas, creencias y actitudes que
pretenden justificar las violencias directa y estructural, haciéndolas aparecer como razonables o
menos malas, cambiando su “color moral”, pasando lo incorrecto a correcto o aceptable,
haciendo opaca la realidad de manera que determinados actos no se vean como violentos.
32 Cultura de Paz
Sería luego con el surgimiento de la agricultura y los Estados que la violencia entre grupos se fue
desarrollando hasta llegar a los niveles sofisticados de organización y tecnología que hoy en día
tiene la guerra.
A pesar de todo, hay quienes sostienen que la violencia tiene un origen biológico que, de
cualquier manera, existe en los seres humanos una predisposición inevitable hacia la violencia.
Este argumento tuvo una severa negación científica con el Manifiesto de Sevilla, elaborado por
un conjunto de científicos con motivo del año Internacional de la Paz, 1986, y que ha sido
recogido y difundido por la UNESCO.
El Manifiesto de Sevilla
Cultura de Paz 33
Por su parte, el médico siquiatra Luis Rojas nos recuerda que:
“Hoy tenemos a nuestra disposición cientos de estudios científicos que demuestran que la
violencia no es instintiva, sino que se aprende. Los seres humanos heredamos rasgos genético
que influyen en nuestra forma de ser. Pero los comportamientos más complejos, desde el
sadismo hasta el altruismo, están condicionados por nuestra personalidad y valores culturales
que moldean y regulan nuestras actitudes y decisiones... Recordemos que las personas
discriminan y deshumanizan a sus semejantes por prejuicios, torturan por odio, matan por
venganza y violan por dominio, no por instinto” (Rojas, 2005).
Violencia y Género
Así, por ejemplo, tradicionalmente se relaciona a la mujer exclusivamente con la atención del
hogar y a los varones con el trabajo fuera de casa. No es que no haya mujeres que trabajen fuera
de hogar, sino que nos hemos acostumbrado a verlas en su rol doméstico y ellas mismas, en
cierto sentido, siguen viéndose así. De esta manera parece “natural” que las mujeres se dediquen
a la atención del hogar y al cuidado de las personas; y los varones al mundo laboral y público.
Estas maneras diferentes de ver a varones y mujeres, pueden parecer poco importantes. Sin
embargo, llegan a ser la base de terribles discriminaciones contra las mujeres como cuando se
prefiere la educación de los hijos en detrimento de las hijas.
Las diferencias de género con relación a la violencia, pueden evidenciarse a través de un dato
concreto: el 85% de todos los homicidios los cometen los varones.
Otro rasgo de la socialización de los varones es la identificación de la virilidad con el poder del
hombre sobre la mujer, lo que en el lenguaje popular se conoce como “machismo”. Este “poder”
malentendido y la capacidad de ejercer violencia por parte de los varones son la base de la
extendida violencia contra la mujer en nuestras sociedades.
34 Cultura de Paz
En cambio, la socialización de la mujer, relacionada principalmente a su rol en la reproducción, la
ha llevado a adoptar la función del cuidado de las personas y a prestar más atención a las
emociones, la empatía y las relaciones interpersonales, así como a manejar los conflictos por
medios diferentes a la fuerza y la violencia. Estas características constituyen, sin duda, aspectos
valiosos para construir una Cultura de Paz.
Como también son valiosas otras características desarrolladas especialmente por los varones,
como el predominio de la razón (racionalismo), la búsqueda de ser el mejor (competencia) o el
sentido del deber (seguir las reglas). De lo que se trata para construir una Cultura de Paz es de
integrar los aspectos más positivos de lo que es ser varones y mujeres y reconvertirlos en una
mejor manera de ser seres humanos.
Violencia y Crianza
En el proceso de socialización la crianza es un aspecto fundamental, por lo cual es
importante evitar que en la familia se reproduzcan patrones que sustenten la violencia y la
dominación.
“Las semillas de la violencia se siembran en los primeros años de la vida se cultivan y desarrollan
durante la infancia y comienzan a dar sus frutos malignos en la adolescencia. Esta simiente se
nutre y crecen impulsada por los mensajes y agresiones crueles del entorno social hasta llegar a
formar parte inseparable del carácter del adulto... Las criaturas maltratadas tienen más
probabilidades de volverse emocionalmente insensibles a los horrores de la crueldad que
quienes crecen en ambientes seguros y acogedores. Y lo que es peor, una vez mayores tienen
más probabilidades de comenzar un nuevo ciclo de violencia maltratando a sus propios hijos y
haciendo de ellos futuros verdugos” (Rojas, 2005).
En nuestro país el maltrato a los niños es un mal extendido. Estudios del MIMDES encontraron
que en promedio 8 de cada 10 niños han sufrido violencia en su hogar, tanto por parte de los
padres como de las madres (MIMDES, 2008b). Y no sólo los niños son maltratados en la familia,
lo son también los adultos mayores, de modo que 4 de cada 100 denuncias en los Centros de
Emergencia Mujer del MIMDES provienen de ellos.
No es una tarea fácil, pues ciertamente un carácter equilibrado y proclive a la paz demanda no
sólo amor, requiere también la satisfacción de necesidades esenciales, como el alimento, la
seguridad, protección además del afecto y el estímulo. Requiere de adultos que proporcionen
ejemplos, apoyo, comprensión y que enseñen a actuar éticamente.
Cultura de Paz 35
Desde luego, la escuela, la comunidad, los medios de comunicación y el propio Estado tienen
también una gran responsabilidad en la prevención de la violencia, pero sin duda la familia, sigue
siendo el pilar fundamental para esta tarea, y para esto necesitan todo el apoyo posible.
Hemos visto que la violencia es fundamentalmente un hecho cultural, y que, por lo tanto, así
como ha sido aprendida puede dejar de aprenderse y ser reemplazada. Como lo recuerda el
Manifiesto de Sevilla, “la misma especie que ha inventado la guerra también es capaz de
inventar la paz”. No es, desde luego, fácil, pues requiere cambiar los patrones culturales,
encontrando nuevas formas para tratar sin violencia los problemas y diferencias que surgen
en la vida socia y nuevas y mejoras formas de ejercer el poder, cuyo mal uso es, con
frecuencia, fuente de violencia, especialmente estructural. Si existe desigualdades sociales y
pobreza, es sin duda porque los poderes político, económico y social no están funcionando
adecuadamente.
Por otro lado, generalmente se percibe el poder como la capacidad de imponer una voluntad,
pero, es necesario recordar que, en su sentido básico, el poder no es sino la capacidad de “hacer
cosas con los demás”, es decir, de actuar conjuntamente. La imposición es sólo una manera de
“hacer cosas con los demás”, existen otras formas que pueden y deben ser preferidas
culturalmente.
La relación entre padres e hijos puede servir de ejemplo de esas otras formas de poder que los
seres humanos podemos construir. Por siglos, el poder de los padres sobre los hijos tuvo como
medio privilegiado el miedo o el castigo, hoy en día, existe consenso en que es preferible emplear
la autoridad del ejemplo, usar la persuasión o el diálogo abierto.
Los seres humanos necesitamos, entonces, ampliar nuestros repertorios de actuación entre
nosotros, crear nuevas formas e incluso instituciones que nos permitan superar nuestros
problemas y nuestras diferencias sin apelar a la fuerza y la violencia.
Así como hemos sido capaces de llegar a crear armas nucleares para la guerra, ahora
debemos ser capaces de cambiar de rumbo y poner el mayor esfuerzo posible para desarrollar
poderosas formas pacíficas de relación. No podemos seguir siendo, como dijo
autocríticamente un general norteamericano, “gigantes nucleares y enanos morales” que no
sabemos convivir en paz.
Pero, ocurre que el poder suele convertirse en un fin en sí mismo, en un premio que alimenta el
ego de personas, grupos y sociedades, que buscan imponer por cualquier medio su “verdad” y
voluntad prefiriendo el uso de la violencia.
36 Cultura de Paz
Irracionalidad e Ineficacia de la Violencia
Ciertamente, la complejidad de la vida social, los intereses diferentes que tienen las personas y
grupos sociales, la violencia estructural y cultural presentes, hacen difícil el acuerdo y el
consenso. Pero la violencia es un criterio absurdo de resolución de conflictos, pues no hay
ninguna relación entre tener más fuerza y tener más razón. Es decir, en la búsqueda de una
solución óptima, la violencia no garantiza la mejor solución al conflicto; en cambio, la vía del
diálogo, aunque demore y cueste trabajo, permite afinar una propuesta mejor y satisfactoria para
las partes.
Por otro lado, bien visto, la violencia es ineficaz, no resuelve los conflictos, sólo los cubre. No
debe confundirse victoria con solución, pues lo impuesto por la fuerza sólo puede mantenerse
con la fuerza. Como nos lo muestra la historia, cuando la relación de fuerza cambia, el conflicto
resurge con mayo virulencia y resentimiento.
Los seres humanos hemos gastado ingentes recursos económicos para ejercer la violencia,
hacer la guerra, o incluso sólo para usar las armas como medio disuasivo. ¿Cuánto hemos
invertido para construir paz?.
El gasto militar mundial en “seguridad” es del orden del billón de dólares al año. Con un 2% de
esta cantidad sería posible eliminar el hambre en todo el mundo. Erradicar las condiciones que se
encuentran en la base de los conflictos violentos, como el hambre, los desequilibrios
económicos, el subdesarrollo o la desigualdad de oportunidades, entre otros, es mucho más
barato y crea más seguridad.
Pero siempre habrá quienes mantienen la vieja manera de pensar. Hoy, por ejemplo, se dice que
“las próximas guerras serán por el acceso al agua”, ¿no es mejor pensar en como unir las
capacidades y conocimientos de todos para conservar el agua, antes que empezar nuevas
guerras?
¿Violencia Justa?
Podemos estar de acuerdo en que rechazar la violencia es lo mejor, pero ¿podemos decir que
este rechazo es siempre valido?. Quienes discuten estos temas, se dividen en dos grupos, unos
absolutizan el rechazo a toda forma de violencia, y otros, en cambio, consideran que en
determinadas circunstancias, la violencia puede justificarse.
La idea de que la violencia es válida está presente, por ejemplo, en la legítima defensa
reconocida por el Código Penal e incluso en el Catecismo de la Iglesia católica. Esta última señala
que “una vez agotados todos los medios de acuerdo pacífico entre países, no se podrá negar a
los gobiernos el derecho a la legítima defensa”, siempre y cuando se cumplan ciertas
condiciones.
Cultura de Paz 37
Como por ejemplo, que la acción sea emprendida por una autoridad legítima, que el daño causado
por el agresor sea duradero, grave y cierto, o que el empleo de las armas no signifique males más
graves que los que se pretende evitar con la legitima defensa.
La filosofa Arendt nos previene frente a esto recordandonos que “la violencia puede ser justificable,
pero nunca será legítima. Su justificación pierde plausibilidad (ser recomendable) cuanto más se
aleja en el futuro del fin propuesto. Nadie discute el uso de la violencia en defensa propia porque el
peligro no solo resulta claro, sino que es actual y el fin que justifica los medios es inmediato” (Arendt,
2005).
En el uso de la violencia para alcanzar una determinada agenda política no se encuentra esa relación
directa entre acción violenta y una justicia futura, pues nada garantiza que a través de ella se la vaya
a alcanzar. Todo lo contrario, el empleo mismo de acciones violentas como medio sistemático de
acción niega la dignidad humana, base de toda justicia.
“La paz, la justicia, y la cooperación, son el objetivo, a la vez que los valores que queremos alcanzar y
desarrollar. Hemos de reconocer que la violencia, por altas que sean sus miras y razonamientos, es
anti ética a esos valores y eso debe hacernos preguntar si es posible lograrlo mediante la opción
violenta” (Lederach, 2000).
Como señala Gandhi: “No hay caminos para la Paz, la Paz es el camino”.
Si los argumentos señalados parecieran insuficientes para rechazar el empleo de la violencia como
medio político, cabe preguntarse, tras las miles de victimas del conflicto armado interno en nuestro
país si tiene algún sentido que se repitan hechos que sólo trajeron destrucción y dolor a todos.
38 Cultura de Paz
Capítulo III
Antecedentes
En 1945 se fundan las Naciones Unidas con el objetivo de “salvar a las generaciones venideras
del flagelo de la guerra” y ese mismo año, se crea la UNESCO para promover la cooperación en
educación, ciencia y cultura para alcanzar los objetivos de la paz. En su Acta de Constitución, de
la UNESCO inscribió la famosa frase que introduce la cultura como factor importante tras la
violencia: “Que, puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los
hombres donde deben erigirse los baluartes de la Paz” (UNESCO, 2004).
La reflexión entorno a ese cambio profundo en la “mente de los hombres” y cómo lograr una
mayor “solidaridad intelectual y moral” fue enriqueciéndose a lo largo del trabajo de la UNESCO
hasta que en 1986 la declaración de ese año como “Año Internacional de la Paz” por las Naciones
Unidas, ofreció la oportunidad de decantar y clarificar las ideas en torno a la paz y los caminos
para alcanzarla.
Cultura de Paz 39
En el marco de la conmemoración de ese año, un grupo de 20 connotados científicos de todo el
mundo, especialistas en psicología, sociología, neurología, etología, genética, antropología y de
otras ramas de la ciencia, redacto el Manifiesto de Sevilla, el cual afirma fehacientemente que no
existe ningún obstáculo de naturaleza biológica para la abolición de la guerra.
En 1989 el Manifiesto fue adoptado y difundido mundialmente por la UNESCO que ese mismo
año realizó el “Congreso Internacional Paz en la Mente de los Hombres”, en Yamoussoukro
(Costa de Marfil, Africa), cuya declaración final llama a construir “una nueva visión de una cultura
de Paz basada en los valores universales de respeto por la vida, la libertad, justicia, solidaridad,
tolerancia, derechos humanos e igualdad entre mujeres y hombres”.
Así lo recuerda también, David Adams, Director del Año Internacional de la Paz, por la UNESCO.
“Fue en las reuniones preparatorias para la Conferencia (Yamoussoukro) de la UNESCO que la
frase y definición de la Cultura de Paz fue traída por el Padre Felipe Mac Gregor. Mac Gregor
había encabezado el equipo que previamente publicó un libro preciosamente ilustrado de
educación para la paz, en 1986, en el Perú, llamado "Cultura de Paz", con descripciones
completas de conflicto, violencia y paz. Tuve el privilegio de trabajar con el padre Mac Gregor en
esas reuniones”. (Adams, 2003).
El libro “Cultura de Paz” si bien no presenta explícitamente una definición de lo que es una cultura
de paz, contiene sus elementos centrales, sobre todo al referir como bases de la paz el desarrollo
moral de las personas, la solución no violenta de los conflictos y el fin de la violencia estructural y
cultural.
Antes de proponer una educación para la paz decidimos escribir cada uno
nuestra concepción de Paz y exponerla. Fue una de las más ricas experiencias de
mi vida. En las exposiciones, "violencia", "conflicto", "solución de conflictos",
aparecían frecuentemente; encontrábamos casi habitual la solución violenta de
los conflictos.
Lo demás es parte de una historia conocida por ustedes y en la que los actores no
son sólo un grupo de maestros peruanos, sino maestros de América, de Europa y
de África, bajo la firme conducción de la UNESCO”.
Cultura de Paz 41
El Programa de Acción de Cultura de Paz de la Unesco
“En la cultura de la guerra los conflictos se resuelven por la violencia, física o simbólica. En
cambio, la Cultura de la Paz es inseparable del recurso del diálogo, la mediación y el
reconocimiento del otro como igual en derecho y dignidad... Así, la cultura de paz podría definirse
como el conjunto de valores, actitudes y comportamientos, modos de vida y acción que,
inspirándose en ella, reflejan el respeto de la vida, de la persona humana, de su dignidad y sus
derechos, el rechazo de la violencia, comprendidas todas las formas de terrorismo, y la adhesión
a los principios de libertad, justicia, solidaridad, tolerancia y entendimiento, tanto entre los
pueblos como entre los grupos y las personas” (UNESCO, 1996).
En los siguientes años, la UNESCO realizó una serie de iniciativas en torno a la promoción de la
Cultura de Paz, las mismas que pueden verse en la cronología que se encuentra en la página 45.
En la década de los noventa, las acciones de la UNESCO para promover la Cultura de Paz,
impulsadas por su Director Federico Mayor Zaragoza, permitieron que el concepto fuera
introducido crecientemente en las Declaraciones oficiales de las Naciones Unidas y sus
organismos, lo cual coincidió con el papel de mayor protagonismo del sistema de naciones
unidas bajo un enfoque más preventivo de las guerras y de mayor apoyo a la reconstrucción
pacífica luego de los conflictos armados.
En los siguientes años fue creciente el compromiso de las Naciones Unidas con la promoción
de la Cultura de Paz. En 1997, la Asamblea General declaro el 2000 como “Año Internacional
42 Cultura de Paz
de la Cultura de Paz” y, en 1998, la “Década Internacional 2001-2010 para una Cultura de Paz y
no Violencia para los Niños del Mundo”, reconociendo los enormes daños y padecimientos
causados a los niños y niñas por las diversas formas de violencia en el mundo entero.
La Declaración señala que “el progreso hacia el pleno desarrollo de una cultura de paz se logra
por medio de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida propicios para el fomento de la
paz entre las personas, los grupos y las naciones” (Naciones Unidas, 1999).
En ese sentido enfatiza que la educación en todos los niveles es uno de los medios
fundamentales para edificar una Cultura de Paz, en particular la educación en la esfera de los
derechos humanos. Asimismo, señala que los gobiernos tienen una función primordial en la
promoción y el fortalecimiento de una cultura de paz y que la sociedad civil debe comprometerse
plenamente en el desarrollo total de una Cultura de Paz, a lo que contribuye también el papel
informativo y educativo de los medios de difusión.
Cultura de Paz 43
La Declaración establece ocho áreas de acción que deben ser abordadas a través de un conjunto
de medidas para:
El surgimiento del concepto de Cultura de Paz no podría ser entendido sin observar los cambios
que se produjeron a fines del siglo XX en el sistema internacional respecto a la situación de la Paz
y a la ampliación del concepto de paz.
La situación fue bien descrita por el entonces Director de la UNESCO, Federico Mayor:
“Al prepararnos para ingresar al siglo XXI, la humanidad encara amenazas sin precedentes para
su misma existencia. La confrontación nuclear de la Guerra Fría nos ha hecho ver el peligro. Hoy
día comprobamos que las amenazas se amplían. Incluyen también la degradación del ambiente
así como la pobreza, la sobrepoblación, migraciones masivas, intolerancia y mala distribución de
los recursos en el mundo, todo lo cual esta vinculado a la violencia y la guerra. La Paz, entonces,
alguna vez definida como ausencia de guerra, esta viniendo a ser algo más amplio, un proceso
dinámico. Incluye no solo relaciones no violentas únicamente entre Estados, sino también entre
individuos, entre grupos sociales, entre Estados y sus ciudadanos y entre los humanos y el
planeta” (UNESCO, 1995).
Esta concepción más amplia de la paz y el surgimiento de la Cultura de Paz, como señala Adams
(2003), no habría sido posible en el sistema internacional sin la convergencia desde fines de los
80 de tendencias históricas como los procesos de liberación nacional, que transformaron la
membresía de organizaciones de las Naciones Unidas como la UNESCO, el desarrollo de un
análisis científico sobre la guerra y la paz con la Declaración de Sevilla sobre la Violencia (1986) y
en especial el término de la Guerra Fría (1992) que hizo posible la acción unánime del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas para incluir en las operaciones de mantención de la paz una
agenda concreta por consolidar la paz .
44 Cultura de Paz
Cronología del Desarrollo del Concepto de Cultura de Paz por
las Naciones Unidas
En el marco del año Internacional de la Paz declarado por las Naciones Unidas, se publica
1986
en el Perú el libro “Cultura de Paz” preparado por un grupo de profesores presidido por el
padre Felipe Mac Gregor.
1989 “El Congreso Internacional sobre la Paz en la Mente de los Hombres” (Yamoussoukro-
Africa), adopta el concepto y recomienda que la UNESCO “ayude a construir una nueva
visión de la paz por el desarrollo de una Cultura de Paz basada en los valores universales
de respeto a la vida, libertad, justicia, solidaridad, tolerancia, derechos humanos e igualdad
entre hombres y mujeres”.
La UNESCO establece un programa específico para promover una Cultura de Paz como
1992
una contribución a los esfuerzos de vigilancia de la Paz de las Naciones Unidas. Se crean
Programas nacionales en países de Centroamérica y África.
1994 Se realiza en el Salvador el Primer “Foro sobre la Cultura de Paz”.
Cultura de Paz 45
Del Manifiesto del Año 2000 al Presente
La Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz fue el documento base para la declaración
del “Decenio de una Cultura de Paz para los Niños del Mundo” y el “Año Internacional de la
Cultura de Paz”, el año 2000. Con motivo de este año se lanzó el “Manifiesto 2000”, elaborado por
un grupo de premios Nobel, entre ellos el Dalai Lama y los latinoamericanos Adolfo Pérez
Esquivel, Rigoberta Menchú y Óscar Arias.
Al año siguiente, con la Resolución 55/282 de diciembre del 2001, la Asamblea General decidió
que a partir de 2002 se celebre el “Día Internacional de la Paz” el 21 de septiembre de cada año,
llamando a observar una jornada de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial.
Manifiesto 2000
46 Cultura de Paz
En los siguientes años, la Asamblea General mantuvo en su agenda el tema de Cultura de Paz,
en el marco del “Decenio Internacional de una Cultura de Paz para los Niños del Mundo”.
Asimismo, la UNESCO continuó su labor de difusión, especialmente en el ámbito de la
educación, y desarrolló una iniciativa para el encuentro y comprensión entre religiones. Al
respecto, la Asamblea General decidió celebrar en el 2007 un “Diálogo de Alto Nivel” sobre la
cooperación entre religiones y culturas para promover la tolerancia, la comprensión y el respeto
universal en cuestiones de libertad de religión o creencias y de diversidad cultural.
Ese mismo año, la Asamblea General de las Naciones Unidas, acuerda, a través de la Resolución
A/RES/61/271, establecer el 2 de octubre de cada año como el Día Internacional de la No
Violencia, siendo una ocasión para "diseminar el mensaje de la no violencia, incluso a través de la
educación y la conciencia pública". La Resolución reafirma "la relevancia universal del principio
de la no violencia" y el deseo de "conseguir una Cultura de Paz, tolerancia, comprensión y no
violencia” (Naciones Unidas, 2007).
La No Violencia
Cultura de Paz 47
Por ello, el director general de la UNESCO, Koichiro Matsuura, con ocasión del Día Internacional
de la Paz 2008, nos recuerda la necesidad de:
“Constituir una coalición amplia que trabaje para intensificar y fortalecer los esfuerzos mundiales
encaminados a velar por que cada hombre, mujer o niño puedan disfrutar de los derechos y las
libertades fundamentales consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Todos juntos, debemos esforzarnos en poner fin a las flagrantes violaciones de los derechos
humanos que se cometen en el mundo de hoy, a fin de crear las condiciones necesarias para
construir una Cultura de Paz, uno de los máximos desafíos para la humanidad” (UNESCO, 2008).
48 Cultura de Paz
Capítulo IV
Construyendo Culturas
de Paz
“La Cultura de Paz es una cultura que promueve la pacificación,
una cultura que incluya estilos de vida, patrones de creencias,
valores y comportamientos que favorezcan la construcción de la
paz y acompañen los cambios institucionales que promueven el
bienestar, la igualdad, la administración equitativa de los
recursos, la seguridad para los individuos, las familias, la
identidad de los grupos o las naciones, sin necesidad de recurrir a
la violencia”
Elise Boulding
La propuesta de las Naciones Unidas de trabajar por una Cultura de Paz constituye un llamado
trascendental para promover un cambio cultural que favorezca la construcción de la paz en el
mundo. Es en ese sentido, una propuesta para modificar y mejorar desde la política, en este caso
internacional, la convivencia de los seres humanos en un momento crítico para superar las
amenazas a la sobrevivencia de la humanidad.
En ese marco, la “Cultura de Paz” es un concepto normativo, es decir un “deber ser”, que sólo
puede ser alcanzado trabajando desde la realidad de las múltiples culturas que existen en el
mundo.
En el presente capítulo presentamos algunas ideas básicas en torno a lo que significa trabajar por
una Cultura de Paz desde nuestras culturas, para lo cual empezaremos repasando algunas
nociones sobre cultura, cambio cultural y convivencia social.
Culturas de Paz
La cultura, como lo dice la UNESCO en una definición sintética, “son las maneras de vivir juntos”
(UNESCO, 1995), o como lo señala de manera más amplia Federico Mayor, “es el conjunto de
elementos simbólicos, estéticos y significativos que forman la urdiembre de nuestras vidas y le
confieren unidad de sentido y propósito de la cuna a la tumba” (Mayor, 1994).
En buena cuenta, la cultura abarca toda realización humana diferenciada de la naturaleza. Por lo
mismo, la cultura de los seres humanos no es algo predeterminado, sino que es resultado de la
Cultura de Paz 49
interacción entre ellos y con la naturaleza. Es, entonces, dinámica y cambiante, aunque en el
corto plazo pueda parecer inmutable. Así, por ejemplo, hasta hace unas decenas de años, los
valores e ideas predominantes no favorecían para nada la educación superior de las mujeres o la
obligación de los Estados de atender las necesidades básicas de los ciudadanos. Hoy eso está
cambiando.
La cultura, por otro lado, no se limita al lenguaje, las creencias o las prácticas entre las personas,
sino también a las instituciones y sistemas que organizan la sociedad. La cultura involucra,
entonces, la manera en que se crea y distribuye la riqueza, se gobierna el bienestar y la
seguridad, se manejan las relaciones con el ambiente y se ejerce justicia, entre otros aspectos.
Si bien los valores, ideas, creencias o comportamientos de las personas tienen un peso
considerable en la manera en que se organiza la sociedad, cambios en dicha organización
influyen también en los valores, ideas, creencias y comportamientos. La paz, desde luego,
necesita de cambios tanto en éstos como en las maneras de organizar la sociedad. Como dice
Galtung, se requieren no sólo transformar la cultura, sino también crear instituciones y formas de
organizar la sociedad que sustenten la paz.
Es fácil advertir que no existe una única cultura humana, sino que más bien existen muchas
culturas. Diversos estudios identifican más de 10,000 grupos culturales en el mundo. En todos
ellos, en mayor o menor grado, encontramos valores, ideas, actitudes y comportamientos
favorables a la paz, como también otros favorables al uso de la fuerza y la violencia.
“En general, las sociedades tienden a ser una mezcla de temas de una cultura pacífica y de una
de guerra, el balance entre esos temas varia de sociedad a sociedad y de momento histórico a
momento histórico. En nuestro tiempo, las tensiones ente los dos temas ha devenido en una
pesada carga social por un sistema mundial militar vinculado a modos de industrialización y
urbanización destructivos del planeta que afectan la capacidad humana para el cambio creativo y
pacífico” (Boulding, 2000) .
50 Cultura de Paz
Así, en los diferentes “modos de vivir juntos” de todos los pueblos del mundo existe esa mezcla de
aspectos pacíficos y de violencia. Reconocer esto es importante porque nos recuerda, en primer
lugar, que la capacidad para hacer la paz se encuentra en todas las culturas y, en segundo lugar
porque hace evidente que hay diversas formas de construir la Paz y esa diversidad también es
importante para enriquecernos mutuamente.
Por ello, algunos autores, reconociendo la importancia normativa del concepto “Cultura de Paz”
de las Naciones Unidas, prefieren hablar de construir “Culturas de Paz” para referirse al trabajo
concreto para desarrollar los aspectos pacíficos de nuestras diversas culturas.
No se trata entonces de reemplazar nuestras múltiples culturas por una única Cultura de Paz, sino
de desarrollar nuestras formas de hacer la paz teniendo como referencia enriquecedora lo que
nos ofrece el concepto normativo formulado por las Naciones Unidas, concepto que es
fundamental pues resume el consenso mundial más avanzado de lo que debemos entender por
paz y por una Cultura para la Paz.
Como vimos en el recorrido histórico de la idea de la paz, hasta hace pocas décadas la igualdad
de varones y mujeres no aparecía como un componente indispensable para hablar de paz. De
hecho todavía muchas culturas no consideran importante ese aspecto, aunque mantengan sus
propias formas de respeto a las mujeres. Pero, desde que los Estados del mundo promulgaron la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, la plena igualdad entre hombres y mujeres se
ha convertido en uno de los pilares indispensables para hablar de paz y de una Cultura de Paz.
Cultura de Paz
Cultura de Paz 51
Convivencia y Cultura de Paz
Siendo la cultura “las maneras de vivir juntos”, trabajar por una Cultura de Paz significa, entonces,
laborar por orientar la convivencia hacia la paz. Para ello, necesitamos entender mejor lo que es la
convivencia humana, allí descubriremos hasta que punto los seres humanos estamos
preparados para la paz.
Como sabemos el ser humano es un ser social, que si bien tiene una individualidad, no puede sino
vivir desde su nacimiento en estrecha relación con los otros seres humanos, no se trata de una
mera coexistencia, sino de un vivir juntos reconociendo y participando de los sentimientos del
otro, aunque no necesariamente sin conflicto.
“Convivir, significa vivir unos con otros, basándose en unas determinadas relaciones sociales y
en unos códigos valorativos forzosamente subjetivos, en el marco de un contexto social
determinado. Esos polos que marcan el tipo de convivencia están potencialmente cruzados por
relaciones de conflicto, pero en modo alguno ello amenaza la convivencia. Conflicto y convivencia
son dos realidades inherentes a toda forma de vida en sociedad” (Jares, 2006).
En realidad, el ser humano se “hace humano” en esta convivencia conjugando lo biológico con lo
cultural. Y lo biológicamente básico, en ese constituirse en ser humano a lo largo del crecimiento
de cada persona, es el amor, esto es el reconocimiento en el otro de alguien con quien convivir. Lo
culturalmente básico es más bien el lenguaje, que es la capacidad de simbolizar y de
comunicarnos entre humanos (Maturana, 1984).
Es fácil percibir esto en la crianza, que es el primer momento en que empezamos a hacernos
humanos. Todos empezamos a incorporarnos a la comunidad de humanos a través del amor, de
la madre, del padre y la familia en general. Ese amor es el que sustenta la satisfacción de las otras
necesidades biológicas. El biólogo Fernando Maturana sustenta esta idea:
“Todo sistema social humano se funda en el amor, en cualquiera de sus formas, que une a sus
miembros, y el amor es la apertura de un espacio de existencia para el otro ser humano junto a
uno. Si no hay amor, no hay socialización genuina y los seres humanos se separan. Una sociedad
en la que se acaba el amor entre sus miembros se desintegra. Sólo la coerción de uno y otro tipo,
es decir, el riesgo de perder la vida, puede obligar a un ser humano, que no es un parásito, a la
hipocresía de conducirse como miembro de un sistema social sin amor. Ser social involucra
siempre ir con otro, y se va libremente sólo con el que se ama” (Maturana, 1984)
52 Cultura de Paz
entre padres e hijos; si no pudiéramos comunicarnos, nuestra convivencia sería tan cercana a la
de los animales que no conviviriamos humanamente.
Lo central de la convivencia, y esto es más evidente a nivel familiar, es sin duda el reconocimiento
incondicional del otro como alguien con quien vivir. El desarrollo de la empatía, la solidaridad y el
altruismo dentro de esa convivencia, son características que fortalecen la cooperación y la
cohesión de los grupos humanos y son, por ello, indispensables para la sobrevivencia.
Se forman en los procesos de socialización más básicos, (familia, tribu y otros), después en los
grupos de iguales y comunidades hasta que a nivel de las sociedades se diluyen algo en las
relaciones institucionales, pero en éstas también existen.
Sin embargo, convivir, no significa estar de acuerdo en todo, sino la posibilidad de disentir, debatir
y regular las discrepancias y conflictos sin que ello suponga necesariamente una ruptura, una
desintegración o la pérdida de cohesión social.
“Todos los seres humanos nacemos con la propensión natural hacia la bondad, la racionalidad, la
tolerancia, la compasión y la generosidad. La razón es que estas cualidades forman parte del
instinto de conservación porque nos ayudan a sobrevivir y a propagar la especie. Pero también es
“Nuestras creencias fatalistas nutridas por una dieta de noticias sobre peleas,
violencia y guerra, pasan por alto un punto fundamental: la mayor parte del
tiempo, la mayoría de las personas logra coexistir pacíficamente… A pesar de la
diferencia de temperamento, costumbres o estilos de comunicación, la mayoría
de esposos, esposas hijos e hijas logra vivir juntos. Aunque puedan estar en
desacuerdo acerca de los valores básicos, la mayoría de los vecinos viven lado a
lado. A pesar de sus intereses opuestos, los obreros y gerentes trabajan juntos.
Incluso con todas sus disputas, la mayor parte de los países están en paz entre
si... Por lo tanto, ya es tiempo de dejar de pensar en la coexistencia como una
visión irreal. Es la norma. No se trata de subestimar la existencia o importancia de
la pelea, la violencia y la guerra. Se trata sólo de recordarnos la absoluta
preponderancia de la paz” (Ury, 2000).
Cultura de Paz 53
cierto que todos venimos al mundo con el potencial para el disparate, el odio y la crueldad. Un
axioma básico en el desarrollo de la personalidad es que el amor engendra más amor y la
violencia engendra más violencia” (Rojas, 2005).
“La condición humana hace que a partir de un determinado momento frente a las propuestas
pacíficas (para resolver los conflictos), aparecieran otras tendencias destructivas, a las que
llamamos violencia. Es decir, frente a algunos conflictos, en vez de optar por una gestión altruista
y cooperativa, para favorecer al máximo posible al conjunto del grupo, se opta por soluciones
egoístas o que favorecen asimétricamente a una parte. Se originan en el seno de personas o
grupos humanos que eligen vías de distribución desigual de los recursos u optar por soluciones
degradantes o destructivas” (Muñoz, 2004).
El llamado a construir una Cultura de Paz nos propone el reto de afirmar las potencialidades
pacíficas de nuestra convivencia humana. No podemos retroceder y volver a ser una sola familia
o grupos y comunidades, o desandar el camino de una historia de guerra y paz que nos ha traído
hasta aquí. Pero podemos recrear nuestras relaciones recordando que la convivencia humana es
básicamente pacífica y que los conflictos deben ser resueltos y la violencia rechazada con las dos
cosas que nos hacen realmente humanos, la razón, pero también el amor expresado en empatía
y el altruismo.
Construir una Cultura de Paz consiste, entonces, en afirmar en nuestras culturas todos aquellos
valores, actitudes y comportamientos que favorecen la convivencia y que permite resolver a favor
de la paz las tensiones que enfrenta esta convivencia y que se señalan en las siguientes
columnas.
54 Cultura de Paz
COMPETENCIA COOPERACIÓN
DIFERENCIA IGUALDAD
INTERÉS INDIVIDUAL COLECTIVO
INEQUIDAD EQUIDAD
DOMINACIÓN AUTONOMÍA
El predominio de los factores de la izquierda con frecuencia llevan a la violencia, esto es a romper
la convivencia, y los de la derecha a la paz. Pero como dice Boulding, las sociedades son, más
bien, una mezcla intermedia de ambos.
Todas las sociedades se encuentran preparadas para regular las tensiones señaladas, pero en
ciertos momentos ellas llevan la convivencia social a una situación crítica, como la que vivimos
hoy en día en el mundo en que se multiplican las violencias hasta amenazar la propia
sobrevivencia de la humanidad.
En este contexto, la propuesta de trabajar por una Cultura de Paz constituye una poderosa
herramienta para corregir esos desbalances y contribuir así a una convivencia fuertemente
orientada a la construcción de la paz.
Para ello, necesitamos identificar lo más precisamente posible cuales son las cosas que tenemos
que hacer para fortalecer en nuestras culturas los aspectos más favorables para la paz. La
Declaración y Programa de Cultura de Paz de las Naciones Unidas, nos orienta en ese sentido.
Cultura de Paz 55
“La Cultura de Paz es un conjunto de valores, actitudes y comportamientos que reflejan el respeto
a la vida, a la dignidad del ser humano y a la naturaleza, y que ponen en primer plano los derechos
humanos, la igualdad entre hombres y mujeres, el rechazo a la violencia en todas sus formas y la
adhesión a la democracia y a los principios de libertad, justicia, respeto, solidaridad y tolerancia”.
La Declaración y Programa de las Naciones Unidas y otros documentos de las Naciones nos
permiten elaborar una lista ampliada de los temas relacionados a la Cultura de Paz:
Tomando en cuenta este conjunto de asuntos y desde un enfoque de desarrollo social, podemos
establecer los siguientes como principales ejes de acción, las “cosas que tenemos que hacer”,
para construir Cultura de Paz y fortalecer una convivencia más pacífica:
2. La promoción y vivencia de los derechos y deberes humanos, eje que abarca los derechos
humanos como el marco regulador mínimo e indispensable de la convivencia humana.
56 Cultura de Paz
3. La promoción y práctica de la igualdad entre varones y mujeres, que aborda nada menos
que la convivencia de las dos mitades de la humanidad y sustenta la noción más básica de la
igualdad de los seres humanos.
Estos ejes de acción han sido establecidos en los “Lineamientos de política sectorial para la
promoción de una Cultura de Paz” del MIMDES (Resolución Ministerial 376-2007 MIMDES). Son
una guía para desarrollar una Cultura de Paz desde nuestras diferentes culturas y en todos los
espacios de la vida social, no son los únicos, pero constituyen el núcleo fundamental para dicho
proceso. Los ejes de acción no pueden realizarse de manera aislada, pues se relacionan y
complementan mutuamente, de modo que no podemos pensar en practicar unos y desatender
otros. De poco valdría, por ejemplo, desarrollar nuestras capacidades, sino las ponemos en
práctica a través de, por ejemplo, promover y vivir los derechos humanos o el desarrollo
sustentable e inclusivo.
Cultura de Paz 57
SEGUNDA PARTE
La Cultura de Paz es la propuesta que las Naciones Unidas hace a las naciones y pueblos del
mundo para afirmar y desarrollar en sus propias culturas aquellos valores, actitudes y
comportamientos que favorecen a la paz entre los seres humanos y con la naturaleza.
En ese sentido, tomando como base la Declaración y Programa de las Naciones Unidas sobre
Cultura de Paz, podemos decir que:
La Paz significa entonces un desarrollo integral y sustentable para todos y todas, pero también
mayor cohesión social y democracia, y desde luego la erradicación de las diversas formas de
violencia.
Cultura de Paz 61
las capacidades de asociatividad y la práctica del civismo, y en la construcción de sentidos de
inclusión e identidades colectivas fuertes.
El fomento de una Cultura de Paz resulta entonces clave para el desarrollo, pues desde la
formación y práctica de capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía y desde el respeto,
la tolerancia, la no discriminación y la solidaridad, se contribuye a formar y aumentar el capital social
de nuestra sociedad y generar el compromiso con el bien común y la integración social.
La Cultura de Paz a través de la promoción y práctica de los derechos humanos ofrece, a su vez,
un marco de consenso para entender y orientar correctamente el desarrollo, entendido no sólo
como crecimiento económico, sino fundamentalmente como ejercicio de derechos y
capacidades que incrementa la libertad de las personas. La atención a los derechos de las
personas convierte el proceso de crecimiento en un desarrollo inclusivo, es decir, un desarrollo
que incorpora, sin discriminación, a todas las personas, en particular a los más desfavorecidos, al
disfrute de los bienes y servicios que genera la sociedad.
La Cultura de Paz, como expresión de una cultura de manejo pacífico y constructivo de las
diferencias, posibilita que los conflictos, normales y particularmente inevitables en los procesos
de desarrollo, sean abordados de manera adecuada evitando su escalamiento hacia la violencia
y transformándolos en oportunidades para el cambio y la generación de soluciones favorables
para todos.
Por otro lado, la convicción respecto a la necesidad de un desarrollo sostenible, esto es que no
afecte las posibilidades de las futuras generaciones, requiere un compromiso con la
conservación de los recursos naturales y el ambiente, amenazados por el crecimiento económico
descontrolado. Una cultura de respeto a la naturaleza es indispensable para el desarrollo de
prácticas cada vez más sustentables en la producción y en el consumo.
Finalmente, es necesario recordar que la Cultura de Paz, a la vez que constituye un medio
importante para promover el desarrollo, es en si mismo un fin del desarrollo, pues sin duda éste
no puede ser integral si no incluye la presencia de una sólida Cultura dePaz.
62 Cultura de Paz
decir, la integración de las personas y grupos en base a mecanismos instituidos y reconocidos de
inclusión y de sentidos de pertenencia a una sociedad.
Ser ciudadanos democráticos en tiempos de cambios e incertidumbre como el que vivimos, nos
obliga a redefinir y acomodar una y otra vez nuestros intereses y diferencias para vivir y prosperar
con los demás. Para ello, la moral familiar, lo aprendido en la escuela o la regla de la ley, siendo
tan importantes, pueden no ser suficientes frente a la diversidad de situaciones que se presentan,
por lo cual se requiere un marco más amplio de capacidades sociales y éticas como el que ofrece
la Cultura de Paz.
El concepto moderno de seguridad involucra no sólo las relaciones entre Estados, sino también al
interior de los Estados y se refiere centralmente a la seguridad de las personas. La seguridad
humana es entonces, la protección de esencia vital de las personas de forma que se realce las
libertades humanas y la plena realización del ser humano (Comisión, 2003).
Tradicionalmente se pensaba que los derechos y medios para proteger a los ciudadanos eran
monopolio del Estado, hoy en día existen consenso en que es fundamental la participación de los
ciudadanos, tanto para definir qué se va a proteger y cómo se debe proteger como en la
implementación de las formas de protección.
Cultura de Paz 63
delincuencia, seguridad frente a la violencia social y política, seguridad frente a las catástrofes,
seguridad frente a las guerras con otros Estados, pero seguridad que involucra el respeto de la
vida y dignidad de las personas y sus derechos humanos, lo que lleva a enfatizar los aspectos
preventivos y propositivos antes que los represivos, pero sin excluirlos.
Por otro lado, una Cultura de Paz involucra el desarrollo de capacidades de las personas para
prevenir y manejar adecuadamente los conflictos en los niveles personal, familiar, comunal y
social contribuyendo así a disminuir los factores de riesgo para la seguridad en todos esos niveles.
La Cultura de Paz aporta también a la seguridad y la tranquilidad pública, favoreciendo lo que se
conoce como una cultura de respeto a la ley, que no es otra cosa que el respeto a todos los que
conformamos la comunidad y sociedad que compartimos un conjunto de reglas que garantizan la
convivencia pacífica.
En el Perú, luego del período de violencia 1980-2000, la afirmación de una Cultura de Paz es
indispensable para evitar la repetición de los dolorosos hechos de esa época, los que tuvieron en
su origen no solo las brechas sociales sino, principalmente, ideas y creencias que legitimaban el
uso de la violencia y que términaron sosteniendo los peores crímenes.
Cultura de Paz
Valores, actitudes, comportamientos
PAZ
1. Capacidad para la convivencia,
ética y ciudadanía democrática. Capital Social
64 Cultura de Paz
Para que no se repitan esos dolorosos hechos, se necesita desde luego enfrentar los problemas
sociales, pero también construir una Cultura de Paz, cultura de la cual forma parte el compromiso
con la verdad, la justicia y la reparación de la población afectada.
La cultura no es un hecho estático, con valores y normas que heredamos, sino una permanente
construcción de significados, normas y valores que las personas producen activamente desde
sus experiencias y relaciones sociales. Por ello, construir una Cultura de Paz requiere aplicar sus
normas, valores, actitudes y comportamientos en nuestras propias experiencias; por ejemplo,
empleando en los conflictos una perspectiva y metodología cooperativa y afirmando valores de
equidad y respeto.
Por otro lado, para construir una Cultura de Paz debemos generar experiencias significativas en
la vida diaria que la afirmen; por ejemplo, promoviendo acciones colectivas de ejercicio de la
solidaridad o de celebración y estimulo a prácticas y experiencias de fomento de la Paz y de
relaciones pacíficas.
Construir una Cultura de Paz desde la experiencia cotidiana ofrece, sin duda, un gran potencial
que recién empieza a ser explorado por nuestras sociedades. Dicho esto, presentamos a
continuación algunas ideas sobre los principales medios y agentes para construir una Cultura de
Paz.
La Educación
No hay institución a la que se le exija más para mejorar la convivencia pacífica que a la educación
formal. Ciertamente la educación es un medio poderoso para el cambio cultural hacia la paz.
Cultura de Paz 65
Como señala Tuvilla:
“La educación constituye sin lugar a dudas el instrumento más valioso para construir la Cultura de
Paz, pero a su vez, los valores que ésta inspira deben constituir los fines y los contenidos básicos
de tal educación… Cultura de Paz y educación mantienen así una interacción constante, porque
si la primera es la que nutre, orienta, guía, marca metas y horizontes educativos, la segunda es la
que posibilita -desde su perspectiva ética- la construcción de modelos y significados culturales
nuevos” (Tuvilla, 2004).
Por otro lado, la creciente influencia de otros medios y espacios en la socialización de las
personas, hace necesario que la función educadora de la escuela sea reforzada y
complementada. De esta manera, para que la educación pueda aportar con mayor eficacia a la
construcción de una Cultura de Paz se requiere simultáneamente un esfuerzo consciente y
sistemático de la escuela para hacer educación para la paz y convertirse en un espacio vivo de
paz, y que los otros espacios de la vida social que incidan en la socialización, complementen y
amplíen la labor formadora de la escuela.
El Estado también puede promover una cultura de paz proveyendo a la sociedad de servicios de
educación formal e informal en Cultura de Paz e incorporando en sus programas regulares,
objetivos también de promoción de Cultura de Paz. Un buen ejemplo son las acciones dirigidas a
la seguridad ciudadana, que crecientemente incorporan acciones formativas en Cultura de Paz, o
la creación de sistemas de mediación prejudicial que a la vez que proveen justicia educan en el
diálogo y la solución cooperativa de los conflictos.
Por otro lado, la necesidad de incorporar la promoción de la Cultura de Paz, se hace presente en
una serie de campos de las acción del Estado, para proveer seguridad y bienestar a la población,
pues ofrece valores, actitudes, comportamientos y habilidades que fortalecen la convivencia
66 Cultura de Paz
social y ciudadana indispensables para el cumplimiento y la sostenibilidad de las políticas y
servicios del Estado.
Si bien se critica con razón las influencias negativas de los medios, es evidente que ellos ofrecen
también un importante potencial para el fomento de una Cultura de Paz. La televisión y el cine, y
cada vez en mayor medida, la Internet, llegan con una eficacia audiovisual a la población que
podría ser empleada para la formación y difusión de valores y mensajes de Cultura de Paz.
Encontrar los mecanismos que, respetando la libertad de prensa y empresa, permitan lograr esto,
constituye un esfuerzo de la mayor importancia.
La Familia
No es posible terminar este repaso a algunos medios para la construcción de una Cultura de Paz
sin mencionar la importancia fundamental de las familias, la sociedad civil y las instituciones
religiosas en esta tarea.
Como nos recuerda la Madre Teresa de Calcuta: “La paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de
verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos unos a otros en el seno de
nuestras propias familias”. Aún cuando la vida de la familia se encuentra tensionada por las
dificultades y es escenario de conflictos, sin duda las más importantes batallas por la paz se libran
en su seno, por lo que requiere el mayor de los apoyos para cumplir su función protectora y
educadora y ser, como lo señala el “Plan Nacional de Apoyo a la Familia”, artífice de una Cultura
de Paz y de la prevención de la violencia.
La Sociedad Civil
La sociedad civil, esto es los ciudadanos organizados, ya sea en organizaciones de base u ONG,
es también muy importante para la construcción de la Cultura de Paz. Las organizaciones
dirigidas a defender derechos o atender problemas sociales constituyen un amplio campo de
acción desde donde se trabajan aspectos centrales de una Cultura de Paz, como la solidaridad, la
defensa de derechos humanos o el manejo de conflictos. Ampliar el sentido educativo de su
trabajo y fomentar su capacidad para evitar la violencia son aspectos necesarios para integrarlos
plenamente a la construcción de una Cultura de Paz.
Las organizaciones sin fines de lucro, son también agentes importantes de una Cultura de Paz.
En particular, las ONG vienen trabajando desde hace muchos años en ese sentido y han
desarrollado importantes experiencias que pueden servir de base a políticas públicas. Las
Cultura de Paz 67
instituciones de voluntarios constituyen, a su vez, silenciosos ejércitos de paz que trabajan en el
seno de la sociedad sin tener todavía el reconocimiento que se merecen.
Las Iglesias
El rol de las instituciones religiosas en la promoción de la paz y de una Cultura de Paz ha sido
reconocido internacionalmente. El mensaje de paz de la iglesia católica, evangélica y otras
congregaciones en nuestro país es acompañado de una amplia acción educativa y social. Es,
además, conocido su compromiso con la paz en las etapas más difíciles de la violencia que
atravesó nuestro país. La acción ecuménica de las religiones es un poderoso mensaje de unión y
paz.
A los agentes mencionados debemos sumar al propio Estado en sus tres niveles, nacional,
regional y local, que vienen desarrollando diversas acciones de promoción de Cultura de Paz,
cumpliendo las políticas del Acuerdo Nacional, cuya Décimo Sexta Política señala que :
“(El Estado) desarrollará una Cultura de Paz, de valores democráticos y de transparencia, que
acoja los reclamos genuinos y pacíficos de los distintos sectores de la sociedad; promoverá una
cultura de respeto a la ley, de solidaridad y de anticorrupción...” (Acuerdo Nacional, 2002).
68 Cultura de Paz
Ejes de Acción para Promover
una Cultura de Paz
Desarrollar nuestra cultura como una Cultura de Paz demanda desde la acción social abordar un
conjunto de tareas que podemos organizar en seis ejes de acción que, además de reflejar lo
sustancial de la Cultura de Paz, permitan ir haciéndola realidad.
Cultura de Paz 69
1. Desarrollo de Capacidades para la Convivencia, la Ética y la
Ciudadanía Democrática.
La Cultura de Paz no es otra cosa que una cultura de convivencia que nutre y sustenta la paz. Por
más que los seres humanos nos encontremos preparados para la convivencia, ella necesita en
un mundo cada vez más complejo, el desarrollo de nuestras capacidades para vivir juntos,
capacidades que implican:
1. Que cada persona se forme una imagen ajustada de sí mismo, de sus características y
posibilidades, de su autonomía y capacidad para superar las dificultades.
3. Asimismo, saber analizar los mecanismos y valores que rigen el funcionamiento social,
en particular los relativos a los derechos y deberes ciudadanos, así como elaborar
juicios y criterios personales y actuar con autonomía e iniciativa en la vida activa.
La convivencia demanda capacidades tanto emocionales, de actitud, como de juicio y razón. “El
desarrollo de la empatía, la ternura, son tan importantes como el desarrollo del juicio ético, pues
70 Cultura de Paz
la racionalidad no niega la emotividad, y viceversa. Actuamos y pensamos globalmente como
seres racionales y afectivos” (Jares, 2006).
Valores
No Violencia: Supone una estricta coherencia entre los fines que se persiguen
y los medios para alcanzarlos. La no violencia se plantea como la
forma de luchar contra la injusticia, sin que esa lucha implique
daño a la persona o grupo que respalda esa injusticia.
Jares, 2006
Cultura de Paz 71
Formación Ética y Moral.
Un aspecto clave para el desarrollo de las capacidades de convivencia pacífica es el desarrollo
de criterios para comprender las relaciones que se establecen entre las personas y los valores y
las normas que se desarrollan en la vida social, lo cual refiere una formación ética.
“La formación ética es la preparación y ejercicio de una reflexión crítica y la deliberación acerca
tanto del sentido de la vida como de las reglas y normas que regulan la convivencia entre las
personas... esta reflexión se expresa en la capacidad de optar y tomar decisiones, así como de
evaluar los actos y reorientarlos hacia fines y valores comunes” (Ministerio de Educación, 2005).
Es fácil percibir que este tipo de formación no puede agotarse en la edad temprana y que es más
bien en la edad adulta que los dilemas éticos y morales demandan una continuo fortalecimiento
de la ética y los valores de las personas.
Sin desmedro de otros, los valores sociales que se rescatan como prioritarios para la Cultura de
Paz son los valores de Justicia, Equidad, Respeto, Solidaridad y No violencia. En particular el
valor de la No Violencia afirma el rechazo a la violencia para resolver conflictos o diferencias entre
las personas, afirmando el valor de la integridad y dignidad de toda persona.
Ciudadanía Democrática
La formación ética busca en el plano colectivo formar ciudadanos que vivan en un clima de
respeto de derechos, cumplimiento de deberes, acatamiento de la ley y activa de participación en
las decisiones que les incumbe individual y colectivamente, apelando cuando es necesario a un
manejo constructivo y pacífico de las diferencias.
Pero no hay democracia sin ciudadanos, es decir, sin sujetos que ejercen o buscan ejercer sus
derechos frente al Estado y que están dispuestos a cumplir sus deberes. Esos ciudadanos de
carne y hueso requieren capacidades sociales generales y capacidades de ejercicio de la
ciudadanía democrática. La capacidad de comunicarse, de dialogo y de asumir los intereses
propios es fundamental para la vida ciudadana, como lo es también la capacidad para manejar
las discrepancias que surgen en la vida democrática y de hacerlo sin caer en la tentación de la
violencia.
La formación familiar, la educación de los niños, adolescentes y jóvenes, son sin duda los ámbitos
privilegiados para el desarrollo de capacidades para una Cultura de paz, pero no son los únicos.
72 Cultura de Paz
Para los jóvenes y adultos, los espacios del trabajo y la recreación son también claves para esos
aprendizajes que, dada la complejidad y el mayor dinamismo de nuestra sociedad requieren ser
permanentes y abarcar nuevos campos.
El reto es convertir los espacios de la vida diaria en espacios que fortalezcan las capacidades
para la convivencia y que permitan ejercer y enriquecer esas capacidades.
Cultura de Paz 73
2. La Promoción y Vivencia de Los Derechos y Deberes Humanos.
Los derechos humanos se encuentran sin duda en el corazón de la Cultura de Paz, pues ellos
comprenden lo sustancial de lo que una Cultura de Paz se propone: afirmar la dignidad de las
personas a través del cumplimiento de valores básicos de justicia, libertad, solidaridad y de la
erradicación de todas las formas de violencia.
Los derechos humanos proclamados, por las Naciones Unidas en 1948 constituyen el
reconocimiento fundamental de la dignidad del ser humano, el respeto a su valor como un ser
único y fin en si mismo. Su promoción en la sociedad es indispensable para la Paz desde que ésta
representa una convivencia basada en el respeto de esa dignidad. La violencia, cualquier
violencia, atenta contra esa dignidad, cualquier acto que atente contra los derechos humanos
constituye una violación de esa dignidad.
Como sabemos, la Declaración de los Derechos Humanos fue establecida por la Asamblea
General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, recogiendo los derechos
considerados básicos. La Declaración ha servido de base para la creación de las dos
convenciones de las Naciones Unidas: el “Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el
Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales”, convenciones a las que
se obligan los Estados que las suscriben. La Declaración y los Pactos forman lo que se llama la
Carta Internacional de los Derechos Humanos.
74 Cultura de Paz
Al amparo de la Carta de los Derechos Humanos las Naciones Unidas han ido ampliando la
legislación internacional para afirmar la dignidad, la igualdad y la seguridad de las personas en
particular con normas concretas sobre la mujer, la infancia, las personas con discapacidad, las
minorías, los trabajadores migrantes y otros grupos vulnerables, que ahora son titulares de
derechos que los protegen de practicas discriminatorias.
Los derechos humanos buscan asegurar la dignidad, la igualdad y la seguridad de todos los seres
humanos, aspecto que se encuentran íntimamente relacionados. La dignidad, que refleja tanto
libertad y responsabilidad, se ocupa del individuo. La igualdad es la piedra angular de las
relaciones armoniosas que sostiene los sistemas comunes de ética y derechos en el mundo,
tanto en relación con la igualdad ante la ley o la equidad en que los Estados y los sistemas
internacionales se conducen. Ni la dignidad ni la igualdad pueden darse sin una seguridad básica
para las personas, que comprenda el acceso a las condiciones básicas de vida como la
protección del ambiente y los derechos culturales de cada pueblo.
Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción
alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión,
lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin
discriminación alguna.
La Familia Humana
Cultura de Paz 75
Todos los derechos humanos, sean éstos los derechos civiles y políticos, como el derecho a la
vida, la igualdad ante la ley y la libertad de expresión; los derechos económicos, sociales y
culturales, como el derecho al trabajo, la seguridad social y la educación; o los derechos
colectivos, como los derechos al desarrollo y la libre determinación, todos son derechos
indivisibles, interrelacionados e interdependientes. El avance de uno facilita el avance de los
demás. De la misma manera, la privación de un derecho afecta negativamente a los demás.
El reconocimiento de los derechos humanos es sin duda un gran avance para la humanidad y
sirve de fundamento para una gran cantidad de conquistas sociales y beneficios para las
personas, por cuanto conllevan la obligación de los Estados a cumplir, en lo posible, con esos
derechos. La atención de la salud, la educación por parte del Estado, la libertad de expresión y la
vigencia de normas laborales, son, entre otras, consecuencia de la adhesión de los países a los
documentos internacionales relativos a los derechos humanos.
Pero, sin duda, estamos lejos de su pleno cumplimiento. Como señala Savater: “La gran
revolución política del siglo XXI será, sin ninguna duda, el proyecto de extender de forma efectiva
los derechos humanos a todas las personas... si fracasamos, lo que nos espera no es una
civilización diferente, sino una barbarie tecnificada, consumista…” (Savater, 1998).
Parte de vivir la dignidad que reconocen los derechos humanos, es promoverlos, hacerlos
respetar y sobre todo cultivarlos. Si bien los derechos humanos se encuentran formulados en el
sentido de “algo que nos pertenece”, cada uno de ellos implica un deber que cumplir para con
nuestros semejantes. De ahí que requerimos una doble lectura de los derechos humanos, como
derechos en sí y como deberes, algo que esta presente en el artículo 29 de la Declaración de los
Derechos Humanos, que nos habla de la responsabilidad: “Toda persona tiene deberes respecto
a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad”.
La precisión sobre los derechos de las mujeres, se ha hecho extensivo tanto a nivel internacional
como nacional, a grupos particulares de personas, como es el caso de la Declaración de los
Derechos del Niño (Naciones Unidas, 1959), los adultos mayores (Ley 28803), las personas con
76 Cultura de Paz
discapacidad (Naciones Unidas, 1975) para citar algunos grupos sociales cuyos derechos se
encuentran bajo tutela del MIMDES.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce también que “La familia es el
elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección del Estado” y que
es derecho de hombres y mujeres constituir libremente una familia.
Asimismo, para los pueblos indígenas se ha hecho una Declaración Especial (Naciones Unidas,
2007) que establece su derecho, ya sea como pueblos o como personas, al disfrute pleno de
todos los derechos humanos y a las libertades fundamentales reconocidas.
La década de la violencia 1980-2000 significó en nuestro país la violación masiva de los derechos
humanos de miles de peruanos y peruanas, la gran mayoría de ellos de las zonas rurales y
quechuahablantes. El esclarecimiento de estos hechos y la sanción de los responsables en el
marco de la ley, son indispensables para que no se vuelvan a cometer, así como también restituir
los derechos de las víctimas y familiares de las víctimas a través de la política de reparación
contenidas en la Ley 28512 Plan Integral de Reparaciones.
La educación en la esfera de
los derechos humanos es el
conjunto de actividades de
capacitación, difusión e in-
formación orientadas a crear
una cultura universal en la
esfera de los derechos hu-
ma- nos, actividades que se
realizan transmitiendo
conocimientos y moldeando
actitudes.
Cultura de Paz 77
3. La Promoción de la Igualdad entre Varones y Mujeres y la
Equidad de Género.
Para una Cultura de Paz, la igualdad entre varones y mujeres constituye un aspecto fundamental,
pues la Paz requiere un cambio profundo en las relaciones entre varones y mujeres, relaciones
que históricamente han estado caracterizadas por la subordinación, la discriminación y las
expresiones de violencia contra las mujeres.
Las transformacion de dichas relaciones beneficiará a las mujeres que accederán a un trato más
equitativo y mayor seguridad y bienestar. Pero también a los varones, quienes por la asignación
diferenciada de roles de género, generalmente han sido excluidos de espacios vitales
enriquecedores como la crianza o el cuidado de las personas y han sido asociados más al
ejercicio de la fuerza y la violencia, al punto que la gran mayoría de victimas de hechos de
violencia, desde la delincuencia hasta la guerra, son varones.
Dicha transformación requiere tanto mayor equidad de género, como también construir mejores y
más completas formas de ser varones y ser mujeres, recuperando los aspectos más positivos
que cada género pueda aportar.
78 Cultura de Paz
Por ello, resulta tan importante combatir las múltiples formas de discriminación a las mujeres,
incluso aquellas formas que puedan parecer intranscendentes. Así, por ejemplo, se empieza
dedicando exclusivamente a las niñas a las tareas del hogar, se sigue con dar menos importancia
a su educación, luego con menos educación se les margina del mundo del trabajo y se
desvaloriza su aporte social para terminar todo ello “justificando” la violencia física y sicológica
contra la mujer.
La acción de las mujeres por sus derechos ha tenido una sustancial contribución a nuestra idea
moderna de la paz, enfocándola desde las relaciones humanas en los espacios más cotidianos,
en la pareja, la familia y la comunidad.
Los valores y prácticas asociadas generalmente al género femenino, como el cuidado de las
personas, la cercanía a los afectos y emociones y el rechazo a la fuerza y violencia, constituyen
un importante aporte a la construcción de una Cultura de Paz que involucra nuevas y mejores
formas de ser varones y mujeres, de modo que ambos recojamos las prácticas pacíficas
asociadas a las mujeres y superemos la distancia de las emociones, la competencia destructiva y
el uso de la violencia comúnmente asociados con el ser varón.
Cambiar los comportamientos discriminadores, desde las normas y leyes, pero sobre todo desde
las costumbres y la vida diaria, constituye un medio fundamental para avanzar hacia un cambio de
actitudes y valores no discriminadores, a una mayor igualdad de derechos y oportunidades, y a
Cultura de Paz 79
relaciones pacíficas, esto es justo y mutuamente enriquecedores, entre varones y mujeres. Como
lo reconoce el Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Varones 2006-2010
(MIMDES, 2006) en nuestro país el avance normativo con relación a la promoción de la igualdad
viene siendo mayor que los cambios en los patrones socioculturales de género en las familias
peruanas, patrones que convertidos en creencias, mitos y prejuicios continúan influyendo en la
construcción de roles diferenciados arbitrarios y estatus desiguales entre ambos géneros,
constituyéndose en obstáculos para la relación equitativa al interior de las familias y en la
sociedad en general.
Por ello mismo, el Plan, al que se sumo en el 2007 la Ley de Igualdad de Oportunidades de
Hombres y Mujeres (MIMDES, 2007), propone como lineamiento “Promover en la sociedad la
adopción de valores, prácticas, actitudes y comportamientos equitativos entre mujeres y
varones, para garantizar el derecho a la no discriminación hacia las mujeres”. Se plantea así un
amplio trabajo en los medios de comunicación, en las familias, en la escuela y en el ámbito local,
especialmente promoviendo mensajes de equidad de género, modelos de paternidad y
maternidad responsables y con decisiones compartidas, previniendo la violencia de género y
mejorar las relaciones entre mujeres y varones en el marco de una Cultura de Paz y una vida libre
de violencia.
La mayor participación de la
mujer en el trabajo remunerado
y su revalorización en la
sociedad han llevado a que
varones y mujeres compartan
crecientemente las labores del
hogar y la crianza. Si ello es bien
llevado, se enriquece la
parternidad, la cooperación en
la pareja y se acerca más a los
varones al mundo del cuidado y
los afectos y se modifica su
relación con el uso de la fuerza.
80 Cultura de Paz
4. La Promoción de Actitudes y Capacidades para el Diálogo y el
Manejo Constructivo de los Conflictos
Las ideas modernas sobre la paz y los conflictos nos dicen que ambos no son contradictorios y
que, más bien, los conflictos, una vez descartado el uso de la violencia como medio para
resolverlos, pueden favorecer la paz; por ejemplo, poniendo en evidencia las injusticias u
obligando tratar problemas poco o mal atendidos.
La presencia de conflictos es normal en toda sociedad, por lo cual, como señala Boulding (1998),
“el manejo creativo de las diferencias es la esencia de la Cultura de Paz; en otras palabras, la
Cultura de Paz no es una cultura sin conflictos”. Lo que no es normal ni inevitable es que el
conflicto devenga en violencia.
En ese sentido desde la Cultura de Paz, el aprendizaje de nuevas y mejores formas para tratar los
conflictos que surgen en la vida social constituye un aspecto central para construir formas pacíficas de
relación entre las personas, en las familias, comunidades y la sociedad. Necesitamos, entonces,
fortalecer valores, actitudes, comportamientos y desarrollar habilidades que faciliten y promuevan el
diálogo, la negociación, la construcción de consensos y la cooperación, para beneficio de todas las
partes y la sociedad.
Cultura de Paz 81
Dicho fortalecimiento debe, desde luego, producirse especialmente en la familia y la escuela, a
través por ejemplo de la mediación escolar, pero también en los mismos espacios de la vida social
donde surgen y se producen los conflictos. Ello es particularmente importante, pues es en la
experiencia y las tensiones que crean los conflictos que se producen importantes
transformaciones en los actores involucrados, en su manera de ver el problema y de verse ellos
mismos, posibilitando nuevas y más cooperativas relaciones entre ellos.
Paz y Conflictos
Como señala el estudioso de los conflictos, Johan Galtung, en un sentido dinámico la “paz es la
capacidad de manejar los conflictos con empatía, no violencia y creatividad”. La empatía se
entiende como el acto de compartir cognitiva y emocionalmente, sentir y entender las pasiones y
razones del otro sin estar necesariamente de acuerdo. No violencia, es el rechazo al uso de la
fuerza para dirimir el conflicto, el cual debe ser manejado creativamente, es decir, yendo más allá
de las estructuras mentales de las partes en conflicto y abriendo nuevos caminos para su relación
social.
El manejo constructivo y no violento forman parte central de una cultura en la cual el sentido
común no sea el uso de la fuerza y la violencia como medio de resolución de los conflictos, sino el
apelar al entendimiento creativo y a las soluciones equitativas que, ajustadas a la ley, contribuyan
a consolidar la convivencia pacífica y el desarrollo.
82 Cultura de Paz
Métodos Alternativos de Solución de Conflictos
Entre esas metodologías tenemos también al diálogo, que es una forma profunda de
comunicación entre las partes para conocer y entender los puntos de vista de cada uno para
pensar en nuevas opciones frente al problema o conflicto. El objetivo del diálogo es la
transformación de las relaciones humanas, en base a empatía y confianza, y es por ello una etapa
muy conveniente antes de la negociación y otras formas de resolución de conflictos.
Para que los métodos alternativos contribuyan eficazmente a la paz y a una Cultura de Paz, es
necesario que las partes tengan cierto nivel de equilibrio de poder, pues de otra manera cualquier
método puede devenir en un mecanismo de dominio de la parte más poderosa.
Cultura de Paz 83
Posiciones, Intereses y Cultura de Paz
¿Hay otras soluciones más favorables para ambas niñas? Con un mayor diálogo
y capacidad de entendimiento, ambas niñas podrían unirse para vender jugo y el
queque, o podrían cultivar juntas las semillas, generando así mayor valor para
ellas, pero también para la sociedad. La Cultura de Paz entra en acción al
favorecer valores y aptitudes para el diálogo y la cooperación, resulta así más
beneficiosa para los intereses de las partes en conflicto, como también para la
sociedad en su conjunto.
84 Cultura de Paz
5. La Promoción y Vivencia del Respeto, Solidaridad, Tolerancia y
la No Discriminación.
El Respeto
El respeto no es otra cosa que el reconocimiento del valor de las personas; es decir, de su
dignidad. El respeto comienza en la propia persona, en reconocerse como una entidad única y
valiosa, lo que lleva a respetar a los demás en tanto seres igualmente únicos y valiosos y con los
mismos derechos.
El respeto a las personas es una aceptación y valoración positiva del “otro” por ser persona,
aceptación incondicional y sincera de sus cualidades, actitudes y opiniones, y una comprensión de
sus defectos. El respeto a las personas implica no considerarse superior a nadie.
Cultura de Paz 85
Pero el respeto no se agota en las relaciones entre personas, también se proyecta al entorno que
proporciona el hábitat de vida, pues la naturaleza tiene su propio valor independientemente del
beneficio que nos pueda proporcionar.
La Solidaridad
Generalmente pensamos que la solidaridad es una actitud que debemos asumir en emergencias
y desastres; sin embargo, ella es una característica de la sociabilidad que inclina al ser humano a
sentirse unido a sus semejantes y a cooperar con ellos, procurando el bienestar de todos.
La Tolerancia
Como señala la Declaración de las Naciones Unidas sobre la tolerancia (1995), ésta consiste en
el “respeto, la aceptación y el aprecio a la diversidad de las culturas de nuestro mundo, de
nuestras formas de expresión y medios de ser humanos... La tolerancia consiste en la armonía en
la diferencia. No sólo es un deber moral, sino además una exigencia política y jurídica. La
tolerancia, la virtud que hace posible la paz, contribuye a sustituir la cultura de guerra por la
Cultura de Paz”.
Como vemos, esta definición de tolerancia se aleja del significado común que suele atribuírsele
como soportar o aguantar. En ese sentido, hay quien más bien prefiere hablar de respeto activo,
esto es no sólo tolerar, por ejemplo, que otros piensen de forma distinta, sino tener el interés
positivo por comprender esas ideas, por hacer que se expresen libremente aún cuando no sean
las nuestras.
No Discriminación
Discriminar significa diferenciar, separar una cosa de otra. La discriminación es una situación en
la que una persona o grupo es tratada sistemáticamente de forma desfavorable, privándole de los
mismos derechos que disfrutan otros grupos sociales.
86 Cultura de Paz
Existen múltiples formas y tipos de discriminación, desde la discriminación racial, hasta la que
sufren las personas con opciones sexuales diferentes, las mujeres, los discapacitados, las
personas adultas mayores, entre otras.
Las prácticas discriminatorias agreden la dignidad del ser humanos y son un obstáculo para la
integración, la cohesión social y son el sustento de la exclusión de amplios sectores de la
sociedad.
Una conocida frase del filosofó Aristóteles nos recuerda que el aprendizaje moral es fruto del
comportamiento: "La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando
actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de
valentía”. Para promover el respeto, la solidaridad, la tolerancia, y la no descriminación se
requiere, entonces, fomentar actos que los afirme en todos los ámbitos de la sociedad, en los
cuales mediante normas, costumbres e iniciativas podemos ponerlos en práctica.
Cultura de Paz 87
6. La Promoción de un Desarrollo Humano Inclusivo y Sustentable
88 Cultura de Paz
personas y a la vez constituyen una amenaza para la sostenibilidad ambiental y social.
Sin embargo, persiste en nuestras sociedades una visión sesgada del desarrollo fruto del
predominio del mercado y la competencia incesante. La grave crisis económica que hoy
atraviesa el mundo y la situación ambiental del planeta, evidencian los riesgos de esa visión,
donde la economía y la tecnología se convierte en fines en sí mismos, cuando son medios que
deben ser guiados por principios éticos.
Para enfatizar, la necesidad que el desarrollo incluya a todas las personas se habla de un
“desarrollo inclusivo”. El desarrollo inclusivo procura, potencia y aprovecha la ampliación de los
derechos y capacidades de las personas (económica, social, política, cultural) y su diversidad. Se
basa en la búsqueda y garantía de acceso universal a la igualdad de oportunidades, a la equidad
y a la justicia. Valora la contribución de cada ser humano al proceso de desarrollo y genera las
condiciones necesarias para ese aporte. Desarrollo inclusivo significa desarrollo humano
sostenible para todos y con todos.
El desarrollo humano inclusivo pone especial énfasis en que los beneficios de las políticas,
programas o proyectos de desarrollo alcancen de manera preferente a los sectores a los cuales
Primero la Gente
“Los progresos tecnológicos del planeta han sido excepcionales en el último
siglo. Tenemos hoy la capacidad para alimentar al doble de la población mundial.
Sin embargo, más de ochocientos millones de personas padecen hambre.
También hay reservas de agua para todos y más. Aun así, mil doscientos millones
no tienen acceso a agua limpia y casi dos millones mueren anualmente por falta
de ella. Falta de dinero no es. Con el presupuesto militar mundial de cinco días, el
déficit de agua y saneamiento podría reducirse a la mitad” . (Sen; Kliksberg, 2008).
Cultura de Paz 89
normalmente no llegan. Estos grupos de población son aquellos que por lo general resultan ser
los más pobres y vulnerables de todos, o aquellos que presentan una situación de mayor
exclusión como las personas con alguna discapacidad, las poblaciones indígenas, las personas
de la tercera edad, los pobres extremos, entre otros.
90 Cultura de Paz
TERCERA PARTE
Cultura de Paz 91
I. Decenio Internacional de una Cultura
de Paz y No Violencia para los Niños
del Mundo 2001-2010.(1998)
Teniendo presente la Carta de las Naciones Unidas, sobre todo los propósitos y principios que
figuran en ella, y especialmente el empeño en preservar a las generaciones venideras del flagelo
de la guerra,
Recordando también sus anteriores resoluciones sobre una cultura de paz, en particular la
resolución 52/15, de 20 de noviembre de 1997, en la que se proclamó el año 2000 Año
Internacional de la Cultura de la Paz, la resolución 53/25, de 10 de noviembre de 1998, en la que
se proclamó el período 2001-2010 Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia
para los niños del mundo, y la resolución 56/5, de 5 de noviembre de 2001,
Recordando la Declaración del Milenio, en la que se pide que se promueva activamente una
cultura de paz, tomando nota de la resolución 2000/66 de la Comisión de Derechos Humanos, de
26 de abril de 2000, titulada “Hacia una cultura de paz”,
Tomando nota también del informe del Secretario General sobre el Decenio Internacional de una
cultura de paz y no violencia para los niños del mundo, especialmente su párrafo 28, en el que se indica
que para cada uno de los diez años del Decenio se adoptará un tema prioritario diferente relacionado
con el Programa de Acción,
Cultura de Paz 93
Señalando la importancia particular que tienen la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible,
que se celebró en Johannesburgo (Sudáfrica) del 26 de agosto al 4 de septiembre de 2002, la
Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, que se celebró en Monterrey
(México) del 18 al 22 de marzo de 2002, el período extraordinario de sesiones de la Asamblea
General sobre la infancia, que se celebró en Nueva York del 8 al 10 de mayo de 2002, la
Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas
Conexas de Intolerancia, que se celebró en Durban (Sudáfrica) del 31 de agosto al 7 de
septiembre de 2001, y el Decenio de las Naciones Unidas para la educación en la esfera de los
derechos humanos, 1995–2004, para el Decenio Internacional de una cultura de paz y no
violencia para los niños del mundo, 2001-2010, así como la necesidad de aplicar, cuando
corresponda, las decisiones pertinentes acordadas en dichas oportunidades,
Reconociendo que todas las actividades del sistema de las Naciones Unidas en general y de la
comunidad internacional en su conjunto en pro del mantenimiento de la paz, la consolidación de
la paz, la prevención de los conflictos, el desarme, el desarrollo sostenible, la promoción de la
dignidad humana y de los derechos humanos, la democracia, el imperio de la ley y el buen
gobierno a nivel nacional e internacional contribuyen significativamente a la cultura de paz,
Teniendo en cuenta la iniciativa “Manifiesto 2000” de la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en la que se promueve una cultura de paz y que, hasta
la fecha, ha recibido más de setenta y cinco millones De firmas de apoyo de todo el mundo,
Tomando nota con reconocimiento del informe del Director General de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura sobre la aplicación de la resolución
56/5 de la Asamblea General,
1. Reitera que el objetivo del Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia
para los niños del mundo, 2001-2010, es fortalecer aún más el movimiento mundial en
pro de una cultura de paz tras la celebración del Año Internacional de la Cultura de la
Paz en el 2000;
2. Invita a los Estados Miembros a que sigan haciendo más hincapié en sus actividades de
promoción de una cultura de paz y no violencia y a que las amplíen, en particular durante
el Decenio, en los planos nacional, regional e internacional, y a que velen por que se
promuevan la paz y la no violencia a todos los niveles;
94 Cultura de Paz
4. Encomia también a los órganos competentes de las Naciones Unidas, sobre todo e
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, el Fondo de Desarrollo de las
Naciones Unidas para la Mujer y la Universidad para la Paz, por sus actividades
encaminadas a seguir promoviendo una cultura de paz y no violencia, incluida la
promoción de la educación para la paz y las actividades relacionadas con distintos
ámbitos definidos en el Programa de Acción sobre una Cultura de Paz, y los alienta a
que prosigan esas actividades y las fortalezcan y amplíen aún más;
5. Alienta a las autoridades competentes a que en las escuelas impartan una educación
que incluya el fomento de la comprensión mutua, la tolerancia, la formación cívica, los
derechos humanos y la promoción de una cultura de paz;
8. Acoge con satisfacción las iniciativas de la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura para mantener el mecanismo de comunicación y
establecimiento de redes creado durante el Año Internacional a fin de que la información
sobre los acontecimientos relativos a la celebración del Decenio esté siempre
actualizada;
10. Invita también a los Estados Miembros y a la sociedad civil, incluidas las organizaciones
no gubernamentales, a que proporcionen al Secretario General información sobre la
celebración del Decenio y sobre las actividades realizadas para promover una cultura
de paz y no violencia;
11. Destaca la importancia de las sesiones plenarias sobre el tema programadas para su
sexagésimo período de sesiones, a este respecto, alienta la participación a un alto nivel,
y decide considerar, en el momento oportuno, la posibilidad de celebrar esas sesiones
en la fecha más próxima posible al debate general;
Cultura de Paz 95
12. Pide al Secretario General que le presente en su quincuagésimo octavo período de
sesiones un informe sobre la aplicación de la presente resolución.
96 Cultura de Paz
II. Declaración y Programa de Acción
sobre una Cultura de Paz (1999)
A
Declaración sobre Una Cultura de Paz
La Asamblea General,
Recordando la Carta de las Naciones Unidas, incluidos los propósitos y principios enunciados en
ella,
Recordando también que en la Constitución de la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura se declara que “puesto que las guerras nacen en la mente de
los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”,
Recordando además la Declaración Universal de Derechos Humanos y otros instrumentos
internacionales pertinentes del sistema de las Naciones Unidas,
Reconociendo que la paz no sólo es la ausencia de conflictos, sino que también requiere un
proceso positivo, dinámico y participativo en que se promueva el diálogo y se solucionen los
conflictos en un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos,
Reconociendo también que el final de la guerra fría ha ampliado las posibilidades de reforzar una
cultura de paz,
Cultura de Paz 97
proclamó el período 2001-2010 “Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para
los niños del mundo”,
Reconociendo la importante función que sigue desempeñando la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en la promoción de una cultura de paz,
Proclama solemnemente la presente Declaración sobre una Cultura de Paz con el fin de que los
Gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad civil puedan orientar sus actividades
por sus disposiciones a fin de promover y fortalecer una cultura de paz en el nuevo milenio:
Artículo 1
Una cultura de paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos
de vida basados en:
Artículo 2
El progreso hacia el pleno desarrollo de una cultura de paz se logra por medio de valores,
actitudes, comportamientos y estilos de vida propicios para el fomento de la paz entre las
personas, los grupos y las naciones.
98 Cultura de Paz
Artículo 3
El desarrollo pleno de una cultura de paz está integralmente vinculado a:
Cultura de Paz 99
Artículo 4
La educación a todos los niveles es uno de los medios fundamentales para edificar una cultura de
paz. En ese contexto, es de particular importancia la educación en la esfera de los derechos
humanos,
Artículo 5
Los gobiernos tienen una función primordial en la promoción y el fortalecimiento de una cultura de
paz,
Artículo 6
La sociedad civil ha de comprometerse plenamente en el desarrollo total de una cultura de paz,
Artículo 7
El papel informativo y educativo de los medios de difusión contribuye a promover una cultura de
paz,
Artículo 8
Desempeñan una función clave en la promoción de una cultura de paz los padres, los maestros,
los políticos, los periodistas, los órganos y grupos religiosos, los intelectuales, quienes realizan
actividades científicas, filosóficas, creativas y artísticas, los trabajadores sanitarios y de
actividades humanitarias, los trabajadores sociales, quienes ejercen funciones directivas en
diversos niveles, así como las organizaciones no gubernamentales,
Artículo 9
Las Naciones Unidas deberían seguir desempeñando una función crítica en la promoción y el
fortalecimiento de una cultura de paz en todo el mundo,
B
Programa de Acción sobre Una Cultura de Paz
La Asamblea General,
Teniendo en cuenta la Declaración sobre una Cultura de Paz aprobada el 13 de
septiembre de 1999,
Recordando su resolución 52/15, de 20 de noviembre de 1997, en que proclamó el año 2000,
“Año Internacional de la Cultura de la Paz” y su resolución 53/25, de 10 de noviembre de 1998, en
que proclamó el período 2001-2010 “Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia
para los niños del mundo”,
B. Consolidación de las medidas que adopten todos los agentes pertinentes en los
planos nacional, regional e internacional
9. Medidas para promover una cultura de paz por medio de la educación:
e) Seguir fortaleciendo las actividades de las entidades pertinentes del sistema de las
Naciones Unidas destinadas a eliminar todas las formas de discriminación y violencia
contra la mujer;
f) Prestar apoyo y asistencia a las mujeres que han sido víctimas de cualquier forma de
violencia, incluso en el hogar, el lugar de trabajo y durante los conflictos armados.
Acuerdo Nacional
2002 “Acuerdo Nacional. Para Trabajar el Acuerdo”. Disponible en:
http://www.acuerdonacional.gob.pe/libro_an_.pdf
Adams, David
2003 “Early history of culture of peace”. Disponible en: http://www.culture-of
peace.info/history/introduction.html
Ansión, Juan
1985 “Violencia y Cultura en el Perú”. En Siete ensayos sobre la Violencia en Perú.
Fundación Ebert. Lima.
Arendt, Hannah
2005 “Sobre la violencia”. Alianza Editorial. Madrid.
Arista Montoya, Luis A.
2004 “Cultura de paz, diálogo y negociación”. Asociación Editorial Hemisferio. Lima.
Banda, Alfons
2002 “La cultura de paz”. Intermon Oxfam Barcelona.
Bobbio, Norberto
1992 “El problema de la guerra y las vías de la paz” . GEDISA. Barcelona.
Boulding, Elise
1981 “La violencia y sus causas”. Editorial de la UNESCO. Paris.
1992 “The Concept of Peace Culture", en Peace and Conflict Issues after the Cold War.
UNESCO. Paris.
1998 Peace Culture: The Problem of Managing Human Difference. En “Cross Currents”, Vol.
48 Issue 4.Disponible en: http://www.crosscurrents.org/boulding.htm
2000 “Cultures Of Peace The Hidden Side Of History”. Syracuse University Press. Syracuse.
Boulding, Kenneth E.
1993 “Las tres caras del poder”. Paidos. Barcelona.
Paris, Sonia
2005 “La Transformación de los Conflictos desde la Filosofía de la Paz”. Tesis doctoral.
Universidad Jaume I de Castellón de la Plana. Castellón de la Plana.
Rapoport, A.
1992 “Peace a idea whose time has come”. Universidad de Michigan. Michigan. Citado por
Paris, 2005.
Reardon, Betty
1997 “Los derechos humanos como educación para la paz”. En G. J. Andrepoulos y R. P. Claude
(Editores), Human Rights Education for the Twenty-First Century. Philadelphia, PA:
University of Pennsylvania Press.
Rojas, Luis
2005 “Semillas y antídotos de la violencia en la intimidad”. En: Violencia: Tolerancia Cero. Obra
Social “La Caixa”.Barcelona.
Savater, Fernando
1998 Artículo en el País Semanal, España.diciembre de 1998. Citado en: http://www.
amnistiacatalunya.org/edu/es/historia/dh-citas.html