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Whitman en el reentierro de Poe

por Nicolás Magaril

Una doble corriente mueve el curso de la literatura clásica nor- Mallarmé y Valéry, y el inicio de una polémica en la cual francófo-
teamericana, dice Lawrence en Studies in Classic American Literature: nos y angloparlantes se dirimen la genialidad o la vulgaridad del
la desintegración de la vieja conciencia, su moralidad de viejo Cuervo. La disputa se trasladó al ámbito de habla hispana. Martí
mundo, y la emergencia de una nueva. Edgar Allan Poe y Walt escribió preferir la “mística trenodia” de Whitman a Lincoln antes
Whitman, aunque se toquen en algún punto, encarnarían tales que “The Raven”; Darío y Rodó, que adoraban a Poe, miraban al
extremos: delimitan un área de convergencia de patrones civiliza- otro con suspicacia –si no con vago horror sagrado–; y Amado
torios, ideológicos y estéticos que coexistiendo se oponen y que Nervo despotricaba: “¡Vete, viejo vanidoso, pavo de Manhattan!
actualizaron su impronta en múltiples instancias. Prefiero el misterio enorme y sutil que se estremece en las páginas
El primero registra el movimiento de una psique exacerbada y de Poe”.
su fruición analítica, las formas del colapso de la subjetividad y el Aunque se ha corregido ampliamente el estereotipo de un Poe
éter, de un espíritu neurasténico, enciclopédico y satírico desvela- conservador y patológico (meramente maldito) y de un Whitman
do por su propia experiencia: la belleza de la ciencia y la ciencia de progresista y afirmativo (meramente bendito), la tensión entre sus
la belleza. El segundo asume la algarabía panteísta de una formu- respectivas poéticas parece no haber favorecido un estudio de la
lación inédita del Yo y el prójimo, la multiplicidad, la sexualidad y misma como tal. Ambos se interesaron por la frenología, por
el providencialismo democrático. Poe resuelve su originalidad en ejemplo: Poe derivó de allí lo que también habían olvidado los
una cultura histórica saturada de originales y facsímiles; Whitman “moralistas” que la precedieron, es decir, “the imp of the
se sabía el pionero de una cultura en ciernes1. Poe no vivió la perverse”; Whitman, por su parte, extrajo nociones a las que
Guerra Civil; Whitman la convirtió en el eje de su libro creciente. asignaría un sitio clave en su política sentimental y sexual:
El retiro del erudito melancólico, entre “olvidados cronicones” “amativeness” (para el amor heterosexual) y “adhesiveness” (para
(según traduce Pérez Bonalde), en una noche tempestuosa donde el amor homosexual).
revolotean los cuervos vs. la canción nacida “al fresco”, olvidada Se sabe que conversaron por única vez en la oficina de redac-
de todo cronicón, salvo el que empezó a escribirse en 1776; “the ción del Broadway Journal, en ese momento a cargo de Poe, en 1845,
chamber” vs. “the Open Road”; Roderick el “hipocondríaco” vs. es decir, diez años antes de que el ex maestro rural, editorialista
el que empieza su canto “in perfect health”; el dominio de golondrina, impresor, versificador y narrador Walter Whitman Jr.
Arnheim vs. la naturaleza “without check”. El auxilio providencial se convirtiera en “Walt Whitman, an American, one of the roughs,
del General Lasalle al final de “El pozo y el péndulo” es sardóni- a kosmos”. Y veinte años después de haberse convertido en eso,
co en función de los tormentos del réprobo. Whitman querría ser viejo, polémicamente célebre y desmejorado por una parálisis en
puro porvenir: “I proyect the history of the future”. Si en Poe hay parte consecuencia de su abnegación hospitalaria durante la
historias del futuro (como en “Mellonta Tauta”), son su anverso: Guerra Civil, es decir, convertido ya en “Good Grey Poet”,
epístolas venidas del futuro remoto que proyectan su descontento Whitman asistió al re-entierro de Poe, celebrado en Baltimore, el
pretérito. Y, entre otras cosas, dos daguerrotipos: la capa negra del 17 de noviembre de 1875. Se vería en ese episodio un emblema,
sureño por adopción vs. la camisa semiabierta del neoyorkino. En bajo la hipótesis de que el buen poeta gris asistió en aquella opor-
más de una oportunidad Borges resumió que “la literatura moder- tunidad (la mayoría de los literati declinaron la invitación) con la
na es inconcebible sin Poe y sin Whitman”. intención de legar, en efecto, un emblema de póstuma camarade-
Cuando Matthiessen justificó el espectro comprendido en ría entre las dos fuerzas polarizadas de la literatura de su tiempo.
American Renaissance (1941), Poe quedó excluido, y esa exclusión Hacia 1880, leyendo en algún recodo de Camden un volumen de
exculpada en una nota a pie de página: al margen de que murió seis poesías de Poe, Whitman se acordó de aquel evento y escribió una
años antes de la primera edición de Leaves of Grass (1855) y de ese página titulada “Edgar Poe’s Significance”: estaba convalidando
lustro mirabilis de las letras norteamericanas, Poe era “bitterly hos- una defunción honorable, reconociendo méritos que debían cul-
tile to democracy”. Privado del renacimiento, o de los prolegómenos minar para la prosperidad de los propios, pero configurando un
del mismo, habrá que esperar a su re-entierro. El pánico específi- mito literario, su “lurid dream”, que habría de perdurar a la par de
co del enterramiento prematuro, que Poe estudió en diversos nive- Leaves of Grass.
les, parecía confirmado en el de cierta racionalidad histórica, y
paradójicamente el que catalizó el magnetismo negativo ha ejerci-
do un influjo secular vivificante sólo comparable con el ejercido
1 Poe, según se advierte en varios pasajes de Pinakidia y Marginalia,
por su némesis, el polo positivo, el demócrata educado en la tradi-
emprendió una suerte de caza de plagiarios, a veces ligeramente paranoi-
ción jeffersoniana. ca. Whitman, en una de las reseñas anónimas que publicó tras la primera
Hay muchas variables: una es la devoción de Baudelaire por su edición de Leaves of Grass, se describió a sí mismo como uno que habla
hermano espiritual impedido en una “inmensa cárcel”, extraviado “like a man unaware that there was ever hitherto such a production as a
en una ingrata “zoocracia”; la continuación de su tarea por book”.
LA RANA 03

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