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LOS PRIMEROS JESUITAS John W. O'Malley MENSAJERO * SAL TERRAE Quedan prohibidas, sin la autorizacién escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccién total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento informatico, y la distribuci6n de ejemplares de ella mediante el alquiler 0 préstamo ptiblicos, asf como la exportaci6n e im- portacign de esos ejemplares para su distribucién en venta fuera de la Comunidad Econémica Europea. Titulo original: The first jesuits Traduccién del inglés: Juan Antonio Montero Moreno © 1993 by the President and Fellows of Harvard College © Ediciones Mensajero - Sancho de Azpeitia, 2 - 48014 Bilbao Apartado 73 - 48080 Bilbao ISBN: 84-271-1968-2 © Editorial Sal Terrae - Poligono de Raos - Parcela 14 - 39600 Maliafio (Cantabria) Apartado 77 - 39080 Santander ISBN: 84-293-1167-X Depbsito Legal: BI-2272-95 Fotocomposicién: Ediciones Aldecoa, S.L. - Pol. Ind. Villalonquéjar - 09001 Burgos Printed in Spain Impreso por Grafo, S.A. - Avda. de Cervantes, 59 (DENAC) - Ariz-Basauri (Vizcaya) INDICE CAPITULO 1. Los cimientos de la fundaci6n 1. Ignacio y los primeros compafieros 441 2._Los Ejercicios Espirituales ... 55 CAPITULO 2. Prepararse para los ministerios 73 1. Los miembros de esta Compafia 74 2. Autocomprensi6n 86 3._Ideales y practica pastoral 95 4. Diversidad de ministerios ee eesettneteeeesnnttttsnntannnnne 112 3._Conversaciones y publicaciones Ensefi i : 5. Misiones populares ... -6._Los Ejercicios: su practica CAPITULO 4. Sacramentos, culto, oracién . 1. Confesién y casuistica . 2. Sagrada Comunién y Eucaristia 3._Ordenes sagradas .. E 4. 5. ._ Misica y culto Oraci6n ..... CAPITULO 5. Obras de misericordig oo... tests ttesscccsccnssen 207 1. Pacificadores ..... 2. Hospitales y carceles 3. Ministerios con los moribundos ..... 12 INDICE 4. Ministerios con las prostitutas . 223 5. Huérfanos e hijas de prostitutas 231 6._Judios y cristianos nuevos.... 234 7. Cofradias y Congregaciones Marianas .......cccsssssseseseeccseseueeiee 239 CAPITULO 6. Los Colegios 1._Mesina, el primer colegio Fe en la educaci6n ._Mas alla del modus parisiensis . _Educacién jesuitica .. Fracasos, frustraciones y crisis . |. Formacién del clero .. ’. El impacto de los colegios CAPITULO 7. Cultura religiosa y teolégica . 1L_Escolasticismo .. 301 2. Humanismo renacentista 3. Religiosidad catélica 4. ElLuteranismo y el Imperio CAPITULO 8. Los jesuitas y la Iglesia universal ...... 1. Obispos y tedlogos ... 2. El papado y los papas .. 3._Inquisici6n y libros prohibidos 4. La Reforma y el Concilio de Tren CAPITULO 9. Pautas para el futuro .... 1._Constituciones, reglas y tradiciones . 2. Votos y grados de incorporaci6n 3._Las casas de la Compafifa ..... CONCLUSION A INDICE ONDMAS NGG ea ee NO PIO Pp 352 378 390 401 408 418 431 MHSI Chron Epist. Mixtae FN Litt. Quadr. M Bobad. M Borgia M Bras. M Broét M Fabri MI Const. MI Epp. MI Ex. MI Font. Doc. MI Reg. MI Scripta SIGLAS Y ABREVIATURAS Monumenta Historica Societatis lesu Juan Alfonso de Polanco, Vita /gnatii Loiolae et rerum So- cietatis Jesu historica [Chronicon], 6 vol., Madrid, 1894-98 Epistolae mixtae ex variis Europae locis ab anno 1537 ad 1556 scriptae, 5 vol., Madrid 1898-1901 Fontes narrativi de S. Ignatio de Loyola et de Societatis Jesu initiis, 4 vol., Roma, 1943-65 Litterae Quadrimestres ex universis praeter Indiam et Bra- siliam locis in quibus aliqui de Societate Jesu versabantur Romam missae, 7 vol., Madrid y Roma, 1894-1932 Nicolai Alphonsi de Bobadilla sacerdotis e Societate Jesu Gesta et scripta, Madrid, 1913 Sanctus Franciscus Borgia quartus Gandiae Dux et Socie- tatis Jesu Praepositus Generalis tertius, 5 vol., Madrid, 1894-1911 Monumenta Brasiliae, 5 vol., Roma, 1956-68 Epistolae PP. Paschasii Broéti, Claudii Jaji, Joannis Coduri et Simonis Rodericii, Madrid, 1903 B. Petri Fabri primi sacerdotis e Societate Jesu Epistolae, memoriale et processus, Madrid, 1914 Monumenta Ignatiana. Sancti Ignatii de Loyola Constitutio- nes Societatis Jesu, 3 vol., Roma, 1934-38 Monumenta Ignatiana. Sancti Ignatii de Loyola Societatis Jesu fundatoris epistolae et instructiones, 12 vol., Madrid, 1903-1911 Monumenta Ignatiana. Exercitia spiritualia S. Ignatii de Lo- yola et eorum directoria, 2* edic. rev., 2 vol., Madrid, 1919; Roma, 1969 Monumenta Ignatiana. Fontes documentales de S. Ignatio de Loyola, Roma, 1977 Monumenta Ignatiana. Regulae Societatis Jesu 1540- 1556), Roma, 1948 Monumenta Ignatiana. Scripta de Sancto Ignatio de Loyo- la, 2 vol., Madrid, 1904-18 14 M Lain. M Nadal M Paed. M Rib. M. Salm. M Xav. P Co. OTRAS FUENTES AHSI ARSI Autobiografia Const. Nadal, Orat. Obs. Nadal, Platicas Nadal, Scholia Ejerc. SIGLAS Y ABREVIATURAS Epistolae et acta Patris Jacobi Lainii, 8 vol., Madrid, 1912-17 Epistolae P. Hieronymi Nadal Societatis Jesu ab anno 1546 ad 1577, 4 vol., Madrid, 1898-1905 y Commentarii de Instituto Societatis Jesu, Roma, 1962 Monumenta Paedagogica Societatis Jesu, 2# edic. rev., 5 vol., Roma, 1965-86 Patris Petri de Ribadeneira Societatis Jesu sacerdotis Con- fesiones, epistolae aliaque scripta inedita, 2 vol., Madrid, 1920-23. Epistolae P. Alphonsi Saimeronis, 2 vol., Madrid, 1906-7 Epistolae S. Francisci Xaverii aliaque eius scripta, 2* edic. rev., 2 vol., Roma, 1944-45 Polanci Complementa. Epistolae et commentaria P. Joan- nis Alphonsi de Polanco, 2 vol., Madrid, 1916-17 Archivum Historicum Societatis lesu (publicacién periédica) Archivum Romanum Societatis lesu (archivos centrales) Relato de los primeros afios de Ignacio, sin titulo, ed. criti- ca en MI Scripta, 1: 31-98 Constituciones de la Compafila de Jesus, ed. critica en Mi Const. Jerénimo Nadal, Orationis observationes, ed. Miguel Nico- tau, Roma, institutum Historicum Societatis Jesu, 1964 Jer6nimo Nadal, Platicas espirituales del P. Jerénimo Na- dal, S.J., en Coimbra (1561), ed. Miguel Nicolau, Granada, Facultad Teologica de la Compania de Jestis, 1945 Jerénimo Nadal, Scholia in Constitutiones S.J., ed. Manuel Ruiz Jurado, Granada, Facultad de Teologia, 1976 Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola, ed. critica en MI Ex., 1: 140-417 Como el martin pescador se hincha, como las libélulas rastrean ef fuego, como suenan les cantos rodados en los pozos redondos, como vibra cada cuerda pulsada, como dice su nombre cada lengua de la oscilante campana; asi cada ser mortal hace siempre una sola cosa, la misma: expresa ese su ser que habita en cada uno; su ser consigo mismo va, y dice y expresa: soy yo mismo, y gtita: yo soy /o que hago, para esto he nacido. Gerard Manley Hopkins INTRODUCCION “Siete diablos espafoles” entraron en Italia después del afo 1530. Asi escribia el historiador y literato inglés John Addington Symonds en The Catholic Reaction, publicado hace poco mas de un siglo. Entre los diablos de Symonds estaba el “jesuitismo, con su falsa erudicién, sus desvergonzadas mentiras y su economia casuistica de pecados”. De- monio particular que lleg6 efectivamente a Italia, a Venecia, el afio 1535 en la persona de Ignacio de Loyola. A Ignacio se le unieron otros nueve compafieros, no todos espafoles, que se habian conocido en la Universidad de Paris y se habian juntado para convertirse en el nucleo de la futura Compafiia de Jesus. En 1622, antes de cumplirse el siglo de la llegada del grupo a Italia, el Papa Gregorio XV canonizé a dos de ellos (Ignacio y Francisco Ja- vier) proponiéndoles para ser imitados como modelos de piedad y rec- titud. Los ocho restantes, simplemente como compajieros, compartieron de alguna manera la misma gloria; y uno de ellos, Pedro Fabro, fue, de hecho, declarado “beato” por el Papa Pio IX en 1872. También fueron santos canonizados de la primera generaci6n de jesuitas, Francisco de Borja (1671) y Pedro Canisio (1925). Vililpendiados como demonios o reverenciados como santos, los je- suitas han evocado estos extremos de caracterizaci6n a través de los 450 afios que lleva de existencia la Compafia de Jesus. Con el tras- curso de los siglos han surgido a veces apreciaciones mas equilibradas de la Compafia, pero siempre condicionadas por los prejuicios nacio- nales, culturales y religiosos de quienes las profieren. La historia de los jesuitas es, por supuesto, inseparable de la asi llamada Contrarreforma y alos jesuitas se les ha mirado como emblematicos de todo lo malo, y lo bueno, de ese fendmeno. Las Ultimas décadas han sido testigos de un interés renovado por el catolicismo del siglo XVI, inspirado en parte por la monumental erudi- cién de Hubert Jedin y sus discipulos sobre todos los aspectos del Con- ' John Addington Symonds, The Catholic Reaction, 2 vol. (vol. 5-6 de Renaissance in Italy), Londres, Smith, Elder, and Company, 1886, 1: 65. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. INTRODUCION 19 Hay muchas excepciones a estas generalizaciones, como, por ejemplo, los dos volimenes de Mario Scaduto sobre los jesuitas en Ita- lia durante el generalato de Diego Lainez, uno de los primeros compa- fieros de Ignacio y su sucesor al frente de la Compafiia®. Los niveles de investigacion en el Archivum historicum Societatis Jesu, la revista del Instituto Histérico de los jesuitas de Roma, son altos, como lo son tam- bién los de las monografias publicadas por el mismo Instituto. Sin em- bargo, no existe ningun libro en ninguna lengua que trate de los minis- terios y de la cultura de los primeros jesuitas en la forma comprensiva que yo intento realizar en este estudio. Las dificultades de semejante empresa atemorizan a todos menos alos mas audaces. La cantidad de documentaci6n es abrumadora. En 1565 la Compania contaba con cerca de 3.500 miembros, a quienes se les recomendaba u obligaba a mantener correspondencia regular entre si y, especialmente, con la direccién de los jesuitas de Roma. Gran nimero de estas cartas han sobrevivido y se han editado en los mas de 125 volmenes de Monumenta Historica Societatis Jesu y en otras partes. Sédlo las cartas de Ignacio llenan 12 volumenes en Monumenta, constituyendo la correspondencia mas voluminosa que existe de cual- quier figura del siglo XVI, sin excepcidn’. A toda esta correspondencia hay que afadir otros numerosos documentos, oficiales o no, que los pri- meros jesuitas redactaron para utilizarlos como instrumento de sus mi- nisterios, para guiarse en su misi6n y para explicar a amigos y enemigos quiénes eran. Las respuestas tanto de amigos como de enemigos son muchas, diseminadas en diversas fuentes. La segunda dificultad proviene de la gran variedad de actividades a que se dedicaban los primeros jesuitas. Trataban con reyes y mendi- gos, con gente piadosa y con pecadores publicos, con papas y prela- dos, con modestos parrocos y conventos de religiosas. No excluian de su ministerio ninguna categoria de laicos. En 1565 ejercian su actividad en muchos paises de Europa occidental, pero también en Brasil, India, Japon y en otras partes. Predicaban, ensefaban el catecismo, propo- nian nuevas practicas sacramentales y se esforzaban en ayudar a los huérfanos, prostitutas y encarcelados. Fomentaban devociones origi- suitas de su generacion se encuentran en Andreas Falkner y Paul Imhof, eds., ignatius von Loyola und die Gesellschaft lesu, 1491-1556, Wurzburg, Echter Verlag, 1990, y Juan Plazaola, ed., Ignacio de Loyola y su tiempo, Bilbao, Ediciones Mensajero 1992. Intere- sante también, pero mas extenso es Michael Sievernich y Giinther Switek, eds., ignatia- nisch: Eigenart und Methode der Geselischaft lesu, Freiburg, Herder, 1990. Para una bi- bliografia mas completa véase Ignacio Iparraguirre, ed., Orientaciones bibliograticas sobre San Ignacio de Loyola, 2* ed. rev., Roma, Institutum Historicum Societatis lesu, 1965, continuada en otros dos vols. editados por Manuel Ruiz Jurado, 1977 y 1990. § Mario Scaduto, L ‘epoca di Giacomo Lainez (1556-1565), 2 vol., Roma, Edizioni La Civilta Cattolica, 1964-74. 7” Gfr. Dominique Bertrand, La politique de S. Ignace de Loyola: L'analyse sociale, Paris, Ed. du Cerf, 1985, 39. 20 LOS PRIMEROS JESUITAS nales sin importarles la tradici6n en que se fundaban sus elementos; asimilaron conocimientos tanto escolasticos como humanisticos, esfor- zandose por relacionar ambas culturas entre si; escribieron obras de teatro y estuvieron presentes en el Concilio de Trento. Se enredaron en polémicas con los protestantes y, contra su voluntad, se vieron envuel- tos en controversias con los catélicos. Apoyaron a diversas Inquisicio- nes y, con todo, ellos mismos, a veces, fueron objeto de investigacio- nes y censuras inquisitoriales. Ensefiaban en universidades. A los siete u ocho afios de la aprobacién pontificia, fundaron y dirigieron colegios. Cada uno de los campos de actividad tratados en este libro me ha conducido a areas técnicas de investigacién frecuentemente contro- vertidas. Mas aun, el modo como los jesuitas se dedicaban, incluso a las mismas actividades, era diferente segun el lugar: Brasil no era Ale- mania; Italia no era Francia. Ante semejante dificultad, tanto el autor como el lector deben guiarse por objetivos claros y tener puntos de referencia seguros. Mi primer objetivo en este libro es entender a los primeros jesuitas como ellos se entendieron a si mismos. Esto se consigue estudiando lo que ellos decian de si mismos a sus compafieros y a los de fuera; y es- pecialmente observando cémo traducian a la accién su mentalidad en sus muchos ministerios y en su estilo de vida. La exposicion de las co- herencias 0 incoherencias en dicha traducci6n entra dentro del mismo objetivo. Trato también de descubrir los origenes de la autocomprension que los jesuitas tuvieron de si mismos, habida cuenta de los contextos en que se insertaron y que impulsaron su proceso de autodefinicién. Este es mi segundo propésito. Los jesuitas no pensaban, sentian 0 ac- tuaban en el vacio 0 en un coso intemporal de realidades eternas. En un estudio panoramico como éste es imposible desarrollar estos pun- tos con la amplitud que merecen. Sin embargo, una vez conseguida una vision de conjunto fiable, ese desarrollo puede quedar para otros estudiosos. Al tener en cuenta tantas situaciones, el libro cumple con una mi- sion que cae fuera de los fines que me propuse. Sirve como una serie de ventanas a través de las cuales vislumbramos casi todos los aspec- tos concebibles del catolicismo romano de mediados del siglo XVI. Es- tas panoramicas son necesariamente fugaces y surgen desde una perspectiva especial, pero son altamente instructivas. Este libro abarca el primer cuarto de siglo de la existencia de la Com- pafiia de Jesus, oficialmente fundada en 1540 por la bula Regimini mili- tantis ecclesiae. La techa final de 1565 es un tanto arbitraria; nos lleva a la muerte de Diego Lainez, el segundo Superior General y el Unico com- pafiero de Ignacio, desde el principio, que ostenté este cargo. También nos lleva mas alla del final del Concilio de Trento en 1563, y mas alla de la muerte de Calvino en 1564. Hubiera sido mas facil concluir con la muer- INTRODUCION 21 te de Ignacio en 1556, pero un horizonte mas amplio esclarece mas las direcciones que iba tomando la Compafiia. Aunque ésta habria de afron- tar muchos retos después de 1565 y sufrir futuros cambios, algunos sig- nificativos, su imagen quedaba ya entonces bien definida y establecidos los elementos fundamentales de su “modo de proceder’”. Entre los puntos basicos de referencia para mantenernos en esta trayectoria, hay, como se podia esperar, cinco documentos que dima- naron exclusivamente o en gran medida del mismo Ignacio. La impor- tancia tradicionalmente atribuida a los Ejercicios Espirituales (que co- menzo a escribir en Manresa poco después de su conversion en 1521 y que se publicaron, practicamente en su redacci6n final, en Roma el afio 1548) queda plenamente justificada en las paginas siguientes. Los Ejercicios reciben un tratamiento bastante amplio en los capitulos 1 y 3, bajo dos aspectos diferentes. Encierran, como en un pequeno frasco, la esencia de las propias transformaciones espirituales de Ignacio y la presentan en una forma que ayude a dirigir a otros a cambios analogos de visién y motivaci6n. Ignacio usaba los Ejercicios como el medio principal para motivar a sus primeros discipulos, y los prescribia como una experiencia para todos los que mas tarde quisieran entrar en la Compafia. Aunque en modo alguno estaban concebidos exclusivamente para los jesuitas, los Ejer- cicios quedaron como el documento que decia a los jesuitas, al mas profundo nivel, lo que eran y lo que debian ser. Mas aun, los Ejercicios configuraban el modelo y los fines de todos los ministerios en los que estaba comprometida la Compafia, aunque no siempre se reconociera de modo explicito obrando asi. No se puede entender a los jesuitas sin alguna referencia a este libro. El segundo documento es mucho menos conocido y, por eso, re- quiere una descripcién mas detallada. En general se |e llama la For- mula del Instituto, y fue el resultado de las deliberaciones de Roma en 1539 entre los primeros compaferos y algun otro mas. El objeto de fas deliberaciones era ensamblar, para la aprobacién pontificia, los ele- mentos basicos de la nueva asociacién que ya entonces esperaban fundar. En esta etapa la Formula constaba de “Cinco Capitulos” (Quin- que capitula), cada uno de los cuales no era mucho mas largo que un parrafo. Después de algunos cambios, los capitulos quedaron incorpo- tados a la Regimini militantis Ecclesiae del afio siguiente. Estaban des- tinados a ser asi, y lo han sido siempre, la carta fundamental de a or- den, de la que todos los documentos oficiales posteriores fueron elaboraciones, y a la cual tuvieron que ajustarse. La Formula es para los jesuitas lo que la Regla es para otras ordenes religiosas®. Fue com- puesta por una comisién, pero el papel de Ignacio en su articulaci6én fue, por supuesto, fundamental. * El comentario més conciso y fiel es el de Antonio M. de Aldama: Notas para un comentario a la Férmula del Instituto de la Compafiia de Jesus, Roma CIS, 1981. 22 LOS PRIMEROS JESUITAS Ala luz de la experiencia, la Formula fue revisada en algunos pun- tos en 1550 e incorporada en una segunda bula, Exposcit debitum, promulgada por el Papa Julio Ill, que sirvid para la confirmacién de la Compania. Después de la muerte de Ignacio se consideraron algunos cambios, pero ninguno de ellos se llevé a cabo®, La mayoria de las mo- dificaciones de la segunda versién fueron clarificaciones o especifica- ciones de la primera 0 tuvieron en cuenta los cambios de orden practi- co introducidos desde 1540. Por ejemplo, la Formula de 1540 indicaba el fin de la Compafia como “la propagacién de la fe y el progreso de las animas en la vida y doctrina cristiana”. En la version de 1550, la pri- mera frase fue significativamente abierta y asi se lee “la defensa y pro- pagacion de la fe”. Con alguna discrepancia verbal, ambas versiones enumeraban los ministerios, con los que se daria cumplimiento a ese fin. La version segunda es mas completa: “(...) por medio de las pUblicas predicaciones, lecciones y cualquier otro ministerio de la palabra de Dios, de los Ejercicios Espirituales, dela doctrina cristiana a los nifos y gente ruda y del consuelo espiritual de los fieles, oyendo sus confesiones y administrandoles los otros sacramen- tos. Y, con todo, se muestre disponible a la pacificacién de los desave- nidos, e! socorro de los presos en las crceles y de los enfermos en los hospitales, y al ejercicio de las demas obras de misericordia, segun pareciere conveniente para gloria de Dios y el bien comun”"°. Aunque, en una primera lectura, esta lista pudiera parecer conven- cional, hacia sentir a la primera generacion de Jesuitas que en sus mi- nisterios se diferenciaban de los sacerdotes seculares y de los miem- bros de otras érdenes religiosas ya existentes. Con frecuencia se referian a esta lista—a estos “ministerios habituales” (consueta minis- teria) de la Compafiia— y la comentaban. La lista ofrece el trazado de la primera parte de este libro. Es necesario hacer notar que en ninguna de las versiones se mencionan los colegios. Ademas de los ministerios, la Formula también hacia una lista de las categorias de personas a las que habian de dirigirse los ministerios: “(...) a los turcos y a cuales- quiera otros infieles, aun a aquellas partes que llaman Indias o a otras tierras de herejes, cismaticos 0 fieles cristianos”"'. Mas aun, la Formula establecia que, a diferencia de otras érdenes re- ligiosas, la Compafiia no obligaba a sus miembros a recitar o cantar en comun las Horas LitUrgicas, como los maitines, laudes 0 visperas. Las circunstancias forzaron con frecuencia a los primeros jesuitas a defender este rasgo de su vida y lo hicieron con todo vigor, porque lo veian como * Cfr, Manuel Ruiz Jurado, “Nadal y Polanco sobre la Formula del Instituto de la Compatiia de Jesus, AHSI, 47 (1978) 225-239. ‘0 Mi Const 1, 376. " Ibid., 377. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 24 LOS PRIMEROS JESUITAS Una traduccién preliminar estaba ya lista para su promulgacién en 1552, tarea que Ignacio encomend6s a otro ayudante extraordinaria- mente capaz, un mallorquin llamado Jerénimo Nadal. Ignacio continud modificando las Constituciones hasta que murié. La Primera Congre- gacién General de la Compaiiia se reunié para elegir a su sucesor, aprobo el texto después de pequefios cambios y lo dio a la imprenta en su version latina por primera vez en 1558-59. Su estilo y organiza- cion las distinguen inconfundiblemente de documentos anteriores del mismo género, tanto religiosos como civiles. Las Constituciones articularon los principios generales segun los cuales la Compaiifa ha de conseguir sus objetivos y convirtieron las ma- ximas abstractas de la Formula en estructuras y procedimientos con- cretos. Sin embargo, lo hicieron ante todo y sobre todo poniendo el acento en la calidad de las personas, factor esencial para que funciona- ra con éxito una tal asociacion voluntaria. Por consiguiente, arrancan, de una manera mas 0 menos cronolégica, siguiendo al jesuita desde el momento en que solicita ser miembro de la Compafiia, a través de su formacion, hasta los ministerios a los que habra de dedicarse, y conclu- yen con consideraciones sobre las cualidades del superior general y del cuerpo de la Compafiia como un todo. Asi pues, estan estructuradas en gran medida segun principios de desarrollo, basados en la idea de que el jesuita deberia crece? espiritualmente y, por consiguiente, en tiempos y etapas diferentes deberian aplicarse normas diferentes. Siguiendo este plan basico, las Constituciones estan divididas en diez partes. En su estructura y lenguaje, asi como en algunas intuiciones ba- sicas que sirven de fundamento, se puede detectar la influencia de la cul- tura tanto escolastica como humanistica que desde el principio ayudaron a formar la perspectiva de los primeros jesuitas. No obstante, habian de ser todavia mas fundamentales las experiencias religiosas y pastorales que los jesuitas mismos habian vivido y que las Constituciones pedian a cada uno de los miembros de la orden. El término Constituciones se refiere, ante todo y sobre todo, a este cuerpo de legislacion y de ideales, pero generalmente se completa con la inclusion del Examen General, un sumario compuesto por Ignacio, probablemente hacia 1546, para entregar, a quien contemplaba su en- trada en la Compajia, una informacién esencial acerca de la organiza- cién en la que pensaba incorporarse"?. A veces los jesuitas hablaban de su “Instituto”, designando con es- ta palabra su manera de vivir y de trabajar, y asi inclufan en ese térmi- no todos los documentos oficiales de la orden, especialmente la Fér- mula y las Constituciones. Sin embargo su expresién favorita, la mas inclusiva y densa de contenido, sobre su estilo de vida y accién pasto- tal era noster modus procedendi, nuestro modo de proceder. Segtin ® Cfr. el comentario de Ganss, Constitutions, 35-59. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 26 LOS PRIMEROS JESUITAS cuentemente ignora. La distorsién retrospectiva es inevitable. El géne- to autobiografico se logra al maximo, cuando la franqueza del autor tompe con las normas convencionales. A diferencia de Lutero, de quien con frecuencia es considerado el equivalente catélico, Ignacio tiene pocas dotes en este aspecto; la persona que esta detras de la na- traci6n estilizada nunca se revela en su totalidad. No obstante, la Autobiograffa es importante porque Nadal veia cla- ro que através de ella Ignacio pretendia proporcionar una encarnaci6n del sentido de la Compajiia, que se podria proponer como estimulo y materia de asimilacién. De hecho, Nadal emplearia mas tarde el relato de Ignacio en ese sentido. “Nuestro modo de proceder” no podia tener mejor ejemplo. Pero Nadal también atribuy6 una fuerza casi mistica a lo que él llamaba “la gracia del fundador”’’. Para nuestro propésito, por consiguiente, la Autobiografia adquiere importancia mas alla de la sim- ple informacion sobre las correrias fisicas y espirituales de Ignacio, du- tante sus “afios de peregrinacion”. El Ultimo documento ignaciano de importancia relevante es, natu- ralmente, su correspondencia'®. Contiene teoria e ideales, pero inter- pretados segun la realidad cotidiana. De sus casi 7.000 cartas conser- vadas, todas, menos unas 175, datan de la época en que Polanco fue secretario y, muchas de ellas fueron explicitamente escritas por él “por encargo" de Ignacio. Por consiguiente, gran parte de la corresponden- cia tiene el mismo problema de atribucién que las Constituciones. Son ciertamente importantes para los fines de este libro los escritos de los nueve compafieros que se juntaron en Paris, principalmente ba- jo la inspiracién de Ignacio, entre 1528 y 1536: Javier, Lainez, Fabro, Alfonso Salmerén, Siméon Rodriguez, Nicolas de Bobadilla, Claudio Ja- yo, Pascasio Broét y Juan Coduri. Javier, como es sabido, fue a la In- dia en 1540, pasé dos afios en Japén y murié a las puertas de la Chi- na Imperial en 1552. Fue el Unico del grupo primitivo que salié de Europa y, por eso, proporciona una perspectiva especial. Entre los ocho restantes, Lainez fue el mejor dotado y, al final, el que ejercié ma- yor influencia por su eleccién al generalato en 1558. Ademas de su co- trespondencia publicada en Monumenta, estos hombres dieron a luz cantidad de otros textos que han tlegado hasta nosotros". "7 Cfr, Miguel Nicolau, Jerdnimo Nadal, S.J. (1507-1580). Sus obras y doctrinas es- pirituales, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, 1949, 148-151, y John H. Wright “The Grace of Our Founder and the Grace of Our Vocation", Studies in the Spintuality of Jesuits, 3/1, 1971. '® El Unico estudio importante es Bertrand, La Politique. Ver también Joseph A. Mu- nitiz, “Communicating Channels: Letters to Reveal and to Govern", The Way, suplemen- ton? 70, 1991, 64-75 '® La mejor guia, aunque limitada y algo anticuada, es Jean-Francois Gilmont, Les écrits spirituels des premiers jésuites: Inventaire commenté, Roma Institutum Historicum Societatis lesu, 1961, 113-166. Ver también, por supuesto, Sommervogel, Bibliotheque de la Compagnie de Jésus. INTRODUCION 27 Lo mismo se puede decir de otros que entraron después de 1540, como Pedro Canisio, “el apéstol de Alemania”, y Francisco de Borja, duque de Gandia y biznieto del papa Alejandro VI?'. Borja sucedié a Lainez como general, en 1565. Los escritos de personajes menos co- nocidos, como Gaspar de Loarte, Cristobal de Madrid y Diego de Le- desma suministran datos adicionales. Para nuestro propésito, sin em- bargo, dos de entre los posteriormente reclutados (Polanco y Nadal), eclipsan con mucho a todos los demas. Ellos se comprendieron y pre- sentaron a si mismos como meros transmisores y promulgadores de “nuestro modo de proceder’. Pero, dada la importancia de los cargos, que desempefaron Polanco y Nadal, y la competencia con que los cumplieron, ninguno de sus compafieros tuvieron una influencia mayor, mas inmediata o mas profunda en su generacién y en las futuras ge- neraciones de jesuitas. Junto con Ignacio, por consiguiente, ellos son las figuras mas importantes que guian este libro. Polanco nacié en Burgos en 1516 de una rica e influyente familia”. Algunos de sus antepasados fueron probablemente ‘cristianos nue- vos”, es decir, judios convertidos al catolicismo, pero esto nunca se ha podido probar. A los trece afios Juan empezé a estudiar las humanida- des y filosofia en la Universidad de Paris, donde su tio seria mas tar- de rector. Permanecié en Paris durante ocho afios. En 1541 consiguié un empleo como scriptor apostolicus en la curia papal en Roma. Ese afio hizo los Ejercicios Espirituales bajo la direccién de Lainez y entré en la Compania. Ignacio le envié casi inmediatamente a estudiar teo- logia en la Universidad de Padua. Poco después Ie llamé a Roma co- mo secretario del general de la orden, cargo que ocup6 hasta pocos afios antes de su muerte en 1576. Mucho mas que un mero amanuen- se fue un consultor de confianza y guia no sélo para Ignacio, sino tam- bién para los otros generales —Lainez y Borja— a los que sirvié desde 1547 hasta 1572. Ademas de su papel de redactor de las Constituciones y de mucha de la correspondencia de los generales, Polanco bosquejé y compuso muchos otros documentos oficiales o semioficiales sobre una extensa variedad de temas, incluyendo la educaci6n??. En 1553-54, en consul- *® Cfr. James Brodrick, Saini Peter Canisius, Chicago, Loyola University Press, 1962. Su correspondencia no esta en MHSI, pero si en Otto Braunsberger, Beati Petri Canisii Societatis lesu Epistolae et Acta, 8 vol., Freiburg, Herder, 1896-1923. Cfr. también Gilmont, Ecrits, 209-231. 2 Gfr. Candido de Dalmases, E! Padre Francisco de Borja, Madrid, BAC popular, 1983. 2 Para una informaci6n biografica basica, ver Antonio de Aldama, Imagen ignaciana del jesuita en los escritos de Polanco, Roma, Centrum ignatianum Spiritualitatis, 1975, 7-30; y Constance Jones Mathers, “Early Spanish Qualms about Loyola and the Society of Jesus”, The Historian, 53 (1991) 679-690. De especial importancia es Angelo Martini, "Gli studi teo- logici di Giovanni de Polanco alle origini della legislazione scolastica della Compagnia di Gest”, AHSI, 21 (1952) 225-281. Ver también Clara Englander, ignatius von Loyola und Jo- hannes von Polanco: Der Ordenstifter und sein Secretar, Regensburg, F. Pustet, 1956. 3 Cfr. Gilmont, Ecrits, 196-208. 28 LOS PRIMEROS JESUITAS ta con otros jesuitas compilé y publicé a instancias de Ignacio un pe- quefo directorio sobre confesores y penitentes, uno de los primeros li- bros impresos por un jesuita”*. En 1575 publicé, para uso de los jesui- tas un tratadito sobre el servicio a los moribundos”. Como secretario de la Compaiiia pronto inicié la practica de escribir cartas circulares a todos los miembros varias veces al afio, en las que resumia las actividades mas importantes de los jesuitas alrededor del mundo, segtin ellos mismos las describian en la monumental corres- pondencia que enviaban a Roma. Aunque el fin era la edificacion, las circulares de Polanco estan llenas de detalles concretos sobre las ac- tividades de los jesuitas: como eran recibidos y cémo se enfrentaban a los problemas. Mas importante todavia, inculcaban vigorosamente a to- dos los que las leian u oian -damos por supuesto que eran, en su ma- yoria, miembros de la primera Compania— lo que significaba ser jesuita y como “nuestro modo de proceder” se ponia en practica en todo el mundo. Su influjo hubo de ser grande. El trabajo mas voluminoso, con mucho, que proviene de Polanco y el mas profusamente utilizado en este libro sigue el mismo plan que las cartas circulares: su Chronicon Societatis Jesu, dictado a uno o mas amanuenses al fin de su vida, 1573-7476. El trabajo, que llena seis gruesos volimenes de Monumenta, es lo que indica el titulo, una cré- nica detallada de las actividades de los miembros de la Compajia, ca- sa por casa, provincia por provincia, pais por pais, afio por afio, desde 1537 hasta la muerte de Ignacio en 1556. Fue emprendido a peticion de Everardo Mercuriano, el nuevo general elegido en 1572, para guiar- lo en su gobierno. En la crénica Polanco contaba, cuando le era posi- ble, el numero de jesuitas de una casa determinada, los éxitos y fraca- sos de sus ministerios y sus relaciones con las clases altas y bajas de la sociedad. Sazonaba su informacién con anécdotas que revelan mu- cho la mentalidad, tanto del autor como de los destinatarios, y que dan viveza al arido formato de la crénica. El Chronicon destruye el estereotipo de una orden religiosa bajo una rigurosa disciplina militar, cada miembro actuando como un peén exclusivamente bajo las érdenes de su superior; sustituye esta imagen por un cuadro en el que aparece una vasta red de individuos empren- dedores que, al mismo tiempo que guardaban una comunicaci6n cer- cana con los que detentaban la autoridad y recibian de ellos direccién y “consolacién”, se adaptaban a las necesidades del lugar y trataban de aprovecharse de las oportunidades, segtin se presentaban. El! Chro- *4 Juan Alfonso de Polanco, Breve directorium ad confessarii et confitentis munus ri- te obeundum, Roma, A. Blado, 1554 3 Polanco, Methodus ad eos adiuvandos qui moriuntur, Macerata, Sebastiano Mar- tellini, 1575. * André Ravier, La Compagnie de Jésus sous le gouvernement d'ignace de Lo- yola (1541-1556): D'aprés les Chroniques de J.-A. de Polanco, Paris, Desclée de Brouwer, 1990. INTRODUCION 29 nicon suministra los datos de este periodo que permiten responder ala cuestion de hasta qué punto los jesuitas tenian una estrategia clara- mente formulada para su ministerio en una determinada area. Polanco escudrifiaba para su informacién los archivos de la corres- pondencia que llegaba, que él conocia mejor que ningun otro. El Chro- nicon contiene las imperfecciones de esta clase de documentos. Se in- teresa mas por las victorias que por las derrotas. A menudo omite informaci6n entre lineas, que nos encantaria conocer. Para tal infor- macidn, cuando existe, debemos recurrir a la correspondencia misma y a otra documentaci6n. Con todo, Polanco es un reportero sobrio, fran- co y equilibrado que nunca suprime la mala noticia por el simple hecho de ser mala. Mientras que Polanco nunca salié de Roma desde que fue nombra- do secretario, la vida de Nadal como jesuita qued6é marcada por largos y frecuentes viajes por Europa para asuntos oficiales de la Orden®’. En sus viajes, casi en solitario, negocié las bases financieras de veinte co- legios de los jesuitas. En los intervalos entre sus largos viajes mantuvo cargos importantes en Roma. La frecuencia y el caracter de los viajes de Nadal significaban que practicamente todos los jesuitas de Europa se habian encontrado con él y le habian escuchado y muchos habrian pasado una hora o mas con él, en privado, al menos una vez en su vida. Asi Nadal conocié e influy6 en mas miembros de la Compafifa, con un contacto mas inme- diato, que el mismo Ignacio, y por un periodo mas largo de tiempo. Continu6 ocupado en estos viajes bajo los dos siguientes generales hasta 1572, ocho afos antes de su muerte en 1580. Mas que ningtin otro, infundié en las dos primeras generaciones su esprit de corpsy les ensefié lo que significaba ser jesuita. Nacido en una préspera familia de Palma de Mallorca en 1507, Na- dal estudié durante unos cinco afios en la Universidad de Alcala. Lue- go fue a Paris en cuya Universidad conocié a Ignacio y a sus compa- fieros, pero rehus6 sus invitaciones a unirse a ellos. En 1538 en Avifién se ordené de sacerdote y recibié de su universidad el doctora- do en teologia. Afios mas tarde en su Mallorca natal, después de una conversion espiritual intensa y después de leer una carta circular de Javier desde la India, comenzo a recapacitar y viajo a Roma, princi- palmente para conocer la nueva Compania de primera mano. Alli en 1545 Ignacio y otros le urgieron a que hiciera los Ejercicios durante un mes, cosa que hizo con la ayuda de Jerénimo Doménech. Durante su retiro Nadal logr6, después de muchas dificultades, resolver sus du- 7 Dennis Edmond Pate, “Jerénimo Nadal and the Early Development of the Society of Jesus, 1545-1573", Tesis doctoral, Universidad de California, Los Angeles, 1980; Ma- nuel Ruiz Jurado, “Cronologia de la vida del P. Jerénimo Nadal, S.J. (1507-1580)", AHS/, 48 (1979) 248-276; William V. Bangert, Jerome Nadal, S.J. (1507-1580): Tracking the First Generation of Jesuits, ed. Thomas M. McCoog, Chicago, Loyola University Press, 1992. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. INTRODUCION 31 En el circulo intimo de los primeros jesuitas, Nadal era el mas pro- fundamente influenciado por el movimiento humanistico, y su impor- tancia para los fundamentos de la tradicién jesuitica en el campo de la educacién dificilmente se puede sobrevalorar. Dotado de habilidad or- ganizadora y con una fina visién del detalle (demasiado fina, segtin al- gunos), fue también un pensador y un orador, capaz de concebir y pro- yectar una visién amplia del papel y la misién de la nueva Compafiia. Sus conocimientos de Buenaventura, Tomas de Aquino y otros pensa- dores medievales, le capacitaron para aportar una base teologica mas explicita a algunas de las ideas de Ignacio*°. Como otros, entre estos primeros jesuitas, Nadal fue un escritor in- fatigable y confid sus ideas al papel en forma de platicas, comentarios, instrucciones, meditaciones, dialogos, apologias, “reglas” y cartas, asi como en reflexiones personales para su propio uso. Muchos de estos documentos circulaban manuscritos entre sus coetaneos y han sido publicados en ediciones modernas*". Con muy pocas excepciones, se dirigian a una audiencia jesuitica. Estudios modernos reivindican la reputaci6n de que gozaba Nadal en vida como un fiel intérprete de Ignacio y del Instituto. El fue, en to- do caso, un intérprete. Esto quiere decir que hay rasgos en sus escritos que no encontramos en otras partes, aunque no sean mds que desa- trollos de ideas formuladas mas sucintamente en otras fuentes. Aqui, como siempre, el fondo y la forma se entrelazan inseparablemente. El estilo de Nadal es mas completo, menos reservado y retoricamente mas efectivo que el de Ignacio. Estas cualidades se ponen especialmente de manifiesto en sus exhortaciones. Sus unicos trabajos con pretensiones literarias son los dos largos dialogos 0 coloquios que compuso entre 1562 y 1565, en los que imagina una conversacidn tripartita entre un lu- terano, un discipulo de los jesuitas y otro catdlico que sospecha de am- bos**. También tuvo oportunidad de escribir algun que otro comentario sobrio y técnico, como sus scholia sobre las Constituciones*. Hasta aqui he intentado presentar mis objetivos, describir las fuen- tes mas importantes e introducir a los dos jesuitas, ademas de Ignacio, mas importantes en la formaci6n de la Compafiia de Jesus. Pero hay también otras consideraciones que nos seran Utiles para la compren- sin de lo que sigue. El libra se divide en dos partes que de algiin mo- do se superponen. La primera parte (capitulos del 2 al 6) trata de los ministerios de los jesuitas. La segunda (del 6 al 9) trata de su cultura. El “modo de proceder’” de los jesuitas es un tema que fluye a través de todo el libro. % Nadal, Jerome en Dictionnaire de Spiritualité. 3 Gilmont, Ecrits, 232-249; especialmente anticuado on lo que se refiere a Nadal. ® fr. Nicolau, Nadal. 33M Nadal, 5: 524-774. ™ Scholia in Constitutiones S.1., ed. Manuel Ruiz Jurado, Granada, Facultad de Teologia, 1976. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. INTRODUCION 33 nas residencias permanentes, sostenidas sdlo por limosnas. Sin em- bargo, suponian que la mayor parte de sus miembros no residirian, por mucho tiempo en las que vinieron a llamarse “casas profesas”, sino que tenian que estar disponibles para, en el mismo instante del aviso, mudarse a otros lugares y aun para pasar la mayor parte de sus vidas en viajes y peregrinaciones en raz6n del ministerio, viviendo de las li- mosnas voluntarias que se les brindaran. Este ideal permanecié central en la herencia jesuitica®®, pero ahora tenia que conciliarse con el man- tenimiento de instituciones permanentes y, lo que es tan importante, con la necesidad de continuidad en su personal. Los colegios trajeron consigo otros cambios importantes en la Com- pafiia: en su relacién con la cultura, en un modelo de vivir de dotacio- nes mas bien que de limosnas y hasta en los niveles sociales a los que los jesuitas dirigirfan sus ministerios. Aunque los documentos jesuiticos mas oficiales nunca lo anunciaron paladinamente, los colegios llegaron a ser una parte de la autocomprensién de los jesuitas. Ellos simboliza- ron y ayudaron poderosamente a efectuar cambios que pusieron en marcha todo lo que siguid, desde los primeros ocho o doce afios de historia jesuitica. El capitulo que trata de los colegios marca, por consi- guiente, un hito tanto cronolégico como cultural. Se encuadra en la pri- mera parte del libro porque trata de uno de los ministerios de los jesui- tas. Pertenece igualmente a la segunda parte porque los colegios influyeron significativamente en la cultura de los jesuitas. Los jesuitas fueron la primera orden religiosa de la Iglesia Catolica que abordé la educacién forma! como un ministerio de primer orden. Se convirtieron en una “orden ensefante”. Nos es dificil revivir la audacia de tal decision en su dia. Su importancia, para la cultura del temprano catolicismo moderno, fue incalculable. Cuando la Compania fue supri- mida por edicto papal en 1773, dirigia mas de ochocientas universida- des, seminarios y, especialmente, colegios de bachillerato en todo el mundo. El mundo no habia visto antes, ni ha vuelto a ver desde enton- ces, una red tan grande de instituciones educativas actuando a nivel in- ternacional. Los colegios estaban con frecuencia en el centro de la cul- tura de las villas y ciudades donde radicaban: podian anualmente representar varias obras de teatro y aun ballets y algunos mantenian importantes observatorios astrondmicos. Casi al mismo tiempo que comenzé la fundacién de los colegios, los jesuitas se comprometieron con mas vigor y en mayor numero con la Reforma en Alemania. No es necesario insistir en que la Reforma influy6 en la imagen de la Compafiia de Jess, que de hecho es des- crita a menudo como si hubiese sido fundada precisamente para opo- nerse al protestantismo. Tal descripcién, por supuesto, es equivocada. En Paris los compafieros habian sido testigos de las incursiones del 88 Cfr. John W. O'Nalley, ‘To travel to Any Part of the World: Jernimo Nadal and the Jesuit Vocation", Studies in the Spirituality of Jesuits, 16/2, (1984). 34 LOS PRIMEROS JESUITAS “luteranismo” en la capital francesa y no mostraron ningun interés por entender cuales eran las doctrinas del nuevo movimiento. Aunque co- nocian la Reforma, ésta no jugé un papel palpable en el futuro que ellos se habian disefiado y apenas la mencionan al describir sus afios en Paris. Cuando en 1534 hicieron el voto de emplear algun tiempo de su ministerio en un lugar distante, pusieron los ojos en Jerusalén, no en Wittenberg. Jerusalén domino su imaginacion hasta que la imposibilidad del via- je les forzo a la alternativa de ira Roma a buscar ayuda en una mas amplia visi6n de las necesidades pastorales, que el Papa presumible- mente tenia. Con este cambio Ilegé la probabilidad, casi inevitable, de alistarse en la lucha contra el protestantismo. Fabro estaba ya en Ale- mania a finales de 1540, pero no por iniciativa jesuitica. Sin embargo, en 1550, la “defensa de la fe” se habia colocado en lugar privilegiado en la Formula, porque los jesuitas habian caido en la cuenta de que la Reforma les sefialaba una obligacién pastoral de maxima urgencia. De hecho tendieron a comprender la Reforma, ante todo, como un problema pastoral. Vieron sus causas fundamentales, y su remedio, re- lacionados no tanto con temas doctrinales, como con la situacién espi- ritual de las personas afectadas, y contribuyeron a mantener esta inter- pretacién, que guardaba correlacién con su propio conocimiento de lo mas importante en la vida. Retrospectivamente, algunos jesuitas em- pezaron a interpretar su propio origen como una respuesta providencial a la Reforma. Al volver hoy la vista a esos origenes, podemos quedar sorprendidos casi tanto por las semejanzas entre estos dos fendmenos, como por sus profundas diferencias, que todos admiten. De todos modos, aun con una historia muy diferente, la Compafia de Jestis habria existido, aunque no se hubiera producido la Reforma. No se puede definir a la Compajia principalmente en relacién a ésta. En muchas partes del mundo el impacto directo de la Reforma en los jesuitas fue minimo 0 nulo. El impacto indirecto es cuestién totalmente distinta y mucho mas compleja. Esto nos lleva al fendmeno a veces llamado la Contrarrefor- ma 0, actualmente en forma generalmente mas aceptada, la Reforma Catdlica. Cualquier término o combinacion de términos que uno adop- te a este respecto, tendra que afrontar la tesis de que las medidas to- madas para contrarrestar la Reforma produjeron o promovieron cam- bios generalizados en la “vieja iglesia”, vigentes incluso en épocas y lugares en los que el protestantismo como tal era desconocido, hasta en instituciones de larga historia®. 38 _La tesis la formula agudamente Gottfried Maron, “Das Schicksal der katholis- chen Reform im 16. Jahrhundert: Zur Frage nach der Kontinuitat in der Kirchenges- chichte”, Zeitschrift fir Kirchengeschichte, 88 (1977) 218-219. Ver también Paolo Si- moncelli, “Inquisizione Romana e Riforma in Italia’, Rivista Storica Italiana, 100 (1988) 1-125.

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