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CAPÍTULO 2
Un primer análisis de los elementos que constituyen la estructura del lenguaje humano nos lleva
a la idea unitaria de morfema.1 Los morfemas pueden ser de dos tipos: lexemas y gramemas.2 Los
lexemas son las unidades léxicas mínimas; su significado es concreto y particular y su estudio
corresponde a la lexicología. Los gramemas son unidades gramaticales mínimas; su significado es
vago y general y su estudio corresponde a la morfosintaxis.
Los gramemas señalan las relaciones entre los lexemas o los caracterizan categorialmente.
Pueden ser independientes (separables) o dependientes (inseparables) de los lexemas, aunque tal
carácter dependa en ocasiones del punto de vista que adopte el estudioso (cf. n. 7). Son gramemas
independientes los puntualizadores, los inclusores, los conectores y los pronombres. Son gramemas
dependientes las categorías accidentales, o sea, el género, el número, el caso, el grado, la persona, el
tiempo, el modo, el aspecto, así como los categorizadores verboidales y adverbiales. Llamaremos
formantes a los exponentes de tales gramemas dependientes.3
Combinando lexemas y gramemas en lo que Martinet denomina acertadamente «primera
articulación», se constituyen las palabras, conjuntos que parecen no gozar de mucho predicamento
entre los lingüistas. Con todo, no se puede negar la importancia lingüística de la palabra. Tal vez no
sea una unidad propiamente lingüística, de donde su difícil definición en términos científicos, pero
resulta evidente su existencia incluso para el hablante más iletrado. […]
Me parece, por lo tanto, criterio realista seguir teniendo en cuenta la palabra como soporte
mínimo de las unidades morfosintácticas. Creo que todo lo más que se puede decir de ella es, con
Pottier, algo tan lato como que «tiene una definición componencial en cada lengua» o tan estricto
como que es «la unidad mínima construida». En cualquier caso, es el objeto más audible, visible y
manipulable de esta morfosintaxis.
1
Sabido es que la proliferación terminológica consecuente al desarrollo moderno de la lingüística nos ofrece
constantes sinónimos (o cuasi) más o menos acertados. Los más notables para morfema son monema y
plerematema.
2
Cf. POTTIER, Presentación, § 221a.
3
Aquí también la terminología lingüística prolifera en sinónimos: marcas, morfos, son los más extendidos. Como es
obvio, yo sigo a Pottier hasta donde puedo. Aquí, por cierto, Pottier divide los gramemas dependientes en
formantes (característicos) y aumentos (facultativos). Hago caso omiso de estos últimos por entender que su estudio
entra de lleno en los dominios de la lexicología (cf. POTTIER, ibíd.).
CAPÍTULO 3
La «unidad mínima construida» (cf. 2) se divide en castellano en las dos grandes clases de
palabras léxicas y palabras gramaticales, las primeras con lexema, las segundas sin él. Estas dos
clases se subdividen a su vez en las cuatro subclases siguientes, que noto así:
Idea componencial de la palabra que nos permite clasificarla formalmente sin alejarnos
demasiado, por otra parte, de los principios tradicionales. Véase, en el cuadro 1, la clasificación
general de las diez categorías formales del castellano, con especificación de sus características
accidentales y funcionales.
Verticales:
1
Cf. POTTIER, Presentación, § 221b, aunque este profesor solo considera posibles la clase LG y la G, que en rigor
engloba mis dos últimas. La clase L no la señala.
Ver = Verbos PP = Pronombres personales
V (I, G, P) = Verboides (Infinitivo, PR = Pronombres relativos
Gerundio, PI = Pronombres interrogativos
Participio) PPo = Pronombres posesivos
Adv = Adverbios PD = Pronombres demostrativos
Pun = Puntualizadores PA = Pronombres artículos
Horizontales:
NOTA: El signo positivo entre paréntesis indica que la forma afectada aparece realmente en esa función sólo
como término de un complemento.
3.2. LA SUBCLASE L
Las nueve restantes categorías formales corresponden a las llamadas «partes de la oración»,
como se desprende del hecho de que todas ellas posean un componente G al menos.
A la subclase LG pertenecen los sustantivos, adjetivos, verbos, verboides y adverbios. Nada hay
que advertir, de momento, respecto a la composición de las categorías sustantivo y verbo. En cuanto
al adjetivo, incluye ahora, como veremos, además de los calificativos tradicionales, los numerales y
muchos indefinidos. En cuarta posición aparecen los verboides, antiguas formas no personales del
verbo, que constituyen categoría distinta de este, pues son muchas sus diferencias
morfofuncionales, según puede apreciarse en el cuadro 1. Su mayor punto de contacto es el lexema
común, pero esto, como ya advirtió Bally,2 caracteriza sensiblemente a toda la subclase:
Podría argüirse contra la disociación de verbo y verboides que la existencia de una de las dos
categorías entraña necesariamente la de la otra,3 pero posiblemente también esto es cierto entre las
categorías adjetivo y adverbio, aunque nunca –precisa reconocerlo– tan sistemáticamente como en
2
Cf. BALLY, Linguistique, § 175-178.
3
Tal vez en la práctica se dan excepciones como la de, por ejemplo, los verboides engreírse y engreído desasistidos de
formas verbales.
las anteriores. Como quiera que sea, son muchas e importantes las diferencias gramemáticas entre
verbo y verboides (confirmadas, además, por las diferencias funcionales) para que puedan incluirse
en una misma categoría. Finalmente, el adverbio se ha desprendido de toda una masa de formas
invariables (no conceptuales, por otra parte) que pasan a la subclase siguiente.
A la subclase G pertenecen los puntualizadores, antiguos adverbios (no conceptuales)
invariables; los inclusores, determinadas antiguas conjunciones que no «unen» sino que «facilitan»
la inclusión asindética por metábasis; y los conectores, repartidos en las subcategorías de conectores
de coordinación y de subordinación.
La subclase GG contiene solo la categoría de los pronombres formada por las subcategorías de
los personales, relativos, interrogativos, posesivos, demostrativos y artículos. La novedad principal
es la absorción de los antiguos pronombres indefinidos por la subcategoría de los personales.
Como no podía menos de suceder, las denominaciones de las nueve partes de la oración nos
dicen algo de sus facultades funcionales. Sustantivos y verbos son núcleos de los sintagmas
llamados por lo mismo nominal y verbal. Adjetivos y adverbios funcionan eminentemente como
adjuntos de esos dos núcleos, respectivamente. Los verboides comparten grosso modo la función de
predicado con el verbo. Los puntualizadores –despojos de la heteróclita y, por lo mismo,
baqueteada categoría de los adverbios tradicionales, cuyo único factor común es su carácter
adverbal– circunstancian, consecuentemente, el proceso verbal. Los inclusores transponen, los
conectores unen, coordinando o subordinando. Los pronombres, sin función específica, se
comportan ya como núcleos sustantivales, ya como adjuntos adnominales o adverbales.
CAPÍTULO 4
[…]
4.4. GRADO
Algunos autores (BELLO, Gramática, § 206; LENZ, oración, § 125) asimilan estos elativos a los
aumentativos, con lo que no tendrían lugar en esta morfosintaxis por su carácter léxico. La Real
Academia Española, sin embargo, entiende que son de naturaleza gramatical (Esbozo, 2.4.8g).
Resulta ser, en consecuencia, un gramema eminentemente categorizador.
[…]
4.8. CATEGORIZADORES
Se trata de gramemas que, como su nombre indica, tienen por objeto distinguir categorías
formales. Caracterizan a los verboides, dividiéndolos al mismo tiempo en las tres subclases de
infinitivo, gerundio y participio, y a los adverbios, de los que marcan dos tipos, los en mente y los
demás.
CAPÍTULO 5
[…]
5.3.2. ATRIBUTIVO
Se trata de una función típicamente adjetiva (ad-iectio = añadidura), por cuanto consiste en la
modificación directa de una forma nuclear por un adjunto cualquiera. Está claro que este tipo de
relación se da eminentemente en el sintagma sustantivo + adjetivo (o sustantivo + pronombre
adjetivo):
Libro blanco
Ingrata patria
Su marido
Hombres clave
Río Tajo
Extraordinariamente violento
Extraordinariamente cerca
[…]
5.3.3. DECLARATIVO
[…]
5.3.4. EXPANSIÓN
Prácticamente todas las formas gramaticales pueden tener modificadores indirectos. Reservo el
nombre de expansión a los de cualquier forma que no sea verbo ni verboide.
La expansión está constituida por un conector de subordinación «preposición» y, generalmente,
por un sustantivo, pronombre sustantivo u otra forma sustantiva, si bien podemos encontrar
asimismo adjetivos, adverbios y aun puntualizadores. […]
5.3.6.2. Circunstancial
Categoría funcional emparentada con el circunstancial, pero estructuralmente dispar por cuanto
se trata de un modificador de todo el núcleo oracional o proposicional y no exclusivamente del
núcleo del predicado (verbal) como lo es aquel. El siguiente ejemplo de Pottier es revelador de la
diferencia semántica:
Con todo, resulta difícil encontrar criterios morfosintácticos que distingan circunstante externo
de circunstancial, toda vez que las tres características de este (cf. 5.3.6.5) serían igualmente
aplicables a aquel. A esta dificultad contribuye el que ambas funciones corresponden a las mismas
formas, o sea, a adverbios, puntualizadores y construcciones equivalentes.
El problema consiste más bien en determinar en dónde incide el adjunto: si en un núcleo verbal
–y entonces estaremos ante un circunstancial– o si en un núcleo oracional o proposicional, caso en
que tendremos el circunstante externo. Morfosintácticamente, no parece que dispongamos de otra
marca, por débil que sea, que el orden. La afinidad semántica del circunstancial con su verbo hace
que suela aparecer lo más cerca posible de él. Como tal afinidad no se da necesariamente entre el
verbo del núcleo oracional o proposicional y el circunstante externo, este puede (y suele) aparecer
distanciado, las más de las veces en cabeza de oración; en cualquier caso, media entre él y el núcleo
oracional una pausa, que se representa en el lenguaje escrito con una coma. En efecto, aquí, al igual
que habíamos hecho con la función declarativa (cf. 5.3.3), nos conviene recurrir a las otras ciencias
lingüísticas para instrumentar un aparato caracterizador del circunstante externo que nos resulte
convincente, porque lo distinga, sobre todo, del circunstancial. Así, tendremos:
a) Criterio morfosintáctico: orden indiferente con respecto al verbo, frente a orden más rígido
del circunstancial.
Creo que a y b’ son los esquemas típicos en cada caso precisamente por la redundancia de
recursos discriminatorios: lo táctico viene a paliar el «ruido» de la transmisión fonética. Me parece
a’ menos frecuente porque sobrecarga la responsabilidad de la prosodia, y considero b
declaradamente anormal, aunque posible.31
31
Me refiero, por supuesto, al ejemplo concreto, no al sintagma adverbio + verbo que, seguramente, es normal en
muchísimos casos.
CAPÍTULO 11
Adverbios
Palabras léxicas del tipo LG cuyo lexema es susceptible de los gramemas categorizador
(exclusivo) y de grado (no exclusivo), y que pueden estar en las funciones de predicado, atributivo,
declarativo, término, circunstancial y circunstante externo.
[…]
11.3. CLASIFICACIÓN
Hay, pues, dos clases formales de adverbios; los de formante categorizador mente y los de otros
formantes. El primer grupo posee un repertorio ilimitado y abierto, por lo mismo que deriva
directamente de la categoría de los adjetivos. El segundo grupo es bastante limitado; paso a intentar
su catalogación por orden alfabético: 10
Observaciones:
a) Arriba, abajo, adelante, atrás, afuera y adentro pueden aparecer pospuestos a ciertos
sustantivos (calle arriba, tiempo atrás, mar adentro, etc.), lo que les ha valido la denominación de
«adverbios pospuestos» (Bello, § 375) y aun la de «preposición pospuesta» (Alcina & Blecua,
6.2.2; Lenz, § 334). En realidad, se trata de un caso particular de adjetivación. 11
b) Antes y después dan la impresión de poder aparecer pospuestos, como los anteriores, lo que
movió a Bello y a Lenz a incluirlos equivocadamente en el mismo grupo (meses antes, días
10
No nos interesa aquí la clasificación tradicional en adverbios de modo, tiempo, etc., por ser de base semántica.
11
Que no hacen el mismo oficio que las preposiciones (BELLO, ib.) ni «funcionan casi como preposiciones (LENZ,
Oración, § 147) se comprueba 1º, porque no van, como muy naturalmente lo hacen los conectores (preposiciones ⊂
conectores), entre los elementos a los que presuntamente unen; y 2º, porque el presunto término de tales
«preposiciones» puede a su vez ir precedido de una verdadera preposición, lo cual invalida que el adverbio esté en
función conectora:
Tiramos por la calle arriba
No quiero que transcienda de puertas afuera.
Esto ya lo había entrevisto Lenz («propiamente estos adverbios se juntan con el verbo» Oración, § 334), pero se
equivocaba cuando estimaba que cambian «enteramente» de significado con la colocación. Véase con sus ejemplos
(que son los de Bello):
cuesta arriba = arriba de la cuesta
río abajo = abajo del río
tierra adentro = adentro de la tierra
mar afuera = afuera del mar
años atrás = atrás en los años
camino adelante = adelante en el camino
Lo que sucede es que Lenz ejemplifica erróneamente con antes y después, que no pertenecen a este grupo y sobre los
cuales me remito a la observación siguiente.
después). Aquí no hay, las más de las veces, adjetivación, sino adverbialización, por el contrario, de
los sustantivos o sintagmas sustantivales que preceden al adverbio.12
[…]
La caracterización tradicional del adverbio como la de todas las categorías gramaticales tenía
base eminentemente funcional.23 Su clasificación era o formal, pero de índole lexicológica,24 o
conceptual y, por ende, semántica.25 El adverbio quedaba, así, a caballo entre las «partes» y las
«partículas».
Funcionalmente era una «parte» de la oración, en cuanto que resultaba ser el atributivo del
verbo, del adjetivo o de sí mismo, y formalmente aparecía como una «partícula», por su
invariabilidad.
Mi consideración morfosintáctica del adverbio tradicional me ha llevado a un intento –tal vez no
logrado y, en cualquier caso, de alumbramiento distócico– de segregación, del adverbio auténtico,
de la liga de partículas tan persistentemente batida con él por la tradición gramatical. Tales
partículas ex adverbiales constituyen en esta morfosintaxis la categoría de los puntualizadores.
Mientras que los adverbios, palabras LG, son aún susceptibles de gramemas dependientes (el
gramema categorizador y el de grado), los puntualizadores, como palabras G que son, resultan
invariables. Funcionalmente son semejantes, como ya sabíamos, pero bien estamos viendo en este
tratado la versatilidad de ciertas partes de la oración en cuanto a funciones se refiere: algo que
dificulta extraordinariamente la caracterización de aquellas tomando a estas como criterio único.26
Se comprueba, con todo, el carácter fronterizo del adverbio y, por lo tanto, de los
puntualizadores. Resulta evidente la dificultad de distribuir la lengua en compartimientos estancos.
Los adjetivos pueden sustantivarse y los sustantivos quieren ser adjetivos. Los verbos se
nominalizan históricamente y los adverbios se nutren de adjetivos todo lo que pueden. Las
«partículas» procrean a base de injertos de semantemas (como diría Bally) y los pronombres sirven
para todo como hábiles comparsas en la representación (performance!) de la cadena hablada.
Así, hay adverbios que, aun tras el expurgo, se resisten al gramema de grado o muestran un
formante categorizador sui géneris, y puntualizadores cuya distribución recuerda la típicamente
adverbial. Viene a complicar esta cuestión el hormiguero de las locuciones adverbiales, para cuyo
12
Con la simple adición de un complemento al adverbio, se demuestra que este no tiene función conectora y que el
sustantivo no es su término, sino un cuantificador suyo:
Sucedió meses antes de que tú nacieras
días después
Tales complementos son imposibles de catalizar en los adverbios de la observación anterior, que no tienen el carácter
«comparativo» de estos. Obsérvese cómo atrás, que da la impresión de parecerse a antes (meses atrás, tiempo atrás /
meses antes, tiempo antes) postula muy en vez de mucho (muy atrás / mucho antes). Por todo ello, cuando Lenz ilustra
su tesis sobre los adverbios pospuestos (v. nota anterior) con precisamente un ejemplo de antes, lo hace abusivamente y
obtiene la desigualdad
Sucedió el día antes ≠ sucedió antes del día
que no es válida para abonar su tesis, pero si para mostrarnos que la determinación del sustantivo día le quita el carácter
de cuantificador y nos lleva de nuevo a la adjetivación de adverbios:
Sucedió el día antes = sucedió el día anterior (Lenz)
23
«El adverbio es una parte invariable de la oración, que sirve para calificar o determinar la significación del verbo o la
del adjetivo y a veces la de otro adverbio» (GRAE, § 179a). Como no era la única parte invariable, tal particularidad
formal no resultaba característica. Queda solo, pues, lo funcional.
24
«Por su forma se dividen en simples y compuestos (GRAE, § 182a).
25
«Por su diferente significación se dividen en adverbios de lugar, de tiempo, de modo, de cantidad, de orden, de
afirmación, de negación, y de duda» (GRAE, § 182b).
26
Véase el laborioso –y, a mi entender, fallido– intento de ANA M. BARRENECHEA, «Las clases de palabras en español,
como clases funcionales» (en Estudios de gramática estructural, pp. 9-26).
encasillamiento, al fallarnos lo formal y lo funcional por razones obvias, no nos queda otro asidero
que el de la frágil distinción entre significado léxico y significado gramatical. Todas ellas han ido a
parar a la categoría del adverbio y aun han resultado enriquecidas con el conjunto no despreciable
de las locuciones conjuntivas tradicionales, las cuales […] no tienen cabida entre los conectores.
A fin de ilustrar mi punto de vista y dado el carácter limitado de los repertorios de palabras G,
he tratado de ofrecer las listas, lo más completas posible, de puntualizadores, inclusores y
conectores. Otro tanto he hecho con el 2º grupo de adverbios (los de formante categorizador otro
que mente), conjunto reducido y cuasi limitado, verdadero puente entre las «partes» y las
«partículas».
C. PALABRAS G
CAPÍTULO 12
Puntualizadores
Palabras gramaticales del tipo G, no susceptibles, por lo tanto, de gramemas dependientes y que
pueden estar en las funciones de predicado, atributivo, declarativo, término, circunstancial y
circunstante externo.
12.1. FORMA
12.2. FUNCIÓN
Eminentes modificadores del verbo, cuyo proceso «puntualizan». Sus funciones características
son las de circunstancial y circunstante externo. Pero, como se ha dicho más arriba, también pueden
estar, aunque esporádicamente, en las funciones de predicado, atributivo, declarativo y término.
Observación
Predicado Pancistas, no
Atributivo Juan trabaja más aún que su hermano
Declarativo Te lo regalaré un 30 de febrero, nunca
Término Desde entonces no le he vuelto a ver
Circunstancial ¿Cuándo vendrás?
Circunstante externo Nosotros rezaremos, mientras
Observaciones
a) Las funciones de los puntualizadores coinciden con las de los adverbios, lo cual ha sido
criterio sintáctico de que se ha servido la gramática tradicional para incluirlos desde antiguo en una
misma categoría.