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“CONGRESO PENINSULAR EN GOBIERNO, ADMINISTRACION Y

POLITICAS PUBLICAS”

MAESTRA

LUCIA RIVERO OSORIO

MI NOMBRE

TITULO

LA DROGADICCION
INTRODUCCION

Pese a la abrumadora gestión publicitaria en materia de prevención, el


consumo de drogas (ilegales o no) en la población adolescente aún
constituye un problema social de primer orden a resolver. Si bien las
últimas encuestas de 2002-2003 del Observatorio Español sobre Drogas
indican un descenso del consumo de determinadas drogas (eg. heroína),
se han incrementado los casos de intoxicación aguda por cannabis,
abuso de cocaína en la población adulta (a partir de los 35 años) y el poli
consumismo de fin de semana. El en caso del alcohol, los consumidores
menores de edad cada vez son más jóvenes situándose la edad media en
los 13 años. Estos resultados contrastan con el hecho de que la
población juvenil se caracteriza por acceder con mayor facilidad a
información sobre los efectos perjudiciales del consumo de drogas,
especialmente las ilegales. Es, precisamente, este papel meramente
informativo-normativo el que se usa mayoritariamente en la publicidad
preventiva del consumo de drogas mientras que la publicidad comercial
de bebidas de alta gradación alcohólica es de carácter emotivo y
persuasivo. Mena y Tojar (2003) identifican al menos cuatro aspectos
definitorios de la prevención de drogodependencias: informativos,
educativos, de coordinación y de sensibilización. Adoptando esta última
actitud, debemos pues repensar los mensajes publicitarios en materia
preventiva y reorientar su eficacia en función de variables más
psicológicamente significativas. El consumo de drogas puede describirse
como una conducta psicosocial enmarcada en un entorno sociohistórico
determinado. El contenido y las formas de consumo juvenil de drogas
reproduce metafóricamente una dialéctica individuo-sociedad en la que
se generan múltiples discursos a favor y en contra y que, inicialmente,
sirven de base a los adolescentes para la expresión individual y grupal.

En el estudio de Stewart y Power (2003) se constató un patrón diferencial


de consumo de alcohol en los americanos-europeos caracterizado por un
consumo más normativo y socioambiental que en el caso de los
americanos-africanos, siendo el de estos un consumo solitario y dado en
entornos laborales y escolares, claramente reflejando los conflictos
sociohistoricos de cada grupo étnico. Pese a ser ampliamente reconocido
la idea de que en la etapa adolescente las decisiones de consumir drogas
son tomadas racionalmente en función de las consecuencias y el
autocontrol (Kuther y Higgins, 2003), está claro que a la luz de las
evidencias debemos localizar dicha racionalidad en aquellos mensajes
que subyacen a la conducta manifiesta, muchas veces en vueltos en
patrones irracionales. Varios estudios coinciden en afirmar que las
campañas publicitarias de prevención de drogodependencias deberían
detectar problemas emocionales en los jóvenes y analizar el abuso de
drogas como acto que facilita mecanismos de afrontamiento de dichos
conflictos (Hoffman y Cervone, 2000; Medina, Cavioto, Villatoro, Fleiz,
Galván-Castillo y Tapia, 2003). Por lo tanto, una forma de diseñar la
publicidad preventiva en materia de drogodependencias supone la
consideración de los significados juveniles del acto de drogarse, de las
representaciones sociales que subyacen a dicho comportamiento. Esto
implica adentrarse en los mundos subjetivos y metafóricos de los jóvenes
de hoy en día y analizar las corrientes de pensamiento que fomentan
dicho consumo. Como afirman Leeming, Hanley y Lyttle (2002), los
diseñadores de los programas de prevención de drogas deben poseer un
conocimiento profundo de los puntos de vista mantenidos por la
audiencia respecto del objeto de actitud y cambio conductual
considerados. En la investigación de Hanson (2002) se constató que las
creencias sirvieron de base para diferenciar a fumadores de los
nofumadores y persuadir a aquellos de abandonar el hábito. Las
representaciones sociales serán obtenidas a modo de discursos
encubiertos, a partir de los patrones actuales de consumo de drogas y en
consideración con las vicisitudes del periodo adolescente y de la
sociedad que les ha tocado en suerte. Discurso 1: Reto y la anticipación
de sensaciones inmediatas En la tradición histórica de muchos pueblos
ancestrales es posible describir un uso sociocultural, terapéutico y
mágico-religioso de determinadas drogas. Por ejemplo, los incas y demás
pueblos andinos solían (y suelen) mascar hojas de coca para evitar el
soroche o mal de altura; los hindúes hacen virtuoso en sus reuniones
sociales el consumo de hachís; actualmente, el uso de la cocaína parece
estar muy extendido entre determinadas profesiones de altas demandas
físico-laborales o simplemente por motivos recreativos; su debate en
torno a los múltiples usos terapéuticos de plantas como la marihuana es
cada vez más evidente a la par que ancestral (lepra, fiebre); el vino y la
cerveza son símbolos de las culturas mediterráneas y noreuropeas,
respectivamente; etc. La prohibición de consumir drogas (legales o
ilegales) y su referente históricocultural entran en contradicción social y
genera la primera oportunidad para la búsqueda de sensaciones al
fomentar el relativismo conductual. Efectivamente, los jóvenes, en su
proceso de autoconstrucción del super-yo, juegan a desafiar a los
adultos, a romper o saltarse las reglas que consideran más absurdas por
contradictorias. En particular, para Ritson (1981) la ambivalencia en el
mundo del alcohol explicaría también la ausencia de claridad en los
planes de prevención de problemas alcohólicos. Pero esa intención no
puede limitarse a una mera imitación del adulto sino que tratará de abrir
caminos nuevos consumiendo no tanto las bebidas propias de la cultura
gastronómica (vino o cerveza) sino aquellas ajenas a la misma (ron,
wishky, vodka,...) e ilegales. La elección permite además experimentar
sensaciones bruscas inmediatas en un claro efecto de paliar la
frustración socialmente creada del retardo de recompensas inmediatas.
En definitiva, el uso se hace abuso en un colectivo emocionalmente
inmaduro y necesitado. Discurso 2: El mundo mágico de las sensaciones
Un estudio con cerca de 400 adolescentes finlandeses acerca de las
razones para beber y drogarse permitió afirmar que éstas tenían que ver
con la búsqueda de experiencias sensoriales, subjetivas referidas a “un
sentimiento de bienestar” y “de diversión” (Palmqvist, Martikainen y Von
Wright, 2003). La descripción de sensaciones puede proceder de las
drogas actualmente de moda, más consumidas así como del modo de
consumo. El patrón de consumo adolescente describe una tendencia
cada vez más evidente al policonsumismo de fin de semana. Ya resulta
evidente el paralelismo de este patrón con el del adulto que se sufre el
devenir de la semana llena de obligaciones laborales para luego
abandonarse a la vida contemplativa y consumista los fines de semana.

Es la liberación de síntomas represivos en un corto espacio de tiempo y


como recompensa de la semana. De mayor a menor consumo de drogas
en nuestro país, las sensaciones pretenden individual y conjuntamente
estimular la socialización destruida y alimentar la autoestima (alcohol,
tabaco), prolongar el placer de disfrute y estimular la comunicación, al
disminuir la fatiga, el sueño, el apetito y aumentar la locuacidad (cocaína),
reducir el dolor y recrearse en la euforia (heroína), no pensar, no sentir,
no recordar, alterar el mundo, detener el tiempo y relajarse
(cannabinoides), deseo de velocidad de vida al potenciar efectos
cardiovasculares y parasimpáticos (drogas de síntesis), de actuar con
actitud agresiva (anfetaminas) y confundirse con ideas delirantes y
descoordinar la propia acción. En general, se describe un intento de
perder el control, de huir de una realidad agonizante, amenazante por
rutinaria e insulsa, de narcotizar o sedar la propia vida y abandonar la
mente en sensaciones de placer en un mundo socializado, abierto, propio
del pensamiento platónico adolescente. Para tal finalidad, es de vital
importancia complementar el consumo con una música caracterizada por
ruidos fuertes y descompasados que sitúen al sujeto en estado de
pseudotrance o hiperactivación. En algunos casos, sobre todo en sujetos
de consumo reincidente, dicho patrón supone una extensión de las
relaciones de inestabilidad, asocialización y aislamiento social vivido en
familia y en sociedad. Por ejemplo, los bebedores problemáticos
identificados por Steinhausen y Metzke (2003) junto con otros tres grupos
de bebedores adolescentes (abstinentes, bebedores sociales, grandes
bebedores), fueron caracterizados con baja autoestima, baja aceptación
parental percibida unido a un elevado rechazo de estos. En Diego, Field y
Sanders (2003), los adolescentes más propensos a beber alcohol, fumar
tabaco y consumir marihuana eran aquellos adolescentes populares con
niveles elevados de depresión y fracaso (intelectual).
DESARROLLO

En general, el uso de drogas corresponde a un afán de huir de la realidad. Las


drogas proporcionan una vía de escape, un alivio temporal a los problemas
personales, familiares o sociales. También son una puerta de salida frente al
vacío existencial presente en el interior de la persona, el cual la lleva a volcarse
en búsqueda de salidas ilusorias que llenen dicho vacío.
Algunos factores que favorecen el fenómeno de la drogadicción pueden ser
clasificados del modo siguiente:

Factores de tipo social: En la actualidad, existe una amplia


disponibilidad de drogas, legales e ilegales, lo que hace mucho más fácil el
acceso y el consumo de las mismas. Tranquilizantes, somníferos, hipnóticos,
etc., se pueden conseguir en las farmacias sin receta médica. Asimismo, el
amplio tráfico y distribución de drogas ilegales hace que sea fácil obtenerlas.
Algunas drogas, como el éxtasis, están "de moda", y prácticamente se puede
obtener en cualquier discoteca. Niños y jóvenes que viven en las calles pueden
obtener pegamentos, tales como el Terokal, para inhalar.

Factores de tipo familiar: Los hijos de padres fumadores, bebedores o


tóxico dependientes son más proclives a tomar drogas que los hijos de padres

que no lo son. Un ambiente familiar demasiado permisivo, donde no exista


disciplina o control sobre los hijos; o demasiado rígido, donde los hijos se
encuentren sometidos a un régimen demasiado autoritario o se encuentren
sobreprotegidos, puede también fomentar el consumo de drogas.
Factores de tipo individual: Muchos factores personales pueden influir en la
decisión de consumir drogas. Éstas pueden ser vistas como una vía de escape
a los problemas cotidianos; algunas personas las usan como medio para
compensar frustración, soledad, baja autoestima o problemas afectivos.

CONSECUENCIAS
El drogadicto pierde lo mejor de sí mismo: el autocontrol y la fuerza de
voluntad. Se vuelve apático, desinteresado, ansioso. Pierde el estímulo por los
logros personales y profesionales. Se aísla, desprecia los vínculos familiares y
amistosos, y se encierra en círculos, por lo general marginales, donde le resulta
fácil conseguir la droga. Se vuelve esclavo de la sustancia hasta destruirse a sí
mismo.
Las repercusiones en el ámbito familiar también son importantes. La familia de
un adicto casi siempre se ve desbordada en su intento de hacer frente al
problema, sobre todo cuando, junto a la toxicomanía, se producen conductas
de carácter delictivo. El abanico de actitudes que se da entre los progenitores
ante la existencia de un hijo toxicómano es muy amplio -desde el ocultamiento
y la incomprensión al intento de encontrar soluciones con el apoyo de
profesionales-, pero en cualquier caso el problema siempre plantea graves
tensiones e importantes cargas económicas, en ocasiones insostenibles.

En el ámbito social, las consecuencias más graves del consumo de drogas


probablemente sean la marginación y la delincuencia. Por un lado, la
distribución de las drogas ilegales está controlada por organizaciones
criminales, con las secuelas de corrupción y violencia que ello lleva aparejado,
y por otro lado, el consumidor suele recurrir a conductas delictivas para poder
adquirirlas.
CONCLUSION

Aunque las drogas han existido siempre y seguirán existiendo, el consumo


problemático se ha manifestado con fuerza en las ultimas décadas
transformándose en un problema social que va en aumento ya que cada vez
hay más personas que consumen algún tipo de droga, en mayores cantidades
y a edades más tempranas. Hay una mayor variedad y hay mayores facilidades
para acceder a ellas..El consumo abusivo de drogas afecta a las personas, a
las familias, ala sociedad, es decir,, un problema que nos afecta a todos y que
requiere ser enfrentado por los diferentes sistemas o grupos de nuestra
sociedad. La solución no esta sólo en manos de los organismos de control, ni
en la de los expertos, es fundamental que se involucre la comunidad, la
escuela y especialmente la familia.La drogadicción es en realidad un fenómeno
muy antiguo que en nuestros días se ha manifestado intensa y masivamente.

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