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nueva generación de pensadores sustentaba?

¿En qué consistía,


y esto es lo que aquí nos interesa, ese cambio operado en el
concepto fundam ental de la esencia del E stado, ele la sociedad
y de la Historia?
El punto de partida de este movimiento se encuentra en
la crítica de la vida constitucional, habiéndose condensado en
esta fórmula: la constitución de un E stado no puede ser una
CAPITULO III creación arbitraria de la razón ni de un refonnador cualquiera,
sino la expresión de las condiciones del Poder en cada época pre-
dominante, pues de otro modo eslaría expuesta a una existencia
FUNDACION DEL SOCIALISMO HISTORICO nominal fuera de la realidad de las cosas, o, en otras palabras,
a ser una excrecencia orgánica fuera del proceso evolutivo de
Desde el principio del siglo xrx se señala ya la tendencia los pueblos. Esto conduce a poner de relieve la última relación
que existe entre la constitución de un Estado (y de todas las
a contar con la Historia para elaborar los conceptos d e sociedad
formas jurídicas) y el estado de la sociedad en general. Y esta
y Estado. A la concepción racionaiista viene a sustituirla otra que
crítica teórica, especialmente aplicada a la constitución política,
podemos llamar histórica o realista. No es que antes de esta época
debia convertirse necesariamente en una teoría general de la so-
faltasen escritores que reflejasen en sus obras este concepto his-
ciedad y del E stado, cuyo contenido puede resumirse en las
tórico o realista, pues ahí están, para no citar otros, los nombres
siguientes máximas:
de Harrington, Burke, Montesquieu y Vico, sino que hacia fines
del siglo xvrrr este espíritu histórico llegó a imponerse y hasta No es cierto que exista un orden natural fuera del consti-
convertirse en el espíritu de la época. La génesis de este espíri- tuido; éste es tan natural como cualquier otro. Es también no
tu se hallan en relación íntima con las grandes transformaciones menos racional que otro cualquiera y si no es el mejor, tampoco
que a consecuencia de la Revolución F'rancesa se operaron en es el peor ele cuantos pudieran concebirse. E s además el único
la esfera política. Fueron los enemigos del liberalismo, los repre- posible en una época dada, y por lo tanto, tan fatal como ésta
sentantes de un criterio político 1·eaccionario, Jos que iniciaron misma. A estas ideas les dio Hegel -el pontífice universal de
también en primer término es ta reacción contra las teorías socia- aquellos tiempos- un ropaje filosófico con su célebre frase:
les y políticas que llevaban el sello del racionalismo; aquellos "Todo lo que existe es razonable".
que, según la expresión de uno de los fundadores de las nuevas Prescindiendo de la estructura impuesta a estas ideas en la
doctrinas ( De Bonald ), presidieron la contrarrevolución de la filosofía hegeliana, donde la frase mencionada reviste una im-
ciencia. Pero bien pronto no fueron ya los filósofos del Estado portancia especial, el concepto histórico puede formularse como
y de la Historia los únicos en seguir este camino, sino que por sigue:
él ma!·charon también los historiadores y los representantes de El régimen p olítico y social constituido es la resuitantc de
las distintas ciencias -jurisprudencia, filologia, geografía, etc.-, todos los factores que determinan la vida p olítica y social. "El
y hornbrcs como De Bonald, Le Maistrc, Thierry y Guizot en derecho es la expresión de las relaciones actuales" ( Schleierma-
Francia; von Haller, Zacharia, Sa•;igny, Nichbur, Sch16gel y cher ). Corresponde a las condiciones objetivas del país, de la
Schleiermacher en Alemania -pa~·a no citar sino los más cono- técnica (las condic iones materiales de la dda, que decía Guizot),
cidos- acomeiieron la empresa de fundir toda la v.lda mental en así como también a las condiciones subjetivas, a la forma y grado
moldes nuevos. Pero, ¿cuáles eran las ideas directrices que esta de desarrollo de la humanidad en una época determinada y en

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un determinado pab. Es el producto, no del error, sir:o de inte- orientación histórico-realista. Y de este modo derivase del socia-
rc.ses perfectamente lógicos de aquellos elementos políticos que lismo racional un mcionalismo histórico-realista.
disponen del Peder. La Historia es, pcr lo tanto, no una acumula- Como no nos interesa aquí b gradual evolución de las
ción de errores y extravíos, sino el proceso orgánico de formación teorías socialistas, sino sólo el caudal de ideas que en ellas se
de las relaciones del Poder, que se re[diza en continua lucha con contiene, renuncio a hacer la exposición histórica del progreso
los intereses opuestos. "El contenido de la historia moderna lo evolutivo de este socialismo moderno en el verdadero sentido
forma la lucha de clases". "La Europa moderna ha nacido de de la palabra. Quiero solamente hacer notar que en dicha evolu-
la lucha entre las distintas clases" ( Guizot). ción corresponc1c, en mi sentir, la mayor parte al francés Luis
Pero con esto quedaba definido al m:smo tiempo el criterio Blanc (el más insignificante de todos los socialistas, como Hegel
que estos hombres habían de adoptar frente a todas las reformas lo lla:naba ) y al alemán Lorenzo von Stcin, este último no pro-
y revoluciones, frente a todos los cambios del régimen constitui- piamente socialista, sino puramente teórico. Para nuestro propó-
do. Todas las transformaciones de la vida política y sccial tienen sito ele conocer la esencia de es!.c nuevo socialismo basta que
estudiemos las teorías de aquel hombre en cuyas obras fluyen
que ser evoluciones lentas del régimen constituido; "Lm nuevo
todas las corrientes de su tiempo, cuyas concepciones se convier-
régimen sólo puede tener sentido y viabilidad cuando se han
ten en regJa par<: todos los socialistas, y que supo imprimir de
cumplido las condiciones subjetivas y objetivas a las cuales se
tal modo e1 sello de su genio a las teorías imperantes, que afec-
halla ligada su eficacia.
taron una forma especial en el sistema por él elaborado; este
Ahora bien; el resultado práctico a que llegó la mc.yor parte hombre es Carlos Marx.
de los teóricos políticos y sociales de aquel tiempo, fue: o a re- Carlos l\-farx nació en Trier en 1818; su padre era un judío
conocer que el constitucionalismo liberal (la sociedad burguesa) converso, curial de profesión. El ambiente del hogar paterno
es la mejor forma político-social, no sólo para el ¡we';ente. sino estaba saturado de espíritu y culhua mundanos. Los autores pre-
también para el porvenir imaginable, o n. reconocer, pcr el con- dilectos de la familia eran Voltairc y Shakespeare, que más tarde
trario, que las ideas liberales y burguesas son ya indica::es, doc-- fue durante !:oda la vida de Carlos Marx su poeta favorito. Es
trinarias, que han arraigndo para mal de los pueblos, y qrw urge, sorprendente el carúcter de internacionalismo que tenía aquel
por lo tanto, extirparlas. La nueva fil osofia social :<e orienta, pues, hogar. La madre era más holandesa que alemana. Las relaciones
hacia la defensa de la política conservadora o reaccümarÍ<1.. más íntimas provenían de vVcstfalia: los padres del que fue luego
Pero lo que a nosotros nos interesa aquí, y por lo que yo ministro de Prusia, el culto barón Edgardo de \Vestfalia, por cier-
he reproducido esas consideraciones generales , es que este nuevo to medio escocés, del cual recibió Carlos Marx sus primeras
concepto histórico no tardó en aplicarse a la lucha social con·· impresiones literarias, y Yenny, la que luego fue su esposa. En
temporánea y en ser adoptado por homb::es que no tcní2n inte- aquella casa el frai)cés y el inglés eran familiares.
rés en conservar o retrotraer en formas anticuad<1.s el orden do Carlos estudió filosofía e historia en Bann, con el propósito
cosas existentes, sino que, al contrario, se bailaban interesados de ser profesor en Pmsia. En 1842 se hallaba a punto de conse-
en imprimirle una dirección progresiva; me refiero a los sccialis- guir sus fine:>. Sin embargo, surgieron dificultades, y el joven
tas. Y así fue como entró el socialismo en un nuevo período de .Marx, que bahía estado en íntima compenetración espiritual con
su evolución. Así como hasta entonces había formado su caudal Bruno Eaucr, fue arrollado p or la ola reaccionaria que volvió
de ideas a expensas de la filosofía social nacionalista del si-· a invadir las m!ivcrsidadcs pmsianas, y especialmente ]a de Bonn,
glo XVIII, de origen burgués, del mismo m odo ahora se fue im- sospechosa por sus herejías tec16gicas. Y ocurrió lo que suele
pregnando poco a poco del espíritu que informaba la moderna suceder cuando no se tiene una carrera: que el joven :Marx se

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dedicó al periodismo. Bien pronto, sin embargo, tuvo que emi- ambiente internacional en que había vivido, podía prescindir
grar: en 1844 la policía prusiana lo expulsó del país, y fue a re- de todos los accidentes del desarrollo nacional y señalar lo
fugiarse en b contigua Lutecia, de donde, probablemente por tópico de la vida social moderna, lo general en lo particular.
instigaciones de Prusia, el ministro suizo volvió a expulsarlo; en 1vfarx ha asentauo -en unión de su amigo Federico En-
tonces, en 184.5, se estableció en Bruselas, y en 1848 volvió, pero gels-, en una larga serie ele obras, de las que El capi,tal es la más
por p oco tiempo, a Alemania, marchando finalmente, en 1849, conocida, los fundamentos de un vasto sistema filosófico social
a Londres, donde pudo descansar al fin libre de las persecucio- que no podemos analizar aquí en detalle. Lo único que en esto
nes policíacas hasta 1883, fecha de su muerte. lugar nos interesa es la teoría marxista del movimiento !;odal,
Su personalidad, cuyos rasgos originales se acentuaron aún pues solamente a ella debe Marx el haber ejercido la gran in-
más con estos azares de su vida, se caracteriza por el exceso de fluencia sobre la marcha de la evolución social. Esta teoría no
actividad mental. Su cualidad predominante es la de un crítico, se halla particularmente compendiada en ninguna de sus obras,
exento de ensueños e ilusiones. De ella proviene la mirada extra· pero sus elementos esenciales se encuentran recogidos en el M a-
ordinariamente perspicaz con que supo escrutar en las relaciones nifiesto Comunista de 1847, que Marx y Engels redactaron para
fi!osóficas e históricas y llegar hasta el fondo en que yacen los que sirviera de programa a la "Liga de los hombres justos", de
elementos menos nobles de la humanidad. Pedro Leroux ha escri- Bruselas, la cual lo adoptó, cambiando, en consecuencia, su nom-
to una frase en la que siempre he visto el retrato de Marx: bre por el de "Liga de los comunistas".
"Tenía una gran penetración para descubrir el lado malo de la El Manifiesto Comunista contiene una filosofía de la His-
naturaleza humana", a lo que se puede añadir: "Y todas sus fla- toria, condensada en líneas generales, que basta para el programa
quezas". De este modo se encontraba ya predispuesto por su de un partido, pero que es la obra más extraña de la literatura
naturaleza para aceptar como artículo de fe la máxima de Hégel universal. Se halla plagada de errores de ideas por madurar, y
de que el Malo preside al desarrollo de la humanidad. Y su es, así y todo, una obra maestra insuperable. Hay en ciJa una
concepción del mundo está expresada en los siguientes versos: abundancia de ideas que parece fabulosa, cuando se piensa que
sus autores eran unos muchachos que no habían pasado de los
La tierra pertenece al mal espíritu veinte años. Muchos de los conceptos allí expuestos acusan una
no al bueno; los dioses nos envían
d.esd e los ciclos bienes generales. perspicaz sabiduría. Se ha dicho que toda la esencia de la sacie-
Su luz, que alegra a todos, :: ninguno dad moderna está contenida en el Manifiesto Comunista, y hasta
hace rico; en sus dones cierto punto es verdad, aunque las ideas se expresen allí en nna
ninguna posesión puede fundarse. forma aforística poco razonada. Pero cuando se han consagrado
Lo que capacitaba a }.Jarx para elevarse al primer rango unos diez años al estudio de las condiciones sociales, siempre se
entre los filósofos sociales del siglo xrx y compartir con Hégel encuentran en el Manifiesto Comunista verdades nuevas, inespe-
y Darwin una decisiva influencia sobre las ideas de nuestro radas e inaud itas. El mismo Marx y Engels sólo lograron en sus
tiempo, era que unía al conocimiento de la más alta forma de obras posteriores aproximarse a esta obra genial de juventud,
la filosofía histórica de su época el conocimiento de la más ele- que habían ofrecido al mundo.
vada forma de vida social contemporánea. Que Hégel y la Euro- Las ideas capitales contenidas en el Manifiesto pueden con-
pa occidental, es decir, Francia, y sobre todo Inglaterra, se densarse en el siguiente resumen:
reunían en su persona, viniendo a ser como una lente que sabia La Historia, toda ella, es la historia de la lucha de clases;
concentrar todos los rayos de luz que los pensadores extranjeros Ia historia contemporánea lo es de la lucha entre la burguesía
anteriores a él habían lanzado sobre el mundo. Y que por el Y el proletariado; la formación de las clases es el resultado de

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ui
determinadas condiciones económicas qv.c prcsic:len a la produc- Estos c;onceptos han sido expresados luego con m{li eoxacti-
ción y reparto de los valores: estas condici,1ncs determinan tam- tud, se los ha completado, desarrollado y refundido; pero siem-
bién las relaciones de predominio. Fuerzas innu;nr::ntcs (esta ex- pre cons:idetando los r;osgos capitales de la teor..n rnan.ista del
presión no aparecía en el Manifiesto, pero se hizD corrjente !JlCYimiento social.
y usual en obras posteriores) transfonnan las condiciones de la ¿Dónde está ahora )a importancia. histórica a que se ha
proclamación y, como consecuencia de ello, todas las relaciones ~lebido su enorme éxito? ¿Dónde está el ·secreto de que se huyan
económicas. m~ntenido victoriosos. dtirante más de medio siglo?

Esta transfom1ación económica encuentra su expresión imne- Antes de intentar una respuesta a estas preguntas, debo
diata en la oposición y 1a lucha de clases. En nuestros tiempes, apre3uranne a hacer una. aclaración necesaria.· Si repasamos la:1
la burguesía representa el antiguo régimen económico, que mar- obras de 1vfarx y Engels posteriores a 1842 6 sólo las publiutdas
cha a su ocaso, mientras el proletariado representa al nuevo después de 1847 hasta 1883 6 1895, veremos que la herencia
orden de cosas, que aún se encuentra en su período de gestac:6n. espiritual que nos han legado se presenta al pronto como un
El movimiento social moderno, es decir, el movimiento del pro- confuso amasijo de materiales ideológicos. Sólo quien sepa ahon-
letariado, no es otra cosa que la organización de aquellos ele- dar en las ideas y se tome el trabajo de compenetrarse con el
mentos sociales que están llamados a truncar el dominio de la pensamiento de un autor, podrá encontrar sentido e ilación en
burguesía y a "apoderarse de las nuevas fuerzas productivas de aquella serie de ideas sueltas. Un lector semejante podrá seguir
la sociedad". Y no podrán llevarlo a efecto sino "anulando la el curso de algunas ideas fundamentales a través de las obras de
;\·Iarx y Engels correspondientes a todo el período de su labor
constitución actual, y por consecuencia, toda la actual constitu-
de publicistas, pero al mismo tiempo encontrará en las distintas
ción social", es decir, substituyendo la propiedad y la producción
bases de su obra total otras ideas secundarias que vienen a entre-
privadas por el comunismo.
cruzarse y perturbar la unidad del sistema que sobre la base de
Los comunistas -esto es, el partido político al cual debía aquellas otras ideas capitales hubieran podido elaborarse. La
servir de programa el Manifiesto Comunista- sólo constituyen mayor parte de los que han acometido la empresa de exponer
una parte del proletariado militante en vías de evolución. "Uni- las doctrinas de ~Iarx, sobre todo los burgueses, han incurrido
camente se diferencian de los demás partidos proletarios en que, en la falta de no hacer la distinción debido entre estos diversos
por una parte, dentro de las distintas luchas nacionales del prole- elementos, y así no han podido hacer justicia a la importancia
tariado, representan los intereses comunes a todo el proletariado, histórica de la teoría marxista.
independientes del espíritu de nacionalidad, los cuales trat:.m de Lo que aparece antes que todo como un hecho científico de
imponer, y por otra palie, en que dentro de los distinto:; gmdos primera fuerza en las obras de t-.Iarx es su concepto hist6!·ico del
de evolución por que atraviesa la lucha entre la burguesía y el movimiento social y su definición de las relaciones entre los
proletariado, representan siempre los intereses de todo el moví- fenómenos y procesos de carácter econ6mico, social y político.
miento proletario". 1v1arx aplica al movimiento social el concepto de la evolución.
"Las máximas teóricas de los comunistas no se fundan de Antes de él hubo grandes pensadores que se preocuparon también
ningún modo en ideas y principios encontrados o descubiertos de seguir el hilo del socialismo y del movimiento social a través
por este o aquel reformador del mundo, sirw que son solamente de la Historia; pero ninguno supo descubrir y formularse estas
expresiones generales de las condiciones efectivas de una actual relaciones históricas en fonna tan clara, y sobre todo tan lumi-
lucha de clases, de un movimiento histórico que se desarrolla nosa y eficaz como él lo hiciera. Que las revoluciones y movi-
a nue-stra vista". mientos politicos no vienen a ser otra cosa en el fondo que el

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paso del Poder de una'! a otras clases sociales, ya hubo también El n1ovimiento social moderno pugna por alcanzar lo que
quien antes de :Marx lo vislumbrara y lo dijera, pero ninguno se ha dado en llamar emancipación del proletariado. Pero esta
lo hizo con la fuerza que él. Las transformaciones económicas le emancipación tiene dos aspectos, ideal el uno y material el otro.
sirvieron de punto de partida para ilustrar el concepto de la for- Idealmente sólo puede considerarse emancipada una clase social
mación v constante lucha de las clases sociales. La afirmación cuando económicamente al menos ha logrado que se reconozca
de que '"no hay nunca movimiento polltico que no sea social su independencia como tal clase, que sus individuos sean decla-
al mismo tiempo", ya la había sentado él en La m-iseria antes de rados sujetos económicos, y por lo que se refiere al proletariado,
que apareciese el Manifiesto Comunista. Consecuencia de toda que se halla en dependencia económica respecto al capital, sólo
esta labor fue que el proletariado llegó a tener conciencia plena habrá obtenido su emancipación cuando haya conseguido liber-
de sí mismo y aprendió a conocerse en su condicionalidad his- tcuse de esa dependencia. Podría admitirse hasta que el proleta-
tórica. riado conservase a los patronos a título de encargados de dirigir
Ahora bien; de esta concepción histórica se derivan para !a producción. Pero esta dirección no estaría ya en manos de los
Marx y para el proletariado las líneas fundamentales del pro- patronos, como lo está actualmente, sino en las del proletariado,
grama y de la táctica del movimiento social, que sólo son "ex- que sería el verdadero dueño de la situación. En tanto no se logre
presiones generales de las condiciones efectivas de una actual este predominio, en una u otra fom<a, no se puede hablar de
lucha de clases,, como ya había dicho en ténninos algo superfi- emancipación de la clase. No se puede hablar tampoco de ella
ciales en el Manifiesto Comunísta. Empleando un lenguaje más mientras sigan subsistentes aquellas circunstancias que huy, con
exacto, puede decirse que la teoría de 1v1arx señala la relación <lrrcg!o al criterio de clase, se consideran como las causas mismas
entre lo que había empezado a formarse inconscientemente como de su inferioridad social y que se derivan del sistema económico-
capitalista.
ideal del proletariado y lo que en la realidad se observaba como
resultado de la evolución económica. Pero el pensamiento capital, Al adoptar el proletariado un bien concreto, no puede ser
aplicado a la táctica, era que no podían hacerse revoluci01ws, otro, con arreglo al criterio de clase, que combatir el sistema
pues éstas se hallan ligadas a ciertas condiciones económicas pre- económico-capitalista. Ahora bien; se lo puede combatir de dos
vias, y en cambio la lucha de clases en sus dos formas -la polí- maneras: o reduciendo de nuevo a modestas propnrciones las
tica, de que se ocupa principalmente el Manifiesto Comunista, grandes formas económicas que surgieron a costa de la destruc-
y la económico-industrial, por la que también Marx había roto ción de las pequeñas que antes existían, de modo que vuelvan
una lanza en La miseria- había de ser el am1a que el proleta- aquéllas a tomar un carácter artesano, lo cual significaría un
riado debía utilizar para salvaguardar sus intereses dentro del retroceso del régimen capitalista en sentido burgués, o suprimien-
proceso de transformación económica. Y así queda proclamado do dicho régimen en la forma y dejando intacto el principio de la
el principio que debe reconocer y adoptar todo movimiento so- producción en gran escala, en cuyo caso la lucha contra d capi-
cialista consciente de sí mismo. Socialismo como fin, y lucha de talismo se haría con objeto de socializar los instrumentos de pro-
clases, como medio, dejaron de ser opiniones personales para ducción e imprimir a ésta una organización comunista. En este
convertirse en aspectos de su necesidad histórica. dilema se halla condensada toda la cuestión. Si el prolc:ariado
Pero, ¿por qué el fin que aparece como ideal en todo movi- no opta por combatir al capitalismo con esa tendencia reacciona-
miento proletario, ha de ser forzosamente el colectivismo de- ria hacia formas económicas más restringidas, no puede hacerlo
mocrático, es decir, la socialización de los instrumentos de produc· para substituir a 1a actual organización capitalista con otra de
ción sobre una base democrática? A esta pregunta trataremos de carácter socialista. Hay más aún. El proletariado, como tal, sólo
dar una respuesta adecuada con las consideraciones siguientes: puede pronunciar~c por esta última fórmula, pues por su esencia

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misol..'L s.e halla ligado a la producción en grun e.scr.la, de la que
·viene a ser lo que la sombra al cuerpo, toda vez que sólo n..<tce mente es la diferencia de clases, a la que el interés de clases
y vive allí donde esta foilllU de producción impera. Puede dedr- viene a añadirse luego. Ahora bien: la representación de este
w, por lo tanto, que la fi!mlidad socialista del movimiento social, interés de clases nos conduce, por doquiera, a un punto en que
en sus líneas generales, se desprende necesariamente de b situa- choca con olros intereses, ya que tenemos aquí la oposición de
ción e~on6mica en que el proletariado se encuentra. ciases. No siempre, sin embargo, ocurre que la representación
Hay que especificar bien que aludo aquí u la necesidad con de un criterio d e clase determinado vaya a chocar con los inte-
que el ideal socialista surge y se impone al movimiento del pro- j reses de otra clase, y hasta puede ocurrir que temporalmente se
letariado, lo que no supone en modo alguno la forzosa realiza- •;· establezca entre ellos cierta solidaridad, sólo que esta soJidaridad
ción de ese ideal.
ha de ser siempre pasajera. El interés del hidalgo puede chocar
en un cierto punto con el del burgués, el d el capitalista con d
Pero, ¿por qué ha de ser la lucha de clases el camino del proletario, el de los artesanos y mercaderes con el de la gran
deba conducir a la realización de ese ideal? Trataremos de H burguesía, pues cada uno de ellos aspira, p or naturaleza, a su
ponder con brevedad a esta pregunta. L a sociedad moderna se generalización y exciaye a los demás, según dice este proverbio:
nos aparece como un amasijo artificial ele clases sociales, es decir.
de aquellos grupos de personas cuya homogeneidad se deriva El pu~blo que uno gana, otro Io pierde;
interés que cada uno de ellos tiene dentro de un misma siste empuja el tmo por que no ]<;) empujen.
Surge la lucha y sólo triunfa el fuerte.
económico. Creemos necesario establecer una distinción entre
hidalgos, corno representantes del régimen feudal, y la hurgues Aquí es donde verdaderamente podrían surgir las diferencias
que representa el capitalismo; entre Jos representantes de de opinión. Pero, ¿es que en realidad se debe llegar a la querella,
producción y reparto de los valores, basado en la a la lucha? ¿No es ele esperar que llegue un día en que por
artesana, la pequeña burguesía, y los modernos obreros a,. filantropía, por compasión, por participación en el bien común,
riadas, que f01man el proletariado. En cada uno ele estos o por otros motivos, renuncien espontáneamente las cbses socia-
de intereses económicos tienen su representación esp:ocial les a las prerrogativas que posean con mengua de las otras clases?
elementos ideológicos de la sociedad, es decir, burócratas, le Ambas proposiciones son igualmente susceptibles de dem ostra-
dos, artistas, e tcétera, que no intervienen en la vida ción científica, pues, en suma, las últimas razones que impulsan
y que, por su posición y procedencia, pertenecen a una a Jos individuos a adoptar una resolución laten en lo profundo de
de las clases sociales. las convicciones personales. l)ero lo que siempre comprueba, aun-
La pertenencia a una clase social es un factor cletcrrn que sea en parte, la exactitud del criterio adoptado p or Marx, es
que obra en dos sentidos: produce, en primer t6nnino, ese la circunstancia de que la Historia no u os muestre ejemplo alg uno
cepto especial que de la vida y del mundo se forma todo de que una clase social cualquiera haya renunciado espont;inea-
de individuos cuyo pensar y cuyo sentir se h allan su mcnte a sus prerrogativas, con lo que quiero decir que no costa-
influencia de las mismas circunstancias extremas, que les ría trabajo encontrar en la realidad una demos tración negativa
men cierta uniformidad, inspil"ándoles valoraciones e ideales para aquellos casos que w nos pudieran citar a este propósito.
ticos. Y engendra también una determinada d irección de la La Historia nos presenta numerosos ejemplos de reformas inicia-
Juntad en el sentido de defender el criterio representado por das por hombres de buena voluntad, burócratas ideológicos, pero
clase y el interés económico de ésta, no menos que su que no tardaron en estrellarse contra el bloque de bronce del
social, produciendo lo que podemos llamar el interés de poderoso interés de clases, de la clase imperante amenazada. Se
Pero, en primer término, lo que se desarrolla espom,......,..., recuerda con fruición la noche del 4 de agosto de 1789 en Fran-
cia, pero se olvidan los centenares de palacios incendiados; se
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cita lu reforma agraria de PlUsia, pero se calla no sólo la Revolu- La orientación clara del socialismo hacia la clase social del pro·
ción F rancesa, sino también la declaración de 1816; se h abla de leta:dado, como Marx se la imprimiera, no es 1a última d e las
las maravillas realizadas p or el espíritu social en Inglaterra en pro razones que han asegurado a las teorías marxistas el triunfo sobre
d e la ebvación de la clase trabajadora, pero se deja en el silencio las dcmús. Gnlcias a ella desaoarecíercm b s fluctuaciones carac·
las sangrientas luchas del movimiento cartista; se trae a coht- tcrístícas de la mayor parte dc'"los sistemas socialis~as; y no es ya
ción . ... pero, ¿pn.ra qué nombrar ejemplos de esta índole? ¡Que el pueblo, la gente pobre ni otra entidad igualmente vaga la que
se nos m ues tre siquiera un caso en toda la Historia, un caso tan se h ace portavoz del movimiento social, el qu e asume y encn.rna
sólo en que una clase social haya llegado contra sus p ropios la representación de ese movimkmto, sino que es un grupo soc.i al
intereses y por motivos altruistas a hacer concesiones de impor- bien definido y de intereses comunes: el nrolctari<ldo, ei! d scG-
tancia fundamental! Personalidad es eminentes, :;¡_isladas, sí Jhs hay tido de una clase social de terminada. -
que hw dado ejemplo de ello y lo dan cada día, no 1o negamos;
pero una clase entera, nunca. Y siendo esto así, no hay m ás Nótese bien que todo 1o dicho se refiere únicamc!1te n. las
remedio que aceptar la conclusión del gran realista: "sólo la fuer- ide:>.s fundamentales de ln teoría marxista , y en modo alguno a su
za triunfa". Y como último término de este encadenamiento de totalidad. Muchas de h s ideas a11 í condensa das, com o más ade-
ideas, encon traremos primero la diferen cia de clases; luego, el in- lante veremos , son i!1sostcniblcs y ha habido que arrojarlas p or
terés d e cbscs; después, la oposición d e clases, y por último, la borda. Pero a éstas no nos referimos. Sólo l1cmos tn~l~1do de
p oner de manifiesto la ritj ucza eterna, com o yo la llamo, h h eren-
la lu ch~t de clases. cia inalienable q¡¡e ;\1arx hct legado al proletariado mili tante y su
Cuando se adquiere la conciencia de que las doctrinas mar- extraordinaria importancia para el mo';imicnto social moderno.
xistas son la expresión de la necesidad histórica y que vienen
Pero al m ismo tiempo se comprenclcd. también con cuánta
a revelar cosas accesibles y comprensibles, se explica uno que
razón relaciono a Carlos Marx con la Gran corriente histórico·
h aya sido la piedra sobre que se edificó la iglesia del movimien-
real.ista que descJe principios del siglo xrx empezó n. mina r los
to social. Y se lo explica uno, sobre todo cuando tiene en cuenta
cin1ientos de las teorías racionales, sociales e históricas. L a con-
que la teoría marxista es tan amplia que puede recibir en su
cepción fundamental que engendró las doctrinas marxistas era
seno las corrientes más distintas. Y es que Marx no ha trazado ·
tan onuesta como la de los fendadores de la nueva fil osofía
ningún programa definido, ninguna imag:en clara del porvenir a aqu~lla q ue constituía la base del racim~alismo histórico-social;
sobre las reivindicaciones socialistas, ni descrito al por menor la la creencia en la b ondad inna ta de los hombres había cedido el
luch a de clases. Y esto le h a permitido ser un mero teórico del puesto a la convicción d e que el hombre obra pre.~erer;tementc
movimiento social. Sus aforismos vinieron a constituir una especie bajo el impulso de móvil es ego.ístas, q ue nada tienen de nobles,
d e amplio manto en el que p odían cob ijarse tod os los programas. y de que a p esar de toda su cul tura y d e todos sus pm,a,rcso.r.,
Esto fue todo lo que dio al proletariado; pero sólo con ello diole lleva dentro de sí la bestia humana.. Y como de esta p rcmísa
lo m ás imoortante : la conciencia de sí mismo v la confianza en había que sacar la concl usión de que para obtene r nlgo en d
sa pwpia ·fuerza, la fe en sí mismo y en el p orvenir. Por eso mundo se debe apelar ante todo al interés, pensaba :l'vlarx, con
ahogó todos los ideales en el ideal puramente formalista de la p!ena lógica, que cuando se trata de emancipar u na cb se como
p ertenencia a una clase: "Los p roletarios no tienen na da que el proletariado, no se c1ebe combatir con el amor eter ;¡o al intc·
p erder sino sus cadenas, y tien en que ganar un mundo. ¡Prole- rés de la clase capitalista, sino que hay cp ;e oponm· a esta poten·
tarios d e todos los países, uníos!" Pero nótese bien: los prole tarios cía otra, basada en el interés. Esta consideración es la que, en
nada má:-;, y esto es precisamente lo que cada vez consolida con último término, conduce a establecer en la teoría y en la p ráctica
mayor firmeza el movimiento social, ilustrándole sobre sus fines.' la lucha de clases. La lucha fue la solución preconizada por e~;a

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otra índole. Situado el mo·;imiento social en la corriente de la
ruda generación de proletarios de mediados del siglo xrx, que evolución histórica, coincidía teóricamente con los factores de-
proclamara, no la paz, ni la reconciliación, ni la fratemicbd uni- terminantes de la Historia. Asentaba aquel movimiento sobre las
versal, sino la lucha escueta. Aunque esta lucha no fue~e la revo- verdaderas condiciones económicas y sobre la psicología humana;
lución en las calles, no por eso dcjab:::_ de ser lucha. rero en ella establecia su determinismo económico y psicológico, y se erigía
debía forjarse esa generación de hombres que había de estar en fundador del socialísmo histórico por su oposición al racio.n.al
capacitada para implantar un régimen social má:; elevado que el o realista y por su contraste con el socialismo ut6píco,
sistema capitalista y en él c1esarro1b.r su existencia.
También quedaba condensado en estos rasgos generales aquel
otro principio fundamental del nuevo concepto social e histórico
según el cual el régimen social imperante (o que debe impe-
rar) no depende de la decisión arbitraria de los individuos (aun-
que sea todo lo racional que se quiera ), sino que se halla ligado
a ciertas condiciones históricas, siendo sólo la exl)l'esión externa
de la esencia efectiva de las cosas. Y esto era precisamente lo
que Marx enunciara al decir que la evoluci6n capitali o;ta trae
consigo las condiciones que h::m de hacer posible la instacnación
de una sociedad comunista. Esta no ha de venir por~uc sea la
mejor ni la más racional, sino por ser la que más se acomode
a las condiciones de la vida humana, en evolución constante.
Los ideales socialistas son utopías inútiles, en tanto que no pasan
de ser la obra arbitraria del cerebro de un soñador. Sólo cobran
apariencias de vida cuando se ad:>..ptan a las relaciones econó-
micas detcmünadas que las engendraron. La realización de lo bue-
no y de lo h ermoso se ha1la encerrada en el arca de la necesidad
económica. "Las ideas son objeto de censuras mientras se dife-
rencian de los intereses", dijo ya en la Sat;rada familia (1845).
Pero las condiciones económicas e h istóricas cre<Hlas por el
régimen de capitalismo y proletariado no son de tal naturaleza
(según Marx) que el ideal de reivindicación proletaria tenga
apariencias de realización inmediata.
En resumen, lo que constituye la importancia histórica de
las teorías marxistas con respecto al mnvimiento social, es que
mientras Marx le asignaba como finalidad la socialización de
los medios de producción, trazando para ello el camino de la
lucha de clases, establecía al par los dos pilares sobre los que
debía asentarse el movimiento social. E sto era. bastante para in-
fundir a aquel movimiento una consciente unidad, p ero no lo era
para cohibir el desarrollo de las particularidades nacionales y de
67
66
sólo necesito contraer mis observaciones n una parte de la tc mia
marxista, y es la que se refiere al socialismo, b ien pol' contenerse
en ella la teoría del movimiento social, bien por tener con éste
una relación cualquiera, mediata o inmediata.

l. Laf: contradicciones de la teor1a marxista

CAPITULO IV Al publicar hace once afios la primera edición de esta obra


y designar en ella, según he hecho en el capítulo anter:[or, a i\1arx
y Engcls como fundadores del socialismo realista o histórico,
LA CRITICA DEL MATIXJSMO añadía estas observaciones :
"No hay duda alguna: :Marx y Engels, cuyos nornbn~s deben
ir siempre unidos", aparecen a los ojos del v;Ilgo con un aspecto
Obseroadón prelimi·nar
ese-ncialmente distinto del que he intentado darles. 1:-by n~Jmcro ­
sos accidentes de los cuales ya hablé y de los que se b,t t w.zado
Al hablar del marxismo, nos referimos, no sólo a las ideas un cuadro completamente falso. Pennítaseme que insista aún
fundamentales del socialismo marxista, esbozadas en el capítulo sobre este punto.
anterior, sino también y especialmente al concepto materialista
La opinión general no ve en esos hombres sino la nnlítcsis
de la Historia, que va unido gcneralm cDte al nombre de ~v!arx de los realistas político-sociales, algo ad como los padres del
y a la teoría d e la evolución capitalista, obra exclusiva de ~1arx y pensamiento r evolucionario. Pero, ¿_el que haya ojeado b s obras
de Engek de uno y otro no sacará Je su lectura esta crecnci.n? AlH se
T odas ellas fueron objeto, por parte de la generación p r.sada, habla de ruido de cadenas que es preciso quebrar, d8 revc1ncio-
d e una crítica fundan~cntal, en gran parte negativa, que no debe- nes que hay que acometer, de combai·es sangrientos, de muerte
mos pasar en silencio. y exterminio. ¿Y cuál es en el fondo la realidad? Ya lo dijo una
La crítica del marxismo tiene un carácter impersonal, es vez el mismo Marx : "Yo no soy marxista", aunq ue d decir esto
d ecir, no va unida a ningún nombre, circunstancia que se com- daba a la frase otro sentido que sí yo dijese: :t\hrx y Engels no
pagina bien con su carácter negativo. Acaso no sea inexacta se han conducido nunca como verdaderos marxistas ni en sus
la reciente frase de un escritor inglés: "La primera crítica hostil doctrinas ni en su vida.
que produjo alguna impresión en los partidarios de esta obra En sus teorías se encuentran pasajes que pugnan con bs
(la de Marx) la hizo el tiempo". Porque, efectivamente, acá y ideas fundamentales sustentadas en ellas y que sólo pueden
allá han ido desprendiéndose piedras sueltas del edificio marxis- explicarse por el velo con que la pasión revolucionaria cegó los
ta. Una camada d e topos, tanto b urgueses como socialistas, ha ojos, tan perspicaces otras veces.
ido minando sus cimientos, hasta que una noche, y sín sentir,
Al hablar así, me remito, por ejemplo, a la c:eencia com-
ha concluido pnr <lesplomarse súbitamente, sin ruido, como el
pletamente infundada que p odría llamarse la caída de ht huma-
Campanile de Venecia. ~v!e propongo exponer esta labor crítica
de zapa, dando un espíritu de unida d a sus distintos períodos, nidad por la introducción de la propiedad privada, que debe
marcar una era inicial para la Historia y para las fuerzas que
si bien habré de limitarme a indicaciones sucintas, por no per-
la determinan. Y es indudable que, maravillado, el lector se pre-
mitir otra extensión la índole de esta obra. Afortunadamente,
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gunte: "¿Qué causas han traíd o entonces la propiedad privc,da?• formul ados p or sus fundadores, en distintos períodos de su aza-
Y pienso también en esa hipótesis de que una vez establecidO' rosa existencia. Entrambos, no obstante sus pasaje<·as ofuscaciJ-
el soeiahsmo, la humanidad ha do entrar en un mundo de paz nes, sostuvieron siempre el principio de una ilustrada oposición
y en otras cosas an álogas. Por doquiera vemos deslizarse en el al revolucionarismo creciente, al patchismn, siempre que tuvieron
nuevo edificio mental Jos aritlr;uos suefos del paraíso perdido que ocnparse de él. La lucha con el p<Hldo vVill ich -Schapper
y del paraíso recuperado, la creencia en un estado primitivo de en 1850, la guerra h echa a Bakunin en la Inten.1acjonal, ele qne
dicha y bienandanza. más adelante hablaremos, las declaraciones contra los anarquis-
Y lo mismo que en su obra fueron tlmbos en la vida corrien- tas, la polémica con Duehring, la separación de los jó Penes, todos
te. También allí sale a escen?. a cada momento el antiguo Adán estos hechos no tendieron más que a asegurar el triunfo del prin-
revolucionario y les juega una mala pasada. A partir del aflo 1845, cipie evolucionista en el seno del movi miento social. Y razones
se diewn a soiiar en revoluciones; revoluciones legítimas y justas, psicológicas, como las que antes adujimos, podrían explicarnos
en verdad, cuya inminencia predcd:ln. Esto era el reflejo de un fáeilm~ntc también cómo en estas incidencias de su vida se mos-
juicio equivocado d(' la realidad, de una apreciación errónea de traron fieles p aladines de ~;us verdaderas convicciones.
las cor.dicioces políticas, económicas y sociales, y al mismo tiem- Tal afirmación mía de que en ~vlarx y en Engels había dos
po un avance hacía el porvenir, que equivalía a una flagrante naturalezas, dos conceptos del prog reso sodal, que p 1gnaban por
contradicci6n con el supremo principio ele que las ·t et;oluciones imponerse la una a la otra, ha sido considerada por muchos como
no se hacen. una difamación de su memoria y me h a valido excomuniones
Tales <;Ontradicciones tienen fácil exp1icación cle~de el punto y anatemas.
de vista filo sófico. Tanto Marx como Engels representa ron toda Al repasar hoy lo qne antaño escribiera, se me ocurren dudas
su vida, con el intelecto y la fría reflexión, aquel realismo que sobre la soli2ez de aquel juicio mío, según el cual .M arx y Engels
nosotros hemos extraído de su filosofía y que constituye su mé- fueron siempre, por su esencia interna, constantes particbrios del
dula. Pero no hay que olvidar que habían concebido sus teorías criterio realista , y de las expresiones de un criterio opuesto, que
entre el fragor de las revoluciones; que eran la representación de como pasajeros deslices, abundan en sus obras.
aquellas almas fogos::is e inconstantes que para atiza•· el fuego Con más exactitlicl aca~o se podría admitir que entrambos
en Emopa se habían pasado la vida corriendo de un sitio a otro (y quizá únicamente Er.gels), en el transcurso de su vida, por
como nómadas. Hay que tener en cuenta la gran cantidad de efecto de sus experiencias pr áctica~;, sólo llcg[l.ron a ser partida-
odio y de ira q~1e debió acumu1ar:;e en los corazones de estos rios convencidos de aquel principio fundamental que ya en su
hombres errantes que en toda su vida sólo recibieron de sus juventud, casi inconscientem ente, h abían proclamado. Es!a {¡} tima
poderosos adversarios burlas, desprec ios y persecuciones. Co:lsi- hipó tesis la abonan, p or lo m enos, Jas confesiones que Federico
dérese, p or úl timo, qué cantidad ele sobrenatural paciencia e im- Engels, ya en el ocaso de su vjda, cons ignara en ac¡nclla especie
perio de sí mismo d ebían tener para no echar la zarpa a sus de testamento político que puso como introducción a su obra
odiados adversarios siempre que la ocasión les fuese propicia. Lucha de clases en Francia, y que, más o menos, ven ían a decir
Cuando este rencor d e lan>;os años ciega a los antiguos h éroes lo siguiente:
de la revDlución, cu8.ndo la ~ira se les sube a la garga~ta, pierden
"La Historia nos ha enseñado a nosotros, y a toc1o:; los que
el sentido de la realidad y la an tigua pasión revolucionaria que
como nosotros pensaban (es decir, los que en 1848 creían inmi-
hay en ellos se impone a todo. Pero a pesar de esto, procedo
nente el triunfo del proletariado) que nos eqnívocúbamos al
con comrlcla lógica al considerar al marxismo como un realismo
discurrir así. L a realidad h a venido a demostrar q ue el estado
político-social, pues así lo confirman los principios esenciales
de la evolución económica en el continente distaba mucho ele ser
70 71
propkio para la lucha contra la producción capitalista. Y lo ha tros es saber si entre las distintas ide<lS que bay esparciLhs en
demostrado p or la revolución económica que dc~; de 1848 se hizo las obras de entrambos existen contradicciones mate;:iales que
sentir en todo el continente, por efecto de la cual arraigó la pugnen con su fundamental concepto del progreso social. Y esto
industria en Franc i.u, Austria-Hungría, Polonia y recientemente es lo que ocurre, sin duda alguna.
en Rusia, y (pe ha h ech o de Alemania un país industrial de
primera clase, todo sobre el principio fund amental del capita- Al reproducir los anteriores párrafos de la primera edición
lismo, que aún no se había extendido gran cosa por aquella épo- de esta obra, he h echo ya resaltar algunas de esas conüac1iccio-
ca. Existe h oy nn gran ejército íntemaciom>.l de socialistas, que nes. Aquí quiero llamar la atención sobre otra, que acaso sea
con incoercible impulso progresa y crece cada día en número, la de mayor importancia práctic::t: me refiero a la teoría ele la
organización, disciplina, unión y cultura. El hecho de que este dictadura del pmletariado, que aun hoy parecen no haber aban-
pot1ero3o ejército del proletariado n o haya conseguido siempre su donado austeros ortodoxos. Dicha teoría fmmula b. idea de que
objeto, demuestra que no está capacitado todavía para obtener el tránsito de la sociedr,d capitalista a otra comunista deberá
la victoria en uP.a gran batalla, que ha de conten tarse con ir operarse p or un acto de fuerza que permita al proletariado apo·
ocupando lentamente posiciones avanzadas, afrontando una lu cha clerarsc del Poder y decretar y hacer cumplir aquellas leyes y me-
ruda y fatigosa, y es asimismo una p rueba concluyente de cuán didas que han de servir ele fundamento al nuevo orden social.
imposible tenía que ser en 1848 derrocar, por una simple sor- Aquí vemos apaieccr de nuevo la antigua creencia racionalista
presa, todo el régimen social imperante ... El tiempo de las sor- utópica, en su variedad revolucionaria, que consiste en suponer
presas, de hls revoluciones operadas por minorías insignificantes que el nuevo orden de cosas se encuentra ya en sazón y sólo
pucslas a la cabeza de las masas inconscientes, ha pasado a h necesita de alguien que lo empuje para convertirse en realidad.
historia. Cuando se trata de acometer un cambio completo de Sólo reconociéndole este concepto de las cosas resulta comprcn-
la organizactón social, es preciso que las masas hayan e~pezado s:ble que I\farx tomara en serio la revolución comunista de
por comprender e1 fin que se persigue y adónde se las lleva. 1871 -la más insensata e inútil de todas- y que pu diec:e creer
que la Commune de París "habría de ser palanca" que derrocase
E sta ha sido la enseñanza histórica de los últimos diez lustros.
los cimientos económicos que ~ostiencn el orden y el predominio
Para que las masas comprendan lo que es preciso hacer, se neee·
ele las clases en un p:ds en que apenas si se rnanife;; t~ron los
sita una labor larga y continua, y esta labor es la que ahora
realizamos nosotros con un éxito que desespera a nuestros ene- primeros indicios de una socialización de la producción, en que
ni siquiera una condición subjetiva del nuevo orden de cos1s se
mizos. La Historia tiene sorprendentes ironías. Nosotros, los
babía cumplido.
rc wlucicnarios, lo~ dcrrocado1'es, obtenemos ahora mayor fruto
por los medios legales que antes apelando a los medios ilícitos Ya he dicho que la teoría de la dictadura del proletariado
y a la revolución. Los partidos de orden, como a si mismo:; se pertenece a H.obespierrc, en cu yo cerebro podía tener algún sen-
apellidan, mm·chan hacia el nhismo en el estado de cosas aue tido, puesto que lo que Robespierre quería era, esencialmente,
eÜos mi>;mos cn~aran. Llenos de desesperada cólera, exclam;n, una revolución jurídica formal. Cambiar por medio de actos de
por b oca de Oclilon Barrot: "La legalidad nos 1nata", mientras fuerza la constitución legal de un país, es cosa que cabe en lo
nosoti'os, dentro de esta legalidad, echamos músculos sólidos posible; p ero pretender que estos actos de fuerza sean capaces
y rosad o color, y tenemos todo el aspecto de una salud ind es· de fundamentar un régimen social nuevo, equivale a ponerse en
tructible''. contradicción con los conceptos h istórico y realista, que prueban
c.r:.1e un cambio tQn funclar:ncntal debe operarse lc;1ül.mcntc en el
Pero la opinión que i\1arx y Engels hayan merecido a los seno del antiguo régimen que se pretende suplantar. El cri'or
demás no nos interesa en el fondo. Lo que nos interesa a noso· previene de la ambigüedad de la palabra re:x;luci6n. La verda-
"'0
¡.., _,
lo.)
d era re w lución es siempre ele carácter p oHUco, y naturalmente, de la doctrina social marxist2, ha podido deducir ya el lector que
puede hacérsela. Pero esa p alabra es impropia pam dcsi:;nar la para la actual ép oca h istórica, para la era capitalista, h abía for-
transformación sccial qae ha de sustitt.!ir por un régi.mcn comu- jado ~vlarx una teoría especial, evolu tiva, encaminada a justificar
Di:;ta el rógimon social ba~~do en el capitali sm o. Así come n jnguna. las reivindicaciones socialistas. Y es ~o lo h abía h echo con dos
empresa capitali~ ta debe su existencia a un cambio violento del miras: primero, p ara. demostrar que por efecto de las mismas leyes
régimen cons titt!icb, a!;Í como todas las retJoluciones históricas inmanentes d el sistema económico-capitalista marchab a esto fatal-
n o h an ejercido ha~;ta h oy la menor influer:cia sobre la marcha mente a la ruin a, y en segundo término para p rohu- q ue la muer-
d el progreso social I, lo mismo ocurriría con la futura revolución te del capitalismo debía coincidir con el advcnimicntc de las
que se h;cie:'e para implantar el socialismo. condiciones necesarias para la instauración de h sociedad comu-
Halwía qm~ a.dmitir que se daría el caso, en absoluto invero- nista. Ambas tesis, prescindiendo de las antigua" fó rrnuhs hege-
sím il, de que estuviesen ya cumplidas todas las condiciones de lianas, "Negación de la negación', y tantas otras en que va en-
es ta sociedad nueva y que el gobierno pasase a las manos de vuelta la d octrina anarquista, pero que no hacen m ás q~w difi-
una escogida minoría política interesada en derribarlo. Entonces cultar su compren sión, sin añadirle nada substancial (y p erdone
se hab ría operado un cambio p olítico, puramente negativo de las el lector si encuentra rep eticiones en los conceptos que voy
fonnas cxtemas del E stado, y la dictadura del proletariado, con a transcribir) , las demostrab a ól Cl1 la f orma si~uicn te : en el
facultad es p ositivas, seguirh:. siendo una fórmula d esprovista de seno de la organiz<~ción capitalista se producel1 contradicciones,
sentido. y a consecuencia d e ellas trastornos que p erturban el p roceso
La poca viabilidad d e e:; ta teoria sah::>. a la vista cuando se de la evolución económica. Contradicciones entre la socializa-
fija la ulcnción en lo que ocurre en países cuya constituci6n ción creciente de los medios d e producción ( diferenciación e ir:.-
p olítica es de e111a austera d cm ocrac.:ia, como Suiza o bs E stados tegración de las d istin tas industrias, entre f;Í; cngranc"!e8imiento
Unidos. ¿Ql~é papel podría caberlc en cs t2.s naciones a una clíc- progresivo de las industrias productoras a consecuencia de la
tadura del 7HOletariaclo, qu e e(ltÜvalc1rÍa entonces a una lucha continua absorción ele las p equeñas por las grand es), y creciente
p olít ica contra la democracia'? desarrollo de las fucrns producloms ( es decir, d e la potencia
Por más vueltas que le demos, la teoría de semejante dicta- imbstrial) y de 1a direcó'm industrial privada de 1a p oducción
dura es incompatible con un concepto histórico-realista, y re- (es decir, que constlnúa en m:mos de los patronos cap italistas),
nresenta un cuerlJO extraño q ue p rocede de un mundo mental así como de 1a dis tribución c1c los v ahrc~; produci dos ( cnyas ma-
totalmente aparte~ El que ~dai·x dnrantc tanto tiempo -no pU<oÜú vorcs cantida des corresponden a la clase capital i~;ta). E~t a eon-
decir cub:·o- h ay:1 acariciado tal teoría , es una pracb a m {ts de Í-radicción, siem pre mis fla grante, tiene s~< c:xprt'~ión en las
la exactitud con que antes dije qu e en las doctrinas marxistas dolencias periódicas, m ás graves cada vez, que aq11ejnn al capi-
h ay elementos heterogéneos que todos lo:; sofi stas del mundo no talismo y que se llaman crisis m ercantiles.
p od rían conciliar. "Desde hace much os años, la histmia de la <nclmtr:a v del
comercio no es más que la historia de la su hlevación de las. fuer-
II. La teoría ele la e colvción capitalista zas productivas moder nas contra las cond iciones de 1a m oderna
producción y con tra ias condiciones de la propiedad qu e deter-
De b exposición que he hecho de las ideas fundamentales minan y facilitan la subsistencia y el predominiz) ele la b urguesía.
1 Lo 1\a~ co qp_e la "!-n~ts }1-:1po rt::rntf~ eh~ toc.Lt.s, }a H~.·volnc:ó~1 Ft·::tncesa,
Basta recordar las crisis mcrcr,ntilcs que en s:.1s retorn os p erió-
c<mlh "6 en el tcrre:w cco~•óm;co; la rcpctrtición ¿;,,] t err€!l0 y del suelo era dicos amenazan, c¡~ c1a vez mús apremiantes, la vida de toda la
una n1e::.~ ::da ccntrcnü:t L-1Í progrcr;o ci:!p.:talistn.. sociedad burguesa. E stas crisis mercantiles suponen siempre el

74 75
seguir sie11do la clase predorninantc que imponga como ley a tGth
ar:iquil<:miento periódico, no sólo de una gran parte de los pro- la sociedad las condiciones que favorecen su propia existencia.
ductos elaborados, sino también de las fuerzas productoras ya salta claramente de esto que la burguesía está incapacitada para
creadas. La burguesía está incapacitada para gobernar, porq;Je ni siquiera
"Esas crisjs constituyen una epidemia social que hubiera puede asegurar la vida a los esclavos dentro de la esclavitud;
parecido ab3urda a las generaciones precedentes: la epidemia porque les deja hundirse en una situación en que e]h había de
de la moducción excesiva. La sociedad se encuentra retrotraída facilitarles sustentn en vez de nutrirse a sus expens~s. La sociedad
de pro~to a un e~;taclo de momentánea barbarie; parece como si no puede ya vivir bajo su dominio, es decir, ~:u vida no es ya
el hambre o una general guerra de exterminio hubiera consumido compatible con la wciedad" (Manifiesto Comunista). E:;ta miseria
todos sus medios de existencia; la industria y el comercio parecen
engendra la revolución: el proletariado se revuelve contra la clase
rmiquihdos; ¿y tcdo ello a qué es debido? Pues precísamente dominante, porque el mismo "mecanismo del proceso capitalista"
a que hay en la socied ad plétora de civilización, de medios de
se ha encargado de "educarle, de rennirle y de imprimirle orga-
vida, cxccsn de industria y de comercio. Las fuerzas productoras
de que aqt16lla dispone, no responden ya a las condiciones de nización". "La hora final do la propiedad capitalista est!t sonan-
la propiedad burguesa; antes al contrario, se han hecho superio- do. Los expropiadores van a ser expropiados a su vez" (El ccmi-
res a ellas estando como cohibidas dentro de ese círculo; y tan tal). "La sociedad toma posesión franca y abiert::m1ente de las
pron to como logran arrollar este obstáculo, arrastran a toda la fuerzas productoras incap::>.ces de seguir otra dirección quc la
S~)ciedad al desorden y ponen en peligro la vida de la propiedad suya" (Anti-Diihring), resolviéndose así la antincmia latente en
bmg:tc':a. Las condiciones que impuso la burguesía se han hecho el sistema económico-capitalista. Est:1 expropiación, y con ella }<).
derna siado estrecha:; para ¡tbarcar la riqueza que se produce'. instauración de un nu.cvo régimen cco•lÓmíco, son p osibles nowue
.
e l m1smo ' .
rc.g.1men cap1't a l'Jsta.. 11a 1'd_o 1".enan.
1 d o •locas
l ' J "·''
~ . co:nolcJO-
~ ] . ·.
.t~~í ~:.e expresaba., !\ íarx en el Manifiesto ?o~.nn:ísta, y así casi
htcralmente volv10 a cxpre~arse en el Antt-Duhrmg. ncs previas: "la forma cooperativa del trabajo, dcsa1-rollándose
La contmcHcción interna de la industria capit<>.lista se mani- por grados élircctores siempre crecientes, el empleo t•Jcnico cons-
fic si:a t<tmbién en el conflicto cada clía más grave entre la bur- ciente de la ciencia, la explotación del sudo hecha con arreglo
guesía y el prole(ariudo, las dos clases sociales que sirven de a planes mcditndos, la aplicación exclusiva de ks in<:tnunentos
sostén a este ,sisten1a econ61nico. del trabajo a h l::>.bor en cc.mún, In economía en todo:: los :>1edios
de producción en una lab'Jr socinl com1)ínaC.a, h absorción de
La burguesía (a consecuencia de la centralización del ca-
pit:al ) va estando rcpre~cntada por un número cada vez menor todos los pueblos en las redes del mercado mundial" (E! ca~Jital).
"Actua1m(~nte, la transformación de las grand es esb?.blcdmientos
ele capitalistas, "que usurpan y rl1onopolizan todas las fases de
este prcccso de tmnsfonnación". El proletariado lo rcpref>enta. mercantiles e industriales, las compaüías por acci.onc:s y h pro-
un~ rn;:,sa cada vez mayor de desheredados, oue de día en día
piedad del Estado, demuestran que la burguesía no e s ü~0i s1)en­
se kmdcn mús en la 1~1iseria. "Con el númer~ cad~ vez menor sablc" para "la administración de las modernas fuerza s prodHcto-
c!e los m;¡_gnates del capital, crece la masa de los miserables, de ras" (Anti-Diihring). En esta teoría de la e:Jolución va incluid3.
los op,·imidos, de los siervos, de los degenerados y de los explo- teda una serie de otras teorías sueltas.
tados" (El capital). "El obrero moderno, en vez de irse elevando Conviene, pues, analizar por separad:) cada una de c:;tas últi-
con Jos progrcws de la industria, va estando cada día en un nivel mas, para ver si son exactas, es decir, si concuerdan con la reali-
m ás baio, p or efecto uc las condiciones de su propia c1ase. El dad. Se puede empezar con cualquiera de el!as, pero lo haremos
trabajador llcg<l. a degenerar en mendigo, y el pauperismo se por aquellos elementos de la teoría marxista qtie b .sta hoy pa-
desarrclb más rápidamente que la repoblación y la riqueza. Re·
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70
compás a que ajusta su marcha esta concentración de capitales.
recíeron más sólidos. tl'fc refiero a las teorías de la conccntraciúu Ni la absorción de las formas incl:1striales anteriores al capita-
y socialización, que tienen entre sí una relación estrcchí:;ima. lismo se realiza con la rapidez que él suponía, ni es tan general
1Q, La teoría de la concentración la tomó Marx de Luis el progreso de las grandes empresas, aun en aquellas esferas de
Blanc, que ya trazó sus líneas generales, completándola a!Juél la prod-ucción donde predomina una tendencia en este sentido.
con una multitud de detalles ingeniosos e infundiéndole una vita- Hoy mismo, según la última estadística, hay en Alemania 5.35:1.576
lidad mayor. Consiste esta teoría en suponer que dentro del personas ocupadas en pequeñas industrias, que exigen la colabo-
régim en actual, y bajo la presión de la concurrencia, la iniciativa ración de !'5 individuos, excluyendo a los obreros del campo.
capitalista empieza por destenar las antiguas formas de produc- ~1ientras que la industria total sólo ocupa unos 14.000.000 de
ción, anteriores al advenimiento del capitalismo, absorbiendo hombres, las peque ñas industrias entretienen a casi la mitad de
a los pequeños productores inclcponclientcs, pew que luego en toda la población industrial y más de dos terceras partes en el
un círculo mús amplio un capitalista mata a muchos, y "muchos comercio. El número ele personas ocupadas en la pequcfla indus-
capitalistas son expropiados por unos cuantos", es decir, que las tria ha aumentado, de 1882 a 1007, en un 25 '(o , y en un lOO %
grandes empresas triunfan de lns pequei'ías, pero a su vez son el de las personas dedicadas al comercio y al tráfico. La misma
vencidas por otras más grandes. De este modo la evolución proporción se observa en los demás países.
económica tiende a asegurar la hegemonía de los organismos C<'O- Con raz6n se ha aceptado la fórmula , y yo mismo, en mi
nómieos más vastos. Capitalismo moclemo, he tratado de demostrar su exactitud, de
Esta teoría es exacta en sus líneas generales. que estas pequeñas industrias no son otra cosa, muchas veces,
sino empresas capitalistas. Pero aun cuando sea así, no dejan de
La realidad ha comprobado de tal modo la plena exactitud
representar una objeci6n seria a la teoría marxista. LD mismo
de esia anticipación de entrambos pemadores, que Luis Blanc
ocurre con el desarrollo de las empresas capitalistas. Su concen-
y Carlos Marx merecen por ello una admiración profunda. Sabi-
tración se opera mucho más lentamente de lo que Marx creía. Es
do es cómo durante los últimos veinte aí'íos se ha operado una
verdad que las graneles empresas se desarrollan con más rapidez
concentración del capital por medio de bs karte!l y do los trusts,
que las medianas, y en parte también a sus expensas. Pero de
formas que Marx no lleg6 a conocer, y que superan a los sueños
la desaparición de cst::;_s empresas medianas es aún prematuro
marxistas más audaces. En los Estados Unidos es donde cspccial-
hablar. En 1907 daban acupación a casi tantas personas ( exclu-
m':)nte se han desarrollado estas empresas gigan~es. Según la
yend o los obreros rurales) como las grandes empresas, pudiendo
última estad ística, existen allí actualmente reunidas en unos cuan-
ealcukrse en tres mnloncs contra cinco la proporción entre el
tos sindicatos 8.664 empresas que antes actuaban independiente-
personal respectivo de entrambas. Y desde 1882 a 1907 habían
mente y que supnnen un capital de 20.000 millm.1es de d ólares
numentado esas empresas medias en un 160 por ciento, es decir,
( unos 85.000 millones de marcos). De esta suma correspon-
en la proporción de 2 a 3 respecto a la gran indllstt·ia ( 2..10 o/o) .
den 2-.663 miJ!oncs de dólares a sólo siete grandes sindicatos
industriales, en los que hay englohaclos 1.528 establecimientos Por otra part~, la teoría ele la concentración no es aplicable
que antes cmn independientes, y 9.017 millones de dólares a seis a la esfera de la producción agrícola. La estadística enseña que
grandes empresas ferroviarias. en las llanuras no existe la menor tendencia ni a suprimir las
industrias rurales ni siquiera a ensanchar las propiedades; antes
Esto no obstante, la teoría marxista de la concentración nece- al contrario, lo que se observa es la tendencia op;.1esta, es decir,
sita algunas restricciones para acomodarse al estado actual de
la ciencia. hacia el fraccionamiento de las unidades económicas. Así, en
Alemania, por ejemplo, la participación de las pequeñas empre-
En primer término, i\1arx ha exagerado indudablemente el
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~as rurales ( entre 5 v 2,0) en la suncrfide total del suelo ha me:~te esta teoría n0 fue bien detallada p or sus progenitores,
aumenta.d~J, ~le:;dc l8S2 a 1907, en u;a pcqueiícz de 28,6 a 31,9 o;;e la esbozaron en observaciones incidentales, no siemple ex-
p or ciento), la fi,~ los granucs labradores y cc1onos ( 20 por ciento rJíci tas y con frecuencia falsas. Los pasa jes pr.i ncipales en que
y hasta más) ha di::;mü~uido en menos de 30,9 a 29,9~1 por cien- dicha teoría $C halla conck;nsada, o mejor decir, difundida, ya los
to y de 25'6 a 23'6 por ciento. Se puede afirmar, en términos he mencionado. El lector podrá consultar también las siguientes
gencrn1c:> , que la repartición de la propiedad y la organización ~-dcrencias : l.ianifiesto Comtmista, pássim, El capital, J4 386,
industrial han pcnnanecido invariables, p or lo que a h agricul- .592, IIF, ~~2.5, 331, 354, 420; Miseria de la filosofía (alemán),
tma rcspccla. En los Esta dos Unidos, el país típico d el e:apita- púg. 144; Engcls, Anti-Dühring (segunda edición ) , 255: Para
lisnYJ, donde nh1guna tradición puede impedir el movimiento el p-roblema del h ogw· (edición de 1887), 177. Los puntos esen-
evolutivo cJondc impera ei rae:im:ali.smo ha~ta en la agricu 1tura, ciales de la teoría en cuestión, pueden resumirse en bs siguien-
la c.itua ci6n es b m isma, con lJOc a diferencia. También allí se tes párrafos:
observa más hien cierta tendcnc'ia hacia el fraccionamiento de las La industria capitalista hace aumentar cada día, gracias
tierras. La superficie dl:' terreno ocupu1a por una granja n orte- ~~ la racionalización del proceso productor, la abundancia del
americana en explotación era, por término medio, en los años trabaj0 social, desarrollando las fuerzas productoras sociales.
de 18!30 a 1900, de 61,5, 51,9, 53,7, 53,1, 57,4, 49,4, acres, res- Esto "hace posib le - por vez primera desde que la humanidad
pectivamente, cifras que no revelan el menor indicio de una existe- el obtener, mediante una racional distribución del tra-
lcndencü favo.mble a In concentración. bajo entre todos !os miembros ele la sociedad, no sólo aquellos
Se h a dicho también, y en parte con razón, que los agricul- recursos indispensables para satisfacer las necesidades de consu-
tores sólo son independientes en apariencia, siendo, en rcalülad, 1~10 de todos ellos y apartar un fond o de reserva, sino también
víctimas del capitalismo, que los explota bajo todas las formas: para dejar a cada uno el tiempo necesario al cuitivo de los ele-
t:su ra, c::tpital mercantil, etcétera. Concedamos q ue así sea, pero mentos verdaderamente útiles de la cultura hist(Jrica, ciencia,
tal explotación no es la concen tración a que se refiere la teoría arte, trato de gentes, arrancando así al monopolio de u m! clase
rn.urxista. Representa un fenómeno tan definido, qu e no se presta imperante y convirtiendo en bien de la sociedad entera Jos bene-
a la mcaor ambigi.iedad ; es nn h echo indudable q ue n o se ob- ficios de esa misma cultura. Y aquí estriba el punto decisivo.
serva en b. esfera agrícola, al menos si se la toma en su acepción '.!'::m pronto como la fuerza productora del trabajo humano llegó
mis estricta. a alc<!nzar semejantes proporciones, dejó de estar justificada la
29. La. teoría de la socialización se h alla m relación íntima existencia de una clase imperante. E ste era, sin embargo, el ar-
con la que acabamos de exponer y comentar. D icha teoría supone gcnnento supremo en que se apoyaban los defensores de la dife-
qne el progreso del capitalismo h a de tnJ_er las condiciones p ara n :ncia d e clases. Es preciso, decían, que h aya una clase que no
una organización socinlista o comunista de la vida industrial tt:11ga que preocuparse de ganar el susten to diario y que dis-
( cor.1o Yiarx y Enge1s sucl2n decir con más frecuencia ) y que p onga de tiempo que consagrar a los trabajos del espíritu. E sta
en el seno d el sistema :industrial capitalista se están elaborando afirmación, que hasta ahora tenían en su apoyo importantes
Jos elementos que han de integrar el sistema económico futuro. l'<J.zones h istóricas, ha sido desmentida p or la revolución indus-
Esta teoría, de especial impor tancia para la f undamentación del trbl de la última centuria".
critcri.o rcillist:.>., es, en mi. concepto, la mús pcr:;onal de tedas Tales consideraciones, aunque algo exageradas, son en
cuantas formularan :t._farx y Engcls, y sin duda alguna su idea parte ~:.;actas y en p~rtc también erróneas.
fund amental e;, una d e la' r;1 ~ís fecundas y felices con que se huya Es un h echo que la fuerza productora social ha e::pcri-
enriqnecid(} la ci encia scc'al en la última centuria. De.;;graciada- mcntado un considerable incremento; pero no lo es q ue se haya

80 81
centuplicado, como supone Er.gels, sino que a lo más habría
quintuplicado en el último siglo, gracias a una serie de ó·ctms- en d bienestar de los individuos cuando la p oblación a umenta
tancias verdaderamente excepcionales. Según un cálculo expues- de un modo tan incesante como en la última centuria. E n los paí-
to en mi obra Economía alemana en el siglo XfX, la berza ses europeos -Francia, Ital ia, Inglaterra, Austria-Hungría, Ale-
productora de esta nación debe haber aumentado en dicho manía, Hnsia- así como en los Estados Unidos, había en 1800
siglo en la proporción de uno a tres. Claro está que no pueden una población de 153 millones de almas, mientras que en 1900
hacerse afirmaciones rotundas en este terreno; pero desde luego
se contaban ,398 millones.
sí se puec1e negar la centuplicación que Engels supcnc. El error Pero a pesar de todo, puede concederse q tic la gran masa,
en que muchos incurren al abordar estas cuestiones, es el erigir si se repartiese p or modo uniforme la producción total y se ~pli­
en regla general algunos cases particulares, como, por ejemplo, casen a ésta m étodos aún más racionales, pndria vivir con más
la perfección del proceso de hilandería u otro análogo. Lo que holgura que hoy, y que acaso bastarían siete u ocho horas d e
se observa generalmente cuando se estudia el aumento de nues- trabajo diario para atender a las necesidades del consumo, con-
tras fuerzas productoras, es que la satisfacción de 1as Decesídades ten~das dentro de límites modestos. Pc;·o aun así, las conclusiones
de nuestro consumo depende siempre de la fertilidad del suelo. de Engcls continuarían siendo problem{üicas.
Ahora bien; es muy problemático que la fuerza productora del
Es verdad que la creciente riqueza aumenta la cifra de los
trabajo agrícola haya aumentado, y si se ha operado tal aumento,
individuos que disponen d e tiempo para consagrarse a otras
habrá sido en proporción insignificante. V crdad es que, intensi-
tareas además de las profesionales, y de aquellos o"tros que, como
ficando los cultivos, hemos elevado en un tres o cuatro por artistas o escritores, pueden ejercer una actividad JJroductora.
ciento la productividad de la tierra; pero no puede precisarse
Pero este hecho no tiene ninguna relación manifiesta con la cnes-
aún si tal incremento ha exigido gastos proporcionados a esa
tión ele la viabilidad de un sistema económico o d e una organi-
cifra, o si éstos han sido menores o acaso mayores. De que haya
zación socbl. Nim;una clase llega a predominar p orque sepa
disminuido la población rural no pue(le deducirse (como lo hace
hacer versos o pintar cuadros ni porque tenga buenas maneras,
Kautsky, por ejemplo) que haya aumentado la productividad
as! como tampoco es necesaria sus sustitución porque no sea
del trabajo agrícola, pues no sabemos la suma extraordinaria de
indisnensablc para satisfacer las necesidades científicas o artísti-
trabajo que, con la creciente intensidad, haya pasado de la esfera
cas de la sociedad. El pensamiento ciertamente simpút.ico expre -
inmediata de la agricultura a la de la industria, en que se confec-
sado por Engels pertenece al ciclo mental del racionalismo ideo-
cionan ahora máquinas agrícolas, tubos de drenaje, abonos arti- lógico.
ficiales, etc. El aumento de riqueza de las naciones europeas
durante la última generación se explica por el descubrinlientcl de 2.0 es que piensa Engels que todo el proceso industrial,
nuevas tierras vírgenes. Tan pronto como se acabe este venero, gracias al desarrol1o de las fuerzas productoras, se halla ·tan
Jo qtw tan sólo es cuestión de tiempo, ese aumento de riqueza perfeccionado que no hay que preocuparse ya de é!, que la so-
habrá ele operarse con lentitud mucho mayor. Por más progresos ciedad puede dar de mano a las funciones económicas, .y no es
técnicos que se realicen en la esfera de la industria y de [')S trans- ya necesaria una cooperación profesional en las artes sórdidas?
portes, los términos de la cuestión serán los mismos mientras no c1Es que trata de darnos una nueva edición de la conocidí-
nos emancipemos totalmente de los productos del suelo, en cuan- sima historia de la bnzadera automática de Aristóteles, que h acía
to se refiere a nutrición, indumentaria y vivienda. Üm(~cesarios los esclavos? Tales ideas abundan esparcidas en las
Hay que tener en cuenta también que todo aumento de obras de :\Ja,·x y Engels, y han sido luego recogidas y desarro-
fuerza productora representa solamente ~n pequeño aumento lladas p or sus epigones. Hay sobre todo üú pensam iento predi-
beta de .l\farx: qnc el perfeccionamiento de la maquir~aria tiende
82 Ol"t
o,_;
a sustituir las especialidades antiguas, capacitando a cada uno
para entregarse al trabajo industrial de su predilección, sin haber más bien que otra cosa, la .sustitución del régimen capi1.aiista p or
adquirido n ociones p reliminares ni realiz:.:.do ejercicios de prác- otro socialista, y la otra tendencia que hemos seilala do trae
tica. Así se expresa (El capital, .'3 86) cuando escribe: "Como el consigo en primer término una creciente indiferent:ia hacia la
movimiento total de la f ébrica no depende del trab:-tjador, sino propiedad privada y una inclinación hacia el trabajo en común,
do la maq uinaria, se puede arreglar el p c:·sonal a cada instante entrambas muy plausibles, pero que no suponen su realización.
sin que el trabajo sufra interrupción"; o ( La miseria, 144 ) : "Lo Con todo ello, queda, pues, por demostrar que la evolución pro-
que caracteriza la distribución del trabajo en las Hbrie:as econó- gresiva del capitalismo haya de facilitar su sustitución por una
micas es su carencia de t odo carácter especialis ta. P 3 i'C desde organización comunista.
el momento que cesa todo desarmlio especial, se impone la No más afortunado ha sido Engels en sus teorías sobre las
necesidad de universalidades, se hace p erceptible la tendencia compafí ías por acciones, pues al considerarlas como prueba de
h acia un desarrollo integral del individuo. La fábrica automática que la organización capitalista no es indispensable, incurre en un
combate las especialidades y el idiotismo profesional". T<J.les <'.fir- error fundamental, tanto que parece imposibJe que homb<e tan
maciones tienen una réplica inmediata. El pcrfcccionnm iento d e experto como Engels viniese a caer en él. ("Todas la.;; funciones
la maquinaria no tiene como consecuencia forzosa b e1iminacói.n sociales del capitaJista las realizan empleados retribuidos. El cap l-
ce las especialichldes. Antes bien, hay muchas maquinarias cuyo ta!.ista no ejercita ninguna actividad social, aparte la de cobrar
manejo ex.igc una instrucción profesional tan sólich: c0mo cual- sus rentas, cortar el cupón y realizar jugHdas de Bols:-t" ) . Pero
quier otro trabajo manual, y las hay t<unbién que requieren R1 la sociedad por acciones no se despoja de la función de empre-
menos una amplia acomodación corpoi·al o menral del trabajador sa: lo que hace es confiarla a organismos remt.merad 0s que act{mn
al mecanismo. Sólo los más diestros cajistas pueden manejar las pnr su parte ejerciendo una actividad puramente capitalista; la
máquinas componedoras y sólo a individuos de aptitudes extra- caza del lucro, el atisbo d e coyunturas favorables para el lo, todas
orclin,uias pueden encomendarse las múquinas q u e se emplean esas funciones de especulación y cálculo se mantienen en los
para eoser el calzado. Una gran m{,quina de vapor exige los mismos términos. También se con:.ervan inalterables b depen-
c~~idados de u n montador ~nstmid~ o d e un ingeniero; la. coi~cl t~c­ dencia respecto al mercado, las oscilaciones en las ven tas y en
cion de una locomotora solo pucue encomendarse a un cspecta- los precios, y por últim o, la incert idumbre aeerca del éxito eco-
lista y las máquinas encuadernadoras rec1uieren una dcstrc:;ra cs- nóm ico. Legítimo desdén merecieron a l>:!arx y Engels las com-
peci::J.l por parte ele qu ienes las manejan. Así, pues, no h ay (como pañías productoras, y sin embargo, en eJlas huhieran podido ver
más detalladamente he demostrado e n mi Capitalismo moderno) mejor que en las sociedades por acciones los indicios de nna orga-
tal tendencia a generalizar el automatismo ni el m~ocanismo de nizaci6n supercapitalista. La mera forma de In sociedad p or ac-
la producción fabril, porque siempre habrá funciones que h?.gan ciones no supone el simple avance hacia una organización socia-
n ecesario su concurso. lista, pero tampoco C!1traila el simple increm ento de las anidad<>~~
indmtriales.
Así, pues, no es aquí don de se h a de efecL-uar la realización
de esas condiciones que, dentro del orden social constituido, Y sin em hargo, se puede afinnar con fundamenlu que en el
han de facilitar la implantación de un régimen comunista. Pero seno del cauitalismo se elaboran las condiciones de una orv;ani-
tampoco la transformación de los instrumentos de trabajo en zación comt~nista, y que el mismo tiende a fac.ilitar los m~dios
pam que se le sustituya.
instrumentos de trabajo utilizables en común, ni la "ab sorción
d e todos los pueblos pm el mercado mundial", responden a esas Lo que hace falta es una adecuaJa elaboración de las con-
condiciones. E sta última tendencia, llamada evolutiva, dificulta, diciones del mer cado. Estas condiciones deberían desarrollarse
de tal modo que hiciesen posible la producción en gran esc-ala,
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opulencia de Hamburgo durante el período de su apogeo, com-
sin riesgo de fl uctuaciones incidentales. Las insegu;:idades de la
p~·endido entre 1895 y 1899. En 1895 había en dicha ciudad 3.443
p roducción deberían eliminarse mediante 1a fijación del consumo.
personas con una ren ta de J 0.000 a 2.5.000 marcos; en 1899 h a-
La uniformidad y la mangnitud del consumo han de facili tar
bían aumentado hasi:a 4.082. Aquellas personas cobraban c:1tre
también mm con tinua satisfa8ción de las necesidades clcl mismo
todas 53,5 millones; estas últimas, 63,1 millones; a quéllas clisfm -
consumo en gran escala. He aquí las condiciones previas para
ti<b::tn una renta m edia ele 15.8.53 marcos, mientras la de és tas
una p roducción comunista. ¡:scendía a 15.750 m arcos. El número de hamburgueses cuy::t ren-
Estas condiciones se van satisfaciendo a medida que crece ta se elevaba de 25.000 a 50.ü0{) marcos era en 1895 de 1.054 y
el consumo en el lugar donde se producen las mercancías. Saiis- en 1899 de l.32Z; los primeros representaban un ingreso total
facción del consumo de gas, de elcctriciclad, agua, etc., en las de 36,9 millones de marcos, los segundos de 46,0 millones al
grandes ciudades. D esarrollo de las grandes instituciones de año; en 1895 sólo 35.987 marcos; en 1899, 35.384 marcos.
transporte a medida qu e los consumidores se unen p ara h acer En 1895 había en Hamburgo 484 p ersonas con um renta de
sus compras en común o para e1abornr mancomunados los ar- · .50.000 a 100.000 marcos; en 1899 el número de estas personas
tículos que consu me:1. Compañías agrícolas, ligas de consumi- era de 585; la renta total de las primeras ascendía a 33,1 millones,
dores, etc., a medida que industrias antes ind ependientes se en- la de las segundas a 40,4 millones. Renta media de 68.390 y G9.060
globan en nuevas entidades indu striales; empresas combinadas, ma!·cos. Por último, con más de 100.000 marcos de renta había
sindicatos, cte. Pero esta actuación positiva de la s ideas marxistas en uno y otro mío Z.50 y 311 p erson as, que representaban una
no es tá aquí en su sitio. Lo que por lo pronto q ueríamos demos- renta total de 210.000 y 219.646 marcos p or término mecHo. Tam-
trar es rpc la teoría de la sócialización, tal com o i':!arx y Engels bién p odemos escoger como tipo las cifras de los millonarios b er-
la expusieron, es exacta en su s principios, y qu e sns auto::es sólo lineses : en todo Berlín sólo había seis mil1onarios en talcrs en 1854;
se equivccaron al aplicarla a casos particulares. H abían descu- , en 1900 había ya 639. Antes había 2:3 millonarios de marcos, y
bicrto tcór.icamente un nuevo astro, pero éste no era el que ellos ahora hay 1..'323. Ninguna de estas estadísticas, por m ás vu eltas
creían. Fue después cuando se descubrió, y los honores del des- , que se les dé, acusa uria "continua disminución del número d e
cub rimiento coE·csponden a Leverrier y no a Calle. magnates del capital". Ce~anto m ás próximo aparece el instante
~fenos afortunados fueron aún los maestros en sus otras . de la quiebra d el capitalismo, tanto más aumenta el número de
teorías, comprendidas en la de la evolución. los expropiadores. La tarea de la expmpiación va a resultar cada
39. La teoría de la acumulación, como yo la llamo, vez más difícil.
su fundamento en b consabida afirmación de que el número 49. La teoría de Ta depaupemció11, sin la cual la situación
los magna tes del capital va en dism inución continua. Se h a de- del proletariado, lejos de mejorar, tiende a empeorar más cada
mostrado qn e esto es falso y q u e lo contrario es cierto. día, continúa subsistiendo en toda su integridad en los círculos
probarlo me limitaré a copiar las cifras que ya apunté en tradicionales del marxismo. Dicha teoría se halla en contradicción
Economía alenw na en el siglo XIX. Como punto de partida abierta con los h echos, al m enos si se atiende a la situación
puede elegir el que se quiera: 10.000, ZO.QOO, 1-00,000 marcos externa del proletariado, es decir, su tenor de vida. Difícil es
renta. Siempre veremos, en último término, qu e las personas apreciar cómo ha de influir sobre la "masa de la opresión, del
tal renta disfrutan aumentan más rápidamente qae cua]qp•Pra servilismo y de la explotación" y si ésta aumen ta o disminuye,
otra especie de rentistas. Y como precisamente tal aumento pues todo ello depende en último término de las apreciaciones
liase !·elacionado en p arte con el incremento de la renta que subjetivas clel observador. Yo, p ersonalmente, creo que en su as-
ciben, .resulta que cada uno de ellos se mantiene, por pecto ideal la teoría de la depauperación es exacta, sobre todo
medio, en el mismo grado de riqueza. Tomemos por m oJ elo
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porque al elevarse el ~livel intelectual y moral del proletario, se rnenor si se le compara con la cifra de la p oblación total. E sto
le hacen aún más onerosas esas categorías de "opresión", "servi- no pasa de una presunción p rob2ble, pues el escritor socialista n o
lismo" y "explotación", que son de índ ole puramente psicológica p1:do comprobar su exactitud por no existir en Inglaterra ana es-
e interna. PCJ: eso cuando uno se limita, como lo ha hech o Kauts- tadística general de ingresos. El juicio de 'YVebb está basado en
ky, por ejemplo, a analizar estr.. teoría marxista en un sentido las apreciaciones de Carlos Booth.
puram ente psicológico-subjetivo, pocas objeciones pueden opo- En Alemania se observa la misma proporción. Es ind:;dabb
nérsele, como no sea la de que Marx y Engels la entendían en que el gru eso de la masa obrera vive hoy nwjN, e;; decir, con
otro sentido más real. Porque aquel famoso pasaje de El capital una mayor suma de bienestar que h ace cincuenta o cien años,
d onde ::tfirma que la "masa de la miseria y de la degeneración" e indudable es también que el número de los p obres y paupérri-
va en aumento, y las palabras del Manifiesto Comunista que mos disminuye con relación a In población total, al menos por
antes h e transcripto, no dejan duda alguna sobre la intención lo que re~;pecta al último decenio, bie?\ que no pueda precisarse
realista que entrambos maestros dieron a su afirmación de que con certeza si tal número representa un aumento o una d isminu-
"la miseria se extiende". La situación de la masa obrera se va ción absoluta. Así, pues, en Sajonia , las p ersonas que tcn(an una
elcvanJo en el transcurso ele la evolución capitalista, casi segu- renta de menos de 500 m arcos representaban, en 1879, un 51'51
ramente con mayor lentitud que la d e las clases superiores, pero por ciento; en 1894, un 36,59 por ciento; en 1900, un 28,29 pcr
se eleva al fü1. Así se desprende ele todas las investigaciones reali- ciento, y en 1912, un 18,4 tmicumente. En Prusia había, en 1892,
zadas en los últimos años, no por escritores tendencicsos, sino un 70,27 por ciento de la población con renta de m enos de 90{)
p or personalidades que no tienen interés alguno en ver las cosas marcos; en 1900, un 62,41 p or ciento, y en 1914 ~e h abía redu-
a truvés de un prim :a r osado. cido a un 36,7 por ciento.
U na información realizada en Francia por la Oficina del Por último, es seguramente falsa también la hipótesis de q u e
Trabajo puso de manifiesto que desde 1850 los salarios se han "el p auperismo aumenta más rápidamente que la pohbción y la
duplicado, ganando las mujeres 2,20 francos y los hombres cua- riqueza". En Inglaterra, el país clásico del capitalismo, como
tro en vez de 1,02, y 2,07 francos que constituían antes sus jor- l-.Jarx lo llamaba, y en el que tenía puestos los ojos, el número
nales respectivos. Los gastos de manutención han aumentado de pobres ha ido en descenso, a p esar ele no h aber disminuido
algo en este lapso, pero tal aumento puede calcularse a lo sumo la asistencia b enéfica: de 918.966 que era en los años de 1871
en una cuarta parte. a 1875, ha descendido a 787.144 desde 1891 a 1895, y a 617.128
Si.dncy \Vcbb, socialista, resume en estos términos su juicio en el año 1914, de cuyas cifras se desprende que e1 tanto por
sob re la evolución de los trabajadores ingleses durante el perío- ciento que al pauperismo corresponde en la población total ha
d o comprendido de 1837 a 1897. Los jornales se han duplicado. descendido de 3,93 a 2,65 y 1,67 p or ciento en el período d e
Los precios de los artículos de primera necesidad (exceptuando tiempo indicado. En los diez años precedentes a la g uerra que-
la carne y la leche) eran un poco más ba jos en 1897 que en 1837. dó estacionado el número absoluto de pobres en el Heino Unido,
Sólo ha subido e1 alquiler de las viviendas. "Pero este en care- y por consiguiente, su participación porcentual en la población
cimiento de alquiler n o iguala ni con mucho al aumento ele jornal integra ha descendido, de 26,5 por ciento que era en 1905, a 20,3
del trabajador instruido, y su salario semanal le pem1ite vivir por ciento en 1914. La protección a los p obres disminuyó, e n
a él y a .su familia con mayor suma de confort y de civilización el intervalo de 1870 a 1900, en Inglaterra y Gales, en la propOl'-
qciC la que p odían disfrutar sus abuelos". Webb opina tam- ción de un 23 por ciento; en Londres, en un 19,95 p:n· ciento, y
bién que tomado en absoluto el número de los qt•e vivían misera- en un 60,8 por ciento en el distrito de vVhitechapel, la célebre
blemente en Inglaterra en 1897 era mayor que en 1837, pero sede de la miseria m ás negra.

88 89
59. La teoría de la quiebra.- Según ella, la industria capi-
III. El triunfo del socialismo ''científico" ..
talista se está cavando su propia scpultur:~; las crisis mcrcanUles,
cada vez m á:; violentas, demuestran que el actual sistema indus- Al advertir que 1~nuchas de ]as teorías mai·xistas no se halla-
trial es incapaz de manto <cr su predominio. E stas crisis hay que bún d.e acuerdo con la ciencia, y al percatarse de su falsedad,
considerarlas como q uiebras perü'>dicas de la saciedad burguesa, ]os socialistas creyentes, que habían sido marxistas, de}Jieron su-
,. . . fl' . . .. 1 ' • • l . . . l 1
rm· gmves con · 1ctos p siCowglC.'os. 13. pr.nK'lplO trataron o e a 10-
que han de concluir por llegar a un punto en que no haya sal-
vación pcsihle. D ebo apresurarm e a consignar que esta concep- gar las voces de la crítica, dando un seu.tído mús amplio a las
ción técnica no ha sido aún desmentida por la ciencia. Las enseñanzas esti'ictas del maestro e interpretando artificiosarnente
tentativas de Tugan-Baranowski para refutarla, fundándose en· aquellos pasa:ies de su obra que se p resentaban a la conu:oversia.
razones cuya exposición nos 11evaría muy lejos, no acaban c1c sa- Pero semejante recurso no les valió por mucho tiempo. Y a l fin
tisfacerme. Y, sin embargo, son los únicos conatos que hasta aho- y nl cabo, la verdad se impuso; y la verdad era que Marx se
ra ha habido de oposición seria a la teoría marxista de las crisis habia equivocado en mús de una ocasión. El marxista creyente
mercantiles. En mi concepto, y sin entrar pm ahora en demostra- llegó a encontrarse entonces en la misma situación que el cristia-
ciones, las crisis periódicas que a }.larx causabr,n tanta preocu- no ortodoxo, que ve socavados por las ciencias naturales los fun-
pación no son en modo alguno fenómenos inm:-mentcs de la damentos ele su Biblia. Ante él se alzaba esta interrogación:
industria capitalista, sino complicaciones pn.~ajeras ckhiclas a pe- ¿deberé abandonar mis creencias, puesto que la ciencia las ha
ríodos de plétora, también p asajeros. D e la índole m isma de la despojado de su ropaje, o deberé cerrar mis ojos a la luz de la
industria capitalista se derivan est·ados depresivos crónicos, como ciencia para salvar mi fe? Ambos extremos hubieran equivalido
los observados desde }875 a 188.), los cnales volverían a repro- a tma renunciación superior a sus fuerzas. En aquel punto acu-
ducirse si empezase a flaquear la p roducción de mct::<1es preciosos. dió a auxíliar!e una revelación parecida a la que ha libra do d e
Pero ni los síntomas morbosos agudos que decían J\farx y EngeJs· dudas a tantos cristianos atormentados nor las demo:;; tracic.nes
lle~m·án a manifestarse, ni la industria capitalista h:ná otra cosa de ][l ciencia. E! creyen!·e marxista se afer~·ó a la idea de que ba-
entonces que prepararse un lecho cómodo donde reposar por hía habido hasta entonces una ls.mentable confusión entre ciencia
tiempo indefinido. La experiencia ha demostrado ya que esas y fe, entre filosofía y ciencia. Y de ahí pasó a formul ar la teoría
crisis estudiadas por l'vlarx y Engek es decir, aquellos estados de que toda fe, tanto la política como 1a teológica, no necesitan
depresivos que siguen a perhdos de plétora, lejos de aumen•-- apoyarse en ninguna verdad científica, y que la rcfu tac.ión de
en intensidad lo (¡uc hacen es disminuir. Nunca ha sufr ido u;-¡a teoría de esta índole no puede llegar hasta la hond~;ra d onde
industria capita1ist;1. una crisis ni signicra parecida a la que descansa el áncora firme de la fe, hasta lo m ás recóndito del cora-
pcrimentó desde 1895 hasta fines del siglo. Y p or el cont zón, donde el ideal tiene su asiento. El marxista comprendió que
n inguna de esas crisis fue tan benigna como la que se hizo sm,.:,.•• la fuerza del socialismo no podía residir en las tesis científicas
en 1900 (h primera en veinticinco años). L as calamidades ele algunos hombres aislados, siquiera sean éstos de Ja talh de
1vhrx y Engcls, fundados en su cxperier.cía (crisis de 1836, \!arx y Engel, sino únicamente en la plenitud del sentimiento,
1857, 1873), se complacían en vaticinar, apenas se manif en la. volunt:1d de obrar, que etcmamente se renueva ante hl im-
entonces, pues hasta cabe dudar si el nombre de crisis ( en perfección de este mundo al compararlo con las aspiraciones
id eales de la humanidad.
antÍ!!;Ua acepciÓn de la palabra) es aplicable a los traS/""
indusMales de los úlrimos años. Principalmente la perfecta Esta transición viri.o a marcar un nuevo periodo en la cr.ítica
nización de la alta banca contribuye hoy a alejar de la ele! marxi.~mo. Ya no se trataba de la simple defensa o refuta-
industrial esos males que antes fonnaban el séquito obligado ción ele deteJminada teoría - la teoría marxista de la evolución- ,
estas crisis.
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sino de la duda acerca de la exactitud de todo el método l!).'trx.Ma. Tratúbase ante todo de salvar la fe religiosa de entre !as garras
:!viarx había querido oponer un socialismo científico al socialismo de la ciencia. Pero la situación de los socialistas frente a los
utópico, y ahora se caia en la cuenta de que no había logrado problemas religiosos era de otra índole. El socialismo moderno
su objeto. La importancia histó1ica de la creación de l\Iarx (en tuvo hasta no hace mucho un marcado carácter antirreligioso,
cuanto se relaciona con el socialismo) no estribaba en su carác- circunstancia que puede explicarse por mzones políticas. Para él,
ter científico, sino en el hecho de haber asentado el movimiento corno para el proletario, religión e Iglesia, no eran cosas dife-
social sobre las bases reales de la evolución histórica v del inte- rentes: veia a la Iglesia (al menos en los Estados del continente
rés, lo que nada tenía de común con la ciencia. Pero ·la preten- eUl'Opeo) identificada por lo general con el sistema imperante,
sión de demostrar con pruebas científicas la fatalidad del socia- monárquico-capitalista, y el socialismo hacía extensivo su odio
lismo estaba condenada a un fracaso forzoso, porque no se podrá a ]p.s instituciones eclesiásticas y hasta a! mismo Dios, que J)[l.da
probar nunca con argumentos científicos la exactitud de una. pódía hacer desde el momento que los servidores de la Iglesia
vindicación social, de una luchH por un nuevo régimen qne aún se constituían en defensores del capitalismo. Pero aparte de esta
no existe. El objeto exclusivo de la ciencia es la indagación de razón externa. de ineligiosidad, otras causas íntimas y poderosas
las relaciones c:msales del mundo empírico, y se saldrb de la contribuían a alejar a los socialistas de la religión. Creían que
esfem de su competencia si pretendiese demostrar, no ya la exac· corno buenos socialistas debían defender a cnpa y espada la filo-
titud, pero ni siquiera la necesidad de un estado futuro. Cierto sofía del maestro, y como resultado de la época en que se conci-
que un esfuerzo prf,ctico puede tener más garantía de éxito si bió, formaba parte muy principal de esta filosofía marxista la
emplea para sus fines los conocimientos científicos, pero tal es- indiferencia frente a los problemas religiosos, por no decir la hos-
fuerzo no representa por sí mismo una noción científica. Y no es tilidad hacia la religión. Ahora bien; como toda esta filosofía
su grado de verdad, sino su utilidad y su fuerza lo que lo justi- . se acoge sin derecho al regazo de la ciencia, y ésta se propone
Hca. El socialismo científico entraña consigo mismo una contra- como objeto las verdades objetivas, el ateísmo era considerado
dicción, constituye algo así como una "herradura dorada". Lo como una de esas verdades que no era lícito discutir, a menos de
que precisamente urgía era hacer una distinción fundamental en- salirse del espíritu de la ciencia y del socialismo, compenetrnclas
tre ciencia y socialismo, condición indispemable para. que ambos hasta el punto de fom1ar una sola persona. Al libertar ahora a la
se pudieran apoyar nuevamente en sus derechos, para que la filosofía de las cadenas de la ciencia que antes le agobiaban,
ciencia social y el socialismo pudiesen servir de fuerzas equi- también se hacía cambiar la situación del individuo frente a la
valentes. cw~s tión religiosa. Se llegó a creer, y así se proclamó, que cien-
Pero no pasaron de ahí los esfuerzos para la emancipación cia y religión, socialismo y religión, religión e Iglesi?., eran cosas
realizados por los jóvenes socialistas. Una vez despojado el credo distintas entre sí, de modo que hoy sólo los socialistas incultos se
socialista de su cópula antinatural con la ciencia, cumplía, como permiten afirmaciones directas contra la religión. Y he aquí cómo,
consecuencia lógica, llevar la misma distinción a toda la filoso- . mediante su liberación interior del marxismo como teoría, vol-
fía. La crítica del marxismo coincidió en este punto con los vieron los socialistas teóricos a encontrar la paz del alma. Sus
fucrzos para separar unas de otras las ciencias nah1ralcs y esfuerzos encaminados a libertar al socialismo de las envolturas
marxistas, encontraron un apoyo decidido entre los sccütlistas
filosofía.
prácticos.
En ambos casos se trataba igualmente de contener las extra·
limitaciones de la ciencia, de demostrar que ésta se había entro- De prever era que había de llegar un momento en que las
metido en un terreno extraño al querer imponer al mundo de las teorías marxistas fuesen un obstáculo más bien que un estímulo
creencias la misma nom1a general que al mundo de los para el desarrollo del movimiento social. Durante una generación

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habían cjercidc una enorme influencia impulsiva sobre la activi- Cierto es que no todo hay que achacarlo al marxismo. El mo-
dad práctica de las ideas socialistas. La teoría de que el socia- vimiento social ha tenido que pagar también su tributo al espíritu
lismo debía llegar fatalmente, como un fenómeno natural, de de los tiempos, que ha desterrado hn.sta del arte y de la poesía
que la 'üerdad residía en el socialismo, prestó al movimiento so- el gran estilo, el arr<>.nque y la pasión. El movimiento social ha
cial una fuerza que ninguna otra hubiera podido infundirle. Esas alcanzado, una época que rechaza toda fraseología y se ha hecho
teorías habían rcbustecido la fe en el triunfo de la idea, habían rm1s m~1dum y más "racional". Hay que reconocerlo así; pero de
comunicado condiciones de seguridad a Jos partidos socialistas, todos modo:;, siempre será cierto que la transfusión del espíritu
y acclen1.do también, sin duda alguna, la consolidación del movi- puramente 1muxista supone una amenaza mayor que la que Hevan
miento proletario moderno. consigo el tiempo y la propia madurez. Es indudable que después
Pero al cabo hubo de reconocerse que tales ventajas había de rvrarx toda vuelta al utopismo de la infancia seria ya imposi-
que pagarlas a un precio muy caro, y que aminoraban la potencia ble; que los fundamentes que le sirven de base, y que :t\Jarx asentó,
socialista dentro del movimiento social. La masa, acostumbrada no deberá alterarlos, si pretende aspirar a la victoria. Habrá de
a que le denwstraran la fatalidad del socialismo con argu- afilmarse cada vez más sobre un terreno histórico realista. Los
mentos científicos, perdió el sentido del ideal creador, del gran representantes de las ideas socialistas, ahora como antes, ten-
pathos. Aprendió a marchar sin tropiezos en un sistema de anda- drán que sacar sr.1 fnerza de la evolución de la vida industrial
dores, pero perdió poco a poco la facultad de elevarse en altos moderna, que crea por su misma actividad las condiciones nece-
vuelos. La extraordinaria cultura científica de Mar~~ y Engcls se sarhls para una transformaei6n de la sociedad capitalista en un
hallaba contrapesada por su escasez de sentido práctico. rég·imen de socialismo. Pero todo esto no debe ser obstáculo para
Su sistema apenas resiste a un examen, cuando se le prueba que, sin :::erjnicio de a]Jlicar un criterio racional al examen de los
en la práctica. Su temor a decir algo concreto sobre el estado problemas sociales, se abran los espíritus a una concepción más
futuro se explica no sólo por una repugnancia inaudita a las uto- ~;cntimcntal y se reconozca la participación legítima que a la
pías, sino tambión por deficiencias ele la imaginación creadora. imaginación y al idealismo, así como al pathos moral, corresponde
Y por ello era inevitable que un largo predominio de este sis- en la vida.
tema ejerciese l:na influencia letal sobre todos los impul:ms socia- El socialismo actual se halla saturado con Pxceso de rea!ism.o,
listas. En él se prescindía. del ideal claro y definido que traza hasta un punto que éste amenaza ahogarlo todo, y en este todo
el camino que se debía seguir y también del pathos prop1;lsor. se hallan incluidas precisamente aquellas fuerzas cuyo dominio
"La cla~e trabajadora no tiene que realizar ideal alguno; sólo le está en el mundo irreal de las ideas, a las cuales tiene cerradas
incumbe libertar los elementos de la sociedad, ya desarrollados las puertas el método me:J.rxista, o el modo como se le entiende.
en el seno de la sociedad burguesa que marcha a la ruina".
Dicho en otros términos: no hay que llegar al punto de
He aquí el ingrato papel que el socialismo científico enco- vis1a adoptado por los anarquistas. Se le debe considerar como
mendaba al proletariado. El que traza la historia del socialismo nn fenómeno de la reacción idealista o ideológica, que les ha
no puede sustraerse a un sentimiento de tristeza al ojear los escri- llevado a decir: "Nosotros no tenemos que preocuparnos ele lo
tos de Fournier, \Vcitling y Lassalle y compararlos luego con lo que es justo, de lo que es bello". (Juan Grave) . Pero habría que
que hoy nos ofrece la literatura socialista. ¡Cuán negativa se ha preguntar no sólo qué es lo realizable, sino también, y en primer
hecho! ¡Cuán convencional, cuán racional, cuán práctica! Acá y ié>rmino, qué es lo jl.!sto y qué es lo bello. No basta decir que la
allá se escucha todavía una fr8se revolucionaria, pero sin ninguna idea lo es todo, sino que es preciso demostrar que sin ella todo
fuerza. Todo se halla ahogado en tinta, una tinta que podrá ser esfuerzo es infructuoso y nulo. Sin ella nos arrastramos por el
roja, pero de la cual no fluyen corrientes de vida. suelo en vez de elevarnos con aladc impulso. Las ideas toman

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forma en n uestros ideales, pero estos ideales hay que forjarlos bres son los que realizan esta evolución al proponerse unos fines
cordialmente en el fu ego del entusiasmo. Ellos son el sol vívifi~ y luchar por conseguirlos.
cante que debe envolverlo todo con sus rayos y q ue no puede
También se ha confundido el punto de vista del teorizante
declinar ni velarse sin amenazar con 1a m uerte a la creación
entera. La frase con que Saint-Simon, en su lecho de muerte, se marxista y el de aquel que actúa en la misma vida social. Para
despidió de su discípulo predilecto Rodríguez, será eterna: "No este teórico la evolución social es un proceso l.igado a causas,
y busca el impulso de la vida en los móviles personales, y trata
olvide nunca, amigo mío -le dijo- que hay q ue tener entusiasmo
para realizar grandes cosas". Cuando falta el entusiasmo, Juego de explicar estos móviles en su determinismo y condiciona-
falta también el impulso que conduce a dar cima a las empresas, lidad. Para él la vida social es un proceso que ya se dio en el
y éstas se disipan en cuidados menudos, en la aridez política, pasado y que, por lo tanto, es conocido en su desarrollo. En cam-
hasta perecer como u n cuerpo sin vida. Y éste es uno de los bio, para el político, es algo incierto, algo q ue ha de formarse
rasgos más desconsoladores de muchos r epresentantes del movi- en el porvenir. Lo que el teórico concibe como efecto de una
miento proletario, que han perdido el don del entusiasmo en el c8.usa d eterminada es para el político un objeto q ue se desarrolla
aire mefítico de la política menuda, hasta descender al nivel en el futuro y que debe alcanzar la voluntad. Pero esta voluntad
d e los políticos rastreros. es un eslabón dentro de las causas del fenómeno social, y es pre-
ciso que sea el más alto don del hombre, tan libre para aquel
~Pero cómo - se preguntaritn muchos- podrá comervar el qve propone fines, como esclava l1a de serlo para el teórico, q ue
socialismo el carácter histórico realista que Marx le infundiera, sólo se ocupa en la investigación de los móviles. Ahora bien,
y al mismo ticmi;O impregnarse de ese vuelo idealista q ue le fal- cnar!dO el socialista teórico trata de demostrar que determinad as
ta? ~No equivale tal cosa a querer conciliar cosas incompatibles? series de evolución de la vida social, han de realizarse necesa-
¿Etica e idealismo no se hallan en contraclicción con el evolucio- ri[Jmentc en lo futuro, lo hace con las indispensables restricciones,
nismo, que tiene que ser forzosamente la base fu ndamental del suponiendo que las personas de quien se trata han de tener la
socialismo? ¿Y esa contradicción no consiste en qnerer plasmar suficiente energía para adoptar resoluciones. Si p or cualquier
el porvenir a nuestra semejanza, en vez de dejar que sea de él razón (por e iemplc, el predominio de una concepción quietista)
lo que los astros quieran? , hubiese de disminuir esta energía, faltaría el más importante
Soy de parecer que tal contradícción no tiene su fundamento . eslabón de la cadena causal y la evolución tomaría derroteros to-
en la significación de las palabras, pues sólo aparece cuando se talmente dis tintos. T odo lo contrario sería trasladar ciegamente a
considera con un criterio falso, Ia esencia del evolucionismo. Por la vida social la representación de los procesos naturales; equi-
no establecer la debida distinción entre la h is toria humana y los vaidría a decir en este caso que el socialismo ha de venir por
fenómenos naturales, se confu nden con bastante frecuencia en una necesidad natuml. Nadie piensa en esto. ¿Por qué la evolu-
los círculos marxistas evolucionismo y fatalismo. Consideran la ción del capitalismo no habría d e conducir, por ejemplo, a la
evolución histórica como un proceso na tural que se realiza con ruina de la cultura moderna o a un nuevo feudalismo sobre base
absoluta independencia de los actos de los hombres, un p roceso · capitalista, como hace poco profetizaba un americano en una
ante el cual hay que cruzar los b razos y aguardar a que el fruto obra infecciosa? Por estos cauces iría la evolución del capital
madure para cogerlo entonces. Esta concepción fatalista no tiene si los directores del movimiento proktaio no velaran por el pre-
nada que ver con el concepto Íntimo de la evolución. Los q ue la dominio de las cor:diciones propicias a un nuevo régimen, mien-
fonnulan olvidan una cosa esencial, olvidan que cuanto tras se transforma la vida social, y si en vez de obrar así se sumie-
e:1 la vida social se efectúa entre hombres vivos, y que los holli· sen en el marasmo o el quietismo. Para ellos, todo fenómeno so-

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ten, en suma, que la obra por Marx edificada perezca bajo
cial es un estado por realizarse, y para acelerar esta realización su peso.
han menester de firme voluntad y resuelta energía.
Así lo ha dicho Jorge D. Herrón, uno de los socialistas rrme-
Además, esa supuesta contradicción entre evolucionismo e rícanos que encarnan esta nueva tender.cia: "La revolución socia-
idealismo se debe a una confusión del ideal con el programa, a lista no vendrá mientras no hagamos más que repetir las doctri-
una confusión del fin con el medio, de la fe con la política, nas marxistas. La clase obrera no debe su existencia a una teoría
términos separados por diferencias naturales. A los unos, perte- socialista determinada, sino que es ésta quien la recibe de la clase
nece nuestro corazón; a los otros, nuestra inteligencia. Para la obrera. Nadie se ha preocupado con más empciJo que Engds de
obter;ción de los últimos fines, vale más el entusiasmo que la des- acomodar a las circunstancias la fraseología socir..lista, y esta adap-
treza en la elección de medidas políticas de carácter práctico. Allí tación debemos aprenderla. El socialismo no ha venido a este
el calor de la efusión, aquí la claridad; aquél para el ideal, ésta mundo para convertirse en una ortodoxia, en una secta, sino para
para el programa que debe vindicar los medios y el camino para fluir como un raudal de vida",
el logro de los últimos fines. Entretanto, los socialistas no hacen más que agitarse en las
Cuando se aprende a discernir entre estas cosas tan fund<J.- tinieblas, por no haber entre ellos quien trace al proletariado una
mentalmente distintas, es cuando se puede unir el entusiasmo senda de acción y le ilustre con nuevos y vivif:icantes ideales.
ideal y un sentido político negativo. Pues así corno allí la confu- Y de este modo se halla fluctuando entre un oportunismo
sión del programa con el ideal trae consigo la caída en la política sin ideas y los antiguos ideales cristianos o humanitarios y el
árida y menuda, así también aquí tiene por consecuencia una ideal exterior del revolucionarismo. Lo que de e~:te estado ele
atenuación de las aptitudes políticas. Todo aquel que haya apren- cosas haya de resultar, nadie puede hoy preverlo.
dido a distinguir entre el fin y los medios, tendrá que percatarse
de que se necesita un esfuerzo penoso para atravesar por entre •
• o
la turba política la distancia que le separa del fin. La importancia
y la necesidad de una transformación acompasada, y por lo tan- Pero en estos últimos años, en que la crítica se ha ensañado
to de la esencia de la evolución, no se comprende sino cuando contra el sistema marxista hasta reducirlo a guiñapos, ha surgido
se ha aprendido a conocer el valor y la esencia del ideal, único una nueva teoría, de la que esperan muchos ver elevarse una
sol que vivifica con sus cálidos rayos la espinosa senda de la nueva. aurora.
peregrinación. El mundo mental de que aquí se trata es harto interesante
Todo esto lo ha entendido así claramente la flor de nuestros para que no le dediquemos un detenido estudio, y al mismo tiem-
socialistas contemporáneos. Y de esta inteligencia ha nacido ese po demasiado peculiar para que pueda caber dentro de los lími-
tes de este capítulo.
movimiento libre de la influencia marxista, que hoy cuenta ya
numerosos partidarios entre los demócratas sociales de todos los Esa nueva concepción es el sindicalismo revolucionario.
países, por más que no sean muchos lo que tengan el valor de
hacerlo público. Y precisamente los campeones de esta lucha de.
liberación son aquellos que antaño estuvieron más impregnados
del espíritu marxista. Y no es que sean traidores a Marx, sino que
han comprendido la limitación histórica del marxismo. No van
contra Marx, pero no quieren tampoco irle a la zaga, sino ade-
lantárse!e: Amícus Marx, sed magis ami.cus socialismus. No quie-

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