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en suma, de la peor catástrofe que pueda afectar a una sociedad. Sin embargo, esta doctrina
sociopolítica demostró ser, durante la Guerra Civil española, una alternativa noble e ingeniosa
capaz de reconstruir un país que se caía a pedazos. Dicha filosofía política, a pesar de provenir de
las plumas extranjeras de Bakunin y Proudhon, encontró en el pueblo español el lugar adecuado
para florecer porque sus principios ideológicos describieron plenamente el espíritu antiautoritario
y guerrero del hombre ibérico, el cual lideró grandes batallas contra guerreros tan diestros como
Julio César o Napoleón; conquistó tierras inimaginables; sació el hambre voraz provocada por el
oro y llenó de genialidad las páginas de El Quijote. En consecuencia, la anarquía obsequió a los
preceptos del anarco comunismo y el fomento de la cultura de las masas. La siguiente investigación
es un breve análisis sobre las acciones políticas, económicas y sociales que los anarquistas
españoles realizaron a lo largo de la Guerra Civil a fin de hallar una solución a la inminente crisis
La autogestión
Ante las devastadoras consecuencias que ocasionó este peculiar conflicto bélico español, la CNT-
FAI sugirió una loable iniciativa para mantener y aumentar la productividad del campo, las
fábricas, comercios, y talleres, los cuales eran el núcleo de la economía española en las primeras
décadas del siglo XX. Este proyecto reformador tuvo gran nivel de aceptación entre los
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trabajadores urbanos y rurales porque respondió, sin ambages, a las exigencias que ignoraron los
socioeconómicos como las del comunismo, el cual pretendía imponer la dictadura del proletariado,
es decir, el cambio de poder a manos de otro grupo y no la repartición igualitaria del mismo;
los había guiado por el sendero sinuoso, sin saber, de los “valores fundamentales del anarquismo
moderno, entre ellos el sentimiento de igualdad y justicia, la negación del estado y las autoridades,
suprema de conducta, la identificación mística con un ideal, […] grandeza de alma” (Saña, 2010:
económica, el cual puede explicarse con tres de sus principales características: la primera, consistió
en la exclusión de cualquier aparato burocrático o cabecilla que pretendiera imponer sus intereses
sobre los de la colectividad pues el movimiento ácrata consideraba a las jerarquías como un
salario unitario, es decir, un dirigente ganaba la misma cantidad de dinero que un ingeniero,
campesino u obrero (aunque en algunas ocasiones un líder de la CNT podía ganar un sueldo
cuantioso pero sólo por tiempo limitado y en la mayoría de las ocasiones ese dinero iba parar en
las arcas de la organización); otro, era la actitud democrática ante las diversas actividades
administrativas que debían llevar a cabo en sus empresas industriales y agrarias, en consecuencia,
las proposiciones hechas durante una asamblea se examinaban tomando en cuenta las inquietudes
y sugerencias de los miembros de la comunidad anarquista pues todos tenían la última palabra en
la toma de decisiones.
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El segundo atributo a destacar de dichas entidades económicas, fue el método utilizado por
organización; Saña (2010) al respecto señaló que los anarquistas abrigaban la esperanza de que el
ejemplo de la revolución convenciera por sí mismo al reacio proletariado urbano y rural. Esa
capacidad de cautivar por la originalidad de una idea y no por la imposición, provocó un aumento
en el número de aliados, y al mismo tiempo, de fieros enemigos de los libertarios españoles, los
terrorismo, explotación inhumana de agricultores y obreros, etc. Quizá este sea el origen de las
distintas regiones de España porque “no existe un modelo único de colectivización, sino que ésta
es un proceso sumamente complejo y heterogéneo en el que cada región tenía lo que podría
llamarse su propio ejemplo de colectivización” (Bernecker, 1992: 101). Por ello, este fenómeno no
colectivizaciones dieron paso a una economía mixta en donde una parte de la misma estaba
socializada (principalmente la agricultura) y la otra siguió el modelo capitalista (las leyes del
Sin duda alguna, las colectividades demostraron a España y al mundo que la anarquía “se
funda en la negación de toda autoridad, pero jamás descarta toda forma de organización” (Vilchis,
2014: 18) porque contrario a lo que ciertos individuos piensan, la anarquía contiene una fuerza
moral y ética que trasciende los decadentes valores de la sociedad moderna. Prueba de ello fueron
los logros obtenidos por estas instituciones económicas que van desde los derechos laborales como
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las prestaciones sociales, jornada laborales posibles, la defensa contra los despidos injustificados;
pasando por las ingeniosas metodologías para aumentar la producción en los sectores agrícola,
industrial y de servicios como las Cajas de Compensación cuyo objetivo “consistía en echar una
mano a las actividades que por las razones que fuere estaban en apuros o no eran tan eficientes
como las otras” (Saña, 2010: 118) o los tranvías colectivizados en Barcelona, los cuales aseguraron
grandes ganancias al movimiento ácrata; hasta la implementación del federalismo más puro, aquél
La revolución cultural
En el sector educativo, los anarquistas lucharon contra el analfabetismo igual que lo hicieron contra
los fascistas y los comunistas. Ellos anhelaban materializar dos sueños que garantizarían la
permanencia y la duplicación de los frutos obtenidos por los colectivistas a través del tiempo: el
decir, un campesino, no podía aspirar a cultivar sus ideas y pensamientos más profundos pues
estaba condenado a efectuar labores agrícolas por el resto de sus días; el otro objetivo planteaba la
eliminación del sistema de recompensas y castigos. El sistema pedagógico creado por la CNT-FAI,
basado en los postulados antes expuestos, fue proclamado en el Congreso de Zaragoza de 1936; no
obstante, este hecho es poco conocido puesto que los contrarrevolucionarios se encargaron de
Las escuelas racionalistas de Ferrer Guardia, los ateneos liberatorios y los cafés fueron los
campos de batalla elegidos por los anarquistas para cabalgar junto a Don Quijote y hacerle frente
a la locura de la ignorancia. A estos lugares acudían personajes muy variados desde el policía
la educación pertenecía al vulgo, a las masas, a la humanidad. Por este tipo de sitios se logra
comprender la existencia de grandes libertadores como la de José Peirats el cual: “Adquirió [en el
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Ateneo Obrero Racionalista de Sants] un nuevo bagaje de estructuras mentales, una moralidad y
una manera de vivir, que incluía la templanza, todo ello enraizado en un hondo sentido del
igualitarismo, la camaradería y el ansia de mejora cultural” (Ealham, 2016: 53). Sin duda alguna,
esos valores tan humanos no significaron nada para la dictadura de Franco, pero al menos ayudaron
revolución moral del individuo. Esto lo llevo a construir carreteras, escuelas y hospitales; a hacer
llegar las colectividades en donde se necesitaban; a sumergir en las artes y las ciencias a sus
militantes mientras forjaba en la industria metalúrgica y química las armas que le otorgarían la
victoria en la guerra. La FAI (como se cita en Saña, 2010) lo expresó en 1937 con las palabras
Durante la Guerra Civil la anarquía ganó una infinidad de enemigos tanto del Bloque
Nacional como del Frente Popular pues sus ideales colmaron de terror el sistema establecido por
estos grupos intransigentes. Sin embargo, es curioso observar cómo esas doctrinas políticas o
socioeconómicas al intentar silenciar la voz imperiosa del socialismo libertario sólo consiguieron
amplificarla hasta alturas sublimes. Esta situación fue la que experimentó amargamente el
comunismo al querer someter el indómito espíritu anarquista. El génesis de esa tragicomedia recayó
no en las diferencias de pensamiento teóricas o científicas entre los padres de dichas ideologías
sino en las pasiones personales y en la ambición por el poder (Saña, 2010). No obstante, el
anarquismo superó en cierta medida ese origen turbio porque a diferencia del comunismo (el cual
las normas utilizadas en las fábricas capitalistas para moldear sus dogmas; confió en la aparición
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de un acontecimiento inédito que trajera consigo los elementos necesarios para iniciar la pugna por
la psedolibertad y prefirió las fuerzas de producción sobre las fuerzas de la moral y la ética) esta
“atribuye el máximo valor a la dimensión moral del individuo” (Saña, 2010: 154) que se articula
Conclusiones
La Guerra Civil española fue un conflicto bélico e ideológico de magnitud internacional en donde
ciertos grupos sociales utilizaron diferentes doctrinas políticas, filosóficas y sociales para adquirir
el poder. Sin embargo, la falta de valores humanos fue los que realmente derramó la sangre de
miles de persona inocentes. El anarquismo es muy peligroso para cualquier sistema de poder
porque rescata del olvido la justicia, la igualdad, la tolerancia, en suma, las características más
favorables de la ética y la moral que permiten, quizá no una utopía, una convivencia pacífica entre
los habitantes de este planeta. Quedo totalmente convencido que es un sueño posible vivir la
anarquía.
Referencias