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EL MEDIADOR COMO EJE CENTRAL EN LA MEDICIÓN DE LA CALIDAD DE

LA MEDIACIÓN LICITADA EN CHILE


CALIDAD DE LA MEDIACIÓN FAMILIAR A LOS 10 AÑOS DE SU IMPLEMENTACIÓN EN CHILE

WALDO A. LATRACH SILVA

PSICÓLOGO

Santiago, 12 de Septiembre de 2016


ÍNDICE TEMÁTICO

Abstract o resumen………………………………………………………………..

I.-Introducción…………………………………………………………………………

II.-El perfil, rol y competencias del


mediador………………………………………………………………………………

III.- Evaluación de la calidad de procesos de mediación familiar (ECAME) en Chile.

IV.- Análisis de la realidad percibida……………………………………………..

V.- Conclusión……………………………………………………………………….

VI.-Bibliografía………………………………………………………………………..

ABSTRACT

El presente trabajo busca asentar las bases teóricas del rol del mediador,
convocando los estudios más tradicionales y fundamentales sobre el tema. Luego,
la intención es conocer sucintamente el “informe final de la auditoría de calidad de
los servicios de mediación familiar licitada”, periodo 2014-2015 y su índice general
de calidad ECAME 2.0, conocer sus resultados generales y test con sus
componentes y dimensiones medidas, observando los progresos señalas entre el
periodo 2011 al 2015. Finalmente poder contrastar la teoría, los resultados de las
investigaciones y auditorías en Chile con una subjetiva percepción de la realidad
mirada desde los lentes de un mediador recién conociendo el sistema licitado.
I.- INTRODUCCIÓN.

A diez años de la implementación de la mediación familiar licitada en Chile,


la unidad de Mediación del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos celebró tal
acontecimiento con el Primer Seminario Nacional, convocando a reunirse en
Santiago a todos los mediadores e centros licitados del país. Su Objetivo era dar a
conocer el largo proceso de una década y sus avances desde su implementación.
Los estudios, datos y resultados de las auditorías de calidad avalaban tal
celebración. Sin embargo, hay que señalar que la asistencia a la convocación no
fue la esperada y las presentaciones tampoco eran lo que esperaban los
participantes. No obstante lo dicho, se realizó este evento celebrando un hito que
no deja de ser importante, considerando el avance de la mediación en Chile.

Pero la pregunta que surge a una década de la implementación de la


Mediación Familiar licitada en Chile es si ha logrado situarse como un servicio de
Alta Calidad para la población? ¿Cómo lo perciben sus usuarios? ¿Qué opinión
tienen los mismos mediadores?

Sin embargo, la pregunta que moviliza este trabajo está basada en el


mediador y su rol: ¿Es el mediador el eje central de medición de la calidad de
la mediación en Chile o será un factor importante pero no único en el índice
de ésta?

Las tres auditorías efectuadas al servicio licitado, principalmente la última


de 2015, ha logrado diseñar un instrumento de medición llamado ECAME 2.0, el
cual nos arroja un índice general de calidad del servicio. Los resultados nos han
dejado muy satisfechos; sin embargo, existe no sé si existe una encuesta de
satisfacción y de percepción subjetiva del mediador, respecto del mediador, la
mediación, del usuario y del servicio en general.

Sería interesante contrastar la investigación hecha por los expertos y lo que


perciben los mismos actores de campo, como son los mediadores.

II.- EL PERFIL, ROL Y COMPETENCIAS DEL MEDIADOR.

De acuerdo con Donoso, Llona & Salgado ( ) el mediador familiar es un


profesional que en forma complementaria a su profesión de origen adquiere la
capacitación especializada en Mediación Familiar a través de diplomados y
postgrados con un número determinado de horas. Es un actor relevante que
interviene en la resolución de los conflictos, que tiene cierto perfil, maneja
determinadas competencias y tiene una función o rol determinado en el proceso
de mediación.
Dependiendo del modelo, es como se concibe al mediador, pero en todos
estos modelos el perfil, rol y competencias del mediador tienen que estar
potenciados con habilidades comunicacionales y habilidades para focalizar y
conducir el proceso, como motivación, postura, poder y “timing”.

El Perfil del Mediador.

Donoso, Llona & Salgado recalcan que las características del perfil del
mediador es que su capacidad de escucha esté al servicio de las partes,
capacidad que tiene que estar unida a la imparcialidad y neutralidad del mismo,
con el fin de no favorecer a ninguna de las mismas. Los autores plantean que el
mediador debe desarrollar la capacidad de equidistancia de cada una de las
partes, manteniendo la distancia emocional, para así mirar la situación desde una
tercera posición o ángulo distinto. Además, debe tener capacidad de aceptación,
tolerancia y empatía con las diferencias personales, culturales y de cualquier
orden que corresponda a la cosmovisión de las partes. No es menos importante la
capacidad de manejo de la tensión para el manejo del conflicto como parte de su
perfil. Por otro lado, la creatividad esperada del mediador, le permitirá enfrentar de
manera original situaciones que paralizan el proceso. Asimismo, la flexibilidad de
ideas, actitud y pensamiento le ayudará a transitar entre una idea y otra, entre una
emoción y otra (p.4)

Por último, cuando un profesional dado inicia el proceso de mediación como


“mediador”, en ese momento ya no es el abogado, psicólogo, trabajador social o
cualquier otra profesión de base, sino que se está presentando ante las partes con
un nuevo rol, ya señalado en el párrafo anterior. Para llegar a ser un mediador
competente hay que practicar el oficio e ir aprendiendo en el hacer de cada
intervención y sus complejidades

Las competencias del mediador.

Vallejo & Gestoso (2008, p.48) citado en Donoso, Llona & Salgado ( )
definen “Competencias” como “un conjunto de aptitudes diversas, un conjunto de
saberes, es decir conocimientos, y de saber hacer, de determinados
procedimientos y patrones de conducta. Es decir, dentro de una estructura
psíquica se establece una suma de conductas organizadas y que se ponen de
manifiesto cuando es necesario”.

Estos mismo autores han diseñado una lista de competencias relacionadas


con “aptitudes y rasgos de personalidad, como a competencias individuales y que
corresponden a actividades y estrategias” Vallejo & Gestoso (2008, p.48) citado
en Donoso, Llona & Salgado ( ).
En otras palabras, estos ensayistas señalan que el mediador debería tener
una serie de competencias genéricas y otras tantas capacidades específicas. Las
primeras estarían relacionadas con la orientación que éste debe tener con el
principio neutralidad, su orientación hacia los resultados con el debido
protagonismo de las partes y el sentido de responsabilidad ética hacia las
personas, organización y el proceso mismo.

En cuanto a las competencias específicas, resaltan las técnicas por


excelencia, como la escucha activa con el fin de conectarse con las partes; la
técnica de reformulación del conflicto, con el fin de transformas las posiciones y
reformular los intereses; capacidad para focalizar y conducir el proceso; Un monto
importante de empatía para entender las partes, sin perder la neutralidad; por
último, una base sólida de conocimientos teóricos sobre mediación, modelos de
intervención y el marco legal vigente.

El rol del mediador.

Este concepto estaría relacionado con sus tareas y funciones que el


mediador cumple en el proceso, siendo las más relevantes, la de establecer una
relación de ayuda con las partes; facilitar la búsqueda de canales de comunicación
entre las mismas; Conducir el proceso de mediación de acuerdo a una
metodología de trabajo; ayudar a identificar y diferenciar posiciones e intereses,
promover y movilizar los recursos personales de quienes participan en el proceso,
con el fin de generar nuevas opciones de solución, etcétera .

Otras Definiciones de” Mediador”.

Para Caram, Eilbaum & Risolía ( ) Definen al mediador como un tercero,


neutral y capacitado sistemáticamente en habilidades y destrezas para conducir
un proceso de mediación. Señalan que “un tercero” implica una persona ajena y
sin intereses propios en la manera en que se resuelva. Esto marcaría, dicen, la
diferencia con la negociación. Los autores hacen notar que la presencia de un
tercero nunca es inocua, por el contrario, produce una modificación en el sistema,
que a su vez modifica el proceso de interacción. Por lo tanto, el rol del mediador
es mantener una actitud de “neutralidad interna”, que al intervenir en el proceso de
mediación las partes noten que interviene de un lugar diferenciado y refleje clara
imparcialidad. Esto implica equidistancia y simetría en la forma de sentarnos y
ponernos a conversar. Sin embargo, las autoras señalan que neutralidad se ve
reflejada íntimamente en la escucha, una escucha que supone de parte del
mediador una escucha analítica con un “un juicio suspendido”, dirigida
esencialmente a las entrelineas del discurso, a los sentimientos y emociones que
sostiene el conflicto.
Caram, Eilbaum & Risolía ( ) recalcan que ese “tercero” no es cualquier
tercero. Es más que alguien con capacidad de escuchar, que tenga paciencia y
receptividad, es más que una persona con manejo intuitivo, es un profesional de
capacitación permanente y de incesante revisión de su práctica, de búsqueda de
nuevos espacios de intercambio y supervisión entre mediadores.

Quiero rescatar cuatro puntos importantes que expresa el profesor de


cátedra, Jorge Ulloa, en relación a ciertas características que debería tener el
mediador, lo que me parece importante comentar.
1.- Que el mediador debería ser “poiético”. En otras palabras, debe ser un
generador de algo nuevo, un reformulador de vínculos, de puestas en escenas, de
ambientes, etc. Algo así un “poeta cazador”, que sea capaz de colgarse de las
palabras importantes de las personas en conflicto y devolverlas desde otra
perspectiva.
2.- Que el mediador debería ser un “retórico, constructor de verosímiles,
usando un lenguaje consecuencialista para el convencimiento propio de las
personas y así éstas estén en condición de llegar a un acuerdo.
3.- Que el mediador debería ser un “hermenéutico”, dando sentido e
interpretación apropiada a la ley, utilizándolas en beneficio de sus interlocutores
(las personas en mediación).
4.- Que el mediador tenga una aptitud de “juicio de la justicia”, desarrollando
en sus actas fundamentos de juicios, que sea susceptible de transformarse en
algo que pueda ser normativo e institucional, y que sea probable de convencer al
tribunal.

El sustento teórico del mediador.

Toda actividad humana tiene sustento en su propia epistemología de ideas,


creencias y conocimientos que, cuando se transforma en una disciplina, forma
muchas veces, cuerpo teórico que sustente su quehacer. En algunos casos esta
base de conocimientos ni siquiera es consciente, pero en muchos otros casos es
una actividad reflexiva, pensada, sistematizada y ordenada hasta en un cuerpo
teórico de hipótesis, ideas y constructos explicativos que responden a una
práctica y necesidad. Por lo tanto, la mediación, y en especial el mediador, no
están ajenos a esta realidad. Es por eso que éste debería conocer, reflexionar y
aplicar en su praxis el modelo más adecuado, o parte de esos, de acuerdo a la
necesidad.

Solo para recordar, que los más usados y reconocidos por esta práctica en
mediación familiar son:

El Modelo de Mediación de Harvard (Fischer R. & Ury W), basado principalmente


en principios de causalidad lineal y objetividad del observador.
El Modelo de Mediación Transformativo (Baruch R. & Folger J.). Su concepción
epistemológica es la causalidad circular que implica que el conflicto tiene múltiples
causas que se retroalimentan.

El Modelo de Mediación Circular Narrativo (Cobb S., 1990). Este modelo teórico
tiene por objetivo ayudar en la creación de nuevas alternativas para solucionar los
múltiples conflictos generados al interior de las relaciones familiares.

Modelos, de los cuales se desprenden ciertas concepciones del origen, proceso y


resolución del conflicto de las partes, como así mismo, herramientas técnicas para
usar en el momento indicado, de las cuales, el mediador debería tener
conocimiento y manejo para beneficio de las partes.

III.- EVALUACIÓN DE LA CALIDAD DE PROCESOS DE MEDIACIÓN FAMILIAR


(ECAME) EN CHILE.

Para comprobar si la práctica se ajusta con la teoría, se realizó la tercera


auditoría de calidad de los servicios de mediación familiar licitada 2014-2015 para
asegurarse si coincide el perfil diseñado con las prácticas del mediador en Chile.

El índice General ECAME, aplicado en tres momentos (2011, 2013 y 2015)


de la mediación familiar licitada en Chile, dan cuenta de un aumento progresivo en
el alza de los valores los y las mediadores familiares, aunque las dos primeros
momentos no pueden ser comparados con el 2015, ya que éste último fue medido
con una metodología e instrumento rediseñado.

Es el resultado de un trabajo de equipos investigativos, el cual implicó


dentro de su metodología, el desarrollo de un instrumento, debidamente testeado
y validado, y aplicado a un a una muestra representativa, que diera cuenta de este
índice en distintos momentos. De los cuales, me ocuparé en forma especial del
Índice ECAME, versión 2.0 desarrollado por la unidad de mediación y arbitraje de
UCEM.

El índice General ECAME 2.0 presenta una fórmula mixta de valoración que
permite de forma proporcional la incorporación de tres distintos componentes y
sus sub-dimensiones, así como las conductas observadas.

El primer componente con un peso relativo del 60%, es el proceso de


mediación, en el cual se evalúan las conductas y habilidades del mediador/a en
torno a cuatro sub-componentes, referidos a procedimientos de mediación,
habilidades comunicativas, herramientas de participación y gestión del conflicto en
la mediación, de los cuales se derivan distintas dimensiones de cada uno de estos
sub-componentes.

El segundo componente con un peso relativo del 15% es en relación a


contención de emociones de los mediados, referidas en especial a agresiones de
corte psicológico y labilidad emocional.

El tercer componente con un peso relativo del 15%, es la búsqueda de


posibles acuerdos respecto de los problemas que les aquejan.

Las conductas observadas con un peso relativo del 10%

La fórmula mixta de valoración del índice ECAME 2.0 2015 permite


ponderar un valor de 83.91% de logro, que la ubica en condición de calidad alta
en las tres regiones evaluadas.

El primer componente arrojó un 90.3%, de Calidad Alta; El segundo


componente dio un 83.4%, de Calidad Alta; El tercer componente resultó en 63.6%
en Calidad Media y Conductas Observadas arrojó un valor del 77.5%, en Calidad
Alta.

La investigación muestra que tanto las conductas observadas como los


componentes relativos al proceso de la mediación y a la contención de las
emociones se encuentran en Calidad Alta, sin embargo el componente relativo a la
búsqueda de posibles acuerdos se encuentra situado en Calidad Media, lo mismo
que midió ECAME 2011(aunque son datos no comparables por lo ya explicado
anteriormente).

Sin embargo, sin desvalorizar los otros componentes, quisiera detenerme


en los componente N°1 y N°3 ya sea por sus dimensiones, sub-dimensiones y la
misma ponderación asignada. Estos han sido denominados “proceso de
mediación” y “Resolutivo: Búsqueda de posibles soluciones” respectivamente.

Es interesante señalar como las dimensiones del componente “Proceso de


mediación”, encarnadas en el mediador, pueden lograr identificar diferentes
planos, que interactuando en conjunto y en el momento adecuado, favorecen,
instan, posibilitan, propician y promueven a:

 La legitimización del proceso, paso fundamental para que los mediados se


sientan en igualdad de condiciones, con un consentimiento informado, con las
reglas claras e información jurídica para ambas partes, entre otras cosas
 Un espacio e instancia comunicacional que generalmente las personas antes
de la mediación y en su proceso de interrelación personal han extraviado,
siendo el mediador esa tercera parte que en primera instancia aclara, precisa y
reordena los relatos de las partes; los lleva recuperar las expresiones
adecuadas; a adquirir ritmo, tono, distancia, y respeto mutuo, observando a
través del modelaje del mediador. Este mismo, también acoge las afirmaciones
y resalta los aspectos positivos con y entre las partes, haciéndoles reflexionar a
través de preguntas circulares y hasta hipotéticas.
 Abrir espacios de Participación; escuchando en forma equitativa, cautelando
que las intervenciones sean equilibradas; permite decidir si quieren o no llegar
a acuerdos; respeta el ritmo de trabajo de las partes.
 La calidad de la Gestión se ve reflejada en que el mediador recaba datos
relevantes, profundiza en temas de interés mencionado, formula preguntas
orientas a exploración del conflicto, estimula a entender la situación desde otro
contexto, propicia que las partes comprendan necesidades e intereses mutuos.

Una de las modificaciones respecto de los ECAME anteriores es que en


ECAME 2.0 la dimensión resolutiva ha sido rotulada con categoría de
“Componente” asignándosele una ponderación distinta. Este componente intenta
medir como el mediador busca posibles soluciones colaborativas de las partes,
realizando resúmenes con datos relevantes que aparecen en el proceso, destaca
la existencia de acuerdos tomados por las partes en el proceso, favorece que
partes entiendan y asuman su responsabilidad en las situaciones futuras, permite
a las partes decidir sobre los contenidos del acuerdo, apoya a las partes a
seleccionar opciones, etc.

Volviendo al resultado del índice General ECAME 2.0 2015, el cual


pondera un valor de 83.91% de logro, que la ubica en condición de calidad alta
en las tres regiones evaluadas, es necesario reflexionar qué implicancias tiene
este índice y si dice relación con la percepción de “calidad” que tiene tanto el
mediador como el usuario de este servicio.

Para los resultados de ECAME 2.0, el componente N°1, relativo al proceso


de mediación, señala que es el que concentra la totalidad de las respuestas en las
categorías de “Muy frecuente” y “Frecuente”, “…que hacen considerar que la
propiedad del proceso de mediación como tal, en general es de adecuada calidad,
lo que ha permitido la validación del proceso de mediación familiar en el sistema
de justicia chileno”. Agrega que el componente N°2, alusivo a la contención de las
emociones, presentan mayor dispersión de valores, pero aun así mantiene la
categoría de calidad muy alta. Respecto del componente N°3, que está orientado
a la búsqueda de acuerdos, el índice de calidad se encuentra distribuido en toda la
gama de respuestas, y aunque la frecuencia de respuestas en calidad “muy alta” y
“alta” alcanzan el 61.6%, el 38,45% restante es medio a deficiente. Las conductas
observadas mantiene la categoría de Calidad Alta. (González I., Valdebenito C., et
al., 2015).
Del listado de mediadores por índice ECAME 2.0 ochenta y nueve (89) de
ciento dos (102) se encuentran con un índice Calidad Alta, lo que provoca gran
satisfacción por los resultados. Sin embargo, otorgándome el beneficio de la duda,
solo bajo la mirada de la percepción personal, me deja una inquietud. Será esta
población estudiada y las regiones elegidas todo lo representativo del universo de
mediadores en Chile?. Por mi lado inquieto, curioso e investigativo insistiría en
hacer otros estudios comparativos para demostrar o no, que la percepción que
tengo de la calidad del mediador y la mediación no es tan brillante como se ve.

IV.- ANÁLISIS DE LA REALIDAD PERCIBIDA.


En búsqueda de un breve análisis, desde las impresiones que comunican los
sentidos y, desde la reciente experiencia de mediar en dos centros licitados
durante cinco meses, es que me atreveré a contrastar los resultados de esta
investigación con mi percepción subjetiva.
Las exigencias formativas, de habilidades y competencias que el MINJU
solicita para el rol de mediador son de alto estándar, y parece ser necesario.
(Anexo 12, perfil del mediador), sin embargo y, de acuerdo a la percepción de los
mediadores licitados, éstos no se sientes compensados cuando tienen que
desarrollar la ecuación de productividad versus la remuneración mensual.
El perfil diseñado por los expertos, en relación a los mediadores licitados fija
que éstos ejecuten el proceso de mediación conforme a estándares de excelencia,
dentro de un marco de competencias técnicas y habilidades “blandas” muy
particulares, que no responden necesariamente a su profesión de base, sino a un
oficio de experto en su materia, y todo esto lo pongan al servicio de “meta de
logros en acuerdos mensuales”, como único parámetro válido para recibir su
compensación económica. Dentro de las atenciones a usuarios se nos llega a
exigir 80 acuerdos mensuales. Este pareciera ser el eje central de la actividad
mediacional en los centros que yo trabajé. Inclusive, algunas recomendaciones
sugeridas por éstos, e impulsadas por el sistema de medición de SIMEF, es evitar
las mediaciones frustradas con sesión conjunta o de no ser posible hacer el doble
de acuerdos por cada frustrada con sesión conjunta. Además en algunos centros
el mediador tiene la función administrativa relacionada con el ingreso de la
información a la plataforma SIMEF y el tiempo utilizado para la redacción de las
respectivas actas
El contrato exige calidad en el desempeño de las funciones del mediador, y
las recomendaciones para ello son: dedicación, cuidado, prolijidad y control de los
procesos.
En base a todo lo señalado, ¿es posible que el mediador pueda realizar
todas estas actividades en un solo día y además entregar atención de calidad a
los usuarios? Claramente, esto no es posible ¡ya que la sobrecarga administrativa,
y el desgaste emocional y físico que implica el trabajar con personas que vienen
en conflicto juega en contra de la salud mental y emocional del mediador sino
está en permanente autocuidado.
Por otro lado, parece irrisorio hablar de calidad de atención en este
escenario, considerando que a los usuarios se les ofrece 45 minutos de atención
con un promedio de 2 sesiones por causa.
Por lo tanto, sería necesario contrastar esta realidad con los datos de la
investigación ECAME 2.0 y debatir todo lo que sea necesario hasta lograr
consensos de calidad participativa.

V.-CONCLUSIÓN

Después de considerar las bases teóricas que construyen el perfil, rol y


competencias de un mediador, como también, exponer la auditoría de calidad a
través del índice ECAME 2.0 2014-2015 y luego contrastarlo con un breve análisis
de la realidad percibida, es indudable que aún queda mucho trabajo por hacer
para el mejoramiento la calidad del servicio de mediación licitada en Chile.
No debemos olvidar que el servicio se debe evaluar no solo a nivel de la
calidad de la prestación de los mediadores, sino que a nivel de todos los
estamentos involucrados en el proceso, antes y después del servicio de
mediación. Creo que dentro de la calidad del servicio debe estar en permanente
revisión la inyección de recursos que se destina como presupuesto a este servicio
licitado, la cual incluye necesariamente una revisión a las condiciones
remuneraciones versus carga de trabajo, vale decir, revisar la ecuación de
productividad versus remuneración mensual. Si anterior al 2015 el sistema de
remuneración por servicio de mediación amenaza fuertemente la calidad, hoy no
debemos pensar que estamos en un justo equilibrio; más bien vale la pena volver
a revisar sus bases. Es necesario señalar que existe una tendencia gradual de
éxodo de mediadores licitados de excelencia a la mediación privada, que podría
evitarse elevando la curva de remuneración al punto de equilibrio respecto de las
horas dedicadas a esta función. De este modo, se incentivaría la permanencia o
incorporación de más mediadores al sistema licitado.

Por otro lado, toda persona que trabaja con personas, como es el caso de
los mediadores, está propensa a un gran desgaste, por lo que es necesario que el
sistema le proporcione instancias de autocuidado, a través de técnicas, trabajos
grupales, reflexiones, encuentros nacionales o regionales, ejercicios, etc. Este
factor ha quedado, a nuestro juicio, más en el papel que en la efectividad, cosa
lamentable, ya que la salud mental y física del mediador juega un rol
imprescindible en la tarea de la mediación.
En el escenario expuesto, el mediador puede aportar a mejorar la calidad
de la atención, aun cuando los medios no sean los más propicios, contribuyendo
con su compromiso personal, sentido ético y la reflexión crítica permanente de la
labor que desempeña. Lo que sugiero es que el mediador mantenga un trabajo de
calidad y humanizado, evitando la mecanización del trabajo y no perdiendo el foco
en la persona humana, para que éste no se convierta en un número más dentro
del sistema.
. También es necesario señalar que un servicio de calidad pasa por que
logremos que las personas entiendan que la mediación no un trámite sino un
proceso y, que a veces no se soluciona un conflicto en una o dos sesiones y que
además, se les asigne el tiempo necesario para puedan ser los protagonistas
reales de sus propios acuerdos.
Finalmente, debo señalar que el índice de calidad ECAME 2.0 ha elevado el
nivel esperado de calidad en el servicio. Considero un instrumento de gran aporte
para la medición del proceso de mediación y la calidad del servicio. Este ha sido
uno de los tres ejes de esta monografía, el cual le da un aporte superlativo al rol
esperado del mediador en Chile.

VI. BIBLIOGRAFÍA

1.- Donoso M., Llona S. & Salgado C. “Mediación Familiar, un enfoque integral de
la familia y su contexto legal”. Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez,
Año ¿?

2.- Caram M., Eilbaum D. & Risolía M. “Mediación, Diseño de una práctica” 2da.
Edición. Colección Visión Compartida. Librería Historia. Año ¿?

3.- González I., Valdebenito C., et al., “Informe Final Auditoría de Calidad de los
Servicios de Mediación Familiar Licitada. Periodo 2014-2015” Año 2015.

4.-“Manual de Resolución exenta N° 319”, 2014

5.-Ley N° 19.968, que consagra la Mediación Familiar como sistema de resolución


de conflictos, 2004.-

6.-“Anexo 12, Perfil del Mediador”, Subsecretaría del Ministerio de Justicia y


Derechos Humanos, 2015

7.-“Manual de Desempeño de Mediadores, Material de Estudio”, 2015

8.-“Anexo 12, Perfil del Mediador”, Subsecretaría del Ministerio de Justicia y


Derechos Humanos, 2015

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