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Alejandro Viscarret
Universidad Católica del Uruguay Dámaso Antonio Larrañaga
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Master thesis on "Comparative study of flows carrying cohesive and non cohesive sediments in (sanitary) sewer systems" View project
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UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA
FACULTAD DE INGENIERÍA
Montevideo, Uruguay
2017
Facultad de Ingeniería
Universidad de la República
Motivación
Con el tiempo empezó a consolidarse la idea que ahora se plasma en esta tesis. Ella
surgió tras la observación de la práctica cotidiana de la ingeniería (en especial en el diseño,
pero también en la operación de los sistemas) en la que se identificó un cierto vacío o
incompletitud en la forma de encarar el problema del transporte de sedimentos. En especial
en los sistemas de saneamiento, área en la que trabajo desde hace más de una década.
Todo ello ameritó encarar este tema encontrándose que, efectivamente, habían más
factores a considerar si bien, como se desarrolla a lo largo de este trabajo, no solo es en el
Uruguay donde habrían defectos de utilización de los modelos y formulaciones más
adecuadas a la realidad, sino que ello también parecería repetirse aún en el ámbito
internacional.
Si al menos este trabajo sirviera para mostrar esas alternativas que, si bien son algo más
complejas que las utilizadas en la práctica actual, dan una mejor aproximación a los
problemas del transporte de sedimentos en las conducciones, habrá tenido el sentido
propuesto.
A OSE, a la Facultad de Ingeniería de la UdelaR, a los docentes del IMFIA (en especial
al Ing. Daniel Schenzer) y todos los que han aportado algún granito de arena (u otro tipo de
partícula, cohesiva o no), a la realización de este trabajo.
A mis padres, Carlos y Julia, y a Caro, mi hermana: sin ustedes nada de esto hubiera
sido posible.
A Lola y Josefina: gracias por acompañarme en este arduo camino, y gracias también por
el tiempo que no les dediqué a Ustedes ¡Que sea para bien!
Dedicatoria
A mi Familia y Amigos.
Motivación ....................................................................................................................................... 3
Agradecimientos................................................................................................................................. 4
Dedicatoria ....................................................................................................................................... 5
Notación ....................................................................................................................................... 9
1 Introducción........................................................................................................................ 12
2.1 Generalidades..................................................................................................................... 13
8.2 Mecánica del transporte de sedimentos: inicio del movimiento ...................................... 100
8.4 Mecánica del transporte de sedimentos: transporte como carga de lecho ...................... 121
Notación
Se indican entre paréntesis las unidades usuales en el SI (Sistema Internacional de
Unidades), que serán las utilizadas en todo este trabajo excepto cuando se indique lo
contrario. Asimismo, de tal forma se hacen evidentes las dimensiones de las magnitudes
asociadas a cada símbolo o letra.
Letras romanas
C, Ch: coeficiente de Chezy (m1/2/s);
Letras griegas
= , factor de corrección de la aceleración gravitatoria por flotación, (-);
ρ: densidad (kg/m3);
: esfuerzo cortante(Pa=N/m2);
Subíndices y superíndices
0,b: relativo al lecho (“bed”);
s: relativo al sedimento;
*: cantidad adimensional3.
Números adimensionales
: diámetro de partícula;
: número de Euler;
: número de Froude;
: número de Reynolds;
: esfuerzo cortante;
: caudal sólido;
= tasa de transporte de
sedimentos.
3 Con un excepción notable en u*, que suele usarse mucho, pero no es adimensionada.
1 Introducción
Además, se intentó relacionar los avances obtenidos a nivel internacional con las
prácticas y experiencias nacionales en ésta área temática.
El foco fue puesto en el estudio del arrastre de sólidos que se produce en el transporte o
colección de las aguas efluentes domésticas urbanas. La descripción y modelado del
fenómeno tiene asociada cierta complejidad adicional debida a la coexistencia de distintas
fases (sólida, líquida y gaseosa). Las “aguas residuales” son también llamadas, en forma
más general, “líquidos residuales”. Esta denominación da una pauta del amplio espectro de
los componentes que en ellas se puede encontrar. Tales pueden ser los casos en que se
presentan sustancias “extrañas” como grasas y aceites, fibras y residuos de materiales
diversos (maderas, plásticos y otros) en cantidades importantes. Por este tipo de
“singularidades” es que suele surgir la dificultad de obtener una caracterización con validez
general de las “aguas residuales”, por lo cual las conclusiones siempre deberán referirse a
cada caso particular o bien darse ciertos rangos de validez (usualmente limitados) de las
mismas.
Por casos como los citados resulta necesario el conocimiento del comportamiento de los
sedimentos en las conducciones de las aguas residuales, tanto en sistemas por gravedad
(“colectores de saneamiento”, es decir tuberías a superficie libre) como en líneas de
impulsión a presión (sin superficie libre y en general con velocidades mayores que las que
se tienen en los casos por gravedad).
Por ello, un objetivo adicional de esta tesis es obtener algunos criterios prácticos de
diseño (o “dimensionado”) de sistemas de recolección y transporte de aguas residuales
según las características de estos y los sólidos que contienen.
2.1 Generalidades
Los fluidos denominados “líquidos residuales” presentan importante variabilidad en su
composición. No solo son diversas las sustancias que en ellos pueden encontrarse sino
también sus porcentajes relativos (composiciones). Las distintas composiciones pueden
implicar distintos comportamientos del fluido que los contiene. Un ejemplo claro es el
contenido relativo de sedimentos cohesivos (por ejemplo arcillas) respecto al total, que
puede cambiar las propiedades reológicas del fluido en su conjunto.
En términos generales, los flujos de líquidos residuales se destacan por ser multifásicos,
principalmente bifásicos, con fuerte contenido de sólidos (lo que en especial nos ocupa en
este trabajo). Ello sin perjuicio de que pudieran ser trifásicos, dada la posible presencia de
gases, ya sea provenientes de alguna fuente externa y arrastrados por el líquido, o bien
generados en el seno del propio fluido, o lo que es aún más relevante para este trabajo: en el
seno de la fase sólida5. En el caso de las conducciones a presión, además, no se puede
ventilar con la relativa facilidad que se tiene en las conducciones a superficie libre. Los
únicos puntos de liberación de gases que se cuentan, en el último caso, son las válvulas de
4 Como efectos secundarios se suelen producir eventos de producción de olores en los sistemas,
asociados muchas veces a la acumulación de sedimentos, o biofilms adheridos a las paredes de las
conducciones. Se trata entonces de un problema operativo derivado de la inadecuada gestión de los
sólidos en los sistemas de transporte de éste tipo de líquidos.
5 Lo que puede afectar muy fuertemente las propiedades de los lechos sedimentarios a
transportar.
alivio instaladas en puntos altos, en general separadas algunos centenares de metros entre
sí.
6 Pertenecientes a OSE.
7 Esto antiguamente se llamaba “fuerza” del agua residual, es decir una medida cuali-cuantitativa
aproximada de su carga orgánica.
DBO5:N:P. Se observa que se tiene exceso respecto a la proporción prevista de N (entre 16:1
y 18:1 contra el óptimo de 5:1) y también, si bien un poco menor, en P (2:19).
3 Sistemas de saneamiento
Se define aquí como “sistema de saneamiento” al conjunto de las infraestructuras (obras
civiles, equipamiento electromecánico, servicios, etc.) cuyo objetivo es la colección,
transporte, tratamiento y disposición “final10” de las aguas residuales, que en el contexto de
este trabajo serán únicamente las provenientes de usos domésticos11 y pluviales.
9 Cabe comentar que los valores máximos establecidos por el Decreto 253/79 de la ROU (con fecha
9 de mayo de 1979 y sus modificaciones posteriores), que regula los vertidos de aguas residuales (en
este caso a colector de saneamiento) son de 50 y 10 mg/l para N y P, respectivamente.
11Otras aguas o líquidos residuales como los industriales o municipales (lixiviados de vertederos
de residuos sólidos, por ejemplo), en principio no serán considerados en ésta categoría, si bien existen
algunos casos, tanto en el ámbito internacional como nacional, donde se realiza su tratamiento en
conjunto con los de origen doméstico.
12 En sistemas de mayor porte se han registrado casos de aparición de sólidos “muy grandes” como
chatarra (incluso hasta cuadros de bicicletas) lo cual da una imagen de lo realmente variable de los
sólidos que es posible encontrar en sistemas de este tipo. Estos entrarían en la categoría “gross
solids” (Staufer, 2011).
Debido a que no se logra evitar la cobertura de las tapas de los registros de inspección de
las redes de saneamiento por parte de algunas obras de vialidad, existen muchas cegadas
por pavimentos (de balasto, carpeta de asfalto o incluso de hormigón). Por situaciones como
estas se reduce la accesibilidad a la red de colectores, a través, como está previsto ya por
diseño, de registros o cámaras de inspección, para realizar mantenimientos periódicos. En
algunos casos de emergencias, como alivios imprevistos de la red de saneamiento a las
viviendas, se debe romper el pavimento para acceder a un registro y realizar las
desobstrucciones correspondientes, dado lo traumático y peligroso para la salud que
representa tal situación para los usuarios y el entorno. Ello suele traer aparejado el ingreso
de sólidos a la red de colectores debido al proceso de reparación, lo cual puede dar lugar, en
el futuro, a nuevos problemas de desbordes debidos a posibles obstrucciones producidas por
los nuevos residuos aportados.
14 Algún tipo de sistema que inyecta agua a presión y retira los sedimentos movilizados de tal
manera mediante vacío, en general montados sobre camiones a los efectos de su utilización en
diversos puntos de las redes. Este tipo de sistemas de limpieza forma parte del conjunto que es
factible encontrar, según indica la literatura sobre el tema(Ashley & Hvitved-Jacobsen, 2002).
15 Que en algunos casos ha dado lugar a hundimientos de pavimentos, con los peligros que ello
tiene asociados para la población, en especial para el tránsito vehicular.
En los numerales siguientes se describen cuáles son las exigencias con las que deben
cumplir las instalaciones en general (redes, pozos de bombeo y plantas de tratamiento),
desde el punto de vista del transporte de sedimentos, dándose cuando corresponda una
descripción somera de éstas. Se presenta además información correspondiente a aspectos de
operación y mantenimiento, asociados al manejo de sólidos en los colectores, recabada a
través de diversas fuentes, relevamientos y entrevistas realizados por el autor de la
presente tesis.
Dichos granos o partículas pueden tener a su vez muy distintas formas geométricas
(alargadas, esferoidales y otras).
Se plantea (Jolie, 2009) que, para cada estudio, además de las propias características
geométricas de las partículas, debe considerarse que existen distintas definiciones de
diámetro de partícula. Únicamente en el caso de esferas homogéneas la definición del
diámetro no presenta mayores dualidades. Se tiene la posibilidad de clasificar las partículas
según su morfología en partículas:
A) homogéneas esféricas
B) heterogéneas en capas
C) heterogéneas con gradientes de temperaturas
D) oblatas o prolatas
E) cilíndricas o en forma de disco
F) deformadas (ovoides por ejemplo)
G) suspensiones (de distinto tipo, por ejemplo conformadas por partículas homogéneas o
heterogéneas
H) casi esféricas
I) aglomeradas
J) altamente irregulares (partícula número II en Figura 4.3)
Diámetro medio
Diámetro mínimo
Diámetro máximo
Diámetro de sedimentación
Diámetro volumétrico
Diámetro superficial
Diámetro de tamiz
En la
Figura 4.1, adaptada de (Engelund & Hansen, 1967), (Rawle, 1997) y (Jolie, 2009), se
presentan distintas definiciones de diámetros de partículas según la aplicación de la
medida a realizar, y la técnica experimental.
Esfera de la misma
Esfera de la misma
longitud mínima
longitud máxima
dmax dmin dw
Esfera del
Esfera con la
mismo peso
misma tasa de
sedimentación
Partícula dv
dsed
Esfera del
mismo
volumen
dsieve ds
Esfera de la
dmed misma área
Esfera que pasa por la superficial
misma apertura de tamiz
Esfera con el mismo
diámetro medio
Engelund y Hansen (197218), citados por (Fredsøe & Deigaard, 1992), priorizan sobre
otras (por ejemplo las propuestas por (Jolie, 2009) o (Allen, 1990)) algunas definiciones de
diámetros relevantes a la hora del estudio de fenómenos de sedimentación. Se remarca la
importancia de los diámetros de tamiz, volumétrico, y de caída (sieve, spherical, y fall
diameter en la literatura de lengua inglesa, por lo cual se los refiere como ds, dv, y df,
respectivamente).
20 Según (Fredsøe & Deigaard, 1992) esta sería la definición más satisfactoria ya que tiene en
cuenta, de alguna manera, la no esfericidad de la partícula (penalizándola) ya que el diámetro ds,
En la literatura se dan (Engelund & Hansen, 1967) valores de ds, dv, df y ws para
fracciones típicas de arena. Allí se presentan algunas distribuciones usuales de distintos
tipos de granulometrías “artificiales” es decir, generadas a través del filtrado sucesivo
por medio de tamices y mezcla de fracciones de distinto diámetro de pasaje.
Entre los valores de diámetro indicados de forma más usual está el d50. Sin embargo
algunos modelos de cálculo23 usan d35, d50 o d90 debido a que usándolos los pronósticos de
algunas de las diversas fórmulas propuestas se ajustan mejor a los resultados
experimentales. Algunos autores (Meyer-Peter & Müller, 1948), además, lo justifican
físicamente24 especialmente para el caso del uso de d90.
resulta menor que df, para diámetros pequeños (menores a 0,25 mm, según lo indicado por Engelund
y Hansen, 1972). Ello es debido a que para igual velocidad de sedimentación el desprendimiento de
vórtices hace que se necesite mayor diámetro en partículas reales (irregulares) que en esféricas para
llegar a la misma velocidad terminal. Para partículas mayores de 0,25 mm el efecto se revierte.
21 Temperatura a la cual la viscosidad del agua es muy aproximadamente igual a 1x10 -6 m2/s=1
cSt.
22 Sin embargo ello no implicaría obtener una distribución perfectamente distribuida, ya que para
esto el material retenido por cada tamiz a su vez debería ser con distribución uniforme perfecta, sin
existir diámetros preferenciales.
Indicando, por ejemplo, que son las partículas d 90 (las de tamaño mayor que el 90% del total en
24
masa) las que establecen las condiciones del flujo en el fondo, en el caso de los canales, lo cual remite
también a lo que se observa en los lechos de ríos (fenómeno de erosión selectiva, conocido como
“armoring” o acorazamiento en español).
Por otra parte, algunas formas y rangos de granulometrías son propios de ciertos tipos de
sedimentos naturales como ser arcillas, arenas de distinto tipo, gravillas y otras
denominaciones que se les suelen dar.
Los casos unimodal y bimodal presentados por(Tait, et al., 2003) son un ejemplo claro de
las diferencias que se presentan en la práctica entre ambos25. Los sedimentos colectados en
Dundee (Reino Unido) presentan dos modas propiamente dichas, con la más preponderante
centrada en diámetros de partícula del orden de 2-3 mm (correspondiente a arenas gruesas)
y la otra (de menor amplitud) centrada en lo que se suele denominar arenas finas (decimas
de milímetro). A diferencia de la distribución reportada para Dundee, los sedimentos de
Loenen (Holanda) no presentan arenas gruesas. Una posible causa de ello puede ser la
introducción en los colectores del primer caso de arenas provenientes de arrastres pluviales
(posiblemente por escorrentía a través de pavimentos).
25 Incluso podría tratarse de muestras trimodales, según lo que parece darse en el caso de
muestras tomadas en Dundee(Tait, et al., 2003).
comentar que en la literatura muchas veces se hace referencia a “gruesos” y “finos” para
hacer mención a la ocurrencia de dos categorías claramente diferenciadas, de tamaños de
grano de sedimento. Típicamente los “gruesos” son arenas, y los “finos” arcillas o bien (si se
trata de sedimentos de tipo urbano) suelo vegetal o sedimento orgánico. En estos casos las
características mineralógicas, dadas por la naturaleza de los sedimentos, además de los
tamaños diferentes, ayudan a poder discriminar (muchas veces a simple vista) las
categorías indicadas. Los gruesos, por ejemplo pueden ser arenas de cuarzo, mineral muy
estable (en especial por su resistencia química y mecánica). Los finos pueden ser minerales
menos estables que las arenas (por ello su tendencia a presentar reducidos tamaños), como
las distintas variedades de arcillas, o compuestos orgánicos aún más fácilmente
degradables (en especial bioquímicamente). Por lo tanto se debe tener cuidado al hablarse
de “finos” y “gruesos” e incluso de arenas, limos y arcillas, si bien en este caso las
diferencias que pueden surgir entre clasificaciones es menor, por lo que solo a título
indicativo se mencionaran también de esa forma en este trabajo.
Las granulometrías reportadas (Tait, et al., 2003) de dos tipos de sedimentos con
presencia de “gruesos” y “finos”, es decir de tipo bimodal, en el caso de Dundee, muestran la
existencia de modas que corresponden a unas 200 y 2000 micras, es decir a arenas finas y
gruesas, respectivamente.
Por otra parte, dado que las granulometrías se construyen muchas veces en base a
proporciones de masas retenidas en tamices, pueden no dar cuenta de la presencia en
volumen de cada tipo de residuos. Esto puede llevar a concluir, por ejemplo, en especial en
muestras heterogéneas en cuanto a composición además de tamaño, que el tipo de
sedimento más presente es inorgánico (por ejemplo arenas). Estas últimas suelen
considerarse con densidad de 2500 Kg/m3, mientras que las fracciones orgánicas pueden
tener densidades muy inferiores, del orden de 1100 Kg/m3, y aún menos para el caso de los
flotantes (con densidades efectivas menores a la del agua).
La siguiente Tabla 4.1 (adaptada de (Blott & Pye, 2001)) muestra distintas
denominaciones de granulometrías según el coeficiente de gradación (g) obtenido. Para el
caso tomado como ejemplo (Tait, et al., 2003) los sedimentos de Dundee serían muy
pobremente gradados (es decir muy poco uniformes) y los de Loenen moderadamente
uniformes.
Granulometrias extremas
70%
60%
Granulometri
50% a máxima
40% (gruesos)
30% Granulometri
a mínima
20% (finos)
10%
0%
0,01 0,1 1 10
-10%
Una de las posibles consecuencias de la gradación del tamaño de las partículas en los
lechos es la existencia de pulsos de carga de lecho (Roca & Bettess, 2009), es decir la
imposibilidad de tener transporte de sedimentos estacionario para granulometrías
heterogéneas, si bien ello no ha sido confirmado totalmente a la fecha.
Otra consecuencia, más operativa, sería el hecho de que aguas abajo en las conducciones
se requiere menor energía para resuspender partículas que tienden a ser más finas.
26 Se define esta escala logarítmica tal que D=Do.2- , donde Do en general es 1 mm (ASCE,
2007)
ejemplo, tras una hora sin flujo apreciable. Una vez el caudal se restablece o va creciendo a
valores cada vez mayores se va dando el “lavado” de la fracción más fina. En el caso de
sistemas de saneamiento sanitario ello corresponde a las fracciones orgánicas, más finas y
menos densas que las inorgánicas (“arenas”).
Ese proceso tendría un límite asintótico, si el caudal se mantiene constante, dando lugar,
en promedio, a un engrosamiento de las partículas que componen la capa del lecho en
contacto directo en el flujo. Ello lleva a que la rugosidad aparente del lecho también
aumente, en un proceso denominado “acorazamiento”.
4.4 Densidad
La densidad afecta de manera fundamental a la velocidad de sedimentación de las
partículas y, a través de ésta, al comportamiento de los sedimentos desde el punto de vista
de su transporte. En general suele considerarse la densidad efectiva (considerando el
empuje de Arquímedes) de los sedimentos en el fluido que los contiene, usualmente
representada como =s/-1=s-1.
Los valores usualmente aceptados de densidad son del orden de 2.400 a 2.650 Kg/m3
para sedimentos inorgánicos, mientras que para los orgánicos se ubican entre 1.100 y 1.200
Kg/m3.
4.5 Forma
La forma es otra de las propiedades de las partículas que afecta de manera
relativamente importante a la velocidad de sedimentación.
Para el estudio de partículas, Corey definió un factor de forma (llamado por algunos
autores Factor de Forma de Corey o CSF por sus siglas en inglés, o bien KCSF, o SF
simplemente, según el autor). El SF se define como SF = c / (ab)1/2, donde a, b y c son las
longitudes máxima, intermedia (perpendicular a las longitudes máxima y mínima), y
mínima de la partícula, respectivamente (a>b>c). Según se muestra en la Figura 4.2 se
asume, en general, que las partículas son convexas (representado a través de las elipses
envolventes del sólido) pero, como allí puede apreciarse, las formas de sólidos reales son
bastante más complejas.
En la Figura 4.3 se ven tres “partículas” sólidas gruesas (que, por observación, puede
indicarse que presentan un tamaño superior a D90 del sustrato del que se extrajeron)
tomadas de un ámbito costero, en las que se puede apreciar diferencias en cuanto a forma y
constitución. Para estas partículas de gran tamaño relativo SF varía entre 0,26 y 0,44. Por
lo tanto, la hipótesis de “sedimentos naturales” con SF=0,7 debería tomarse de forma, más
bien restringida, siendo válida aproximadamente para arenas, aunque no necesariamente
para partículas de mayor tamaño como las aquí mostradas.
c b
x
a
Figura 4.2-Longitudes sobre una partícula genérica para la definición del SF.
I II III
Esfericidad: se define, conceptualmente, como el cociente entre el área de una esfera que
tiene el mismo volumen que la partícula en cuestión Vp, sobre el área de esta última, Ap.
Redondez:
resumirse la diferencia entre ambos conceptos diciendo que la esfericidad da una idea
global mientras que la redondez indica localmente si la partícula es “suave” o presenta
muchos puntos angulosos.
Dadas las condiciones de ensayo antes citadas se pueden establecer diámetros máximos
de partícula31, en función de la densidad, o la densidad relativa de las partículas que sería
factible encontrar en el seno del fluido32 tras una hora en reposo. En otras palabras, el
diámetro de partícula suspendida máximo que se podría encontrar en el volumen de la
muestra es una función d(s), Utilizando la siguiente ecuación (fórmula o ley de Stokes),
Ecuación 4.1
se puede establecer que, por ejemplo, con partículas de densidad33 2500 Kg/m3, el tamaño
máximo no sedimentado correspondiente a dicha densidad, con las restricciones dadas para
33En este ejemplo se uso arbitrariamente esta densidad, pero la más aceptada para el caso de
arenas es de 2650 Kg/m3. Algunos autores (Andoh & Smisson, 1996) utilizan esta fórmula para dar
Otro parámetro como los sólidos suspendidos totales (SST, o simplemente SS) expresan
la cantidad de sólidos presentes en el líquido residual independientemente de su
sedimentabilidad. Estos se determinan por secado en estufa a 105°C hasta pesada
constante, por lo tanto representan el total de sólidos contenido en una muestra
“representativa37”.
órdenes de tiempos de sedimentación en conos Imhoff (cayendo una altura de 300 mm en condición
hidrostática) de lo que resulta, por ejemplo, que para partículas de tamaños similares al de las
bacterias ( 1m) el tiempo de sedimentación teórico se ubica entre 4 y 32 días según sean de tipo
inorgánico u orgánico (densidades de 2650 Kg/m3 o 1200 Kg/m3, respectivamente).
36La velocidad terminal de caída en un líquido en condiciones estándar suele ser utilizada como
una medida del diámetro de las partículas, por otra parte difícil de medir por técnicas alternativas,
como tamizado.
37 En función de lo variable de los perfiles de sólidos contenidos en una cierta corriente de líquido
residual, muchas veces es discutible la representatividad de las muestras habitualmente extraídas,
especialmente las puntuales, es decir las muestras que no son compuestas (de varias sub muestras
que luego se componen para dar valores medios representativos). Ello no solamente ocurre en
nuestro país, sino que también a nivel internacional, ya que varios casos de la bibliografía
consultada, de diversos países de origen así lo expresan. Usualmente las condiciones sanitarias,
dificultades de acceso y movilidad, así como la alta variabilidad espacio-temporal, que se presentan
en los sistemas de saneamiento son las causas más invocadas de dicha dificultad de obtener
muestras adecuadamente representativas.
Por otra parte, éstos autores separan los sedimentos en tres categorías (entrada o salida
de una “cámara de arena40” y colector), para una mayor distinción entre las mismas, dadas
sus diferencias en características físicas. En la Tabla 4.2 siguiente (Hrissanthou &
Hartmann, 1998) se resumen los valores obtenidos. Como es esperable, se observa que las
partículas con mayor tamaño y densidad quedan retenidas en la entrada del desarenador,
con una variación en un orden de magnitud en los diámetros, d50. Sin embargo se puede
apreciar que la densidad no cambia mucho producto del bajo contenido orgánico, si bien en
la entrada del desarenador las partículas retenidas presentan densidades asimilables a las
de las típicas arenas esperables en estos casos.
Materia Humedad
Muestra N° Posición d50(m) F(kg/m3)
orgánica (%) (%)
1 Desarenador (entrada) 0,00175 2670 2,5 23
2 Desarenador (medio) 0,00015 2440 15,4 278
3 Colector 0,00064 2600 5,7 41
Tabla 4.2-Propiedades de sedimentos en distintas ubicaciones en un sistema de saneamiento.
Las cantidades de sedimentos presentes en los alcantarillados, así como otras variables
relevantes (diámetro medio en particular), como puede verse en la Tabla 4.3 siguiente
(Butler, et al., 2003), dependen del tipo de alcantarillado que se trate. En el caso estudiado
en el presente trabajo interesa especialmente la categoría identificada como sólidos
sanitarios (“sanitary solids”), es decir los asociados a sistemas de saneamiento de aguas
residuales domésticas. Si bien las cargas pueden variar de país en país, así como según la
localidad en la que se ubica el saneamiento, el factor de utilización que tenga el sistema, el
grado de intrusión pluvial (así como el de infiltración) con el que se conviva y demás
características “locales”, el orden de carga de sedimento informado de 100 a 500 mg/l es
usual en el Uruguay41. Los valores medios para arenas presentados en la siguiente Tabla 4.3
coinciden con los utilizados en algunos ejemplos de cálculo de pendientes y velocidades
mínimas presentados en la literatura (May, et al., 1996).
40 “Grit chamber”.
Dicha clasificación define los siguientes tipos de sedimentos (según su autor los identificó
en los colectores44):
45 O Zoogleas, se denominan así a grupos de microorganismos unidos por sus propias secreciones
viscosas.
46 Abreviados en la literatura en lengua inglesa como SSO, por “storm sewage overflow”.
En esta clasificación Crabtree aclara que los sedimentos tipo B, consolidados, no son
de interés a la hora de su análisis como sedimentos, partiendo de la base de que son
“físicamente inmóviles”. Por lo tanto, presenta solamente datos de los tipos A, C, D y E. Por
otra parte también advierte este autor sobre las superposiciones y mezclas de tipos de
sedimentos que se encuentran en las situaciones reales. Asimismo indica que la categoría E
es pasible de ser dividida en Em, y Eo, es decir en fracciones mineral y orgánica, para un
mejor análisis de las mismas. La figura siguiente adaptada de (Crabtree, 1989) muestra las
ubicaciones usuales de cada tipo de sedimento.
Una categoría intermedia entre los sedimentos cohesivos y los no cohesivos, los
parcialmente cohesivos (“partly-cohesive”), cuya introducción es más reciente, resulta de
interés en particular y puede considerarse una variante del tipo B de Crabtree pero sin
presentar necesariamente consolidación.
Pocos años más tarde (McGregor, et al., 1993) ahonda en lo propuesto por Crabtree en
cuanto a la “importancia primaria” que tienen los tipos A y C. Ellos representan (como caso
paradigmático), respectivamente, una capa semipermanente de tipo grueso y más pesado
(“arena” o similar), sobre la cual se mueve otra capa fina y liviana (orgánica), mucho más
fácilmente erosionable. El flujo de la fracción orgánica se denomina “fluid-mud flow”, es
decir flujo de lodo fluido. En lo que refiere en particular a las fracciones contaminantes
presentes las clasifica (en orden decreciente de tensiones rasantes a las que se encuentran)
como Carga de Sedimentos Total (“TSL”) y las fracciones Asociada al Sedimento
(“AS”=TSL-RE), Fácilmente Erosionable (“RE”, a una tensión rasante prefijada), Fina y
Disuelta (“DF”, la porción de la fracción anterior que no sedimenta tras un cierto tiempo47),
y Fácilmente Sedimentable (RS=RE-DF).
5 Velocidad de sedimentación
La velocidad de sedimentación no solo es relevante en sí misma en los procesos de
transporte de sedimentos, como se ve por ejemplo en algunos de los números
adimensionales usualmente utilizados en su descripción (como el de Rouse), sino que
también es “integradora48” de algunas otras propiedades importantes vistas anteriormente
(granulometría, densidad y forma).
Tomando los rangos de partículas que es posible encontrar en los colectores (Bertrand-
Krajewski, 2006) tanto en diámetro como en peso específico (Tabla 5.2), se puede ubicar las
mediciones entre las predicciones de fórmulas como la de Stokes (ver gráfico a continuación,
en la que concretamente se usa una fórmula (Cheng, 1997) que permite predecir
correctamente en todo el rango de diámetros).
48 Dicho de otra manera, que las engloba en una única variable. Por otra parte puede verse como
el factor que promueve la sedimentación, mientas otra velocidad usualmente considerada de
importancia, la velocidad de fricción u*, es el factor que favorece la suspensión.
Por otra parte, las longitudes en que pueden darse los escurrimientos urbanos son
suficientemente grandes como para esperar efectos similares a los observados en sistemas
fluviales. Se suelen tener sistemas del mismo, uno, o dos órdenes de magnitud menores49,
pero colectándose y transportándose el agua residual por varios kilómetros, en casos de
ciudades extensas.
Aplicando entonces la fórmula propuesta por Cheng (1997), a los rangos de partículas de
la Tabla 5.2 se obtiene el Gráfico 5.1 que incluye valores de medidas (rangos aproximados) y
cálculos (curvas) de velocidades de sedimentación en función del diámetro medio de
partícula.
100,00
Lluvias
Arenas Finas
10,00
2 3
1 6 7
4 5
1,00
0,10
10 100 1000
Diámetro medio de partículas (m)
6: Descarga de colector unitario 50 (“CSO”), w50 = 25,2 m/h en CSO (Pisano y Zukovs, 1992).
Se puede observar que la aplicación de las fórmulas que permiten estimar las
velocidades de sedimentación da resultados razonablemente comprendidos entre los valores
medidos.
Por otra parte los valores medios reportados (excepto por el caso 3 del Gráfico 5.1) parecen
asimilarse más a los de partículas provenientes de usos domésticos y arrastres de arenas
muy finas51 ocasionados por las lluvias.
51 Según las diversas clasificaciones 30 a 40 m se tomarían como arenas muy finas o, mas
usualmente, limos.
Las partículas que se encuentran en aguas residuales domésticas, según ese autor,
tienen d50 entre 30 y 40 m con peso específico típico de 1,5. Por otra parte, las partículas
llevadas a los colectores por las lluvias presentan igual diámetro medio (d50 = 30 a 40 m)
que las provenientes de usos domésticos pero con mayor peso específico (s = 2,4). A pesar de
una mayor densidad, su reducido tamaño permite que también sean transportadas en
suspensión. Finalmente las partículas que se transportan en forma de “carga del lecho”,
rodando y saltando sobre el mismo, tienen diámetro medio entre 200 y 1000 m y peso
específico típico de 2,6, asimilables a la categoría de arenas finas y medias, según la
mayoría de las clasificaciones, en lo que respecta a tamaño y densidad.
Las formulas existentes, desde la clásica fórmula de Stokes basada en la Mecánica de los
Fluidos fundamental, hasta las de origen más bien empírico52, asumen que las partículas
son esféricas y se encuentran aisladas de las demás, es decir sin interacción entre ellas
(Bertrand-Krajewski, 2006). Ello en general no se cumple, excepto en condiciones de
laboratorio, y por lo tanto se presentan importantes diferencias entre los valores estimados
por dichas fórmulas y los valores medidos en la práctica. Además(Bertrand-Krajewski,
2006), tampoco hay concordancia entre los métodos de medición de las velocidades de
sedimentación por lo que, aún hoy en día no se pueden comparar, más que en los órdenes de
magnitud, los valores que se presentan por diversos autores. Esto radica
fundamentalmente en aspectos relacionados con la homogeneidad y geometría de las
partículas, temperaturas de ensayo, métodos de medida y otros aspectos diversos como la
adecuada conservación de las muestras (especialmente en el caso de tener alto contenido
orgánico), la realización del ensayo de sedimentación en el mismo fluido en que se
encuentras las partículas, y el tiempo transcurrido desde que se toman las muestras.
Sin embargo, aún para una misma densidad, el tamaño de las partículas establece una
discriminación de éstas por sus velocidades de sedimentación.
52 La fórmula de Stokes pierde validez cuando Re>1, aproximadamente, debido a la asimetría del
flujo en torno a la partícula, originada en el desprendimiento de vórtices desde la misma, aguas
abajo en el flujo. Estos generan diferencias de presión entre ambos lados (borde de ataque y de fuga)
de la partícula (asumida en el modelo de Stokes como esférica), con la consiguiente sustentación
aumentada, y por ende velocidad de sedimentación reducida. Asimismo, la falta de esfericidad, la
concentración y la floculación de las partículas, contribuye al apartamiento de la fórmula de los
resultados experimentales, para tamaños de partícula mayores a las 100 micras (y por ende números
de Reynolds mayores al valor Re=1).
propia del fluido puro. Por lo tanto en la medida que se incrementa la concentración de
partículas en suspensión se aumenta la viscosidad efectiva del fluido conformado por la
suspensión de partículas en el líquido.
Albert Einstein (Allen, 1990) dedujo la siguiente ecuación para la viscosidad en caso de
suspensiones, válida para concentraciones menores a 1%:
Ecuación 5.1
Según se puede ver en el Gráfico 5.2 es posible ajustar k (a un valor de 3,0 en vez de 2,5)
para adecuar la fórmula de Einstein a algunos resultados experimentales (por ejemplo los
reportados por Richardson y Zaki, 1954) obteniéndose valores muy similares hasta
concentraciones de casi 20%, ampliándose así su rango de validez. Se muestra en el mismo
gráfico el apartamiento de las velocidades de sedimentación calculadas usando la ley de
viscosidad de suspensiones de Einstein y la ley de Stokes sin corrección de viscosidad (para
partículas asumidas como pequeñas54) comparadas con datos de Richardson y Zaki,
1954((Engelund & Hansen, 1967),(Richardson & Zaki, 1954)) con k= 2,5 (gráfico izquierdo)
y k= 3,0 (gráfico derecho).
w´/w w´/w
1,00 1,00
0,90 0,90
0,80 0,80
0,70 0,70
0,60 0,60
0,50 0,50
0,40 0,40
Einstein Einstein modificada
0,30 0,30
0,20 0,20
Richardson y Zaki (Re=7.000) Richardson y Zaki (Re=7.000)
0,10 0,10
C(-) C(-)
- -
- 0,10 0,20 0,30 0,40 0,50 - 0,10 0,20 0,30 0,40 0,50
Ecuación 5.2
El límite superior aproximado de diámetros de partícula (de hasta 100 a 150 m),
indicado en el numeral anterior, es debido al ya mencionado efecto de desprendimiento de
vórtices aguas abajo de las partículas de mayor tamaño cuando estas se encuentran en
caída libre por su propio peso en el seno del fluido. El Gráfico 5.3 muestra el apartamiento de
la ley de Stokes respecto a resultados experimentales para partículas con diámetro mayor a
100 micras (d*>2,6).
Para partículas muy pequeñas se presentan los efectos contrapuestos del movimiento
browniano y la sedimentación (Allen, 1990). La “corrección de Cunningham”, mencionada
por Allen, refiere a una fórmula que ese autor propone para corregir la velocidad de
sedimentación calculada por la ley de Stokes, por efectos de “discontinuidad” es decir de
carácter molecular del fluido en el cual caen las partículas. Sin embargo este tipo de ajuste
está asociado al caso de gases y no de líquidos.
55 Como también se ve más adelante, para tamaños de partícula por debajo de dos micras la
velocidad de caída se aparta de los valores previstos por dicha ley por efecto del movimiento
browniano.
Por otra parte ese autor informa que partículas como los caolines, arcillas usualmente
encontrados en este rango bajo de diámetros, difieren sustancialmente de la forma esférica
(son más bien con forma de disco), lo cual introduce un factor adicional de error al usar la
ley de Stokes, deducida para esferas.
Como conclusión de los distintos trabajos consultados se puede indicar que la fórmula de
Stokes sería válida únicamente, al menos con una aproximación aceptable, en el rango de 2
a 100 micras.
Por otra parte, salvo en condiciones de cuasi reposo, esperables solamente en unidades
como los sedimentadores, es poco probable que partículas tan pequeñas como 2 micras no
sean arrastradas en forma de “carga de lavado”, cuya definición se verá en el numeral 8.1.1.
Además es probable que tamaños de partícula tan pequeños no se encuentren aislados, sino
formando flóculos, incrementándose su velocidad de sedimentación respecto a lo previsto
por la fórmula de Stokes (Heltzel & Teeter, 1987).
de la siguiente expresión:
Ecuación 5.3
Ecuación 5.4
Se puede ver en el Gráfico 5.3, comparativo de distintas fórmulas, que ésta en particular
(de carácter simple), no se ajusta adecuadamente a los experimentos para valores bajos del
diámetro adimensional d*. Para la confección del Gráfico 5.3 se tomó el caso de arenas (con
= 2.650 Kg/m3, tal que = 1,65) y se compararon los valores de en función del
diámetro adimensionado que da cada fórmula ( ).
Ecuación 5.5
57Si bien puede verse en las figuras siguientes que se ajusta a los resultados de otras similares en
rangos más amplios.
100,0 Stokes
Rubey
10,0
Zanke
1,0 van Rijn
0,1
1,00 10,00 100,00 1000,00
0,0 d*(-)
De lo expresado en el Gráfico 5.4 siguiente se puede concluir que, dado el razonable ajuste
a datos experimentales que presenta la fórmula utilizada (Cheng, 1997), se justifica su
amplio uso (por ejemplo(Camenen, 2008)).
Calculada a T = 20º C
Experimental a T = 20º C
1
0,1
0,01
0,001 0,010 0,100 1,000
Ws(m/s)
Este coeficiente, suele dejarse como función del número de Reynolds únicamente, dada la
geometría de la partícula y su rugosidad superficial (por ejemplo para esferas “lisas”), en la
forma CD(Re), función que se halla a través de experimentos. Si estas variables secundarias
sí se consideraran la función para CD sería, por ejemplo, de la forma CD=CD(Re, SF, /D) o
bien CD=CD(Re).FSF.F siendo FSF y F factores de corrección por efectos de forma y
rugosidad a determinar experimentalmente dependiendo del tipo de partículas que se
tratase.
ws Re=dws/ CD=CD(Re) ws*= ws (CD), el cual termina cuando los valores ws y ws*
difieren poco entre sí58.
58 En los resultados aquí presentados se tomó como criterio de convergencia de la iteración que la
diferencia entre valores fuese menor al 0,2%.
59 También denominada ley de Rittinger, es de la forma W=kd 1/2, mientras que la de Stokes es de
la forma W=kd2.
La fórmula propuesta por Schiller & Naumann (1933) es, claramente, un refinamiento60
de la fórmula de Stokes, y es válida en un rango más amplio que aquella ( 61).
Finalmente, una de las últimas fórmulas propuestas (Morrison, 2010) válida para
Re<1:000.000, mucho más compleja, si bien permite ser usada incluso en la zona donde se
presenta separación de la capa límite, no presenta mejoras relevantes en el rango típico de
Re (asociado a la velocidad de sedimentación) encontrado en los sistemas de saneamiento.
Del análisis de los valores que resultan para partículas entre 0,089 y 1,8 mm (bastante
representativo de los sedimentos en sistemas de saneamiento), se puede ver que los
números de Reynolds para estas partículas (asumiendo que son arenas con =2.650 Kg/m3)
se encuentran entre 0,2 y 300, por lo cual se pueden utilizar, y con buena precisión, las
fórmulas más sencillas para CD.
60Más allá de soluciones de tipo analítico similares a la hallada por Stokes, como la de Oseen,
quien linealiza el término advectivo u⋅∇u (despreciado por Stokes) usando u.(∂u/∂x), con lo cual llega
a una expresión más completa que la de Stokes (C D=24/Re (1+3/16Re)). Sin embargo dicha expresión
en vez de subestimar el coeficiente de arrastre (como lo hace la fórmula de Stokes) lo sobreestima,
para Re>1.
Curva "Standard"
100,0 Cd(Re)
Schiller y
Naumann (1933)
10,0
Morrison, 2013
Esferas,
1,0 experimental
0,1
1,E-02 1,E+00 1,E+02 1,E+04 1,E+06 Re
Gráfico 5.5-Comparativo de algunas fórmulas para estimar CD (Re) y datos experimentales para
esferas lisas y distintos regímenes según CD (Re).
0,15
0,1
0,05
0 d(mm)
0 0,5 1 1,5 2
Gráfico 5.6-Velocidades de sedimentación calculadas por medio de C D (Re) para esferas y arenas
naturales (CSF=0,7).
Se puede apreciar que el cálculo refleja dos fenómenos. El más notorio es la fuerte
influencia de la no esfericidad de las partículas (en este caso se toma para arenas naturales
un CSF=0,7) en la reducción de su velocidad de sedimentación.
En el contexto del estudio de la deposición en colectores Sonnen (1977, citado por (Fan, et
al., 2003)) propone, para Re<3.000, CD=24/Re+3/Re1/2+0,34.
1.000,0
CD CD-Esferas vs. Arenas naturales
100,0
Esferas, experimental
Arenas, experimental
10,0
Efecto de la forma
1,4
1,0
0,44
0,1 Re
1,E-02 1,E-01 1,E+00 1,E+01 1,E+02 1,E+03 1,E+04 1,E+05
Gráfico 5.7- CD (Re) para esferas y arenas naturales (CSF=0,7), datos experimentales.
0,1
0,01
0,001 0,010 0,100 1,000
Ws(m/s)
En 1955 Albertson mostró experimentalmente que con una variación del SF entre 0,3 y
1,0 se reduce el coeficiente de arrastre sobre las partículas casi en un orden de magnitud
(Graf, 1998).
Se propone ((Yang, 2006) ,(Garcia, 2008)) una ley para la viscosidad en función de la
temperatura de la forma:
Ecuación 5.6
SF T=0°C T=40°C
100 micras 0,5 0,44 0,96
0,9 0,48 1,1
Variación 9% 15%
SF T=0°C T=40°C
1000 micras 0,5 9 11
0,9 12 16
Variación 33% 45%
Tabla 5.3-Influencia de la esfericidad (“SF”) en las velocidades de sedimentación.
Por otra parte, se ha indicado (Berlamont, et al., 1993) que, además de ser más complejos
de describir que las arenas (por su distribución granulométrica) los sólidos cohesivos que
forman agregados en estado natural, presentan velocidades de sedimentación del orden de
0,01 a 10 mm/s. Asimismo, se indica por parte de estos autores que el valor aumenta con la
concentración hasta valores de 2 a 10 g/l, tras las cuales la velocidad decrece rápidamente
por efecto de la mutua interferencia. Se pueden ver en la bibliografía rangos de velocidades
de sedimentación, así como su crecimiento en función del tamaño de grano y decrecimiento
dado por efectos de concentración62. Ese comportamiento se puede describir en la forma
dada por la ecuación siguiente, representada en el gráfico también mostrado a continuación
junto a datos experimentales.
Nicholson y O´Connor (1986) presentaron las siguientes fórmulas para determinar las
velocidades de sedimentación en función de la concentración teniendo en cuenta,
especialmente, la concentración “limitante63”, CH:
Ecuación 5.7
donde:
= 6,0x10-4 m4/Kg/s,
= 1,0x10-2 m3/Kg,
= 1,0 y
= 5,0
62Ver por ejemplo un gráfico dado por (Van Rijn, 1993), figura 11.4.2, en el que se comparan lodos
de diversos ríos y arcillas puras, como la caolinita.
concentración muestran que, si bien la tendencia prevista por las mismas acompaña los
resultados, hay discrepancias de valores entre cálculo y mediciones. Sin embargo se debe
remarcar que la fórmula propuesta no puede ser universal en la medida que distintos
sedimentos presentan distintas concentraciones correspondientes a las velocidades
máximas y también distintas concentraciones limitantes. Estas últimas, , parecen
depender fuertemente del tipo de sedimento (composición, contenido orgánico, tipo de
minerales presente) que se trate.
C(g/L)
1,00E+00
0,1 ws(C) 1 10 100
ws (m/s) Sedimentación
Fórmula de Nicholson y
1,00E-01 en régimen
O´Connor (1986)
limitado
Experimental Odd y roger
Odd y Roger
(1986)
1,00E-02
1,00E-03
1,00E-04
1,00E-05
Se han presentado (Engelund & Hansen, 1967) curvas (similares a las dadas en el
Gráfico 5.2) que indican la variación de velocidades de sedimentación en presencia de
sólidos suspendidos (w´) en el agua con una cierta concentración de sedimentos (C), respecto
al valor correspondiente a partículas aislada (en agua limpia), w. Estas curvas, basadas en
experimentos (Richardson & Zaki, 1954), muestran que la corrección (w´/w) prevé una
disminución de la velocidad con el aumento de la concentración (C). No se aprecia un
aumento de velocidad como el mostrado en el Gráfico 5.9. Ello puede deberse tanto a los
valores de concentración de distinto orden que se manejan (menor a 100 g/L en este último
caso, llegando a C=0,4, es decir casi 1000g/L, aproximadamente64, en el caso de (Richardson
& Zaki, 1954)), así como de tratarse en un caso de sedimentos cohesivos (Gráfico 5.9)
mientras en otro de no cohesivos (Gráfico 5.2). En resumen se puede indicar que a menores
valores de (Engelund & Hansen, 1967) el efecto de la concentración se acentúa. A
w´/w ≈ 0,35; a w´/w ≈ 0,55; w´/w ≈ 0,60.
Por otra parte (Camenen, 2008) cita resultados de estudios propios anteriores (Camenen,
2006) en los que encontró que se puede tomar A ≈ 27, B ≈ 2,1, y m ≈ 1,2 como una primera
estimación, en base a lo hallado por (Dietrich, 1982), asumiendo65 CSF=0,6 y e p P=1,0.
(Garcia, 2008), citando a Camenen (2007) hace uso de la ecuación anterior en el formato
dado por (Cheng, 1997) donde A, B y m dependen de la redondez ( ) y la esfericidad ( ),
ambas magnitudes adimensionales, de la siguiente forma:
Se concluye (Camenen, 2008) que “aparentemente la ley de Stokes, que es válida para
bajos valores de números de Reynolds y para esferas rígidas, solo puede ser una estimación
aproximada de la velocidad de sedimentación de un floc de lodo”. Lo anterior es evidente
(ver 6.2.3) de la estructura geométrica que estos presentan la cual no solamente suele ser
de tipo amorfo sino que dista bastante de ser rígida, por lo que se deberían considerar los
efectos de las relaciones esfuerzo-deformación en su interacción con el medio circundante en
el que caen.
65 CSF es el ya definido antes, factor de forma de Corey (“Corey shape factor”) y ep o P son la
redondez de la partícula.
Por otra parte se indica que las partículas deberían sedimentar en el mismo líquido del
cual se tomaron dado que el agua en que lo hacen afecta fuertemente la velocidad de caída
de las mismas.
En lo que refiere a los distintos métodos disponibles para determinar las velocidades de
sedimentación, se ha observado que los valores obtenidos en las mediciones presentan
amplia dispersión y fuerte dependencia de las técnicas e instrumental utilizado en los
experimentos (Krishnappan, et al., 2012).
Sedimentos cohesivos:
Sedimentos no cohesivos:
Se revisarán más adelante en esta tesis (por ejemplo en el capítulo 7) otras posibles
definiciones de sólido cohesivo, de manera de que sean funcionales a los objetivos fijados
para este trabajo, no restringiéndose a lo planteado para el estudio de transporte en
contextos fluviales o marinos. A modo de ejemplo se plantea (Einstein, 1950) que las
partículas con diámetros por debajo de 0,061 mm (61 m), que presentan “fuerzas
moleculares” entre sí (cohesión), no son las usualmente encontradas en lechos de corrientes
aluviales en las que las partículas se corresponden a las arenas y tamaños mayores de
partículas.
El carácter cohesivo de los sedimentos que contienen arcilla (Manning, et al., 2011) es
debido a la presencia de carga electrostática, que surge del fluir de los minerales arcillosos,
así como de largas cadenas de polímeros que se adhieren a las superficies de las partículas
individuales. Ejemplo de estas últimas son los mucopolisacáridos, largas cadenas lineales
de azúcares complejos, en general unidos a proteínas.
Van Rijn (1993), indica (Shrestha & Blumberg, 2005) que una fracción de componentes
arcillosos mayor al 10% es, en general, suficiente para que el sedimento que la contenga
muestre propiedades cohesivas como las antes descriptas. Se ha observado que, tras un
mínimo en el entorno del 5%, la tensión rasante crítica se incrementa con el aumento del
contenido de arcilla(Grabowski, et al., 2010). Más precisamente al 4% se da el mínimo
(Berlamont & Torfs, 1996) en el caso de arenas mezcladas con “finos” (con diámetros
menores a 63 micras), ascendiendo monótonamente desde ese valor a concentraciones
mayores de finos (ya se recupera al resistencia a la erosión de las arenas puras al 8% de
finos).
Este carácter cohesivo que interesa estudiar puede verse afectado, además de la
existencia de finos inorgánicos68, por el contenido de otras sustancias como materia
orgánica, lo cual interesa analizar en este trabajo desde la interrelación entre cohesividad y
presencia de biofilms. Este aspecto distingue la forma en que se presenta la cohesividad en
ambientes urbanos de como lo hace en otros, por ejemplo, en los fluviales.
Los sedimentos (cohesivos y no cohesivos) generados a nivel del suelo por actividades
naturales y humanas han sido de amplio estudio en hidráulica marítima y fluvial. Sin
embargo el enfoque que se pretende dar en este trabajo es al contexto de la hidráulica
urbana. En especial se hace énfasis en estudios realizados sobre algunos sistemas de
transporte de líquidos que presentan importante cantidad de sedimentos, como son los de
transporte de líquidos residuales (de actividades domésticas urbanas en particular). Se
analiza, en particular, el caso del transporte por gravedad (colectores de saneamiento), sin
perjuicio del realizado por bombeo o presión (líneas de impulsión).En dichos casos además
67 Aunque para la separación de las fases líquido-sólido son más utilizados polielectrolitos es decir
floculantes de tipo polimérico que potencian la tendencia natural a coagular de los lodos
biológicamente activos.
68 Cuya principal diferencia respecto a los orgánicos es la gran estabilidad fisicoquímica, mientras
que los orgánicos tiene capacidad de crecer y por ende incrementar su capacidad cohesivo-adhesiva
en la medida que dispongan de los nutrientes necesarios.
En el caso de los sistemas a los que se restringirá el estudio en esta tesis se presenta la
necesidad de acoplar los fenómenos (a priori), dado que aspectos como la granulometría y
cantidad relativa de sólidos inorgánicos respecto a la materia orgánica transportada, son
relevantes, al grado de afectar sustancialmente las propiedades de transporte de los
mismos.
1-Floculación (“aggregation”)
2-Sedimentación (“settling”)
3-Deposición
4-Consolidación
5-Resuspensión
Si bien el orden natural de los procesos puede ser este, la consolidación, por ejemplo,
puede no darse si las condiciones particulares del sitio no lo permiten. En regímenes en los
que los tiempos de consolidación relevante no sean alcanzados, el sedimento se comportará
como no consolidado. Por lo tanto hay que considerar que no siempre se dan todos los
procesos; puede que alguno no se cumpla debido a la falta de verificación de alguna
condición necesaria por parte del flujo o de los sedimentos. Alternativamente se podría
pensar en un equilibrio “deposición resuspensión” (punto 3 anterior) o bien del tipo
“consolidación erosión” (punto 4 anterior). Ello dependería de los tiempos de
permanencia en que se encuentra depositado el sólido sobre el lecho de sedimentos, grado
de las fuerzas de cohesión, energías disponibles para erosionar o resuspender, y otros
factores.
La bibliografía (por ejemplo (Shrestha & Blumberg, 2005)) indica la complejidad del
enfoque de cada uno de los procesos debido a que, además de las características
fisicoquímicas del sedimento, se deben tener en cuenta las del campo de velocidades, las
cuales pueden ser interdependientes. Por otro lado, también los procesos 1 a 5 antes
enumerados pueden ser dependientes entre si, como se analizó en el párrafo anterior.
define la viscosidad ( ), con los gradientes de velocidad. Ambas formas de ver a las
tensiones rasantes como generadoras de gradientes de velocidades, impuestos por las
fronteras fijas del recinto o generadas por medios mecánicos, aumentan la probabilidad de
colisiones o contactos entre partículas favoreciendo la aglomeración.
70 El movimiento browniano puede verse como turbulencia de baja energía superpuesta al campo
de velocidades hidrostático.
En general los flóculos generados por gradientes de velocidad71 son más estables
(resistentes a la rotura) que los generados por otros mecanismos.
Al igual que existen valores críticos para que se establezcan procesos de erosión, los hay
para la deposición de sedimentos. Esta ocurre cuando la tensión rasante en el fondo de la
conducción es menor que un valor critico necesario para mantener el movimiento de los
sedimentos. A tensiones rasantes altas, como las que se dan en las cercanías del lecho, solo
algunos sedimentos se depositarán sobre el mismo.
Si bien han sido realizados muchos experimentos para determinar los valores de la
tensión rasante crítica para la deposición completa de sedimentos no cohesivos, recién en
las últimas dos décadas se han incrementado los realizados sobre sedimentos cohesivos.
Se ha indicado (Hayter & Gailani, 2014) que no habrá carga suspendida, es decir se
presentará deposición, si se cumple , es decir que la velocidad de fricción, ,
se encuentre comprendida entre una velocidad crítica de suspensión, , y la velocidad de
sedimentación, . Ello se representa gráficamente en el Gráfico 8.3, entre los umbrales de
movimiento incipiente y de carga de lecho.
(Heltzel & Teeter, 1987) presentan una tabla comparativa del efecto de la floculación en
la velocidad de sedimentación basada en resultados experimentales (Chase, 1979) para el
tamaño de floc, y otros resultados de Bellessort (1973). Estos autores definen un factor, F,
que permite calcular el cociente entre la velocidad de sedimentación de un agregado y la de
los elementos constituyentes del mismo. Dichos resultados se reflejan en la siguiente
fórmula para el factor de floculación, F (con D, diámetro de las partículas primarias en
micras):
F = 250D-1,18
Según lo visto en el numeral 5.3.1.1 de esta tesis, el rango en el que es aplicable la ley de
Stokes es aproximadamente 0,001 mm< d < 0,15 mm. Por lo tanto, estrictamente, no serían
válidas las dos columnas de la derecha en la Tabla 6.1 siguiente, dado que se usa la citada
ley para los cálculos.
Asimismo dado que (Heltzel & Teeter, 1987) indican en el artículo citado que para 1 m
de diámetro primario de las partículas la velocidad de sedimentación de los agregados
resulta 250 veces mayor (F=250) que la calculada por la ley Stokes para las partículas
primarias, y que para 10 m de diámetro primario F es cercano a 4, cabe aclarar que la
fórmula de Bellessort difiere bastante de este último valor72.
72 Da un valor de 16,5, lo cual muestra que esa fórmula tiene un rango de validez no tan amplio.
lacustres como marinos, se pueden esperar resultados no consistentes con los que resultan
de las teorías clásicas (como la ley de Stokes). Los resultados de ensayos muestran una
reducción no lineal del coeficiente de arrastre (CD), el cual es afectado, al menos, por tres
propiedades de los sistemas polifásicos de los que se trata: recubrimientos superficiales,
electrolitos en solución, y sustratos orgánicos disueltos.
Si bien estos autores citados no indican la densidad asumida para el sedimento (s) la
aplicación de la fórmula de Stokes permite reproducir los resultados obtenidos por ellos en
la siguiente tabla, concluyéndose de la misma (dado que se obtienen resultados idénticos)
que se adoptó un valor de densidad relativa, s=2,1.
No valdría ley de Stokes
Tabla 6.2- Velocidades de sedimentación para partículas aisladas mediante fórmula de Stokes.
vale para microflocs (Soulsby, et al., 2013), cambiando la notación (reemplazando por M
en los subíndices de las ecuaciones anteriores), con excepción de la ecuación para el
diámetro en la que , ya que la densidad de los microflocs no depende de la
concentración de sólidos en la suspensión, y es otro coeficiente adimensioando.
Por otra parte, para condiciones estacionarias, uniformes y en las que se pueda
despreciar la difusión de la energía cinética turbulenta (“TKE”), vale (Hinze, 1975; Nezu y
Nakagawa, 1993, citados por (Soulsby, et al., 2013)):
donde .
Según Krone (Partheniades, 2009) y otros investigadores ((Camenen, 2008), (Camenen &
van Bang, 2011)) se pueden considerar tres regímenes de influencia de los fenómenos de
floculación en la velocidad de sedimentación, según los distintos rangos de concentración
volumétrica de sedimentos presentes en el seno del fluido (Cv):
Cv<300 ppm: los agregados de varios órdenes y tamaños sedimentan en forma casi
independiente, sin mutua interacción
300 ppm< Cv< 10.000 ppm: la frecuencia creciente de colisiones entre agregados
conforma mayores tamaños de los mismos, a la vez que su cohesión es mayor, con lo
cual también sus enlaces con el material del lecho.
Cv>10.000 ppm: puede asumirse que se trata de una red cuasi continua de material
en suspensión con lo cual su velocidad de sedimentación se ve limitada por la
velocidad ascendente del líquido que es desplazado por la caída de las estructuras
floculentas, es decir el que fluye entre dicha red, que podemos visualizar como
“esponjosa”. Este régimen de sedimentación se denomina “hindered settling”
(“sedimentación limitada”), y Krone denominó al material que sedimenta como “lodo
fluido”.
Como ya fue mencionado, vale destacar que los rangos antes indicados son solo
estimativos, ya que parecerían ser variables según el tipo de lodos que se trate, siendo
relevante su composición fisicoquímica y biológica.
Por otra parte se ha propuesto (Hayter & Gailani, 2014) discriminar una cuarta zona, o
régimen, de velocidad de floculación:
Este último régimen propuesto se puede asimilar al estado final de sedimentación que se
da en ensayos del tipo realizado en conos Imhoff. Una vez el sedimento se ha depositado, y
estabilizado, sobre el fondo del cono no se tiene movimiento posterior, habiéndose alcanzado
de esa manera una concentración máxima (al menos en un tiempo relativamente acotado,
del orden de una hora).
6.2.4 Consolidación
Una vez que el sedimento floculado alcanza el lecho, en caso que este existiera, por su
propio peso puede consolidarse junto a los sedimentos del lecho ya dado un contacto franco
entre partículas. La consolidación reduce sustancialmente la posible erosión del lecho por
parte de las tensiones rasantes, y en definitiva incide en las características de transporte de
los sedimentos.
Regímenes diferentes de flujo como los de estación seca-estación húmeda (o bien de bajos
y altos caudales transportados, más precisamente), favorecen la consolidación por bajos
caudales en las conducciones. Ello suele darse, por ejemplo, en el caso de transporte de
efluentes de localidades balnearias en las que se presentan variaciones entre “temporada
alta” y “temporada baja” que pueden implicar relaciones de caudal máximo respecto al
mínimo de 10 a 1, pudiendo ser aún mayores. En el caso de localidades sujetas a las
estaciones húmedas se tienen, durante las mismas, grandes caudales a transportar
producto de la infiltración y eventualmente de intrusión pluvial en el caso que esta sea
apreciable. A la inversa, en las estaciones secas el caudal se reduce sustancialmente,
permitiendo fuertes tasas de deposición de sedimentos debido a las bajas velocidades que se
experimentan.
Respecto a la variación de los flujos según el clima o temporada (seca vs. húmeda) se
señala (Verbanck, et al., 1994) que, a la fecha de publicación de su artículo, no se habían
investigado extensivamente los procesos de sedimentación y resuspensión en los colectores
de tipo separativo (“separate sanitary sewers74”). Por lo tanto el conocimiento del transporte
de sedimentos en este tipo de casos se había obtenido del análisis del comportamiento de los
colectores unitarios (“combined sewer”) a caudales de tiempo seco. En definitiva, se hace
notar que las grandes variaciones de caudal pueden cambiar cualitativamente el problema.
73Régimen que se asemejaría a los de “permeabilidad” y/o “esfuerzo efectivo” (Camenen & van
Bang, 2011).
En lo que respecta a los ciclos de presión el término de interés es H del que puede
establecerse la presión de trabajo (sin considerar efectos transitorios) entre valores mínimos
y máximos dados por pmin=Hmin y pmax=Hmax, respectivamente.
El valor mínimo de presión esperada en las impulsiones podría producir (según lo que
surge de datos presentados en 1983 por Kamphuis y Hall (Álvarez-Hernández, 1990)) altos
grados de consolidación por el efecto de la presión, si bien ese efecto (“estático75”) se opone,
en el caso de las impulsiones a presión, al efecto (“dinámico”) de erosión que se da al
aumentar la velocidad cuando lo hace la presión.
6.2.5 Resuspensión
Se entiende por resuspender a la acción de volver a poner al sedimento (flóculos,
partículas, o granos de arena, según el caso) dentro del seno del fluido que lo arrastraba
originalmente una vez que este se ha sedimentado. Cabe diferenciar la resuspensión de la
erosión en términos temporales (la primera se produce poco después de haber sedimentado
la partícula) y en términos dinámicos (la erosión se produce sobre sedimentos ya
consolidados y no sobre los simplemente depositados sobre el lecho). Son pocos los autores
que diferencian ambos procesos, sin embargo algunos lo hacen claramente(Blom & Toet,
1993).
75 Probablemente más fácil de observar en aguas “quietas”, es decir con condiciones más
asemejables a la hidrostática como las que se observan en lechos marinos o de algunos ríos, que las
que se pueden dar en conducciones a presión.
Los estudios de laboratorio de Krone (1962), Parchure y Mehta (1985), y Tsai y Lick
(1987) demostraron (Ziegler, 1999) que la cantidad de sedimento resuspendido depende de
los esfuerzos turbulentos en la interfase agua-sedimento y del estado y consolidación del
lecho, el cual es indicado por la porosidad del mismo.
Ecuación 6.1
, donde E es la masa total de sedimento que se puede resuspender dado un cierto nivel de
esfuerzo cortante denominada también “potencial de resuspensión” o “potencial de erosión”,
ao, m y n son constantes empíricas dependientes del tipo de lodo, b y cr son la tensión
rasante en el lecho y su valor crítico para iniciarse la resuspensión (respectivamente), y td
es el tiempo transcurrido desde la deposición, en días76.
6.2.5.1 Erosión
Si bien se suelen utilizar como sinónimos, en este trabajo se considera que la erosión
difiere físicamente de la resuspensión. Se entiende que hay resuspensión el caso en el que
los sedimentos recientemente depositados son nuevamente puestos en el seno del fluido. En
cambio la erosión implica que la partícula forma, o pasó a formar parte, tras un tiempo de
reposo y consolidación prolongado, de un lecho permanente de sedimento. El concepto de
resuspensión implica que el sedimento afectado no está consolidado en el lecho. En caso de
estarlo, es decir no cumplirse el proceso elemental indicado en el punto 4 al inicio de 6.2, se
hablaría propiamente de resuspensión. De todas formas en el caso cohesivo es obvio que las
“partículas implemente apoyadas” virtualmente no existen, adhiriéndose casi
instantáneamente entre sí, con algún grado de resistencia a la resuspensión. Una forma de
laudar, discriminando entre ambos conceptos sería considerando la existencia o no de una
tensión de fluencia, o(t) (ver 7.5.2).
77 Nótese, nuevamente, el menor orden de las tensiones rasantes manejadas en problemas de tipo
fluvial o marino, respecto al que se maneja en la “hidrología urbana” (6.2.4.1).
La erosión se produce en forma “superficial” o bien en masa (“en masse”, según algunos
autores ((Banasiak & Verhoeven, 2008) y (Crabtree, 1989)). Se da erosión en masa cuando
el esfuerzo cortante en el lecho excede el valor crítico a una profundidad por debajo de la
interfaz agua-sedimento. Por lo tanto se erosionan masas amorfas de sedimento y, en
general, se da este fenómeno a grandes tensiones rasantes producto de altas velocidades del
flujo o eventualmente en zonas donde este se acelera. Este modo de erosión ha sido
descripto en especial asociado a sedimentos cohesivos y parcialmente cohesivos. La erosión
superficial se da a valores menores de tensión rasante, es decir con flujos de baja velocidad,
de forma que las partículas virtualmente aisladas son desprendidas del lecho.
A su vez (Shrestha & Blumberg, 2005) los experimentos (Parchure y Mehta, 1985; Tsai
and Lick, 1987) y estudios de campo de (Amos et al., 1992) indican que solo una cantidad
limitada de sedimento puede erosionarse por medio de una tensión rasante constante
debido al incremento de resistencia al corte según la profundidad. Esto puede entenderse,
lógicamente, en virtud de la creciente autocompactación ejercida por el propio peso del
sedimento en el proceso de consolidación, la cual aumenta con la profundidad.
El Gráfico 6.1 (adaptado de (Mehta & Lee, 1994)) representa el clásico “Diagrama de
Hjulström” (1935), según el original y una aproximación empírica (Miedema, 2013). En este
se muestra que, por ejemplo, para partículas de 2 mm de diámetro, la velocidad necesaria
para erosionar un lecho compuesto de estas sería del orden de 30 cm/s, mientras que solo
por debajo de 10 cm/s se tiene sedimentación. Además, en esta versión del diagrama se
comparan los resultados de Hjulström con los de Shields (1936), observándose que solo para
partículas medianas a grandes (no cohesivas) se tiene una coincidencia aceptable (si bien no
completa) entre ambos autores. Se destaca además que Hjulström incluye resultados para
el rango cohesivo (d<0,063 mm). El siguiente gráfico (adaptado de (Mehta & Lee, 1994)) da
una comparación entre criterios de erosión y deposición de Hjulström (1935) y Shields
(1936).
Umbral transporte-
erosión (original)
10 Umbral deposición-
transporte (original)
Shields, f=0,02
1
Shields
Shields, f=0,03
0,1
Shields, f=0,04
0,001 0,01 0,1 1 10 100 1000
d(mm)
El ajuste de las variables del diagrama de Shields para llevarlo a la forma del diagrama
de Hjulström se realizó adoptando un rango de factores de fricción, f, usualmente
encontrado en canales (entre 0,02 y 0,04). Ello es debido a que se puede relacionar, sin
conocerse las características de la conducción (radio hidráulico), con la tensión
numeral 8.6.1 esta forma es la utilizada en la conocida fórmula propuesta por Camp (Camp,
1946).
78 Debido a que esa velocidad es suficiente para arrastrar sedimentos orgánicos, pero no así la
arena, con eficiencias de remoción mayores al 95%.
79 Varios de los cuales son esperables también en las aguas residuales urbanas.
biológica, salvo cuando se combinan con sólidos orgánicos cuya presencia puede dar
lugar a biofilms que modifican sus propiedades reológicas.
La floculación es relevante en los sedimentos cohesivos “puros”, afectando
fuertemente la velocidad de sedimentación. La presencia de materia orgánica, que
favorece la existencia de microorganismos (que segregan exopolisacáridos), puede
generar cohesión aún en sedimentos gruesos (como arenas) y mezclas de sedimentos
finos y gruesos, o “parcialmente cohesivos”.
Es posible diferenciar el concepto de erosión, que se puede visualizar como un
proceso de remoción de partículas ya incorporadas al lecho sedimentario, del
concepto de resuspensión, que se puede asociar a la puesta en movimiento de
partículas o flóculos estacionarios depositados pero no consolidados al lecho, o
adheridos a las paredes de las conducciones.
La consolidación parece afectar la resistencia a la erosión, mientras que la actividad
biológica, con usual liberación de gases tanto en procesos aerobios como anaerobios,
puede contraponerse al asentamiento o autocompactación producto de la acción
gravitatoria.
80Si bien en algunos más recientes se tiende a reducir el volumen y por ende la tendencia a
sedimentar.
81 Este tipo de problemas de “fluidificación” no es abordado en este trabajo, como si se hace con los
problemas de movimiento y transporte de sedimentos, a pesar de que ambos están íntimamente
relacionados.
82 Piedras se arrastran menos que arenas, y éstas menos que las arcillas, por ejemplo.
Para lograr esa condición los colectores deberían diseñarse para satisfacer los siguientes
criterios ((May, et al., 1996), (Arthur, et al., 1999)):
84 Las denominaciones ente comillas son dadas por (Arthur, et al., 1999).
Estos criterios, según se ve en la bibliografía, no son coincidentes entre sí, pero tienen
comportamientos similares. Suelen presuponer un “tamaño de corte” de partículas, por
encima del cual estas no son resuspendidas, por lo que, a la hora de predecir hasta que
tamaño de partícula será posible transportar en una conducción determinada, es
importante conocer la granulometría esperada del sedimento a manejar.
La resuspensión no se debe dar solamente en las tuberías sino también en los pozos de
bombeo, en los cuales las velocidades relativamente bajas los hacen trabajar como cámaras
de sedimentación. Por lo cual, en caso de no existir desarenadores previos, se resuspenden
periódicamente los sólidos (sedimentados en los intervalos en los cuales el bombeo se
encuentra detenido, donde se dan las menores velocidades) a los efectos de ser extraídos en
dispositivos desarenadores ubicados aguas abajo, si los hubiere. Un punto esperado de
separación de sólidos provenientes de los sistemas de saneamiento son los desarenadores
ubicados a la cabeza de las PTARs.
En cuanto a los pozos de bombeo y su diseño, los dos tipos usualmente considerados, de
sección circular o rectangular, presentan distintas bondades constructivas, y operacionales.
En lo que tiene que ver con el manejo de sólidos, los de tipo cuadrado presentan en general
gran formación de zonas muertas salvo en diseños especialmente realizados considerando
esta problemática85.
Sin embargo, las conclusiones de los estudios disponibles no son únicas en cuanto a cuál
es el verdadero efecto del paso del tiempo sobre las propiedades del sedimento. Dentro de
las tuberías se pueden identificar operaciones y procesos que pueden alterar el
comportamiento del flujo de sedimentos a lo largo de estas. A la hora de pensar en las
tuberías arrastrando sedimentos con contenido biológico activo, como es el caso de las aguas
residuales domésticas, se habla por parte de algunos autores, de la capacidad de los mismos
de actuar como reactores bioquímicos.
Algunos autores suelen referirse a las distintas fracciones como el sedimento o sólido
“limpio” (el no cohesivo) y el sedimento “sucio” (es decir el cohesivo, con carácter
“pegajoso”86).
Los mencionados investigadores junto a otros (Banasiak, et al., 2005), han propuesto, a
su vez, resultados en principio contradictorios con los antes mencionados (Fang et al.,
2007), en lo que tiene que ver con la influencia del tiempo en las tensiones rasantes que son
capaces de soportar los sedimentos antes de ser erosionados.
capacidad de transporte. Varios autores (por ejemplo, (Crabtree, 1989), (Shrestha &
Blumberg, 2005), (Banasiak, et al., 2005)) remarcan la importancia de considerar a los
sedimentos como problemáticos “almacenes” de contaminantes (por ejemplo metales
pesados). Se mencionan porcentajes altos (del orden de 80%) de los contaminantes totales
vertidos, en caso de alivios no controlados, asociados a sedimentos egresados de los sistemas
de saneamiento producto de las altas velocidades de flujo generadas por lluvias cuantiosas
Por otra parte, se puede observan variaciones temporales y espaciales de los parámetros
que definen al agua residual, tanto en la pequeña como la gran escala.
Asimismo, existe acuerdo en que, en general, los sólidos más gruesos se van depositando
aguas arriba, dando lugar al pasaje, a lo largo de canales y tuberías, de sedimentos más
finos que se podrían depositar aguas abajo o ser mantenidos en suspensión. Ello podría
explicar la reducción de DBO5 reportada, la cual se liberaría en eventos de lluvias
pronunciadas, dando así lugar a un “lavado” de las conducciones. Falta aún profundización
en el estudio de este fenómeno, referido en las publicaciones específicas sobre esta temática,
solo en las dos últimas décadas pasadas.
A través de estudios en bloques de hormigón sobre los cuales se formaron diversos tipos
de biofilms, se midió (Tanji, et al., 2006) la capacidad de auto depuración de distintos tipos
de tuberías y se propuso afectar la rugosidad de las mismas para mejorar la calidad de los
afluentes de las PTAR es decir lograr un tratamiento en las propias redes88.
88 Si bien ello se propone subiendo la rugosidad relativa de las tuberías lo cual incrementa la
resistencia al flujo. Por ello, entre otros aspectos este tipo de posibilidades implica una solución de
compromiso entre reducir contaminación y subir la resistencia hidráulica.
Esa marcada diferencia de niveles de actividad biológica quizá pueda explicar las
diferentes tensiones críticas de erosión observadas (por ejemplo entre 0,1 y 0,5 Pa para los
sedimentos cohesivos fluviales90, contra al menos 1,0 a 1,4 Pa para el caso de las aguas
residuales, según varios resultados experimentales reportados (Álvarez-Hernández, 1990) y
(Banasiak, et al., 2005), entre otros). Se considera la posibilidad de tener mayor grado de
cohesión por la existencia de mecanismos (por ejemplo la presencia de biofilms91) más
fuertes que la floculación “electrostática” o fisicoquímica que permite mantener a los
sedimentos aglomerados. Esta hipótesis es tenida en cuenta a lo largo del presente trabajo.
Fossati (2013), establece una “tensión crítica de erosión alta igual a 0,5 N/m2”. En dicho trabajo
90
se manejan tensiones críticas en un rango entre 0,05 y 0,5 N/m2, siendo un valor representativo 0,2
N/m2.
Se puede definir a las biopelículas como poblaciones de células que crecen unidas a una
superficie, envueltas en una matriz de exopolisacaridos. También son denominadas
“biofouling” en cuyo caso se definen como la “deposición y crecimiento de micoorganismos
sobre superficies los cuales pueden multiplicarse a expensas de nutrientes” (Flemming,
2006).
Por otra parte estos autores llegan a la conclusión de que el coeficiente de fricción de
Manning se incrementa debido a la presencia de biofilms en las paredes de los colectores.
Por lo tanto, se podría concluir que el modelo de sedimentos o sólidos no cohesivos no
representa adecuadamente los mecanismos de resistencia al flujo en presencia de biofilms.
Estudios de laboratorio (Fang et al., 2012) realizados con agua destilada en presencia de
sólidos de granulometría conocida y con aporte de nutrientes (en dosis también
92La cual daría un movimiento incipiente, por lo cual para tenerse un transporte efectivo habría
que superarla en cierta cantidad, lo cual se asocia al concepto de “exceso de tensiones rasantes” que
proponen algunas de las fórmulas que se analizan en este trabajo.
93Utilizando sedimentos subrogantes de los reales que son “bilógicamente activos” o con presencia
biológica.
El modelo propuesto (Fang, et al., 2012) para representar dicho comportamiento resulta:
En ésta formulación o(t) representa la tensión de fluencia en función del tiempo, y (t) la
viscosidad. Para gradientes de velocidad (du/dy), mayores que un cierto valor de “quiebre”, la
tensión rasante toma un valor e(t) que representa la tixotropía del fluido (variación de la
viscosidad con el tiempo).
Sin perjuicio de los resultados obtenidos, esos investigadores establecen que se requiere
mayor investigación para determinar la influencia del carácter óxico/anóxico del ambiente
biológico, del cual dependen los metabolismos de los seres vivos involucrados, así como la
respuesta a las variaciones en la MO.
94 Se puede interpretar el LOI como el contenido de volátiles de una muestra dada de sedimento,
lo cual en general se considera como buena medida de la materia orgánica presente en la misma.
Esos autores han encontrado que la densidad media del sustrato depositado de
sedimento baja a medida que el tiempo de deposición aumenta hasta unas 48 horas, tras lo
cual crece monótonamente a un valor asintótico que se encuentra aproximadamente un 20%
por debajo del valor inicial, es decir del sustrato “fresco”.
Además se muestra (Banasiak, et al., 2005) que a pocos segundos de establecido el flujo
los sedimentos se resuspenden (aumentan sustancialmente los sólidos suspendidos totales
en el seno del líquido) solamente para el caso de los sedimentos depositados durante 3 días,
mientras que en los sedimentos “frescos” ello no se produce (no se presenta el pronunciado
pico de concentración, producto del arrastre por parte del agua). Las tensiones rasantes
aplicadas fueron b= 0,84 N/m2, para el sedimento de edad “0 días”, mientras que para “3
días” fue b= 0,65 N/m2 (el lodo de mayor edad de deposición se resuspendió a menor tensión
rasante).
Se apreció también un claro descenso de la tensión rasante crítica desde valores cercanos
a 1 Pa a medida que el lodo “envejece”, llegándose a 0,5 Pa, o aún menos.
Este comportamiento parece ser contradictorio con el visto por (Fang, et al., 2012) que se
representa en el Gráfico 7.1 siguiente.
En relación con las tensiones rasantes el gráfico siguiente muestra la variación del
coeficiente “n” de Manning en función de los tirantes del flujo según la presencia o no de
biofilm (adaptado de (Guzmán, et al., 2007)).
Gráfico 7.2-Variación del coeficiente “n” de Manning según el tirante y la presencia de biofilm.
Gráfico 7.3- Curvas de transporte de sedimento (qs, Qs) en función de la tensión rasante.
Por otra parte, la aplicación del modelo probabilístico de Grass para sedimentos de
origen costero se suele representar con valores medios de tensión del orden de 0,3 Pa(Grass
& Ayoub, 1982), lo cual ubica a ese tipo de sedimentos casi un orden de magnitud por
debajo de las tensiones de movimiento incipiente de sedimentos de saneamiento.
Una de las alternativas para atacar el problema de la sedimentación ha sido manejar los
sólidos, previendo sistemas de remoción por medio de barridos o lavados con agua. La
limpieza mecánica manual, sin dudas más compleja de realizar, se aplicó y se aplica aún,
pero se trata de evitar por lo penoso de la tarea, así como por el riesgo sanitario que se tiene
asociado a la exposición de los trabajadores al agua residual, eventual fuente de contacto
con patógenos.
Al menos desde fines del siglo XIX se tienen artículos técnicos describiendo posibles
soluciones para la acumulación de residuos en los colectores y se establece (Ogden, 1899)
que “hay dos formas por las cuales dichos depósitos pueden ser removidos, por “flushing”, o
lavado de la obstrucción con un fuerte flujo de agua, y por rascado o arrastre”.
96 Si bien hay varios trabajos al respecto resulta interesante, para el caso de sedimentos cohesivos
en tuberías el trabajo de (Skipworth, et al., 1996) en lo referente a las tasas de transporte y su
relación con el crecimiento o decrecimiento de caudal sólido transportado.
El Gráfico 7.4 muestra los esfuerzos generados a lo largo de una tubería en descargas de
limpieza realizadas en condiciones experimentales. Se resaltan las envolventes de tensiones
rasantes (aquí marcadas en línea discontinua _ _ _ ) y sus valores medios ( en el entorno
de 2,5 a 3,0 Pa (línea continua ____ ). Sus autores (Bouteligier, et al., 2006) remarcan el
resultado esperable de la generación de una “onda de tensiones rasantes” que avanza a lo
largo de la tubería, aplanándose a medida que se avanza en tiempo y espacio. Es posible
comparar, al menos cualitativamente, estos resultados con los obtenidos a partir de los
datos experimentales(Ogden, 1899), indicados en el Gráfico 7.6, para una distancia desde el
punto de descarga de 60 metros, aproximadamente. Siendo este problema similar al del
estudio de roturas de presas pueden verse en la literatura resultados de modelación
numérica (tanto en esquemas de tipo implícito como explicito) para tales casos (por ejemplo
(Jin & Fread, 1997)).
Se indica (Bouteligier, et al., 2006) que los valores de tensiones rasantes máximas
obtenidos en un intervalo corto de tiempo, correspondiente a los picos de las curvas del
Gráfico 7.6 siguiente, son relevantes a los efectos de erosionar las partículas de sedimento
depositadas. Por otra parte, afirman estos autores que los valores mínimos de tensiones
rasantes (correspondientes a los valores asintóticos de las citadas curvas, y de mayor
duración que los valores de erosión) son los que permiten determinar si es posible que se
haga efectivo el transporte de las partículas. En el Gráfico 7.6 se muestran de forma
esquemática, para uno de los puntos calculados (“Manhole No. 1”), las zonas de erosión y las
de transporte.
Se indica (Ogden, 1899) como velocidad mínima para autolimpieza un valor de 2,5 ft/s
(aproximadamente 0,8 m/s). Según surge del análisis del gráfico siguiente y de lo reportado
por ese autor, los valores de tensión rasante hallados, así como las velocidades mínimas
correspondientes, son compatibles con los efectos reportados en dicho gráfico. Cabe recordar
que los valores de la tensión rasante (criterio más utilizado en la actualidad) son
dependientes del diámetro de la tubería, del tirante y la pendiente. Los valores calculados
para este trabajo coinciden razonablemente con los calculados utilizando la fórmula de
Kutter en el trabajo original (Ogden, 1899) en el que se presentan los valores aquí
analizados. Según surge de los cálculos, aún con valores máximos de velocidad (levemente)
por debajo de los 2,5 ft/s, se reporta que la conducción fue limpiada. Ya con valores máximos
de velocidad por debajo de los 1,5 ft/s, se reporta que la conducción no fue limpiada, es decir
que no hubo efecto sobre la acumulación de sedimentos, lo cual es esperable.
Se puede concluir entonces que para el tipo de sedimentos depositado para este ejemplo
analizado, la velocidad requerida se encuentra entre 1,5 y 2,5 ft/s, con tensiones rasantes
correspondientes entre 2,5 y 3,0 Pa. Este orden de valores ha sido ratificado con bastante
aproximación en investigaciones mucho más recientes ((Álvarez-Hernández, 1990) , (Nalluri
& Alvarez, 1992), (Banasiak, et al., 2005), (Guzmán, et al., 2007)).
El gráfico siguiente muestra tirante, velocidad, y tensión rasante durante una descarga
de limpieza en un colector en un punto de una conducción de alcantarillado (adaptado de
(Ogden, 1899)). Se remarcan las zonas de erosión y transporte y la tensión rasante (típica)
para este tipo de sedimentos.
(t)
14
12 Erosión
10
Transporte
8
y(t),inch, M.H. N°1
6 V(t), ft/s, M.H. N°1
2 2,5 Pa
0 t(min)
0 2 4 6 8 10
Poco más de cien años después(De Sutter, et al., 2001), a través de la simulación del
transporte de sedimentos durante eventos de inundación tanto mediante experimentos a
escala de laboratorio como de campo (en pequeños cursos de agua) se muestra que la
evolución de los sólidos suspendidos es función de los hidrogramas que se apliquen a las
conducciones. En un ejemplo dado por esos autores se ve que a un mismo caudal (30 l/s) la
concentración es más de 50% mayor a caudales crecientes que decrecientes. Dicho de otra
forma, es más importante, aún para el mismo caudal, que el mismo esté creciendo. Es decir
importan las ramas ascendentes del hidrograma, lo cual se puede asociar a lo ya indicado
mucho tiempo antes (Ogden, 1899).
La evolución del transporte de carga suspendida en función del caudal durante un evento
de descarga con dos hidrogramas (Tr = 40 s, y con Tr = 320 s) presenta (De Sutter, et al.,
2001) una histéresis similar a la indicada en la figura anterior (pero en sentido horario),
con concentración de sólidos suspendidos mayor en la rama ascendente del hidrograma.
Aún no se ha estudiado con adecuada profundidad este fenómeno en el caso de sedimentos
cohesivos, tanto en canales como en otros sistemas. Sin embargo, el experimento realizado
en laboratorio por esos investigadores aplica, al menos en la geometría de los canales
usados, al transporte de aguas residuales.
El hecho de que las ramas ascendentes de los hidrogramas permitan resuspender mayor
cantidad de sedimento que las descendentes puede estar asociado a las características de la
turbulencia contenida en el flujo en ambos casos (esperándose mayor intensidad de
turbulencia a caudales crecientes), pero esta hipótesis no ha sido aun suficientemente
investigada102. Argumentos similares, en cuanto a la intensidad de turbulencia presente en
el flujo, da Camp (Sobrinho & Tsutiya, 1999) para justificar el uso de menores velocidades
de autolimpieza a bajos tirantes relativos respecto a las que se requieren a sección llena.
“flujo primario”) pueden generar esa erosión localizada. Por ello es esperable una cierta
discrepancia respecto a las predicciones que surgen de fórmulas desarrolladas en base a
medidas realizadas en laboratorio. Al respecto de esas discrepancias se habla de “tender
puentes” entre ambos enfoques de estudio (laboratorio vs. campo).
Los sólidos interactúan con las conducciones en las que se encuentran sirviendo de
alguna manera de medio soporte a los microorganismos allí presentes los que, a su
vez, inciden en la movilidad de los sedimentos, en especial a través de la generación
de películas biológicas.
Estas películas tienden a generar “puentes” entre las partículas incrementando la
resistencia que estas presentan a la erosión, o desprendimiento, del lecho sobre el
que se encuentran depositadas.
Los sistemas de limpieza permiten reducir el costo asociado a establecer pendientes
altas para generar autolimpieza, si bien tienen un costo inicial y operativo no
despreciable.
Sin perjuicio de lo anterior, en el resto del mundo se está investigando en la
actualidad en la línea de restablecer este tipo de sistemas en algunos casos
específicos, ya que los problemas operativos e impactos de diseños mal concebidos
desde el punto de vista del adecuado arrastre de sedimentos así lo amerita.
La existencia de fenómenos de microescala o “locales” puede alterar los resultados de
modelos más “controlados” como los que usualmente se han estudiado tanto teórica
como prácticamente (en canales de laboratorio), introduciendo errores a la hora del
contraste de fórmulas o modelos con valores observados.
8 Transporte de sedimentos
El estudio racional del manejo de los sedimentos, en lo que refiere a la operación y diseño
de los sistemas de saneamiento (Tait et al., 2003), es de reciente consideración si bien su
presencia en las alcantarillas sanitarias (también denominadas cloacas) es preocupación de
larga data.
Transporte sobre fondo limpio (Ghani, 1993), o sin deposición (May, et al., 1989)
Transporte sobre depósitos de sedimentos sueltos (Ghani, 1993), o con deposición
(May, et al., 1989);
103 Equiparables al tipo B (Crabtree, 1989), sedimentos sobre los cuales, a su vez, se puede
esperar que se halle una capa de sedimentos sueltos o no consolidados.
o Flujo sobre lecho plano (en dos regímenes, de alta y baja energía, separados
entre sí por el siguiente conjunto),
o Flujo sobre formas de lecho propiamente dichas.
Transporte en suspensión: las partículas del material del lecho o de otras fuentes
(por ejemplo las que ingresan al colector desde las conexiones al mismo) permanecen
en suspensión en el flujo sin deposición definitiva, si bien es posible que se dé una
deposición temporal, en la medida que la energía específica del flujo baje. El proceso
de transporte suspendido (o “carga suspendida”) se hace posible debido a que
existen, como parte de la normal presencia de turbulencia en el seno del fluido,
vórtices con componentes de velocidad vertical relativamente importante. Las
velocidades medias de transporte de este tipo de carga son algo inferiores a la
velocidad media del flujo pero superiores a las de la carga del lecho. En este modo la
velocidad de sedimentación es dependiente de la profundidad, es decir ws= ws (y).
Dicho de otra manera, las partículas más grandes y pesadas tienden a transportarse
por el fondo.
Un esquema de cómo ocurren los tres tipos de movimiento de partículas que acompañan
al fluido se da en la Figura 8.1.
U(y) C(y)
Carga de lavado
(partículas muy finas)
Carga de lecho
(partículas gruesas)
Posible trayectoria
de una partícula
(salto)
Figura 8.1-Esquema que muestra en forma gráfica los diferentes tipos de carga transportadas.
Nótese en la figura anterior que se representan los difusos límites entre un tipo y otro de
transporte.
Algunos autores (Arthur, et al., 1999) proponen una variante, también en tres modos, de
clasificación de los mecanismos de transporte de sedimentos:
Suspensión;
Cercano al lecho (“near the bed” análogo al “bed-load”, en inglés, de la terminología
usada en ríos);
Depósitos semipermanentes (“semi-permanent deposits”);
Los últimos hacen referencia a depósitos que permanecen estáticos a bajos caudales de
tiempo seco, y eventualmente se desprenden al ser sometidos a caudales altos de tiempo
húmedo, o lluvioso.
La Figura 8.1 sugiere que la carga del lecho se produce en la zona cercana a donde existen
mayores gradientes de velocidad (capa límite laminar) y por ende mayores tensiones
rasantes.
Las velocidades de sedimentación ws, y la velocidad de fricción, u*, suelen utilizarse como
parámetros en algunos criterios propuestos para establecer el régimen en el cual se
encontrará el transporte de sedimentos. El campo de velocidades bajo el cual se mueven los
sedimentos, de alguna forma está cuantificado a través de u*, que resume las condiciones en
que se da el flujo, mientras que las propiedades inherentes a los sedimentos transportados
se extractan en ws. A mayores valores de ws habrá mayor tendencia a que el transporte sea
a un nivel más bajo, es decir sobre el lecho, mientras que a valores altos de u * es de esperar
que se puedan tener partículas de mayor tamaño y densidad en suspensión. La velocidad de
fricción, u* = (o/g)1/2, representa a las tensiones rasantes sobre el lecho, o. Ello justifica su
uso en la determinación de los distintos regímenes de transporte de sedimentos, en conjunto
con ws. En consecuencia, es esperable que a menores valores del cociente (adimensionado)
ws/u* se obtenga, en la mayor parte de los flujos, mayor cantidad relativa de partículas
transportadas en suspensión. Este principio cualitativo general se establece en forma de
criterios cuantitativos en el siguiente numeral.
Si se piensa en términos de energía, con base a lo razonado en 8.1.2, este criterio puede
ser más gráfico expresado como u*<0,15ws para que exista transporte; 0,15ws < u* < 0,5ws
para que se de carga de lecho; 0,5ws < u* < 1,67ws para que se comience a dar la saltación y,
finalmente u* > 1,67ws para que se tenga carga por suspensión.
A partir de estos intervalos de valores (no contiguos) se puede inferir que existe una
transición entre ambos regímenes, en la cual no es posible determinar si la carga se da
mayoritariamente por el lecho o en forma de suspensión. Es probable que en realidad se
Krajewski, 2006).
107 La velocidad de corte se puede calcular directamente (Ahyerre, et al., 2001), usando el concepto de
las tensiones de Reynolds, a través de la relación de donde . Más
recientemente se ha indicado (Dey, et al., 2011) que la definición usual de la velocidad de corte o
fricción ( ), da valores consistentemente mayores a los que resultan de la
medición de las componentes turbulentas ( ), por lo cual se ha preferido esta última forma de
calcular . Mediciones de turbulencia (Leeder, 1983) en lechos indican que .
oscile entre ambos regímenes. Es claro que este criterio es menos preciso, o bien no tan
pretencioso en los rangos que establece, que el de Whipple.
Adoptando valores del número de Rouse (P) comprendidos entre los rangos dados por el
“criterio de Whipple” se puede despejar u* y de esta U, suponiendo un factor de fricción de
0,02 y partículas con una densidad correspondiente a las arenas. Los valores adoptados
fueron: P=2,5 (carga de lecho), P=1,8 (50 % de carga en suspensión), P=1,0 (100 % de carga
en suspensión) y P=0,8 (carga de lavado). Se presentan los resultados en el gráfico
siguiente.
Resulta que arenas de menos de 0,2 mm pueden moverse (como carga de lecho) con
velocidades de 0,3 m/s, mientras que arenas de 1 mm requieren más de 2 m/s para moverse
en el lecho.
El Gráfico 8.3 presenta versiones del diagrama de Shields ((Van Rijn, 1993), (Soulsby,
1997)), prácticamente idénticas, la primera de ellas dada originalmente en forma gráfica,
mientras que la segunda se establece por su autor a través de una ecuación. Además se
representan los valores de tensión rasante resultantes de aplicar el criterio de Whipple,
para los casos de carga de lecho con un cierto desarrollo y para suspensión del 50% del
material particulado. Un gráfico similar es presentado por Bagnold, pero con el diámetro
(dimensional) expresado en mm (Bagnold, 1966).
Suspensión
100000 Shields (Van Rijn, 1993)
Shields (Soulsby, 1997)
10000 Criterio de Whipple (carga de lecho)
Criterio de Whipple (50% suspensión) Transición a carga de lecho
1000 Movimiento incipiente
100
Carga de lecho
10
1 Lecho inmóvil
0,1
100 1000 10000 100000 1000000
0,01
La utilización del número de Rouse, P, como indicador del régimen de movimiento de las
partículas de alguna manera se emparenta con el de tensiones de Shields. El cociente de
ws/u*, proporcional a P=ws/(u*), se puede asociar a = g(s-1)d/(u*)2=1/de donde se ve que
P= .
10
cr(-)
Movimiento
1
Diagrama de Shields (Soulsby, 1997)
Carga suspendida 50%, P=1,8
Umbral de carga de lecho, P=2,5
Carga suspendida 100%, P=1,2
0,1 Umbral de carga de lavado, P=0,8 Movimiento
incipiente
Sin movimiento
0,01
1,0 10,0 100,0 D*(-) 1000,0
Se han presentado (Bose & Dey, 2013) otros criterios, similares a los anteriores, algunos
de los cuales también consideran el grado de suspensión como función de Bagnold (1966)
pone como límite superior del umbral de suspensión de los sedimentos u*/ws = 0,8 ; Xie
(1981) 0,2/≈Van Rijn (1984) u*/ws = 4/d*, para 1<d*<10, y u*/ws = 0,4 para d*>10.
Respecto a la constante de von Kàrmàn,, y desde hace décadas (Maggiolo, 1965), se han
realizado algunos estudios discutiendo su auténtico carácter de constante. Ya mucho más
recientemente, en la misma línea que Maggiolo, se han presentado análisis de la
determinación de , cuyo valor es usualmente tomado como 0,4 o 0,41 (Dey & Raikar, 2007).
Sin embargo, tal como ya establece Maggiolo, ello “no parece ser cierto en el caso de
suspensiones y de rugosidades discretas”… y, en caso de existir, “rizos, dunas y antidunas
en los fondos móviles”. Se indica por este autor que se han obtenido valores de dicha
constante entre 0,32 y 0,42, pudiéndose tomar como aceptable el valor medio de 0,37.
Estudios independientes han determinado, en conducciones de paredes rugosas sueltas, un
valor de 0,35.(Vanoni, 1953b) informa valores tan bajos como 0,3 para dicha contante a
concentraciones medias de sólidos suspendidos altas, de aproximadamente 14 g/l (Vanoni,
1953a). Los sedimentos utilizados en ese caso particular son de diámetro d=0,59 mm y la
pendiente S= 0,0025, resultando en una velocidad de fricción importante (u* = 0,218 m/s).
Los valores experimentales de la constante de von Kármán, (Vanoni, 1953a) decrecen del
habitual 0,4, para agua sin sedimentos (C=0), hasta el valor antes mencionado(Vanoni,
1953b).
Ecuación 8.1
Ecuación 8.2
Algunos investigadores (Dey & Raikar, 2007) presentan resultados que indican una
tendencia similar a la mostrada por Maggiolo para los experimentos de Zagustin (1964). En
este caso la pendiente de la curva mostrada por esos investigadores es proporcional a la
constante de von Kármán, Esos autores concluyen que, de la realización de este tipo de
Finalmente, a pesar de lo indicado en el párrafo anterior, cabe indicar que varios autores
coinciden en la actualidad (Garcia, 2008) en que existe “evidencia conclusiva de que la
constante de von Kármán no es afectada por la presencia de sedimentos suspendidos como
previamente era creído, y su valor para agua limpia (=0,41) puede considerarse universal”.
Dado lo reciente (y aparentemente contradictorio) de los trabajos mencionados al respecto,
se entiende que el tema no está cerrado a la fecha y que lo antes citado en este párrafo no
sería del todo concluyente. Por ende se podría requerir mayor profundización en el análisis
de este aspecto importante de la descripción de los flujos con arrastre de sedimentos.
Por otra parte aún hoy se realizan experimentos con partículas “técnicamente esféricas”
(Bove, et al., 2013), y no únicamente con partículas de formas “naturales”.
Rodadura (“rolling”),
Deslizamiento (“sliding”),
Sustentación y arrastre (“saltating”)
a las cuales se las puede combinar como un movimiento, o tendencia al movimiento,
compuesto:
Rodadura con deslizamiento y/o sustentación y arrastre.
112En general todo aquello que en el ámbito técnico se define en términos de “incipiente” suele dar
lugar a subjetividades. Algunos ejemplos son el inicio de la cavitación, así como la aparición de
inestabilidades que en muchos casos no puede detectarse a través de su definición sino por sus
efectos, debido a que las técnicas de laboratorio en general suelen ser de tipo “sensorial” (visual o
auditivo) y muchas veces recae en el investigador de turno tomar la decisión de la existencia o no del
fenómeno cuya “incipiencia” (o carácter incipiente) se intenta determinar. Se suele salvar esta falta
de precisión mediante criterios cuantitativos, siempre arbitrarios, pero que recogen el consenso de
una cierta comunidad académica o técnica.
Un fenómeno que también ha sido estudiado (Danel, et al., 1953) es el del inicio del
movimiento producto del choque de las partículas móviles, que ya han iniciado el
movimiento a causa del flujo, contra las que permanecen en reposo. Aquí solo se considera,
por cuestiones de espacio, el mecanismo primario de iniciación del movimiento de las
partículas, por acción del fluido, sin tenerse en cuenta el impacto al volver a caer las
partículas sobre el lecho. Producto de ese impacto las partículas móviles ceden parte de su
energía a otras en reposo en el lecho, eventualmente iniciándose con ello el movimiento de
estas últimas.
A su vez, las expresiones de dichas fuerzas en función de las variables del fluido y del
flujo, así como de las que representan a las particular se pueden escribir como:
siendo:
Estos coeficientes se modelan de forma similar a lo visto en 5.4 para CD es decir que son
dependientes de Re pero en forma conjunta han sido mucho menos estudiados, y por ende se
conocen menos.
La fuerza “normal”, N, no tiene una expresión dada sino que modela simplemente la
reacción del lecho (conjunto de partículas) sobre cada partícula aislada que se apoya sobre
éste. Por ello es usual establecer como condición de movimiento inminente en la dirección
vertical la nulidad de dicha fuerza, condición en la cual la partícula está desvinculada del
apoyo en el lecho y por ende está en condiciones de ser arrastrada por el fluido en el seno
del mismo.
Se plantea entonces una relación funcional de la forma N=N(FL, PE) que es, en definitiva,
la sumatoria de las fuerzas en la dirección vertical (N= PE-FL).
113Que puede tomarse como “la dimensión significante de la partícula en el plano x-y” (Baker,
2007), o bien como “el cociente entre el volumen y el área frontal, que en el caso de una esfera es
igual a dos tercios del diámetro” (Holmes, 2004). De estas dos definiciones distintas de l queda claro
que dicha longitud de referencia debe estar claramente definida en conjunto con los valores que se
adopten para los coeficientes de momento.
Dado que la fuerza de rozamiento estático se calcula a partir de la ley (de fricción) de
Coulomb como , sustituyendo esto en las ecuaciones anteriores y despejando se
obtiene .
114 En ese campo de la ingeniería se utiliza la ecuación empírica s = c + tg, conocida como
ecuación de Coulomb siendo s, c, y la resistencia al corte, la cohesión (“que es igual a la
resistencia al corte por unidad de superficie cuando ” (Terzaghi, 1952)), la tensión normal y el
ángulo de rozamiento interno, respectivamente. Para el caso de suelos sin cohesión se tiene s = tg,
ecuación que equivale a , pero expresada por unidad de área, en la cual . Queda
claro que entonces este planteo aquí expuesto es válido para partículas no cohesivas.
Por otra parte, la fuerza de arrastre se puede escribir como fuerza por unidad de área de
referencia de la partícula, , con lo cual se puede plantear en cuyo caso la
equivalencia es:
Además, para canales muy anchos (B>>H), la tensión rasante media sobre el fondo
se puede aproximar como:
con lo cual, para ese caso, el coeficiente de arrastre resulta proporcional al factor de fricción
( ).
Este tipo de modelo conceptual, pero basado en la “hipótesis del continuo” (distinto al de
analizar una partícula aislada y puesta en movimiento tras estar en reposo sobre el lecho)
como es el de la “capa activa” (May, 1993) prioriza un deslizamiento puro en capas (similar
a lo ya establecido al menos un siglo antes (Du Boys, 1879)) yendo por un camino
alternativo a aquel en que prima la saltación, como el planteado en el numeral anterior
(Danel, et al., 1953).
Ecuación 8.3
Ecuación 8.4
o bien
En conclusión el término:
Por otra parte, si se tiene en cuenta la cohesión, se puede considerar que los términos
cohesivos están “desacoplados” de los no cohesivos, por lo cual se podría escribir:
siendo
En este caso es
determinar la tensión rasante adimensional para distintos valores de p/D y que, aún para
partículas con protrusión115 o exposición negativa (por debajo del nivel medio del lecho), es
posible esperar que se presente algún movimiento.
Una revisión de diversas tablas que aparecen en varias fuentes consultadas (por
ejemplo(Ghani, 1993), (Bong, 2014)) muestra diferentes criterios propuestos para el diseño
bajo la hipótesis de autolimpieza. Las velocidades mínimas de autolimpieza están
comprendidas en rangos desde 0,3 a 1,5 m/s para diversas situaciones de flujo, sedimentos a
mover y países que las adoptan. Tablas similares presentan criterios de tensiones rasantes
mínimas de resuspensión, en vez de velocidad media del flujo.
Se vuelve a observar que las tensiones para el caso de lodos estuarinos117 se ubican en un
orden de magnitud inferior a las usuales en colectores de aguas residuales.
115 En términos generales la “protrusión” mide cuanto sobresale una partícula determinada del
nivel medio de las partículas que conforma el lecho circundante.
117 Obsérvese que se trata de diversos estuarios, y compárense los valores aquí mostrados con los
reportados para el caso del Rio de la Plata(Fossati, 2013).
Durand (1956), (citado por (Graf, 1998)) propuso un gráfico para obtener una función FL
(que se define a través de ) en función del tamaño de partícula
(aproximadamente entre 0,1 y 4 mm) así como su concentración (entre 2 y 15 %), la cual
presenta valores asintóticos aproximados entre 0,8 y 1,0, para CV = 2 y 15 %,
respectivamente. Cabe indicar que este rango de concentraciones (equivalente a 20.000-
150.000 ppmv) no es esperable en las conducciones de agua residual, sino que se trata de
lodos o “slurries” más densos, como los que pudieran darse tras procesos de sedimentación,
concentración o deshidratación mecánica, es decir en PTARs. En las conducciones se
podrían corresponder a depósitos de tipo permanente o semipermanente como los del tipo A
o B según la clasificación de Crabtree. Por otra parte cabe mencionar que la fórmula de
Durand fue propuesta para tuberías a sección llena.
Con excepción de los “no sedimentables” que aún en condición global hidrostática, con el débil
119
movimiento browniano, tienen suficiente energía disponible en el flujo como para permanecer en
suspensión indefinidamente.
ejemplifica en lo dado por Kramer (1935) (Dey & Papanicolaou, A., 2008) quien designa
cuatro tipos de condiciones para movimiento en el lecho:
Además se indica (Dey & Papanicolaou, A., 2008) que Kramer puntualiza la dificultad de
establecer límites precisos entre estas cuatro fases de movimiento, sin embargo define
umbrales de tensiones rasantes para obtener un transporte generalizado.
Paintal (1971) demostró experimentalmente (Mc Ewan, et al., 2001) que, aún a tensiones
rasantes en el lecho muy inferiores a las usualmente manejadas, se produce transporte, si
bien a tasas mucho menores (lo cual requirió a Paintal extensas campañas de medida). Por
ello se suele indicar que el umbral de tensión rasante es un concepto útil en la práctica pero
arbitrario(Mc Ewan, et al., 2001).
El gráfico siguiente (adaptado de (Mc Ewan, et al., 2001) y (Grass, 1983)) da una
representación esquemática del concepto probabilístico de Grass (1970).
120De funciones (d) se podría obtener, a partir de la distribución granulométrica, una estimación
de la distribución de tensión rasante para el tipo o “textura” de partículas que compone el lecho, es
decir una función similar a la propuesta por Grass. La función dependiente de las
características del flujo, puede conocerse de las características de la turbulencia presente en éste.
en su validez para tensiones rasantes bajas y moderadas por el trabajo de Wilcock (1992),
quien demostró que los cambios en la movilidad relativa dependen, en formas complejas, de
la tensión rasante y el tamaño de partícula (de la fracción dada de sedimento que se
considere).
Gráfico 8.6- Concepto estadístico de los estados de movimiento en función de las tensiones
generadas por el flujo y las críticas del lecho.
Ecuación 8.5
o bien122,
Ecuación 8.6
La pendiente mínima obtenida por este procedimiento, en base a la hipótesis de que d/D
sea como mínimo 0,2, y = 0,1 kg/m2, se puede deducir a partir de la ecuación de Manning y
las fórmulas básicas para flujo en conductos circulares. Dicha expresión resulta ser I min
=0,0055 Q(L/s)-0,462 la cual se puede utilizar para el cálculo directo.
En forma de tabla(Metcalf & Eddy, 1994) se dan las pendientes mínimas que resultan de
la fórmula de Manning con n=0,0013, y 0,0015 para obtener velocidades mínimas de 0,6
m/s, las cuales se consideran mínimas para autolimpieza. Los valores para n=0,013 se
comparan (Gráfico 8.12) con los obtenidos por criterios de más reciente desarrollo (Nalluri &
Ghani, 1996) que el de velocidad mínima.
Ecuación 8.7
Ecuación 8.8
donde,
Ecuación 8.9
Ecuación 8.10
En primer lugar cabe indicar que el esfuerzo cortante aparece en ambos ejes (es decir
como variable y como función dependiente de la misma). Ello es obvio de la definición de
velocidad de fricción vista anteriormente ( ).
Por otra parte el rango de números Re*, que se ubica entre 2 y 600, suele extrapolarse en
base a lo sugerido por Shields teniendo en cuenta que para valores menores a los de dicho
rango la curva dada por Shields presenta una tendencia asintótica y que para valores
mayores la pendiente de la curva es nula.
Ecuación 8.11
Se tiene que:
Ecuación 8.12
Ecuación 8.13
124 Moore indica que resulta de mayor utilidad lo propuesto por Vanoni, sobre lo cual opina que
está más refinado del punto de vista del análisis dimensional, que el parámetro de Yalin. Se puede
ver que claramente son casi idénticos, habiendo dejado Vanoni la posibilidad de usar el eje
“tradicional”, propuesto por Shields, con Re*.
formas de lecho que afectan la resistencia al flujo, y clasificó dichas formas con respecto a
cuales regímenes de flujo son los que se les corresponden(Shields, 1936a).
Ecuación 8.14
Puede demostrarse que esta “función del flujo”, representa al cociente entre el peso
(sumergido) de las partículas, PE (o WS, en inglés) supuestas esféricas, y la fuerza tractiva o
de arrastre FD, que promueve su movimiento.
Ecuación 8.15
FD
PE
Ecuación 8.16
se puede establecer la relación~1/ que es una igualdad en el caso que se tome como
diámetro representativo de la distribución de tamaños de partículas, , el diámetro D35, lo
cual puede ser una aproximación razonable.
El flujo de sedimentos suele ser cuantificado, en general, por una función adimensionada
de la tensión rasante (también adimensionada) de la forma . Dicha función
se define como:
Ecuación 8.17
En el Gráfico 8.7 se compara lo obtenido (Righetti & Lucarelli, 2007) con versiones más
“tradicionales” del gráfico de Shields, incluyendo la versión original de 1936, las cuales
están pensadas para sedimentos no cohesivos.
Brownlie (1981)
0,01
1 10 100 1000
D*(-)
Cabe remarcar que según los resultados experimentales solo por encima de D*=500 se
pueden despreciar las influencias de las fuerzas de cohesión entre las partículas del
sedimento, por lo cual convergen los umbrales para sedimentos cohesivos y no cohesivos.
Cabe destacar que el más reciente “redescubrimiento” de este diagrama (Miedema, 2013)
se da en un contexto de revisión de las limitaciones de los modelos, en especial el dado por
el diagrama de Shields, que representan a los sedimentos cohesivos.
1000
U(cm/s)
100
10 Umbral transporte-erosión
Umbral deposición-transporte
1 Umbral transporte-erosión
(original)
Umbral deposición-transporte
0,1 (original)
0,001 0,01 0,1 1 10 100 1000 ds(mm)
Aún no hay consenso en cuanto a la validez del diagrama de Shields para estos casos
pero hay evidencia (Arthur, et al., 1999) de que así podría ser.
Sin perjuicio de lo anterior se han seguido utilizando hasta la fecha las distinciones ente
carga de lecho y carga de suspensión y/o de lavado. Entonces es evidente que una deducción
como la dada en el Anexo I, utilizando el concepto de “capa activa”, dista bastante de la
realidad en lo que refiere a lo físico-fenomenológico. Sin embargo, puede utilizarse para
obtener resultados ingenierilmente adecuados, y permite ahondar en la mecánica de los
procesos que se producen a nivel del lecho sedimentario.
En primer lugar el transporte de sedimentos como carga de lecho es solo una parte del
total transportado; en particular en el contexto de las aguas residuales urbanas, no
necesariamente es el mayoritario; ello dependerá de que el sistema sea unitario o
separativo, de la época del año que se considere y otros aspectos relevantes según el caso.
Finalmente, se destaca que la fórmula de May es una de las que más se basa en la
mecánica global del problema, siendo además relativamente simple. Dicho desarrollo sigue
la línea de algunas fórmulas pioneras que, sin embargo, pudieran haberse probado no
necesariamente correctas conceptualmente como la de Du Boys, si bien en algunos casos
cumplen el cometido de dar previsiones razonablemente ajustadas a los datos de la
realidad.
Manuales como los de ASCE (54 (Vanoni, 1975) y su versión ampliada y actualizada, el
manual 110(Garcia, 2008)) citan como fórmulas de interés más de diez128, seleccionadas de
128 Además de la fórmula de Ashida y Michihue (1972), indican cómo relaciones de interés las
fórmulas de Meyer-Peter y Müller (1948), Einstein (1950), Yalin (1963), Wilson (1966), Paintal
(1971), Engelund y Fredsøe (1976), Fernández-Luque y van Beek (1976), Parker (1979), van Rijn
(1984), Madsen (1991), Nielsen (1992), Niño y García (1998) y Cheng (2002).
decenas que se han ido presentando, por gran cantidad de investigadores a lo largo de los
años, incluyéndose revisiones129 de las mismas.
Se ha indicado (Mora, et al., 1990) que “existe una variedad abrumadora de fórmulas
para la estimación de gasto sólido, tanto así que hasta una clasificación racional se hace
difícil”. Algunas fórmulas, según estos autores, “dan resultados muy pobres” para el
problema concreto que estudiaron130.
Desde que los diversos autores han propuesto sus fórmulas, muchas de ellas empíricas,
han establecido los rangos de diámetros de partículas y densidades utilizadas, así como
condiciones del flujo, como los valores de las pendientes utilizadas en los experimentos. Por
ello se han utilizado diversas fórmulas teniéndose en cuenta evitar la extrapolación de los
rangos de aplicación de origen. En otras palabras, dado que se originan en experimentos, no
es esperable su aplicación fuera de las condiciones de los mismos, sin perjuicio de que las
formulaciones obtenidas pudieran tener carácter adimensional.
Por otra parte algunos autores han tomado como punto de partida algunas de esas
fórmulas más utilizadas, y las han modificado mejorado su ajuste a diversos casos concretos
estudiados, o bien a datos existentes de otros investigadores ((Mora, et al., 1990),
(Hassanzadeh, 2012)).
Algunas de las fórmulas más comparadas, entre si y contra datos experimentales, son las
de Meyer-Peter y Müller (1948), Einstein (1950), Ackers y White (1973), y van Rijn (1984).
Gómez y Church (1989) evaluaron muchas fórmulas concluyendo que, al menos en sus
aplicaciones, ninguna es totalmente consistente con los resultados experimentales. En
particular, se observa que la mayoría de las relaciones son aplicables, estrictamente, solo a
las condiciones de flujo y sedimento de las cuales fueron derivadas. Como es obvio, cuanto
más empíricas son las ecuaciones utilizadas (menos basadas en la teoría física) menor es su
capacidad de adaptarse a distintas situaciones de campo o experimentales.
129 Debido a que se ha generado una especie de competencia de fórmulas para determinar cuáles
son las más precisas, y los investigadores no han tenido inconvenientes en comparar sus nuevas
fórmulas con las de sus predecesores en sus diversos trabajos.
130 Con rugosidades relativas (Y/D50) muy altas, es decir flujos “macro rugosos”. Cabe acotar que
este tipo de flujos a muy altos números de Reynolds, salvo excepciones, no son de interés en el
contexto de este trabajo.
El “error medio estándar absoluto” (MASE, por Mean Absolute Standard Error) de una
serie de n valores calculados respecto a sus correspondientes n valores observados
se puede calcular(Almedeij, 2012) como MASE = si > , o como
MASE = si < .
El “error absoluto relativo medio” (MARE, por Mean Absolute Relative Error) de una
serie de valores se define(Ebtehaj, 2014) como MARE = .El valor ideal sería
MARE=0.
El “error cuadrático medio” (RMSE, por Root Mean Square Error) se define(Ebtehaj,
Algunas fórmulas de interés como las de Meyer-Peter y Müller (1948), Wilson (1966),
Ashida y Michihue (1972), Engelund y Fredsøe (1976), Parker (1979), Nielsen (1992) y
Cheng (2002) han sido evaluadas (Almedeij, 2012) para colectores de aguas pluviales en los
que se realizaron medidas del transporte de sedimentos. Las fórmulas que dieron mejor
resultado para éste caso son las de Parker (MASE=1,40), y de Engelund y Fredsøe
(MASE=1,43).
En tal sentido se indica (Mora, et al., 1990) que “es posible conjeturar que, en flujo
macrorrugoso, el arrastre se produzca a causa de las fuerzas hidrodinámicas sobre las
partículas individuales, más que debido a una tensión superficial media que estaría
pobremente definida en ese caso”. Por otra parte, en el mismo artículo (Mora, et al., 1990),
se indica que el trabajo realizado por White, Milli y Crabbe (1978) muestra que aún con las
mejores fórmulas solo el 50% de las mismas logra estar dentro del rango (½, 2) de cocientes
entre gasto sólido calculado sobre gasto sólido medido. Varios autores coinciden en este
punto(Van Rijn, 1984a).
A caudales extremos se asume que dicha capa también sería “lavada” por la corriente,
pero a caudales intermedios se plantea (Parker, 2008) que es imposible verificar esa
hipótesis. Por otra parte experimentos citados por (Parker, 2008) coinciden en que es
factible la persistencia de la capa de sedimentos gruesos, aún a caudales elevados.
Estudios realizados en canales con lecho de grava (Gomez & Church, 1989) aplicando 12
fórmulas diferentes concluyeron que la mayoría de las fórmulas de transporte de
sedimentos sobre o subpredicen el flujo de sedimentos en relaciones de hasta 2 a 10 veces el
valor real. Ello es debido, principalmente, a la falla de los modelos en incluir el
engrosamiento de la superficie del lecho, y a variaciones en la tasa a la cual el material es
aportado y disponible para ser transportado en el cauce estudiado.
Esos autores resumen sus resultados indicando que ninguna fórmula se desempeña
consistentemente bien, lo cual puede ser causado por limitaciones en los datos de ensayos
disponibles y en la comprensión de la física de los fenómenos de transporte. Ante falta de
datos, recomiendan usar fórmulas más directas, como las asociadas a la potencia del flujo
(por ejemplo la de Bagnold). En caso de disponerse de datos hidráulicos locales, como estado
del lecho y distribución de tamaño de granos se recomienda el uso de fórmulas más
“sensibles” a los mismos como las de Einstein, Parker, y Ackers-White-Day (actualización
de 1983 de las fórmulas originales de Ackers & White). En cuanto a la fórmula de Einstein
se indica que solo es válida para grandes ríos, no así para cauces pequeños o canales. Con
eso coinciden (Yang & Wan, 1991) citados también por (ASCE, 2007).
Varios autores más ((Onishi, 1994), (Van Rijn, 1984a), (Almedeij & Diplas, 2003))
presentan comparaciones similares de resultados de la aplicación de fórmulas a situaciones
reales, con diversos grados de ajuste según el caso.
Se han comparado las fórmulas planteadas por Van Rijn (Van Rijn, 1984a) con las
propuestas por otros investigadores concluyendo también que es difícil poder estimar la
tasa de transporte de sedimentos, por esta vía, con una precisión mayor que la dada por un
factor de 2 (es decir entre ½ y 2 veces el valor real, observado o medido). En ese rango
indicado el porcentaje de acierto de las fórmulas comparadas por este autor, se ubica entre
58 y 77%.
En la misma línea (ASCE, 2007) se cita a Gómez y Church (1989) quienes recomiendan
la fórmula de Einstein (1950) para calculo local de transporte de sedimentos. Sin embargo
reportan lo encontrado (Yang & Wan, 1991) en relación a que dicha fórmula podría predecir
el transporte de sedimentos en grandes ríos, pero no en ríos pequeños ni en canales, lo cual
es esperable de lo indicado en el párrafo anterior(Ordoñez & Cubillos, 1990).
En cuanto a la incidencia del diámetro, Dx, esos autores recalcan la escasa variación
según el diámetro adoptado y que, si bien la selección en todos los casos es arbitraria,
Einstein seleccionó D65 por ser el que produce mejor ajuste en la correlación y lo justifica
físicamente indicando que el lecho está compuesto por las partículas más gruesas y que el
diámetro que se utilice debería ser siempre mayor que D50. Ello va en la misma línea que lo
planteado al respecto por Meyer-Peter y Müller.
Finalmente, en referencia a la comparación que hace van Rijn de su método con los de
White y Engelund, se indica (Ordoñez & Cubillos, 1990) que como “los datos utilizados para
la comparación son diferentes a los empleados en la deducción de las relaciones propias, lo
cual no significa que los dos grupos de datos dejen de ser homogéneos, ni que al
seleccionarlos, los autores puedan evitar la introducción de su sesgo personal en el
procedimiento, resultando difícil hallar objetividad en el tratamiento de los procedimientos
de otros, cuando se haya demostrado la bondad del propio método”.
Ecuación 8.18
Ecuación 8.19
⇨ ⇨
131 Por lo cual para comenzar el movimiento, al menos en la zona de partículas no cohesivas, se
puede tomar 0,04, mientras que para tener un movimiento generalizado del sedimento se debería
llegar, según lo reportado por Camp, a 0,8 o más.
132 Es más usual 0,6 m/s, ver por ejemplo (Jaume, 2013).
V(m/s)
0,90
Camp (1946), arenas
0,80 Camp (1946), orgánicos
0,70
0,60
0,50
0,40 Límite para
0,30 arrastre de
0,20 orgánicos
0,10
0,00
0 0,2 0,4 0,6 0,8 (d/R) 1
Ecuación 8.21 ⇨
Novak y Nalluri (Ghani, 1993) realizaron un análisis teórico igualando las fuerzas que
actúan sobre una partícula en reposo sobre un lecho liso obteniendo una única ecuación,
valida tanto para canales rectangulares como circulares, solamente introduciendo una
rugosidad relativa (d/R), donde R es el radio hidráulico. Los sedimentos que se encuentran
en los sistemas de saneamiento, suelen ser mucho más complejos de describir que lo
requerido por la fórmula anterior, por lo cual también es más difícil predecir velocidades
críticas aceptables para todo el espectro de granulometrías, grados de consolidación o
cohesividad que se dan en la realidad.
Posteriormente (Nalluri & Ghani, 1996) Nalluri recopila valores mínimos de velocidades
y tensiones rasantes (así como fórmulas) establecidos por diversos autores para el caso de
flujos en colectores de sistemas de saneamiento, unitarios o combinados y de recolección de
aguas pluviales, tanto para velocidades como de tensiones rasantes.
Asimismo, esos autores proponen diversos gráficos para seleccionar pendientes mínimas
de tuberías de gran porte (D>1m) a los efectos de tener opciones de diseño para procurar
condiciones de autolimpieza en colectores de aguas pluviales (“storm sewers”).
para estimar la tensión rasante mínima necesaria para que se verifique la condición al
“limite de deposición”.
Ecuación 8.22
donde:
Ecuación 8.23
Tipo de sedimento a b c d
Cohesivo 0,96 0,46 -0,77 -0,41
No cohesivo 1,60 0,64 -1,27 0,62
Tabla 8.2-Coeficientes de fórmulas al límite de deposición.
La aplicación de las ecuaciones planteadas por estos autores permite ver que para
igual condición de concentración volumétrica de sólidos, diámetro medio de partícula, radio
hidráulico y factor de fricción ( , respectivamente), la tensión rasante
adimensionada, y por ende también la dimensionada, es en general mayor en el límite de
deposición para los sedimentos cohesivos que para los no cohesivos133 (Nalluri & Alvarez,
1992).
Las dos fórmulas anteriores se pueden utilizar sin la corrección de tensión rasante por
efecto de las paredes laterales en el lecho, , usando la tensión rasante media, , con los
siguientes coeficientes (Nalluri & Alvarez, 1992):
Tipo de sedimento a b c d
Cohesivo 0,17 0,37 -0,34 -0,34
No cohesivo 3,42 0,66 -1,32 0,78
Tabla 8.3-Coeficientes para las fórmulas de límite de deposición, sin corrección.
En el Gráfico 8.9 siguiente, a pesar de lo indicado por su propio autor en cuanto a que una
vez puestos en movimiento se transportan de forma similar, se aprecian importantes
diferencias entre el transporte de sedimentos cohesivos y el de sedimentos no cohesivos. Se
nota que, en todo el rango de resultados experimentales, para un mismo gasto sólido
adimensional () se requiere una menor tensión rasante adimensional (1/). Ello indicaría
que aún en presencia de transporte de sedimentos ya establecido las tensiones rasantes son
inferiores a las requeridas para sedimentos no cohesivos, a la inversa de lo que ocurre con
las velocidades o tensiones críticas para movimiento incipiente. Se comparan en el Gráfico
8.9 los resultados con otros estudios de sedimentos no cohesivos(Graf & Acaroglu, 1968)
133Lo cual, en principio, relativiza la conclusión a la que llegan estos autores en cuanto a que una
vez iniciado el movimiento los sedimentos cohesivos se transportan de forma similar a la que lo
hacen los no cohesivos. Aparentemente sería con mayor resistencia, la que quizá esté asociada a las
fuerzas cohesivas de las partículas del lecho que se mueven encima del mismo.
No Cohesivos-Álvarez-
(-) Hernández (1990)
Cohesivos-Álvarez-Hernández
60,000
(1990)
No Cohesivos-Graf y Acaroglu
(1968)
6,000
1,00E-02 (-) 1,00E-01
Las diferencias numéricas, a pesar de lo casi idéntico de las expresiones anteriores y sus
coeficientes de ajuste a los datos de mediciones, son algo más notorias. Cabe mencionar que
ambas expresiones son válidas para sedimentos no cohesivos (habiéndose utilizado para el
ejemplo del gráfico siguiente arenas con d=1 mm, s= 2,65). El Gráfico 8.10 siguiente da una
comparación entre resultados para sedimentos no cohesivos en condición al límite de
deposición ((Vongvisessomjai, et al., 2010), (Ebtehaj & Bonakdari, H., 2014)).
V(m/s)
0,50 Vongvisessomjai et al. (2010), Cv=10 ppm
Ebtehaj et al. (2014), Cv=10 ppm
0,45 Vongvisessomjai et al. (2010), Cv=100 ppm
Ebtehaj et al. (2014), Cv=100 ppm
0,40
Vongvisessomjai et al. (2010), Cv=1000 ppm
0,35 Ebtehaj et al. (2014), Cv=1000 ppm
0,30
0,25
0,20
0,15
0,10
0,05
0,00
0 0,2 0,4 0,6 0,8 (d/R) 1
Tuberías limpias:
Ecuación 8.24
donde
Ecuación 8.25
En la cual
El factor de fricción, (sin sedimentos) también notado con f, se relaciona con los
distintos parámetros hidráulicos a través de:
Ecuación 8.26
mientras que para se pueden utilizar, por ejemplo, algunas de las fórmulas que se ven
en el Anexo III.
0,8
0,6
0,4
0,2
0,0
0 0,5 1 1,5 d(mm) 2
Gráfico 8.11-Velocidades mínimas para concentraciones dadas sobre lechos permanentes, caso no
cohesivo, Ecuación 8.25 (Nalluri & Ghani, 1996).
Las ecuaciones presentadas (Nalluri & Ghani, 1996), válidas para sedimentos no
cohesivos, dan muestra de que los criterios tradicionales en cuanto a establecimiento de
condiciones de diseño de autolimpieza en las tuberías (velocidad mínima, o tensión rasante
mínima) serían inadecuados para ciertas concentraciones de sedimentos suspendidos por el
flujo.
Estos autores indican que los colectores de diámetro mayor a 1m serían mejor diseñados
(tendrían la capacidad de transporte óptima) admitiendo un lecho de sedimentos
depositados. Demostraron además que existe una profundidad óptima de deposición de
sedimentos, dados el flujo y las condiciones de transporte en la conducción.
Surge de la comparación entre los “nuevos criterios”, como los derivados por Nalluri y
Ghani, y los tradicionales, que estos últimos consideran únicamente valores mínimos de
velocidad y tensión rasante mínima, sin tener en cuenta concentraciones, tirantes relativos,
tamaños de grano ni otras variables aparentemente relevantes. Esto, si bien reporta
facilidades a la hora del cálculo, claramente se distancia de la física detallada del problema.
En el caso particular de las tensiones rasantes, varios autores (por ejemplo (Álvarez-
Hernández, 1990) ) concuerdan en que en el lecho (de mayor rugosidad que las paredes
“laterales” de las tuberías) son bastante mayores que las tensiones rasantes medias. Ello es
representado en la figura presentada en el Anexo III (tomada de Perrusquía (1995)). Por
otra parte (Álvarez-Hernández, 1990) se muestra que, para tubería llena, los resultados
experimentales arrojan un valor de la rugosidad equivalente de Nikuradse (ks) de 0,009
mm, con lo cual (al menos hasta números de Reynolds por debajo de 200.000) se puede
asumir que la tubería es virtualmente lisa.
Tales resultados, en lo que tiene que ver con las tensiones rasantes, obligan a considerar
correcciones de los valores medios de las mismas por efecto de las paredes laterales.
1,00E-04
1,00E+00 1,00E+01 1,00E+02 1,00E+03 1,00E+04
Ecuación 8.27
Ecuación 8.28
Ecuación 8.29
El tema, no menor, de cuál es el valor del diámetro de las partículas d a utilizar en esta
ecuación ha sido analizado, por lo menos, desde épocas tan lejanas como la del artículo
pionero de Meyer-Peter y Müller (1948). Estos autores concluyen que en el caso de mezclas
vale utilizar:
Ecuación 8.30
De la Ecuación 8.26 (de Manning) se puede despejar la pendiente requerida para obtener
una velocidad determinada en la tubería (trabajando como canal, es decir parcialmente
llena), simplemente conociendo el coeficiente de Manning (de alguna de las expresiones
anteriores) y fijando el tirante. Se calcula entonces, So como:
Ecuación 8.31
Se comparan (Nalluri & Ghani, 1996) gráficos Q-So-D para los dos casos considerados
por estos autores en el contexto de sedimentos no cohesivos. Se enfatiza por esos autores
que, especialmente para tuberías de diámetro mayor a un metro, lo más adecuado es
mantener un lecho de depósito sedimentario con profundidad limitada, dado que ello reduce
los requerimientos de pendiente para todo el rango de diámetros. La profundidad relativa
optima de sedimentos hallada por Nalluri y Ghani es, aproximadamente, ys/D =15%. Estos
autores presentan diagramas Q-So-D tanto para tuberías limpias como para lechos de
sedimentos sueltos (para el citado valor ys/D=15%).
El Gráfico 8.13 muestra, para n=0,013, la discrepancia entre los criterios de velocidad
mínima y los de tensión rasante mínima, a la vez que indica que los criterios de tensión
rasante mínima constante (en valores medios) implican velocidades cada vez mayores al
Dado que se suele estimar la tensión rasante sobre la tubería como , asumiendo
valores constantes de resulta que , es decir que para mantener un criterio de
tensión rasante fijo la pendiente que se requiere al aumentar el diámetro de las
conducciones es menor. Ello se condice con las conclusiones a las que han llegado algunos
investigadores respecto a que tales criterios “rígidos” hacen que se sobredimensionen las
conducciones pequeñas mientras que se subdimensionen las de gran porte. Utilizando dicha
restricción para la tensión rasante y la fórmula de Manning, se puede despejar la velocidad
necesaria para cada diámetro de una conducción: ecuación válida para
1
0,5 Pa
1 Pa
2 Pa
3 Pa
4 Pa
0,1 6 Pa
0,1 1 D(m)
La guía alemana ATV A110 (Hager, 2010) recomienda una velocidad de autolimpieza
dependiente del diámetro de la conducción, (m/s) que, comparada con los
criterios de tensión rasante constante, se asemeja a . El siguiente Gráfico 8.14 da
una comparación de esos dos criterios distintos, velocidad de autolimpieza (ATV A110,
Alemania) y fuerza tractiva (2 Pa), con resultados similares.
V(m/s)
2 Pa
Alemania
0,1
0,1 1 D(m)
Gráfico 8.14-Criterios de autolimpieza por velocidad (ATV A110) y fuerza tractiva (2 Pa).
Ecuación 8.32
Esta ecuación, con los correspondientes ajustes, resulta en la aquí aplicada (ver Gráfico
8.15) a efectos comparativos:
Ecuación 8.33
El caso que se utilizó para la comparación entre fórmulas (siendo la vista en el numeral
anterior (Nalluri & Ghani, 1996), mucho más sencilla de calcular) fue una tubería de 200
mm de diámetro, con una concentración de arenas igual a 1000 ppm, con diámetro entre
0,2 y 1,6 m, rango que debería englobar buena parte de los casos reales (Butler, et al.,
2003). Los resultados son similares y, aparentemente, la complejidad del cálculo propuesto
(May, 1993) permite tener mayor sensibilidad en las velocidades resultantes del cálculo
(curva más sinuosa). Una comparación de fórmulas de (May, 1993) y (Nalluri & Ghani,
1996) para arenas en distintos diámetros medios (tubería de 200 mm) se presenta
gráficamente a continuación, mostrando una tendencia y valores razonablemente similares.
En términos generales se tienen algunas formas de escribir las relaciones que se detallan
a continuación a los efectos de la comparación de algunas fórmulas.
Entre las distintas variantes existentes las que presentan el factor de fricción entre las
variables independientes resultan un poco menos convenientes del punto de vista del
cálculo de las velocidades dado que se deben resolver las ecuaciones de forma iterativa ya
que, al menos para el régimen liso, .
Por otra parte se puede relacionar el “parámetro de flujo” también con el número de
La siguiente expresión (Engelund & Hansen, 1967) para la fórmula de estimación del
caudal sólido (qT, al cual se denomina también, según el autor, qS, o gSB):
Ecuación 8.34
Ecuación 8.35
y dada por:
Ecuación 8.36
en la que
Ecuación 8.37
De la Ecuación 8.37 anterior se deduce que ()1/2 = u*= V(f/8)1/2 de donde u*/V=(f/8)1/2.
Una expresión alternativa para la fórmula de estimación del caudal sólido de Engelund –
Hansen (Depeweg, et al., 2014) es:
Ecuación 8.38
Engelung y Hansen utilizan, como es usual, qT= [(s-1)gd3]1/2 , mientras que dan la
relación = 0,15/2/f.
Sin perjuicio de lo anterior, y a pesar que se utiliza (Ibro, 2011) para f la siguiente
expresión:
Ecuación 8.39
Cuando estos autores citados hacen cálculo directo de f proponen el uso de fórmulas del
tipo dado por Nikuradse, es decir, a través de:
Ecuación 8.40
Por otra parte = /(s-1)d = DI/(s-1)d, en la que se asume que el radio hidráulico RhyD
(es decir que la aproximación es válida para canales rectangulares muy anchos). Teniendo
en cuenta que Engelund y Hansen adoptan dicha hipótesis resulta, = RhIyDI, y
utilizando la fórmula de Chezy, V=C(RhS)1/2 que equivale, con la notación usada por estos
autores, a V=C(DI)1/2, se obtiene DI=(V/C)2. Con lo anterior, sustituyendo en la Ecuación
8.41, se obtiene la Ecuación 8.38.
Hansen, utilizando alguna de las expresiones vistas antes (en particular una que describa
el régimen para partículas “finas” y otra las “gruesas” como son la fórmula de Stokes y Van
Rijn, Ecuación 4.1 y Ecuación 5.4, respectivamente) para estimar la velocidad de
sedimentación . En tal caso, operando y teniendo en cuenta la relación entre el factor de
fricción de Colebrook-White y el coeficiente de Chezy (Ecuación 8.26) se puede verificar que
ambas formulaciones consideran las mismas variables independientes, (
).
constante que aplica a cada fórmula. Se indican sus valores para la fórmula de Engelund –
Hansen y las que resultan de combinar la expresión para el caudal sólido de Macke con las
fórmulas de Stokes o Van Rijn, según corresponda. Se consideró tanto a la aceleración
gravitatoria como la viscosidad cinemática del agua como constantes (9,8 m/s 2 y 1,0x10-6,
respectivamente) por lo cual forman parte del factor “cte”.
Fórmula cte a b c D
Macke + Stokes 0,0000395 6 -5/2 -6 -3
Macke + Van Rijn 4300 6 -7/4 -6 -3/4
Engelund y Hansen 0,05 5 -2 -3 -1
Tabla 8.4-Coeficientes para fórmulas al límite de deposición.
Ello implica que solo se cumplen las citadas condiciones de autolimpieza (o sea que se
establezcan velocidades medias o tensiones rasantes mínimas, según algún criterio, en las
paredes de las conducciones) en una pequeña parte del tiempo total operativo de los
sistemas. Es usual encontrar que ello ocurre no más de una o dos horas por día. En algunos
casos134, las condiciones de autolimpieza se dan en no más de “una vez” o un ciclo de bombeo
del agua acumulada en los pozos (en líneas de impulsión) al día. Si bien ello es impuesto
como criterio de diseño no está completamente estudiada la suficiencia de este tipo de
criterios, teniendo en cuenta las características de los sedimentos manejados, la
consolidación de los mismos debida a diferentes fenómenos, y otras variables relevantes.
Los colectores están diseñados en general para trabajar a superficie libre, con tirantes
que tienen valores extremos admisibles previstos en la etapa de diseño135 (si bien, como se
comentó antes, en situaciones de alta intrusión pluvial, o cuando la capacidad de los
135 Usualmente 75 u 80% del diámetro de la conducción como máximo y 10% como mínimo.
mismos se encuentra superada aún en tiempo seco, se observan casos en que se trabaja a
presión es decir a tubería llena).
En lo que configura uno de los primeros antecedentes en establecer una fórmula para la
determinación de una velocidad mínima de autolimpieza, Camp indica que, a la fecha de
escrito su artículo, la práctica común de diseño era imponer una velocidad a sección llena
mínima de 2 ft/s (0,6 m/s aproximadamente). Asimismo, reporta que tales velocidades
suelen ser suficientes para un agua residual municipal “promedio”, y que cuando no lo son
ello se debe a que se tienen bajos caudales a sección parcialmente llena. En tal sentido se
indica que es suficiente tener la sección al menos llena hasta la mitad del diámetro.
Siguiendo lo indicado en el propio diagrama de Camp (en su gráfico de “Elementos
hidráulicos” como V/Vllena , Q/Qllena , A/Allena , R/Rllena y f/fllena , n/nllena para conducciones
circulares a caudal parcial(Camp, 1946)) en tal caso, la velocidad sería V=0,8Vllena, lo que
implica que sería suficiente tener al menos unos 0,5 m/s como velocidad mínima. Citada
también por Camp, la “Boston Society of Civil Engineers Committee” recomendaba por esas
épocas que los colectores fueran diseñados con pendientes mínimas suficientes para al
menos desarrollar una velocidad de limpieza aún para el caudal mínimo diario.
Un artículo mucho más reciente (Bowker, et al., 1992) remarca, en una versión que allí
se presenta del gráfico antes mencionado, la posibilidad de adoptar un “n” (“de Camp”, a
quien atribuye dicho planteo) variable con el tirante relativo. Por otra parte Einstein y
Barbarossa, al respecto indican que, por falta de datos concernientes a la variación de n con
Q (caudal), en la época de escritos sus trabajos, los ingenieros solían adoptar un valor
constante, e incluso no era poco común que pensaran lisa y llanamente que el valor es, en
efecto, constante(Einstein & Barbarossa, 1952). A propósito, varios trabajos de
investigación han remarcado que el propio Robert Manning no solo era consciente de la no
constancia de n, sino que lo enfatizaba en los artículos que publicó en vida. Hoy en día se ha
reabierto el debate sobre este punto.
Algunos investigadores (Mayerle et al 1991; May 1982; Ackers 1978) han concluido(Ibro,
2011) que algunos criterios (conservadores) permiten asegurar el correcto funcionamiento
de pequeños colectores, si bien no han dado pruebas suficientes a la fecha de ser adecuados
para impedir la deposición en grandes136 colectores (Ghani, 1993).
Además de las fuentes de caudal en eventos de lluvia, las propias variaciones día-noche
de caudal en los sistemas de saneamiento urbano (asociadas a los hábitos de la población)
imponen grandes cambios relativos de caudal que afectan el transporte de sólidos.
Estudiando el comportamiento de los caudales a lo largo del día, se comprobó que los
valores obtenidos adoptan la forma que se puede esperar a partir de datos aportados por la
bibliografía (por ejemplo el gráfico clásico de “Variación diaria del caudal” (Camp, 1946)).
De los datos reales obtenidos, para un cierto día, se observa que el caudal mínimo se da en
las horas de la madrugada (cuando las personas se encuentran menos activas) y los
máximos a las primeras horas de la tarde y al término de la jornada laboral. Cabe destacar
que estas curvas son muy sensibles a los hábitos poblacionales locales. Por otra parte, sin
perjuicio del notorio ajuste a las curvas medias típicas como las indicadas en el gráfico
anterior, se nota la importante variabilidad generada por los ciclos de bombeo en caudales,
por lo tanto en velocidades instantáneas (o al menos tomadas minuto a minuto).
Las zonas marcadas en el gráfico del Gráfico 8.18, representan paradas y arranques
manuales de las bombas del pozo de entrada, y son típicas de la real operación y
mantenimiento de una PTAR. El gráfico siguiente presenta una curva de medidas de caudal
afluente a una PTAR en un día típico de verano(Izquierdo & Viscarret, 2010).
Valor medio
de caudal
En la literatura se han presentado gráficos similares que no solo concuerdan con las
tendencias de los gráficos anteriores en cuanto al caudal líquido, sino que también
muestran la muy alta correlación que existe entre este y el caudal sólido137. Un ejemplo se
Caudal de líquido
Caudal másico de
sedimentos
Ecuación 8.42
A partir de la misma, por integración directa entre una pequeña altura, a, sobre el lecho
(Gráfico 8.19) donde es conocida la concentración (Ca) y una altura genérica, y, se puede
hallar la variación vertical de concentración de sedimentos (Rouse, 1939) y a partir de la
concentración (Christensen, 1987) para dicha altura, = (y):
Ecuación 8.43
Ecuación 8.44
138Cabe acotar que los geólogos usualmente utilizan la letra P para el número de Rouse, mientras
que en ingeniería suele usarse z (como en la Ecuación 8.44) o en algunos casos α.
C(t)=Co + V - TSSS - ADWP con y Co constantes (Coghlan, et al., 1996) para
modelar el caso de tiempo de lluvia.
Esta última ecuación es de uso específico en un lugar determinado. Para modelar el caso
de lugares no específicos, ese autor propone utilizar (dando los valores de las constantes
correspondientes) fórmulas de la forma:
U(y)
Figura 8.8-Modificación de los perfiles de velocidad en las conducciones por las formas de lecho.
Varios autores (Ackers & White, 1973) coinciden en que la resistencia asociada a la
rugosidad (denominada usualmente “skin friction”) es la única que aporta al transporte de
sedimentos, mientras que la resistencia asociada a las formas de lecho no sería relevante a
tales efectos. Sí lo sería para el movimiento de dichas formas en la dirección del flujo. Sin
embargo algunos autores identifican a la resistencia que ejercen las formas como posible
motor de los sedimentos depositados(Ackers & White, 1973). De alguna forma el
movimiento de las dunas es en definitiva un transporte similar al flujo “reptante” o de tipo
“babosa”, antes mencionado(Ashley, et al., 1994).
140 Global en el sentido de que integra la resistencia del lecho, paredes y otras singularidades
existentes en la conducción.
dicha asociación (con una rugosidad hasta 3 veces mayor que el tamaño de partícula) podría
vincularse con la capacidad de las partículas finas de generar estructuras de mayor tamaño
(“flóculos”) que el de las partículas individuales, pero esto es simplemente una conjetura.
Las características fundamentales de los fondos con “formas” son las siguientes:
Las formas de lecho comúnmente reportadas son (Onishi, 1994), en orden ascendente de
potencia del flujo: lecho plano (en régimen de baja energía), rizos, barras, dunas, formas de
transición, lecho plano (nuevamente pero en régimen de alta energía) y antidunas (cuyo
movimiento relativo se da en sentido opuesto al flujo que las promueve).
141Se conforman ondulaciones del lecho generadas por el flujo para distintos niveles de energía,
sin que sean excluyentes entre sí.
Los rizos (“ripples”) son las formas más pequeñas, con longitudes de onda de unos 30
cm142, y alturas de aproximadamente una décima parte de la longitud.
Las barras tienen longitudes y alturas del orden del ancho y profundidad del flujo en
el canal.
Las dunas están ubicadas entre los rizos y las barras, en lo que refiere a su tamaño.
Al desaparecer las dunas con el caudal creciente se reduce la rugosidad hidráulica
aparente de forma significativa. En la transición de dunas a lecho plano este es
superpuesto con rizos de baja amplitud y dunas pequeñas. Las antidunas tienen
forma casi sinusoidal con longitud de onda 2V2/g y van acompañadas por olas
pequeñas en la superficie del canal, las cuales se encuentran aproximadamente en
fase con las antidunas.
oV(W/m2) oV(ft.lb/s.ft2)
2,7
Antidunas y lecho plano
Transición
10
Rizos
R
Lecho
0,1 plano
0 0,2 0,4 0,6 0,8 1 0,07
Diámetro medio de caída (mm)
Si bien el transporte no dependería ((Banasiak & Verhoeven, 2008), (Ackers & White,
1973))de la tensión rasante total, sino solamente de la componente de fricción de los granos,
la importancia de la resistencia de forma radica en aspectos energéticos como son las
pérdidas de carga. En el numeral siguiente se presenta una fórmula para pérdidas de carga
en tuberías transportando suspensiones.
(Moore, 2009) indica que la longitud de onda de los rizos (“ripples”) es fundamentalmente
dependiente del tamaño de grano y débilmente dependiente de la velocidad del flujo. En la
medida que la longitud de saltos de las partículas se incrementa se forman dunas, que son
arrastradas si se incrementa la velocidad tras lo cual, para números de Froude mayores a la
unidad, se forman antidunas.
Un grupo de artículos publicado por Van Rijn en 1984, sobre el transporte por carga del
lecho(Van Rijn, 1984a), carga suspendida(Van Rijn, 1984b) y formas de lecho y rugosidad de
canales(Van Rijn, 1984c) es ampliamente considerado en la bibliografía sobre esta temática.
Ecuación 8.45
Gráfico 8.21-Tensión rasante (o) y factor de fricción (f) en función de la velocidad media, U.
Ecuación 8.46
Se comenta esta fórmula por ser, como se dijo, una de las más conocidas (Miedema &
Ramsdell, R. C. , 2013) sin perjuicio de muchas otras que existen, resaltándose igualmente
la adecuada vinculación con la Mecánica de los Fluidos, de acuerdo a lo mencionado en el
párrafo anterior, que presenta esta fórmula en particular.
143 El subíndice “w” representa al gradiente en agua limpia. Sin subíndice indica al caso de
sedimentos en suspensión.
9 Conclusiones
Se han registrado importantes avances en las últimas décadas (en especial desde la de
1990) en la comprensión de los procesos que se desarrollan en los sistemas de transporte de
aguas urbanas. Ellos se han basado en más de un siglo de investigaciones previas en
diferentes contextos como son los fluviales, costeros, y marítimos, quedando aún mucho por
investigarse en aspectos específicos de las conducciones de saneamiento.
A modo de comentario final, se hace eco de lo expresado tiempo atrás (Van Rijn, 1984a)
en cuanto a la imprecisión (aún en la actualidad) de los modelos de cálculo de transporte de
sedimentos (si bien parece irse reduciendo, desde hace algunas décadas, en base a
investigaciones “caso a caso”). También se ha evidenciado la aparente imposibilidad de
obtener modelos de validez general (Ashley, 1996) o teorías suficientemente firmes como
para aspirar a obtener fórmulas determinísticas para los problemas de transporte de sólidos
en ámbitos urbanos. Por ahora solo se cuenta con herramientas útiles que deberán seguirse
desarrollando.
generar base de datos nacional de datos operativos útiles para diseño, dejando de
lado valores usados en bibliografía proveniente de otras realidades (e incluso
épocas), atendiendo a la “localidad” de la gestión y uso de los sistemas de
saneamiento.
Se considera el movimiento de una capa “activa” de sedimento dado por los efectos de la
fricción fluido-sedimento, encima de la capa, a la que se opone el rozamiento sedimento –
sedimento, debajo de la misma. Si se denomina ya al espesor de dicha capa (usualmente
considerado del orden del diámetro medio de las partículas del lecho), y Wb al ancho del
lecho en la sección de la tubería considerada, se realizará a continuación un balance de
fuerzas en la dirección del flujo x de un volumen diferencial, de la capa activaVa = Wbyax.
La capa activa tiene cierto grado de compactación dado por el valor de una propiedad que
se denomina “porosidad” y se define como el cociente entre el volumen de los “poros” de
líquido que ocupan el espacio entre las partículas de sedimento y el volumen del propio
sedimento. La porosidad depende de la distribución granulométrica, la forma y el ángulo de
fricción de las partículas (e), así como de la compactación, o consolidación del lecho. Es
esperable que la porosidad sea una función decreciente de la profundidad (menor cantidad
de poros en las capas más profundas).
La fuerza de arrastre hidrodinámico sobre la capa activa a velocidad , dada por el flujo
velocidad media V, se puede escribir como , con .
En el caso de un movimiento relativo del fluido sobre la capa activa se puede plantear
. Siendo el movimiento de la capa activa estacionario se pueden reformular
las ecuaciones vistas en el caso de movimiento incipiente para el caso de movimiento ya
establecido:
, de donde
Sustituyendo resulta:
Las únicas diferencias son que May define el ángulo de fricción como en vez de , y que
llama al coeficiente de fricción en presencia de sedimentos, en vez de llamarlo . Este
último punto no es menor, dado que estrictamente debe corregirse por la presencia de
sólidos en el fluido, como plantea May, indicándolo a través del subíndice “s”, con lo cual
aquí se podría escribir también en la ecuación anterior.
Sin perjuicio de que más detalles pueden verse en la referencia bibliográfica en la que se
basa este desarrollo (May, 1993) se remarcan algunos aspectos importantes allí reseñados.
Si bien un estudio más profundo escaparía al alcance del presente trabajo se puede
indicar, simplemente, que la cohesión debería estudiarse con mayor detalle, en especial en
condiciones lo más cercanas que fuera posible a las de campo, a los efectos de analizar su
influencia, y eventualmente validar los resultados experimentales(Álvarez-Hernández,
1990).
La fuerza del peso de las partículas sumergidas se puede escribir como msg = gVs(s-1),
siendo ms y Vs la masa y el volumen, respectivamente, de una partícula considerada. Por lo
tanto la potencia volumétrica o “energía por unidad de tiempo y volumen” (Maggiolo, 1965)
para mantener suspendida a dicha partícula de velocidad de caída w, resulta P=F.w de
donde la potencia específica es P/V= msgw/V= gVs(s-1)w/V =gCV(s-1)w/V , en la que se
utilizó la definición de concentración al escribir el volumen ocupado por las partículas
sólidas como Vs=CV por lo cual se cancela el volumen total (de fluido y sólido), V, quedando
P/V= gC(s-1)w.
Si en vez de por unidad de volumen se considera la potencia por unidad de peso resulta
P/gV= gC(s-1)w/g = wC(s-1).
El valor de energía por “unidad de tiempo y volumen” (en realidad se trata de potencia
por unidad de peso) expresado como Cw(1 - l) ((Vanoni, 1953a), (Maggiolo, 1965) )
comparado con la energía necesaria para vencer la fricción del lecho del canal se puede
estimar conociendo esta última.
S = 1/1000,
v=0,5 m/s
C=1/1000=1.000 ppm
s=2,65 (arenas)
Análogamente se tiene, para dichos valores, una “potencia específica de fricción”, Pf/P= Sv
= (0,001).0,5=0,5/1000 W/N (m.s).
Dada la importancia que tiene determinar la tensión rasante ejercida por el flujo
directamente sobre el lecho de sedimento (por ejemplo para comparar resultados
experimentales) se han propuesto varios métodos de corrección de las tensiones rasantes
medias, calculadas como , para obtener las tensiones medias actuantes sobre
el lecho. Cabe destacar que puntualmente, aún en el lecho, las tensiones rasantes pueden
diferir mucho de estas tensiones medias, producto de flujos secundarios. A raíz de ello se
han presentado ((Mark, 1995), (Perrusquía, et al., 1995)) distintas tipologías de
distribuciones de tensiones rasantes sobre los fondos de tuberías, con y sin sedimentos.
Dado que varios autores han corregido las tensiones del lecho con distintos procedimientos,
la aplicación de estos a las fórmulas de transporte de sedimentos (Cheng & Chua, 2005)
arrojaría distintas expresiones, en especial en lo que refiere a las tensiones críticas y
distintos coeficientes de ajuste a datos experimentales o lo predicho por la teoría.
La tensión rasante media (o) se calcula en general145 mediante las fórmulas usuales
para el caso de canales a superficie libre (Chow, 1994):
Ecuación III.10.1 .
Sin perjuicio de ello se ha observado (Álvarez-Hernández, 1990) que los valores predichos
por la técnica de separación de Einstein y Vanoni-Brooks, se ajustan con alta correlación
(r=0,96) a los valores medidos por este mismo autor en un rango de profundidades relativas
de sedimento (E/D) comprendidas entre 0,08 y 0,39. Cabe señalar que entre dichos valores
se ubica el óptimo de profundidad de lecho suelto, según lo concluido por Nalluri y Ghani
(E/D = 0,15).
Ecuación III.10.2
Ecuación III.10.4
Las hipótesis en las que se basa el método (Vanoni & Brooks, 1957) son:
1-La sección recta puede dividirse en dos secciones, una que ejerce tensiones rasantes
sobre el lecho y otra sobre las paredes. Las fronteras entre ambas regiones se consideran
sin tensiones rasantes mutuas y no se incluyen en los correspondientes perímetros mojados,
pb, y pw.
3-Las fórmulas para canales se pueden aplicar a las secciones como si fueran canales en
sí mismos.
Las variables que se asumen conocidas son V, S, g, , pw, pb y A. Las cantidades R, u*, f
se determinan de las anteriores y de las relaciones básicas ( ),
mientras que las incógnitas principales son , Rb y fb. De estas se obtiene la tensión
rasante en el lecho, por lo que el término puede considerarse
un término de corrección. Se remarca la posibilidad de aplicar el método para más de dos
secciones de distinta rugosidad. Para el caso más usual, solamente con dos secciones de
distinta rugosidad, se plantea:
0,025
y = 0,2978x-0,18
0,02 R² = 0,9966
0,015
f(Re/f)
0,01
Potencial (f(Re/f))
0,005
0
2,00E+05 2,00E+06 2,00E+07
Por su parte Einstein, quien además de trabajar con Meyer-Peter et. al, refiere a un
trabajo previo de estos (1935) en su clásico artículo de 1950, tomó la tensión rasante como
constante, evaluando la diferencia a través de los radios hidráulicos de cada sección como
(Álvarez-Hernández, 1990):
Ecuación III.10.7
En este caso, Einstein plantea, algo similar a lo realizado por Meyer-Peter & Müller,
pero pensando en vez de en el gradiente hidráulico, en la modificación del radio hidráulico,
es decir una medida de la región afectada por el flujo.
En este modelo propuesto por Einstein se disocia el radio hidráulico en dos componentes:
una debida al tirante propio del flujo sobre el lecho (término R´b) y por otra parte la forma
que adopta el mismo en el transporte (término R”b). Se ve que este modelo también puede
considerarse de tipo “activo”.
Cabe relacionar ambos enfoques dado que la resistencia al flujo del fluido que se ejerce
por parte de las paredes, según la formulación clásica, por ejemplo a través de la ecuación
de Chezy, se relaciona con el radio hidráulico:
o bien la
Antecedentes históricos
El estudio del transporte de sedimentos en conducciones desde un punto de vista
“científico” se origina en “casos reales”. Ya en la época del imperio romano, los flujos de
sedimentos en ríos y otros canales naturales y artificiales. Se destaca, para estos últimos,
las observaciones de Plinio sobre el caso de la “cloaca máxima” ubicada en la antigua ciudad
de Roma(Bertrand-Krajewski, 2008).
Más recientemente el estudio ampliamente citado sobre “el Rin y los cauces con lechos
móviles” (Du Boys, 1879), pionero en el estudio racional del transporte de sedimentos en
canales naturales, tiene un antecedente, también asociado al estudio del cauce del rio Rin,
en un trabajo previo del ingeniero Scipion Gras de 1857 (“Estudio sobre los torrentes de los
Alpes”).
146 Sin perjuicio de que se tiene conocimiento que ya por el año 1500 Leonardo da Vinci habría
realizado algunos experimentos de observación de transporte de arenas visualizando deposición y
presencia de lechos en casos de velocidades bajas ((Simons & Şentürk, F., 1992) ,(Graf, 1998)).
especialmente las tensiones rasantes. Se han construido canales con secciones circulares, o
que permiten incorporarlas a los canales rectangulares (De Sutter, et al., 2001), (Ibro,
2011)). En particular los canales con fondos planos o rectangulares permiten trabajar por
unidad de ancho utilizando correcciones por efectos de pared como las propuestas por
Einstein. Este no es el caso de las canalizaciones con sección circular, de allí el interés en su
estudio específico.
Conductos circulares
Las tuberías circulares utilizadas en experimentos dedicados al arrastre de sedimentos
suelen ser construidas (al menos en la sección de medida) en acrílico, vidrio, o algún otro
material transparente a los efectos de la visualización del movimiento de los sedimentos y/o
la aplicación de técnicas de velocimetría a través de detección de imágenes como la PIV. Las
tuberías en las zonas donde no se requiere visualización se han realizado en diversos
materiales, incluyéndose el hormigón ((Álvarez-Hernández, 1990), (Perrusquia, 1992)).
Granulometrías comparadas
100%
Fracción Almedeij, 2010-min
90%
80% pasante
Almedeij, 2010-max
70%
60% Banasiak, 2005
50%
40% Ibro, 2011
30%
Jakobsen,1998
20%
10%
0%
0,01 0,1 1 10 100
d(mm)
Mientras algunas fuentes solamente establecen las granulometrías por los rangos de
tamaños de partículas utilizadas ((Bove, et al., 2013), (Hill & Younkin, 2006), (Hopfinger, et
al., 2008) y Kurniawan et al. (2004)) otras (comentadas previamente en este trabajo
148 Que si bien pueden ser de procedencia comercial su origen se encuentra en la naturaleza.
((Almedeij, et al., 2010), (Banasiak & Verhoeven, 2008), (Ibro, 2011)) dan las distribuciones
granulométricas completas, en forma de las curvas usuales.
Modelado y similitud
Desde el punto de vista de la similitud se plantea (Pugh, 2008) que los modelos
hidráulicos deben ser geométrica, cinemática y dinámicamente similares. Ello implica que
para cada caso deben existir escalas únicas de longitudes, velocidades, aceleraciones,
fuerzas, y presiones (que además se relacionan entre sí). En general debe existir también
similitud geométrica, es decir conservación de proporciones geométricas entre modelo y
prototipo.
Los números más utilizados en el modelado físico del arrastre de sedimentos son el de
Reynolds, el de Froude y el de Euler (Pugh, 2008).
Las escalas basadas en el número de Froude que se suelen utilizar, en canales abiertos,
son las de longitud (Lr), área (Lr 2), volumen (Lr 3), tiempo (Lr 1/2), fuerza (Lr 3), tensión
rasante (Lr), velocidad (Lr 1/2), y caudal (Lr 5/2). En lo anterior la nomenclatura Lr representa
la escala de longitudes del modelo (“length ratio”).
Se indica, por otra parte (Pugh, 2008), que el escalado usando el número de Froude
presenta deficiencias para la modelación, debido a que las fuerzas preponderantes en el
movimiento de las partículas (arrastre, sustentación) dependen más del número de
Reynolds que del de Froude. Este último, según ese autor “no necesariamente simula
adecuadamente las fuerzas tractivas y la erosión”. Ello se puede ajustar en algunos casos
modificando el tamaño de sedimentos, para compensar el no cumplimiento o conservación
del número de Reynolds.
Se concluye por lo tanto que la escala de números de Reynolds Re´/Re no es uno, es decir
que no hay similitud desde este punto de vista, sino que Re´/Re= (V´D´/´(VD/) de donde,
Entre ellos, los métodos implícitos (Jin, et al., 2002) tienen la ventaja de mantener buena
estabilidad para pasos temporales de cálculo largos (t) y muestran gran robustez ante
situaciones de modelación complejas como ser interfases de transición del flujo por
gravedad a flujo a presión.
Las buenas propiedades citadas de esquemas como el de cuatro puntos ponderado usado
por el National Weather Service en su código “FLDWAV” en estudios dinámicos de flujo en
ríos y simulaciones de roturas de presas, se han propagado a otros modelos dinámicos,
específicos para conducciones de aguas pluviales o residuales. Un ejemplo (Jin, et al., 2002)
es el software HMI, del desarrollador Haestad Methods (hoy en día perteneciente a la firma
Bentley).
150De las que existen numerosas versiones, se toma este conjunto como un posible ejemplo de la
forma de las ecuaciones usualmente manejadas en los modelos numéricos.
Se toma como parámetro descriptivo de la condición de frontera del fondo (Ibro, 2011) el
coeficiente de rugosidad ks asumido preliminarmente como 2d50. Otros autores (por ejemplo
(Engelund & Hansen, 1967)) sugieren un valor de ks igual a 2,5d siendo d el “diámetro de
caída” (“fall diameter151”).
B: ancho de sedimentos
h: altura de sedimentos
151 Ver su definición (Engelund & Hansen, 1967) en el capítulo 3 del presente trabajo.
En primer lugar es de notar que las expresiones que se han ido planteando ya desde los
inicios del estudio del transporte de sedimentos, como las de Meyer-Peter, Meyer-Peter y
Müller, Shields, Du Boys y Schoklitsch, presentan mayor discrepancia contra datos medidos
que las más recientes. Otras, las más citadas (y muy posteriores, como la de Engelund-
Hansen de 1967) suelen dar muy buena aproximación, aun para casos variados, con lo cual
tienen bien ganada su reputación. Ello no es sorprendente ya que en algunos casos cuentan
con casi un siglo de investigación acumulada respecto a las investigaciones “fundacionales”
(como la de Du Boys) para poder obtener las mejoras de predicción observadas.
Por otra parte la gran dispersión en los resultados que se obtienen es notable, lo cual
refuerza el criterio de que es usualmente aceptable predecir entre el 50% y 200% de valor
real, lo cual debe ser tenido en cuenta a la hora de proyectar sistemas que presentan
transporte de sólidos o tomar decisiones de tipo operativo en las mismas.
Prueba de modelos.
Muchos de los códigos presentados (Onishi, 1994) han sido aplicados a un amplio rango
de casos, demostrando la “utilidad de los modelos matemáticos como una herramienta para
la toma de decisiones”. En el fondo esta afirmación puede interpretarse como una forma de
mostrar, aun relativizando la precisión de los mismos, su utilidad como herramientas
cualitativas de análisis. Por otra parte ese autor establece que son pocas las ocasiones en
las que varios códigos han sido comparados entre si y contra datos de campo. El National
Research Council (Onishi, 1994), realizó pruebas en 1983 relacionadas con las posibilidades
de predicción de niveles de inundación y capacidades de transporte de sedimentos por parte
de algunos de los códigos disponibles. Seis códigos de computadora fueron probados con
datos de ríos de los EEUU con lo que se mostró amplia variación en las predicciones de
carga de sedimentos, mostrando las dificultades que presentan los modelos para obtener
incertidumbres aceptables para ser modelos “determinísticos”.
Entre las fórmulas para sedimentos no cohesivos destacan, para la carga de lecho, las
fórmulas de Meyer-Peter y Müller, Einstein, van Rijn, y Novak y Nalluri. Para carga
suspendida, las fórmulas de Rouse, y de van Rijn. Para la carga total, las fórmulas de
Macke, Velikanov, y de Ackers-White.
Bertrand-Krajewski (2006) y otros autores (por ejemplo (Seco & Gómez Valentín, 2011))
indican al modelo SWMM con carácter casi universal.
Por otra parte (Bertrand-Krajewski, 2006) se plantean las dificultades que implica la
comparación de distintos modelos a pesar de lo tentador que resulta hacerlo. Estas radican
en que:
Cada modelo ha sido calibrado con su propio conjunto de datos, por lo que una
comparación directa es imposible. Sin perjuicio de lo indicado por ese
investigador, se han realizado algunas comparaciones usando datos de varias
calibraciones y contrastado resultados. Estos han sido diversos, muchas veces
requiriendo ajustes en los parámetros de calibración para ampliar el rango de
validez de los modelos preexistentes, o bien para mejorar la precisión de las
predicciones realizadas.
Los datos con los que se suelen calibrar los modelos, al menos inicialmente, son
limitados en cuanto a cantidad, debido a la falta de mediciones en campo. Se
plantea entonces cierta incertidumbre sobre la validez de los modelos fuera del
rango de condiciones a partir de las cuales han sido desarrollados, así como la
sensibilidad que poseen a variaciones en las mismas.
Finalmente se plantea Bertrand-Krajewski la “imposibilidad” de hacer comparaciones
serias, teniendo en cuenta lo antes dicho y que en muchos casos los modelos no están
suficientemente ajustados. Al respecto se tiene el ejemplo de la serie de ecuaciones que
autores como Novak y Nalluri o Ackers y White han ido desarrollando, a la vez que otras
posteriores y subsiguientes versiones de fórmulas ya establecidas “compiten” para
determinar cuál es la que tiene mayor precisión y por ende tiende a ser la más utilizada.
Según ese autor una comparación valedera y eficiente debería basarse en los mismos
conjuntos de datos de campo, lo cual parece lógico, pero también ello plantea dificultades,
según su opinión, debido a que no todos los modelos son comerciales o públicos, y no todos
los modelos requieren de los mismos datos o al menos no en el mismo formato.
Hémain et al. (1990), Osborne y Hutchings (1990) y Saget (1994) (Bertrand-Krajewski,
2006) plantean que la primera acción sería establecer una base de datos para establecer
comparaciones. A la fecha no se tiene constancia de que ese tipo de acciones haya sido
encaminado de forma sistemática.
Por último se plantea que el desarrollo de modelos debería ser en conjunto con la toma de
datos de campo, los cuales no necesariamente están bien determinados, son escasos
estadísticamente, están mal muestreados, etc. Uno de los problemas en los que ello radica
es el alto costo que tiene obtener este tipo de datos (probablemente mayor que obtener datos
de entornos fluviales, por ejemplo). Además la obtención de los mismos, especialmente en el
caso de saneamiento unitario (“sanitario” doméstico en particular), implica un cierta
cantidad de riesgos sanitarios y de posibles accidentes en las condiciones de trabajo en que
se obtienen. Estos riesgos son los inherentes a los sistemas de alcantarillado, en especial en
aquellos separativos de aguas residuales domésticas, comerciales y/o industriales.
Son especialmente delicados los muestreos de carga de fondo y depósitos, por lo cual,
(Bertrand-Krajewski, 2006) se requieren mejoras en aspectos metrológicos asociados al
transporte de sedimentos.
A modo de conclusión Bertrand-Krajewski indica que los modelos de transporte de
sedimentos (aún en 2006), si bien han crecido en número no han sido establecidos y
calibrados adecuadamente. Debe tenerse en cuenta que su adecuación al uso en entornos
urbanos no es directo (proviniendo la mayoría de ellos de aplicaciones fluviales) dada la
mucho más marcada variación de condiciones que se dan en estos casos (contenidos de
sólidos, carácter fuertemente no estacionario, estacionalidades, presencia de sedimentos
dispares, sólidos grandes, etc.).
Asimismo, la complejidad de uso que aún presenta la mayoría de los modelos disponibles
los mantiene fuera del ámbito cotidiano de las oficinas de gestión o diseño de sistemas a los
cuales están destinados.
Calibración
Se entiende por calibración al procedimiento de ajustar algunos parámetros del modelo
hasta lograr reproducir datos obtenidos previamente en campo. En el caso presentado
(Gravens, 1992), la modelación de líneas costeras, dicho procedimiento involucra lograr
reproducir valores medidos durante un cierto intervalo de tiempo, y consiste en determinar
valores específicos de coeficientes de entrada ajustables.
Para el caso al que se hace mención (Gravens, 1992) se indica que los intervalos de
calibración y medición deben ser del orden de los tiempos característicos de los procesos que
se desarrollan y en el caso que los mismos presentan comportamientos estacionales
realizarse al menos por un período de un año, empezando y terminando la simulación en la
misma estación. Asimismo, se indica que las verificaciones deberían realizarse
preferentemente en duraciones similares o iguales a las de los pronósticos que se desean
obtener del modelo.
Sin embargo, algunos métodos como la validación sobre la partición en mitades de los
datos disponibles es un procedimiento extensamente aceptado. Consta, simplemente, en
dividir los datos disponibles en dos partes, una de las cuales se utiliza para calibrar,
mientras que la otra se usa para verificar. Las muestras son divididas aleatoriamente en
mitades, salvo cuando la cantidad de las mismos es limitada, en cuyo caso Jewell et al.
(1978, citado por (Mourad, et al., 2005)) sugiere usar la mayor parte para calibrar y la
menor para validar. Otras fuentes (por ejemplo(Schenzer, 2016)) opinan que “los datos que
se usan para calibrar no pueden ser cualesquiera, sino que tienen que ser suficientes
(condición sine-qua-non) e independientes (por economía de medición y de tiempo
computacional)”, cuestionándose así la división aleatoria de los datos disponibles.
Análisis de sensibilidad
Otro procedimiento para estimar de antemano el rango de potenciales pronósticos de
salida de los modelos se realiza a los efectos de determinar su sensibilidad ante cambios
intencionales (calidad de los datos, por ejemplo) en las entradas (variables) que se les
cargan para permitir el modelado.
Si se dan grandes variaciones en las predicciones del modelo ante pequeños cambios en
las variables de entrada se podrá atender especialmente a asegurarse la calidad de los
datos o bien, si llegara a ser excesivas, eventualmente modificar el modelo para hacerlo
menos sensible ante tales variaciones (eventualmente inevitables152) de alguna variable en
particular.
Por el contrario, es factible que la gran cantidad y calidad de los datos que se pudieran
obtener para calibrar un determinado modelo no pueda ser obtenida en situaciones donde
este se aplica (“en campo”), por lo cual resulta vital este tipo de análisis de sensibilidad.
En respuesta a las falencias del determinismo se han planteado (Schellart, et al., 2009)
modelos alternativos, de tipo estadístico o estocásticos (de alguna forma más “realistas”) y
otros (Obropta & Kardos, J. S., 2007) incluso híbridos (determinístico-estadísticos). Se han
descripto estos últimos como una “coraza probabilística en torno a un modelo
determinístico”.
11 Bibliografía
Cuando en el texto de este trabajo se da una referencia bibliográfica, por ejemplo, en la
forma “(Maggiolo, 1965)” significa que dicha referencia se incluye en la lista que se presenta
a continuación, dado que se ha accedido a la misma por parte de este autor. En caso de
indicarse, por ejemplo, “Maggiolo (1965)”, ello significa que es una referencia citada por otra
fuente y que no se encuentra en esta lista.
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