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En este periodo el artista no está interesado en reflejar la realidad sino expresar sus
sentimientos. El arte está sujeto a cambios, se sustenta en la conciencia social, por
lo que es dinámico, inmerso en los medios de comunicación. Es una actividad
humana, capaz de reproducir cosas, construir formas y de expresar una experiencia.
El Post-Impresionismo
INTRODUCCIÓN
Sin duda, el arte está y siempre ha estado en un proceso de constante evolución que
depende de las circunstancias que la rodean y, sobre todo, del momento que vive la
sociedad y los cambios que atraviesa. Como señala Adorno “El momento histórico es
constitutivo de las obras de arte. Son auténticas aquellas que, sin reticencias y sin creerse
que están sobre él, cargan con el contenido histórico de su tiempo. Son la historia de su
época, pero inconsciente de sí misma; esto las convierte en mediaciones de ese
conocimiento.” (Adorno, 1983, p. 241) En esta introducción daré un breve repaso a los
procesos evolutivos que se desarrollan en la historia del arte, creando el marco en el que
se encuadra el presente trabajo. El objetivo es analizar y comprender el pasado para
entender el futuro, y para ello es necesario remontarse al mundo griego, el punto de partida
de la civilización occidental. Como indica José Jiménez, “El arte es una convención cultural,
dependiente siempre de los cambios y modificaciones de los contextos culturales en los
que se inscribe”. (Jiménez, 2004, p. 54) Antes de abordar los orígenes del arte, este autor
también ofrece su definición de la cultura: “En un sentido antropológico, [...] el conjunto de
técnicas productivas, instituciones sociales, costumbres y creencias que se transmiten de
generación en generación en un grupo étnico determinado.” (Jiménez, 2004, p. 54) El
término “arte” proviene de la palabra griega τέχνη que se traduce como téchne, la cual
derivó en la latina ars. Este término sobrevivió a lo largo de los siglos llegando a una época
tan tardía como el Renacimiento. La palabra griega tiene mayor carga semántica que
nuestro concepto actual del término “arte”. Tatarkiewicz4 lo traduce como
maestría/destreza, más cercano al conocimiento o dominio de una técnica que a lo que
nosotros entendemos por arte. Esta destreza se refería a la habilidad para construir un
objeto: podría ser la técnica de un fabricante de barcos, de un arquitecto o, de un alfarero,
y para adquirir cada habilidad era necesario aprenderse una serie de reglas. Cada “arte”
tenía las suyas, pero les unía el denominador común de la existencia de una normativa y
de este modo el concepto de normas se incorpora a la idea de arte. En consecuencia, se
entendía que algo fruto de la imaginación o de la inspiración no podía considerarse arte. El
término griego llega a tener un uso generalizado en la Hélade, hacia el siglo VI a.C.
Aristóteles nos proporciona una definición del concepto: “Nace la téchne cuando de muchas
observaciones 4 Tatarkiewicz, Wladyslaw: Historia de seis ideas. Arte, belleza, forma,
creatividad, mímesis, experiencia estética. Editorial Tecnos S.A., 1987. Título original:
Dzieje sześciu pojec (1975) 13 experimentales surge una noción universal sobre los casos
semejantes” (Metafísica, I, 1, 981a). El primer paso que supuso el origen del arte se da en
la transición del siglo VIII al VII a.C., época en la que se produce un importante proceso
social y político: por un lado, una revolución cultural, y por otro, la aparición de la polis o
ciudad-estado. Este proceso se debe a varios factores: − El desarrollo significativo de la
agricultura, lo que implica un crecimiento demográfico acelerado. − El avance de la
producción artesanal, tanto en la metalurgia como en la cerámica. − La proliferación de
“santuarios locales”, lo que expresa un nuevo tipo de adscripción ideológica a un territorio
delimitado. − La sustitución de la figura arcaica del rey soberano y administrador de justicia
por las magistraturas o instituciones de la ciudad, dotándose ésta de leyes y normas
públicas, lo que da paso a una idea racional de la justicia y de los deberes y derechos de
los ciudadanos. Todo esto desemboca en un proceso de secularización de las formas de
pensamiento, al mismo tiempo que la palabra escrita recibe un gran impulso (se adquiere y
difunde el nuevo alfabeto tomado de los fenicios hacia finales del siglo IX). Esta difusión de
la palabra escrita no se limita a los escribas; en este nuevo orden, todos los hombres libres
de la ciudad tienen acceso por igual a la escritura, lo que significa la adquisición y
transmisión del conocimiento. Este proceso culminaría con una cultura plenamente
alfabetizada hacia la segunda mitad del siglo V a.C. Durante este mismo siglo aparece el
término “mímesis”, cuyo sentido primario remite a la expresión a través de la danza (de ahí
su parentesco con la mímica y la gesticulación), pero su significado más profundo tiene que
ver con la idea de “representación”, refiriéndose a la producción de imágenes. Así pues, lo
que hoy llamamos “las artes” serían las téchnai mimetikai, que suponen la emancipación
formal de la imagen. En su Teoría del arte, José Jiménez señala el momento como el
descubrimiento del arte, aunque todavía el signo plástico no es separable del rito, es decir,
su carácter es simbólico. Además, en el proceso de consolidación de las ciudades-estado
se producen dos acontecimientos decisivos: − La aparición de especialistas en la
transmisión de los conocimientos lingüísticos y educativos necesarios para poder ejercer
de ciudadanos, los Sofistas. − El desarrollo y asentamiento definitivo (ya con Platón y
Aristóteles) del pensamiento 14 filosófico. El hecho de poder visualizar el lenguaje, la
abstracción que hace posible la escritura, es también el principal desencadenante de la
abstracción de las formas plásticas, que alcanza su culminación en la época clásica griega,
en paralelo con las grandes transformaciones culturales ya señaladas. “La pintura o la
escultura no se veían ya únicamente en la perspectiva de sus funciones simbólicas, de
evocación, como soportes de los rituales, las ceremonias o los juegos sino en la perspectiva
de su valor específicamente formal, en tanto que formas plásticas. Es el nacimiento de la
imagen, la emancipación de la forma plástica” (Jiménez, 2004, p.75). Este es el paso de la
cultura que permite hablar de arte propiamente dicho.
CONCLUSIONES
La historia del arte es comparable a la historia de la humanidad en el sentido de que existe
un proceso evolutivo, donde los cambios que ha vivido la sociedad han afectado
directamente a su transformación: cualquier crisis, guerra, o descubrimiento da paso a un
nuevo hacer artístico, a la vez testigo y víctima de esos cambios, y genera una nueva forma
de entender y contemplar. En este contexto, el arte no ha gozado del apoyo de dicha
sociedad, ni siquiera de los propios críticos a excepción de unos pocos visionarios que han
sabido superar la ceguera de sus coetáneos. El resultado es que podemos afirmar que la
evolución artística no se entiende sin sus orígenes. Justo cuando se produce la revolución
industrial es cuando la sociedad occidental empieza a sentir la “velocidad”. La rápida
adaptación a este ritmo vertiginoso de nuevos descubrimientos conlleva el florecimiento de
nuevas sociedades (masas anónimas en grandes metrópolis, nuevos urbanismos,
transportes, la industrialización y los medios de comunicación entre otros elementos), que
a su vez provocan el avance acelerado del arte, ya que éste adoptará las mismas técnicas
que empiezan a calar en dichas sociedades para trasmitir sus mensajes. La aparición de la
fotografía, las vanguardias 118 europeas de la primera década del siglo XX y la cultura de
masas en los Estados Unidos harán mella en el formato del arte. Y así progresivamente
hasta la actualidad. Adorno dice al respecto: El momento histórico es constitutivo de las
obras de arte. Son auténticas aquellas que, sin reticencias y sin creerse que están sobre él,
cargan con el contenido histórico de su tiempo. Son la historia de su época, pero
inconsciente de sí misma; esto las convierte en mediaciones de ese conocimiento. (…) Las
obras de arte pueden experimentarse con tanta más verdad cuanto más coincide su
sustancia histórica con la del que las experimenta. (Adorno, 1983, p. 241) De hecho, si nos
analizamos desde cierta perspectiva, vemos que realmente no hemos cambiado tanto
desde aquellos días, que, por otra parte, tampoco son tan lejanos. Si bien anteriormente la
velocidad venía de la mano de nuevos inventos y nuevos descubrimientos, en la actualidad
es la tecnología la que nos empuja, no sólo a estar permanentemente actualizados, sino
también a aprender a canalizar la cantidad ingente de información que recibimos. Hoy, más
que nunca, el poder está en la información y no el dinero, pues el dinero viene de la mano
del manejo de la información. Y así mismo ocurre con el arte y para ser más concretos con
“el mercado del arte”. En este trabajo he intentado identificar la relación de atracción que
existe entre el arte y los medios. Podemos encontrar la influencia del arte tanto en la
publicidad como en los medios de comunicación. Todo arte conlleva una estética o, para
ser más exactos, deriva de una determinada concepción estética. En el caso que aquí nos
compete, el movimiento YBA, más que proponer una estética nos plantea una “anti-
estética”. Nos niega una experiencia estética retiniana (como defendía Duchamp) con sus
obras compuestas por camas deshechas con preservativos, animales diseccionados y
envasados en formaldehido, habitaciones vacías cuyas luces se apagan y se encienden,
etcétera. Lo que extraemos de su análisis son las reacciones que provocan: artistas
incomprendidos por una