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Habilidades socioemocionales, una materia


pendiente
16 de julio de 2014  •  Opinión  > Educación

Por Alejandra Torres e Inés Zinny*

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Se sabe que las habilidades socioemocionales son más maleables y que se pueden desarrollar por un
período más largo que las habilidades cognitivas.

El concepto de habilidades hace referencia al talento o la aptitud para desarrollar una tarea. La escuela y la educación
formal han centrado su atención, tradicionalmente, en el desarrollo de las habilidades cognitivas. Es decir, en desarrollar
las habilidades que permiten a un sujeto integrar información a una estructura de conocimiento significativo, que podrá ser
utilizada en situaciones futuras de manera diferente e incluida en estructuras más abarcativas.

Ahora bien, en los últimos años y en diversas investigaciones, aparece con mayor frecuencia e intensidad otro conjunto de
habilidades.

Estas son las llamadas habilidades blandas o socioemocionales, que refieren, a grandes rasgos, a un conjunto de
conductas aprendidas de forma natural que se manifiestan en situaciones interpersonales. Esto quiere decir que no
nacemos con estas habilidades sino que tenemos el potencial de adquirirlas y desarrollarlas a lo largo de la vida.

Se sabe que las habilidades socioemocionales son más maleables y que se pueden desarrollar por un período más largo
que las habilidades cognitivas.

Si bien no hay una única clasificación de las mismas, según lo propuesto por la Organización Mundial de la Salud, estas
habilidades son:

Autoconocimiento: conocerse a uno mismo, saber qué se quiere e identificar los recursos personales con los que se
cuenta para lograrlo.

Empatía: imaginar y sentir desde la perspectiva de otro.

Comunicación asertiva: expresar con claridad lo que se siente, piensa o necesita, teniendo en cuenta al interlocutor.

Relaciones interpersonales: establecer y conservar relaciones interpersonales significativas, así como ser capaz de
terminar con aquellas que nos causan daño (relaciones tóxicas)

Toma de decisiones: actuar de manera proactiva para hacer que las cosas sucedan.

Manejo de problemas y conflictos: capacidad para desarrollar estrategias y herramientas que permitan manejar los
conflictos de forma creativa y flexible, identificando en ellos oportunidades de cambio y crecimiento personal y social.
Pensamiento creativo: capacidad para idear algo nuevo. Relacionar lo conocido de manera innovadora, lo que permite
cuestionar hábitos, abandonar inercias y abordar la realidad de forma novedosa.

Pensamiento crítico: analizar experiencias e información, sacando conclusiones propias sobre la realidad.

Manejo de emociones y sentimientos: comprender lo que sentimos, atendiendo al contexto en el que nos sucede.

Manejo de tensiones y estrés: identificar las fuentes de tensiones, reconocer sus distintas manifestaciones y encontrar
vías para eliminarlas o contrarrestarlas de manera saludable.

¿Cuál es la importancia de estas habilidades? ¿Por qué han cobrado mayor relevancia en los últimos años?

Estas habilidades hoy son tan valoradas por el mundo empresarial como las cognitivas. Sin restarles importancia,
sostienen que se puede capacitar a un joven que tenga pocos conocimientos específicos en algún área, pero que no es
posible si la persona no tiene las habilidades antes mencionadas, como la comunicación asertiva, las relaciones
interpersonales, el manejo de conflictos, la toma de decisiones, etcétera.

La División de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha estudiando este tema en América latina y, a
través de encuestas, recogió información sobre qué habilidades son demandadas 
en el mercado de trabajo y qué
habilidades se asocian a trayectorias laborales y educativas exitosas en la región.

Los resultados de esa investigación fueron publicados en el libro Desconectados: habilidades, educación y empleo en
América latina y sugieren la existencia de una importante brecha entre las destrezas que se enseñan en los sistemas
educativos y las que se requieren para desenvolverse en la realidad actual e insertarse de manera exitosa en el mundo
laboral.

La pregunta clave es: ¿dónde y cuándo se aprenden estas habilidades? ¿En la familia o en la escuela?

De más está decir que el lugar natural por excelencia para desarrollarlas es en el seno de la familia, pero no menor es el rol
fundamental que cumple la escuela para desarrollarlas y estimularlas.

Atender al desarrollo de estas habilidades en la escuela, atravesando toda la currícula con ellas, va a impactar de manera
directa y de forma positiva para que los jóvenes transiten trayectorias escolares exitosas.

Adoptar esta postura implica un cambio de mirada grande y hay mucho por hacer. No obstante, el camino está planteado.
Algunos docentes y escuelas ya trabajan en esto y marcan una diferencia importante en la vida de sus alumnos.

*Directoras ejecutivas de Idesa y de la Liga Solidaria por Educación y Cultura, respectivamente

EDICIÓN IMPRESA
El texto original de este artículo fue publicado el 16/07/2014 en nuestra edición impresa. Ingrese a la edición pdf
para leerlo igual que en el papel.

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