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de Lengua y Cultura Aymara, ILCA, and the attached version (updated and
revised) is provided by them for non-commercial research and educational
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Río de vellón,
Río de canto
Cantar a los animales,
una poética andina de la creación
Denise Y. Arnold
Juan de Dios Yapita
Palabras clave: Estudios andinos, antropología andina, pastoreo, tradición oral, cantos
andinos, ayllus, aymara, Qaqachaka, Bolivia.
Colección Academia
número ocho
Facultad de Humanidades
y Ciencias de la Educación
Carrera de Literatura
Universidad Mayor de San Andrés,
La Paz, Bolivia
Edición: ILCA
Ventas: Instituto de Lengua y Cultura Aymara, ILCA
Telf. (00 5912) 2419650
Correo electrónico: ilcanet@ilcanet.org
Equipo de traducción y revisión: Denise Y. Arnold y Juan de Dios Yapita, con Ian Marr.
Créditos por dibujos: Dover Publications Inc. para la reimpresión de un dibujo de American
Indian Design and Decoration de LeRoy H. Appleton (Fig. 13) y Jonathan
Cape para la reproducción de una ilustración de The Courtship Habits of
the Great Crested Grebe por Julian Huxley (Fig. 14).
Y en memoria
de nuestras madres:
May Bush Fels y
Fermina Moya Mamani
Contenido
Reconocimientos .................................................................................................. 9
Introducción ........................................................................................................ 13
Una historia preliminar .......................................................... 15
Las canciones en su contexto social y cultural ..................... 25
Ortografía aymara....................................................................................... 35
doctoral No. R00023 2682). Sobre todo, una pequeña beca de la corporación
Leverhulme en 1993 (No. RF & G/10552) nos permitió coser el creciente bulto
de hojas sueltas e ideas a medio madurar hasta dar la forma definitiva al
libro. Los meses finales de reorganización de los borradores y las correciones
de último minuto se hicieron más livianas con la colaboración de David Hook,
Barry Ife, Carmen Gleadow, Luís Rabazza-Soraluz y Larisa Chaddick del
Departamento de Español de King’s College Londres.
Agradecemos a Brian Swann, poeta, por su entusiasmo desde el comienzo
del proyecto y su acertada crítica de las traducciones. Reconocemos el apoyo de
Kevin Healy de la Fundación Interamericana y Noel Aguirre de CEBIAE por
proporcionarnos los fondos en 1997 para la traducción del libro al castellano;
y el del traductor Ian Marr por haber hecho la tarea, con tanta paciencia y
sabiduría. Gracias a Norberto Copana G. por haber hecho la diagramación
del libro, a Carlos Urquizo Sossa, Marcelo Villena A. y Raquel Gutiérrez por
las correcciones de pruebas y a Edwin Oporto y Gilush Tuchschneider de
Hisbol por el cuidado de la primera edición. Muchas gracias también a Jafet
Oblitas por haber hecho la rediagramación de la segunda edición en forma
digital, en la que hicimos algunas correcciones y actualizamos la forma de
escribir el aymara, para alcazar un público mayor.
Si bien todas estas personas colaboraron, cada cual a su manera para
gestar el presente libro, debemos añadir que no les corresponde ninguna
responsabilidad por cualquier error o defecto en la comprensión, interpretación
y traducción de sus ideas; éstos corresponden enteramente a nosotros.
Las Collas son muchos y diversas naciones... de esta manera tenían muchas
fábulas acerca de su origen y principio, y por semejante tenían muchos y
diversos dioses como se les antojaban, unos por respeto y otros por otro... y
lo tuvieron por su principal Dios que era un carnero blanco, porque fueron
señores de infinito ganado. Dezian que el primer carnero que hubo en el alto
mundo (que assí llamaban al cielo) havia tenido más cuidado de ellos que no
de los demás indios, y que los amava más, pués había producido y dejado más
generación en la tierra de los collas que en otra parte alguna del mundo...
Garcilaso de la Vega
Comentarios Reales, Libro II, Cap. XIX [1590-1617].
1
Las excepciones etnográficas son Flores Ochoa (1968) sobre los pastores de Paratia en el Sur
de Perú y sus compiladaciones (Ochoa 1977 y 1988); Orlove (1977) y Palacios Ríos (1977),
también sobre el Perú meridional; Caro (1985) sobre los pastores de Ulla Ulla en Bolivia;
Abercrombie (1986) sobre K'ulta en el Sur de Oruro; Torrico (1986 y 1989) sobre Macha,
y Dransart (1991a y b) sobre el Norte de Chile. Un proyecto de desarrollo pertinente es
Genin y otros (1995).
Introducción
15
Hasta ahora, sus voces no han sido escuchadas. La gran mayoría de los
cronistas españoles de las costumbres andinas trabajaron con informantes
varones, lo mismo que sus equivalentes modernos, esos antropólogos, arqueó-
logos, mitógrafos y agrónomos que actualmente trabajan en los Andes. El
hecho de que el mundo de la mujer andina es, para el foráneo, tan difícil de
penetrar, más de entender en alguna profundidad, significa que las canciones
han retenido durante tanto tiempo su naturaleza sumamente esotérica, como
una parte vital de la poética andina de la creación.
Una historia preliminar
El período incaico
2
Para un resumen de esta literatura véase Murra (1965), Dedenbach-Salazar (1990) y
Brotherston (1989).
3
Véase Guamán Poma (1989 [ca.1613]: 319) y el comentario en Zuidema (1989 y 1991: 169).
4
Sobre los ritos de sacrificio de las llamas, véase por ejemplo Duviols (1974-76: 296).
Introducción
17
El período colonial
5
Compárese el reino aymara de Lupaka, al norte, según Murra (1968).
6
Sobre la “ecología vertical” andina, véase Murra (1975a).
18 Río de Vellón, Río de Canto
(Briggs 1993). El uso de muchos términos rituales que se oyen en las canciones
y libaciones que las acompañan son específicas de esta región limitada. En
muchos casos parecen seguir los lindes de las antiguas federaciones aymaras,
tal como de Killakas Asanaqi, que se extienden en forma de centón para
incluir a sus archipiélagos vallunos.
El contexto material que comparten provee la temática material para las
canciones. Elizabeth Benson (a semejanza de Polo de Ondegardo siglos antes
que ella), recalca que la llama es el animal “completo” de los Andes (1988).
En el transcurso de milenios 7, el pelo de los camélidos se convirtió en la
base, no sólo de la ropa y los implementos prácticos, sino de los sistemas de
comunicación e información. Los cordones anudados precolombinos llamados
kipu, usados para la contabilidad, como archivos y documentos históricos y
como base del “arte de la memoria” en la tradición oral, se confeccionaban con
hebras de este material. Es muy probable que estas invenciones tecnológicas
de la civilización andina dejaban superflua la “invención de la escritura” en
sentido europeo. En ninguna parte del mundo ha sido más valorado el textil,
ni se ha tejido con técnicas tan variadas y complejas como en los Andes. Las
investigaciones sobre los sistemas de comunicación incorporados en los kipus,
o en los textiles andinos en general, han demostrado que son tan complejos y
de tantos niveles de significado que es poco probable que un sencillo sistema
alfabético hubiera resultado suficiente para llenar las necesidades de los
andinos.
También es poco probable que la agricultura se hubiera desarrollado en
los Andes sin los rebaños de llamas 8. La región circundante a Tiwanaku,
descrita como una civilización basada en el cultivo de la papa, también fue una
extensa área de pastoreo de camélidos y, con la excepción de los camellones
húmedos en torno al lago, la tierra en barbecho nunca habría recobrado la
fertilidad suficiente para rendir una buena cosecha de papas sin la provisión
del estiércol (o “taquia”) de las llamas 9. El uso de su abono como fertilizante
y combustible continúa aún hoy 10.
Algunos autores analizan la contribución de la llama en términos de
la provisión de energía (en la forma disponible de grasa y carne), o como
ahorros de energía, cuando transporta mercancías o da su pelo y taquia como
combustible 11. En la economía étnica local, las llamas como bestias de carga
llevaban productos de las tierras altas, principalmente la sal, en viajes anuales
hasta los valles cálidos para trocar con productos vallunos, principalmente
7
Para la arqueología de domesticación de camélidos véase Wheeler (1984) y Dransart (1991a).
8
Sobre el rol de las llamas como proveedoras de abono, véaseWinterhalder, Larsen y Brooke
(1974).
9
Véase por ejemplo Lynch (1983: 2) y Yanamoto (1982: 44, 54), citado en Benson (1988).
10
Para un resumen de los variados usos de los camélidos, véase Benson (1988) y Bonavia
(1996).
11
Sobre el rol de la llama en la provisión de energía, véase por ejemplo Wing (1978).
Introducción
19
12
Sobre el uso colonial de las piñas, véase López Beltrán (1993: 72).
Introducción
21
Moquegua, Puno y otros lugares del altiplano 13, nombres que aparecen en las
canciones. Entretanto los sistemas más antiguos de caminos con sus posadas
se convirtieron en rutas postales, para llevar correspondencia entre las grandes
haciendas y las ciudades en desarrollo, con descansos en los antiguos tambos
en lugares como Qaqachaka.
El período republicano
Bajo los nuevos regímenes liberales del período republicano, la antigua tasa
colonial inicialmente se convirtió en la llamada “contribución indígena” y
luego en “la contribución territorial” 14. No obstante, las poblaciones andinas
consideraron a estos nuevos términos como simples modificaciones del sistema
anterior, continuaron usando el término “tributo” en los documentos legales
del período, y continúan hablando de la “tasa” hasta hoy.
Aquí surgen dos preguntas distintas pero interrelacionadas. La primera:
¿Por qué la terminología y el simbolismo del sistema anterior fueron tan
resistentes al cambio? La segunda: ¿Por qué el pago del impuesto como tributo
inspira a las comunidades campesinas actuales a cantar? El sacrificio que se
exigía de las comunidades de pagar la tasa ha debido ser muy sentido en todos
los aspectos de sus vidas. Sánchez Albornoz ha demostrado que hasta el año
1838, las comunidades campesinas todavía contribuían más de la mitad de
todo el erario del estado 15. Pero, por otra parte, las exigencias en impuestos,
por severas que fueran, continuaron integrando a las comunidades campesinas
a una jerarquía estatal que ellas podían entender dentro de los términos
históricos de los antiguos estados andinos, incluyendo el dominio incaico. Dicho
de otra manera, las comunidades originarias entendían el cumplimiento de
las obligaciones estatales como parte de lo que Isbell llama “la reciprocidad
pública” y Platt el “pacto recíproco andino”, que les garantizaba los derechos
sobre sus tierras en perpetuidad 16. En su condición de contribuyentes
escrupulosos y trabajadores del estado, gozaban de derechos garantizados
a sus tierras por la agricultura —y el pastoreo—, y la continuación de su
forma de vida.
De este modo, la gente de Qaqachaka, como otros ayllus en la región, usaban
la relación entre la comunidad local y los antiguos estados andinos (el estado
incaico en especial) como el modelo ideológico básico en el cual se formó su
percepción de otras relaciones históricas, ya sean relaciones con el estado
colonial hispano implantado tras la conquista, o los estados republicanos
y modernos bolivianos desde la independencia (1825). En este sentido, el
dominio incaico era el atuendo en el que las tradiciones orales vestían para
13
Véase también López Beltrán (1993: 77).
14
La llamada “contribución indigenal” y “contribución territorial” respectivamente.
15
Véase Sánchez Albornoz (1978: 198).
16
Véase Isbell (1985 [1978]: 167) y Platt (1982a: 132 y sig., 1982c: 39).
22 Río de Vellón, Río de Canto
17
Véase por ejemplo Platt (1982a), y el trabajo seminal de Assadourian, El sistema de la
economía colonial. Mercado interno, regiones y espacio económico (1982, Lima: IEP).
Introducción
23
El período moderno
Con sus lazos nostálgicos respecto al pasado distante, las canciones tienden
a pasar por alto la historia más reciente de los ayllus libres y el decaimiento
de su poder de antaño. Las consecuencias para el pastoreo andino de los
programas políticos liberales en este siglo, sobre todo de la Reforma Agraria de
1953, aun tienen que ser analizados y entendidos. Como una re-elaboración de
la Ley de Expropiación de Tierras de 1873, esta Reforma intentó reemplazar
la contribución territorial por un sólo impuesto, pero en forma similar a su
24 Río de Vellón, Río de Canto
18
Véase por ejemplo Harris (1978a: 54).
19
Sobre estos cambios en los años 40, véase Torrico (1987).
Introducción
25
20
Véase por ejemplo Godoy (1984, 1990), y Arnold y Yapita (1996b).
21
Sobre la introducción de estas enfermedades, véase Ayllu Sartañäni (1992).
22
Sobre el daño provocado por las pezuñas pesadas, véase por ejemplo Ruthsatz y Fisel (1984).
26 Río de Vellón, Río de Canto
23
Cf. Descola (1989, Capítulo 5) sobre el rol del canto en la ecología de la selva.
24
Para resúmenes de estudios recientes sobre la literatura oral aymara, véase Briggs (1985 y
1992), y las “Introducciones” en Albó y Layme (1992), y Arnold, Jiménez y Yapita (1992a).
25
Por ejemplo, Albó y Layme (1992) y Ortiz Rescaniere (1992).
26
Véase, por ejemplo, Quijada Jara (1957), Delgado Aragón (1971), Beyersdorff (1983),
Tomoeda (1985) y Ochoa (1988).
27
Las excepciones son Mamani (1989, 1996) y Solomon (1991, 1993).
Introducción
27
28
Véase Leinhard (1992), Arnold (1992) y Rodríguez (1994).
29
Véase por ejemplo B. Tedlock (1986) y Feld (1986).
30
Véase Arnold (1992b).
28 Río de Vellón, Río de Canto
31
Compárase el análisis de Marmon Silko respecto a la tierra para los pueblo (Marmon Silko
1986), de Keith Basso para los apache del Oeste (Basso 1987: 95-116), y de Columbus (1990)
sobre la cualidad vivida de la tierra andina.
Introducción
31
Ortografía aymara
Imprenta Símbolo Notas sobre pronunciación
Fonético
a [a] como castellano “aro”.
ä [a:] vocal alargada.
ch [c] como en castellano “chocar”.
chh [ch] fricativa aspirada.
ch' [c?] fricativa glotalizada, sin equivalente en castellano.
i [i] como en castellano “ir”.
ï [i:] vocal alargada.
j [h] como en castellano “joven”.
k [k] como en castellano “kilo”.
kh [kh] sonido aspirado.
k' [k?] velar glotalizada, que se pronuncia con la parte posterior
de la garganta, sin equivalente en castellano.
l [l] como en castellano “loma”.
ll [ ] y palatal lateral, como en castellano “llama”.
m [m] como en castellano “mamá”.
n [n] como en castellano “negro”.
ñ [ñ] como en castellano “seña”.
p [p] como en castellano “pozo”.
ph [ph] oclusiva aspirada.
p' [p?] oclusiva glotalizada.
q [q] postvelar, que se pronuncia con la parte posterior de la
garganta, sin equivalente en castellano.
qh [qh] postvelar aspirada, que se pronuncia con la parte
posterior de la garganta, sin equivalente en castellano.
q' [q?] postevelar glotalizada, que se pronuncia con la parte
posterior de la garganta, sin equivalente en castellano.
r [r] como en castellano “rama”.
s [s] como en castellano “sopa”.
t [t] como en castellano “toro”.
th [th] oclusiva aspirada, sin equivalente en castellano.
t' [t?] oclusiva glotalizada, que se pronuncia con la parte
posterior de la garganta, sin equivalente en castellano.
u [u] como en castallano “tu”.
ü [u:] vocal alargada, como en castellano “tú”.
w [w] como en castellano “guagua”.
x [x] postvelar, como en alemán “acht”.
y [y] como en castellano “ya”.
Vocales abiertas
Cuando la vocal precede o sigue a los postvelares /q/ y /x/ siempre se pronuncia más abierta,
p ej. /uqi/ [oqε] “gris” y /jutxi/ [hUtxe] “él/ella vino ya”.
Acentuación
La acentuación en las palabras aymaras cae en la penúltima sílaba en el habla, pero en las
canciones se puede cambiar de acuerdo al ritmo más dominante de la música.
Ortografía
La ortografía aymara se basa en Hardman y otros (1988).
Parte I
Polo de Ondegardo
Relación echa del notable daño que resulta de no guardar a los indios en sus fueros
[1571], pág. 64. Ediciones Urteaga.
Capítulo 1
Orígenes
en las melodías anuales o eternas
del wayñu
—El corazón está listo. El mundo avisa. Estoy oyendo la cascada de Saño.
¡Estoy listo¡, dijo el dansak’. “Rasu-Ñiti”.
Obertura
4
Nos prestamos la terminología de Platt (1978), aunque los propios qaqachakeños por lo
común aluden a su ayllu mayor como “anexo” (añiju), por sus pasados lazos eclesiásticos
y políticos con su vecino mayor de Condo.
Capítulo 1
43
5
Hommi K. Bhabha (1994: 109) se refiere a la diferencia agonística del contorno en tales
espacios intermedios. Stone-Miller y otros (1994: 1137, 64) usan el término “rivalidad de
contornos” para describir una oposición ambigua de bordes y diseños en los antiguos textiles
andinos. Crickmay (1997) considera la ambigüedad de las categorías de género en torno a
los bordes textiles andinos, antiguos y presentes.
6
Sobre las envolturas espaciales alternantes en Qaqachaka, véase Arnold (1988: 356).
7
Para un estudio comparativo sobre la casa como “nido”, véase Astvaldsson (1994: 183).
44 Río de Vellón, Río de Canto
Las canciones de Qaqachaka, igual que sus textiles, reflejan esta tensión
cultural entre fuerzas centrífugas y centrípetas. Según la historia oral del
lugar, Qaqachaka se juntó a Condo Condo y el departamento de Oruro en
tiempos relativamente recientes, y estos orígenes históricos están evocados
en las tradiciones musicales de Qaqachaka moderna, pues las fuentes de las
canciones y bailes populares son los wayñus de allende el linde departamental,
en el Norte de Potosí. Los qaqachakeños afirman muy enfáticamente que sus
wayñus “vienen del norte, de las alturas de Potosí y de Chayanta”, que “los
de Charkas los conocen bien”, y que su música y canto se parecen más a los
de Laymi, Pukuwata y Jukumani que los de Condo. De esta manera, ellos
incluyen su propia tradición de canto, o kirki, con la de otros ayllus de la región
de Potosí 8. Señalan que no existen muchas canciones en Oruro, y que sólo
la música de ayawayu (que se toca de tarqa), se origina en Condo. Además,
8
Hablan de Watiñu kirki en Pukuwata, Macha kirki en Macha, y Jallq'a kirki en los valles
cálidos de Jallq'a.
Capítulo 1
45
comentan que las mujeres de Condo no cantan bien, “ya que tienen sapos en
la boca”.
Esto se hace muy evidente en la gran fiesta de Chuqunpasi, que se
realiza en el comienzo de diciembre en el ayllu vecino de Jukumani, donde
los qaqachakeños ya no visitan personalmente por las peleas que pueden
suscitarse con sus enemigos más temidos. En vez de esto, durante esa fiesta
los jóvenes de Qaqachaka subrepticiamente escuchan los wayñus nuevos
desde el otro lado del valle. Estos wayñus salen de una de las “sirenas”
más poderosas de la región: la sirina llamada Phutina (Aguas Calientes)
en Jukumani, a una hora de caminata por el borde del río más abajo de
Qaqachaka, donde las aguas vaporosas saltan varios metros al aire. Los
jukumanis tocan los nuevos wayñus en el curso de su fiesta en la plaza de
Luluni. Los qaqachakeños, a escondidas, escuchan las nuevas melodías, las
captan y reciben en el corazón. Luego las llevan al lugar de baile en la plaza
principal del pueblo una semana después, en su propia fiesta de la Virgen
Inmaculada de la Concepción a primeros de diciembre, para iniciar la nueva
temporada de las melodías de wayñu.
En esta ocasión, la plaza, que generalmente está vacía, se convierte en
un virtual eje de actividad, llena de centenares de qaqachakeños de los seis
ayllus menores, visitantes de los ayllus vecinos y vendedores de toda clase de
mercancías de los pueblos feriales locales. Todos los qaqachakeños presentes
aprenden los wayñus de última moda de la “gente de los linderos” y se los
apropian para sí.
La actuación pública de los nuevos wayñus parece mediar entre los
orígenes de Qaqachaka en la región lindera de las federaciones aymaras
antiguas de Charkas y Qhara Qhara, y su disfraz posterior como “anexo”
(añiju) eclesiástico de la reducción Toledana de Condo (su propia iglesia fue
construida aproximadamente en 1612). En las dos fiestas mayores, cuando
cantan los últimos wayñus, docenas de tropas de bailarines llegan de las
estancias dispersas de sus seis ayllus componentes a la pista central de baile
en el pueblo. Cada tropa trae consigo su propio repertorio de cantos, que tocan
con los tonos distintos de sus propios instrumentos musicales.
El tocar en público, de esta manera, un nuevo wayñu robado de los lindes de
Charkas, pero con sus propias variantes, es expresar la esencia de la identidad
qaqachakeña: “¡Soy Qaqa, carajo!” gritan ellos durante las actuaciones en
este lugar central, una vez que han consumido suficiente aguardiente. “Soy
Santa Wila Kurusa de Qaqachaka, ¡supay Qaqachaka!...”.
46 Río de Vellón, Río de Canto
El primer movimiento
El wayñu
Las canciones a los animales son clasificadas por las mujeres como una especie
de wayñu. Sin embargo, los wayñus a los animales se deben distinguir de los
wayñus más populares, un género de canto y baile que se toca durante toda
la época lluviosa, cuando forma una parte vital de los ciclos de producción
agrícola y pastoril, y sus estadios análogos en el ciclo vital humano. Los
wayñus a los animales y los wayñus populares en efecto comparten algunas
características comunes; por ejemplo, cada uno ayuda en las actividades de
pastoreo. Pero las diferencias musicales y culturales merecen un análisis.
una casa. Sin embargo, los wayñus más importantes son ejecutados en público,
en la plaza principal de Qaqachak marka. Tradicionalmente éstos eran
realizados en tres ocasiones del año: primero, en la fiesta de la Inmaculada
Concepción de Nuestra Señora (Kunsyuna) en diciembre; segundo, en la fiesta
de la Candelaria (Kantilayra) a comienzos de febrero; y tercero, en la fiesta de
juegos: Anata, el carnaval aymara. En los últimos años, han sido realizados
solamente en Concepción y carnaval (Arnold 1992b).
No obstante, el contexto tripartito anterior nos permite identificar una de
las funciones centrales del wayñu popular, a saber, para marcar tres etapas
distintas en el ciclo agrícola: la primera siembra (Kunsyuna), el primer
brote (Kantilayra), y finalmente la exuberancia del florecimiento (Anata).
Las ancianas, como doña Lucía Quispe Choque y doña María Ayca Llanque,
recalcan la función importante del wayñu que es despertar a la Tierra Virgen
de su período de descanso, alegrarla con el vigor renovado de los saltos y bailes
de la juventud, y así recordarle que debe procrear las nuevas guaguas con la
cosecha de productos y animales durante la siguiente temporada.
Por esta razón, el baile del wayñu popular es realizado principalmente
por adolescentes de ambos sexos: los jóvenes llamados maxt'a, y las jóvenes
llamadas palachu o imilla 9. La gente mayor tiene que contentarse con
observar el baile desde la periferia de la plaza. La única excepción al dominio
de los jóvenes en el wayñu ocurre en carnaval, cuando incluso los casados,
mujeres y hombres, se meten para el gran wayñu: un espectáculo tan grande,
con sus singulares patrones de baile y enorme escala de movimiento, que
engloba todo lo que es el carnaval. Cuando zapatean el wayñu en esta ocasión,
los qaqachakeños comentan que es “como si estuvieran jugando”. La raíz de
su expresión juega a la vez con el verbo aymara anaña: “arrear”, y el término
por carnaval, Anata: un “juego”.
llama Turu Santu como préstamo del castellano, pero en aymara es más usual
decir Awila Achachi: “las Abuelas y los Abuelos”, nombre que como veremos
es muy pertinente a las canciones a los animales como wayñus.
Ahora bien, si ambas formas de wayñu giran en torno a la época lluviosa,
la fiesta de los difuntos y la vida nueva, esto implica que el término wayñu,
en sentido más amplio, tiene menos que ver con la temporada lluviosa como
tal, y más con un dominio intermedio y liminal, entre la vida y la muerte.
En su estudio, Harris hace contraste entre dos géneros distintos de la
canción popular entre los Laymi: uno que se canta en la época lluviosa y se
llama wayñu, “una forma de endecha... que llora”, y otro que se canta durante
la época seca y se llama kirki, que es “alegre”. El wayñu de la época lluviosa,
lo relaciona con los muertos y sus manifestaciones espirituales como “diablos”
que visitan al ayllu durante esta temporada del año (Harris 1983: 144).
En Qaqachaka, no se hace la misma distinción musical. Si bien existe la
misma relación amplia entre wayñu y la temporada lluviosa, kirki y temporada
seca, sin embargo las canciones que se cantan durante la época lluviosa
para acompañar los wayñus en círculo, se llaman wayñu kirki, y las que se
cantan en la temporada seca, a partir de Pascuas, se llaman tuna kirki 11. Los
qaqachakeños distinguen el wayñu kirki y el tuna kirki por sus diferentes
“tonos”, tunu, “ya que se tocan en instrumentos diferentes”: los wayñu kirkis
se tocan en flautas de pico de madera, llamadas pinkillu, o con guitarras
grandes, en tanto que los tuna kirkis se tocan con guitarras pequeñas, o con
charango, una especie de mandolina. Asimismo tienen distintos “rimados”
(rimatu). Según ellos, los wayñu kirkis tienen el ritmo ayaway waya, y los
músicos siguen esta senda del sonido; uno de ellos pone un “tono” (tunu), otro
añade otro “tono”, y siguen así, “tono tras tono”. Por tanto, para la gente de
Qaqachaka, kirki es el término genérico por “canción”, en tanto que wayñu
alude más a una especie de “danza”. Es así que el verbo kirkiña significa
“cantar”, y wayñuña significa “bailar el wayñu ”.Esto implica que las canciones
a los animales, en su calidad de wayñu, también son más una especie de
danza antes que una especie de canción, aspecto que examinaremos más
adelante.
En realidad, las canciones a los animales no caben de ningún modo en
la clasificación occidental de los géneros musicales. En Qaqachaka, si son
acompañadas, se cantan con las flautas llamadas pinkillu, pero, a la vez,
las mujeres no las clasifican como pinkill wayñus, según hacen con las
canciones populares. Más a menudo no llevan acompañamiento y, como forma
puramente vocal, están directamente controladas por las mujeres. Por eso,
11
Tuna parece jugar con dos palabras castellanas: “tono” y el hecho de que se tocan tuna kirki
en la temporada de los frutos del cactus, llamados “tuna” (o “higos chumbos”), asociados
festivamente con cortejar y el sexo. La gente joven se bromea, diciendo: “¿Qué es rugoso y
espinoso por fuera y suave por dentro?” Para metáforas parecidas en quechua, véase Isbell
y Roncalla Fernández (1977).
Capítulo 1
49
se admite que en las canciones a los animales, las mujeres asumen del todo
su dominio musical.
La terminología del wayñu
Las palachus y los maxt'as toman para las sirenas, diciendo: “Para las doce
sirenas”. Van al lugar llamado Río Diabólico (Saxra Q'awa), con sus pinquillos
y guitarras grandes, para escuchar detenidamente ahí, y luego ¡Ay—!, ¡tocan los
nuevos wayñus tan... lindos!. Es el diablo-saxra que realmente toca, aquella que
se llama “sirena”. Aclarecen nuestros corazones y nos hacen recordar sus melodías
y luego las cantamos bien...
hace el sonido Phax o que reverbera Phum phum, phum phum mientras se
precipita por los barrancos. Es esta cualidad efervescente del sonido que los
jóvenes aprenden a imitar con sus voces e instrumentos. El sonido de las
sirenas “aclarecen” el corazón de las chicas y —a semejanza de las grandes
divas australianas— afinan sus voces con la cualidad cristalina del sonido
acuático local. De modo semejante, la flauta de un joven, al ser colocada
cerca de este lugar acúatico, “llorará phax igualito” o su guitarra grande
dará espontáneamente un rasgueo estridente, chan chan chan. Dicen que
las guitarras grandes con su capacidad de crear nuevos versos son “madres
de las sirenas” y “phaxcha mamas”, en tanto que las flautas pinkillu que
dan los nuevos tunus son los “padres de las sirenas”. Una vez que se hace
una ofrenda, los cerros enviarán sus espíritus de aliento y luego los versos
soplarán nítidamente de los instrumentos.
Dicen que los versos son “soplados” por los cerros, especialmente cuando
se habla del poder de los instrumentos de viento. Y cuando los cerros soplan
en esta forma, luego se sopla un verso “claro”. Por tanto, cuando una mujer
canta con este sonido, se dice que “aclara su corazón”, tal como hizo doña
María en su descripción. Al respecto, las cantantes usan el término kaläru
(préstamo del castellano “claro”) para este sonido claro, y retiene el equivalente
aymara ch'uwa para describir el sonido del agua clara que corre. La cualidad
de este sonido “claro” se puede comparar con un color “claro”, cocido y teñido
con una cualidad brillante y clara, antes que un tono mezclado natural. Por
ejemplo, los colores brillantes de rojo y verde se consideran “claros”. E igual
que estos colores claros, el sonido de una canción popular debe ser “claro” y
no “mezclado” (ch'axru). Es otra razón por qué debe cantarlas la gente joven,
ya que tienen mejor memoria para distinguir bien los sonidos claros sin
confundirlos, como lo haría una persona mayor. En el pasado, se cantaban
en aymara, pero actualmente se cantan en quechua, que está comenzando a
prevalecer en la región para la presente generación joven.
15
Sobre los orígenes incaicos del wayñu, véase Lira (1982: 327).
54 Río de Vellón, Río de Canto
17
Para Bertonio, en el idioma aymara de los comienzos del siglo XVI en Chucuito, a orillas del
Lago Titicaca, wayñu significa un baile en rueda, o de una pareja en el centro de una rueda
de bailarines, de mujeres solas y hombres solos, aunque también menciona el término en
asociación con un “sarao” (probablemente las antecesoras de las fiestas domésticas que se
mencionan arriba), o con un amigo, compañero o familiar (Bertonio 1984 [1612], II: 157).
18
Véase por ejemplo González Holguín (1952 [1608]: 194), Lara (1978: 268-9) y Lira (1982:
327-8).
Capítulo 1
55
Entonces, las mujeres ¿cómo distinguen las dos formas del wayñu? Indicaron
otras diferencias entre las canciones a los animales, como wayñu kirki, y los
wayñus populares de la gente joven. Por ejemplo, compararon los wayñus
populares que cambian de una a otra época lluviosa, y las canciones a los
animales, “que nunca cambian”. Doña Lucía nos explicó que las canciones a
los animales son parte del “tiempo eterno” llamado wiñay timpu y que “su
senda permanece lo mismo, año tras año”:
Las abuelas y los abuelos solían cantar de esta manera, las abuelas que ahora son
convertidas en tierra, y por eso la gente del ayllu sigue realizándolo así. Por eso
las canciones a las ovejas, o a las llamas, son lo mismo año tras año.
Como tal, las canciones a los animales (ya sea a las llamas ya sea a las
ovejas) son esencialmente diferentes de las phaxcha o “canciones a las sirenas”
referentes a los wayñus populares con flauta o guitarra. Son cosa aparte, un
género de canción del todo diferente. Se parecen más a las antiguas canciones
de trabajo (lurañ kirki) que se cantaban cuando pisaban las papas heladas
para hacer chuño, o las canciones de hilar o tejer (sawuñ y qapuñ kirki), que
se cantaban cuando tejían e hilaban por las noches en la época fría, para
alejar el sueño, o las canciones a los dioses (yusa kirki), que se cantan en su
honor en las fiestas patronales, o las canciones que se cantan al techar la
casa (uta kirki), o las canciones de boda (kasamint kirki), de las que se dice
todas tiene formas y melodías que nunca cambian. Pero las canciones a los
animales tampoco son iguales a estas otras canciones.
Otra diferencia, algo más sutil, tiene que ver con la dirección cosmológica
de la fuente de inspiración. Para doña Lucía, los wayñus populares llegan del
“mundo interior” (manqhapacha), en tanto que las canciones a los dioses llegan
del “mundo superior” (alaxpacha), en los cielos, y las canciones de trabajo son
sencillamente “levantadas de la pampa”, de algún punto intermedio. Pero en
cambio, nos dijo enigmáticamente, las canciones a los animales llegan de un
lugar del todo distinto.
No pudo dar una definición cabal de ese otro lugar, ni pudo describir
exactamente dónde se halla. Para ella, las canciones a los animales eran más
bien una parte de la “senda de las abuelas y los abuelos” (awil achach thakhi),
y como tales eran inmutables desde tiempos inmemoriales. Fue igualmente
vaga acerca del período cuando las canciones a los animales aparecieron por
primera vez. Cuando le preguntamos acerca del origen de estas canciones,
nos dijo que sus antepasados, abuelas y abuelos, las cantaban así, y de este
modo han pasado de una generación a otra. Las mujeres mayores, como
doña Lucía, se muestran del todo renuentes a dar una escala terrenal al
tiempo de las canciones; en vez de eso, dicen que son “parte de lo eterno”
56 Río de Vellón, Río de Canto
(wiñay parti), parte ancestral del “tiempo de las abuelas y los abuelos”
(awil achach timpu) y del “tiempo lejano” (jaya timpu). Y agregan, aún más
enigmáticamente, que las canciones son “una parte del espíritu” (ispirit parti).
La misma renuencia de comprometerse a un lugar y tiempo específico
respecto al origen de sus wayñus se hace evidente cuando hablan acerca
de la forma del canto, especialmente las melodías. Hacen contraste entre
sus wayñus ultramundanos, que llegan de un tiempo inmutable, y los
wayñus populares, que llegan del “mundo interior”, donde el tiempo cambia
constantemente. Dicen que sus canciones a los animales son diferentes de
los wayñus y kirkis que cambian sus melodías (tunu) y rimas (rimatu) de un
año a otro y que, con su forma inmutable, simplemente continúan de una
generación a otra. De modo parecido, describen la forma de cualquier género
de canción a los animales como “eternamente larga”, de manera que la versión
de cualquier mujer individual es nada más que una parte diminuta de un
todo eternamente largo y desenvolvente, que nadie jamás puede captar ni
escuchar en su integridad en el lapso de una vida. Aquí evocan las analogías de
tejer, puesto que dicen que ellas, como mujeres, meramente siguen la misma
senda de costumbre y canción que “se despliega como una cinta” ante ellas.
Además, afirman que las canciones han sido así desde que ellas nacieron, una
idea captada en la expresión común que usaron cuando les preguntamos del
origen de estas canciones: “Siempre había sido así cuando he abierto mis ojos”.
El segundo movimiento
Chullpas e Inkas, y el nacimiento del Sol Ardiente
Al hacer esta comparación entre los orígenes de sus wayñus a los animales y el
momento de su nacimiento, las mujeres nos dan una pauta sustancial respecto
a la manera en que intuyen los orígenes culturales de su canto. Presenciamos
que las canciones a los animales, igual que los wayñus populares, están
relacionados con la muerte y los antepasados, pero sus comentarios aquí
implican que tienen igualmente que ver con el nacimiento.
Esto se debe a que las mujeres ubican los primeros sonidos de sus canciones
a los animales, juntamente con todos los demás susurros y murmullos nuevos,
en un tiempo de transición, una zona de penumbra entre la oscuridad eterna
del Tiempo de los Chullpas y la nueva época del Tiempo del Inka, cuando
nació el Sol por primera vez. De una forma muy parecida, sus propios
nacimientos son considerados como el nacimiento del mundo. Como pequeños
fetos sentados a la espera, acurrucados dentro del vientre de la madre, así las
chullpas momificadas del ayllu esperan en pose fetal el nacimiento del Sol.
Para ellas, la palabra “chullpa” describe simultáneamente a los habitantes
antiguos del ayllu, las temidas ruinas de las que fueron sus casas, y los restos
momificados que se hallan dentro de las mismas.
Para comenzar, las mujeres actuales de Qaqachaka se muestran del
todo renuentes a acreditar a los chullpas antiguos el poder de cantar a
sus animales, simplemente porque aquellos no poseían los animales que
conocemos nosotros. Los numerosos relatos del Tiempo de los Chullpas
narran que los chullpas antiguos no cuidaban animales domésticos (uywa),
tal como la gente actual del ayllu, sino que cuidaban sus animales muy
propios que eran las bestias silvestres (liq'u). Doña Santusa Quispe, una
madre joven e hija de doña María Ayca Llanque, nos describió así a los
animales de la gente chullpa:
Los chullpas habían tenido animales también. El venado había sido su cabra y la
vicuña su llama. Siempre dicen que la última había sido animal de los chullpas
y que había sabido llevar cargas de plata, la vicuña. Y la vizcacha había sido su
burro y el cuy (cobayo) su vaca. Y el zorro había sido su perro y el gato montés su
león. Todo... El cóndor había sido su gallina y habían habido patos. Y dicen que las
aves caracara habían sido sus escribanos...
Al hacer así, se presta frases enteras de las canciones de hilar y tejer, antes de
retirarse reptando. De esta forma, puede usar los ritmos de estas actividades
culturales para desliar gradualmente su voz atada, puesto que en el mismo
período transitorio, las bestias silvestres podían “hablar”, según lo afirma la
gente con cierta sorpresa.
Doña Bernaldita Quispe, otra pastora-cantante del ayllu, nos relató su
versión del Wayñu Transnocturno de los animales chullpa y las doncellas
incaicas. En su versión, ella recalcó la renuencia de los Chullpas e Inkas a
que amaneciera, pero que no obstante, con los susurros y murmullos del día
venidero, los sonidos onomatopéyicos y movimientos de las bestias silvestres
desnudas, gradualmente comenzaron a desperezarse y sacudir sus patas
en preparación para los pasos del baile, en tanto que las doncellas incaicas
comenzaron a aprender las rimas musicales. Luego el mundo entero amanece
sobre su baile y canto:
Capítulo 1
59
Luego, para encontrarse todos juntos en una casa —no sé si habría sido una casa de
chullpas— de todas maneras, habían habido zorros y cóndores y venados y las aves
caracara (allqamari) y lagartos y escarabajos. En aquellos tiempos hacían wayñus
en la casa de las doncellas inkas. Y el Cóndor y el Venado habían comenzado a
bailar. Luego el Zorro diría:
—Pisk, pisk, pisk, pisk, y había bailado aún más entusiasmadamente,
—¡Voy a soltar mis patas!, diciendo, porque sólo había bailado delicadamente,
sólo –pisk, pisk–, diciendo, hasta entonces. Y los demás habían zapateado
sus patas:
—Ruj, ruj, ruj.
Luego la doncella inka había rimado versos, cantando:
Q'a q'alawaychu, janipiniw qhananïntati Desnudito, nunca dejes que llegue la luz.
Q'a q'alawaychu, janipiniw urunïntati. Desnudito, nunca dejes que llegue el día.
Hacían el wayñu. Hacían wayñus y wayñus, las doncellas inkas con los demás,
y no sé si las doncellas incaicas se habrían dado cuenta, pero había llegado la luz y
el día había comenzado. Pues:
—Jap' jap' jap'— sonando, había salido el Cóndor,
—Phusa phusa— sonando, había salido el venado,
—Qal qal qal qal qal— sonando, había salido el Zorro,
—Ch'ix ch'ix ch'ix— sonando, había salido el Escarabajo, y
—Jap'... sonando, había salido el Lagarto.
Luego una de ellas había exclamado:
—¡Ay Tata! ¿Acaso he bailado con éstos nomás?
Tres varones se habían quedado (éstos eran los hombres incaicos), y luego ellos
habían mirado a las doncellas, habían mirado fijamente a todos sus cuerpos, de
pies a cabeza. Y ellas dirían:
—¿Qué habría pasado? ¿Esto nomás había sido?, habían preguntado las
doncellas.
Luego esto había pasado y luego aquello, y luego había aparecido el Inti Tala.
Y los Chullpas habían sido quemados y los Inkas habían desaparecido...
Y luego el Sol había aparecido y ellos se habían perdido. Y luego el Dios, ¡se había
establecido aquí también! Y no sabemos si la gente se había multiplicado o no...
—Padre Sol, el Inti Tala, va a salir del otro lado, habían dicho.
Pero Inti Tala había salido del otro lado. Habían dicho:
—Haremos las casas con vista al otro lado.
Y luego el Sol había salido del mismo lado, haciendo sonar P'aq p'aq. Y luego ellos
habían muerto. ¡Date cuenta de eso! Habían dicho:
—Va a salir del otro lado,
pero había salido de este mismo lado. Pues el Sol les había matado, dicen.
No fue sino con la alborada del Tiempo del Inka, con el nuevo Sol, que la gente
de Qaqachaka supo primero de los camélidos, la fuente de sus tejidos, y de
su material de lectura: otra actividad cultural inspirada por los inkas con la
llegada de la luz del día. Decimos “material de lectura” ya que los primeros
textos que ellos leyeron eran muy distintos de lo que podemos imaginarnos:
consistían de elementos circulares de piedra, los corrales de los animales, y
las sendas serpenteantes que los vinculaban, como si el descifrado de estos
elementos vitales (a la vez nodulares y funiculares) informara a los chullpas
de cómo debían pastorear a sus animales, tejer sus telas, anudar sus kipus,
y desarrollar sus formas de pensamiento, todo a la vez.
La interpretación de los materiales de la lectura, según doña Santusa
Quispe, fue otro pretexto por otra batalla implacable entre los Chullpas y los
Inkas. Los Inkas acusan a los Chullpas de no saber leer, y deciden enseñarles,
de modo que les enseñaron acerca de los nuevos animales y cómo debían
cuidarlos y pastorearlos, con perros pastores si fuera necesario:
Y habían tenido competencias de leer. Los chullpas no habían sabido leer pero los
inkas habían sabido.
—Esta cosa redonda, redonda, ¿qué es? preguntaría. Y ellos habían contestado:
—Es un corral de ovejas. Y luego:
—Y esta cosa de zigzag, ¿qué es?
—Es un camino, habían contestado. Y luego:
—Esta cosa parada, ¿qué es? habían preguntado.
—Esto es un corral de llamas, habían contestado.
—Es un corral de ovejas, habían dicho. Y luego:
—Este agujero, ¿qué es?
—Es la casa del perro, habían contestado. Y así habían hablado, discutiendo
así, dicen.
—¿No puedes leer? Debes leer esto. Los Inkas habían sabido leer, pero los
chullpas no habían sabido.
—¿Qué sabes entonces? Pero ¡sabes cómo cultivar plata! Pero, ¿por qué no sabes
estas otras cosas?, dice que había dicho.
Capítulo 1
61
jukumanis. Es así que ella liberó a los ríos y sirenas del ayllu como fuentes
adicionales de sonido y canto 19.
Existe aquí, en la creación del mundo, una división de labores rituales por el
género: lo mismo que el Inka “habla” para dar existencia al mundo mediante la
luz del sol, así también las antepasadas vigorosamente “patean” —¿o digamos
“bailan”?— para dar existencia a todo un territorio del canto:
Como sea, el Inka gritó sorpresivamente y luego el Sol habría aparecido, y de ahí
había bajado la Inka Mariya, y bajando de allí, ella se había establecido aquí. Y había
habido agua aquí, harta agua, y ella lo había pateado con su pie, hacia al río, porque
dice que las aguas calientes llamadas Phutina había sabido estar aquí, y por el hecho
que Phutina había sabido estar aquí, lo pateó, dice. Y entonces, sólo recientemente
ellos se habían asentado aquí, dice. Y luego se habían vuelto gente, dicen.
19
Sobre la vivificación del cosmos mediante el sonido y el agua, véase también Classen (1991:
241) y Stobart (1995: Capítulos 2 y 3).
Capítulo 1
63
Así había sido. Había sido así. Ellas habían circundado el linde de Charkas,
agarrándose de las manos y haciendo sonar tambores. Es por esta razón que ellas
nos habían hecho dar a luz a una guagua aquí. En aquellos tiempos. Y por esta
razón, decimos, las mujeres y los hombres mastican coca. Así decimos...
Dice que habían sido altos, que doña Ana había sido muy alta. Porque las mujeres
entonces habían sido altas. Por ejemplo, donde ellas se habían sentado, donde sus
huellas habrían habido, hay montañas altas sentadas. Aquellas son ellas, dicen.
Y luego se habían ido mascando la coca, dicen. Dicen que habían levantado un
gran cantidad de coca. Luego lo habían mascado en cada lugar que ellas habían
descansado, hasta que el cerro ahí había crecido y crecido. Y luego habían ganado
Qaqachaka asimismo. De aquí a allá ¡va a ser Qaqachaka! Y, ¡de allá al otro lado,
Jukumani, y otra vez, el otro lado Laymi! Aquí estaremos puramente qaqachakeños,
ellos van a estar sentados aquí.
Esto es cómo ellos lo habrían visto. Ella había ganado los terrenos para nosotros.
Es por esta razón que estamos resistiendo, aún ahora.
20
Para las variantes regionales sobre este cuento, véase Dillon y Abercrombie (1988), Espejo
Ayca (1994) y Stobart (1995). Para aspectos de los varios debates, véase también Dillon y
Abercrombie (1988), Arnold (1996), Arnold y Yapita (1994: 168) y Stobart (1995: 31-37).
64 Río de Vellón, Río de Canto
En aquellos tiempos, no creo que ellos habían sabido tejer. De manera que, ¡ellos no
habrían tenido en absoluto ninguna ropa! Y solamente desde el tiempo cuando el Sol
había aparecido había existido el tejer. Por esta razón, dicen:
—En aquellos tiempos, no había nada de esto de ver la luz solar. En aquellos tiempos
había habido sólo la luna y ellos solamente habían vivido con esto...
¡Habían sido desnudos! ¡Gente desnuda! ¿No habría sido así? No habían tenido nada
de ropa. Luego había comenzado a tener calor... con el Sol... y ellos habían comenzado
a tejer. Pero antes de esto, no, habían andado igualito como animales. Así dicen.
Y con el Sol habían venido los colores de los tejidos también... habían brillado como
la luz solar... y el telar de la plaza había tejido la tela que es Qaqachaka, y la gente
ahora aún bailan en la plaza, elegantemente vestidos, bailando como los diseños de
los tejidos, bailando como una inkuña de coca...
Finalmente nace el ayllu, con toda su gente, sus animales y las canciones a
éstos. Sus lindes y sus tierras han emergido a la existencia mediante el canto
Capítulo 1
65
El tercer movimiento:
Los espíritus de tierra, agua y aire
Sirena: en la mitología griega, una ninfa marina,
semi mujer, semi ave...
Una de las similitudes claves entre las dos sendas distintas del wayñu es
que ambas se valen del poder del agua y las lluvias anuales. Por ejemplo, las
moradas acuáticas donde viven las sirenas son reconocidas como la fuente
de las canciones a los animales y de los animales mismos.
68 Río de Vellón, Río de Canto
Otro vínculo común entre ambas formas de wayñu tiene que ver con las
sirenas como “parte del mundo de espíritu” (ispirit parti) según las llama
doña Lucía. Para ella, ispiritu describe el dominio de los antepasados del
ayllu, las aves, y el sonido y aliento como principios vitales; está hablando
de los “espíritus del aire”.
Las aves, como “espíritus del aire”, vuelan y se ciernen entre los diferentes
niveles del universo, comunicándose entre los dioses del mundo superior, las
montañas altas y los lagos, y los niveles inferiores y más templados del ayllu.
Debido a sus cualidades espirituales, se reconoce a las aves como “parte de
Dios”, aunque tienen también otros lazos más ambiguos, como “parte de las
montañas altas” (qullu parti) y “parte de los lagos” (quta parti).
21
Los “lagos que hacen guaguas” se llaman en aymara qutaw wawachiri.
Capítulo 1
69
Este vínculo entre las aves e ispiritu caracteriza los comentarios acerca del
lucir plumas como adorno durante los wayñus de los días de fiesta. Antaño era
costumbre el lucir plumas de avestruz en los sombreros, ya como un simple
adorno o para expresar ciertos mensajes sociales. Por ejemplo, la gente soltera
se identificaba con la pluma de punta blanca en sus sombreros mientras los
casados no las usaban. Pero el lucir plumas tenía otras funciones también.
Permite que quien las luzca ande “ligero y veloz” como una ave, y reciba el
poder de ispiritu en la cabeza y en el corazón.
Ispiritu tiene otras cualidades liminales. Los lugares de sirenas evocan
esta fuerza más ambigua, puesto que el agua en ellos es distintiva:
debe ser evanescente, corriente y no estacionaria, siempre saltando y
cayendo dramáticamente de roca en roca, resonando mientras golpea, así
convirtiéndose en aire. La cualidad liminal de estos lugares coadyuva a
entender otra transformación común que ocurre en semejantes lugares, es
decir, la transmutación de camélidos en aves. Varios autores notan la aparente
intercambiabilidad entre los camélidos andinos y ciertas aves cuando se hallan
cerca a las aberturas generativas entremundos 22. Además, la naturaleza de
su parecido en estas ocasiones yace en la íntima analogía entre los colores
de vellón y plumaje, o la correlación precisa entre los dos. Tanto vellón como
plumas son elementos palpablemente etéreos, llenos de ispiritu, pero, como
veremos luego, también dependen del agua.
Examinaremos las ideas que se tienen acerca de las transiciones entre
vellón y plumas más adelante, en el Capítulo 4. Por ahora, mencionaremos
una ave que se relaciona con los camélidos y que se dice que es “parte de las
sirenas”, a saber, el chullumpi: el somormujo, colimbo, zampullín o, más
comúnmente, el zambullidor andino. Tal como las sirenas están relacionadas
con los wayñus populares, se relaciona el chullumpi con los wayñus a los
animales. Incluso comparten la misma cualidad transformacional de las
sirenas, al zambullir a través de las grietas entre la roca, el agua y el aire.
Como musas espirituales, estas aves inspiran a todo un género de wayñu
llamado chullumpi kirki: “el canto del zambullidor”. La cualidad elemental de
esta ave como fuente de inspiración es tal que las canciones chullumpi abren
toda una secuencia de canciones a los animales en cualquier fiesta. Se dice
que la característica principal del chullumpi-zambullidor como fuente de los
rebaños y de la inspiración del canto es su relación con el agua. Se describe a
las aves chullumpi como uma jaqi: “gente del agua”, se dice que éstas “nacen del
agua” y que los ejemplares jóvenes “viven en los ríos y nunca salen del agua”.
Se dice que los chullumpis son “parte de las sirenas” ya que “salen de dentro
del agua” y de “dentro de los lagos”. Por estas razones, las mujeres concluyen
que el chullumpi, igual que las sirenas, proceden de “dentro del inframundo”.
22
Véase Martínez (1976, 1983), Flores Ochoa (1978), Dillon y Abercrombie (1988: 56-57),
Dransart (1991b), etc.
70 Río de Vellón, Río de Canto
Recapitulación
Las últimas canciones recién recibidas de las sirenas, que se ponen de moda
entre las doncellas, se llaman machaq kirki, “canciones nuevas”. En cambio,
los kirkis exitosos de los últimos años que siguen en boga, se llaman murqu
kirki, “canciones usadas”, en el sentido de ropa usada o canciones familiares
desde antes. Y los tonos más viejos, del tiempo de antes, se llaman thantha
kirki, “canciones harapientas” o awil kirki, “canciones de las abuelas”. La gente
se queja cuando las mujeres jóvenes, ya cargadas con maridos y carentes de
tiempo para levantar la última moda, se conforman con cantar las canciones
de las abuelas (un verdadero “rag-time” andino) en la pista de baile.
Pero existe un reciclado inevitable de estas canciones viejas, especialmente
aquellas que eran muy queridas en su tiempo. Según las ancianas, las sirenas
también reviven estas canciones viejas después de un tiempo, haciendo que
resuciten (de “entre los muertos”). Por tanto, tenemos una clara analogía entre
los ciclos de las tonadas viejas y conocidas, y los ciclos de las almas, que resalta
aún más clara en la terminología respecto a los muertos recientes. Según se
dice, una familia que ha perdido uno de sus miembros durante el último año
tiene machaq alma, “un alma nueva”; en tanto que una familia que ha perdido
alguien en los últimos dos años tiene murqu alma, “un alma usada”; y una
familia que ha perdido su miembro hace tres años o más tiene un tiskalsu,
“un alma descalza” o thantha alma, “un alma harapienta”. (Véase la Fig. 2).
LOS CICLOS DE LA MÚSICA ESPIRITUAL LOS CICLOS DE LAS ALMAS DE LOS MUERTOS
Canciones nuevas machaq kirki Machaqa machaq alma Almas nuevas 1º año
Canciones usadas murqu kirki Murqu murqu alma Almas usadas 2º año
Canciones harapientas thantha kirki Thantha thantha alma Almas harapientas 3º año
Canciones de las abuelas awil kirki tiskalsu Almas descalzas
Es así que las palabras aymaras que denotan los ciclos de las almas: machaqa
(“nuevas”), murqu (“usadas”) y thantha (“harapientas”), tienen su contraparte
en los ciclos de las canciones del momento (Arnold 1992b: 28-9). Son palabras
relacionadas con el desgaste de la ropa y, al mismo tiempo, con el raer de la
vestimenta de los jira maykus desde su primera aparición en el ayllu, al comienzo
de las lluvias, hasta su partida al final de carnaval. Es como si, al irse la vida, se
desenvolviera como una piel tejida que sólo estuviera envuelta temporalmente
en el cuerpo humano 23, como si estas diversas clases de canto comprendieran
una especie andina de música “soul” o “spiritual”, basada en envolturas textiles.
23
Para comparaciones entre el textil y “la piel”, véase Arnold (1988: 369), y Arnold y Yapita,
con Apaza (1996). Stobart (1995: 175-182) hace la comparación entre las “pieles” de las
flautas y las envolturas de las plantas y otras cosas vivas.
Capítulo 1
73
24
Véase Custred (1979), Spedding (1996), Arnold, Jiménez y Yapita (1996), etc.
25
Compárase el concepto de la muerte entre la gente Pueblo, según Marmon Silko (1986: 83).
74 Río de Vellón, Río de Canto
Tramas de género:
de sangre y semilla, tejer y canto
No hay que hablar en vano, hay que meditar bien para una conversación.
Se teje así para comunicarse. No hay que hablar en vano y con boca libre. En lo
que sea, para conversar, habría que meditarlo siempre.
(Una conversación aymara escuchada por Zacarías Alavi M., en Achiri, Pacajes).
1
Sobre el entretejer de chachawarmi, véase Harris (1978b), Torrico (1987) y Allen (1988).
Capítulo 2
79
2
Pero también véase la crítica sobre esta perspectiva en Hardman (1988).
3
Compárase, por ejemplo, Ayllu Sartañäni (1995) y el debate sobre las mujeres, el silencio
y el poder resumido en Arnold (1997a).
80 Río de Vellón, Río de Canto
Entonces, esto ¿dónde deja el poder de las mujeres y su sede de expresión? Nos
aventuramos a sugerir que una diferencia clave entre la escritura y el habla, y
el tejer y el canto, es la expresión relativa del sentido y de la sensación. Boone
4
Véase Arnold (1992b, 1994a), y Arnold y Yapita (1996a: 321 y sig.).
5
Véase por ejemplo Rappaport (1992, 1994) y Platt (1982a, 1984).
Capítulo 2
81
6
Zuidema (1991) sostiene que el diseño de la abertura de cabeza en forma de rombo (awaki)
de la túnica usada por el propio Inka, debe expresar una “cadena de mando jerárquica” de
poder masculino, en una transición “de adentro hacia afuera”, a semejanza de las líneas
irradiantes del sistema ceque, y quizás algo que ver con la iniciación masculina, aunque
no se compromete en más que esto.
Capítulo 2
83
7
Héritier-Augé describe ideas parecidas acerca del poder generativo del semen y la sangre en
el período colonial andino (1994), en el mundo antiguo, y en el actual Burkina Faso (1989).
8
Para otras expresiones idiomáticas acerca del parentesco andino, véase Yapita (1998).
9
Zuidema (1991) señala el uso de la diferenciación vertical y horizontal para distinguir
los grupos incaicos y no-incaicos. La realeza incaica usurpó los diseños horizontales,
probablemente para expresar el poder de su línea sanguínea, en tanto que la gente no-
incaica vestían con elementos verticales.
10
Para procesos comparables en otras partes, véase Harris (1980: 71) y Astvaldsson (1994: 167).
84 Río de Vellón, Río de Canto
16
Sobre tales paralelos semióticos entre textil y habla, véase Arnold y Yapita (1992), Pärssinen
(1992: 26 y sig.), etc.
17
“Metalepsis” (del griego por “substitución”) en un recurso retórico en el cual se sobrepone
una capa sobre otra de términos figurativos, que substituyen para una palabra que ya en sí
es figurativa. John Rowe (1980) conjectura que el arte y narrativa de Chavín se desarrolló
en esta forma.
18
Overing (1991), en un ensayo basado en el trabajo del filósofo norteamericano Nelson
Goodman, señala que los chamanes amazónicos usan la metáfora en forma semejante en
su lenguaje ritual especializado.
86 Río de Vellón, Río de Canto
19
Los intertextos entre las actividades del tejer y la agricultura, y el discurso que las rodea,
se hallan también en otras regiones del Altiplano: por ejemplo, en la región de Pacajes,
se describen los campos cultivados en el lenguaje de brindar como Qipa Mama, “Mama
Trama”, la gente de la región se compara con el telar y todo lo que produce con la trama
(Arnold y Yapita, con Apaza 1996).
Capítulo 2
87
Habían unas palachus mayores: Julita Ayca y Waralupi Ayca era otra. Ellas me
enseñaron. Me decían:
—¡Tejete tejete, rápido, rápido, bailaremos el wayñu.
—Créce rápido, vamos a ir a bailar!
Por eso yo hacía rápido, pues me ha dicho:
—Apura, apura. Y yo sé responder:
—Lo voy a pastear las ovejas, mientras ella me lo tejía. Pues me ha dicho:
Capítulo 2
89
Estos acuerdos entre las niñas que desean aprender a tejer y cantar, y
sus mayores, es parte del compartir recíproco de labor llamado ayni, o el
intercambio justo llamado mink'a. Las pequeñas van a pastar los animales
de sus amigas mayores mientras éstas tejen una sección complicada de su
obra, o les enseñan algunos versos de una canción determinada. Muchos años
después, recuerdan tal arreglo de mink'a en las palabras de sus primeras
canciones en público, en el momento de su debut en la plaza-pista de baile:
Después de casarse, las esposas jóvenes deben dejar su anterior senda de jaynu
para aprender un repertorio del todo diferente, de libaciones y canciones, como
parte de “la senda de las abuelas y abuelos” llamada awil achach thakhi, o
simplemente thakhi. Esta “senda de memoria” ancestral incluye el aprendizaje
de las canciones a los animales.
Doña María describió esta transición en su propia vida, cuando fue
aconsejada formalmente por sus mayores en la fiesta de su boda a olvidar
su familia natal y adoptar la familia de su esposo como suya propia. A una
mujer casada ya no se le permite cantar los wayñus populares (por lo menos
en público), y debe pasar su tiempo cumpliendo las tareas cotidianas, exigidas
en su calidad de esposa. Como parte integral de sus actividades de pastoreo,
una mujer casada debe aprender las canciones a los animales. Ya posee alguna
base en ellas: de niña comenzó a aprender estas canciones cuando adquirió
Capítulo 2
91
sus propios animales, y escuchó a sus mayores en las fiestas donde le habían
entregado los animales. Aprendió las melodías básicas, y el perfil del contenido,
que incluía los nombres de sus primeros pastizales y animales de rebaño.
Quizás también acompañaba a su madre u otras mujeres mayores en alguna
armonía. Sin embargo, su conocimiento de las canciones es esencialmente
pasivo hasta que sea mucho mayor. Sólo canta en serio las canciones a los
animales cuando ya está casada y tiene la responsabilidad de cuidar los propios
rebaños de su casa. Por añadidura, tiene todas las obligaciones adicionales
de adaptar los versos para incorporar los nuevos pastizales y animales de su
casa marital.
Las esposas jóvenes comienzan a aprender canciones nuevas —y nuevos
diseños textiles— de sus suegras. Ellas visitan una nueva clase de fiesta
informal llamada qamäwi, a la que puede asistir solamente la gente casada y
de la estancia que auspicia el evento. Doña Lucía recuerda: “Solíamos ir a una
fiesta de tomar” (umawi), o a una ceremonia para marcar las llamas (qarwa
k'illpha), o para techar una casa (utachanaka), y de niños escuchábamos
las canciones allí y luego las aprendíamos para cantarlas”. Así aprendió de
su madre, su abuela y su tía abuela. Recalca que las mamalas (las mujeres
mayores) las aprenden primero y luego las enseñan a la generación joven, le
decían: “Así había sido antes. Así debes cantarlas” o “Así solíamos cantar a
las llamas y ovejas, por eso debes cantarlas así...” reiterando la naturaleza
invariable de las canciones.
Otro cambio dramático tras el matrimonio es que una mujer ahora debe
formalizar su nueva “senda de memoria ancestral” aprendiendo la extensa
serie de libaciones y brindis que acompañan cualquier fiesta. Debe ingresar,
con su marido, en todo un ciclo de patrocinio de fiestas que durará por el resto
de sus vidas 20. No existen clases formales en Qaqachaka, ni para tejer, ni para
cantar, tampoco para ofrecer brindis. En lugar de ello, las mujeres aprenden a
tejer al observar y aprenden su primer repertorio de canciones a los animales
o brindis, con sólo escuchar. Doña María comenta de esta heurística andina:
Las canciones vienen de las abuelas y los abuelos, de los tatalas y mamalas mayores.
Es así, y sus hijas aprenden de ellas. Pasan fiesta tras fiesta desde pequeñas y se
acostumbran a éstas. Por esta razón, los niños andan en las calles cantando. La
gente mayor canta después de tomar y los niños aprenden de nosotros. Luego ellos
crecen y se casan y ellos también comienzan a cantar. Y así es la senda de canción
llamada “senda guía”, así es pues.
Hasta la joven que baila el wayñu aprende las rimas y luego, después de crecer,
ella tiene su marido y continúa aprendiendo las canciones. Solamente al escuchar.
Nadie les enseña. Sólo aprende al escuchar.
20
Para detalles del mismo proceso de aprendizaje de las libaciones como parte de la “senda
de la memoria” de un adulto en la K'ulta vecina, véase Abercrombie (1986, 1993, 1998).
Para estudios andinos comparativos, véase Albó (1991) y Astvaldsson (1994: 279 y sig.).
92 Río de Vellón, Río de Canto
El abrir el camino
Doña Lucía nos explicó otra manera en que las canciones deben ser integradas
en “la senda de las abuelas y abuelos”. Éste es el cometido difícil de aprender
y luego recordar “la senda de la memoria” (amtañ thakhi), la expresión que se
aplica a la larga serie de libaciones en cualquier fiesta y en cualquier contexto
ritual 21. Sólo cuando una mujer entiende la forma en que sus animales están
integrados en toda una secuencia de libaciones, puede comenzar a ordenar
la secuencia de sus canciones.
En la división de trabajo según el género de la vida conyugal, los hombres
se ocupan más de las labores agrícolas y las mujeres del pastoreo, de modo
que los hombres aprenden más libaciones para los productos alimenticios,
por ejemplo para las diferentes variedades de papas y habas, mientras las
mujeres aprenden más libaciones para los animales. Los hombres también
cantan más para los productos que están medrando en los campos, y las
tareas agrícolas que deben realizar, mientras las mujeres cantan más para
el bienestar de los animales. Según lo expresa doña María:
(1987) han llevado ante la consciencia del occidente las poderosas “songlines”
de Australia, y Feld de las “sendas” del canto de los Kaluli de Papúa Nueva
Guinea (1982: 150 y sig.).
La textualidad andina
Esta marcada diferencia en la división del trabajo por el género, hace surgir
los dominios separados de actividad de los hombres y mujeres, como grupos,
ya que determina las diferentes perspectivas sobre sus significados relativos
en el discurso elaborado por cada sexo acerca de su universo. Así como los
hombres llegan a preocuparse con la economía agrícola, la relación entre ayllu
y mundo exterior, y su expresión por escrito, asimismo las mujeres enfocan
en el pastoreo, usando el tejido y el canto para expresar su propio sistema
de conocimientos.
Havelock (1963, 1986) ha abordado las crónicas homéricas de la tradición
oral de la Grecia antigua como tales sistemas de conocimiento, enciclopedias
cantadas de la sabiduría, repletas de instrucciones detalladas de cómo hacer
las cosas, y munidas de recursos persuasivos que hacen que la realización de
la práctica parezcan obligatorias tanto para el cantante como para su público.
También en los Andes, el tejer y el cantar, desde sus raíces en el pastoreo,
desarrollan las sendas del aprendizaje para llegar a extendidas teorías
morales y éticas de la praxis. El proceso cultural de aprenderse patrones
claves: tal como “corral”, “senda” y “rodeo” como artificios estructurantes para
las ideas creativas, provee el núcleo semántico de este sistema de memoria
social y sus modos de desarrollo textual.
imperativa adicional de cantar a fin de cumplir las tareas que se les exige. En
este sentido, el cantar es una parte obligatoria de las actividades pastoriles,
y hay todo tipo de reglas culturales y sociales acerca de cantar a los animales
desde la niñez, que se intensifican con el matrimonio. Según doña María, los
niños pequeños son advertidos desde temprana edad:
Así es común oír a niñas y niños pequeños andar por allí cantando. Doña
Lucía se mostró de acuerdo. En su juventud, sus padres le dijeron, en forma
parecida:
—Arreamos los animales de esta manera, y por eso al arrear debes cantarlos...
Debes cantar al arrear a las ovejas y llamas,
debes apreciarlos, debes cantarlos y gritarlos...
Fue advertida que no pastase a los animales en las colinas en silencio, sino
cantarles. “Las ovejas y llamas tienen sus canciones” le dijeron: “pues cantales”.
Estos controles sociales posiblemente sean nada más que una parte de
un respeto general al poder de las montañas poco conocidas y los lugares
alejados para sobreponerse si uno anda en silencio, una razón que se da
frecuentemente del por qué los hombres acostumbran andar tocando sus
instrumentos musicales y las mujeres cantando. No obstante, la respuesta de
las mujeres mayores es insistir que canten para “alegrar a los animales” con
la añadidura imperativa de que “luego van a reproducirse bien”. Doña Lucía
expresó esta idea en términos afectuosos (q'ayacht'asiña) para los animales.
“Acariciamos a los animales, los apreciamos” dijo, “y luego se reproducen como
gotas de agua, suelen derramarse por todas partes”. Sus palabras comparan
el acto de cantar con el derrame del agua, provocando una reacción análoga
en los animales de reproducirse como gotas de agua.
Se ha desarrollado todo un onomástico de animales para usar en la tarea de
cantarles, y cada mujer muestra su afecto por sus animales en las numerosas
formas con que se dirige a ellos. Bautiza a sus animales, tal como se bautiza a
los humanos, con nombres propios, cuando aun son pequeños, según sus rasgos
característicos. Las mujeres usan los mismos nombres en cualquier momento
cuando cantan a los animales, solas en las colinas, o pastoreando juntas. O pueden
dirigirse a los animales como “madre” o “padre”. Según explica doña Lucía:
Andamos con las ovejas, vivimos con ellas, es como si fuera nuestra madre, siempre
se llama “Madre”, y los turus tienen cuernos, y los muchus no los tienen. Cantamos
en cualquier momento, en las ceremonias de marcado, llamada k'illpha, o podemos
cantar en cualquier día, para la bendición de los rebaños.
Capítulo 2
95
Los animales, a su vez, aprecian el canto y responden a él. Doña María nos
dijo cuán importante es el cantar a los animales para reconfortarles, y cómo
reaccionan “al levantar y batir la cola”:
Cuando cantamos, los animales corretean nomás de un lado a otro, con las colas
levantadas y batiéndolas , tanto llamas como ovejas...
Cuando tenemos hartos animales, nos alegramos. Y cuando mueren, lloramos: “¿De
cómo voy a tener más animales?” diciendo lloramos. Y las que tienen hartos animales
son vivas, y andan cantando. Otros se enferman o algo ha comido, y después tienen
diarrea y nos preocupamos, tenemos pena. Los hombres nos miran para ver cómo
estamos cuidando a los animales. Algunos están renegando:
—Por qué esta mujer es poto pelado?, dicen (por decir que no tiene animales).
—Debería dedicarse a los animales. ¡Debe dedicarse más a los animales!
Mandale a su casa, dicen, por decir que debe volver a su casa de origen.
O el papá y la mamá de una esposa joven puede decir de su hija:
—¿Por qué la cría aquí? ¿Por qué no la mandas a su casa? Está alimentándoles
como al perro. ¿Qué cosa pues cuida? De la casa nomás es. Es como estuviéramos
sentadas en la casa nomás.
Pero una mujer que tiene animales es muy respetada. Otras mamalas nos van a
respetar de rodilla y con sombrero, haciendo la cruz y mirando al Padre Sol. Después
va a decir:
—Mamitay, ¡quisiera procrearme como Ud.!
Así nos dice. A mí hasta se me ha arrodillado. Muy querida soy yo, por eso.
—Con lo que veo, quisiera tejer como Ud., me dice pues.
—Quisiera ser vivísima como Ud.
Yo no soy como ésas. No. Claro que hay éstas que tejen en su propia casa, pero no hay
que tejen con sus animales. Yo voy con mi telar, con mis animales, después cargada
con mi guaguita encima. Hasta cargo con costal más. Después voy donde nadie está.
Voy torcelando e hilando.
Cuando vine ayer, vine también hilando, y ahora he terminado. Estoy llevando lana
y voy a ir hilando... Hasta trenzo esta honda, trenzo de cuatro. Ahora esta soga trenzo
de cinco. Bien trenzo. Siempre hago. Hasta sé tejer medias para las guaguas. Pero para
mí no lo hice todavía. ¡Uw! Así. Para la guagua, hilo de caito de oveja y de eso lo hago...
Doña María concluye que el cantar a los animales va junto con tener rebaños
grandes, que no puede ser de otro modo. Por eso, si una mujer sin animales
cantara a ellos en una fiesta, la gente se mofaría de ella, llamándole “poto pelado”,
ya que no podría vestirse bien. Tampoco tendría respeto alguno en la comunidad:
96 Río de Vellón, Río de Canto
—Acaso estás cantando. ¡Acaso tienes animales! ¡Anda lejos! Deberías cuidar tus
animales como esta mamala, como esta guagua. Como yo debes andar. Tú estás
sentada en la casa nomás, ayudando a tu marido, le dice a una.
—Debes cuidar bien a las ovejas y llamas. En las colinas debes estacar el telar. Si
tejieras en las colinas, te puede saludar más, Mamay, diciendo...
Como parte del cuidado por la ecología en general, las pastoras deben cuidar a
los pastizales del ayllu en su canto. Tienen una relación diferente con los varios
pastizales durante el transcurso de su vida, y aprenden con la experiencia a
distinguir cada clase de pasto. A medida que ocurre este proceso de cambio,
así también cambian sus canciones. Aunque una mujer aprende las canciones
a los animales desde temprana edad, ocurren cambios significativos cuando
se casa y se traslada a la morada de su marido. Estos cambios ocurren no
en las melodías o formas globales del canto, sino a nivel del contenido y del
orden de los versos; cuando adquiere nuevos pastizales, tiene que aprender
nuevos versos. Es como si una de las características textuales de los versos
se constituyera por la vegetación.
Cualquier cantante lleva en el corazón el recuerdo de las inmensas
extensiones de pastizales bien regadas y compartidas por todos los miembros
del ayllu. El más grande de estos “ejidarios” (ayjatiru) es Lip'ich Pampa
(Pampa de Pellejo), al pie de Turu Mallku. Otros están en las laderas de Turu
Mallku y Jujchu T'alla (Señor Turu y Señora Jujchu), a donde van los hombres
una vez a la semana para supervisar las llamas machos, o en las laderas más
bajas donde pastan las hembras. Esta división de los pastizales origina una
distinción por género entre las tierras altas, bien drenadas, asociadas con los
hombres y los animales machos, y los bofedales bien regados que buscan las
mujeres con sus animales hembras.
Otros pastizales son compartidos entre las diferentes familias, y una
pastora retiene el usufructo de sus pastizales natales durante toda la vida,
en tanto que obtiene el acceso a nuevos pastizales al casarse. La búsqueda
de derechos de pastoreo incluso puede motivar que ciertas familias busquen
novias o novios que les permitan el acceso a pastizales en los lugares más
provechosos. Además, cada familia pastora usa otros pastizales más altos
durante el invierno, en un sistema de trashumancia, cuando los pastores se
trasladan a casas de pastoreo llamadas jant'a, en esos lugares.
Una soltera, en su estancia natal, canta versos que nombran los pastizales
que posee al nacer y que conoce, y los Cerros Guardianes (llamados Uywiri)
que cuidan a los rebaños del hogar. Pero luego, después de su casamiento,
98 Río de Vellón, Río de Canto
Los nombres de las flores y hierbas pequeñas en los versos de una mujer
también se adaptan a su nuevo ambiente. Cuando ya está en las alturas debe
cantar acerca de la hierba malva silvestre (last'a), o la raíz de la nawajilla.
La malva, con sus flores rojas, es muy deseada por las ovejas que la comen
primero y luego, más tarde en el año, prefieren la árnica (sak'a), con su flores
amarillas:
Las mujeres que se trasladan a los lugares más bajos y cálidos, tienen la
ventaja de pastorear a sus animales con más arbustos de ramas tiernas; a las
llamas de las partes bajas aun se les dice “llamas de arbustos nomás” (lawa
qarwaji) y sus canciones se llaman “canciones de arbustos” (lawa kirki). Además,
existen otros arbustos florecientes, tal como el sufrútice espinoso añawayu, de
23
Tom Solomon (1993) trata la misma cuestión de identidad mediante el nombramiento de
topónimos locales en las canciones quechuas.
Capítulo 2
99
Según doña Lucía, al casarse, una mujer debe escuchar las canciones de
las mujeres de su nuevo hogar de casada, y aprender de ellas. Si se va a las
alturas, aprenderá más canciones a los camélidos, puesto que los rebaños
allí son más numerosos; al cabo, todos concuerdan que las mujeres de “los
rincones eternos” del ayllu, y de los lugares más altos, son quienes conocen
mejor que nadie estas canciones.
Por tanto, como artificio didáctico, las canciones fungen como repositorios
del saber y cada mujer aprende por ellas acerca de los pastos preferidos de
los distintos animales a su cargo, sean estos llamas, alpacas, ovejas, cabras y
aun quizás burros o vacunos. No sólo aprovecha estos conocimientos prácticos
en sus actividades cotidianas, sino que ella misma transmite los mismos
conocimientos a las próximas generaciones de pastoras, mediante el léxico
de las clases de pasto que caracterizan sus propios versos a cada animal.
24
Véase por ejemplo su ensayo “Art and Answerability” (“El arte y la responsibilidad”, 1990).
100 Río de Vellón, Río de Canto
Los hombres del ayllu cuidan a las llamas machos y las mujeres a las hembras.
Esta división básica según género y sexo de los rebaños de llamas, se usa
para clasificar las canciones.
Los machos maduros (tatala) se cuidan apartados de las hembras, y viven
en las laderas altas de los cerros más grandes del ayllu: Turu Mallku y Jujchu
T'alla. Ya hemos mencionado que los hombres las inspeccionan una vez por
Capítulo 2
101
O cuando se le dice:
¡Uwij chay, kuttmay, karaju! ¡Oveja, regrese ahora, carajo!
Y cuando se descarrían y han dañado los sembradíos de alguien, se les
reprende así:
¡Karaju, iñjsmaw, karaju! ¡Carajo, te he visto, carajo!
Kawks lat'kta. ¿Dónde estás trepando?
102 Río de Vellón, Río de Canto
Las llamas, como sus dueños(as), incluso tiene que aprender a distinguir las
horas para salir y regresar a sus corrales:
Las llamas, por lo general, sólo viven diez años en el duro ambiente de
Qaqachaka. Los machos maduros se llaman tilantiru, “delantero”, aunque
algunas pastoras distinguen como jañachu al macho de trato difícil, que no
procrea y se deja con las hembras solamente para protegerlas contra cualquier
fiera. Como explica doña Lucía, algunos tienen bolas pero no muestran interés
en cruzar y “simplemente se paran ahí, pensándolo”. Empero pueden ser
“malos”: suelen impedir que las hembras y los otros machos se acerquen y
sólo sirven para defender al rebaño. Son muy diferentes a los otros machos
(llamados qachuchiri) que son especialmente arrechos, al perseguir y
molestar constantemente a las hembras, y a éstos se les obliga a pelear con
los perros para controlarlos. No obstante, es el macho semental entre las
alpacas que más comúnmente se llama jañachu. Los rebaños de alpacas no
son separados como los de llamas, y suelen tener uno o dos jañachu para la
reproducción.
Las hembras también se distinguen por su fertilidad. La mayoría conciben
cada dos o tres años y tienen pocas crías antes de envejecerse. Sin embargo,
existen hembras que excepcionalmente conciben cada año y a éstas se llaman
en el lenguaje ritual qhuya, “minas”, a semejanza de la Emperatriz Inka, de
quien se ha debido pensar así.
A las llamas de mayor edad se les dice “abuelo” (achachi o awki) o “abuela”
(apachi o awila), y a menudo se les da apodos como “cara pelada” (iñnaqpa
q'alaki), a consecuencia de su edad. Cuando ya son viejos, se aprovecha su carne.
La clasificación básica de las llamas según sexo y edad se ve en la Fig. 3, a
la que sigue la clasificación más compleja en la Fig. 4. Los machos maduros se
clasifican primero como “delanteros” (tilantiru) o “padres” (tatala), y luego en
las otras sub-divisiones de “joven nervudo” (ankuta), “machos grandes” (jach'a
urqu) y “abuelos” (awki). Paralelamente, las hembras se clasifican primero en
“madres maduras” (piñama) o simplemente “madres” (mamala), y luego en
las sub-divisiones de “adolescentes” (ayruya), “madres” (tayka) y las que no
tienen crías, que literalmente “envuelven a sus crías dentro” (wawa k'iru) y no
las sueltan para que nazcan. Finalmente, son las “viejas” (apachi o awicha).
ANKUTA
Urqu TILANTIRU JACH'A URQU
(Macho) TATALA AWKI
QARWA
AYRUYA
Qachu PIÑAMA TAYKA
(Hembra) MAMALA WAWA K'IRU
AWICHA
Corderito(a) Q'IXIÑU
de 2 a 3 años
ya independiente LLAMU AYRUYA
pero sin crías
REPRODUCTORES/AS
La terminología de las ovejas es más sencilla (véase Fig. 5). Los carneros de
simiente, llamados sariju, son muy estimados y no son carneados hasta que se
les considera viejos. Siempre se conservan por lo menos a dos sarijus en el rebaño
como sementales, aunque por lo general hay seis en cada rebaño pequeño.
Machorra MARIMACHU/WARIMACHU
Vieja AWILA
anecdótico. Los documentos de un pleito de los fines del siglo XVIII relatan
un litigio familiar sobre la herencia femenina 25. En sus páginas amarillentas,
se puede oír la voz de la acusada doña María Bartolomé Alejandro, una
antepasada de la estancia de Kuyt'amayu, al declarar su riqueza en términos
de las 480 cabezas de llamas y alpacas que posee, junto con decenas de mulas
y burros 26.
Tales mujeres serían esposas y madres muy estimadas en la actualidad,
cuando pocas familias de las tierras más altas del ayllu poseen rebaños
grandes. Y aun éstas se han visto drásticamente disminuidas en los últimos
años con las actividades del abigeato, un rasgo arredrante de las actuales
guerras por tierras, en que los pastizales han desaparecido bajo cultivo,
para alimentar el alarmante crecimiento demográfico que ha caracterizado
a Qaqachaka, como a otras partes de la región, en los últimos cincuenta años
(Arnold y Yapita 1996b).
Pero en tiempos modernos, son las palachus de las estancias más rurales
las que poseen rebaños grandes y pueden jactarse de sus destrezas en el tejido
y el canto a los galanes pretendientes, cuando sea necesario. Una mujer mayor
tiene menor necesidad de poseer animales, a medida que su familia crece y
abandona el hogar, y menos necesidad de cantar a sus animales. Al mismo
tiempo pierde su memoria paulatinamente y disminuye su repertorio de canto,
como una realidad en la vida. Doña Lucía recuerda los grandes rebaños de
su estancia natal de Qañawi, donde su madre poseía abundantes animales
y un amplio repertorio de canciones. Éstas las aprendió en su juventud,
pero después de casarse se trasladó al pueblo principal, a un ambiente más
urbano, y a un marido con pocos animales y pocas tierras. Allí sus rebaños
disminuyeron y con ellos sus poderes del canto.
El vellón femenino, los versos femeninos
25
Descrito en Archivo Nacional de Bolivia, 1791 (T. I. ANB, AC 1791, No. 96.) y en Arnold y
Yapita (1997).
26
Para un análisis más extenso de los motivos para la disminución del tamaño de los rebaños
en los siglos intermedios, véase Torrico (1987).
Capítulo 2
107
de la tierra más áspera. Se usa la lana de ambos para hacer los costales
domésticos y cualquier talega para alimentos. Los tejidos hechos con lana
teñida mayormente se hacen con el vellón de las hembras, ya que la lana es
más suave y fácil de manejar, pero en este caso se usa lana de oveja. Jamás
se tiñe la lana de llama: se considera que posee toda una gama de tonos
naturales, tan bellos como cualquier color teñido. En la división principal
de tareas según el género, las mujeres usan lana de las hembras para tejer
una tela fina, y los hombres usan lana de los machos para tejer la bayeta de
la tierra.
Las tejedoras-pastoras murmuran esta comparación entre el vellón de
un animal determinado y los tejidos que van a hacer del mismo, mientras lo
trasquilan. Las alpacas se dejan con mechones de lana colgados de su pelaje,
que se llaman inkuñas (tejido para la coca) si son hembras o wallqipu (bolsas
para la coca) si son machos. Las mujeres incorporan estos pequeños elementos
de vellón, comparados con los paños y bolsas para coca, en sus canciones a
los camélidos (sobre todo las alpacas), como si fueran semilla-generadoras de
nuevos mechones que desarrollarán allí después.
Cromática y coloratura
Sobre esta textura lanosa del canto, las mujeres agregan otro nivel de textura
a modo de “coloratura”, al nombrar en sus versos los colores del vellón de
macho o hembra que desean, o los colores teñidos con que tejerán. Y aun
trascendiendo esta función de nombrar los colores en el canto, la virtuosidad
de las mujeres para impregnar el textil con el color, parece servir como una
forma de control al registro y volumen del canto.
La lana cruda para tejer tiene tonos naturales, con una gran variedad
de combinaciones de matices. Las llamas (chhuwa) que tradicionalmente
se crían en el ayllu, tienen el vellón de un solo color y son los animales
preferidos para las hebras de tonos naturales. Estos tonos naturales,
especialmente el negro y castaño, se usan para las extensas áreas
monocromas de las prendas de uso cotidiano: las pampas de los aguayos
para mujer, y las sayas de los ponchos para hombre. Las “llamas pintadas”
(pinta qarwa) muy apreciadas, introducidas al ayllu recientemente, con
sus amplias manchas de colores variados, se usan solamente para las
sogas y hondas que hacen los hombres, en las que se pueden usar tales
hebras mezcladas.
O las hebras pueden ser teñidas. Cada color y su nombre tienen sus
aplicaciones distintas. Los tejidos que se consideran los más bonitos (k'achitu)
son los que tienen colores teñidos, sobre todo con el escarlata o rojo sangre,
wila, combinado con otros colores que “agarran” bien en combinación. Aquí
damos la traducción de wila como “rojo sangre”, desde que este término denota
tanto la sangre como tal y su color. Como veremos, hay muchos otros términos
108 Río de Vellón, Río de Canto
de color que refieren a los matices de las diferentes clases de sangre, pero
existen tabúes sobre su uso en ciertos contextos.
Ya señalamos el contraste entre el uso predominante del rojo sangre en la
salta (el área figurativa y de multicolor) del aguayo de mujer, y el monocromo
natural de la pampa. En lo ideal, la variedad de colores que se usa sería
algo como el arco iris, pero no muy parecido a éste, pues sería peligroso. A
diferencia de este contraste entre la salta rojiza y la pampa monocroma, en
el vestir cotidiano, las prendas de fiesta están impregnadas con rojo en todas
sus partes. Aun la pampa se torna roja.
Teñir la lana comprende “hacerla cocer” (qhatiyaña). Las hebras hiladas
y plegadas, y ovilladas en madejas, son sumergidas en el agua hirviente que
contiene los tintes. En el pasado, esto se hacía con hierbas, raíces y minerales
determinados, que aún son recordados en las canciones. Los teñidores,
como especialistas, proporcionaban los tintes y hacían el trabajo de teñir.
Actualmente se prefieren las anilinas ya que son más permanentes, y el
término aymara para la técnica moderna de teñir, tiñiña, es un préstamo
del castellano. Este cambio hacia la fibra acrílica, con sus colores brillantes
y claros, y su durabilidad, ha llegado al colmo de la moda entre las jóvenes
del ayllu.
Las qaqachakeñas explican que el hacer cocer las madejas al fuego
“mete luz” a las fibras, haciéndolas más brillantes, y así nos recuerda aun
otras narrativas sobre la función civilizadora del fuego, o del amanecer
resplandeciente en los mismos orígenes del tejer como una actividad cultural.
Veremos luego la contribución de la intensidad de color, con su brillo y
claridad, al lenguaje de la cromática del canto y la belleza de sonido, y del
color como tropo en la exhibición del género, en sentido más amplio.
Ritmo y textura
especial, las canciones de boda giran en torno a esta idea, cuando las mujeres
mayores, al contemplar, cantan de cómo una simple hebra ha sido doblada.
Los ritmos del tejer prestan otra matriz de sonido de creciente complejidad.
Primero una mujer arma su telar en un sitio apartado y tranquilo en los cerros
o en el patio de su casa. Clava sus cuatro estacas en la tierra y expresa su
ruego a la Tierra Virgen para que reciba su ofrenda. Al hacerlo, amarra con
cuerdas trenzadas estas estacas a otras más pequeñas (a semejanza de un
animal que está pastando), y luego comienza el proceso de urdir. Con una
compañera, ella lanza las urdimbres por su telar horizontal y las dos pasan las
hebras por los palos travesaños (los enjullos) de sus respectivas extremidades
del telar, acción que se llama chinuña. El proceso de urdido dentro del marco
rectangular del telar presta otro patrón rítmico que determina el largo y
ancho de la “trama”, o el pulso de los versos de las canciones de tejer. Los
lizos deben ser colocados cuidadosamente “para que la boca textil pueda
hablar bien”. El ritmo de la lanzadera al guiar la trama de un lado a otro
de las urdimbres provee el vaivén del discurso, y la ajustadora (de hueso de
llama), al batir al “remate” del tejido ya acabado, persuade las diferentes
hebras de la matriz textil a unirse, tal como se hace llegar a un acuerdo los
parámetros de cualquier debate.
En la tradición occidental, las raíces clásicas de la terminología de la poesía,
el drama y el canto, con sus estrofas métricas, versos, tropos y estiquios,
también derivan de la tradición de tejer (Bloom 1976, Warner 1995). En
el transcurso del tiempo esto ha evolucionado para llegar a los dramáticos
movimientos coreográficos del vaivén del coro sobre el estrado, prestando la
matriz del pulso-pie de estrofa y antiestrofa de la composición y recitación
en verso, los corros de baile o los troqueos de correr, o los ritmos espondaicos
de los himnos de libar. En los Andes, al otro lado del mundo y a siglos de
separación, hallamos otro sistema de terminología por las mismas ideas, pero
igualmente basado en la matriz de actividades de pastoreo, y el procesado
gradual desde el vellón hasta la tela acabada.
“Agarrar” y “lanzar” las melodías
Otros términos de la métrica andina del canto se relacionan más con el proceso
de tejer para llegar a la tela acabada, o con el proceso de desatar el textil
acabado hasta sus elementos componentes, aunque ambos modos todavía
aluden al mismo poder expresivo incorporado en el corazón.
Según ellas, “colocan” (uchaña) al canto las diferentes ideas en su corazón.
O “sacan” las ideas (apsuña), o “palabras” (arsuña) de su corazón, tal como
hacen cuando escogen un diseño textil y colocan las hebras en su lugar. Las
mejores cantantes, con la mayor agudeza para componer versos, se llaman
“buen corazón” (suma chuyma) o “corazón levantado” (alax chuyma). Con
las mejores memorias y pensamientos (wali amta) ya “sujetados” (lap'iña)
en su corazón, ellas simplemente “ponen sus ideas” y luego les aumentan,
comparando esta habilidad de poner las buenas ideas una al lado de otra en
el canto, con el escoger hermosos colores uno al lado del otro en sus tejidos,
como si cada idea cantada fuera un color distinto en un juego cromático del
sonido (Arnold 1992b: 35) 27.
Estas homologías entre el canto y el tejer tienen múltiples niveles y son
sumamente complejas. Según ellas, todo lo que han recibido en el corazón
forma “un ovillo bien atado” (muruq'u), y las de mejor memoria saben
“agarrar” sus ideas ahí. Ellas usan el verbo chinuña para referirse a la acción
de anudar y también de urdir el telar, chinu siendo el término de tejer para
27
Para una gama semántica similar de expresiones en quechua alusivas al corazón, véase
Dedenbach (1979).
112 Río de Vellón, Río de Canto
Las mujeres del ayllu reciben su inspiración para cantar o tejer del mundo
natural que les rodea en los cerros donde sus animales pastan. La inspiración
puede variar según la temporada; las mujeres se sienten más inspiradas en
sus tareas creativas durante los momentos fértiles del año, en la época lluviosa
cuando la tierra es verde y floreciente; y menos en el tiempo seco, cuando no
hay pasto, todo está polvoriento y los animales sufren. La inspiración también
varía según el momento de la vida; las mujeres son más inspiradas cuando
son jóvenes y fértiles.
El verbo phanchayaña capta el sentido de fertilidad del cuerpo, mente
y temporada: describe el florecer de un capullo y el abrir del corazón en el
Capítulo 2
113
Cuando tiene tiempo, se puede cumplir cualquier cosa. Se puede hacer lo que
quiera, tiene iniciativa... el corazón liviano, manos y pies livianos, y bocas livianas.
Cualquier cosa parece posible y todo parece claro. El corazón se abre y suena phaq
phaq al inspirarse, y se levanta como flores. Cuando una es joven todo crece para
arriba. Así también el corazón. Pero cuando nos ponemos viejas, nos arrugamos, nos
secamos, hasta nuestra piel se seca, así es. Cuando una es palachu la piel está llena
y completa. Y cuando se envejece, el corazón se vuelve pequeño, se mete adentro y
se marchita. Se pierde.
Antes, la senda se desplegaba así y ahora está así, fuimos por este camino y luego por
aquello. Pero ahora es diferente para nosotras las ancianas. Hasta nuestra visión está
nublada. Nuestra visión es la primera cosa en desaparecer. Y luego nuestras piernas
y nos caemos. Y no podemos subir y bajar los cerros. No se puede hilar tampoco. No
se avanza nada. Y tampoco el tejer. Pero en nuestro tiempo, solíamos tejer rápido...
Pero hay otras compensaciones para las mujeres mayores. Ya que el flujo de
su sangre ya no les causa temor, pueden convertirse en autoridades del ayllu,
y en parteras. Esta pérdida de la potencia sanguínea también tiene su parte
creativa, ya que presta a las mujeres mayores el intimidante poder para cantar
las canciones a los animales. Es como si estuvieran exteriorizando, de alguna
manera, sus otrora sendas de líneas de sangre y destino, y transmutándolas
en otra cosa, que ellas pueden lanzar de nuevo en su canto.
28
Para material comparativo sobre los linajes humanos y animales, véase Dransart (1997).
114 Río de Vellón, Río de Canto
Por tanto, salta y pampa, como figura y trasfondo musicales, forman una
secuencia alternante de canto más texturado y diferenciado contra un
trasfondo más repetitivo y apagado. La salta como tropo domina la pampa
con resonancias adicionales.
Es así que, para cualquier mujer joven, su extravagante salta tejida, roja y
figurativa, encuentra su paralelo en los versos de su canto, que ella desarrolla
y canta a plena voz desde el corazón y al máximo de su habilidad creativa,
en tanto que su pampa monocroma encuentra su paralelo en la repetición de
los refranes, a los que ella regresa, como una secuencia de descanso, después
de que cada período de expresión figurativa queda exhausto. Asimismo en la
expresión relativa del color, la salta roja da lugar a una sección musical más
colorida y cromática, a diferencia del murmullo del refrán menos cromático
y más monocromo de la pampa. Por tanto, la estética de color y sonido se
entrelaza en una sinestética que deriva su fuerza emocional del poder del
juvenil flujo sanguíneo femenino. Posteriormente, como mujer casada en
su senda de adulta, llamada thakhi, está prohibida de cantar en público los
wayñus populares, y se muestra más preocupada con la expresión estética de
sus propios poderes reproductivos, en sus primeros intentos serios de cantar
las canciones a los animales. Sólo después de la menopausia se convierte en
experta de esta otra clase de wayñu, cuando se ve libre de los peligros de la
menstruación, y puede al fin transmutar sus poderes en el canto reproductivo.
Del ganado hizo el Inca la misma distribución que de las tierras, que fué
contallo u señalar pastos y términos del ganado y de las guacas y del Inga,
y de cada pueblo, y así lo que se criaba, era una parte para su religión, otra
para el rey y otra para los mismos indios y aún los cazadores había la misma
división y orden: no consentía que se llevase ni matase hembras...
Iniciación y herencia
1
Para un análisis más extenso sobre el marcado de orejas como un recurso para calcular la
magnitud de los rebaños, véase Dransart (1991b: 161 y sig.).
Capítulo 3
119
La ceremonia propia
...existe una idea en K'ulta de que las líneas sanguíneas de los rebaños están
vinculadas a la transmisión matrilineal; que los animales que las mujeres llevan a
2
Las excepciones son Palacios Ríos (1988), Mamani (1989) y Dransart (1991b): todos ellos
admiten los lazos bilaterales realizados en el rito. Describimos el rito en Arnold (1988:
Capítulo 7).
120 Río de Vellón, Río de Canto
Señoras (T'alla), que figuran más en los versos por ser los lugares más
importantes y poderosos de nacimiento y creación.
De estos lugares especiales, doña Lucía elige tres que conoce mejor por
su vida como pastora para integrar en sus canciones de la ceremonia, sobre
todo a las llamas hembras (que dejaremos para analizar hasta el Capítulo
7). El primero, Q'asir Quta (Laguna Llorona), a veces llamada Turu Mallku
Q'asiri (Turu Mallku Llorón), con su profundo azul turquesa, yace en una
cuenca en las laderas superiores de Turu Mallku, la montaña más alta de
todo Qaqachaka ubicada en los límites con Condo, y llamada afectuosamente
el “Abuelo”. Las pastoras temen acercarse mucho a las orillas de esta laguna
pavorosa, pues sus aguas se mueven de por sí: “como si una mano levantara
una manojada de agua y le mojara a una por la espalda, trayendo mala
suerte”. El segundo, Jujchu T'alla, es la Montaña-Abuela de Qaqachaka y
esposa de Turu Mallku, a horcajadas sobre el límite con ayllu Laymi, llamada
afectuosamente Awilita. El tercero, Aywir Qala, las Piedras que Caminan en
hilera, son illas mágicas ubicadas cerca de la entrada a Qaqachaka (a medio
camino entre Turu Mallku y Jujchu T'alla), y son consideradas el lugar de
origen más poderoso de las prácticas de herencia en la línea materna, y del
origen de los rebaños de llamas.
Ciertos relatos, llamados layra parla, “el habla de antes”, nos narran de
estos tres lugares: de cómo los primeros animales del ayllu fueron bajados
desde Turu Mallku y Jujchu T'alla y cómo la práctica de la herencia femenina
llegó desde las Piedras que Caminan. Estos relatos sobre Abuelo Turu y
Abuelita Jujchu, narrados por los ancianos del ayllu, tienen que ver con
los orígenes de los rebaños y las prácticas de pastoreo, de la gente y las
costumbres matrimoniales, y de los ríos del ayllu. En ellos, las montañas
y hasta sus arroyos respectivos tienen género. Por lo general, la gente
concuerda que Turu (“Cojonudo y Duro”) es seco, en tanto que Jujchu
(“Legamosa”) tiene agua a raudales que baja por sus laderas todo el año.
Sus “orines” (yaq'pa) suenan Phurr al descender sus laderas, donde se
dividen en varios arroyos. Esta diferencia por el género está reforzada en los
comentarios sobre la confluencia de dos ríos en Turu Pallqa (Bragadura del
Turu), el rojo que baja del Jujchu y el blanco que baja del Turu; es el lugar
del “matrimonio” de los dos ríos, el sitio de su encuentro sexual, donde las
dos sendas se arremolinan y se mezclan.
Estos sitios figuran en el Cuento del Matrimonio de Turu y Jujchu que
nos narró doña Lucía en 1989, una versión que sirve no sólo como el mito
fundador del matrimonio humano en Qaqachaka, sino también de la herencia
materna de los animales. En el cuento, se nombra a la montaña por el epíteto
especial de “Cerro Pastor”, ya que la trama narra de cómo Jujchu T'alla,
como esposa recién casada, arreaba su herencia de animales después de
la boda. Pero en el momento en que Jujchu y sus acompañantes estaban
arreando sus animales y bienes tarde en la noche, un gallo cantó de repente:
122 Río de Vellón, Río de Canto
Preparación y expiación
de su santo patrono, en especial los animales del Viejo mundo, aunque hay
un patrón más antiguo de fechas para el marcado de los camélidos andinos.
Así, las llamas machos son marcados en la fiesta del Niño (Niñu) en Navidad
(como eran los muchachos incaicos), y las hembras en el Jueves de Comadres
antes de carnaval, o pueden ser marcadas en Pascuas. También las ovejas
del Viejo mundo son marcados en carnavales, en Pascuas o en la fiesta de
San Juan, su santo patrono, en junio. Y las cabras son marcadas en el día
de San Bartolomé, su patrono, en agosto. A la vez, cada estancia tiene días
preferidos para las ceremonias.
Describiremos aquí el marcado de las ovejas, ya que lo conocemos mejor. No
obstante, el marcado de llamas y otros animales sigue un rito casi idéntico, y
las canciones a los animales se cantan en todas estas ocasiones. El rito incluye
una pareja de casados, que son los dueños de los animales, sus parientes
consanguíneos y políticos, sus invitados y sus compadres y comadres.
El entregar la herencia en la ceremonia comprende varias etapas desde
el anuncio inicial en la fiesta de la Inmaculada Concepción en diciembre
que una “herencia de pastoreo” (un tuti anaki) ocurrirá posteriormente en
el año. La propia entrega de la herencia se realiza el Domingo de Tentación
después del carnaval. Como el marcado de animales individuales, el obsequio
de animales pequeños también ocurre a intervalos de tres años. La segunda
y tercera etapa de la herencia, cuando la mujer joven, después de casarse,
lleva todas las crías de sus primeros obsequios, se llama simplemente tuti
(del castellano “dote”).
La secuencia de ritos que conducen a la ceremonia comienza en la noche
del último viernes antes de carnaval, en dos sitios rituales: el altar de la casa,
llamado Iskina, ubicado en el patio principal, y otro lugar de ofrenda en las
laderas del Cerro Guardián de la familia, llamado Uywiri. El emparejamiento
de estos dos lugares de ofrenda, Iskina y Uywiri, forma un par de elementos
femenino y masculino que se reconocen mediante una división de trabajo
ritual por el género, de modo que cuando los hombres van al Uywiri para
preparar una ofrenda de sacrificio, las mujeres quedan en casa para hacer
una ofrenda similar en la Iskina.
Comienza con un rito de expiación al Padre Sol y a la Madre Luna, similar
a lo que se realiza en cada luna llena, cuando las mujeres hacen libaciones.
El patrón de las libaciones se incorpora más tarde en las canciones, pues
veamos cómo lo hace. Primero brindan para un sitio ritual en los rediles de
la casa que acogen al rebaño, llamándolo por su nombre de brindar, Jira
T'alla: la “T'alla de la Taquia”. Gradualmente, extienden hacia afuera la
gama de sus libaciones, ovillando sus palabras en círculos cada vez mayores
de inclusión, y en sendas radiantes, para así incluir todos los demás rediles
y altares de iskina donde las familias han criado con éxito los animales en el
pasado. Esta técnica mágica y arte de nombrar recorre al patrón de envolturas
concéntricas y sendas de memoria de los nombres de brindis de los rediles,
Capítulo 3
125
El sacrificio
3
Sobre este proceso de enraizar, véase también Abercrombie (1986), aunque lo interpreta
como una expresión de poderes predominantemente masculinos.
4
Godoy (1983: 534) señala la misma terminología de “enraizar” y de encontrar nuevos
“brotes” en la terminología minera andina moderna.
126 Río de Vellón, Río de Canto
La marcación
Por la tarde del mismo día, a eso de las cuatro, mientras el sol comienza a
ponerse y se alargan las sombras, comienza la propia ceremonia de marcar.
5
Por otra parte, si se sacrifica un cordero, entonces se usa una bolsa de hombre para coca
(llamada ch'uspa o más a menudo en Qaqachaka un wallqipu).
Capítulo 3
127
Los rediles ya han sido preparados. En algunas casas se levanta una bandera
blanca en una esquina del redil, para anunciar el marcado, y los pequeños
nichos dentro del redil están decorados con ramitas verdes de tipa y molle.
Cada familia tiene listo su atado ritual de hermosos textiles que contienen
amuletos de piedras de color, los que, según esperan, transmitirán sus colores
a los animales.
Ante todo, los dueños de los animales hacen una ofrenda de incienso en dos
cuencos de barro los que levantan y hacen girar en un movimiento circular,
soplando el humo en dirección a los animales. A veces se hace una ofrenda
de la hierba aromática q'uwa. Se hacen más libaciones para la “T'alla de
Taquia”, nombre de brindar para el estiércol de las ovejas, y para el lugar
donde duermen, y aun otras a los rediles y a la Tierra Virgen (Tila Wirjina),
“para que las ovejas duerman bien”.
Luego extienden una frazada en el suelo y ponen en ella un morueco joven (al
que llaman turu por sus cuernos especialmente desarrollados), generalmente
entre dos ovejas hembras 6. (En el caso de la marcación de llamas, el animal
sería un tilantiru: un “delantero” guía joven). Las dos carneras son una madre
guía (tayka o irpa) a un lado, y una seguidora adolescente (ayruya o arktirpa)
al otro. Algunas carneras tienen crías cada año, mientras otras sólo las tienen
cada tres años y es una de las carneras muy fecundas y tan deseadas que se
celebra en esta ocasión. Dicen que el animal más joven aprenderá al “seguir”
a la otra. (De modo parecido, en el caso de las llamas, se usan una madre
(piñama) y una adolescente (ayruya o ankuta), y a la hembra más fecunda se
llama qhuya, ya que ella es una “mina” de riqueza en animales). El objetivo
principal de esta parte del rito es celebrar la fertilidad femenina en el rebaño,
e iniciar a los animales jóvenes en la maternidad: es un rito de transición a
la madurez, por eso dicen mientras se marca a los animales:
6
Si la familia de pastores no tiene suficientes hembras, entonces usan como un recurso
secundario dos machos: un delantero y un trasguía, con una hembra adolescente en el
medio.
7
Véase por ejemplo Cavero (1979, No. 19), citado en Dedenbach-Salazar (1990: 148).
128 Río de Vellón, Río de Canto
8
También se puede esparcir, sobre los lomos de los animales, sak'a y pharara, y otras especies
de flores que son específicamente asociadas con la ceremonia de marcar, en especial aquellas
que florecen en el carnaval, cuando tiene lugar el rito.
9
A veces una pareja nombra alguna otra persona como el cortador de orejas, llamándolo
Ilaqir Tata: “Señor Cortador” y su esposa se llama Ilaqir Mama: “Señora Cortadora”.
Capítulo 3
129
Abrir la boca
Como principio general de marcar, se horada o hiende las orejas de las hembras
en tanto que los machos son marcados en el cogote y la cruz. Las señales son
varias: cada una tiene su nombre y cualquier familia tiene una selección de la
que puede escoger, tales como punta, llawi (“llave”), wintana (“ventana”), p'isaqa
(“perdiz”) y wich'uña (“golpeadora de hueso”). Los términos de horadura o hendida
son críticos para cada pastor(a), y los mencionan en sus libaciones y cantos.
El principio sobresaliente de la ceremonia es que, de las hendiduras
de las hembras, siempre debe manar sangre. Si se marcara a los machos
en sus orejas de esta forma, entonces “ellos se convertirían en hembras y
perderían su fuerza”. Las hendiduras en sí se deben considerar exitosas, de
haber coadyuvado en la reproducción de los rebaños en los últimos años. Las
señales más exitosas se observan de cerca en el curso del año y después en el
rito de k'illpha, durante el episodio del recuento. Si una señal determinada
resulta un fracaso y el linaje de ovejas disminuye, se puede escoger otra, pero
la opción siempre se considera seriamente con la ayuda de un sabio (yatiri),
que busca la nueva señal al adivinar con la coca.
De otro modo, las marcas nunca se cambian y continúan así en la línea
materna de una a otra generación. En el lenguaje de brindar se llaman “la
senda de marcar” (k'illpha thakhi) y se consideran parte de la “senda de
tejer y cantar” (jaynu thakhi) de una mujer joven, puesto que los animales
“demandan” de sus pastoras que su vellón sea tejido. Cuando tiene muchos
animales, una mujer puede tejer y cantar bien. Doña Lucía comentó en
broma que sus animales “¡se convertirían en abuelas y abuelos con las
mismas marcas!”.
132 Río de Vellón, Río de Canto
sólo una copa sería para los muertos. Los brindis iniciales son para la comida
del banquete, la carne y quienes la sirvieron, luego para las ovejas y su lugar
de origen. Se ofrecen más brindis para los dominios paralelos femenino y
masculino: Iskina (el altar del hogar) y Uywiri (el Cerro Guardián). En la
división del trabajo ritual, las mujeres brindan por las Iskinas y Uywiris donde
se originaron sus propios rebaños, y los hombres por el linaje paterno. Las
libaciones son extensivas: en una ceremonia de marcación de cabras donde
los Choque, presenciamos una serie de brindis por los dos linajes de rebaños
que incluyeron cuarenta topónimos en sucesión.
En la primera ronda de libaciones también se recuerda a los pastores y
pastoras ya fallecidos, la “Gente de las Iskinas”, y los bramaderos, los “hombres
de piedra” muertos de los patrilinajes locales, que se yerguen allí a través
de las generaciones, enraizados en sus sitios. Las libaciones de las mujeres
son necesariamente más elaboradas en esta fase, pues ellas tienen mejor
conocimiento de los rebaños y sus orígenes; los hombres suelen conocer sólo
los lugares donde compraron los animales, o la historia inmediata de éstos.
La gente sigue recordando y recordando los orígenes de sus rebaños hasta
que quedan exhaustos.
Se ofrecen más brindis para el aumento de los animales y el éxito de la
ceremonia, y luego para la casa y los animales domésticos que proveen la
comida. Estos brindis comienzan con los animales más grandes y descienden
en escala desde vacas, llamas y alpacas, mulas y burros, hasta ovejas y cabras,
todos llamados en el lenguaje de brindar las “bendiciones de cuatro patas”.
Los animales grandes son “flores grandes” y los pequeños “florecitas”, una
regla de nomenclatura y realización que se incorporan luego en las canciones.
Se dirige a todos los animales por sus nombres de brindis, y se presta
atención a los diferentes grados de edad, otra característica de organización
que resuena en las canciones. En otra división por género, los hombres
brindan para los diversos grados de edad de los machos y las mujeres para
las hembras. Se hacen más brindis por un “abundante corte de orejas” y por
el origen de todos los animales: la Costura de Illas y de Crías.
Se hacen otras libaciones a las colinas y cerros circundantes donde pastan
los animales, comenzado desde la derecha y siguiendo progresivamente hacia
la izquierda, en el sentido del movimiento del sol. En otra división por género
de trabajo ritual, los hombres brindan para las montañas más altas (Mallku),
y las mujeres para las pampas equivalentes (T'alla). Mediante un proceso
de inclusión siempre creciente, brindan primero para los Cerros Guardianes
que circundan la estancia y sus respectivas pampas, girando en forma espiral
para luego incluir las montañas mayores de Qaqachaka como un todo,
incluyendo al Turu Mallku (“Cojonudo y Duro”) y Jujchu T'alla (“Legamosa”),
y sus respectivas crías, y después extienden hacia afuera en una vuelta
más amplia de las montañas regionales, mencionando a Tata Sajama, Tata
Tunupa y Tata Illimani, hasta que incluyen en este girar en sentido solar
136 Río de Vellón, Río de Canto
10
Esto se ilustra en el mito de Wallaqir Phuju, según describe Manuel Mamani M. (1989).
Capítulo 3
137
mezcla en el suelo en tanto que rezan: “Costura de Illas y Crías, recibe esta
ofrenda cruda”. Hacen una ofrenda de incienso a los cerros, y luego entierran
los atados sagrados en un hoyo especial dentro del redil de ovejas, que se usa
año tras año. Esta parte de la ceremonia se llama “pérdida de los pedazos de
orejas”. Ante todo, se forra el hoyo con tallos de cebada verde e hilachas de
hebra roja, un poco de q'uwa “para preservar el rebaño” y unto de llama. Los
pedazos de orejas van acompañados con otros elementos: confites redondos,
tres hojas de coca, un trozo pequeño de lejía (pasta de cal, complemento de
la coca), cigarrillos, y quizás un poco de pito, más las colitas de los animales.
Todos los elementos se envuelven juntos en un trozo de algodón en rama,
y finalmente se encaja una pequeña loza en el hoyo, que a su vez se cubre
con tierra suelta. Se ofrece un brindis para “una buena hora” y “un buen día
joven”. Luego se entierra la piña blanca, pero en otra parte, para volver a
usarla en el futuro. Mientras es enterrada, la gente comenta con esperanza
que se coloca allí “como plata. La veremos crecer...”.
En este punto, ofrecen otro brindis con aguardiente para los rediles. Cada
persona toma algunas hojas de coca para acullicar y se repiten las ofrendas
para que la despensa esté llena, para la procreación exitosa de los animales
en el futuro, y otra vez a la Costura-illa de las Crías. En general, existe la
misma división paralela, de modo que las mujeres hacen ofrendas y brindis
para el aumento y fertilidad de las hembras, mientras los hombres brindan
por los machos. Sólo en un caso excepcional, brindan juntos los dos sexos,
para la “T'alla de Taquia” de los rediles, al cerrar la secuencia.
Después de haber sido enterrados los trocitos de las orejas, los presentes
comen un poco de la mezcla del hígado crudo, a la que ahora llaman la
“pérdida de pedacitos de orejas”. Cada persona consume dos pedazos, mientras
dice: “Ahora las perderemos”. Según doña Lucía, esta acción sirve para
“incorporarlos en nuestros propios cuerpos, para acompañar el entierro de
los pedacitos de orejas”. Esto implicaría que los participantes tratan a sus
cuerpos como a la propia tierra: devoran el hígado crudo en sus entrañas tal
como el hoyo del redil devoró los pedacitos de orejas.
Según la lógica sinestética, ellos consumen la carne rica en sangre para
extender la trama interna de sus líneas de sangre a través del territorio,
estirando hacia afuera la red sanguínea, para así incluir todas las montañas
y costuras, y los espíritus que moran allí. Para las mujeres presentes, los
pedacitos de oreja, empapados de sangre materna, se han convertido en un
germen inicial que luego se reduplicaría en múltiples niveles para extender el
poder de la sangre materna a través del territorio del ayllu, a la vez que ellas lo
nutren analógicamente en sus propios cuerpos mediante la sangre del animal
sacrificado. Pero, a otro nivel, la reproducción del linaje animal simplemente
va paralela a la del linaje humano, cuando las placentas de todos los hijos en la
línea materna, nacidos en una misma casa, son enterradas en un hoyo dentro
del umbral de la puerta (Arnold 1992a: 54-5).
138 Río de Vellón, Río de Canto
I.
Preparación Altar de Iskina y Dioses padres Corrales y sendas
y expiación Cerro Guardián Uywiri Padre Sol y Madre Luna Animales de rebaño
Estiércol y enraizar
V. Herencia Corrales
Las mujeres siguen cantando las canciones a los animales durante toda
esta parte de la ceremonia, si están ebrias. Aun en lo musical, desarrollan
las mismas clases de elementos de germen granular, recogiendo los temas de
la sangre materna, el señalar y florecer, para enraizar, gotear y derramar su
poder. O una de ellas puede ponerse a cantar algún canto de amor de carnaval
para aliviar el momento.
MOTIVO MODO DE “CORRAL” MODO DE “SENDA”
ARRAIGO Nódulo de corral Senda de raíces
CARNE Animal carneado Flujo de sangre
SEBO Sebo de animal Pringue
RIQUEZA Mineral Venas de riqueza
SUERTE Corral y pastos Flujo de estiércol
COMIDA DE FESTÍN Qurpa: trozos de carne Compartir la carne como comida de festín
Ch’iwu: carne Masticar pastos y comida de festín
Beber agua y libaciones de las nubes lluviosas
Botar estiércol y hacer aguas
3 Saratmakay saratma, Mamala paw paw ¡Qué bonita vas! Mamala bee bee
4 Janq’u sinta jaquta, Mamala paw paw Una cinta blanca desatada, Mamala bee bee
5 Saratmakay saratma, Mamala paw paw ¡Qué bonita vas! Mamala bee bee
6 Wila sinta jaquta, Mamala paw paw Una cinta roja desatada, Mamala bee bee
7 Umay katükam sariri, Mamala paw paw La que va hasta tragar agua, Mamala bee bee
8 Parway katükam sariri, Mamala paw paw Que va hasta morder espigas, Mamala bee bee
9 Uma katükam sariri, Mamala paw paw La que va hasta tragar aguas, Mamala bee bee
10 Parway katükam sariri, Mamala paw paw Que va hasta morder espigas, Mamala bee bee
11 Janiw ququy shamati, Mamala paw paw No te voy a rogar meriendas, Mamala bee bee
12 Janiw wiskhuy shamati, Mamala paw paw No te voy a rogar sandalias, Mamala bee bee
13 Janipiniw pisi pis iñtantati, Mamala paw paw Que nunca te sentirás rebajada, Mamala bee bee
14 Altupiniw saranta, Mamala paw paw Que andarás en lo alto, Mamala bee bee
15 Kancha puqha saranta, Mamala paw paw Que andarás en una cancha llena, Mamala bee bee
16 Jira puqha saranta, Mamala paw paw Que andarás en plena taquia, Mamala bee bee
17 Jawkha wawan jaqïta, Mamala paw paw Eres alguien con muchas guaguas, Mamala bee bee
18 Jawkha allchhin jaqïta, Mamala paw paw Eres alguien con muchas nietas, Mamala bee bee
19 Jumapiniw Awkñäta, Mamala paw paw Tú siempre eres mi Padre, Mamala bee bee
20 Jumapiñay Taykñäta, Mamala paw paw Tú siempre eres mi Madre, Mamala bee bee
21 Kuna sataki, Mamala paw paw ¿Cómo te llamas? Mamala bee bee
22 «Chita Qallu» sataki, Mamala paw paw Eres llamada “Chita cría” nomás, Mamala bee bee
23 Kuna sataki, Mamala paw paw ¿Cómo te llamas? Mamala bee bee
24 Jumapiñay «Chitäta» Mamala paw paw Tú siempre eres “Chitata”, Mamala bee bee
25 Pantish t'ikha, Mamala paw paw Flor de carmesí, Mamala bee bee
26 Rusas t'ikha, Mamala paw paw... Flor de rosa, Mamala bee bee...
144 Río de Vellón, Río de Canto
Ma-ma-la paw paw
12
Por ejemplo, sobre el paralelismo en Roti, véase Fox (1974).
13
En sentido literal, una escala pentatónica tiene cinco notas; en la teoría musical se usa
para denotar una escala que se puede derivar de un ciclo de quintas, p.ej. do-sol-re-la-mi.
El comprimir esto en una octava da: do-re-mi-sol-la, o con “la” como su nota de partida: la-
do-re-mi-sol. Una escala de esta última forma es la más común en la música pentatónica
andina que se describe en la presente obra, basada en intervalos de un tercio menor — tono
entero — tercio menor. Estas escalas no contienen intervalos menores que un tono entero,
es decir que no tienen semi-tonos. Existe algún desacuerdo en cuanto a que si ésta es la
forma musical más arcaica en los Andes, o que si existe una escala tritónica subyacente
más antigua (Bradby 1987: 215). No vamos a contribuir a este debate sino para señalar
que, según el “modelo folklórico” de la música de las mujeres de Qaqachaka, sus canciones
a los animales son la forma más arcaica del wayñu que conocen.
14
Además, existe una indicación del “tempi”. Todas las canciones son más o menos en Tiempo
Rubato, pero donde hay alguna diferencia discernible, los dos extremos se muestran en tiempo
del valor de una negra, de modo que 65-80 = MM. significa 65-80 = MM. (Loubser 1996).
146 Río de Vellón, Río de Canto
(1)
(2) COPLA
{
Debido a la variación melódica en el segundo verso y la cadencia en el final
del segundo refrán (como a1b1a2b2), la canción tiene la forma típica del wayñu
de abcd. Según prosigue la canción, la cantante desarrolla estos gérmenes
de ideas musicales básicas, y su elaboración de la forma musical ocurre
mayormente en la sección indicada. En esta “costura generativa” entre
semilla-ideas, la canción puede ser “hilada”, según exige la letra, de modo
que, en el verso 3, la célula rítmica a) ya ha sido estirada a:
15
“Time-phrase parallelism” en inglés (Solomon 1991: 38).
Capítulo 3
147
3 ¡Sáratmákay sáratma! Mámala páw páw ¡Saratmákay sarátma! Mamála paw paw
4 Jánq'u sínta jáquta, Mámala páw páw Jánq'u sínta jaqúta, Mamála paw paw
La organización de la canción
sus propias hembras, doña Asunta incluso puede sentirse inspirada para
cantar todo un episodio basado en esta sencilla idea:
Jumay iñjatasa, jumapiñay urma, Mamala paw paw Mirándote, veo que es tu día siempre, Mamala bee bee
Pantis t'ikha, Mamala paw paw Con una flor carmesí, Mamala bee bee
Juman urmapiña, Mamala paw paw En tu propio día siempre, Mamala bee bee
Rusas t'ikhay t'ikhachta, Mamala paw paw... Te floreo con una flor rosada, Mamala bee bee...
Para ella, son canciones de iniciación, que marcan el tiempo del flujo de
sangre, una menarquía animal simbólica, cuando las hembras llegan a la
madurez sexual.
Sin embargo, otras cantantes pueden pensar por momentos en otras clases
de derramamiento de sangre, tal como la sangre de un sacrifico, cuando el
cuerpo sustancioso de la oveja acaba en la sopa rica y espesa en la olla. Algunas
variantes de la canción a la oveja se cantan para alabar al animal sacrificado,
la víctima propiciatoria que reemplazaría al sacrifico humano. En este sub-
género en especial, en un modo andino de elegía, las mujeres recuerdan a
la hembra que fue sacrificada y dio su último respiro por los rebaños y los
pastizales donde ella pastó. Hay aquí algunos versos por doña Agustina Sirki:
Samt'asmay samt'asma, Mamala paw paw Pues respira, respira, Mamala bee bee
Pinkill llump'iyiri, Mamala paw paw 16 La que llena el cerro Pinquillo, Mamala bee bee
Pukar llump'iyiri, Mamala paw paw 17
La que llena el cerro Pucara, Mamala bee bee
Kawkit chultiri, Mamala paw paw 18 La que recupera de donde sea, Mamala bee bee
Lluytat chultaniri, Mamala paw paw 19 La que viene desde el hato, Mamala bee bee
¡Tirt'am tirt'am! Mamala paw paw... ¡Tira tira! Mamala bee bee...
O cantan a las ovejas que van a parar a la olla para rendir su “agua roja”
cuando la sangre fluye para enriquecer el caldo:
16
Pinkillus son las flautas de boquilla que se tocan durante la temporada lluviosa. El cerro
Pinquillo es una colina con buenos pastizales, cercana a Qaqachaka; es quizás la calidad
fálica del cerro Pinquillo que ayuda a hacer más crías.
17
Pukara: literalmente “fortaleza”, es un sitio ritual que se usa para ceremonias agrícolas
y donde se halla en muchos casos los pastizales en común (ayjitiru). En general, pukara
alude a montañas altas y este verso posiblemente sea una solicitud para que las ovejas
medren lo suficiente para que rebalsen la cumbre de esta montaña.
18
Chultiña (o chaltaña): “recuperar”en sentido de “comenzar a caminar” después de parir o,
en el caso de la cría, de haber sido parida; el verso se dirige a la vez a la mujer que dio a
luz para que recupere sus fuerzas.
19
Lluyta alude a todo el rebaño.
152 Río de Vellón, Río de Canto
Jumaraki junt' umar willintaña, Mamala paw paw Y tú que se pone en el agua caliente, Mamala bee bee
Jumaraki wila uma sartayaña, Mamala paw paw... Y tú que haces correr el agua roja, Mamala bee bee...
En este contexto de sacrificio, el término wila se usa más por el color rojo
sangre, o por la propia sangre derramada. En cambio, el término panti se
reserva por el color rojo vivo de la sangre fresca del parto. Así llegamos al
significado central y más mágico de la canción, de engendrar a las nuevas
crías e incrementar los rebaños de las mujeres. Si existe aquí un contexto
de sacrificio, es el mencionado por doña Lucía: nos explicó la costumbre,
cuando las mujeres dan a luz, de carnear una oveja en cualquier hora del
día o de la noche, y poner su carne en agua caliente para hacer un caldo
nutritivo, realizando así un intercambio de sangre por sangre para coadyuvar
a la recuperación de la madre humana. Recalcó que, en las ceremonias de
marcación, las mujeres deben valerse de tal oportunidad para recordar este
acto de sacrificio de parte de las ovejas, y cantarles así:
3 ¡Saratmay saratmay! Mamala paw paw ¡Qué bonita caminas! Mamala bee bee
4 Siyan t'isnus sikharpäta, Mamala paw paw Toda una cinta desplegada de flores azules,
Mamala bee bee
5 Tanitmay tanitmay, Mamala paw paw Cómo vas, cómo vas, Mamala bee bee
6 Kumphirisas sikhirpäta, Mamala paw paw Todo una fila de confites desplegada, Mamala bee bee
7 Ala sawatu, qullqi sawatu, Mamala paw paw... Zapato comprado, zapato plateado, Mamala bee bee...
5 Yanan chuñakira, Mamala paw paw Un par de aves negras, Mamala bee bee
6 Muritus yanani, Mamala paw paw Un par “morito” sin astas, Mamala bee bee
7 Khitins jariyata, Mamala paw paw Alijerada por alguien, Mamala bee bee
8 Juma «Jarïtit jarïtit» sakista, Mamala paw paw Tú me dices: “¡Apurame apurame!” Mamala bee bee
11 Laq'a t'uram sariri, Mamala paw paw Andorrera envuelta en polvo, Mamala bee bee
12 Kuna willisisa sarta, Mama(la) ¿Qué estás derramando mientras vas? Mamala
Mistisita, Mamala paw paw Misticita, Mamala bee bee
13 Kumphirisa willisisa sarta, Mamala paw paw Derramando confites vas, Mamala bee bee
14 Arktmay arktma, Mamala paw paw Una por una en fila vas, Mamala bee bee
15 Sinta sikhata sarta, Mamala paw paw Como una cinta desplegada vas, Mamala bee bee
16 ¡Saratmay saratma!, Mamala paw paw ¡Qué bonita vas! Mamala bee bee
17 Yanan wank'ur muritu, Mamala paw paw21 Un par sin astas van al banco, Mamala bee bee
18 Yanan chuñakira, Mamala paw paw Un par de chiguancos todo de negro, Mamala bee bee
20
Chulakita es un pájaro blanco, y se nombran las ovejas por él; chuñakita es un pájarito
negro y las ovejas negras se nombran por éste. Yanani aquí tiene el significado quechua
de “par”, tal como un par de ovejas, la una de tono más claro y la otra más oscuro.
21
Wankuru: “al banco”, del wanku (“banco”). Yanan es un doble juego sobre el castellano
“ganar” y el quechua yanani: “par”. Muru es un cordero sin cuernos. El verso alude a la
costumbre de comerciar el vellón y carne de la oveja por dinero en efectivo.
156 Río de Vellón, Río de Canto
19 Yanan warusa, Mamala paw paw Un par de parduzcos, Mamala bee bee
20 Yanan Lusiya, Mamala paw paw 22 Un par de carneros, Mamala bee bee
21 Muchuy muchuy, Mamala paw paw 23 Muchos sin cuernos, Mamala bee bee
22 Mistisita, Mamala paw paw Mesticita, Mamala bee bee
23 Jan awkinin Awkpa, Mamala paw paw Padre de los sin padres, Mamala bee bee
24 Jan taykanin Taykpa, Mamala paw paw Madre de los sin madres, Mamala bee bee
25 Tatañasa chhaqti, Mamala paw paw Hasta mi propio padre está perdido,
Mamala bee bee
26 Muchuy muchu, juma Awkiw Tú, sin cuernos, nos representarás como Padre,
sasa sayt'äta, Mamala paw paw 24
diciendo, Mamala bee bee
28 Yanan Lusiyita, Taykas sayt'äta, Un par de carneros, tú nos representarás como Madre,
Mamala paw paw Mamala bee bee
32 «Muchuy muchu Awkñay» sas “Los sin astas son mi Padre”, diciendo,
kuntintuy iñjatasma, Mamala paw paw Contenta, te he reconocido, Mamala bee bee
35 Janiw wartas wartati, Mamala paw paw Para ti no hay descanso, Mamala bee bee
36 Janiw thayas thayati, Mamala paw... Para ti no hay frío, Mamala bee bee...
22
Lusiya o Luwis Mamala es otro nombre de brindar para la oveja, probablemente derivado
de la aymarización de “oveja”: uwija o uwisa. Luwis mamala generalmente se refiere a la
carne de la oveja.
23
Muchu alude a una oveja sin cuernos, pero también se aplica a un niño pequeño que aún
no muestra sentido común.
24
Sayt'äta significa “estar parado(a)”. Pero en el presente contexto, el verso alude a la acción
de “sustituir a alguno(a)”. El cordero, como una especie de padre sucedáneo, entrega su
carne como sacrificio, substituyendo a la gente que lo cuida.
Capítulo 3
157
37 «Arktitay arktit» sakista, Mamala paw paw Me dices que te siga en fila, Mamala bee bee
38 Janiw phistas phistati, Mamala paw paw Para ti ni una fiesta es fiesta, Mamala bee bee
39 Janiw wartas wartati, Mamala paw paw 25 Para ti no hay descanso, Mamala bee bee
40 Kutxatayansma, Mamala paw paw Te hago volver, Mamala bee bee
41 «¡Wawñay wawñay!» sakista, Mamala paw paw “¡Mis crías, mis crías!” me dices, Mamala bee bee
42 «Kawkira wawña» sakista, Mamala paw paw “¿Dónde están mis crías?” me dices, Mamala bee bee
43 Wawamasti junt'ut junt'ur ikintj, Pero tus crías están durmiendo en lugares cálidos
Mamala paw paw Mamala bee bee
44 ¡Jani nä lankañ atktti!, Mamala paw paw ¡Ni puedo encontrarlos! Mamala bee bee
46 Arustañ jan yatjtati, Mamala paw paw Pero hablar no puedes, Mamala bee bee
47 Taykñay Taykña, Mamala paw paw Mi Madre, mi Madre, Mamala bee bee
48 Jan awkinin Awkpa, Mamala paw paw Padre de los sin padres, Mamala bee bee
49 Jan taykanin Taykpa, Mamala paw paw Madre de los sin madres, Mamala bee bee
50 ¡Saratmay saratma!, Mamalapaw paw ¡Qué bonita vas! Mamala bee bee
51 Sinta sikhata sarta, Mamala paw paw Vas en cinta desplegada, Mamala bee bee
52 Kuna willisisa sarta, Mamala paw paw ¿Derramando qué cosas vas? Mamala bee bee
53 Kumphirisa willisisa sarta, Derramando confites vas,
Mamala paw paw Mamala bee bee
54 Mayat iñarpäta, Mamala paw paw Los miras uno por uno, Mamala bee bee
55 Llunch'i llunch'i llunch'ikipata, Todo brilloso, Mamala bee bee
Mamala paw paw
25
Warta (“guarda”), en sentido de un “día de guardar, o descanso”.
26
Alwuruna (“algodón”), en sentido de “algodón en rama”.
158 Río de Vellón, Río de Canto
¡Saratmay saratma! Mamala paw paw ¡Qué bonita vas! Mamala bee bee
Chhichhiwir thakhi sarta, Mamala paw paw... En una senda de granizo vas, Mamala bee bee...
Taykñataw taxsiña taxsista, Mamala paw paw... Mi Madre de tantas taquias, Mamala bee bee...
Luego, doña María cantó una canción de suerte a la cabra, la que también
se puede cantar en la ceremonia de marcarlas: el día de San Bartolomé, en
agosto. Esta canción a las cabras se caracteriza por una gama diferente de
epítetos basados en la cualidad de sus cuernos, con versos acerca de las peñas
y flores de cacto que ella frecuenta, en vez de los pastos lozanos que buscan
las ovejas. Por ejemplo, la Madre de muchas trencitas” (K'anan Mamala)
del primer verso, o la “Joven de trenzas” (Saphan Imilla) del verso 3, aluden
ambas a sus cuernos trenzados. La Madre de muchas trencitas”, en especial,
160 Río de Vellón, Río de Canto
hace que se la compare con las mujeres del ayllu que lucen muchas trencitas
pequeñas cuando se visten para la fiesta (o la guerra).
9 Qalat qalat sariri, Mamalay Mamalay Andorrera de roca en roca, Mamalay Mamalay
10 Qhiwillat qhiwillat sariri, Mamalay... Andorrera de cacto en cacto, Mamalay...
a) b)
a) b)
. .
expandida expandida
Capítulo 3
161
Ejemplo musical 1
27
Qiñwali probablemente es la variante de doña Mauricia respeto a qiñwachu, la gaviota
andina, con cabeza y dorso negros, y blanco por debajo, patas rojas y alas negras.
28
Literalmente: “Cuidado que piensas en menos”.
29
Literalmente: “Vas a pensar en lo alto”.
Capítulo 3
165
La senda trenzada
los aretes llamados “flores”, y la propia actividad que se llama “hacer florecer”.
Se dice que estas dos actividades reconocen la fecundidad de los animales.
Pero la gente de Qaqachaka, ¿por qué enfatizan el linaje materno de los
animales en esta forma, marcándola dos veces con ambas horadadas y aretes
floreados? Yace una pauta en el discurso nostálgico que ellos evocan acerca del
origen de la ceremonia de marcar orejas y la entrega de la herencia materna,
pues subyacente a sus prácticas actuales (a semejanza del propio wayñu)
siempre se halla la precedencia histórica del Tiempo del Inka. Este discurso
nostálgico subraya los aspectos maternos del rito, cuando el poder del Inka
(para hacer alianzas con las tierras vallunas) inició la herencia femenina allá.
En tanto que se arguye que la introducción de la horadada, como una
técnica de marcación, llegó de Europa, existen por lo menos dos referencias
del siglo XVI que apoyan la afirmación de Qaqachaka de que el Inka introdujo
esta técnica en la región. Una es la insinuación de Santillán respecto a la
forma en que los rebaños del Inka se distinguían en una forma especial “que
hasta hoy se conoce cúyo era por sus señales” 30. Otra referencia, en la Relación
de los Pacajes, menciona que el Inka, una vez que había subyugado a esta
gente, “señaló [el ganado de la provincia] con colores e hizo partición dello con
el sol” 31. Era de costumbre que, cuando el Inka conquistaba una región, los
rebaños eran divididos en esta forma, y una cierta proporción de los mismos
se apartaban para el sol.
En otro nivel, el rito contemporáneo de marcar los animales y su concurrente
entrega de la herencia evoca una comparación histórica con la perforación de
las orejas de los nobles incaicos en sus ritos de iniciación, de los que sabemos
por otros cronistas. Tanto las doncellas como los donceles eran marcados como
“orejones”, las muchachas al llegar a la pubertad y los varones para marcar
su condición de nobles incaicos y de jóvenes guerreros.
Es pertinente señalar que la propia historia de los inkas acerca de la
perforación de orejas, según Cieza, deriva de los grupos Caviña que vivían
más arriba del río Vilcanota, cuya fuente estaba relacionada míticamente
con la cuna del sol 32. El tema de la batalla es implícito cuando Murúa
menciona que el rito fue inventado por el guerrero Inka Cusi Huanachiri, o
Manco Inka 33. Por otra parte, Molina nos relata que horadaban las orejas
de los jóvenes nobles en “la postrera ceremonia que hacían en armarlos
caballeros”, y luego les taponaban con orejeras para marcar su nueva
condición 34. También hace el lazo manifiesto entre la perforación de orejas
30
Santillán (1968 [1563] parr. 54: 118). Citado por Dedenbach-Salazar (1990: 150).
31
En la Relación de los Pacajes (1965 [1586] I: 338), citado en Dedenbach-Salazar (1990: 150).
32
Cieza (1945 [1551] Ch. XCVII). Véase también Zuidema (1982c: 99).
33
Murúa (1946 [1590] y 1962 [1611-1618]).
34
Molina (1959 [1573]: 80).
168 Río de Vellón, Río de Canto
35
Molina (1959 [1573]: 80).
Capítulo 3
169
En el último capítulo, vimos que los hombres suelen quedarse en un solo lugar
determinado, en un linaje de descendencia vertical y patrilineal, en tanto que
las mujeres y los animales hembras se dispersan horizontalmente a través
del espacio, cuando al casarse se trasladan a la casa del marido, llevando
con ellas sus animales y bienes. Pero aquí, en la ceremonia del marcado, el
modo horizontal se torna predominante y se expresa con la palabra aymara
k'illpha. Primero las libaciones de la ceremonia establecen las sendas de
esta expansión de los lazos sanguíneos, que luego se expanden en la canción
e incluso en el baile enlazado hacia la casa. En estos casos, la trama de las
líneas sanguíneas horizontales engloba la urdimbre de las líneas de semilla.
36
Spedding (1992a: 77) nos recuerda que la vestimenta de Mama Huaco, la antepasada
fundadora de la línea sanguínea incaica, estaba infundida con rojo, según el relato de
Guamán Poma.
170 Río de Vellón, Río de Canto
La cromática de sangre
...Tomaban un cordero negro, porque este color fué entre estos indios
antepuesto a los demás colores para los sacrificios, porque lo tenían de mayor
deidad. Porque decían que la res prieta era del todo prieta, y que la blanca,
aunque lo fuese en todo su cuerpo, siempre tenía el hocico prieto, lo cual era
defecto y por tanto era tenida en menos que la prieta. Y por esta razón los
reyes lo más del tiempo vestían de negro, y el luto entre ellos era el vellorí,
color pardo que llaman...
Garcilaso de la Vega
Comentarios Reales,
al hablar de la fiesta de Inti Raymi en el solsticio de junio.
Capítulo 4
...Es que llama taqui [danza ceremonial], cachiua [canción y danza en corro],
haylli [cantos de triunfo], araui de las mosas, pingollo [flauta] de los mosos
y fiesta de los pastores llama miches [pastor de llamas], llamaya [cantar de
los pastores de llama] y de los labradores pachac, harauayo [cántico], y de
los Collas, quirquina, collina, aymarana [canciones y danzas aymaras], de
las mosas, guanca, de los mosos quena quena [canciones y danzas aymaras]...
Doña Lucía tiene su propia clasificación de las canciones a las llamas. Las
nombra en general qarwa kirki: literalmente “canciones de llamas”. Clasifica
el ciclo completo de doce clases como sigue. En un primer grupo de siete tipos
de canto, ella ubica los diferentes sexos, ritos de transición y edades de los
animales, usando los nombres de brindar, mencionados arriba, para definir
las diferentes clases de animal.
1
Guamán Poma (1989 [ca. 1613]: 315).
2
A veces oímos a algunas mujeres, por ejemplo doña María Ayca Llanque, llamar a esta
clase de canción uywa kantu (del castellano “canto”).
178 Río de Vellón, Río de Canto
1. Canción a las hembras: piñama kirki. Piñama, como hemos visto, es el nombre
ritual para las hembras. Ella también nombra este tipo de canción “canciones de
madres”: tayka kirki.
3. Canción a las jóvenes que no tienen crías (las llamadas jan wawachiri: “que
no paren guaguas”). Ella nombra a estas canciones urqu phank' imill kirki. Urqu
phank' imilla es el nombre dado a las “doncellas”, las imillas que no tienen crías, a
semejanza de las mujeres jóvenes que no tienen guaguas. La semántica del término
tiene un uso parecido al de “virgen” en castellano, pero tiene un significado adicional
que abarca la cualidad especial de seres andrógenos, llenos de vida inminente,
que se cree tienen estas hembras en especial, sin que importe su edad verdadera.
4. Canciones de llevar, que sirven también como canciones de cruzar. Ella llama
a éstas apasiña kirki, “canciones de llevarse”, en el sentido de llevarse una cría
desde los cerros de regreso hasta los corrales. El sufijo reflexivo -si-, incorporado
en el verbo, agrega la noción de hacer algo para una misma, de modo que es la
propia cantante quien se ha llevado la cría.
7. Canción a los machos jóvenes: ankut kirki. Ankuta es un macho aún delicado
y tambaleante, con patas todavía carentes de firmeza y anku es “tendón” o “nervio”.
8. Canción para “sacar del corral”: uyut ansuña. Ella define este primer grupo
de canciones por el sitio de origen del movimiento de los animales; uyu es “corral”,
seguido por el sufijo direccional -ta- que indica el movimiento del rebaño “fuera de”
Capítulo 4
179
10. Canción para traer de retorno de los cerros: sirkat antaniña. Esta
agrupación de canciones se define otra vez por el sitio de origen del movimiento
del rebaño, puesto que sirka es “cerro” y el sufijo -ta- indica la ruptura en moción
“fuera de” los cerros y hacia la casa. En el verbo de arrear, el sufijo inceptivo -ta-
marca el comienzo de la acción de arrear los animales hacia la casa, mientras que
el sufijo de acercamiento -ni- señala la moción “hacia” la cantante, la casa y los
corrales, donde las llamas descansarán durante la noche.
11. Canción para meter los animales a sus corrales donde duermen, que
se llama jiphiñar kirkt'aña, o más comúnmente jiphiñar anantaña. Jiphiña como
verbo describe cómo las llamas pernoctan, echadas sobre sus patas dobladas.
Que los animales siempre duermen en esta forma en sus corrales implican que el
término jiphiña describe el “corral” propiamente. En este caso, el sufijo direccional
-ru-, señala el movimiento “a o hacia” el corral. En el verbo de arrear, el sufijo -nta-
indica la moción “hacia adentro” de las paredes del corral. Lamentablemente doña
Lucía no conocía ninguna canción de esta clase.
Un grupo final para completar el ciclo de los doce tipos se deja aparte, ya
que concierne a la pérdida de una llamita, en vez de su rol o actividad natural
en el rebaño.
12. Canción cuando se pierde una llamita: qarwa qallu anamuchaña. Anamuchaña
significa “estar abandonado/a”. Todavía deriva del verbo básico de arrear, anaña, pero
en este caso el sufijo distanciador -muchu- (o su variante local, -mucha-) indica una
gama semántica más amplia, de errar “sin dirección, sin responsabilidad y sin destino”
3
. Este tipo se puede glosar plenamente: “abandonar sin dirección a las llamitas”.
Doña Lucía clasifica este género de canción con la variedad llorosa llamada
warart'aña. Ella sólo sabía los versos iniciales característicos, que siempre juegan sobre
la idea de que la llamita perdida ha sido llevada a (y presumiblemente escondida en)
el lugar llamado Saxra Q'awa: Río Diabólico.
En la forma descrita, las doce canciones del ciclo a la llama las alaban
según sexo, edad y actividades: a los machos como bestias de carga, a las
3
El sufijo orureño, -muchu-, equivale en significado y función a -nuku- en el aymara paceño.
180 Río de Vellón, Río de Canto
Son de varios colores: unos blancos del todo; otros negros del todo; otros pardos;
otros varios que llaman moromoro. Para los sacrificios tenían los indios grandes
advertencias: de qué color había de ser para diferentes tiempos y efectos...
Padre José de Acosta, Historia Moral de las Indias [1590] Cap. 41.
¿Por qué existen doce canciones a la llama? y ¿por qué doña Lucía clasifica
sus canciones en esta forma? Tenemos la pauta de que el número “doce” en la
cultura aymara tiene el significado de la totalidad o culminación. Por ejemplo,
se dice (y probablemente con la influencia de la doctrina cristiana) que existen
doce sitios milagrosos en la región. Por tanto, el número doce, según se usa
aquí, parece incluir todos los tipos de canción a la llama.
Sin embargo, el principio de organización más importante para la división
en doce tipos distintos, que la propia doña Lucía propuso, tiene que ver con
la diferenciación de los vellones por color. Para las mujeres de Qaqachaka,
existen “doce colores”, tunka pän kulura, que ellas incorporan en sus tejidos.
Existe en aymara un término genérico por “color”, sama, pero aquí ellas
prestan kulura de castellano para referirse específicamente a los colores
“teñidos”, que solían preparar con hierbas y minerales y que se mencionan
todavía en sus versos: los rojos, anaranjados, amarillos, azules, verdes,
violetas, etc. Cuando hablan acerca de los colores “naturales” del vellón de la
llama, usan otro préstamo del castellano, pilu (de “pelo”). Doña Lucía confirmó
que hay doce canciones a las llamas por la simple razón de que eran como “los
doce colores de los pelos”, tunka pän pilu, y, en este caso, con toda claridad
alude a los colores naturales del vellón camélido.
En agudo contraste con la llama, con sus doce clases de canción, doña
Lucía sólo clasifica tres canciones a las ovejas, debido a la forma en que ella
clasifica los colores de los dos animales.
Capítulo 4
181
Examinemos ahora la forma en que las pastoras de Qaqachaka, tal como doña
Lucía, clasifican los colores de sus animales, para que podamos comprender
con mayor claridad la relación entre los términos de color que usan y la
clasificación de sus canciones 4.
Doña Lucía insiste que las llamas tienen “todos los colores”. Para ella,
existe un conjunto básico de seis colores naturales en el vellón: negro
(ch'iyära), blanco (janq'u), pardo (paqu), café (kaphiya), castaño (ch’umphi)
y gris (uqi), y se denomina a estos colores naturales chhawa, que se puede
glosar como “crudo” en sentido de sin cocer. Cada uno de estos colores puede
tener dos especificaciones adicionales: la primera depende de su relativa
“claridad”, derivada de la mezcla de blanco y negro que presta su grado
de claridad u oscuridad; y la segunda del grado de tono, la densidad de
matización dentro de la gama del color natural. Así, cada color natural puede
tener un grado de densidad hacia un color u otro. Se describe la matización
de tono del color natural (chhawa) hacia el color teñido o “cocido” (qhati) al
aplicar como prefijo el nombre del color “cocido” al nombre del color “natural”.
Según ella, estas mezclas adicionales de claridad y densidad de color
aumentan los seis colores naturales originales del vellón a los colores “de
toda clase” (taqi layu), incluidos en el número doce. Es así, por ejemplo,
que el color natural más común del vellón de pardo (paqu), tiene una gama
adicional que va desde un pardo “claro” (janq'u paqu), con más blancura, a
un pardo “oscuro” (ch'iyär paqu) con una densidad más negruzca. Y dentro de
la misma clase de pardos naturales, podemos hallar los diversos tonos como
el pardo “amarrillento” (q'illu paqu), el pardo “rojizo” (wila paqu), etc. (Para
más detalles, véase la Fig. 8) 5.
Además de estas definiciones de color, toda una gama de términos
especializados, reservada casi exclusivamente para las llamas y las alpacas
nativas, aparecen en los versos de las mujeres. Estos se dividen en lo que
podemos llamar “nombres de coloridos” y términos de “mezclas de color”. Los
nombres de coloridos definen la proporción y distribución de tonos más oscuros
y claros (tal como las distinciones entre “manchado”, “moteado o motita”,
“tordo”, “rayado”, “moro, pío o entrepelado”, “overo”, etc.) en tanto que “mezcla
de color” describe un matiz o mezcla de color (como “ruano”, “alazán”, “bayo”
y “bermejo” con sus diferentes mezclas de rojo). (Véase las Figs. 9 y 10)
4
Flores Ochoa (1978) quizás fue el primero en estudiar seriamente la importancia de la
clasificación del colorido de las llamas. Su obra precursora desde entonces es seguida por
otros estudios de la región (por ejemplo Dransart 1991b).
5
A veces oímos a algunas mujeres, por ejemplo doña María Ayca Llanque, llamar a esta
clase de canción uywa kantu (del castellano “canto”).
182 Río de Vellón, Río de Canto
Ch'iyära negro
Uqi gris
Janq'u blanco
CLARIDAD
+ BLANCO
AYMARA COLORIDO
K'ili o k'ili k'ili Como espinas de pescado con manchas apuntadas de color.
Paru “Pardo”.
P'alta Agregado después del nombre del color, p.e. ch'umphi p'alta:
para denotar que tiene una mancha amplia de tal color.
Se contrastan los camélidos nativos con las ovejas, importadas del Viejo
mundo, según la riqueza y complejidad de sus colores. Doña Lucía sostiene,
muy enfáticamente, que las ovejas solamente tienen tres colores: “blanco”
(janq'u), “negro” (ch'iyära) y un color “mixto” o “sucio” (sañi). Si bien se
podrían adoptar a las ovejas algunos de los nombres especializados de color
mencionados arriba, éstos sólo aluden a las variedades en densidad de los
tres colores básicos. Por tanto, una oveja verdaderamente negra, se podría
llamar suma ch'iyär chinchi, o ch'iyär ch'ili uwija. O las variantes del color
mezclado-sucio sañi son p'uqu (rojizo), mistisita (mezclada), o axarita (gris
sucio). (Véase la Fig. 11)
Por tanto, queda claro que las pastoras no reconocen en las ovejas la misma
gama de colores que encuentran en el vellón de las llamas, ni aluden a ellas con
una gama siquiera aproximada de términos de tonos e intensidad. Para ellas,
existen sólo tres colores de vellón ovino. Esta diferencia muy probablemente
refleja el contraste a través del tiempo entre el largo desarrollo de la crianza
del animal andino por milenios (y su culminación bajo el dominio incaico),
y la introducción de las especies traídas al Nuevo mundo con la conquista,
en un tiempo mucho menor para que hubiera semejante diferenciación y
desarrollo en el mundo andino.
Doña Lucía describió según sus tres colores de vellón los tres tipos de canción
a las ovejas que sabía su propia madre:
1. Canciones a los corderitos: uwis qall kirki, algunas veces llamadas wurukit
qall kirki: “canciones a los borregitos sin cuernos”. Wurukitu, en forma diminutiva,
es término de cariño para un corderito morondo.
Capítulo 4
185
2. Canciones a los carneros con cuernos: turu kirki. Turu es término para un
cordero encornado.
Sólo sabía una pequeña parte de estas canciones de su madre. Luego procedió
a clasificar otra serie un poco diferente de tres géneros distintos de canciones
a las ovejas que ella misma sabía bien. Esto sugiere que una mujer puede
adaptar su clasificación de canciones a las variedades que ella misma sabe
mejor.
1. Canciones a los corderitos: uwis qallu wawachaña, o simplemente
wawachaña, traducido en sentido literal como “parir crías de ovejas”, ya que no
existe un término específico para “corderito” en aymara. O se puede expresar el
género más sucintamente con la palabra qalluchki “solamente para las crías”. Este
tipo de canto se asocia con un color en particular, el carmesí intenso llamado panti
que nos recuerda el color del parto: wawachañ panti. Panti como término de color,
como hemos visto, se reserva para el carmesí claro del nacimiento.
2. Canciones para sacar a pastar, que a menudo se llama puntiru, ya que las
canciones son dirigidas al animal guía que se llama puntiru. Por ejemplo, puntir imilla
es el término cariñoso para la oveja puntera de un hato. Puntiru es un préstamo del
castellano “puntero”, puesto que los animales aludidos en las canciones “apuntan la vía”
para los demás. Su uso para la Imilla Puntera posiblemente sea preferido al aymara
irptiri, por el juego de sonido adicional sobre el sufijo enfático -puni-: “siempre”.
Otro término para el mismo género de canciones de sacar a pastar es
sikjarpata: “desplegada como una cinta” (sinta), puesto que las canciones
tratan del tema de desplegar cintas de color los animales al caminar en fila.
Sinta viene del castellano “cinta”. Este género de canto inevitablemente
nombra tres diferentes colores de cinta: negro, blanco y rojo, y el verbo
sikjarpaña describe, a un nivel, el desplegar (aparentemente continuo) de
las cintas de color mientras los animales ascienden las colinas (como ya se
mencionó en la ceremonia de marcar). Para doña Lucía, el género se puede
identificar por sus versos característicos:
o el sólo verso:
Aquí las canciones, como artificios mnemónicos, están aún más cargadas
con los distintos colores de las ovejas que se usan para diferentes propósitos
rituales, tal como los ritos de sacrificio. Por ejemplo, un pasante siempre
sacrifica una oveja blanca para los ritos de buena salud, o como ofrenda a
los Cerros Guardianes de los rebaños llamados Uywiri, puesto que el color
blanco tiene la capacidad de “dejar limpio”, y es considerado buena medicina.
Doña Lucía nos cantó algunos versos típicos del primer tipo de canción,
uwis qallu wawachaña, “parir los corderitos”, y luego ilustró los otros tipos.
En cada caso, las canciones a las ovejas llevan el refrán familiar: Mamala
paw paw.
Iwis qallu wawachästa, Mamala paw paw Me la parió corderitos, Mamala bee bee
Kunakamak wawachästa, Mamala paw paw ¿Qué clases me la parió? Mamala bee bee
Yanan chulakita, Mamala paw paw Un par de palomas, todo blanco, Mamala bee bee
Yanan axarita, Mamala paw paw... Un par de cañahua, todo plomo, Mamala bee bee... 6
Yana chuñakirita, Mamala paw paw Un par de chiguancos, todo negro, Mamala bee bee 7
Kinsa pil wawachästa, Mamala paw paw Me la parió de tres colores, Mamala bee bee
Taykay Tayka, Mamala paw paw... Ay Madre, Madre, Mamala bee bee...
y algunos versos típicos del segundo tipo de canción: sikharpäta, “una cinta
desplegada”:
6
La quinua es una gramínea andina con granos pardo-amarillentos pequeños. La variedad
silvestre, axarita, que se menciona aquí es gris en color, y otra variedad silvestre, la qañawa,
es casi negra.
7
La chuñakira es el chiguanco andino. Debido a su color negro, popularmente se le llama
“viuda”.
Capítulo 4
187
¡Uwisha uwisha! Mamala paw paw ¡Tántas ovejas! Mamala bee bee
¡Sarmay sarmaya! Mamala paw paw ¡Qué bonita vas! Mamala bee bee
Thakhi thakhi En tus varias sendas
Janq'u palumjam sikharpäta, Mamala paw paw Desplegada como una paloma blanca, Mamala bee bee
Mamalita, Mamala paw paw Mamalita, Mamala bee bee
Ch'iyär sinta sikharpäta, Mamala paw paw Una cinta negra desplegada, Mamala bee bee
Mamala Puntir Imilla, Mamala paw paw Mamala Imilla Puntera, Mamala bee bee
Jumapini Taykñata, Mamala paw paw Tú siempre eres mi Madre, Mamala bee bee
Jan taykanin Taykpa, Mamala paw paw Madre de los sin madres, Mamala bee bee
Jan awkinin Awkpa, Mamala paw paw Padre de los sin padres, Mamala bee bee
Uwish uwisha, Mamala paw paw ¡Tántas ovejas! Mamala bee bee
A veces, como en las canciones a las llamas, los mismos tres colores,
blanco, negro y rojo, o el mezclado, tienen relación con los colores de ciertas
aves acuáticas. Por ejemplo, doña Lucía canta a sus ovejas como si fueran
muchachas con pelaje-plumaje de tres colores: uno de la chulankita, un ave
acuática blanca, otro de la ch'uñakita, un ave acuática negra, y el tercero
de un color mixto, axarita, un ave acuática de color mixto, o del gris de los
granos de la quinua silvestre.
Sin embargo, como es de esperar, el ave que se nombra con más frecuencia
en las canciones a las llamas es el chullumpi, el zambullidor, de un colorido
entrepelado blanco y castaño. Además, esta ave es mencionada no sólo por su
188 Río de Vellón, Río de Canto
colorido distintivo sino también por su importante rol como un mediador entre
el mundo interior, en las profundidades del agua, y la tierra al medio, y el
aire arriba. Esta curiosa relación entre el color de los camélidos y de las aves
acuáticas se encuentra en otras regiones del altiplano 8, y parece haber sido
igualmente común en el pasado, aun en la época de la conquista española y
poco tiempo después 9.
Aparte de las aves acuáticas, hay otros pájaros que se relacionan con los colores
del vellón. Cuando preguntábamos a las pastoras de cómo sus animales,
especialmente sus llamas, originalmente llegaban a tener una gama tan bella
de colores, dos nombres siempre surgían. Ambos son pájaros rojos que implica
que tal color lleva en sí todos los demás colores del vellón.
Uno de estos pájaros es el q'iririnkha o jirinka, de cabeza y cola roja,
posiblemente nombres diferentes para el mismo waychu o “dormilón de la
puna”. El otro es el diminuto picaflor andino, llamado más comúnmente
en aymara juru juru o jurüru, con panza blanca, cabeza verde, pico largo y
plumaje vívido, de múltiples colores. Las mujeres lo describen típicamente
como “pequeño, largo y bonito” (k'acha), prestando el mismo término estético
que usan para el bonito color rojo en sus tejidos. Aún más, dicen que este
pájaro es “bonito” porque está “todo cubierto con lana roja”, la característica
que comparte con el dormilón de la puna.
Luego, como para corroborar la hazaña de este pájaro de proporcionar
colores tan bellos a los vellones de los camélidos, cada mujer a quien
preguntamos inevitablemente nos narraba su versión del mismo cuento
consabido del tiempo lejano del Cóndor y la Imilla. Este cuento no sólo es un
mito del origen de los colores del vellón de las llamas, sino también del origen
del matrimonio. La parte principal del cuento relata cómo un Cóndor joven se
encuentra con una Imilla, mientras está pastando sus animales en las colinas:
él le pide que rasque el lomo porque una pulga le está picando, pero mientras
ella le rasca, él le urge: “Un poco más arriba, un poco más arriba...” hasta
que la Imilla queda prendida de sus hombros. Repentinamente el Cóndor se
remonta, llevándosela lejos hasta su nidal en las alturas de un precipicio.
La Imilla vivió allí con él, y gradualmente se acostumbró a su nueva
existencia como ave. Eventualmente, incluso llegó a dar a luz a una nidada
8
Véase por ejemplo Flores Ochoa (1978), Dillon y Abercrombie (1988: 74 n.4) y Dransart (1991b:
139-140).
9
Véase Cristóbal de Molina, el Cusqueño (1959 [1557]: 34), quien menciona un carnero de
llama denominado huacarpaña (blanco y lanudo) cuyo significado puede referir a una garza
blanca. Murúa (1964 [1600], 1. II cap. 27, t. II: 104) menciona otra llama denominada pillku,
un pájaro “de los Andes colorado preciado por las plumas”, ambos citados en Dedenbach-
Salazar (1990: 193-4).
Capítulo 4
189
Comentó que este pajarito canta una tonada especial: “Ay, que las florecitas
(es decir las crías de llamas) fueran igual que yo”.
Otras características del picaflor son igualmente pertinentes a su rol en
la creación de los rebaños. Por ejemplo, es uno de los pájaros más asociados
con el mundo del ispiritu y con Dios, y ya sabemos que las llamas reciben su
colorido y se reproducen por el poder del ispiritu. Aún más, el picaflor tiene
Capítulo 4
191
una gran destreza de colgarse entre los mundos. Debido a eso, no sólo está
relacionado con Dios sino, y notoriamente, es “parte del Tío, el dios cornúpeto
y diabólico de las minas y del mundo interior” (Tiyu parti) y, como “parte del
Diablo”, el picaflor tiene una íntima relación con el color del dinero que crece
en las minas. “El picaflor es dinero”, dicen, “porque su plumaje reluce, como
el rayo, con todos los colores que existen” 10.
Este poder ambivalente del picaflor colorado, de ser parte del mundo espiritual
de Dios y, a la vez, del mundo adinerado del Diablo, tiene que ver con la
cualidad vislumbrante de sus plumas coloradas y el modo en que su plumaje
encarna todos los demás colores. Existe también la implicación que posee el
poder de las minas, de contener todos los elementos necesarios (tal como se
dice que una llama “virgen” andrógina posee todos los animales futuros dentro
de sí). En este sentido, el picaflor incorpora muchos aspectos de la “senda
roja” de las canciones. Estas dimensiones más profundas de la “senda roja”
y la “senda blanca”, que puntúan y organizan las canciones, sólo se tornaron
aparentes después de años de escuchar las ideas de las mujeres acerca de
sus significados.
Según las conversaciones más mundanas y cotidianas, como vimos, los
diferentes colores de los animales, al pasar en fila, son como “cintas” (sinta)
de color que van desplegando. O las mujeres pueden aludir al concepto más
ancestral de las “sendas” (thakhi): sean “blanca”, “roja” o “negra”. Cuando ellas
son más específicas, dicen que el desplegar de una cinta blanca es la unidad
de todos los vellones de los animales blancos, en tanto que el desplegar de
la cinta roja es la unidad de todos los aretes de lana, con sus colores vistosos
juntos, todavía nuevos en las primeras semanas después de la ceremonia de
marcar. Oímos a doña Asunta usar el término “senda roja” en sus canciones
para aludir a los aretes de lana de colores vistosos de la ceremonia, con su
acompañante flujo de sangre, y cómo, en algunos de sus versos, los llama
“flores rojas”. Luego, expandió el significado del término “flores rojas” en otros
versos para aludir al derramamiento de la sangre del animal sacrificado en
el agua caliente del caldo.
Otra gama de posibles significados de las dos sendas, en este nivel más
cotidiano, sugiere que el desplegar de la cinta blanca es la unidad de todos
los vellones de lana blanca, en tanto que el desplegar de la cinta roja es “el
rojo polvoriento que las ovejas cocean hacia atrás al caminar”, especialmente
en la temporada seca. Según los pastores, tal como don David Choque Arias
de la estancia de Kuntur Pujyu (Pluma de Cóndor), sus versos (que imitan
10
En este caso, el sonido onomatopéyico aymara usado por doña Lucía para recordarnos la
cualidad resplandeciente del rayo es lipjipjichim.
192 Río de Vellón, Río de Canto
las Mamalas), vinculan los temas comunes de ovejas y polvo, y expresan cómo
las ovejas andan juntas en un hato, “como si estuvieran convertidas en polvo”.
Pues él canta así: “Convertida en polvo caminan”, «Laq'a puntumapïn sari»
usando el verbo puntumäña, “levantar polvo con las patas”, o así:
Sintant sikharpät iqarpat sariri, Que va con una cinta desplegada, extendida,
Mamala paw paw... Mamala bee bee...
En este caso, el verbo sikharaña significa “sacar una por una”, como hojas de
papel, en tanto que iqarpäña significa “bajar una por una” o “extender”. En
aymara, se compara el levantar polvo de esta manera con soltar los muertos,
que son convertidos en polvo después de un tiempo. Por ejemplo, no se debe
levantar polvo con los pies al hacer el trabajo doméstico un día lunes, puesto
que es el día de los difuntos. De este modo, los comentarios de don David,
aunque son cotidianos, ya sugieren que las sendas pueden tener algo que ver
con otros asuntos más profundos.
Con más juegos de analogía, otras pastoras comentan que la cinta blanca
alude a los pelajes blancos de sus rebaños, en tanto que la cinta roja que
se despliega “es el rastro fertilizante de las taquias redondas que disparan
ventoseando al caminar por sus sendas”, y comparan estos estiércoles con
los confites llamados kumphirisa. O las comparan con los pequeños ajíes,
brillosos y picantes, llamados ulupika, que los hombres traen al volver de
sus viajes a los valles. O pueden cambiar los dos códigos de color, al cantar
que la cinta roja de los animales colorados están caminando sobre una senda
de “granizos” (chhijchhi o chhichhiwara). Aquí, los granizos son aún otra
analogía más con las taquias pequeñas, redondas y fertilizantes, que brillan
blancas mientras se derriten al sol.
En otras ocasiones, hemos oído a las mujeres comparar la categoría del
color blanco con sus animales blancos, en tanto que la categoría roja incluye
a todos los demás colores de vellón juntos, de modo que incluiría las muchas
otras combinaciones de color: rojo-parduzco, gris y negro. Esto nos lleva
directamente al poder del picaflor, cuyo plumaje rojo lleva dentro de sí todos
los demás colores. Las mujeres insisten que el vellón, sobre todo de las llamas,
incluye “todos los colores que hay” y, por estas razones, los textiles que usan
en los ritos para los animales, o en los trabajos agrícolas, o para transportar
sus productos, no se hacen con lana cocida y teñida, sino que se dejan en su
estado crudo y natural. (Ya hemos mencionado que los vellones de la llama
Capítulo 4
193
nunca se tiñen sino que se dejan con sus colores naturales, llamados chhuwa).
Por tanto, aquí, el color rojo asume un poder generativo mayor que el blanco.
Los animales blancos son “solamente una variedad”, en tanto que el color rojo
“incluye todos los demás colores que hay”.
Nuevamente, al exagerar el poder del color rojo, las mujeres manipulan
diestramente su lenguaje simbólico para asumir un poder mayor que el de
sus hombres. Además, hay aquí otro matiz sobre el Cuento del Cóndor y la
Imilla, y las trágicas consecuencias para ella, al exigir carne cocida. Si la
carne es cocida, ella perderá el poder fertilizante de su color, el rojo, y sus
rebaños ya no tendrán el bello colorido de sus vellones.
Las sendas terrenales y celestiales
En un sentido muy general, las mujeres enfatizan que todo debe tener “su
senda” (thakhi) y que la senda de los rebaños es la llamada janq'u sinta,
wila sinta, “cinta blanca, cinta roja”. Para ellas, “las llamas tienen su
senda, y las ovejas también”, y “al andar por sus sendas, hacen brotar las
flores allí con sus taquias”. Por eso, ellas deben gritar los nombres de las
sendas de los animales en sus canciones y libaciones. Si no incorporaran
las sendas en sus canciones, luego los animales no tendrían por dónde
andar. Al desplegar las hileras de canto en el suelo, ellas están señalando
y abriendo el camino.
No obstante, las sendas tienen otros niveles de significado para las
mujeres de Qaqachaka. Por ejemplo, para ellas los animales tienen su
senda terrenal, pero también tienen una senda celestial. La llaman Jach'a
Thakhi, la “Senda Grande” o Jach'a Sinta, “Cinta Grande”, que nosotros
llamamos la Vía Láctea. Además, hay alusiones implícitas en el discurso
de las mujeres acerca de sus animales y canciones, que las señales en las
orejas tienen asociaciones astronómicas y que, como “flores”, pueden estar
relacionadas con determinadas constelaciones estelares.
Para comprender el significado de las dos sendas celestiales, nos vemos
obligados a ampliar nuestro marco de referencia, y buscamos el consejo
de los grandes sabios, como don Domingo Jiménez del ayllu vecino de
Jukumani. En términos de una etiología andina, don Domingo en efecto
da prioridad a las sendas celestiales, e implica que si no estuvieran allí,
entonces los animales tampoco tendrían caminos terrenales. Además, en
su comentario, presta una figura de tejer, la de una araña que cuelga entre
las sendas celestial y terrenal, como otro intermediario animado que se
cierne entre los mundos:
El Río está pues en el cielo, el “Camino Grande”, la senda de las ovejas... Luego el
Delantero siempre está en primer lugar, y luego, por eso pues, ese otro [la Araña]
cuelga del Camino Grande [y los animales van hacia] su cinta roja, cinta blanca...
194 Río de Vellón, Río de Canto
hace preparar pues para los animales, porque siempre hay pues [el Camino] en
el cielo.
Si no hubiera [el Camino] en el cielo, ¿cómo habrían sido los animales? Talvez
no hubieran podido tomar un camino para llegar aquí. ¿Cómo hubiera sido? No sé...
Así, las cintas-sendas roja y blanca de los animales no son sólo terrenales
sino también celestiales y, según don Domingo, son las sendas celestiales que
tiene la prioridad de la creación en el universo andino.
Luego preguntamos a las ancianas de Qaqachaka si ellas también
articulan un nivel astronómico del significado para las dos sendas distintas:
la senda blanca y la senda roja de sus canciones. Las sabias mayores, doña
Lucía y doña María, nos explicaron que la cinta blanca se refiere a las “sendas
blancas” del “Río Grande” (Jach'a Jawira) que atraviesa el cielo. Aquí, ellas
están hablando acerca de la blancura de la Vía Láctea, con su camino de
estrellas. Entonces, ¿cuál es su cinta, o senda roja? Para ellas, la cinta roja
es la senda trazada por lo que llaman los “lagos negros” (ch'iyär quta) en el
cielo, cuyas figuras resaltan contra el fondo blanco de las estrellas de la Vía
Láctea.
Ya mencionamos los lagos negros celestiales, en el capítulo de los wayñus.
Estos “lagos negros” celestiales o “constelaciones de nubes oscuras” son
formaciones de polvo interestelar, que flotan como vellones en la Vía Láctea.
Aquí se ven las concentraciones más densas de estrellas y la mayor brillantez,
y así las nubes fijas de polvo interestelar se destacan en nítido contraste. Desde
la Tierra, estas manchas inmensas y oscuras se asemejan a enormes sombras
sobre la luminosidad de la Vía Láctea 11. Estos lagos negros celestiales fueron
descritos hace mucho tiempo, a comienzos del siglo XVII, por varios autores,
incluyendo el Inka Garcilaso y los narradores de los Mitos de Waruchiri,
relatos andinos recogidos por el Padre Francisco de Avila, “extirpador de
idolatrías”. Y se conocen aún hoy 12.
11
Citamos la traducción del novelista peruano José María Arguedas (1966: 11) del texto de
Avila de siglo XVII, los Mitos de Waruchiri, en que él llama “manchas inmensas” a los
lagos negros celestiales.
12
Véase Garcilaso (1973 [1590-1617] T. 1, L. 2, C.23: 121) y la traducción de los Mitos de
Waruchiri al castellano de Arguedas (1966) y Taylor (1987). Para otros comentarios sobre
estos “lagos negros” véase la descripción de Hernández Príncipe de 1622 (en Zuidema 1973),
los tempranos mitos de Chinchaycocha examinados por Duviols (1976), y Bertonio (1984
[1612] Pt. 2: 38) quien los llama “estrella nebulosa” o “estrellas sobre la nebulosa”. En el
presente siglo, véase Pucher (1948), quien las describe como un “zodiaco negro”, y también
Valcárcel (1964). Urton (1978a y b, 1981: 109), entre otros, analiza las constelaciones de las
nebulosas oscuras según las descripciones de la gente andina contemporánea. Y Berenguer
y Martínez (1986), y Berenguer (1995), describen algunas obras de arte rupestre en Chile
las cuales afirman que celebran las constelaciones negras. Tastevin (1925: 182, 191),
Nimuendajú (1948: 265), Lévi-Strauss (1973: 134-135 y 1978: 110-111) y Reichel Dolmatoff
(1975: 115), entre otros, han descrito ideas acerca de las constelaciones negras en otras
partes de América del Sur.
Capítulo 4
195
“Va a reventar el agua del lago...” se dice pues, Por eso pues se dice “cinta negra,
cinta blanca”. Están pues en el cielo, las que son la “sombra blanca” (janq'u ch'iwuji)
y la “sombra negra” (ch'iyär ch'iwuji). A ver. Y tienen cría, decimos. Eso es eso.
Hasta se toman para éstos: “Para los pozos de agua (awarataki)”, diciendo...
13
No nos parece una coincidencia que el préstamo istrilla, según ha señalado Allen, parece
jugar con el término illa (Allen 1988: 54).
196 Río de Vellón, Río de Canto
Están aquí durante la época lluviosa, en los lugares llamados phaxchas, donde
el agua cae y hace sonar Phax al rozar las rocas. Khun khun khun khun khun.
Entrando ahí se trae los wayñus y por eso pues cantamos y bailamos wayñus. Ese
es pues. Se toma, “Para las doce sirenas”, diciendo.
Y luego, al final de la época de la lluvia, las sirenas regresan a sus lugares en
el cielo: los lagos negros llamados lamar quta. Cuando están aquí, hacen abrir el
14
Compárase la observación de don Agustín Aspiazu, que los pastores aymaras cantaban a
Venus como el Lucero del alba y el Lucero del atardecer, para que les ayudara con su luz
a ir a, y volver de sus tareas pastoriles. Citado por López Rivas (1976: 95).
Capítulo 4
197
corazón, al corazón nos hace decir Phux y luego, cuando tomamos alcohol, cantamos
más y bien...
Las mujeres cantan a los animales dentro de este contexto mayor, casi
metafísico, de lo que podemos llamar una eco- o biósfera andina. Cantan con
su aliento de embriaguez, como criaturas inspiradas con el ispiritu, capaces
de mediar entre los mundos de arriba y de abajo de su universo, y los espíritus
de la tierra, el agua y el aire.
Más, esta visión de la biósfera andina no está limitada a Qaqachaka; es
más probable que sea panandina, con variantes locales sobre un tema a todo
lo largo de los Andes, desde el Ecuador hasta el Norte de Argentina, y desde
el altiplano hasta el piedemonte. Por ejemplo, Norman Whitten describe en
su libro Sacha Runa un ciclo parecido de canciones a través de la biósfera, por
los Canelo Quichua de Ecuador, y allí también, las mujeres como mediadoras
entre la tierra y el agua...
...pueden enviar las canciones de los hombres y de los espíritus a lo alto, a través
de la niebla o de (los pericos) hacia los ríos del cielo, y, a lo largo de estos ríos, a sus
destinos. Estos cantos son interpretados para los hombres ausentes, para darles
consuelo o para hacerles daño... (Whitten 1987 [1976]: 66).
Y, del mismo modo, las mujeres Canelo Quichua se valen para su inspiración
de los espíritus del aire, la tierra y el agua.
198 Río de Vellón, Río de Canto
Volvamos a Qaqachaka para hacer una última pregunta: ¿Por qué las mujeres
dan tanta importancia al color en su clasificación de los géneros de canto a
las llamas y ovejas, y en muchos de sus versos claves?
Existen pautas en otras partes, y allí podemos buscar la respuesta. Por
ejemplo, al prestar atención a la palabra y significado de un texto escrito,
es muy fácil olvidar los aspectos tan importantes de una realización oral
como el poder mágico de las palabras15 y el carácter animador de la sangre
y el aliento16. En nuestro análisis de un ciclo de canciones a los productos
alimenticios, llegamos a la conclusión de que estas canciones juegan una parte
vital dentro de la metafísica andina acerca de la producción y reproducción.
Las mujeres, al cantar, literalmente mezclan su aliento fertilizante con las
semillas que ellas mismas han bebido en la chicha de maíz. Pues, al cantar
a los productos, ellas tienen la capacidad de dirigir el poder mágico de las
palabras, literalmente “derramando las nuevas semilla-palabras” para su
futura germinación y reproducción como las nuevas guaguas de la cosecha
(Arnold, Jiménez y Yapita 1992b).
Parece haber una gama semántica similar de las posibilidades metafísicas
en las canciones a los animales. Doña Lucía nos dijo anteriormente que sus
canciones ayudan a los rebaños a medrar y llegar a su plenitud. Podemos
concluir que hacen esto mediante un proceso de “esparcirse” a través de las
canciones, el líquido de sus voces ebrias mezclado con la sangre y aliento que
producen los sonidos del color.
Si tal es el caso, entonces una de las funciones de la gramática andina de las
artes verbales de cantar a los animales consiste en enseñarnos los elementos
de un lenguaje de color. Doña Lucía nos dijo que las canciones envían el
“aliento” (samana) a los animales. Ciertamente, las canciones aluden a los
espíritus de aliento: piedras mágicas de las laderas, las illas y samiris que
tienen el poder de fulgurar en las noches más oscuras cuando desaparece la
luna y de la luna llena, engendrando a los rebaños con tan sólo sus poderes
de aliento de manera que, con cada aliento de estas piedras mágicas, llegan
los diferentes colores de los animales. Incluso existen aspectos de los espíritus
de aliento que tienen el poder de generar todos los vellones coloridos de
los animales y que llevan nombres especiales: churir khuyiri, “enviador de
silbidos” y piluchiri, “donante de pelo” (pilu, de “pelo”).
Otro aspecto importante de las canciones tiene que ver con el cantar los
nombres y colores de ciertas aves acuáticas. Las canciones a los animales
15
Para material comparativo sobre este tema, véase los textos clásicos de Malinowski (1935)
y Tambiah (1968).
16
Véase los estudios comparativos de Butt Colson (1956) y Guss (1986: 423).
Capítulo 4
199
son canciones de espíritu, según nos dice doña Lucía, porque el pelaje colorido
de los animales se compara con el plumaje colorido de estas aves. Ella explicó:
Los brindis a los animales siempre deben mencionar los “doce colores” (tunkapän
kulura) y los “doce pelos” (tunkapän pilu). De este modo, mencionamos todas las
llamas juntas, y no cada una por separado.
Río de Vellón
Ludovico Bertonio
Vocabvlario dela lengva aymara (1984 [1612]: II: 125).
1
El original en inglés es “lift-up-over-sounding”.
2
Véase por ejemplo Angelika Gebhart-Sayer (1986), Luna (1986: Cap. 5) y Gell (1993).
Capítulo 5
203
3
Citado en Dransart (1991b: 177 y 1995a: 233-234).
204 Río de Vellón, Río de Canto
También Zuidema y Urton (1976: 67) entienden los dos términos como
homónimos, pero recalcando el doble sentido de jawi como “vellón” por
una parte y por otra “mojado” o “agua”, según figura en el vocabulario del
siglo XVII, recogido por el jesuita italiano Ludovico Bertonio en la zona
lacustre en torno a Chucuito (véase la cita al inicio de este capítulo).
No obstante, el análisis lexicográfico de ellos lleva más la intención de
servir a su interpretación de un mito de Waruchiri, cerca a Lima del
siglo XVII, que concierne a una Llama Negra celestial, llamada Yakana.
Contraponen la evidencia histórica con la etnografía moderna, mostrando
que la constelación aún hoy es reconocida por los quechua-hablantes de las
áreas cercanas a Cusco como una llama madre que amamanta a su cría.
Por este motivo, se entretienen con una definición en especial de Bertonio,
hauimucutha, glosada en términos generales como “salir de madre” (que
ellos entienden en sentido literal). Sin embargo, es más probable que el
sufijo distanciador de este verbo, -muku- (o sus variantes -muchu- o -nuku-)
indique, en este caso, (como en el moderno jawimukuña) la acción de mover
a una guagua neonata “a un lado” al salir de la madre, a fin de evitar un
posible daño a sus ojos, oídos o fontanela con la inminente inundación de
“aguas” maternas que la guagua soltó. Tampoco pueden definir Yakana a
satisfacción, salvo sugerir que el nombre probablemente significa “moço”,
y que tiene que ver con los ritos de iniciación de los jóvenes en tiempos
incaicos, incluyendo la perforación de las orejas y la competencia en
destrezas y fuerzas.
Dransart considera detenidamente estos dos estudios anteriores, y propone
más bien que el río celestial tenga un “carácter diáfano” simultáneamente
granular y funicular, comparable a los líquidos, cuyo uso ella ha presenciado
en libaciones durante el wayñu (la ceremonia equivalente de marcar) que
tiene lugar en Enquelga, Chile, una comunidad cercana a Isluga (1991b,
1995a: 234-5). Como tejedora práctica que es, ella sabe relacionar aún más
persuasivamente las características duales con cualidades táctiles importantes
que las pastoras desean hallar en el vellón:
Las libaciones líquidas se esparcen sobre las llamas y alpacas en esta ceremonia...
en la asociación simbólica constantemente reiterada entre los camélidos y el agua,
pero los granos de azúcar y harina de maíz también se esparcen sobre los lomos de los
animales, y se alojan las pequeñitas unidades granulares en el vellón. Aquí tratamos
de todo un dominio de cualidades táctiles que adquieren un significado simbólico
en determinados contextos, y que son designados para realzar las características
deseadas del vellón de camélidos (Dransart 1991b: 178, nuestra traducción).
del “vellón” y “río” nos sugiere otras formas en que podemos apreciar las
cualidades culturales de la belleza del vellón y del canto. En otro ensayo, ella
bosqueja otra cualidad liminal del vellón como la transformación del pasto
y el agua al “girar la tortera (rueda del huso)” en la actividad ecológica, y
que por esto existe tanto énfasis en el “vestir” y “floreo” a los animales en la
ceremonia del marcado llamada wayñu (Dransart 1995a: 231). Al yuxtaponer
estas varias pautas, empezamos a percibir un dominio semántico comprensivo
que concierne la naturaleza temporal del año, con su énfasis primario en
la llegada de las lluvias, el consecuente medro del pasto y el alargamiento
simultáneo del vellón.
No obstante, la iniciación de este mundo familiar de germinación y
crecimiento se expresa mediante una exposición más primordial. Se denota,
en el vocabulario del Padre Bertonio, por una frase que tiene que ver
sencillamente con el “salir de madre”, aunque esta glosa cohibida parece
rehuir indecisamente de su verdadero poder. Es más cierto que el verdadero
significado de “salir de madre” (y lo que se cierne a la vez entre “vellón” y
“río”), alude a un momento de transición mucho más devastador, y que como
tal anuncia el abrir de las compuertas, y la inundación de la tierra 4. Como una
consecuencia de soltar este dominio preñado de origen maternal, este momento
de transición abre dos posibilidades adicionales: la noción de “inundar con
color” y (ya soltadas las compuertas emocionales) la noción de “inundar con
canto”. En este momento volátil, nos trasladamos desde lo monocromo a la
cromática pura, y del silencio a una plena textura de sonido.
Estas pautas vitales a la etiología andina siempre presente, con su principio
de causalidad mucho más corporal, nos hace recordar las investigaciones de
López Rivas (1971, 1976), acerca de las nociones religiosas de los pastores
orureños del pasado. Recordemos que López propuso la importancia religiosa
de lo que denominó la “Llama Blanca Celestial” en sus múltiples aspectos: las
grandes cabezas pétreas de llamas de la región, los indicadores astronómicos
de los rebaños y sus dioses-animales, y las varias narraciones acerca del
Diluvio que parecen relacionar los rebaños celestiales y terrenales.
Los estudiosos actuales de las “constelaciones de la llama” 5, más versados
en las tradiciones orales, han recusado a los estudiosos anteriores, desde los
cronistas españoles hasta López Rivas, quienes previamente identificaron la
4
Gracias a Penny Dransart por llevar nuestra atención a esta glosa adicional de la expresión:
“salir de madre”.
5
Como señalan Sullivan (1986) y K. Columbus (1992), Pucher de Kroll (1948, 1950) fue
probablemente el primer estudioso en detectar el “zodíaco negro” y las constelaciones
oscuras de la Llama Negra. La propia Columbus relaciona el origen de las llamas en las
pozas, con el vínculo entre los varios ríos, terrenales y celestiales. Véase también Valcárcel
(1964: 13), Zuidema y Urton (1976), Urton (1981: 185 y sig.), Sullivan (1979, 1986: 140 y
sig., y 1996) y Milla Villena (1983). Bradby (1977) asocia la constelación de la Llama Negra
con la música de las mujeres de Ishua en Perú.
206 Río de Vellón, Río de Canto
Llama Celestial (la “Llama de todas las llamas”) con distintos grupos estelares,
para más bien enfocar en las masas de nebulosas negras, resaltadas contra
el fondo estelar. Pero aun en los textos más antiguos, era indiscutida,
en la religión andina, la existencia de una llama-deidad celestial que
simultáneamente creó los rebaños terrenales. Típicamente, el padre Bernabé
Cobo identifica la Llama Celestial con la constelación Lira 6, pero nótese que
él la describe como un “cordero multicolor”:
La veneración de las estrellas se hacía es esta forma: Todos los pastores y respetaban
y hacían sacrificios a la estrella llamada por los Astrólogos Lira, que ellos nombran
Urquchillay, la cual decían que era un carnero de todos los colores, que entendía
de la conservación del ganado...
Padre Cobo: Historia del Nuevo mundo (1956 [1640-52], T. III: 366).
6
Véase también Herrera y Tordecillas [1601], Murúa [1590] y Capítulo 1 de Polo de
Ondegardo [1571], citado en López Rivas (1976: 96-98), o Pachacuti Yamqui [ca. 1613] y
Lehmann-Nitsche (1928) citado en López Rivas (1976: 99-102).
7
Sobre los textos andinos anteriores que describen la Llama-macho Celestial, véase en
especial Zuidema (1973) y Duviols (1976) .
8
Citado por Zuidema y Urton (1976: 69).
Capítulo 5
207
Dicen que este Yacana al que hemos nombrado es como una sombra de llama, un
doble de este animal que camina por el centro del cielo, pues es una oscuridad del
cielo. Nosotros los hombres también, sí, lo vemos venir así, oscuro. Dicen que este
Yacana [al llegar a la tierra] anda por debajo de los ríos. Es muy grande, sí; más
negro que el cielo nocturno avanza, su cuello con dos ojos, y muy largo, viene. Los
hombres lo nombran: Yacana.
Los Mitos de Waruchiri, Capítulo 29 (traducción de José María Arguedas, 1966: 124).
El Cóndor está ahí, y después ahí atrás están los Ojos de la Llama. Por aquí, por aquí,
exactamente como la llama. Y ahí atrás es la Persona (Jaqi). El Hombre persigue,
Hombre y Mujer. Y ahí está su Perro. Perro siempre es...
Hasta yo he visto esto. Va a ser muy claro en la época de la cosecha, porque
ahora está nublado y no se puede ver. A ver, están en el extremo del Río, está clarito.
Hasta las Estrellas Abuelos están ahí, son tres. Uno es Chuquisaqueño, otro
es Aiquileño y otro Potosino. ¡Tres Abuelos! Pero no hay Abuelas...
Es pertinente que las tres “Estrellas Abuelos” que ella menciona, estén
relacionadas con las tierras vallunas que los hombres visitan para obtener
maíz y otros productos, con las caravanas de llamas machos durante la
9
Para esta identificación véase Pucher de Kroll (1950), Zuidema y Urton (1976: 61), Urton
(1981: 187), etc.
208 Río de Vellón, Río de Canto
temporada seca. Nótese también que ella denota a la Llama Celestial como
qarwa laya, “a semejanza de llama”, el epítome de la condición de llama.
La exégesis moderna de las pastoras se teje en torno a este nexo cosmológico
de ideas. En otras ocasiones, doña María nos ha descrito las varias Llamas
Celestiales: identificó a la Llama hembra arriba con su cría, que están delante
de una pareja humana, y seguidas por dos delanteros machos que siguen a la
pareja. Además, cada uno de estos animales celestiales se nombra: las Llamas-
machos Celestiales se llaman Tata Pumpisitu y Tata Kusku, y una de sus
cualidades destacadas, según doña María, es que tienen vellón abundante,
“como alpacas”:
Ella es la Llama de Dios... y se llama Madre (Tayka). Estos también son dos,
llamados los Ojos de la Llama (Qarwa Layra). Luego viene el Tatala y la Mamala,
entre dos. Crucero es ése (Kurusiru) y la Mamala es Santa Elena (Santa Lina). Y
su perro es Patitas (Warkasitu). Otro es Casa de Ovejas (Uwij Casa). Y la pequeña
imilla es Imilla Pastora (Qarwir Imilla), o Pequeña Elena (Ilinita). Ella es la Señora
Elena de Copacabana (Kupakawan Siñura Ilinita), esa es pues.
Y el Delantero es Tata Pumpisitu, totalmente cubierto de mucha lana. Está
pues en el cielo...Luego hay Tata Kusku, vivo y peludo también. Por eso pues tiene
vellones iguales que las alpacas. Y por eso pues se llama así...
De las dos Llamas-machos Celestiales llamadas, según ella, por sus vellones
fibrosos, tan amplios como los de la alpaca, Tatala Pumpisitu tiene un color gris
“sucio” en tanto que Tata Cusco es del todo negro. Pumpisitu probablemente
deriva del aymara pumpiña, que describe una apariencia de cierto matiz, el
resultado de quemar trapos. Kusku o Khusku tiene toda una gama de posibles
significados, desde “pintar con colores” a “inquieto” o “interesado” en aymara 10,
y a una glosa en quechua: “pintar, decorar, matizar o esmaltar”, posiblemente
con el tono púrpura que usaban las mujeres incaicas como pintura para la
cara. (¿Acaso no sea una coincidencia que él comparte su nombre con la ciudad
imperial incaica? 11). En cambio, la Llama-hembra Celestial no es denominada
con un nombre fenotípico familiar, sino con el nombre genérico Qarwa: “Llama”
(Véase la Fig. 12)
Doña María recalcó que la gente observa estas estrellas para saber la hora,
por ejemplo, miran los Ojos de la Llama Celestial para saber si están “entrando”
o “saliendo”. “Los Ojos de la Llama ya están entrando”, dicen, al despuntar el día:
Se dice: los Ojos de la Llama ya están entrando, ya está aclareciendo, dice. Hasta
el Cóndor está en el medio (a la medianoche), ya está, se dice.
10
En la región de los Yungas de Bolivia, kusku significa “comilón” (Alison Spedding,
comunicación personal).
11
Milla cree que el trazado de la ciudad de Cusco puede haber conformado a una llama (citado
en Columbus 1992: 34).
Capítulo 5
Igual que doña María, doña Lucía describe las estrellas según sus
direcciones geográficas, y sostiene (según le dijo su abuelo) que cada persona
y cada pueblo tiene su propia estrella ancestral. Así, ella nombra aquéllas
orientadas a los valles: la Estrella de Chuquisaca (Chukisak warawara)
y Estrella de Cochabamba (Qhuchipamp warawara), y las tres Estrellas
Abuelos —de Oruro (Ururi achachi), La Paz (La Paz achachi) y Potosí
(Phuthus achachi). Con la misma atención a la cualidad granular de la luz
de las estrellas, ella observa cada año, por Pentecostés, el relativo brillo de
dos grupos de estrellas llamadas Qäna (a veces confundidos por la gente
occidental con Qayana) divididos entre un grupo de la puna (Suni Qäna) y un
grupo de los valles (Walli Qäna), como sombras en el cielo nocturno, para ver
cuál zona producirá más. También desvela cuán cuidadosamente observa las
Pléyades o “Cabrillas” (Karwilla), otro enjambre de pequeñas estrellas-granos
que aparecen por Oriente el Domingo de Pentecostés y luego desaparecen por
Occidente, bajo el Cerro Phiri Phiri (Gacha de Pito), después de la fiesta de
Todos los Santos, a comienzos de noviembre. Estos grupos le avisan cuándo
debe levantarse para cocinar y luego ir a pastorear por las mañanas, y le
comunican el estado de sus depósitos en el año venidero 12. También identifica
la Cola (Wich'u) que, según ella, son tres estrellas en fila (probablemente la
Cola de Escorpio y el Crucero (Kurusiru), que es el Escorpio o la Cruz del Sur).
Pero, con mayor importancia, identifica los lagos negros con los Ojos de
la Llama-madre (Qarwa Layra), que lacta a su Llama-cría (Qarwa Qallu).
No nos dice en qué momento del año la Madre amamanta a su Cría, pero es
posible, según relatan los Mitos de Waruchiri, que los rebaños terrenales sean
alimentados cuando ella se pone más negra y henchida en octubre, cuando
su largo cordón umbilical baja al horizonte y su cría celestial se esconde del
mismo (Zuidema 1982b: 219). De hecho, la misma noción de “amamantar”
aquí es ambigua, ya que la cría sigue unida a su madre por su cordón; ¿será
que la está “amamantando con sangre”?
Doña Lucía ha oído brindar en el pasado y el presente a estas constelaciones
en especial: “Para los Ojos de la Llama, para la Llama, para la Cría de Llama,
para el Río, para las Muchas Estrellas y las Pequeñas Estrellas...”. Se brinda
en Navidad (Nawiraya) cuando se recuerda a las llamas hembras, en las
fiestas del Niño (Niñu) o Año Nuevo cuando se recuerda a los machos, y en
Santa Warawara: la Fiesta de las Estrellas (la forma aymarizada de Santa
Bárbara), cuando se recuerda a las alpacas.
Don Domingo también reconoce los lagos negros fibrosos (ch'iyär quta) a
lo largo de la senda mayor de la Vía Láctea. Según él:
12
En otras regiones de los Andes, y en el idioma quechua, las Pléyades son llamadas Qullqa,
“granero” (Urton 1981: 113-127).
Capítulo 5
211
Primero está el Mallku Cóndor. Luego le siguen las Llamas Madre y Padre (Tayka
Qarwa y Awki Qarwa) con su Cría (Qallitu) que se acerca a su madre para mamar.
(A veces él habla de un par de crías: macho y hembra). Luego, detrás está el Zorro
(Atuja), que intenta asir a la Llama por el pescuezo.
13
Véase por ejemplo Carrión (1955), Ossio (1976), Earls y Silverblatt (1976), Sherbondy
(1979, 1992), Urton (1981), Bastien (1985), Gose (1994: 126), etc.
14
Uno de los relatos más tempranos sobre los ríos de origen fue el de Hernández Príncipe
en 1622 (véase Hernández 1923 y Zuidema 1973). Sherbondy (1982) y los Gow (1975) han
descrito ideas parecidas entre la gente andina contemporánea de la región.
Capítulo 5
213
abuelo. Según él, las montañas más altas, Turu Mallku y Jujchu T'alla (como
hombre y mujer), iniciaron un diálogo con el cielo, antaño en el tiempo de los
gentiles (los habitantes pre-cristianos del ayllu). Sólo así, la Llama Celestial
acordó soltar los rebaños y mandarlos a las altas montañas.
Luego, como una etapa secundaria en el discurso en torno a la ontología
de las llamas, Dios Padre (y aquí es claro que doña María habla acerca del
Padre Sol y no Dios en el sentido cristiano) “había puesto el Río Grande en los
cielos como el lugar de la creación de los animales, y luego los ríos terrenales
para que los animales pudieran vivir”:
Por eso existe el Río que Dios Tatala haya puesto para que se procrean los animales,
lo que Dios Tatala nos mostrara... Esto puede ser...
Turu Mallku y Jujchu T'alla se habían pedido de Dios, dice, y por eso vendría el
agua del Río Grande. Y después salen las aguas de Turu Mallku, de la Laguna
Reverdeciente (Ch’unqhar Quta) y también de Jujchu T'alla, pues de las Piedras
que Caminan, diciendo.
Ya está yendo con su dote a aquel lado, y se había esclarecido el día, dice, y
allí [había estado abandonado las piedras] igualito que las llamas, ovejas y vacas.
Al estar llevando a Turu le había hecho dejar allí, dice.
Mi abuelo solía hablar, diciendo así...
16
En aymara: Wusu jath uchki, jach'a jathiw. Wusu es posiblemente un préstamo de “peso”,
lo que pondría en evidencia la asociación entre el abono y el dinero, lo que Harris (1987a)
y otros han examinado (véase también Arnold 1987, 1988).
17
Las dimensiones cosmológicas y ecológicas de la circulación de sudor y orines son analizadas
en Skar (1987).
18
Para los términos aymaras relacionados con el wanu véase también Miracle, con Vásquez
(1981).
216 Río de Vellón, Río de Canto
wanu fertilizante, y que, a los animales mismos, se les dirige en las canciones
como la “Dueña de Taquia”. Dentro del mismo dominio semántico, las bostas
amplias de los animales más grandes, bovinos, mulas y burros, se comparan
con hogazas (jach'a t'ant'a), o con los platos de comida abandonados (palatu
asarpata). No obstante, son las pequeñas taquias redondas, brillosas y
granulares de las llamas, alpacas, ovejas y cabras, las que son las más alabadas
en las canciones, cuando se las compara con los “confites” (khumpirisa),
“granizos blancos” (janq'u chhijchhi), o pequeños ajíes redondos (ulupika)
que las caravanas de llamas traen desde los valles cálidos y que las mujeres
usan para condimentar las comidas especiales de las fiestas, y para calentar
sus cuerpos durante el parto.
Para doña María, es por todas estas razones que ella categoriza la Llama
Celestial como “parte de Dios”, y “esto es el porqué la Llama-hembra Celestial
nunca desciende permanentemente a la Tierra”. De ahí que uno de sus muchos
epítetos es Jan Saraqiri, “Ella que nunca baja”. Según doña María: “Así como
los Dioses han hecho los rebaños en el Cielo, asimismo los han hecho en la
Tierra...”; luego agregó “y nosotros somos sus hijos”. Entonces, para doña María,
una de las características que hace eterna a la Llama Negra Celestial es que
nunca baja permanentemente a la Tierra, sino siempre regresa a los Cielos.
Todas estas observaciones de la gente de Qaqachaka concernientes
a la astronomía aymara confirman ideas que tocamos anteriormente, a
medida que se relacionan con ideas similares de más lejos en el tiempo y el
espacio. La noción fundamental es que sus ancestros están vinculados con
determinadas estrellas —y determinados lagos negros— en la Vía Láctea,
que interrelacionan de alguna manera los rebaños de camélidos celestiales
con los rebaños terrenales. Por eso, la gente nombra a las estrellas del mismo
modo que nombra a los animales, y brinda para las estrellas en los mismos
ritos cuando recuerda a los animales de rebaño. Según el mismo nexo de
ideas, doña María podía observar que la Llama Celestial, juntamente con los
ancestros que moran en sus alrededores, vienen y van temporalmente desde
su morada en la Vía Láctea en el Cielo a la Tierra por medio del agua, en un
ciclo cósmico de sustancia ancestral.
Estas relaciones nos recuerdan ejemplos antiguos del mismo dominio
semántico que se hallan, por ejemplo, en los Mitos de Waruchiri (ca. 1609,
Capítulo 26) y en la “Carta Anual” jesuita del mismo año (1609), en que tal
lugar es nombrado como uma pacha, que se puede traducir como “país de
agua”, refiriéndose a un país mítico de origen 19, o la región subterránea donde
la gente esperaba volver al morir (Zuidema 1995: 164 y sig.).
Al mismo tiempo, confirman la idea de que los camélidos andinos, por
intermedio de las Llamas Celestiales, encarnan la substancia ancestral, siendo
19
Véase Taylor (1987: 375 n. 74).
Capítulo 5
217
los Espíritus del Agua por excelencia. Así, los ancestros parecen volver a
la Tierra encarnados en los camélidos (o en los animales silvestres de los
cerros, con su estrecha relación con el agua y con las lluvias). Esto explicaría
el vínculo muy difundido en la etnografía andina entre las llamas y la
muerte (hasta en los sueños), más la ubicua presencia de llamas en los ritos
fúnebres y como acompañantes del muerto en su viaje al otro mundo 20. Y
explicaría el fundamento epistemológico andino en que se basa el alto grado
de personalización de la llama (y otros animales) en este discurso y en las
canciones a los animales, que a la vez se aparta del postulado que se basa
en la supuesta distinción lingüística entre “lo humano” y “lo no-humano”
(Hardman y otros 1988).
Además nos recuerda otros ejemplos más distantes en el espacio, que
relacionan esta escatología andina, acerca de la imaginería regenerativa y
revitalizante de la transformación de los ancestros en animales, con algunas
etnografías de las tierras bajas amazónicas, en que los espíritus de los muertos
moran bajo la superficie acuática de los lagos y los ríos profundos, viviendo allí
con los Espíritus del Agua (que se asemejan al Dueño(a) de los Animales) 21.
Luego, cuando los espíritus ancestrales emergen del agua, asumen la forma
de ciertos animales que andan en hatos, y que actúan como los intermediarios
entre los dominios humano y animal, igual que los camélidos en los Andes 22.
20
Este vínculo es antiguo: Guamán Poma ya hace la relación entre soñar de la llama y la
muerte en el comienzo del siglo XVII (1989 [ca. 1613]: f. 282-3). Véase también Spedding
(1996).
21
Véase por ejemplo Reichel Dolmatoff (1971: 80-86) sobre los desana, y Conklin (1995: 89)
sobre los wari. Whitten (1987: 164) describe ideas semejantes entre los Canelo quichua,
en que los espíritus ancestrales viajan entre el cielo y la tierra encarnados en las estrellas
que caen de vez en cuando.
22
Véase por ejemplo Lévi Strauss (1969: 67-87) sobre los pecaríes como tal intermediario en
la región de las amazonas.
218 Río de Vellón, Río de Canto
23
Véase por ejemplo Zuidema (1977: 257) y Arnold (1988: 201) quienes citan a Guamán Poma
(1987 [1613]: 918), y también Ossio (1992).
24
˜
Cf. Lea (1995: 216) para ideas similares entre los mebongokre (un grupo kayapó), de Brasil
Central.
25
Una vara semejante posiblemente esté ilustrada en los diseños pukara, asociados con la
llamada “Mujer Camélida”, según lo describe Chávez (1992, I: 196 y sig. y II, Fig. 163:
684).
Capítulo 5
219
Al mismo tiempo, una gama de significado, más femenina, del mismo verbo,
se basa en la raíz aymara, aya: mechón o madeja de lana. Como vimos, el sufijo
localizador -jata- (o su variante -xata-), significa “encima de”, de modo que
el verbo indica la acción de cubrir algún objeto con otro, alargado y delicado,
tal como un mechón largo de lana. ¿Es posible que las mujeres, al nombrar a
sus animales, estuvieran cubriéndolos analógicamente con vellones?
La segunda gama semántica del mismo verbo incluye a los pastizales y, por
tanto, indirectamente a la cualidad del vellón. En otras partes del altiplano,
ayja es un término por los ejidos, que se ubican lejos de la comunidad principal,
y ayjatiru tiene el sentido de tierras húmedas donde la paja y el pasto crecen
muy bien (de Lucca 1983: 52). Como un juego sobre el castellano “ejidario”, el
mismo término describe a una persona dedicada a pastorear animales lejos
de su comunidad de origen, presumiblemente en el dominio más silvestre
vigilado por el Dueño(a) de las Bestias. Aquí el denominador común parece
relacionar, dentro de un circuito cerrado del ecosistema, el nombrar un animal
según su colorido, la cualidad del pasto donde pace, y el pelo de la montaña
empujado para arriba por los muertos ancestrales desde dentro de la tierra,
para proporcionar nuevamente los ingredientes crudos para el vellón (Palacios
Ríos 1977: 157, Arnold 1992a: 52-3). Compárase este ciclo ecológico vivido en
Qaqachaka, por ejemplo, con una observación respecto a la Virgen Tierra,
escuchada por los Gow en el departamento de Cusco:
Aquí debajo de la Santa Tierra, adentro de la tierra vive. La tierra vive. En ella
todos nosotros estamos viviendo... Cuando morimos desaparecemos en la tierra;
ella nos está absorbiendo. De ella crece el pelo. Ese es el pasto y ése es la lana para
los animales. Los animales se alimentan con ese pasto (Gow y Gow 1975: 154).
Sin embargo, las diferencias según el género en el uso de los dos términos
en las costumbres de dar nombres a los animales, implican otras reglas
culturales. Por ejemplo, los hombres tienden a nombrar a sus animales al
tiempo de comprarlos con dinero en efectivo en una de las ferias regionales,
tal como Chukichambi o Sabaya, y en este caso se usa el término sutxataña
o sutichaña, “poner nombre”, en el sentido del bautismo por los padrinos.
En cambio, las mujeres tienden a llamar a sus animales usando el término
ayxataña, en cualquier momento tras nacer en el territorio del ayllu, pero
más comúnmente cuando llegan a un año de edad 26. Esta diferencia en las
prácticas de nombrar tiene que ver con los distintos orígenes del animal en
cuestión. Si el animal fue comprado por un hombre en la feria regional, se le
nombra por el poder del dinero, y se considera que nació bajo la vigilancia de
26
La práctica más común es la de esperar por lo menos un año antes de dar un nombre a un
animal, ya que las crías de las llamas frecuentemente mueren antes de llegar a esta edad.
220 Río de Vellón, Río de Canto
27
Cf. Lea (1995: 209) sobre los derechos basados en la casa, según el género, de un grupo
kayapó de Brasil Central.
Capítulo 5
221
28
Para el simbolismo del color blanco, véase también Spedding (1992: 74-5).
29
Para material comparativo, véase Flores Ochoa (1978) y Dransart (1991b: 139-140).
Capítulo 5
223
los animales son una parte, se despliega según su propia secuencia ontológica,
y según su propia senda, logrando así la comunicación necesaria entre los
mundos de “arriba” y de “abajo”. Primero, la Llama Celestial entra en diálogo
con los Dioses del mundo superior, y luego envía sus aguas a que bajen a las
montañas para llenar sus lagos y pastizales. Mientras el agua corre sobre
rocas y peñas, les hace resplandecer y relucir, y emitir sonidos acuosos claros,
de modo que los espíritus de aliento son persuadidos a soltar los rebaños. La
misma secuencia da un patrón ordenado para la acción, y organiza cómo, a
quién, y cuándo los pastores(as) van a rogar para más animales de cada uno
de los diversos elementos en su universo.
Toda la secuencia está organizada por la división de las labores rituales
según el género, de modo que hombres y mujeres ruegan por animales de
modos distintos, y dirigen sus ofrendas y oraciones a diferentes destinos. Los
hombres concentran su atención en las montañas más altas, los espíritus
de aliento y las illas, en tanto que las mujeres se concentran en el poder de
los milagros y el renuevo de los pastizales mediante los ciclos del agua y del
abono fertilizante. Las mujeres también prestan importancia a “envolver”
las piedras illas en envolturas tejidas. Tomando en cuenta estas diferencias,
atravesemos gradualmente, y en orden, la secuencia ontológica del ecosistema,
comenzando con los milagros, descendiendo por las montañas más altas con
sus piedras poderosas, hacia las aguas que corren sobre éstas y los pastizales
que ellas nutren.
Hombres y mujeres ruegan por animales a los sitios milagrosos regionales:
lugares que se caracterizan por extrañas formaciones rocosas, talladas con
imágenes por los rayos 30. Los sitios milagrosos se reconocen mayormente en
los meses de septiembre y octubre, llamado “el tiempo de milagros” (milajr
timpu), ya que el poder de los “milagros” es más poderoso en aquel tiempo.
Según doña Lucía, estos son los meses cuando la gente hace libaciones a sus
rebaños, y cuando recuerda a la Llama Negra y las constelaciones asociadas:
los Ojos de la Llama, el Crucero, etc. El tiempo de milagros marca el inicio de
la época lluviosa y las primeras descargas del rayo, pero, aún más importante,
define el período cuando la Llama Celestial comienza a descender en el cielo
nocturno para tocar el horizonte (y luego llegar a su culminación más baja
a media noche). Por tanto, la noción andina de “milagro” (a diferencia de su
contraparte más cristiana) tiene que ver con el envío de los poderes de arriba,
en esta temporada del año, a los lugares potentes de este mundo: las altas
cumbres, las quebradas espectaculares, los lugares acuáticos encantados,
etc. Según la misma noción, los santos milagrosos son considerados como los
representantes terrenales de los Dioses del Cielo, de modo que las llamas se
ruegan a través de su santo patrono, San Antonio de la tez oscura (Tata San
30
Véase también Platt (1992).
224 Río de Vellón, Río de Canto
Antuñu, relacionado con los lagos negros celestiales), y ovejas de San Juan
(Saj Wan Tala). Hombres y mujeres ruegan a estos santos, diciendo así:
Tata Saj Wan Tata, waxt'anitay, Tata San Juan, por favor regalame,
Miq'a phuqha, q'awa phuqha llenas las quebradas, llenos los arroyos,
waxt'anitay, por favor regalame algunos,
Tata Saj Wan Tatitu... Tata San Juan, Tatito...
Pero las mujeres, más típicamente, cantan los mismos versos como parte del
género que llaman las “Canciones a los Dioses”, Yusa kirki, en que ruegan
a los santos-dioses milagrosos a que suelten más crías de llamas para ellas.
Damos aquí una versión por doña María:
Turu Mallku, por favor regalame, una cría de gaviota, una cría de chullumpi...
Combinan este ruego con otro para más animales silvestres (guanaco y
vicuña), como parte de la ética andina más generalizada que reconoce los
dominios paralelos: la gente que cría sus propios camélidos domesticados y
los cerros que crían sus propios animales silvestres (por ejemplo la vicuña
silvestre que sirve como la “llama” del cerro). Por tanto, el respeto por los
dominios paralelos da lugar a los conceptos éticos de obligación y autorización,
y su formalización en distintos géneros de habla y canto.
En otras ocasiones, los hombres ruegan para animales de un modo más
directo, a los espíritus de aliento de este mundo llamados samiri, que ayudan
a reproducirlos, rogando “Mandame aliento”. Estos espíritus de aliento se
manifiestan en las formaciones rocosas e illas, y tienen una forma idéntica a
sus respectivos animales. Los samiris animan a las illas para que respiren
Capítulo 5
225
Los ciclos cósmicos de agua, aliento y color, se centran en los lugares donde
los animales pacen y abrevan, pues los espíritus de los cerros también pueden
ser persuadidos a que envíen más animales por una vía alimentaria. Por tanto,
para don Domingo, otra forma infalible de asegurar el nacimiento de animales
de una determinada coloración es mediante ofrendas del color deseado a los
Pastores (Awatiri) apropiados, los Dueños cerriles de los Animales que se
consideran sus verdaderos pastores. “Pastor” es nombre de respeto para los
gatos monteses (titimichi), con sus ponchos y aguayos de color aleonado, cuyos
nombres de brindis son paqu punchu, paqu awayu, “poncho pardo, aguayo
pardo”, o más específicamente Tomasu y Tomasina. Estos félidos tienen que
ser apaciguados regularmente con las ofrendas apropiadas, tanto vegetales
como animales, en forma granular u ósea; de otro modo no cuidarán bien a
los animales, sino que les empujarán por los barrancos y luego les chuparán
la sangre 31.
Si don Domingo deseara ovejas o cabras de pelo del todo blanco, haría una
ofrenda de azúcar blanca molida y maíz blanco a los Pastores de los Cerros y,
según él, los Pastores mismos en la distancia parecen ovejas blancas. O si se
deseara animales de pelo gris, entonces haría una ofrenda de granos molidos
de maíz gris y confites de color gris, o para obtener el nacimiento de animales
de pelo negro hace una ofrenda con colores combinados, con el maíz de color
gris oscuro, del “color de las nubes” (q'usñi tunqu), y para obtener animales
con el pelo moteado, es con maíz moteado (chixchi tunqu). Luego dice:
Illas, Mallku y T'alla, ahora pues soplen tu aliento, soplen hacia mí...
Aun dentro de una sola secuencia de libaciones o dentro de una sola versión
de canto, existe un orden para la mención de los topónimos que sigue el ciclo
cósmico. Por ejemplo, aquéllos que tienen llamas deben libar primero con
alcohol puro a su santo patrono, San Antonio de la tez oscura, luego a su
costura guardiana local, Costura de Paja Larga de la Puna (Wayllan Ch'uku)
que produce el pasto y forraje, luego a las importantes costuras regionales de
llamas, Costura de Illas y Crías, y finalmente a los Pastores de los Cerros. El
orden es inicialmente hacia arriba, al cielo, luego hacia abajo, a la costura y
abertura local entre mundos y, por fin, hacia afuera, a la costura regional y
los Pastores de los Cerros, de la zona más alejada e indómita.
31
Compárese los guardabosques de mesoamérica, según lo descrito por B. Tedlock (1982: 147
y sig.). Este concepto, de que los verdaderos Pastores de los Animales en los Andes son los
félidos grandes, es implícito en el nombre que da Guamán Poma a los pastores de llamas:
llama michi. Aunque michi es quechua por “pastor”, en el aymara de Qaqachaka michi
significa “gato” y titi michi, “gato montés”. Zuidema (1991) también relaciona el rol de “puma
de todo su dominio” al propio Inka. Dransart (1991b: 56-57) describe una idea parecida entre
los pastores aymaras contemporáneos del Norte de Chile.
Capítulo 5
227
32
Sobre las piedras de los Canelo quichua de Ecuador véase por ejemplo Whitten (1987: 64)
y, sobre las piedras de los achuar de Ecuador, Descola (1989: 282).
33
Véase por ejemplo Duviols (1979), Van de Guchte (1990) y Columbus (1996).
34
Véase por ejemplo Albornoz (1967 [ca.1580]: 21, 37), Ramos Gavilán (1976 [1621]: 60), Van
de Guchte (1990: 30-33) y Zuidema (1982a: 446-7).
228 Río de Vellón, Río de Canto
Las varias clases de illa se distinguen por nombre. Decir “illa” en sentido
general es referirse a las illas más grandes ubicadas en las laderas de los cerros
altos, considerados como espíritus de aliento de todos los animales sobre los
cuales se alzan. Sin embargo, existen también mini-illas, las llamadas “illa
guaguas” (illa wawa), bezoares o piedras intestinales de formas curiosas y
coloridas 35, que se forman en los pliegues de la barriga cuando los camélidos
pacen en suelos muy salinos o nítricos. En Qaqachaka se les llama jayintilla,
lo que equivale al quechua inqa (Flores Ochoa 1977). Estas piedras preciadas,
que se guardan envueltas en atados de tejidos especiales de una colección
familiar, se sacan sólo en ocasiones rituales, tal como la ceremonia de marcar
las llamas (Zorn 1986).
Los bezoares son más vistosos y abundantes en las vicuñas, pero también
se los encuentra en las llamas y alpacas. (Según parece, no se las halla en
las ovejas). Aún más, según don Domingo, no se las halla en cualquier llama,
sino en aquéllas que siempre están rezongando, lo que él llama wajwiri
(una onomatopeya del sonido que producen), afirmación que hace resaltar la
relación entre la illa y el sonido.
En realidad, los bezoares son esferas alcalinas, porosas y absorbentes, de
fosfato de magnesio o de calcio, que usualmente se forman sobre la base de
35
El nombre científico de estas piedras intestinales es egragropholis.
Capítulo 5
229
se trajo de este sitio, deben ser envueltas en un aguayo finísimo y una bella
faja por la mujer de la casa:
Wa wiyay wiyay chullumpi En tu senda eterna chullumpi
Sí, ahora mismo hay unas dos para el nieto, y ahí me estoy ofreciendo, con unto y
confites. De eso saben reproducirse los animales y por eso tengo unos cuantos. De
eso saben multiplicarse los animales y hay que tomar, diciendo:
y la gente preguntará:
Pero yo digo:
—¡No me lo atajes, que estén yendo por allá!. Voy a estar trayéndome. Y canto
a la Joven Puntera y a la que tiene más crías...
y nada más... Como dice ella: “Comen y procrean así nomás, y sólo tenemos
que esparcir un poco de alcohol... para que el cóndor y el zorro no las devoren”.
En otros contextos, las pastoras expresan de otra manera las diferencias entre
los animales nativos y los importados por los conquistadores. Explican que, si
bien las llamas reciben sus colores por la intervención de la Llama Celestial
y sus muchos espíritus de aliento y otros ayudantes, en cambio, las ovejas y
cabras no tienen sus contrapartes celestiales. Por tanto, reciben sus colores
directamente de los espíritus de aliento: los samiris.
La gente de Qaqachaka describe a los samiris en términos de color, brillo,
sonido y poder fertilizante. Cada nódulo de illa resuena su respectivo arco
de sonido y luz como una estrella poderosa. Hay samiris con formas de todas
las especies de animales y sus colores, pues los hay castaños (ch’umphi),
blancos (janq'u), condorillo (kunturillu), negros (ch'iyära), azulejos (asuliju),
entrepelado de negro y castaño oscuro (k'uchi k'uchi) 36 y color de guanaco
(wanaku). Según don Domingo, en los valles existen también los que “tienen
pantalones” (phanthaliwuna), con cuello rojo (kunka juyllu) y del rojo del
pájaro chiru chiru (chiruchiru).
Los samiris se describen como piedras que “fulgen” (lliphiña) en las noches
cuando no hay luna y en la luna llena y, mientras fulgen, su aliento infunde
vida a las illas, y éstas a la vez a los rebaños. (Doña Lucía agregó que los
36
K'uchi k'uchi es un ave valluna con plumaje negro y castaño oscuro y con pico rojo oscuro;
la hembra tiene pico gris. Esta “ave comunicadora” con sus gritos informa a la gente lo que
va a pasar.
232 Río de Vellón, Río de Canto
37
Sobre este concepto de la autogénesis andina, véase Arnold (1988: Cap. 6) y Dransart
(1991b: 101).
Capítulo 5
233
***
de las rocas, sobre todo las piedras mágicas llamadas illas, les presta color,
produciendo los colores distintos de los espíritus animados de aliento que
moran allí. A su vez, éstas pintan (de adentro hacia afuera) a los animales
cuando se acercan para abrevar. Otra variante sobre este tema es la nutrición
de los Pastores de los Cerros con sus ofrendas deseadas, hechas por los
pastores humanos, al cumplir su pacto recíproco con las montañas de cuidar a
los animales, y luego los Pastores también ayudarán a colorear a los animales
según los colores de lo que hayan comido.
Mostramos las maneras de conservar estos conocimientos en muchos
diferentes niveles de la cultura, desde el complejo discurso chamánico de las
tres personas, parteras-cantantes, hasta la larga secuencia de libaciones que
se hacen para acompañar el rito y el canto, a las prácticas de nombrar a los
animales y los patrones de narrativa que recuerdan los eventos de antaño, y
finalmente a las canciones a los animales.
Puesto que el mismo nombre (suti) es una “envoltura espiritual” sobre el
cuerpo, propusimos (con el apoyo de la evidencia lingüística) que una meta
primaria de las pastoras al incorporar los nombres de sus animales en sus
canciones es de “cubrirlos” analógicamente con vellón, y “envolverlos en
color y sonido”. En la realización de esta idea está la secuencia del flujo del
agua sobre las piedras. El flujo intenso del agua sobre las rocas lo convierte
en aire, y suelta el poder del ispiritu incorporado en las aves acuáticas y los
rebaños parecidos que emergen en estos lugares acuáticos de origen, con sus
illas cercanas. Es la obligación de cada pastora el hallar una colección de
tales illas como la base del atado ritual familiar, y la matriz creativa de los
rebaños de su casa marital.
Otra obligación es la de envolver las illas en bellos tejidos. Al envolver bien
las illas diminutas, como semillas de origen de los rebaños de la familia, así
las ramificaciones pétreas de las grandes illas de Qaqachaka (origen de todos
los animales del ayllu, y de la herencia maternal de los mismos), engendran
otros procesos creativos de interacción fértil entre la semilla pétrea y los
diseños centrados en la sangre.
Propusimos que, al incorporar los nombres de sus animales y de sus
piedras allegadas en sus canciones, las mujeres desarrollan el proceso
de creación mediante una praxis cultural y mágica del canto. De este
modo, pueden vestir las esencias elementales en tramas mucho más
extensivas de sonido texturado y colorido. Una vez más, podemos comparar
los wayñus a los animales que están a cargo de las mujeres mayores,
con los wayñus populares a cargo de la gente joven del ayllu. En los
wayñus populares, las jóvenes usan el textil como un medio creativo de
inspiración para tejer su identidad hacia afuera desde el telar central
de la plaza-pista, en tanto que aquí, en las canciones a los animales, las
mujeres mayores más bien desenvuelven los elementos de su materia
prima, el vellón celestial, hacia el tiempo y espacio infinitos, para
238 Río de Vellón, Río de Canto
así soltar una secuencia más compleja y creativa, cuya creación de los rebaños
es sólo una parte.
El capítulo siguiente muestra lo que da el distintivo poder emocional a esta
forma femenina, consumada e implacable, de la creación musical.
Capítulo 6
Dicen que este Yacana baja a la media noche cuando no es posible que lo sientan
ni vean y bebe del mar toda el agua. Dicen, que si no bebiera esa agua, el mundo
entero quedaría sepultado.
Los Mitos de Waruchirí, Capítulo 29 (traducción de José María Arguedas, 1966: 125).
Para ellos, la idea clave que abarca ambas derivaciones es que una parte del
nacimiento es el soltar las aguas amnióticas. Y tal como el Diluvio bíblico fue
el heraldo de una nueva creación, así se preguntan si el Cusco, el “ombligo”
del imperio del Inka, podría tener sus propios vínculos con la creación en los
mismos albores de la dinastía incaica (Zuidema y Urton 1976: 68) 1.
Ahora exploraremos este momento devastador de la creación que “inunda
a la tierra con color y canto”. Nuestra indagación concierne la naturaleza de
este momento volátil, que tiene el poder suficiente para convertir el monocromo
en cromática pura, y el silencio en sonido pleno y texturado.
Dos pautas claves hasta el momento han sido el modo en que las cantante-
tejedoras identifican la senda de color en los vellones con la senda de sonido
en sus canciones a los animales, y el modo poderoso en que el canto de las
mujeres envuelve a sus animales en color y sonido, como si los estuvieran
cubriendo con envolturas de vellón. Al entretejer estas ideas, propusimos que
las canciones a los animales son, en muchos aspectos, una expresión musical
del wayñu popular. Argüimos que extendieron el color y sonido hacia afuera,
no desde el espacio-telar cultural de la plaza-pista central, ni de las bellas
texturas y diseños culturales del textil, sino de sus equivalentes primordiales
mucho más apremiantes. Según el discurso chamánico que analizamos, éstos
se centran en los sitios poderosos de la adoración y la ofrenda, ante las illas
y los corrales de piedra, y en el elemento primordial del textil en el vellón,
con su cualidad dual que se cierne entremundos, a la vez granular y fibrosa.
Aquí escucharemos más atentamente a la rama femenina del habla
chamánico, que concierne el discurso obstétrico de las parteras sobre el parto
de llamas y humanos, y que revela la forma en que las cantantes ancianas
en condición de parteras, echan al mundo el canto y el color.
1
Aquí, ellos citan a Pachacuti Yamqui (1950 [c. 1613]: 214) y Sarmiento (1942 [1572]: Cap. 12).
Capítulo 6
241
Cierto hombre, en un instante de felicidad, de ventura, vio cómo Yacana iba cayendo
sobre él; luego que llegó a la tierra, fue a beber agua en un manantial muy cercano.
Mientras tanto, el hombre empezó a sentirse como aplastado por copos de lana que
otros hombres esquilaban. Esto ocurrió durante la noche.
Los Mitos de Waruchiri, Capítulo 29 (traducción de José María Arguedas 1966: 124).
Doña María explicó que el abundante agua celestial fue soltada porque la
Llama Celestial estaba literalmente “pariendo sus crías”, y soltado sus aguas
(tal como en la vida real), para que cayera como lluvia:
Nótese que el vocabulario que ella usa para las “aguas” en este episodio es
más expresivo que literal, a la vez “orines” (yaq'a) y “como agua” (uma). En
Qaqachaka, el término anatómico preciso para el líquido amniótico es umala 2.
Nos explicó que la parte más densa y empapada con sangre de la placenta
(ithapu) era el “dormitorio” (ikiñpaxay) de la llama cría, y cuando la llamita
por fin nació, la placenta salió grande y completa. Luego la placenta-torta
“reventaría” y se convertiría en la primera “merienda” (quqpa) de la llamita3.
La llamita la recogía lamiendo las membranas y comería una parte “porque
contiene alimentos ricos, de toda clase”.
Mencionó algunas de las costumbres entre las pastoras que tratan de la
placenta en el parto de una llama: “Cualquiera que estuviera presente en
el parto, aprovecharía la placenta”, pues ellas solían decir: “Llévense los
tejidos de la placenta, llévense los tejidos de la placenta”, usando el término
saq'ayapu para aludir a la membrana exterior delicada y blanquecina de la
placenta. (Saq'ayapu o su variante siq'allapu puede glosarse literalmente
como “campo suave y tierno”). Luego llevarían la placenta al río más cercano
para lavarla, diciendo: “Cien centenas de centenas”. Después, arrojarían al
río las membranas (el amnios y corion), para que la corriente del agua se las
lleve, y así les traiga centenares de llamas en el futuro. Era como si una sola
placenta contuviera encarnada en sí, todas las futuras llamitas.
Doña María observó que la Llama-hembra Celestial toma las aguas del
cielo durante la época lluviosa (jallupacha) “que es la misma temporada del
año cuando da a luz”. (Otras pastoras ven todo el período lluvioso como un
sólo mes, llamándolo “el mes de lluvia”: jallu phaxsi). Las pastoras observan
cuidadosamente los hábitos de parto de los animales criados y de los animales
2
Para un análisis más detallado del vocabulario aymara respecto al parto, véase Arnold y
Yapita, con Tito (1999).
3
La etimología de “placenta” en el Viejo mundo también tiene este sentido, que (por intermedio
del latín) proviene del griego plakountos, una torta de harina aplastada y a menudo
endulzada con miel de abejas (Tibón 1992: 62). Véase también Gélis (1991: 167, 171).
244 Río de Vellón, Río de Canto
silvestres. Así doña María puede aseverar, por su experiencia, que los demás
camélidos, tal como la vicuña silvestre, dan a luz durante la temporada
lluviosa del año, y las pone en contraste con las ovejas y vacas del Viejo mundo
que, en cambio, dan a luz en la temporada seca (awti timpu).
Para Doña María, es al momento preciso cuando la Llama Celestial pare
y suelta sus aguas —sonando Phax— que las lluvias descienden sobre la
tierra. (Aquí también hay ecos del dominio sonoro que tiene que ver con la
luz del alba que se aproxima y con el florecer del capullo-corazón, cuando
amanecen allí el espíritu y la inspiración). Éstas son las lluvias celestiales
del océano superior (lamara) y los lagos negros (ch'iyär quta) que están allí,
que “empujan a la Virgen Tierra” para que sea fértil de nuevo.
Pero, a pesar de su aparente imprecisión, doña María suele ser muy
específica acerca de los fluidos corporales que suelta la Llama Celestial en
este período del año. Para ella, la Llama Celestial suelta dos substancias
corporales principales en el transcurso de la temporada lluviosa, a saber, sus
“orines” y su “sangre”. Cada líquido corporal a su vez suelta otros líquidos
en la ecología celestial. Según ella, “Con sus meadas celestiales, la Llama-
hembra suelta las lluvias que caen a la tierra”. La Llama-macho Celestial
mea también, “pero sus orines corren como el agua en los canales de riego” 4.
Sólo la Llama Madre Celestial “¡puede mear lluvia!”. Con su sangre celestial,
ella suelta de una vez los múltiples colores de los vellones. Kulurtakijay, dice:
“Son para los colores”. Doña Lucía expresa su acuerdo con la observación de
que las lluvias, igual que la sangre de la Llama Celestial, son los que dan
colores a los vellones de las llamas.
amnios n. (gr. amnios, ovejita). 1. La más interna de las membranas que rodean
el feto de los mamíferos, aves y reptiles. 2. Cubierta gelatinosa del saco
embrionario que rodea el embrión de las semillas jóvenes.
amniótico, a adj. Relativo al amnios.
[lat. amnis, río].
corion n. (gr. khorion, membrana). Envoltura externa del embrión, en los
vertebrados superiores.
[gr. khoreia, danza antigua...
[gr. khoriamb n. pie de la poesía griega y latina, compuesto de un coreo y un
yambo...
[gr. khora, tierra...
[gr. korallion, coral...
[gr. khoreytes, corista...
4
Compárase la observación de López Rivas de que Compa (Qumpa) o larca huillana (larqa
willana) es un dios guardián de los canales de riego (López Rivas 1976: 111).
Capítulo 6
245
5
Véase también Bastien (1985a: 609 n.3) respecto a ideas similares entre los Callawaya.
248 Río de Vellón, Río de Canto
6
Se describe a la “cofia” o el “manto” como una pequeña extensión de la placenta, parecida a
esa prenda. Véase también Davidson (1983) sobre la placenta en su condición de “sustancia
sombra”. La placenta todavía se conocía como una “torta de la matriz” en los tratados
médicos europeos hasta 1760, por ejemplo en la obra de John Harvey (Jo Murphy-Lawless,
comunicación personal).
Capítulo 6
249
7
Véase también Platt y otros (1995: 16-7).
250 Río de Vellón, Río de Canto
para saber si está vivo y sano. Luego, el nacimiento trae un nuevo orden
de sonidos. A diferencia de los partos occidentales, caracterizados por la
presencia de personal médico, de familia y amigos, todos fundidos en una
cháchara y murmullo en común, a veces hablando o aun gritando instrucciones
y reflexionando los eventos, un nacimiento en Qaqachaka es mucho más
tranquilo. Existe una fuerte proscripción contra el sobresaltar o asustar de
alguna manera a la parturienta, de modo que cualquier miembro de la familia
o partera presente le hablará en un tono bajo y amable. Mientras la guagua
finalmente desciende para entrar a este mundo, la partera puede susurrar
que está llegando, pero sólo habla (como lo hizo el Inka) para anunciar que
la nueva guagua ha llegado por fin, todo cubierta de un rojo brilloso, quizás
aumentando algún comentario emocionado acerca de su sexo. Sólo entonces
los demás presentes se ponen a comentar con emoción sobre el acontecimiento
y atienden a la nueva madre con comida y bebida. Y después, los sonidos
aumentan gradualmente a un volumen normal. Pero ya no se detienen en
eso, sino que van más allá.
En efecto, todo el período de esperar la salida de la placenta se caracteriza
por estar lleno de preocupación, que sólo se suelta finalmente con el sonido. La
madre no debe dormir, pues se halla en un momento transicional peligroso; los
espíritus malignos podrían aproximarse a su sangre maternal, atraídos por
el olor. Este período es como un velorio y se lo conoce por el mismo término.
No se debe dejar sola a la madre, y se encarga a los presentes a que hagan
ruido, cualquier ruido, para impedir que la madre duerma. Los presentes
golpean con una cuchara o qero de madera a su costado para persuadir a la
placenta a que salga, tratándola como “madre” o “abuela”, y reconociendo que
la placenta, empapada con la sangre materna, encarna la sustancia femenina
ancestral. Pero están intensamente conscientes de que los ancestros femeninos
deben ser apaciguados, pues, de otro modo (igual que las Furias clásicas),
pueden devorar el sonido y la luz, y con su forma intensamente negra y
pesada pueden asomarse al pecho de la madre durante este período peligroso,
y sofocarle la vida 8. Pero, finalmente, la placenta es soltada, se lleva a cabo
el proceso de adivinación, y la placenta se entierra, según la costumbre, con
algo de sal, inmediatamente dentro del umbral de la casa, junta con todas
las demás placentas de las guaguas que nacieron allí, con lo que se señala la
línea sanguínea de la sustancia maternal.
Si aplicamos la misma lógica de semilla y fibra al espectro del sonido
generado por esta puerta liminal entre los ancestros maternos y la nueva
guagua, podemos apreciar que el descenso de ésta, como nueva semilla, inicie
8
En el pasado, había un recelo similar en Europa que la muerte podía “acercarse a hurtadillas
a la mujer dormida” y por tanto sus acompañantes la tenían despierta por varias horas
después del nacimiento, hasta que corrían los ‘detersorios’ (Gélis 1991: 181, nuestra
traducción).
Capítulo 6
251
Otros acordes, tanto mayores como menores, que brotan dentro del ciclo de
la Llama cósmica, ayudan a trenzar los ciclos de orines y sangre. El primero
sucede en un modo de comunicación entre la Virgen Tierra y los cielos, en
un ciclo acuoso mediado por las nubes. Según doña María, las nubes blancas
y vellosas se elevan desde la pampa, como parte de la Virgen. La Diosa
de la Pampa (que es la Tierra Virgen), se eleva a los cielos con las nubes,
para encontrarse allí con el Dios Padre. Luego, vuelve a descender con las
lluvias que caen desde las nubes lluviosas más densas y oscuras. Se dice
que las nubes son su “aliento”, y las mujeres observan su baile constante,
desenredándose mientras se esparcen hacia afuera, como mechones de vellón
que se desenvuelve.
Las sirenas también descienden por la senda de las lluvias, para ayudar a
regenerar la tierra árida, y a las mujeres en su canto. Para doña María, las
sirenas son aun otras ayudantes de la Llama-hembra Celestial: “Su función
es la de darle energías (ch'ama), pues la energía baja con las lluvias a la
pampa, dando la misma energía a la Virgen Tierra”.
Cuando el aliento de la Virgen, transformado de nube en lluvia, vuelve
a la pampa, hace que los pastos y las flores crezcan y da fuerza a la Tierra
Virgen para procrear. Brota exuberante la nueva vegetación, alimentada por
las lluvias y, como un corolario, aparecen los colores vibrantes de las flores.
Doña María describe su propia experiencia de la exuberante realidad de la
vegetación en flor:
En las pampas hay toda clase de flores. Si yo las recogiera en un vaso, pues hay
amarillas, blancas, verdes nomás, celestes, azules... Hay chilcas, kutu kutus,
espinosas, flores a ver, hasta pastos de la pampa, hasta wanch'as, tolas, todo
completo, hasta vizcacha tolas...
Para ella, este vínculo entre el color y las lluvias, y los medros consecuentes,
es de vital importancia. La tierra ensangrentada y colorada de la época
lluviosa ha generado el color de las flores; en cambio, en la temporada seca,
“no hay nada...”.
Las mujeres de Qaqachaka se deleitan con tejer en la temporada lluviosa,
ya que les basta mirar en torno para inspirarse. En cambio, en la temporada
252 Río de Vellón, Río de Canto
9
Sobre las funciones uterinas de las talegas y costales, véase Cereceda (1978), Arnold (1988:
372 y 388 y sig.) y Torrico (1989). Sobre la naturaleza placental de los costales y su relación
con las prácticas de tejer durante el embarazo, véase Arnold y Yapita (1995a, 1996a: 337)
y Torrico (1995).
Capítulo 6
253
Es claro que doña María, como tejedora, se inspira por el vínculo directo
que ella percibe entre la Llama Negra Celestial y los colores vibrantes soltados
en su sangre. Para ella, la Llama Negra suelta toda la cromática de color:
Verde y blanco, así, así, y anaranjado, mezclado así, esto también es mortuorio
(murturiya), luego amarillo y morcilla (wursila) así mezclado. Así pues, aquí morado
(muratu), rosado, allí blanco... colores de toda clase... así es eso. Por eso hasta las
flores son de todos estos colores...
Además, para doña María, esta función de la Llama Celestial, de dar color
por todas partes, no es sólo un asunto para meditar:
La Llama Celestial echa su sangre, y en las pampas florecen las flores, para que
los animales coman, igual que la gente, de las pampas. Por eso es la “Llama de
Dios”. Es la Madre de todas las llamas, la Tayka.
Por estas razones, ella reconoce a la Llama Negra como la “Madre Eterna”,
Wiñay Tayka. Sostiene que, a diferencia de las llamas terrenales, la Llama
Celestial “nunca envejece para ser carneada”, sino más bien “Ella que nunca
muere (jan jiwiri) es siempre fértil y capaz de concebir”. Para ella, la gente
celestial que atiende a las llamas son “Gente Eterna”, Wiñay Jaqi, ya que
nunca envejece ni muere: “Sabemos de estas cosas desde niños. Incluso el
Cóndor allí es eterno y nos envía la fuerza para ser gente buena y buenas
autoridades”. Y por eso la Llama Celestial es la fuente del canto:
Por eso, cantamos así. De otro modo, no podríamos recordarla. Ella nos abre el
corazón, y por ella nosotras nos dedicamos a los rebaños, hacemos todo tipo de
tareas, como hilar y torcelar... nos dedicamos a estas actividades y las recordamos...
si no, podríamos estar sentadas sin hacer nada...
10
Cf. Strathern (1992: 75).
11
Véase otra vez Lea (1995: 209) y Descola (1989: Capítulos 5 y 6) para ideas similares de
las tierras bajas.
Capítulo 6
255
negro para los hombres es como lo rojo para las mujeres, con su característica
de incorporar en sí todas las demás posibilidades 12.
Por tanto, escuchemos brevemente algunas de las inquietudes de don
Domingo acerca de la Llama-macho Celestial. Para él, la Llama-macho
Celestial (igual que su contraparte femenina), toma del lago negro llamado
lamara, y se llena con sangre hasta casi reventar, pero aquí termina el
parecido. Luego don Domingo mencionó al Zorro negro celestial que se acerca
a la Llama-macho por atrás, dispuesto a atacarla y derramar su sangre, y
recalcó que la sangre derramada también es negra. Según él, la sangre negra
cae a la pampa “provocando que las llamas se procreen”, y a la vez su negrura
asegura que las llamas tengan “buena carne con mucha grasa” y “sangre
espesa y fuerte” necesarias para el sacrificio. Entonces, para don Domingo, es
la sangre negra de la Llama-macho Celestial la que proporciona a las llamas
machos de los rebaños terrenales su abundante carne roja, grasa y sangre en
cantidad para el sacrificio, como una esfera masculina de actividad.
Don Domingo relaciona esta idea con el cuento del Zorro que cayó a tierra,
reventando con todos los productos, mientras su contraparte celestial, el Gran
Mallku Zorro (Jach'a Mallku, otra constelación del lago negro), se quedaba
arriba. La Llama Celestial, al igual que el Zorro, desciende hasta el horizonte
en ciertos momentos del año, “bien nutrido”:
Había tomado de los lagos negros celestiales, para que los machos tengan una
amplia reserva de sangre eternamente (wiña wiñaya), que se extenderá en todas
las direcciones cuando sean sacrificados y carneados.
Señala que las llamas terrenales, igual que sus contrapartes celestiales,
abrevan en los lugares permanentemente acuáticos (llamados qhuchi) que
frecuenta también el arco iris. Al encontrarse (las llamas de carne y hueso
con el arco iris), los vellones de las llamas son impregnados de hermosos
colores (aunque él da la impresión de que las llamas están impregnadas por
las aguas coloreadas que entran en su estómago antes que con cualquier
fulgor externo provocado por la presencia del arco iris). Según él: “Por este
motivo, la gente recuerda estos acontecimientos el primero de junio de cada
año, sacrificando llamas y ofreciéndolas a las montañas en su memoria”.
Además, las llamas escogidas “saben” que serán sacrificadas, “Las llamas
destinadas al sacrifico, incluso se dicen para sí: ‘Voy a morir’, y toman de las
12
Zuidema (1973: 125) sostiene que, en el siglo XVII se creía que ciertas formaciones estelares,
la Urqurara en especial, originaban a todos los hombres y todos los animales machos, y que
otras, en especial la Yacana, eran el origen de las mujeres y todos los animales hembras,
y que aun otras, en especial la llamada “Ojos de la Llama”, era el origen de su prole. Un
cuarto grupo, la “Perdiz”, era una negación o reversión de los tres anteriores, y se llamaba
“el que come a su madre”. Continúa al comparar estos cuatro grupos estelares con cuatro
grupos sociales o ayllus, en una comunidad central andina.
256 Río de Vellón, Río de Canto
lagunas de las montañas”. Beben de las aguas claras (ch'uwa qullu qhuchi) de
los “lagos negros” (lamara, término genérico que él usa en su lenguaje ritual
por todos los lugares húmedos). De este modo, para él, las llamas “saben”
que van a morir y desaparecer de este mundo, y así van con el propósito de
beber a fin de proveerse de carne y sangre abundantes para pasarlas con su
fuerza vital, a la humanidad. Según don Domingo, la deidad femenina de
estos lugares acuáticos se llama Mama Qucha: “Madre Lago” 13.
Es más, según sus observaciones, la llama siempre bebe más de aquellos
lugares donde frecuenta el arco iris (que él llama küwarmi). Si bien la gente,
especialmente las mujeres, temen al arco iris, pensando que puede entrar en
sus estómagos para crear una falsa preñez acuosa, en cambio la llama, como
otros animales, no teme la presencia del arco iris, un punto que confirma
doña Lucía. Para ella, el arco iris suele perseguir a la gente que usa colores
similares en sus textiles, aunque sólo hubiera armado su telar con hebras
parecidas a los colores del arco iris: con amarillo (q'illu), morcilla (wursila)
y verde (ch'unqha). Pero, en cambio, el arco iris no persigue a los animales
con vellones coloridos, más bien les ayuda.
Don Domingo también distingue, según el género, la importancia relativa
para hombres y mujeres de ciertas constelaciones, al diferenciar entre las
estrellas ordinarias en el cielo y las “dos sendas” del Río Grande de la Vía
Láctea, tanto la “senda blanca” de las estrellas como la “senda roja” de sus
lagos negros. Para él, las estrellas blancas, granulares y ordinarias, dan
fuerzas a los hombres, en tanto que el Río Celestial (Jawira), con sus estrellas
granulares y lagos oscuros y nebulosos, da fuerzas a las mujeres. De este
modo, él asocia más con los hombres la cualidad manifiestamente granular
de las estrellas, y más con las mujeres las cualidades duales, granular-cum-
funicular, del Río Grande 14. Concluyó (con algo de machismo) diciendo: “Por
eso las mujeres son menos fuertes fisícamente que los hombres, en tanto
que son blandas y suaves, mientras que los hombres son gruesos (thuru) y
físicamente fuertes”. Como hombre, recuerda las miríadas de estrellas blancas
de noche, “para obtener fuerza”, sobre todo la gran wak'a celestial llamada
Achach warawara, “Estrella Abuelo”, que es su estrella ancestral.
13
Don Domingo también define tres clases diferentes de los lugares acuáticos llamados lamara:
“el lago del arco iris” (kuwarm qucha), “lago negro” (ch'iyär quta) y “lago que enverdece”
(ch'uxñar ayrisir qucha). Luego define tres clases de pozos oscuros de montaña, llamados
kalis mayku: los que jamás se secan.
14
Es interesante comparar este comentario moderno con la observación de Zuidema, acerca
de la importancia estructural de la dicotomía entre las constelaciones de estrella a estrella
y de nebulosa oscura, cuando demostró que los dos tipos de constelaciones estaban
relacionados simbólicamente con diferentes grupos sociales (ayllus) en la comunidad
de Recuay, cercana a Cusco, durante la época colonial (Zuidema 1973, citado por Urton
1981: 10).
Capítulo 6
257
Cuando amaneció el día siguiente, el hombre fue a ver la lana que habían cortado.
Era azul, blanca, negra, amarilla oscura, de colores mezclados; se parecía a toda
cosa que tuviera color. Y, como no tenía llamas, vendió toda la lana inmediatamente
y, en el mismo sitio en que cayó Yacana, allí lo reverenció...
Los Mitos de Waruchiri, Capítulo 29 (traducción de José María Arguedas, 1966: 124).
15
Para don Domingo, éstas son dos razones por qué la llama tiene orín tan poderoso. Se lo
usa como medicina y se lo considera lo bastante poderoso para combatir las enfermedades
vinculadas con el rayo (rayu), que incluso un sabio (yatiri) se encuentra del todo incapaz
de curar. Según él: “En este caso, uno recibe los orines de la llama que vienen de la “gloria
de arriba” (patxa lurya), y los mezclan con copal y se lo toman”. También señala que los
orines de la llama pueden curar la fiebre terciana, endémica en los valles.
16
Sobre el arco iris, véase por ejemplo Urton (1981: 93-94).
17
Intuimos que este complejo de ideas da lugar a la clase de expresión iconográfica que
describe Dransart, en algunas figurillas incaicas en miniatura, especialmente de una
figurilla femenina en que dos tupus de plata están juntados mediante un cordón bordado
primorosamente —a semejanza de la Vía Láctea— “de la cual dos trozos rectangulares de
concha de espóndilo están suspendidos por dos tiras de trenzado, teñidas de rojo profundo”,
como dos arco iris que los atan a dos abrevaderos (las conchas marinas) en la tierra (Dransart
1995b: 6, nuestra traducción).
Capítulo 6
259
18
Cf. Whitten (1987: 61) para ideas similares entre los Canelo quichuas. Según la ciencia
occidental, las “estructuras disipativas”, tanto los centros vivos como los centros no-vivos de
actividad (remolinos, tornados, etc.), son aquéllas que tienden hacia la auto-perpetuación
y a mantener la conservación del calor (Prigogine y Stengers 1984).
260 Río de Vellón, Río de Canto
19
Véase por ejemplo Zuidema (1991: 153).
Capítulo 6
261
El arco iris pertenece a los lugares acuáticos llamados qhuchi y phuju. Siempre sale
de estos lugares y jamás de los lugares secos... Es por las algas verdes que crecen
allí. Es para que los lugares acuáticos del ayllu, donde los animales frecuentan,
se congreguen en cantidad —qhuch qhuch qhuch qhuchisiña— y de modo similar
los animales también.
La reacción visceral con la que las mujeres responden a este dominio estético
múltiple proviene igualmente de la naturaleza de doble filo de tantos de sus
elementos que de cualquier lógica singular. Para las mujeres, el arco iris es
bello pero peligroso, tanto como cualquier illa o wak'a. La poderosa iconicidad
de la sangre femenina también marca la dualidad entre la belleza y el peligro,
entre la maternidad y el fracaso, entre la vida y la muerte, sobre todo en el
peligro supremo del parto, cuando las mujeres mismas literalmente se ciernen
entre dos mundos 20.
Las culturas andinas ciertamente tienen proscripciones acerca del flujo
de la sangre femenina, aunque no son tan marcadas como en otras culturas.
Para cualquier mujer joven, la sangre menstrual marca su iniciación al flujo
sanguíneo fertilizante y condición de mujer y madre futura, pero a la vez
20
Para una perspectiva comparativa respecto a la naturaleza dual del rojo en la cosmología
Zuni, véase Barbara Tedlock (1984).
262 Río de Vellón, Río de Canto
Estas wak'as son las piedras “feas”, de toda forma y tamaño, que se
encuentran en los lugares pavarosos del ayllu. Según ella: “Son piedras
grandes con bocas, feas y capaces de comer a la gente”. Por eso, siempre
visitan estos lugares feos llevando consigo cuchillo o picota, “para hacer
asustar a las propias wak'as”. Sólo entonces sienten suficiente coraje para
ir a estos lugares peligrosos y aprender de ellos la música y las canciones.
“Y siempre debemos ofrecerles algo: q'uwa o unto de llama por ejemplo. Sólo
así es seguro, sino nos comerían”.
21
Sobre la importancia de la “mirada” véase Torrico (1995: 20-25) y Arnold y Yapita (1995b: 90).
Capítulo 6
263
La naturaleza más genérica del lugar es sugerida por la forma en que don
Domingo sabe de otros “Ríos Diabólicos” en los valles donde vive, lugares que
esconden a los animales, agujeros negros que los “comen”, chupando su sangre
y haciéndolos oscuros e invisibles para los ojos de sus dueños. La gente debe
recitar encantamientos, rogando “claridad” a los espíritus pastores del lugar,
alguna gente incluso hace ofrendas con q'uwa, aunque esa persona, a su vez,
corre el peligro de convertirse en “diablo”.
Según la hebra común de estas ideas, el Río Diabólico es un lugar acuático
donde moran los arco iris, las illas y las sirenas en demasía. Los pliegues
en la tierra en el lugar ceden en cualquier momento para devorar a uno y
los torbellinos chupan a cualquier llamita para tragarla. En su condición de
corolario terrenal de la Llama Negra Celestial, es otro agujero negro, pero
que devora en vez de dar a luz.
Hacia una semántica de sonido y color
22
Armstrong (1971: 25) describe la “presencia conmovedora” (affecting presence en
inglés) de la creatividad humana como un poder autónomo de conmover. Los Whitten
interpretan el término de Armstrong como una “fuerza estética”, la “que es comprensible
transculturalmente a través del tiempo, y en circunstancias cambiantes” (1993: 1, nuestra
traducción).
Parte III
FIESTA
UARICZA ARAUI del ynga,
las fiestas
cantar y baylar wariqza, q cantan cõ puca llama.
Las diferentes clases de canto a las llamas hembras se definen, como vimos en el
Capitulo 4, según las distintas actividades pastoriles a las cuales se dirigen los
versos; y también según las edades y roles de las llamas hembras en el rebaño
como un todo. En este nivel muy general de clasificación, las canciones a las
llamas criadas en el ayllu dan las características organizadoras primarias de
la actuación y composición, de éstas derivan las otras clases de canción a los
animales introducidos del Viejo mundo. Por esta razón, existe un cierto grado
de entrelazamiento de clases de canción: las dirigidas a los camélidos andinos
(especialmente a las llamas hembras) y a los otros animales.
Según explicó doña Lucía en el Capítulo 4, el ciclo más largo es dirigido a
las llamas, con doce clases de canción en total. En el presente capítulo (en que
seguimos el sistema de clasificación de doña Lucía), juntamos las canciones
a las llamas y alpacas hembras, las madres maduras, las adolescentes, las
hembras sin crías, y finalmente las llamitas: las nuevas “flores” de cada año.
En conjunto, las canciones a las hembras forman parte del género mayor
de “Canciones de Llorar”, Warart'aña, donde se clasifican como parte del
subgénero de “Canciones a las Llamas”, Qarwa Kirki. Luego se les diferencia
por el sexo en “Canciones a las Llamas-hembras”, Piñam Kirki; el epíteto
Piñama, “Piña de Plata”, se usa más para las llamas hembras en este contexto.
Al valerse otra vez de la terminología minera esotérica para las piñas cónicas
de plata pura amalgamada, el uso de este término enfatiza que las llamas
hembras son fuentes de riqueza potencial, no sólo de vellón, cueros y correas,
sino, aún más fundamentalmente, de los elementos que encarnan: las nuevas
Capítulo 7
271
Esta gran variedad de géneros de canto a las hembras tiene su orden especial
de realización. Según doña Lucía, siempre se debe comenzar con las Canciones
de Sacar: Qarwa Uyut Ansuña, que significa literalmente “Arrear las llamas
fuera de los corrales” (el sufijo direccional -su- indica el movimiento de las
llamas en fila “fuera” del corral, por su puerta). En este sentido, las Canciones
de Sacar, como género, son primarias y abren todo el ciclo. Se las canta cuando
las hembras son sacadas por sus pastoras de sus corrales temprano por la
mañana, este momento fija el contexto para el ordenamiento ontológico de
todas las demás.
1
Para definiciones más completas de esta terminología minera, véase Langue y Salazar-
Soler (1993: 446). Parece probable que, en tiempos incaicos, la línea femenina estuviera
vinculada con la piña de “plata” y la línea masculina con la piña de “oro”. Véase Duviols
(1976: 170), quien cita al cronista Antonio de Vega respecto al recipiente en forma de “piña”
bajo la estatua del dios del sol, Punchao, en Coricancha, donde se colocaba las cenizas de
los corazones e hígados de los Inkas muertos, cubiertas con una rociada de oro fino.
272 Río de Vellón, Río de Canto
orrales domésticos
C Pastizales en los cerros
despertar diario nacer/despertar de las llamas
dormir/morir medrar y jugar de las llamas
carnear y sacrificar cruce de las llamas
red de sendas
fin de actividades pastoriles diarias y anuales
2
Sobre la tradición oral, véase por ejemplo Parry (1971), Lord (1960) y Bynum (1978).
276 Río de Vellón, Río de Canto
animales de su hija difunta, en las partes bajas del ayllu. Nótese que las
secciones tercera y cuarta de la canción desarrollan ante todo una idea
musical acerca de los colores de los vellones, y luego otra sobre las variedades
de pasto, como si las dos secciones o episodios temáticos pudiesen estar
interrelacionados lógicamente en una secuencia ontológica:
Verso y refrán
3
Cf. Dransart (1991b: 82) quien describe sendas pastoriles parecidas en la región de
Isluga, Chile.
278 Río de Vellón, Río de Canto
ABERTURA
1 ...thakhi ....thakhi (saranta) ...Irás por tus diferentes sendas
Mamala wiyay ansuta Mamala, soltada a tu vía (suspiro)
ESTROFA 1
2 Kawki ukaru saranta, Irás allí donde hay pasto,
Mamalay wiyayj wichu Mamala, soltada la paja
3 Alturupiniw saranta, Irás siempre por lo alto,
Mamalay wiyay ansu Mamala, sacada a tu vía
ESTROFA 2
4 Ch'api phaqara katuri, Rozadora de flores espinosas,
Mamalay wiyay änanta Mamala, irás por tu vía,
5 Mamala parway katuri, Mamala, rozadora de pastos florecidos
Mamala wiyay ansu Mamala, sacada a tu vía (suspiro)
ESTROFA 3
6 Kuna law Mamala De cualquier ramita, Mamala
Lat'uwir Imilla, Imilla Postrera,
Chhikhu chhikhu pastu katuri Rozadora de cualquier pasto menudo,
Mamala wiyay anantay Mamala, irás por tu vía (suspiro)
ESTROFA 4
7 Puntir Imilla Imilla Puntera
Mamala wiyay ananta Mamala, irás por tu vía
8 Apur apuray jaqkattama, Apura, apura, que llegues al lugar,
Mamala wiyay ananta... Mamala, irás por tu vía...
}
Estrofas 2 y 4 Imilla puntera
ambas identificadas por los pastos que comen
Estrofa 3 Imilla trasera
Otra canción a las llamas hembras por doña Lucía desarrolla el tema de
las dos clases de llamas, como las dos clases de oveja, que siempre van
respectivamente a la punta y a la zaga del rebaño: Joven Puntera y Joven
Postrera. A costa suya, el refrán de la canción alude a la llama hembra
simplemente como “Mamala”.
Aquí la insistente repetición de sus hábitos de comer hace aún más clara la
agrupación de los versos en partes a semejanza de “fórmulas” que se pueden
reconocer y memorizar. Siempre se menciona primero a la Joven Puntera.
Llega a mordisquear las flores y sufrútices espinosos mientras anda por los
doce rincones del ayllu, correteando a la punta de mata a mata. Luego la
Joven Postrera sigue detrás, en las canciones como en la vida, con sus “copitos
de paja brava”.
282 Río de Vellón, Río de Canto
5 Janiway inatajirajiti, Mamalay, Mamala Que nunca vas en vano, Mamalay, Mamala
4
Sobre estas formaciones andinas de parentela véase Bastien (1985b: Cap. 7), Isbell (1985:
173), etc.
284 Río de Vellón, Río de Canto
Canción de suerte
ESTROFA 1
1 Mamalitay Mamalay Mamalitay Mamalay
2 Ch'amak Imilla, Mamalay Mamalay 5 Imilla densa en cantidad, Mamalay Mamalay
3 Am jariy am jariyti, Mamalay Ella que apura en silencio, Mamalay
ESTROFA 2
4 Amu kamach kamachthiri, Mamalay Ella que ordena en silencio, Mamalay
5 Chachas aynisiktam, Mamalay Mamalay Aunque los hombres se te ofenden, Mamalay Mamalay
6 Esposas «¡Saram!» saktan, Mamalay Aunque las esposas mandamos: “¡Anda!” Mamalay
ESTROFA 3
7 Janiw juma kamsañämajtas, Mamalay Pero a tí no te importa lo que dicen, Mamalay
8 (I)na timpunis timpuni, Mamalay Mamalay 6 No te importa si las lluvias caen, Mamalay Mamalay
9 Inä thaya thayaji, Mamalay No te importa si los vientos soplan, Mamalay
5
Aquí Imilla tiene el significado más sagrado de “Virgen”; ella está “obscura” (ch'amaka),
cuando es densa en cantidad.
6
Aquí timpunis timpuni significa literalmente “de su tiempo, de su tiempo”. Este término
de brindar para la época lluviosa (también llamada timpun marani) se compara con el
período menstrual de la Tierra Virgen.
Capítulo 7
285
ESTROFA 4
10 Amu kamach kamacht'iri, Mamalay Mamalay Ella que ordena en silencio, Mamalay Mamalay
11 Amu jari jariytiri, Mamalay Mamalay Que apura en silencio, Mamalay Mamalay
12 Macharir Imilla machalt'asta, Mamalay 7 Imilla beberrona que tomas tanto, Mamalay
13 Khitrak «maq'at» santay, Mamalay Mamalay ¿A quién pedirás comida? Mamalay Mamalay
14 Machalt'astaw, Mamalay Tomas tanto, Mamalay
15 «Urüxiw» sasakiw machalt'asta, Mamalay “Ya es de día...”, diciendo, tomas tanto, Mamalay
ESTROFA 5
16 Uka jariyïtatmay, Mamalay Mamalay Por eso pues te apuro, Mamalay Mamalay
17 K'ach jumar iñantsmay, Mamalay Mamalay Y te miro con cariño, Mamalay Mamalay
18 ¡Machalitay! In «Jariyt'it jariyt'it» sakista, ¡Borrachita! En vano me apuras,
Mamalay Mamalay Mamalay Mamalay
19 «Urüxiw» sas arktsmay, Mamalay “Ya es de día”, diciendo, te sigo, Mamalay
ESTROFA 6
20 ¡Saratmay saratmay! Mamalay Mamalay ¡Qué linda vas! Mamalay Mamalay
21 Sinta sikhataway sarta, Mamalay Mamalay Como una cinta desplegada vas, Mamalay Mamalay
22 Kawkir jurpuriy, Mamalay Mamalay 8 Donde sea te cubres de nubes, Mamalay Mamalay
23 Luma lumar jurpuriy, Mamalay Mamalay En las lomas te cubres de nubes, Mamalay Mamalay
24 Kutt'anitakay, Mamalay Y volverás, Mamalay
ESTROFA 7
25 Juqhur ch'iwuri, Mamalay Mamalay Ella que asombra los bofedales, Mamalay Mamalay
26 Awarat jan awantiri, Mamalay Mamalay Que no aguanta de sed, Mamalay Mamalay
27 Awarat awarar sariri, Mamalay Mamalay Que va de aguada en aguada, Mamalay Mamalay
ESTROFA 8
28 Mamalay, kaymat kaymar ch'iwuri, Mamalay Mamalay, la que asombra cuando camina, Mamalay
29 Kaymat kaymar awatt'asiri, Mamalay Mamalay La que pastea caminando, Mamalay Mamalay
30 Kawkit kutt'antay Puntir Imilla, Yiya imillay, Imilla Puntera, Imilla Guía, ¿De dónde regresas?,
Mamalay... Mamalay...
ESTROFA 9, etc.
31 «Mama K'illat kutt'antay», “Regresé del cerro Mama Camellones”,
Mamalay Mamalay 9 Mamalay Mamalay
32 «Awarat awarar tanxam» sakistaw, Me dices que vaya de aguada en aguada,
Mamalay Mamalay 10 Mamalay Mamalay
33 Kaymat kaymar ch'iwuri, Mamalay Mamalay 11 La que asombra caminando, Mamalay Mamalay
34 Ukatja p'iqt'anta, Mamalay Mamalay Después tu vas a la cabeza, Mamalay Mamalay
35 Altus kaymat ch'iwuriy, Mamalay La que asombra caminando en las alturas, Mamalay
7
Existen varios niveles de juego de sonido en este verso: por ejemplo, Mä chiri imilla puede
significar también “Una imilla fría” (chiri: “frío(a)” en quechua).
8
Jurpu puede ser traducido como “nube” o “neblina”.
9
Mama K'illa es un topónimo local de Qaqachaka. K'illa puede ser otro nombre para Phaxsi
Mama, la Madre Luna, usada más en las regiones de habla quechua.
10
Awara (“aguada”) es un término de brindar para una “fuente de agua” tal como un
manantial, o las “lluvias que caen”.
11
Ch'iwuri (de ch'iwu), quiere decir aquí “la que asombra” (= “dar sombra”, ch'iwu) por la
cantidad de animales.
286 Río de Vellón, Río de Canto
42 Mamalay Mamalay
43 Wänak Imillay, Mamalay Mamalay Imilla Guanaco, Mamalay Mamalay
44 Q'upha Imillay, Mamalay Imilla lucero de flor blanca, Mamalay
45 Q'upha parway katuri, Mamalay Mamalay 13 Cogedora de flores blancas, Mamalay Mamalay
46 Altur sarir(i), Mamala Andariega a lo alto, Mamala
47 Ulluqïtaw, Mamalay 14 Todo el rebaño, Mamalay
48 Altu parwaypin katunta, Mamalay Vas a coger espigas en lo alto, Mamalay
49 «Jan k'ichiqat past katunï» sasakiw sartay, “Voy a coger pastos tiernos”, diciendo vas,
Mamalay Mamalay Mamalay Mamalay
50 Waylla phichhpin jaqttay, Mamala Siempre comes la punta de la paja, Mamala
12
Literalmente: “Que no deja despegar de la pampa”.
13
Parwayu es una cañuela con espiga, o la flor de maíz. Q'upha es la flor blanca de altea.
14
Ulluqïta es una expresión que significa “muéstrense en cantidad”.
15
Turupa (“tropa”) por decir “rebaño”.
Capítulo 7
287
]
7 a
4 [ 8 b 3
9 c
]
5 [ 10 a
11 b 4
6 [ 12 c
]
13 a
7 [ 14 b 5
15 c
Epítetos para la llama hembra
La otra doña María, igual que su esposo don Alberto, se retracta de hablar
de su mundo, aunque es generosa con su hospitalidad y nos ha permitido
participar en varios ritos con su esposo y su familia. Ambos son líderes de
peso en la comunidad: don Alberto es un “sabio” y “partero” y su esposa guía
a las mujeres en el canto, de modo que se puede esperar que su variante sea
un texto clave de su género. Como no pudimos preguntarle directamente
acerca del significado de los versos, hemos confiado en los comentarios de
otras cantantes, y en nuestras propias intuiciones respecto a la canción.
En la larga versión de doña María, encontramos muchos otros epítetos para
la llama hembra, junto con un desarrollo más complejo de los episodios del
canto, en su condición de estrofas. Comencemos con los epítetos. Un “apodo
de cariño” (q'ayata), se encuentra en el verso 41: Wänak Imilla, “Imilla
Capítulo 7
289
de las sendas, pastizales y aguas del ayllu. Luego, los versos 25 a 35 están
dedicados a la Imilla Puntera (Puntir Imilla), con sus constantes viajes de un
determinado pasto a otro, y de un determinado abrevadero a otro, igual que
los versos 42 a 53. Los versos 40 y 41 aluden a la Imilla Postrera, pero con
mucha más brevedad. En otra sección acerca del tejer (que abarca los versos 55
a 59), la cantante se queja por lo poco que ha cumplido cada día con todos los
animales que le rodean y también nombra dos diseños textiles que desea: muy
aptamente, el uno es de un ovillo de lana y el otro de toda una tropa de llamas.
Este ruego de parte de la cantante para toda una tropa de animales y todo un
fardo de vellones nos conduce a la sección final de la canción: una culminación
dramática en la misma cumbre del ayllu donde estaba el sitio del telar, y de
donde desciende toda la tropa, haciendo diseños textiles (salta) con sus pasos al
caminar. Sospechamos que la cumbre aludida en estos versos finales (quizás la
misma que el Cerro “Mama Camellones” mencionado anteriormente en el verso
31), es donde se ve a la Llama Negra descender en este período; de memoria,
diríamos que está en la misma dirección. Por agudo contraste con las versiones
anteriores, se menciona mucho menos el corral, que solamente se nombra en
el verso 17, como kanchuna, en la sección acerca del despertar en la mañana.
Resumimos aquí las secciones o episodios mayores, parecidos a estrofas:
16
Tratamos más detenidamente en otra parte este elemento mágico de tejer ciertos diseños
para dar existencia a tropas enteras de animales (Arnold 1994a: 98-99).
Capítulo 7
291
Doña Lucía contrasta las “Canciones de sacar” los animales (Ansuña) con
las “Canciones de traerlos” que, como género, se llama Antaniña, o más
específicamente Sirkat Antaniña: “Traer de las colinas”. Como vimos en el
Capítulo 4, este género se podría glosar más plenamente así, “comenzar a rodear
en las colinas y arrear hacia los corrales domésticos” 17. Se puede cantar para
acompañar la tarea diaria de rodear las hembras en las colinas al atardecer.
Pero se reserva también para celebrar las ocasiones en que las pastoras recogen
las crías neonatas de las laderas, por donde fueron paridas, o las ceremonias
que recuerdan estos eventos: en la marcación y el cruce. En cada caso, como
indica el nombre del género, las llamas son traídas desde el dominio silvestre
de las colinas hacia la seguridad de los corrales domésticos.
Esta clase de canción se reconoce por sus dos refranes característicos. El
primero, Kawki ukat antasinsma, quiere decir literalmente “Dondequiera, de
allí te he traído”. La vaguedad de dirección en ukat, “de allí”, indicaría una
“oración escondida” o, por lo menos, una “cláusula subordinada escondida”
(Yapita 1992: 52), de modo que la comprensión mayor del refrán para un
hablante nativo del aymara sería “Te he traído desde allí, donde están los
pastos” o “Te he traído desde lejos”. El segundo refrán, Mamala wiyay ananta,
lo traducimos más libremente como “Mamala metida con honda”, por la gama
de posibilidades del significado de wiyay, en este caso.
Si wiya (del castellano) se refiere a las sendas de los animales en las colinas,
otra gama de significados del refrán deriva del verbo wiyaña, que alude a la
acción de “llevar algo agitando, como el fuego a manera de antorcha”, como
solían hacer las mujeres de antaño al recoger las crías de los cerros en el
atardecer. Además, las hondas trenzadas que aún se usan, con sus repetidos
17
Otro sub-género, que enfatiza las grandes distancias que se pueden cubrir cada día cuando
los animales son devueltos desde las colinas hasta sus corrales domésticos, se llama jaya(t)
antaña, “arrear desde lejos”.
292 Río de Vellón, Río de Canto
18
Compárase Feld (1982: 151), para un idea parecida entre los Kaluli de Papua-Nueva Guinea.
Capítulo 7
293
que hace resaltar toda una serie de puntos de referencia a través del mundo
textil, entretejiéndolos 19. El uso del tiempo mítico, en forma similar, desvía lo
tangible de las cosas, lo sustantivo y lo concreto, en un sensorio de significados
más generalizado a través de su trama espacial (Wagner 1986: 6, 12, 21).
Después de nombrar los lugares de origen, la cantante pregunta retóricamente
con qué ató la llamita, y con qué la envolvió. Su propia repuesta nombra varios
tejidos: hondas y aguayos colorados. Una primera pauta para el significado de
la honda colorada se nos da con el término de color usado para describirlo: panti
q'urawa. Panti, “carmesí”, como vimos, es un término de color que generalmente
se reserva para describir la sangre fresca del parto. En realidad, la llamita
neonata es atada por la pastora que la halla con una “honda decorada”, llamada
apsu q'urawa. La pastora se esmera en llevar esta clase de honda cuando sabe que
una llama está por parir. Aun cuando nacen las guaguas humanas, es costumbre
a poco después de su primer lavaje envolverlas con una honda especial, según el
sexo. Doña Lucía recordó la costumbre de envolver a la niñas con hondas más
pequeñas de ovejera, llamadas uwijiru, “para que sean buenas ovejeras”; y la
de envolver a los niños con hondas más grandes de pastorear, llamadas urqiru,
“para que sean buenos pastores de los animales machos”.
Doña Asunta fue muy explícita acerca de la función de la honda colorada.
y la comparó con el cordón umbilical del animal neonato, que lo conecta con
su madre. Por un proceso adicional de vínculos merográficos, relacionó esta
honda colorada terrenal a su contraparte celestial: el cordón umbilical que
conecta la Llamita nebulosa Celestial a su Madre Negra.
Por la misma lógica modal, doña Asunta relaciona el aguayo colorado (o
sus variantes en forma de un rebozo de castilla o mantilla de rojo sangre), a
la placenta y el manto de la llamita neonata echada en la pampa al lado de
su madre. Una pastora lleva consigo tal aguayo de color rojo sangre en los
días cuando presiente que va a envolver a un animal neonato delicado. Doña
Lucía nos confió que, cuando nace un animal en las colinas, ella en efecto
murmura para sí los versos apropiados de este género de canto:
Panti q'urawanti k'irt'asta, Con una honda carmesí le envolví ,
Castill phant'ar k'irt'asta... Con una mantilla de castilla le envolví...
19
Cf. lo que Munn (1973: 56) llama un “flujo de relacionamiento” entre el fin sujetivo y objetivo.
294 Río de Vellón, Río de Canto
ESTROFA 1
1 Kawki ukat antasinsma, ¿De dónde te recogí?
Mamala wiyay änanta Mamala, metida con honda
2 Q'asir Qutat antasinsma, Te recogí de la Laguna Llorona
Mamala wiyay änanta Mamala, metida con honda
ESTROFA 2
3 Kunantirak q'axchantsma, ¿Y con qué te lancé?
4 Panti q'urawint q'axchantsma, Te lancé con una honda carmesí,
Mamala wiyay änanta Mamala, metida con honda
ESTROFA 3
5 Kuna qarwa qallu wawachast sakta ¿Qué tipo de llamita parí, dijiste?
6 Kunaru k'irt’asta Y ¿en qué la envolví?
Castill phant'aru k'irt'asta, La envolví en una mantilla de castilla,
Panti awayur k'irt'asta La envolví en un aguayo carmesí,
Mamalay wiyay änanta Mamala, metida con honda
ESTROFA 4
7 Kunakamaj wawachast sak(ta) ¿Puramente qué parí, dijiste?
8 Mamala chullumpkamaj wawachasta Parí a todas hembras zambullidoras
Mamalay wiyay änanta Mamala, metida con honda
ESTROFA 5
9 Tamañaru tamachassma, Te crié en mi rebaño,
Mamala wiyay änanta Mamala, metida con honda
10 Panti q'urawint q'axchantta Te lancé con honda carmesí,
Mamala wiyay änanta Mamala, metida con honda
ESTROFA 6
11 Jirañaru jirachassma 20 Te puse en mi corral de wanu,
Mamala wiyay änanta Mamala, metida con honda
ESTROFA 7
12 Kunakamaji, ¿Puramente qué están ahí?
13 Jira T'allanay (jiy) janq'u qarwaqallkamaji Todas blancas están en mi corral de guano,
Mamalay wiyay änanta Mamala, metida con honda
ESTROFA 8
14 Jiphiñaru jiphinuqt'asta 21 Dormí donde las llamas duermen,
Mamala wiyay änanta Mamala, metida con honda
ESTROFA 9
15 Kunakamaji, ¿Puramente qué están ahí?
16 Chullumpkamaji Todas zambullidoras
Ananuqt'assma... Las puse para que descansen...
Mamala wiyay änanta Mamala, metida con honda
20
Jiraña es un término para el corral; su significado literal es “un lugar de girar”.
21
Jiphiña es nombre del lugar donde la llama duerme “sentada” dentro del corral.
Capítulo 7
295
22
Aunque no nos daban esta glosa, phank'a puede ser una variante del quechua p'anqa, que
describe la envoltura de hojas verdes en torno al maíz. En este caso, la hembra infértil no
daría a luz, ya que su cría está “todo envuelta” dentro de ella. Gracias a Pedro Plaza por
haber llevado nuestra atención a esta posibilidad.
Capítulo 7
299
8 Tatal qalluch jan kattama 26 O, ¿es que el Joven de los Cerros no te montó?
Mamala wiyayä ananta Mamala, metida con honda
9 Jani katutati Si no lo agarras,
kuntur qallun katuyasma, pues hazte agarrar un condorcito,
Mamala wiyayä ananta... Mamala, metida con honda...
Aun así, estos animales son estimados y se los guarda en los rebaños hasta
que se vuelven viejos y son finalmente carneados. No se los debe vender bajo
ningún pretexto, pues una de sus características, según las mujeres, es que
sirven a los rebaños como buenas Punteras (Puntiru).
Isbell encontró una noción similar entre los pastores de Chuschi en el
Perú, donde los animales hermafroditos son considerados, paradójicamente,
los más fértiles de todos: progenitores de todo el rebaño como padres-madres
simbólicos (Isbell 1985: 210-211). En Qaqachaka, las mujeres expresan su
fertilidad subyacente, tal como se podría intuir, en términos de las analogías
mineras: que antes que parir físicamente estas hembras contienen a sus
potenciales crías “envueltas” en sus barrigas, como los minerales que crecen
en una mina de explotación de riquezas. Por estos motivos, las Imillas
Encantadoras son llamadas en las canciones y en el lenguaje de brindar las
“Madres del Rebaño” (Uywan Taykpa), o alternativamente las “Esparcidoras
de Guaguas” (Wawarani). Y las mujeres sostienen (paradójicamente para
nosotros) que crían a estas hembras para “aumentar los rebaños” 28.
Doña María siente un afecto especial para estas canciones a las hembras
sin crías. Ella no tiene hijos varones y por tanto adoptó para sí el apodo de
estas hembras: «Suy Urqu Phank' Imilla, karaju», diciendo, dije yo misma:
“¡Soy una Imilla Encantadora, carajo!”.
28
En aymara: mirañapataki. Tal como existen hembras andróginas, así también existen
machos andróginos, tanto en llamas como en ovejas, que se llaman por el término
contraparte urqu wari machu, como si ellos mismos tuviesen crías dentro de sí; se cuidan
del mismo modo, para que los rebaños medren, y se guardan contra la venta o el sacrificio.
En comparación, la llama macho que no engendra crías es el “capón” (kapuna).
Capítulo 7
301
Un grupo final de canciones, que se incluye en esta parte del capítulo dedicado
a las llamas hembras, se cantan a las llamitas recién nacidas. Las de un
primer subgrupo se cantan para pedir más llamitas de los santos patronos
de la región, más ligados con los rebaños.
Doña María canta un amplio repertorio de este tipo dedicado a las llamitas
caloyas (las nuevas “flores”, phaqala) cuando va de peregrinaje a los varios
santuarios milagrosos de la región, los lugares especiales, quebradas o
manantiales, donde ha aparecido un tallado extraño en una roca, o el lugar
que ha recibido un golpe de rayo y, posteriormente, se ha convertido en
sagrado para un determinado santo 29. La propia Qaqachaka celebra a dos
santos milagrosos: el “Padre Oro”, Tata Quri, su propio santo patrono, cuya
fiesta se celebra en Santa Vera Cruz en mayo; y Mamita Copacabana, cuya
fiesta se lleva a cabo en septiembre. La Mamita Copacabana es un milagro
relativamente reciente: se dice que la figurilla de la santa fue hallada en un
basural por algunos llameros en un viaje a los valles. En total, se dice que hay
doce milagros en toda la región de Qaqachaka y sus aledaños. La siguiente
canción está dedicada a sólo dos de ellos que se adoran como protectores de
los rebaños.
29
Para más detalles acerca de la apariencia de los santuarios milagrosos, véase Sallnow
(1987) y Platt (1989).
Capítulo 7
303
del año. Doña María, como si fuera para reconocer esta relación, cierra otro
fragmento con versos que nombran las Piedras-illas que Caminan. En estos
versos, nombra a las varias “florecitas” en una tentativa de aumentar su
rebaño, tal como las taquias llenan los corrales hasta desbordar. La última
sección se estira en un encanto mágico, como si estuviera estirando todo su
rebaño de “florecitas” coloreadas, al igual que las Piedras-illas que “se esparcen
como crías yendo en fila”.
Las “florecitas” que menciona son las pequeñas rosas (rusas phaqala), las
campanillas azules (putu putu), y las flores blancas del arbusto chanachana.
Según doña María, cada una denota un determinado color de vellón: las rosas
son las llamitas con un matiz rosado en su vellón, las campanillas azules son
blancas con un matiz azulino (como aquéllas nacidas en carnavales cuando
están en flor), y las chanachanas son del tono verde que subyace a un vellón
predominantemente blanco. Entonces, en realidad, está cantando acerca de
la generación de vellón desde sus propias raíces:
5 Jiray phuqhay, kanchay phuqa, Llenos los corrales con wanu, los canchones con crías
Ay away Tatala Tatala Viajero
6 Miq'ay phuqha, q'away phuqha, Llenas las quebradas, llenos los ríos
Ay away Tatala... Tatala Viajero...
Qarwa qall waw anamushta Perdí mi cría de llama
Ukat apasiña Saxra Q'awaru... Debió llevarse el Río Diabólico...
Sin embargo, los versos claves de este género figuran en las versiones de
otros géneros, tal como la Canción de Llevar las Llamas, que se describe en el
siguiente capítulo y donde encontramos otra pauta en cuanto a la verdadera
naturaleza del Río Diabólico como un lugar con pastos lozanos. De modo que
(aparte del terror implicado) la estadía en el Río Diabólico puede coadyuvar
a que, a la llamita perdida, le crezca una nueva cosecha de vellón.
Doña Lucía también razonó que las canciones a las llamitas perdidas
forman parte de una clase mayor de canciones de reprender a una pastora
que perdió el animal bajo su cargo y, por este motivo, algunos versos son
idénticos a los del otro tipo de canción, como este extracto que se grabó en
diciembre de 1973:
En la copla inicial, nos avisa que la pastora descuidada será reprendida por
su madre en la nalga; según doña Lucía, será azotada con un aguayo carmesí
especialmente decorado, llamado laqhulla, el mismo que debe haber usado
para envolver a la llamita y tenerla segura. En la siguiente versión, escogió
los versos claves de este tipo y nos explicó su significado: la canción asume la
forma de un diálogo de pregunta y respuesta entre madre e hija.
Capítulo 7
307
(Habla nuevamente)
Jichhast Y ahora
q'al k'irt'astan qarwa qall envolvimos la llamita completamente
ukat y luego:
6 Aka juchä(n) sapa wawmaw makhatissma Esa tu culpable guagua toda solita se te asoma
Ay Mamita Ay Mamita
7 Aka sujrir wawmaway makhatissmay Esa tu guagua sufrida se te asoma
Ay Mamitay... Ay Mamita...
30
Literalmente: “¿Con qué se ha de ser humano?”
Capítulo 7
309
Las canciones para las alpacas hembras (que en Qaqachaka se llaman más
comúnmente allpachu), se prestan a múltiples epítetos que nos permiten
comprender la importancia y los usos de las alpacas para las mujeres. Se
los puede agrupar según dos criterios de organización. El primero deriva
de las cualidades distintivas de la alpaca como criaturas algo remilgadas
y delicadas, que viven cerca del agua y la necesitan en abundancia; y el
segundo, de las muchas referencias a la calidad de sus estimados vellones,
con su pelo largo y exuberante. Aquí, su apodo por excelencia es Pullirit
Siñura: “Señora de Pollera”.
Un epíteto típico del primer grupo juega sobre el hecho de que las alpacas
permanecen cerca de la casa y no viajan como las llamas machos. De esta
característica surge su apodo de “gente de casa” (uta jaqi). Otro epíteto de esta
especie describe las alpacas “como Señoras o Damas” (Siñur lanti), similares
a las señoras de clase media y superior que llevan una vida sofisticada
alejada del trabajo rústico y pesado de las cantantes campesinas. A veces,
incluso, se les dice “Señora Viracocha” (Siñura Wiraqhuchi), un apodo que
abre tantos otros niveles de significado. En un nivel, Viracocha es un trato
para un hombre citadino que lleva una vida relativamente cómoda (igual que
las señoras con quienes generalmente consortan). Viracocha (como un juego
sobre el quechua wira kuchi), es también, y muy aptamente, un término para
un cerdo que está engordando cómodamente para un festín o para la venta.
Pero sobre todos estos significados, el nombre Viracocha se refiere al gran
Dios andino, al que se atribuyen cualidades inescrutablemente andróginas
31
. Según la gente de Qaqachaka, este dios “poseía” todas las tierras de
Bolivia, “como el actual Presidente”. El alpaca macho también se puede
llamar Viracocha, pero otro de sus nombres es “Presidente” (aymarizado
como Pirsirinti) “porque persigue a las hembras”. Actualmente el nombre
del gran dios Viracocha aún se otorga a los pasantes principales de cualquier
31
Véase Zuidema y Quispe (1973: 364), Isbell (1985/1978: 207), Szemiński (1987: 12 y sig.
y 1993: 185), Gisbert y otros (1987: 9) y Arnold (1992a: 66-8), quienes interpretan así al
llamado “dibujo cosmológico” de Pachacuti Yamqui [ca. 1613].
310 Río de Vellón, Río de Canto
fiesta, hombre y mujer, como Siñur y Siñura Wiraqucha, durante todo el ciclo
de fiestas patronales, del mismo modo que se otorga a las alpacas peludas
del ayllu.
No obstante, las mujeres ponen aun otro motivo etimológico para el uso
del epíteto Viracocha, con sus orígenes teogónicos: aquí contraponen una idea
femenina a la acostumbrada definición de wira como grasa o espuma seminal
masculina. Señalan que las alpacas no vagan por los barrancos empinados
como las llamas más robustas, sino tienden a permanecer en los bofedales
húmedos, llamados qhuchi. A estos pastizales, lozanos y húmedos en todo el
año, que ofrecen agua permanentemente, se les atribuye un género “femenino”
en los versos colorados de las canciones de boda, a diferencia de los lugares
permanentemente áridos, o regados sólo intermitentemente, a los que se
les atribuye un género “masculino” (Arnold 1988: 341, 1992a: 66-8) 32. Una
de sus características, según las mujeres, es que se tornan rojas con el lodo
durante la época lluviosa y entonces se les llama wira qhuchi: “pantano de
rojo sangre”. Según ellas, la sangre de estos pastizales corre roja, igual que
la sangre de las mujeres cuando se encuentran fértiles, y así, hacen un juego
oral de palabras, con la secuencia:
32
Véase también Szemiński (1987: 12).
33
Duviols también concluye que la naturaleza andina de este dios tiene que ver con la
circulación de las aguas subterráneas (Duviols 1993: 110-111). Sobre la relación entre
Viracocha y los lagos negros celestiales véase Szemiński (1987: 67) y Valladolid Rivera
(1993: 107 y sig.).
Capítulo 7
311
En una ocasión, doña Lucía cantó a las alpacas; admitió que sólo podía recordar
la letra (aunque no muy bien) y no la melodía (tunu): había pastoreado
alpacas en su juventud en su estancia natal, y en los muchos años desde su
matrimonio se había olvidado las canciones en su integridad.
34
Véase por ejemplo la película etnográfica: “Qeros: the Shape of Survival” por John Cohen.
314 Río de Vellón, Río de Canto
Doña María Ayca Colque cantó una versión más extensa a la alpaca en
su ejecución de canciones de suerte el día después de la fiesta de Todos los
Santos. En esta ocasión, su epíteto principal para la alpaca fue “Taquias de
ulupica”. Continuó así: “Ahora, para otra ulupiquita” (ulutaki) por decir “para
la alpaca”. Los ajíes pequeños y redondos, llamados ulu, se obtienen en las
expediciones de trueque a los valles. Tienen la forma y brillo de pequeñas
taquias de animales y, debido a esto, su nombre es un término de cariño para
las hembras de alpacas y llamas (y para las cabras también). Ulu también
puede aludir a ovas de peces, supuestamente por su misma forma granular, y
así se aplica acertadamente a la alpaca con su estrecha relación con el agua.
Doña María vive ahora con su familia en el pueblo principal de Qaqachaka,
pero aún pastorea alpacas en los pastizales de su terruño natal, en las alturas
vecinas de la estancia de Taqawa, al pie de Jujchu T'alla, de modo que ella
recuerda las canciones a las alpacas mejor que doña Lucía:
35
De Lucca (1983: 314) define murmunta como Marchantya polimorfa, o cuchayuyo (a veces
llamadas jut'i y llayta), una especie de briófita. En Qaqachaka, murmuya es una alpaca
hembra joven, ni una hembra sin crías (ayruya) ni una abuela (awila), sólo joven en años.
Murmunta son también llamas o alpacas puramente blancas, nombradas por las flores
que crecen en la yareta.
Capítulo 7
315
5 Wayñusir Imilla, Mamalay Mamalay Imilla que baila wayñus, Mamalay Mamalay
6 Tutur tutur Imilla, Murmunt Imilla, Mamalay36 Imilla de totoras, Imilla de copos blancos, Mamalay
7 Chinkut chinkur sariri, Mamalay Mamalay Andariega de cenagal en cenagal, Mamalay Mamalay
8 Juqhut juqhur sariri, Mamalay Andariega de bofedal en bofedal, Mamalay
9 Llulluchit llulluchir sariri, Mamalay Mamalay Andorrera en pastos tiernos, Mamalay Mamalay
10 Macharir Imillay, Mamalay Imilla que toma y toma, Mamalay
a)
b)
c)
Ejemplo musical 2
Una variante de esta canción se adapta para el baile ritual del wayñu
después de la ceremonia de marcar las llamas, cuando los hombres ponen
hondas decoradas sobre los hombros de sus acompañantes, y las mujeres
ponen cintos decorados y aguayos alrededor de los hombres, y los dos hacen
el sonido P'ut p'ut p'ut p'ut p'ut. La canción es interpretada por la gente
mayor que queda atrás al terminar la ceremonia del cruce, cuando las
mujeres jóvenes se han ido para pastorear a las ovejas y las llamas hembras,
y los jóvenes maxt'as, que pastorean a las llamas machos borregos, han sido
320 Río de Vellón, Río de Canto
1 Apaq Llevala,
apaqmay, llevala bajando,
Warawar michanti... Con la mecha de las estrellas...
2 Ichuq Bajala,
ichuqmay, bajala en tus brazos,
Chullumpi Zambullidora
3 Apaq Llevala,
apaqmay, Llevala bajando,
Chullumpi Zambullidora
Warawar ninanti... Con el fuego de las estrellas...
Un cruce de llamas
324 Río de Vellón, Río de Canto
Ante todo, los familiares presentes hacen una serie de brindis con aguardiente
en el corral escogido, para suerte y para el éxito de la ceremonia. Toman
de “vasos de suerte” (surti wasu) de madera, que se ofrecen a los invitados
en una vuelta de tragos dirigida por los dueños de los animales. Como en
otras ocasiones, estos brindis son especialmente largos y elaborados, pues su
propósito no sólo es el ayudar en la ceremonia entremanos, sino reconocer
1
Dransart señala que tal es la práctica generalizada en otras partes de los Andes, tal como
Isluga, en Chile (comunicación personal).
326 Río de Vellón, Río de Canto
Comienza el cruzamiento
Hacia el mediodía, las hembras por ser montadas, una selección de adolescentes
ayruya y las ankutas de más de dos años de edad que son potenciales madres,
y no las machorras (machura) ni las “imillas encantadoras sin crías” (urqu
phank'a), son traídas desde las tierras altas bajo el control de los hondazos
(que suenan como el rayo q'ax q'ax) y luego introducidas al corral escogido.
No se seleccionan aquéllas que ya tienen crías, ni las hembras preñadas,
ni las jóvenes ankutas que tienden a demorar sus actividades reproductivas
subsiguientes por estar dando una lactación prolongada a sus crías. Las
hembras pueden tener crías cada año, hasta que tengan siete años de edad,
cuando finalmente se tornan demasiado viejas. En lo ideal, deberían tener
crías cada dos años. Doña Lucía comentó que la joven, con una preñez
cada dos años, otrora una nueva “bendición”, gradualmente envejece hasta
convertirse en una abuela. En parte, el proceso de envejecimiento de las llamas
depende de la calidad del pasto que pacen. Según doña Lucía, las llamas y
2
Sobre la aclimatación de las ovejas en los Andes, véase también Fernández Baca (1971),
Urton (1988: 187), Guerrero L. (1989) y Dransart (1991b). Agradecemos a Penny Dransart
por orientarnos con estas referencias.
328 Río de Vellón, Río de Canto
alpacas que pacen en las cotas más bajas mordisquean ramitas más secas y
espinosas, y por tanto sus dientes y cuerpos duran más, de modo que tienen
más crías. En cambio, las que pacen en las alturas, de pastos más húmedos,
envejecen más pronto. Asimismo, las llamas machos, tatal qarwa, pueden
engendrar hasta diez crías, antes de que ellos también envejezcan y sólo
sirven para carnear.
En los alrededores del corral, existe un aire festivo, pero apresurado,
en la gente. Flores de caléndula (misiku), genciana amarilla (tani tani) y
las blancas q'uphana, recogidas en los cerros temprano por la mañana, se
esparcen en el corral, y en el altar de piedra se coloca una media botella
de alcohol y hojas de coca, que los dueños de los animales ofrecen a sus
invitados (los llamados “ángeles”) y a los dioses de la fiesta. Los ayudantes
ponen algunas de las flores en los cintillos de sus sombreros, a las que
anticipadamente llaman “nuevas crías”. En ciertas estancias, los dueños
decoran a las hembras en estas ocasiones con aretes de lana de color, para
“hacerlas florecer”, como si ya estuvieran acompañadas de las “florecitas-
crías” que tendrán después.
Mientras las hembras son metidas en el corral, las pastoras cantan la primera
canción de la ceremonia, con un verso inicial de Kawki ukat antasintha, “¿De
dónde lejos has traído?” Esta canción a la hembra es del género a las piñamas
(piñam kirki) y una variante de “traerlas de las colinas” (sirkat antaniña)
que ya describimos en los Capítulos 3 y 7; sin embargo, tiene un refrán muy
diferente. Para doña María Ayca Llanque, su característico refrán de vocablos
Wayaway chullumpi, nombrando al ave zambullidor, está íntimamente ligado
con la relación que tienen las pastoras (como ella misma) con las colinas
circundantes y sus acuosos lugares de origen. Según ella, los cerros son dueños
de los animales, pero son persuadidos a soltarlos sólo cuando reciben ofrendas
y oyen las canciones en su honor.
Estas normas de reciprocidad, según la tradición oral, han sido introducidas
a la gente de Qaqachaka en el pasado lejano por el Inka, cuando se casó con
una mujer de la región e introdujo allí sus rebaños. Doña María reconoce
este hecho al aludir en su canción al Cuento del Matrimonio de Turu Mallku
y Jujchu T'alla que narra el origen de los rebaños de las Piedras-illas que
Caminan; asimismo, sus versos señalan la senda de su creación a partir de
estas illas principales del ayllu, situadas entre los dos grandes cerros.
Cada cantante personifica el cuento, al cantar de cómo ella misma halló
illas diminutas como amuletos personales cerca de estos sitios poderosos, y de
cómo las trajo de vuelta a su casa para envolverlas bien en un atado ritual,
semillas de creación que luego crecerían en sus propios animales de rebaño.
De este modo, los versos entretejen los verdaderos animales de los rebaños
Capítulo 8
329
con las formas de animal de las illas animadas, que las pastoras guardan
como amuletos.
En la primera sección de la siguiente canción, doña María expresa la manera
en que recogió las illas diminutas desde los cerros mediante el uso de tres distintos
verbos de arrear: antaniña, “arrear hacia la dirección de quien habla”; qhuchuña,
“empujar con las manos en cantidad” (como si los animales fueran muchos granos
de cereal); y finalmente jikhaña, “conducir al animal, con el animal por delante
y la pastora atrás”. Ella usa la forma conocida de pregunta y respuesta que
expresamos visualmente en la página mediante el sangrado diferencial de los
versos que corresponden a las diferentes voces: primero la cantante-pastora con
su pregunta y luego la llama madre con su respuesta. Nótese que la voz quebrada
de doña María, con su alternación forzada entre los registros alto y bajo, aumenta
el refrán común Wiyaway chullumpi, en formas aún más complejas:
Para doña María, los pequeños confites (khumpirisa) que se traen bajando
de las colinas en el verso 10, son los copos de pelusa que son las llamitas
puramente blancas. Implícitamente las ponen en contraste con el ave
chullumpi, que es entrepelado (allqa) en color.
En su versión más larga, que transcribimos abajo, la canción tiene más
secciones en forma de estrofa. Comienza con bajar los animales de los cerros
y dejarlos en buen pasto (incidentalmente, la raíz del topónimo del pastizal,
Phichurata, se refiere a la crin larga y gruesa del vellón). Luego se hacen las
ofrendas para los animales, como parte del pacto recíproco entre los pastores
y los cerros, antes de incorporar los colores y clases de vellón, y finalmente
envolver los animales en una mantilla suave y un cinto de faja con diseños
de flores serpenteantes.
ESTROFA 1
1 Kawki ukat antasintha, ¿De dónde lejos la trajiste?
Way wiyaway chüllumpi En tu senda eterna, zambullidor
2 Q'asir Qutat antasintha De la Laguna Llorona la traje
Way wiyaway chüllumpi En tu senda eterna, zambullidor
ESTROFA 2
3 Kawki ukar ananuqt'astha, ¿A dónde las apacentaste?
Way wiyaway chüllumpi En tu senda eterna, zambullidor
4 Phichuratar ananuqt'astha, En el lugar de Paja Brava las apacenté
Way wiyaway chüllumpi... En tu senda eterna, zambullidor...
ESTROFA 3
5 Kawki ukat luqtasintha ¿A qué lugar ofreciste?
Waw wiyaway chüllumpi En tu senda eterna, zambullidor
6 Q'asir Qutat luqtasintha, A la Laguna Llorona ofrecí
Wa wiyaway chüllumpi En tu senda eterna, zambullidor
ESTROFA 4
7 Kunakamay antasintha, ¿De qué colores trajiste?
Wa wiyaway chüllumpi En tu senda eterna, zambullidor
8 T'amphukamay antasintha, Todos lanudos las traje
Wa wiyaway chüllumpi En tu senda eterna, zambullidor
ESTROFA 5
9 Kunakamak jiktasintha, ¿De qué colores conduciste?
Wa wiyaway chüllumpi En tu senda eterna, zambullidor
10 T'axllukamak antasintha, Todos con mancha las traje
Wa wiyaway chüllumpi... En tu senda eterna, zambullidor...
Capítulo 8
331
ESTROFA 6
11 Kunantiraki k'irt'astha, Y, ¿con qué las envolviste?
Wa wiyaway chüllumpi En tu senda eterna, zambullidor
12 Kastill phant'antiw k'irt'astha, Con mantilla de castilla las envolví
Wa wiyaway chüllumpi En tu senda eterna, zambullidor
ESTROFA 7
13 Kunantiraki q'awt'astha, Y, ¿con qué las amarraste?
Wa wiyaway chüllumpi En tu senda eterna, zambullidor
14 Siyan t'isnunti k'irt'astha, Con un cinto de flores azules envolví
Wa wiyaway chüllumpi... En tu senda eterna, zambullidor...
La cópula
vellón largo y abundante para los animales que nazcan como frutos del
cruzamiento. Si pasa toda una bandada de estos pájaros, “habrá todo un
rebaño de llamas”.
Cuando se ha alejado a cada macho, las mujeres sacuden las colas de
las hembras, pues si no hacen esto, podrían abortar después (sulluyaña).
Supuestamente se hace esto para persuadir a la semilla del macho a que
entre más profundamente al cuerpo de la hembra, donde las dos líneas de
semilla y sangre se mezclen como dos ríos 3. Finalmente, las mujeres desatan
a las hembras y se permite que se paren antes de reunirse con el rebaño
principal. Los hermosos cordeles se envuelven juntos en un aguayo de color
castaño “para suerte”.
Tejidos para la ceremonia del cruce
Igual que los cordeles de colores muy especiales, que se guardan para la
ceremonia, también los textiles puestos sobre las llamas deben influir
el resultado del cruzamiento. Ya hemos mencionado que se colocan
diferentes prendas, según el sexo, sobre los animales mientras cruzan, para
predeterminar el sexo de las crías. Por ejemplo, cuando cruzan las hembras,
se les viste sobre el lomo con un aguayo nuevo de mujer, con bonitos diseños,
o con un cinto de faja de mujer llamado t'isnu.
Estos tejidos deben tener determinados colores: predominantemente un
rojo vivo teñido (wila), un pardo natural (paqu) o castaño (ch'umphi), pues
estos colores traerán felicidad y fertilidad a los rebaños. Como dicen: «Suma
ch'umphi awayu», “¡Qué bonito aguayo castaño!” Jamás se debe usar negro,
puesto que es el color de la muerte y el luto. Los textiles están decorados
con diseños distintos (salta), tal como “la flor del corral” (uyu phaqara),
considerado el más poderoso en el potencial reproductivo: consiste de un
elemento germinal, la “flor” potencial, envuelta en un rombo externo, el
“corral”, aunque los dos elementos se pueden interpretar en muchas otras
maneras. Hemos descrito en otra parte los muchos niveles de significado
de este diseño, con su órbita común de asociaciones en torno al tema de
nacimiento y generación (Arnold 1988: 366 y sig., 1994b).
A los machos, se les cubre de modo parecido con un poncho nuevo de varón,
que tenga un hermoso rojo vivo en las partes principales, y con listas de
todos los colores, pero predominantemente de rojo. También puede usar un
nuevo costal listado sobre el lomo, que se ata con una cuerda trenzada nueva.
Además, el macho tilantiru lleva un hermoso huallquepo para coca, pendiente
de su cuello, juntamente con un cencerro que tintinea mientras empuja a
su compañera. (Aquí recurren a la mente las ceremonias de cruzamiento en
3
Sobre el rito incaico de menear la cola en Cusco, como una metáfora para la confluencia
de dos ríos, véase Zuidema (1983: 41) .
336 Río de Vellón, Río de Canto
otras partes del mundo, incluso de los humanos, en que usan tales prendas
especiales, acompañadas por el sonido de campanillas).
Cantar en colores
4
Sobre el concepto espacial del futuro, véase Miracle y Yapita (1981), y Gifford (1986).
Capítulo 8
337
del canto introduce el nombre de un ave diferente y, junto con ella, una
combinación distinta de color. Inevitablemente existe cierto orden para los
colores en la canción. Según doña Lucía, debe comenzar “con cantar chullumpi,
ya que se lo halla en los ríos”; sólo entonces pueden nombrar la cría de chullumpi,
con su color pío. Y luego, en secuencia, introducen los nombres del gaviota
andino (qiñwachu) con su polluelo llama-gaviota, del ganso andino (wallata)
con su llama-gansito, de la paloma tórtola (paluma) con su llama-palomita,
etc. Como dice doña Lucía, deben “levantar los nombres de todas las aves”.
Primero, cantó un ejemplo con la estructura del canto desplegada en secuencia:
5 Kuntur qarwaqallu wawachast sakta, “Parí una llamita del color de cóndor”, dije
6 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
kunturqallukisjatäwi sólo un condorcito había sido
7 Uqi qarwaqallu wawachast sakta, “Parí una llamita de color plomo”, dije
8 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
palumqallukisjatäwi sólo un palomino había sido
11 Wanak qarwaqallu wawachast sakta, “Parí una llamita del color de guanaco”, dije
12 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
wanakqallukisjatäwi sólo un guanaquito había sido
13 Wayllat qarwaqallu wawachast sakta, “Parí una llamita del color de ganso”, dije
14 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
wayllatqallukisjatäwi sólo un gansarón había sido
15 T'axllu qarwaqallu wawachast sakta, “Parí una llamita de color overo”, dije
16 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
pukuqallukisjatäwi sólo un puco puquito había sido
Capítulo 8
339
17 Allqa wich'uñqallu, wawachast sakta 5 “Parí una llamita de tarso trabado”, dije
18 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
ajilqallukisjatäwi sólo un aguilucho dorado había sido
19 Ch'iyar qarwaqallu wawachast sakta, “Parí una llamita negra de luto”, dije
20 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
chuñakirqallukisjatäwi... 6
había sido sólo un chiguanquito...
5
Wich'uña es el término para el hueso metatarso en la para inferior de la llama. La llamita
descrita en este verso tiene una pata entrepelada (allqa).
6
La chuñukira es el chiguanco negro. Las llamas chuñakira son del color todo negro.
7
Asituna (“aceituna”) describe una llama toda negra.
340 Río de Vellón, Río de Canto
vocablos, como en las otras canciones, para abrir la “vía”: la senda de la canción.
Pero, al incorporar el chullumpi en su canción, también puede colorear la
senda de la nueva llamita con el color del plumaje de esta ave, para dar el
deseado colorido al vellón de su cría. Entonces, la llamita aparecerá “so color
del chullumpi”.
La frase introductoria de la canción da el germen rítmico y básico de la idea
para el desarrollo simultáneo de las coplas y el refrán. Su melodía descendente
se acentúa aún más con la vocal alargada final, que seguramente hace eco a la
propia voz elegíaca del chullumpi, aunque también parece pintar musicalmente
el propio movimiento del somormujo, cuando zambulle a las profundidades del
agua. Los versos siguientes estiran esta melodía descendente, al bajar la escala
en una secuencia sincopada de staccato mientras cada estrofa llega al punto
más bajo con su cadencia final (recordándonos el chapaleo y aleteo del ave
mientras se zambulle en las profundidades del agua), para luego subir otra vez
al comienzo de la siguiente estrofa. Además, la combinación en la canción del
“aliento” (del movimiento aéreo del ave), ayudado por el “color” de sus plumas
y el “agua” de la profundidad de los versos, parece proveer los ingredientes
alquímicos necesarios para que el cruzamiento sea exitoso.
ESTROFA 1
1 «Qarwaqallu wawachast» sakta, “Parí una llamita”, dije
wayaway chullumpï So color del zambullidor
2 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
wayllatqallukisjatäwi, sólo un gansarón había sido
wayaway chullumpï So color del zambullidor
ESTROFA 2
3 «Qarwaqallu wawachast» sakta, “Parí una llamita”, dije
wayaway chullumpï So color del zambullidor
4 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
chullumpqallukisjatäwi, sólo una zambullidorita había sido
wayaway chullumpï So color del zambullidor
ESTROFA 3
5 «Qarwaqallu wawachast» sakta, “Parí una llamita”, dije
wayaway chullumpï... So color del zambullidor
6 (Qhipatuq iñakipt'asta,) (Pero cuando para atrás miré)
qiñwachqallukisjatäwi, sólo un gaviotita había sido
wayaway chullumpï So color del zambullidor
Capítulo 8
341
ESTROFA 4
7 «Qarwaqallu wawachast» sakta, “Parí una llamita”, dije
wayaway chullumpï So color del zambullidor
8 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
palumqallukisjatäwi, sólo un palomino había sido
wayaway chullumpï So color del zambullidor
ESTROFA 5
9 «Qarwaqallu wawachast» sakta, “Parí una llamita”, dije
wayaway chullumpï So color del zambullidor
10 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
kunturqallukisjatäwi, sólo un condorcito había sido
wayaway chullumpï... So color del zambullidor...
ESTROFA 6
1 «Uqi qarwaqallu wawachast» sakta “Parí una llamita de color plomo”, dije
Wayaway chullumpi Wayaway chullumpi
2 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
uqi kunturqallukisjatäwi sólo un condorcito todo de plomo había sido
Wayaway chullumpi Wayaway chullumpi
3 «Ch'iyär qarwaqallu wawachast» sakta “Parí una llamita de todo negro”, dije
Wayaway chullumpi Wayaway chullumpi
4 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
ch'uñakirqallukisjatäwi sólo una viuda chiguanquita había sido
Wayaway chullumpi Wayaway chullumpi
5 «T'axllu qarwaqallu wawachast» sakta 8 “Parí una llamita de color overo”, dije
Wayaway chullumpi Wayaway chullumpi
6 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
phukuphukqallukisjatäwi sólo un puco puquito había sido
Wayaway chullumpi Wayaway chullumpi
7 «Uqi qarwaqallu wawachast» sakta “Parí una llamita de color plomo”, dije
Wayaway chullumpi Wayaway chullumpi
8 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
turukutqallukisjatäwi sólo una palomita moteada había sido
Wayaway chullumpi Wayaway chullumpi
9 «Wanak qarwaqallu wawachast» sakta 9 “Parí una llamita de color guanaco”, dije
Wayaway chullumpi Wayaway chullumpi
10 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
wanakqallukisjatäwi sólo un guanaquito había sido
Wayaway chullumpi Wayaway chullumpi
11 «Paru qarwaqallu wawachast» sakta “Parí una llamita de color pardo”, dije
Wayaway chullumpi Wayaway chullumpi
12 Qhipatuq iñakipt'asta, Pero cuando para atrás miré
(taranchi) wariqallukisjatäwi 10 sólo una vicuñita había sido
Wayaway chullumpi... Wayaway chullumpi...
8
Taxñu o t'axllu se refiere a un colorido de tonos oscuros sobre un tono más claro o la inversa.
9
Wanaku (el guanaco silvestre) describe un ave con plumaje parecido a su colorido, es decir
pardo (paqu) en color, pero con una “pollera” blanca (pullira) por debajo.
10
Wari (la vicuña silvestre) describe un ave con patas grandes y aleonado (paqu) en color.
344 Río de Vellón, Río de Canto
En este ejemplo, en que los pelajes de los guanacos y las vicuñas silvestres
de los cerros se convierten en otra fuente del color del vellón de las llamitas,
doña Lucía se vale de la ocasión para nombrar los animales neonatos según
sus antepasados silvestres. Además, parece que lo hace según la noción arcaica
de nombrar como ayxataña (que hemos descrito en el Capítulo 5), mediante
el cual los nuevos nombres se “tienden sobre los animales como vellones”.
Entonces, esta canción es otro recordatorio poderoso de cómo el reciclaje de
los nombres es un aspecto vital del proceso más amplio del reciclaje de los
muertos (aya), los espíritus y las almas. Transformados gradualmente del Río
de Vellón celestial a los ríos terrenales del ayllu, las almas pasan en tiempo
y espacio por las múltiples capas de pasto, plumaje y vellón (convirtiéndose
ora en los animales silvestres que pacen y ora en las aves silvestres que se
ciernen), para luego formar parte de la naturaleza corporal y espiritual de
los animales de rebaño.
11
La comida de festín (qurpa) contiene legumbres hervidas, maíz o habas (mut'i), ch'uñu
(ch'uñu wayku), papas (ch'uqi wayku), habas (chaqall wayku), etc.
Capítulo 8
345
12
En aymara: «qarwa jarqh k'illpha qurpa».
13
La merienda preparada por los dueños de los animales para los jóvenes pastores contiene
otra mezcla: esta vez de pito de cebada, legumbres hervidas y carne (de la parte de brazuelo),
acompañadas de media botella de alcohol.
346 Río de Vellón, Río de Canto
y después cada mujer incorpora a su canto los diferentes colores de sus propios
animales:
Siguen tomando para el rebaño “listo para ir a pastear”, para los Cerros
Pastores y para los cerros, y para todas las diferentes clases de hembras, pero
esta vez con referencia a su rol en la ceremonia de cruce: como “punteras”
(puntiru) que primero completan su acoplamiento, y como las “guaguas dejadas
atrás” (wawa lat'uwïri) que siguen intentando hasta el último momento.
Hacen el brindis acostumbrado a la Costura de Illas, y luego toda la sarta
de topónimos que pueden recordar, donde han visto pastar grandes rebaños.
Ofrecen brindis para que nazca “todo un rebaño” (tamachaspan), y para que
lo haga en el “regazo” de sus propios corrales (recurriendo a la imagen de un
ovillo de lana que se está elaborando en el regazo de una mujer 14). Finalmente,
ofrecen brindis para “la honda de oro blanco y amarillo” (quri asanta, chuqi
asanta) que se usa para meter las llamas a los corrales y “hacer allí todo un
rebaño”. Se esmeran en hacen estos brindis en los propios corrales donde el
cruzamiento pasó, y en ningún otro lugar.
El orden secuencial de los brindis se define culturalmente y sigue el mismo
orden de los versos y secciones de canto. La honda mágica de oro blanco y
amarillo es multimodal, y alude tanto a las hondas grandes que usan para
arrear a las llamas hembras y bajarlas desde las colinas, como al cordón
umbilical cuyo nombre ritual es “honda de oro” (quri ch'ankha). Esta imagen
final nos recuerda que los animales están vinculados mediante este cordón
con la Llama Negra Celestial, puesto que nacen en cada corral terrenal en
su condición de un dormitorio placental que es un brote-fractal del todo.
Expresado de otro modo, el corral (como foco germinal) es la envoltura
placental dentro de la cual las mujeres observan el crecimiento de todo un
rebaño. Las ancianas se sientan en torno del borde del corral, con sus espaldas
apoyadas contra el cerco de piedra, y observan (como un coro ancestral) la
acción en el mismo centro del corral-corion-proscenio.
Al llevar las hembras, las mujeres pueden aumentar el ciclo de canto con
una “Canción de sacar las llamas del corral” (Qarwa uyut ansuña), tal como
hacen en la ceremonia de marcación. Son las canciones con el refrán “Sacada
a su senda” (Wiyayay ansuta) o “Mamala sacada a su senda” (Mamalay wiyay
ansu), ya descritas en el Capítulo 7.
Doña Lucía cantó algunos versos típicos, que tienen que ver con los
pastizales donde pacerán las hembras cuando vuelvan a las laderas del
gran Cerro Guardián: Jujchu T'alla, la Abuela del ayllu (que ella recalca
en un aparte para nosotros) y Dueña de los Animales de toda Qaqachaka.
14
Como vimos, tama significa tanto “rebaño” como “ovillo de lana”. Onians (1988: 303 y
sig.) nos recuerda que la imagen del “regazo” en la cultura clásica de europa también es
resonante del trabajo manual de la lana sobre el regazo de una mujer.
348 Río de Vellón, Río de Canto
Palumita es blanca, luego hay Wanakitu, con su color pardo, y sus variedades:
Tani tan Wanaku (Guanaco con el tono amarillo de la flor genciana) y Kusi Kus
Capítulo 8
349
Doña Lucía nombra a sus llamas así “para suerte y para que tengan bonitas
crías”. Con el mismo propósito en mente, brinda por los aguayos y ponchos
decorados que usan en la ceremonia, y el pequeño cencerro que cuelga del
pescuezo del delantero:
Ponemos un aguayo decorado sobre las hembras tardonas, en tanto que el delantero
debe tener su cencerro y su huallquepo también. Luego él puede ir a cualquier lugar
que nosotros le mandemos, pues tendrá fuerza. Por esta razón se llama “joven que
entra a cualquier lugar”, pues entra a cualquier parte. Pero sólo hay uno o dos en
el rebaño como éste, capaces y representativos de los demás.
Como vimos, los colores de los aguayos y ponchos de las llamas mientras
cruzan se consideran vitales para el éxito de la ceremonia y de los rebaños,
y se piensa que los diseños transportan sus colores a la nueva generación de
crías. Este vínculo entre los colores textiles y los colores resultantes de las
crías, incentiva los miembros de la familia a que enfoquen sus mentes en
determinados colores a que nazca del rebaño. Los mismos espíritus de aliento
que engendran los rebaños, envían los diversos colores con su aliento y, por
eso, son entretejidos los términos aymaras samiri (“espíritus de aliento”),
samana (“aliento”) y sama (“color”).
Los presentes ahora enfocan sus mentes y sus brindis en el colorido de los
vellones, y recuerdan los lugares donde compraron las llamas de determinados
colores y sus Cerros Guardianes. Primero ofrecen un brindis general a las
montañas más altas de la región, y luego nombran por turno a las montañas
próximas asociadas con determinados coloridos, en anillos concéntricos de
nombres y brindis. Para los animales blancos y los entrepelados con una faja
blanca recuerdan las montañas hacia el occidente: Tata Khuchurata, Tata
Qumakachi, Tata Kusku, y los Cerros Sajama y Wakañapi cerca del mercado
de Challapata. Y para los animales negros recuerdan los topónimos de los
valles cálidos a oriente, y para los pardos, recuerdan aun otros sitios.
Repiten los nombres de las costuras generativas de cada región, tal como
la Costura de Illas y Crías, mediante las cuales las crías de determinados
colores surgirán del mundo interior. Se piensa que las llamas, como espíritus
del agua, moran en estos sitios rocosos y acuáticos, manifiestos en su forma
350 Río de Vellón, Río de Canto
Las bestias silvestres llevan una existencia paralela, criadas por los Cerros
Mallkus, del mismo modo que los camélidos son criados por los humanos.
Por tanto la gente del ayllu se siente confortada cuando oye sus hábitos
familiares de quejarse Qu qu qu qu qu mientras pacen en los cerros altos.
Según ellos, “siempre saben” cuando va a llover, y cuando hay abundancia
de estos animales, así también habrá muchas llamas.
Capítulo 8
351
15
Esta analogía con las patas de los camélidos no sólo es algo restringido a las aves; de forma
similar, las llamas con patas grandes, que son leonardos en color, se llaman wari, por la
vicuña silvestre que tiene patas proporcionalmente grandes.
352 Río de Vellón, Río de Canto
16
Cf. M. E. Grebe (1989-90: 47).
Capítulo 8
353
que doña Lucía considera que la senda de taquia de los animales tiene que
ver con la senda del canto.
ESTROFA 1
1 Kawki ukatay äntasta, ¿De dónde lejos las recogí?
2 Q'asir Qutatay äntasta De la Laguna Llorona las recogí
Wayawayaway chullumpa Vaya, vaya, vaya, chullumpa
ESTROFA 2
3 Kawki ukatay äntasta, Las recogí de ahí
4 Kunakamaki äntasta, Las recogí de todo así
5 Uñkalkamaki äntasta 18
Las recogí puramente patitos moteados
6 Q'asir Qutatay antasta Las recogí de la Laguna Llorona
ESTROFA 3
7 Kuna q'urawint ästanta, ¿Con qué clase de honda las recogí?
8 Apsu q'urawint ästanta 19
Con una honda decorada las recogí
Wayawayawayaway chüllumpa Vaya, vaya, vaya, chullumpa
ESTROFA 4
9 Kuna awayu ïst'asta, ¿Con qué clase de aguayo te vestí?
10 Panti awayu ïst'asta Con un aguayo carmesí te vestí
Wayawayawayaway chüllumpa Vaya, vaya, vaya, chullumpa
17
Cf. M. E. Grebe (1989-90: 47).
18
Uñkali (var. uñkallu), es un pato lacustre, probablemente un pato piojoso.
19
Apsu q'urawa es el término para una clase especial de honda decorada.
354 Río de Vellón, Río de Canto
ESTROFA 5
11 Kunay phant'aruy k’ïrt'asta, ¿Con qué clase de mantilla te envolví?
12 Kastill phant'aruy k'ïrt'asta Con una mantilla de castilla te envolví
Wayawayawayaway chüllumpa Vaya, vaya, vaya, chullumpa
ESTROFA 6, etc.
13 Janiway inatäkiti, No es en vano
14 Janiway qhasitäkiti, No es para nada
15 Awkis Taykas sirwiñatäk(i)... Es para servir Nuestro Padre y Nuestra Madre...
Entonces, ¿Por qué el zambullidor llamado chullumpi, entre todas las aves
acuáticas, está tan estrechamente relacionado con la llama que las mujeres
deben recordarlo ritualmente e incluirlo en las canciones de cruce y del baile
del wayñu trenzado? Inclusive, les oímos exclamar emocionadas al comenzar
este baile: “¡Seremos chullumpis!” ¿Cuál aspecto del chullumpi se desea imitar
aquí? ¿Su vuelo, su zambullir, su color...?
Resumamos aquí algunas ideas relevantes que conciernen al chullumpi en
Qaqachaka para llegar a una respuesta. Está muy claro que el ave zambullidor
deriva un poder especial de entrar al mundo “interior” bajo el agua. Vive en
lugares acuáticos y se piensa que de allí transfiere su color blanco y castaño
a las llamas de colorido similar. Según afirma una pastora: “¡Es la llama!”
Doña Lucía, por su parte, insistió que al chullumpi se debe incluir en las
canciones de las ceremonias de marcado y cruce, “porque nos trae la llama”.
Implicó que trae a las llamas desde las alturas y los lugares acuáticos que
hay allí. Otras pastoras también afirmaron que las llamas propiamente son
“como chullumpis” debido a su fuerte resistencia a los poderes del agua. Por
ejemplo, los viajeros a los valles comúnmente dicen que las fuertes aguas en
las torrenteras vallunas jamás pueden llevar a las llamas; que éstas resisten
el poder del agua y que, por este motivo, son como chullumpis. Los chullumpis
son notables por su moción característica en el agua y por su movimiento de
agua en agua, a preferencia del vuelo: doña María observó que los chullumpis
“nunca vuelan alto, pero siempre van de un río a otro”. Y, según ella, son las
aves que menos temen entrar al agua; además saben anunciar la llegada de
las lluvias al zambullir profundamente.
Martínez, Flores Ochoa, Dransart y otros describen ideas similares que
sostienen los pastores en otras partes de los Andes respecto a los poderes del
chullumpi 20. Dransart también ha señalado la longevidad de estas ideas, al
sugerir que es el ave zambullidor que se destaca en muchas figuras de aves
acuáticas encontradas en sitios arqueológicos (1991b: 351, 1992) 21. En su
propio trabajo de campo contemporáneo en la zona de Isluga en Chile, observó
que chullumpis momificados y rellenados se incluyeron en los atados rituales
para la ceremonia del marcado de llamas, y que los pastores allí sostienen
que los chullumpis vivos salen del agua con la luna llena 22.
20
Sobre el chullumpi, véase Martínez (1976: 284), Flores Ochoa (1978), Dransart (1991b:
140), etc. Véase también Berenguer (1995: 25-27) para un resumen de esta literatura.
21
Otras posibles imágenes del chullumpi en la literatura arqueológica son los diseños
Pukara asociados con la “Mujer Camélida”, según lo describe Chávez (1992, I: 196 y sig.),
especialmente su referencia al ave con un pico como de camélido y segmentos encima de la
cabeza “como el penacho de la mayoría de los camélidos descritos aquí” (ibíd., I: 207 y II,
Fig. 163: 684). En los mismos diseños, hasta la propia Mujer Camélida luce lo que parecen
plumas en su cabello.
22
Sobre los chullumpis y la luna, véase también M. E. Grebe (1989-90: 41) y Martínez (1976: 284).
358 Río de Vellón, Río de Canto
En todas las versiones de canción que examinamos, los versos destacan dos
características primarias del chullumpi sobre todas las demás: la primera es
su zambullida y la segunda su hermoso plumaje. Inmediatamente surgen dos
preguntas. La primera concierne el zambullir: ¿Exactamente cuándo zambulle
el chullumpi? La segunda concierne a su color: ¿Qué tiene el colorido del
chullumpi que lo hace tan notable? Y podríamos agregar una tercera, puesto
que usualmente es el ave macho que suele tener el plumaje más llamativo:
¿Por qué las mujeres usurpan una característica del macho en su propios
ritos y canciones?
Para contestar estas preguntas, hemos consultado una obra clásica sobre
la materia: el conocido texto de 1914 por Huxley: The Courtship Habits of the
Great Crested Grebe (Los hábitos de cortejo del zambullidor penachado). El
zambullidor penachado (Podiceps cristatus) es una especie europea y pariente
distante del zambullidor andino o chullumpi (Podilymbus podiceps). Huxley
señala que la zambullida del ave ocurre “antes de cruzar”.
El zambullidor es raro entre las aves, pues muchos de sus caracteres
sexuales y epigámicos están igualmente desarrolladas entre el macho y
23
Cf. M. E. Grebe (1989-90: 47).
Capítulo 8
359
...las dos aves en efecto llegaron a tocarse pecho contra pecho. Con el apoyo mutuo
formado así, cuerpo y cuello se arquearon ligeramente hacia atrás —de no haber
ese apoyo, ambas aves habrían caído hacia adelante. Sólo el propio extremo inferior
del cuerpo estaba en el agua y en ella pude ver una gran agitación, señal de que las
patas estaban trabajando a todo dar. La apariencia que ambas aves presentaban a
su pareja en un instante había cambiado totalmente. Antes aparecían de negro y
castaño moteado: ahora se mostrarán totalmente de blanco brillante, con castaño
y negro enmarcando el rostro en un círculo (Huxley 1968 [1914], pág. 28).
Huxley señala que esa pareja de somorgujos sostuvo esta posición por algunos
segundos, meciéndose suavemente de lado a lado, apoyándose pecho a pecho:
360 Río de Vellón, Río de Canto
...la hembra pronto zambulló. El macho esperó con la misma actitud, inmóvil,
por quizás un cuarto de minuto. Luego él también zambulló. Pasó otro cuarto de
minuto. Luego la hembra volvió a aparecer, y uno o dos segundos después, a unas
veinticinco varas, apareció el macho también (pág. 27).
¿Por qué habían zambullido por segunda vez? Según Huxley, ambas aves
se elevaron desde la profundidad, en posición agachadiza, con los pescuezos
para adelante y los collares todavía elípticos, y ambos sujetaban en el pico un
“haz de algas en cintas”, que han debido arrancar del fondo. “La hembra miró
en torno ansiosamente cuando emergió y, cuando apareció el macho, bajó la
cabeza aún más y nadó directamente donde él a buena velocidad...” (pág. 27).
En este caso, las dos aves emergieron, cara a cara, y comenzaron su grácil
danza de pingüinos, compartiendo las “cintas de algas” que habían sujetado
en el pico, en lo que Huxley describe como una “ceremonia de travesura con
algas” (véase la Fig. 14). ¿Es acaso posible que esta extraña danza ornitológica
haya inspirado su contraparte humana ritualizada, cuando la pareja de
marido y mujer, cara a cara, sacan su honda trenzada y cinta tejida, para
pasarlas por encima de los hombros y en torno al talle de su respectiva
pareja? Y ¿será esto la razón por qué las parejas de Qaqachaka exclaman al
hacerlo: “¡Seremos chullumpis!”? Se diría que así es, a juzgar por las amplias
sonrisas de las mujeres cuando les preguntamos al respecto. Incluso llaman
chhullu a estas cintas de alga como otra glosa sobre el nombre “chullumpi”.
Doña Lucía confirmó entre risas: “Bailan igual que la gente, así nomás, como
marido y mujer”.
23
Sobre el simbolismo de la casa como un “nido” véase Arnold (1992a: 74 y sig.).
Capítulo 8
361
Si las semejanzas entre los hábitos de cortejo del zambullidor y el baile
y canto de chullumpi de las mujeres en Qaqachaka son tan sorprendentes,
podemos atrevernos a preguntar qué ocurre cuando el chullumpi en efecto
llega al momento del coito. Huxley observó un acoplamiento de estos
primos distantes de chullumpi. Pensó que la hembra estaba muerta, ya
que su condición pasiva consistió en “tenderse llana sobre el agua”, pero
con un “curioso aspecto de estar agachada”. Vigiló para ver cómo el macho
reaccionaría ante ese cadáver. El macho nadó hasta estar a la cola de la
hembra y luego “procedió a trepar fuera del agua hasta cubrir la dicha cola
de la hembra; allí estuvo parado por algunos segundos en la acostumbrada y
poca grácil actitud que tiene fuera del agua —el cuerpo casi erecto, inclinado
ligeramente hacia adelante, el pescuezo arqueado hacia atrás y abajo (con la
362 Río de Vellón, Río de Canto
Existe un género más del canto para acompañar la danza entrelazada del
wayñu, después de la ceremonia del cruce o del marcado. Estas canciones se
Capítulo 8
363
ESTROFA 1
1 Akar(u)pini apas apassma, Llevatelo, llevatelo en esto siempre
Palumita palumita Palomita, palomita
2 K'ak'arupini mutunta, Sufrirás en las nalgas siempre
Palumita palumita Palomita, palomita
ESTROFA 2
3 Kawki ukay apasinta, ¿Cuál de éstas llevaste? ¡Ésa!
Palumita palumita Palomita, palomita
4 Panti chuqi wistalla Llevaré una huistalla plateada y carmesí
Palumita palumita Palomita, palomita
5 Quri wistallak apasinta 24 una huistalla dorada
Palumita palumita palumita Palomita, palomita, palomita
ESTROFA 3
6 Kawks apassma, Llevate donde sea
7 Saxra Q'awaruy apasinta, Me llevaré al Río Diabólico,
Palumita palumita Palomita, palomita
ESTROFA 4
Apas apassma Llevatelo, llevatelo,
Wayaway chullumpi So color del zambullidor
ESTROFA 5, etc.
8 Kunakamaj apasinta, ¿Puramente qué colores llevarás?
9 Chullumpkamaj apasinta, Llevaré puramente chullumpis
Palumita palumita Palomita, palomita
24
La combinación de quri y chuqi en estos versos alude literalmente al “oro amarillo” y “oro
blanco” respectivamente, aunque se puede traducir también como “oro” y plata”.
Capítulo 8
365
Aquí, la canción a medio recordar de doña Lucía se hila con sólo dos
motivos germinales: el verso principal (y sus variaciones siguientes)
y el refrán con sus agrupaciones cuádruples. El desarrollo musical es
especialmente apropiado puesto que la canción está dedicada a la alpaca
hembra tanto como a la hembra de llama, y ya vimos que su exuberante
vellón crece de dos elementos germinales parecidos. Esto es evidente
en la versión de arriba, en los versos 4 y 5 que mencionan la inkuña de
color carmesí, en oro blanco y amarillo, que siempre se deja colgante del
vellón después de trasquilarla para convertirse en otra clase de semilla
granular que crecerá (lo mismo que la música) en los abundantes vellones
en el año venidero.
A veces se escucha la misma fórmula de verso, pero con la alpaca o llama
llevando el nombre más primario de “María”, tal como en el ejemplo de abajo,
por doña Lucía:
Entonces, ¿qué tema toca realmente esta canción? Partiendo del contexto
en que se canta, hacia el final de la ceremonia de cruce o del marcado, y para
acompañar el baile trenzado del wayñu, se diría que la canción lógicamente
sigue el proceso ontológico de engendrar, pero más allá en su fase escondida
en el mundo interior de la gestación y el crecimiento.
El término polivalente para este lugar en el canto es el enigmático “Río
Diabólico”. Sabemos por otras canciones que el Río Diabólico, como un vórtice,
hace desaparecer de la vista a los animales jóvenes, pero en el contexto de
esta canción el Río Diabólico se convierte en un lugar de reproducción para
los animales-semillas, engendrados en el cruzamiento. A través de todo el
Capítulo 8
367
Dice que los cerros siempre habían hablado y discrepado cosas con las llamas.
Una vez un cerro había preguntado a una llama, después de un largo viaje
a los valles:
Enrique Espejo
Qaqachaka, 1989.
Canciones de Viaje
Aparte del calor malsano y soporífero de los valles a su llegada, los viajeros
tienen que vérselas con un viaje de un mes de noches heladas durmiendo al
raso en su travesía por la puna y el descenso empinado a las tierras vallunas.
Muchos viajeros mueren de resfríos debido a las semanas de sufrimiento.
Además de esto, los hombres de Qaqachaka, desde su niñez, deben aprender
el quechua, el idioma de los valles, para poder comerciar allá.
En años más recientes, ha surgido el problema adicional para su seguridad
en los viajes ya que los qaqachakeños deben atravesar los ayllus vecinos
donde moran sus enemigos tenaces. Muchos viajeros han sido asaltados y aun
muertos por ladrones que buscan los pocos objetos materiales y sus preciosas
tropas de llamas: una llama madura vale aproximadamente 80 $us, o buena
alimentación diaria durante varias semanas.
Actualmente, los hombres de Qaqachaka con más y más frecuencia toman
el camino más fácil al viajar por camión a los valles que les son conocidos.
Y, con más y más frecuencia, comercian con dinero antes que con el antiguo
sistema de trueque. El intercambio que se hacía principalmente era de sal
del altiplano por maíz de grano grande de los valles, pero además habían
trueques de toda clase, con productos animales (lana, cueros, sogas, lazos,
correas, costales, hondas, textiles, unto, grasa y amuletos de piedra) que se
trocaban por palos de arado y telar, ruecas, chancaca y el amplio surtido de
hierbas vallunas que los altiplánicos aprecian como medicinas.
Durante las transacciones, los viajeros usaban un sistema de pesas y
medidas, a veces usando llamas como la unidad de medida; por ejemplo
en sus intercambios por instrumentos musicales, tal como las flautas que
necesitaban para tocar sus wayñus. La flauta grande, llamada “abuelo”
(achachi, igual que los machos mayores) costaba una llama en pie. Las flautas
de tamaño intermedio costaban media llama, y las pequeñas (ch'islli o ch'isla),
proporcionalmente menos.
Este sistema de trueque se llevaba entre familias de “caseros”, asociadas
durante generaciones, y la tradición oral relata que las transacciones eran
aún más antiguas. Se dice que el Inka concedió a los llameros el acceso a los
salares altiplánicos, y que esta sal inició el sistema de trueque que les daría
abundancia de maíz valluno para comer y aprovisionar las fiestas para honrar
a los Dioses andinos: el Sol y la Luna, Nuestra Madre y Nuestro Padre.
No obstante, aún es común que por lo menos doce familias del ayllu viajen a
los valles, como lo hicieron su abuelos, con caravanas de hasta setenta llamas.
Y aún se considera una parte vital de los ritos de transición para convertirse
en hombres, y lo que Dransart (1991b) ha llamado “convertirse en llamas”,
para tener la fuerza de emprender los viajes duros pero inspirantes. Los
machos van por primera vez cuando tienen dos años de edad, y para cuando
tienen tres ya son tilantiru de experiencia.
Las canciones que acompañan los viajes expresan la importancia
multifacética de los machos en esta antigua forma de vida.
374 Río de Vellón, Río de Canto
Canciones de Despacho
ESTROFA 1
1 Kawkiy uka tirantay ¿Dónde trajinarás?
2 Iñt'at jan iñt'at marka A pueblos conocidos y desconocidos
Way away Tatala Tatala Viajero
ESTROFA 2
3 Muntirupini sut'untantaka Te introducirás al monte siempre
Way away Tatala Tatala Viajero
4 Chuchi thamathama, Bayo bonachón
muntirupini thamantanta Te trajinarás en el monte siempre
Way away Tatala... Tatala Viajero...
Estos versos de “despacho” (como los llaman doña Lucía) integran los
términos claves que describen el movimiento de la llama en su senda a los
valles —sut'uña, “meterse, como una culebra en su hueco” y thamantaña,
“meterse lentamente con un trajinar constante”— según acostumbran los
bayos bonachones cuando llegan a los montes cerrados que anuncian el cambio
de clima en el descenso a los valles cálidos. “Entran nomás, como sea, como si
fueran arrojados ahí”, explicó (usando otro verbo de movimiento direccional:
jaquranttaña, “arrojarse para adentro”).
Animados por la bebida y el canto a través de la noche, los hombres,
haciendo molinos en el aire con sus hondas en una especie de “baile de
despedida” estilizado, se marchan temprano por la mañana con los machos
seleccionados de la tropa.
Canciones de Regreso
Cuando los delanteros vuelven finalmente de los valles, se debe cumplir otra
serie de ritos complejos para agradecer a las deidades de las montañas por el
éxito del viaje y la provisión de nuevas reservas de comida en las despensas.
Las estrofas que se cantan al regreso recogen el énfasis diferente aunque
complementario.
Como parte de estos ritos, se prepara una ofrenda para agradecer a Jujchu
T'alla. Los platos de comida molida, compuesta de una mezcla de maíz
blanco y amarillo molido, con llamitas formadas de unto de llama colocadas
encima, todos se llevan a un sitio de ofrenda de la familia, en el regazo de
Jujchu T'alla, “a una piedra parada en sus faldas”, todo en recuerdo de los
doce “alimentos naturales” que perpetuamente ofrecen sus laderas. La gente
recuerda las diversas combinaciones de alimentos que ahora podrán comer
hasta el próximo año, sobre todo aquellos acompañados de carne de llama y
chicha de maíz, de modo que recuerdan las diversas clases de “asado” (wayku)
que hallan en las faldas de Jujchu T'alla, como si hubieran sido cocinadas en
un horno de barro. Existen numerosos relatos acerca del sabor delicioso de
las comidas de la montaña (aunque siempre existe el mandato adicional que
jamás se debe quitarlas de la montaña, so pena que se conviertan de nuevo
en polvo). Luego recuerdan las diversas clases de bebidas calientes que se
hallan allí, incluyendo la importantísima chicha de maíz.
El recuerdo de los múltiples alimentos y bebidas es más que “pábulo para
pensar”. Doña Lucía recalcó que otra función de las ofrendas a Jujchu T'alla
en esta ocasión es la de conservar los rebaños en el año venidero contra
los zorros merodeadores. Por tanto, se ofrecen más brindis a las “cumbres”
(kumrira), y a los doce Cerros Pastores que moran allí, para que cuiden a los
animales. La gente también se esmera en mencionar aquellas montañas que
cuidan a los cóndores, otro guardián-pastor natural de los animales. Jujchu
T'alla se ubica sobre el linde entre Qaqachaka y su vecino rival Laymi, y la
Capítulo 9
377
gente menciona en sus brindis los nombres de sus dos precipicios donde
moran los cóndores, uno del lado de Laymi y otro de Qaqachaka. Al hacerlo,
recuerdan la inclusión de Qaqachaka antaño en la provincia antigua de Paria
y la federación histórica aymara de Charkas, nombres aun recordados en el
lenguaje de brindar de doña María Ayca:
(Jaya Aykiliripï) (Ella explica: Solía ser los valles lejanos de Aiquile)
1
En estos dos versos, liwa (“legua”) es la medida de distancia que se puede caminar en una
hora. Apachita (“apacheta/abuela”) es el portachuelo de una montaña.
378 Río de Vellón, Río de Canto
6 Wawan jaqi, juchan jaqi, tasan jaqi, Alguien con guaguas, con cargos y tasas
Ay away Tatala Tatala Viajero
7 Purinttawa! ¡Llegaste por fin!
(Diciendo así,
las mamalas y los tatalas echan un brindis
...hablando ahora)
8 Iñt'at markat jan iñt'at markatay q'ipsunta... Cargaste desde pueblos conocidos y desconocidos...
9 Kawki likin iñt'at markats jan iñt'at... ¿Desde qué pueblos vallunos conocidos y desconocidos
aka manq' apsunta sacaste esta comida?
10 ...Jan iñt'at markat apst Sacaste de pueblos conocidos y desconocidos
Tatal Tatala
11 Aka wawanit ukaraki Y para estas guaguas que tengo
La historia cantada
Doña Lucía comentó sobre el razonamiento histórico más elaborado que subyace
los versos del canto que, según ella, siempre se ha repetido en un discurso retórico
formal entre los brindis en la sesión de tomar después de la llegada. Cita ella un
ejemplo que se transcribe. Tal como en los versos del canto, este discurso más
político se expresa con varias voces intercaladas en el texto: los originarios de las
tierras en Qaqachaka que se dirigen a todos los miembros del ayllu, los hombres
que hablan a los machos y finalmente, como respuesta, las voces de los propios
machos que repiten como eco el refrán común de sus canciones.
Estos versos nos dan otro ejemplo de un proceso didáctico que cruza los
límites entre los géneros literarios, esta vez entre el canto y el habla retórico.
Nos recuerdan que el canto de las mujeres no sólo es diferente a la oratoria
política de los hombres, sino que el canto femenino en efecto puede incorporar
a la oratoria masculina: las mujeres lo envuelven entre los pliegues de su
propia textualidad como un recurso adicional de inspiración. Al hacerlo, lo
2
Este verso alude al urjinu (“originario”) y atriya (“agregado”), dos términos fiscales para
categorías de tenencia a las tierras en la comunidad.
Capítulo 9
379
convierten en “poesía” transformando los modos del habla en coplas que luego
integran en sus canciones:
7 Jichhas aka maras lurañaji, Hasta ahora, esta tarea anual está realizando
8 Ukat uka uraqitpï lurtanay Por eso pues, esas tierras trabajamos
9 «Uka tasan juchanïtaw» sika. —Tienes ese cargo, esa tasa, dicen
10 «Janiw inaktati jumak» sika... —Tú no estás en vano, dicen...
Esto indicaría que la alta estima que se tiene por la llama, con su relación casi
intercambiable con los miembros del ayllu como originarios de las tierras, deriva
de su estada de larga duración. Los narradores e historiadores ancianos del ayllu
y sus descendientes recuerdan con orgullo que fue en realidad la llama macho
que ganó para ellos sus derechos a las tierras. Recuerdan que fue el macho que
guió los largos viajes históricos cuando miles de personas de los ayllus fueron
obligados a trabajar en el sistema de servidumbre llamado mit'a, en las minas
de Potosí, primero bajo los Inkas y luego en su forma más cruel y distorsionada
bajo la colonia. Las abuelas y los abuelos del ayllu recuerdan que, para obtener
fierros, lampas, picos, algodón, coca, vino y aceite como provisiones para las
distantes comunidades mineras, los machos viajaban hasta Tacna. Y sobre todo
recuerdan que los machos participaban en el pacto entre la gente de los ayllus y
el estado colonial a fin de asegurar los derechos perpetuos a sus tierras.
Para apreciar a fondo la importancia de los machos en la historia oral,
escuchemos una versión más extensa de esta narrativa, según el esposo de
doña María, el gran apoderado don Franco Maraza:
Van juntos, Uncia, Chullpa, Laymi va, Pukuwata también, y de Qaqachaka iba
harta gente. Hasta K'ulta, Karankas, Salinas... todos van al servicio, van a mit'ayu.
Hacen sus chacras y después van. Para eso aquí se los trabajan, los de la parte
comuna, para los que van a trabajar mit'ayu. Así era antes. Sirilu mit'ayu, es esa
época la mina aparece en Potosí. Ahí es donde Bolivia hemos nacido. Trabajan como
mit'ayu en la mina, diciendo lamar umt'asiri, van a trabajar mit'ayu, trabajan
la mina en mit'ayu, diciendo... Ahora es minero y tiene pulpería, todo. Ahora
trabajan pagado, todo. Todos los días, jornal. Pero antes terreno trabajaba. De
380 Río de Vellón, Río de Canto
todas las partes, todos han hecho trabajar para que Bolivia nazca... Khari Khari
mar sirilu Potosí, es una loma de Potosí. Está aquí la ciudad y Khari Khari (Cerro
Zarzamora) es este lado. El Cerro Rico de Potosí...
Iban hasta Tacna, con llamas a pie, con lampa, pico, aceite, coca y más cosas,
y traen q'uwa para q'uwachas... Todo lo que había en la pulpería se llevaba en
llamas, y así servía a la pulpería. Por eso la llama sirviendo mit'ayu, tiene terrenos.
De Tacna habían traido, la llama es la que ha traido...
Las mujeres han ido como ayudante, a cocinar, van hombre y mujer también,
van con su guagua, su mujer, su oveja, su llama. Completo van, con sus implementos
de cocina. La mujer cocina, cuida a los animales, pastea a las ovejas en lugares
de menos pasto, lo que haya, y así terminando se vienen. Y regresan tejiendo los
aguayos. Y así los de Qaqachaka han vivido en el nacimiento de Bolivia.
Yo manejo una hoja de papel, y ahí está todo entero...
3
Para un análisis más detallado del término jucha, véase Duviols (1976) y Zuidema (1982a).
Capítulo 9
381
El género llamado “Canciones a los Delanteros”, Tilantir Kirki, que cantan las
mujeres en el despacho de los machos a los valles y en su regreso, alaba sobre
todo su capacidad como bestias de carga. En paralelo con las canciones a las
hembras, estas canciones dan precedencia al propio delantero. Las diversas
cantantes reiteran su capacidad de viajar anual y valientemente dondequiera
para recoger la riqueza en maíz del valle.
Primero leamos la transcripción de la versión más extendida de este tipo
cantada por doña Lucía, y luego examinemos sus niveles de significado.
4
La palabra yuqallu, “joven”, con la terminación de “u” en vez de la “a” más común, debe
jugar sobre el hecho de que el llamo joven es más animal que humano, y también rima con
el siguiente wanakillu.
382 Río de Vellón, Río de Canto
6 Tatala Tilantiru, Tatala waylla punchu Tatala Delantero, Tatala de poncho de paja
Wayaway Tatala Tatala viajero
7 Yanan chuchi thama thamantakta Un par de bayos trajinantes,
Wayaway Tatala Tatala viajero
9 Munti taypiru sinkuntaktapiña Pues muy fácil te metes al medio del monte,
Ayaway Tatala Tatala viajero
10 Jumaraki juchani, jumaraki tasani Tú que tienes cargo, que tienes tasa,
Janiway inay jaqitatija no eres en vano “persona con tierra”
El verso inicial y refrán constante de Wayaway Tatala, igual que los otros
tipos de canción, permite a la cantante expresar los vocablos de la “vía” que pisa
el macho y dar el ritmo de la “senda” del canto. Glosamos este verso como “Tatala
Viajero”, ya que la canción se dirige principalmente a los machos mayores que
encabezan a los demás en los viajes. Cada versión de la canción a los machos
tiene la misma melodía y refrán, aunque en esta versión en particular, doña
Lucía enfatice más sobre el paso constante del macho. El ritmo más ponderoso
de su andar es evidente cuando lo comparamos con el movimiento afanoso de
las hembras y sus crías que describimos en el capítulo anterior. Ambas clases
de canto abren con la misma métrica trocaica, pero las canciones a las hembras
tienen un paso más rápido en toda su extensión, con el ritmo dimétrico montado,
en tanto que las canciones a los machos derivan a formas coriámbicas más
prolongadas y otras formas intermedias:
El macho delantero
Con el cuidadoso uso de ciertos verbos, doña Lucía canta el trajinar del
Delantero (verso 2), que sin temer entra a pueblos conocidos y desconocidos
(verso 5), y aun a los montes peligrosos (verso 9); el límite entre el altiplano
conocido (de donde es oriundo) y los valles cálidos más desconocidos de likina
al este. Según ella, el Delantero se mete nomás, “como un zonzo”. Luego ella
introduce a la senda del canto el color, al comunicarnos la manera en que
los otros machos que le siguen debe imitarle: ya sean los bayos (chuchikillu)
y los de color guanaco (wanakillu), con su calzones blancos (verso 3), o los
puramente negros (yana, del verso 12).
El modo tranquilo y bonachón del Delantero al entrar a los valles peligrosos
se repite insistentemente a todo lo largo de estas canciones. En el verso 7 de
la versión anterior, el verbo básico thamaña expresa onomatopéyicamente
384 Río de Vellón, Río de Canto
Otra forma en que las canciones repiten los sonidos del andar de los machos
hacia los valles es por el medio sonoro del vellón al moverse. Por ejemplo, el
verso 4 de la versión de doña Lucía (arriba) describe el sonido de las llamas,
que hacen el zurrido característico saxax al caminar, como si vistieran ponchos
largos y pesados. En el mismo verso, y usando otro sonido onomatopéyico,
la cantante expresa el tintineo de chilín del Delantero con su cencerro para
anunciar la llegada de la tropa.
El zurrido saxax es producido por aquellos machos llamados saxsalli,
con vellones particularmente largos y exuberantes 6. No obstante, existen
muchas otras referencias en el canto a las cualidades de fibra de su vellón.
Según doña Lucía (en el verso 6 arriba), este macho luce un poncho de paja
(Tatala waylla punchu), una referencia directa al vínculo percibido entre los
pastos densos y secos y la cualidad de fibra. Aluden más indirectamente al
uso de lana de llama como fibra para tejer otros versos en los que la llama
ocasionalmente luce un poncho de dos tonos (de pardo y blanco, o plomo y
blanco), llamado palla punchu. Estos versos nos llaman la atención a los
ponchos muy especiales que usa el Delantero, en su rol de semental al cruzar
con las hembras, dando un ejemplo para que le sigan los machos más jóvenes
y de menos experiencia. Como ya vimos, otros versos mencionan los colores
típicos del vellón: los bayos (chuchikillu), negros (yanaskillu), y pardos con
calzones, igual que pares de guanacos silvestres (wanakillu). Sospechamos
que la mención de los guanacos, con sus calzones blancos, como un color
apropiado para el Delantero, incluso realza su cualidad de joven guerrero,
puesto que los ritos incaicos para los jóvenes nobles incluían la presentación
de tales calzones para señalar su nueva condición de guerrero.
La llama macho como un ave pasajera egoista
6
El término saxalli se usa también en el Norte de Chile (Dransart 1991b: 178).
386 Río de Vellón, Río de Canto
7
Para una explicación más extensa de estas analogías, véase Torrico (1989).
Capítulo 9
387
Y luego, en el mismo lugar, había una Joven Chiguanco y se le asomó, dice, ¿no es así?
Y el Joven Waychu había dicho:
—Carajo, a ti te llevaré, te llevaré en vez de ella,
y se había hecho botar, dice, a la otra.
JDY. Entonces, ¿por eso al Sapo le dejaría?
B. Al Sapo le había hecho abandonar, diciendo, solía decirme.
JDY. Pero seguramente ése que va libremente es algo como un joven, un maxt'a, ¿no es así?
B. Sí. La una es como una joven, una palachu, y el otro es como un maxt'a, dice.
El Sapo se volteaba en el mismo lugar nomás, pero no caminó rápido,
Luego, en el mismo lugar, saltaba de un lado a otro,
croando: “Qaw qaw”.
Hermano, sabed que en Capac Toco se nos olvidaron los vasos de oro, llamados
topacusi, y ciertas semillas y el napa, que es nuestra principal insignia de
señores. (Es napa un carnero de los de esta tierra, blanco que llevaba una
gualdrapa colorada y encima unas orejeras de oro y en el pecho un pretal
de veneras coloradas, que llevaban los ricos ingas cuando salían fuera de
casa, llevando delante de todo en un palo una como manga de cruz y pluma,
a que llaman sunturpaucar).
8
Sobre ideas similares entre los laymi, véase Harris (1983: 146).
9
Para más detalles sobre esta idea, véase Torrico (1989) y Arnold, Jiménez y Yapita (1992b).
10
En el pasado, se usaba una técnica parecida en europa (Gélis 1991:163).
11
En Qaqachaka y otras regiones del altiplano se percibe el “alumbramiento” de la placenta,
como otro nacimiento (véase Arnold y Yapita 1996a: 338 y sig.).
Capítulo 9
391
placenta como una encarnación del Inka. Son hijos y nietos del Inka, nacidos
en el ayllu de una generación a otra, según ellas. Y, así como el Inka salió
“como una semilla de la cueva” al nacer, asimismo la gente del ayllu sale de
la cueva-horno que es la barriga de la madre 12.
Tilantiru, Tarasyiyataki...
Pedro: Para el Delantero, para el Trasguía...
¡Ch'uj sapxam!
Asunta: ¡Callense!
ESTROFA 1
1 Tatala Tilantiru Tatala Delantero
Wäyaway Tatala Trajinante Tatala
2 Jumapiña Awkñäta, De veras tú eres mi Padre
Wäyaway Tatala Trajinante Tatala
ESTROFA 2
3 Kawki ukar chillqirpänta, ¿Por dónde lejos trafagaste?
4 Iñt'at markar (n) iñt'at markar chillqirpänta Trafagaste en pueblos conocidos y desconocidos
Wayaway Tatala Trajinante Tatala
ESTROFA 3
5 Khiti laykus chillqirpänta, ¿Para quién ajetreaste?
6 Jawkha wawan jaqïtawa, Por ser padre de tantas guaguas
Wayaway Tatala Trajinante Tatala
ESTROFA 4
7 Iñt'at marksa (n) iñt'at marksa chillqirpänta, Trafagaste en pueblos conocidos y desconocidos,
8 Kuna laykus chillqirpänta, ¿Para quién peregrinaste?
9 Rusas t'ikha layku chillqirpänta, Para una flor de rosa peregrinaste
Wayaway Tatala Trajinante Tatala
ESTROFA 5, etc.
10 Janiway inatäkiti, janiway qhasitäkiti, No es en vano, no es para nada,
11 Jawkha wawan jaqïtawa, Eres alguien con tantas guaguas
12 Jawkha allchhin jaqïtawa, Eres alguien con tantos nietos
13 Juma umiriti, juma maq'iricha, Tú que a penas bebes, a penas comes
Wayaway Tatala Trajinante Tatala
16
Parusana es una variante regional de pariwana, la pariguana o flamenco. Aquí se describe
una llama con lana amarillenta o de un amarillo anaranjado (arumi).
394 Río de Vellón, Río de Canto
implícito en los nombres de color que doña Asunta canta al vellón del macho:
el “Caparazón pardo” en el verso 20 (incidentalmente un arreo de guerra), o
el “Pariguana”, del verso 22, que brilla como el sol.
Aun así, otra canción al Delantero cantada por doña María, tiene un énfasis
muy diferente, en el que ella compara el macho y el cóndor silvestre 17. Su
condorismo se expresa al principio mediante la onomatopeya: el sonido Sir del
aleteo del cóndor, en el verso 2, nos informa que se canta cuando las tropas de
llamas y los hombres del ayllu vuelven de los valles, y el sonido Chalink en el
mismo verso, hace eco del tintineo del cencerro que lleva el delantero.
El sonido Sir, sir se usa en otros contextos rituales: por ejemplo, se denota el
aleteo del espíritu del cóndor al bajar a la habitación, en una sesión chamánica
18
, y es un sonido común que hacen los músicos mientras se mueven al compás
de su música. Esta intercambiabilidad entre cóndores y llamas machos se
puede deducir en el contexto cotidiano también: hemos escuchado a la gente
exclamar «¡Sir sir!, sam», “Di ‘¡Sir Sir!’ ” al ver a una tropa de llamas jóvenes
correr juntos, y, según ellos, la expresión quiere decir: “Aletea, y haz agitar
tus alas ‘Sir Sir’, igual que el cóndor”.
3 Tatala Kusku qallu, Tatala asitun Joven Tatala Cusco, Tatala aceituna
Ay away Tatala Trajinante Tatala
4 Jan wanir wanakitu Guanaquito que nunca cedes
Ay away Tatala Trajinante Tatala
17
Sobre el vínculo ambiguo entre el cóndor y el llamo, véase Zuidema (1990) entre otros.
18
Sobre el sonido del cóndor en una sesión chamánica, véase por ejemplo Platt (1992).
Capítulo 9
397
Canción al Cóndor
Mientras los machos maduros y la mayoría de los hombres están ausentes del
ayllu durante la época fría, se canta otro tipo de canción a los hombres perezosos
y los pocos machos que se quedaron. Estos hombres y llamas flojos se comparan
con los cóndores, que no trabajan sino que haraganean. Se puede reconocer este
género por su verso inicial, Awtichiri Jilatay, “Hermano que envías el frío”.
En sus comentarios respecto a estas canciones, las ancianas hacen
observaciones exactas acerca del estilo de vida del cóndor. Señalan que los
cóndores anidan en las montañas más altas de Qaqachaka, en Turu Mallku y
Jujchu T'alla. Observan que las “gallinas” cóndor (kuntur wallpa) cacarean juntas
en los precipicios de Jujchu, en tanto que los “gallos” jóvenes (mallku) duermen
en el precipicio llamado K'uwi K'uwi, en la faz imponente de Turu Mallku. “Es
tan claro como cristal” dijo doña María, “botan su guano allí y el suelo queda todo
blanco”. En esta forma evocativa nos introdujo a la fuente sonora de su canción:
Mientras dan vueltas dicen: “Shhhh...” como el viento, diciendo así dan vueltas.
Es por esta razón que cantamos así:
—Sh sh sh sh sh sh sh...
—Sh sh sh sh sh sh sh...
Ejemplo musical 3
Explicó que las jóvenes del ayllu aprenden a hacer y luego tocar un tipo
de flauta para acompañar su canción al cóndor; era una “quena” o “pinquillo
pequeño” (jisk'a pinkillu), confeccionado de hueso del ala del cóndor. Señaló
que la tradición ya está perdida y sólo la persona que es muy lista, la “persona
vivísima” (desde luego aludiendo a sí misma) aun conserva una, escondida,
para sacar de vez en cuando en la época de escasez:
Capítulo 9
399
Del cóndor muerto, de su hueso, se hace una flauta quena bonita; eso hay que
soplar, y de eso se toca el kirki awtichiri, del hueso de cóndor. Bonita quena se hace.
Tocamos en la época de awti, al estar hilando en la noche. Así hay que colocar la
boca, y de por sí va a sonar. En nuestras manos están hilando. Es plano y bonito
su hueso, ¿no es así? Pequeñito es pues.
Ahora está perdido, y sólo la persona que es vivísima se está guardando. El
hueso está pues guardado, y la que es vivísima hasta en la época de awti va a
sacarlo, así está hablando...
Doña Lucía también recordó que, cuando era joven, las tías mayores
(las ipalas) solían soplar tal flauta de hueso de cóndor con sus dos orificios,
llamando al cóndor:
Según ella, la canción provoca que el cóndor grite ¡Chaw chaw! tal como suele
hacer cuando se cierne sobre los hatos y una pastora lista lo despacha con
un hondazo. Pero el sonido Chaw chaw reverbera con otras connotaciones.
Chawa se refiere a la carne cruda y, en un sentido implícito, al sexo, pues se
dice que un joven corteja a una imilla para disfrutar de un “festín maravilloso
de carne cruda”. En una estructura narrativa paralela, en el eterno cuento
del Cóndor y la Imilla, es carne cruda que el cóndor trae para alimentar a su
esposa humana. “Y así existe esta canción”.
Al desplegarse la canción, doña Lucía reitera la idea germinal inicial
(como en el ejemplo musical 2) en diferentes registros, estirándola aún más a
medida que se desarrolla la canción. No puede apartarse de sus cuatro notas
básicas, puesto que éstas son definidas por la pequeña flauta del hueso alar
del cóndor que tocan las mujeres para acompañar la canción, mientras imitan
a su vez el sonido del cóndor en vuelo. Por lo que dicen las mujeres acerca
de estas noches largas y frías, cuando se acurrucan juntas para cantar estas
canciones, la métrica yámbica subyacente (oó oó) también hace eco del sonido
de sus ruecas, Tulux tulux, cuando las dejan caer y girar en el suelo duro.
Doña María cantó su propia versión. Se vale de esta oportunidad para dar
a las imillas un poco de consejo de mujer a mujer: que no deben andar solas
en los cerros por temor a los encuentros con extraños que podrían haber con
las fieras demasiado humanos. “Aquellos que van a los valles son ‘viajeros’
(wiyajiru)”, recalcó, “pero aquellos que se quedan son sólo ‘pastores de mujeres’
(warmi awati)”. De modo que es probable que el Zorro, en su disfraz como
“Hermano oveja-sucia” o “Hermano de poncho color morcilla”, aparezca ante
cualquier imilla que ande sola en los cerros, o la Ardilla, o el Lagarto, o el
Halcón, o el Águila, o el mismo Hermano Cóndor.
402 Río de Vellón, Río de Canto
5 Uwij qhusqhu Jilata jayat iñarpayata El Hermano “oveja grasienta” de lejos mira,
6 Pursil punchu Jilata El Hermano Zorro de poncho morcilla
9 Punta puntanakakay janiway tannaqañati, No hay que pasear en las puntas de los cerros,
10 Mamaniway t'ikiriy... El halcón suele levantar en su pico...
11 Pampa pampanakaka janiway winknaqañati No hay que estar de bruces en las pampas,
12 Jarajankhaw mantiriy... La largartija suele entrar...
13 Jilja lumanakakay janiway sarnaqañati No hay que andar en los cerros altos,
14 Kunaraki achuri, ¿Qué más suele llevar?
15 Qamirchulaw achuriy... El Zorro cholo suele llevar con sus dientes...
16 Ch'illarapi lumatay janiway sarnaqañati, No hay que andar por la Loma de Paja
17 Kunaraki katurïy, ¿Qué más suele agarrar?
18 Sik'ilaway katurïy La Ardilla suele agarrar
19 Pinkilliru lumatay janiway tannaqañati, No hay que pasear por la Loma Pinkillu,
20 Kunaraki t'ikiri, ¿Qué más suele picotear?
21 Mamaniway t'ikirïy... El Halcón suele picotear...
22 P'iyar Jaqhi kunkaka janiway sarnaqañati, No hay que andar por el cotarro picado
23 Kunaraki achuri, ¿Qué más suele llevar?
24 Pakaliway achuriy... El Águila suele llevar en su pico...
Capítulo 9
403
agreste, puesto que se usa papel blanco como un subestrato en las ofrendas
a los cerros. (De modo parecido los guerreros girantes de carnaval, los jira
maykus que vuelven a los cerros después de la fiesta, son todo pálidos como
“papel blanco” y “llamas blancas que van en fila”). Los hombres son también
reñidos de “hermanos ovejas grasientas”, porque en el frío intenso no suelen
lavarse, y se tornan grasos como las ovejas.
Para ilustrar sus argumentos, cantó algunos versos más, nombrando el
ayllu vecino de Pukuwata que los hombres deben pasar en su camino a los
valles:
Nótese, por ejemplo, que doña Asunta y don Pedro hacen este vínculo al
cerrar su canción con más brindis para los machos de las llamas, al nombrar
el Tilantiru y luego el segundo en mando, Tarasyiya.
Un punto final: como parte del género de cantos a las bestias silvestres
que saben hablar, llamado Sallqa, la canción al cóndor de doña Asunta
podría abrir todo un ciclo de tales canciones-cuentos 21. La misma secuencia
de cuentos a las bestias silvestres es evidente en su canción, aunque no está
desarrollada. En los cuentos cantados, cada animal tiene un apodo inventivo
pero apropiado. Asimismo en la versión cantada de doña Asunta al cóndor,
algunas de las bestias silvestres entran en cada estrofa (acompañada por la
música de Awtichiri Jilatay), pero juegan sólo un rol efímero. Aun así, las
cantantes entretejen el Tiempo de los Chullpas con el tiempo moderno, y los
galanes-bestias con sus contrapartes modernas, los jóvenes ociosos del ayllu.
Awtichiritaki
Asunta: Para él que envía el invierno
Pedro: Usqullutaki... Para el Pastor-gato-montés...
Tilantiru, tarasyiyataki...
Pedro: Para el delantero, para el trasguía...
21
Sobre el género de cuentos a las bestias silvestres llamado sallqa, véase Arnold y Yapita
(1992).
22
Qarachi es el término aymara por sarna.
406 Río de Vellón, Río de Canto
La melodía de doña Asunta está organizada por las mismas cuatro notas
tocadas en la flauta de cóndor, y con el mismo fraseo musical que la Canción
al Cóndor de doña Lucía, comentada antes. Pero ella acentúa más el ritmo y
varía su registro, bemolizando las notas como si recurriera a esta última de
las posibilidades a fin de sacar un último aliento de música con sus recursos
limitados, torciendo la melodía de esta forma con su voz. A semejanza de
la adición de las “blue notes” del jazz, estos sonidos bemolizados y torcidos
también estrujan un matiz adicional del frío doloroso del tiempo de awti.
Ahora examinemos otra clase de canción a los machos: la que se canta a los
jóvenes nervudos, llamados ankuta, durante el Año Nuevo en la fiesta del
Niño (Niñu) cuando los machos son “respetados” (yupaychaña) por sus dueños.
Capítulo 9
407
En esta ceremonia, los machos de dos años de edad son separados del rebaño
donde han estado con sus madres y luego trasladados a los rebaños más
distantes de los machos adultos, los machu de las laderas. Esta ceremonia
de separación se llama ankut lakiqaña y el género de canto se llama Ankut
Kirki: “Canción a los Jóvenes Nervudos”.
Durante esta ceremonia, los “niños-crías” (niñu qallu) son traídos del
rebaño al corral en las horas tempranas, obligados a arrodillarse y marcados
al horadar sus orejas, lo mismo que las hembras en su propia ceremonia de
marcación. Y, de modo similar, los presentes mojan sus dedos en la sangre
de las orejas y marcan sus propias caras con una raya horizontal de sangre
(en el acto llamado lakachaña) para que ellos también puedan compartir el
éxito futuro de los machos:
En forma parecida, a los jóvenes se “hace florecer” con bellos aretes de lana de
colores. Después, a cada macho se le ponen tres pequeños confites redondos
en el lomo, lo mismo que se hizo con las hembras en su ceremonia. Además,
como en el caso de las hembras, tanto el corte de orejas con el subsiguiente
derramamiento de sangre, como el “hacer florecer”, forma parte vital del rito
de iniciación para “ser llama”, marcando su transición entre la juventud y la
madurez. Esta iniciación tiene dos aspectos: la transición a la madurez sexual
cuando comienzan a molestar a las hembras, y la transición en su condición
de adulto, con sus necesarias obligaciones, pues los machos jóvenes ya tienen
suficiente fuerza para soportar los largos viajes a los valles.
Por una parte, existe un obvio parecido entre los jóvenes machos, como
Niñu qallu, y el Niño Jesús, en esta temporada del año. Y, por otra, esta
ceremonia, con su doble iniciación a la madurez sexual y la fuerza física de
los machos, comparte otros rasgos con la iniciación incaica de los jóvenes
como guerreros y adultos (según nos relatan los cronistas españoles de ese
entonces), que ya mencionamos en el Capítulo 3 con referencia a las hembras.
Es probable que la primera característica tenga que ver con el vínculo entre
el rito y el nacimiento del nuevo sol en la fiesta solsticial del Niño, y que la
segunda sea más vinculada con el proceso de transición a ser guerrero. Ya
dijimos que los Inkas aprendieron a horadar orejas de los grupos que vivían en
las partes altas del gran Río Vilcanota, cuyas cabeceras eran relacionadas en
los mitos con el origen del sol, y que el rito fue inventado por jefes guerreros
incaicos. Los jóvenes se sometían a la perforación de sus orejas como el rito
último y más importante para convertirse en hombres, y a ser taponados
con orejeras lo que señalaría su nueva condición. El rito contemporáneo de
Qaqachaka (aunque distante en tiempo y espacio), nos permite comprender
408 Río de Vellón, Río de Canto
Llamirüxiw, Ya es llamero,
janiw ankutäjiti ya no es un joven ankuta,
llamiruru makhatji, está entrando al grupo de llameros,
qarwa waw una llama guagua,
jach'a urqur makhatji está entrando al grupo de los machos mayores,
yastajay... ahora está allá...
Los versos continúan con este juego sobre los conflictos del joven llamo,
entre nuevas responsabilidades como adulto maduro y su madurez sexual y
consecuente deseo por las hembras jóvenes. Los llamos de esta edad son un
riesgo; por tanto, las pastoras-cantantes aprovechan la ocasión de su canto
para quejarse de ellos, y de la vida libre de responsabilidades en los cerros
que llevan también los jóvenes que les cuidan, con su mala costumbre de
molestar a las imillas.
El género en su conjunto juega con el apodo de los llamos jóvenes: ankuta.
Anku es “tendón” y ankuta describe un animal joven aun falto de firmeza en su
cuerpo y que anda con flexibilidad. Podemos glosarlo como “zangón”, “nervudo”,
“enjuto” o “esbelto”, aunque hemos usado también el término “implume”, con
su significado de una madurez y plumaje incipiente, un volantón al que aun
falta un vellón adecuado. Al cabo de todo, se dirigen al llamo joven en las
canciones como “Jovencito con manto de pasto corto” (Chhikhupay maxt'illu).
En sentido más metafórico, ankuta alude a un macho joven aun indeciso y falto
de experiencia. Como los tendones se ubican físicamente entre los huesos y la
carne, en un espacio liminal, yacen metonímicamente entre lo masculino del
hueso duro y lo femenino de la carne blanda 23.
El refrán de este género, según doña Lucía, se mofa de los machos
inmaduros (y sus equivalentes humanos, los pastores inmaduros) que, si
23
Gracias a Alberto Sosa, por llevar nuestra atención a este significado del término ankuta,
y a Juan Maraza de Qaqachaka por analizar aún más el término con nosotros.
410 Río de Vellón, Río de Canto
bien dicen que ahora son llameros, en realidad se muestran más interesados
en las imillas (con la alusión que todavía no tienen la madurez suficiente
para formar relaciones sólidas). Por tanto, las mujeres cantan, a plena voz
y para que todos sepan, que los atributos de la masculinidad, según sus
propios criterios, están en la formación de los guerreros y trabajadores
que cumplirán las tareas en la casa y en el ayllu, incluyendo los viajes
peligrosos a los valles.
5 Waynapata Tatalay, Irpa yuqallay Joven de los Andenes, Tatalay, Muchacho Guía
6 Jumätawa yuqñax... Tú eres mi hijo...
El verso 4, acerca del manto de pasto corto del llamo jovencito, chhikhupay
maxt'illu, parece aludir también al tipo de calzón blanco que usa en su
condición de joven guerrero, en una referencia indirecta al pelaje del guanaco
silvestre.
En realidad, los Waynapata, siendo machos “criollos” criados en el mismo
ayllu, tienen mayor confianza en el ambiente del lugar, y por lo general
llegan a ser los delanteros de la tropa, hecho que se resalta en el verso 5, en
que el Waynapat Tatala se yuxtapone con otro de sus apodos: Irpa yuqalla,
Capítulo 9
411
Por tanto, el nombre Waynapata nos introduce a otro tipo de canción a los
machos, que se canta a los Segundos en Mando, los Tarasyiya, y que se
denomina “Canciones a los Trasguías”: Tarasyiya Kirki. Podemos reconocer
este género inmediatamente por el uso del epíteto Waynapata, “Joven del
andén”, en el verso inicial.
Tal como las canciones a las llamas hembras alababan tanto la Imilla
Puntera como la Imilla Postrera, así también estas canciones a los machos
alaban al trasguía como complemento del macho mayor, llamado tilantiru.
Pero, en vez de distinguir las diferentes cualidades de su vellón, como en el
caso de las hembras, las canciones a los machos enfocan más el rol del macho
en la tropa y la importancia de su coraje.
Por eso, el trasguía se llama Waynapata: “Joven de los andenes”, debido a
su inexperiencia al comparársele con los delanteros más maduros. Si bien ha
sido echado del costado de su madre y “enviado a los cerros”, aún no tiene las
responsabilidades plenas en la reproducción y en la producción, mediante los
viajes, como tiene el tilantiru. Pero, las mujeres transforman el mismo canto
en un vehículo de su aprendizaje. Pues, este tipo de canto tiene la misma
melodía que las canciones iniciales a los delanteros en este capítulo, y sólo
se distingue por la letra y el orden de realización, hacia el final del ciclo de
canciones a los machos. En la siguiente versión, doña María completa su
estrofa final al dirigirse al macho joven como “Padre de todo el rebaño”, con
la esperanza de su futuro medrar y maduración en las obligaciones de este
rol, según las instrucciones de las mujeres.
412 Río de Vellón, Río de Canto
4 Tamay Awki, Llumpay Awki, Padre de todo el rebaño, Padre todo poderoso,
Ay away Tatala... Trajinante Tatala...
Mamala wiyayä Tatal Qallu... Mamala, yendo por su senda, Hijo de Papá...
414 Río de Vellón, Río de Canto
24
Pichukira (“pechuguera”) quiere decir una “voz ronca o tos”. Aquí nos parece que Elvira
juega entre los términos “pechero” y “pecho de guerra”.
416 Río de Vellón, Río de Canto
Estas canciones, tales como otras del género, juegan sobre esta idea y las
mujeres se mofan de los machos jóvenes que pretenden ser lo que no son.
Por ejemplo, los llamos jóvenes pretenden ser verdaderamente hombres con
sus propios rebaños de animales domésticos: llamas, alpacas y vacunos, para
contribuir a cualquier casa matrimonial. Pero las mujeres “de veras saben”
que los machos jóvenes están simulando; sólo tienen sus equivalentes cerriles.
En otro nivel, nos encontramos en el canto con un ejemplo de la dualidad
andina, de mundos paralelos. Por una parte queda lo que las mujeres definen
como “cultura” —el dominio de la vida doméstica y familiar— y, por otra, queda
lo que ellas admiten como “naturaleza” (o quizás “pre-cultura”) —la vida libre
de los varones en los cerros. Nos recuerda el concepto común de dominios
paralelos, que tal como los animales domesticados (llamas y alpacas), son
criados por las parejas humanas, asimismo los animales silvestres son criados
por los chullpas, o por los dioses de los cerros, que son otra pareja: la Tierra
Virgen y su consorte, el dios astado del mundo interior. El discurso acerca de
esta deontología andina forma la base ética de los intercambios recíprocos
entre la gente de Qaqachaka y estos dioses ctónicos (uraq yusa) y, en los ritos,
se les reconoce como verdaderos dueños de todos los animales (incluyendo sus
contrapartes domésticas), llevando ofrendas de sacrificios y alfeñiques que los
cerros disfrutan y luego éstos a su vez vigilan los rebaños.
Este género se canta en la época más fría del año (el awti) e, igual que en
las canciones de esta temporada descritas antes, las mujeres se mofan de
los hombres que quedan en el ayllu, llamándoles “inmaduros” y “temerosos”
del frío y del viaje peligroso a los valles. Se les compara con los cóndores,
que se posan cómodamente en los cerros, y les diferencian de los llamos
maduros que han hecho el gran sacrificio del viaje. Y, como antes, se nos
insinúa repetidas veces que son las mujeres del ayllu “quienes realmente
saben” todas estas cosas.
En la siguiente versión, por doña Lucía, la forma básica de copla se estira y
sus dos versos son intercalados en los diferentes versos del refrán, a semejanza
de las variantes de un diseño textil que se forma al incorporarle otros elementos.
Nótese que, en aymara, con su importante postulado lingüístico sobre el hacer
explícita la fuente de cualquier información, siempre se cita el habla en forma
directa, como en el primer verso de su canción. Esta característica de los
lenguajes andinos permite una estratificación de las voces en el texto, desde
los ancestros muertos hace mucho tiempo, quienes originalmente narraron
el canto o el cuento, hasta los abuelos que los transmitieron a la narradora,
a cualquier animal protagonista que aparece, y finalmente a la narradora o
cantante misma 25. Esta forma de reportaje se puede traducir al castellano
directamente, como hicimos en la versión anterior de Elvira, o en el habla
indirecta, como en el presente caso.
25
Sobre las múltiples voces en los cuentos andinos, véase Arnold y Yapita (1992: 206-7).
Capítulo 9
417
26
Suti en el aymara de Qaqachaka es equivalente a sinti en el aymara paceño, por “demasiado”
o “excesivo” en sentido negativo.
27
Wiskacha (en castellano andino “vizcacha”) es un roedor nocturno que habita en
madrigueras.
418 Río de Vellón, Río de Canto
15 «Walja sawu chinuqanït» sakisth Me dices que tienes muchos amarros de tejido
Jilata Hermano
16 Jararankhat sawu Pero habías tenido nada más que lagartos
chinuqanikisjatäta por amarros de tejido
Jilatallä... Hermano...
(Habla) Es todo...
Cerremos este capítulo con una variante final de las “Canciones a los
Delanteros” (Tilantir Kirki), dirigida a los jóvenes ankuta con su madurez
sexual incipiente. En este caso, son dirigidas al Pitukiru, los llamos jóvenes
que son notoriamente demorones, aun en cruzar con las hembras. Por ser
lentos y mansos, se van a la retaguardia de la tropa, hasta se puede cargarles
con ollas y bultos para el viaje. Su género se llama “Canción a los Demorones”:
Pitukir Kirki.
En la siguiente canción de cruzamiento, por doña Lucía, que se canta
cuando las llamas se acoplan durante la fiesta del Niño (Niñu), se presta la
misma melodía trafagona de la Canción a los Delanteros Maduros, pero la
letra se vuelca a los colores característicos del vellón del macho y su atuendo
ritual sobrepuesto durante el rito:
Capítulo 9
419
10 Tatala awisitu, Tatala «IYAY» situ, Tatala me avisa, Tatala dime pues “YA”
11 «Yiya yiyay» situ Dime “¡Guía, vamonos!”
Ayaway Tatala Trajinante Tatala
12 Janiway inatakitika No es en vano
Ayaway Tatala Trajinante Tatala
13 Kulura injañataki, kulura t'ikjañataki A ver los colores, a florecer con colores
Con esta lección final de la educación sexual, dirigida por las cantantes a
los llamos jóvenes (y probablemente escuchado por los hombres circundantes),
podemos entender mejor la forma en que las mujeres de Qaqachaka dirigen
sus versos como hondazos a sus objetivos.
Vimos en el transcurso de este capítulo, las muchas expresiones textiles
que caracterizan estas canciones, en que el trenzado de las sogas y hondas
toma un significado realzado en el dominio de la masculindad, definido por
las mujeres. Vimos la atención prestada al color y a la calidad de vellón,
en este caso manejado en imágenes y sonidos onomatopéyicos antes que el
recurrir a nombrar las aves acuáticas, como en las canciones a las hembras.
De hecho, el ave que es mencionada con más frecuencia en las canciones a los
machos es el cóndor, a veces intercambiable con las llamas jóvenes, pero en
vez de incorporar el color de su plumaje en el canto, las mujeres aluden más
disimuladamente al sonido de sus alas mientras desciende de su roquerío
para molestar a las imillas. Un breve punto aquí, que concierne al cóndor,
coadyuva a nuestro entendimiento de los ciclos globales del color y vellón.
Esto es el comentario de doña María Ayca que el guano del cóndor cayó sobre
las rocas abajo “dejándolas todas blancas”, que sugiere que las piedras-piña
blancas, inmensamente fértiles, sean percibidas como fertilizadas ¡por guanos
del cóndor!
Otro aspecto de las canciones a los machos es que forman parte íntegra de la
retórica de las leyes de la moralidad y del intercambio en el ayllu en su relación
con el estado más allá de sus fronteras. Hemos demostrado en este capítulo
que las mujeres del ayllu tienen su propia comprensión, interpretación y
modo de reproducción de estas leyes, no mediante la oratoria pública (que
es el modo masculino del discurso) sino mediante sus canciones, un modo
femenino del discurso. Aquí hemos enfocado la forma en que las mujeres
definen a los hombres y a la masculinidad en una retórica privada, que luego
reverbera a través de la sociedad con igual resolución que la oratoria pública
de los hombres. En el siguiente capítulo, examinaremos otras canciones que
tratan este tema de las relaciones entre el ayllu y el estado en el dominio
público, y su interpretación por las voces femeninas.
Capítulo 10
La tasa toledana que fijó las obligaciones fiscales... fue firmada por el virrey
en Potosí el 6 de febrero de 1575... La tasa del repartimiento de los Quillacas-
Asanaques ascendía a 15,184 pesos de plata ensayada y marcada. Los 13,884
procedentes de los Quillaca-Asanaque propiamente dichos a razón de seis
pesos cada cual; y los 1300 pesos restantes de los Uros, quienes abonaban
3 pesos y 2 tomines por cabeza.
De esta suma tributaria el 50% debían entregarlo en el Tercio de San Juan
(junio) y el otro en el de Navidad (diciembre). Dicho monto comenzó a correr
desde junio de 1575.
Las Canciones de Cabildo son propias del ayllu todo, y reconocen explícitamente
los roles y obligaciones políticas para con el estado de hombres y mujeres
adultos de los seis ayllus menores de Qaqachaka. Aun con los muchos
cambios en las leyes, desde la colonia hasta los tiempos republicanos y la
misma era moderna, podemos identificar las formas en que una República
paralela totalmente indígena percibe su propia identidad 3. Veremos que esta
estructura alternativa de poder se concibe mediante las expresiones textiles
como parte integrante de las “envolturas concéntricas y distinguidas por el
género” y de las “sendas” ubicuas identificadas antes. Las Canciones al Estado
desarrollan esta idea básica, al reconocer que los corrales de la casa, estancia
y todo el ayllu, de humanos, plantas y animales, todos son incluidos dentro
de la envoltura del corral estatal que los incorpora.
Esta trama de ideas englobalizante genera un atado de sub-temas o motivos
en su interior. No es sorprendente que las envolturas concéntricas que tienen
la mayor prominencia en las canciones de cabildo y los brindis acompañantes
sean de género femenino, y que sean explícitamente “Vírgenes”, ya que son
denominadas femeninas como parte integral de las obras de la Tierra Virgen.
Dos de tales términos predominan en estas canciones. El primero es Kawiltu (la
aymarización de “Cabildo”), un antiguo término eclesiástico español que se ha
transformado en la historia andina para significar la unidad política englobante
y de cobro de tasas que integra una cantidad de hogares y estancias 4. Y el
1
Véase también Platt (1984: 12).
2
Véase también Solomon (1991).
3
La existencia de una República India paralela, está analizada en Espinoza Soriano (1960).
4
Este sentido ritual es más desarrollado en las tierras vallunas del ayllu vecino de Jukumani,
donde el término Kawiltu es parte de una serie de términos asociados que relacionan cada
hogar del ayllu en unidades siempre crecientes, como un nido de envolturas tejidas (Arnold
Capítulo 10
425
segundo es Kumuna Tayka, “la Madre Comuna”, un término ritual por las
tierras del ayllu que antiguamente se separaban para el uso de los jefes de
ayllu, para los propósitos de pagar las tasas. Ambos son reinterpretaciones
hábiles (a modo de palimpsesto) de términos introducidos del castellano al
aymara.
Según hemos visto en el Capítulo 2, los historiadores han prestado mucha
atención a la retórica poderosa de los hombres andinos, en la postura y oratoria
pública de las que se valen para coordinar y llevar a cabo las obligaciones
estatales en comunidades como Qaqachaka. Mediante las asambleas públicas,
los hombres administran el aspecto externo de los requerimientos, domésticos
y del ayllu, de pago de tasas, el cumplimiento de los roles de autoridades del
ayllu y, en el pasado, la provisión de mano de obra en las posadas locales de
las rutas postales llamadas tambo. Sin embargo (según han señalado otros
estudiosos), cada una de estas obligaciones recae sobre una pareja casada y
no solamente sobre los varones 5. Una parte significativa del cumplimiento
de cualquier rol de autoridad es el grado de sacrificio personal (jucha), el
llamado “cargo” en castellano, que se exige de una pareja casada. Deben
compartir sus recursos comunes con otros miembros del ayllu, a fin de atender
a la “senda” de las fiestas colectivas y sesiones de libar que deben patrocinar
como miembros activos del ayllu 6.
Hemos argüido que el enfoque anterior en la oratoria pública, como la sede
del poder de los varones, ha obscurecido la forma paralela en que las mujeres
del ayllu perciben su propia contribución política al hogar y al ayllu, e incluso
del ayllu al estado. Una de las facetas más importantes de las canciones que
estudiaremos en los próximos dos capítulos es el discurso político femenino
alternativo que oímos. Muy probablemente ha permanecido invisible a la vista
de los hombres, debido al entorno mundano que trata: de arrear y pastorear,
de cocinar y comer y excretar, y de criar, nutrir y envolver a las diversas
especies de “guagua” en el ayllu.
Cuando escuchamos las voces de las mujeres en estas canciones, les
oímos expresar las mismas preocupaciones acerca de las obligaciones de
hogar y comunidad, en una insistencia retórica recurrente sobre la búsqueda
acumulativa del dinero y los abastecimientos comunales necesarios para
suministrar los recursos al juntar gente, animales y riquezas en un lugar
centralizado y extraerles los tributos necesarios. No obstante, hacen esto
1988: 354 y sig.). El hogar inmediato, con su altar doméstico (iskina), al brindar es llamado
“Cabildo de esquina” (Iskin kawiltu), y se dice que vigila la casa y sus ocupantes, y todo lo
que pertenece a la casa. El término “cabildo” luego se extiende en anillos concéntricos cada
vez mayores, hasta incluir todo el estado como “Cabildo del Estado” (Istraru kawiltu), que
se dice fue otorgado por el propio Inka.
5
Sobre las obligaciones de cargo para la pareja, véase Hardman (1988), Arnold (1988) y
Ayllu Sartañäni (1995).
6
Para la parte masculina de estas obligaciones, véase Abercrombie (1986).
426 Río de Vellón, Río de Canto
7
Sobre el rol de los afines de traer abono, véase Arnold (1987, 1988: 437) y Gose (1994: 110 y sig.).
8
Sobre este simbolismo del abono, véase Arnold (1987: 332) y Arnold, Jiménez y Yapita (1996).
9
Con el enfoque global en la fiesta del Cabildo por los resultados de la cosecha de maíz,
podemos especular aquí acerca de la incorporación de Qaqachaka en una matriz femenina
aún más extensa de envolturas concéntricas de abono, puesto que en tiempos incaicos la
propia Qhuya era patrona de la circulación del guano fertilizante (wanu), en una red de
grandes alcances desde los depósitos de guano avial en las islas frente a la costa hasta los
maizales del imperio incaico.
428 Río de Vellón, Río de Canto
10
La provisión de estas tierras actúa como una especie de aislante o amortiguador, que
permitía a los recaudadores de tasas (los Señores del ayllu) emprender la actividad
arriesgada de entregar el tributo en el momento que lo demandaba el estado que a menudo
se cumplía algunos meses antes de la fecha en que el plazo fenecía formalmente (Platt
1984: 100).
11
Estipulado en Cajas Reales 18 (Año 1575: 214ss, Casa de la Moneda, Potosí) y citado en
Platt (1982b: 39n. 21).
Capítulo 10
429
La fiesta moderna del cabildo para cada uno de los seis ayllus menores de
Qaqachaka se celebra en el patio del recinto de la pareja jefe de ayllu —Jilanq
tala y Jilanq mala— y su familia, en fechas escalonadas en torno a la Fiesta
de Guadalupe. Durante la fiesta del cabildo, el ayllu entero se congrega en
este lugar central.
Como veremos en las canciones, la metáfora clave para este encuentro
es de un rebaño de llamas, machos y hembras, que se rodean en un mismo
corral. Los diferentes miembros del ayllu se juntan como “llamas de dos patas”
bajo el cargo del jefe del ayllu, quien es su “pastor” (awatiri). Los hombres
llegan como llamas machos y las mujeres como hembras y el grupo de cada
sexo ofrece brindis para sus animales respectivos. De este modo, los varones
jóvenes presentes ofrecen brindis para los tarasyiya, “los segundos en mando”,
en tanto que los hombres mayores ofrecen para los tilantiru, “los delanteros”.
Asimismo, las mujeres jóvenes ofrecen brindis para las hembras ayruya, que
son aún vírgenes, o sin crías, en tanto que las mujeres mayores ofrecen para
las piñama: las llamas madres que reproducen gran riqueza. Se dice que el
grupo entero de mujeres, como un “rebaño” (tama), trae como tributo a sus
“llamas guaguas” (wawa) que lloran mientras abandonan el calor y seguridad
de sus bultos tejidos. El verbo “llorar”, q'asaña, captura onomatopéyicamente
12
No es para sorprenderse que las verdaderas rebeliones contra estos intentos se resistían
en los santuarios locales o alternativamente en los tambos locales (Platt 1984: 13), como
fue el caso en la Guerra de las Castas en 1899, cuando algunos miembros del ayllu Condo
amenazaron matar a su Recaudador Comisionado.
430 Río de Vellón, Río de Canto
el sonido de una cría de llama que llora: q'a q'a. La suma de la tasa en este
lenguaje de brindar se llama phaxsima, “plata de la luna”, aunque otros versos
de las canciones comparan esta riqueza en dinero con las crías en forma de
“taquias” pequeñas.
El jefe del ayllu reluce su prestigio y su cuidado por el rebaño con su
generosidad de chicha de maíz al anunciar que él ha invitado a los presentes
a tomar de su chicha casera para rodear, junto a toda la Madre Comuna, y
pagar la tasa. El tomar la chicha colectivamente en la fiesta de cabildo sumerge
a toda la comunidad en un estado fértil de intoxicación común, al encarnar
las semillas germinadoras del maíz que han consumido como alcohol en una
communitas de borrachera, comparable con las aguas fertilizantes de la época
lluviosa 13. Las mujeres, en su embriaguez, comienzan a cantar las Canciones
del Cabildo y de bendición para los animales y productos alimenticios, regando
así el suelo con sus voces ebrias en el propio centro del cabildo.
Canciones del Cabildo
Las Canciones del Cabildo son “canciones de fiesta”, phista kirki, antes que
wayñus a los animales; no obstante abrazan el mismo conjunto de significados.
Sólo las mujeres las cantan, esta vez acompañadas por los hombres presentes
en el pululu, un instrumento hecho de una calabaza con cuello largo, traído de
los valles. Su sonido hace recordar a los presentes los valles lejanos, centros
productores de maíz que les permite celebrar la fiesta con tanta abundancia
de chicha. El expresar musicalmente la riqueza y autoridad del ayllu, tiene,
para la gente de Qaqachaka, significados arcaicos; se le llama “flauta de oro”,
quri pinkillu, en el lenguaje de brindis. La primera canción, por doña Santusa
Quispe, se canta en el cabildo actual que se celebra en la fiesta de Guadalupe.
13
Sobre la borrachera festiva del cabildo, véase también Arnold (1988: 357-8).
Capítulo 10
431
La Canción al Jefe del ayllu, Jilanq Kirki, que se canta en la misma fiesta,
tiene otras tantas alusiones a términos históricos de larga trayectoria. En
los tiempos antiguos, habían dos canciones que diferían poco: la una fue
cantada en la fiesta del Kawiltu de San Sebastián en enero, y la otra en
la fiesta de Guadalupe en septiembre; ambas se dirigían a Tata San Piru
(Señor San Pedro), el nombre ritual para cada uno de los jefes-jilanqu de los
seis ayllus menores de Qaqachaka. No obstante, la canción que se cantó en
enero característicamente nombraba al “Dios de pecho pelado”, el propio San
Sebastián, ya que la ceremonia se llevaba a cabo en su día festivo. La expresión
aymara por “pecho pelado”, q'ara pichu, inevitablemente se vierte en un juego
de palabras, para rimar con Machu Pichu, el palacio incaico cercano a Cusco:
Tata San Piru es el nombre que se dio al jefe de ayllu (aún llamado en ocasión
“cacique”) cuya obligación es recaudar las contribuciones de tasa anuales, y
llevarlas a las autoridades departamentales, que ahora son ubicadas en la
ciudad de Oruro. Su esposa, la Jilanq mala, a veces recibe el nombre de San
Pir Mamala, la Madre San Pedro. Se dice que ambos son los representantes,
en el ayllu, de la Tierra Virgen ante las autoridades externas. En otro nivel,
Tata San Pedro corresponde al San Pedro católico, cuyas llaves abren y cierran
las puertas del cielo. En el contorno del ayllu, esto alude a la autoridad que
custodia las llaves del cementerio y, por tanto, del cabildo del ayllu todo.
Doña María Ayca Llanque, la mamá de doña Santusa, recordaba una
versión de la Canción al Jefe del ayllu, que otrora se cantaba en la fiesta del
cabildo de San Sebastián. Inició su canción con versos dirigidos al anterior
santo de la fiesta, y al del jefe de ayllu, antes de incorporar en sus breves
estrofas las tres santas de la fiesta y sus tres santos contrapartes:
Una vez que las mujeres comienzan a cantar, no hay cómo pararlas, y la fiesta
del Cabildo se convierte en pretexto para una “carmina burana” generalizada
a todos los animales. Aun así, las versiones que se cantan en la fiesta de
cabildo tienen ciertas características. Se llaman canciones de “bendición”,
wintisyuna, y enfocan (lo mismo que en las otras Canciones del Cabildo) una
u otra forma en que cada uno de los animales trae riquezas al ayllu.
Doña Santusa siguió su Canción del Cabildo general, a todo el ayllu,
con un fragmento de su canción de bendición a la oveja, una versión
de la evocativa Chita Mamala. Encontramos un énfasis especial en
la letra que la convierte en algo apropiado para la actuación en la
fiesta de cabildo. Por ejemplo, se seleccionan ciertos epítetos para la
oveja, tal como Mä chukar imilla, que glosamos literalmente como
“Una imilla indomable”. En este caso, existe un juego simultáneo
sobre otro término ritual: chukar imilla, “Imilla Resbalosa”, el nombre
de brindis para las arvejas que resbalan en todas las direcciones y
Capítulo 10
435
son difíciles de recoger 15. Pues este término, en especial, alude (mediante
un circunloquio más figurativo) a las taquias de ovejas, que son pequeñas y
redondas, “como arvejas”. Puesto que la canción se canta en el contexto de
las riquezas del ayllu, las taquias fertilizantes de las ovejas se tratan como
su contribución clave a la riqueza de la producción agrícola.
Este enfoque, centrado en las riquezas comunales, ocurre a lo largo de la
canción. En el verso 4 hay una referencia ambigua a las ovejas como errantes
que “botan sus crías”, que se puede interpretar literalmente, ya que la oveja
pare a sus riquezas en forma de crías al vagar por los cerros, o figurativamente
como otra referencia a sus crías-taquias, los confites llamados “placenta” en
el lenguaje de libaciones. O, de igual modo, se puede interpretar al verso 5
literalmente así, “para que la cabeza del cerro rebalse”, o figurativamente, de
la oveja como “escaladora de las cumbres”, en referencia tácita a las riquezas
de una pastora en términos de cantidad en que sus ovejas simplemente
“rebalsan” las cumbres.
1 Mä chukar imilla, Mamala paw paw Una imilla indomable, Mamala bee bee
2 Mamalita, Mamala paw paw Mamalita, Mamala bee bee
3 Luma lum sariri, Mamala paw paw Andariega por las lomas, Mamala bee bee
4 Wawa jaqusis sariri, Mamala paw paw Andariega que vas arrojando guaguas, Mamala bee bee
5 Lum p'iq lumpiri, Mamala paw paw Escaladora de las cumbres, Mamala bee bee
6 Jach'a past katuri, Mamala paw paw Cogedora de pastos largos, Mamala bee bee
15
Sobre los “nombres cariñosos” de los productos, véase también Arnold, Jiménez y Yapita (1992b).
436 Río de Vellón, Río de Canto
Muchos españoles andan por los caminos rreales y tanbos y por los pueblos de
los yndios, que son los dichos guagamundos, judíos, moros. Entrando al tanbo
alborata la tierra; toma un palo y le da muchos palos a los yndios, pidiendo:
—Daca, mitayo, toma mitayo;
daca camarico, toma camarico.
No trayendo otro caudal, el más rrico tray un negro y un muchacho y
dos bestias y uno para él y el otro para su almofres. Y tray un bestido de
camino, otro de ciudad; gasta y come cada el día doze pesos a costa de los
yndios. Y dize que es cauallero, apo, dotor, lesenciado y sale cin pagar en
cada tanbo y pueblo de yndios.
tampu 1. Aún más, en tiempos incaicos, los Tampu eran un grupo de Incas
por privilegio, de un rango mayor que los demás, asimilados a los Incas
Reales por su práctica de perforar las orejas y usar orejeras 2. Este vínculo
entre el término para un lugar de origen y su aplicación al extenso sistema de
sendas y bastimentos no parece haber sido explicado satisfactoriamente hasta
ahora. Nos permitimos sugerir que tenía que ver con el nexo de significados
que giran en torno suyo a otra serie de envolturas concéntricas y las sendas
entre las mismas.
El simbolismo inmediato de los tambos modernos, que se manifiesta en las
canciones, se relaciona con un sistema extenso de corrales que se perciben
como epicentros traslapados de provisiones en abono y pastizales, todos en
movimiento constante para abastecer a cada rincón remoto del estado. De
modo que, al hablar en sentido general, las canciones del tambo son otro género
que trata de la provisión de envolturas de abono con la intención de crear la
riqueza del ayllu. No obstante, en las canciones, hallaremos otras formas de
envolturas concéntricas, de nódulos pétreos y cuencas de agua, cada una con
sus respectivas deidades y traslapes de sexo.
Vimos en el capítulo anterior, que las envolturas de abono prestan la capa
más exterior de la substancia femenina, formando “placentas” nutritivas
en torno a las cosas que crecen incubadas en la tierra. En este capítulo, las
canciones enfocan la bosta de la mula. Como bestia de tiro, la mula lleva una
faja de cincha, como una costura generativa de riqueza, una wak’a en el sentido
más amplio, con abundancia de abono poderoso. Una de las intenciones de
las cantantes es la de participar, mediante su vocalización, en la creación y
provisión de estas poderosas envolturas de abono, y los versos remedan, un
poco vulgarmente, el sonido de las “bostas grandes” que se expulsan y caen en
tierra, con un baque sonoro donde eventualmente florecen. De este modo, las
mujeres dirigen sus voces a “envolver las semillas de alimentos con envolturas
de bosta” para que florezcan.
1
Las varias glosas de tampu (o tanpu), que ofrecen los diferentes cronistas son “casa” (Cieza
1967 [1553]: 14-25, Sarmiento 1942 [1572]: 49), “aposentos” (Cieza ibíd.), “venta or dormida”
(Garcilaso 1973 [1590-1617], Pt. I), y “palacio” (Cabello Balboa 1951 [1586]: 260-64 y Cieza
ibíd.). En el contexto de Pacaritampu, la cuna del Inka, otros dan “principio” (Santillán 1968
[1563-4]: 103-4), “posada” (Sarmiento 1942 [1572], ibíd.), “casa de producimiento” (Cieza
ibíd.), “cueva” (Santo Tomás 1951 [1560]: 128-9), “sótano profundo” (Salinas y Córdova
1957: 15), y “canterías” (Pachacuti Yamqui 1993 [c. 1613]), donde la “ventana de piedra”
por la cual emergieron las incas se describe como la “boca o respiradero de la dicha cueva”
(Cobo 1956 [1653] T II: 62). Los diccionarios modernos aun dan “posada en el camino”
(Lara 1978: 234), “casa y corral para alojamiento de viajeros...” (Muñoz Reyes 1982: 352) y
“lechería”. Es muy posible que esta gama semántica sea derivada de la raíz tami, quechua
por “placenta”, como la posada por excelencia. Para un resumen de los mitos de origen de
los inkas véase Urbano (1981), Zuidema (1990: 7 y sig.), Urton (1990), etc.
2
Sobre el término “tambo” véase también Zuidema (1995 [1964]). Sobre el grupo Tampu
véase Zuidema (1990a: 13).
440 Río de Vellón, Río de Canto
La enorme escala y fuerza bruta con la que los animales grandes producen
tal abundancia de riqueza desde su interior, los vinculan a la vez con el
mundo interior, con las entrañas de las minas, y con el dominio de los dioses
cornúpetos: el Tiyu y la Tiya. Las mulas, en particular, son adscritas a un
inframundo acuoso llamado chinku. Este mundo interior, cálido y productivo,
con sus envolturas de abono fertilizante, sugiere otros significados de tampu.
En el Capítulo 5, vimos que las prácticas contemporáneas de parto aún
recuerdan el nacimiento del Inka de una cueva-horno, llena de provisiones
que portaba su llama acompañante. Nos parece que esta interfase placental,
rica en sangre, de venas subterráneas de riqueza, donde el abono-sangre
alimenta y provee a las nuevas guaguas creciendo allí, forma el corazón de
las ideas del tampu que se nutren en las canciones de las mujeres 3.
Varios estudiosos han demostrado que el “alimentar”, como parte de un
complejo de festejar y dar de beber, fue una expresión importante de la
jerarquía política en los Andes prehispanos 4. Gose incluso ha propuesto que
el Estado incaico tenía una identidad eminentemente femenina, al emular
la posición de las mujeres en el hogar como propietarias y preparadoras de
comida y bebida, y al femenizar sus diversas categorías de servidoras en
todas las comunidades dentro de sus fronteras (Gose 1997). La metáfora
predominante en toda la extensión de las canciones es del tambo como “una
casa de fuego”, un inmenso horno donde todo está en hervor. Es muy posible
que esta comparación tenga que ver con el rol de los tambos locales como
parte constituyente de una construcción imperial, centrado en el Cusco,
de sendas de inmensos alcances que irradiaban de este centro solar 5. No
obstante, es también plausible que el aspecto materno de cocinar en los
hornos del tambo ayudaba a incorporar tales comunidades periféricas, como
Qaqachaka, en partes componentes (y de género femenino) de esta vasta
jerarquía de servicio 6.
Memorias personales del tambo
3
Para una perspectiva mesoamericana comparativa, véase Monaghan (1994: 95) sobre las
nociones Mixtecas de los lazos “umbilicales” entre los poblados progenitores y sus colonias.
4
Sobre el complejo de festejar y dar de beber y la jerarquía andina, véase por ejemplo
Abercrombie (1986), Zuidema (1989), Morris y Thompson (1991: 90), y Cummins (1990).
5
Sobre el sistema de ceques centrado en el Cusco, véase por ejemplo Zuidema (1995 [1964]).
6
Este aspecto del significado del tampu es evidente en la glosa de Bertonio por tambo como
corpa uta, literalmente “casa de hospitalidad”. Corpa (qurpa) es una comida compartida
(Bertonio 1984 [1612]: 441 Pte. I).
Capítulo 11
441
7
Los postillones del ayllu eran reconocidos como correos de asuntos judiciales desde 1829.
Estaban libres del pago de tasa por su período de prestación. Las postas y los postillones
fueron legalmente abolidos en 1905 (Godoy 1983: 85-86).
442 Río de Vellón, Río de Canto
Yo me he sacado toda una arroba de plata, vendiendo, así era pues. Mi marido
hacia media arroba y yo media arroba, así. Y así me he traído. Ese plata ya ha
perdido, pero eran grandes en aquel entonces, ¿habían no, antes? Eran despeinados
(ch’askha). Yo sé agarrar esos, sé agarrar “plata envuelta” (k’iru qullqi). Así me he
traído. Y el hombre una arroba también. ¡Ese era pues suerte!
8
Sobre el simbolismo femenino del lodo, véase Arnold (1992a: 53).
444 Río de Vellón, Río de Canto
Livichuco es mi tambo. Yo no fui cuando era mayor, sino como niña. Mi madre
vivió en este tambo. Solía vivir allá, diciendo: “Es el correo” y llevando cosas allá.
Uno solía tener una mula en aquellos tiempos; no había autos. Y la mula siempre
tenía que tener crías. Solían pasar día y noche, cualquier hora del día. Venían de
Chuquisaca a La Paz. Así era. Luego tuvimos que alimentarles con agua caliente
para té o café: los q’aras y mozos solían llegar allá, para tomar té.
Tenían que viajar rápido, yendo de tambo a tambo; eso que se solía llamar
una “legua”. Cuando yo era una joven, todavía venían, pero entonces cuando tuve
mi marido, ya había autos en los caminos... hasta que yo subí al tambo, no conocía
pan blanco o platanos. Siempre he comido pan de trigo más antes...
Pero no nos molestaron. Los q’aras solían pasar nomás por el tambo. Nunca
entraron a las estancias. No sabía dónde estaba Chukiyawu tampoco. Ahora yo sé
que es La Paz. Ahora es todo diferente...
Nunca faltaba una mula allí, ni en el postillón. Solían llevarlo a cualquier
otro tambo por la ruta y luego devolverlo aquí...
Doña Lucía también recordó la vida ritual del tambo, sobre todo los ritos
a la santa patrona del tambo: Santa Moniquita, cuyo nombre recurre en
muchas canciones del tambo. Recalcó la naturaleza didáctica de estos ritos:
Santa Moniquita, su Señora Abogada está ahí. Ella es una estatua grande,
moldeada de estuco. Hay una pequeña piedra afuera. Los postillones solían ir allá
una vez al año. Ellos carneaban una oveja, y recibían su sangre, y luego lo ofrecían
a cada lugar allá, los nuevos postillones quienes entraron y aquéllos que salieron.
Capítulo 11
445
Aquél que entró no sabía nada, pues el otro le enseño las libaciones, guiándolo.
Luego derramaban la misma sangre donde las mulas dormían, donde están las
cosas para el correo. Ahora por supuesto todo está perdido. Y en vez de esto, tienen
que atender aquí, en la escuela del pueblo principal.
Solían hacer brindis allá, a la casa como la “Madre Nido” y para todo lo que se
depositaba allá. Solían tomar para la Iskina y para todo que estaba afuera, y
luego tomaron para todo que estaba dentro, de otra manera, para la Iskina del
Nido, y así sucesivamente. Luego, para las velas que arden (lo llamaron el “Fuego
Pequeño”) y luego para el Cerro Guardián. Y luego tomaron para el fogón, para
la plataforma (parecida a un regazo) donde se separaba la ceniza, para las llamas
del fuego que se quemaba allí (llamándolas “la con pollera carmesí”), luego para
sus tres “ojos” (es decir los tres “ojos” del fogón de barro), luego para las ollas de
la cocina, para los platos, para las cucharas y para todo lo demás que había allá,
tal como las tasas y la leña...
Ay, ¡los postillones solían hacer tanto brindis para el fogón! Luego lo hacían
para la caldera. Había una habitación especial, llamada sala, y solían tomar
adentro. Luego tomaron para el despacho del correo. Hasta solían colocar una
ofrenda de q’uwa para el fogón, y más la coca. He visto todo esto, aunque nunca
hacía yo misma; mi madre solía hacerlo.
Y luego tomaron para los colores de la mula. Había una casa especial para
la mula, en la época de lluvia. Luego había el depósito de cebada, con que se le
alimentaba. Y la mula solía usar una “silla de montar”. La sala era otra habitación;
todo el tambo estaba rodeado con habitaciones.
En cambio, los brindis de doña María Ayca Llanque comienzan con las calzas
doradas de la mula y terminan con ella misma, como la “hija del fuego”, en
el propio centro de las cosas:
Suy wiñay niña, karaju ¡Soy la eterna hija del fuego, carajo!
Niñakisktwa, Soy aún la niña del fuego
Suy Turu Mayku, karaju, Soy Turu Mallku, carajo,
Suy Niña Mariya, Jujchu T’alla... Soy Niña María, Jujchu T’alla...
446 Río de Vellón, Río de Canto
Doña Lucía relató que había aprendido las canciones del tambo en el contexto
de todas las otras actividades lucrativas:
¡Es ahí donde yo he aprendido Sikita sikay, la canción a la mula! Ahora todo está
olvidado. Ahora el edificio del tambo en Livichuco es nada más que una escuela.
Pero solían estar seis postillones y dos cocineras cada año. Cada año había seis
personas trabajando en el tambo sin fallar. Después ellos seguían con el servicio
de postillón, pero sólo por un mes a la vez.
Ahora tienen que trabajar para la escuela, para todo el año también. Y ahora
los postillones ya no cantan más. ¡¿O quizás canten la zoncera de canciones que
enseñan a los niños en la escuela?!
Pero antes había tanta— actividad. Era llamada la “Casa del Fuego”, porque
tanta gente venía e iba, tropas enteras de gente. Solían recibir cualquier q’ara que
venía. El q’ara, a la vez, solía sacar de su bolsillo sumas de dinero, montones de
billetes. Y el fuego nunca se apagaba. Tuvimos que llevar allá tanta leña también.
Ahora, por supuesto, tienen lámpara de kerosén...
Doña María también recuerda que, de niña, solía recoger leña para el fogón
y servir la comida, a veces gratuitamente, ya que los viajeros en su mayoría
no tenían dinero. Igual que doña Lucía, recuerda los montones de monedas
antiguas, llamadas “pesos” y “tomín” (tumina), que los miembros del ayllu
veían cambiar de manos. Para doña María, era la posibilidad de traer suerte en
riquezas a una pareja de recién casados que les daba el incentivo para cantar,
y esto, a su vez, daba a sus estrofas un punto común de convergencia, en torno
a la suerte, el dinero y la riqueza. Como un ejemplo, nos cantó lo siguiente:
1 Tamput tampuru juthan si, Inkay De tambo en tambo vendrá, dice, Inkay
2 Liwajit liwajiru juthan si, Inkay De legua en legua vendrá, dice, Inkay
3 Tata Kura Kura kayut, Inkay El Tata Cura a pie, Inkay
4 Apuray justuy uchasjant, Inkay... Apura, vestite, Inkay...
En una dirección, la gente recordaba toda la ruta del tambo, con sus
múltiples lugares de descanso (samaña) desde Qaqachaka a La Paz. En la
otra dirección van y vienen entre Qaqachaka y Sucre (con su antiguo nombre
colonial de La Plata), pasando por topónimos asociados con los centros
mineros, tal como Mulli K’uch Anachu (Corral del Rincón de Molle) y Qantuy
9
Sobre las “sendas de memoria” andinas véase Abercrombie (1986, Cap. 4, y 1989) y Arnold
(1992a: 36-40).
10
Véase también Arnold (1992a: 79) sobre la llegada del Inka al tambo.
448 Río de Vellón, Río de Canto
11
El “Tambo del Señor de la Mar” se llama en aymara Lamar mayku Tampuriru.
Capítulo 11
449
Otra canción del tambo, cantada por doña María Ayca Llanque,
tenía el nombre más común de “Canción a la Mula” (Mula kirki) o “Canción
a la Mula Grande” (Jach’a mula kirki). Seguramente se le da este nombre
porque, si bien la canción comienza en la misma forma, sin embargo la última
estrofa menciona la actividad intensa de las mulas en sus viajes, y su destino
frecuente en las casas citadinas, que otrora eran propiedad de las mujeres de
450 Río de Vellón, Río de Canto
Otra variante por doña María, cantada en diciembre de 1993, incluye
al Cerro Guardián de las mulas: el Cerro Pillarasi, con sus illas de suerte
parecidas a las mulas:
Capítulo 11
451
Doña María tiene otra variante de la canción del tambo, que ella llama la
“Canción de los Postillones”: Pustillun Kirki. La diferencia es ligera pero
significante, pues juega sobre la integración de los corrales del tambo local
de Qaqachaka a las envolturas concéntricas del corral del estado mucho más
extendidas. (Vimos que el estado incaico era percibido como un enorme corral
de piedra). En esta canción, la imagen de Qaqachaka en su totalidad, como
un enjambre en vuelo en su eterna búsqueda por riquezas, está encarnada
en su santo patrono, Tata Wila Kurusa, el Padre Oro incaico del verso 6, todo
envuelto en su bulto tejido.
Además de Tata Wila Kurusa, se nombra a Santa Mónica, con su epíteto
de Señora del Cerro Rojo, juntamente con sus acompañantes femeninas que
traen riquezas: el Sapo de la Riqueza de color morcilla, doña Ascencia y doña
Juanita. Otro santo masculino, San Felipe, se introduce posteriormente, en
los comentarios finales de doña María.
3 Santa Munikita, Pursil Jamp'atu Santa Moniquita, Sapo de riqueza de color morcilla,
4 Tuña Asinsita, Tuña Juwanita, Doña Ascencita, doña Juanita,
Ay ay ay ay ay Yendo por tus sendas
7 Putru chinku chinku riyatra 12 Potro de los pantanos, que guía la tropa
8 Yiwuy riyatra... Yegua que guía la tropa...
12
Putru (“potro”); potra es la hembra. Riyatra es probablemente un préstamo de “reata”.
Según se dice, el mismo término se puede aplicar al animal delantero, que se convierte así
a un término equivalente a la Imilla Puntera y llamo Delantero entre las llamas.
452 Río de Vellón, Río de Canto
Igual que en las canciones a las llamas, esta Canción a las Mulas por
doña María tiene la misma idea musical de abertura que se desarrolla hasta
convertirse en los motivos (a) y (b) de las coplas. Pero aquí el refrán de vocablos
tiene notas que son característicamente “glissando”, como si imitara el sonido de
los cuernos del tambo; sospechamos que la insistente repetición de los mismos
intervalos pareados en el resto de la canción, también deriva de este sonido.
En la letra, el verso inicial, Machituy machanï, se halla en todas las
variantes de la Canción a la Mula. Machituy machanï es un juego fonético y
semántico, sobre varios términos. En su forma más básica, machu (de “macho”),
el mulo, se contrasta con macha, la “hembra”. Luego, en un atado mayor
de relaciones semánticas, el castellano “macho”, en su noción de hombría
exagerada, está contrapuesta con el verbo andino machaña: “emborracharse”.
Al mismo tiempo, el término macha abarca el hecho de que las mulas que
arrastraban la diligencia del correo llegaban a Qaqachaka de la última
posada en Macha (el pueblo y ayllu del mismo nombre) y que el tambo local de
Livichuco (al tener esto en cuenta) anteriormente se llamaba “tambo Macha”.
Capítulo 11
453
Pero en otras modalidades, el verso juega hacia arriba y fuera, para constituir
un atado de relaciones mucho más amplias que tiene que ver con la ingestión
de agua y la borrachera. El vínculo merográfico es que la Tierra-mula roja,
igual que la Llama Celestial negra, se toma todas las aguas terrenales.
Es inevitable que haya un alto nivel de préstamos en las canciones a los
animales del Viejo mundo, introducidos a los Andes por los españoles, tal
como yiwa, de “yegua” en el verso 8 de la versión anterior. Otro, en el verso
7 es putru, de “potro”, para la mula, pero más interesante es la forma en que
esta importación castellana se yuxtapone inmediatamente con un término
andino chinku, los lugares acuáticos asociados con las “flores grandes”: mula
y vaca. Chinku, como epíteto andino para el burro, alude a los pantanos que
frecuenta y los pastizales húmedos donde pace, que usualmente en Qaqachaka
son una variedad de alfalfa. “Potro de los pantanos” encarna el poder del agua
y de las aberturas acuáticas entre mundos.
Los comentarios finales de doña María repiten el término chinku, pero esta
vez prefigurado por el nombre de San Ildefonso, “el amante de los caballos”. Ella
nombra también al Lago de San Ildefonso, San Iltiphuns quta, otra alusión a
los orígenes acuáticos (si bien europeos) de la mula 13. Según doña María, este
lago se halla en todo lugar donde hayan mulas y, además, es su Cerro Guardián
y espíritu de aliento, que se debe recordar en los brindis. Luego, ella integra
este término, curiosamente mezclado, en un contexto cosmológico mucho más
andino, al contraponer al Lago de San Ildefonso con chinku lamara, como si
el mundo interior del chinku (como toda agua), ulteriormente llegara de, y
se volviera a, “la mar” de azul oscuro (lamara). No sólo se refiere al océano
occidental, sino a “la mar” oscura de los lagos negros de la Llama Celestial en
la Vía Láctea. Una vez más, un animal introducido del Viejo mundo, en este
caso la mula, sustituye al camélido nativo.
Doña María cantó otra versión de esta canción en 1989. Igual que su
variante de arriba, el refrán que sigue a la primera estrofa, al repetir los
vocablos U yu yu yu yuy, alude a los muchos corrales ubicados a lo largo de
la ruta del tambo. En este caso, uyu es un “corral cercado”. En la segunda
estrofa, el refrán cambia a Ay ay ay ay ay, que glosamos lo mismo que en las
canciones a la llama como “yendo por tus sendas” por el significado de wiyay,
el préstamo de “vía”. Luego, la tercera estrofa termina con una combinación
de los dos refranes previos: Jay u yu yu yu yuy. Jaya significa “lejos, distante”,
de modo que el verso puede ser glosado como “a todos los corrales distantes”.
Aquí los varios corrales del tambo de Qaqachaka son incorporados en el canto
dentro del complejo mayor de los corrales del estado, y arraigados allí por el
sonido retumbante de los cuernos del tambo.
13
Es probablemente la relación semántica entre lagos, espejos y monedas que hace que este
topónimo sea tan poderosamente relacionado con las mulas. Para perspectivas compara-
tivas, véase Harris (1987a: 267) y Tschopik (1951: 244), quien señala que los aymaras de
Chucuito usaban monedas de plata para representar al Lago Titicaca.
454 Río de Vellón, Río de Canto
1 Wila Qull Siñura, Pursil Jamp'atu Señora Cerro Rojo, Sapo de Riqueza de color morcilla,
2 Tuña Asinsita, Tuña Juwanita, Doña Ascencita, doña Juanita,
u yu yu yu yuy... de todos los corrales...
Lo que más tipifica esta versión como una parte del género del tambo son
las estrofas alternantes que evocan, por la onomatopeya, el poder del aliento
y abono. El sonido Phurx en el verso 5 puede referirse a la manera que tiene
la mula de exhalar el aliento cuando está cansada y resopla para tomar más
aire energizante, pero es también un juego sobre el porrazo de sus plastas
al caer al suelo, y de sus herraduras que se desprenden de vez en cuando.
El verso 10 relaciona el mismo sonido a “platos abandonados”. Doña María
nos explicó que la mula anda haciendo el ruido K’up k’up k’up k’up con sus
herraduras, y cómo, cuando pierde una herradura, la gente comenta que se
desprendió “su plato de comida”. En un doble entender sobrepuesto, el plato
de comida abandonado es también ambiguamente su plasta que quedó allí,
símbolos pareados de la suerte.
Doña María insistió que su gran familiaridad con las canciones deriva
del hecho de que sirvió dos veces como “postillón del tambo” en el pasado.
Nos revela esta familiaridad al final de la siguiente canción, al enumerar los
brindis y las recitaciones para las riquezas que deben acompañarla
“Diciendo así, se debe tomar”, agregó,
y luego siguió con su canto...
Capítulo 11
455
12 Llamp'u sulis ma qullqiqa, Willarr Pantu, Riqueza en metales suaves y soles, Villarroel y Pando,
13 Layra williti qullqichu sulis Pantu... Riqueza en billetes antiguos, los soles de Pando...
14
Qantupata, la Cima de Cantuta, era un barrio en la parte nor-este del Cusco incaico.
Capítulo 11
457
Una de las características que identifica este último grupo de canciones del
tambo es el uso de los “nombres de cariño” para los animales. Así se llama al
burro sika, o por su forma duplicada, sika sika. O, a veces, se distingue entre el
burro y la mula, llamando al burro “Sika pequeña” (Jisk’a sika), y a la mula “Sika
grande” (Jach’a sika). De modo similar, los nombres de cariño para el caballo a
veces son comparables con los nombres para la mula, pero en otras versiones son
muy distintos. Es de notar que en las canciones al caballo por lo general no se le
llama sika; no son acémilas tan fuertes, y su salud es más delicada que la de la
mula, más robusta y afortunada.
Puesto que el otro epíteto más común para el burro es “Patas de Piedra” (Qala
kayuni), es muy probable que el término sika también aluda a su paso constante.
Aun así, el significado preciso de sikita, o sika sika, es algo vago aun para la
gente de Qaqachaka. Típicamente, doña María comentó sobre su antigüedad y el
hecho de que ella siempre había oído que a la mula se le llama con este nombre,
aunque no sabía nada más acerca de su sentido.
El término sika tiene otros significados en aymara. Sika es “barriga” y el burro
es típicamente “barrigón”. Sikha (con aspiración) derivado del verbo sikhaña,
describe la acción de jalar algo, tal como hacen el burro y la mula como bestias
de tiro. (Quizás tenga relación con el castellano “sirga”: una soga que sirve para
jalar). Luego, en otro nivel, sika sika es una clase de látigo para controlar caballos.
Otro término relacionado, sikhsuña, es el verbo para “sacar un animal de su
corral, jalándolo por una jáquima”, otra indicación de la forma en que se puede
persuadir a un burro o una mula a que salga de su corral para hacer su parte
del trabajo pesado. Sikt’aña, por otra parte, significa “dar un sorbo de líquido”.
Pero otra gama de significados del término sika tiene que ver con el color de
los animales y, aún más importante, su parecido a ciertas aves. Es así que sika
sika describe el color parduzco natural más común de un burro o una mula en
Qaqachaka, aunque puede denotar también un colorido rodado (con manchas
más oscuras sobre el fondo pardo). Según la gente del lugar, tal animal es
predominantemente parduzco, pero con una tira blanca sobre las ancas. En los
valles de Aymaya, sika sika alude, del mismo modo, a un burro o mula pardo,
pero con otros rasgos que lo hacen más parecido a un ave, por ejemplo, de barriga
y lomo blanco, pero con una tira de otro color a lo largo de uno u otro flanco; la
raíz en este caso es sikhara.
Por tanto, el significado de sika sikay está entre sonido y color. El refrán
de la canción, Sikita sikay, describe onomatopéyicamente el ruido que hace el
animal de cabalgadura cuando sus “zapatos de piedra” rozan con las piedras
del camino (equivalente al “Potocón potocón” en el castellano andino). El
sonido interminable de las herraduras contra las piedras resuena a todo lo
largo de la canción a la mula. En nuestra glosa del refrán, jugamos entre el
sonido del animal, la “sirga” que jala, y “sirga” como un color deseado.
Capítulo 11
459
El refrán, que se cierne entre sonido, color y soga, señala la senda de la mula. Nos
lleva a otras referencias en las canciones, por ejemplo a las herraduras de suerte
que se pierden en el camino, donde son comparadas a platos abandonados de
comida. Además la senda de sonido y color que despliega la mula en su constante
viajar se torna aún más vívida en otra canción a las mulas cantada por doña
María, que transcribimos abajo. Aquí la senda se canta como Tirinsa iqarpayma.
Tirinsa es préstamo de “trenza”, e iqa una medida andina de aproximadamente
dos varas o dos brazadas, igual que el largo de la mula. Según doña María, tirinsa
es el nombre de la senda de la mula, que suena P’uq p’uq p’uq al viajar. (Por
supuesto, “trenzar” en castellano es el paso que da la mula piafando).
El verso inicial trata del mismo tema, pero más enigmáticamente, puesto que
paltaña es el verbo “sobrecargar” o “poner un bulto pequeño sobre otro”, así como
anda la mula en su senda: “carga sobre carga”.
2 Alkuliru Alcoholero,
Sika sika Sirga sirga
3 «PHURUX» sanmay Haga: “PURUX”
4 Mulita Mulitay Mulita Mulita
Sika sika... Sirga sirga...
parduzco oscuro, con una tira más clara en el flanco, igual que el pájaro. O
un nombre alternativo para esta variedad es Wirinkila (“Berenguela”), un
juego de palabras entre un amuleto pétreo, una jáquima y una fruta roja de
los valles 15.
Otros colores de la mula que no se refieren directamente a los colores de
aves se pronuncian en las libaciones, aunque son menos frecuentes en las
canciones. Uno es sencillamente “negro” (ch’iyära), o el “negro fúnebre” que
no tiene ningún rasgo de blanco, mujinu (quizás un juego entre el castellano
“mohíno”, para el híbrido entre un garañón y una burra, y “mohíno”, “triste”
o “disgustado”). Otro es asuliju (de “azulejo”) que se usa para las mulas que
tienen pollera o calzón de este color, igual que los guanacos silvestres. Tal
como con los camélidos, se tiende a nombrar a los machos con términos que
tienen menos relación con el color. Es así que a los machos mayores se los
llaman Machitu, y a los potrancos “Machiquito patituerto” (Kurus Muqu
Machikitu), por ser zanquilargos y con rodillas nudosas.
Cuando le preguntamos al respecto, doña María admitió que ignoraba
los factores del engendramiento de las mulas. Sólo dijo como un hecho que
toda su vida había visto mulas en Qaqachaka. Su desconocimiento acerca de
la crianza de las mulas parte del hecho de que ni mulas ni burros se crían
en Qaqachaka, sino son comprados en la feria de équidos en Wari en julio
(una semana después de la fiesta), que sirve como la rama local de la red de
compra y venta de mulas que se extiende hasta la Argentina. En la práctica, el
garañón cruza con una burra, o el asno con la yegua. No obstante, doña María
sabía que las yeguas pueden parir mulas, y que tanto el macho (machu) como
las hembras (mula), que resultan del cruce, son estériles. Según su propio
saber, el cruce ocurre en el lugar acuático llamado lamara, “de donde surgen
los caballos y las mulas y donde siempre frecuentan”, y por esto la gente de
Qaqachaka los recuerda en sus brindis con las palabras Putru chink lamara:
“Potro del pantano de la mar” en su honor. Pero doña María se valió de esta
oportunidad para reiterar la estrecha relación entre las mulas y la cebada,
notando que la mula es estéril y por analogía la mujer infértil es ridiculizada
con la expresión “¡Dale cebada de comer!” 16.
Una canción a la mula se incluyó en el ciclo de canciones de suerte para
los animales grandes, que se cantó en el último día de la fiesta de Todos
Santos, por la otra doña María, esposa de don Alberto Choque. Comenzó su
actuación con una canción a la mula hembra, como Sikita sikay, poniendo un
prefacio con un reconocimiento a la presencia de su marido y, en el contexto
de Todos Santos, de los ancestros de su familia, comenzando con su madre
y luego su padre.
15
La “berenguela”, como sulfato de calcio, es la piedra de la que a menudo se hacen amuletos.
16
En aymara: «Siwar liwam».
Capítulo 11
461
10 Juma unra lak'ut alaxt'iri, Mamalay Tú eres la que compra “pelo de honor”, Mamalay
11 Sikitiy sikitay, Mamalay Sirgita sirgita, Mamalay
12 Wilay jamach'i, Mamalay Ave colorada, Mamalay
13 «PHURUX» sanmay, Mamalay Haga: “PURUX”, Mamalay
17
En Qaqachaka, el verbo japtaña significa “ir” y equivale a sartaña en La Paz.
462 Río de Vellón, Río de Canto
18
Esto difiere de la onomatopeya en inglés “Clippety-clop,” con su métrica coriámbica —óooó—,
aunque ambos ritmos captan algo del paso urgente de la mula.
19
Agradecemos a Alison Spedding, ex-propietaria de una mula, por estas observaciones.
464 Río de Vellón, Río de Canto
Doña María también define la comunidad según varios términos que evocan
envolturas concéntricas, por ejemplo el verso 17 alude a toda la comunidad
como “Esquina grande” (Jach’a iskina), un término ritual que contrasta con
cada altar doméstico como “Esquinita”, o simplemente “Esquina” (Iskina).
Después de su canción, doña María se detuvo para ofrecer algunas
libaciones apropiadas a la fiesta de Todos Santos: para la “Madre Comuna”
(Kumuna Tayka), el nombre de brindis para las tierras comunales del ayllu,
luego para la Tierra Virgen (con su nombre de brindis de Timpun marani: “su
período sangriento y fértil del año”), y finalmente para las varias “bendiciones”,
el nombre de brindis para los productos alimenticios que crecen de la tierra,
“Ya que comemos de allí”. Nombra a los jefes del ayllu (jilanqu), y su obligación
de pedir las lluvias en esta temporada del año, cuando se acaba la siembra
y se espera con ansiedad a las lluvias. Luego apela a que lleguen las lluvias
y que llenen las aguadas por todo el ayllu, de modo que haya una cosecha
abundante:
Canción al Burro
La versión de la Canción al Burro, Sika sik Kirki, por doña Lucía, nos recuerda
las obligaciones de trabajo tanto del burro como de la mula en sus tareas
como trabajadores. El verso 8 menciona el “mantenimiento” (mantimintu):
los alimentos que nos sostienen, y que “nunca nos falta”, debido a los viajes
Capítulo 11
465
6 Mantinmintuka El mantenimiento
kurintisjiwa, nunca falta,
7 Mantinmintuka El mantenimiento
uchatasjiw está habiendo...
wäy... yendo en tu vía,,,
8 Tatala, Tatala,
9 Janiw wañayatakiti, No se va a secar
10 «PHURURUX» sakmay, Diga: “PURURUX”
11 ...«CHAK» sakmay, Haga porrazo
wayayayay... yendo por tu vía...
La melodía de la canción de doña Lucía se parece a la de doña Bernaldita,
que incluyó una canción al burro en un ciclo de canciones de la ceremonia
del marcado. La versión de doña Bernaldita que sigue es una canción para
marcar, sin embargo, alaba al rol del burro en las obligaciones más amplias
del ayllu: la de llevar riquezas de un lugar a otro a fin de pagar la deuda de
las tasas del ayllu.
Como de costumbre, la cantante relaciona el burro a los pantanos llamados
chinku, pozos rodeados de pastos lozanos, lugares fértiles pero a la vez
temibles y peligrosos, que pueden tragar enteros a los animales. Son las
aberturas acuosas entre mundos, de donde las mulas y vacas se dice que
aparecen en su hora.
466 Río de Vellón, Río de Canto
ESTROFA 1
1 Q'ala kayun Con cascos pelados
2 Saratmakay saratma ¡Qué bonita caminas!
Sikita sikay Sirgita sirga
3 Chinkut chinkuruy sariri Andariega de pantano en pantano
Sika sikitay, Mulitä Sirgita sirga, Mulita
ESTROFA 2
4 Paltaki paltay, Mulita Mulit Cargita carga, Mulita Mula
Paltasta Tú cargas doble
5 Juma kunantiy paltasta ¿Tú con qué cargaste?
6 Juchan tasanin paltasta Te has cargado con deuda y tasa
Sikita sikay, Mulita mulay... Sirgita sirga...
Canción al Caballito
Canciones de trabajo a
los animales de tiro
Los Bueyes labran la tierra y tiran de los carros; y hasta los indios, que tanto
miedo tuvieron al principio destos animales y de los Caballos, con el uso lo
han ido perdiendo y se van aficionando á ellos de manera, que en muchas
partes han dejado ya su antiguo uso de tanta prolijidad y trabajo de arar á
fuerza de brazos, y a la aran ya con Bueyes y usan carretas, instrumento
que no se conoció antes en todas las Indias, porque nunca dieron los indios
en la invención de ruedas...
Para la ceremonia de la “enseñanza del torito”, una familia que posee un torito
aún indómito invita a sus parientes consanguíneos y políticos, y compadres
a su parcela. La tarea de los hombres es adiestrar al torito para labrar la
tierra con un arado de pie, tradicional hispano. Primero, la dueña bendice a
sus animales, sahumándolos con incienso. Luego se sacrifica un cordero y se
ofrece su sangre a la Tierra Virgen y a los Cerros Guardianes. En el momento
del sacrificio, se recibe la sangre que mana del cuello en una calabaza y un
yatiri (sabio) moja frondas verdes de sauce en el líquido, esparciendo la sangre
fresca a las cuatro iskinas y a los cerros circundantes, con las ofrendas verbales
apropiadas. Los presentes siguen este acto inicial echando aguardiente al suelo
y haciendo varias vueltas más de libaciones a la Tierra Virgen, a los Cerros
Guardianes, a los labradores de yunta (lawrataki), y a los santos patronos del
arar, más importantemente a Tata San Francisco (el santo de los animales
de tiro) y a Mama Rusaryu (Mama Rosario), la santa de las nuevas semillas.
Luego los hombres deben amansar un poco al torito joven (de dos a tres
años) antes de que ése aprenda a arar en compañía del animal mayor de
yunta (un toro o buey de aproximadamente cuatro años). Uno de ellos
osadamente corta los extremos de los rabos de los dos animales y los pone
sobre una inkuña de color natural tendida en el suelo, en un altar pequeño
e improvisado al lado de los implementos de arar. El altar se deposita con
una botella de alcohol puro y hojas de coca proporcionados por los dueños de
los animales. Los rabos de los toros son resonantes de significación en esta
ceremonia. Su sentido inmediato es la domesticación parcial del torito, en
preparación para las tareas de labranza por venir. Pero las crines del rabo,
trenzadas primorosamente y con su extremo raído (igual que los “pelos de
honor” de la mula en el último capítulo), también permite que los presentes
ejerciten su hábito mental, persistente y activo, que percibe todo el ciclo en
todas y cada una de sus partes. Es así que ellos vinculan los rabos, en este
“mantenimiento” mental del ecocosmos del ayllu, con las cañuelas que pacen
los toros, y que a su vez coadyuvan a cultivar con la riqueza de su bosta.
Capítulo 12
471
Después del intento osado de restringir un poco el poder del torito, varios
hombres simultáneamente se atreven a sujetar a los toros con sogas y lazos,
forcejeando al animal (aún cerril) hasta que se logre colocar el pesado yugo
de madera sobre el testuz de ambos animales y amarrar firmemente a sus
cuernos con las correas de cuero que se llama “coyunta”. Cuando el yugo ya
está en su sitio y los toros se han acostumbrado a esto por algunos minutos, los
hombres colocan el pesado timón y mancera del arado al yugo, en preparación
para la primera labranza de la chacra en ese año.
Generalmente dejan esta tarea para un hombre mayor con experiencia en
la enseñanza de los toros, pues aún es arredrante el controlar su impaciencia
e incomodidad. No es fácil manejar el arado de pie, ya que se debe sujetar
y dirigir a los animales con las riendas (arkiya), a la vez que se maneja la
mancera con la mano. Además, la enseñanza comprende no sólo la fuerza
física de un diálogo humano con la fuerza bruta animal, sino la obligación
del enseñante es “educar” al torito. Esto exige enseñarle el lenguaje esotérico
de la labranza: ese curioso lenguaje de mandos que puntúan las canciones a
los animales de tiro.
Tras la difícil tarea de dominar el torito por primera vez, se permite a los
hombres mayores descansar y tomar, mientras varios hombres más jóvenes (e
incluso una imilla valiente), ensayan controlar el resto del arado. Hay mucha
risa mientras los presentes, ya alegres con abundancia de bebida, observan
la lucha que va de aquí para allá con la yunta. Para entonces, la parcela
generalmente ya está llena de niños y adolescentes que ríen de buena gana.
Las gallinas corren detrás del gentío, picoteando las lombrices de la tierra
recién surcada. Cuando toda la parcela ha sido finalmente arada, comienza
la fiesta a fondo, y quienes han ayudado en alguna forma son invitados a
comer la carne del animal sacrificado, acompañado de raudales de alcohol.
Cuando ya están suficientemente ebrias, las mujeres comienzan a cantar las
Canciones a los Animales de Tiro.
En abril de 1989, grabamos una canción a la yunta durante una noche que
compartimos con la familia Choque. Doña Asunta Arias Tarque fue la cantante
principal, con el acompañamiento de varios miembros de su familia: su esposo
don Pedro Choque Ayca, su cuñada adolescente Teodora, y sus hijos Flora y
Humberto. Como de costumbre en ese entorno un poco simulado, los miembros
de la familia Choque se desempeñaron como actores y cantantes, haciendo
comentarios, pronunciando refranes y silbando de rato en rato, tal como lo
harían durante un verdadero evento de la educación de toros y el siguiente
arado. Entusiasmados con tragos de alcohol de 40 grados, repiten los brindis
iniciales de doña Asunta en versos espondaicos paralelos, que se incorporan
después a las canciones.
472 Río de Vellón, Río de Canto
Las libaciones (transcritas abajo) abren con el epíteto más común para
los animales labradores: lawra, el nombre cariñoso para los toros y bueyes,
que parece derivar del castellano “labrar”, en el sentido de arar la tierra. Se
ofrece un segundo brindis para que medren y otro “para Marta”. Podemos
sospechar que este último brindis va para la vaca más grande presente, pero
el nombre tiene otros sobretonos. Sí, alude, en un sentido general, a la vaca
más fecunda de toda la manada. Pero, el significado más directo de “Marta”
nos dirige al nombre de una mina local, ubicada cerca al pueblo principal de
Qaqachaka.
Estas dos facetas de Marta están interrelacionadas, pues se piensa que
(igual que la Qhuya de las camélidas) la barriga de la vaca más fértil da a
luz a su progenie como las riquezas de una mina. Por tanto, este brindis nos
introduce a una dimensión importante de las canciones: son dirigidas a las
“flores grandes” del ayllu como productoras de riquezas.
En otra vuelta, la joven Teodora recuerda a su cuñada el color que le
gustaría tener en la manada, al iniciar un brindis que nombra al ave acuática
asociada con las yuntas: qiñwachu, la gaviota andina, de cabeza negra, cruzeta
blanca o gris, y pecho rojo oscuro o negro. Este berrendo agudo en colores (que
se llama allqa) es muy deseado para el ganado. Finalmente la propia doña
Asunta dirige la última vuelta de tragos con palabras del lenguaje esotérico
del arado, Kupi, lluq’i, “Derecha e izquierda”.
ESTROFA 1
1 Jumapiñay qiñwachitu, Tú de veras eres una gaviotita
Wäyaway Tatala, Vaya, vaya, Tatala,
2 Qhalt'it jurpita, Desde pasado mañana
munti pillunipin shaltant(a), andarás siempre con una guirnalda de madera
Wäyaway Lawrasitu Vaya, vaya, Labradorcito
ESTROFA 2
3 Juma umirïti, juma maq'irïchi Tú que apenas tomas, que apenas comes,
Wäyaway Tatala, Vaya, vaya, Tatala,
4 Tatala Lawrasitu, Tatala Qiñwachitu Tatala Labradorcito, Tatala Gaviotita
Wäyaway Tatala Vaya, vaya, Tatala
ESTROFA 3
5 «Riway riway» sakitantapiña, “Arriba, arriba”, me dirás nomás,
6 «Wajuy wajuy» sakitantapiña “Bajo, bajo”, me dirás nomás,
Wäyaway Tatala Vaya, vaya, Tatala
ESTROFA 4
7 «Kawkirä ququyma» sakitantapiñay, “Y tu merienda ¿dónde está pues?” siempre me dirás
«Ququy ququy» sakitanta, “¿La merienda, la merienda por favor?” me dirás
8 «Kawkiraki mirintmasti» sakitanta 1 “Y tu merienda ¿dónde está?” me dirás
Wäyaway Lawrasitu Vaya, vaya, Labradorcito
Teodora: ...¡Riway riway aysta muchu ¡Arriba, arriba, ahí está, macho,...
...riway... arriba...
...aysu aysu machu!... a eso, a eso, macho!...
1
Mirinta (“merienda”) alude a la bocada de mediodía que una familia lleva a su chacra
cuando cumplen una tarea como el arar.
474 Río de Vellón, Río de Canto
del quechua. Por supuesto, esto se debe al origen español de los animales de
tiro y el hecho de que tales yuntas son usadas más extensivamente en los
valles de habla quechua que en el altiplano. Los términos de la jerga de arar
denotan las diversas direcciones en que la yunta debe orientarse mientras
abre la tierra, de manera que son otro modo (realzado por su exotismo), de
definir y desplegar la senda del animal. Algunas direcciones, tal como “arriba”
y “abajo”, pueden ser confusas para un foráneo, puesto que se refieren a una
forma andina de describir el espacio, en que “arriba” es un movimiento hacia
la derecha y “abajo”, hacia la izquierda. Pero más específicamente, en el arar,
se refieren a la dirección de “surco arriba” o “surco abajo”. Esta jerga reitera
el diálogo entre la persona que maneja el arado y la yunta, a la que se dirigen
con la forma humana de la segunda persona: juma, “tú o Uds.”.
Los extensivos préstamos del castellano al aymara en los versos incluyen:
lawra (“labrar”), munti (“monte”), puyñta (“punta”), riway (“arriba”), wajuy
(“abajo”), machu (“macho”), muchu (“mucho”), aysta (“ahí esta”), aysu (“a
eso”), puruntu (“pronto”), asinta (“asienta”), tisu (“tieso”), tira (“tirar”),
jiramintu (“herramienta”), mirinta (“merienda”) y ashya (“hacia”). Pero,
inevitable-mente, existe un juego de vocablos adicional y hábil, en muchos
de los préstamos, como veremos luego.
1 Wata sumiru, kasturu sumiru, Tatala Sombrero de Pukuwata, sombrero de castor, Tatala
2 Tatala lumrisitu, Tatala Padre lumbrecito, Tatala
3 Tatala wara war punchituy, Tatala 2
Padre con poncho estrellado, Tatala
4 Patxaraki pis antkasmay, Tatala Cuidado que arrees con pesimismo, Tatala
5 Tatala Anris Tawayu, Tatalay 3 Padre Andrés Tamayo, Tatalay
Tatalä... Tatala—...
2
Según doña María, un poncho de estrellas tiene un color moteado (ch'ixlli).
3
El cerro Andrés Tamayo es el gran Aviador de maíz valluno.
Capítulo 12
479
Para ella, la región entera en torno al cerro Mallku Andrés Tamayo está
repleta con toda una familia de poderosas montañas y espíritus de aliento del
ganado. Pues Andrés Tamayo tiene una esposa montaña, llamada Silbadora
(Khuwiri), o doña Juana (Tuña Juwana), y su montaña-hija se llama Basilia
(Wasila). Ella, a su vez, está casada con otra montaña, llamada Pico de Cóndor
(Kuntur Nasa). Y su montaña-hijo se llama Marianito: él es feo pero tiene
mucho ganado, y por eso se le dice afectuosamente Joven Vaquero (Wakir
Yuqalla). Otro hijo se llama Tomaquito el Pastor Torcido (Wist’u Tumakitu
Awatiri), por el hecho de que está “pasteando a dos terneros pequeños”; y se
le considera el espíritu de aliento del ganado. Los nombres de estas diversas
montañas aparecen en las canciones a los toros, tal como aparece doña Juanita
en las canciones a las mulas.
Otro lugar acuático importante, Istakana, invocado en el verso 10, está
ubicado hacia Jach’a Uma (Aguas en Cantidad), en la ruta a los valles,
donde se dice que el agua sale del suelo simultáneamente de tres lados. Es
un vado peligroso donde la gente y sus llamas deben meterse al agua hasta
el cuello; se debe descargar a las llamas pero aun así existe el riesgo de que
sean arrastradas por el agua. Al invocar en su canción el topónimo Istakana
(de “estaca” más el locativo -na), doña María puede tener la esperanza de
recurrir a sus poderes como un megalito o bramadero regional, para atar a
los animales y darles seguridad.
Una referencia más indirecta a los valles ocurre en el verso 8, en que se
dirige al toro como Quri arkay, “Flauta Dorada”. Arka es nombre del pinquillo
de tamaño intermedio (taypiri, el que sigue: arkiri), que se toca entre el
“pinquillo grande” (jach’a pinkillu) y “pinquillo pequeño” (jisk’a pinkillu).
Éstos tocan la sección principal de las melodías; los instrumentos grandes sólo
dan las notas bajas y los instrumentos pequeños, las altas. Pero la Flauta de
Oro es también el nombre de brindis para el pululu, la flauta de calabaza de
cuello largo traída de los valles, que toca el jefe del ayllu, por ejemplo en la
ceremonia de cobrar las tasas. Por tanto, este verso sirve para recordarnos
otra vez las funciones más públicas a nivel del ayllu todo, del trabajo de los
animales de labranza.
Doña María terminó su actuación con algunas libaciones típicas a su propio
ganado, que reiteran las sendas de colores desplegados en su canto. Nótese
que sus nombres comparan al ganado con sus contrapartes celestiales, como
si su cosmogonía también hubiera sido modelada con los mismos criterios
que la de los camélidos andinos.
8 Quri sapatu chuqi sapatu, Tatalay Zapato de oro, zapato de plata, Tatalay
9 (Ja)ch'a sumriruni, Tatalay De sombrero grande, Tatalay
10 (Ja)ch'a lumri, Tatalay De lumbre grande, Tatalay
14 Phista lurañay, Tatalay, Tatalay Hay que hacer fiesta, Tatalay, Tatalay
15 Awkis Taykas sirwiñataki, Tatalay Para servir a Nuestro Padre, Nuestra Madre, Tatalay
en las noches de la luna llena, se dice que ve ganado rojo pastar allí, en los
vanos entremundos.
A su vez, estos motivos dan lugar a dos diálogos diferenciados por género
en la canción: el primero entre la Tierra Virgen, grande y de color castaño,
y las yuntas de machos; y el segundo entre la misma Tierra Virgen y las
cumbres machos astados. Aun otra pareja aparece (en los versos 16 y 17), el
Padre Sol y la Madre Luna, como contrapartes celestiales de estas parejas
terrenales. Son evocados aquí con sus nombres de brindis de Nuestro Padre y
Nuestra Madre (Awksa Tayksa), y son servidos por los animales de tiro y por
las cantantes. Por tanto, la canción de doña María está poblada en toda su
extensión por versos formulaicos que trenzan las diferentes parejas: primero
la Imilla Tierra que trabaja en armonía con la yunta, luego la Imilla Tierra
con las Cumbres, y finalmente las parejas humanas en la Tierra (la gente
que trabaja con las yuntas) y los que ellos sirven ulteriormente: el Padre Sol
y la Madre Luna en el Cielo.
Es así que las canciones a los animales de tiro nos revelan la misma
conciencia histórica de una relación más antigua entre la comunidad-ayllu y el
estado, y entre la gente del ayllu y los dioses del estado. Hemos comprendido
algo de la manera con que ésta se integra en la forma musical, mediante las
repetidas referencias (o fórmulas) al trabajo, como un modo de actividad
que trae riquezas, no sólo al individuo sino (y con más importancia) a toda
la comunidad del ayllu. De este modo, el trabajo mismo se percibe como una
parte de un sistema de relaciones de intercambio mediante el cual cada animal
trabaja para sus dueños; luego ellos, a su vez, pagan sus tasas, y después la
comunidad toda proporciona su parte de una transacción recíproca hacia el
estado. Al mismo tiempo, el estado corresponde al proveer los medios para
festejar la terminación de un período de trabajo agotador, y alguna ayuda en
momentos de necesidad, cuando no hay una cosecha adecuada. Los animales
de tiro son quizás el peldaño inferior de esta red extensa de relaciones de
trabajo, pero aun así son tratados por las mujeres en las canciones con igual
respeto que cualquier otro miembro de la jerarquía.
***
Down from the green farmland and from their loved ones
Marched husbands and brothers and farmers and sons,
There’s a da da da da da... where the May pole once was
And the ladies go dancing at Whitsun...
Esta implacable asociación entre las canciones a los animales y los muertos
ancestrales en los Andes, también fue nuestro punto de partida en el presente
libro. En el primer capítulo hemos examinado el amplio género del wayñu
como una forma de canto y baile andinos, sólo para revelar que el wayñu
popular, con toda su vitalidad juvenil y retozona, en realidad concierne
a asuntos mucho más serios, incluyendo los muertos ancestrales. Vimos
que estos wayñus eran cantados para acompañar el paso de las épocas del
año, derivando su inspiración de las manifestaciones de las lluvias, con
sus espíritus del agua, las sirenas, y sus espíritus del aire, los guerreros
girantes de los muertos.
Luego comparamos ideas acerca de la forma popular de canto y baile con
las fuentes de inspiración de las canciones a los animales, como otra forma
de wayñu, más primordial y, debido a esto, dejada a cargo de las mujeres
más ancianas y sabias del ayllu. Nuestra idea inicial era que ambas formas
del wayñu trataban del mundo de los muertos ancestrales, pero de modos
diferentes. Conjeturamos que los wayñus populares vitales trataban a la
bullente interfase en las superficies de las cosas. Esto se debía a que los
espíritus de guerra iniciaban “dentro del” wayñu, constituyendo el eje central
de su inspiración y luego se convertían en sus elementos “externos”: como
los espíritus llamados axayu, percibidos como la capa más externa de las
almas que envuelve otras capas de las almas dentro de sí. Incorporados en
esta capa externa (ocupada con implementos puntiagudos), los espíritus
guerreros ancestrales guiaban el wayñu, tal como conducen a la época
lluviosa, aumentado gradualmente la intensidad de ambos, e impulsando a
los bailarines y cantantes para girar incesantemente hasta que el círculo del
baile quedaba finalmente quebrado, y el wayñu (junto con la época lluviosa),
llegaba a su fin hasta otro año. A diferencia a esta característica temporal de
decadencia y renovación del wayñu popular, comprendimos que las canciones
a los animales, como wayñus, no cambian, pues vienen del tiempo eterno.
Aquí cualquier espíritu de los muertos que pudieran inspirarlos tiene que ser
aquél que yace en los intersticios más profundos de las cosas, donde moran
las almas, tal como el alma-sombra llamada ch’iwu, bien envuelta en otras
capas externas de otras almas.
Aunque los dominios espirituales fuesen distintos, están mediados en el
pensar andino a través del tejido, si bien en formas diferentes. Se dice que
los espíritus guerreros girantes vienen cada año desde la capa intermedia de
las nubes lluviosas, sombrías y pelusinas, para aparecer en el ayllu vestidos
con ropa nueva y limpia, teñida de hermosos colores. No obstante, en el
transcurso de la época lluviosa, su tela de fino acabado, como una envoltura
externa, se torna raída por el uso y reseca por la luz intensa, para deshacerse
finalmente en trapos y andrajos. Luego, comparamos el tema de la entropía
Coda
487
extendida, se gira sobre sí, y en torno a una idea celular rítmica, mientras
se desarrolla y se extiende su contenido temático acerca de los pastizales y
la calidad de los vellones.
La antiestrofa culminante fue proporcionada por el movimiento fuera de
los pastizales en los cerros y de regreso hacia los corrales a pernoctar, todo
expresado en aymara por el verbo básico pastoril, pero aumentado esta vez
por los sufijos de retorno y de ingreso “en” los corrales. Finalmente el epodo
opuesto fue señalado con el movimiento de vuelta en los corrales, donde los
animales giran sobre sí, haciendo un círculo completo en el corral de abono
para luego dormir, expresado en esta instancia por el uso de diferentes verbos
de dormir y girar, y una terminología selecta para los corrales que reitera la
moción girante.
Observamos, como parte de los recursos prosódicos en la métrica andina,
que la senda del canto se despliega inicialmente por la acción de la Imilla
Puntera, que llega a los mejores pastos antes de las demás, y luego se atenúa
con la Imilla Postrera, que se rezaga. Estudiamos la naturaleza de las sendas
trazadas por las hembras, yendo por su camino, para revelar sus pastos y
arbustos espinosos componentes, sus cumbres y ojos de agua. Propusimos
que el nombrar los diferentes pastos en los versos era un recurso poético
que permitía a cada cantante personalizar sus canciones y sus animales de
rebaño. Pero, al mismo tiempo, ella participa en las acciones cantadas más
genéricas de estirar el vellón, nombrando su color y calidades para “envolver
a sus animales en sonido y color”. La acción más genérica de desenvolver un
mechón de vellón se convierte en un artificio mágico que le permite proveer
a sus animales con pastos adecuados que ulteriormente les provee un vellón
hermoso. Como una consecuencia de desplegar la senda de canto, vimos que
las hembras en hilera dejan tras sí una senda reluciente de “rojo” o “blanco”.
La senda que se dejaba consistía de distintos elementos según la temporada
del año, desde el polvo blanco hasta el polvo rojo, y desde granizos blancos
hasta taquias-ajíes rojos, que las cantantes nombran y expanden en sus versos.
Además, sugerimos que el artificio estructurante del ordenamiento de los
animales en hilera es un artificio metonímico mediante el cual la cantante
expresa en el canto su deseo para un rebaño completo.
Un dispositivo estructurador en las canciones a las hembras tiene que ver
con la proximidad de los seres ancestrales. Esto se manifestó en la forma en
que los cerros más altos aparecen en momentos de expresión realzada, con sus
metáforas inherentes de creación desde los ancestros encarnados en forma de
montaña. Aun la calidad errante de la Imilla Puntera en busca de arbustos
espinosos es una alusión a su similitud con las jóvenes del ayllu quienes
deben abandonar sus casas natales para ser llevadas por el viento por doce
apachetas, hacia la casa de su pareja. En este estado liminal, las hembras
jóvenes, y las palachus del ayllu, se asemejan a espíritus ancestrales en un
viaje espinoso pero que, si saben soportar los sufrimientos, les permitirá
Coda
489
arrastrar el camino, y con el sonido y color de los varios tipos de vellón. Luego,
la estrofa-mudanza de retorno se cierra con las canciones de regreso, en que
los versos están repletos de sendas cargadas de los productos alimenticios y
las riquezas del ayllu.
Propusimos que el viaje de retorno es percibido por los participantes como
un re-nacer y un retorno de la muerte, no sólo por los peligros inherentes de
los valles, sino también por la asociación histórica del delantero cargado con
la llama napa que precedía al propio Inka. Vimos que esta llama condujo
al Inka fuera de la cueva de origen con sus semillas alimenticias y que la
memoria de esta llama resuena en las prácticas contemporáneas del parto,
en que una hebra de lana de llama debe preceder el nacimiento de cualquier
guagua, en su condición de descendiente moderno del Inka ancestral en el
ayllu. Aquí, el viaje de retorno es guiado por el tilantiru (en su rol de napa)
con sus decoraciones solares que al regresar lleva cautivo el espíritu del maíz-
sol como su esposa para ser devorado en el propio dominio de él. La cualidad
mítica del viaje de retorno fue expresada en un relato acerca de la impaciencia
del macho con su Sapo-cocinera, y cómo la reemplaza con la Joven Chiguanco,
imagen del débil sol invernal.
También propusimos que los múltiples viajes terrenales de los machos a
los valles son nada más que ecos distantes de sus contrapartes celestiales,
cuando las Llamas-machos Negros Celestiales descienden al horizonte y
más allá cada año, abriendo con sus meadas celestiales una gran senda de
agua salada, a la cual siguen los pastores terrenales. Desde luego, el viaje
de retorno de las Llamas-machos Celestiales sería emprendido en el mundo
interior, bajo el horizonte: otra razón por su cualidad de sol mortecino, vuelto
de la muerte. En cualquier caso, las vueltas que determinan cada estrofa (en
su condición de apodo), son el retorno de los machos a los corrales domésticos
o a sus refugios en los cerros.
1
Penny Dransart, comunicación personal.
Coda
493
2
Igual que el kipukamayoc (en el drama quechua Apu Ollantay), tienen la facultad de
desentrañar los pensamientos de alguien y predecir el hilo de su destino (véase Brotherston
1997: 268).
494 Río de Vellón, Río de Canto
hacer esto, cada proceso despliega una versión “generativa” del propio sistema
de signos 3.
Partiendo de esta unidad estructural básica de partículas elementales,
propusimos que cada germen de una idea fuera capaz de expandir hacia
afuera, generando los atados expansivos de relaciones que se podían
desenvolver para realizar patrones de pensamiento siempre más extensivos
(véase la Fig. 15). En el pensamiento occidental, el vocabulario para la
expansiva generación de ideas y significados ha mostrado la tendencia a ser
limitado por las preocupaciones lingüísticas de nombrar el “significado” y el
“significante”, antes que examinar la propia fabricación del significado. No
obstante, el replanteo según Kristeva del concepto de sphota (como el “brotar
y reventar” a modo de una semilla), de las gramáticas antiguas de la India,
señala direcciones fértiles para la investigación futura, asimismo su replanteo
de chora como los meros inicios del pulso rítmico, el impulsor primario del
propio discurso, la matriz de la significación 4.
3
Compárese el Prólogo de Victor Turner en Munn (1973: viii).
4
Véase también los comentarios de Derrida respecto a la noción de chora y su crítica de la
interpretación de Platón (1981: 75 y 106 n. 39).
496 Río de Vellón, Río de Canto
5
La lógica del metal que corta al ser opuesto al uso normal de la ropa tejida en la vida de
una persona exige más investigación. Según Spedding (1996), el metal, como un elemento
de la tierra, es opuesto inherentemente a los muertos recientes que deben ascender “al
cielo”. Por otra parte, Atropos, la última de las Parcas griegas, no sólo desdevana la hebra
final del destino de alguién, sino desató y “cortó” la tela acabada del telar de la vida para
convertirlo en su sudario.
Coda
497
de creación enhebrante y de girar sobre un eje. Pero sobre todo, los animales
terrenales, las llamas hembras en especial, están más preocupadas con el
aspecto creativo de hacer la cultura. Proporcionan sus envolturas de vellón y
obligan a las mujeres a hilar y tejer textiles, como también les obligan a cantar.
Los animales incluso proporcionan a las tejedoras-cantantes los implementos
para hacerlo: huesos y lana, cuero para sentarse y, lo más importante,
envolturas de vellón bellamente coloridas, para inspirarles a re-envolver a los
animales con bellos sonidos. Son las llamas machos en el atuendo de guerrero
las que están más empeñadas en su contraparte destructiva, empujándolos
fuera de la cultura, al dominio de lo silvestre. (Véase la Fig. 16).
En el nivel más amplio, los espíritus guerreros y las llamas machos encarnan
la misma clase de poderes que la Parca griega Atropos, desdevanando la hebra
o tramando carmesí la batalla, mientras las cantantes mayores, y sus animales,
son más como sus dos Parcas compañeras: Lachesis y Klotho. A semejanza de
la notable escultura pétrea de Klotho por Rodín, con su viejo cuerpo envuelto
en vellón, las cantantes mayores de Qaqachaka son esencialmente hilanderas,
trabajando las envolturas de vellón para transformarlas en canto.
están preocupadas a que los animales sean bien pastados y abrevados para
poder devolver buen abono y orines sobre la tierra, haciendo que sude y
produzca más en el año venidero. Todo este circuito de retro-alimentación se
llama mantinsyuna en aymara (de “manutención”) y se considera parte del
dominio femenino de la “suerte”.
Si bien en este libro enfocamos las voces de las mujeres y el sistema femenino
del saber, no obstante indicamos que existe otra perspectiva masculina
equivalente. Por ejemplo, vimos que, tal como la Llama-hembra Celestial pare a
las mujeres y sus rebaños, asimismo existen constelaciones de Llamas-machos
que paren a hombres y animales machos, con sus propias preocupaciones de
proveer buena carne y grasa. El hecho de que sus respectivos nombres son
Mama Qhuya (como la llama hembra más fértil de todas) y Tata Kusku (como
la llama macho negro y más lanoso de todos), no parece incidental, ya que
nos lleva al corazón de la cultura incaica.
Incluso podemos preguntar, como una idea tardía, que si los mallkus y t’allas
girantes de la guerra son los hilanderos de vida y muerte, entonces, ¿quiénes son
las sirenas? Sabemos que son habitantes de agua y que, en algunas formas, son
las contrapartes acuáticas y femeninas de los espíritus guerreros del aliento,
puesto que ambos bajan de las constelaciones negras para morar en los lugares
acuáticos de los ayllus. A veces, se dice que los espíritus guerreros bajan por
medio de las sirenas (como si sólo pudieran emerger mediante su substancia
acuosa femenina), para llegar al fin a los bordes inundados de los ríos del
ayllu. Nos permitimos sugerir que se parecen un poco a las llamas hembras, o
mejor aún a las alpacas, con su pelo largo y abundante a modo de vellón, poder
sanguíneo condensado y voces resonantes, todo recibido ulteriormente de los
lagos negros celestiales. Como la Qhuya personificada, son una encarnación de
bellos vellones y plumajes, poder fertilizante y sangre potente, ¡que se nutren
de la sangre de todas las demás líneas sanguíneas incaicas! Incluso tienen su
aspecto como guerreras femeninas, y su contraparte igualmente peligrosa del
lugar: el Río Diabólico Turbulento, Saxra Q’awa, con su vellón excesivamente
pesado, donde ellas inducen a los hombres a la muerte inoportuna, sofocándolos
con la red tenaz de su canto.
7
Véase por ejemplo Derrida (1971).
Coda
501
del habla sobre poblaciones tal como la andina, en que las “prácticas textuales”
nativas andinas, como el tejer y el canto, son mucho más ricas que sus
contrapartes europeas.
En un sentido profundo, vimos que los hombres en los Andes, desde la
conquista, se han mostrado más preocupados con la escritura alfabética
y su diseminación como un auxiliar importante hacia el entendimiento
de los documentos de título a sus tierras. Por tanto, los hombres andinos
han sido más abiertos a las influencias europeas de la escritura y más
acordes con la predisposición de cualquier foráneo de otorgar prioridad a
los textos escritos sobre otras fuentes textuales. En cambio, por lo menos
hasta estos últimos cuarenta años, las mujeres se han mostrado más
preocupadas con el textil como medio por el cual ellas han expresado su
propio sistema de conocimientos. Desde la perspectiva de estos mundos
paralelos de conocimiento, organizados según el género, nos vimos
obligados a criticar los enfoques que disminuyen la importancia del
conocimiento de las mujeres y a relegarlo a un discurso subordinado al
de los hombres. También criticamos implícitamente la perspectiva que
ve en el conocimiento e inteligencia de los hombres, cuya sede está en la
cabeza, un orden más elevado que el conocimiento e inteligencia de las
mujeres, cuya sede está en el corazón.
Es evidente que se ha prestado mayor atención en los estudios andinos
al poder de las voces de los hombres, en especial cuando esto ha sido
asociado con el desenvolvimiento de los cargos políticos o religiosos. Por
ejemplo, estamos familiarizados con el poder de la retórica masculina en
las asambleas, con su poder chamánico para hablar con la voz del cóndor-
espíritu ancestral. No obstante, mostramos en este libro que el poder de
las mujeres es de un orden muy diferente, aunque comparable. Muy bien
puede ser que el “habla formal es dominado por los hombres” y que las
mujeres estén excluidas del dominio del poder público precisamente debido
a su “inhabilidad de hablar” (Harris 1980: 73, nuestra traducción). Pero
este es precisamente el propósito de su canto.
En su canto, las mujeres no sólo expresan sus poderes de persuasión
política, sino que saben incorporar y aun trazar la historia andina dentro de las
modalidades de un universo moral. Como un coro ancestral de comentaristas
sobre la vida humana, las mujeres apelan en sus versos a la cualidades
de liderazgo para el bien en común de la sociedad andina. Y, relacionado
con esto, la voz de las llamas terrenales que se oye en las canciones nos
instruye a nosotros los mortales acerca de nuestro rol dentro de los vínculos
(del todo y de las partes) entre la “ecología” como discurso (centrado como
lo está en la Llama Negra Celestial), y “ecos” como hogar individual. Las
cantantes definen los límites de las relaciones de género en la sociedad
andina. Además, el poder sibilino de las parteras, al cantar con la voz de la
Llama Madre Celestial y sus contrapartes terrenales, es una manipulación
502 Río de Vellón, Río de Canto
8
Compárese con Harris (1980: 78).
Apéndices
Glosario de aymara
y otros términos foráneos
Abreviaturas usadas:
JAMACH’I Pájaro.
JANAYU Una de las almas.
JANQ’U SINTA Cinta blanca. Las estrellas de la Vía Láctea.
JANT’A Casa pastoril de uso temporal.
JAP’IRIKA Cama tejida, gruesa.
JARQHAYAÑA Hacer cruzar las llamas.
JAWI Vellón.
JAWIMUKUÑA Mover una guagua recién nacida a un lado.
JAWIÑA Untar.
JAWIRA Río. La Vía Láctea.
JAYNU, JAYÑU Hebra o palito que se usa para escoger y levantar .el área figurativa
de un textil mientras se teje. El camino de música y canto de una
persona joven.
JAYINTILLA Cálculos intestinales. Piedra bezoar, equivalente a inqaychu en
quechua.
JIKSUÑA Sacar un animal fuera de algún lugar, con el animal delante y la
pastora atrás.
JILANQU Jefe del ayllu.
JILANQ KIRKI Canción del jefe del ayllu.
JINTILI (Cast.) “Gentíl”. La gente pre-cristiana del ayllu. Los ancestros
locales. Las chullpas.
JINTIL TIMPU (Cast.) “tiempo de los gentiles”. El Tiempo de las Chullpas.
JIPHIÑA Dormir los animales, con las patas dobladas. Dormitorio de los
animales.
JIRA (Cast.) “Girar” o “guerra”. El abono en el corral.
JIRAÑA (Cast.) “Girar''.
JIRA MAYKU Lit. “Mallku que gira” o “Mallku de Guerra”. Los espíritus diabólicos
girantes que visitan el ayllu en la época lluviosa, desde noviembre
hasta carnavales.
JIRA T’ALLA Lit. “Señora que gira” o “Señora de Guerra”. Contraparte femenina
de los espíritus diabólicos jira mayku. Término ritual para el sitio
de ofrendas en el corral de las llamas hembras y para el corral en
general, especialmente en su capacidad como proveedor de abono,
como la Señora de Taquia.
JISK’A Pequeño/a.
JISK’A PHAQARA Lit. “flor pequeña”. Término de brindar para los animales pequeños.
JIWA La oscuridad o muerte de la luna.
JUCHA Deuda, p. ej. de la comunidad al estado en concepto de impuestos,
o del cargo de pasar una fiesta que tiene alguien.
JUJCHU T’alla Jujchu, el gran cerro de Qaqachaka que se dice es su “Abuela”.
KANCHA, KANCHUNA (Cast. and.) “Cancha”. Corral, recinto.
KANSYUNA (Cast.) “Canción”.
KANTILAYRA (Cast.) “Candelaria”, la fiesta en comienzos de febrero.
KASTA (Cast.) “Cssta”. Linaje, tipo, clase.
KATUÑA Agarrar.
Glosario
509
MUJU THAKHl Lit. “Senda de semilla”. Linaje masculino que pasa por el semen.
MUJU KASTA Lit. “casta de semilla”. Linaje masculino que pasa por el semen.
MUNTI (Cast.) “Monte”. Bosque en la entrada a los valles cálidos.
MUNTI PILLU Lit. “guirnalda de madera”. Nombre de cariño para el yugo de madera.
MURU Oveja sin cuernos.
MURUQ’U Redondo/a. Ovillo.
NAPA Llama blanca con adornos especiales que precedía al Inka.
NAWIRAYA (Cast.) “Navidad”.
NINA Fuego.
NIÑU (Cast.) ''Niño”. El Niño Jesús. La Fiesta de Niño en el Año Nuevo.
PACHAMAMA Término genérico para la Madre Cósmica andina.
PALACHU Mujer joven, muchacha.
PALLA PUNCHU Poncho de dos tonos, hermosamente tejido.
PAMPA Llano. Tejido llano, de un sólo color y sin figuras.
PANTI Color carmesí. Color de la sangre del parto.
PAQARIÑA Pernoctar, dar a luz.
PAQURA, PAQULA Primicias de los productos verdes.
PARIRI Lit. “1a que da a luz”. El manto de la placenta.
PATXASAYA La mitad de “arriba”. Las tierras altas de Qaqachaka donde se
crían los camélidos.
PAWIÑA El “dormitorio” de los animales, en su corral.
PILU (Cast.) “Pelo”. Vellón.
PILUCHIRI Lit. “que da el pelo”. Espíritu que da el vellón a los animales.
PINKILLU (Cast.) “Pinquillo”. Flauta de pico de madera que se toca en la época
lluviosa.
PINTA (Cast.) “Pinta”.
PINTA QARWA Llamas “pintadas”, que tienen hermosos colores.
PIÑA (Cast.) “Piña”. Término minero por la masa esponjosa del metal
puro con esta forma, mayormente de la plata.
PIÑAMA Llama hembra muy fértil.
PIÑAM KIRKI Canción a la llama hembra muy fértil.
PITUJIRU/A Llama macho joven lento en cruzar, que va como retaguardia de
la tropa.
PULULU Flauta de cuello largo, hecha de una calabaza de los valles, que
toca el jefe del ayllu.
PUNA Término quechua para los pisos ecológicos más altos de los Andes.
El equivalente aymara es suni.
PUNCHU Poncho.
PUNKU Puerta. El canal del parto.
PUNTIRU/A (Cast.) “Puntero/a”. Animal guía del rebaño.
PUNTIR IMILLA Imilla Puntera. La hembra guía del rebaño.
PUSTILYUNA (Cast.) “Postillón”.
PRIWYU TUTI (Cast.) “Previo dote”. Los primeros obsequios de animales que
entregan los padres a sus hijos, y que van a resultar en su herencia
o dote de animales en los años posteriores.
512 Río de Vellón, Río de Canto
SAMA Color.
SAMA SAMA Pulmones.
SAMANA Aliento.
SAMAÑA Lugar de descanso.
SAMIRI Espíritu del aliento que mora en las illas.
SAN SEBASTIÁN (Cast.) La Fiesta de San Sebastián en el mes de enero, cuando
otrora se pagaba la tasa al estado.
SANTA WILA KURUSA (Cast.) Santa Vera Cruz, el santo patrono de Qaqachaka.
SARIJU Cordero o camélido sementaL
SAWUÑA Tejer en telar.
SAXRA Diabólico/a.
SAXRA Q’AWA Río Diabólico. Topónimo de Qaqachaka y un término genérico por
un lugar que suele ocultar los animales y hacerlos desaparecer.
SAXSALLI Una llama apreciada con vellón largo y abundante.
SIKA SIKA Término de cariño para un burro o una mula.
SIKJARPAÑA Desplegar p. ej. una cinta.
SIKU Zampoña.
SIK’IMIRA Hormiga.
SIMPA Telaraña.
SINK'UÑA Revolcadero de la llama.
SINSIRU (Cast.) “Cencerro”.
SINTA (Cast.) “Cinta”.
SIRINA (Cast.) “Sirena”. Musa del canto.
SIRIN THAKHI Senda de las sirenas. La senda del canto.
SUNI Los pisos ecológicos más altos en los Andes, equivalente al quechua
puna.
SUPAYA Diablo.
SURTI (Cast.) “Suerte”.
SUTI Nombre.
SUTICHAÑA Nombrar algo.
TAMA Rebaño. Ovillo.
TAMAÑCHAÑA Crear un rebaño.
TAMPU (Cast. and.) “tambo”. Posta, aposento en la ruta del correo.
TARASYIYA (Cast.) “Trasguía”.
TASA (Cast.) “Tasa”.
TATA Señor, Don.
TATALA Hombre. Llama macho.
TATAKUSKU El cerro Tata Cusco. Constelación de mancha negra en la Vía Láctea
en forma de una llama macho.
TATAQURI Padre Oro, el santo patrono de Qaqachaka.
TAYKA Madre, mujer madura.
TAYKSA Nuestra Madre. La Madre Luna.
TAYKSA THAKHI Senda de Nuestra Madre, la senda de costumbre y tradición.
TAXA (Cast. and.) “Taquia”. Estiércol de llamas, ovejas y cabras.
TILANTIRU (Cast.) “Delantero”. Llama macho guía de la tropa.
TILA WIRJINA (Cast.) “Tierra Virgen”. La Madre Tierra.
514 Río de Vellón, Río de Canto
TIMPU MARANI Lit. “su tiempo del año”. La época lluviosa, que se considera el
período menstrual de la tierra.
TITIMICHI Gato montés, el Pastor de los Animales.
TIYA (Cast.) “Tía”. La diosa cornúpeta de las minas y e1 mundo interior.
TIYU (Cast.) “Tío”. El dios cornúpeto de las minas y el mundo interior.
TULLQA Yerno. Cuñado.
TUNA KIRKI Canciones populares cantadas en la época seca.
TUNQU Maíz.
TUNU Raíz, raigón. Raíz ancestral.
TUNU, TUNATA (Cast.) ''Tono”, ''tonada”. Registro o tono musical.
TUQISIÑA Reñirse. Género de canciones para reñirse.
TURU Juego entre cast. “toro” y “duro”. Cornúpeta. El cerro Mallku Turu,
lo más alto en Qaqachaka, y el “Abuelo” del lugar.
TUTI (Cast.) “Dote”. Herencia materna en animales, tejidos y bienes.
TUTI ANAKI Lit. “el arreo de la dote”, la ocasión cuando una mujer lleva consigo
todos sus bienes de herencia a su casa marital.
THAKHI Senda, camino. El camino de costumbre y tradición de la gente.
T’ALLA Señora. La autoridad femenina máxima del ayllu.
T’ARWA Lana. Fibra de camélido.
T’AWARAKHU Tapón mucoso, especialmente el cervical.
T’IKHA (Qu.) “flor”.
ULUPIKA Ajíes pequeños de los valles. Término ritual para las taquias de
los animales, con esta forma.
UMA Agua.
UMALA Líquido amniótico.
UNTU (Cast.) “Unto”, del pecho de la oveja o llama.
URQIRU Pastor de llamas machos.
URQU Macho.
URQU PHANK’ IMILLA Imilla Coqueta, llama hembra joven sin crías.
URT’A Luna llena.
USQULLU Gato montés, como el verdadero Pastor de los Animales.
UTA Casa. Hogar. Familia.
UWIJA (Cast.) “Oveja”.
UWIJIRU (Cast.) “Ovejero”.
UYU Corral, redil.
UYWA Criado/a. Lit. animal criado, animal domesticado.
UYWIRI Lit. “lo que cria”. El Cerro Guardián que vigila la casa, comunidad,
estancia o ayllu.
WAK’A Faja. Piedra poderosa, con una característica “faja”.
WALLQIPU Bolsa tejida para coca del hombre.
WANAKU (Cast. and.) “Guanaco”, camélido andino silvestre.
WANU (Cast. and.) “Guano”.
WARALUPI (Cast.) “Guadalupe”. La Fiesta de Guadalupe, el 8 de septiembre,
cuando se paga la tasa anual al estado.
WARARI Canción de llorar.
WARART’AÑA Lit. “derramar cosas granuladas momentáneamente”. Término
genérico para las canciones a los animales.
Glosario
515
WARAWARA Estrella(s).
WARI Vicuña, camélido andino silvestre.
WARMI Mujer, esposa.
WARMI KASTA Lit. “casta de la mujer”. Linaje materno.
WAWA (Cast. and.) “Guagua”. Cría de animal o producto alimenticio.
Nombre ritual para las nuevas cosechas del ayllu.
WAYNA Joven, muchacho.
WAYNAPATA Joven de los andenes. Llama macho joven, criado en el lugar.
WAYÑU Baile trenzado, en rueda o en pares. Canción que acompaña tal
baile, cantada en la época lluviosa.
WAYÑU KIRKI Canciones populares que se canta en la época lluviosa.
WAYÑUÑA Bailar el wayñu.
WICHHU Paja.
WICH’UÑA Hueso de llama que se usa como ajustadora en el tejer.
WILA El color rojo sangre. La sangre.
WILA QULL SIÑURA Señora Cerro Rojo. El Cerro Rico de Potosí.
WILASINTA Lit. “cinta roja”. Las constelaciones de las nebulosas oscuras de la
Vía Láctea.
WILA THAKHI Lit. “senda roja”.
WINTISYUNA (Cast.) “Bendición”.
WIÑAYA Eterna, La eternidad.
WIÑAY JAQI Gente Eterna, las manchas negras en la Vía Láctea.
WIÑAY K’UCHU Rincón eterno. Lugares alejados.
WIÑAY MARKA Pueblo Eterno. El pueblo de los muertos.
WIÑAY TAYKA Madre Eterna. La constelación de la Llama Negra.
WIÑAY SIMINTU Cimiento Eterno. El tapón mucoso de la cérvix, también llamado
wiñay thaxsi.
WIÑAY TIMPU Lit. “tiempo eterno”. La eternidad.
WIÑAY PALACHU Lit. “joven eterna”. Nombre ritual para la casa.
WISTALLA Tejido para la coca de la mujer.
WIRAQUCHI Lugar húmedo. Quizás un juego de palabras con “Viracocha”, el
gran dios andino.
WIRJINA (Cast.) “Virgen”. La Tierra Virgen.
WIRSU (Cast.) “Verso”.
WIYA Quizás del cast. “vía”. Camino.
YAKANA Constelación de la Llama Negra, según se describe en los Mitos de
Waruchiri, del siglo XVII.
YAQHANA/QHAYANA Revolcadero húmedo de las llamas.
YAQ’A Orina.
YATIRI Sabio/a. Chamán.
YIYA (Cast.) “Guía”. Animal guía del rebaño.
YIYA IMILLA Imilla Guía, puntera del rebaño.
YUQALLA Hijo, niño.
YUQALL WAWA Guagua varón, hijo.
YUSA (Cast.) “Dios, a”.
NOMBRE DEL AVE Color equivalente
Aymara Latín Castellano andino Inglés
Características
en las llamas
Con una mancha parda rojiza (paqu)
Eagle or en el hombre como si fuera quemada.
Ajila ¿Buteo polyosoma? Aguilucho común
red-backed hawk Come perdiz y otras aves, ratones y
Glosario de aves
cuyes silvestres.
Chiwanku
Véase Ch’uñakira
1. Podilymbus l. Zampullines, l. Pied-billed grcbe, Anuncia Qax qax qaq qaq cuando Predominantemente blanco
podiceps zambullidores, or “diver”, or loon va a llover. De color castaño con con cabeza, collar y manto
Chullumpi
penacho de este color. Zambulle típicamente negro y castaño,
2. Rollandia rolland 2. Patitas pumpúm. 2. White-tufted grebe y vive en el agua. y quizás con cola oscura.
Del todo negro. Anuncia: Chiw chiw, chiw Nombre para una alpaca
Ch’uñakira, Chiguanco thrush, chiw cuando alguien va a reñir a otra del todo negro con un vellón
Turdus c. chiguanco Chiguanco
chiwanku L.P. widow-bird persona. Los niños no le deben maltratar espeso, o para una llama u
porque les trayería mala suerte. oveja de todo negro.
517
NOMBRE DEL AVE Color equivalente
518
Jallqamari
Véase allqamari
K’inkichu ?
Kullukutu. kullukuta.
¿Metriopelia ceciliae? Palomita moteada Bare-faced ground-dove Con ojos rojos.
khuru k’utha
Woodpecker, bar-bellied
Matir thawi ¿Veniliornis nigriceps? Carpintero Se halla en los valles (likina).
woodpecker
519
NOMBRE DEL AVE Color equivalente
520
Ququtkha, ququtqa Poospiza Monterita Warbling finch Se halla en los valles (likina).
Añawayu/a Adesmia miraflorensis Remy De L. & Z.A. (1992: 7) Sufrútice espinoso Suffrutticose Leguminosa. Sufrúticeesìnosos. Hirviendo las
Axrawayu raíces se obtiene tinte Amarillo para teñir.
Añaway wichhu Es medicina para las enfermedades del útero.
Añaway ch’api
Glosario de plantas
Ankañuqu/ Juelia subterranea Asplund. De L. & Z.A (1992: 217) Var. raíz dulce Sweet root Balanoforacea. También llamada k’uk’uchu.
Ankachijru
Arapu/
Arap wichhu? Paja larga Var. of tallgrass Gramínea.
Awujillu awujillu/ Erodium cicutarium De L. & Z.A. (1992: 158) Agujillo, aguja de pastor Shepherd’s needle? Variedad de arbusto espinoso.
Awujillu
Chachakuma Escallonia resinosa De L. & Z.A. (1992: 162) Chachacoma Chachacoma Saxifragácea, arbusto nativo, que se usa para
condimentar la sopa qalapiri.
Ch’ampha. Distichia De L. & Z.A. (1992: 148) Distichos Peat moor plant Juncáceae.
Ch’api ali ‘Tallo espinoso’ ‘Prickly stem’ Término genérico para tallos espinosos.
Ch’api phaqara ‘Flor espinosa’ ‘Prickly flower’ Término genérico para flores espinosas.
Ch’a pi ch’api Cardionema ramosissima De L. & Z.A. (1992:81) Chapi chapi Var. of prickly shrub Cariofiáceae. Hierba perenne.
(Wein) Neis.
523
AYMARA LATÍN REFERENCIAS CASTELLANO ANDINO INGLÉS CARACTERÍSTICAS
524
Chhikhu chhikhu Hypochoeris stanocephala De L. & Z.A. (1992: 198) Chicoria de la puna Wild chicory Compósitae. Hierba baja silvestre.
Ch’illarapi ? ? ?
Ch’illkha Baccharis De L. & Z.A. (1992: 46) Chilca Chilca? Compositae. Hierba para sanar huesos rotos.
Ch’illiwa Fetuca (rigescens (Pressl.) Kuntn De L. & Z.A. (1992: 17,71) Paja ch’illiwa Straw, fescue grass Gramínea.
¿Calamagrostis? Paja brava Bunchgrass
Ch’uku ch’uku Baccharis intcrmcdia De L. & Z.A. (1992: 46) Chilca Chilca Leguminosa. Variedad del arbusto perenne
chilca que comen las llamas.
Ichu/ Stipa ichu De L. & Z.A. (1992: 379) Paja brava Feather grass Gramínea
Festuca orthophylla López R. (1976: 27). Fescue grass
Iru/iru jichhu Stipa papposa nees. De L. & Z.A. (1992: 379) Paja brava Rough grass Gramínea
Sikuya Stipa ichu López R. (1976: 27). Paja brava Rough grass Gramínea. Paja brava perenne
Stipa pungens Paja brava, paja chata Rough grass Paja de hojas planas.
Stipa smithi Hitch. De L. & Z.A (1992: 379) Paja brava Feather -grass
Iwakalikstu Eucalyptusglobulus Labill. De L. & Z.A. (1992: 163) Eucalipto Eucalyptus, blue gum Myrtaceae.
Jichhu Calamagrostis De L. & Z.A. (1992: 71) Paja suave Bunchgrass Gramínea.
Jupa Chenopodium quinoa Wild. De L. & Z.A. (1992: 129) Quinoa Quinoa Chenopodiaccae. Planta herbácea domesticada
De semillas comestibles
Kañiwa Chcnopodium pallidicaule Aellcn. De L. & Z.A. (1992: 129) Cañahua Cañahua Quenopodiácea.
Karwansu Var. de Astragalus De L. & Z.A (1992: 94) Garbancillo Var. de chickpea Leguminosa. Dícese que enferma y marea a
los animales.
Kichwara Buddleia corice a Re m y. De L. & Z.A. (1992: 62) Kiswara o qulli Buddleia Buddlejácea. Se usa las flores para tratar
'los costados’ en los animales.
Río de Vellón, Río de Canto
AYMARA LATÍN REFERENCIAS CASTELLANO ANDINO INGLÉS CARACTERÍSTICAS
K uka Erythoroxylum coca Lam. De L. & Z.A. (I992: 161) Coca Coca Erythroxylácea.
Kutukutu Cheilanthes pruinata Kaulf. s.p. De L. & Z.A (1992: 127) Var. arbusto espinoso Large prickly shrub Polipodiácea de flores pequeñas. Pasto espinoso.
Para las llamas. Polípodo común floresciente
o helecho con frondes.
K’ayni/kayñi Adesmia miraflorensis Remy. De L. & Z.A. (1992: 7) Var. arbusto Spiny woody shrub Leguminosa. Raíz que comen los burros.
Glosario de plantas
K’uk’uchu Juelia subtcrranea Asplund. De L. & Z.A. (1992: 217) Raíz dulce Sweet root Balanoforácea.
K’üwchi/ ¿Rosa canina L.? De L. & Z.A. (1992: 345) Rosa silvestre Dog rose Rosácea asociada con las llamas.
K'üychi
Last’a Abutilon terminalis De L. & Z.A. (1992: 2) Malva silvestre Mallow, malva Malvácea con flores rojas.
Athea officinalis L. Malva visco Marshmallow
Llulluch’i Nostoc commune Vauch. De L. & Z.A. (1992: 27) Nostacácea Nosroc. Star-jclly or Nostacácea, alga gelatinosa de agua fresca.
witchcs’ butter. Raíz que crece en lugares húmedos.
Misiku Bidens cynapufilia De L. & Z.A. (1992: 52) Var. caléndula. Bur marigold, Compositae. Forraje para cabras. Qu. misik’u.
agrimonia water agrimony
Mulli Schinus molle L. De L. & Z.A (1992: 358-9) Molle. árbol de la vida Tree of lifc. False pcpper Anacardiácea.
Muña Minthostachys glahrasccns De L. & Z.A. (1992: 260) Menta Bittcrmint Labiata. Hierba aromática.
Panti Cosmos peucedanifolius De L. & Z.A. (1992: 110 ? Var. of water agrimony Compositae, con flor de color rosado vivo.
var. Tiraqucnsis (Kuntze) Sc herff.
Papa axawiri Var. of Solanum Papa silvestre Small bitter potatoes Var. de solanácea.
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AYMARA LATÍN REFERENCIAS CASTELLANO ANDINO INGLÉS CARACTERÍSTICAS
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Parwayu Espiga madura Floweri ng grass Término genérico para espigas e granos y pastos.
Patxa wichhu/ V ar. of Fcstuca dichoclada Var. de paja larga Lit. ‘Straw of high places’ Gramínea. Paja de color pardo claro (paqu).
paqu wichhu Variedad de cañuela.
Pilli pilli Hypochoeris andina López R. (1976: .191 Chicoria de la puna Var. of chicory Compósitae, planta herbácea que asemeja
la chicoria.
Phara p’iri Eustephia coccinea Cav. De L. & Z.A. (1992: 166) Amarilidácea Var. of amaryllis Significa ‘llena de piojos’. Se debe separar
Pharara Belladonna lily de otras flores. Florece en carnavales.
Phara p’iya
Qara wawa/
Q’ara lawa? Nicotiana glauca Graham. De L. & Z.A. (1992: 272) Madera hedionda Var. of nicotiana, tobacco Solanácea tóxica.
Qarwa qarwa Ladcnbcrgia bullata. De L. & Z.A (1992: 227) Rubia V ar. of maddcr Rubiácea, comido por las cabras.
Qayara
Qiñwa Polylepsis incana H.B.K. De Lucca (1983: 226) Queñua, ¿lampaya? Queñuar Rosáceae. Árbol pequeño de ramaje denso y
Cciñua madera roja.
Qhach’u Poa L. De L. & Z.A. (1992: 318) Poa Meadow grass Gramíneae.
Qhuphana, altiya Nototriche azorella Hill. De L. & Z.A. (1992: 274) Altea, malvavisco Althea, marshmallow Hierba malvácea con flores blancas.
Q’uwa Minthostachys glabrescens De L. & Z.A. (1992: 260) Muña Bitternint Labiada. Hierba aromática.
Bricq
Río de Vellón, Río de Canto
AYMARA LATÍN REFERENCIAS CASTELLANO ANDINO INGLÉS CARACTERÍSTICAS
Rusasa Rosa canina L. De L. & Z.A (1992: 345) Rosa silvestrc Dog rose Rosácea.
Sak’a sak’a/sak’a Arnica montana L. De L. & Z.A. (1992: 34) Arnica Arnica, leopard’s bane, Compósitae. Hierba de flores amarillas.
mountain tobacco
o Rumex crispus L. De L. & Z.A. (1992: 347) Romaza Yellow dock Poligonácea.
Salwiya Salvia dombeyi Epl. De L. & Z.A. (1992: 351) Salvia Sage Labiada.
Glosario de plantas
Sapatilla Calceolaria L. De L & Z.A. (1992:72) Zapatillo Lady Slipper Escrofulariácea. Forraje paras las cabras.
Saphi saphi ¿Dorstenia L.? De L. & Z.A. (1992: 149) Contrahierba Var. of mulberry? Morácea. Hierba suculenta.
Sawsi Salix babilonica L. De L & Z.A. (1992: 350) Sauce llorón Weeping willow Salicácea.
Sikuya Stipa smithi Hitch. De L. & Z.A. (1992: 379) Paja brava Rough grass Gramínea. Hierba perenn usada como forraje.
Sillu sillu Anciano pulvinata López R. (1976: 40) Pasto estrella Soft grass Gramínea.
Siwarilla Bromus (unioloides) De L. & Z.A. (1992: 61) Cebardilla. cebadilla Brome grass Gramíneae. Pasto para ovejas.
Siwinqa Cortadcria rudiuscula Stapf. De L & Z.A. (1992: 110) Cortadcria Pampa grass Gramíneae. Root infusion used tocase childhirth.
Flor
Siyanu ? ¿Ceano, ceanota? Ceanothus, buckthorn? que se usa como un diseño en el textil.
Sisirqiña Tagctcs graveolens Schultz. De L. & Z.A. (1992: 386) Maravilla, caléndula Marigold Compósitae. Pasto para ovejas, hierba maloliente
(Anat sira) que se usa en carnavales (Qu. suyku;
Aym. chhijchhipa).
Suxwari/ Verbena mínima Meyen. De L. & Z.A. (1992: 411) Verbena Vervain Verbenácea. Usado en el pasado como sustituto
Saliwayu por la ‘coca’.
Tanitani Gentiana primuloides Gilg De Lucca (1983: 411). Genciana amarilla Yellow gentian Gentianácea. Desde tiempos remotos la flor se
considera un símbolo de fecundidad, asociada
más con las llamas. Usada como baño medicinal
para niños paralíticos. La planta se halla en
el cerro Pillarasi, y la venden los de Livichuco
en la feria de Wari.
527
AYMARA LATÍN REFERENCIAS CASTELLANO ANDINO INGLÉS CARACTERÍSTICAS
528
Tipa ¿Tipuana tipu Benth.? De L. & Z.A. (1992: 396) Tipa Tipa Leguminosa.
Tuma Opuntia ficus-indica Mili. De L. & Z.A. (1992: 282) Tuna Indian fig, cactus pear, Cactáceae.
cactus fig, prickly fig.
Tutura Malacochea totora López R. (1976: 41) Totora Totora, cattail, reed Juncáceae lacustre que se usa como forraje y,
en otros lugares, para elaborar balsas.
Tuturilla Scirpus Nudosos López R. (1976: 41) Totorilla Narrow reed Juncáceae.
T’ankhara ¿Duranta repens L.? De L. & Z.A. (1992: 150) Verbenácea Var. of spiny shrub Verbenáceae. Dícese que existen tres variedades.
T’ula Lepidophillum quadrangulare López R. (1976: 25) Tola Tola Compósitae. Arbusto ramoso combustible.
Jaqhi t’ula ‘Tola del precipicio’ ‘Precipice tola’
Pampa t’ula ‘Tola de la pampa’ ‘Meadow tola"
T’ant’a t’ula ‘Tola harapienta’ ‘Ragged tola’
Wisk’ach t’ula ‘Tola de vizcacha’ ‘Vizcacha tola’
Thaxu Prosopis julitlora griseb. De L. & Z.A. (1992: 326) Algarrobo Carob Leguminosa, árbol con ramas espinosas con
frutos en legumbre larga.
Ulala Neoraimondia macrostivas L. De L. & Z.A. (1992: 271) Puya Raymondi Var. of robust cactus Bromeliáceae. Qu. ulala.
Ulupika Capsicurn eximium Jacq. De L. & Z.A. (1992: 79) Ají silvestre Var. of hot pepper Solanácea. Arbusto perenne con frutos redondos,
pequeños y muy picantes.
Waylla/ Festuca dichoclada Pilger De Lucca (1983: 457) Gramínea, paja larga Long and soft straw Gramíneae. Cañuela.
Wayllu wichhu Puna tallgrass
Wichhu Var. of tallgrass
Wira wira Gnaphalium vira-vira Mol l. De L. & Z.A. (1992: 180) Hierba de la vida Cudweed, cottonweed? Compósitae. Forraje de llamas. Se usa hervida
como medicina para tratar la diarrea de los
animales (uywa wich'u).
Wishru (qu.) Polypodium crassifolium L? De L. & Z.A. (1992: 321-2) Lengua de ciervo Hart’s tongue Polipodiáceae. Helecho de raíz dulce.
Yarita Azorella multifida R. & Pav. De Lucca (1983: 895) Yareta Yareta, umbellifer Umbelíferae. Planta arbustiva de flores blancas
Laretia Compacta López R. (1976: 29) Yareta, umbelífera ‘Cushion plant’ diminutas y agrupadas.
Yaritilla Pycnophylium López R. (1976: 30) Yaretilla Var. of umbellifer Umbelíferae, menos densa que yareta de un
color amarillo verduzco. Crece a Alturas más
bajas.
Río de Vellón, Río de Canto
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Achuar (grupo jívaro), Chuqunpasi: la fiesta en el ayllu en Potosí, 380.
amazonía, 227 n32. vecino de Jukumani, 45. K'ulta, ayllu vecino, 14 n1, 83,
Aiquile, Cochabamba, valle Condo, o Condo Condo, 43-5. 91 n20, 119, 379.
donde la gente de Qaqachaka Cordillera de los Frailes, 42. Kuntur Nasa (Pico de Cóndor),
va para conseguir máiz, 377. Costura de Illas, Costura de yerno del cerro Andrés
Anakiri (cerro Pastor), epíteto Crías, illa regional, 126, 226, Tamayo, 480.
para Turu Mallku, 121. 232, 345, 349. Khuwiri (cerro Silbador), mujer
Andrés Tamayo: cerro valluno, Cusco, capital del imperio del cerro Andrés Tamayo, 480.
Aviadora de maíz, 215, 228, incaico, 432, 438, 447. K'uwi K'uwi: precipicio en el
479; familia de , 480. Ecuador: Canelo quichua, 197, cerro Turu, 398.
Arica, 20. 217 n21, 227 n32. Kuyt'amayu, estancia, 106.
Apurímac valle, Perú, 168. Enquelca, Chile, 204. Kwakiutl, de la costa nor-oeste
Asanaqi. Ver Killakas Asanaqi Ichurar T'alla (Pampa de Paja), 163. de norteamérica, 220.
en el Índice general. Illan Ch'uku, Qalun Ch'uku, Lago Poopó, 195.
Asanaqi (cerro de las Ofrendas) illa regional. Ver Costura La Paz, 440.
en Condo, 215, 228. de Illas, Costura de Crías. Lago de San Ildefonso, lugar
Awki Quta (Laguna Padre), en Illimani, Tata, cerro cerca de relacionado con las mulas,
el pie del cerro Turu, 68. La Paz. 451, 453.
Aymaya, pueblo de, 303; valles Ishua, Perú, 205 n5. Lawun Quta (Laguna Lago), 213.
de, 458. Isluga, Chile, 203-5, 357. Laymi, ayllu vecino, 43-4, 47,
Aywir Qala. Ver Piedras que Istakana (Estacada, Brama- 50, 63, 121, 376, 379.
Caminan en el Índice general. dero), 480. Likina (tierras vallunas). Ver
Belén, estancia, 303. Jach'a Uma (Aguas en Índice general.
Cerro Rico de Potosí, 20, 380, Cantidad), 480. Lip'ich Pampa (Pampa de
431, 449. Jank'a Qhatu (Feria Violenta) Pelleja), 68, 97.
Challapata, plaza de mercado tambo, 447. Livichuco, ayllu menor y estancia
regional, 34, 225, 311, 326, Janq'u Qhawa (Caparazón ubicada en las laderas del
349. Blanco), tambo local, 447. cerro Turu, 447, 452.
Charkas: federación aymara, Jinchu Phalla ( O r e j a Luluni, fiesta en el ayllu vecino
44-5, 65, 377. Reventada), lugar de sirena, de Jukumani, 45.
Chayanta, fuente del canto, 44. 50. Macha, ayllu vecino, 43-4.
Chiru Chiru (Río), tramo del Río Jisk'a y Jach'a Kulurani (con Machu Pichu, palacio incaico
Diabólico, 263. Corral Pequeño y Grande), 68. cerca de Cusco, 136, 432.
Ch'iwuri (Sombrilla), 68. Jujchu (cerro). Ver Jujchu T'alla Macusani, Perú, 358.
Chucuito, Perú, 453 n13. en el Índice general. Mama K'illa (cerro cerca del
Chukichambi, feria de, 219, 225. Jukumani, ayllu vecino, 43, pueblo de Qaqachaka), 285.
Chukiyawu (La Paz), 444. 62-3, 303. Maragua (pueblo minero
Chullpa, 379. Kaluli, Papua New Guinea, argentífero), 395, 449.
Ch’unqhar Quta o Ch’unqhara 28, 202. Marianito (cerro), nieto del
(lago Reverdeciente), 68, Karankas, 379. c er r o A nd r é s Ta m ayo:
213-5, 350. Khari Khari (cerro Zarzamora) epíteto de, 480.
558 Río de Vellón, Río de Canto
Marta (mina), 472. Ver Índice general. Tunupa, Tata, cerro en Oruro, 135.
Mebengokre (grupo de kayapó), Qhara Qhara: federación Tuña Juwana (cerro doña
amazonía, 218 n24, 220. aymara, 45, 65. Juana), esposa del cerro
Moquegua, Perú: Santa de, 21. Qeros, Perú, 313, 362. Andrés Tamayo, 480.
Mulli K'uch Anachu (Corral del Qhuchi Q'awa (Río Cenagoso), 351. Turu. Ver Turu Mallku en el
Rincón de Molle), en la ruta Qhusmi Uma (Agua Multicolor Índice general.
tambo a Sucre, 447, 456-7. que Brilla), 263. Turu Mallku Q'asiri (Señor
Munaypat Anachu (Corral de la Qutanka (Lugar del Lago), 213. Turu Llorón), 121.
Cima del Amor), en la ruta Río Diabólico (Q'asir Quta), Turu Pallqa (Bragadura de
de tambo a Sucre, 448. donde los animales suelen Turu), 121.
Munaypata (Cima del Amor), des-aparecer, 51, 179, 263-5, Tutukachi, Uywiri, 98.
tambo final en Sucre, 457. 305-6, 363, 366-7, 492, 500. Tutura (cerro Totora), 225.
Oruro, departamento de, 15, 18, Ropero de Tata Quri, 263. Uncia, pueblo minero, 379.
44, 210, 433, 440. Sabaya, feria, 219. Vilcanota, río cerca de Cusco,
Pacajes, provincia de, 77, 167. San Iltipuns Quta. Ver Lago del 167, 407.
Paratía, Perú, 358. San Ildefonso. Wakañapi, cerro, 225, 349; feria
Paria, 377. Sajama. Ver Tata Sajama. de, 225.
Phari Pampa (Pampa Seca): Salinas (pueblo), 131, 379. Waka qallun Ch'uku (Costura de
lugar de chullpas, 62. San Martín, cerro, con samiri de Terneros), illa regional, 225.
Pillarasi, cerro, 225. los burros, 228. Wakir Yuqalla (cerro Joven
Pinkillu (cerro Pinquillo), 151, 402. Saxra Q'awa. Ver Río Diabólico. Vaquero), nieto del cerro
P'iqin Q'ara (Cabeza Calva), 263. Señora Cerro Rojo (Wila Qull Andrés Tamayo, 480.
Phiri Phiri (cerro Gacha de Siñura), Potosí, 20, 431, Wankarani: cultura, 15; cabezas
Pito), 210, 479. 449-51. pétreas de, 15.
Potosí, 379-80, 390. Siwirill Q'asa (Grieta de Wari, amazonía, 217 n21.
Pukara (cerro), 151. Cebardilla), 395, 449. Wari: cultura andina, 336-7;
Pukuwata, ayllu vecino, 43-4. Sucre, 440, 447-8. feria de caballos, 460.
Puno, Perú, 21. Supay Uta (Iglesia o Casa del Waruchiri: Mitos de. Ver Índice
Phutina (Aguas Calientes): Diablo), 263. general.
lugar de sirena en Tacna, Perú, 379-80, 390. Wasila (cerro Basilia), hija del
Jukumani, 45, 50, 61-2. Thakhisa (cerro Camino), 215. cerro Andrés Tamayo, 480.
Qala Qala, Laymi, sitio de arte Taqawa, sitio en las laderas de Wawa Quta (Laguna Guagua), 68.
rupestre, 15. Jujchu T'alla, 314. Wayllan Ch'uku (Costura de
Q a n t u y P a m p M a l i s k i t u Tata Illimani, 135. Paja Larga), 226.
(Andariego de la Pampa Tata Kusku, 225, 349. Wila Qullu. Ver Señora Cerro
de Cantuta), en la ruta del Tata Khuchurata, 225, 326, 349. Rojo.
tambo a Sucre, 447-8. 456. Tata Qumakachi, 225, 326, 349. Wiñay Marka (Pueblo Eterno),
Qañawi, estancia, 106, 351. Tata Sajama, 135, 225, 326, 349. 312.
Qaqachaka, añexo y ayllu, 42. Tata Tunupa, 135. Wirta Q'awa (Huerta del Río), 97.
Qaqachaka marka, pueblo Tayka Quta (Laguna Madre), 68. Wist'u Tumakitu Awatiri
principal de Qaqachaka, Titicaca, lago, 51. (Tomaquito-el-Pastor
42, 44, 61, 65, 325. Tiwanaku: cultura de, 15, 18, 336. Torcido), hijo del cerro
Q'asir Quta (Laguna Llorona). Tucumán, Argentina, 20. Andrés Tamayo, 480.
Índice general
Abercrombie, Thomas A., de pelos (piluchiri), 233; arcos, 261; y color, 256;
14n.1, 32, 40n.1, 83, 91n.20, que manda crías, 326, 349; y enfermedades, 261-2; y
92nn.21 y 22, 119-20, 125 y soplar los colores, 226; y la fajas (wak’a), 260; y hebras
n.3, 140, 141n.11, 425n.6, muerte, 73. Ver también de color, 258; y mujeres,
431n.14, 440n.4, 447n.9. Samiri. 256, 260; y Navidad, 261;
Abono: envolturas de abono, Alimentar: a los cerros, 226; y sangre femenina, 260-1.
369, 426-7, 439-40, 456, como parte de la jerarquía Arguedas, José María, 39,
468; clases de, 215-6; como política, 440; en los festines, 194n.11 y 12, 207, 240-1,
fertilizante, 297, 334, 369; 236. 257.
epítetos de, 297, 314, 334; Allen, Catherine, 78n.1, Arias T., Asunta, 141 y sig.,
importancia ecológica de, 141n.11. 292-3, 299, 311, 352-6, 392
18, 96, 215; plastas de Almas: como envolturas, 72-3; y sig., 404 y sig., 387-93.
mula, 463; sonidos de, 454, nombres de, 72-3; “soul Armstrong, Robert Plant,
463; y suerte, 96, 148, 215, music”, 73; y música, 72-3. 266n.22.
390, 427, 454. Ver también Alpaca (allpachu): cruce con Arnold, D. Y., 27nn.28,30, 40n.3,
Suerte, Taquias. llama, 100; terminología, 43 y n.6, 51, 63n.20, 72y
Acentuación: dislocada del 103. n.23, 73, 79n.3, 80n.4, 82,
canto, 147, 296; lingüística, Alpaca hembra: epítetos de, 83, 84nn.11,12 y 15, 85,
147; musical, 147; del 309-13; canciones a, 308 87-90, 92n.22, 111, 114,
canto, 147; del habla, 147. y sig.; hábitos de brebaje, 119n.2, 137, 211, 215n.16,
Ackerman, Raquel, 168. 310; movimiento de, 351; 218n.23, 219, 232n.37, 246-
Acosta, Padre José de, 117, pasto de, 311; y Llama 7, 252 y n9, 259-60, 274, 290-
180. Negra, 318-9. 91, 309n.31, 310, 312, 335,
Actuación: condiciones de, 31; Anata. Ver Carnaval. 360n.23, 399n.20, 424n.4,
secuencia de canciones, Androgenia: animales her- 425n.5, 427n.7, 8, 430n.13,
141, 271. mafroditas, 299-300; y las 431n.14, 443n8, 447nn.9, 10.
Adán y Eva, 64. ideas de fertilidad, 300 y Arnold y Yapita, 24, 25n.20,
Agarrar: y canto, 110 y sig.; y n.28. 27-8, 40n.3, 63n.20, 80n.4,
color, 107, 235; y sangre, Ángeles: ayudantes en las 85n.16, 87-9, 106 y n.25,
107, 110; y semilla, 114, fiestas, 328, 344. 109, 252n.9, 262n.21, 275,
202, 246, 254. Animales de tiro: Ver también 390n.11, 391n.12, 405n.21.
Albó, Xavier, 91n.20. Bueyes, Labradores y Toros. Arnold y Yapita, con Apaza,
Albornoz, Cristóbal de, Animales silvestres, 344, 350, 40n.3, 72n.23, 86n.19,
227n.34. 401, 404. Arnold y Yapita, con Tito,
Albó y Layme, 26n.24 y 25. Ankuta: machos jóvenes, 327, 243n.2,
Aliento: espíritus de pintar, 369, 407 y sig.. Arnold, Jiménez y Yapita,
233-5; Espíritu-Pintor Anzaldúa, Gloria, 269. 26n.24, 73n.24, 141n.11,
Encornado, 235; el Otro Arar: lenguaje esotérico de, 198, 218, 390n.9, 427n.8,
Encornado, 235; espíritus 477-8; y tejer, 84. 435n.15.
del aliento (samiri), 133, Arco iris: como “ayudantes” Arrear: verbos de, 273, 333.
198, 224-5, 227-8, 231- de la Llama Negra, 261; Ver también Rebaño,
3, 246, 326; espíritus de comparado con el rayo, 129, Pastoreo.
silbido, 198, 215, 227, 320, 168, 261; y abrevaderos Astvaldsson, Astvaldi, 43n.7,
326, 334, 345, 352; espíritu de las llamas, 256-57; y 83n.10, 91n.20, 254.
560 Río de Vellón, Río de Canto
Atados rituales. Ver Tejer. Bernardino de Sahagún, Fray, Burro: Canciones al Burro,
Atropos. Ver Parcas. 498n.6. 464-7; epítetos de, 453, 458.
Aves: acuáticas, 69-70, 164; Bertonio, Padre Ludovico, Butt Colson, A. J., 198n.16.
intercambiabilidad con los 54n.17, 194n.12, 201, 204- Büttner y Condori Cruz, 298.
camélidos, 69; libaciones 6, 240, 440n.6. Bynum, David, 274, 275n.2; el
a, 351, 404; plumaje, 188, Beyersdorff, Margot C., 26n.26. motivo de los dos árboles,
275, 334; y canto, 337-8; Bezoar, 19, 228-9, 271. 275, 384; teoría de los
y el nombramiento de los Bhabha, Hommi K., 43n.5. motivos genéricos, 275;
animales, 218; e ispiritu, 68- Bloom, Harold, 110. tradición oral, 275n.2.
9, 190, 349-50; y suerte, 334. Boas, Franz, 32, 220. Caballo: Canción al Caballo,
Aves acuáticas. Ver Aves. Boda: Canciones de, 55, 88, 467; epítetos de, 457, 467.
Aviadores (cerros), 225, 374. 110, 283, 310; consejos de, Cabello Balboa, 439n.1.
Avila, Padre Francisco de, 194. 90, 283. Cabeza (p’iqi): como sede de la
Ayavire y Velazco, 17. Boone, Elizabeth Hill, 116. inteligencia y aprendizaje
Ayca Colque, María,154 y sig., Borrachera: y canto, 140, 430. masculinos, 80.
284 y sig.; 288, 314-5. Ver también Brindis. Cabildo: Canciones de Cabildo,
Ayca Llanque, María, 47, 50, Bouysse-Cassagne, Thérèse, 424 y sig.; fechas para
88 y sig., 154, 162, 177n.2, 399n.20. cobro de tasas, 432.
181n.5, 202 y sig., 229-30, Bradby, Barbara, 145n.13, Cabra: canciones a, 159 y sig.;
277, 300 y sig., 318-21, 328 205n.5, 392n.15. epítetos, 159, 162; marcado
y sig., 441 y sig., 478 y sig. Bramadero (lamatir qala): de, 124; santo de, 159, 162.
Ayllu Sartañäni, 25n.21, 79n.3, ubicación de, 63; y los Calancha, Padre Antonio de,
425n.5. hombres, 82, 135. 229.
Ayllu comunidad, 15, 42; Briggs, Lucy Therina, 26n.24. Camélidos. Ver Alpaca, Llama,
autoridades de, 275, 380, Brindis (ch’alla), 125: a los Vicuña.
429. cerros, 374; aprendizaje Canción: agarrar en el corazón,
Ayni. Ver Reciprocidad. del orden de, 91, 92; como 111; clasificación de, 55,
Aywir Qala. Ver Piedras que parte de la senda thakhi, 176 y sig.; composición
Caminan 91-2; como forma poética, de, 273 y sig.; del Tiempo
Bachelard, Gaston, 368. 93 y n.22; envolturas de, Eterno, 55-6; dinámica
Baehr, Rudolf, 31. 445; orden de, 138-40, 325- de, 281; episodios de, 276-
Bakhtin, M. M., 40, 99 y n.24, 6; ritmos espondaicos de, 9, 290; estrofas de, 145,
Baile. Ver Danza, Wayñu. 111, 125, 142; uso de turu 272-3, 278-9, 290-1, 296-7;
Banquete: comida de festín, wasus, 125, 135, 140, 325; estructura de, 275, 279-81,
134-6; qurpa, 126, 134, 139, y anatomía reproductiva 288, 333; expresión oblicua,
170, 344 y n.11. de las llamas, 345-6; y 151; fórmulas de, 274, 281,
Basso, Keith, 30n.31, canciones, 142, 404; y color, 483; germen de ideas, 148-
Bastien, Joseph, 212n.13, 349; y género, 334, 345; y 9; historia cantada, 378-81;
247n.5, 283n.4. memoria, 92 y n.21. Ver inspiración para, 54; lamida
Baumann, Richard, 147. también Borrachera. (lick), 353; leitmotivs, 290,
Benson, Elizabeth, 18 y Brotherston, G., 431n.14, 493. 311; línea melódica, 273;
nn.9,10. Buechler, Hans, 79. naturaleza didáctica de,
Berenguer, José, 194n.12, Bueyes: colores de, 479; 395, 413; organización de,
357n.20. epítetos de, 479, 481-83; 273 y sig.; orígenes, 54;
Berenguer, José y José Luis Canciones a, 471 y sig.; y refrán, 147, 356, 431;
Martínez, 194n.12. el arar, 470 y sig.. rimado, 146; secuencia de,
Índice general
561
141, 271; sin acompaña- Carrión Cachot, Rebeca, Ch’iwu (sombra, etc.), 136,
miento, 140, 352; textura 212n.13. 139, 486.
de, 99-100; tropo figurativo, Cartografía: mapa poético, 292. Choque, familia, 118.
290; versos de, 49; y aliento, Casa: canciones a la, 55; Choque A., David, 191.
198; y color, 336; y espíritu, canciones del techado de, Choque A., Pedro, 471, 477.
140, 177, 197; y los muertos, 46, 91; como nido, 43; de Choque A., Teodora, 471, 477.
72-3; y pastos, 97 y sig., 163, pastoreo, 97; nombres Choque M., Alberto, 288, 460-1.
275; y rebaños, 93 y sig.; y rituales de, 43. Ch’uku (costuras generativas).
senda, 90, 275, 277. Cavero, C., María A., 127n.7. Ver Illa.
Canciones, géneros de: a las Caviña: grupo étnico, 167; y Chullpa: como estado intra-
ropas, 65, 252; al chullumpi, el perforado de las orejas, uterino, 57; Cuentos de,
69; a las chacras, 252; a los 167. 57-8; gente chullpa, 57;
arbustos, 98; a los cerros Célula rítmica. Ver Ritmo. sus animales, 57; Tiempo
altos, 98; a los dioses, 55; Cencerro (sinsiru): canciones de los Chullpas, 57-8, 66,
aymart’aña, 140, 177; y, 377; sonido de, 395, 421; 120, 164, 214, 368.
canciones folklóricas as, y ánimo, 390; y delantero, Chullumpi: canciones de, 69-
485; de alabanza, 153, 299, 395-6, 421; y parteras, 390. 70, 229-30, 321, 328, 336,
463; de bendición, 271; de Cereceda, Verónica, 252n.9, 339 y sig., 352; caracter-
cruzar las llamas, 328 y sig.; 292. ísticas de, 339, 351 y sig.,
de espíritu, 56; de hilar, 55; Ceremonia de cruce: Ver Cruce. 357; como tótem, 351;
de la boda, 55, 88, 110, 283, Ceremonia de marcado: Ver danza de pingüinos, 360;
310; del cobro de tasa, 430 k’illpha. en el canto, 296, 333, 337
y sig.; de la Sirena, 45, 51, Cerro Guardían (Uywiri), 97, y sig.; habitat, 69; hábitos
196; del tambo, 448 y sig.; 120, 297, 374. de cortejo, 359-362; y agua,
de reñirse, 372, 403, 415; de Ch’alla.Ver Brindis. 69, 257, 321, 357; y colores
suerte, 284-8; de tejer, 55; Chamanismo: discurso de, 194- del vellón, 211-12, 321, 329
de trabajo, 55; kirki, 48, 55, 7, 202-3, 237; voz del cóndor- y sig.; y llamas, 212-13,
65, 72-3; para techar la casa, espíritu, 501; y parteras, 257, 362; y manto, 336; y
46-7, 91, 413; uywa kirki, 203; y el canto, 202-3, 237. mujeres, 351; zambullida
177; warart’aña, 140, 177, Charango: 48, 78. fantasmal de, 358-9;
179, 270. Chatwin, Bruce, 92-3. zambulle de, 340, 359.
Canelo quichua, 197, 217n.21, Chávez, Sergio J., 218n.25, Ciclos: agrícolas, 46-7; anuales,
227n.32. 357n.21. 46; de agua, 195, 226; de
Cantar: para consuelo, 93; para Chicha: uso ritual, 128-9, 345, canto, 27, 101, 141, 177;
el medro de los rebaños, 376; y fiesta de Cabildo, de niebla y sombra, 291;
96-7; para poner abono, 96; 430, 434; y canto, 140, de suerte, 148, 215; diarios,
para suerte, 96. 198, 430; y economía de 272; de la Llama Negra,
Capar: los animales, 101. pastoreo, 19, 24; y mujeres, 246; de pastoreo ; ecoló-
Carnaval (Anata): canciones 198, 380. gicos, 219; menstruales,
de, 47; canciones de amor, Chiguanco: Joven Chiguanco 246; termodinámicos, 236;
89; espíritus diabólicos, 51- en cuento, 386; y las vital femeninos, 114. Ver
2, 71-2, 74, 195, 404, 490-4; jóvenes del ayllu, 386. Ecología.
música, 47. Chinku (pantanal), 465, 482; Cieza de León, Pedro de, 167 y
Carne: calidad de, 126; sacrifi- chinku lamara, 453; y n.32, 439n.1.
cio, 126; y hombres, 254-5. mulas, 453; putru chinku Cintas: cinta roja, cinta blanca,
Caro, Deborah, 14n.1. lamara, 446; topónimo, 68. 185, 193; de color, 185, 232,
562 Río de Vellón, Río de Canto
Derrida, Jacques, 84, 495n.4, 204, 205 y n.4, 222n.29, color, 163; y música, 48; y
500, 501n.7. 226n.31, 232n.37, 258n.17, tejidos, 252; y viajes, 372.
Descendencia, linaje humano 277n.3, 325n.1, 327n.2, 357 Escritura: aprendizaje de, 86;
y animal, 283. y n.20, 373, 385n.6. comparación con el tejer,
Descola, Philipe, 26n.23, Dualidad, 78, 261, 297, 416. 86 y sig..
227n.32, 254n.11. Dueño(a) de los Animales, 217- Escuela: y cargo de postillón,
Devisch, René, 266. 9, 226, 347. 441.
Diablo: dios cornúpeto de las Dunn, Leslie, y Nancy A. Espejo, Enrique, 371, 443.
minas, 191; espíritus dia- Jones, 28-9. Espejo A., Elvira, 63n.20, 414-5.
bólicos girantes, 51 y sig.; Duviols, Pierre, 194n.12, Espinoza Soriano, Waldemar,
Río Diabólico, 51; sangre 206n.7, 218, 227n.33, 17, 423, 424n.3.
diabólicamente poderosa, 271n.1, 310n.33, 380n.3. Espíritu (ispiritu): animu de
261 y sig.; topónimos Earls y Silverblatt, 212n.13 maíz, 390; del agua, 67-8,
diabólicos, 263. Ecología: eco-cosmos, 274; 217; del aire, 69; de la tierra,
Dillon y Abercrombie, 63n.20, biosfera andino, 197; ciclo 67 y sig.; de los muertos,
69n.22, 188n.8. de niebla y sombra, 197, 486; Espíritus de Pintar,
Dinámica: del canto, 85, 99, 291; ecosistema, 220, 233-5; fiesta de Pentecostés
146, 281, 290, 496. 232; espíritus ayudantes (Ispiritu), 210, 400, 428;
Dios de la Vara, 218. e intermediarios, 217, parte del mundo de, 68; y
Dioses de los Cerros: como 227, 260-1; hidrología, aves, 68-9; y compadrazgo,
dueños de los animales, 26, 502; “mantenimiento”, 218; y milagros, 224. Ver
213, 328. 214-7, 236, 502; modos también Compadrazgo.
Dioses de la tierra: como dueños botánicos, 125, 494; modos Estética: sistemas andinos
de los animales, 416. zoológicos, 494; vínculos de la estética, 27, 43, 81,
Discurso: enfoques centrados homo-logizantes, 214, 222; 89, 114-5, 137, 202, 259,
en, 147. vínculos merográficos, 245, 263, 266.
División de trabajo: según el 293, 322, 391; y brotes Estrellas (y constelaciones
género, 62, 78, 92, 97, 100 fractales, 253, 260; y agua, negras): Casa de Ovejas,
y sig., 106-7, 124, 126, 133, 195, 223, 226; y el arco iris, 207; Codorniz, 211; Cola,
135, 223, 229, 327, 351. 255 y sig.; y la casa, 274; y 210; Cóndor, 207, 211;
Doblar: Ver Hilar. la Llama Negra, 223, 246; Cordón Umbilical, 293;
Doña Ascencia, 449, 459. y suerte, 148, 215. de Chuquisaca, 207, 210;
Doña Juanita, 450, 459. Ver Enraizar, 125. Crucero o Cruz, 207, 210;
Juana Doña Ana. Envolturas: concéntricas, 43; Crucerito, 207; Cruz del Sur,
Dote (tuti), 118; clases de de abono, 426, 439, 468; de 207; de Cochabamba, 210; de
herencia, 124; de mujeres, canto, 297, 494; envolturas Oruro, 210; de Potosí, 210;
119, 124, 129; de varones, Vírgenes, 427; envolver las Escorpio, 210; Estrella de
119, 129; en animales, 124, illas, 223, 368; “envolverlo la Sirena, 195; Estrella del
131, 169; en tejidos, 169; bien”, 96. Ver también Mar, 195; Fiesta de las, 242;
fechas de entrega de, 124; Vellón. Llama Cría, 208, 210-211,
llevar la herencia, 124, 271. Época lluviosa: como su 243 y sig.; Llama hembra
Ver también K’illpha. Tiempo del Año, 241; y la Madre, 206-7, 253; Llama
Dransart, Penny, 14n.1, 18n.7, Llama Negra, 223, 241-2; y machos, 208, 211; Käna,
69n.22, 109, 113n.28, nacimiento de los camélidos, 210; los Abuelos, 207, 210-
118n.1, 119n.2, 128, 171, 327; y tejidos, 252. 11; Mallku Cóndor, 211;
181n.4, 188n.8, 203n.3, Época seca: y animales, 252; y Marido y Mujer, 207, 211,
564 Río de Vellón, Río de Canto
253; Ojos de la Llama, 207- 434; San Sebastián, 320, Gaposhkin, Sergei, 209.
8, 223; Pastor y Pastora, 397, 428, 433; Santa Garcilaso de la Vega, El Inca,
207; Pequeña Elena, 207; Bárbara, 309, 318; techar la 13, 173, 194 y n.12, 439n.1.
Perro, 207; Pléyades o casa, 91; Todos Santos, 47, Gebhart-Sayer, Angelika,
Cabrillas, 210, 400; Santa 271; Virgen Inmaculada de 202n.2.
Elena, 207; Venus como la Concepción, 45, 47, 124, Gélis, Jacques, 243n.3, 250n.8,
Lucero de la Alba, 318; 252, 271, 310, 318. 390n.10.
Zorro, 211, 255; Fjeldså y Krabbe, 33n.33. Gell, Alfred, 202n.2.
Estrofa, 110, 272; antiestrofa, Flauta: clases de, 373; de hueso Genin y otros, 14n.1.
110, 272; episodios como de cóndor, 398, 401, 406; Género: división de trabajo
estrofas, 110, 272-3; epodo, Flauta de Oro (Quri Arkay), según género, 78 y sig., 351.
272. Ver también Canción. 480; pinkillu de pico, 176, Géneros literarios, 32, 57, 378.
Feld, Steven, 27n.29, 28, 93, 493; pinkillu pequeño, Géneros musicales, 48;
202, 292n.18. 398, pinkillu grande, 480; clasificación de, 50.
Fernández Baca, S., 327n.2. pululu, 434, 480; quena, Géneros de canto, 26-7, 48, 65,
Fertilidad: de cuerpo, 112; de 175, 398-9; quri pinkillu, 69, 98, 140-1; clasificación
la sangre, 89, 114, 170; 430; y trueque, 373. de 46, 55, 176 y sig..
de las tierras, 18; de los Flor: como recibo por el maíz, Germen de idea, 148.
animales, 103, 127-32, 168; 395; como vellón, 305; Gifford, Douglas, 336n.4
en el textil, 114; y canto, crías de los animales, 150, Girar: espíritus guerreros
149-50; y color, 259-60, 335; 302, 326; diseños, 335; girantes, 51; y estructuras
y división de labor ritual, en la maduración de las disipativas, 259; y
137; y Llama Negra, 247, ideas, 149; flores “grandes”, revolcaderos, 258-9, 492; y
254; y minas, 300. 135, 270, 141, 426; “flores turbulencia, 259, 263, 500;
Fertilizante. Ver Abono, “pequeñas”, 135, 141; “flor y viento, 259, 492.
Taquia. en el corral”, 335; “hacer Gisbert, Teresa y otros,
Fibra: acrílica, 108; y color, florecer”, 128, 132, 334, 309n.31.
108; partícula elemental 407; motivos, 149, 152; uso Godoy, Ricardo, 25n.20,
andina, 247, 250; y canto, ritual, 328. 125n.4, 441n.7.
315, 322, 397; y sonido, Flores Ochoa, J., 14n.1, 26 Good, Byron, 28.
385; y Vía Láctea, 203. y n.26, 69n.22, 181n.4, Gose, Peter, 212n.13, 427n.7,
Fiestas: Año Nuevo, 325, 406; 188n.8, 222n.29, 228, 254, 440.
Candelaria, 47, 325, 470; 357n.20, 358. Gow, David y Rosalind,
Carnaval, 47; Cruz, 395; Forraje: como “pelo de honor”, 212n.14, 219.
doméstica, de tomar, 91; 455-7, 463, 468; de los Grasa: calidad de, 126, 255; y
domingo de Tentación, 124, diferentes animales, 97 y hombres, 255; y nieve, 126.
470, 325; fiestas “grandes”, sig., 443, 456. Grebe, M. E, 352n.16, 353n.17,
325; fiestas patrióticas, Fórmula: modo de composición 357n.22, 358n.23.
400; Guadalupe, 428-9; del canto, 274, 281, 374. Greslou, F., 195.
Miércoles de Ceniza, 282; Foucault, Michel, 28, 41, 84. Gruszczynska-Ziolkowska,
Navidad, 271, 428; Niñu, Fox, James, 145n.12. Anna, 49n.12.
271, 406-7, 418; Pascuas, Fractales: brotes fractales, Guamán Poma de Ayala, 16,
124, 271; Pentecostés, 291, 487; teoría de, 245. 169n.36, 175, 217n.20,
400, 428; qamäwi (fiestas Franquemont, E. y C., 84 y n.12. 218n.23, 226n.31, 177n.1,
domésticas), 46, 91; San Furias clásicas, 250, 264. 239, 267, 437.
Juan, 292, 428; San Pedro, Furman, Nelly, 29. Guerrero Lara, R., 327n.2
Índice general
565
Guerreros: antigua trama de Hondas (q’urawa): clases de, como mancha negra, 208,
guerra nórdica, 493; de 296; lanzar piedras con, 289; como santa local, 446.
parto, 498-9; Jira Mayku 296; tema del canto, 293- Imilla Postrera: alimentos de,
como Mallkus de Guerra, 6; y el cordón umbilical, 348; en la estructura del
51, 490; llamas machos 293; y el rayo, 296; y los canto, 278 y sig.; rol en
como, 384, 392; que avan- espíritus diabólicos, 52; y rebaño, 279-83, 290.
zan y retroceden, 490-4. los reptiles, 291-2, 403; y Imilla Puntera: alimentos de,
Guitarra: guitarra grande, 48- ritos del parto, 293, 347. 348; en la estructura del
9, 176; guitarra pequeña o Horadar orejas. Ver K’illpha. canto, 278 y sig.; rol en
charango, 48. Hormiga de Pantalón Rojo: y rebaño, 278-83, 290.
Guss, David, 198n.16. alpaca, 312; y historia oral, Iniciación: de animales
Habla: acentuación, 147. 312-13. hembras, 151, 168, 384; de
Hanks, William F., 40n.3. Howard-Malverde, Rosaleen, las jóvenes del ayllu, 114;
Hardman, Marta, 79n.2, 40n.3. de las jóvenes inkas, 167-8;
425n.5. Huanca, Tomás, 27. de las llamas machos, 168,
Hardman y otros, 29, 35, 217. Huxley, Julian, 358-362. 407-9; de los jóvenes del
Hardy, Thomas, 391n.14. Hymes, Dell, 32, 431. ayllu, 408; de los jóvenes
Harris, Olivia, 24n.18, 47, Illa (piedras bezoares): clases inkas, 167-8, 407-8.
48, 51, 78n.1, 79, 83n.10, de, 228; como inqa, 228; Inka: andenes del Inka, 61;
215n.16, 283, 390n.8, como jayintilla, 228, 247, corrales del Inka, 61, 325;
453n.13, 501, 502n.8. 271; como las costuras Cusi Huanachiri, 167;
Harrison, Regina, 47n.10. regionales, 126; costuras doncellas, 58-9; dueños de
Havelock, Eric A., 22, 28, 93, 99. generativas (ch’uku), 126, los animales, 61; grito del,
Hendir. Ver K’illpha. 133, 213, 225; diferencias 61 y sig., 250; incario, 16,
Herencia. Ver Dote, K’illpha. según el género en la 53; Inka María Qhuya,
Héritier-Augé, Françoise, adoración de, 229, 234- 61, 64; línea sanguínea
83n.7. 5; en atados rituales, incaica, 167 y sig.; Mama
Hernandez Príncipe, Rodrigo, 229; envoltura de, por las Huaco, 169n.36; Manco
194n.12, 212n.14. mujeres, 229, 234, 237; illa Inka, 167; piedras de Inka,
Herrera y Tordesillas, Antonio guaguas, 228; illas dur- 61; sendas del Inka, 61;
D., 206n.6. mientes, 233; organiza-ción ritos de iniciación de, 167-8,
Hidrología, 26, 195, 226, 502. segmentaria de, 227; Padre 407-8; Tiempo del, 57, 60,
Hilar: actividad, 108-10; Illa, 233; piedra-illas, 61, 66, 120, 164, 167, 214, 372,
canciones de, 55, 58; e 228 y sig.; y agua, 232; y 391; y canto, 54; y espíritus
hilvanar cuentos, 109; aliento, 224-5, 231; y color, diabólicos, 51; y horadura
preparación para, 109; 231, 233; y sonido, 228, 233; de orejas, 167-8, 407-8.
sonido de la rueca, 109, y wak’as, 227. Inkuña (textil para coca): 107,
401; y doblar, 109; y los Inmaculada Concepción de 112; y el telar de la plaza,
espíritus diabólicos, 491; y Nuestra Señora. Ver 66, 76. Ver Textil.
torcelar, 109. Fiestas. Inspiración Ver Canto, Tejer.
Hipónimos: 150. Imilla Encantadora: y Interfase. Ver Lindes.
Hipotesis Gaia, 26. fertilidad, 299-300; Can- Intertextualidad: de varias
Historia: de los orígenes ciones a, 298-302; epítetos voces, 27, 40-1; y canto, 385.
del wayñu, 53-4, 57-60; de, 300. Ver también Ipala (cuñada): y k’illpha, 133.
historia cantada, 378 y sig. Androgenia. Isbell, Billie-Jean, 21 y n.16,
Holguín, González, 54n.18. Imilla Pastora (Qarwir Imilla): 84 y n.12, 283n.4, 309n.31.
566 Río de Vellón, Río de Canto
Isbell y Roncalla Fernández, y enterrar los pedazos de género, 100-3; teñir, 107-8;
48n.11. orejas, 137 y sig.; levantar transformación de, 107-8;
Isbell y Franquemonts, 84 y la piedra blanca piña, 132- y regazo, 347 y n.14. Ver
n.12. 4; nombres de señales, 131; también Vellón.
Iskina (altar doméstico): 124, ocurrencia temporal, 122-4; Langue y Salazar-Soler,
259; de llama, 259; gente orígenes de, 120 y sig., 167; 271n.1, 455.
de, 135; y uywiri como par, y aretes, 132; y dote, 118-9, Lara, Jesús, 54n.18, 439n.1.
124, 135, 334. 124; y hendir u horadar las Lea, Vanessa, 218n.24, 220 y
Jawi (vellón): 130, 203-5, 240. orejas, 131; y línea materna, n.27, 254n.11.
Ver también Vellón. 83, 167 y sig.; y sangre, 118, Lehmann-Nitsche, Roberto,
Jawimukuña (mover al 129; y tomar su porción 206n.6.
neonato a un lado): 204. (lakachaña), 130, 170-1. Ver Leinhard, Martin, 27n.28.
Jawiña (untar): 130. también Dote, Herencia. Lenguaje: de aprendizaje, 88;
Jawira (río): 130, 194, 203, Killakas Asanaqi: federación lenguaje simbólico, 168.
240, 256, 263. aymara de, 17-18. Letra: de canciones, 146 y
Jaynu, 86-90. Ver Senda. Kipu: artificio mnemónico, sig., 318.
Jiménez A., Domingo, 193-4, 18, 44. Lévi-Strauss, Claude, 171,
202 y sig., 210-12, 228, 255. Kirki. Ver Canción. 194n.12, 217n.22.
Jira mayku (espíritus Kirkir imillas. Ver Coristas. Ley de Expropiación de Tierras
diabólicos girantes): 51; Klotho, la Parca griega: de 1873: 23.
apariencia temporal, estatua de, por Rodín, Ley de Participación Popular:
282; como guerreros, 51, 497-8. 34.
71, 490-1; como Mallkus Kristeva, Julia: 40n.3, 266; y Libaciones. Ver Brindis.
de Guerra, 51; vestimenta chora, 266, 495; y sphota, Likina. Ver Valles.
de, 73; y aliento, 67, 70; 266, 495. Líneas de sangre: wila kasta
e inkas, 51, 74; y la Vía Krupat, Arnold, 32. o warmi kasta, 83; de
Láctea, 195; y los muertos, Kumphirisa (confites): uso animales, 125, 335; ex-
195. Ver también Guerrero. ritual de, 128; y taquia de presión en el canto, 150-2,
Jira t’alla (espíritus diabólicos los animales, 128. 170; expresión textil de,
girantes): como T’allas de Labradores (animales de tiro): 83-4; y descendencia, 83; y
Guerra, 490; como T’alla Canciones a, 470 y sig. Ver sangre materna, 83.
de Taquia, 124, 127, 149, también Bueyes, Toros. Líneas de semilla: chacha
165; nombre ritual para Lachesis. Ver Parcas. kasta o muju kasta, 82;
corral, 215. Laguna Llorona (Q’asir Quta), de animales, 125, 335;
Juana Doña Ana, 62, 64. 121, 228-30, 293, 296, 350-1. expresión en el canto,
Jujchu T’alla (cerro), 97, 121, Lakachaña (tomar su porción), 170; expresión textil de,
164, 214-5, 228, 351, 376; 130, 407. Ver K’illpha. 82, 84; semillas, 82; y des-
“abuela” del ayllu, 347; Lamara, 460. Ver también cendencia, 82; y semen, 82.
Cuento de Matrimonio de, Llama Negra. Lindes: espacio agonístico, 43;
120; epítetos de, 348. Lana: cocerla, 108; colores de, interfase entre Tiempo
Kempff Mercado, Noel, 33n.33. 181-4; de llama, 106-8, de los Chullpas y de los
K’illpha (ceremonia de marcar): 181-2; introducir luz en, Inkas, 57; “rivalidad de
canciones de, 91; como estilo 108; lana cruda y su pro- contornos”, 49.
de usar la manta, 81, 119, cesamiento, 106-8; ovillo y Liq’uchi. Ver Zorro.
166; como iniciación de los rebaño, 290; ovillo y canto, Lira, Jorge A., 53 y n.15,
animales, 132, 168; contar 111-2, 290, 297; por sexo y 54n.18.
Índice general
567
Llama (qarwa): clases de, soñadores, 410-11; Can- Lord, Albert, 274, 275n.2.
100-1; cruce con alpaca, ciones a los Retaguardias, Loubser, Jostine, 145n.14, 315.
101; revolcaderos, 258-9; 418-422; Canciones de Lugar rojo del nacimiento, 65,
terminología de, 102 y sig. Reñirse, 415-8; Canciones 312-3.
Llama Blanca Celestial, 15, a los Trasguías, 411-12; Luna, Luís E., 202n.2.
205. Canciones de Viaje, 372 y Luna: periodicidad de los
Llama Celestial. Ver Llama sig.; como guerrero, 392; ritos, 232, 247; y dinero
Blanca, Llama Negra, como ave pasajera, 385-6; (phaxsima), 133; y
Llama-hembra Celestial, comparado al cóndor, 398, menstruación, 246; Ver
Llama-macho Celestial. 404-6; epítetos de, 383, también Padre Sol y Madre
Llama crías: Canciones a 385; los que cruzan rápida- Luna.
las Llamitas Perdidas, mente, 334; los maricones, Lynch, Thomas F., 18n.9.
179, 305-8; Canciones a 334. Madre Comuna (Kumuna
los neonatos, 178, 302- Llamas machos Celestiales: Tayka): brindis a, 427-8,
5; Canciones de traer de epítetos de, 208, 223, Tata 464; y pago de la tasa, 425,
los Cerros, 291-7; epítetos Kusku, 320, 397; Tata 427-8, 430.
de, 102, 302, 305; rezos Pumpisitu, 208, 479-80; Madre Luna, 426. Ver Padre
cantados a, 307-8. Tata Illimani, 320. Sol y Madre Luna.
Llama hembra: Canciones Llamas machos jóvenes: Maíz: animu de, 390;
a, 162, 178, 270 y sig.; epítetos de, 385. comparado con los colores
Canciones a las Madres, Llama Negra: brindis a, 346; de los animales, 134, 226;
178; Canciones a las descenso, 303, 318, 321, uso en ofrendas, 125.
Jóvenes; 178, 298-302; 362, 391; en el canto, 203 Malinowski, B., 198n.15.
Canciones de Apacentar en y sig., 289-91, 302; epítetos Mallku: autoridades, 51;
el pasto, 179; Canciones de de, 207 y sig., 289; La que cerros, 120.
Marcar, 162; Canciones de nunca Baja, 216; mear de, Mamani, Manuel, 17, 25,
Meter, 179; Canciones de 242-4, 391; sangre de, 253; 26n.27, 119n.2.
Suerte, 284-8; Canciones transformaciones de, 236; Mamani, Mauricia, 68, 163-4.
para Llevarse, 362 y sig.; Yakana, 204, 255n.12, 258, Mama Rosario, 470.
Canciones para Sacar, 178, 492; que bebe las aguas, Mamita Aymaya, 303.
347; Canciones para Traer, 246, 453; y color, 253; Mamita Copacabana, 302-3.
179, 292; epítetos de, 162, y cordón celestial, 248, Mamita de la Encarnación, 432.
288-91; movimiento diario 347; y arco iris, 257-9; y Mamita Moquegua, 432.
de, 272. chullumpi, 362; y hombres, Mannheim, Bruce, 29, 145,
Llama- Celestial, 176, 206, 254-6; y lamara, 195, 255-6, 147, 150, 267.
283; epítetos de, 208; y 241, 244; y lugares acuosos, Manto: y chullumpi, 336; y
cerros, 214. Ver también 212-13; y milagros, 223; y placenta, 248, 293.
Llama Negra, Yakana. mujeres, 241 y sig., 283, Manutención (mantinsyuna).
Llama-macho: Canciones a, 302; y nacimiento, 247 y Ver Ecología.
372 y sig.; Canciones a sig. Maraza, Franco, 379-80.
los Demorones, 418 y sig.; Lógica modal, 293. Maraza, Juan, 409n.23, 411.
Canciones a los Delanteros, López Beltrán, Clara, 20n.12, Marmon Silko, Leslie, 30n.31,
178, 374-8, 381-4, 392-7; 21n.13. 73n.25.
Canciones a los Jóvenes López Rivas, Eduardo, 15, Martínez, Gabriel, 51n.14,
Nervudos, 178, 406-10; 196n.14, 205, 206n.6, 68, 69n.22, 203, 212-3,
Canciones a los Jóvenes- 244n.4. 357n.20 y 22.
568 Río de Vellón, Río de Canto
Motivos, Ritmo, Sirenas, de primeros movi-mientos, Papa: cultivo de, 18, 34, 42,
Voz. 58; de vellón, 385, 422. 477.
Napa. Ver Delantero. Oraciones: entrelazadas, 27; Paralelismo: coplas, 145, 315,
Nawiraya. Ver Navidad. escondidas, 27, 291. 416, 476; “entre frase y
Navidad (Nawiraya,Niñu): Oratoria, 425. tiempo”, 146; gramatical,
fiesta de, 271; y actividades Orejas: aretes, 132, 166-7; 288; rítmico, 145;
pastoriles, 271. hendir y horadar, 118, 129, semántico, 145, 288.
Nido del Cóndor y del Halcón: 131-2, 166, 407-8; orejeras, Parcas (griegas): Atropos,
nombre ritual de la casa, 167, 407; orejones, 167-8. 493, 496-7; Klotho, 497-8;
43. y n.7, 362, 368. Orincain, Don Pablo de, 323-4. Lachesis, 497. Ver también
Nimuendajú, C., 194n.12. Orlove, B., 14n.1. Klotho.
Niñu (Año Nuevo), 210; fiesta Ortiz de Zuñiga, 392n.15. Paredes Candia, Antonio, 54.
de marcar los machos, 124. Ortografía: del aymara, 35. Parry, Milman, 274-5; y
Nombres: basados en los Ortiz Rescaniere, Alejandro, teoría de fórmulas, 274; y
colores de vellón, 220-2; 26n.25. tradición oral, 274, 275n.2.
de animales, 217 y sig.; de Ossio, Juan, 212n.13, 218n.23. Pärssinen, Martti, 83n.16.
cariño, 220; de hembras, Oveja: Canciones a, 140 y Parteras: discurso de, 202-
221; de machos, 221; de sig., 184-8; Canciones a las 3; y chamanismo, 202;
productos, 434; en las Crías, 184; Canciones a las y el canto, 203, 337; y
canciones, 297; nombrar Madres, 185; Canciones a menopausia, 203; y renacer
los animales, 218 y sig.; los Machos, 185; Canciones los animales, 496.
tendidos como vellón, 344. de Cocinar, 186; Canciones Parto, 264; de llamas, 292;
Nuestra Señora del Rosario. para Sacar, 185; ceremonia con hebra amarrada, 390;
Ver Fiestas. de marcar, 119 y sig.; Diosa griega del parto, 498;
Nuestra Madre (Luna). Ver epítetos, 159; terminología hemorragia, 262; puerta del
Nuestro Padre Sol, Nuestra de, 105. canal del parto, 249; romper
Madre Luna. Overing, Joanna, 85n.18. las aguas, 244; sonidos de,
Nuevo mundo: animales del, Pachacuti Yamqui Salca- 250-1, 262; tapón mucoso,
14, 184. maygua, Juan de Santa 248; y campanilla, 390. Ver
Obsequios. Ver Dote. Cruz, 206n.6, 240n.1, también Placenta.
Obstetricia, humana y animal, 309n.31, 439n.1. Pascuas. Ver Fiestas.
247. Pacto Andino, 21. Pastor (awatiri), 226, 376;
Ong, Walter J., 115. Padre Oro (Tata Quri), 63, 75, como Dueño(a) de los
Onians, R. B., 347n.14. 302, 395, 451. Animales, 226; como gato
Onomatopeya: del aliento, Padre Sol (Tata Inti), 59-60, montés, 226; epítetos de,
454; del cencerro, 395; del 426. 226; vestido en ponchos y
movimiento de la llama Padre Sol y Madre Luna: aguayos pardos, 226.
macho, 383-4; de la honda, brindis a, 139; honrar al, Pastoreo: actividades según el
296; de las alas del cóndor, 373; senda de, 447; servir género, 100-2; instrucciones
396; de las crías, 429- los dioses, 22, 284, 366, a los animales, 101-2;
30 ; de las illas, 228; de 476, 483; y animales, 153; magnitud del rebaño, 105-6;
las ovejas, 148; de las y ritos de expiación, 124. organización de los rebaños
plastas de bosta, 454; de Palacios Ríos, Félix, 14n.1, según el sexo y la edad,
las ruecas, 109; de los 119n.2, 219. 101-4; rebaño como “ovillo
cascos, 454, 458, 467; de Pampa, 292. Ver también de lana”, 290; riqueza
primeras canciones, 88; Textil. en animales,19-20, 119,
570 Río de Vellón, Río de Canto
139, 169; rutina diaria, 94, Piña: como piedra blanca, 133; cantado, 476; estrofas, 110,
101-2, 271-3; secuencia como plata, 270; relación 272; expresiones oblicuas,
del rebaño, 278 y sig.; con dinero, 20 y n.12, 133, 150; mapa poético, 292;
separación de los rebaños, 137; puesta con orejas, 137; metalepsis, 85 y n.17;
100-3; socialización de los y medrar de animales, 133. poesía épica africana, 275;
animales, 102-3; trans- Piñama (Llama Madre): poesía obstétrica, 346;
misión matrilineal de los Canciones a, 270 y sig.; versificación, 31, 273, 463,
rebaños, 118-9, 129, 166- epíteto para la llama 487.
70; verbos de arrear, 273; y hembra, 133, 284. Ver Polo de Ondegardo, Juan, 18,
repertorio del canto, 106-7. también Llama-hembra. 37, 206n.6.
Pastos: canciones y, 97-9; Phiri (gacha de pito de cebada): Postillón: Canciones de, 451 y
clases de, 98-9; pastizales, como comida de festín, 344; sig.; cargo de, 441; ritos de,
97-99, 219, 303, 308, 313-4, como libación, 128; y los 444-5; y tambos, 443.
318, 321, 330, 347, 453. animales, 128. Postulados lingüísticos del
Phaxcha. Ver Sirena. Placenta: como comedero, aymara: lo humano y lo
Paz Estenssoro, Victor, 24. 243; como dormitorio, 243, no-humano, 29; fuente de
Pelo: colores de, 180-4, 185, 248; como pista de baile, datos, 416.
211, 221-2; doce pelos, 180, 266; como torta, 243n.3, Prácticas textuales: escritura,
199, 233; espíritu piluchiri, 248, 264; entierro de, 250; 84, 86; tejer, 84; y hombres,
233, 235. envolver en, 293; mem- 78-80, 89-90; y mujeres, 78-
Pelo de honor: como crines de branas de, 243; ritos del 81, 86 y sig..
mula, 455-6; como forraje alumbra-miento, 248, 250; Préstamos: culturales, 31-2;
y alimento, 455, 457, 463; “tetas” de, 248; y ancestros en el lenguaje de arar, 478;
ritos pertinentes a, 456. maternos, 250, 266; y canto, lingüísticos, 31.
Pentatono. Ver Música y Modo. 293, 297; y cimiento, 248; y Pringue: de grasa, 139, 494.
Pezuñas: de piedra, 457; y el colchon-etas, 248; y cordón, Prigogine y Stengers, 259n.18.
rayo, 162; y el sonido, 458; 248, 336; y frazadas, 248; Pucher de Kroll, Leo, 194n.12,
y milagros, 162; zapatos de y manto, 336; y sombra, 205n.5, 207n.9.
plata, 154. 248; y sonido, 250, 265-6; Qamäwi. Ver Fiestas.
Picaflor: cola de, 188-90; y textiles, 114. Q’asir Quta. Ver Laguna
Cuentos de, 188-91; y Platt, Tristan, 21 y n.16, 22 Llorona.
origen de los coloridos de y n.17, 42n.4, 80, 80n.5, Qu e c h u a : c a n t o e n , 1 4 5 ;
vellón, 188-91; y ispiritu, 223n.30, 249n7, 254, glosario de, 504 y sig.;
190. 302n.31, 312, 380, 396n.18, lenguaje actual de la zona,
Piedras que Caminan.(Aywir 424n.1, 428 y n.10 y 11, 53; lenguaje de los valles,
Qala): como generadores 429n.12. 242, 373, 399, 477.
de los rebaños, 121, Plaza: altares de, 66; como Quijada Jara, Sergio, 26n.26.
165, 296, 305, 328; como pista de baile, 66; como Quispe Ch., Lucía, 47, 52, 55,
illas, 121, 214, 228; y el telar, 64, 75; y inkuña, 68, 91 y sig., 121-2, 176 y
canto, 141, 164, 305, 449; 66, 76. sig., 202 y sig., 275 y sig.,
recordarles en libaciones, Plaza, Pedro, 298n.24. 291, 297-9, 306, 311, 326 y
141; ubicación de, 121. Plumaje: lucirlas, 69; y sig., 348 y sig., 444 y sig.
Pinkillu: flauta, 48, 78; espíritu, 69. Ver también Quispe, Bernaldita, 58-64, 385
intercambio por llamas, Aves. y sig.
373; uso de, 346. Ver Poética: arte verbal, 40; Quispe, Santusa, 57, 430.
Flauta. diálogo, 377; diálogo Qurpa. Ver Banquete.
Índice general
571
Qhuya (o Coya): como la 266. Ver también Música. 83; sangre materna, 118,
Emperatriz incaica, 62, 154; Rodríguez, Rosario, 27n.28, 88. 129; y arco iris, 168, 259-
como la llama fértil, 62, 127, Rosario. Ver Fiestas. 61; y color, 132, 150-1; y
498, 500; como mina fértil, Rowe, Ann Pollard, 40n.2. feto, 247-8; y “flores”, 150; y
103, 127; y canto, 16. Rowe, John, 85n.17, 211. parto, 152; y sacrificio, 152;
Q’uruawa. Ver Honda. Ruthsatz y Fisel, 25n.22. y sonido, 150, 170-1; y tejer,
Ramos Gavilan, Fray Alonso, Sacrificio: autosacrificio para 114-5.
227n.34. el bien común, 255-6; del San Antonio (San Antuñu): y
Randall, Robert, 141n.11. animal, 125-6; y cocer, 134; llamas, 223-4, 226, 320
Rappaport, Joanne, 80n.5. y hombres, 255. San Felipe, 451.
Rebaño. Ver Arrear, Pastoreo. Sal: como meada celestial, 391; San Francisco, 470.
Reciprocidad: ayni, 89, 109 ; en epítetos de, 391; intercambio Santa Bárbara (Santa Wara-
aprendizaje, 89; mink’a, 89; de, 391-2; y los inkas, 391. wara): y alpacas, 210,
pública, 21. Salinas y Córdova, Buen- 318.
Reforma Agraria de 1952-3, aventura, 439n.1. Santa Guadalupe, 449.
23-4, 441. Sallnow, Michael, 302n.31. Santa Mónica: y el tambo, 431,
Reichel Dolmatoff, Gerardo, Sallqa (cuentos cantados a las 444, 448-9, 451.
194n.12, 217n.21. bestias silvestres): 57, 405. Santiago (Tata Santiago), 318,
Relatos. Ver Cuentos. Salta (diseños textiles). Ver 448.
Retaguardia: Canciones a, 418; Textil. San Pedro, San Paulo, San
llama macho, 418; rol en Samiri (espíritus de aliento), Nicolás, 432.
rebaño, 418. 53, 70, 133, 224-5 227, San Sebastián: y la fiesta del
Retórica: como forma didáctica, 231-3, 326; brindis a, 133, cabildo, 428, 432-3.
283; de los hombres, 425. 234; clases de, 231; que da Santillán, Hernando de, 167 y
Revolución boliviana, 1952, 24. color, 198, 231-3, 235; que n.30, 439n.1.
Rima: rimatu, 49, 146. Ver da vellón, 198, 233; relucir Santo patrono: de alpacas, 309,
también Canción. de, 231; y agua, 70, 232-3; y 318; de cabras, 124; de
Riqueza: en llamas, 19; de canción, 53, 198; y colores, llamas, 320; del rayo, 318;
hombres, 169; de mujeres, 231, 257-8; y cruce, 325-6; de ovejas, 124; de Qaqa-
20, 119, 139, 169; del ayllu, y illas, 70; y música, 53; y chaka, 75, 302, 395, 451.
381, 395, 426-7, 431; herencia reproducción de rebaños, Santo Tomás, Domingo de,
en animales, 139, 169. 232. Ver también Aliento. 439n.1.
Ritmo, 176, 273; anapesto, 463; Sánchez-Albornoz, Nicolás, Sapo: como costal, 386; como la
célula rítmica, 145, 274, 21n.15. Virgen Tierra, 431; Sapo-
279, 303, 307, 333, 395, Sangre: como agua roja, 151; cocinera en cuento, 386;
467; coriambo, 382; del como diabólico, 261-4; de la Sapo de Riquezas, 431, 451.
corazón, 266; de pies, 110; Llama Negra, 253; flujo de Sarmiento, de Gamboa, Pedro,
dimétrico, 382; figuración sangre en el marcar de los 240n.1, 389, 439n.1.
rítmica, 147; frase rítmica, animales, 129, 166-7; hebras Saxra (diabólicamente po-
145; hexámetros, 463; de sangre, 262; lazos de deroso): y el mundo
jerarquía de ritmos, 296; sangre, 153; lazos verticales interior, 52; y el parto, 262;
motivos rítmicos, 145, 288; y horizontales de, 169-70; y los espíritus diabólicos,
paralel-ismo rítmico, 146; líneas de sangre (wila kasta) 52, 492; y revolcaderos,
pie rítmico, 467; ritmo 83, 168; para la olla, 151; 492; y sangre materna,
“montado”, 296, 382; poder de la sangre materna, 262; y sirenas, 262. Ver
síncopa, 296, 348; y chora, 166 y sig.; matriz de, 81, también Río Diabólico.
572 Río de Vellón, Río de Canto
Semasiográfica: y la estética diabólico (saxra), 500; como 179 y n.3, 204; enfático -pini
andina, 115; y textiles, 81. alpacas, 500; como energi- o -puni, 185; inceptivo -ta-,
Semilla: ideas como, 85, 97, zantes de la Tierra Virgen, 179; localizador -xata- o
106; y ideas musicales 251; como musas del canto, -jata-, 179, 219, 273; loca-
146, 149. 195; estrella de, 195, 321-2; tivo -na, 480; momentáneo
Senda: ancestral (thakhi), lugares con, 51; phaxcha, -t’a-, 463; reflexivo o
55; como “cintas”, 56, 83, 52-3, 88, 196; senda de, 52, recíproco -si-, 178, 415;
185; como papel, 192; como 251; y manchas negras en serial -rara-, 163.
“sendas” de color, 83, 191- la Vía Láctea, 195-6. Sullivan, William, 75, 205n.5.
97, 207; como tema del Sirki, Agustina, 151. Szeminski, Jan, 309n.31,
canto, 277, 292; “corral y Skar, Sarah, 215n.17. 310n.32 y 33.
senda” como motivos, 93, Solomon, Thomas J., 26n.27, Tabúes: de la sangre materna
494 y sig.; de costumbre y 99n.23, 145-7, 424n.2. 262; en el embarazo y
tradición, 90-2; de la mula, Sosa, Alberto, 409n.23. parto, 262.
467; de los dioses, 44, 120, Spedding P., Alison,73n.24, Thakhi. Ver Senda.
447; de memoria, 91-2; de 169n.36, 208n.10, 217n.20, T’alla (Señora): brindis a, 124,
pastoreo, 44; de sirenas, 222n.28, 463n.19, 496n.5. 127, 215; como autoridad
52, 251; de taquias, 159, Stobart, Henry, 50, 51n.14, femenina, 297; jira t’alla,
353; enlazar las dos sendas, 62n.19, 63n.20, 72n.23, 90. 124, 127, 149, 165, 490;
83, 90; iconografía de la Stonemiller y otros, 43n.5. T’alla de Taquia, 137, 215,
“senda”, 292; jaynu (de Strathern, Marilyn, 245, 273, 277, 334; T’alla que
la gente joven), 85 y sig., 254n.10. Gira, 165, 490. Ver también
352; senda de “marcar” los Suerte (surti): brindis para, Jira t’alla, Jujchu T’alla.
animales, 131; senda de 128, 325; de la tierra, 148; T’alla de Taquia. Ver Jira
“tejer”, 87, 131; sendas de en animales, 349; ritos de, t’alla, T’alla.
zigzag, 60; Senda Grande, 324-5; y abono y orines, 96, Tambo: aprendizaje de las
52, 193; senda intermedia, 148, 215, 390, 427, 454; y canciones, 446; Canciones
75; senda roja, senda ecología, 96; y canto, 133, del, 448 y sig.; Canciones
blanca, 83, 193; “sendas” 148, 154 y sig., 159 y sig., de la Casa de Fuego, 448 y
de animales y personas, 284, 481; y cerros, 326; y sig.; como Casa de Fuego,
44, 277; sendas terrenales illas, 225, 431, 450; y color, 446; como grupo de Inkas
y celestiales, 193-7, 256; 335, 349, 404; y dinero, 442, por privilegio, 439; como
sendas trenzadas, 166, 352; 446; y manutención, 455, lugar de nacimiento,
thakhi (de la gente mayor), 457, 498; y mujeres, 427, 439n.1, 440; como lugar
55, 90 y sig. Ver también 498; y sangre, 126, 130; y de origen, 438; como red
Cinta. sonido, 454, 463. de caminos precolombinos,
Señora Santa Ceniza: canción Sufijo: causativo -ya-, 324; de 20, 425, 438; corrales de,
de, 196. cortesía -ya, 279; direccion- 443; diligencia, 443; horno
Sherbondy, Jeanette, 212n.13 al -ta-, 178-9; direccional o de, 440-1, 445-6; período
y 14. de acercamiento -ni-, 179; de servicio en, 441 y sig.;
Sikkink, Lynn, 195. direccional o completivo postillones, 441-3; Santas y
Sinestética: lenguaje sin- -su-, 271, 273; direccional doñas de los ritos del, 444-
estético, 81, 84, 115, 137. o inceptivo -nta-, 179, 273, 5, 449-50; sonido del, 448.
Sinsiru: Ver Cencerro. 384; direccional -ru-, 179, Tambiah, S. J., 198n.15.
Sirena (sirina): Canción de, 260; distanciador -muchu-, Taquias, 18-19, 26; y ajíes, 314,
195-6, 321-2; como algo -mucha-,-muku o -nuku, 435-6.
Índice general
573
Tasa: Canciones de la ción, 293, 306, 335, 344, Tío: dios cornúpeto de las
ceremonia de pago de tasa, 356; atados rituales, 127, minas, 191, 416, 440.
397, 424; fechas de pago, 133, 136, 227-9, 237; Todos Santos: canciones de, 47;
428; pago de, 20, 380. cinta de faja (t’isnu), 335, fiesta de, 47.
Tastevin, P. C., 194n.12. 352; colchoneta, 19, 248- Toledo, Viceroy, 20, 428.
Tata Kusku. Ver Llamas- 9; colores de, 335; como Tomoeda, H., 26n.26, 311.
machos Celestiales. sistema semasiagráfico, Tono. Ver Tunu.
Tata Pumpisitu. Ver Llamas- 81; costal, 19, 87, 107, Torcelar: Ver Hilar.
machos Celestiales. 252 y n.9, 335, 350, 372- Toros: Canciones a, 471 y sig.;
Tata Riy Inka: como la figura 3, 374, 386; inkuña, 102, enseñanza de los toritos,
mítica, 392; como idea 107, 171, 344, 366, 470, 470-1; epítetos de, 472, 476;
mesiánica, 392. 493, 499; laqhulla (lacolla), y el arar, 472, 478.
Tata San Pedro, 431. 306; listas de, 42, 82, 252, Torrico, Cassandra, 14n.1,
Tata Quri. Ver Padre Oro. 335; mantillas, 293, 296; 24n.19, 52, 78n.1, 106n.26,
Tata Wila Kurusa: Santa Vera salta (diseños), 86, 87, 108, 252n.9, 260, 262n.21,
Cruz, 45, 451; Ver también 114-6, 290, 335; pampa 386n.7, 390n.9, 391n.13.
Padre Oro. (fondo), 85-6, 89, 107-8, Tradición oral, 274-5; fór-
Tawantinsuyu, 16. 114-5; para el cruce de mulas, 274-5, 281.
Taylor, Gerald, 194n.12, las llamas, 335, 351, 385, Transhumancia: casas de, 97;
216n.19. 421; poncho, 87, 349, 385, ciclo de, 272.
Tedlocks: Barbara, 27 y n.29, 421; pre-colombino, 336-7; Trenzados, 90; cordel (chaku),
226n.31, 261n.20; Barbara rebozo, 293; urdimbres 333; honda (q’urawa), 293,
y Dennis, 40; Dennis, 32. (chinu) de, 87; wallqipu 296, 347, 352, 356, 403;
Tejer: ajustadora (wich’uña), (bolsita), 107, 126n.5, 133, soga (wiska, panuqa), 333,
134; aprender a, 86 y 311-2, 334; wistalla (paño 414. Ver también Honda,
sig.; “escoger” diseños, para coca), 126, 129, 133, Textil.
111; “escoger” versos, 171, 311-2; y escritura, Trimborn, Hermann, 206.
111; expresiones de, 80-1. Ver también Honda, Tschopik, H., 453n.13.
110; inspiración a, 112; Teñir, Trenzados, Tejer. Tunu (tono, registro, tonada):
temporada de, 112; y arar, Textualidad: 33, 93 y sig., 170, en el canto, 49, 56; en la
85; y “arrojar” melodías, 176, 378. música, 49; registro, 107,
111; y “desenvolver” Textura: del canto, 99-100, 145, 158, 225, 262, 329,
melodías, 111-2; y canto, 108; del vellón, 99-100, 401, 406; tono “claro”, 53.
78-9, 84-5, 88-9, 111; y 106, 108. Ver también Voz.
música, 84-5, 90. Ver Tibón, Gutierre, 243n.3. Turino, Thomas, 50n.13,
también Textil. Tiempo Eterno (Wiñay Timpu), 51n.14, 84n.14, 90.
Telaraña (simpa): a través del fuente de canciones, 292; Turner, Terence, 40n.1.
ayllu, 83; y mujeres, 83. tareas eternas, 277. Turner, Victor, 495n.3.
Teñir: canciones y, 108; colores, Tierra Virgen (Tila Wirjina), Turu Mallku (cerro), 97, 121,
107-8; hierbas colorantes, 47, 297; aliento de, 291; 164, 214-5, 228, 351;
26, 108, 163; lana, 108. Ver brindis a, 464; epítetos de, “abuelo” del ayllu, 121;
también Color, Lana, Vellón. 477, 482; menstruación Cuento del Matrimonio de,
Terciana (malaria): curaciones de, 284n.6. Ver también 120; epítetos de, 121, 213.
de, 258n.15; enfermedad Virgen. Tuti. Ver Dote, K’illpha.
valluna, 372. Tilantiru. Ver Delantero, Untoja, Fernando, 22.
Textil: aguayo y su organiza- Llama macho. Urbano, Henrique, 439n.1.
574 Río de Vellón, Río de Canto
Urton, Gary, 141n.11, 194n.12, 2; y alpacas, 318, 322. Ver refrán de, 328, 382, 431,
205n.5, 207n.9, 209, también Estrellas. 452-3; uso de, 340.
210n.12, 212n.13, 256n.14, Versificación, 31, 273. Voz: armonía de voces, 91; artes
258n.16, 327n.2, 391n.13, Verso (wirsu): Ver Canción. de la, 40; de autoridad,
439n.1. Vestimenta: allmillas, 42; 80; capas de, 378, 416;
Uywiri. Ver Cerro Guardián. bufandas ajedrezadas, 42; claridad de, 53, 67, 70;
Valcárcel, Luís E., 194n.12, mantillas, 42; pollera, 42; compás de, 296, 396, 467,
205n.5. rebozos, 293; poncho, 42, 487; cualidad granular de,
Valladolid Rivera, Julio, 87, 349, 385, 421; sombrero, 158; de chullumpi, 340; de
310n.33. 19, 65, 69, 479. edad, 329; de la llama, 337,
Valles (likina): aviadores Vía Láctea: constelaciones 339; de la Llama Negra,
de, 225; despacho a, 374; negras, 52; como el “Río 501; de hombres, 79-80,
intercambios allí, 373; Grande”, 194, 214, 306; 501; de mujeres, 79; de
peligros de, 372-3; viajes como la “Cinta Grande”, narradora, 293; del cóndor-
a, 372 y sig.; vuelta de, 376. 193; como la “Senda espíritu, 80, 502; del Zorro,
Van de Guchte, Maarten, Grande”, 52; como el “Río 403; diálogo cantado,
227nn.33 y 34. del Cielo”, 195; como el 476; diálogo poético, 293:
Van Kessel, Juan, 84n.13. “Río de Vellón”, 344; lagos entonar las voces al sonido
Vega, Antonio de, 271n.1. negros, 52, 194-5, 210-1; del agua, 53; envolturas
Vellón: clasificación de los manchas negras, 194n.11; de, 439; estirar la caja
colores de, 180 y sig.; y los muertos, 75, 195; y de, 158; expresión visual
coloridos de, 181-3; zodíaco negro, 205n.5. de diferentes voces en
calidad de, 99-100, 311, Vicuña (wari): 14; como la página, 329; falsete,
315, 350; envolturas de, camélido de los cerros, 140; femenina, 28-9, 422;
202, 217, 219, escarmenar, 224; parto de, 244; vellón inflexión de, 158; lanzar,
109; estirar, 109, 146, de, 100, 350. 98, 111, 115; que imita los
488; limpiar, 109; para Viejo mundo: animales del, instrumentos musicales,
textualizar las canciones, 327, 453. 452; pintar la voz, 344;
350; sonido de, 385, 397; Villarroel, presidente, 446. projección de, 110-11;
textura de, 99-100, 106-7; Viracocha: como dios andino, registro, 107, 145, 158,
transformación de, 107-8, 309; como dios de agua y 251, 262, 329, 401, 406;
110-1; y arco iris, 258, 260; textil, 310 y n.33; como ser registro inferior y agudo,
y canto, 171; y color, 180 andrógino, 309 y n.31; y 158; saltar entre registros,
y sig., 188-91; y espíritus alpacas, 309-10; y Llamas 158; sin acompañamiento,
de color, 198-9, 231-3; y Negras, 310; lugares 140; texto con múltiples
Llamas Negras Celestiales, húmedos, 310. voces, 28, 150, 418;
204 y sig.; y lluvias, 244; Virgen: como epíteto de la textualidad de, 33; textura
y nombrar los animales, Tierra, 47, 477; como cambiante de, 158; timbre
220 y sig.; y pasto, 99-100, imilla, 178, 289. de, 158; torcer melodía
108, 219; y pelaje, 344; y Virgen Cabildo: 43, 424; y con, 406; trenzar las voces,
plumaje, 199, 348-50; y lluvias, 430. 415; vocalidad, 28-9; voces
sonido, 385, 249-51, 264-6; Viuda (ave chiguanco): 70; ebrias, 140, 198, 235, 430;
y Vía Láctea, 203 y sig.. Ver nombrar en canciones, 350; volumen y sangre, 150; voz
también Lana, Jawi. y oveja negra, 159. alta y voz baja, 158; voz del
Venus: como Lucero del Alba, Vocablos: glosas de, 292; juego Inka, 61-2, 74 , 79; y color
318, 322; epítetos de, 321- de, 319, 397, 443, 478, 482; de, 158; y espíritu, 73; y
Índice general
575
flujo de sangre, 150; y 1; llamos jóvenes soña- Yakana, 255n.12, 492; como
sonido del agua, 52-3, dores, 327, 410; rol en revolcadero, 258, 492;
67. Ver también Canción, rebaño, 410-1; y andenes definiciones de, 204; y
Música. donde pastean, 410-1. Mitos de Waruchiri, 204.
Wagner, Roy, 214n.15, 245, Wayñu: como forma de baile, Yanamoto, Norio, 18n.9.
292-3. 54, 319, 486; estructura Yapita, Juan de Dios, 27,
Wak’a: celestial, 256; como musical, 146; gran wayñu, 291. Ver también Arnold
faja, 260; como piedras 47, 64 y sig.; orígenes de, 45 y Yapita.
“feas”, 262; como piedras y sig.; populares, 46 y sig., Zambullidor. Ver Chullumpi.
poderosas, 254; fuente de 74; a los animales, 47-8; Zorn, Elayne, 228.
autoridad, 254; y illas, 227; trenzado, 319, 356; wayñu Zorro: Cuento del Zorro y el
y sangre menstrual, 262. kirki, 176. Banquete Celestial, 242;
Wallqipu (bolsa para coca). Ver Wheeler, Jane, 18n.7. mancha negra, 211. Ver
Textil. Whitten, Norman: 197, también Cuentos.
Wari: Ver también Vicuña. 217n.21, 227n.32, 259n.18; Zuidema, R. T., 82n.6, 83 y n.9,
Warner, Marina, 111. Whittens, 266n.22. 114n.29, 167n.32, 194n.12,
Warren y Bourque, 79. Wich’uña (ajustadora). Ver 206n.7, 210, 212n.14, 216,
Waruchiri, Mitos de, 194 y n.11 Tejer. 218n.23, 226n.31, 227n.34,
y 12, 206-7, 210, 216, 240-1, Wing, Elizabeth, 18n.11. 255n.12, 256n.14, 259n.19,
257-9, 368; y Yakana, 204. Winterhalder, Larsen y 335n.3, 380n.3, 396n.17,
Waychu (pájaro, dormilón de la Brooke, 18n.8. 439n.1 y 2, 440nn.4, 5.
puna): cuento de, 387-8; y Wirsu. Ver Verso. Zuidema y Quispe, 309n.31.
jóvenes del ayllu, 386. Wistalla (textil para coca de Zuidema y Urton, 204, 205n.5,
Waynapata: Canciones a, 410- mujer). Ver Inkuña, Tejer. 206n.8, 207n.9, 240.