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Feminismo en Latinoamérica:
Feminismo y mestizaje; un movimiento crítico
Introducción:
El feminismo Latinoamericano tiene sus propias raíces; raíces que son muy diferentes a las
del feminismo hegemónico europeo y yanqui; del que no negaré su importancia e influencia
sobre el auge y desarrollo del movimiento feminista a nivel mundial, movimiento que
emergió con el marxismo. Feminismo y marxismo están estrechamente ligados, pero, en el
presente trabajo se tratará única y exclusivamente sobre el feminismo en Latinoamérica.
Angelica Soldan advierte: que las actuales categorías hegemónicas euro-yanquis que marcan
la ruta del feminismo no permiten ver adecuadamente las etapas del feminismo
latinoamericano. (Soldan, 2007).
En nuestro continente las mujeres, también los hombres, no solo son discriminadas por su
género, sino también por su color de piel o por la etnia a la que pertenezca. Y si a esto le
sumamos que tal mujer además de ser negra, también sea lesbiana, eso significa que es
doblemente discriminada, o triplemente discriminada si se le suman otros factores.
“La mayoría de los casos, la discriminación se potencia en términos de sexo-etnia y la
exclusión y invisibilización de grupos no solo depende de diferenciaciones por sexo sino
fundamentalmente en virtud de su pertenencia a una cierta etnia-cultura”. (Femenías, 2007, p.
12). En la actualidad muchos de los países latinoamericanos han logrado que los derechos de
las mujeres alcancen cierta visibilizacíon, pero eso no signifique que se estén respetando.
India, blanca y negra, representa un breve elogio de la “impureza” que anida en la mujer
latinoamericana. (Femenías, 2007).
Las mujeres latinas siguen siendo vistas como las otras, una especie híbrida, impura, ya sea
por su origen étnico o color de piel, por su religión o ideología política, cosa que se viene
arrastrando desde los tiempos de la invasión española. Y nosotros, todos los que nacemos de
tales mujeres también somos denominados y vistos como seres impuros e híbridos, sin raza,
seres que velemos menos que la “raza blanca superior”. El color, la clase social, el origen
étnico, la religión, sexo-género siempre serán potenciadores de exclusión.
No quiero ponerme romántico, pero siendo sincero no puedo ser del todo objetivo en este
ensayo, porque escribiré desde la subjetividad, desde lo más profundo de mi caliente pecho
que entra en estado de ebullición cada que leo sobre los estragos que hizo el invasor español
en nuestro continente con nuestras riquezas y en este caso, en especial con las mujeres. Con
las mujeres me siento en deuda porque toda mi vida he tenido un pensamiento machista y
sexista que se me ha inculcado como natural y del cual quiero desprenderme. Necesito
reivindicarme con las mujeres y por eso he decido estudiar sobre el tema que ahora me
entretiene.
Se sigue hablando del “encuentro” entre dos culturas, cuando es obvio que fue una invasión,
se sigue celebrando el doce de octubre el día de la raza o la “Hispanidad”, una farsa, una farsa
absoluta, y pensar que en las escuelas se nos sigue enseñando esa gran mentira, eso me
indigna y creo que debería de indignar a cualquiera que sepa la realidad de las cosas. El 12 de
octubre celebramos el día de la resistencia indígena, afroamericana y popular.
Según Víctor Montoya, con la llegada de los invasores españoles, las mujeres perdieron los
privilegios de los que gozaban en el marco de las culturas ancestrales, y pasaron a ser objetos
de venta y dominación, violación, abandono y rapto. Cuando la esposa principal viajaba, ésta
era llevada en andas o hamacas conforme al estatus de su esposo, mientras que las concubinas
iban a pie, llevando la comida y bebida para sus señores y toda la comitiva a su servicio.
Estos privilegios la verdad no parecen gran cosa, la verdad es que las mujeres nunca han
gozado de plena libertad, sus privilegios están relacionados totalmente a la servidumbre hacia
hombre. Dentro de los privilegios que gozaban las concubinas del señor Inca están recoger
los cabellos y las uñas de su señor y tragárselos. También, cuando el monarca quería salivar,
lo hacía sobre las palmas abiertas de las manos de una de sus concubinas, quien luego lo
tragaba.
Es evidente que la situación de la mujer nunca ha ido del todo bien, casi siempre se ha visto
al servicio del hombre y ha sido colocada por debajo de él. En este sentido, pues bueno, las
cosas no eran tan buenas para la mujer, pero su situación empeoró terriblemente con la
llegada de los invasores españoles quienes las degradaron hasta el nivel más bajo.
Son numerosos los y las escritoras que han trabajado y están trabajando arduamente, que con
sus artículos, libros, revistas, y cualquier otro medio masivo de llegar a la población, brindan
un bagaje comprensivo sobre el teme femenino y étnico. Sus escritos se proponen examinar
la situación particular de los grupos de mujeres en América Latina.
El trabajo de algunas autoras como: Gloria Anzaldúa, Silvia Rivera, Cusicanqui y Marisol de
la Cadena, entre otras y otros, nos permiten ver, y ponen al descubierto la rigidez racista de
nuestras estructuras sociales que gritan a todo pulmón que son igualitarias, pero que sabemos,
que a pesar de que se diga que en nuestras regiones no exista el racismo, la verdad es que sí
está presente en cada país de América latina. Estas autoras ponen de manifiesto y en
evidencia los mecanismos de encubrimiento y exclusión de género, potenciada étnica o
culturalmente.
Debemos comprender y hacer entender a los y las demás que el hecho de pertenecer a una
etnia, tener un tono de piel no “blanco” no es sinónimo de inferioridad en absoluto, ni menos
de marginación y criminalización, en “América latina todos somos negros e indios”. Porque
bien sabemos que los latinos somos categorizados y categorizadas con diferentes motes
discriminatorios.
¡América latina no es impura por ser mestiza! Es menester que busquemos, que escarbemos
hasta lo más profundo de la historia para buscar en nuestras raíces y descubrir quienes somos.
Tenemos que emanciparnos y liberarnos de ese falso discurso hegemónico discriminatorio
del que hemos oído y nos han contado como si fuese una canción de cuna desde que nacimos.
Hay que despojarse de todas esas falsedades, solo así lograremos combatir el racismo y
sexismo que tanto daño le han causado a nuestros países y sociedades.
Una de las características del feminismo desde sus inicios es que ha sido y seguirá siendo una
corriente crítica y esta característica no solo es pertinente sino necesaria. Una vez proclamada
la libertad universal, las mujeres le han venido arrancando a arañazos poco a poco el poder
patriarcal que pretendía mantenerlas en las sombras, en la sumisión absoluta. Hoy en día,
todavía, muchas mujeres, también hombres étnicamente marcados tienen que luchar y pelear
por su igualdad. Una de las formas en las que se puede luchar contra esto sería con la
implementación de estrategias teóricas y prácticas efectivas para demostrar la exclusión.
“El lenguaje significa libertad. Porque, en un mundo donde el lenguaje y el nombrar son
poder, el silencio es opresión y violencia”. (Femenías, 2007, p. 22).
Una mujer sin voz es una mujer encadenada, oprimida. Una mujer debe tener libertad, debe
tener voz y voto, debe ser tomada en cuenta con toda la seriedad del mundo. Una mujer debe
pelear por la libertad, libertad en todas sus manifestaciones. Se trata de convertir el silencio
en acción, porque es la opresión la que nos desvía, las que nos carcomen y nos mueve a
odiarnos.
Conclusión:
Todo movimiento feminista debe tener como obligación de actuar colectivamente contra
cualquier sistema de prohibiciones y de exclusiones que las oprimen. Solo rebelándose se
conseguirá abrir nuevos horizontes en sus vidas. El feminismo es y será siempre un
movimiento social crítico que permanece constantemente en confrontación y dialogo con la
realidad social a la que pertenece. Para vencer el sistema patriarcal y la discriminación contra
la mujer debemos identificar los mecanismos por los que la diferencia sexual se transforma
en una posición de subordinación para las mujeres.
El objetivo y obligación del feminismo es de transformación en el terreno de las ideas y del
pensamiento, del accionar, de arrancar arraigos culturales, normas y valores que no hacen
más que oprimir y estigmatizar a las mujeres. Se debe combatir contra aquellas normas y
valores que sexistas que privilegian lo masculino y las relaciones de poder patriarcal. Es aquí
donde el feminismo debe actuar para desarticular toda una serie de discursos y actitudes y
actividades que tratan de legitimar la dominación sexual.
Bibliografía:
Pulido Genera (2009). Violencia epistémica y descolonización del conocimiento.
Universidad de Jaén.
Soldan A. (2007). Ética feminista y feminismo de la igualdad. Revista Espiga.
Recuperado el 11-4-18 de http//www.redalyc.org/articulo.oa?id=467847230006
Femenías, M. L. (2007). Esbozo de un feminismo latinoamericano. Revista estudios
feministas. Recuperado el 12-4-18, de
http//www.redalyc.org/articulo.oa?id=38115102
Montero, J. (2006). Feminismo un movimiento crítico. Psychosocial Intervention.
Recuperado el 13-4-18, de http//www.redalyc.org/articulo.oa?id=179814013014
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