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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL ALTIPLANO - PUNO

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN


ESCUELA PROFESIONAL DE EDUCACIÓN SECUNDARIA
ESPECIALIDAD DE CIENCIAS SOCIALES

INFORME DE:

TEMA: El método de trabajo de campo


PRESENTADO POR:
SANCHEZ HUAYTA, Esaú Davis
DOCETENTE:
Lic. LORENZO ARPASI, Valerio
SEMESTRE:
X
PUNO – PERÚ
2014
INTRODUCCIÓN
La Geografía, en su proceso de adquisición de autonomía institucional y epistemológica,
encontró en la práctica de las exploraciones el modelo de cómo aproximarse a los
ámbitos, objeto de la investigación. Sin embargo, en la medida que sus inquietudes
sociales y epistemológicas se redefinieron, las preocupaciones que orientaron la
realización del trabajo de campo también se resignificaron. A través de estas
resignificaciones, algunas de las preocupaciones de Holmberg adquirieron más
preeminencia que otras. Así, en la década de 1940-1950, la uniformización de los
criterios para realizar el trabajo de campo fue una prioridad. De este modo se buscaba
hacer comparables los resultados de los distintos estudios regionales. En la década de
1990 la relación entre los saberes concebidos como científicos y los saberes locales se
ponen de nuevo en discusión, aunque de manera diferenciada a la planteada por
Holmberg. Ahora no se concibe a los saberes locales como un obstáculo en la producción
del conocimiento académico sino, por el contrario, un aporte a su conformación.
El objetivo de este texto es revisar algunas formas en que se ha concebido y llevado
adelante el trabajo de campo en la Geografía. Siguiendo la perspectiva de David
Livingstone, consideramos que la Geografía Humana ha significado distintas cosas para
distintas personas en distintas épocas. Estas distintas formas de concebir la disciplina
han constituido y constituyen la tradición disciplinar (Livingstone, 1991). Ahora bien,
estas diversas maneras de entender la Geografía han sido acompañadas por distintos
modos de pensar y practicar el trabajo de campo. En la medida en que algunas de las
distintas formas de concebir la disciplina conviven en la actualidad, es posible reconocer
hoy la coexistencia de distintas formas de considerar y llevar adelante el trabajo de
campo.
Este texto se divide en dos partes. En la primera vemos la definición del trabajo de
campo las técnicas a usar y los beneficios que trae consigo. La referencia que se
tomó fue sobre el trabajo de campo de la geografia identificamos cuatro concepciones
de trabajo de campo asociadas a distintos momentos del desarrollo de la Geografía. En
la segunda, presentamos algunas prácticas de Zusman_Geograficando 2011, 7 (7), 15-
trabajo de campo que es posible reconocer en la actualidad y que nos hablan de la
convivencia de estas propuestas. En la medida en que es difícil separar la perspectiva
epistemológica que orienta la Geografía de la concepción del trabajo de campo, algunas
de las discusiones que se observan en ciertas coyunturas en relación con el “contacto
con el terreno” o con “el ámbito referente empírico” hablan de algunos de los problemas
de corte político o metodológico con los que se enfrenta la propia disciplina.
EL MÉTODO DE TRABAJO DE CAMPO
Una frase sencilla, un concepto familiar que todos creemos conocer, entendido
como “la talacha” de recorrer las calles para recoger información, resulta un elemento
fundamental para determinar la calidad de los datos en que se basan hallazgos,
conclusiones o propuestas de un estudio.
Todas las ciencias sociales comparten al trabajo de campo como herramienta:
etnólogos y antropólogos “hacen campo” cuando registran usos y costumbres de
pueblos, cuando indagan los orígenes de manifestaciones culturales, cuando
sistematizan datos sobre interacciones entre grupos. Sociólogos, politólogos y
psicólogos sociales “hacen campo” cuando a través de observación directa, encuestas o
entrevistas, analizan valores, actitudes, redes de relación al interior de grupos y entre
ellos, preferencias electorales y conductas sociales. Y también “hacen campo”
economistas y mercadólogos cuando comparan precios, niveles de consumo,
preferencia por productos y servicios, y satisfacción con ellos, por ejemplo.
Otras ramas técnicas también requieren del trabajo de campo que realizan, por
ejemplo, topólogos e ingenieros al hacer el levantamiento de un terreno, o medir niveles
y distancias para trazar carreteras.
También el de los biólogos que toman muestras de flora o fauna, aguas o suelos
para analizar el entorno. Frente a tan amplia diversidad de actividades, podríamos
preguntarnos ¿qué tienen en común para ser llamadas “trabajo de campo?” Todas ellas
se traducen, en última instancia, en recoger datos con diversas técnicas directamente
de la fuente de estudio, generalmente acerca de características, fenómenos o
comportamientos que no son construíbles en un laboratorio. Constituye un método
experimental, de prueba de hipótesis, de alimentación de modelos teóricos, o de simple
obtención de datos específicos para responder preguntas concretas.
En cualquiera de sus aplicaciones, la calidad de los datos que se obtengan depende
en buena medida del diseño metodológico, –del que deriva la selección de la técnica
específica de trabajo de campo adecuada al tipo de fenómeno en estudio–, y en otra
medida, también depende de la correcta aplicación de la técnica elegida por personal
calificado, debidamente supervisado.
No puede perderse de vista, sin embargo, que en todo proceso de investigación
para el resultado final son también determinantes tanto la definición precisa del
problema y la identificación de las variables pertinentes a investigar, como la sólida
selección o construcción de los instrumentos a utilizar en el trabajo de campo, sean
éstos un contador Geiger para detectar niveles de radiación, o un cuestionario para
investigar las razones de aceptación o rechazo de un producto.
Frente a objetivos bien definidos, con variables relevantes a investigar claramente
identificadas, y con instrumentos adecuadamente seleccionados o diseñados para esos
propósitos, obviamente, la calidad del trabajo de campo puede determinar el éxito o
fracaso de un estudio. Pero más allá de los resultados concretos de cualquier estudio, y
especialmente en las ciencias sociales, un trabajo de campo de calidad constituye una
“prueba de realidad”, una validación, en la práctica, de hipótesis y modelos teóricos, un
sólido sustento de conclusiones, o una fuente invaluable de inesperados hallazgos.
TÉCNICAS
La Investigación de Mercados comparte con las diversas disciplinas sociales, las
mismas técnicas básicas de trabajo de campo, que con distintos nombres se utilizan en
variados tipos de estudios, y que esencialmente pueden diferenciarse entre técnicas
cuantitativas y técnicas cualitativas, con sus propias ventajas y limitaciones, que se usan
con propósitos distintos pero que con frecuencia son mutuamente complementarias.
El ejemplo típico de una técnica cuantitativa es:
LA ENCUESTA:
Instrumento de observación formado por una serie de preguntas formuladas y
cuyas respuestas son anotadas por el empadronador”. Por otra parte, el diseño de
encuestas; es exclusivo de las ciencias sociales, y parte de la premisa de que, si queremos
conocer algo sobre el comportamiento de las personas, lo mejor, lo más directo y simple,
es preguntárselo a ellas. El proceso de diseño de encuestas parte de los objetivos
formulados y la hipótesis de trabajo, y se desarrolla descomponiendo las variables que
se identifican en el estudio, mismas que son suficientemente detalladas en la exposición
del marco teórico. Por otra parte, debe tomarse en cuenta que los diseños encuesta se
dividen a su vez en entrevistas y cuestionarios. La diferencia entre ambos radica,
esencialmente, en que mientras en la entrevista; las respuestas son formuladas
verbalmente y se necesita del entrevistador; en el procedimiento denominado de
cuestionario, las respuestas son formuladas por escrito y no se requiere la presencia del
entrevistador; En las siguientes líneas, se señalan las características particulares de
ambas técnicas.
Un cuestionario estructurado que se aplica a una muestra representativa del o los
segmentos de población que se buscan investigar. El uso de preguntas idénticas, en el
mismo orden o con el mismo patrón de rotación de reactivos, con técnicas uniformes
de aproximación, lectura, manejo del cuestionario y neutralidad por parte del
entrevistador, y con una selección de los entrevistados con riguroso apego a criterios
estadísticos, permite establecer conclusiones o predicciones generalizables al total de la
población representada en la muestra con márgenes de error medidos con precisión y
aceptables según el tipo de predicción que se busca. Así por ejemplo, una encuesta bien
diseñada y realizada con trabajo de campo de calidad, puede permitirnos predecir que
un determinado slogan publicitario será recibido con agrado, en promedio, por entre el
70% y 80% de la audiencia objetivo, y si la muestra es suficiente para ello, podríamos
también diferenciar esos porcentajes para distintos grupos de edad o de nivel de
ingreso. El uso de técnicas cuantitativas cuenta, entonces, con evidentes ventajas para
ponderar decisiones.
Pese a que la mayoría de los cuestionarios que se aplican en encuestas, incluyen
algunas “preguntas abiertas”, típicamente la pregunta "¿por qué?" , que bien explorada,
puede dar indicios para enriquecer el análisis de los datos numéricos. El uso de una
técnica cuantitativa limita las posibilidades de analizar a fondo las reacciones,
asociaciones, estilos de percepción, o posibles ajustes aportados por los entrevistados a
ese mismo slogan del ejemplo, que si fuera evaluado usando una técnica cualitativa.
De las técnicas cualitativas, el ejemplo típico es:

EL CUESTIONARIO

“Instrumento formado por una serie de preguntas que se contestan por escrito a fin de
obtener la información necesaria para la realización de una investigación”. De esta definición,
cabría aclarar que con la aplicación de este instrumento no puede obtenerse la información
requerida en la investigación, es decir, no toda, sino sólo parte de la misma, ya que la totalidad
de los datos requeridos en la investigación serán logrados aplicando las diversas técnicas y
estrategias (fichas de investigación documental, de observación directa o indirecta, etc.).
CARACTERÍSTICAS. En el cuestionario las respuestas son escritas por el/la informante, no siendo
necesaria la presencia del entrevistador.

LOS GRUPOS DE ENFOQUE:


Reuniones de grupos reducidos, generalmente homogéneos, de personas con el
perfil de los segmentos de la población en estudio, que conducidos por un moderador
conforme a una guía, facilitan la expresión espontánea de los participantes en su propio
lenguaje y permiten además, identificar aspectos que generan consensos o disensos, y
enriquecer con matices y posibles variantes el análisis del tema en estudio. Por su propia
naturaleza, este tipo de estudios no permite predicciones numéricas, ni tiene validez
estadística, pero aporta en cambio valiosa información a profundidad, imposible de
obtener con las técnicas cuantitativas. Las ventajas de usar ambas técnicas en
combinación, resultan evidentes.
Independientemente de su clasificación como cualitativas o cuantitativas, las
técnicas de trabajo de campo en ciencias sociales pueden agruparse en:
También entre las técnicas cualitativas se encuentra un equivalente del
cuestionario estructurado:

LA ENTREVISTA INDIVIDUAL ABIERTA:


Reuniones de grupos reducidos, generalmente homogéneos, de personas con el
perfil de los segmentos de la población en estudio, que conducidos por un moderador
conforme a una guía, facilitan la expresión espontánea de los participantes en su propio
lenguaje y permiten además, identificar aspectos que generan consensos o disensos, y
enriquecer con matices y posibles variantes el análisis del tema en estudio. Por su propia
naturaleza, este tipo de estudios no permite predicciones numéricas, ni tiene validez
estadística, pero aporta en cambio valiosa información a profundidad, imposible de
obtener con las técnicas cuantitativas. Las ventajas de usar ambas técnicas en
combinación, resultan evidentes.
Es una técnica de recopilación que va desde la interrogación estandarizada, hasta
la conversación libre; en ambos casos se recurre a una `guía´ que puede ser un
formulario, o un bosquejo de cuestiones para orientar la conversación;. Estos datos,
para su correcta interpretación y valoración, deben ser adecuadamente procesados.
Para ello, se requiere el diseño del instrumento respectivo -boleta o guía- según los
objetivos formulados y el fundamento teórico-conceptual de que se disponga. L a
entrevista tiene de común el que una persona (encuestador), solicita información a otra
(informante o sujeto investigado), para obtener datos sobre un problema determinado.
Existiendo la posibilidad de interacción verbal entre dos personas. Una vez definidas las
variables, se procede a diseñar el instrumento respectivo estructurándolo en secciones
mayores. En esta etapa deben tomarse en cuenta las posibles respuestas, así como la
mejor distribución que posibilite una tabulación rápida y efectiva, codificando los
diferentes segmentos en forma jerárquica y organizada.

El instrumento que concreta la técnica de la entrevista (el formulario o boleta) se


adapta al estudio dependiendo de la información que se necesite de quien proporciona
información. 1) las entrevistas de opinión o de personalidad Tiene por fin conocer las
opiniones o las actitudes de la persona entrevistada. Esta técnica posibilita; conocer el
conjunto de la personalidad del individuo interrogado, su carácter, sus tendencias, su
perfil psicoanalítico; Con los datos recolectados es posible efectuar inferencias,
generalizaciones e interpretaciones de la realidad estudiada.

LAS ENTREVISTAS DOCUMENTALES

Se aplican a personas, con la diferencia de que con este último procedimiento se


busca conocer lo que los individuos saben, no así lo que son o hacen.

a profundidad, que se realiza en forma de charla pero con una guía de tópicos, y
que resulta particularmente útil para incorporar en un estudio las opiniones de personas
con un perfil altamente selectivo, como pueden ser especialistas en un tema, o
ejecutivos de alto nivel, por ejemplo.
Un tercer grupo de técnicas puede aplicarse, según el diseño, como cualitativas o
como cuantitativas indistintamente las llamadas técnicas de:
OBSERVACIÓN SISTEMATIZADA.
Básicamente, consiste en ver, oír y percibir los hechos que se desean estudiar y las
circunstancias en que se dan éstos. La observación se clasifica de la siguiente manera:
Según los medios utilizados: · Observación no estructurada · Observación estructurada
Según la participación del observador: · Observación no participante · Observación
participante Según el número de observadores: · Observación individual · Observación
en equipo Según el lugar donde se efectúa: · Observación efectuada en la vida real
(trabajo de campo) · Observación efectuada en laboratorio
Puede ser participante, en la que el investigador de campo observa y registra
conforme a guías, eventos en los que interactúa como cualquier otro individuo
involucrado, o no participante, como observación pasiva, sin ninguna interacción del
investigador de campo con el fenómeno observado.
El ejemplo típico de la técnica de observación participante, sería el conocido
“mystery shopper”, en el que para evaluar por ejemplo, un servicio, el investigador
juega el rol del comprador y sistematiza su experiencia. Cualitativa en principio, puede
dársele valor estadístico si se realiza en una muestra suficiente y los criterios de
observación se reflejan en indicadores estandarizados, y se evalúan comparativamente
entre distintos proveedores o entre sucursales de un mismo servicio.
EL DILEMA: CALIDAD VS COSTO
Este breve repaso de las características de diversas técnicas de la investigación de
campo, permite apreciar, en primera instancia, que para dominarlas y aplicarlas
adecuadamente, se requiere de perfiles muy variados de investigadores de campo, de
capacitación especializada y de supervisión sistemática, que permitan garantizar la
calidad en el trabajo de campo.
Estas diferencias de perfiles requeridos, se traducen, en la práctica, en problemas
o ventajas operativas, con un impacto directo en los costos de un estudio. Por ejemplo,
un conductor de grupos de enfoque tiene nivel profesional y capacitación altamente
especializada, por lo que requiere mínimos niveles de supervisión directa, logra
razonables ingresos y presenta bajos niveles de rotación en una empresa. En cambio, el
típico encuestador es generalmente joven, estudiante o pasante en el mejor de los
casos, que aparte de un perfil básico de personalidad que le haga apto para el trabajo
por ejemplo, sociable, cálido, activo y con alta tolerancia a la frustración que implica
realizar múltiples intentos para lograr una entrevista, requiere capacitación intensiva y
altos niveles de supervisión directa para obtener la calidad necesaria. Además de que
logra limitados niveles de ingreso y generalmente enfoca su trabajo como transitorio,
por lo que presenta altos índices de rotación, generando costos adicionales por
reclutamiento y capacitación.
¿Quiere esto decir que es preferible realizar estudios cualitativos y evitar los
cuantitativos?
Evidentemente no, pues responden a distintos requerimientos de información,
pero ¿querría decir que entre varias propuestas de estudio cuantitativo, debe elegirse
“la más barata?" La respuesta en este caso no resulta tan sencilla.
Generalmente el costo directo del trabajo de campo representa más de la mitad
del precio de un estudio, y no se puede castigar el gasto de levantamiento sin sacrificar
necesariamente su calidad.
Para las Agencias de Investigación de Mercados serias, un importante reto es
afinar el diseño y hacer eficiente el gasto para poder mantener precios competitivos,
garantizando así la máxima
Calidad en los estudios. En Gallup México, estamos comprometidos en este
esfuerzo permanente
CUATRO MODOS DE CONCEBIR EL TRABAJO DE CAMPO A LO LARGO DE LA HISTORIA
DE LA GEOGRAFÍA
A continuación realizamos un recorrido por cuatro formas de concebir el trabajo
de campo. Cada una de ella supone una manera particular de entender la disciplina.
Como decíamos anteriormente, cada visión de la Geografía lleva implícito un tipo de
relación epistemológica, metodológica y política diferenciada con el ámbito-referente
empírico del proceso de investigación.
La primera forma de concebir el trabajo de campo está asociada a las actividades
de exploración desarrolladas a finales del siglo XIX y principios del XX en el marco de los
procesos de apropiación territorial. Bajo el supuesto de que la Geografía de la primera
mitad del siglo XX estudiaba las regiones o los paisajes, la segunda concepción vincula el
trabajo de campo a la necesidad de definir una metodología propia diferenciada de la
de otros saberes. La tercera propuesta se construye desde la postura que sostiene que
la Geografía es una disciplina social comprometida con la transformación social. Ello
derivó en una visión de trabajo de campo que suponía la necesidad de involucrarse con
las problemáticas sociales de las comunidades. Por último, la introducción del método
etnográfico en la Geografía, en la década de 1990, ha llevado a redefinir las relaciones
entre la academia y el campo y a promover la reflexión del investigador sobre las
implicancias políticas y sociales del trabajo en el campo.
LA EXPLORACIÓN Y EL TRABAJO DE CAMPO
En el pasaje del siglo XIX al XX la Geografía se fue definiendo como un conjunto de
conocimientos útiles a los objetivos de los Estados nacionales y de los Imperios
europeos. La definición de los territorios de dominación se efectivizó a partir de la
ocupación, descripción y medición de los mismos. En este contexto, el cuerpo de la
disciplina se fue constituyendo a partir de la Geografía 2011, 7 (7), 15-32 La tradición
del trabajo de campo. Complementación del trabajo en el terreno con el de gabinete. La
exploración consistía en el relevamiento de las características geológicas, climáticas e
hidrológicas, la realización de levantamientos cartográficos y la recolección de
ejemplares de la fauna, de la flora y de osamentas. La información obtenida era
organizada a partir de las clasificaciones y teorías elaboradas en los países centrales. En
este marco, las Sociedades Geográficas, tanto europeas como latinoamericanas,
promovían la realización de exploraciones no solo para la apropiación territorial sino
también para ampliar los conocimientos que el mundo occidental poseía de estos
ámbitos geográficos (y así, poder “llenar los espacios blancos de los mapas”) o para
ponerlos en valor en el marco de la expansión capitalista ( Nunes Pereira, 2003; Navarro
Floria, 2007). En algunos casos estas expediciones estuvieron integradas por
naturalistas, especialistas en cartografía, pintores y, más avanzado el siglo XX, por
fotógrafos.
En este contexto la relación que se establecía con las poblaciones locales se
reducía a tareas de intercambio o negociación a los fines de facilitar las tareas de
exploración. En otros casos, las poblaciones locales eran invisibilizadas a partir de
homologarlas con los elementos de la naturaleza, con lo que se borraban así sus
espacialidades y temporalidades.
Para el historiador de la Geografía Felix Driver, la redacción de textos que guiaran
la realización de las exploraciones –tal como la que propuso Holmberg en el año 1902–
era una práctica usual en la Europa de la segunda mitad del siglo XIX. Ellos fueron
pensados como una manera de promover una “forma científica de mirar” diferenciada
de la del viajero común.
Estos manuales ofrecían consejos acerca de qué y cómo observar los espacios
visitados, haciendo uso de distintos tipos de instrumentos como cuestionarios, mapas
topográficos, tablas para registro de información y otros tipos de aparatos como
termómetros, barómetros, sextantes, entre otros (Driver, 2001).
Las exploraciones, junto con el excursionismo (práctica extendida en Europa hacia
inicios del siglo XX) (Henneberg, 1986; Villanova, 2006), sirvieron también a los fines de
formación en los valores nacionales. Más allá de las diferencia entre estas dos prácticas,
los conocimientos tanto racionales como estéticos que se derivaron de ellas
encontraron expresiones discursivas o visuales que contribuyeron a establecer una
íntima vinculación entre las “bellezas naturales” y la educación de las sociedades
nacionales en los valores patrios.

EL TRABAJO DE CAMPO DEFINE UN MÉTODO PROPIO PARA LA GEOGRAFÍA


En el contexto específico de consolidación como disciplina universitaria, la
Geografía no solo buscó desarrollar sus investigaciones y construir la representaciones
del mundo en torno a los dos objetos conceptuales que había definido como propios –
la región y el paisaje–, sino que también recurrió al trabajo de campo para definir su
estrategia metodológica de legitimación científica (Escolar, 1989). El campo era
considerado el equivalente del laboratorio de las ciencias exactas en la medida que
permitía el estudio de los procesos que interesaban a la disciplina. A la vez, era el ámbito
donde se podían contrastar las hipótesis. Pero en todos los casos la experiencia visual
reflejada en el uso de técnica de observación en el campo ocupaba un lugar
preponderante en el proceso de conocimiento (Driver, 2003; Hollman, 2008; Cosgrove,
2008). Se suponía que existía una correspondencia directa entre lo que se veía en el
terreno y el conocimiento de la realidad. De hecho, según Price (2001), para aquellos
que entendían la Geografía como la ciencia del paisaje, el trabajo de campo consistía en
actividades netamente visuales: leer las formas visibles, fotografiarlas7 y adquirir
habilidad para clasificarlas, a partir de su comparación con las formas visibles que
constituían otros paisajes.
Aun cuando se estudiasen las formas pasadas, como propone Saber a través de su
Geografía Histórica, el campo permitiría “obtener gradualmente una imagen del paisaje
cultural del pasado oculto tras el paisaje del presente” (Sauer, 1940, p. 11. El destacado
es nuestro). En este contexto, y a diferencia de los etnógrafos “que basaban su trabajo
en las confidencias de los individuos” (Price, 2001, p. 143), los geógrafos continuaban
mostrándose reticentes a considerar relevante interactuar con las poblaciones locales y
a valorar la contribución de sus saberes en el proceso de producción de conocimiento.
En este contexto, la importancia del trabajo de campo en la “educación de un
geógrafo” (Sauer, 1956) llevó a que en algunas carreras de Geografía se organizaran
asignaturas o cursos de verano en torno a esta actividad, mientras que en otros casos el
conocimiento teórico de las disciplinas se complementaba con la realización de prácticas
y adquisición de habilidades para actuar y obtener información en el terreno.
EL TRABAJO DE CAMPO Y EL COMPROMISO SOCIAL
Las propuestas epistemológicas y teóricas de las Geografías radicales (en el mundo
anglosajón) y de las Geografías críticas (en los países europeos y latinoamericanos) que
emergieron en la década de 1970 otorgaron Geograficando 2011, 7 (7), 15-32 La
tradición del trabajo de campo. Nuevos sentidos al trabajo de campo y llevaron a su
reformulación. En el marco de estas posturas interpretativas, la Geografía era entendida
como una ciencia social que buscaba, entre otros objetivos, analizar las causas
estructurales de la pobreza o de las desigualdades sociales. Esta concepción de la
Geografía llevó a otorgar protagonismo a las sociedades locales en el trabajo de campo,
raramente tenidas en cuenta hasta entonces como voces relevantes en la investigación.
La interacción del especialista con los sectores populares en sus lugares de trabajo o
residencia se presentaba como la forma más adecuada para el abordaje de aquellas
temáticas, a la vez que otorgaba a la disciplina una relevancia social y potenciaba su
capacidad transformadora.
MÉTODO ETNOGRÁFICO Y POLÍTICAS DE TRABAJO DE CAMPO
Algunas de las investigaciones más recientes en Geografía prefieren acudir al
método etnográfico desarrollado en la antropología para definir las características de su
trabajo de campo.
En este marco, en primer lugar, se considera que el trabajo de campo no puede
ser reducido al momento en que el investigador entra en contacto con los lugares o las
comunidades que contribuyen a conformar el cuerpo empírico de la investigación.
Según Felix Driver (2000), el campo se construye a partir de una variedad de prácticas
espaciales, tanto discursivas como corporales, en las que participan los distintos
espacios recorridos por los académicos: desde las redes científicas hasta los ámbitos de
presentación de resultados (por ejemplo, congresos o publicaciones). Es decir, el trabajo
de campo no se restringe al estudio in situ sino que adquiere un carácter más amplio, se
constituye a través de los distintos ámbitos por los cuales el investigador se va
desplazando. De esta manera, las fronteras entre lo que es y no es el campo se
difuminan.
Desde el punto de vista metodológico, el trabajo de campo se hace presente desde
los inicios de la formulación de la investigación. La interpretación teórica y las preguntas
que la orientan definen el tipo de actividades y preguntas que se realizarán en el campo,
aun cuando ambas puedan ser puestas en tensión, desafiadas o enriquecidas por la
información que se obtiene en el terreno, y ello derive, por ejemplo, en desplazamientos
teóricos (Escolar, 1998). Estos desplazamientos fueron analizados por Nancy y James
Duncan (2001) a partir de la investigación que llevaron adelante sobre la construcción
espacial de la diferencia de clase en Bedford, una localidad socialmente. Esta propuesta
interpretativa fue útil a los fines de comprender las divisiones sociales en Bedford en
1970 y el papel del gusto por el paisaje en la construcción de las identidades sociales.
Ya en los análisis más recientes, acudieron a los aportes de la teoría de la distinción
de Pierre Bourdieu para incluir aspectos estéticos, implícitos en los primeros estudios.
También recurrieron a las ideas sobre la performatividad elaboradas por Judith Butler
para interpretar la forma en que sus informantes organizaban e improvisaban sus vidas
en torno a paisajes residenciales que se tornaron elementos constitutivos de sus
identidades.
El método etnográfico, en segundo lugar, permite priorizar la perspectiva de los
informantes por sobre la de los expertos. Hacer “bajar la voz” del investigador puede
contribuir a que la investigación ofrezca una perspectiva heterogénea y polifónica8 de
los procesos espaciales analizados. Cabe destacar que esta multiplicación de voces no
persigue contrastar la veracidad o falsedad de un proceso o acontecimiento, ya que se
concibe que todos los puntos de vista son significativos en la investigación. En realidad,
la multiplicación de voces permite desestabilizar representaciones hegemónicas que,
muchas veces, no corresponden más que a la mirada de un actor o de un sector social,
aunque puede también corresponder a la perspectiva de grupo de un académico.
En tercer lugar, se observa un interés por reflexionar sobre la posición del
investigador en el campo, sus condicionantes sociales y políticos, y las relaciones de
poder que se establecen entre el investigador y sus informantes.
Este tipo de indagaciones fueron introducidas en la disciplina por los estudios de
las geógrafas feministas bajo el término de “políticas de trabajo de campo”.
Esto significa asumir que todo trabajo de campo acarrea ciertos compromisos
políticos e ideológicos. El investigador no es una persona descorporificada que,
siguiendo la interpretación de Dona Haraway, puede asumir la “mirada desde ningún
lugar” (Sundberg, 2005, p. 182). A partir de sus propias experiencias, las geógrafas
feministas han discutido cómo las dimensiones de género, etnia e historia influyen en el
tipo de vínculo que se establece en los distintos ámbitos asociados a la investigación
(sea este la propia academia o el campo en sentido estricto). A su vez, ellas se han
interesado en comprender cómo las distintas geometrías variables del poder (Massey,
2008) influyen en las relaciones que se establecen en estos distintos espacios y en el
replanteamiento de las propias posiciones sociales y políticas en cada uno de ellos
Concomitante a la consideración de que el trabajo de campo se hace presente en todo
el proceso de investigación, también se han diversificado los lugares en los cuales el
investigador se pone en contacto con el ámbito/ referente empírico. El trabajo de
archivo pasó a concebirse como trabajo de campo con autonomía del trabajo en el
terreno9. Las relaciones que se establecen con, y en el mismo, están también
atravesadas por condicionantes sociales y políticos. De hecho, las narrativas que se
derivan de la reconstrucción de las sociedades y espacios del pasado pueden tener
efectos, por ejemplo, en reivindicaciones territoriales o en procesos de reconstrucción.
CONCLUSIÓN
La conclusión en el que se llego es que el método de trabajo de campo será muy útil
para recorrer las calles para recoger información y no solo en las calles, en nuestra
rama que es las ciencias sociales tenemos varios lugares por recorrer y el método
de trabajo de campo no ayudara con facilidad a la recolección de datos de manera
dinámica y sencilla con las distintas técnicas las cuales son encuestas, hasta con una
simple observación y también ayudara a nuestro desempeño docente en nuestras
instituciones educativas de nuestra región.
El método de trabajo de campo no solo ayuda a nuestra rama si no a todas las
ciencias los cuales en los últimos años fue de mucha importancia

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