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ETNOGRAFÍA: UNA IDEA DE HUMANIDAD CONSTRUIDA POR LAS DIFERENCIAS.

Introducción.

Reconocer la diversidad que caracteriza a la humanidad es replantear la manera como asumimos la


realidad y la forma como nos situamos frente a ella, puesto que muchos conocimientos, practicas,
códigos semióticos y patrones de conducta no son los únicos que pretendemos legítimos, más bien es
solo una entre las múltiples visiones de mundo que existen; con rasgos idiosincráticos particulares que
identifican y caracterizan cada grupo social.

Ahora bien, para acercarnos a las percepciones de los grupos y pueblos, las ciencias sociales ofrece
diversos métodos, enfoques, técnicas y herramientas para comprender e interactuar con sus
representaciones de mundo. En ese sentido, una de las posibilidades académicas es el trabajo
etnográfico. Grosso modo, la etnografía se concibe como el estudio de las costumbres y tradiciones de
un grupo humano (en un principio se refirió a los grupos étnicos, llamados “exóticos”, posteriormente
se extendió a los grupos urbanos con características específicas).

Sobre la etnografía se ha pronunciado un gran número de ensayos, manuales, libros, comentarios,


diarios, relatos, artículos; que brindan explicaciones y ejemplos oportunos a neófitos y pautas sobre
como incidir en el campo a los iniciados en ese tema. El interés del presente texto no está en exponer
todas las implicaciones teóricas y pragmáticas del trabajo etnográfico, más bien se centra en evidenciar
los puntos relevantes de esa forma de conocer las realidades de los demás (grupos sociales y etnias).

Para abordar las concepciones, técnicas, formas de incidir en el campo y el registro (texto) en la
etnografía, asumiremos los planteamientos de Rosana Guber en su texto La etnografía. Método, campo
y reflexividad (2001), puesto que en él se expone el trabajo etnográfico en forma clara, sencilla y
práctica; todo desde su experiencia como etnógrafa.

Conviene anotar que la intención principal de enunciar los presupuestos teóricos – metodológicos de la
etnografía es situar esos conocimientos en el contexto de las diversidades etnolingüísticas en Colombia,
puesto que es un enfoque y método propicio para obtener información de primera mano sobre las
practica, (lingüísticas y sociales) y las visiones de mundo de los distintos grupos étnicos del país.

Etnografía: definición, contexto histórico y epistemológico.

Rosana Guber explica que la etnografía posee tres designaciones: como enfoque, método y en su
calidad de texto. Desde su sentido de enfoque “La etnografía es una concepción y practica de
conocimiento que busca comprender los fenómenos sociales desde la perspectiva de sus miembros
(entendidos como “actores”, “agentes”, o “”sujetos sociales)” (2001, p.4). De lo anterior, se puede
resaltar que el ejercicio etnográfico adquiere valor en la medida en que el sistema de prácticas sociales
se considere desde la visión de los sujetos investigados.

Guber señala que lo que caracteriza a este enfoque principalmente es la descripción (rasgo distintivo de
las ciencias sociales); además, ella señala que para <comprender los fenómenos sociales> es importante
considerar los tres niveles de comprensión: el reporte (el que de lo ocurrido), explicación (el porqué de
las causas) y la descripción (como es para ellos). El sentido de descripción Guber lo sitúa en el plano de
la interpretación; pues el etnógrafo debe entender la manera como los nativos actúan y hacen
ininteligible su conducta y la de los demás (2001, p.5). Es decir, el investigador debe mostrar cómo
perciben la realidad los miembros de los grupos sociales que investiga, y la manera como él interpreta
esas visiones de mundo.

La etnografía vista como método “es el conjunto de actividades que se suele determinar como “trabajo
de campo” y cuyo resultado se emplea como evidencia para la descripción” (Guber; 2001, p.6). Esta
apunta a las formas, técnicas y herramientas para incurrir en el campo. Las ciencias sociales tienen una
posición privilegiada en este terreno, pues son numerosos los mecanismos de los que se sirve para
lograr los objetivos de la investigación. En el caso de la etnografía se asume la observación
participante, la entrevista no dirigida, la convivencia con los miembros de la comunidad y el
investigador pasa a ser un instrumento, porque solo a través de él su contacto directo con el grupo
puede conocer otros mundos.

Por supuesto, R. Guber señala que esa concepción de etnografía posee dos aspectos. Por un lado, el
investigador debe partir de una “ignorancia” metodológica para poder aprender la realidad que estudia
sin predisposiciones estar dispuesto a conocer, permitiendo que sea las circunstancias y los sujetos
investigados quienes le determinan las técnicas. Por otro lado, el ejercicio etnográfico se equipara a la
traducción (por proponer se hacer inteligible una cultura ante quienes no hacen parte de ella); pero, en
esa traducción muchas prácticas y nociones culturales no tienen su correlato en el sistema de cultura del
investigador, entonces debe adquirir la competencia de reconocer categorías inesperadas para el
sistema de clasificación del investigador. (2011, p.6).

En cuanto al último sentido de etnografía, Rosana Guber, citando a Marcus y Gushma y a van Maanen,
“Es la descripción textual del comportamiento en una cultura particular, resultante del trabajo de
campo” (Guber; 2001, p.7). Además, señala que este registro es llevado por escrito (generalmente
monografías) y recientemente en formas visuales (fotografías y documentos). En esta, el investigador
intenta representar un sistema sociocultural a sujetos que no hacen parte de ella. Lo cardinal en este
sentido es la relación entre teoría y campo, mediada por los datos etnográficos.

Por otro lado, para determinar el contexto histórico en el que surge la etnografía, podemos resumir lo
expuesto por Rosana Guber en los siguientes puntos:

• La etnografía tomó distintas acepciones según las traducciones académicas, pero se sistematizan
entre 1880 y 1910; surgió junto con la aparición del barco a vapor, el teléfono, las primeras
máquinas voladoras y el telégrafo. En los escenarios de Europa, Estados Unidos de Norte
América y Latinoamérica, se intentó tomar técnicas (tanto de las humanidades como de las
ciencias naturales), para comprender modos de vida hasta ahora conocidos bajo el lente
europeo.
• La historia del trabajo de campo se asocia a la antropología (por el estudio de culturas exóticas)
y en sociología (por el estudio de segmentos marginales de la propia sociedad). Aunque, es
desde la antropología (Británica y norteamericana) la que moldeó la práctica etnográfica.
• Se considera fundadores del trabajo etnográfico a Franz Boas (Gran Bretaña) y Bronislav
Malinowski (E.E.U.U.). Aunque también son consideradas los aportes de R. A. Radcliffe
Brown 1 . El método de Boas consistió en realizar trabajo intenso y profundo en pocas
comunidades con los que solo permanecen temporadas breves, para producir un material
etnográfico que mostraba como piensa, habla y actúa los nativos, en sus propias palabras, su
trabajo de campo se centró en un informante clave. Malinowski planteó los pasos para que una
descripción no sea invadida por el sistema teórico y cultural del investigador, propuso que el
etnógrafo debe tener propósitos científicos y vivir entre la gente que estudia; aplicar una serie
de métodos de recolección de datos, apuntar a conocimiento holístico de la cultura del pueblo
estudiado y reciprocidad entre investigador – nativo.
• En E.E.U.U. (1930) el trabajo etnográfico se desarrolló en el departamento de sociología de la
universidad de chicago, por iniciativa de Robert E. Park y W. L. Thomas. Ellos, decidieron
estudiar una ciudad como Chicago bajo la misma metodología con la que los antropólogos
estudian a los indios norteamericanos (por la ciudad una zona de fronteras entre grupos
diversos). Entonces, se centraron en grupos caracterizados por la marginalidad económica,
política, prostitutas, homosexuales, drogadictos, inmigrantes, grupos minoritarios. Incorporando
técnicas, además de las etnográficas, de otra disciplina; como test de proyectivos encuestas,
evidencia etnolingüística y cálculos demográficos.
• A partir de los años 70 (1970), con las revoluciones nacionales, los movimientos de liberación y
la caída del colonialismo; se replanteó la figura del investigador –etnógrafo extranjero, para

1
Antropólogo británico quien consideró que la etnografía consiste en realizar trabajos descriptivos sobre
pueblos analfabetos, analizando la integración sociocultural de los grupos humanos.
considerar al académico como un ser social y culturalmente situado. Todas estas
consideraciones, lleva a la natividad del etnógrafo, abriendo la posibilidad de estudiar la
sociedad a la que pertenece; pues argumentan que el etnógrafo nativo está en mejores
condiciones para penetrar la realidad como ellos la conciben, sin dejarse caer en estereotipos y
nebulizaciones.

Siguiendo las anotaciones de Rosana Guber, los presupuestos epistemológicos de la etnografia se


configura a partir de dos grandes corrientes (el naturalismo y el positivismo) y dos concepciones
puntuales (la indexicalidad y la reflexividad). Al respecto la autora señala:

“Los dos paradigmas dominantes de investigaciones social asociado al trabajo de campo etnográfico, que
presdentaremos groseramente aquí, son el: “positivismo” y el “naturalismo”. Según el positivismo la
ciencia procede según la lógica del experimento, y su patrón es la medición o cuantificación de variables
para identificar relaciones (…)

(…) el naturalismo se ha pretendido como una alternativa epistemológica; la ciencia social accede a una
realidad preinterpretada por los sujetos. En vez de extremar la objetividad con respecto al campo, los
naturalistas proponen la fusión del investigador con los sujetos de estudios, transformándolo en uno más
que aprehende la lógica de la vida social como lo hacen sus miembros” (2001, p.15)

De manera que, el positivismo y el naturalismo son fundamentos para la investigación etnográfica. De


ambos toma elementos, aunque poseen algunas debilidades, como por ejemplo no consideran al
investigador y los sujetos estudiados como dos partes distintas de una relación. Además, se empeñan en
invisibilizar al investigador de los datos, los primeros mediante la estandarización de los
procedimientos (positivista) y los segundos a partir de la experiencia directa del mundo social
(naturalista). (Guber; 2001, p.15-16). Lo realmente importante aquí es considerar que el mundo real
posee varias interpretaciones de esa realidad. Y es el investigador quien debe explicitar esa percepción
sin interferir en lo observado, pero sin olvidar que es un ser socioculturalmente situado.

En cuanto a la indexicalidad y reflexividad son propiedades del lenguaje; y cobra sentido en el contexto
del trabajo de campo debido a que el lenguaje actúa como vehículo que permite la articulación entre los
sujetos de estudios, sus interpretaciones de la realidad y las observaciones del investigador. Así
entonces, indexicalidad es definida por Guber como:

“La capacidad comunicativa de un grupo de personas en virtud de presuponer la existencia de


significados comunes, de su saber socialmente compartido, del origen de sus significados y su
comprensión en la comunicación. La comunicación está repleta de expresiones indexicales como “en”,
“acá”, “le” etc., que la lingüística denomina “deícticos” indicadores de persona, tiempo y lugar
inherentes a la situación de interacción” (2001, p.16).

En relación con la reflexividad, la misma autora señala que la “La reflexividad inherente al trabajo de
campo es el proceso de interacción, diferenciación y reciprocidad entre la reflexividad del sujeto
cognoscente- sentido común, teoría, modelos explicativos- y la de actores o sujetos / objetos de
investigación” (2011, p.20).

En otros términos, la reflexividad es la conciencia creada a partir de las interpretaciones, intercambios


y practicas dentro de un grupo sociocultural. Como lo expresa Guber, resolver este asunto es
importante para “aprehender” el mundo social en estudio, ya que se trata de reflexividades diversas que
crean distintos contextos y realidades; la reflexividad del investigador en tanto miembro de una
sociedad o cultura, la reflexividad del investigador en tanto investigador (como miembro de campo
académico) y la reflexividad de la población de estudio. En últimas, la reflexividad de los sujetos de
estudios son los que van a dar el sentido y representaciones del trabajo etnográfico.

El investigador etnográfico.

Todo campo de investigación posee sus instrumentos para abordar el fenómeno de la realidad del que
se ocupa; en el trabajo de campo, en términos de Guber, “El instrumento es el mismo investigador con
sus atributos socioculturalmente considerados – genero, nacionalidad, raza, etc.- en relación social de
campo” (2001, p. 6). En ese sentido, el investigador además de ser el sujeto que describe e interpreta
una realidad, es una herramienta fundamental en el trabajo etnográfico; puesto que a través de él, sus
observaciones, contacto e interacción con el grupo objeto de estudio, es como se logra aprehender la
realidad del otro.

El investigador etnográfico posee unos intereses investigativos y académicos específicos, que están
determinados por la naturaleza del campo que aborda; sin embargo, debe perseguir un propósito
general que se mantiene implícito en el ejercicio. “Está asociado a que nos jugamos en el campo, cada
uno con su solitaria y frecuente incomprensible individualidad, es sostener la utopía de ser social y
culturalmente solidarios, que estamos dispuesto a escuchar y a entender lo que otros no escuchan ni
entienden” (Guber: 2001, p.43). De manera que, el fin de los etnógrafos está relacionado con develar lo
desconocido de otras culturas, para ayudar a comprender sus representaciones y significaciones a
quienes se les muestra imperceptibles.

Conviene anotar que, en el trabajo de campo al investigador se le presenta un desafío con lo cual debe
ser meticuloso y es “transitar de la reflexividad propia a la de los nativos” (2001, p.19). Este asunto es
lo crucial; pues el investigador debe dilucidar las actuaciones, representaciones, percepciones de la
realidad, sistemas simbólicos; pero no desde su posición de sujeto social y académicamente situado,
sino en términos de los sujetos que investiga, situarse en sus interpretaciones.

Por supuesto, en el ejercicio de investigación etnográfica se le presentan inconvenientes al investigador


con los que debe combatir y darle el mejor manejo posible. Desde los planteamientos de Rosana Guber
(2001), estos inconvenientes se le presenta en términos de la praxis (en el campo) y en relación a su
condición de sujeto social, sexuado, con emociones y perteneciente a una cultura. En cuanto a la
practica en el campo, las dificultades se generan por las incomprensiones dadas entre el investigador y
lo sujetos estudiados; pues estas ocurren porque el mundo social y cultural del grupo investigado no es
el mismo del investigador. En ese sentido, muchas acciones, nociones, preguntas o verbalizaciones de
los informantes no tienen correlato en el sistema significativo del etnógrafo y viceversa.

El otro obstáculo, está referido a que la figura del sujeto investigador (con sus determinaciones
académicas), convive con la figura sujeto persona con un universo significativo propio, ligado a su
nacionalidad, cultura y emociones. “Esta dimensión de la perplejidad está generalmente ausente de la
mayoría de los manuales, pero aparece en todos los relatos autobiográficos de los etnógrafos. Temor,
ansiedad, vergüenza, atracción, amor, seducción. Caben en una categoría sistemáticamente negada por
la metodología de la investigación social: la emoción contracara subjetiva, privada e “intima” de la
“persona” sujeto jurídico” (2001, p.43). Entonces, esta es una esfera personal del investigador que no
puede desconocerse, aunque la lógica académica intenta invisibilizar las emociones; más bien debe
encararse como un fenómeno sociocultural con diversas expresiones (Guber; 2001. P.41).

Ante tales inconvenientes, lo importante es lo siguiente:

“Pero el investigador social moderno actúa como un individuo que, independientemente de ser hombre o
mujer, blanco o negro, fascista o comunista, acomete la búsqueda desinteresada e impersonal del
conocimiento” (2001, p.42); es decir, no debe perder su propósito de develar conocimiento para hacerlo
conoscible a los demás. En ese ejercicio, debe poner a prueba sus capacidades para optar por la técnica
de recolección de datos más apropiada.

Técnicas: la observación participante y la entrevista etnográfica.

Las técnicas de recogida de datos en el trabajo etnográfico, básicamente son dos: la observación
participante y la entrevista etnográfica. Además, con sus fundamentos y particularidades, permiten a
obtención de información y el acceso a la realidad de los informantes.

“La observación participante consiste en dos actividades principales: observar sistemática y


controladamente todo lo que acontece en torno del investigador, y participar en una o varias actividades
de la población. Hablamos “participar” en el sentido de “desempeñarse como lo hacen los nativos”, de
aprender a realizar ciertas actividades y a comportarse como uno más. (…) apuntando a su objetivo a
“estar adentro” de la ciudad estudiada. En el polo contrario, la observación ubicaría al investigador fuera
de la sociedad, para realizar su descripción con un registro detallado de cuanto ve y escucha”(Guber;
2001, p. 21).
De acuerdo con ello, la técnica de observación participante comprende dos formas de obtener la
realidad y acceder a la información; una es mediante la participación, es cuando el investigador se
integra a la comunidad y hace alguna de sus actividades (conversar, cocinar, bailar, cocinar, jugar,
tomar bebidas, etc) y observar es cuando desde afuera anota sus percepciones y valoraciones de lo que
sucede en la comunidad. La diferencia que poseen se da por “El tipo de relación cognitiva que el
investigador entabla con los sujetos/informantes y el nivel de involucramiento que resulta de dicha
relación” (Guber; 2001, p. 23).

A pesar de que esta técnica implica dos actividades aparentemente opuesta (participación – estar dentro
y observar – estar fuera). Ambas son complementarias y necesarias para los propósitos del investigador
etnográfico. El objetivo que ambas persiguen como lo expresa Guber, es detectar las situaciones en que
se expresan y generan los universos culturales y sociales – de los grupos sociales – en su compleja
articulación y variedad. (2001).

Por supuesto, la observación participante implica distintos modos de involucramientos, dependiendo si


se desea actuar como un testigo mudo integral una o varias actividades o adquirir un rol relevante en la
comunidad. Guber (2001), expresa claramente cuatro roles que puede asumir el investigador.

• El participante plano. Este está inmerso plenamente en su rol, su ventaja estriba en que puede
obtener información que de otra manera seria inaccesible. Pero no es del todo provechoso
cuando el rol requiere de ciertas características (física o biológica) del investigador y al
desempeñar plenamente un papel puede estar negándose información de otros roles, opuesto al
que está desempeñando.
• Participante observador. Se desempeña en uno o varios roles locales, dando a conocer el
objetivo de su investigación.
• Observador participante. Se centra en su carácter de observador externo, formando parte de
actividades ocasionales o que no puede evitar.
• Observador puro. Es un tipo ideal, más que una conducta practicable, pues actúa como un
agente externo que registra y analiza todo lo que ve. La desventaja es que la presencia del
investigador, en este rol influye en el comportamiento de los sujetos de estudio.

Esos tipos de participación son formas utópicas de participar en el campo, que se presentan en
forma conjunta o sucesiva; de acuerdo a las situaciones que se presentan en el campo. Lo
determinante es identificar el rol culturalmente adecuado y posible. (Guber; 2001, p. 28).

Por otro lado, una técnica adoptada en el trabajo de campo es la entrevista etnográfica. El sentido
que esta adquiere en este terreno es la de “Una estrategia para hacer que la gente hable sobre lo que
sabe, piensa y crea (Sprandles; 1979:9); una situación en la cual una persona (el investigador-
entrevistador) obtiene información sobre algo interrogando a otra persona (entrevistado,
respóndeme, informante). Esta información suele referirse a la biografía, al sentido de los hechos, a
sentimientos, opiniones y emociones, a las normas o estándares de acción, ya lo valores o conductas
ideales” (Guber; 2001, p.29).

La misma autora presenta ciertas características que adquiere la entrevista etnográfica, mostradas
continuación:

• El valor de la entrevista radica en su carácter performativo y no en lo referencial-informativo.


• Las limitaciones de esta técnica radica en que la realidad puede ser interpretada por medio de
mentiras o distorsiones de la subjetividad del informante y por la intromisión del investigador. Para
solucionar ello, se debe optar por obtener información verificable (recurrir a chequeos,
triangulaciones, informantes confiables o claves y la confianza).
• El investigador debe aprender el repertorio comunicativo de sus informantes, pues sus normas
comunicativas son distintas a la de los informantes.
• La pregunta debe constituirse a partir del sentido que tiene para la investigación y el universo
cognitivo del investigador, sin obviar la situación y a los sujetos de estudio.
• En las entrevistas estructurales el investigador es quien formula una pregunta (por lo general
pensada previamente) y pide que el informante se subordine a sus dinámicas, categorías,
cuestionario, concepciones (participar en términos del investigador). En las no dirigidas, se le pide al
informante indicios para descubrir accesos a su universo cultural (participar en términos del
informante).
• La asociación libre permite introducir temas y conceptos desde la perspectiva del informante, con
verbalizaciones más prolongadas del informante y mínimas o variables del investigador.
• En esta entrevista el investigador formula preguntas cuyas respuestas se convierten en nuevas
preguntas.
• Requiere de un alto grado de flexibilidad para descubrir las preguntas y prepararse para identificar
los contextos en virtud de los cuales las respuestas cobran sentido.
• Las entrevistas acompaña dos grandes momentos: el de la apertura (para descubrir tanto preguntas
como temas significativos y construir marcos de referencias de actores a partir de la asociación
libre) y el de focalización y profundización (seguir abriendo sentidos en una determinada dirección y
avanzar en temas que no se han tratado en los primero encuentros).
• El investigador debe recurrir a tres tipos de preguntas, que responda a tipos estratégicamente
directivos: las preguntas anzuelo (dan pronunciamiento enfático al informante), preguntas abogado
del diablo (el investigador suministra un punto de vista premeditadamente erróneo o contrapuesto
para que el informante lo corrija o exponga un argumento) y las preguntas hipotéticas (ubica al
informante frente a un interlocutor o situación hipotética).
• En general, una entrevista tiene un inicio, un desarrollo y un cierre.
• Se dan dos niveles del contexto en la entrevista: amplio (conjunto de relaciones políticas,
económicas, culturales) y uno restringido (situaciones específicas del encuentro, lugar, personas,
actividades y tiempo).
• Es frecuente que el lugar se de en ámbitos familiares a los informantes, pues en sus situaciones
cotidianas puede descubrir el sentido de sus prácticas y verbalizaciones.
• En sí, las entrevistas deben apuntar a la identificación de categorías relevantes para el estudio, ya
sea anticipadas (previas al estudio) o diferidas (en el estudio). (Guber, 2001).
El texto etnográfico

Como ultima concepción de etnografía se ubica la noción del texto. En términos de Rosana
Guber, citando a Jacobson, la explicación del texto etnográfico puede darse de la siguiente
manera:

“Como ya señalamos, el método etnográfico es aquel mediante el cual el investigador produce


datos que constituyen la evidencia de un tipo particular de texto, la etnografía. Una etnografía es,
en primer lugar, un argumento acerca de un problema teórico-social y cultural suscitado en torno
a cómo es para los nativos (…) los elementos de texto etnográfico son 1) la pregunta o problema
2) la respuesta, explicación o interpretación 3) los datos que incluye como evidencia para
formular el problema y para darle respuesta y 4) la organización de estos elementos (problema,
interpretación y evidencia) en una secuencia argumental (Jacobson 1991:2)” (Guber; 2001, p.
48).

En ese sentido, el texto etnográfico es el resultado de la observación y participación que hace el


investigador en el campo, orientándolos con sus fundamentos académicos e investigativos y con las
explicaciones e interpretaciones que surgen de los nativos.

Existen diversas concepciones acerca la organización del texto etnográfico; pues estas deben exponer
tanto la reflexividad de los nativos, como la reflexividad del investigador, esto porque él es el
instrumento que toma la información del campo, junto a sus dificultades, los métodos, aciertos,
fracasos, inserción en el campo, su estadía y la partida del campo. En ese caso, “La discusión sobre
cómo el trabajo empírico incide, moldea y condiciona la obra etnográfica, se subordina ahora a la
persona narrativa del autor” (Guber; 2001, p.49).
Etnografía en los grupos étnicos de Colombia.

Hasta ahora, el texto se ha ocupado en exponer las dimensiones e implicaciones de la etnografía. Pero,
es necesario remitir todas esas concepciones teórico-conceptuales y metodológicas a la praxis. Esto
porque existen contextos, grupos, aldeas o comunidades que no han sido abordados desde un sentido
holístico y enunciar el sentido que le imprime a la realidad esos sujetos sociales.

En el caso específico del contexto colombiano, que se caracteriza por presentar diversidad sociocultural
y lingüística; pues el español convive con 65 lenguas indígenas, 2 lenguas criollas y 1 lengua Romaní.
Estas pertenecen a grupos étnicos que poseen sus costumbres, practicas, estructuración social, visiones
de mundo y un sistema significativo que constituye su identidad. Entonces, es urgente que emergen
trabajos etnográficos en estos grupos, que ayuden a comprender su realidad, apoye la protección y
busque la conversación de todos sus legados culturales –entre ellos la lengua - pues gran número de
ellas están en vía de extinción.

De hecho, se han pronunciado investigaciones (bien intencionados) de extranjeros (Colombianos no


pertenecientes a estos grupos y académicos de diversas nacionalidades) y nativos de los grupos étnicos.
Sin embargo, es preciso que se aumenten el número de trabajos rigurosos que abarquen y se inserten en
el universo significativo de los sujetos estudiados. Además que asuman la conciencia de ser solidarios
en mostrar lo desconocido para todos y se articule con las políticas de protección a la diversidad
etnolingüística (ley 1381 de 2010); esto para propugnar por la igualdad en el sistema y lograr
apropiarnos de nuestra realidad colombiana.

Conclusión

Asumir las perspectivas desde lo sujetos objeto de estudio es un trabajo arduo, pues el investigador
debe trasladar su reflexividad a la del otro, es decir, aprehender la realidad en términos que no son los
propios. Pero, si nos proponemos interpretar y reflexionar sobre un grupo determinado (sea que
pertenezcamos a él o seamos externos a esa cultura), actuamos como agentes constructores con la
intención de ayudar a comprender la realidad de los demás e incluso los propios.

En general, se parte de que la etnografía posee tres concepciones: como enfoque, método y texto.
Enfoque porque es una manera de abordar las costumbres y percepciones de un grupo humano; como
método porque entra en juego técnicas no directivas (observación participante y entrevista etnografía,
cada una con sus características y forma de desarrollarla) que están determinadas por la situación, los
informantes y los intereses del investigador (pues es él quien observa, dirige y trata de comprender un
sistema significativo que no es propio) como texto, es la consignación de resultados, de su observación
y participaciones, junto a sus explicaciones e interpretaciones.

La intención del presente texto radica en hacer una invitación a revisar los modos en que abordamos la
realidad y asumir el trabajo etnográfico como un enfoque- método propicio para aprender los sistemas
y prácticas culturales que permanecen desconocidos, pero hacen parte de nuestra realidad nacional, y al
discernir en este conseguiremos comprender y proteger nuestra identidad. Por supuesto,
concientizándonos de que es el investigador etnográfico (y social en general) solo puede conocer otras
visiones de mundo a través de su propia exposición a ellos, y en ese ejercicio debe recorrer del
desconocimiento al reconocimiento. Sin pretender desde la etnografía reproducir paradigmas
establecidos sino vincular teoría, investigación y campo con la intención de favorecer nuevos
conocimientos. (Guber, 2001).

Bibliografía

Guber, Rosana (2001). La Etnografía. Método, campo y reflexividad. Bogotá: norma.

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