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Introducción.
Ahora bien, para acercarnos a las percepciones de los grupos y pueblos, las ciencias sociales ofrece
diversos métodos, enfoques, técnicas y herramientas para comprender e interactuar con sus
representaciones de mundo. En ese sentido, una de las posibilidades académicas es el trabajo
etnográfico. Grosso modo, la etnografía se concibe como el estudio de las costumbres y tradiciones de
un grupo humano (en un principio se refirió a los grupos étnicos, llamados “exóticos”, posteriormente
se extendió a los grupos urbanos con características específicas).
Para abordar las concepciones, técnicas, formas de incidir en el campo y el registro (texto) en la
etnografía, asumiremos los planteamientos de Rosana Guber en su texto La etnografía. Método, campo
y reflexividad (2001), puesto que en él se expone el trabajo etnográfico en forma clara, sencilla y
práctica; todo desde su experiencia como etnógrafa.
Conviene anotar que la intención principal de enunciar los presupuestos teóricos – metodológicos de la
etnografía es situar esos conocimientos en el contexto de las diversidades etnolingüísticas en Colombia,
puesto que es un enfoque y método propicio para obtener información de primera mano sobre las
practica, (lingüísticas y sociales) y las visiones de mundo de los distintos grupos étnicos del país.
Rosana Guber explica que la etnografía posee tres designaciones: como enfoque, método y en su
calidad de texto. Desde su sentido de enfoque “La etnografía es una concepción y practica de
conocimiento que busca comprender los fenómenos sociales desde la perspectiva de sus miembros
(entendidos como “actores”, “agentes”, o “”sujetos sociales)” (2001, p.4). De lo anterior, se puede
resaltar que el ejercicio etnográfico adquiere valor en la medida en que el sistema de prácticas sociales
se considere desde la visión de los sujetos investigados.
Guber señala que lo que caracteriza a este enfoque principalmente es la descripción (rasgo distintivo de
las ciencias sociales); además, ella señala que para <comprender los fenómenos sociales> es importante
considerar los tres niveles de comprensión: el reporte (el que de lo ocurrido), explicación (el porqué de
las causas) y la descripción (como es para ellos). El sentido de descripción Guber lo sitúa en el plano de
la interpretación; pues el etnógrafo debe entender la manera como los nativos actúan y hacen
ininteligible su conducta y la de los demás (2001, p.5). Es decir, el investigador debe mostrar cómo
perciben la realidad los miembros de los grupos sociales que investiga, y la manera como él interpreta
esas visiones de mundo.
La etnografía vista como método “es el conjunto de actividades que se suele determinar como “trabajo
de campo” y cuyo resultado se emplea como evidencia para la descripción” (Guber; 2001, p.6). Esta
apunta a las formas, técnicas y herramientas para incurrir en el campo. Las ciencias sociales tienen una
posición privilegiada en este terreno, pues son numerosos los mecanismos de los que se sirve para
lograr los objetivos de la investigación. En el caso de la etnografía se asume la observación
participante, la entrevista no dirigida, la convivencia con los miembros de la comunidad y el
investigador pasa a ser un instrumento, porque solo a través de él su contacto directo con el grupo
puede conocer otros mundos.
Por supuesto, R. Guber señala que esa concepción de etnografía posee dos aspectos. Por un lado, el
investigador debe partir de una “ignorancia” metodológica para poder aprender la realidad que estudia
sin predisposiciones estar dispuesto a conocer, permitiendo que sea las circunstancias y los sujetos
investigados quienes le determinan las técnicas. Por otro lado, el ejercicio etnográfico se equipara a la
traducción (por proponer se hacer inteligible una cultura ante quienes no hacen parte de ella); pero, en
esa traducción muchas prácticas y nociones culturales no tienen su correlato en el sistema de cultura del
investigador, entonces debe adquirir la competencia de reconocer categorías inesperadas para el
sistema de clasificación del investigador. (2011, p.6).
En cuanto al último sentido de etnografía, Rosana Guber, citando a Marcus y Gushma y a van Maanen,
“Es la descripción textual del comportamiento en una cultura particular, resultante del trabajo de
campo” (Guber; 2001, p.7). Además, señala que este registro es llevado por escrito (generalmente
monografías) y recientemente en formas visuales (fotografías y documentos). En esta, el investigador
intenta representar un sistema sociocultural a sujetos que no hacen parte de ella. Lo cardinal en este
sentido es la relación entre teoría y campo, mediada por los datos etnográficos.
Por otro lado, para determinar el contexto histórico en el que surge la etnografía, podemos resumir lo
expuesto por Rosana Guber en los siguientes puntos:
• La etnografía tomó distintas acepciones según las traducciones académicas, pero se sistematizan
entre 1880 y 1910; surgió junto con la aparición del barco a vapor, el teléfono, las primeras
máquinas voladoras y el telégrafo. En los escenarios de Europa, Estados Unidos de Norte
América y Latinoamérica, se intentó tomar técnicas (tanto de las humanidades como de las
ciencias naturales), para comprender modos de vida hasta ahora conocidos bajo el lente
europeo.
• La historia del trabajo de campo se asocia a la antropología (por el estudio de culturas exóticas)
y en sociología (por el estudio de segmentos marginales de la propia sociedad). Aunque, es
desde la antropología (Británica y norteamericana) la que moldeó la práctica etnográfica.
• Se considera fundadores del trabajo etnográfico a Franz Boas (Gran Bretaña) y Bronislav
Malinowski (E.E.U.U.). Aunque también son consideradas los aportes de R. A. Radcliffe
Brown 1 . El método de Boas consistió en realizar trabajo intenso y profundo en pocas
comunidades con los que solo permanecen temporadas breves, para producir un material
etnográfico que mostraba como piensa, habla y actúa los nativos, en sus propias palabras, su
trabajo de campo se centró en un informante clave. Malinowski planteó los pasos para que una
descripción no sea invadida por el sistema teórico y cultural del investigador, propuso que el
etnógrafo debe tener propósitos científicos y vivir entre la gente que estudia; aplicar una serie
de métodos de recolección de datos, apuntar a conocimiento holístico de la cultura del pueblo
estudiado y reciprocidad entre investigador – nativo.
• En E.E.U.U. (1930) el trabajo etnográfico se desarrolló en el departamento de sociología de la
universidad de chicago, por iniciativa de Robert E. Park y W. L. Thomas. Ellos, decidieron
estudiar una ciudad como Chicago bajo la misma metodología con la que los antropólogos
estudian a los indios norteamericanos (por la ciudad una zona de fronteras entre grupos
diversos). Entonces, se centraron en grupos caracterizados por la marginalidad económica,
política, prostitutas, homosexuales, drogadictos, inmigrantes, grupos minoritarios. Incorporando
técnicas, además de las etnográficas, de otra disciplina; como test de proyectivos encuestas,
evidencia etnolingüística y cálculos demográficos.
• A partir de los años 70 (1970), con las revoluciones nacionales, los movimientos de liberación y
la caída del colonialismo; se replanteó la figura del investigador –etnógrafo extranjero, para
1
Antropólogo británico quien consideró que la etnografía consiste en realizar trabajos descriptivos sobre
pueblos analfabetos, analizando la integración sociocultural de los grupos humanos.
considerar al académico como un ser social y culturalmente situado. Todas estas
consideraciones, lleva a la natividad del etnógrafo, abriendo la posibilidad de estudiar la
sociedad a la que pertenece; pues argumentan que el etnógrafo nativo está en mejores
condiciones para penetrar la realidad como ellos la conciben, sin dejarse caer en estereotipos y
nebulizaciones.
“Los dos paradigmas dominantes de investigaciones social asociado al trabajo de campo etnográfico, que
presdentaremos groseramente aquí, son el: “positivismo” y el “naturalismo”. Según el positivismo la
ciencia procede según la lógica del experimento, y su patrón es la medición o cuantificación de variables
para identificar relaciones (…)
(…) el naturalismo se ha pretendido como una alternativa epistemológica; la ciencia social accede a una
realidad preinterpretada por los sujetos. En vez de extremar la objetividad con respecto al campo, los
naturalistas proponen la fusión del investigador con los sujetos de estudios, transformándolo en uno más
que aprehende la lógica de la vida social como lo hacen sus miembros” (2001, p.15)
En cuanto a la indexicalidad y reflexividad son propiedades del lenguaje; y cobra sentido en el contexto
del trabajo de campo debido a que el lenguaje actúa como vehículo que permite la articulación entre los
sujetos de estudios, sus interpretaciones de la realidad y las observaciones del investigador. Así
entonces, indexicalidad es definida por Guber como:
En relación con la reflexividad, la misma autora señala que la “La reflexividad inherente al trabajo de
campo es el proceso de interacción, diferenciación y reciprocidad entre la reflexividad del sujeto
cognoscente- sentido común, teoría, modelos explicativos- y la de actores o sujetos / objetos de
investigación” (2011, p.20).
El investigador etnográfico.
Todo campo de investigación posee sus instrumentos para abordar el fenómeno de la realidad del que
se ocupa; en el trabajo de campo, en términos de Guber, “El instrumento es el mismo investigador con
sus atributos socioculturalmente considerados – genero, nacionalidad, raza, etc.- en relación social de
campo” (2001, p. 6). En ese sentido, el investigador además de ser el sujeto que describe e interpreta
una realidad, es una herramienta fundamental en el trabajo etnográfico; puesto que a través de él, sus
observaciones, contacto e interacción con el grupo objeto de estudio, es como se logra aprehender la
realidad del otro.
El investigador etnográfico posee unos intereses investigativos y académicos específicos, que están
determinados por la naturaleza del campo que aborda; sin embargo, debe perseguir un propósito
general que se mantiene implícito en el ejercicio. “Está asociado a que nos jugamos en el campo, cada
uno con su solitaria y frecuente incomprensible individualidad, es sostener la utopía de ser social y
culturalmente solidarios, que estamos dispuesto a escuchar y a entender lo que otros no escuchan ni
entienden” (Guber: 2001, p.43). De manera que, el fin de los etnógrafos está relacionado con develar lo
desconocido de otras culturas, para ayudar a comprender sus representaciones y significaciones a
quienes se les muestra imperceptibles.
Conviene anotar que, en el trabajo de campo al investigador se le presenta un desafío con lo cual debe
ser meticuloso y es “transitar de la reflexividad propia a la de los nativos” (2001, p.19). Este asunto es
lo crucial; pues el investigador debe dilucidar las actuaciones, representaciones, percepciones de la
realidad, sistemas simbólicos; pero no desde su posición de sujeto social y académicamente situado,
sino en términos de los sujetos que investiga, situarse en sus interpretaciones.
El otro obstáculo, está referido a que la figura del sujeto investigador (con sus determinaciones
académicas), convive con la figura sujeto persona con un universo significativo propio, ligado a su
nacionalidad, cultura y emociones. “Esta dimensión de la perplejidad está generalmente ausente de la
mayoría de los manuales, pero aparece en todos los relatos autobiográficos de los etnógrafos. Temor,
ansiedad, vergüenza, atracción, amor, seducción. Caben en una categoría sistemáticamente negada por
la metodología de la investigación social: la emoción contracara subjetiva, privada e “intima” de la
“persona” sujeto jurídico” (2001, p.43). Entonces, esta es una esfera personal del investigador que no
puede desconocerse, aunque la lógica académica intenta invisibilizar las emociones; más bien debe
encararse como un fenómeno sociocultural con diversas expresiones (Guber; 2001. P.41).
“Pero el investigador social moderno actúa como un individuo que, independientemente de ser hombre o
mujer, blanco o negro, fascista o comunista, acomete la búsqueda desinteresada e impersonal del
conocimiento” (2001, p.42); es decir, no debe perder su propósito de develar conocimiento para hacerlo
conoscible a los demás. En ese ejercicio, debe poner a prueba sus capacidades para optar por la técnica
de recolección de datos más apropiada.
Las técnicas de recogida de datos en el trabajo etnográfico, básicamente son dos: la observación
participante y la entrevista etnográfica. Además, con sus fundamentos y particularidades, permiten a
obtención de información y el acceso a la realidad de los informantes.
A pesar de que esta técnica implica dos actividades aparentemente opuesta (participación – estar dentro
y observar – estar fuera). Ambas son complementarias y necesarias para los propósitos del investigador
etnográfico. El objetivo que ambas persiguen como lo expresa Guber, es detectar las situaciones en que
se expresan y generan los universos culturales y sociales – de los grupos sociales – en su compleja
articulación y variedad. (2001).
• El participante plano. Este está inmerso plenamente en su rol, su ventaja estriba en que puede
obtener información que de otra manera seria inaccesible. Pero no es del todo provechoso
cuando el rol requiere de ciertas características (física o biológica) del investigador y al
desempeñar plenamente un papel puede estar negándose información de otros roles, opuesto al
que está desempeñando.
• Participante observador. Se desempeña en uno o varios roles locales, dando a conocer el
objetivo de su investigación.
• Observador participante. Se centra en su carácter de observador externo, formando parte de
actividades ocasionales o que no puede evitar.
• Observador puro. Es un tipo ideal, más que una conducta practicable, pues actúa como un
agente externo que registra y analiza todo lo que ve. La desventaja es que la presencia del
investigador, en este rol influye en el comportamiento de los sujetos de estudio.
Esos tipos de participación son formas utópicas de participar en el campo, que se presentan en
forma conjunta o sucesiva; de acuerdo a las situaciones que se presentan en el campo. Lo
determinante es identificar el rol culturalmente adecuado y posible. (Guber; 2001, p. 28).
Por otro lado, una técnica adoptada en el trabajo de campo es la entrevista etnográfica. El sentido
que esta adquiere en este terreno es la de “Una estrategia para hacer que la gente hable sobre lo que
sabe, piensa y crea (Sprandles; 1979:9); una situación en la cual una persona (el investigador-
entrevistador) obtiene información sobre algo interrogando a otra persona (entrevistado,
respóndeme, informante). Esta información suele referirse a la biografía, al sentido de los hechos, a
sentimientos, opiniones y emociones, a las normas o estándares de acción, ya lo valores o conductas
ideales” (Guber; 2001, p.29).
La misma autora presenta ciertas características que adquiere la entrevista etnográfica, mostradas
continuación:
Como ultima concepción de etnografía se ubica la noción del texto. En términos de Rosana
Guber, citando a Jacobson, la explicación del texto etnográfico puede darse de la siguiente
manera:
Existen diversas concepciones acerca la organización del texto etnográfico; pues estas deben exponer
tanto la reflexividad de los nativos, como la reflexividad del investigador, esto porque él es el
instrumento que toma la información del campo, junto a sus dificultades, los métodos, aciertos,
fracasos, inserción en el campo, su estadía y la partida del campo. En ese caso, “La discusión sobre
cómo el trabajo empírico incide, moldea y condiciona la obra etnográfica, se subordina ahora a la
persona narrativa del autor” (Guber; 2001, p.49).
Etnografía en los grupos étnicos de Colombia.
Hasta ahora, el texto se ha ocupado en exponer las dimensiones e implicaciones de la etnografía. Pero,
es necesario remitir todas esas concepciones teórico-conceptuales y metodológicas a la praxis. Esto
porque existen contextos, grupos, aldeas o comunidades que no han sido abordados desde un sentido
holístico y enunciar el sentido que le imprime a la realidad esos sujetos sociales.
En el caso específico del contexto colombiano, que se caracteriza por presentar diversidad sociocultural
y lingüística; pues el español convive con 65 lenguas indígenas, 2 lenguas criollas y 1 lengua Romaní.
Estas pertenecen a grupos étnicos que poseen sus costumbres, practicas, estructuración social, visiones
de mundo y un sistema significativo que constituye su identidad. Entonces, es urgente que emergen
trabajos etnográficos en estos grupos, que ayuden a comprender su realidad, apoye la protección y
busque la conversación de todos sus legados culturales –entre ellos la lengua - pues gran número de
ellas están en vía de extinción.
Conclusión
Asumir las perspectivas desde lo sujetos objeto de estudio es un trabajo arduo, pues el investigador
debe trasladar su reflexividad a la del otro, es decir, aprehender la realidad en términos que no son los
propios. Pero, si nos proponemos interpretar y reflexionar sobre un grupo determinado (sea que
pertenezcamos a él o seamos externos a esa cultura), actuamos como agentes constructores con la
intención de ayudar a comprender la realidad de los demás e incluso los propios.
En general, se parte de que la etnografía posee tres concepciones: como enfoque, método y texto.
Enfoque porque es una manera de abordar las costumbres y percepciones de un grupo humano; como
método porque entra en juego técnicas no directivas (observación participante y entrevista etnografía,
cada una con sus características y forma de desarrollarla) que están determinadas por la situación, los
informantes y los intereses del investigador (pues es él quien observa, dirige y trata de comprender un
sistema significativo que no es propio) como texto, es la consignación de resultados, de su observación
y participaciones, junto a sus explicaciones e interpretaciones.
La intención del presente texto radica en hacer una invitación a revisar los modos en que abordamos la
realidad y asumir el trabajo etnográfico como un enfoque- método propicio para aprender los sistemas
y prácticas culturales que permanecen desconocidos, pero hacen parte de nuestra realidad nacional, y al
discernir en este conseguiremos comprender y proteger nuestra identidad. Por supuesto,
concientizándonos de que es el investigador etnográfico (y social en general) solo puede conocer otras
visiones de mundo a través de su propia exposición a ellos, y en ese ejercicio debe recorrer del
desconocimiento al reconocimiento. Sin pretender desde la etnografía reproducir paradigmas
establecidos sino vincular teoría, investigación y campo con la intención de favorecer nuevos
conocimientos. (Guber, 2001).
Bibliografía