Você está na página 1de 10

Coleccion: 47 - Tomo 7 - Numero 5 - Mes-Ano: 13_

CONFIGURACIÓN DEL DELITO DE APROPIACIÓN


ILÍCITA.
A PROPÓSITO DEL PRECEDENTE VINCULANTE
ESTABLECIDO EN LA CASACIÓN Nº 301-2011-
LAMBAYEQUE
Rafael Elmer Cancho Alarcón(*)

[-]

CRITERIO DEL AUTOR

El autor, luego de precisar los elementos del tipo penal de apropiación ilícita, establece
sus diferencias con respecto a los delitos de hurto y estafa. Asimismo, partiendo de
que el bien jurídico tutelado en aquel delito es el derecho a la propiedad, examina si es
posible admitir la tutela del derecho al crédito (y, en tal sentido, si la calidad de sujeto
pasivo puede recaer en el titular de este derecho), especialmente cuando existe de por
medio una función de cobro de sumas de dinero, ámbito en el cual propone atender a
la relación especial de confianza que es quebrantada por el recaudador, quien incurrirá
en el delito cuando al momento de recibir lícitamente el bien conozca que es ajeno y
que su posesión está limitada al título por el que fue otorgado.

MARCO NORMATIVO:

Constitución Política del Estado: art. 2 inc. 24 literal d).

Código Penal: arts. IV, 185 y 190.

Código Civil: art. 923.

I. PRELIMINARES

Uno de los problemas que usualmente se presenta en la aplicación de las leyes


penales a los hechos concretos, que son sometidos a un determinado proceso, es la
interpretación que se pueda adoptar de aquellas. Ergo, la interpretación de la ley penal
es sustancial, por cuanto fijar su contenido implica en buena cuenta determinar la
norma que será aplicable a cada caso concreto. Lo anterior, en Derecho Penal
constituye el procedimiento para la comprensión del tipo penal, para pasar a partir de
ello a efectuar el juicio de subsunción (tipicidad) y poder solucionar el caso concreto.
No obstante, esta situación es particularmente problemática porque muchas veces no
se posee un cabal conocimiento de los alcances que ha de darse, reiteramos vía
interpretativa, a la ley penal, situación que no escapa a la doctrina y jurisprudencia,
especialmente cuando coexisten dispositivos legales de similar naturaleza y podrían
provocar un conflicto en la aplicación de las normas penales.
El asunto que ahora nos convoca enfrenta un problema de esta naturaleza, conforme
lo pone de manifiesto la Casación N° 301-2011-Lambayeque(1), pues un hecho
configurado inicialmente como delito de apropiación ilícita (ar-tículo 190 del CP, en
adelante también CP) fue calificado por la Sala de Apelaciones, a través de una
errónea interpretación, como atípico para dicho delito, dejando entrever que el delito a
configurarse según el supuesto de hecho sería el de hurto (artículo 185 del CP),
cuestión que la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema ha dilucidado con relativa
claridad, dando la razón al Juez de primera instancia y estableciendo que su fallo
constituye doctrina jurisprudencial vinculante, a efectos de que en lo sucesivo no se
vuelva a incurrir en errores de similar naturaleza.

En ese contexto, el problema planteado además de una discusión dogmática abarcará


la del principio de legalidad, pilar que sostiene nuestro Estado de Derecho y la
seguridad jurídica imperante en la sociedad, recogido en el literal d) del artículo 2.24
de la Constitución Política, manifestado en Derecho Penal a través del principio de
tipicidad, que excluye la posibilidad de que el Estado a través de sus diversos
estamentos actúe con arbitrariedad o exceso, permitiendo contrariamente al ciudadano
(imputado y víctima) un conocimiento seguro sobre los límites de la conducta
sancionada y la atípica(2); asimismo, la discusión también abarcará facetas del
principio de exclusiva protección de bienes jurídicos, previsto en el artículo IV del Título
Preliminar, íntimamente ligado con la discusión del objeto de protección del delito.

II. LOS ALCANCES DEL PRECEDENTE VINCULANTE ESTABLECIDO EN LA


CASACIÓN N° 301-2011- LAMBAYEQUE: PRECISIONES

La sentencia casatoria estableció como síntesis del hecho, fundamento jurídico 2, que
se imputa a la agente del delito, en su condición de empleada de la empresa
agraviada, haberse apropiado indebidamente del dinero que cobró a los clientes de la
misma, entregándoles a estos últimos comprobantes de pago en señal de acuse de
recibo del dinero por los productos vendidos a crédito, pero que aquellas sumas
dinerarias no fueron entregados a las arcas de la empresa.

A continuación refiere –fundamento jurídico 3– que la Primera Sala Penal de


Apelaciones de la Corte Superior de Justicia de Lambayeque estableció que la acción
imputada es atípica del delito de apropiación, por cuanto –bajo su razonamiento– si la
agente fue dependiente de la empresa agraviada, cuando los clientes de esta
cancelaron sus deudas no lo hicieron con la intención que aquella entregara el dinero
a su principal, sino para ellos la cancelación se efectuó a la empresa misma, debiendo
quedar claro que la condición de sujeto pasivo en el delito de apropiación ilícita no se
da en función de la persona a quien el sujeto se obliga a entregar un bien, sino en
referencia a la persona que entrega dicho bien en posesión temporal, siempre que del
título o contrato celebrado surja la obligación de entregarlo a otro.

Al respecto, la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia establece –


fundamento jurídico 8–, que en el asunto sub júdice no hay vacío legal ni posibilidad
de aplicar el tipo de hurto, por cuanto el tipo de apropiación indebida o ilícita si bien
comprende como agraviado (víctima o sujeto pasivo), en principio, al dueño de la cosa
apropiada, cuando este fuera quien entrega al acreedor insatisfecho el bien a través
de un tercero, en cuyo caso este último (sujeto activo) recibe el bien mueble con un
encargo específico y queda en calidad de depositario, generándose la conducta ilícita
cuando este lo expolia y lo agrega a su dominio patrimonial; sin embargo, existiría un
segundo supuesto, cuando la cosa mueble se entrega en pago al autorizado de facto o
formalmente (con conocimiento del acreedor), de manera que aquel que paga se
desliga del bien entregado y este se incorpora a la esfera del patrimonio (en propiedad)
del antes acreedor, que ahora resultará agraviado, pues en su nombre el agente
cobrador o recaudador recibe el bien en el domicilio del deudor o en su propio y
particular domicilio, mas no en la sede o domicilio del acreedor, donde no es factible
asumir que el recaudador sustrae los bienes recibidos para apropiárselos –lo que es
característico del hurto–, sino que simplemente decide quedárselos para sí,
incumpliendo el deber de entrega al propietario, cuya confianza defrauda.

III. LA CONFIGURACIÓN DEL TIPO PENAL ESTABLECIDO EN EL ARTÍCULO 190


DEL CP EN LA DOCTRINA Y EN LA JURISPRUDENCIA

La discusión planteada no es ajena al desarrollo alcanzado en la dogmática penal


respecto a la teoría del tipo(3), dentro de la cual se considera al tipo como la
descripción concreta de la conducta prohibida hecha por el legislador y que en buena
cuenta delimita el campo de lo prohibido en el que interviene el Derecho Penal,
acogiendo todos los elementos que fundamentan el contenido material del injusto de
un determinado delito, siendo esta la consecuencia más valiosa del principio de
legalidad. Esto es así, por cuanto una de las funciones del tipo (garantizadora) permite
al ciudadano un conocimiento seguro en cuanto al límite entre la conducta sancionada
y la atípica, obstaculizando el ejercicio arbitrario del poder penal. Lo anterior va de la
mano con la concepción de bien jurídico, pues esta constituye la base de la estructura
e interpretación de los tipos, siendo el núcleo central y directriz en la formación del
tipo(4).

Al respecto, con meridiana claridad, la doctrina nacional(5) establece para la


configuración del delito de apropiación ilícita, previsto en el artículo 190 del CP [“El
que, en su provecho o de un tercero, se apropia indebidamente de un bien mueble,
una suma de dinero o un valor que ha recibido en depósito, comisión, administración u
otro título semejante que produzca obligación de entregar, devolver, o hacer un uso
determinado (…)”] lo siguiente:

a) Sujeto activo.- El agente del delito solo puede recaer en determinadas personas,
portadoras de un deber especial, es decir, autor del hecho no puede ser cualquier
persona, pese a que el tipo penal establezca un genérico “el que”, dado que el
establecimiento de determinadas circunstancias esenciales en él (título lícito para el
ingreso en posesión del bien mueble y obligación de devolver, entregar o hacer un
uso determinado del bien recibido), harán devenir el delito en uno especial, de manera
que quien carezca de dichas características esenciales (v. gr. no tener obligación
alguna respecto al bien recibido) no podrá ser considerado como autor del hecho
delictivo.

Al respecto, la jurisprudencia(6) ha establecido que es necesario acreditar el título que


genera la obligación en el agente, señalando que la autoría en este delito corresponde
a los denominados delitos de infracción de deber, es decir, sancionan violaciones de
deberes positivos que nacen de un título, de manera que si una persona no realiza
acuerdo alguno, o no interviene en él, respecto a un bien no podrá responder como
autor de este delito.

b) Sujeto pasivo.- La víctima del delito puede ser cualquier persona, natural o jurídica,
la única condición para encuadrarse como tal en el tipo objetivo es que ostente la
condición de propietario sobre el objeto del delito (bien mueble), de manera que a raíz
de la conducta delictiva verá mermada sus facultades inherentes a dicho derecho real;
se reconoce que en caso de bienes fungibles podrá también ser sujeto pasivo del
hecho aquel titular de los derechos del crédito que emergen de cualquiera de los títulos
a que se refiere el precepto.

c) Conducta típica.- El tipo penal establece que la conducta esencial que debe
desarrollar el agente para configurar el ilícito penal lo constituye el verbo (rector)
apropiar, conducta –ilícita o indebida– por el cual el agente se apodera, adueña o
adjudica en su favor un bien mueble que no le pertenece legalmente, colocándolo
dentro de su patrimonio, pese a saber que le pertenece a otro y que por título lícito lo
tenía confiado por un tiempo determinado, lo cual se evidencia (exterioriza) cuando el
agente comienza a realizar actos de disposición del bien como si fuera el propietario y
se resiste a devolverlo o entregarlo ante el requerimiento del sujeto pasivo, privando a
este último del poder efectivo de disponer materialmente del bien(7).

El tipo penal también establece como conditio sine qua non que el agente haya
recibido el bien mediante título que produzca la obligación de entregar, devolver
o hacer un uso determinado, esto es, mediante título legítimo (depósito, comisión,
administración u otro semejante) instituido por parte del sujeto pasivo, de manera que
el delito se configura cuando el agente, abusando de la confianza otorgada por título
legítimo o aprovechando que tiene el bien temporalmente, hace actos de disposición
como si fuera el propietario, transmutando el título lícito en uno ilícito.

Finalmente, el provecho, propio o de tercero, constituye otro elemento objetivo del tipo
penal, entendido como la ventaja de índole económica buscada por el agente al
desarrollar su conducta ilícita; no implica que él obtenga efectivamente un provecho
económico, sino que haya tenido el propósito de conseguirlo, es decir, para la
configuración de este supuesto basta que la ventaja sea potencial y esté en
perspectiva del ilícito cometido.

Cabe precisar que, tal como lo ha hecho la jurisprudencia(8) –incluida la sentencia


casatoria en comentario (fundamento jurídico 5)–, para que se configure el delito de
apropiación ilícita es requisito sine qua non que el sujeto activo haya entrado en
posesión del bien apropiado con la obligación de su posterior devolución o entrega, por
lo que, respecto al bien hay dos momentos: uno lícito, que es la entrada en posesión
legítima del bien o transmisión legítima de la posesión de la cosa con título que
produzca obligación de entregarla o devolverla, y el otro ilícito, que es la no devolución
o apropiación antijurídica por parte del poseedor legítimo, acaeciendo la infracción
penal en este segundo momento, es decir, lo que se sanciona es la transmutación
que efectúa el sujeto activo de una posesión legítima al ejercicio de facultades
inherentes a la propiedad del bien.

Mención especial merece el objeto material del delito, el cual según el tipo penal
será un bien mueble, dinero o un valor que pueda ser cuantificado económicamente,
en líneas generales, un bien susceptible de ser trasladado de un lugar a otro; cabe
mencionar que el legislador ha efectuado una precisión redundante al introducir el
dinero o valor como objetos sobre el cual recae el delito, pues ambos conceptos están
incluidos dentro del concepto genérico de bien mueble.

La concepción de este objeto material del delito está íntimamente ligado al bien
jurídico protegido por el delito de apropiación ilícita: el patrimonio, connotado en el
derecho de propiedad(9), previsto en el artículo 923 del Código Civil, el cual lo define
como el poder jurídico que permite usar, disfrutar, disponer y reivindicar un bien, de
manera que con la apropiación ilícita se afecta las tres primeras facultades de este
derecho, con especial incidencia en la capacidad de disposición; no existe consenso
en admitir que este delito proteja el derecho de posesión y el derecho de crédito.

d) Tipicidad subjetiva.- Para la configuración del delito de apropiación ilícita se


requiere que la conducta objetiva haya sido desplegada con dolo, conformado por el
conocimiento y la voluntad, el primero ligado a la comprensión de la ajenidad del bien y
a la obligación que ostenta de devolver, entregar o hacer un uso determinado de aquel;
y el segundo ligado a la decisión de apoderarse del bien, haciendo caso omiso al
requerimiento del propietario del bien.

Adicionalmente, el delito de apropiación ilícita engloba otro elemento subjetivo, el


animus rem sibi habendi(10), entendido como el ánimo del agente de apoderarse del
bien y comportarse como dueño de él, para obtener un provecho patrimonial para sí o
para otro, es decir, ligado al ánimo de lucro, propósito de obtener un beneficio o
ventaja económica.

IV. LA APROPIACIÓN ILÍCITA Y SU TRATAMIENTO DIFERENCIADO CON LOS


DEMÁS DELITOS CONTRA EL PATRIMONIO PREVISTOS EN EL CP

A partir del entendimiento que el bien jurídico protegido en el delito de apropiación


ilícita es el patrimonio y que su origen está ligado a la figura del furtum romano(11), su
configuración no estará exenta de equívocos, especialmente con respecto a los delitos
de hurto y estafa, delitos de apropiación que involucrarían de alguna manera un
concurso aparente de leyes con el delito de apropiación ilícita. Empero, aquellos tipos
penales que parecieran contener semejanzas e invitar a confusiones a los operadores
jurídicos, tal como se relata en la Casación N° 301-2011-Lambayeque, son totalmente
excluyentes, como se muestra a continuación.

Respecto al delito de hurto(12), existen dos grandes diferencias: i) la conducta medial


para el ingreso en posesión ilícita del bien para su posterior apropiación, prácticamente
ausente en el delito de apropiación ilícita. En esta el sujeto activo ingresa en posesión
legítima del bien objeto del delito, mientras que en el delito de hurto está condicionado
a la conducta de sustracción ilícita, utilizada por el agente para ingresar en posesión
del bien objeto de apoderamiento, incluso cuando se goce de un poder fáctico sobre la
cosa (v. gr. los poderes de facto que ejercen sobre el objeto del delito las personas que
laboran en la casa de la víctima); y ii) el momento del dolo con respecto al ingreso en
posesión del bien objeto del delito por parte del sujeto activo: en el delito de
apropiación ilícita el dolo del agente surge de manera posterior al ingreso en posesión
del bien, mientras que en el delito de hurto el dolo antecede al ingreso en posesión del
bien.

La jurisprudencia(13) ha establecido que la diferencia entre ambas figuras típicas


reside en que en el caso del delito de hurto, el agente sustrae el bien mueble del lugar
en que se encuentra, es decir, sin autorización del propietario; mientras que en la
apropiación ilícita, el bien mueble es entregado al agente por el mismo propietario, ya
sea en calidad de depósito, administración, comisión u otro título que produzca
obligación de entregar, devolver o hacer un uso determinado.

Respecto al delito de estafa(14), existen también dos diferencias: i) la conducta


medial para el ingreso en posesión ilícita del bien para su posterior apropiación,
prácticamente ausente en el delito de apropiación ilícita. En esta el sujeto activo
ingresa en posesión legítima del bien objeto del delito, mientras que el delito de estafa
está ligado a la existencia de las conductas mediales del engaño, astucia, ardid u otra
forma fraudulenta, que son utilizadas por el agente para inducir en error a la víctima e
ingresar en posesión del bien objeto de apoderamiento; y ii) el momento del dolo con
respecto al acto de disposición realizado de buena fe por el sujeto pasivo, pues
mientras en el delito de apropiación ilícita el dolo del agente surge de manera posterior
a la entrega del bien, en el delito de estafa el dolo precede a la entrega del bien objeto
del delito, de manera que en este último caso la conducta del sujeto activo es ilícita en
todo momento.

En similar sentido, se ha establecido una línea jurisprudencial(15) que señala que es


menester diferenciar el tipo penal de apropiación ilícita del delito de estafa a través de
diferencias esenciales y secundarias. Las primeras radican en el mecanismo indebido
y el momento de la presencia del dolo con respecto al acto de disposición realizado de
buena fe, mientras que en la estafa el culpable recibe la cosa mediante el engaño que
él originó o aprovechó, en la apropiación ilícita el culpable se apropia de lo que fue
entregado sin engaño. El dolo que contiene un ánimo de engañar, de colocar en error a
una persona, en la estafa nace antes de la entrega del bien; en cambio en la
apropiación ilícita nace sin engaño configurándose el dolo a posteriori de la entrega del
bien.

En ese contexto, no queda duda que la postura de la Corte Suprema, en el caso sub
examine, y en el sentido que no hay posibilidad de aplicar el delito de hurto, es
correcta, en la medida que no se aprecia de modo alguno que el ingreso en posesión
del bien objeto del delito se haya efectuado por una conducta medial, es decir, no ha
existido sustracción de bien alguno de la esfera de custodia del agraviado.

V. LA DISCUSIÓN PARTICULAR SOBRE EL BIEN JURÍDICO PROTEGIDO, EL


OBJETO DEL DELITO Y EL SUJETO PASIVO EN EL DELITO DE APROPIACIÓN
ILÍCITA

Hemos referido que el bien jurídico constituye la base de la estructura e interpretación


de los tipos, siendo el núcleo central y directriz en la formación del tipo, constituyendo
asimismo el motivo y el límite del Derecho Penal(16). En tal sentido, habiéndose
establecido que el delito de apropiación ilícita protege el bien jurídico patrimonio,
connotado en el derecho de propiedad, queda ahora dilucidar si es correcta la
afirmación de la Corte Suprema, en el caso sub examine, de que el delito de
apropiación ilícita también protege el derecho al crédito y si la calidad de sujeto pasivo
también puede recaer en el titular de este.

En efecto, la Corte Suprema, siguiendo a cierto sector doctrinal y el antecedente


jurisprudencial recaído en el Recurso de Nulidad Nº 1296-2006-Lambayeque, del 18
de abril de 2011, establece (fundamento jurídico 7) que el delito de apropiación ilícita
contempla dos infracciones penales de distinta naturaleza: las que atentan
directamente contra la noción de propiedad y las que atentan contra el patrimonio,
derecho de crédito, que por sus circunstancias puedan considerarse especialmente
reprochables, criterio con el cual llega a la solución esgrimida supra (fundamento
jurídico 8).

Al respecto, habíamos adelantado que si bien la doctrina es uniforme al establecer que


el objeto material del delito es el bien mueble(17), incluido el dinero o valor cuantificado
económicamente, empero, no existe uniformidad al vincular el bien jurídico protegido
de este delito –patrimonio– solo con el derecho de propiedad(18), sino también
ligándolo al derecho de crédito(19), especialmente cuando exista de por medio el
cobro de acreencias de sumas dinerarias, supuesto en el que se encuentra la
sentencia casatoria en comentario.

La dilucidación de esta cuestión, desde nuestro punto de vista, no radica en determinar


si el agente al recibir un pago de un crédito o acreencia del sujeto pasivo está
vinculado a este por el derecho de crédito, dudoso por el hecho que, desde el
momento en que el agente recibe el bien, el derecho de crédito ya no es tal, deja de
existir, así como la deuda, deviniendo en un derecho de propiedad; o dicho de otra
forma, al momento de efectivizarse el pago, el derecho al crédito que es en sí un
derecho expectaticio, devendrá en un derecho de propiedad, que permitirá el pleno
goce del bien que el acreedor esperaba recibir del deudor y cuya disposición material
solo podría ser impedida ahora por la conducta del agente, mas no por la falta de
pago.

En ese contexto, para resolver la problemática planteada en la sentencia casatoria,


deberá prestarse atención a la relación especial de confianza que es quebrantada por
el agente del delito(20), de manera que quien recibe el bien ajeno asume un especial
deber de lealtad respecto al titular: adecuar su comportamiento en beneficio de este,
cumpliendo las obligaciones establecidas en el título lícito que lo ha llevado a recibir el
bien. Lo anterior no implica en modo alguno la criminalización del incumplimiento de
los contratos, v. gr. el contrato mutuo, sino que por mandato expreso del tipo penal
está restringido a los títulos de depósito, comisión, administración u otro semejante,
que hayan establecido las partes.

Bajo esa premisa, es indistinto, por cuanto el tipo penal no prevé dicha situación, que
el sujeto pasivo del delito sea quien entregue el bien o sea el destinatario de este;
contrariamente, lo crucial será determinar que al momento en que el agente reciba el
bien lícitamente conozca que este es ajeno y que su posesión está ligada
precisamente al título por el que le fue otorgado por su titular, pese a lo cual, de
manera posterior, decide apropiarse del bien.

Adicionalmente, más allá de determinar el lugar, la sede o domicilio donde el agente


recibe el bien en pago total o parcial del “crédito”, como lo plantea la sentencia
casatoria (fundamento jurídico 8.3), a efectos de determinar si nos encontramos frente
a un delito de hurto o apropiación ilícita, deberá verificarse que el poder o dominio
sobre el bien no esté dentro de la esfera del propietario, ni siquiera de manera
compartida, sino que esté en posesión exclusiva, por lo menos el tiempo suficiente que
permita determinar que el cumplimiento de la obligación por el agente será efectivo, no
solo hipotético(21).

VI. REFLEXIONES FINALES

Se puede afirmar que la Corte Suprema, al emitir la sentencia casatoria en comentario,


soluciona con corrección el caso concreto que fue puesto en su conocimiento. En
cambio, es sumamente cuestionable, al menos por sus fundamentos, lo expresado por
la Sala de Apelaciones de Lambayeque, que estableció la atipicidad del hecho solo
porque no fue el sujeto pasivo quien entregó el bien al agente del delito, sino un
tercero que había dado por agotada su relación de acreencia con el sujeto pasivo,
además de sugerir que eventualmente nos encontraríamos frente a un delito de hurto,
cuando de modo alguno se percibe la conducta medial de sustraer para su posterior
apoderamiento.

La Sala Penal Permanente de la Corte Suprema, siguiendo a un sector doctrinario y


jurisprudencial, asume que en el caso concreto y, en general, en los delitos de
apropiación ilícita existe una vinculación del bien jurídico protegido con el derecho de
crédito que ostentaría el sujeto pasivo del delito y, a raíz de ello, es posible admitir que
las personas que resulten acreedoras de aquel sean considerados como víctimas del
hecho.

Nosotros, con una argumentación pendiente de ser ampliada posteriormente,


planteamos que lo esencial es determinar, al momento de la comisión del hecho ilícito,
que el agente abusa de la confianza para efectuar el apoderamiento del bien, que en
ese momento ostenta un propietario cierto, el cual ciertamente puede ser tanto el que
entrega el bien como el destinatario de este; y que para el caso de recaudadores o
cobradores de acreencias del sujeto pasivo, es conveniente determinar que la
posesión sea exclusiva, alejada de la esfera de dominio del propietario, a efectos de
distinguir un delito de apropiación ilícita de uno de hurto.

NOTAS:

(*) Abogado con estudios concluidos de Maestría con mención en Ciencias Penales en
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fiscal Adjunto Provincial Penal Titular
del Distrito Judicial de Ayacucho.

(1) Sentencia casatoria emitida por la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de
Justicia, de fecha 4 de octubre de 2012, publicada en el Boletín de Jurisprudencia del
diario oficial El Peruano el 1 de abril de 2013, pp. 6901-6902.

(2) VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Derecho Penal. Parte general. Grijley, Lima,
2006, p. 298.

(3) Véase por todos VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Ob. cit., p. 295 y ss.

(4) AROCENA, Gustavo A. Interpretación gramatical de la ley penal. Una investigación


sobre su función, su relevancia y sus límites. Jurista Editores, Lima, 2006, establece
que el bien jurídico aparece como la línea directriz determinante en la interpretación de
dicho tipo (p. 31). No obstante, refiere que el método interpretativo literal o gramatical
es el que, de ordinario, determina el primer paso a seguir en la faena interpretativa (p.
41).

(5) Véase, entre otros, SALINAS SICCHA, Ramiro. Delitos contra el patrimonio. 4ª
edición, Iustitia, Lima, 2010, pp. 211-230; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl.
Derecho Penal. Parte especial. Delitos contra el patrimonio. Rodhas, Lima, 2009, pp.
165-183; REÁTEGUI SÁNCHEZ, James. Derecho Penal. Parte especial. 2ª edición.
Volumen I, Ediciones Legales, Lima, 2012, pp. 265-303; PIZARRO GUERRERO,
Miguel. Delito de apropiación ilícita. Cuestiones sustantivas y procesales. Jurista
Editores, Lima, 2006, pássim; BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis Alberto y GARCÍA
CANTIZANO, María del Carmen. Manual de Derecho Penal. Parte especial. 4ª edición,
San Marcos, Lima, 1998, pp. 327-339.

(6) Véase la Ejecutoria Superior recaída en el Expediente Nº 902-2006-Lima, del 13 de


marzo de 2007, emitida por la Tercera Sala Penal de Reos Libres.
(7) Vid. también HURTADO POZO, José. “Relaciones entre el Derecho Penal y el
Derecho Civil respecto al delito de hurto en el Código Penal peruano”. En: Revista
Oficial del Poder Judicial. Año 5, Nº 7, Corte Suprema de Justicia de la República,
Lima, 2011, p. 233.

(8) Véase el Recurso de Nulidad Nº 864-2002-Ancash, del 1 de abril de 2003, emitida


por la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema.

(9) Véase la Ejecutoria Superior recaída en el Expediente Nº 2168-2003-Lima, del 3 de


febrero de 2003.

(10) Véase el Recurso de Nulidad Nº 1891-2001-Arequipa, del 18 de junio de 2003.

(11) Vid. SIMONS VALLEJO, Rafael. “Sobre el contenido del injusto de los delitos de
apropiación indebida (reflexiones a propósito de los artículos 252 y siguientes del
Código Penal español)”. En: Revista Penal. Nº 15, 2005. Disponible en:
<http://www.uhu.es/revistapenal/index.php/penal/article/viewArticle/239>, p. 150
(consultado el 20 de mayo de 2013). También BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. “La
apropiación indebida de cosas muebles”. En: Comentarios al Código Penal. Cándido
Conde-Pumpido Tourón (Director), Tomo 3, Bosch, Barcelona, 2007, p. 2017, quien
precisa que ambos delitos (refiriéndose a la apropiación ilícita y al hurto) se cometen
mediante apropiación de una cosa mueble y son dos especies de un mismo género,
aun cuando también hace referencia a la diferencia que ostenta el primero con el delito
de estafa.

(12) Vid. PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob. cit., pp. 171-173.

(13) Véase el Recurso de Nulidad Nº 618-2000-Lima, del 19 de enero de 2001.

(14) Vid. SALINAS SICCHA, Ramiro. Ob. cit., p. 291; PEÑA CABRERA FREYRE,
Alonso Raúl. Ob. cit., p. 173.

(15) Véase las Ejecutorias Superiores recaídas en los Expedientes Nº 762-1997-Lima


y Nº 1219-2004-Lima, del 30 de junio de 1998 y el 1 de setiembre de 2006,
respectivamente.

(16) Vid. nota al pie N° 4. También SCHÜNEMANN, Bernd. ¡El Derecho Penal es la
última ratio para la protección de bienes jurídicos! Sobre los límites inviolables del
Derecho Penal en un Estado liberal de Derecho. Traducción de Ángela de la Torre
Benítez. Serie Cuadernos de conferencias y artículos, N° 38. Centro de Investigación
en Filosofía y Derecho de la Universidad Externado de Colombia, Bogotá, pássim.

(17) Como nota al pie Nº 5.

(18) Así, SALINAS SICCHA, Ramiro. Ob. cit., p. 291, quien incluso se opone a esta
posibilidad; y PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob. cit., p. 173, aun cuando
este último autor no hace mención expresa al derecho de crédito.

(19) Así, PIZARRO GUERRERO, Miguel. Ob. cit., p. 99; BRAMONT-ARIAS TORRES,
Luis Alberto y GARCÍA CANTIZANO, María del Carmen. Ob. cit., pp. 328-329.

(20) BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Ob. cit., pp. 2019-2020.

(21) Un criterio similar para diferenciar ambos delitos, con cierto rechazo a considerar
el derecho de crédito como objeto de protección del delito, véase en HURTADO POZO,
José. Ob. cit., p. 225.

Gaceta Jurídica- Servicio Integral de Información Jurídica


Contáctenos en: informatica@gacetajuridica.com.pe

Você também pode gostar