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Andrómeda.

¿por dónde empezar?

El silencio de una rosa es enternecedora, no muchos conocen el silencio.

Últimamente he pasado los días en mi habitación añorando un poco de silencio, entre los monstruos que configura esta
sociedad decadente y por ende que no tiene mucho que ofrecer, intenté ir hasta la biblioteca, esa de la que te he contado y a la
cual le adjudico el nombre de segundo hogar, pero, allí también me sentí incomodo, ya que habían muchos visitantes, entre
ellos un par de mujeres que buscaban entre las líneas de los textos al amor de su vida, por lo menos así lo creo, pues a donde
me dirigía una de ellas me seguía con sus ojos, tomé un libro “ISLANADA” y viajé a ésa isla desierta, a mi suerte, pues,
ni siquiera Dios me acompañó a semejante aventura; lo que si me acompañó fueron un par de sonrisas tuyas, tus ojos y ese
temor tuyo por los puentes.

Te cuento que en una de estas aventuras nuestras, luego de tomarnos un par de cervezas junto a nuestros conocidos en un
bar saxofónico de la ciudad, decidimos salir corriendo, cada sorbo de ese alcohol nos oxidada el cuerpo, lo sentíamos y no lo
aguantamos.

Siendo así, nos sentamos en un puente, uno viejo, azul, estrecho, alto, los transeúntes parecían alfileres, decidiste escupir a
uno que otro, los demás abrieron sus paraguas pues creían que caería un torrencial aguacero, yo por mi parte sonreía, ya que,
no parecía que tuvieras miedo, no temblabas, no cerrabas los ojos. En cambio, tus pies colgaban sobre el puente y tus ojos
guardaban un pícaro secreto, el de la aventura de engañar a esa raza envilecida, servil y bruta.

¿tienes miedo? Te pregunté.

- Ni siquiera a la muerte, pues del otro lado no nos espera nada.

¿qué pasará conmigo?

- Bailaras conmigo al compás de un vals eterno. Allí no podrás dar cuenta de nada, ni siquiera de mí.

¿y las nubes?

- ¿nubes? ¡JA! Pobre iluso, ¿con qué derecho las nubes se llaman nubes? ¡MIRA!
- Esa se parece a un dragón
- Esa se parece a un castillo
- Esa se parece a Dios.

Después de semejantes respuestas, hicimos el amor sobre ese puente viejo, que crepitaba como madera vieja, de ti no tengo
mucho que decir. Sin embargo, diré que Andrómeda no es solo una constelación, a miles de kilómetros, Andrómeda es la
unión del Ser con el no Ser, la nada contiene un valor de rebeldía y tú cuerpo es un cataclismo creador.

¿qué más podía hacer?

Salvo recordar un poema de Juan Gelman.

- Porque el amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa y solo el alma sabe cuándo las dos se juntan y cómo…
Pero… ¿qué puede saber el alma?

Esa fue una de nuestras aventuras.

Por lo demás tomé un autobús y la mujer que me seguía con su mirada se puso triste porque supo que no me volvería a ver de
nuevo, en ese momento comprendí que solamente buscaba con quien hablar, yo no podía decirle nada, el silencio es la única vía
a la purificación de la vida.
Lo siento Andrómeda mía, esto es lo que soy, un sujeto con delirios de poeta o un poeta con delirios.

En fin…

¿qué ideas tienes acerca de la vida?

Espero te encuentres bien.

Tuyo hasta el ocaso.

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