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Gabriel Restrepo Tres sonetos de Cantos a Isis, 1989

¿Desde cuándo la voz habla si calla?

¿Desde cuándo el amor crece en la ausencia?

Si bien dormida adivina otra esencia,

en cuya gracia verdadero ser halla,

el alma, enajenada en la canalla

de las sombras diurnas cuán breve ciencia

alcanza. Sólo el sueño como herencia

quiere, y en la interior firme muralla

en un otro exilio vive. Qué bien lejos

lo presente, qué cerca lo distante.

Miradas las estrellas cuyos dejos

alumbran cuando mueren, cuánto instante

perdura a su paso en los nuevos viejos

cantos a un bien llamado amor errante.


II

SONETO A LA MUERTE DEL PADRE EDMUNDO

Pues padre aún duerme en la muerte, respira

En él la leve brizna de la vida.

Casi el ojo entreabierto, y en la perdida

Visión saber que se igualan quien mira

Y es mirado. Es mundo, espejo que gira

Hacia el vacío. La doble faz reunida,

Imagen que es refleja, refundida,

es sombra en luz del hoy, que ayer expira.

¿Sería pues padre de mi padre ahora,

si mi vista alumbró tu pensamiento?

A su lado asisto al trance de la hora,

nacer de propio y ajeno sentimiento.

Si muy adentro el padre al padre implora,

yo soy aquel que acusa tu lamento.


III

Si muy secreto vigilas mis pasos,

los cuidados, los falsos, los mejores;

si tan oculto domas los mayores

pensamientos, pues aún en los ocasos

de razón diriges maestro, no escasos,

mis delirios ¿por qué entre los dolores

tan medidos escondes los amores?

Y si tan sólo fueras Dios de acasos

que lleva a mal el fin de mi destino;

si puestas vida y muerte en tan áspero

capricho, ¿qué sería de mi camino

que ayer pensaba libre, verdadero,

si fuese sólo el sueño de adivino

que juega en solitario al desespero?

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