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gestión de la calidad:
La gestión de la
calidad total
La evolución hacia este nuevo enfoque es consecuencia de los retos a los que
tienen que enfrentarse las empresas en los mercados actuales. Estos retos pueden
sintetizarse en los siguientes puntos:
− Globalización de los mercados, que ha supuesto un aumento de la competencia al
añadir a ésta la dimensión internacional, con una amplitud no conocida
anteriormente.
− Clientes exigentes, con expectativas y necesidades cambiantes y cada vez más
elevadas.
− Aceleración del cambio tecnológico, que implica ciclos de vida del producto cada
vez más cortos.
− Éxito de las formas pioneras más globales y participativas de gestión de la
calidad.
Para poder hacer frente a estas nuevas exigencias no es suficiente con los enfoques
de calidad precedentes. Es necesario un sistema de gestión de la calidad orientado en
su totalidad al mercado; una orientación que, además, ha de tener carácter
multidimensional y ha de ser dinámica (Oakland, 1989). EI carácter
multidimensional viene dado porque es necesario competir, dentro de cada sector
industrial globalizado, en diseño, precio, tiempo, calidad, capacidad de distribución e
imagen de marca. La orientación de la calidad ha de ser también dinámica porque
todas las variables que configuran las formas de la competencia, en los actuales
mercados caracterizados por grados variables de monopolio, están sometidas a
cambios frecuentes como consecuencia de la orientación de las empresas a innovar
sus servicios o productos, a diferenciarlos, o a bajar sus costes1. En estos mercados
pierde importancia el consumidor anónimo y la gana el consumidor fidelizado: el
cliente.
1
Es frecuente que los cambios en los servicios o cn los productos, o en sus costes, sean el resultado de innovaciones técnicas y/o de proceso.
la supervivencia y el éxito de la empresa.
Así pues, las diferencias más importantes entre los enfoques anteriores y la gestión
de calidad total (GCT) son: por una parte, la orientación al cliente, que está
incardinada en las condiciones de los mercados actuales; en segundo lugar el
liderazgo de la dirección, como requisito indispensable para implantar el sistema de
GCT; en tercer lugar el establecimiento de formas de dirección, diseño de la
organización, y políticas de recursos humanos, que propicien la participación, el
compromiso y la cooperación; en cuarto lugar la aplicación de un enfoque global de
dirección, profundizando con este carácter global una tendencia ya iniciada con el
aseguramiento de la calidad; y finalmente, la mejora continua, como una
característica proactiva de los sistemas de calidad total, necesaria para competir en
los mercados actuales.
En una caracterización más amplia de la GCT puede decirse que este enfoque se
basa en una serie de principios que, de forma explícita o implícita, están presentes en
su teoría o en sus formas de aplicación. Ahora bien, dos cuestiones que deben
subrayarse respecto de estos principios son, en primer lugar, que el grado de
intensidad con el que debe aplicarse cada uno de ellos dependerá de las
circunstancias particulares que condicionan a cada empresa y de la forma en que ésta
es dirigida; en segundo lugar, que este conjunto de principios forma un sistema, y lo
que resulta crucial dentro de éste son los conceptos de proporcionalidad y equilibrio
cntre los mismos2.
En los principios que vamos a exponer, y cuya relación aparece en el Cuadro 3.1,
cabe distinguir entre aquellos que tradicionalmente forman el sustrato más básico y
específico del enfoque de GCT, y a los que se alude frecuentemente en la literatura
especializada, y los que adicionalmente incorporamos en el presente trabajo por
considerarlos necesarios para preservar la coherencia y efectividad de la aplicación
de este enfoque, como más adelante justificaremos, pero que tienen un carácter más
genérico. Los primeros, a los cuales denominaremos principios específicos de la
2
Desarrollaremos estas cuestiones en el capítulo tercero, a través de un modelo de diseño organizativo que permite examinar relaciones de complementariedad y
sustituibilidad entre variables.
GCT, corresponden a: la atención a la satisfacción de! cliente; al liderazgo y
compromiso de la dirección con la calidad; la participación y el compromiso de los
miembros de la organización; el cambio cultural; la cooperación en e! ámbito interno
de la empresa; el trabajo en equipo; la cooperación con clientes y proveedores; la
formación, es decir, el establecimiento y aplicación de distintas medidas en el marco
de un plan de formación como requisito para la mejora continua; la administración
basada en hechos, a partir de indicadores que permitan el seguimiento, la evaluación
y el control de los procesos y tareas; el diseño y conformidad de procesos y
productos; la gestión de los procesos; y obtener mejora continua en los
conocimientos, procesos, productos y servicios.
Los restantes principios del Cuadro 3.1, tienen un carácter más genérico ya que no
pertenecen específicamente a la gestión de la calidad, aunque corresponden a
conceptos que son, efectivamente, muy importantes para la coherencia en la
aplicación de un sistema de GCT. Son conceptos también importantes para la
dirección estratégica de cualquier empresa y para su diseño organizativo, y por tanto
su tratamiento, análisis y aplicación, excede el ámbito específico de la GCT.
Una cuestión más que debe ser explicitada antes de exponer los diferentes
principios específicos y genéricos, es que en el conjunto de estos principios puede
distinguirse entre principios motores o causales, y aquellos que tienen carácter de
principios derivados o que son consecuencia de los principios motores.
Completando los razonamientos del párrafo anterior, puede decirse que los
principios motores (grupo 1, Figura 3.1), son fruto de, o se implantan y desarrollan a
partir de la voluntad deliberada y explícita de la dirección; o, dicho de otro modo, el
componente fundamental de su implantación y desarrollo es estrictamente voluntad
de la dirección, y pertenece a la organización formal. Mientras que los principios
«derivados» (grupos 2 y 3 de la Figura 3.1), no son susceptibles de implantación
directa por parte de la dirección, o no responden únicamente a la voluntad de la
dirección; son también la consecuencia del conjunto de relaciones técnicas y sociales
que quedan configuradas por la implantación y desarrollo de los principios motores,
de tal manera que éstos, a través de relaciones formales e informales, establecen las
condiciones para el desarrollo de los principios derivados.
Asimismo, éste es uno de los principios cuya aplicación práctica es más compleja,
debido a su estrecha interconexión con otros principios: objetivos y propósito
estratégico, liderazgo y compromiso de la dirección, formación, asignación de
medios necesarios, cambio cultural, visión compartida, y clima organizativo, entre
otros. Aun sin entrar a profundizar en estas relaciones, podemos señalar sólo algunas
de las condiciones que facilitan la aplicación de este principio; en primer lugar, es
necesaria una correcta ordenación de los incentivos orientada a obtener la motivación
de los empleados; igualmente necesaria será una actitud de atención a los puntos de
vista y las sugerencias de los empleados, por parte de mandos intermedios y
directivos (Rodríguez, 1991); en tercer lugar, una cuestión extremadamente
importante para la involucración es asegurarse de que todo el mundo ha comprendido
claramente lo que se espera de él, la tarea o actividad que debe realizar, y cuál es la
aportación de su tarea al conjunto de la empresa (Randolph, 1995). Esto último tiene
que ver con el nivel de concreción y la dimensión práctica indispensable en la
implantación de la GCT. De este modo los empleados y trabajadores entienden qué
es lo que pueden aportar a la mejora de la calidad, y esto les posibilita e impele a que
administren, controlen y mejoren los procesos en los que participan dentro de su
esfera de responsabilidad.
3
El resto de principios, a través de los resultados que obtiene la organización (Figura 3.1, grupo 3), también tendrá influencia que, en ocasiones, tal como ocurre con la
mejora continua, puede ser muy relevante. Haremos una explicación más extensa del carácter sistémico de los principios de la GCT en el Epígrafe 3.3.4. Por otra
parte, el nivel de compromiso que adopten los miembros de la empresa recoge múltiples influencias de las formas de dirección y diseño de la organización. En lo
que se refiere a recursos humanos tendrá que ver con: políticas y formas de dirección de personal, captación externa e interna, el establecimiento de carreras
profesionales, los sistemas de incentivos y recompensas establecidos, y las formas de entrenamiento y desarrollo (G6mez-Mejía, et al., (998)
modificaciones del contexto, en este caso organizativo, las que pueden producir el
cambio cultural en la empresa.
Debe decirse, de todos modos, que el cambio cultural es el más difícil de realizar,
ya que supone cambiar actitudes y comportamientos de personas (Kanji, 1996). La
GCT exige un cambio cultural importante, ya que la calidad debe implantarse en
todos los procesos y funciones de la organización y, por tanto, ello requiere cambios
en los comportamientos, actitudes y hábitos de trabajo, de todos los miembros de la
empresa. No obstante, si el cambio se produce, las nuevas percepciones y creencias
básicas, o la nueva cultura adaptada a un sistema de GCT, fomentará la participación
y la mejora continua en todos los niveles y áreas de la organización. Los cambios
necesarios estarán orientados a obtener comportamientos caracterizados por los
siguientes ítems: a) todos se implican en las actividades de mejora de los
conocimientos que tiene la organización, y en la mejora de los procesos que están
bajo su control, responsabilizándose personalmente de ellos, así como de la mejora
de los productos y servicios que obtiene la organización; b) los empleados de
cualquier nivel controlan su propio trabajo; se establece una filosofía y una forma de
trabajo en la que no se permite el paso de productos defectuosos a la siguiente fase
del proceso; c) cada persona está comprometida para satisfacer a su cliente, sea
externo o interno; d) existe una nueva dinámica de relación -más cuidada y estrecha-
con los proveedores y clientes que se integran en los procesos y las actividades de la
empresa; e) los errores deben ser vistos como una oportunidad de mejora,
desterrando el temor y las represalias; f) valores como la honestidad y la sinceridad
son integrados como una práctica diaria de la vida del negocio. Entre estos ítems los
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En el largo plazo. y desde un punto de vista que contemple la dimensión de sistema natural que tienen las organizaciones, el diseño adecuado de la organización es una
premisa importante. Dependerá de ello, en parte, que la organización, a lo largo del tiempo, institucionalice unos u otros comportamientos (Peris et al., 1998).
hay relacionados con los tres grupos de principios de la Figura 3.1.
Por lo que se refiere a los distintos tipos de equipos de trabajo que podemos
observar, la realidad nos muestra un panorama heterogéneo. Si bien a principios de la
década de los 80 los grupos de trabajo más aplicados eran los conocidos círculos de
calidad, en la actualidad hay una gran diversidad de equipos, y cada empresa que
implanta un sistema con un enfoque de GCT bautiza con un nombre particular los
equipos que pone en marcha. Por este motivo es necesario enumerar algunas
clasificaciones ofrecidas por diversos autores y que nos permitan presentar, de un
modo sistemático, los diversos equipos de trabajo que pueden desplegarse en
relación con los sistemas de GCT. Kinlaw (1992), distingue hasta seis equipos
diferentes. Así, distingue equipos formados por una unidad de trabajo con un
supervisor y varios subordinados que trabajan juntos a diario realizando la misma
función; equipos formados por administradores y su equipo más próximo de
colaboradores; equipos interfuncionales, que tratan de coordinar distintas unidades
de trabajo; equipos de proyecto, creados para desarrollar una tarea específica durante
un determinado periodo de tiempo; equipos de mejora, encargados de estudiar un
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La utilidad de esta relación de causalidad entre grupos de principios es, como hemos dicho, clara: introduce una secuencia racional. necesaria, en la construcción
consciente y deliberada, por parte de la dirección, del sistema global de principios de la GCT.
problema concreto referido a un producto o un proceso para proponer mejoras sobre
el mismo; y por último, los comités y consejos, grupos de carácter permanente
encargados de diseñar y aplicar determinadas políticas de actuación.
Bowen y Lawler (1992) y Eccles (1993) nos presentan tres tipos de equipos, que
clasifican en función de los componentes de éstos y su capacidad de decisión. En
primer lugar presentan los círculos de calidad, que se generan al margen de la
estructura organizativa existente y tienen capacidad de realizar propuestas. En
segundo término están los grupos autónomos de producción formados por unidades
de trabajo de la organización y con capacidad par: decidir sobre temas relacionados
con el desarrollo de su tarea. Finalmente, los equipos de mejora, de carácter
temporal, formados por personas de diversos niveles jerárquicos y departamentos,
que estudian problemas concretos, deciden el mejor modo de solucionarlos. Una
tercera clasificación es la aportada por Katzenbach y Smith (1993) que distinguen
también tres categorías de equipos de trabajo: los que realizan propuestas sobre un
problema muy concreto, es decir, equipos de resolución de problemas o de
proyectos; los que desarrollan una o un conjunto de tareas, como los grupos
autónomos de producción; y finalmente, los equipos con labores de dirección, como
pueden ser los comités de dirección o de calidad (Rodríguez Porras, 1991).
6
Insisten en esta cuestión numerosos autores: Goulden (1995), Jhons y Summerball (1995), Meyer (1994), Morris, Haigh y Kanji (1994).
sobre la labor a realizar, asignación a los equipos de los medios necesarios, y
dirección y diseño de la organización que les permita disponer de suficiente
capacidad de decisión7.
7
Si el trabajo en equipo se interpreta como equipos que se forman espontáneamente para colaborar, de modo informal, en la resolución de cualquier problema, entonces
quedaría clasificado en nuestro modelo como cooperación interna, y por tanto se ubica en el grupo 3 de principios de la Figura 3.1.
reciban la suficiente formación y adiestramiento está estrechamente relacionada con
la implantación de un sistema de calidad (Moreno-Luzón y Herrera, 1993). Se debe
proveer a los empleados de un nivel de formación tal que se asegure que todos tienen
conocimiento de los conceptos de la calidad, así como que incorporan las aptitudes
(manejo de las herramientas y técnicas de la calidad) y actitudes (escucha activa,
cooperación), para poder aplicar una filosofía de mejora continua en la que puedan
tomar parte (Randolph, 1995).
Para que la formación sea efectiva deberá ser planificada de una forma sistemática
y objetiva. Para lo cual se necesita una adecuada diagnosis de las necesidades
concretas de formación y de los medios más efectivos para cubrir estas necesidades.
La necesidad de mejora continua, a su vez, implica que los planes de formación
tendrán un carácter continuo. La formación tiene que ser continuada en el tiempo
para poder asumir no sólo los cambios en la tecnología, sino también los cambios en
los entornos en los que la organización opera y las correspondientes modificaciones
en las estructuras y las tareas a realizar (Oakland, 1993). Asimismo, si se desea que
estas actividades de formación sirvan para fomentar un ambiente de trabajo en el que
prime la colaboración y la implicación (Hall, 1994), los planes de formación deben
estar ajustados a las necesidades de cada trabajador y a la consecución de ese
propósito.
Asimismo debe subrayarse que cada vez que establecemos formas de medición,
evaluación y control de los rendimientos, la calidad, o cualquier otro aspecto de los
productos o servicios que elabora la empresa, ello opera de tal forma que contribuye
a ordenar los incentivos y las conductas de los miembros de la organización (Alchian
y Demsetz, 1972; Williamson, 1975 y 1985; Arruñada et al., 1994). Por tanto el
diseño técnico de las formas de medición y control no podrá estar desligado de los
requerimientos de la filosofía de la calidad, orientada a conseguir implicación,
compromiso, cooperación y mejora continua. Del equilibrio entre las partes hard y
soft del diseño del sistema de calidad dependerá que el conjunto de las herramientas
técnicas, la iniciativa personal, y el espíritu de aprendizaje y colaboración, logren los
objetivos de la GCT. En cuanto a la ubicación de este principio en la Figura 3.1, es
clara su posición en el grupo 1 de principios motores.
El diseño, además de tener una importancia clave para reflejar fielmente las
preferencias de los clientes y ser condición necesaria para su aceptación por el
mercado, tiene una responsabilidad en la prevención de errores en la producción. En
este sentido hay importantes avances en ingeniería de diseño. Son bien conocidos los
métodos Taguchi (1986) que se aplican con el objetivo de simplificar el diseño y
minimizar la aparición de errores y defectos en la producción.
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La innovación de los procesos ha sido subrayada en la revisión del modelo de gestión de la calidad de la EFQM. Esto apunta a una inclusión no sólo de mejoras
incrementales de los procesos, sino también a mejoras más drásticas o a la eliminación de procesos que no añadan valor a la empresa. Sin embargo este
planteamiento es mucho más realista y moderado que el de la llamada reingeniería de procesos. que propone volver a empezar. partiendo de cero, en el análisis de
los procesos (Hammer y Champy, 1994). El planteamiento de estos últimos autores es tan deliberadamente radical que añaden como subtítulo a la edición de su obra
en castellano Olvide lo que usted sabe sobre cómo debe funcionar su empresa. Casi todo está equivocado.
es la fijación del nivel de formalización de los mismos. Aunque la GCT no reposa de
forma tan amplia como el aseguramiento de la calidad sobre la formalización y la
estandarización de procesos y productos, también recurre a la misma para garantizar
la conformidad de los mismos con el diseño (Conti, 1994). Esta formalización, que
consiste en especificaciones generalmente documentadas de cómo se ejecutan las
actividades o procesos, es un mecanismo de coordinación del trabajo. La opción de
un nivel alto de formalización de los procesos introduce rigidez en el
comportamiento organizativo, imprimiendo un sello burocrático al funcionamiento
de la empresas (Mintzberg, 1979). Ello ha inducido a algunos autores a afirmar que
en la GCT coexisten dos sub-enfoques distintos, uno más orientado al control y la
formalización, y otro con escasa formalización, orientado hacia la innovación y el
aprendizaje (Sitkin et al., 1994)9.
Como ya dijimos anteriormente, los principios que vamos a exponer ahora, aunque
corresponden a conceptos que son, efectivamente, muy importantes para la
coherencia en la aplicación de un sistema de GCT, son también conceptos
importantes para la dirección de la empresa y el diseño de la organización, y por
tanto su tratamiento, análisis y aplicación, excede del ámbito específico de la GCT.
Sin embargo su inclusión aquí clarifica, de forma más completa, el marco conceptual
del enfoque, y se facilita una visión sistémica del mismo como interrelación entre
todos los principios enunciado Los conceptos básicos que incluimos como principios
genéricos de este segundo grupo son:
14
Paréntesis de los autores.
15
La diferente actividad y especialización de cada una de las áreas de la empresa ha permitido a algunos autores acuñar el importante concepto de heterogeneidad
organizativa (Lawrence y Lorsch, 1967; Thompson, 1967; Galbraith, 1993a).
las preguntas: ¿de qué tipo de organización se trata?, ¿cómo se van a llevar a cabo;
con qué tipo de dirección, mediante qué forma de diseño organizativo, los objetivos y
el propósito estratégico de la empresa? El contenido y la forma de la respuesta a estas
preguntas lleva al concepto de visión (Ciampa, 1993: 129), lo cual implica no sólo un
conjunto de objetivos futuros, sino la forma, el modo, la organización concreta y el
estilo organizativo, mediante los cuales se logran. Dicho de forma más radical, el
aspecto esencial de la visión es que ésta, al ser una concepción sobre lo que la
empresa es y lo que será en el futuro, se convierte en el sus trato de ideas más básico
de la organización, desde el cual se sustentan la misión, el propósito estratégico, y
los grandes objetivos de la empresa.
Este principio tiene carácter de sustrato o apoyo básico para los objetivos
generales y el propósito estratégico de la empresa, así como para establecer la
identidad de la organización, que influye en la cultura y en la forma de implicación y
compromiso. Sin embargo, no está entre los principios motores porque lo que este
principio representa no puede ser consecuencia directa de la voluntad deliberada de
la dirección. El contenido de este principio es consecuencia del modo en que se
cumplen un amplio conjunto de principios de los grupos 1, 2 y 3 de la Figura 3.1
(todos los del grupo 1; todos los restantes principios del grupo 2, al cual la visión
compartida pertenece; y claramente los principios de cooperación, aprendizaje y
mejora continua del grupo 3).
Pero, aun sin menoscabo de la importancia que tienen los programas de formación,
que ya se señaló anteriormente, estos programas pueden ser considerados como
condición necesaria pero no suficiente para promover el aprendizaje, tanto a nivel
individual, como grupal y organizativo. El aprendizaje es muy necesario en todos los
niveles y áreas de la organización: en las áreas de diseño, I+D y actividades
operativas, porque de la mejora de las habilidades en estas áreas depende la
innovación y las mejoras de calidad que proporcionen ventajas competitivas; en los
niveles directivos intermedios, porque el papel de estos directivos es esencial en las
empresas cuya mejora se apoya en la creación de conocimiento e innovación
(Nonaka y Takeuchi. 1995); y en la alta dirección, porque ésta inexcusablemente ha
de liderar todo proceso de mejora. Puede afirmarse que si la mejora continua debe
m!mtenerse en el tiempo será necesario el aprendizaje de todos los miembros de la
organización, tanto en forma individual como colectiva; y más aún, será necesario
el aprendizaje de la organización en cuanto tal, como un ente indisociable (Nelson y
Winter, 1980).
Una cuestión que tiene un atractivo especial, y que pone de manifiesto los aspectos
hard y soft del diseño organizativo y de la GCT, es que por un lado está el
aprendizaje dirigido, formalmente promovido con los medios disponibles, y por otro
lado está el clima, el contexto organizativo y la filosofía apropiadas, para que se
produzca el aprendizaje. Estas segundas variables -soft- van a posibilitar el éxito de
las primeras -hard-, y es incluso posible que cuando estas últimas empujen hacia la
adquisición de nuevas habilidades y conocimientos, puedan producirse avances no
planeados ni deliberados, y que estos avances, apoyados en las variables soft del
aprendizaje organizativo, sean una fuente importante de mejora y competitividad
para la empresa17.
16
El interés despertado por estos temas se refleja también en la introducción, por parte del nuevo modelo EFQM de Excelencia, del aprendizaje. en varios de sus sub
criterios, y como mecanismo de realimentación del propio modelo, junto con la innovación.
17
Estos avances, apoyados en variables soft, están perfectamente expresados por Peters y Waterman (1982). Si se trata además de avances no deliberados ni planeados,
ello se corresponde con el concepto de estrategias emergentes de Mintzberg (Mintzberg y Waters, 1985; Mintzberg y MaChug, 1985; Mintzberg, 1989) .
La importancia del contexto en el aprendizaje organizativo ha motivado el
esfuerzo reciente de muchos investigadores para encontrar las mejores condiciones
para que éste se desarrolle. En este sentido son conocidas las propuestas de P. Senge
y sus colaboradores del MIT, de las comunidades de compromiso -communities of
commitment-, en las que se potencian al máximo los factores que estimulan el
aprendizaje individual y organizativo (Senge, 1997; Kofman y Senge, 1993), o el
concepto de «ba» de Nonaka y Konno (1998), una palabra que literalmente significa
«lugar», pero que en japonés tiene un significado más complejo, ya que se refiere no
sólo a un lugar físico, sino también a una situación con connotaciones mentales: un
lugar donde se eliminan barreras entre las personas y se motiva a compartir ideas y a
crearlas (Nonaka y Konno, 1998).
Puede decirse que el aprendizaje depende, y a su vez influye, en todos los demás
principios de la GCT. Aunque la influencia de carácter causal está esquematizada en
la Figura 3.1 para la relación de los grupos l y 2 con el grupo 3, en realidad también
los principios de cooperación y mejora continua, pertenecientes al grupo 3, influyen
de forma importante sobre el aprendizaje.
Puede decirse, sin embargo, que el carácter de resultado que tiene el aprendizaje,
no le impide ser un importante elemento impulsor del cambio y la mejora continua,
lo que da a este principio un carácter crítico como realimentación del sistema de
principios de la GCT. En este sentido la realimentación del Modelo EFQM de
Excelencia (Figura 3.2), que se apoya en el principio del aprendizaje, queda incluida
en las relaciones que van del grupo 3 a los grupos 2 y I de la Figura 3.118.
18
Puede verse una descripción más detallada del Modelo EFQM de Excelencia en el Anexo 1. 19 Véase Peris eral. (1995: 62).
Agentes facilitadores Resultados
Personas Resultados en
9% las personas
9%
Alianzas y Resultados en
recursos la sociedad
9% 6%
Éste es, claramente, un principio motor, que forma parte de las políticas
deliberadas de la empresa para impulsar el compromiso de los diferentes grupos de
interés. Se encuentra situado en el grupo 1 de la Figura 3.1.
El Cuadro 3.1, como vimos, contiene una lista de los 20 principios descritos; 12
principios específicos de la GCT, y 8 principios genéricos esenciales también para la
aplicación de este enfoque de dirección. Este conjunto de principios tiene un carácter
sistémico, ya que existen fuertes interrelaciones entre los mismos, tal como se ha
puesto de manifiesto al describirlos en los apartados anteriores. Ahora bien, en este
sentido, lo que realmente debe destacarse es la alta coherencia que puede darse en
el conjunto de principios de la GCT, y el efecto sinérgico que el/o puede producir
para mejorar la dirección de la empresa. En efecto, la adecuada implantación y
desarrollo de los principios y su aplicación sistémica, generará un modelo de gestión
de una gran congruencia que constituye la clave del éxito de la GCT.
La Figura 3.1, sin embargo, como ya vimos anteriormente, permite entender mejor
las relaciones de causalidad y las interrelaciones entre los principios, y de esta forma
establecer algunas cautelas y orientaciones básicas para tener éxito en la aplicación
de los mismos. El grupo l de principios motores, que depende de la voluntad de la
dirección, es fundamental para establecer las condiciones técnicas y sociales,
formales y no formales, que permitirán el cumplimiento de los grupos de principios 2
y 3. No obstante, esta relación causal, que nos parece importante, no elimina la
interrelación sistémica entre todos los principios, representada por las flechas de
realimentación de la Figura 3.1. En este sentido, puede subrayarse la gran influencia
que principios situados en el grupo 3 tendrán sobre otros principios del grupo 2 (por
ejemplo la mejora continua sobre la participación y el compromiso), o cómo
principios situados en el grupo 3 influyen sobre principios de los grupos l y 2 (la
cooperación sobre la participación y el compromiso, o sobre el clima organizativo; y
la conformidad de procesos y productos sobre el modo en que se lleva a cabo la
gestión de procesos, entre otros muchos ejemplos posibles).
La Figura 3.3 sintetiza, resume y permite reflexionar algo más, sobre el conjunto de
relaciones secuenciales y sistémicas entre los principios de la GCT. Los círculos que
representan a cada uno de los grupos de la Figura 3.1, muestran una relación que
Por contrario la GCT entiende la calidad como una oportunidad para competir.
satisfacer las expectativas del cliente, maximizar el valor para el usuario, y la
búsqueda de la excelencia son, en este enfoque, las claves para alcanzar la calidad.
3.6. CONCLUSIONES
Por último, al estudiar los principios de la GCT no sólo los hemos analizado por
separado, sino que también hemos propuesto un sistema de relaciones causales e
interrelaciones entre ellos, diferenciando entre principios motores, derivados de
primer orden, y derivados de segundo orden. Creemos que esta propuesta es una de
las aportaciones más relevantes de este capítulo, porque proporciona una herramienta
para examinar la relación secuencial de implicación entre los diferentes grupos de
principios (Figura 3.1), además de mostrar sus interrelaciones sistémicas (Figura
3.3). Este modelo de relaciones causales nos sirve para mostrar el condicionamiento
21
Que en última instancia será planificado y ejecutado por el departamento de recursos humanos.
de unos principios sobre otros, de forma que si no se alcanza un cierto grado de
desarrollo en el grupo de principios motores, no será posible desarrollar los
principios derivados.