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Estética de la utopía*

E s una comprobación insistente que la trans-


formación del mundo tiene lugar primero
como transfiguración estética (por ejemplo,
La vida está hecha de la misma
madera de los sueños
Lunn, 1982). Es necesario admitir, en conse- Es inevitable partir por un camino que la pro-
cuencia, una relación fundamental entre utopía pia interrogación propone: de alguna extraña
y estética. manera la utopía pareciera constituirse y con-
¿Por qué la utopía se constituye y se aloja, sistir de la misma materia de lo estético. No se
primero, en el reino de lo estético? La pregun- aloja allí solamente como un embrión humano
ta abre un vasto territorio cuya exploración en una probeta. Entre ambas habría, de ese
ayudaría mucho, probablemente, a descifrar modo, una relación de naturaleza y no mera-
algunos de los más oscuros signos de la pa- mente externa o contingente. En ese especifico
sión contemporánea, sobre todo en el mundo sentido, la utopía debiera ser admitida como
constituido, como América Latina, en el con- un fenómeno de naturaleza estética. Lo que no
flicto de la dominación colonial. En particular es, sin embargo, lo mismo que decir que la uto-
el nudo que aprisiona nuestro debate actual: pía es, tout court, un fenómeno estético.
el que forman la cuestión de la liberación so- Si se admite que la utopía no es meramente
cial, de un lado, y de la identidad (¿identida- una quimera, o un constructo arbitrario, y por
des?), del otro. eso prescindible y aún desdeñable, sino un pro-
yecto de re-constitución del sentido histórico
de una sociedad (Quijano, 1988), no se impli-
* Publicado, primeramente, en Hueso húmero (Lima) ca solamente que aquella ocupa ese peculiar
N° 27: 32-42, dic., 1990. territorio de las relaciones intersubjetivas que
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reconocemos corno imaginario de la sociedad, Por esa misma ruta, dos cuestiones vienen
donde lo estético tiene su reino. Eso sólo ya a nuestro encuentro. Primero, si utopía y es-
sería muy importante. Pero lo que está en jue- tética están hechas de la misma materia, ¿no
go, ante todo, es que hay un sentido estético en será también que la estética tiene naturaleza
toda utopía, sin el cual no sería posible tensar utópica? Segundo, ¿en qué consiste esa común
las antenas del imaginario de la sociedad hacia materia y de dónde procede?
otro sentido histórico. Las dos cuestiones llevan, o parece que lle-
En términos coloquiales podría decirse que van, a una misma solución. La utopía, toda
se parte a la búsqueda de otra sociedad, de utopía, es engendrada como búsqueda de
otra historia, de otro sentido (esto es, de otra liberación de una sociedad respecto de un
racionalidad), no únicamente porque se su- orden presente y de su específica perspecti-
fre materialmente el orden vigente, sino ante va de racionalidad. La utopía proyecta una
todo porque disgusta. Toda utopía de subver- alternativa de liberación en ambas dimensio-
sión del poder implica también, por eso, una nes. Implica, de ese modo, una subversión
subversión estética. Tiene carácter estético. del mundo, en su materialidad tanto como en
Eso establece una radical diferencia con las su subjetividad. De su lado, toda rebelión es-
expectativas de todos aquellos que admiten o tética implica igualmente una subversión del
apoyan la plena legitimidad del orden vigente, imaginario del mundo, una liberación de ese
de su particular racionalidad, aún si son sus imaginario respecto de los patrones que lo
víctimas materiales, y cuya lucha no implica, estructuran y al mismo tiempo lo aprisionan.
ni lleva, a otra meta que la de cambiar de lugar Toda estética nueva tiene, en consecuencia,
y de papel dentro del mismo orden. No basta, carácter utópico.
en ese sentido, luchar contra los explotadores. Empero, si toda utopía tiene carácter esté-
Dentro de ese sólo marco, la utopía no está tico, no toda estética tiene carácter utópico.
necesariamente colocada. Para que ella esté Ese rasgo se encuentra solamente en una es-
presente, se requiere la lucha contra la explo- tética subversiva. Por eso, si bien toda utopía
tación, contra toda forma de explotación. Se es constituida con materia estética y aparece
requiere la lucha contra la dominación, contra primero en el reino de lo estético, no toda es-
toda forma de dominación. tética aparece primero en el reino de la uto-
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pía. La relación entre ambas es fundamental, de la constitución de una nueva racionalidad,


sin duda; pero no se trata de una simétrica de un nuevo sentido histórico de la existencia
reciprocidad. La utopía, toda utopía, proyecta social, sea esta individual o colectiva. Porque
los sueños y las esperanzas de los dominados; sólo dentro de –o en referencia a– ese proceso
pero también de los que sin serlo se cuentan puede, en verdad, producirse la liberación del
entre los “humillados y ofendidos” de este imaginario. Es, precisamente, de esa manera
mundo. Es decir, de aquellos para quienes la que la utopía emerge y se aloja, primero, en el
explotación y la dominación, cualquiera que reino de la estética.
sea la forma de su existencia, son ofensivas y En la misma perspectiva, la crítica de las re-
humillantes para el conjunto de los hombres laciones de poder, vigentes o que apuntan como
y de las mujeres de la tierra. Por eso no podría alternativas, que no se encierre en la denuncia,
existir sin componente estético. En cambio, sino también se oriente al debate de una racio-
el reino de lo estético es un campo de disputa nalidad alternativa, no se dirige únicamente a
entre un patrón dominante y una alternativa la materialidad de las relaciones sociales, sino
de subversión y de liberación. Forma parte de también a las relaciones intersubjetivas quo
la estructura de las relaciones intersubjetivas están tramadas con aquellas. Parte de, implica
del poder. Pero ninguna alternativa de sub- una estética. Si no, devela su carácter tecno-
versión estética podría no tener componente crático y reduccionista, cualquiera que sea su
utópico. El poder es, al fin de cuentas, el ene- nombre o su formal reclamo de identidad. Su
migo común. La materia común a la utopía y a instrumentalismo, su esencial relación con el
la estética es la rebelión contra el poder, con- poder, no con la liberación.
tra todo poder. No será, quizás, muy difícil admitir que en la
En ese sentido, toda propuesta estética que crisis histórica presente esa es una de las cues-
no se resigne al comentario de lo existente, que tiones en causa. Después de todo, no es nueva
se dirija a liberar la producción imaginativa, la idea de que el “socialismo realmente existen-
esto es, el imaginario real, sus modos de cons- te” fue el producto de ese reduccionismo tec-
tituirse, sus formas de expresión y sus modos nocrático. En particular, de la teoría, impuesta
de producirlas, subvierte el universo intersub- desde Stalin, del carácter “reflejo” de la “super-
jetivo del poder. Es un momento y una parte estructura” respecto de la “base”.
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La novedad del mundo Un periodo histórico no es, meramente, una


cronología. Es, primero que todo, una pecu-
Utopía y estética nuevas no hacen su ingreso liar estructura de significaciones; esto es, de
en el mundo en todo tiempo, ni son producidas racionalidad; un escenario de conflictos entre
solamente en las visiones de intelectuales y de propuestas de racionalidad y de hegemonía de
artistas. Emergen en el tramonto de un período alguna de ellas. Es la exhaustión de aquellas lo
histórico, cuando, como es históricamente de- que cierra el período. Y otro conflicto dibuja el
mostrable, el mundo que llega se abre de nuevo horizonte del que se va constituyendo, entre el
a opciones de sentido, de racionalidades alter- discurso del orden triunfante y la nueva utopía.
nativas. Esta centuria fue escenario del conflicto
Sugiero que así ocurre hoy, aunque la opi- entre dos maneras de la misma racionalidad,
nión dominante es casi radicalmente adversa. herederas ambas de la misma versión instru-
En verdad, se confronta una peculiar paradoja. mental de la modernidad europea: el capitalis-
Pocos resistirían admitir que todo un período mo privado y el (¿capitalismo del?) “socialismo
ha llegado a su fin en la historia. Pero la abru- realmente existente”. El telón se va cenando
madora mayoría pareciera aceptar, también, con la victoria del primero.
que de ese modo toda utopía, toda posibilidad Como el “socialismo realmente existente”
de utopía, es arrastrada fuera de la historia. se ocultó bajo su nombre para ocupar el lugar
Si esto último es cierto, el fin del período es, de la democracia socialista en el imaginario de
ni más ni menos, el fin de la historia. El mun- los que se enfrentan a la alienación social, los
do histórico no se abre más a ninguna opción victoriosos fingen que ven en el colapso de sus
nueva; no podría ser nuevo, en absoluto, en el rivales nada menos que la muerte de la espe-
tiempo por venir. ranza misma cuyo nombre fuera usurpado en
Con el muro de Berlín, podría decirse, el si- la contienda que termina.
glo XX ha terminado históricamente, aunque su Sus poderosos mass media procuran abru-
cronología tenga una década aún por delante. marnos con la victoria final del capital, de su
Todo aquello que se edificó como proyecto real poder, de su tecnología, de su discurso. Se han
de utopías antiburguesas en este período, cul- desvanecido para siempre, nos dicen, los sue-
tural y políticamente, está en escombros. ños de liberación, de solidaridad, de control
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directo de toda autoridad. Eran sólo “grandes etnias, razas, castas, géneros, etc.) que for-
relatos”, desdeñables quimeras. Un pragmatis- man la vasta familia del poder, apenas son hoy
mo sin atenuantes se extiende como la arro- vislumbrables, y aquí no cabría debatir sobre
lladora ideología que proclama el fin de todas eso. Pero pocos, sin duda, arriesgarían en se-
las (otras) ideologías, para cantar la muerte de rio esperar que el poder vigente, el del capi-
toda esperanza de subversión de este orden. tal, consiguiera atravesar inmune e impune el
Inclusive, no faltan intonsos para creer que no tiempo que viene.
es solamente este período, sino toda la Histo- En el actual debate sobre la crisis de la mo-
ria, la que llega a término (Fukuyama, 1989) dernidad, no está en cuestión solamente la ra-
y comienza el eterno reinado del capital y del cionalidad de las propuestas antagonistas del
orden liberal. Pareciera haber muerto, en ver- poder, como sostiene la mayoría de los críti-
dad, toda utopía, enterrada bajo los escombros cos de la modernidad, ni es seguro que podrá
de todos los muros del “socialismo realmente desalojárselas definitivamente en beneficio del
existente” o encerrada en la weberiana jaula de dominio eterno de los elementos instrumenta-
hierro de la razón instrumental. lizables de la racionalidad moderna, para los
E pure si muove. El mundo es ya nuevo, en fines del poder. Más profundamente están en
muchos sentidos. Y, sobre todo, entraña ya vi- juego los fundamentos mismos del paradigma
sibles y activas opciones de sentido histórico. cognitivo que permite tal instrumentalización:
Es decir, el tiempo que viene no será una mera la separación dicotómica sujeto-objeto; la li-
prolongación del pasado, como sueña ahora el nealidad secuencial entre causa-efecto; la ex-
milenarismo capitalista, sino un tiempo históri- terioridad e incomunicación entre los objetos;
camente nuevo. la identidad ontológica de los objetos, para
Señalaré algunos de los trazos decisivos de señalar algunas de las dimensiones centrales
esa novedad. Para comenzar, por primera vez del problema. Es decir, todo aquello contenido
vivimos en un mundo global, literalmente, que en la imagen de la separación entre el árbol de
cubre el globo terráqueo. Las consecuencias la vida y el árbol del conocimiento, en donde
y las implicaciones de tal hecho sobre todos comienza el proceso de desencantamiento del
los fenómenos y sobre todas las categorías mundo. Las estructuras del universo intersub-
referidas a ellos (naciones, Estados, clases, jetivo que sostienen el dominio eurocentrista
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en la inteligencia y en las relaciones materiales ciertamente, más comunicado, y eso indica un


del poder están en cuestión. Está, por cierto, fondo común de significaciones. Pero es tam-
presente el riesgo del regreso de todos los fun- bién, simultáneamente, más diverso, más he-
damentalismos culturalistas, inclusive la impo- terogéneo. “Occidente” penetra, desarticula,
sición de las versiones más perversas del euro- otros mundos. Pero, en contrapartida, produ-
centrismo. Pero también se abren las puertas a ce vastas multitudes migratorias. La migración
la (¿re?)instalación de una relación de comuni- es, casi, una condición humana contemporá-
cación entre la sociedad y el universo. nea. Y las migraciones no son solamente mano
Está apenas en sus comienzos el despliegue de obra, sino universos culturales que también
de la “revolución tecnológica”. Hasta aquí hizo penetran y reconstituyen los “centros” del po-
posible la globalización del mundo y la exten- der global. Lo que en África aún erosiona y
sión del dominio del capital sobre todas las desarticula un modo de existencia social (Chi-
gentes, y de sus beneficiarios, principalmente nua Achebe: The Things Fall Apart), en los mi-
euronorteamericanos, sobre todos los demás grantes es una genuina metamorfosis, produce
grupos del mundo. Pero también ha permitido en Inglaterra una no tan subterránea recons-
poner en cuestión su epistemología, su cosmo- titución de la cotidianeidad (Salman Rushdie:
visión, su racionalidad. Y apenas estamos en Los versos satánicos). Y en América Latina,
el umbral de las implicaciones de ello sobre la como en el Estados Unidos negro, probable-
producción tecnológica del futuro; de la capa- mente por ser los dos territorios más antiguos
cidad de reapropiación tecnológica a partir de del dominio colonial y de la migración, levanta
otras racionalidades; de la re-originalización un proceso de re-originalización cultural, esto
de otras culturas; y en lo inmediato, de las es, de producción de significados originales,
posibilidades de creación estética nueva que no meramente de versiones subalternas de la
todo ello abre, en la producción de nuevos so- cultura criollo-euronorteamericana (José Ma-
nidos, colores, imágenes y formas nuevas, rea- ría Arguedas: El zorro de arriba y el zorro de
lidades nuevas. abajo; Toni Morrison: The Song of Solomon).
La globalización del mundo exacerba, qui- El “nudo arguediano”, ese entrelazamiento pe-
zás, la vieja quimera de sus dominadores: la culiar entre la utopía de la liberación social y
homogenización del mundo. Este es ahora, la de la identidad, resulta no ser privativo del
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mundo andino o de América Latina, sino de nario cuyos nuevos datos pugnan por hacerse
todo el mundo histórico constituido en la do- presentes, salir de prisiones previas, cobrar
minación colonial. Pero, quizás, termine apre- formas, ser imágenes y sistemas de imágenes.
tando también a los propios dominadores. En Pero todo ello sólo puede ir constituyéndose
sus propias sedes. plenamente en la medida en que en el conjunto
Si se observan las tendencias con las que de la existencia social se procese, en el mismo
emerge la próxima acumulación mundial, no movimiento, la necesidad, como sentimiento y
sólo son visibles los ejes productivos, la tec- como interés, de búsqueda y de lucha por ra-
nología o la posible distribución espacial del cionalidades alternativas a las del poder actual,
control de esa estructura. También puede ser de su orden, de su mundo, en suma. La estética
planteada la cuestión de los límites de mercan- posible no puede constituirse sino como estéti-
tilización de la fuerza de trabajo, más allá del ca de la utopía.
problema del empleo-desempleo-subempleo Y de eso se trata. Aunque la polvareda que la
dentro del capital. Y como una de las opciones caída de los muros levanta no deje verlo y el es-
posibles del trabajo y de los trabajadores, fren- trépito de la fanfarria capitalista no deje oírlo,
te a esos límites, la extensión de las relaciones ahora ingresa un nuevo momento de una lucha
de reciprocidad en el control de los recursos, todo el tiempo inconclusa y de una esperanza
de producción, de distribución, como ya está que no cesa de desafiar a la muerte: el reempla-
ocurriendo y no solamente en América Latina. zo de la autoridad por la libertad y de la moral
Los conflictos dentro del poder y contra él, en del interés por la moral de la solidaridad.
adelante, no podrán permanecer solamente Esa esperanza es muy antigua y al mismo
dentro de las relaciones salario-capital. tiempo nueva. Fue, en el umbral del nuevo pe-
riodo, reconstituida en la vasta onda revolucio-
naria que surcó el planeta del capital en la dé-
Tiempo de utopía cada de los sesenta y cuyo epicentro fue mayo
de 1968, en París. La idea de la democracia di-
No es muy grande el riesgo, frente a tales cues- recta –control directo de la autoridad, solida-
tiones, de sugerir que estamos inmersos tam- ridad colectiva y libertad individual– pudo ser
bién en un proceso de reconstitución del imagi- reencontrada y restaurada a partir de enton-
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ces. Esa fue la señal precisa del agotamiento de origen colonial, encerradas en el laberin-
de todo el periodo histórico que ahora termina to de una indecisa identidad, casi siempre es
de cerrarse, de la llegada de una nueva utopía aquello que los dominados hablan, sueñan o
de lucha contra la alienación. aman; sus modos de relación con las formas,
La utopía del tiempo que llega está ahora en- con el color, con el sonido; con su cuerpo y
tre nosotros. Más bruñida y precisa cuanto más con el mundo; todo aquello que hacen u omiten
completo es el derrumbe del edificio del “so- para satisfacerse o realizarse sin el permiso o
cialismo realmente existente”. Más imperiosa el recurso a los dominantes; sus maneras de li-
cuanto más completa la victoria del capitalis- berarse de los patrones de olvido o de memoria
mo privado y más global su dominio. que se les impone como cerrojo en la jaula de la
dominación. Y, por sobre todo, el esplendor de
la fiesta contra la razón instrumental.
América Latina: la fiesta La dominación impone a sus víctimas la imi-
del origen tación y luego la afrenta; empuja a la simulación
y la condena; produce la hibridez y la deshonra.
América Latina ingresa a este horizonte como el La cultura criollo-oligárquica fue el duradero
más apto territorio para la historia de ese tiem- modo de esa imposición, en el período anterior
po que llega. Quizás no sea simple coincidencia, a la globalización capitalista. Pero la hegemonía
después de todo, que sea aquí donde el debate de esa cultura está en escombros, van disolvién-
sobre estética y sociedad sea hoy no solamente dose sus postreras imágenes, su estética de la
más intenso, sino, sobre todo, más profundo y imitación, de la limitación, de la simulación, de
rico (Acha, Lauer, Canclini, entre otros) que en la hibridez, mientras se hace más viva y más fuer-
cualquier otra parte. Porque en América Latina te la presencia de los dominados en la reconsti-
la utopía de la liberación social, así como la de tución del universo intersubjetivo en América
identidad, no pueden ser resueltas la una sin la Latina. Lo indio y lo negro llevan a recrear todas
otra, aquí, más que en lugar alguno de este mun- las formas, todos los ritmos, todas las venas de
do, será requerida una estética de la utopía. relación con el universo, a una recepción propia
Lo que la cultura de los dominantes deshon- de lo que viene de la globalización y de toda la
ra, impide u oculta, sobre todo en las culturas novedad del mundo. Hay un efectivo proceso de
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re-originalización de la cultura en América Lati- que esa cultura de la dominación deshonra; de


na, porque cada uno de los elementos que la re- otorgar libertad a lo que nos obligan a esconder
constituyen es nuevo: lo indio, o lo negro, y todo en los laberintos de la subjetividad; de dejar de
lo demás, en el marco del nuevo mundo de hoy. ser lo que nunca hemos sido, que no seremos y
Empero, también los dominadores son nue- que no tenemos que ser. Por asumir, en suma,
vos. Y el nacimiento de esa nueva historia, que el proceso de re-originalización de la cultura, y
puede llevar a la liberación del imaginario de trabajar con ella los materiales que devuelvan a
los dominados y a la subversión del mundo, no la fiesta su espacio privilegiado en la existencia.
sólo no les es desconocida, sino que los lleva a
un activo antagonismo. Ahora están empeñados Lima, verano de 1990.
en sustituir la cultura criollo-oligárquica, con su
equivalente colonial / transnacional. Moderni-
zar es europeizar, lo que no es europeo es exó- Referencias
tico, y no podemos continuar siendo exóticos;
proclama hoy uno de sus más famosos actores Lunn, Eugene 1982 Marxism and Modernism
(Vargas Llosa, Le Nouvel Observateur, 1989). (Berkeley: University of California Press).
Pero ni despellejándose entre las aristas de la Quijano, Aníbal 1988 Modernidad, identidad
europeización llegarían a otra cosa que a una y utopía en América Latina (Lima:
nueva simulación. ¿No han pasado su historia Sociedad y Política Ediciones).
fingiendo ser lo que nunca fueron? ¿Y no es eso, Fukuyama, Francis 1989 The End of History
exactamente, lo que urdió el oscuro laberinto (Nueva York: Avon Book) [En realidad se
que forma nuestra cuestión de identidad? trata de una versión simplista y tosca de las
En América Latina, la lucha contra la domi- famosas tesis de Alexandre Kojève. Sobre
nación de clase, contra la discriminación de co- Kojève véase: Auffret, Dominique 1988
lor, contra la dominación cultural pasa también Alexandre Kojève: La philosophie, l’Etat, la
por el camino de devolver la honra a todo lo fin de l’historie (París: Gasset & Fasquelle].

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