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LAS CRISIS DEL CAPITALISMO AVANZADO SEGÚN SLAVOJ ZIZEK:


CONSECUENCIAS PARA LA POLÍTICA.
Martín De la Ravanal G.

1. INTRODUCCIÓN.
En esta intervención quiero presentar algunas de las ideas de Slavoj Zizek sobre las
crisis del capitalismo actual haciendo énfasis en su dimensión política y social. El
examen del esloveno sobre el fenómeno político lo señala como un espacio de
contradicción irresoluble, algo que nunca termina (ni puede) cerrarse en un orden
compacto, unitario y universal. Es esta característica lo que hace que la política sea un
campo agonístico y expresivo de fuerzas que va cuajando en precarios e inestables
órdenes. La representación de una totalidad social (por ejemplo la idea de una sociedad
– estado, sociedad – asamblea, o sociedad –mercado) no es más que algo ilusorio, una
ficción, y lo que hay realmente es un vacío, que sin embargo se mueve, pero que nunca
llega a puerto, en el sentido de fijar una identidad u ordenamiento discursivo no flotante
(Avalos, 2006: 250, Larraín, 2010:157)
De lo dicho, ya algo asoma relativo a la cuestión de la ideología. La política es un
espacio de ilusiones y fantasías, que puede estabilizar un cierto orden social.
Celebrando nupcias entre Hegel, Marx y Lacan, Zizek pretende tener un arsenal de
instrumentos para mostrar como la ideología es una ficción operativa que genera
nuestra realidad. Esa realidad poderosa y organizativa de cotidianidad queda de tal
manera dispuesta que desactiva la crítica, se naturaliza y se presenta, justamente, como
lo no – ideológico por excelencia. La sociedad, sin embargo, más que un fenómeno
reducible a una esencia o a una lista de rasgos fundamentales, es un espacio sobre-
determinado por luchas y fuerzas. La condición de posibilidad de lo social es un residuo
o huella que impide que podamos reducir la realidad social a la racionalidad (Larraín,
2010: 159). La realidad social no puede ser simbolizada completamente y eso le da a
las ideologías su carácter “exagerado” y tendiente a la totalización. Sostener que nos
podemos remitir a una unidad, consenso, universalidad, fundamento común,
comunidad, espacio neutral, destino único, son las formas de ocultar que hay algo que
sencillamente “no cierra”, ni como relación ni como idea, en el vínculo social. Esto se
refleja directamente en el rechazo de Zizek a cualquier intento de reconciliarnos con el
capitalismo, volviéndolo más humano, sustentable, multicultural, solidario, etc. sin
embargo, la realidad social, y sobre todo la política, es una pantalla cargada con los
deseos de las fuerzas en pugna. El orden social es, siguiendo el énfasis estructuralista
lacaniano, un encadenamiento de significantes que para poder formar un sistema u
orden deben remitir a un Significante Amo que fija o anuda los significados, pero que
en sí mismo nunca tiene un contenido específico o significado estable (Larrain:2010
158, Avalos, 2006:253)
2

2. LA MERCANCÍA COMO LA FORMA IDEOLÓGICA POR EXCELENCIA.


A partir de lo dicho, podríamos partir afirmando que el acercamiento de Zizek al
fenómeno del capitalismo es una crítica ideológica sobre cómo la mercancía alcanza su
forma misteriosa. Esto estaría a la base de la cuestión del valor monetario y cómo
funcionan los mercados, pues se trataría de que los las mercancías son una cadena de
significantes (valores) que solo pueden ser intercambiadas a condición de que exista
un significante que se sale de la serie, pero que es “vacío” en sí mismo: el dinero. El
dinero no tiene una utilidad “natural” y tampoco es fácil ver si tiene el dinero realmente
un “precio”, algo fijo u estable que lo esté valorizando. Siendo atrevidos podríamos decir
que esto está a la raíz de las problemáticas que surgen tanto entre la economía
financiero - especulativa y la economía real (productiva) como entre la economía legal
– formal y la economía informal – ilegal. Sin embargo, en el capitalismo el dinero, a
través de los mercados, coordina, estructura y coacciona a la sociedad. Para Zizek, la
crítica economía política tal como la formuló el Marx maduro, estudiaría como el
sistema económico, a pesar de estar basado en una ficción, logra crear una realidad y
crear determinado tipo generalizado de sujetos. Esto es clave no sólo para entender el
capitalismo financiero y sus crisis, sino el carácter sistémico – globalizante de la
dominación económico – política actual, en tanto se trata de un fenómeno ideológico de
fuerte abstracción y virtualización de la economía “real” y los antagonismos políticos
reales.
Para que una mercancía pueda valer en el mercado debe formarse bajo un proceso
de abstracción, donde se la independiza de su “valor natural” y su posible intercambio
“natural” (justicia natural). La posibilidad de abstracción ya estaba operativa, antes que
en la ciencia físico – matemática, en el uso efectivo del dinero como medio de
intercambio de mercancías. El valor de la mercancía es postulado en el acto mismo del
intercambio, en un hacer “como si” pudiesen igualarse dos valores naturalmente
distintos1. Esta abstracción no es una cuestión de conocimiento o creencias, es algo que
se desenvuelve en la dimensión práctica. Esta idea es fundamental para comprender el
papel de la ideología en Zizek.
El capitalismo como intercambio social de mercancías se basa en una abstracción real
que se sostiene en un orden simbólico. Zizek retoma, por medio de economista y filósofo
marxista Alfred Sohn Rethel y su obra fundamental Trabajo intelectual y manual, la
noción de abstracción real, que se distingue de la idea de abstracción – pensamiento. La
primera no nace del proceso del pensar sino de la interrelación de los sujetos entre sí:
la hallamos operativa en el entramado de relaciones e instituciones sociales. Hay una
forma del pensamiento que es previa y externa a lo mental – subjetivo, y que Zizek
identifica como orden simbólico. Sohn-Rethel fundamenta su análisis de la noción de
abstracción real en la identidad entre la “síntesis social” y los componentes formales de

1
Ese “como sí” se basa en una transformación del dinero en una especie de mercancía “sublime” que no resulta
afectada por los procesos materiales.
3

la cognición que se realiza gracias a la forma mercancía. Lo que afirma Sohn – Rethel es
bastante fuerte: las principales estructuras del pensamiento abstracto (en especial del
matemático) se fundan en la forma mercancía que introduce la idea de intercambio
abstracto y calculabilidad en las relaciones de mercado propias del mundo capitalista –
burgués.
Para que el intercambio funcione tanto el proceso como la abstracción, debe
naturalizarse y ahí es donde entra a operar la ideología. Una realidad es ideológica:
“…cuya existencia implica el no conocimiento de sus participantes en lo que se refiere
a su esencia – es decir, la efectividad social cuya misma reproducción implica que los
individuos <<no sepan lo que están haciendo>>”2. La efectividad social aludida aquí
es la imagen del intercambio de mercancías como un supuesto acto libre, equivalente,
basado en intereses particulares de intercambiantes que no responden a un Amo, sino
a una coordinación de acciones que se pretende totalmente desfetichizada, trivial,
pedestre. Este intercambio corresponde al nivel de las cosas, no de las personas.
La ideología actúa como una fantasía inconsciente que estructura nuestra realidad
en lo que hacemos, siendo posible una distancia cínica o irónica de ella que, aún así, la
reproduzca3. Para Zizek, la realidad misma es ideología, en tanto que los actores no
saben cómo se han generado las condiciones bajo las cuales viven y que ellos
reproducen cotidianamente, incluso estando informados de su carácter ideológico. La
ideología le presta a la realidad la apariencia de una totalidad completa y cerrada, que
sólo es interrumpida cuando lo que no ha sido completamente engullido por el sistema
hace su interrupción como síntoma (Lo Real). Esta es una falla constitutiva de todo
sistema: una alteridad sobre la que se funda el sistema, que lo permite, pero que al
mismo tiempo resulta reprimida, ocultada y negada. Lo que el filósofo crítico tiene que
desocultar está dado no en el nivel sobre las creencias de la realidad sino en la realidad
misma, en la red de praxis e imágenes concretas que dan vida al sistema4.
El capitalismo actual no inaugura una era postideológica como sostienen muchos,
sino que consagra la dominación última de la ideología sobre toda realidad. La sociedad
aparece totalmente organizada y administrada por las redes de intercambio global que
se sustentan en una supuesta libertad personal plenamente realizada en la neutralidad
y naturalidad de los procesos de distribución de bienes y poder. Contrariamente a esa
apariencia, la sociedad está cada vez más supeditada a los intereses de los grandes
capitales transnacionales que colonizan no sólo mercados, sino estados, territorios y
subjetividades. En esta situación, el sujeto posmoderno, democrático, tolerante,
consumista, libre, está más dominado que nunca. La fantasía fundamental del
capitalismo tardío es la de una economía despolitizada, que es un punto de partida tanto

2
Zizek, Slavoj. El sublime objeto de la ideología. Siglo XXI, 2003. Pág.: 47-
3
Zizek, Slavoj. El sublime objeto de la ideología. Siglo XXI, 2003. Pág.: 61
4
Etchegaray, Ricardo. Dominación e ideología en Zizek. Pág.: 3
4

para los defensores del capitalismo como para una importante parte de la izquierda de
la era postindustrial5.
3. EL CAPITAL COMO MOVIMIENTO AUTORREFERIDO Y CATASTRÓFICO.
En Repetir Lenin, Zizek describe al capitalismo global como el efectivo “fin de la
historia”. Esto tiene que ver con que la lógica de la dinámica capitalista se eleva a
principio social fundamental planetario: el capital como un movimiento monetario
especulativo infinito que sólo pervive si se excede a si mismo6 La circulación
autopropulsada del capital es lo Real último, aquello que, por su lógica, se resiste a todo
control consciente. Este movimiento enmarca todas las actividades y luchas cotidianas,
la realidad, pero eso no es visto desde la perspectiva de los sujetos, pues sólo desde la
perspectiva del conjunto del sistema se alcanza la comprensión de su telos inmanente
que se orienta al valor de cambio y al circuito monetario como capitalización creciente.
Por ende, el capitalismo alcanza su máxima expresión en el mercado especulativo de
valores, y, al mismo tiempo, sus crisis se muestran de manera más transparente no
como una desviación particular sino como un rasgo estructural y sistémico7. Por lo
tanto, el mensaje de Zizek es que no hay que moralizar ni psicologizar las crisis, como
tampoco hay que pretender corregir un exceso financiero dentro de un capitalismo
esencialmente positivo. El capitalismo está caracterizado por una tendencia estructural
al desequilibrio y a la crisis que es un ingrediente propio de su dinámica reproductiva.
La relación del capitalismo con las catástrofes generadas por él es paradójica: son el
principal argumento en su contra el sistema al mismo tiempo que el desafío contra el
cual prueba el sistema su eficacia adaptativa y oportunista. El capitalista es un sistema
que se presenta aparentemente sin un “afuera” que le ponga límites, pues todos los
límites los halla dentro de sus fronteras y bajo su lógica.
La forma de capitalismo global postindustrial digitalizado es la forma prototípica del
capitalismo, esto quiere decir, el estado donde la contradicción fundamental entre valor
de cambio y valor de uso se haya máximamente expresada en la autonomía que
adquiere el valor de cambio frente a las necesidades y capacidades económicas de la
población. La contradicción entre valor de uso y valor de cambio se traduce en la
separación, cada vez más pronunciada entre la producción real y la economía virtual –
espectral de las finanzas. Se trata de una locura especulativa donde el dinero
autonomizado de la esfera productiva ya no puede seguir creciendo sin hacerlo a costa
de una ficción y de variadas crisis.
Zizek contrapone la imagen de los sectores especulativos de la banca y los ejecutivos hi
– tec con lo “real” de las crisis y catástrofes ecológicas, sanitarias, sociales y
humanitarias que están asociadas a este modo de operar8. Lo real del funcionamiento

5
Etchegaray, R. op. Cit. Pág.: 14
6
Zizek, Slavoj. Repetir Lenin. Akal, 2004, pág.: 77
7
Zizek, Slavoj. El año en que soñamos peligrosamente. Akal, 2013, pág.: 139
8
Lo real como aquello que no alcanza a ser simbolizado.
5

capitalista es la posibilidad de catástrofe, crisis o colapso grave, que queda expulsada


de las operaciones y perspectivas del dominio virtual – espectral del movimiento
especulativo. Sin embargo, la perspectiva catastrófica permanece como un “punto fijo”
o destino al que se dirige el sistema, y que amenaza con interrumpir subrepticiamente
y definitivamente la normalidad. Este juicio se instala más bien en el terreno político
como una especie estado de ánimo básico desde el que parte toda reflexión sobre el
presente, y que, según las perspectivas de esas posiciones, se muestra más o menos
pesimista y resignado, o más o menos realista, reformador o pragmático. De aquí
entonces que el capitalismo posmoderno calce con un discurso apocalíptico que, sin
embargo, no llega a tocar la sustancia del sistema ni transformarse en fuerza
revolucionaria. Zizek piensa que es posible revertir eso y ver en la inminencia de la
catástrofe, una posibilidad de hacer una política que vaya a la raíz de todos los males.
La imagen del capitalismo global virtualizado es un fenómeno ideológico donde se
sustrae de la realidad el núcleo duro que son las catástrofes ecológicas, sociales y
psicológicas que produce el sistema y que sin embargo necesita. Esta imagen espectral
del capitalismo avanzado se deja comprender bien bajo la descripción de un sistema
autorreferente que se sólo se estabiliza mediante crisis constantes. Su prodigiosa
capacidad de adaptación descansa en este excederse permanentemente a sí mismo, en
su “desequilibrio estructural” multicéntrico. Esto favorece esa característica espectral
de un movimiento que nunca se cierra, que siempre posterga el ajuste final de cuentas9.
Las expectativas implícitas en las operaciones del sistema hacen referencia a un futuro
donde el reembolso final de las deudas se lanza siempre hacia más adelante,
renegociando la deuda, haciendo “sacrificios” fiscales, etc. Desde luego, todos los
actores saben que la deuda no puede cancelarse, que si lo hacen significaría la ruina de
un país o una sociedad, sin embargo aceptan las constrictivas condiciones y reglas del
juego para poder sobrevivir en el escenario de crisis. Este gesto lo único que hace es
sentar las bases de las próximas crisis.
4. ¿VOLVER A LA ECONOMÍA REAL?
Hay que poner atención, nos dice Zizek, en el proceso de circulación del capital, que
se eterniza, pues la única manera que se valorice el capital es pasando una y otra vez
por el circuito D – M – D. Por eso, dice, un capitalista no es un avaro sino un especulador
racional que coloca su dinero en circulación, a riesgo de perderlo. En una crisis no se
pueden convertir las mercancías en dinero, y por lo tanto el plusvalor acumulado no se
realiza: el dinero pasa a revelarse como el telos de todo el proceso capitalista, y la
contradicción más absoluta con las mercancías y su valor de uso (para salir de una crisis
no te sirve de nada tener mercancías). La verdadera sustancia de las mercancías es el
dinero que de simple medio de intercambio pasa a ser un fin en sí mismo10

9
Zizek, Slavoj. Repetir Lenin. Op. Cit. Pág.: 80.
10
Zizek, Slavoj. Repetir Lenin. Op. Cit. Pág.: 82
6

Sin embargo, para Zizek el dinero no puede tomarse como verdadero sujeto o
sustancia de la historia simplemente porque la raíz de todo valor, riqueza y
acumulación está en la extracción de plusvalía, o sea, en el trabajo. Ese proceso circular
de autoengendramiento de dinero no es más que una ilusión ideológica que esconde la
clásica explotación de la clase proletaria. Para poder conjurar este efecto es necesario
“repetir la crítica de la economía política”11. Sin embargo, plantea, es erróneo y
simplista sostener una visión del sistema económico como una mera abstracción en
cuya base encontramos procesos y gente “real”. El problema es que la abstracción que
representa el movimiento del capital está determinando de hecho los ritmos de la
producción, la distribución, el consumo, la inversión industrial, el empleo y los
movimientos demográficos más significativos12. La solución a la crisis no pasa
entonces, por volver a una economía real, reconectando el sistema con los valores de
uso, y dejando de lado una circulación que se ha vuelto excesivamente autónoma. Más
bien hay que reconocer que hoy la producción se insufla de vitalidad gracias al sector
financiero y especulativo. Pero, por el otro lado, esta autonomía del sistema económico
se sostiene gracias a una dimensión política e institucional, el poder estatal que se niega
y oculta ideológicamente pero que se está haciendo de hecho más fuerte en un entorno
neoliberalizado. El deber entonces de una crítica de la economía política es poder
rastrear los elementos de decisiones dentro de esa lógica pseudonatural del sistema (y
en sus crisis) que dan forma a las estructuras institucionales que generan
continuamente las condiciones para este estado de cosas. Sin embargo, finalmente, hay
que reconocer que todas estas decisiones están condicionadas por imperativos
sistémicos urgentes que emanan del dominio económico, donde las alarmas de la
pérdida de competitividad, de desaliento a la inversión, o de inminente colapso llevan
a tomar decisiones que constriñen más aún la capacidad política de resolución y
contención de problemas y, por ende, vuelven aún más catastróficos los efectos para la
población. No hay aquí contradicción sobre el papel del estado bajo el neoliberalismo:
sigue siendo eficiente para crear las condiciones para reproducir y asegurar los
movimientos de capitales, pero es débil e ineficiente para regular la economía, proteger
el trabajo y asistir a la población.
Zizek sostiene que el capitalismo domina como una lógica anónima que asume una
supuesta neutralidad funcional que lleva a una despolitización radical de lo
económico13 El funcionamiento del sistema económico se toma como un dato objetivo
de la realidad, un punto de partida obligado que no cabe criticar sino aceptar como un
marco de procedimientos y operaciones neutrales ineludibles para políticas de
izquierda y derecha. La misma premisa está presente en las formas de entender las
crisis económicas y las medidas propuestas (todo el lenguaje sacrificial de “apretarse el
cinturón”, etc.) Este tipo de afirmaciones representan la manera en que la ideología se
instala en tiempos supuestamente postideológicos: contraponer una economía
11
Zizek, Slavoj. Repetir Lenin. Op. Cit. Pág.: 84
12
Zizek, Slavoj. El año en que soñamos peligrosamente. Op. Cit. Pág.: 140.
13
Zizek, Slavoj. El espinoso sujeto. pág.: 374.
7

despolítizada a una bullente pospolítica que genera diversas reivindicaciones


identitarias sin, aparentemente, tener componente ideológico o económico alguno. Lo
otro de la escena de la pospolítica es la fluidez y flexibilidad planetaria del capital que
tiene como motor la lógica inexorable y espectral del capital. Por lo tanto un acto
político auténtico es el que busca repolitizar la economía14
5. CAPITALISMO CULTURAL
Hay una consecuencia filosófica importante acá: el capitalismo da un sentido a la vida
que consiste en una verdad sin significado “humano”, un sistema de mercado como
único sustrato objetivo de nuestras vidas. Puro funcionamiento y operatividad sin
significado. El capitalismo es la realización histórica del sujeto abstracto cartesiano, que
puede estar, más allá de todo arraigo, omnipresente en todo el planeta, utilizando los
mundos de la vida particulares como modos de realización del capitalismo. Esto
significa que puede haber una dominación con un amplio abanico de diversidad y
diferencia, sin que necesariamente haya un significado, sentido o valor global para la
vida pero que sí haya una lógica material que dé el pulso a nuestra cotidianeidad. Esto
es de hecho parte de lo que Zizek llama, siguiendo a Jeremy Riffkin, “Capitalismo
cultural” donde los productos están cargados de una imagen que representan o
encarnan.
Consumimos una experiencia determinada, cierto estilo de vida (“ecológico”,
“alternativo”, “hípster”, “sofisticado”, etc.). La función de la mercancía cambia: no
satisface una necesidad directa y material, sino que proporciona el soporte para vivir
una experiencia más simbólica que carnal (gastronómica, sexual, natural, religiosa,
metafísica, ecológica, etc.). Acontece el reverso de relaciones sociales que asumen la
forma de intercambio de mercancías: ahora hay un intercambio mercantil que se
presenta como relaciones pseudopersonalizadas entre individuos15 La capacidad de
vivir en esa imagen depende, desde luego, de que sigamos consumiendo más y mejores
dispositivos experienciales que han pasado a ser ingredientes para construir nuestra
propia personalidad y biografía (“soy Apple” “soy Nike”) a través de Significantes –
Amos, que son una nada respecto de las cualidades objetivas del producto. Somos una
“obra de arte individual” hecha sobre la base de consumo altamente diversificado y
estratificado. Desde luego, esto no reemplaza la cuestión de una orientación global
respecto a la vida: la deja simplemente vacía para llenar los espacios con tentaciones y
curioseos pasajeros. El mercado es lo único universal oculto bajo una gruesa capa de
diversidad y tolerancia “en el consumo y para el consumo” 16
El que en el capitalismo no haya un significado global para el individuo o para la
sociedad no significa que carezca de seducción. De hecho, seduce como nunca antes y,
sin embargo, tiene dificultades para poder mantener vivos esos sueños una vez llegada

14
Zizek, Slavoj. El espinoso sujeto. pág.: 377.
15
Zizek, Slavoj. El espinoso sujeto. 372
16
Zizek, Slavoj. Repetir Lenin. Pág.: 88
8

la crisis. Esto se ha resuelto en los últimos colapsos, por una visión de realismo
moderado capitalista: mantener algo de los sueños de consumo a costa de aceptar las
amargas consecuencias del sistema sobre las vidas de los trabajadores. El flujo
constante de imágenes, experiencias, intensidades puntuales que buscamos en los
objetos que consumimos, es un correlato de la virtualidad del flujo circulatorio del
capital (ahora dinero digital) que debe estar en movimiento constante para no morir.
Del mismo modo, las experiencias se agotan rápidamente y deben dar lugar a una nueva
búsqueda de experiencias, que se agotarán más rápidamente que las primeras…. Los
objetos (en su utilidad) devienen vaporosos mientras que los compromisos virtuales
(pagos, contratos, respeto de derechos, impuestos, registros de deuda, etc.
“objetivados” en memorias digitales) se mantienen indestructibles. Sin embargo, dice
Zizek, hay una materialidad que permite todo el intercambio pseudo – personalizado
de mercancías y servicios, que es el trabajo precario invisibilizado de múltiples
maneras17
El consumismo trabaja sobre el goce para administrarlo y “pasarlo por contabilidad”,
para lo cual debe podarlo de todo exceso, volviendo nuestro trato con los objetos de
consumo, seguros y saludables. Así es como se llega a la situación de café sin cafeína,
chocolate sin grasa, cigarros sin nicotina, etc. Esa regulación de los placeres proviene
de un discurso cuyo origen está en la ciencia y en la universidad. Las relaciones con los
prójimos, con el otro, comienzan a disminuir, también, los elementos excesivos, y tomar
la forma de contratos mercantiles entre socios libres, racionales e iguales. Las
asimetrías, las tensiones, los peligros, los excesos se reducen para poder manejar la
diversidad de expectativas de placer en medio de pseudo-vínculos. Si, entonces, por un
lado, el intercambio mercantil aparece pseudopersonalizado, por el otro tenemos
relaciones interpersonales pseudomercantilizadas. Este empobrecimiento en medio de
la sobre-pseudo-estimulación se explica por la ya descrita ausencia de una orientación
global en la sociedad tardocapitalista: un vacío de situaciones y apuestas que obliguen
a un compromiso amoroso, moral o político o más arriesgado, vacío que facilita poder
administrar la diversidad privatizada de forma más efectiva. Incluso hoy, en tiempos de
conciencia ecológica, esta distancia fabricada se aplica incluso a nuestros problemas y
responsabilidades colectivas: el mercado crea estrategias para ofertarnos no sólo
productos sanos y saludables, sino ecológicos, sustentables, responsables social y
medioambientalmente, incorporando esa preocupación en su precio (lo que nos ahorra
culpa y remordimientos éticos). En síntesis, Zizek desconfía de estas formas de
consumo saludable, ético y multicultural, pues son una astuta forma de edulcorar la
lógica manipuladora y depredadora del capitalismo global. Sin embargo la contraparte
de este fenómeno se da en el encuentro, la irrupción mejor dicho, de la violencia urbana
insensata donde el prójimo, que creía puesto a una distancia segura, aparece
arrolladoramente y sin ningún tipo de regulación.

17
Zizek, Slavoj. Repetir Lenin. Pág.: 91
9

6. TRABAJO INMATERIAL, RENTA Y DESEMPLEO ESTRUCTURAL.


Para poder ahincar firmemente esa crítica de la economía política que propugna
Zizek, hay que reconocer lo que ha cambiado: en el capitalismo actual el poder no se
encuentra en el dueño o accionista mayoritario sino lo hallamos en quienes intervienen
activamente en el proceso de circulación del sistema financiero y quienes
crean/gestionan conocimiento valorizante (sobre todo respecto del capital fijo). En este
contexto, lo que ha cambiado es la forma en la que se presenta la propiedad privada: es
posible tener mucho control sin poseer los medios de producción (incluso sin tener un
patrimonio abundante). En su fase actual el sistema tendría las siguientes
características: 1) tendencia de largo plazo de pasar de la ganancia a la renta (sobre
recursos naturales y respecto del conocimiento experto) 2) El papel económico
estructural del desempleo (el trabajo como un privilegio pese a la explotación) 3) el
surgimiento de una “burguesía asalariada”18.
Un hecho que repara Zizek es el cambio que supone la creación de valor a través del
“conocimiento colectivo” que supondría una transformación de la organización del
trabajo y posibilidades de socialización dentro del capitalismo (según Hardt y Negri).
El trabajo inmaterial es de dos tipos: intelectual – simbólico y afectivo. El problema es
la aparición de nuevos modos de producir conocimiento, comunicarlo y compartirlo
que friccionan con la lógica de la propiedad privada. Los primeros que sucumbieron por
no adaptarse a este cambio fueron los regímenes comunistas del este de Europa19. Pero
esta tendencia, a juicio del esloveno, es sorteada con éxito por el capitalismo que ha
privatizado gran parte del general intellect de las sociedades del conocimiento, cosa
que ha redundado en un desempleo agravado estructuralmente.
Zizek reconoce a Antonio Negri haber visto en el trabajo intelectual un aspecto clave
del capitalismo que hoy enfrentamos. El conocimiento colectivo contenido en el capital
fijo (tecnología que transfiere paulatinamente y parcialmente su valor a los productos)
ha incrementado su importancia en el proceso productivo. Dicho conocimiento son un
conjunto de prácticas y conocimientos dados en las relaciones y redes entre los sujetos.
Según Negri con las nuevas formas de intercambio y comunicación en red, el proceso
de creación e innovación se transforma en una cuestión grupal más que individual.
Tanto los procesos creativos como sus productos pasan a ser parte de “lo común”
rompiendo la lógica privatizadora del capitalismo clásico. El control jerárquico,
centralizado y burocrático deviene innecesario en una producción horizontalizada por
el internet. El problema del capital – trabajo se desplaza al problema de la multitud
frente al estado en la lucha por el reconocimiento y el aseguramiento de los comunes.

18
Zizek, el año que soñamos peligrosamente. 2013, 16
19
10

Hay una aproximación posmoderna en el análisis de Negri que habla del trabajo
inmaterial como un flujo excesivo que no puede ser encorsetado por un sistema cuyas
premisas han quedado atrás en la historia.
Lo que hace Zizek es señalar que esta multitud interconectada no hace sino
reproducir la lógica excesiva de un capital virtualizado y digitalizado. Las relaciones
productivas lejos de alcanzar una transparencia y horizontalidad anti jerárquicas y no
mercantilizadas, ocultan el hecho de que éstas han sido cosificadas y mercantilizadas.
Las experiencias, los saberes, las conexiones, la creatividad, el trabajo en equipo son
hoy “gestionados” para extraer de ellos plusvalía. Esto genera todo un espectro de
saberes para hacer rendir el máximo nuestras capacidades, saberes, posiciones,
actitudes en las relaciones con el otro, acompañado de toda una mitificación del héroe
(o antihéroe) que sabe obtener el éxito gestionando astutamente su entorno y teniendo
la “actitud” adecuada. Lo que tenemos enfrente es que las relaciones entre personas
asumen la forma de relaciones entre cosas, no sólo la fuerza de trabajo se vende como
algo corpóreo sino mi fuerza “cognitiva”, “creativa” y “afectiva” se coloca a disposición
del capital.
Hay que comprender entonces que la crítica al capitalismo ya no puede tener
como sujeto las instituciones disciplinarias y autoritarias del trabajo, la escuela y la
familia. El post fordismo (externalización, trabajo en red, interactivo, etc.) la flexible
educación personalizada (y privatizada) y nuevas formas de contratos amorosos y
sexuales han dado una apariencia de nueva libertad a nuestra sociedad. Con la crítica
del capitalismo “pesado” ha habido un aprendizaje que ha permitido colonizar espacios
que antes eran sino “públicos” al menos “estatales”, por ejemplo las prisiones, la
protección jurídica, la seguridad ciudadana, la protección de la propiedad privada, la
orientación y cuidado afectivo, etc.
Ni Marx ni Negri pudieron ver el hecho de que se privatizara el intelecto general. En
esto es clave entender el paso de la ganancia a la renta. Los medios de producción del
intelecto general (computadores, cables de fibra óptica, aparatos móviles, señales de wi
– fi, programas de oficina, etc.) cada vez son más gratuitos y accesibles, pero quienes
usufructúan de los procesos creativos, de innovación, de saber son agentes privados:
gestores del conocimiento y de las relaciones (especialistas, asesores, evaluadores,
certificadores, managers, coachers, inversores etc.). Incluso podríamos añadir que hay
un inminente monopolio de aquellas redes y nodos que vehiculan nuestras
interacciones virtuales, lo que significa grupos o individuos que adquieren un poder
sobre la economía y la población enorme, sin ningún tipo de control o supervisión
pública o ciudadana20. Para que esta clase pueda legitimar sus pretensiones necesita
del aparato estatal que genera las condiciones institucionales y legales para su
despliegue21.

20
Zizek, Slavoj. El espinoso sujeto. pág.:380.
21
Zizek, slavoj. Primero como tragedia, después como farsa. Akal, 2011. Pág.: 95
11

Otra forma en que constatamos el paso de la ganancia a la renta es respecto de


los recursos naturales y su apropiación. El control sobre recursos claves es una fuente
de enriquecimiento gigantesca que no dice relación con los costos de producción sino
simplemente con la capacidad de control que se tiene de ellos. En el capitalismo
reciente, las esferas del trabajo intelectual, la producción material (manufacturera) y
actividades básicas extractivas se tienden a presentar en relación a tres clases e
ideologías cada vez más definidas: los profesionales intelectuales, ilustrados, liberales
y hedonistas; la vieja clase obrera, asediada por los populismos y conservadurismos; y
los marginados que experimentan con una desafección democrática profunda y una
violencia sin objetivos políticos22. Estas tres clases tienen cada vez menos posibilidades
de encontrarse, por lo tanto su distribución urbana está marcada por una profunda
segregación territorial (condominios exclusivos, viejos barrios empobrecidos y
cordones de miseria). Las ciudades postindustriales carecen de verdaderos espacios
públicos de encuentro y la vida pública sufre un deterioro significativo. Con ello la
posibilidad de articular una identidad política se diluye: estas tres clases aparecen cada
vez más aisladas entre sí.
Tenemos entonces la creación de una nueva burguesía con un nuevo tipo
funcional que no es el empresario, sino el manager y el inversor experto. Forman una
clase de asalariados ricos, con una influencia decisiva en las corporaciones. Esta clase
se apropia del trabajo colectivo a través de lo que se ha denominado plus – salario, que
genera la posibilidad de enriquecerse muy por encima del resto de la clase asalariada.
Su condición se legitima por su conocimiento especializado, cualificado y certificado,
que les permite acceder a dos tipos de beneficios: más dinero y más tiempo 23 Para
Zizek, de lo que se trata en el fondo es de la creación artificial de una nueva clase media
para mantener la estabilidad social dentro de jerarquías que están descomponiéndose,
al menos en su forma clásica. Todas estas operaciones para mantener y legitimar una
cierta normalidad en las relaciones de clase son un indicador de una fase donde la crisis
se revela como una incapacidad de mantener el autoequilibrio y la autorregulación24
Parte de los que integraron las protestas anticapitalistas del 2011 fueron las capas
más bajas de esta burguesía asalariada que han visto erosionada su posición
económica25. El miedo es, en el fondo, acercarse peligrosamente al proletariado y a la
pobreza. En un contexto con un desempleo estructuralmente enquistado y agravado, el
trabajo ha devenido un privilegio a pesar de la explotación y el malestar laboral. Por
extensión; los jóvenes que aspiran a pertenecer a esta burguesía asalariada, y que no
han entrado al mundo del trabajo, ven con angustia como la universidad no garantiza
ni el empleo ni el status. Esta tensión en la baja burguesía asalariada se ve agudizada
por los salarios estratoféricos de la minoritaria burguesía de altos ejecutivos y agentes

22
Zizek, slavoj. Primero como tragedia, después como farsa. Op. Cit.: 95
23
Zizek, Slavoj. El año en que soñamos peligrosamente. Op. Cit. Pág.: 19
24
Zizek, Slavoj. El año en que soñamos peligrosamente. Op. Cit. Pág.: 22
25
Zizek, Slavoj. El año en que soñamos peligrosamente. Op. Cit. Pág.: 22
12

financieros26 Aparece también en esta esfera, la aparición de un proletariado inmaterial


(equivalente al proletariado material) que trabaja en el sector de servicios pero que no
goza del bienestar y la integración de la alta burguesía asalariada, que está relacionada
con los sectores de la gestión del capital, la empresa y el consumo. La gran amenaza
para esta amplia baja burguesía asalariada consiste en que su trabajo se vuelve más y
más inestable, acotado temporalmente y sometido a rigurosidades de desempeño más
duras.
7. CAPITALISMO DESPOLITIZADO.
El capitalismo muestra en sus crisis que se orienta hacia un modelo tecnocrático
despolitizado donde banqueros y tecnócratas pasan a la primera escena. En Europa, las
medidas de austeridad y socialización de las pérdidas responden a este modelo. El
Fondo Monetario Internacional opera como una especie de superyó con los estados que
controla: los castiga por sus deudas pero al mismo tiempo les ofrece ayuda, facilitando
nuevos créditos con condiciones más asfixiantes que hunden más las economías
nacionales en la deuda y aumenta su sometimiento a políticas de austeridad. Esas
políticas que antes se justificaban como soluciones temporales y revocables, hoy han
pasado a ser parte de un estado constante de emergencia económica donde se
desmantelan bienes y derechos públicos27
Zizek se muestra crítico con intentos de “humanizar el capitalismo”. Todas estas
ideas se basan en que el capitalismo es un modo eficiente para generar riquezas, el
único, pero sin regulación adecuada tiende a la explotación. La búsqueda de la ganancia,
motor motivacional del capitalismo, debe enmarcarse en la justicia y bienestar global28.
El gran problema se da a nivel sistémico: pese a las regulaciones el sistema mismo lleva
a transgredirlas y escapar de ellas.
La crisis actual la interpreta como el final del ciclo económico que comenzó en
los años setenta. Se trata de una crisis de superproducción que no pudo ser procesada
por los mecanismos de mercado hasta entonces en funcionamiento. EE.UU comenzó a
absorber capital y productos del resto del mundo, como un consumidor universal,
haciéndolo de tal manera que los beneficios de la producción del mundo fueron a dar a
Estados Unidos considerado como un centro imperial financiero seguro y estable donde
invertir los beneficios excedentes de todo el mundo. Wall Street comenzó entonces una
afiebrada producción de nuevos instrumentos financieros 29 El papel de Estado Unidos
en las crisis tiene que ver con que se ha convertido en el centro de planificación de la
gestión financiera, empresarial y de servicios y “el trabajo” se ha desplazado hacia Asia,
en particular a China. EE. UU. complementa su rol de centro financiero con un
imperialismo militar que mantiene un estado de guerra permanente con estados

26
Zizek, Slavoj. El año en que soñamos peligrosamente. Op. Cit. Pág.: 21
27
Zizek, Slavoj. Bienvenidos a tiempos interesantes. Pag.: 20
28
Zizek, Slavoj. El año en que soñamos peligrosamente. Pág.: 25
29
El año en que soñamos peligrosamente. Pág.: 27
13

“canallas”. El mundo funciona como una Esparta Universal con tres clases: 1) la clase
militar (EEUU) 2) la clase productiva (Asia, Europa, Latinoamérica) 3) La clase “ilota”
(el resto del mundo)30
¿Qué esperanzas políticas se pueden abrigar a partir de los colapsos financieros
recientes? Zizek plantea que el escenario de crisis es tan posible, incluso más, un
resurgimiento del populismo racista, el incremento de la pobreza y nuevos
fundamentalismos, que una revitalización de la lucha emancipatoria radical. Una crisis
desata tanto un cuestionamiento radical como regresiones “a lo básico”.
Zizek utiliza la tesis central de Naomi Klein en su Doctrina del Shock 31 para sostener
que los colapsos económicos pueden ser utilizados para revigorizar el capitalismo. De
hecho, el discurso de los fervientes adeptos al neoliberalismo generalmente explica las
crisis económicas con un “exceso de intervencionismo” y con “obstáculos al libre
mercado”. En general, estas explicaciones no distan muchos de aquellas que,
considerando el capitalismo esencialmente eficiente y deseable, ven las crisis como
cuestiones de desviación, incluso de perversiones puntuales, de una lógica razonable.
El punto es que con esta versión de las cosas se toman medidas de shock, que, al largo
plazo, agravan las crisis. Un caso que cita Zizek es como en la crisis de las puntocom se
les dio facilidades crediticias al sector inmobiliario (el que justamente provocaría la
crisis del 2008). Los salvatajes estatales a grandes bancos y empresas emblemáticas
han sido utilizados para debilitar las protecciones sociales y libertades sindicales, lo
mismo puede decirse de las medidas de ajuste estructural impuestas a países
endeudados, y de los planes propiciados por la UE a naciones en quiebra.
Cuando se trata de recuperar la dimensión política de la economía Zizek apela al
concepto marxista de lucha de clases para rescatar un sentido más auténtico de la
política de izquierda. Se trata de un antagonismo que atraviesa todo el campo social, y
que determina las posiciones de clase dentro de otros antagonismos sociales (de
género, raciales, ecológicos, etc.) El ejemplo de la apropiación de las luchas feministas
por parte de las clases altas (que rechaza el machismo patriarcal de las clases bajas) es
ilustrativo de este punto.
Zizek sostiene que la lucha de clases sobredetermina las otras luchas, o sea, define las
coordenadas económicas generales en las que se va a expresar los conflictos de género,
raciales, étnicos, religiosos, etc. La lucha de clases apunta a una contradicción social que
no puede resolverse como diferencias que se reconocen mutuamente, pues se trata de

30
El año en que soñamos peligrosamente. Pág.: 28
31
Donde se sostiene el capitalismo avanzado ha utilizado el miedo y el terror en estrategias de shock (golpes de
estado, terrorismo de estado, violaciones a los derechos humanos) como forma de instalar las condiciones para
reformas liberales (o neoliberales) de mercado.
14

eliminar una diferencia, aniquilar la función del antagonista (el capitalista, la burguesía,
etc.) por la vía de la destrucción del sistema que genera esa función.
Aunque se muestra escéptico respecto del futuro de los movimientos de protesta
surgidos el 2011, y especialmente crítico con el apoliticismo de los indignados o de la
carencia de programa de los movimientos Occupy, hay un elemento rescatable en estos
eventos: la izquierda está volviendo a la vieja idea de que las crisis y las catástrofes no
son por desviaciones o corrupciones puntuales sino un rasgo estructural del sistema.
De todas formas, llama a adoptar la posición de observador distante ante las crisis, no
caer en la tentación de actuar por pasión o por heroísmo. Lo mejor, a su juicio, es leer
el reciente despertar de los movimientos emancipatorios como señales de futuro, de lo
que podría ser una sociedad no capitalista.
8. CONCLUSIONES.
De la presentación sumaria y apretada que hemos presentado quisiéramos extraer
conclusiones acotadas a dos cuestiones: las aporías que presenta la noción de crisis y el
uso de la noción sistémica. Tal como lo presenta Zizek, la generalidad de las crisis que
asistimos serían, tal como lo plantea Ana Carrasco – Conde, crisis – colapsos que
constituyen meros parcheamientos del sistema. En ellos es posible restituir la
apariencia de normalidad, aunque sea por un tiempo brevísimo. El efecto de estar
sometidos a este tipo de crisis es el de crisis “estiradas” en el tiempo, que se vuelven
permanentes y normales al punto de que son acompañadas de un recetario de medidas
y estrategias de sobrevivencia de corto plazo. Sin embargo el efecto global corresponde
más bien a un estancamiento de la vida y un “lento presente” (Cadahía y Velasco, 2012)
Estas crisis funcionan como purgas estructurales que higienizan el sistema de
temporales elementos desestabilizadores pero no alteran la trayectoria principal de la
lógica sistémica. La reincorporación de la normalidad no excluye el uso de las medidas
drásticas y violentas. De hecho, lo que apunta Zizek es que las crisis como colapsos
pueden ser previstas, especuladas y manipuladas, han permitido aplicar “terapias de
shock” que profundizan las lógicas y racionalidades económicas neoliberales. Incluso
si pensamos en algunas crisis como auténticos acontecimientos económicos y políticos
que tocan la arquitectónica general de los poderes que imperan sobre la población, se
trata, a la larga de reestructuraciones de gran escala que coinciden con procesos de
profundización radical y expansión de las lógicas globales de mercado. El capitalismo
ha mostrado extensamente su capacidad plástica de generar nuevos esquemas ya sea
echando mano de la técnica o colonizado ámbitos del mundo de la vida que lograban
preservarse fuera de lógicas mercantiles.
Esto pone en cuestión la idea de que las crisis son oportunidades para una auténtica
revolución o transformación de lo que hay. Incluso incorporando la idea de la
insignificancia de las instituciones del capitalismo reciente, la idea de que no
proporcionan un sentido global que enmarque sus oscilaciones, la crisis no deviene por
eso terminal o crónica. Las instituciones políticas democrático – liberales
15

(parlamentarismo, estado de derecho, voto universal, derechos humanos, etc.) están en


un evidente estado ruinoso sin embargo, eso refuerza la despolitización mas que activa
nuevas fuerzas políticas. El problema reside en que en el actual estado de cosas, son los
circuitos y flujos anónimos del mercado el único referente común para individuos y
organizaciones, cuyos contactos no dejan de ser episódicos, arrítmicos, contingentes,
fragmentarios y flotantes. La referencia a un mundo en común ha desaparecido y la
política deviene sino imposible muy improbable. Bajo esta apariencia, ideológica según
Zizek, no se puede elaborar ningún antagonismo social sustantivo que permita
referencias comunes para la acción.
Más bien lo que ha ocurrido es que en esta situación general de des-apuntalamiento
y desanudamiento del vínculo social, se han privatizado los recursos para el
enfrentamiento de las crisis: la situación de emergencia permanente ha pasado a ser
parte del horizonte de expectativas de la población y funciona como una serie de
constricciones sobre el tipo de postura y acciones que toman los individuos respecto a
la propia sociedad. Las crisis sin dificultad son vistas como una situación permanente
de naufragio, donde cada uno refuerza sus capitales personales para enfrentar de mejor
situación un ambiente hostil y decadente. Toda inversión de tiempo y energías en
aquello que no redunda en un aseguramiento de la supervivencia de la mera vida y del
círculo privado de cada cual, es excluido de las posibilidades. La estrategia neoliberal
de responsabilizar a los individuos por su condición social surte el efecto paralizante
de la acción colectiva y entumece la capacidad de imaginar otra forma de vida.
Las crisis tienen todas ellas al menos tres dimensiones: una objetiva o institucional,
una subjetiva o psíquica y una intersubjetiva o convivencial. El estudio del malestar
social, sistemáticamente descuidado por la ciencia política, aparece en un ámbito
intersecto entre la dimensión normativa e institucionalizada, el espacio de lo psíquico
y los imaginarios grupales, comunitarios y sociales. Correspondería esto con el análisis
lacaniano del Orden Simbólico y el Imaginario. Las crisis, al mismo tiempo que son
perturbaciones externas relacionadas con un orden que ha devenido autónomo (los
mercados, la economía) son acontecimientos de sentido que están relacionados con los
horizontes de interpretación de una comunidad. Esos horizontes son al mismo tiempo
gramáticas y patrones de reconocimiento entre los sujetos que determinan el modo en
que se procesan las crisis como conflictos y antagonismos sociales. Si el capitalismo
neoliberalizado puede sostener crisis y catástrofes sin contar con una vigorosa y
estable trama de instituciones y valores que permitan restablecer “la normalidad”,
entonces estamos ante un concepto de crisis que se ha despojado de connotaciones
terapéuticas, sanadoras o salvíficas. La crisis deja no sólo de abrir posibilidades para la
acción ético – política de crear condiciones para vivir de otra manera, sino desampara
radicalmente a los sujetos y las poblaciones: nadie vendrá a salvarlos, ni ustedes pueden
salvarse por sí mismos. Bajo estas circunstancias lo que se instala es una desconfianza
radical en el mundo, la sensación de que la vida humana no tiene sentido, excepto la
preservación de la mera sobrevivencia biológica. Las crisis son un dispositivo
16

excepcional para despojar a masas de seres humanos de su condición de persona moral


y jurídica, y las renuncias del estado a prestar ayuda si no es a cambio de una extensión
del mercado son indicios de un mismo movimiento. Quien se haya sin hogar, sin patria,
sin derechos, sin reconocimiento moral hace patente la naturaleza del orden ético –
político que se ha generado: solo el propietario goza de derechos y de ciudadanía.
Estos fenómenos producen un adelgazamiento significativo de las cuestiones
políticas: seguridad y bienestar para los que exitosamente se han adaptado al sistema,
promesas de trabajo y consumo para los asalariados medios empobrecidos,
indiferencia y represión para los excluidos y marginales totales. Si hay un elemento que
caracteriza la noción de crisis moderna es el malestar social a una sobresaturación de
riesgos lo que eleva la crisis a un rango distinto: se trata de un fenómeno global y
atmosférico. Aparece el fenómeno que Zygmunt Bauman bautizó como unsicherheit: un
síndrome compuesto de incertidumbre, inseguridad y miedo. Los estallidos de violencia
urbana en Francia e Inglaterra, las matanzas en escuelas públicas en Estados Unidos, y
otros fenómenos semejantes dan cuenta de los efectos sociales reales de las crisis:
ansiedad desbordada, incapacidad de motivación y decisión, paralización de la acción,
aislamiento comunicativo, asignación de falsas culpas. Se trataría de un estado
regresivo a lo siniestro que se experimenta en la sociedad como un trastoque radical de
lo familiar, normal y amigable que desataría pulsiones de muerte sin alterar, sin
embargo, la lógica reproductiva del mercado y el capital.
Creemos que la noción de sistema ofrece hoy en día un modo de captar la forma en
la cual se despliegan las redes, nodos y núcleos de los poderes globales. Se trata en
primer lugar, de entrelazamiento de poderes de gran alcance, que extienden el proceso
modernizador ahora en clave de sistema global. El mercado global hoy, es en cierta
medida muy importante, un megasistema técnico que no sólo se autorreproduce y
expande. Pero también es un proyecto de clase como un alto componente utópico y
programático, de sello neoconservador, que se manifiesta en esa red internacional de
colaboración académica, política, comunicacional, ideológica que se fundó en los 30 en
los Coloquios de Walter Lipmann y en la Sociedad de Mont Pelerin. Esto se manifiesta
en el carácter doctrinario y sistemático de promoción y fortalecimiento de la idea de
una sociedad basada en el libre mercado. La deriva modernizadora que ha devenido en
racionalidad de mercado inmanente y explicita en todo el orden de cosas, ha encontrado
su propio discurso, su propia verdad. Sin embargo no debemos olvidar que su forma es
más que mera propaganda ideológica sino un orden que se ha materializado bajo la
forma de un sistema.
La economía ha resultado en ser la esfera predominante de la sociedad y ha colocado
la racionalidad y bienes económicos como único norte valórico. Consecuente con esto,
la sociedad no puede sino ser una sociedad de mercado, de empresa, de consumo y sus
crisis no pueden sino revelar la entera configuración axiológica y material del mundo
en que vivimos. El problema es que en sociedades despolitizadas radicalmente, el
problema de la legitimidad deja de interpelar a alguien. Estamos sobradamente
17

advertidos de todos los desastres que está dejando este modelo de sociedad sin
embargo seguimos adelante como si no pudiese haber otra alternativa. A la separación
moderna de la economía, ética y la política hoy le sigue la separación interna de la
economía, donde los elementos financiero especulativos se han convertido en la lógica
dominante por sobre la economía real (el trabajo, el salario, el crecimiento económico,
etc.) Por eso no cabe otra fórmula para señalar la condición de nuestro presente sino
como un estado de heteronomía social, política y moral, que ha naturalizado el orden
económico y lo ha convertido en el marco biopolítico de gobernanza y administración
de la vida de las poblaciones. La extensión de la forma mercancía bajo la forma de
relaciones personales mercantilizadas o relaciones mercantiles personalizadas da
cuenta de un proceso de colonización profundo.
Aunque no lo puedo desarrollar acá pienso que es fundamental hacer el vínculo
entre la racionalidad formal – técnica – instrumental moderna y la forma sistémica del
mercado. A pesar del papel de mero coordinador y asignador de recursos por medio
del sistema de precios, el mercado aparece hoy como un medio de poner a disposición
técnica de control y administración una serie de elementos que considerábamos
sustraídos a las lógicas mercantiles. La capacidad de procesar informáticamente toda la
realidad ha producido un ensanchamiento de la racionalidad gestionaria que ocnsiste
en última instancia en reducir todo a una lógica de la equivalencia, de la mismidad de
lo identitario. El sistema económico aparecería como una fuerza neutral e
impenetrable, una “mano de dios” ciega y arrolladora que pondría a disposición del
dominio racional todos los sustratos ecológicos, espirituales, y humanos del cosmos.
Según Zizek lo único que parece poder ponerle freno a este avance es una repolitización
de la economía. Nosotros preferimos los límites éticos: restituir el valor de la persona
humana como totalidad infinita, abierta y vulnerable cuya dignidad no reposa, ni debe
reposar sobre ninguna pertenencia o condición social. Debemos articular un nuevo
principio ético pos-social, radicalmente universal como argumento central del espíritu
de resistencia ante la arremetida antisocial de los poderes globales.

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