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Ortega y Gasset 1

Ortega y Gasset.
I. CONTEXTO HISTÓRICO FILOSÓFICO
A] CONTEXTO HISTÓRICO

La primera década del siglo XX europeo se caracterizó por la inestabilidad política, pero al
mismo tiempo, por el dominio político, económico y cultural de las potencias europeas. Algunos
rasgos característicos de esta época fueron:
i. El auge del capitalismo
ii. La confianza absoluta en el progreso científico-técnico
iii. Inestabilidad política unida a un complicado sistema de alianzas entre las principales
potencias europeas.
Los acontecimientos que van a marcar el comienzo del siglo XX serían:
a) La Primera Guerra Mundial
b) La revolución Rusa
c) La guerra en España
d) La segunda Guerra Mundial
En el ámbito artístico y cultural cabría destacar dos fenómenos culturales:
I. El fenómeno de las vanguardias que supuso la incorporación en el arte de métodos,
criterios o líneas estéticas que rompen radicalmente con la tradición convirtiéndose, en el
ámbito artístico, en fines estéticos en sí mismos. Algunas de las vanguardias estéticas son:
impresionismo, expresionismo, cubismo, dadaísmo, futurismo o el arte pop.
II. La aparición de la cultura de masas. Con el incremento de poder económico de las
grandes masas de población y el desarrollo de nuevas tecnologías aplicadas a la
comunicación se desarrolla lo que se conoce como el fenómeno de la cultura de masas.
En el campo de la ciencia destacan:
I. Los trabajos de Frege, Peano, Gödel o Russell dentro del pensamiento formal que supuso
una fundamentación de las matemáticas y el desarrollo de la lógica formal contemporánea
II. En la física destacarían los trabajos realizados para determinar la naturaleza de la luz, Los
trabajos sobre magnetismo y electricidad de Maxwell, la Teoría de la Relatividad
desarrollada por A. Einstein y el nacimiento de la mecánica cuántica y el desarrollo del
Principio de Incertidumbre de Heisemberg
III. La Psicología comienza a estructurarse como una ciencia en la que distintas corrientes
compiten entre sí por presentar una correcta explicación del ser humano (Escuela de la
forma, Conductismo y Psicoanálisis)

B] CONTEXTO FILOSÓFICO

El panorama de la Filosofía Contemporánea es, por su diversidad, especialmente


complejo. A su complejidad conceptual hay que unir, como hechos que marcaron el desarrollo de
la Filosofía contemporánea, las dos guerras mundiales.
De una forma muy somera, se podría realizar una clasificación de las corrientes que
dominan la filosofía en el siglo XX de la siguiente forma:
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a) Fenomenología, existencialismo, vitalismo, historicismo, hermenéutica... Todas ellas


compartirían un cierto “aire de familia”, y recogerían la tradición más metafísica de la
filosofía
b) Aquellas que centran su interés en el análisis del lenguaje y de la metodología de la
ciencia: Filosofía analítica (Atomismo lógico, Neopositivismo, Circulo de Viena), Filosofías
de la ciencia.
c) Las de marcado contenido social y político, centradas en el análisis de los problemas
sociales y e crítica a las ideologías: El marxismo y sus variantes, la Escuela de Francfort,
el Freudomarxismo...

Ortega y Gasset es un pensador que no terminaba de encajar bien en ninguna de estas


corrientes de pensamiento, especialmente con la Filosofía Analítica, con la que no entra en debate.
Ortega entra en contacto especialmente con aquellas filosofías que han tomado como objeto
de estudio el problema de la historicidad y el problema de la vida y su irreductibilidad a las
ciencias. En este sentido, la fenomenología será el primer intento de hacer un análisis de la
existencia humana; posteriormente, a partir del método fenomenológico, el existencialismo,
también vitalismo, que propone como problema fundamental de la filosofía la “reflexión por la vida”
−entendida en un sentido biográfico−; y por último el historicismo, serán las principales corrientes
de pensamiento en las que se inserta el pensamiento orteguiano. De todos modos, la principal
influencia que recibe Ortega es la que proviene de la Filosofía Continental Europea, y,
específicamente, la Filosofía alemana. La influencia que los pensadores alemanes ha ejercido
sobre Ortega ha llevado a cuestionar la originalidad de su pensamiento.

II. EL PERSPECTIVISMO
El Realismo y el Idealismo son dos corrientes filosóficas que tratan de dar cuenta del
problema de la verdad, y que Ortega interpretará como caras de una misma moneda.
Para el Realismo, la verdadera realidad son las cosas en sí mismas, independientemente del
sujeto que las percibe y de su contextualidad. La influencia kantiana le lleva a sostener a Ortega
que esa separación entre sujeto y la realidad es una ilusión. Es el yo quien tiene las vivencias,
quien percibe o representa el mundo. El error del realismo ha sido no dar la importancia que se
debe al sujeto, y como consecuencia de este error, ha quedado preso de la realidad. En su obra
Historia como sistema se presenta la primera crítica al realismo. Esta crítica parte del análisis que
Ortega hace de la ciencia. La ciencia ha olvidado que no se puede representar al yo, al ser
humano, como una simple cosa, de ahí que no se pueda hablar de «naturaleza humana». El ser
humano carece de naturaleza, si tiene en cambio historia. La vida no puede ser aprehendida por el
sistema categorial de la ciencia.

El Idealismo comete el mismo error. El subjetivsimo cartesiano disuelve la realidad en el


sujeto. No tiene sentido plantear un yo fuera del mundo, al margen de las cosas. Solamente existe
un yo que coexiste con el mundo, un dasein, (Heidegger) un ser ahí, en el mundo.

En torno a 1914, época en la que publica Meditaciones en torno al Quijote, Ortega desarrollará
un concepto que cobrará una importancia radical en su filosofía: la circunstancialidad. La doctrina
de la circunstancialidad permite explicar el proceso vital e intelectual del propio Ortega: “Yo soy yo
y mi circunstancia, y si no la salvo a ella me salvo yo”. Existe un yo, pero también una circunstancia
en la que el yo está inscrito, y a la que el yo debe dar sentido. El método filosófico de Ortega
consistirá precisamente en partir de las cosas que no son más próximas, para elevarse a aquellas
que nos resultan más lejanas.

El término ‘circunstancia’ proviene de circunstare e incluye tanto las realidades físicas que nos
rodean, como aquellas que se encuentran fuera de nuestro alcance (un momento temporal pasado,
la sociedad ). La circunstancia es todo lo que interviene en la vida del ser humano, y es usado por
éste, para hacerse a sí mismo. La vida se entiende así como un continuo intercambio entre el yo y
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el mundo; un intercambio, que no es caótico o desordenado, si no que está regido por la razón.
Vivir, dirá Ortega, es ante todo razonar. Este razonar sólo es posible si el sujeto se coloca ante una
cierta perspectiva, y es la propia circunstancia en la que se encuentra el individuo la que
constituye su perspectiva desde la que se muestra la verdad de las cosas.

El dogmatismo, la afirmación de que sólo existe una única verdad, la que sostiene un sujeto en
un momento dado, no es válido, en la medida en la que el sujeto pretende imponer esa verdad
sobre las voluntades ajenas. Pero tampoco la posición del escéptico será válida. La posición de
Ortega será la afirmación de que la verdad tiene muchas caras, y dependiendo de la perspectiva
en la que nos situemos, nos ofrecerá aspectos distintos. El sujeto selecciona la realidad que le
circunda, y esa selección se realiza desde la circunstancia particular en la que cada uno se
encuentra. La realidad tendrá un carácter globalizante. La realidad consistirá en asimilar aquella
perspectiva a través de la cual el sujeto interpreta sin llegar a rechazar las perspectivas y las
visiones de los demás. No es posible por lo tanto, un enfrentamiento entre las perspectivas; y esto
requerirá, la posibilidad de saber ver en la perspectiva del otro un valor. El valor que encontramos
en la perspectiva del otro reside en la autonomía que tiene para oponerse a mí.
El problema al que debemos enfrentarnos es el de determinar cómo, si cada uno está
encerrado en su propia perspectiva, es posible la convivencia. La solución que propone Ortega
pasa por admitir una síntesis de perspectivas. Esta síntesis se manifiesta en el plano político,
religioso o moral mediante la Tolerancia. La noción de perspectiva cobra así una dimensión social
que permite o que favorece la convivencia en una sociedad.

Para entender la doctrina del perspectivismo podemos recurrir al análisis de la percepción. En


una percepción visual intervienen:
(i) Alguien que mira desde un punto de vista
(ii) Algo que es visto, que se muestra
(iii) Los distintos planos o distancias desde la que se puede realizar la percepción.
(iv) El punto de vista, que incluirá el lugar, la dirección de la percepción o de la mirada, el
tiempo.
Hay por lo tanto una doble dimensión en la perspectiva:
A) Subjetiva, que incluiría los factores psicológicos.
B) Intersubjetiva, que constaría de los ingredientes sociales peculiares de las distintas
colectividades que se dan en un individuo.
Toda perspectiva incluye, en tanto que pre−spectiva, una serie de elementos a priori (las
experiencias del sujeto y sus necesidades biológicas); y además, en tanto que pro−spectiva, la
percepción está orientada hacia algo, busca una finalidad.

En toda percepción aparece un ángulo muerto, algo que escapa a nuestro campo visual.
Aquello que escapa es aquello hacia lo que no mostramos interés, aquello que no concuerda con
nuestros intereses, deseos o necesidades.
La perspectiva real será algo que incluya todos los aspectos que integran al ser humano: lo
intelectual, lo afectivo, lo volitivo, lo pragmático; y también su dimensión subjetiva e intersubjetiva.

III. LA RAZÓN VITAL E HISTÓRICA


La Razón vital. El Raciovitalismo

El Raciovitalismo, supone la evolución y la concreción del Perspectivismo. Representa una


reflexión de las perspectivas radicales en las que el ser humano está situado: la perspectiva de la
razón y la perspectiva de la vida. Lo que pretende es superar la “falsa dicotomía” en la que el
pensamiento occidental se ha instalado. De un lado la razón; fundamento último de la verdad, y del
conocimiento. Y de otro, la vida que representaría lo particular, el deseo, lo irracional de la pasión.
Estos dos polos son, a juicio de Ortega, indisociables.
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En su obra Ni vitalismo ni racionalismo (Revista de Occidente, 1924), Ortega hace una


crítica tanto del racionalismo como del vitalismo.

Crítica al vitalismo.
Ortega distingue tres acepciones del término vitalismo:
1. Vitalismo filosófico. El conocimiento es fruto de los procesos biológicos. Desde
esta perspectiva la filosofía y la epistemología se disuelven en la biología.
2. La filosofía de Bergson: La razón no es un modo superior de conocimiento, sino
que existe un modo más profundo que se concreta en la vivencia íntima de las
cosas. La forma correcta de aprehender el devenir de la realidad es la intuición.
3. Esta tercera formulación será la que Ortega haga suya: defender la primacía
absoluta del método racional del conocimiento y situar en el centro de la reflexión
filosófica el problema de la vida.

Crítica al racionalismo.

Al racionalismo le criticará Ortega su negativa a admitir en la existencia humana zonas de


irracionalidad, de áreas de la realidad que escapan a la razón. La crítica de Ortega se dirige hacia
el racionalismo, no hacia la razón.

Lo que el raciovitalismo propugna es una mayor atención a la vida desde una perspectiva racional.
La tesis que definen el raciovitalismo serían las siguientes:

1. Primacía ontológica de la vida. La vida es la realidad primera, anterior por tanto al


pensamiento. Lejos de crear modelos racionalistas en los que forzar a encajar la realidad,
lo que se debe de hacer es dar cuenta de aquello que precede a la razón : la vida. Nos
encontramos ante la verdad caretesiana, pero ahora transformada: Pienso porque vivo.
2. La vida que se hace interesante será a aquella que cumpla una serie de condiciones: la
vida humana debe ser una vida personal, inscrita en una circunstancia propia que nos
presentará distintas formas de acción y posibilidades de decisión. Esta aceptación de una
vida personal nos coloca ante la inevitable fatalidad de estar enmarcados en un ámbito de
acción determinada, pero a la vez, nos permite ser conscientes de la libertad (más o
menos amplia) de acción y decisión con la que contamos.
3. La irrupción del pensamiento permite diferenciar la vida humana de cualquier otra forma de
vida. Lo que caracteriza a la vida humana es la conciencia para explicar y dar cuenta de
ella misma
4. El conocimiento humano es una labor en continua ampliación. El pensamiento y el
conocimiento son una conquista «una adquisición laboriosa, precaria volátil». El mayor
ignorante es el que cree saberlo todo y, sin embargo, no es consciente de su ignorancia.
Ortega propondrá cambiar la definición de hombre y pasar así de identificar al hombre
como homo sapiens a homo insipiens (humano ignorante). Una de las formas de
manifestarse esta necesidad de saber lo constituyen las ideas. Las ideas son la totalidad
de pensamientos que construimos y de los que somos conscientes. Las creencias. Son,
por el contrario, una clase particular de ideas, aquellas que por ser tan próximas a nosotros
no necesitamos defenderlas. Las creencias constituyen nuestra vida, la realidad en la que
nos vemos inmersos y de la que partimos. El análisis correcto de la realidad exige que
exista una armonía entre creencias e ideas. El momento en el que las creencias parecen
fallar surge la duda. La duda aparece ante la necesidad de recuperar la seguridad perdida

La realidad en la que se enmarca la relación entre creencia e idea es la historia personal, individual
compuesta por todo lo que hacemos y hemos hecho. La vida la forman tanto las acciones más
transcendentes, como aquellas más habituales más insignificantes. Esta realidad radical que
constituye nuestra vida puede expresarse en categorías de vida. Las categorías de vida expresan
lo que supone el vivir peculiar de cada uno. De este modo, vivir será:
a) encontrase en el mundo siendo consciente de ello. Vivir es interactuar en el
mundo, de forma que sujeto y mundo se funden en una misma realidad.
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b) La acción que realizamos en el mundo tiene que tener un sentido y un propósito


c) El propósito de mi acción lo decido yo mismo dado sentido así a mi vida. La vida
es, en este sentido, anticipación y proyecto.
d) Las decisiones que tomamos son decisiones que se dan en un marco más o
menos amplio de posibilidades, no se trata nunca de un marco infinito, sino más
bien, de una determinación relativa. (Conexión con la categoría de circunstancia)
e) La vida, en la medida en que no está prefijada, es ante todo futurización

Como hemos visto, la vida es algo que no puede ser aprehendido o reducido a meras categorías
biológicas. La vida es ante todo historia. Cada generación recibe una herencia de sus
predecesores: las ideas y creencias que conformaban su generación. Somos por tanto historia, y
nuestra conciencia histórica consiste en darnos cuenta de las ideas y creencias que hemos
recibido así como de la posibilidad de asumirlas, transformarlas o rechazarlas. Evitar los errores del
pasado sólo es posible si se conoce lo heredado. Olvidar su historia sería el error más grave en el
que puede caer una generación. El comportamiento antihistórico sólo puede calificarse como
“suicidio”.

De esta forma razón, vida, e historia son una misma cosa para Ortega. Existe una relación
dialéctica entre razón viviente y razón histórica. La razón viviente consiste en el hecho de que
toda persona se va construyendo y decosntruyendo alcanzando nuevas perspectivas que se
muestran en el plano de la razón histórica. Una razón, la histórica, que nos dice que el ser humano
es un proyecto continuo, una perspectiva con múltiples horizontes.

El historicismo de Ortega tiene dos planteamientos significativos en cuanto a la concepción del


hombre y la teoría de las generaciones.

A) Concepción del ser humano. El ser humano no tiene naturaleza sino historia. Su vida no
es algo estático, sino algo en continuo cambio, la vida es fundamentalmente tiempo,
tiempo histórico.
B) Teoría de las generaciones. Cada época se caracteriza por poseer una sensibilidad
determinada. Las variaciones de sensibilidad se presentan bajo la forma de generación.
En un mismo momento histórico coinciden generaciones distintas. Son generaciones
contemporáneas, pero no coetáneas. La posibilidad de innovación radica precisamente
en esta diversidad de generaciones. Da generación engloba a una elite y a la masa. La
elite encarna la creatividad y la libertad; y tiene la misión de dirigir a las masas. La masa
tiene como misión la obediencia a las directrices marcadas por al elite. Aquí es donde
encontramos al Ortega que más se acerca a los planteamientos liberales en política. Para
Ortega en su propia época se habría dado una confusión entre los papeles que
corresponderían a la masa y a la elite (conexión con el funcionalismo. Las masas se han
rebelado y se niegan a acatar las directrices marcadas por la elite. Este es el problema de
la invertebración de España. A esta problemática (el problema de España) se dedican
dos de sus obras más emblemáticas: España invertebrada y La rebelión de las masas,
donde Ortega nos ofrece una visión pesimista de una España

IV. 4ª PREGUNTA.

A] Relación con otros autores

La crítica al idealismo y su defensa del vitalismo permiten relacionar la obra de Ortega con
la de Nietzsche. Para ortega, la realidad no puede ser pensada desde categorías últimas y
objetivas al margen de las condiciones cambiantes que las rodean y determinan. En la misma línea
que Nietzsche, Ortega sostendrá que el ser humano es una tarea inacabada, y en este proyecto
vital la historia está al servicio de la vida, no al revés.
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Dado que la realidad es un proyecto inacabado, la verdad también deja de ser una
categoría estática convirtiéndose en un proyecto. Aquí es donde Ortega entronca directamente con
la noción heideggeriana de la verdad como un desvelamiento, como un «poner de manifiesto lo
que estaba oculto»

B] Actualización del problema.


Una de las cuestiones que hacen más actual el pensamiento de Ortega y Gasset es su
idea de la construcción europea y su vinculación con el destino de España. Para Ortega, Europa se
presenta como la solución para España; sin embargo, la idea que Ortega tenía de Europa era una
idea totalmente ajena al nacionalismo alemán y en general a los distintos nacionalismos que
encontramos en Europa. Frente a la noción de Kultur desarrollada por Scheler y en cierto modo
también por Heidegger, Ortega opondrá su noción de civilización. La idea de Kultur como nación
en estado de guerra permanente –algo que Scheler y Heidegger ligarían a la propia constitución
del nacionalismo alemán- será cuestionada por Ortega. La constitución de Europa sólo puede
lograrse si se superan los distintos nacionalismos, primando la civilización y el cosmopolitismo
frente a la idea sustancial o esencialista de la nación. En su obra Meditación de Europa, Ortega
intenta desmontar la idea de nación como una realidad radical, frente al nacionalismo, Europa se
constituye a través de la historia como el elemento que vertebrará y homogeneizará la multiplicidad
de las naciones europeas.

Al considerar a Europa como la solución para España, Ortega se opondrá tanto a


Unamuno como a Menéndez Pelayo que desconfiaban del papel que juegan en la historia los
países del norte y su capacidad abstractiva. Ortega, partiendo del modelo que representa
Cervantes en tanto que precursor de la novela y del modo narrativo, entenderá que también en la
constitución de Europa existe un eje integrador que la fusión de los dos estilos de vida diferentes:
el germánico y el mediterráneo. Como crítica al totalitarismo Milan Kundera, (El arte de la novela)
partiendo del espíritu de la novela moderna que representa Cervantes, entenderá que este espíritu
es incompatible con el totalitarismo. Esta incompatibilidad es no sólo de carácter moral o político,
sino fundamentalmente de carácter ontológico. Así, frente al cientificismo que se instala en el
pensamiento europeo, la novela moderna es la antítesis de esa matematización del universo que
impidió a Heidegger, como recientemente a destacado Rorty, no enfrentarse a lo que supuso el
‘Holocausto’.

Por último, la reflexión sobre la integración europea también llevó a Ortega, como hiciera
también Camus, a cuestionarse el papel que los intelectuales habían jugado en el desarrollo de la
historia contemporánea de Europa, y especialmente su intervención en las dos guerras europeas.

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