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Revisión crítica de la teoría psicosomática de Pierre

Marty

Publicado en la revista nº005

Autor: Ulnik, Jorge R.

Introducción

En este trabajo desarrollaré una revisión crítica de la teoría de Pierre Marty


sobre la clínica con pacientes somáticos.

Como la obra de Marty es muy amplia y extensa y, –como sucede en todas las
grandes obras– fue cambiando a través del tiempo, me basaré en algunos de
sus libros y trabajos que considero fundamentales o, al menos, los que
resumen mejor sus ideas centrales. Estos son:

- “La investigación psicosomática” (Ed. Luis Miracle,


Barcelona,1967).(Título original: L’Investigation
psychosomatique. Presses Universitaires de France,1963)
(1)

- “El pensamiento operatorio” (Revista de Psicoanálisis, XL,


4, 1983) (Título original: La pensée opératoire. Revue
franÇaise de Psychanalyse, Vol. 27, número especial, 1963,
pp345-356) (2)

- “Los movimientos individuales de vida y de muerte”(Ed.


Toray, S.A. Barcelona,1984). (Título original: Les
Mouvements individuels de vie et de mort. Essai d’economie
Psychosomatique. Ed. Payot, París, 1976) (3)

- “La psicosomática del adulto” (Ed. Amorrortu, 1992). (Título


original: La psychosomatique de l’adulte, Presses
Universitaires de France,1990) (4)

Comenzaré realizando un resumen de los conceptos principales de Marty. En


dicho resumen, utilizaré las mismas palabras que el autor, con el objetivo de
ser lo mas fiel posible a sus ideas, aunque parte de mi revisión crítica está muy
relacionada con el uso – a mi entender demasiado concreto – que Marty hace
de los conceptos freudianos. Por ejemplo, cuando habla de “espesor” o “capas”
del preconsciente, representaciones “holgadas” y “profundas”, o cuando piensa
las tópicas freudianas como etapas evolutivas del desarrollo mental del
individuo.

Por otra parte, las ideas de Marty están encadenadas de modo tal que para
entender ciertas definiciones hay que dar por aceptados supuestos básicos
sobre el funcionamiento del aparato psíquico, que tampoco comparto en su
totalidad.

No obstante, pienso que la obra de Marty es muy rica en ideas y conceptos, y


es evidente que se basa en la amplia experiencia clínica del autor. Por ello,
merece el crédito del lector, quien, aun no compartiendo la forma de leer a
Freud, podrá enriquecer su experiencia y su técnica en la medida en que no se
detenga ante las primeras objeciones.

Por lo expuesto, algunas afirmaciones que figuran en el resumen pueden


resultar un tanto difíciles de comprender pero no es el objetivo de este trabajo
hacer una monografía sobre Marty sino simplemente una revisión crítica.

También es necesario tener en cuenta que las citas y mi propia lectura de la


obra de Marty fueron realizadas sobre sus traducciones al español, pudiendo
acontecer que la traducción haya distorsionado en algo (como suele suceder)
las ideas originales del autor.

Luego del resumen, en la crítica propiamente dicha, me centraré en el manejo


de los conceptos y modelos freudianos, los conceptos de “mentalización” y
neurosis “mentales”, y las contradicciones intrínsecas y tautologías en la
concepción psicosomática del autor. Citaré también a otros autores dentro del
campo de la psicosomática que habiendo leído a Marty, o en algunos casos,
habiendo sido sus discípulos, discreparon posteriormente con su teoría en
algunos puntos.

Continuaré con los temas en los que estoy de acuerdo y algunas


observaciones generales, y finalizaré con un análisis de la relación entre el
modelo y la clínica, procediendo al análisis de algunos casos que Marty expone
como ejemplo.

DESARROLLO
I) RESUMEN DE LAS IDEAS PRINCIPALES

1) El principio evolucionista

La teoría de Pierre Marty propone una organización y jerarquización progresiva


de las funciones biológicas y mentales.

“Las funciones evolucionan de lo mas simple a lo más complejo en un


movimiento de organización hecho de asociaciones y jerarquizaciones” (3)
(p.48)

Según este criterio, “la construcción psíquica, que se complica y se organiza


gradualmente, viene al fin, en su configuración en la edad adulta, a coronar al
edificio individual. Esta organización psíquica final representa la cima evolutiva
de la jerarquía funcional del sujeto”.(3)(p.77)

Si bien Marty insiste en que su teoría resuelve el problema de la disociación


psicosomática, a medida que nos adentramos en su modelo, la palabra
psiquismo o el atributo de psíquico, va siendo progresivamente sustituida por la
palabra mental, el concepto de mentalización, y el atributo de “mentalizada/o”.
Una vez realizada esta sustitución significante, la disociación psicosomática se
restablece con toda su fuerza entre las funciones somáticas y las funciones
“mentales”.

“…las funciones mentales se separan claramente de las otras a causa del


papel privilegiado que desempeñan en la economía humana.”(3)

Como consecuencia de la jerarquización y privilegio de las funciones mentales,


la enfermedad somática se concibe como desorganización, y su sintomatología
se considera negativa –ausencia de síntomas, en el sentido clásico- en el plano
“mental”. Por el contrario, las enfermedades mentales clásicas presentarían
casi siempre una sintomatología positiva.

2) La estructura de la personalidad

Marty propone una estructura de la personalidad: “hablar de estructura de una


personalidad es señalar las grandes líneas, relativamente estables, de su
organización mental(…).Por ejemplo, permite la clasificación global de sujetos
en grupos: psicóticos, neuróticos de carácter, neuróticos mentales, neuróticos
de comportamiento. De una forma más precisa, permite señalar los sistemas
electivos de vida interior o relacionar sistemas procedentes en su mayor parte
de fijaciones genéticas del período de desarrollo. Permite dar cuenta de
mecanismos habituales de investimiento y contrainvestimiento del
individuo(…).La estructura marca los diferentes parámetros de la personalidad,
sus particularidades y combinaciones, dando cuenta de su escalonamiento
jerárquico. La estructura no atestigua, pues, la observación clínica del
momento, pero constituye un esquema de la organización dinámica de un
sujeto señalando su funcionamiento habitual, permite teóricamente prever el
modo de reaccionar del individuo a los traumatismos” (3).

Su idea de estructura y su nosografía singular (neuróticos mentales, de


carácter y de comportamiento) lo lleva a comparar y separar los neuróticos de
los “somáticos” en función de las características de su funcionamiento mental.
Los conceptos (que pasaré a resumir) de “pensamiento operatorio”, “depresión
esencial” y “desorganización progresiva”, son el resultado de la “hipótesis de
una construcción incompleta o de un funcionamiento atípico del aparato
psíquico de los enfermos somáticos, diferentes de la construcción y del
funcionamiento del aparato psíquico de los neuróticos mentales” (4) (p.35)

3) Conceptos Básicos

El Pensamiento operatorio (P.O.) (2,3 y 4) :

Si las actividades fantasmáticas y oníricas permiten escenificar, dramatizar,


simbolizar, e integrar las tensiones pulsionales, de ese modo protegerían la
salud física individual1. El P.O., que pone en evidencia la carencia funcional de
estas actividades, va a la par de las perturbaciones somáticas2.

En los enfermos psicosomáticos la carencia de actividad fantasmática – al


menos desde el punto de vista funcional – corre paralela al desarrollo del
“pensamiento operatorio”.

El P.O. es un pensamiento consciente que:

No posee lazos con una actividad fantasmática de cierto nivel


Duplica y ejemplifica la acción, dentro de un campo temporal limitado

No es exclusivo de los psicosomáticos pero tiene valor nosográfico.


Puede ser encontrado en cuadros clínicos muy diversos.

El paciente relata sus trastornos como hechos aislados, sin establecer entre
ellos ninguna relación.

No hay compromiso afectivo con el investigador

El paciente solo cuenta sus síntomas y espera que se los cure

Los autores definen este tipo de relación como “relación blanca”

La investigación da resultados: se pueden vincular la aparición de los


síntomas con circunstancias anecdóticas precisas, pero sin producir el
efecto esperado.


Hay una carencia de juego identificatorio

Más adelante, Marty sustituyó la noción de P.O. por la de vida operatoria (4),
que tendría en cuenta la disminución del pensamiento frente a la importancia
adquirida por los comportamientos. 3

Lo que en un principio comenzó con la descripción de un estilo de pensamiento


pasa a ser la descripción de un estilo de vida estrechamente ligado a una
entidad nosológica: la neurosis de comportamiento; y el gradiente abarcativo
del concepto llega a inundar la noción de sujeto. Así es como de “pensamiento
operatorio”, la teoría pasa a la idea de “vida operatoria”, y finalmente se cuela
la idea de “sujeto operatorio”. Este gradiente va determinando el pasaje de una
idea puramente funcional a una concepción nosográfica: el paciente
psicosomático diferente del neurótico, y profundamente deficitario.

La depresión esencial (3,4 y 20)

La depresión esencial es desencadenada por sucesos traumáticos que


producen una desorganización psíquica porque sobrepasan la posibilidad de
elaboración y drenaje de la excitación. Generalmente, es antecedida por
angustias difusas de tipo automático que reflejan un yo desbordado frente a los
movimientos instintuales no reprimidos.

“Se comprueba el borramiento funcional de los dos sistema tópicos”(4) (p.40)


“la ausencia de comunicación con el inconsciente constituye una verdadera
ruptura con la propia historia del sujeto. Lo fáctico y lo actual se imponen y
están a la orden del día”(4) (p.41)

La depresión esencial describe un estado caracterizado por un descenso del


tono libidinal. A diferencia de la depresión melancólica, la depresión esencial es
una depresión sin objeto, sin autoreproches, ni culpabilidad inconsciente “la
indudable desaparición de los sentimientos inconscientes de culpabilidad
constituye uno de los principales signos de la depresión esencial. 4

Se trata de una sintomatología depresiva definida por la falta: “borramiento, en


toda escala, de la dinámica mental (desplazamientos, condensaciones,
introyecciones, proyecciones, identificaciones, vida fantasmática y onírica)”(4)
(p.39-40)
La desorganización progresiva

“Se puede definir la desorganización progresiva como la destrucción de la


organización libidinal de un individuo en un momento dado. Corresponde en
parte al concepto freudiano de “desintricación”, y el calificativo “progresiva”
pone en evidencia que el movimiento retrógrado no es jamás frenado por
ningún sistema regresivo válido. En la mayoría de los casos, la
desorganización culmina en un proceso de somatización” (4) (p.42). Puede
conducir a la destrucción del individuo.

“La desorganización se desenvuelve según un proceso contrario al de la


organización evolutiva. Al mismo tiempo se comprueba una desaparición de la
jerarquía funcional y una dispersión de las funciones anteriormente asociadas”
(4) (p.42)

Las desorganizaciones pueden no ser progresivas. Por ejemplo, pueden


eliminar las organizaciones anteriores, pero quedar ligadas a ellas. Pueden
durar poco tiempo y dejar paso a las reorganizaciones bajo el efecto de los
Instintos de Vida. También pueden ser parciales, localizadas y fugaces.(3)

Con la existencia de una mala organización general de fondo y con un punto de


partida de tipo depresivo esencial, las desorganizaciones toman una marcha
progresiva y de proporciones peligrosas para la vida del sujeto.

4) La economía psicosomática

La teoría de P. Marty se basa en los mismos criterios que la teoría de las


neurosis actuales en los primeros tiempos de la obra de Freud, en que el
enfoque era predominantemente económico y causal.

Las neurosis eran de etiología traumática porque los traumas eran equivalentes
a una acumulación de cantidad, y las neurosis actuales se debían a la libido
acumulada por falta de descarga o descarga inadecuada. (10,11,12 y 15)

Del mismo modo, para Marty la economía psicosomática es el edificio central


de su esquema teórico, y el funcionamiento del preconsciente su eje principal.
Esto es así, porque el preconsciente es concebido como la herramienta
fundamental del aparato mental, para protegerse de la cantidad de excitaciones
y estímulos tanto instintivos como exteriores. La psicosomática es una
economía más que una metapsicología porque el enfoque económico
predomina sobre los otros en la medida en que la semiología pesquisa mas el
destino de la energía de excitación, que el sentido oculto o latente de los
síntomas. Siguiendo a M. De M’Uzan, para la escuela de Marty, el síntoma
somático “es tonto”, y en tanto tal, es él mismo un testimonio del borramiento
de la actividad inconsciente de condensación, desplazamiento y simbolización.

5) El concepto de mentalización

Marty llama mentalización a una dimensión del aparato psíquico (que Marty no
llama aparato psíquico sino aparato mental) que depende de la disponibilidad
de representaciones tanto en calidad como en cantidad.(20)

La cantidad está en relación con la acumulación de “capas” de


representaciones durante las diferentes etapas del desarrollo individual, siendo
las primeras las de la primera infancia y la niñez [por ejemplo, es indicio de una
mala mentalización la de aquellos pacientes en los que rápidamente se accede
a la significación inconsciente del discurso, o que verbalizan abiertamente
fantasías edípicas, sin que podamos encontrar procesos de desplazamiento y
condensación (20)]. Pero una forma mas común de manifestarse, es cuando el
paciente cuenta “hechos” y no los puede asociar con nada. El escaso “espesor”
del preconsciente deja al aparato psíquico muy expuesto a los efectos
desorganizantes del trauma, ya que la excitación no tiene disponibilidad de
asociaciones y de capas para irse drenando (20).

La cualidad del preconsciente reside a la vez en:

1) La disponibilidad de su evocación

2) La posibilidad de ligadura de la representación a otras representaciones de


la misma época o de épocas diferentes

3) La permanencia en el tiempo del funcionamiento 1 y 2

Cuando la mentalización es mala, las representaciones parecen ausentes, y las


palabras reducidas al estado de cosas. Las representaciones, poco sujetas a la
asociación de ideas, tienen el aspecto de meros testimonios de sucesos
registrados

En función de la mentalización, Marty describe las neurosis mentales (son las


clásicas neurosis de transferencia freudianas), las neurosis bien mentalizadas
(con representaciones relativamente holgadas, profundas y dentro del orden
asociativo), las neurosis mal mentalizadas (neurosis de comportamiento y de
carácter) y las neurosis de mentalización incierta.
6) Categorías de estructuras neuróticas

Neurosis mentales

Presentan fijaciones tardías en la evolución individual que descansan sobre


una organización sólida de la segunda fase del estadío anal y que han
organizado una patología mental marcada y activa, cualquiera que sean las
repercusiones exteriores. La organización neurótica “obstaculiza la progresión
contra-evolutiva de las desorganizaciones postraumáticas”(3)(p.94). Los
neuróticos mentales resuelven los traumatismos con mecanismos internos de
elaboración a nivel de la actividad funcional mental y con la producción de
síntomas.

Neurosis de comportamiento (3)

Presentan fijaciones poco sólidas. El funcionamiento de la primera tópica es


inconsistente (¡?). El superyo edípico no está constituido. Expresan su
patología en sus conductas, sean o no relacionales. En estas conductas no
subyace ningún fantasma ni representación reprimida. En estas conductas se
basa su existencia. No pueden mantener una relación con un objeto interno,
recurren a objetos exteriores en forma aleatoria, para mantener el tono vital.
Son frágiles y están expuestos a traumatismos, frente a los cuales no logran
adaptación mental, sino depresión esencial, vida operatoria y desorganización.

Neurosis de carácter (3)

Ocupan un lugar intermedio entre las neurosis mentales y las neurosis de


comportamiento. Se distinguen de las neurosis mentales por la multiplicidad de
las fijaciones y por su relativa fragilidad. La primera tópica funciona de forma
irregular en el tiempo. Pueden funcionar normalmente como los neuróticos
mentales, pero también pueden manifestarse en el orden del comportamiento.
Su gama de expresiones instintivas es muy amplia, pero están lejos de
presentar solidez frente a los traumatismos, dado que las organizaciones
regresivas no están suficientemente aseguradas.

En resumen, independientemente de las estructuras, las desorganizaciones “se


traducen, en primer lugar, en síntomas patológicos mentales con
sintomatología positiva. Cuando estos sistemas patológicos no se pueden
situar o se agotan, sobreviene la depresión esencial y la vida operatoria que
también presentan un aspecto patológico mental, aunque con un diagnóstico
mas sutil ya que, en esencia, la sintomatología consiste en faltas funcionales.
La desorganización continúa, debiéndose enfrentar a la patología somática”(3)
(p.99)

II) CONCEPTOS FREUDIANOS Y TERMINOLOGÍA.

II.1) Las tópicas freudianas y la “reificación” de los conceptos

La concepción del aparato psíquico elaborada por Freud, trascendió el estilo


“localizacionista” predominante en la neurología de su época, al proponer la
existencia del inconsciente y al desarrollar su metapsicología.

La teoría freudiana busca solo analogías y metáforas en la estructura espacial


del sistema nervioso y en otros “aparatos” como por ejemplo el microscopio;
pero como dice Laplanche: “...la comparación que Freud establece entre el
aparato psíquico y un aparato óptico(...) aclara lo que él entiende por lugar
psíquico: los sistemas psíquicos corresponderían a los puntos virtuales del
aparato, situados entre dos lentes, más que a sus piezas materiales.” (17)
(p.455)

Sarbin dice que “la metáfora de una generación, se transforma en el mito de la


siguiente” (21). La reificación sería el proceso por el cual una abstracción es
investida con las cualidades de un objeto concreto impidiendo la evaluación o
determinación objetiva del concepto original (18).

La reificación ocurre cuando el carácter analógico y metafórico se pierden, cosa


que parece ocurrir en el uso que Marty hace de los modelos tópicos del aparato
psíquico. Veamos algunos ejemplos:

"...en las neurosis mentales el funcionamiento de la segunda tópica garantiza el


de la primera" (3)(pag. 82).

"Sin embargo, la mayor parte de las enfermedades somáticas están en relación


con un yo carencial, débil o desorganizado. En estos últimos casos los
psicosomatólogos (....) prestan toda su atención al funcionamiento de la 1ª
organización tópica, considerándola como el engranaje central, deteriorado de
la máquina mental (3)(pag 82).

"..la segunda fase del estadio anal sella la maduración de la primera


organización tópica y abre paso a la organización edípica a la que dará su
consistencia, será mas tarde cuando el super-yo edípico sellará la segunda
tópica"(3) (p.80).

“el buen funcionamiento de la primera tópica es necesario para la progresiva


formación de la 2ª tópica, organización mental de las 3 instancias : ello, yo y
superyó" (3) (p.80).

Contrariamente a lo que sostiene Marty, desde mi perspectiva, las dos tópicas


no son mas que dos modelos, dos formas de explicar el funcionamiento del
aparato psíquico y no dos sistemas que se deben asociar evolutivamente. Lo
único evolutivo que tienen es el pensamiento de Freud, que por distintas
razones evolucionó haciéndole modificar su modelo. Pero los modelos del
aparato psíquico no reflejan dos etapas sucesivas en la evolucion del aparato
psíquico o en la evolución del individuo.

Marty piensa las tópicas siguiendo su principio evolucionista: las tópicas serían
organizaciones funcionales de diferente génesis y valor jerárquico. Se trataría
de dos sistemas que se desarrollan uno después del otro. Por lo tanto, el
primero es mas primitivo que el segundo y está subordinado a él. La segunda
tópica sería de una jerarquía superior a la primera.

Esta forma de pensar es coherente con la manera como Marty se representa el


encadenamiento de representaciones y fijaciones, casi reproduciendo las
características del sistema nervioso. Así es como imagina un “haz central
común” de fijaciones y regresiones, “cadenas evolutivas laterales” y
“dinamismos paralelos”

En algunos pasajes del libro “Los movimientos individuales de vida y de


muerte”, la similitud entre el criterio y el lenguaje de Marty y el criterio y el
lenguaje neurológico es sorprendente: “La regresión mayor constituye, de
alguna forma, la espina dorsal de la organización” , “Desde el ángulo de la
relación humana, y particularmente desde el ángulo terapéutico, el análisis
topográfico de un conjunto regresivo puede permitir, destacando su relatividad,
determinar los sectores sobre los que se puede intervenir, sea cual fuere el
nivel regresivo de las funciones. Este análisis permite evitar los peligros de
intrusiones torpes o salvajes en los sectores funcionales vecinos”(3)

Este último comentario sobre la terapéutica, podría pensarse que es un atisbo


de apreciación de la modularidad del inconsciente, y que propone, con
acertada prudencia, la precisión de las intervenciones. Pero estudiado en el
conjunto de la teoría, podemos observar como la “prudencia” queda al servicio
de la semiología y en detrimento de la interpretación.
Estamos de acuerdo con Marty en las intervenciones terapéuticas dirigidas a
un “sector”, y creemos que esta orientación sigue la línea de las múltiples
formas de intervención, como por ejemplo nos plantea Bleichmar(6). Pero a
diferencia de este último, que propone esta técnica como consecuencia de la
idea de modularidad del inconsciente, en Marty los distintos sectores
parecerían tener una distribución jerárquica, ser “paralelos al preconsciente”
(en vez de inconscientes) y responder a principios evolutivos.

Como la teoría separa tajantemente los somáticos de los neuróticos mentales,


la propuesta de la existencia de “cadenas laterales” y “dinamismos paralelos”
actúa como una prótesis que permite explicar la coexistencia de rasgos de una
neurosis “mental” (anal, por ejemplo) con una enfermedad somática (asma).
Las “cadenas laterales” explican el fenómeno clínico que enfrenta a Marty con
una “incompatibilidad teórica”(3) (p.134).

Él mismo se excusa de utilizar la teoría de los dinamismos paralelos,


considerándola peligrosa, por generar el riesgo de volver “a una concepción
fraccionada” de la existencia del hombre. “La noción de dinamismos
paralelos(...)permite abandonar la teoría evolutiva del hombre, para volver a
una concepción fraccionada de su existencia(...) de la que el dualismo
psicosomático representa el ejemplo principal.” (3) (p.142).

Para diferenciarse de esta “concepción fraccionada” justifica su “monismo” y su


teoría, diciendo que ésta se propone la investigación de la tópica y la dinámica
de estos dinamismos paralelos y sus vínculos con la “cadena central” y dentro
de la economía del sujeto.

Pero cuando el lector espera encontrar la explicación tópica y dinámica de


dichos vínculos, lo que aparece como argumento son descripciones
fenomenológicas, tanto como advertencias de que las lateralidades y
paralelismos son conceptos relativos y provisionales hasta encontrar una mejor
explicación(3) (p143).

II.2) El concepto de mentalización

En la teoría de Marty, el preconsciente sustituye en importancia al inconsciente,


y es considerado el eje central de la economía psicosomática. Para lograr
semejante desplazamiento, la palabra “mental” y el concepto de mentalización
son las bisagras fundamentales.
Progresivamente, Marty sustituye las palabras “psíquico” , “aparato psíquico”
“preconsciente” y “representacion-palabra”, por los términos: “mental, “aparato
mental”, “mentalización” y “representación mental”. Las representaciones de
cosa, para Marty “evocan interiormente realidades vividas, sin gran desfasaje
con relación a las cosas percibidas originalmente, y no admiten gran
movilización mental(¡)

A partir de estas ideas, todo lo que no es procesado por el preconsciente, será


un indicador de mala mentalización, y por lo tanto, de falta de psiquismo,
porque lo psíquico fue homologado a lo mental y lo mental a lo preconsciente.
De este modo, el inconsciente deja de tener importancia, y cualquier intento
mediante construcciones, de reconstruirlo, será entendido como intervención
salvaje o poco precisa semiológicamente. Y el paciente psicosomático, por su
vida operatoria, depresión esencial y mala mentalización, será prácticamente
inanalizable por su carácter deficitario.

Esta concepción tiene su origen en la teoría de las neurosis actuales, en la que


Freud dice que hay una ausencia de elaboración o procesamiento psíquico de
la tensión sexual somática(12). 5

Lo que ocurre es que una cosa es decir que algo no es psíquico y otra cosa es
decir que algo no es elaborado o procesado psíquicamente por el
preconsciente.

Lo preconsciente no agota lo psíquico, que tampoco es sinónimo de lo mental.


Una representación puede no ser preconsciente y tener todo el derecho de ser
considerada psíquica, aunque se manifieste en el cuerpo y lo deje al individuo
perplejo y sin asociaciones.

El concepto de “mentalización” es producto de la concepción del aparato


psíquico dependiendo del preconsciente, y el deslizamiento de lo “psíquico” a lo
“mental”. 6

Dado que la mentalización depende del funcionamiento del preconsciente, todo


lo que no es procesado preconscientemente , va a ser considerado
sintomatología negativa o prueba del carácter deficitario del paciente.

II.3) El preconsciente.

Para entender el concepto de preconsciente, a mi entender hace falta leer una


serie de artículos freudianos que forman el corazón de la metapsicología, pero
a los cuales hay que añadir un “complemento”: el “Complemento
metapsicológico a la teoría de los sueños”(16). Allí Freud diferencia bien lo que
es un resto diurno, un pensamiento onírico latente y un deseo onírico
preconsciente. Si bien solo el último lleva el atributo preconsciente, los tres lo
son. Los restos diurnos son restos de percepciones frescas del día del sueño o
del día anterior. Su carácter de recientes, es el que garantiza que mantengan
todavía algo de la percepción que los originó. Los pensamientos oníricos
latentes, son pensamientos preconscientes, acaecidos también poco antes del
desencadenamiento del sueño.

La articulación de estos dos elementos con las mociones pulsionales


inconscientes es producto del trabajo del sueño, y en este trabajo el
inconsciente cumple un papel fundamental. Es el constructor principal del
edificio del sueño, en el que el preconsciente solo aporta los ladrillos.

“El deseo onírico preconsciente da expresión a la moción inconsciente dentro


del material de los restos diurnos preconscientes.”(16)

Cuando Freud nos aclara que debemos distinguir tajantemente el deseo onírico
preconsciente de los restos diurnos, aporta los elementos para afirmar que en
el sistema preconsciente puede estar activo el proceso primario. Si bien
Laplanche afirma que “El sistema preconsciente se define, en relación con el
sistema inconsciente, por la forma de su energía (energía ligada) y por el
proceso que en él se realiza (proceso secundario)”, luego aclara que “esta
distinción no es absoluta” y que “también los elementos preconscientes pueden
ser regidos por el proceso primario.”(17)

Por otra parte, Marty entiende el preconsciente como sustantivo, restando


importancia a su valor como adjetivo.

En mi opinión, preconsciente no es un sinónimo de proceso secundario, sino


mas bien un atributo del estado (preconsciente) de una representación. Algo
así como el estado “en transito” (valor de adjetivo) de un pasajero que viaja de
un lugar a otro y tiene que hacer una escala y bajar del avión. Que sea en
tránsito no le quita características de sistema (valor de sustantivo) porque los
pasajeros en tránsito no pueden ir a donde se les antoja, dado que hay
censuras de pasaje de un lugar al otro. Y aunque el estado sea temporario, no
por ello deja de tener reservado un lugar, con sus sillas, sus baños, y sobre
todo sus reglas propias.

El deseo onírico preconsciente, “no es preciso que haya estado presente en la


vida de la vigilia, puede mostrar ya ese carácter irracional que todo lo
inconsciente lleva en sí cuando se lo traduce a lo consciente” (16).
Ahora bien: ¿cuál es el destino de este deseo onírico Precc?

El destino es la regresión tópica, formulada por Freud en este caso como un


“miramiento por la figurabilidad que reconduce las representaciones palabra a
las representaciones cosa que le corresponden”(16).

Este proceso regresivo, lejos de generar que al ser tratadas las palabras como
cosas pierdan la posibilidad de “movilización mental”, por el contrario, favorece
que el proceso primario genere condensación y desplazamiento de las
investiduras acabando por formar el contenido manifiesto del sueño.

Marty afirma: “...las representaciones de palabras, al perder sus componentes


afectivos y simbólicos, conservan sólo su valor de representación cosa. El
discurso así reducido remite entonces, él mismo, a la realidad poco movilizable
y poco comunicable de las cosas”.

Al revés de lo que dice Marty, Freud propone: “Sólo cuando las


representaciones-palabra incluidas entre los restos diurnos son restos actuales,
frescos, de percepciones, y no expresión de un pensamiento, reciben el mismo
tratamiento que las representaciones-cosa y son sometidas como tales a las
influencias de la condensación y el desplazamiento”(p277) (16).

Se puede argumentar que Freud se refiere al trabajo del sueño y Marty al


discurso de los pacientes con patología somática pero eso no invalida que en el
texto de Marty están confundidos los conceptos de cosa y representación-cosa,
y están reformuladas, de un modo diferente a Freud, las características del
inconsciente y el preconsciente, entendiéndose con esta reformulación que en
el inconsciente no hay “gran movilización mental”.

Debemos reconocer que el paciente somático está despierto, y en eso se


diferencia con el durmiente, sobre todo en lo que respecta a la distribución de
las investiduras. Freud propone que en el sueño hay una sustracción general
de las investiduras y una inhibición de la motricidad como condición de
posibilidad para que se haga mas permeable la relación entre inconsciente y
preconsciente. Pero entonces, si el resultado en el durmiente es diferente que
en el paciente somático, la clave estaría mucho mas en las defensas que rigen
la distribución de investiduras y la censura entre inconsciente y preconsciente
que en un déficit respecto del “espesor” del Preconsciente.

Para Marty, “El preconsciente, estableciendo una jerarquía de los procesos


perceptivos, mediatiza el impacto de la excitación, ya provenga del interior o del
exterior. La unión de la representaciones palabra y las representaciones de las
cosas, es una de las formas de control, que nos hace insistir en la importancia
de la segunda fase del estadío anal en el desarrollo mental”(p.80)

Esta frase a mi entender es un ejemplo de la reificacion de los modelos: el


concepto de preconsciente pertenece a un nivel lógico totalmente diferente del
concepto de fase anal del desarrollo evolutivo. Es cierto que los pacientes con
fijaciones anales desarrollan un carácter controlador, y el deseo de control
puede extenderse incluso a las palabras. Pero eso no significa que la unión de
una representación palabra con una representación cosa sea una forma de
control anal, ni tampoco prueba que la segunda fase del estadío anal tenga un
rol esencial en la organización psíquica del individuo. Lo tiene, sí, pero al
mismo nivel que la fase oral o cualquier otra.

Por otra parte, si quisiéramos hacer una extensión de las propiedades


erógenas y de control del esfínter anal sobre el resto de las cosas (incluidas las
palabras), eso no hace más que atestiguar que el uso de la palabra “mental” es
inadecuado para referirse a lo psíquico. Por ejemplo, una neurosis obsesiva
para Marty es una neurosis "mental", porque los síntomas son
predominantemente mentales y las defensas también. Sin embargo, la fijación
anal y el carácter y erotismo anal, determinan en muchos casos y acompañan
en otros la presencia de síntomas, a veces funcionales (como una
constipación) y a veces orgánicos (como una inflamación crónica, hemorroides,
fisuras, abscesos, etc.)

Por lo tanto, las “organizaciones” neuróticas en vez de obstaculizar, a veces


corren en paralelo con las manifestaciones somáticas. El paciente tiene
enfermedades y refuerza simultáneamente sus síntomas y defensas
neuróticos, con lo cual el criterio de progresión “contraevolutiva” queda
cuestionado. Y la “reorganización regresiva” 7(que es un concepto de Marty
muy interesante y esclarecedor) no es solo mental. Más bien, como dice
Assoun, la fantasía se reorganiza y encuentra su caldo de cultivo alrededor de
la enfermedad somática (5) (p.94)

Así como en el teatro no se puede inferir la ausencia del apuntador a partir de


su discreción(5), en el “teatro del cuerpo” la fantasía puede ser una especie de
apuntador que se hace actuar a través de los órganos8 (5). Un ejemplo de ello
podría ser el fantasma masoquista, que se evidencia en algunos enfermos
cuando se les anuncia la curación posible o se les brinda esperanza y, en vez
de alegrarse, se resisten. La enfermedad hace las veces de culpa en acto y el
paciente no se siente culpable sino enfermo. Ese “beneficio” es el que le
quitaría la curación: “tener que asumir una culpa subjetivada, y por lo tanto
tener que enfrentarse al deseo efectivo que ella expresa y sanciona” (5).
Volviendo al tema del control, la fase anal y el preconsciente, vemos que Marty
otorga al estadío anal el poder organizador que Freud otorgaba a la
organización genital. Esta jerarquización de lo anal en la teoría de Marty me
parece coherente con la primacía que establece del orden y la organización
como sinónimos de salud o instintos de vida por sobre la desorganización y el
desorden como sinónimos de enfermedad o instintos de muerte.

III) LA SIMBOLIZACIÓN Y EL “PENSAMIENTO OPERATORIO”

En el resumen principal inicial, expuse el concepto de pensamiento operatorio


tomando como base el trabajo homónimo publicado por Marty y M’Uzan
originalmente en la Revue FranÇaise de Psychanalyse, 27,1963 (2). En dicho
trabajo, los autores dan como ejemplo paradigmático del pensamiento
operatorio un caso clínico de cefaleas y otros síntomas (temblor de los
miembros, trastornos de memoria, falta de coordinación de los movimientos)
que aparecen 6 meses después de una herida superficial en el cuero
cabelludo, debida a una descarga de perdigones.

En la viñeta clínica, tomada de la anamnesis, el paciente habla todo el tiempo


de su intento de ponerle un techo aislante a su auto y de las dificultades
debidas a que “las placas aislantes ardían”, se despegaban o recalentaban.

En dos oportunidades el paciente dice:

-“A mi padre, todo le da igual, pero a mí me gusta que quede todo bien
ajustado…”

-“A mi padre todo lo contenta, mientras que a mí me gusta hacer un trabajo


bien acabado”.

Más adelante habla de “las trepidaciones del auto”

Para los autores:

- La palabra no hace más que ilustrar de cerca la acción. No implica


elaboración. No hay lazo con actividad fantasmática en grado apreciable,
aunque aluda a una competencia con el padre. (¡)

- El sujeto permanece a nivel de los actos.

- La palabra está ligada estrictamente a la materialidad de los hechos. La


instrumentalidad de los hechos se pliega a la actualidad.

- Se relatan “trozos de presente”.


- El pensamiento está adaptado a su objetivo y es prácticamente eficaz, pero
es lineal y limitado. No se amplía a realidades de orden afectivo o fantasmático.

- Está en relación inmediata con la sensorio-motricidad.

- No significa la acción: la duplica. La palabra repite lo que la mano ha hecho


trabajando.

- No hay referencia a un objeto interior vivo.

- No tiene alcance simbólico ni valor sublimatorio.

- No es apto para la creación artística ni científica.

- En relación con el investigador las identificaciones se expresan en forma


mimética.

- El otro es considerado idéntico al sujeto.

Tal como lo describen los autores, el paciente manifiesta una serie de ideas
concretas, que giran alrededor del propósito de colocar un techo aislante a su
auto. A partir de este relato, los autores parecen esperar que el paciente
cambie de tema espontáneamente, asocie con otras cosas, o les dé pistas
evidentes de la conexión de estas ideas con una fantasmática inconsciente.

Para ello, por lo menos en la viñeta clínica que exponen, le hacen al paciente
preguntas no demasiado alejadas del tema que trae, y apenas le sugieren una
contradicción en las referencias que el paciente hace a la relación con su
padre. Todo dentro de un marco de la entrevista en el que participan el analista
que interroga y varios asistentes presentes en la misma (1).

Como el paciente sigue hablando de su auto, llegan a las conclusiones


enunciadas mas arriba, y el pensamiento operatorio queda confirmado.

En mi opinión, el ejemplo clínico que traen los autores se puede analizar desde
otro punto de vista completamente diferente:

Primeramente, creo que hay que considerar el hecho somático propiamente


dicho: el paciente está herido en el cuero cabelludo. En segundo lugar, las
características del hecho traumático que produjo la herida : el paciente recibió
una perdigonada. En tercer lugar, las referencias a la relación con el padre, que
lejos de ser una consecuencia más de vínculos “vacíos”, “blancos” o
“desvitalizados”, parecen indicar una situación de conflicto, o al menos de cierto
malestar, que a mi entender podría resultar una pista segura para la
investigación psicoanalítica de este caso. Y por último, el marco de la
entrevista: habría que descartar la influencia que puede tener en un paciente el
ser entrevistado por varias personas simultáneamente(1) (siguiendo el modelo
de enseñanza de los maestros de la medicina clásica y la recorrida de sala de
internación) para que su discurso no se despegue de hechos banales y le
cueste comunicar su intimidad.

Los autores destacan en un par de oportunidades, que el pensamiento


operatorio no tiene relación con la elaboración secundaria de los sueños. Por
ejemplo, afirman que el P.O. “…no retoma símbolos o palabras, no vuelve a
captar una elaboración fantasmática anterior como por ejemplo lo hace el
proceso secundario en la elaboración secundaria del sueño” (p.18)(4).

Sin embargo, en la interpretación de los sueños, Freud nos enseña que la


elaboración secundaria se ocupa de establecer nexos y armar un sistema que
le dé sentido y lógica al sueño manifiesto porque dicho sentido va a servir a la
censura para disimular el sentido oculto. Esto quiere decir que la forma como la
elaboración secundaria “capta” (yo diría oculta mas que capta) la elaboración
fantasmática anterior apunta mas bien a darle un sentido lógico y, si es posible,
concreto, para disimular su contenido latente. ¿No sucederá con el
pensamiento operatorio algo similar? Para deshacer el efecto de la censura,
nunca hay que interpretar un sueño solo por su contenido manifiesto, sino que
hay que hallar el contenido latente. Para ello, es necesario indagar no solo las
asociaciones espontáneas del paciente con el contenido manifiesto sino
también tratar de conocer los sucesos previos, a veces del día anterior, porque
de allí obtendremos los restos diurnos, especie de “ladrillos” con los que el
edificio del sueño se construyó.

La forma como el trabajo del sueño “amasa” o “elabora” los restos diurnos es
muy interesante y útil para poder aproximarnos al paciente con patología
somática. Sabemos que los restos diurnos son a veces palabras o frases
sueltas, o restos de percepciones “frescas”, recientes, de nuestra experiencia
con las cosas, que son escogidos por el sueño justamente porque al ser restos
perceptivos le sirven al sueño en lo que respecta a su “miramiento por la
figurabilidad”.

Este miramiento por la figurabilidad es típico en los pacientes somáticos, y la


mismas enfermedades somáticas son un material muy apto para ello, porque
sus características concretas son aptas para darle forma al dolor y a la
angustia, o para hacer mas real el sufrimiento, el masoquismo, y hasta ciertas
ideas. Freud hace referencia a este tema cuando dice que una enfermedad
somática puede satisfacer la necesidad de padecer, que es una poderosa
resistencia del superyó, expresión del sentimiento inconsciente de culpa.

Es así como volviendo al caso que nos traen los autores, podemos pensar que
la idea “concreta” de colocarle un techo aislante a su auto, se presta para
hablar indirectamente de las heridas de su cuero cabelludo. La similitud con un
proceso que no termina de cicatrizar es notable: “arde”, se recalienta, se
desprenden las capas, etc.

Hasta es probable que las trepidaciones del auto a las que alude el paciente,
tengan relación con las del arma que lo hirió. ¿Habrá sido el padre quien
disparó? Nada agregan los autores acerca del suceso.

¿Historia clínica “blanca”? 9

En mi opinión, a través de su discurso y sus actos relacionados con el techo


aislante que le quiere colocar a su auto, el paciente está tratando de elaborar lo
que le ocurrió: aunque las heridas hayan sido superficiales, una perdigonada le
puede costar a uno la vida. Es natural, luego de un suceso así, quedarse
temblando (recordemos que el temblor era uno de los síntomas que padecía el
paciente.)

Por lo tanto, la “adherencia a la materialidad de los hechos no es a la


materialidad del techo aislante del auto, sino a la materialidad de una impresión
traumática producto de un accidente que le pudo haber costado al paciente la
vida, y respecto del cual siente que al padre le da igual, le da lo mismo.

Pensando así, no sería correcto decir que dicho pensamiento no tiene alcance
simbólico ni valor sublimatorio, o que no implica una suerte de elaboración.
Aunque – cabe aclararlo – no se trata de una elaboración demasiado acabada.

La adherencia a la materialidad de los hechos es observable, tal como la


describen los autores. Pero a mi entender no implica una duplicación de la
realidad carente de sentido oculto. Mas bien el exceso de sentido concreto,
sirve a los fines de una defensa.

La dificultad metonímico-metafórica, la “soldadura” (quizás transitoria) entre


significado y significante ocurre luego de una elaboración previa, limitada, que
permitió el desplazamiento, aunque sea por única vez y dejando una fijación,
de la representación “cuero cabelludo” a la representación “techo del auto”
Demás está decir, por otra parte, que fantasías y conflictos inconscientes
determinan en todos nosotros que súbita e inexplicablemente se nos ocurra
hacer reformas en la casa, mudarnos, cambiar el auto, hacer arreglos de todo
tipo ( a veces corporales), etc. Y cuando nos sumergimos en estos propósitos
instrumentales, se nos ocurre ver el mundo entero bajo la óptica del
instrumento que tenemos al alcance de la mano. Recuerdo el caso de una
mujer que insistía con la idea que un arquitecto le había arruinado la casa
porque ella le pidió integrar al living el dormitorio del hijo y lo había hecho mal.
Todo su discurso giraba alrededor de ello y no parecía relacionarlo con nada.
Recién luego de una entrevista con el marido, se reveló que el hijo se había
marchado de la casa porque se había ido a vivir con una mujer. A posteriori de
ello, la paciente tuvo hemorragias a raíz de un fibroma uterino, y un cirujano (el
“arquitecto”!) le realizó una histerectomía sin advertirle previamente.

En el discurso operatorio de la paciente hay contenidos dos desplazamientos


de índole heterogénea: luego de la pérdida del hijo, se hace evidente una
patología (que probablemente existiera de antes) uterina que requiere su
extirpación ( primer desplazamiento: alejamiento del hijo-----> pérdida del
útero). Y luego, frente a la modificación de su cuerpo, aparece la preocupación
por la modificación irreversible de la casa, de la que acusa a un arquitecto.
(segundo desplazamiento: hijo-útero------> casa) El resultado: un discurso
concreto, lleno de detalles acerca del metraje de la casa, las paredes de las
habitaciones, la circulación entre ambientes, y todas las consecuencias
nefastas de la modificación estructural del hogar.

El psicoanálisis de niños muestra muchas veces que el juego con objetos


(autitos, casas, muñecos) y la preocupación del niño por repararlos, destruirlos,
modificarlos, etc., no es mas que el producto de un desplazamiento simbólico
de lo que está ocurriendo en su familia, en su cuerpo o en su hogar.

IV) COMENTARIOS DE OTROS AUTORES RELEVANTES EN EL CAMPO


DE LA PSICOSOMÁTICA, QUE HAN TENIDO INTERCAMBIO CIENTÍFICO O
HAN PARTICIPADO EN LA ESCUELA DE PARIS.

Las referencias de Christophe Dejours, en su libro “Investigaciones


psicoanalíticas sobre el cuerpo”(8) son tan elocuentes, y están en algunos
aspectos tan a tono con lo que pienso, que decidí reproducirlas textualmente, a
pesar de que ello implica una cita demasiado larga.

“Es conocida la formula enunciada por M. de M’Uzan: “El síntoma somático es


tonto.” Aunque el autor haya desconocido esta afirmación (que en su momento
abrió un campo teórico fundamental) y que la mayoría de los psicosomatólogos
lo hayan seguido en esta vía, nunca se ha podido mostrar concretamente de
que manera el síntoma somático podría ser “inteligente”. De manera que se
puede considerar que, veinticinco años después de su principal obra,
continuamos actuando como si el síntoma somático fuera tonto. A menos que
consideremos que seamos nosotros, los psicoanalistas, los que seamos
demasiado tontos para comprender la significación inconsciente que se oculta
en la somatización.

En esta perspectiva de evaluación, con la distancia de los años, de la


concepción psicosomática de la Escuela de París, ahora es inevitable revisar
una de las piedras angulares del edificio teórico: a saber, la incompatibilidad
que se ha vuelto clásica entre psicosis y neurosis por un lado, y somatización,
por el otro. No se resuelve completamente la dificultad incluso si, para resistir a
los contraejemplos, se añade, como lo hace Marty, al diagnostico de neurosis y
de psicosis, el calificativo de “bien organizada”: en primer lugar porque no se
puede negar que somatizan neuróticos auténticos y psicóticos. Como ejemplo,
citaré ¡al mismo Freud, quien padeció durante quince años de un cáncer del
cual murió, a pesar de la calidad de su funcionamiento mental! En segundo
lugar, por que si se puede precisar lo que es una neurosis mental bien
organizada, no se sabe que es una psicosis bien organizada. Si se quiere
defender esta concepción con mucha firmeza, uno se condena paulatinamente
a no encontrar ya a pacientes que merezcan el diagnostico de neurosis o de
psicosis en sentido estricto.

Correlativamente a esta concepción de los defectos del funcionamiento mental


de los enfermos que somatizan, sobre su incapacidad de ligar la excitación, se
concede necesariamente un sitio muy importante al traumatismo. Mas allá del
interés de esta referencia teórica, se ve que se perfila otro peligro que consiste
en invocar el traumatismo, y encontrarlo, cueste lo que cueste, en cualquier
somatización.

Ahora bien, no se puede refutar el hecho de que se invoque el traumatismo. Su


inconveniente es la excesiva facilidad de su uso…”(8).

“En la misma perspectiva, es bien conocido el interés del sacudimiento


epistemológico fundamental efectuado por la Escuela de París, frente a la
cuestión de la significación de la somatización. Allí donde afirmaban numerosos
autores que hay sentido, los psicomatólogos respondían que, precisamente,
hay mas bien falta de sentido. Al hacerlo, el punto de vista dinámico, conflictual,
cede su lugar al punto de vista económico. Puesto que no hay significación
discernible en el síntoma, es preciso conformarse con identificar en el paciente
los desplazamientos de equilibrio y las modificaciones económicas. Se sabe
también que esta concepción condujo a la elaboración, en materia de terapia,
de una técnica especifica que supone adecuaciones considerables en relación
con la técnica de cura clásica.
El hecho de que el síntoma somático incita más bien a señalar una falta de
sentido que a buscar una interpretación homogénea al desciframiento de una
conversión, por ejemplo, es una opinión que se defiende. Pero no debería ser
dogmática y esto debería más bien sugerir que, si el síntoma somático no se
descifra como el síntoma neurótico, a la cual nosotros nos adherimos
totalmente, eso no implica que la somatización carezca de sentido sino más
bien que es preciso buscarlo en otro sitio que en la sexualidad psíquica, el
conflicto edipico o la culpabilidad neurótica. Hay que buscarlo en otro registro,
recurriendo a otro método interpretativo. Renunciar definitivamente a buscar
una significación en la somatización sería equivalente a abandonar la
interrogación del sujeto del inconsciente y, al mismo tiempo, a desertar del
campo del psicoanálisis, entrando en el de la psicosomática”( 8 ).

Dejours cuenta dos casos clínicos: en uno, utiliza la técnica que Marty ha
llamado “paraexcitación” y que consiste en que el analista supla una función
faltante en el paciente, que le permite atajar, amortiguar o frenar el exceso de
estímulos. En cierto modo, es una técnica opuesta a la del psicoanálisis dado
que no pretende analizar nada, bajo el pretexto que cualquier intento de
hacerlo inundaría al paciente de excitaciones frente a las cuales se halla
inerme, pudiendo desencadenar una desorganización progresiva. En el otro
paciente utiliza una técnica que él mismo llama de “afrontamiento”, y postula la
existencia en los pacientes de una violencia arcaica que se expresa en el trato
cotidiano. “...La técnica del afrontamiento se opone a la técnica de la
paraexcitación en la medida en que es exigencia de verdad.” (8).

La posición de Dejours dista mucho de la que considera que la relación con el


analista es blanca, como efecto de un déficit de mentalización. Y su técnica del
afrontamiento, en su exigencia de verdad, aún a riesgo de ser considerada
psicoanálisis salvaje, por lo menos no rotula al paciente como deficitario,
defendiéndose así de tener que analisarlo.

En su libro Los movimientos individuales de vida y de muerte” Marty dice: “los


psicoanalistas jóvenes, preocupados insuficientemente por la psicosomática,
tienden con regularidad (con derecho, según su experiencia), a ocupar las
lagunas funcionales del paciente, atribuyéndole la utilización de múltiples
mecanismos (mecanismos de represión, por ejemplo) o interpretando el
conjunto de su carencia como una importante defensa del Yo. Esta actitud es
muy frecuente en psicoanalistas jóvenes que, cuando asisten a las
investigaciones de un psicosomatólogo, descuidan los grandes vacíos
funcionales, valorando solo en la discusión las manifestaciones del
inconsciente del sujeto. Estas manifestaciones, a menudo afectivas, no
provienen casi nunca de un inconsciente rico en elementos reprimidos, como
se suele creer. En estos casos, regularmente encargamos una terapéutica
personal con uno de estos pacientes descritos, con las dificultades que suscita
la relación dada la inexistencia de una vida fantasmática en el enfermo, para
que el terapeuta joven, anteriormente reticente, acceda a la evidencia de la
falta. En general suelen sobrevenir amargas decepciones y un gran
desaliento.”(3) (p.170)

No fue esta la experiencia presentada en un trabajo en el XI pre-congreso de


IPSO en el que a la autora le había sido derivada una mujer española exilada
en Francia que había sido catalogada de “mala mentalización” y que resultó
muy aburrida, banal, reticente y desafectivizada. Hasta que llegó la Navidad, y
a raíz del relato de la paciente sobre la construcción de un pesebre, la
terapeuta encontró un “terreno de interés compartido”que favoreció a la
paciente la posibilidad de hablar con gran entusiasmo y confianza y, a través
de el discurso sobre el pesebre, a expresar sus fantasías pregenitales y dar
rienda suelta a su imaginación. La autora, que consideró inicialmente un
preconsciente deficitario, culmina diciendo que más bien se trataba de un
preconsciente “herrumbrado” al que había que desoxidar. (7)

La otra autora que sostiene una postura diferente a la de la Escuela de París,


pero habiendo en una época compartido las mismas ideas es Joyce Mc
Dougall. En su libro “Teatros del cuerpo” (19) dice haber hallado analizados
“poco afectados por lo que se llama alexitimia y pensamiento operatorio, que
perdieron sus síntomas relativamente pronto en el transcurso de un largo
análisis”. Las somatizaciones son consideradas como defensas contra
fantasías arcaicas basadas más en el miedo a perder una identidad subjetiva
que una angustia ligada a las pulsiones y a la identidad sexual.(19)

V) OBSERVACIONES GENERALES

Si bien estoy de acuerdo en la observación de algunas fallas o déficits


funcionales (siempre y cuando se consideren relativos y no absolutos o focales
y no generales), lo que no comparto es la idea que la enfermedad somática se
acompaña de sintomatología negativa10. Por el contrario, muchas veces la
sintomatología positiva se incrementa, y el enfermo se pone más neurótico, o
más caracteropático, mas defensivo, y mas fantasmático (como por ejemplo
cuando piensa que su enfermedad es un castigo, o cuando teme la muerte
porque interpreta su enfermedad como un anuncio o una prueba de sufrir igual
destino que sus padres). Aunque estas fantasías sean conscientes no dejan de
tener raíces inconscientes.
La concepción del aparato psíquico dependiendo del preconsciente, y el
deslizamiento de lo “psíquico” a lo “mental”, más que resolver la disociación
psicosomática la ahonda, como se observa en la separación tajante entre
“somáticos” y neuróticos, y entre lo somático y lo mental: “Aún analizando
desde el principio y de la misma forma las funciones somáticas y las funciones
mentales, se descubriría que las funciones mentales se separan claramente de
las otras a causa del papel privilegiado que desempeñan en la economía
humana” (4) (p.77)

En general, todos quienes trabajamos con pacientes somáticos encontramos


fallas sintácticas o semánticas en el discurso de los pacientes, dificultades de
simbolización del cuerpo, del espacio y del tiempo y problemas para canalizar o
derivar por asociación las excitaciones pulsionales. En algunos casos (no en
todos) también enfrentamos una banalidad exasperante en el contenido del
discurso y una pobreza de asociaciones. Pero, el problema reside en cómo
interpretamos teóricamente esos hallazgos y con qué técnica encaramos el
tratamiento de los pacientes.

Una primera discusión se plantea si lo que enfrentamos es la consecuencia de


un déficit o una defensa. Otro tema también importante es si son hallazgos que
dan una categoría nosológica estructural (el paciente psicosomático, la
estructura psicosomática) o si se trata de síntomas o modos de funcionamiento.

El otro tema es que la teoría tiene que poder explicar satisfactoriamente y sin
contradicciones la coexistencia de estos fenómenos con producciones
artísticas y capacidades intelectuales en los pacientes que incluso a veces
superan a las del terapeuta o investigador. O por ejemplo, la alta frecuencia de
somatizaciones y enfermedades conocidas como psicosomáticas en los
mismos analistas. Marty intenta dar un lugar a estos fenómenos en su teoría
con el desarrollo del “Haz central común”, los “dinamismos paralelos” y las
“cadenas laterales”

En lo que respecta al valor nosográfico, Marty propone una clasificación


psicosomática y dice que dicha clasificación debe ser concisa (delimitar la
personalidad del enfermo) pero “debe tener un espíritu dinámico “ (para evitar
fijar al sujeto en la descripción de un momento único de su vida y evaluarlo en
varias oportunidades en el curso de su evolución) y debe adaptarse
“descomponer un rótulo simplista y agregar nuevos rótulos”(3)(p.78)

En mi opinión, a pesar que el intento es válido, el resultado es contradictorio.


Su afán de “rotular” y ser conciso lo lleva a definir nosográficamente a los
enfermos (neurosis mentales, de carácter y de comportamiento) pero su deseo
de ser dinámico y adaptable, lo lleva a relativizar su propia nosografía
proponiendo ya sea “mentalizaciones inciertas”, “dinamismos paralelos” y
fenómenos de sublimación, psicosis y perversión aunque “sin importancia
estructural” (lo cual es un recurso similar al que mencionaba Dejours, respecto
de las psicosis “bien organizadas”).

Su mismo esquema de organizaciones articuladas jerárquicamente y montadas


unas sobre otras a medida que avanza la evolución del individuo no coincide
con la necesidad de evaluar al individuo "en un momento determinado". El
análisis en cada momento no intenta postular modos de funcionamiento
simultáneos sino, mas bien, cómo se organizó o desorganizó
contraevolutivamente el modo estructural central.

¿No hay una contradicción en decir que una organización es desorganizada?


Si una organización puede desorganizarse y reorganizarse tantas veces, ¿no
será que la organización no existe mas que como ideal? Quizás lo que ocurre
es que el objeto de estudio es mas complejo que lo que la descripción pretende
cuando lo organiza bajo un rótulo.

Se entiende que los traumatismos pueden iniciar regresiones o movimientos


contraevolutivos. Por ejemplo, pueden desencadenar una desorganización
progresiva. Y también se entiende que la neurosis mentales son menos
propensas a desorganizaciones que las otras. Pero en definitiva, si los
funcionamientos mentales son tan dinámicos, los “rótulos” están fuera de lugar.

El problema se repite en los ítems del cuestionario de investigación, como por


ejemplo los siguientes:

A) La estructura fundamental [que equivale al haz central común]

B) Las particularidades habituales

C) Las características actuales

Si la estructura es "la parte basal, inamovible en la edad adulta, de la


organización psicosomática" y la estructura se define por su organización y la
organización es casi sinónimo de la organización mental o la mentalización, no
se ve cuánto puede cambiar semejante estructura organizada en cada
momento actual o cuál puede ser el valor del momento dinámico evolutivo en
que el sujeto se encuentra encaminado cuando lo vemos.

Es evidente que Marty quiere proponer un esquema dinámico, y allí se acerca a


una concepción modular del psiquismo. Por ello, llega a firmar que la
nosografía económica no coincide necesariamente con la nosografía médica ni
con la psicopatológica. Esto explicaría porqué en las neurosis “mentales”, a
pesar del “buen funcionamiento de ambas tópicas” y del haz central común,
podría haber somatizaciones. Pero luego, entra de lleno en una concepción
homogénea, cuando establece leyes de funcionamiento mental diferentes para
los neuróticos y para los “somáticos”

La idea tan fructífera y comprobable en la clínica de que una enfermedad


puede adquirir un valor objetal, llenar un vacío objetal y ser investida
afectivamente, tal como lo reconoce Marty en la p.92 de “Los movimientos
individuales de vida y de muerte”(3) es contradictoria con la idea de falta de
afectividad, vida operatoria, depresión esencial y carencia de simbolización,
que impregna toda su obra.

Recordemos que en el “proyecto de una psicología para neurólogos”(9) Freud


define a la simbolización como el simple proceso de sustitución de una
representación por otra. Es cierto que una enfermedad es de un orden óntico
distinto que una representación, pero también es cierto que, como todo dato del
exterior susceptible de percepción, las enfermedades son nombradas, los
órganos también, e inmediatamente entran, independientemente de su realidad
biológica, en el mundo imaginario y representacional del sujeto.

En mi opinión, cuando la enfermedad adquiere valor objetal y es investida


afectivamente, aunque se trate de una simbolización “protésica” y aún teniendo
en cuenta que esto ocurre más frecuentemente cuando más narcisista es el
paciente, igualmente se trata de una simbolización.

VI) DISCUSIÓN DE UN CASO CLÍNICO

Para culminar, abordaremos el caso clínico con el que Marty intenta ilustrar y
discutir sus conceptos en su obra “Los movimientos individuales de vida y de
muerte”(3). Se trata de una mujer con dolores abdominales que está gran parte
del día postrada en la cama y que tiene un hijo pequeño cuya crianza delega
en su hermana gemela o en la seguridad social sin manifestar ninguna culpa.
La falta de culpa es interpretada como un indicador, entre otros, de mala
mentalización.

Se evidencia en la entrevista que la paciente tiene un severo trastorno de


identidad, relaciones simbióticas (por ejemplo con la hermana) y una
personalidad de tipo narcisista. Pero que tenga un severo trastorno de
identidad, no significa que no le funcione el preconsciente, o que no sea capaz
de manifestar afectividad. De hecho, lo hace hacia su hermana.
Su discurso está lleno de indicadores interpretables de una historia pasada y
presente en relación con su hermana gemela: por ejemplo, contesta en plural, o
utiliza mucho las expresiones “es mutuo”, “es recíproco”, expresiones que no
se puede dejar de escuchar, especialmente en una gemela.

Quizás no sienta culpa en relación a la carencia afectiva de su hijo pequeño


porque verdaderamente ella piensa que no es asunto suyo, porque su Yo-
madre no existe. Para ella, la crianza de su hijo es asunto de los otros. Sin
embargo, en un momento de la entrevista revela – al decir: “lo quisiera para mí
sola” – que hay un deseo reprimido de haber tenido al menos algo no
compartido con su hermana gemela. Finalmente, la paciente, que a todas luces
abandona a su hijo, no siente culpa por ello, porque su hermana es un doble
narcisista y para ella es la que se tiene que ocupar.

Claramente se ve en la entrevista que aunque el superyó edípico “no


funciona”(3), funciona el superyó maternal; la madre le decía: -“déjalo, (…)
estás enferma, te vas a poner peor”. Esa voz del superyó está fuertemente
presente en la conducta de la enferma. Parecería como si Marty sacara
conclusiones de una psicología de la conciencia: si el paciente no contesta,
todas las inferencias no sirven. Solo son conclusiones de los investigadores
jóvenes.

En mi opinión el punto de discusión sería cómo elaborar una técnica para que
la capacidad de construcción fantasmática, que otro analista aplicaría a este
caso, le pueda servir a la paciente. Desde un comienzo, en “Estudios sobre la
histeria: Psicoterapia de la histeria”(14) Freud nos advertía que el paciente solo
puede hacer consciente lo que está mas cerca de su conciencia, y que de nada
serviría abordar de manera directa el “nódulo patógeno” por mas que lo
tengamos a la vista.

Pero estas indicaciones técnicas, que tenemos que respetar, surgen mucho
más de la atención flotante, la transferencia-contratransferencia y la escucha
que de la semiología. En este caso, la semiología obtura continuamente la
posibilidad interpretativa del investigador. Por ejemplo, para ver si los dolores
estomacales de la enferma son una conversión se le pregunta, inocentemente:
¿qué cree usted que tiene en el vientre? Y a pesar que la paciente contesta:
”una fibra, una ligadura, algo” , y lo dice señalándose el ombligo, el investigador
concluye que “el fantasma fracasa” 11. Luego, para precisar la concepción que
tiene la enferma sobre la analidad planteada por ella, el entrevistador le
pregunta: ¿Cómo está desde el punto de vista intestinal?, considerando que
este tipo de intervención es una “petición de elaboración”.
Lo que Marty llama ausencia de conflicto en esta paciente no toma en cuenta el
conflicto que quizás no sea entre el inconsciente y la conciencia sino dentro de
distintos sistemas motivacionales( 6) (por ejemplo, la hetero y la
autoconservación, tal como se deduce de la advertencia de la madre: -“déjalo,
(…) estás enferma, te vas a poner peor”.

VII) PALABRAS FINALES

Quizás este trabajo haya sido demasiado crítico y la teoría de Pierre Marty no
lo merezca. En general, los clínicos y teóricos que han generado escuela, se
caracterizan por un inmenso trabajo y productividad, que debe ser seguido con
atención. No obstante, el respeto por los libros y las teorías, incluye el análisis
minucioso: no son los dogmáticos y los repetidores los que mayor homenaje le
hacen a los grandes autores.

Leyendo con atención los escritos de Marty, habiéndole conocido


personalmente, y habiéndole visto trabajar en algunos videos que presentó en
Buenos Aires, mi opinión es que sus libros no reflejan del todo sus aptitudes
clínicas.

También, habría que destacar la riqueza de los problemas que se formula y la


guía de orientación que suministra sobre qué preguntar a los pacientes.

Pero, a mi modo de ver, se pueden cuestionar la técnica de entrevistar al


paciente acompañado de un grupo de

muchos asistentes y también algunos modelos teóricos que plantea.

Su teoría es compleja, y se diferencia bien de la de aquellos “repetidores” que


sin haberlo estudiado en demasía, se limitan a hablar del “pensamiento
operatorio del paciente psicosomático”, al estilo como muchos analistas fuera
de este campo hablan de “la” psicosis como si el caso Schreber lo explicara
todo.

Su descripción de las neurosis de comportamiento se puede comprobar y


corroborar cuantas veces uno tenga la oportunidad de tratar ese tipo de
pacientes, que se ven a menudo en los consultorios médicos. Pero el tema de
discusión es cómo tratarlos, y cómo concebir la relación entre su psicopatología
y sus enfermedades somáticas.

Y por último, y quizás el principal tema de divergencia, sería la relación del


psicoanálisis con la psicosomática, dado que ésta podría encontrar
perfectamente su rumbo de desarrollo, modificando la técnica, pero sin
necesidad de tener que alejarse tanto de sus fuentes teóricas originales.

Notas del autor:

1.Esto se contradice con la infinidad de casos en los que la salud física está deteriorada y el
paciente sueña y fantasea como cualquier neurótico.

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2.Este tipo de afirmaciones son las que llevaron a algunos de los seguidores de Marty – es
necesario aclarar que no a todos - a un reduccionismo clínico y teórico que lleva a explicar
todas las dificultades clínicas y terapéuticas que plantea el paciente somático, con el recurso
del “pensamiento operatorio”.

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3.Con lo cual, la teoría va abandonando progresivamente el enfoque interpretativo y se va


adentrando en el estilo fenomeno lógico.

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4.Si la depresión esencial se acompaña – o precede – a las enfermedades somáticas, mal se


puede hablar de la indudable desaparición de los sentimientos inconscientes de culpabilidad,
cuando Freud explica que estos se exteriorizan por la necesidad de padecer, que llegado el
caso puede satisfacerse con una enfermedad somática.

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5.En el mismo artículo, Freud describe un mecanismo, muy interesante para el campo
psicosomático, que denomina entfremdung (enajenación psicosomática), y que nos hace
pensar mas en defensas del tipo de la desmentida, y efectos como la escisión subjetiva, que en
déficits “mentales” (12).

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6.Desde una orientación completamente distinta, Winnicott considera que la mente es una falsa
entidad, y que se desarrolla a expensas de la psique cuando falla el ambiente suficientemente
bueno que el psique-soma inicial precisa para la continuidad de su ser.
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7.La idea de reorganización regresiva significa que el detenimiento en un punto de fijación


regresivo, o la activación de éste, le permite al paciente reorganizarse alrededor del mismo, e
impedir así la desorganización progresiva.

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8.El tema de la relación entre las fantasías y los órganos merece un desarrollo aparte que debe
incluir un nuevo análisis del concepto de conversión y sus diferencias y semejanzas con la
enfermedad somática. Tal desarrollo prevendría de interpretaciones “a la Groddeck” por un
lado, tanto como del abandono de la intervención psicoanalítica, por el otro. Dicho desarrollo
excede las posibilidades de este trabajo.

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9.Quizás Marty y M’Uzan no merezcan semejante crítica, teniendo en cuenta la riqueza de su


experiencia, y la rigurosidad de sus descripciones. Pero he tenido oportunidad de trabajar en
hospitales en donde el énfasis puesto en la semiología, la preocupación por el diagnóstico para
fines estadísticos, la prevención de eventuales acciones judiciales, y la forma “operatoria” de
leer y seguir a Marty, llevaban a la confección de historias clínicas que desde un punto de vista
psicoanalítico bien podríamos calificar de vacias o blancas, en la medida en que estaban llenas
de datos debidamente cumplimentados, pero no tenían a veces ni siquiera indicios de lo que al
paciente le pasaba en la vida, desde el punto de vista de sus conflictos inconscientes, o su
sexualidad infantil.

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10.Se utiliza el término “sintomatología negativa” no en el sentido de un juicio de valor, sino


para referirse a la falta de síntomas neuróticos, o de expresión de emociones, sueños y
fantasías.

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11.Como si no existiera, en el cuerpo imaginario de la paciente, una ligadura-cordón umbilical


con su hermana gemela o con su madre, que parte del ombligo. A veces, las interpretaciones
que otrora se hacían “al por mayor” resultan ser profundas verdades en pacientes vírgenes de
análisis.

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BIBLIOGRAFIA

1) Marty, Pierre; M’Uzan, Michel de y David, Christian: “La investigación psicosomática” (Ed.
Luis Miracle, Barcelona,1967. Título original: L’Investigation psychosomatique. Presses
Universitaires de France, 1963).

2) Marty, Pierre ; M’Uzan, Michel de: “El pensamiento operatorio” Revista de Psicoanálisis, XL,
4, 1983. (Título original: La pensée opératoire. Revue franÇaise de Psychanalyse, Vol27,
número especial, 1963, pp 345-356).

3) Marty, Pierre: “Los movimientos individuales de vida y de muerte”(Ed. Toray, S.A.


Barcelona,1984. Título original: Les Mouvements individuels de vie et de mort. Essai
d’economie Psychosomatique. Ed. Payot, París, 1976).

4) Marty, Pierre: “La psicosomática del adulto” (Ed. Amorrortu, 1992. Versión original en
francés, La psychosomatique de l’adulte, Presses Universitaires de France,1990).

5) Assoun, Paul Laurent: Lecciones psicoanalíticas sobre cuerpo y síntoma. Ed. Nueva Visión,
1998.

6) Bleichmar, Hugo: Avances en psicoterapia psicoanalítica. Hacia una técnica de


intervenciones específicas. Ed. Paidos,1997.

7) Castellano-Maury Eloísa : “Quelques reflexions sur la practique avec des malades


somatiques et/on exiles à l’Institut de Psychosomatique de Paris”. (pp.110-116) XI Pre
Congreso de IPSO (1991).

8) Dejours, Christophe: Investigaciones psicoanalíticas sobre el cuerpo. .Siglo XXI Ed. 1992.
Original en Francés, Recherches psychanalytiques sur le corps, Payot, París, 1989.

9) Freud, Sigmund (1895): " Proyecto de una psicología para neurólogos". En O.C. Tomo I,
Editorial Amorrortu.

10) Freud, Sigmund (1895): “A propósito de las criticas a la -neurosis de angustia”-. En Obras
Completas, Tomo 3: pp. 117. Editorial Amorrortu.

11) Freud, Sigmund (1898) La sexualidad en la etiología de las neurosis. En Obras Completas,
Tomo 3: pp. 251. Editorial Amorrortu.
12) Freud, Sigmund (1895): " Sobre la justificación de separar de la neurastenia un
determinado síndrome en calidad de neurosis de angustia". Ibid. T.3.

13) Freud, Sigmund (1900): " La interpretación de los sueños" Ibid. T.4 y 5.

14) “ (1895): " Estudios sobre la histeria". Psicoterapia de la histeria.Ibid T2

15) “ (1912): "Contribuciones para un debate sobre el onanismo". Ibid, T.12

16) “ ( 1917 [ 1915] ) :“Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños”. En Obras


Completas. Tomo 14: pp. 215. Editorial Amorrortu. Bs As. , 1980.

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18) Lesser, Ira M., and Lesser, Bobbie: “Alexithymia: Examining the development of a
Psychological Concept” Am. J. Psychiatry 140:10, october 1983.

19) Mc Dougall, Joyce: " Teatros del cuerpo". Ed. Julián Yebenes.Madrid 1991.

20) Mitrani, Carina: “La escuela psicosomática de París”. Cuadernos del CEPA, 1992.

21) Sarbin, TR: “Anxiety: reification of a metaphor” Arch. Gen Psychiatry 10:630-638, 1964

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