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Van der Leeuw, S. E. y McGlade, J. (eds.), Archaeology: Time, Process and Structural Transformations, Londres, Routledge, 1997. Lecturas adicionales Gell-Mann, M., The Quark and the Jaguar: Adventures in the Simple and the Complex, Nueva York, W. H. Freeman, 1994 [ed. cast.: El quark y el ja- guar: aventuras en lo simple y lo complejo, trad. Ambrosio Garefa y Ro- mualdo Pastor, Barcelona, Tusquets, 1995]. Kauffman, S., The Origins of Order: Self Organization and Selection in Evo- lution, Oxford, Oxford University Press, 1993. —, At Home in the Universe: The Serch for the Laws of Self-Organization and Complexity, Oxford, Oxford University Press, 1995. Renfrew, C. y Cooke, K. L. (eds.), Transformations: Mathematical Approaches to Culture Change, Nueva York, Academic Press, 1979. Renfrew, C.; Rowlands, M. J., y Seagraves, B. A. (eds.), Theory and Expla- nation in Archaeology, tercera parte, Nueva York, Academic Press, 1982. Van der Leeuw, S. E. (ed.), The Archaeomedes Projecct — Understanding the Natural and Anthropogenic Causes of Land Degradation and Desertifi- cation in the Mediterranean, Luxemburgo, Office for Official Publica- tions of the European Union, 1998. SANDER E. VAN Der LEEUW procesos posdeposicionales Los arqueGlogos investigan el pasado mediante el estudio de los restos conservados hasta el presente. Sin embargo, estos restos mate- riales no han llegado inalterados hasta nosotros. De hecho, prdactica- mente todos los «objetos» estudiados por el arquedlogo —artefactos, restos animales y vegetales y espacios arquitecténicos— han sufrido una alteracin significativa por los procesos posdeposicionales (tam- bién conocidos como procesos de formacién de «yacimientos»). Este concepto abarca todos los procesos quimicos, mecdnicos o de com- Pportamiento que han modificado un objeto desde el momento de fa- bricacién y uso hasta que sus restos son recuperados y analizados. Es- tos procesos posdeposicionales pueden servir para modificar o borrar importantes evidencias de la actividad humana en el pasado. Algunos procesos alteran los objetos ffsicamente, fragmentdndolos 0 erosio- nandolos. Otros pueden desplazar a los objetos de sus lugares origi- nales de uso; otros, que en el pasado serfan empleados conjuntamen- te, pueden ser separados, al tiempo que pueden crearse asociaciones 293 falsas de objetos no relacionados. Los procesos posdeposicionales pue- den, mediante la destrucci6n selectiva, alterar la cantidad de especf- menes de determinados tipos de objetos. Los arquedlogos deben co- nocer bien los procesos posdeposicionales que han afectado a aquella parte del registro arqueolégico que pretenden estudiar, porque influ- yen sobre el tipo de preguntas que pueden hacerse, la eleccidn de he- rramientas analiticas y la calidad de las conclusiones. Durante los tiltimos treinta afios se ha dedicado un gran esfuerzo de investigaci6n especializada dirigida al estudio de los procesos pos- deposicionales y de sus efectos en el registro arqueolégico. En Ia ac- tualidad, algunas subdisciplinas arqueolégicas se dedican casi en ex- clusiva a tratar este asunto. Los zooarquedlogos especializados en la tafonomia, por ejemplo, estudian los procesos que Ilevan a la altera- cién de los restos animales (huesos, dientes o residuos de otros teji- dos) en su paso por el sistema cultural humano y su integracién en el registro arqueolégico. Literalmente, «tafonomia» significa «leyes del enterramiento» (del griego taphos, «enterramiento», y nomos, «ley») y se refiere especfficamente al campo de estudio que se ocupa de los procesos fisicos y quimicos (provocados por agentes humanos, ani- males o naturales) que modifican un organismo tras su muerte y me- diante los cuales sus restos se incorporan a los depésitos geolégicos. El estudio de los patrones de comportamiento de descarte y abandono tam- bién se ha convertido en una importante Area de especializaci6n, porque dichos procesos posdeposicionales pueden ofrecernos una importante perspectiva sobre la organizacién social, las pautas de movilidad ha- bitacional, el ritual y la religion. La continuidad en la investigaci6n de los procesos posdeposicionales permitira a los arquedlogos alcanzar conclusiones atin més acertadas y sofisticadas acerca de las socieda- des pasadas mediante el estudio de sus restos materiales. Los ejemplos mas precoces de andlisis de procesos posdeposi- cionales se remontan a principios del siglo xIx, con la afirmacién de la existencia de evidencias de actividad humana en depésitos geolé- gicos de gran antigiiedad, en Europa y en otros lugares (véase p. 26). Apelando ocasionalmente a la experimentacién, los académicos dis- cutfan entonces qué evidencias podfan considerarse inequivocamen- te como indicios de manipulacién humana de piedras y huesos de animales. Aparte de este tipo de trabajo, que se prolongé hasta el si- glo xx, los arqueélogos que debatfan acerca de contextos con posi- ble presencia humana (como el caso de la teoria pre-Clovis, en el Nuevo Mundo) rara vez se preocupaban de los procesos posdeposi- cionales. Esta negligencia lleg6 a su fin al término de la década de los se- senta, con la aparicién de la arqueologia procesual (véase p. 123), cuando los arquedlogos comenzaron a reconocer la necesidad de una 294 NERA R = investigacién sistematica de los procesos posdeposicionales y de su im- pacto en el registro arqueoldgico. El movimiento procesual, con su in- terés en la organizacion y la evolucién de las sociedades pasadas, es- timulé la puesta en marcha de nuevas investigaciones acerca de los procesos posdeposicionales desde distintos frentes. Algunos arqueé- logos, como L. R. Binford y sus colegas, condujeron investigaciones acerca de sociedades vivas (etnoarqueologia, véase p. 196) para de- (erminar cémo las variaciones en la movilidad habitacional y otros as- pectos de la organizaci6n social podian condicionar el dénde, el cudéndo y el cémo se produce el abandono de artefactos y espacios habitaciona- ies, generando pautas caracterfsticas en el registro arqueoldgico. A principios de los afios setenta, los arquedlogos empezaron a darse cuenta de la enorme complejidad de los procesos, culturales y natura- les o medioambientales, que pueden ejercer alguna influencia sobre la formacién de depésitos arqueolégicos, teniendo un potencial distor- sionador sobre la comprensi6n del pasado. M. B. Schiffer, junto con J.J. Reid y sus colegas y estudiantes de la Universidad de Arizona, en- cabezaron un intento de documentar estos procesos estableciendo mé- todos para evaluar su impacto sobre los restos arqueolégicos. La teo- ria y los métodos desarrollados y sintetizados por estos estudiosos en las décadas de los setenta y los ochenta, bajo el paraguas de la arqueo- logia del comportamiento, ofrecieron un marco (resumido més ade- lante) que ha servido para guiar y estimular la investigacién de los procesos posdeposicionales durante més de tres décadas. EI marco te6rico desarrollado por los arquedlogos del comporta- miento enfatiza la naturaleza histérica del registro arqueolégico. Los restos arqueolégicos a cualquier escala -artefacto, yacimiento y re- gi6n— son plasmaciones acumulativas de acontecimientos pasados (por una cuestion de brevedad, los ejemplos expuestos mas abajo se refie- ren exclusivamente a la escala de los artefactos individuales). Es de- cir, las huellas que van dejando los acontecimientos (y los procesos) se acumulan en el tiempo; en ocasiones las huellas de acontecimien- tos anteriores son oscurecidas o borradas por aquellas correspondien- tes a acontecimientos més recientes. Para poder hacer afirmaciones precisas sobre un acontecimiento pasado especifico deben aislarse las huellas més significativas mediante un «decapado» analitico de las hue- Ilas acumuladas por acontecimientos més tardios. En relacién con esta idea, la investigacién de los procesos deposicionales se ha organizado a menudo en términos de historias artefactuales*. 4 Este concepto general, 0 uno muy similar, aparece bajo diferentes denominaciones (por ejemplo, «historia tafonémica») en distintas areas de la literatura arqueoldgica; es si- nénimo de lo que los arquedlogos del comportamiento han denominado «historia viva del objeto [0 artefacto}». 295 La historia de un artefacto no es mas que la secuencia cronolégica de acontecimientos (y procesos) por los que ha atravesado un objeto especffico (por ejemplo, un cuenco ceramico, el cadaver de un bison- te o un pueblo hopi) desde el momento de su creacién hasta que sus restos fueron desenterrados y estudiados por un arquedlogo. Para cual- quier tipo genérico de objeto (por ejemplo, artefactos muebles, es- queletos de animales, viviendas de familias extendidas), las secuen- cias de acontecimientos suelen producirse siguiendo pautas previsibles. Todos estos objetos tienden a seguir la misma secuencia general de procesos (abasto, manufactura, uso, deposicién, descomposicién) y algunos pueden pasar por uno 0 mds ciclos secundarios (recuperacién, reutilizacién, reciclado). El estudio de un grupo de artefactos como modo de responder a una determinada pregunta acerca del pasado lle- yard al investigador a localizar el punto mds significativo dentro de este modelo de flujo. Estudiando un cierto tipo de vaso cerdmico, {in- teresa saber su modo de fabricacién (manufactura)? O interesa sa- ber qué tipo de alimentos se cocinaban en él y dénde se desarrollaban las actividades culinarias (uso)? Una vez que esta cuestién esté re- suelta, el investigador podra extraer del modelo el tipo de aconteci- mientos que pueden haber afectado, afiadiendo sus huellas al vaso después de que se produjeran estos acontecimientos. Afortunadamente, ya existe una literatura bastante extensa acerca de las huellas materiales especificas dejadas por diferentes tipos de comportamiento y de proceso posdeposicional. Mucha de esta infor- macidn se ha obtenido mediante la observaci6n directa del funciona- miento de los propios procesos —durante el trabajo etnoarqueolégico de campo o mediante la experimentacién controlada en laboratorio so- bre réplicas de los artefactos (arqueologia experimental, véase p. 82)-. El reconocimiento de estos procesos es el primer paso para la eva- luacién de su impacto en un conjunto arqueolégico. Por ejemplo, los académicos interesados en el estudio de las actividades culinarias en la Antigiiedad pueden encontrar informaci6n experimental y etnoar- queolégica en los residuos quimicos y los restos fisicos (restos de carbonizacién y abrasién) depositados en los recipientes ceramicos por las distintas técnicas de cocina. Pueden inferir qué es lo que se cocinaba en un recipiente antiguo, y cémo, mediante la comparacién de los residuos y las marcas de abrasién dejadas en ‘él con las conoci- das a través de la observacién directa. Los etnoarquedlogos han crea- do incluso una extensa base de datos de la reutilizacién de recipientes cerdmicos de cocina rotos 0 desgastados. Cuando un viejo recipiente de cocina es empleado para alguna otra funcién (por ejemplo, para al- macenar), esta actividad no culinaria puede modificar o borrar las hue- llas existentes por el uso original. Los arquedlogos han Iegado a la conclusién de que la reutilizacién puede afiadir o eliminar residuos 296 quimicos, crear nuevas huellas de abrasién o desplazar los vasos muy lejos de su lugar de uso original. Todos estos son procesos posdeposi- cionales que el arqueGlogo ha de considerar antes de hacer afirmacion alguna acerca de las actividades culinarias antiguas (uso original). Las actividades de utilizacién y reutilizacién que hemos discutido hasta el momento se sittian dentro del apartado de los procesos pos- deposicionales culturales —acciones humanas que dejan sus huellas materiales sobre los restos arqueolégicos—. También existe todo un abanico de procesos naturales que el arquedlogo debe tomar en con- sideracién: fuerzas naturales (procesos animales, quimicos 0 fisicos) que intervienen sobre los objetos, especialmente una vez que éstos ya han sido desechados, abandonados o retirados, por cualquier motivo, del Ambito de la accién humana, y por tanto expuestos a la degrada- cién. Los arquedélogos han recurrido a campos de investigacién como la quimica, la etologia o la geologfa para poder identificar las huellas de dichos procesos en el registro arqueolégico y poder asi evaluar su impacto sobre los restos materiales. Durante los tiltimos afios los arquedlogos han dirigido la investigacién sobre los procesos posdeposicionales culturales hacia nuevas direcciones, haciendo posible el estudio de aspectos del comportamiento pasado del ser humano que antes no estaban a nuestro alcance. En ocasiones, los propios procesos posdeposicionales culturales se convierten en los pro- tagonistas principales. Entre las mds destacadas de estas nuevas direc- ciones se encuentra el movimiento que trata de entender Ja forma en la que las actividades rituales pueden ser identificadas en el registro arque- olégico. Por ejemplo, W. H. Walker y sus colegas, han estudiado los de- sechos rituales (un tipo de proceso posdeposicional cultural) en un mar- co etnoarqueolégico, examinando el «descarte» de objetos rituales en actividades rituales contempordneas. Es frecuente que la parafernalia empleada en un ritual haya de ser quemada, enterrada 0 depositada en alguna localizacién segura y apartada. Estos estudios demuestran que los descartes rituales pueden dejar huellas profundas tanto en los artefactos como en los depésitos, huellas que a menudo permanecen visibles a pe- sar del efecto distorsionador que puedan producir procesos posdeposi- cionales posteriores. Esta conclusién ha creado una base sdlida para la jdentificacién de la «basura ritual» en contextos prehist6ricos, permi- tiendo a los arquedlogos la exploraci6n de la religi6n a través de los res- tos materiales conservados en el registro arqueolégico. Una cuidadosa consideracién de los procesos posdeposicionales es un componente esencial de cualquier investigacién que aspire a pro- ducir afirmaciones s6lidas acerca del pasado. En la actualidad, los ar- quedlogos dedican un tiempo y un esfuerzo considerables al desarro- Ilo de métodos que permitan la identificacién y comprensién de estos procesos. La tendencia académica a desarrollar afirmaciones cada vez 297 mis sofisticadas parece indicar que la investigaci6n acerca de los pro- — cesos posdeposicionales iré ganando cada vez mds importancia. Lecturas recomendadas Hayden, B. y Cannon, A., «Where the Garbage Goes: Refuse Disposal in the Maya Highlands», Journal of Anthropological Archaeology 2 (1983), pp. 117-163. Hayden y Cannon exploran cémo y d6nde se descartan los artefactos deteriorados en tres pueblos mayas actuales. Los resultados sugieren cau- tela en la interpretacién arqueolégica de la distribucién espacial de los ar- tefactos en yacimientos prehistéricos. LaMotta, V. M. y Schiffer, M. B., «Formation Processes of House Floor As- semblages», en P. Allison (ed.), The Archaeology of Household Activities, Londres, Routledge, 1999, Este articulo ofrece una historia artefactual valida de forma genérica para las estructuras domésticas y hace una sintesis de los procesos pos- deposicionales que pueden intervenir en los conjuntos artefactuales iden- tificados en viviendas abandonadas. Se centra especialmente en procesos de abandono ritual. Lyman, R. L., Vertebrate Taphonomy, Cambridge, Cambridge University Press, 1994. Lyman hace una amplia sintesis del uso arqueozoolégico de la teoria y el método de la tafonomia de los vertebrados. Este volumen cubre mu- chos de los procesos posdeposicionales, medioambientales y culturales que afectan a conjuntos de restos animales y trata las técnicas que permi- ten la identificacién de dichos procesos sobre el terreno. Miksicek, C. H., «Formation Processes of the Archaeobotanical Record», en M. B. Schiffer (ed.), Advances in Archaeological Method and Theory 10, San Diego, Cal., Academic Press, 1987, pp. 211-247. Este articulo, consagrado a la tafonomia vegetal, hace una sintesis de los procesos medioambientales y naturales que afectan a la conservacién de alimentos vegetales, madera y carbén vegetal, fibra, polen, fitolitos (cris tales vegetales) y coprolitos (heces animales) en los depésitos arqueolé- gicos. También se consideran los resultados de distintas técnicas de ob- tencién de muestras y de recuperaci6n de evidencia. Schiffer, M. B., Formation Processes of the Archaeological Record, Salt Lake City, Ut., University of Utah Press, 1996. Esta obra supone el tratamiento especifico més completo sobre los procesos posdeposicionales y en ella se describe y documenta un amplio abanico de procesos posdeposicionales culturales y naturales, asf como su impacto potencial sobre los restos arqueolégicos. Las teorias, los méto- dos y los estudios de caso son presentados en detalle. 298 Walker, W. H., Skibo, J. M., Pottery Function: A Use-Alteration Perspective, Nueva York, Plenum Press, 1992. Este trabajo seminal acerca de los procesos posdeposicionales que afec- tan a los conjuntos cerdmicos discute los residuos organicos y las huellas de abrasion presentes en los recipientes de cocina como resultado de su uso. La investigacién experimental y etnoarqueolégica de Skibo presenta técni- cas para la determinaci6n del tipo de comida que se preparaba en los reci- pientes prehist6ricos y los procedimientos culinarios empleados. «Ceremonial Trash?», en J. M. Skibo, W. H. Walker y A. E. Niel- sen (eds.), Expanding Archaeology, Salt Lake City, Ut., University of Utah Press, 1995, pp. 67-79. El trabajo etnoarqueolégico de Walker sobre el comportamiento ritual disecciona las historias de artefactos empleados en rituales religiosos con- tempordneos, presténdole una especial atencién al cémo y el dénde se de- sechan estos objetos. Este trabajo propone formas de identificar sobre el te- rreno los procesos posdeposicionales rituales en el registro arqueolégico. Wood, W. R. y Johnson, D. L., «A Survey of Disturbance Processes in Ar- chaeological Site Formation», en M. B. Schiffer (ed.), Advances in Ar- chaeological Method and Theory 1, Nueva York, Academic Press, 1978, pp. 315-381; reimpreso en M. B. Schiffer (ed.), Advances in Archaeolo- gical Method and Theory, Selections for Students from Volumes | through 4, Nueva York, Academic Press, 1982. Este articulo es un catélogo de los procesos naturales de transforma- cidn de los suelos que pueden causar el desplazamiento de los artefactos después de su deposicién, asf como de otros procesos distorsionadores que pueden Ilevar a alcanzar conclusiones falsas acerca del pasado. Los auto- res hacen uso de una amplia informacién extrafda de otros campos, espe- cialmente la geologia. Lecturas adicionales Binford, L. R., «Dimensional Analysis of Behaviour and Site Structure: Lear- ning from an Eskimo Hunting Stand», American Antiquity 43 (1978), pp. 330-361. —, «Willow Smoke and Dogs’ Tail: Hunter-Gatherer Settlement Systems and Archaeological Site Formation», American Antiquity 45 (1980), pp. 4-20; reimpreso en L. R. Binford, Working at Archaeology, Nueva York, Aca- demic Press, 1983. Brain, C. K., The Hunters or the Hunted? An Introduction to African Cave Taphonomy, Chicago, University of Chicago Press, 1981 Cameron, C. M. y Tomka, S. A. (eds.), Abandonment of Settlements and Re- gions: Ethnoarchaeological and Archaeological Approaches, Cambridge, Cambridge University Press, 1993. 299 Tnomata, T. y Webb, R. W. (eds.), The Archaeology of Settlement Abandonment in Middle America, Salt Lake City, Ut., University of Utah Press, 2003. Schiffer, M. B., «Toward the Identification of Formation Processes», Ameri- can Antiquity 48 (1983), pp. 675-706; reimpreso en M. B. Schiffer, Be- havioural Archaeology: First Principles, Salt Lake City, Ut., University of Utah Press, 1995, —, «ls there a “Pompeii” premise in Archaeology», Journal of Anthropolo- gical Research 41 (1985), pp. 18-41; reimpreso en M. B. Schiffer, Beha- vioural Archaeology. First Principles, Salt Lake City, Ut., University of Utah Press, 1995. — Downing, T. E., y McCarthy, M., «Waste Not, Want Not: An Ethnoarcha- eological Study of Reuse in Tucson, Arizona», en A. Gould y M. B. Schif- fer (eds.), Modern Material Culture: The Archaeology of Us, Nueva York, Academic Press, 1981, pp. 68-86; reimpreso en M. B. Schiffer, Beha- vioural Archaeology. First Principles, Salt Lake City, Ut., University of Utah Press, 1995. Stiner, M. C., Honor Among Thieves: A Zooarchaeological Study of Nean- derthal Ecology, Princeton, Princeton University Press, 1994. Walker, W. H., «Where are the Witches of Prehistory?», Journal of Archaeo- logical Method and Theory 5 (1998), pp. 245-308. VincENT M. Lamorta Y MICHAEL B. SCHIFFER prospeccién Uno de los problemas fundamentales a los que se enfrentan los ar- quedlogos es la localizacién de la totalidad de la evidencia de actividad ° asentamiento humanos dentro de cada area y el cémo hacerlo de for- ma eficiente y precisa. Antes de poder explorar un yacimiento de forma detallada (por ejemplo, mediante la excavacién; véase p. 225), hay que encontrarlo, pero son muy pocos los que adoptan la forma de grandes centros urbanos o de monumentos destacados, como Teotihua- cén o Stonehenge. La mayor parte del registro del pasado humano se en- cuentra distribuido por una enorme cantidad de yacimientos mucho me- nos prominentes, a menudo muy pequefios y efimeros, asf como en una miriada de estructuras, hitos y artefactos, repartidos por la superficie 0 enterrados en depésitos. Las reconstrucciones que podamos hacer de ese pasado serén draméticamente incompletas si no tenemos en cuenta todos los recursos arqueolégicos dispersos por el paisaje y dificilmente podre- mos empezar a entender el papel econémico, politico o ideolégico de los lugares axiales sin situarlos en un contexto amplio. La prospeccién su- perficial es la principal de las metodologias de recogida de informacién a escala regional, permitiendo a los arquedlogos la formulacién de pre- 300 guntas a un nivel de investigacin que no seria posible con el mero esti dio de uno 0 de unos pocos yacimientos (Ammerman, 1981). La prospeccién superficial -también llamada pateo o reconoci- miento arqueolégico— consiste en la cuidadosa busqueda en la super- ficie de un 4rea definida, generalmente por uno o més equipos de prospectores, que la recorren de una manera sistemdtica (en algunos casos, la inspeccidn sobre un vehiculo 0 un barco resulta mas practi- ca, si bien menos precisa). De forma un tanto confusa, el término eprospeccién de yacimiento» puede servir para denominar el procedi- miento consistente en el uso del instrumental adecuado para tender una trama controlada de puntos sobre un yacimiento concreto, para mapear sus caracterfsticas (por lo que se prefiere el término «pros- peccién»); en los casos en los que esta actividad se suplementa con la recogida controlada de artefactos, a veces se describe como «prospec- ci6n de yacimiento extendido» o «prospecci6n urbana»*. La prospeccién superficial depende de la presteza de pies y de Ja agudeza visual de ar- que6logos experimentados, pero esta técnica, la més comin para la identificacién de yacimientos, ha sido eficazmente ampliada con va- rias tecnologias de teledeteccién, incluidas la representaci6n tridi- mensional y la fotografia aérea, ademds de numerosos métodos geo- fisicos (como radares de penetracién y barrido de suelos, sistemas de prospeccién por resistividad, magnetémetros, etc.). Estos avances tec- nolégicos incluyen el uso de sistemas sumergibles y automatizados, que hacen que en la actualidad sea posible desarrollar prospecciones regionales de recursos arqueolégicos sumergidos, con un nivel de pre- cisi6n comparable al de las prospecciones terrestres. La biisqueda de yacimientos arqueoldgicos —sean lugares conoci- dos (como, por ejemplo, la Troya homérica), sean yacimientos poten- cialmente «productivos» para la excavacién— es una practica que cuen- ta con una larga tradicién en Occidente. Las técnicas modernas de prospeccién, no obstante, tuvieron su origen en las prospecciones re- alizadas en los valles fluviales de los EEUU antes de la Segunda Gue- rra Mundial y la prospeccién desarrollada por Gordon Willey en el va- Ile del Vird, en Perd, en los afios cuarenta se cita frecuentemente como el primer proyecto centrado explicitamente en la pauta regional de asentamiento®, De forma poco sorprendente, la prospeccién superfi- 5 Véanse, por ejemplo, A. M. Snodgrass y J. L. Bintliff, «Mediterranean Survey and the City», Antiquity 62 (1988), pp. 57-71, © «Surveying Ancient Cities», Scientific American 264, 3 (1991), pp. 88-93. G. R. Willey, Prehistoric Settlement Patterns in the Vird Valley, Peru, Bulletin 155, ‘Washington, DC, Smithsonian Institution Bureau of American Ethnology, 1953; «The Viré Valley Project and Settlement Archaeology: Some Reminiscences and Contemporary Com- ments», en B. Billman y G. Feinman (eds.), Settlement Patterns Studies in the Americas. Fifty Years Since Viri, Washington, DC, Smithsonian Institution Press, 1999, pp. 9-11. 301

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