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SETTERS ESEEEs Eee er SeaseeereEseeecea ras EL PARIS DEL SEGUNDO IMPERIO EN BAUDELAIRE Une capitate met pas absolument nécestre @ homme 1 LA BOHEMIA La bohemia figura en Marx en un contexto muy ins tructivo, Cuenta en ella a los conspiradares profesionales, de los que se ocupa en la detallada resefia de las me: morias del agente de Policia De Ia Hodde publicada en 1850 en la Neue Rheinische Zeitung *. Actualizar la fisono. mia de Baudelaire significa hablar de la semejanza que Gste presenta con ese tipo politico. Marx le parafrasea como sigue: «Al formarse las conspiraciones proletarias, hhace su aparicién la necesidad de la division del trabajo; uienes eran miembros se repartian en conspiradores de ocasidn, esto es, trabajadores que ejercian la conjura sélo a Ta par que sus otras ocupactones, que nada més asistian 2 las reuniones y que estaban dispuestos a aparecer, si lo ‘mandaba el jefe, en el sitio convenido para la cita, y en conspiradores profesionales que dedicaban toda su ac fividad a Ia conjura y que vivian de ella. De antemano la posicién en la vida de dicha clase condiciona entera- mente su caricter... Su oscilante existencia, més depen- dence en cada caso del azar que de su actividad, su vida desarreglada, cuyas tinicas paradas fijas son las tabernas. de los vinateros (lugares de citas de los conjurados), sus inevitables tratos con toda la ralea de gentes equivocas, te ge tan pu ar'' mia See a ‘Geof Sessve Sarr’ WenfosPata, Hv, ea Be EE eeoeOO Jes colocan en ese circulo vital que en Paris se Hama fa boheme> De pasada advertiremos que Napoleén ITT comenzé ‘su ascenso en un medio ambiente que tene macho de co- in con ef descrito. Es sabido que uno de los instrumen- tos de su tiempo de Presidente fue la sociedad del 10 de diciembre, cuyos euadros habian sido, segtin Marx, procu. rados por «toda la masa indeterminada, desmembrada, traida y Ilevada de agui para allé, a la que los franceses liaman la boheme>*, Durante sa imperio Napoleéa siguio perfeccionando costumbres conspiratorias, Propias de Ta razén de Estado del Segundo Imperio son las proclamas sorprendentes y las mercachiflerias secretas, las salidas veleidosas y las ironias impenetrables. En los esctitos teo ricos de Baudelaire encontramos a su vez los mismos ras gos. En la mayoria de los casos expone sus opiniones apo. dicticamente. La discusién no es asunto suyo, Se escapa de ella cuando las escarpadas contradicciones téticas, que hhace suyas una tras otra, exigirian un careo. Dedico a «los burguesese su Salon de 1846; aparece como su porta. ‘voz y su gesto no es el del vadvocattis diabolie. Mas tarde, por ejemplo en su invectiva contra la escuela del , Paris, 198132. En ‘adclante se eitard siempre este in jean dnjeamene Sus paginas, ste texto ara lado se encuentra en Il, poe 4 eo rasgos que nos hacen entender por qué Ia eritica oficial —y en primer Tugar la de Jules Lemaitre— rastrea tan parvamente las energias tedricas afineadas en la prosa de Baudelaire En su descripcién del sconspirateur de profession» Marx prosigue: «La condicién tiniea de la revolucién es para ellos la organizacién suficiente de su conjura,.. Se Tanzan a invenciones que han de lograr milagros re volucionarios;, bombas incendiarias, maquinas destructi- vas de magica eficacia. Motines que han de sorprender tanto més maravillosamente cuanto menor es su motiva ion racional. Ocupados con semejantes trebejos proyec- tivos, no tienen otra meta que la préxima de derribar al gobierno existente, despreciando en lo mas hondo la ilus tacién tedrica de los trabajadores acerca de sus intereses de clase. De abi les viene su leritacién no prole- tatia, sino plebeya, contra los «habits noirs» (levitas os. curas), genies mas’ menos cultivadas, que representan ese lado del movimiento, del cual los otros sin embargo, igual que de los'represeniantes oficiales del partido, jamss podrn independizarse por entero’. Los atisbos politicos de Baudelaire no sobrepasan en el fondo los de estos conspiradores profesionales. ¢Ofrecié sus simpatias al re- ‘woceso clerical o las otorgé ‘al levantamiento del 48? Su expresién jamés Jo puso en claro y st fundamento era quebradizo, La imagen que present6 en los dias de febre- ro, blandiendo un arma en la esquina de una calle de Paris al grito de «Abajo el general Aupick! »*, resulta fehaciente, En cualquier caso hubiese podido hacer st yas las palabras de Flaubert: «De toda la politica s6lo entiendo, una cosa, la revuelta.s Ast hubiese habido que entenderio segiin el paso final de una anotacién que trans mite con sus bosquejos sobre Bélgica: «Digo "viva la revolucion! », igual que diria "viva la destruccion!, jviva I penitencial, jviva el castigo!, ;viva la muerte!”. No solo seria feliz como vietima; no me desagradaria hacer el ' MuwcENorrs, «Respr. von Chen und De a Hodder, te, alsa 384 * Bl genoral aupiek era el padrestro de Baudelaire, =~ re errs papel de Verdugo, pars sentir Ia revolueén desde ambos Fados. Todos tenemos espirtu republieano en la sangre, gual qu tencmos Ta fis en Jos huesos; estamos infec hios democratiea ysiliicamentes oto que Baucclare sefiala podria deslgarse como la reteista del provocador. En Bélgcs, que es donde es Cribié la tal anotacién, hubo un momento en ue se le tomé por soplon de la Policia franeesa. De suyo, seme: {antes componendas no eran tan extraas, ya que Baude- Ini cl 20 de diciembre de 1854 escribia a su-madre en relacisn a io peasionados lveraros de ta Poi: fpis aparecers mi nombre en sus Ignomosas lista" to que en Belgica pudo ocasionarle semejante fama es atid que solo fuete Ja cncmintad que puro bien a las GJaras en contra de Hugo, proserito entonces y muy cele bredo all. En que dicho rumor se levantase tuvo parte su dcvastadora irona; quis hasta legara a car eh exten derlo dl mismo. El ccalte dela blagues, que volvemos a encontrar en GoorgesSotely que se ha convert en par te consistent, inalienable de fa propaganda fascist, for tha en Batdelaire uno de sus primeros muds de fecun didad. El espiita en gue Calne ha escrito sus Bagatel tes pour sm massacre el iulo. mismo, nos reconducen inmedlatamente ana anotactn del diario baudeaisano: ‘Fodrinorgonizarse ana bonita conepracién con el fn de Sxorminar Ta sara judite” El langustaRignot, que concluyo su carrera de conspirader como jefe de Policia en la. Comuna paring, parece haber tenido ial humor fancabro, del cual se habla mucho por clerto en teetimo los sobre Baudelaire Ast se die en Les hommes de fe revolution de 1871, de Charles Pros: «Rigault tenia ek {odes los asuntes, ademas de una gran sangre fra, una socerroneria asolador, Le seslaba éatalmprescindible fasta om su fanaticinon® inclaso I sion terrorist, con Tague topa Mayet los seonspirateurs, tone en Bade © Th, pig. 78, © Bate, Letires & sa mere, Pars, 1932, py. 83. Th, ag 68 + Giahits routs, Les hommes de is, 158 pe 8. révolution de 161, Pa 6 — laire su contrapartida. El 23 de diciembre de 1865 es cribe a su madre: «Si vuelvo a hallar la fuerza de tension J la energia que he poseido algunas veces, haré que mi e6: Tera respire por libros que provoguen horror, Quiero po- her en contra mia a toda la raza humana. Serfa esto un placer tan grande, que me resarciria de todo». Esta ira Fauda —la «rognes— ha sido la actitud que durante ‘medio siglo ha alimentado en las Iuchas de las barricadas 4 los conspiradores profesionales de Paris. De dichos conjurados dice Marx: «Ellos son los que alan y dirigen Ins primeras barricadas» ", De hecho la barricada esté en el punto fijo del movimiento conspira- dor. En la Tevolucién de julio atravesaron la ciudad mas dde cuatro mil barricadas". Cuando Fourier busca ansio samente an ejemplo de «travail non salarié, mals passion- née, no encuentra otto mejor que el del levantamiento de barticadas. En Les Misérables retiene Hugo de manera impresionante Ia red de barricadas, dejando en las som. bras a los que Jas ocupan: «Por doquier vigilaba la invi- sible Policia de la revielta, Mantenia el orden, esto es la noche... Unos ojos que desde arriba se hubiesen fijado fea tales sombras hacinadas hubiesen quiz tropezado en Sitios dispersos con una apariencia poco clara, en la gue Se reconocian cantornos quebrados, de linea arbitraria, perfiles de curiosas construcciones. En estas ruinas se movia algo que se asemejaba a unas luminarias. Y alli ra donde estaban las barricadas» °, En un fragmento que hos ha quedado de arengas a Paris, y que por cierto debia haber concluido Les Fleurs du mal, no se despide Bau- delaire de la ciudad sin evocar sus barricadas; recuerda sus eadoquinados magicos que como fortines se encres aban hacia lo altor, «Magicos» son desde luego esos Bavontgine, Lettres aso mre, pi. 278 Maeescits, «Bespr von ‘Chesu und De la Hodes, 1 eng. 356 PCE assow se Geannssaxe ¥ Maumice Puavt, Révourion de 1830, Plan des combate de Paris aus 27,28 21 29 juillet, Po Vicron Heo, Oewres comptes, Baltion definitive, Rov an VIIT. Tes Mferabies, Pars, 168), gh 829 1 pg. 223 1+ ee adaguines, ya que el poema de Baudelaire desconoce tas manos que los pusieron en movimiento. Pero tal pathos pudiera muy bien estar obligado al «blanquismo». Puesto {que el ablanquista» Tridon exclama: x0 force, reine des barricades, 101 qui brilles dans l'éclair et dans lemeute lest vers foi que Tes prisonniers tendent leurs mains en- chainéess "Al final de la Comuna el proletariada, como lun animal tocado de muerte en su guarida, palpaba st propio retroceso tras las barricadas. De la derrota tuvo la tailpa. que Tos obreros, adiestrados en las luchas en ba rricadas, no fuesen favorables al combate ablerto que Thiers no hubiese tenido mds remedio que atajar. Aque- Hos obreros preferian, segiin escribe uno de los mas re cientes historiadores de Ja Comuna, val encuentro en earn po abierto la pelea en el propio barrio... v, de ser neve sario, Ia muerte tras los adoquines amontonados en ba- rricada en una calle de Paris» El jofe mais importante de las barricadas parisinas, Blan- ui, se hallaba entonces en su altima cércel, en Fort du ‘Taureau. En él y en sus camaradas vio Marx, en su re trospectidn de la revolucién de junlo, sos verdaderos di- rigentes del partido proletario» *, Resulta difeil hacerse tuna idea demasiado alta del prestigio revolucionario que Blangui poseia emtonces y que conservé hasta su muerte, Antes de Lenin no hubo nadie que, como él, haya tenido ‘en el proletariado raspos mis elaros. Los cuales se estam- paron también en Baudelaire. De él nos queda una hoja en Ia que, junto a otros dibujos improvisados, se exhibe Ta cabeza de Blangui Los conceptos que Marx aduce en su exposicién del ambiente conspirador en Paris, hacen que nos. percate mos mejor que bien de la posicién hfbrida que en él adoptara Blanqui. Por un lado hay buenas razones para ‘que ésie entrase en la tradicién como «putschista», Para la Git por CHARLES BeNoIsy «Le ‘ithe’ de Ia classe ayrties, Revue des" dew monde 1 de taarzo de 191%, pag. 0s o Guomese Lamaze, Histoire de ta Comintine de 187, Pari, 1928, pie WT Mats, Der, acktzehinte Brumaire des Louis Bonaparte, 1c pag 28 = Eee tradicién representa el tipo de politica que, como Marx dice, considera su misién la de «adelantarse al proceso revolucionario en desarrollo, empujarle artificiosamente a la crisis e improvisar una revolucion, sin que haya con: diciones para ella». Pero si por otro iado nos atenemos f descripeiones que se conservan sobre Blangui, aparece Este més bien semejante a los habits noirs» en los que los conspiradores profesionales tenian sus desacreditados competidores. Un testigo ocular describe del mado siguien- te un club blanquista: «Si queremos tener una idea pre- cisa de la impresién que, desde cl primer instante, cau saba el club revolucionario de Blangui en comparacion con los otros dos clubs de que disponia entonces el par tido del orden, lo mejor es que pensemos en el public de la Comédie Francaise en una tarde en que se represen. ten a Racine 0 a Corneille, ala par que nos imaginemos ala multitud popular que liena un eirco en el que los act batas exhiben ntmeros de arte mortal. Por ast decirlo, se encontraba uno en una capilla consagrada al rito ortodaxo. de la conspiracion. Las puertas estaban abiertas para cual: quiera, pero sélo volvia el que era adepto, Tras el mal- humorado desfile de los oprimidos... se alzaba el sacer dove de aquella morada. Su pretexto era restumir las que jas de sus clientes, del pueblo representado por Ia media docena de imbéciles presuntuosos e itritados a los que acababa de escucharse. En realidad explicaba la situacidn, Su aspecto era distinguido; su indumentaria inpecable; fino era el cuidado de su cabera; su expresién tranquila: solo un reldmpago hirsuto, nuncio de deseracias, atrave- saba a veces por sus ojos. Eran éstos pequetios, ailados y penetrantes, y normalmente miraban més bien con be heyolencia que con dureza. Su modo de hablar era mest: rado, paternal y claro; el modo de hablar menos decla: matorio que junto con el de Thiers he ofdo jamas> 2. Blan. ‘qui aparece aqut como un doctrinario, Las sefias del . Pero también perjudicaban a los habitantes urbanos y les obligaban, para encontrar «an Innomlnado,laaguente rman es aya, Sor gt bs Bobtes no oe ponin Guts para tendgae? Hac forte” (2p ea es. ® MuvExcets, de los combatientes de junio: Pais voir, en déjouant la ruse 0 Républicain a ces pervers Ta grande face de Méduse Au milieu de rouges éclairse La introduccién con la que en 1851 contribuyé Bau Jelaire a una entrega de poemas dupontianos fue un acto de estrategia litersria, En ella encontramos las curiosas sentencias siguientes: «La utopia pueril de la escucla del arte por el arve, al excluir Ia moral y con frecuencia inclu so la pasion, tenia que ser necesariamente estéril» Y mis adelante, con una referencia manifiesta a Auguste Barbier: ‘cuando un poeta, desafortunado algunas veces, pero ‘asi siempre grande, se puso a proclamar en un lenguaje inflamada la santidad de la insurreccién de 1830 y a cantar Jas miserias de Inglaterra y de Trlanda... se despaché la cuestidn, y desde entonces el arte ha sido inseparable de la moral y de la uilidad» *. Todo lo cual no tiene nada de sa honda daplicidad que da alas a la propia poesfa de Baudelaire. Este se interesaba por los oprimidos, pero tan- to por sus ilusiones como por su causa. Daba escucha a Jos cantos de Ja revolucién, pero también la prestaba a la vor superior» que habla desde ol redoble de los tambo- res de las ejecuciones. Cuando Bonaparte llega al poder con el golpe de Estado, Baudelaire se pone furioso por un momento. «Luego mira los acontecimientos desde un ‘punto de vista providencial” y se somete como un mon- » K. Maws, Dem Andenten dor Junikiimpfer, ed Rjazanoy pig. 49, Vien, 198 % "Pamue Burost, Le chont du vote, Pars, 1850. Th pie. 8 —38— t jer®. «Teocracia y comunismo»” no eran para él convic- Gones, sino susurros que se disputaban st ofdo: Ta. una zo tan serafica, ni tan luciferino el otro, como él sin duda peesaba. No tardé mucho Baudelaire en abandonar su Inanifiesto revolucionario y una serie de afios despues eseribe: «A esta gracia, a esta ternura femenina es Pierre Dupont deudor en sus primeros cantos, Por fortuna, y ‘arande, la actividad revolucionaria, que en aquelia 12 se levaba de calle a casi todos los talentos, no des- vie por completo el suyo de su camino naturals”, Tal spera ruptera con «l'art pour Mart» tenia valor para Baw: delaire solamente como actitud. Le permitia dar a conocer el ambito de juego del que disponia como literato ¥ que posefa con ventaja sobre los escritores de sa tiempo —sin excluir a los mas grandes de entre ellos. Con lo cual se ppone en claro en que estaba por encima del oficio literario ‘que le rodes, El oficio literario de cada dia se habia movide a lo lar~ go de ciento cincuenta afios alrededor de las revistas. Co- menzaron a cambiar las cosas hacia el final del primer tercia del siglo. En los folletones de los periédicas Ia belle littérature» obtavo un mercado, En la introduceién de los folletones se resumen los cambios que trajo para Ja Prensa la revolucién de julio, Bajo la Restauracién no Se permili6 vender determinados niimeros de perfédicos algunos solo se recibjan por suscripeién. Quien no podia costear Ia elevada cuota de ochenta frances por suscrip cién anual, quedaha referido a los cafés en los que con frecuencia muchos hacian cola para leer un ejemplar, En 1824 hubo en Paris cuarenta y siete mil suseriptores de periddicos; en 1836 eran setenta mil y doscientos mil en 1846. El periodico de Girardin La Presse desempeas en este ascenso un papel decisivo. Habia aportado tres inno- vaciones importantes: la rebaja del precio de la suscrip- cidn a cuarenta francos, los anuncios y Ia novela por en- tregas. Al mismo tiempo la informacion breve, abrupta, Pavt, Dessano0s, «Charles Baudcaires, La revue blew, P 5,187 pa 1 TT phe. 652 TT po. 558 = eeeeeee eee eee ee eee eee et cempezaba a hacerle fa competencia al informe sosegado, Resultaba recomendable por su utilidad mereantil. Los llamados «réclames» abrian el camino: por tales se en- tendia una noticia, al parecer independiente del editor, pero en realidad pagada por él, con la cual en la seccién fle redaccidn se hacia referencia a un libro para el que fen el mismo ntimero o en el de la vispera se reservaba un nuncio. Ya.en 1839 xe quejaba Sainte-Beuve de sus efectos desmoralizadores, «Como se puede condenar en la "sec cidn eritica” un engendro... sobre el que dos pulgadas mas abajo leemos que se trata de una maravillosa obra de nue tra epoca? La fuerza de atraccién de las letras del anuncio, por cierto cada ver més grandes, Heva la -delantera; re presenta una mole imantada que trastorna Ia brijula»*, Los aréclames» estan en el inicio de un desarrollo cuyo final es Ia noticia de bolsa en los diarios pagada por los interesados. Es dificil escribir la historia de la informa. ‘ign por separado de la de la corrupeién de la prensa. La informacién necesitaba poco sitio; y era ella, no <1 articulo politico de fondo, ni tampoco la novela del fo- Hetén, Ia que ayudaba al periddico a ese cariz nuevo cada dia, variado con astucia incluso en pruebas, y en el cual residfa una parce de su encanto. Tenfa que renovarse cons- tantemente; cotilleos de Ia ciudad, intrigas de teatro, has ta «lo que era digno de saberso», eran sus fuentes prefer das, Desde el primer momento hay que percatarse de la clegancia, algo barata, tan caracteristica del folletén. La sefiora Girardin saluda a la fotografia en sus Lettres pa- isiennes como sigue: «Hoy en dia se trata mucho del invento del sefior Daguerre y no hay nada mas chusco ue las explicaciones serisimas que nuestros eruditos de salGn saben dar al respecto. El sefior Daguerre puede es- far tranguilo, no van a robarle su secreto... De veras, su descubrimiento es maravilloso; pero no se entiende en absoluto: lo han explicado demasiadas veces» *. No fue tan répido ni tan general el acomodo al estilo del Folletén. ® SunwreBavwe, «De Ia literature industrielles, Revue des deur mondes, 1839, pag. 6 °F Nhe, Esme oe Gisanon (Disrave Gry), Qouores comprdtes, vol 4, Letties paristenns 1436150, Pars, 180, pags. 2899 6. —40- En 1860 y en 1868 se publicaron en Paris y en Marsella los dos volimenes de las Revues parisiennes. del baron Gaston de Flotte. Se tomaban el trabajo de luchar contra Ia ligereza de los datos histéricos en la prensa de Paris yy muy especialmente en el flletin En los cafés, durante ef apertivo, se hinchaba Ia in formacién. La costumbre del apertiva.- se establets jut co con la liegada de la prensa de bulevar. Anteriormente, cuando solo existian los grandes periodicos series. no se conocia la hora del aperitivo. Esta os consecuencia 16 fica de la “cronica parisina”y del cotlleo de la ciudad" El ajetreo del café ejercito a los sedactores en el «tempo» del servicio de noticias antes de que se decarollase el aparato de este ultimo, Al ponerse en uso el telégrafo eleetrico hacia finales del Segundo Imperio, perdié el ba: Jevar su monopolio. Se pudo desde entonces referir ca tistrofesy erimenes del mundo entero. Laasinilacidn del literatoa la sociedad en la que vivia serealiz6, por tanto, cwel bulevar- Emer Dulevar era donde se mantenta a disposiion de cualquier suceso, de un dicho gracioso 0 de un rumor. En el desplegaba Ins colgaduras de sus relaciones con colegas ¥ calaveras; y estaba tan pendiente de sus efectos como las pelanduscas de su arte para vestirse*. En el bulevar pasaba sus horas de ocio Que exhibfa anie los demas como una parte de su tiempo do trabajo. Se comportaba tal y como si hubiese aprendido de Marx que el valor de toda mercaneia esté determinado por el tiempo de trabajo que socialmente es necesario para su produccidn. El valor de sa propia fuerza de tra bajo cobra, pues, casi algo de fantéstico en vista del di Iatado no hacer nada que a los ojos del pulico era ne- cesario para su perfectionamiento. Y-en semejante eva Tuaciin no estaba el piblico a solas. La elevada temune- © Gaemuet Guunusnor, Le boheme, Paris, 1868, pég. 2 + 70mm una mirada cm poe pentrante se pereate une de que uns mtchacha, goe Hasin Ing ocho deja ver game y nesmants TERS Sia Sie a esate se frost Fc ie Hee ier pubgues de’ Pavs ef te pot ul es regi, PsteLelne 1a at F page yt 41 ee racién del folletén de entonces muestra que estaba fun: dada en circunstancias sociales. De hecho existia una ii terconexién entre la baja del precio de las suscripciones, 1 ineremento de los anunclos y la importancia ereciente de folletsn, ‘A causa de la nueva disposicidn —la baja del precio de las suseripciones— tiene que vivir el periddico de los anuncios; para reelbir muchos, la pagina cuarta, que ter- rminé destinada a la publicidad, debfa llegar al mayor mi mero posible de suscriptores. Se hizo necesario un eebo di- {que (enia su valor en la sustitucion de la politica por la Curiosidad... Dado el punto de partida, un precio de cus renta francos por suscripcién, se lleg6 por neces absoluta a través del anuncio a la novela del fol Y esto es lo que precisamente explica In alta de tales contribuciones. En 1845 ajusté Dumas con Constitutionnel y con La Presse un contrato en el que se le Sefialaban por cinco aiios unos honorarios minimos de sesenta y tres mil francos por una produccién anual mi nima de diceiocho velimenes *. Eugene Sue percibié por es Mystéres de Paris un pago de eien mil francos. Se han calculado Ios honorarios de Lamartine en cinco millones de Francos en el espacio de tiempo que va desde 1838 has ta 1651, Por la Histoire des Girondins, que primero apa recié en folletén, habia reeibido seiscientos mil francos. ‘Tan opipara vemuneracion de la mercancia literaria en os diarios condujo por necesidad a situaciones eorrom- pidas, Se daba el caso de que el editor, al adquirir tos Ianuscritos, se reservase el derecho de hacerlos firmar por tin autor de su eleceidn. Lo cual presuponia que al- frinos novelistas de éxito no tenian dificultades con su firma. Con mas detalle informa al respecto un panfleto, Fabrique ile romans, Maison Alexandre Dumas et Cie™ = Avent Nevrawet, Histoire de Ja Weeéracare francaise sous le Gouvernement de duller, Pari, 1859, ol. 1 pag. 30 eins Casnuéry, «La monsrehie de. Toilets, en, Histoire de France contemporsine depute Ia Réoouiton jusgu'a te pai de 100, Paste, 1921923, wl pag. 382 Ger, Evcive me (Inowor) Minscouns, Fabrique de romans, Maison diesandre Dumas et Cie, Pars, 108, —a2- La Revue des deus mondes esceibié por entonces: «Quin cconoce Tos titulos de todos fos libros que ha firmado el Senor Dumas? ;Los conoce él mismo? Si llevase un diario, gn el “debe y-el “haber” seguro que ob a més de uno de esos hijos de los que es padre legitimo, natural ‘9 adoptivor . Corrié Ia Fabula de que Dumas ocupaba en Sus sotanos a toda una compasia de literatos pobres. To- ddavia después de diez afios de Tas observaciones de la gran revista —1855— encontramos en un pequeio Organ de Ja bohemia la siguiente y pintoresca descripcién de la vida de un novelista leno de éxito al que el autor llama De Sanctis: «Llegado a casa, De Sanctis cierra cuidadosa mente... y abre una pequeia puerta oculta tras su biblio- teea. Y asi se encuentra en un gabinete bastante sucio, ‘mal iluminado. En él esta sentado, con una larga pluma de ganso en Ia mano, un hombre adusto, que mira somise mente y tiene enmarasiados los cabellos. Reconocemos en dla una milla al verdadero novelista de raza, aunque no sea més que un antiguo empleado de ministerio que ha aprendido el arte de Balzac leyendo Le Constitutionnel El auténtico autor de La cdmara de tos erdneos es él; él ces el novelista» **, El Parlamento intents bajo la Segunda Republica luchar contra la preponderancia del follet6n. Se-cargaba con un impuesto de un céntimo Tas entregas, tuna por tina, de la novela, Pero tal preseripeién quedé en corto plazo fuera de vigor con las leves de prensa reaccio- havias que, a limitar la libertad de opinién, dieron al fo Netén un valor elevadon. Ta clevada remuneracién del folletén, junto con su gran consumo, ayudaba a los escritores que la servian a Conseguir tun gran nombre entre el piblico. Algunos. no estuveron lejos de emplear, combinandolos, sus medios y su fama: Ta carrera politica se les abria east automat © Pacens Lave, «Da roman aetuel et de nos romencerss Rese des deus miondes 185, pa, 33 peex Sacasen, «Du romen en general et du romancler mo dere en particulier, La boheme, 185, 1, pag. 3 Bi cw de lo “negrae” no estaba tmicado al flletn, Serhe seupaba pars disogn de sul pease tofu una sel de olaore — 8 a camente, Con ello se dicron nuevas formas de corrupeién, cuyas consecuencias fueron mayores que las del mal uso del nombre de autores conocidos. Una vez despierta la ambicién politica del literato, era fell para el régimen indicarle et camino apropiado. En 1846 Salvandy, Minis: tro para las Colonias, ofrecié a Alexandre Dumas em- prender a costa del gobierno —y la empresa estaba caleu- fada en diez mil francos— un viaje a Tunez para hacer propaganda de la politica colonial. La expediciOn fracas6, Se devoro mucho dinero y terminé con una pequetia in texpelacién en la Camara. Sue fue més afortunado, ya que ademas de aumentar, a causa del éxito do Les Mysteres de Paris, cl mimero de suscriptores de Le Constitutionnel de tres mil seiscientos a veinte mil, fue elegido diputado, por los obreror de Paris en 1850 con ciento treinta mil votes. No ganaron mucho con ello los electores proleta rios; Marx llama a la eleceién «comentario sentimental y extenuante» de los logros en el mandato anterior. Si la literatura podia abrir a los preferidos una carrera politi- ca, sera dicha carrera a su ver utilizable para la conside- racidn erftica de sus escritos. Lamartine depara un buen ejemplo. Los éxitos decisivos de Lamartine, Médétations y Hare ‘monies, aleanzan a los tiempos en que el campesinado fran ceés estaba todavia en posesién del disfrute del terruio logrado, En wnos versos ingenos a Alphonse Karr el poo: 1a equipara su creacién a la de un vinador «Tout homme avec fierté peut vendre sa sueur! Je vends ma grappe en fruit comme tw vends ta flew, Heurews quand son nectar, sous mon pied qui la foule, Dans mes tonneau nombreux en ruisseaus d'ambre coule, Praduisant a son maitre ivre de sa cherté, Beaucoup d'or pour payer beaucoup de libertélss Estas lineas, en Jas que Lamartine ensalza su prosperi TK. Marx, Der achizehte Brumaine des Louis Bonaparte, ey pa “S "Atmowse or Lavan, Ocusres podtiques completes, Ba, Guyard, Paris, 1936, pag. 1506 (eLettre & Alphonse Karr»), re ce. dad como prosperidad campesina y se felicita por los hor hnoraries que su producto le procura en el mercado, son nds que Instructivas, si se las considera menos desde st fado moral * que como expresion de un sentimiento de clase. Este era el del pequefio campesino. He agui una pieza de Ia historia de Ia poosia de Lamartine. La situacién el pequefio campesino se hizo critica en los afios cua renta, Estaba endeudado, Su minifundio no se hallaba ya een la Hamada patria, sino en el banco hipotecarios Con lo cual se desmoronaba el optimisino campesino, base de la contemplacién transfiguradora de la naturaleza qu es propia de la lirica lamartiniana, «Al surgie el minifun- dio en acuerdo con la sociedad, en dependencia de los poderes naturales y sometido a la autoridad, fue naturale ‘mente religioso; el minifundio arruinado y desmoralizado, desmembrado de la autoridad y de la sociedad, empujade ppor encima de su propia limitacién, era naturalmente irre- ligioso» *. Y precisamente en este cielo hacfan las poesias de Lamartine figuraciones de nubes. En 1830 habia es crito SsinteBeuve: «La poesfa de André Chenier. ierta manera el paisaje sobre el cual Ia. de Lams ha desplegado el cielo» ". Este cielo se derrumbé para sicmpre cuando los campesinos franceses votaron en 1848, por la presidencia de Bonaparte. Lamartine habia coope- nado a preparar su voto “*. Sainte-Beuve eseribe acerca de ~ HL uitameateno Louis Veullt eseribe en una carte ablrta Lanting "gDe meras que wo sano Ud. doe wer lire gules Sect fh tna que‘deqerns'el cro! 1 para rocurrae eo fol, de ‘bert’ gue ae compen Son or prosor “Ul. mor Htror ge manera {fe arteal "como six ingrmiree oss ipo!" (aes Vaatsor ig choses, Sa Atal, ‘Epa, 10S, ae 3 © K. Manx, Der achtechnte Brumsire des Louis Bonaparte, 4 pag. 12 3 Tid, pig. 12. ® Shinar, Vie, podsies et pensées de Joseph Dlorme, Paris, 1868, pi. 170, Fotrowst! ba protado con infornes del entonces,embajador ros) eh Pars, Kiser, que los seontecinortos ocuriom tal HT de shel de 184, Lamaviie bia seegurado el emibajador que {ne tropes agruparian en in capital una medion gue mis tarde ‘cain fusitcar in purges con es mesifetociones tres del 18 6 ee ‘su papel en la revolucién: «estaba determinado para ser €l Grfeo gue con sus liras doradas guiase y mesurase tal intrusion de los birbaros» *. Secamente, Baudelaire le lama sun poquite putatiero, un poquito prostituido> * Para los lados problemsticos de tan brillante fenéme- no dificilmente podsia alguien tener mirada mas penetran- te que Baudelaire. Lo cual tal ver esté en relacién con que deste siempre habia sentido cuin poca brillantez s° po- Saba sobre el. Porche opina que parece como si Baudelaire hho hubiese podido clegir donde colocar sus manuscritos * Ernest Reynaud escribe que «Baudelaire tuvo que contar con costumbres de tunantes; tuvo que habérselas con edi. tores que especulaban con la vanidad de las gentes de mundo, de los aficionados y de los principiantes, y que Salo aceptaban manilscritos si consegufan suscriptores>*. El propio comportamiento de Baudelaire corresponde a teste estado de cosas. Pone el mismo manuscrito a dispo. sicién de varios editores, otorga segundas impresiones sin Sefialarlas como tales. Temprana y plenamente considers Sin ninguna ilusfén el mereado literatio, En 1846 escribe ‘Una casa puede ser muy hermosa, pero sobre todo, y Antes de gue nos detengamos en su belleza, tiene tantos metros de alta y tantos metros de larga. Igual pasa con la literatura, que presenta una sustancia inestimable: es, sobre todo, lineas Ilenas; y el arquitecto literario, al que no s6lo su nombre promete ganancia, tiene que vender 2 cada precio», Hasta su muerte sigui6 estando Baude- Taire mal sittado en el mercado literario. Se ha calculado que con toda su obra no gané mas de quince mil francos, ‘Balzac se aniquila con café; Musset se embota con ajenjo.. Murger muere... en una Casa de Salud igual que Unois’Ge hecho une Tor amb’ sive aul TG en Pomoc Morne fect, Wom 8 De © SamwreBrwvn, Les eonsolations, pig, 18 © Gi por Fravgors Ponca, La vie douloureuse de Charles owdeaire, Pars, 1926, ns. 26. Conte bed, pi Se 1% Rauior Raps, Charles Baudelaire, Pais, 1922,-pée. 39 = Tt nie. 38, 4% shore Haute wreanopartcla de Santee {no de sus primeros poemas, que no tuvo acceso a Les «Pour avoir des souliers, elle a vendu son ame; Mais le bon Diew rirait si, pros de cette infdome Je rranchais du tartufje et singeais ta hauteur, Moi qui vends ma pensée et qui veux étre auteurs. La iiltima estrofa, «Cette-bohime - 1a, c'est mon tout», inclaye sin reparos a esta criatura en Ja hermandad de Ta bohemia. Baudelaire sabia lo que de verdad pasaba con Cliiterato: se ditige al mercado como un gandul; y pict ca que para echar un vistazo, pero en realidad va para encontrar un comprador line Chere, Charles Baudelaire, Paris, 1986 ig, 196. ST ple 20 a , EN ist EL «FLANEUR» Elescritor, una vez que ha puesto el pie en el mercado, mira el panorama en derredor. Un nuevo género literario ha abierto sus primeras intentonas de orientacion. Es una literatura panorémica. Le livre des CentetUn, Les Frar- cais peints par ewrmémes, Le diable a Paris, La grande ville, disfrutaron al mismo tiempo que los panoramas, y 1no por azar, de los favores de la capital. Esos libros con- sisten en bosquejos, que con su ropaje aneedético divia ‘mos que imitan el primer término plistico de los panors mas e incluso, con su inventario informativo, su trasfor- do ancho y tenso, Numerosos autores les prestaron su contribuetén. Estas obras en colaboracién son el sedi ‘mento del mismo trabajo literario colectivo que Girardin hhabfa albergado por vez primera en el folletén. Eran ves tuarios de salén para escritos que de por sf venian mar- cados del baratijo callejero. En ellos ocuparon sitio pre ferente los insignificantes cuadernos que se llamaban efi siologiass, Siguen las huellas a tipos como los que le salen al paso al que visita el mercado. Desde los tenderos ambulantes de los bulevares hasta los elegantes en el «fo- yer» de la Opera, no hubo figura de la vida parisina que rho perfilase el Fisidlogo. Bl gran momento del género coin: cide con el comienzo de los aios cuarenta, Es Ia escuela superior de los folletones; la generacion de Baudelaire hha cursado en ella, Que a éste tuviese poco que decitle, muestra lo pronto que anduvo sa propio camino, a a En 1841 se lego a contr con setenta y sis Bisiologtas A puruirde este fio decayo cl nero; desapareci6 con la ndaarquia burguess. Era pequenoburgués desde ss rai Bie Manor eh maestro del gencro, eran cri dotado Se unm extrsordinaria capacidad para la observacion de $ alamos Jaons traspasaron as Fiilogiee tan limitado Horlzonte. Despucs de haberse dedieado a los tipos, le ilego el tarno a Ia fsfologia de la cludad. Aparecteron Parts la nut, Paris table, Paris dans Peas Pars d cheval Paris pittoresque, Paris marie. Cuando se agot cl filo, fe produlo un verdadero atrevimlento: in eisologie de Toe pueblos, Tempoco se avid la efisiologian de Toe ank tales que desde siempre resultaban muy recomendables Come tema Inocente, Parque lo que importa era Ia ino. encia. Eduard Fuchs, en sus eatudios sobre la historia de la caricatura, advirte que en os comienaos de las Fisiologias extn las lamadas leyes de seiembre, es deci, Ins exacerbadas medidas de consura de 1836. Por medio de clas se separo de golpe de In politica. a un grupo de Ssrisas capaces yadiesrados on last, Y silogra to en lo grafico, con mayor Taz6n tenfa.que lograrlo en la Ttecatura la tal manobra del gobierno. Ya que en ésta no habia sina eneraia politica que pudiese compararse con Ia de un Daunir. La reacciOne, por tanto el presupucsto spor el que se explica Ia colosal revista de Ia vida bur. guesa que. se eslableclé en Francia. Todo desilaba ome por encima. dis alegres y dias de Iwo, trabajo ¥ fos elibes faa, casa, jos, escuela, sociedad, Leatro, > apacible de estas pinturas se acomoda al hibit det sflaneurs” que va hacer boténica al asfallo, Peto nt sk Cf, CHARLES Lovanons, Statistique ttséraire de In produc: sion intelletuclfe en France depuis quiaze anse, Revue das dou: Imondes, 15 de noviembre de JU, pag O86. T"Rovawo Fu, Die Karikarur der europdischen Valker, Mu nich, 9B vol I Bg. 362 Bn al texlo aleman original el autor emplea slompre el seeming en fraeés. Segulmos pues su decis6a, ia duda spovada fn referencia constante que hace de ess Romibre que vapabur —s0— rT quiera entonces se podia ya callejear par toda la ciudad. Antes de Haussmann eran raras las aceras anchas para Jos ciudadanos, y las estrechas ofrecian poca proteceién de los vehicules. Dificilmente hubiese podido el callejeo desarrollar toda su: importancia sin los pasajes. «Los pat sajes, una nueva invencién del Injo industrials, dice una gula ilustrada del Parfs de 1852, «son pasos entechados con vidrio y revestidos de mirmol a través de toda una masa de casas cuyos propietarios se han tnido para tales especulaciones. A ambos lados de estos pasos, que reciben su luz de arriba, se suceden las tiendas més elegantes, de modo que un pasaje es una ciudad, un mundo en pe quello». ¥ en este mundo esta el «flanear» como en st. casa; agenciaba cronistay fildsofo «al lugar preferido por los paseantes y los fumadores, al picadero de todos los pequefios empleos posiblese'. Asi mismo se agenciaba an medio infalible de eurar el aburrimiento que medraba fécilmente bajo la mirada de basilisco de una reaceién saturada, He aqu{ una frase de Guy que nos transmite Baudelaire: «... quien se aburra en el seno de la multitud, es un imbéecil, un imbécil y yo le desprecio» , Los pasajes son una cosa intermedia entre la calle y el interior, Si queremos hablar de un mérito de las fisiologias, citare ‘mos el bien probado del folletén: a saber, hacer del bus levar un interior. El bulevar es Ta vivienda del «flaneurs, fue est como en su casa entre Fachadas, igual que ef Dburgués en sus cuatro paredes. Las placas desiumbrantes yy esmaltadas de los comercios son para él un adorno de pared tan bueno y mejor que para el burgués una pintura al 6leo en el salén. Los muros son el pupitre en el que apoya su cuadernillo de notas. Sus bibliotecas son Ios. Kioscos de periédicos, y las terrazas de los cafés baleo- res desde los que, hecho st trabaja, contempla su nego cio. Que la vida slo medra en toda sa multiplicidad, en Ja riqueza inagotable de sus variaciones, entre los ado- dea, que callejea, de este paseante en Cortes, que diriamas en ‘isiellano,a la chudad de Paris (N. del) Texoinind WR Gall, Paris ond seine Salons, val, 2, Olden burg, 155, pag, 2 nn pg 3 asa ————————————ES { quines grises y ante el trasfondo gris del despotismo: Este era el secreto pensamiento politico del que las fisio logis formaban parte ‘Socialmente no eran sospechosos estos escritos, Una cosa tienen en comiin las largas series de caracterizacio- nes, estrafalarias 0 sencillas, simpiticas 0 severas, que las fisiologias presentaban al lector: su inocencia, su bons: choneria consumada, Semejante parecer sobre el prdji: mo estaba demasiado lejos de la experiencia para que no Se escribjese por causas desacostumbradamente polémi- cas. Procedia ‘de una inguictud de indole muy especial Las gentes tenian que arregldrselas con una nueva situa cidn, bastante extrafa, que es peculiar de las grandes Ciudades. Simmel ha retenido lo gue aqui esta en cues. tin con una formulacién feliz: «Quien ve sin oir, esta ‘mucho més... inguleto que el que oye sin ver. He aqui algo caracteristico para la sociologia de la gran ciudad. Las relaciones alternantes de los hombres en las grandes ciudades... se distinguen por una preponderancia expresa de la actividad de los ojos sobre Ia del ofdo. Las causas principales son Ios medios piiblicos de transporte. Antes del desarrollo de los autobuses, de los trenes, de los tran- vias en el siglo diecinueve, las gentes no se encontraron cn la circunstancia de tener que mirarse mutwamente lar {gos minutos, horas incluso, sin dirigirse la palabra unos 2 otros. La nueva situacion no era, segtia Simmel re- conoce, precisamente hogarefia. Ya Bulwer instruments su descripelén de los hombres de Ins grandes ciudades en Eugen Aram refiriéndose a la observacién goethiana de que todo hombre, el mejor igual que el més miserable, eva consigo un misterio que, de ser conocido, le haria odioso a todos los demés". Y las fisiologias eran buenas para dejar de lado como de poca monta semejantes re- presentaciones inquetantes. Si se nos permite decirlo as, hhacian como de orejeras para el eestipido animal de ciu Gums Stuns, Sozilogie, Berlin, 1958, pig. 486. Epwino Gronce Bow 183, pig 3 : dads? del que habla Marx. La limitacién fundamental gue daban, si era necesario, a su vision, Ia muestra una descripeién del proletario francés en Physiologie de Pin dustrie frangaise de Foucaud: «Para el obrero un goce twanguilo es ni mas ni menos que agotador. Ya puede ser la casa que habita, bajo un cielo sin nubes, verde y es tar penetrada por el aroma de las flores y animada por los tino de los pajaros, que se encontrar desocupado, Es inaccesible a los atractivos de la soledad. Pero si por ea: sualidad Mega a sus ofdos un tono © un silbido agudos desde una fabrica lejana..., si escucha el sonsonete mo: nétono que proviene del molino de una manufactura, s¢ alegra en seguida su frente, Ya ni percibe el selecto per- fume de las flores. EI humo de Ins chimeneas de las £4 bricas, los golpes estremecedores de los yunques le hacen temblar de goz0. Recuerda entonces los dias venturosos de su trabajo guiado por el espiritu inventors, El em- presario que lefa esta descripcién, se retiraba a descansar quiz4 més sosegado que nunca. De hecho lo que estaba més a mano era dar a las gen fes, a unos de ofros, una imagen alegre. A su manera w ian asf las fisiologias Ia fantasmagoria de la vida po- risina. Tal procedimiento sin embargo no podia Hevar muy lefos. Las gentes se conocian entre si como deudores yacreedores, como vendedores y clientes, camo patronos ¥y empleados y, sobre todo, se conocfan como competide- res. Aa larga no parecia demasiado prometedor desper- {ar en ellos respecto de sus colegas la representacién de un ser tan inocente. De ahi que pronto se Formase en este género otra opinién del asunto que tendria efectos muicho mds tGnicos. Se retrotrae hasta las fisonomias del siglo dieciocho. En cualquier caso poco tiene que ver con los sélidos empettos de aquellas. En Lavater o en Gall entra- ba en juego un auténtico empirisme junto con la espect- laci6n y la extravagancia. Los fisidlogos vivian de su eré dito sin dar nada de lo que era suyo. Aseguraban que © Marx und Engels aber Feuerbach, MarsEngele Archiv, Beigscrtt des MarsEngeletnsttute, Prankert, 1 0920), poe. 27 PFouenw, op. cl pa 22. 3 cualquiera, incluso el ayuno de todo conocimiento del {ema estaba en situacién de descifrar Ia profesin, el ca ticle, la exteaccin y el modo de vida de los viandantes. En ellos ese don se presenta como una capactdad que las Hadas le han puesto en la cma al habitante de Ia gran Ciudad. Con semejanies certeras estaba Bale, y més gue padic, en su clemento. Le iban bien a su prefevencia Por emunciados sin liattaciones. «El genion,eseribe por Ejemplo, ses tan perceptible en el hombre que hast el mis incult, euando se passa por Paris, si se rsa con tin gran attsia, abr en segulda dénds est Dela ainigo de Baudelaire y el mas Interesante ent los pe- Gefice maestros del follatén, pretende distinguir sl pi Blico de Paris en sus diversas capas sociales tan Falk mente como tn gedlogo distingue lay Tormaciones en las focas, Si algo senejante fuese factible, no seria enfonces fava en In gran ciudad ni mucho menos tan inguietante como a algiaos les parecia probable, Se irtaba enfonces nda mls que de una floritura, cuaado Baudelaire se pre guia: «gGue son los pligros del bosque y de la pradera omparados con fos conflicts y lon chogues cotdianos de ta civilizacion? Ya enlace a s4 victim en el buleva yt atraviese su presa en bosques desconacidos, zn0 sue Sendo el hombre eterno, el animal Je presa ms. per fecto?» aracsavitima uillza Baudelaire la expresn «duper; el teinino designa al eneniado, al que se deja Hevar de Ia nariz; es In contrapartida del buen conocedor de hom bres. Cunnto menos sovegnda se hace In pron cluded, tan to mayor conocimiento de lo humano, se pensaba, sera tecesatio pore operar en ella, En retided la agudizada Tacha por Ia competencia eva sobre todo a que cada uno precio de éstos sive con frecuencia macho mejor que El del mismo ser, cuando To que hay que hacer es valorae él comportamiento de in hombre. Por tno, el don, del gue ran de buen grado se ufana al «fle, es side len ® Howat ne Bat2sc, Le cousin Pons, Paris, 1914, i, 130 TL pg. 67, 4 ‘uno de Tos fdolos vecinos a Baco en el mercado. Baude- re apenas ha venerado dicho idolo. La fe en el pecado driginal le hacia inmune contra la fe en el conocimiento de los hombres, Se emparejaba en esto con de Maistre, five por st lado habia aunado el estudio del dogma con Ih aficion a Baco, Pronto quedaron abolidas los metoduelos que los fi siologistas vendian al mejor postor. Por el contratio, un furan futuro Te estaba destinado a la Titeratura que se ate- Inia a los lados inquietantes y amenazadores de la vida urbana. También dicha Titeratura tenia que habérselas ‘con ln masa, Pero procedia de otra manera que las fisio Togias. Poco le importaba determinar los tipos; mis bien perseguia las funciones propias de Ia masa en Ia gran Chidad, Entre ellas toma aires de urgencia una que ya un Sniorme policial destacaba en las postrimerias del siglo iceinueve. «Es casi imposible, escribe un agente secreto parisino en el ado 1798, «mantener un buen modo de vivir En una poblacién prietamente masificada, donde por asi {ecirlo cada cual es un desconocido para todas los demas y no necesita por tanto sonrojarse ante nadie» ®. Agaf la asa aparece como el asilo que protege al asocial de sus perseguidores, Entre sus lados mas amenazadores se amun: cid éste con antelacién a todos los demas. Esta en el ori igen de la historia detectivesca ‘En los tiempos del terror, cuando cada quisque tenfa algo de conspirador, cualquiera Hegaba a estar en situs- cion de jugar al detective. Para lo cual proporciona el Vazabundeo Ia mejor de las expectativas. es para Poe sobre todo ése que en su propia sociedad no se siente seguro, Por eso busca la multitud, y no habra que ix muy lejos para encontrar Ia razén por Ja cual se esconde en ella, Poe difumina adrede la dife rencia entre ef asocial y el «flaneurs. Un hombre se hace tanto mas sospechoso en Ia masa cuanto més dificil re sulta encontrarlo, Reposando de una larga persecuciéa, resume para si el narrador su experiencia: «Este viejo, dije por fin, representa el arquetipo y el género del pro- fundo crimen, Se niega a estar solo, Es el hombre de la smultituds * Y¥ no sélo para este hombre reclama el autor el interés del lector; por lo menos se apega en igual grado a la des: ceipeidn de Ia multitud. Y ello tanto por motivos docu- mentales como artisticos. En ambos aspectos el narrador sigue el espectéculo de la multiud, También le sigue, en tuna conocida narracion de E. T, A, Hoffmann, el pariente desde sti ventana de chaflan. Pero qué apocada es la mi: rada sobre la multitud de quien esta instalado en su vida casera, Y qué penetrance es Ia del hombre absorto en ella a través de las lunas de los cafés. En la diferencia de Tos puestos de observacion estriba la diferencia entre Ber- lin y Londres. De un lado el rentista; se sienta en el ‘mirador como en wna platea; y cuando quiere darse una vuelta por el mercado, tiene en la mano unos gemelos de dpera, De otro lado el consumnidor, el innominado, que ‘entra en el café y en seguida lo abandona atraido por el man de la masa que incansablemente le vapulea. De un {ado un gran surtido de pequefias estampas de género que forman todas ellas un album de laminas coloristas; de ‘otra lado un bosquejo que hubiese podido inspirar a un ‘an grabador; una multitud inabarcable en la que nadie testi del todo claro para el otro y nadie es para otro en- teramente impenetrable. Al pequefioburgués alemén le hhan fijado estzechos limites. Y sin embargo, Hoffmann cera por idiosinerasia de la familia de los Poe y los Baude- 2 BLA Por, op. city I, pi, 26 = Iaie. En la nota biogrficn @ la edicién original de sus Silman escritosse advert. «Hoffmann ne fu nunca: pecinlmente amigo de la natrsleea El hombre, com facion por ag, servaciou por ail el mero ver alos hombres valia para el me que todo, i paseaba durante al verano, cova que con el buen tempo sucedia dara tuente por ln tarde... no habia taberoa confteria en Tn que ‘no entrase pava,ver si habla all alguien y- que ase de personas rans, Ais tard se queard Dickens estando de viaje, de Ta fata ce ruidocallejeno, ndispen Seble para su produceién, «No puedo decir cuanto echo en fala Is calles, escribia en 1846 desde Lausannc, co aldo como esiaba por el trabajo en Dombey and Son Es como sh diesen so a mi cerebro de fo eal no puede ste pasars, st ha de trabajar, Una semana, quince as, Si gue soy caaz de excibir maravillosamente-en un gat apartado; basta Iuego con in di en Londres para remon bajo de escribir a diario sn ea linterna nigica-. ts gras parece que quisieran quedase quctas, i no tenen A's alrededor unm multuds" Entre las abuchas cosas due en laodiads Bruslas ponen a Baudelaire Tuors de Chay una que le len de tn encono especial: «No hay escaparatesen las tnd, El alle, tan grato a Tos Puc: bios dotados de imaginacin, es impontble en Brac No hay nada que ver 7 los caminos son imposiblese Baudelaire amaba la soledad; pero In queria en la mul tad i conter de sus natraciones Poo deja que oscurezra Se detiene en la tid bajo la fu de ga. Solo Goo di caltad cabria separar la iluminacion de gas de la apa Hencia dela calle como interior en el que se reste Ta Fanvastoagoria dl slaneur, La primera lz de gas prose Gist los pasajes En Is ner de Baudsaive se hizo et % Enusr Turnoon Auanecs Horruany, Ausgeihice Sehrifen, vol. 1: Leben wed. Nachlass. Von Julias Eduard Hig, Stut are, 1889, pag 32 Cit’ ann. (Heo Meamnio}: «Chatles Dickens, Dle News Zeit, 20191142. val pg. 82 + ibid, Hi, 10. oe intento de utilizarla al aive libre; se dispusieron candela. bros en la Place Vendéme. Y bajo Napoledn IIT crece rapidamente el nimero de las farolas de gas en Paris” ‘Lo cual aumentaba la seguridad en Ia ciudad; hacia que Ja muititad se sintiese en casa en plena calle también por Ja noche; expulsaba al cielo estrellado de la imagen de Ja gran ciudad mas confiadamente de como habia suce- dido por causa de sus casas elevadas. «Coro las cartinas tras el sol; se ha ido éste a Ia cama como debe, En ade lante no veo otra luz que la de la lama de gass**. La Jina y las estrellas no merecen ya mencién alguna, En los tiempos florecientes del Segundo Imperio los comercios de las calles principales no cerraban antes de Ins diez de la noche, Era el esplendor del noctambulismo. «El hombres, escribié Delvau en el capitulo de sus Heures arisiennes dedicado ala segunda hora después de media noche, «debe descansar de cuando en cuando; paradas, estaciones le estan permitidas; pero no tiene derecho a dormirs”. Dickens se acuerda en el Iago ginebrino nos tilgicamente de Génova, en donde disponia de dos millas de calle para vagar bajo su ilaminaciéa por las noches. Mas tarde, al extinguirse los pasajes, caer fuera de moda el Jeo y no resultar ya distingtida la luz de gas, le par recié a un wihtimo eflancurs, que arrastraba tristemente ‘sus pasos por el vacto pasaje Colbert, que el temblor de los candelabres no exponia mas que el miedo de su llama ‘no ser ya pagada a fin de mes". Entonces escribié Ste- venson su lamento por la desaparicién de las farolas de gas. Se deja sobre todo Ilevar por el ritmo en que los fa- roleros van por las ealles encendiendo una tras otra las Lz transformation de Paris sous le. Second Empire de fa Bibliotheque et des travaux Iastoriques deta de Burs, redige par Marcel Poste, & Cloutot eG. Hetic, Pats, 1930, pig snus Lewes, Paris au gat, Pats, 1861, pi, 10 4% Aurnen Dau, Les heures parisionnes, Paris, 1, pe. 206 ® Cie: Lows Vivition, Les adeurs de Paris, Pris, OM, 66 wo farolas. Primero dicho ritmo se destaca ecuénimemente el creptsculo, pero luego ciudades enteras se encuentran de golpe, con un choque brutal, bajo el fulgor de la luz clectrica, «Esa luz deberia caer tnicamente sobre aves ‘nos 0 criminales piiblicos o iluminar los pasillos de los manicomios, ya que esta hecha para aumentar el terror, el terrors ®, No pocas razones nos dicen que la luz de gas sélo tardiamente fue sentida de manera tan idilica como Ia sintié Stevenson que eseribe si necrologia, Y sobre todo lo atestigua ast un discutible texto de Poe, Apenas podri describirse més ligubremente los efectos de ext Iw: «los resplandores del gas, débiles al comienzo de Ia lucha contra el dis, ganaban por fin ascendiente ¥ es parcian en derredor una luz agitada y deslumbrante. Todo ‘era negro y sin embargo espléndido como el chano con el cual fue comparado el estilo de Tectuliano»”. ¥en otto lugar dice Poe que en el interior de la casa el gas es inad- isible. Su luz dura, temblorosa, ofende a los ojos. ‘Tétrica y desmembrada; como la luz en la que se muc- ve, aparece I multitud londinense, Lo cual no vale slo para la chusma que con la noche s¢ desliza «fuera de sus puatidas» ®. Poe describe de Ia manera siguiente la clase de los altos empleados: «Todos ellos mostraban sefiales de calvicie y la oreja derecha, habituada # sostencr desde hacia mucho un lapicero, aparecia extrahamente separada. Noié que siempre se quitaban © pontan el sombrero con aambas manos y que llevaban relojes con cortas cadenas de oro de maciza y antigua formar %. En st descripeiin Poe no pretende Ja apariencia inmediata, Estan exage- radas las semejanzas a las que se somete el pequefio bur gués al existir en la multitud; su cortejo no dista mucho de ser uniforme. Y atin es mis sorprendente la. descrip cion de Ia multitud seziin el modo que tiene de moverse. ‘La gran mayoria de los que iban pasando tenfan un aire tan serio como satisfecho, y sélo parecfan pensar en la ® Ronees Louis Srevensox, Virginibus Puerisque and Other Papers, Longes, 1924, pag. 12. TEA Poe op. cite 25h. © Doi, tpg. 248, -a- manera de abrirse paso en el spiiamiento, Fruncian las Ccjas y elsaban vivamente los ofos; cuando otros tam Seitnts los empujaban, no daban ninguna sefal de inv Burosos, Otros, ambien en gran mimero, se moovlan Ib Sables, rojas los rostros, hablando y gesticulando com Sigo miss como si la densidad ds Ta mata que los Todeaba los hick sentirse solos. Cuando hallaban sin tbetdculo 2 sa paso cesaban brascamente de mascullar, ero redcbiabar sus gestculaciones,esperando con som isa forzada y ausente que los dems les aricran camino, Cuando los empujaban, se deshacian en saludos hacla los responsable, parecian lenos de confusiins. Se pe Sard que habia de individuos medio borrachos, misera: thes. En realidad se trata de «gentlhombres, comerclan- tes, abogados,traficantes y agiolistass™ Lo qu estd en Jucyo no es una psicologia‘de clases, es otra cosa" i, 1, pag 27 + J Un jou ple encontrames pari ae pasle. Doumatue coat to ms taro en 186s, en an tempo ws gun Sandee ite nad sonia co Poe hacen, nous convent, ou i rt, gan, Note tobtean gue robe e oir Bedehit! T, pag. 21) * roid, 1, pig. 8 + La imagen, de Amicon que Mars levsba consigo parece se et timo acai” te in lerpln de Pow. Destaca ul more tsi,“ni. 0 Tn fe Biota eae dong tt ‘reusing 7 Seton sarament comme tes gens Gaffare Cv. 10 68 7 Hay una litografia de Senefelder que representa un club de juego. Ni uno de los retratados en ella sigue el juego de manera normal; todos estin poseides por su pasién. Uno por su alegria despreocupada, otro por la desconfianza hacia su compafiero, un tercero por und desesperacién sorda, un cuarto por su afin pendenciero, otro por los preparativos que hace para marcharse de este mundo. Esta limina recuerda a'Poe en st extrava- gancia. Desde luego que el tema de Poe es mayor y lo son en correspondencia sus medios, El trazo magistral en su descripcion consiste en que expresa el aislamiento sin esperanza de los hombres en sus intereses privados, y no como Senefelder, semtin la diversidad de su comporta- miento, sino por la incongruente uniformidad ya sea de su vestimenta, ya sea de sus gestos. El servilismo con el que Tos que aguantan empujones encima se disculpan, permite reconocer de dénde proceden los medios que Poe Ltiliza en este caso, Proceden del repertorio del payaso. Y los utiliza de manera semejante a como suceders mas tarde con los excéntricas. En los ejercicios del exeéntrico cs patente la relacién con la economia, En sus abruptos movimientos imita igual de bien la mauinaria que da codazos a la materia y la coytintura que se los daa la ‘mercancia, Los sectores de Ia multitud descrita por Poe realizan una mimesis semejante del «movimiento ene brecido de la produceién material» junto con las formas pertinentes de negocio. En Ia descripcin de Poe se pre figura lo que el Luna-Park, que hace de todo hombrecillo tun exeéntrico, pondra mas tarde en marcha con. sus bam. boleos y otras diversiones parecidas. Segin el las gentes se comportan como si slo pudiesen exteriorizarse auto- mdticamente. Su apresuramiento hace el efeeta de ser mis ‘deshumanizado porque en Poe sélo se habla de hombres, Cuando Ia multitud se aglomera, no es, pongamos por caso, porque el trilico de coches la. detenga (al trafico ni siquiera se le menciona), sino porque otras multitudes la bloquean. En una masa de tal eatadura no pudo flo- recer el callejeo. EI Parfs de Baudelaire no habia legado ain a ese es tado. Donde mas tarde hubo puentes habia todavia barcas 6H aque atravesaban el Sena, En el mismo affo de la suerte ESpuudelaire pudo ocarvrsele a'un empresasio Th Kea de hacer circular, para comodidad” de fos vecings Pu dente, quinientas sllas de. manos, Am habia afin por fos paces en los que el «fldneut> al vela los vehlelos que no foleran a competencia de Tos peatoncs. Habla ransetnes que se apretaban en Ta multtud pero ha denis el sflincurs qoe necestia Ambito Jo juego ¥ que fo quiere privase des vida privada. Desocspado, se las da de ser ana personalidad y protesta contra la division Sel trabajo que hace alas gentes specialists. De Ia mix fa manera protesta contra st laboriosidad, Hacin 1840 fue, por poco tiempo, de buen ton0 llevar de paseo por Tos pastes a tortugas, El «fines dejaba de buen grado {que esas le prescribiesen ss stempor De habéreele hecho eso, el progreso hublera tenido que aprender ese «pase. Pero no fuc'el quien tuvo la sion palabra, sino Taylor, Que hizo una consigna de su «abajo el callejcos Tem prano procuraron algunos hacerse na imagen de lo que on 1857, sFi "lineut", que habjamos encontrado en las calles pavimentadas y ante los escaparates, ese tipo int Signficane, sin importancia, eletnamente deseoso de ver, Tante de todo lo que no fuese adoquies,landos yfarolas fie gas. so ha convertido ahora en agricultor, cn via. tero, en fabricante de telas, en refinador de ancar, en indsrial dl herro» Tn sus vagabundeos el hombre dela multitud atertiza tarde nun bacar muy frecueatado, Se mueve en él como tun clente:cHabia en tiempos de Poe bazares de mchos pisos? Sea ‘como sea, Poo dela. que el Ingulelo pase en se bazar scomo una hora y media. Tha de un unaguel a Sto, sin comprar nada, ssin decir palabra y miranda las fmercancias con ojos ausentes y extraviadoss St sl pa = Gin Growers Frauen, La ese du props, Paris, 1936, P85; ot Easosr ob Ratran, Paris wvesste yay, avi, 187, i, 7 7 STE A Pow, op. ft, 1 nls. 258 1 saje es la forma clésica del interior (y asi es como el «flancur» se imagina la calle), su forma en decadencia es el bazar. El bazar es la iltima comarca del «flincur® Al comienzo la calle se le hizo interior y ahora se le hace ‘ese interior calle, Por el laberinto de las mercaneias vaga como antes por el urbano, Un rasgo magnifico en el cuen- to de Poe es el de inseribir en la primera deseripeiin del «(laneur» la Figura de su final Jules Laforgue ha dicho de Baudelaire que él fue el primero que hablé de Paris «como un condenado dia tras dia a la existencia en la capitals, Habiese podido decir que tambien fue el primero que hablé del apio que se le da a ése (y s6lo a és) condenado para su alivio, La mul tilud no es sdlo el asilo més reciente para el desterrado; ademis es el narcotico més reciente para el abandonado, El flaneur» es un abandonado en la multitud. Y as! es ‘como comparte la sftuacién de las mercancias. De esa singularidad no es consciente, Pero no por ello influye menos en ¢l. Le penetra venturosamente como un estt- pefaciente que le compensa de muchas humillaciones. La ebriedad a la que se entroga el «flineur» es In de Ta mer- cancia arrebatada por la rugiente corriente de los com: pradores. Si la mercancia tuviese un alma, ésa de la que a veces hhabla Marx por broma®, serfa la mas delicada que en contrarse pueda en el reino de las almas. Puesto que de beria ver en cada quien al comprador en cuya mano y @ cuya casa quiere amoldarse. La sensibilidad es la natura Jeza de la ebriedad a la que el «ilineurs se entrega en la multitud, «Bl poeta disfruta del privilegio incomparable de poder ser a st guisa él mismo y otto. Como las almas errantes que buscan ua cuerpo, entra, cuando quiere, en el personaje de cada uno. Sélo para él esta todo desoetps. do; y si algunos sitios parece que se le cierran, ser por que a sus ojos no merece la pena visitarloss *. Aqui habla Ja mercancfa misma, Tncluso las altimas palabras: dan “© suxrs Laren, Mlonges posthumes, Pais, 1903, pig. 1 Chi. Maty, Bet Raptr ed cle. pig 35 Tota, pas 2 =n ima idea bastante exacta de Jo que musitan al pobre di blo que pasa por un escaparate con cosas bonitas y caras. No quieren saber nada de él; en et no se sienten a gusto. En las frases de Les foules, este capitulo importante del Spleen de Paris, habla el mismo fetiche con el cual la dis. posicién sensitiva de Baudelaire vibra al unisono tan po: Aerosamente que la sensibilidad para lo anorginico cons tituye tuna de las fuentes de su inspiracién * Baudelaire era un Buen conocedor de estupefacientes. Y¥ sin embargo se le eseapé uno de sus electos sovialmente iis relevantes. Consiste éste en la gracia que los adictos, sacan a relucir bajo la influencia de la droga. Igual efecto consigue a su vez la mercancia de la muftitud a la que embriaga y que Ta rodea de murmullos. La masificacién fe Jos clientes que forman el mercado —y éste es el que hace relerencia a la mercancia— acrecienta el encanto de Ja misma para el comprador medio. Cuando Baudelaire hhabla de la «ebriedad religiosa de las grandes ciudades» ", su sujeto, que no nombra, bien pudiera ser [a mercancia. ¥ la «santa prostitucion del alma» comparada con «eso {que los hombres llaman amor, mas bien pequefio, mas bien restringielo, mas bien débile *, no puede ser otra coss, si Je ute wn vies Donor plein de roves fondes (pas, na snarin aera en us setida. Qcble. Be ocean, le thas eed nena proves do exeulace, Bema ty ts mai eal Qieotpl dons te fond tae Sohareh brumene ie pn ante os mane seats, a magen de a estings, com Is ual concave el poam, ene te sombre te lot gone invents gue Se cnentrasas mot © hid, Up. © Ind, 1 pag —ne prostitucion del alma de In meresncia. «Esta santa’ prot. Tac del alma que se da toda entera, poeta ears dice Baudelaire Exactamente éa es la pocoa ¥ exact mente ésa es la candad que reclaman pars silos pros tiuidos. Elles han probado fos misterios del mercado Sbiertor Ia mercaneta no les lleva delanter, En el ore verlrse en otfos tantos medi de poder. Como tales les reylstta Badelive en Crapuseate du Soir E] Baudelaire de los tltimos aos no pudo pasear con frecuencia por las calles parisinas. Sus acreedores le per- seguian, se anunciaba la enfermedad, y a todo cllo se afiadian las desavenencias con sus amantes. El Baude laire posta reproducia en las fintas de su prosodia los chogues con que le acosaban sus preocapaciones y las ‘il ocurrencias con que les hacia frente, Pereatarse, bajo Ta imagen de Ia escaramuza, del trabajo que dedicé a sus poemas, significa aprender a comprender éstos como una serie ininterrumpida de las mas pequetias improvisaciones. Las variantes de esos poemas atestiguan su constancia en el trabajo y cémo en él le inquietaba hasta lo mas minimo, No siempre fueron voluntarias las correrias en las que cala, en los rincones de Paris, con los brazas de Ins eri turas poéticas de su alma. En los primeros afios de su exis- tencia como literato, cuando habitaba en el Hotel Pimo- ddan, sus amigos admiraban Ia diserecién con que habia ba rrido de su cuarto todas las huellas del trabajo, sobre todo Ja mesa de escribir *, Entonces habia, simbélicamente, sa- Tido a la conquista de la calle, Después, cuando ya se habia dejado arrebatar trozo a trozo su existencia burguesa, la calle fue para él cada ver mas un lugar de asilo. Pero en el callejeo era desde el comienzo consciente de la fragili- dad de esa existencia. De la nevesidad hizo una virtud y en ello se muestra la estructura, caracteristica en todas ‘sus partes, de la coneepeidn del héroe en Baudelaire, > Gur Keer Omsrexros, Dickens, pég. 3, Parts, 927 + prarond, amigo do juventya de Baudelaive, euribe recardando len ‘esti, cuncdo al ro, calle arriba, le bala, dipoain us Peony; po le ela entado ane un monte Gd bene” ck Aummover” Sloat, bu io aes Fleurs du mal, Dog D4 cls fap Basle tere igo peeeido chr thet Prodan de erabojo, nl un mesa” ce worn; tamnpoco habla ‘un comedor Sunn alan o'algn gue Teeoagn' ann ronda. Pues barruese tnente”‘cineoeone "we Dunrtsn Mer souvent Bg. 6 Par WS) — 88 — |< La nocesidad, que si se isfraza, no es slo material: concierne también ala prodicion poctia, Las estereot Pia en as eerie de Bala fala e medi Sefalaban que no tenia as dsposieion esa reservas qu abren al hombre un gran saber'y tna vison historia pila. *Como eseritor Baudelaire tenfa una gran deficien fa que el mismo no sospechaba: era ignorant Lo que sabia, lo sala a fondo; pero sabia pocas cosas, La histo. Fa, la Fisiologia, la argueologia, Ta flosofia, le fueron Siempre ajenas.. El mundo exterior le interesaba poco {al vez lo advitiers, pero desde Iuego no To estudiar = Esti al alcance de ia mano y adem es justficada se. Aalar, frente a estos eriisos y otros semejantes% la neve saria’y ul inacesbilidad dt que trabala ls trames iiosiocrsicas imprescindibles ex toda produccion, Peso sl estado de la cuestiéa presenta ott lado. Favorece la Pecan exagerada det que proce en nombre de un Evanto que, adulando el sentido narcsista del que pro. dice, defiende eon prefereacia los intereses de un ton focial que Te es host. El modo de vida del bohemio ha Contribuido a poner en uso una supercheria de lo eres dor ala que Marx sle af encuentco Con una observacion vilida tanto para el trabajo espiitual como para el ma nual. En la primera proposicion del proyecto. del pre rama de Gotha, El trabajo ex la fen de toda rawr de toda cultura, advierteeriieamentesLos burgue Ses enen muy buas tavones para achacar al trabajo tne Fuerza creadora sobrenataral porque de sa condicio naniento natural se sigue que el hombre que no posce otra propiedad que su fuerza de trabajo tenga gue ser eh cualquier estado socal y cultural el eseavo’ de les otros hombres que se han hecho propistarioe de las condiciones laborales objetivass™ Bauelaire posey6 poco de To que % [Maxiue DU Ciur, Sonwenirs ltéraires, vol. 2, pg. 6S, Pa vis, 196 ‘ei. Gronoss ReNex, Physiognamies litéraires, phe. 288, Bruselas, 1907 =" Mins, Randelossen sume Program der Deutschen Arbeiter porte, ed Korsch, pas. 23, Berlin, 1922 eH forma parte de las condiciones objetivas del trabajo espi- ual: desde la biblioteca hasta Ia casa, nada hubo a lo ‘que, en el curso de su vida, que discurrié tanto fuera como dentro de Paris, no tuviese que renunciar. El 26 de di Ciembre de 1854 escribe a su madre: «Estoy habituado hasta tal grado a los padecimientos fisicos; sé tan bien pasdrmelas con unos pantalones desgarrados y con una Ehagueta por la que sopla el viento, ir tirando con dos ‘camisas, arreglarme los zapatos agujereados con paja 0 ‘con papel, que casi sélo siento como padecimientos los morales, Con todo, confesaré abieriamente que estoy a punto de no andar mucho, de no hacer movimientos muy Tepentinos, por miedo a romper mis cosas atin mas de lo ue estén, De esta indole eran las més inequivocas de entre las experiencias que Baudelaire transfigurd en su imagen del héroe. Por este tiempo el desposeido asoma bajo la imagen del héroe en otro pasaje; y asoma irénicamente. Es el ceaso de Marx. Hablando de las ideas de Napoleon I, dice: SEI punto culminante de las "idées napoléoniennes"..es la preponderancia del ejército. El ejército era el "point dhonneur” de los pequetios campesinos, el que les trans formaba en héroes». Pero bajo Napoledn I el ejército eva no es la flor y nata de ks juventud campesina, sino {que es el sumidero del miserabie proletariado eampesino, En su mayor parte se compone de sustitatos.... igual que el segundo Bonaparte es un sustituto de Napoleéns”. La mirada que se aparta de este aspecto para volverse 2 la imagen del poeta gladiador si que la encuentra, pero tras haber quedado deslumbrada unos segundos por la del merodeador (mercenario que pelea» de otra manera), ‘que vaga por abi". Son sobre todo dos famosas lineas de * Baumeram, Dernidres lettres inédites asa mire, ed. Crépet, igs. 49 ss. Paris 128. * Marx Der achtzelate Brumaire des Louis Bonaparte, ed ct, pass. 12 y 55 ron plus que Ie lopte” pag. #0 Una det pocae manifesto: Ser fepeltter en ba amps iterator wire Baudelare gra repo cto destroy a rg de yt Pte ae, Fae —%9— Baudelaire las que con su sincopa imperceptible resuenan més claramente en esa cavidad social vacia de Ia que ‘Marx habla. Concluyen la segunda estrofa del tercer poe- ma de Les petites vieilles, Proust las acompafa con estas palabras: ‘il semble impossible datler atedela «Ah! que j'en ai suivi, de ces petites vieilles! Une, entre autres, a Uheure ot le soleil combant Ensanglante le ciel de blessures vermeilles, Pensive, s‘asseyait & Uécart sur tn banc, Pour entendre un de ces concerts, riches de cuivre, Dont les soldats parjois innondent nos jardins, Et qui, dans ces soirs d'or att Von se sent revive Versent quelque héroisme aut covur des citadins» Las charangas en las que tocaban los hijos de los cam pesinos empobrecidos, ésas que hacen sonar sus tonadas para la poblacién pobre de Ia ciudad, procuran el he roismo que en el término «quelque» esconde pudibundo su deshilachamiento y que es auléntico precisamente en ese gesto, heroismo sinico que esa sociedad podia pro- ducir. En'el pecho de sus héroes no habita nin; timiento que no tenga sitio en el de las pequefias que se retnen en tomo a la mésica militar Los jardines, de los que se habla en el poema como de «los nuestros», son los abiertos al habitante de La ci dad, cuya nostalgia vaga en vano alrededor de los gran- des parques cerrados. El piblico que acude a ellos no es del todo el que se agita cerca del «flaneurs, «Resulta im equ ¥en Rao por ata ek Case in mentaldad. de un reiabiecko reiaado wor ie gacis ae Sloe, alles de Paris ‘Tine este gue haber mo "ule viveia dsc bare ted fu evista” (Penix Keseome, Rael, Does, Welt IMsi Baudelate tenia entoners ta ator edad Marcet Paoust, «A propos de Baudelaive, Nowelle Revue Frangaise, 1 de junio de BL as. 1 ao posibles, escribia Baudelaire en 1851, esea cual sea el par- fido al que se pertenezca, sean cuales fueren los prejuicios {que le hayan alimentado a uno, no conmoverse ante el Espectéculo de esa maltitud enfermiza que respira el polvo dde los talleres, tragando algodén, impregndndose de ce rsa, de mercurio y de todos los emis venenos neces: ios a la ereacién de las obras maestras... Esa multitud suspirante y languida @ la que la tierra debe sus mara- villas, y que siente correr por sus venas una sangre pure piirea e impetuosa, lanza una mirada larga y cargada de tristeza al sol y a Ta sombra de los grandes parques» * Esa poblacién es el transfondo en el que destaca el pers fil del héroe, Baudelaire intitulé a su manera la imagen {que asi se representa, Puso encima la palabra «moder- nites EI héroe es el verdadero sujeto de la modernidad. Lo cual signitica que para vivir lo moderno se precisa una constitucién heroica. Esta fue también la opinién de Bal- zac. Con ella se contraponen Balzac y Baudelaire al ro- ‘manticismo. Los dos transfiguran las pasiones y Ia fuerza de resolucién; el romanticismo, en cambio, la renuncia y la entrega, Aunque el nueva moda de ver las cosas sea {desde Iuego incomparablemente més ralo, incomparable: mente més restrictivo en el lirico que en el novelista. Dos figuras retoricas muestran de qué manera. Ambas colocan al héroe ante el lector en si manifestacién moderna, En Balzac el gladiador se convierte en viajante de come El gran Gaudissart se prepara para trabajar la Touraine. Balzac describe sus preparativos y se interrumpe excle mando: « iQue atleta, qué arena, qué armas: él, el mundo ¥y su buena labia! »®. Baudelaire en cambio reconoce en ¢ proletario al gladiador esclavo. Entre las promesas que cl vino ha de cumplir para los desheredados, nombra la quinta estrofa de L'dne di vin 11 pg, 408 © He sas, Lustre Gaudissart, ed, Calmann Lévy, pg. 5 Paris, 182 (2h oe Lf «Fallumerai les yeucr de ta femme ravie: A on fils je rendrai sa force et ses couleurs Bt serai pour ce fréle athlete de la vie Thuile qui raffermit tes muscles des turteurse™ Lo que el trabajador a sueldo leva a cabo en su labor diaria no es menos que lo que en la antigiedad ayudaba al gladiador para obtener fama y aplauso. Esta imagen tes el tema delos temas en las mejores intulciones de Baw delaire; procede de la cavilacion sobre sus propias cir cunstancias. Un pasaje del Salon de 1859 nos revela Io bien que él queria que se la considerase: «Cuando oigo poner por las nubes. a hombres como Rafael o Veronese, ‘con la visible intencion de distiauir el mérito que se pro: dujo después de ellos.... me pregunto si un mérito que por lo menos es igual al suyo... no es infinitamente més meritorio, puesto que se ha desarrollado de manera vi toriosa en una atmésfera y en un terreno hostiles» *. Bat delaire gustaba de ensamblar sus tesis en el contexto cextremosamente, dirfamos que en una iluminacién barro- cca. Era parte de su razén tedrica de estado difuminar, ‘cuando la habia, su interdependencia. Casi siempre se aclaran esos tramos sombrios por medio de las cartas ‘Sin hacer necesario dicho procedimiento, el pasaje adu- cide de 1859 permite conocer claramente su interdepen- Aencia indudable con otro muy extraio de mas de diez fans antes, La siguiente cadena de reflexiones Ia recons- truye. Las resistencias que lo moderno opone al natural iz pulso productivo del hombre estén en una mala relacién para con sus fuerzas. Es comprensible, si el hombre se va, paralizando y huye hacia la muerte. Lo moderno tiene que estar en el signo del suicidio, sella de una voluntad he- rolea que no concede nada a la actitud que le es hostl. Ese suicidio no es renuncia, sino pasién heroica. Es la conquista de lo moderno en el émbito de las pasiones * = 1, pig. © Th pa. 29 + sake tarde apernce on Mictame ol sto ato wn panto de vista timejente: No a sondenark nunon lo taste sb Sastiane —B- A saber, ol sate en l pale lascy dedicad a ln io moderne» Sferno. La muerte libre de los héroes antiguos Tea excepldn Donde encontrar sucdios nfo cu a —— aon erecta meuiene prt it air Prt. 25 Siponteesment Tas aac devon con te et paras touiaso de 1845 Pore dene SF —L—rC——— Fe el. . Quince afios mas tarde el demécrata de Alemania del Sur Friedrich Theodor Vischer llega en su critica de la ‘moda masculina a intuiciones parecidas a las de Baudelai re, Sélo que cambia el acento; lo que en Baudelaire entra como tinta, como matiz en el prospecto crepuscular de To moderno, es en Vischer un argumento lustroso que std. a mano para la lucha politica. Considerando la reae- cién dominante desde 1850 escribe Vischer: «Declararse partidario de los colores pasa por ridiculo e ir cefido pasa por infantil. . «Desgraciado aquel que en la antigtiedad estudie ‘otra cosa que el arte puro, la logica, el método general Para sumergirse mucha en todo ello... abdicara de los privilegios que le proporciona la circunstancian *: Y en las frases finales del ensayo sobre Guy dice: «Buscé por doquier la belleza pasajera, fugaz, de la vida presente, el caricter de lo que el lector nos ba permitido lamar la modernidad», La doctrina se presenta asi como en un resumen; «Lo bello esta hecho de un elemento eterno, invariable. y de un elemento relativo, circunstancial que sera, si se quiere, en parte © todo entero, Ia época, la moda, Is moral, la pasién. Sin este segundo elemento. el primero seria indigerible, Inapreclable, no adaptado y ho apropiado a la naturales humana» ". No puede afir marse que esto sea cosa profunda, ‘La teoria del arte moderno es el punto més débil en TL, pig, 50. TE pas. 508 © 1 pie 37 1 pie. 36. TH, ie 36 — 100 — la vislon que de lo modermo tiene Baudelaire, Esta tiltima de bulto los temas modernos; asunto de la primera hhubiese sido el eareo con el arte antiguo. Pero Baudelaire jamés intent6 algo semejante. Su teoria no se ha hecho con la renuneia, que en su obra aparece como una defi ciencia de la naturaleza y de la ingenuidad. Expresion de stl apocamiento es su dependencia, basta en la formula: cidn, de Poe. Su orientacién polémica es otra; se destaca del fondo gris del historicismo, del alejandrinismo aca- dsmico que entré en boga con Villemain y Cousin, Nine guna de sus reflexiones estéticas ba expuesto lo moderno fen su imbricacién con la antigtiedad, tal y como ocurre en ciertos poemas de Les Fleurs dit mal. Entre ellos est en primer lugar el poema Le cygne. Noen vanoes alegérico. Esta ciudad, que esté en constante movimiento, se pasma, Se hace quebradiza como el vidrio, pero también como el vidrio transpatente de su propia significacton, («La torme d'une ville / Change pls site, haelas!, que le.coeur d'un mortel»), La figura de Paris es frdgil;’esté cereada por emblemas de la fragilidad. De ‘ures frdgiles: la negra y el cisne; y de fragilidad his- trica: Andromaca, «viuda de Héctor y mujer de Heleno». FI rasgo comiin es el duclo por lo que fue y la desespe ranza por Io que vendra, Parfs, siempre que ocurre en Les Fleurs du mal, Teva su marca. El Crépuscule du ‘matin es el sollozo de alguien que se despierta imitado en el material de una ciudad; Le solei! muestra a Ia ciudad deshilachada como un antiguo tefido a la luz del sol; el anciano que resignadamente coge cada dia su instrumento de trabajo, porque ni en Ia ancianidad le han dejado las preocupaciones, es la alegoria de la ciudad y las vieias Les petites veilles— son sus tnicos habitantes espiritua- lizados. Que estos poemas hayan atravesado impunes los decenios, se lo deben a una reserva protectora. Es a re- serva frente a la gran ciudad. ¥ los distingue de casi todos los poemas que sobre este tema han venido despues, Para captar lo que aqui se ventila, basta una estrofa de Verheren 1, pie. 9, = 101 Et qulimportent les mau et les heures démentes Ex les cuves de vice ott la cité fermente ‘Si quelque jour, du fond des brouillards et des voites ‘Surgit un nouveau Christ, en lumibre sculpté Qui souldve vers lui Vhumanité Et la baptise au feu des nouvelles étoiles» Bauidelaire no conoce semejantes perspectivas. Su idea e Ja caducidad de la gran ciudad esti en el origen de la duracién de los poermas que ha escrito sobre Paris. El poema Le evgne también esta dedicado a Hugo; tal ‘ver a uno de los pocos, cuya obra, segin le parecia a Bau- ‘elaire, sacaba a luz una nueva antigiledad. En cuanto pueda hablarse de ello, en Victor Hugo la fuente de ins plracién es fundamentalmente diversa de la de Baude Jaire, A Hugo le es ajena la capacidad de entumecimiento que, si el concepto biolégico es admisible, se manifiesta ‘en [a poesia de Baudelaire mil veces como una especie Ge mimesis de la muerte. Por el contrario, de Hugo po- demos decir que tenia una disposicién cténica. Sin que In aluda con precision, Ja hace valer Charles Péguy en las frases siguientes, De ellas resulta cémo hay que buscar Ia diferencia entre la concepcién de la antigiiedad de Hugo y la de Baudelaire. «De eso hay que estar seguros: cuando Hugo vefa al mendigo en el camino... Ie vela tal y como cs, fal y como realmente es... mendigo antiguo en el ca- ‘mino antiguo, antiguo suplicante. Cuando veta el reves. timiento de marmol de una chimenea 0 el enladrillado ‘con cemento en una de nustras chimeneas modernas, los vveia como lo que son, a saber, la piedra del hogar. La piedra del hogar antiguo. Cuando veia la puerta de una casa y el umbral, que corrientemente es una piedra talla- da, reconocia en esa piedra la linea antigua: la linea del lumbral santor". No hay comentario mejor para el sl uiente pasaje de Les Misérables: «Los establecimfentos del Faubourg Saint-Antoine se asemejaban a las tabernas del Aventino, que estin Ievantadas sobre la cueva de la Bs Veneuaues, Les vitles temtaculares, pig. 118, Pais, 1908, cums Pace, wres de prose, pig. 388, Paris, 1916 — 102 — Sibila y en vinculacién con los astros santos; las mesas de esas tabertias eran casi tripodes, y Ennio habla del vino sibilino que alli se bebfa»". El ciclo de poemas de Hugo Aare de triomphe, en el cual aparece por vez primera la imagen ée una santigitedad parisina», proviene de Ia mis ma manera de ver Tas cosas. La glorificacion de ese mo- numento parte de la visién de una «campifay parisina, de una cinmense campagne» en la que s6lo perduran tres monumentos de Ia citdad derruida: Ia SainteChapelle, Ja columna de Vendome y el Arco de Trianfo. La suma importancia que este ciclo tiene en Ia obra de Victor Hugo corresponde al lugar que ocupa en el surgimiento de una Imagen de! Paris del siglo diecinueve conformada a la antigtiedad, Baudelaire la conocié sin duda alguna, Pro- cede del afio 1837 Ya siete afios antes anota el historiador Friedrich von Raumer: «Desde la torre de NotreDame abarcaba ayer Ia inmensa ciudad; gquién ha edificado la primera casa?; jeuindo se derrumbara la sltima y aparecera el suelo de Paris como el de Tebas y Babilonia?»*, Hugo ha des crito este suelo tal y como sera cuando un dia sesta ri bera, en la que el agua rompe en resonantes arcadas, sea devuelta @ los susurrantes y encorvados juncoss © “Mais non, tout sera mort, Plus rien dans cette plaine Qu'un peuple évanoui dont elle est encore pleine> Cien aftos después de Raumer, Léon Daudet contempla Paris desde el SacréCoeur, otro lugar elevado de la cite dad. En sus ojos se refleja, en una eontraccin terrorifiea, la historia de lo moderno hasta el momento presente: «Desde arriba se ve esta aglomeracién de palacios, monu- ‘mentos, casas y barracas, y se tiene el sentimiento de que estin predestinados a una o varias catastrofes metereolé- zslcas 0 sociales... He pasado horas en Fourviéres con la Vieroa Huco, op cit, Les Misérables, p55. Friaomscr vo Raat, ‘Briefe att Parts nd) Frankreich fm Joleve 180" vol 2, pig. 12%, Leiplg, 183 Meron Hien, op et, Pose TH Pars, 1880. Tod = 103 — mirada sobre Lyon, en NotreDame de la Garde con la mi rada sobre Marsella, en el Sacré-Cocur con la mirada so: bre Paris... Lo que se percibia mis claramente desde esas alturas era Ia amenaza, Las aglomeraciones de hombres Son amenazadoras... Fl hombre necesita del trabajo, cier 10, pero también tiene otras necesidades... Enire otras nevesidades tiene la del suicidio, que se afinca en él y en la sociedad que le forma; y es mis fuerte que su instinto de conservacién. Por eso, cuando se mita desde arr ba, desde Fourvigres, NotreDame de la Garde, el Sacré Cocur, se admira uno de que Lyon, Marsella, Paris exis tan todavia» ®. Este es el rostro que, en el siglo presente, recibe la «passion moderne» que Baudelaire reconocia en el suicidio 1a ciudad de Paris entra este siglo en la figura que le dio Haussmann. Puso por obra su revolucién de la ima gen de la ciudad con los medios mas modestos que i ginarse pueda: palas, picos, palancas y cosas pareci iY cui fue Ia destruccién que provocaron medios tan limitados! ;Y eémo han crecido desde entonces con las grandes ciudades Ios medios de acomodarlas al suefol {Qué imigenes del porvenit no provocan! Los trabajos de Haussmann legaron a su punto culminante. Barrios en- teros fueron derribados. En una tarde del ao. 1862 se encontraba Maxime Du Camp en el Pont-Neuf. No lejos de Ia tienda de su dptico esperaba sus anteojos. «El autor, que estaba en el umbral de una cierta edad, experimenté luno de esos momentos en los que el hombre, cavilando sobre su vida ya transcurrida, ve reflejada en todo. su propia melancolia, La escasa disminucién de la agudeza de su vista, que le habia levado a visitar al éptico, le re cordé Ia inevitable caducidad de todas las cosas huma- nas... Le vino de repente el pensamiento, a él que habia vagado lejos por Oriente, que era versado en paramos cuya arena es polvo de muertos, de que esta ciudad, que le rodeaba con sus ruidos, tendria que morir un dia como tantas otras eapitales... hablan muerto. Se Te ocurrié qué extraordinario interés pondriamos hoy en una representa Leese Pyones, Paris véeu, vol. 1, pg. 20, Paris, 1929, — 104 — cidn exacta de Atenas en tiempo de Pericles, de Cartago fn tiempo de Barca, de Alejandria en tiempo de los Pto- Jomeos, de Roma en tiempo de los Césares... Gracias a una inspiraciGn a modo reldmpago, que es la que a veces nos ayuda en un tema extraordinario, concibié el plan de es eribir sobre Paris el libro que los historiadores de la an: figiiedad no habfan eserito sobre su ciudad... Ante st: mi- rada interior aparecié Ia obra de su edad madutay*, En el poeina de Hugo Tare de rriomphe, en la gran exposi eign técnicoadministrativa que Du Camp hizo de su cit dad, se reconoce la misma inspiracién que fue decisiva para la idea de lo moderno en Baudelaire. Haussmann puso manos a la obra en 1859. Proyectos de ley le habfan abierto camino y su necesidad se sentia desde tiempo ha. En la obra citada escribié Du Camp: «Después de 1848 Paris estaba a punto de convertirse en inhabitable. La constante expansién de la red del ferro- camil... apresuraba el tréfico y el crecimiento de la po- blacion urbana. Las gentes se ahogaban en las antiguas y estrechas callejuelas, sucias y retorcidas, en las que no {enian mas remedio que sentirse acorraladas» . Al comien: zo de los afios cincuenta Ja poblacién parisina se iba ha ciendo a la idea de una gran limpicza inevitable de la ima. gen de la ciudad. Podemos suponer que en su periodo de Incubacton dicha limpieza influyera con fuerza sobre una fantasia importante, que influyera incluso con més vigor aque el aspecio de los trabajos urbanisticos realizados, «Les pottes sont plus inspirés par les images que par la pré sence méme des objets», dice Joubert ". Lo mismo pasa con los artistas. Se hace imagen eso de lo cual se sabe que pronto no estaré ante nosotros. ¥ asi ocurris con las calles parisinas en aquel tiempo. En todo caso la obra, cuya de- pendencia subterrénea con Ta gran revolucién de Parts es UE Bovnecr, «Discours académigue dy 13 juin 1895, Sue cesion& Maxime Du Camps, Lanthologie de Plcadémie’ fra baie, vol. 2 pgs 131 yes, Pans, 192 Maxie Du Case, Paris, ses organs, ses fonctions et ca vie dans la seconde moitie du NIX" stele, vl. 6, pg. 253, Paris, ise Josuim Jounear, Pousées, précidées de sa correspondance vol. 2, pag 267, Paris, 183, — 105 — absolstamente indadable, estaba acabada afios antes de ser ésta emprendida, Eran las vistas de Paris del aguafortista Meryon, A nadie impresionaron tanto como a Baudelaire, No le movia, como movia los suefios de Hugo, la vision arqueoldgica de la catdstrofe. Segtin él la antigtiedad te- nia que surgir de pronto, tal una Atenas de Ia cabeza de ‘Zeus incélume, de tna incélume modernidad, Meryon sacé a laluz el rostvo antiguo de la ciudad, sin abandonar uno solo de sus adoquines. Esta visign del asunto es Ia que jncansablemente sugestionaba a Baudelaire cuando pensa- ba en lo moderno. Admiraba a Meryon apasionadamente. Ambos tenian afinidades electivas, Su alo de naci miento es el mismo; la muerte les distancia solo unos meses. Ambos murieron en soledad y gravemente dana dos; Meryon, demente en Charenton, y Baudelaire, sin hhabla, en una clinica privada. La fama de ambos se abrié camino tarde, Baudelaire fue casi el tinieo que se interess por Meryon cuando éste vivia *, Pocas hay entre sus pag: nas en prosa que puedan medirse con el breve texto sobre Meryon, Tratando de Meryon, honra a lo moderne; pero hhonra en él el rostro antiguo. Porque también en Meryon se interpenetran la antigiiedad y lo moderno; también en 41 se presenta con toda nitidez. esa forma de deslumbra- miento, la alegorfa. En sus planchas el rétulo es impor- tante. La demencia entra en el texto y su ascuridad no hhace sino subrayar su esignificacisns. Los versos de Me yon bajo Ia vista de! Pont-Neuf esti como interpreta ign, sin perjuicio de su sutilidad, en vecindad estrecha de Le Squeleite laboureur sCégit du views PontNeuf Liesacte ressemblance Tout radoubs de neuf Par récente ordonnarce, 0 savants médecins, Habiles chirurgiens, nog BE fh Sea rx Mergon cont am ga Qua. Gt ‘lorie & Bang = 106 — De nous pourquoi ne faire Comte du pont de pierres Gustave Geffroy acierta en su centro a la obra de Me yon y acierta también su parencesco con Baudelaire; pero sobre todo acierta la fidelidad en la reproduccién de la ciudad de Paris, que pronto se convertirfa en un campo de ruinas, al buscar la singularidad de esas estampas «en ue por mucho que estén elaboradas inmediatamente, so ain la vida, dan impresién de una vida transcurida ya Que esta muerta o que vaa morirs"*. El texto de Bau. delaire sobre Meryon da a entender subrepticiamente la Importancia de esiaantgiedad parsing «Rates veces he ‘mos visto representada con més poesia la solemnidad na. tural de una gran ciudad. La majestuosidad de las piedras acumuladas, los campanarios senalando al cielo con el dedo, los obeliscos de la industria vomitando contra l firmamento sus coaliciones de humos **, los andamiajes Prodigiosos de los monumentos en reparacion que sobre el cuerpo sélido de la arauitectura aplican su arguitectara de un dia paraddjica, arécnidamente bella, el cielo br moso eargado de célera y de rencor, Ia profundidad de las perspectivas que aumentan si se piensa en los dramas que < evo sot sant ies te Seine Shik aah ech Sav inti oaths farses maim, Seed ec odie ais ain ee 1 oc aot aes te ae a Sere dasa Gara? ae ae Soe = bie Bite ms que decisive en exe arte ene Ia younlad de com feryar el Seattors Ht tito" de Atorpon paral serie deo Gee SAGAR, a ety ens sn hans es Dre einen ace ce sora lew sy: = 107 — comtienen. No olvida ninguno de los elementos complejos de que se compone el doloroso y magnifico orato de la Gillzacténes, Entre los planes, cuyo fracaso hay que Inmentar como una pérdide, debe contarse el del editor Delatre, que queria publicar una serio de Meryon con tex tos de Baudelaire, Tue cosa del grabador que no se eser Besen estos textos; no logro ser capaz de imaginarse la ten de Bou ae co am entra de Te fasas Tas ramificactones de calles gue el reproducta. Si Baudelaire se hubiese puesto a esta labor, sea entonces mis sensible de como hoy se le la frase de Proust sobre {el papel de las antiguas ciudades en la obra de Baudelat. fey al color escarlata que esporidicamente le. comuni Can Entre esas ciudades, Roma ocupa el primer p fo, En una carta a Leconte de Lisle confiesa su «natural prelilecion» por dicha chudad. Es probable que esa pre Uieccidn le venga de los pussies de Piranesi en los que Js ruines no testauradas.aparecen una con la nueva dad ‘As comienza el soneto que figura como poema t smo noveno de Les Fleurs die ma: ai de te donne ces vers afin que si mon nom Aborde heureusement aux épogues lointaines, Et fait réver un soir les cervelles hunaines, Vaisseast favorisé par un grand aguilon, Ta mémoire, parclle aux fables incertaines, Fatigue le lecteur ainsi gu’wn ‘ympanon»” Baudelaire queria serlefdo como un antiguo. Su exigen cia vencié extraordinariamente pronto. Porque ya ha Il zgado el futuro lejano, ya han Ilegado las «époques loint nes» de las que habla el soneto, tantos decenios despu de su muerte como siglos hubiese pensado Baudelaire. jerto que Paris esta atin en pie; y las grandes tendencias lel desarrollo social son todavia las mismas. Pero cuanto mas consistentes son éstas, tanto mas caduco es todo lo Wt, pg. 253 : % Proust Joe. cit, pe. 686 2 Le pa 8 — 108 — que hubo en su experiencia, lo que ha estadlo bajo el signo de lo «verdaderamente nuevo», Lo moderno es lo que ‘menos ha seguido pareciéndose a si mismo; y la antigtie dad, que debia esconderse en lo maderno, representa en realidad la imagen de lo anticuado, «Bajo las cenizas en- contraremos de nuevo Herculanum; pero unos pocos afios ceatierran las costumbres de una sociedad mejor que todo el polvo del voleans * La antigiiedad de Baudelaire es la romana. Sélo en un pasaje penetra Ia antigliedad griega en su mundo. Grecia es para él la imagen de la heroine digna y capar de set transpuesta a lo moderno. Nombres griegos —Delphine ¢ Hippolyte— Hevan las figuras femeninas en uno’ de los mas grandes y célebres poemas de Les Fleurs du mal. Esti dedicado al amor lésbico. La lesbiana es la heroin de lo moderno. En ella una imagen erdtica central en Bau. delaire Ja mujer que habla de diteza y de masculini. dad— esta penetrada por una imagen historica, la de ia grandeza en el mundo antiguo. El puesto de la mujer les biana es inconfundible en Les Fleurs du mal, Asi se ex- plica por qué Baudelaire pensé durante largo tiempo en Les leshiennes como titulo. Por lo demis Batidelaire est muy lejos de haber descubierto a la lesbiana para el arte Balzac ya la conocia en su Fille aus yeux d'or; Gautier ex Mademoiselle de Maupin; Delatouche en Fragoletta. Bau. delaire la encuentra también en Delacroix; un poco en ccubiertamente habla en la critica de sus cuadros de sla mujer moderna en su manifestacién heroica, en cl sen: tido infernal o divino" El tema esté asentado en cl saintsimonismo que con frecuencia ha valorado en sus veleidades cultuales la idea de lo andrégino. Entre ellas cuenta el templo que debia resplandecer en Ja «ciudad nueva» de Duveyrier. Un adep. to de la escuela dice de él: «EI templo ha de exponer lo andrégino, un hombre y una mujer. Igual distribucion debe preverse para toda Ia ciudad, incluso para todo el reino y para la tierra entera: procuraré el hemisferio del © Bonaey wAunovuee, Du dendvsme et de G, Brummel. Me- rmoronde, pa. 30, Pais, 1887 ier 162 — 10 hombre y de la mujers, En los procesos del pensamiento de Claire Demar se capta mejor que en esta arquitectura, nunca edificada, la utopia saintsimoniana segun su con. tonido antropolégico. Pero Claire Demar ha sido olvidada por las fantasias de Enfantin que si han dejado grandes hhuellas, El manifiesto que ella nos legs est4 més cerca de Ja médula de la teorfa saintsimoniana, a saber, Ia hipés- tasis de la industria como fuerza que mueve al mundo, {que el mito de la madre de Enfantio, También en su texto se trata do la madre, pero con una opinién esencialmente dlistinta de las que irrumpieron en Francia para busearla Iuego en Oriente, Su fuerza y su apasionamiento la hacen estar aislada en la literatura de nuestro tiempo, ampli ‘mente ramificada, que tiene que habérselas con el futuro de la mujer. Apareci6 con el titulo Ma Joi d'avenir, Em su. capitulo final se dice: « {Nada de maternidad! jNada de ley dela sangre! Yo igo: que no haya ya maternidad. Si un dia Ia mujer. se libera de los hombres, que Ie pagan el precio de su cuerpo..., tendra que agradecer su exis. tencia... inicamente & su propio poder creativo, Ademas endra que dedicarse a una obra y cumplir una funcidn. Tencis por tanto gue resolveros a pasar al recién nacido del pecho de ia madre natural al brazo de la madre so- cial, al brazo del ama estatal. Al nifo se le educaré mejor asi... Porque sélo entonces y no antes se desligarén por ellos mismos hombre, mujer y nifo de la ley de la sangre, dela ley que explota a la humanidads® He aqui, pues, como se acufia en su versién original la imagen dela mujer heroica que acogié Baudelaire. No fueron los escritores los primeros que Hevaron a cabo su variacién lesbiana, sino que ocurrié en el mismo eireulo saintsimoniano, Lo que como testimonio eatraria en dis. cusién, no esté muy bien tratado por los eronistas de la escuela. Con todo poseemos la curiosa confesién siguiente de una mujer que profesaba la doctrina de SaintSimon: *Comencé a amar a mi préjimo la mujer Igual que a mi © Hwa Rent of AuLmueNt, Les SaintSimonions 18274837, pig, 310, Parts 1930, “Cosme Dewan, Ma loi d'avenir. Ouvrage posthume publié par Suzanne, pia. 38, Pasi, 184 — 110 = projima el hombre... Defé al hombre su fuerza Fisica y la indole de inteligencia que le es propia, pero junto 4 ot use como de igual valor la belleea corporal de la mujer ¥ sus especificos dones espirituales» Una reflexidn erty de Baudelaire que no hubiese sido Facil pasar por alte suena como un eco de la anterior. Esta dedicada a la pri, mera heroina de Flaubert «.-v que Madame Bovary, por todo lo que en ella hay de mas ambicioso, de mas ener, gico y también de mis sofiador, ha seguido siendo un hom: bre. Como Pallas armada, salida del cerebro de Zeus, esta curiosa criatura andrégina ha conservado todas las seducciones de un alma viril en un encantador cuerpo femenino»*. Y més adelante sobre el escritor mismo: ‘Todas Jas mujeres intelectuales le agradecerin que haya elevado a la pequeta hembra a tan alto poder, tan lejos del animal puro y tan cerca del hombre ideal, y que la haya hecho participar de este doble cardcter de cileslo ¥y ensuctio que constituye el ser perfectos *. Con un golpe de mano, que eso era muy suyo, eleva Baudelaire @ he roina a la esposa del pequefio burgués de Flaubert En Ia poesfa de Baudelaire hay un buen mimeo de hhechos importantes y patentes que no han sido considera dos. Entre ellos cuenta la orientacién contrapuesta de los os poemas lésbicos que se siguen en Epaves. Lesbos es wn himno al amor lesbiano; Delphine et Hippotyte por el con Wario es una condenacién, si bien vibrante de lastima, de esa pasicn, «Que nous veulent les lois du juste et de Vinjuste? Vierges au coeur sublime, honneur de Carchipel, Votre religion comme une autre est ausus Et Vamour se rira de Venfer et du cial!®, Asi se dice en el primer poema; y en el segundo: 4 Cit, Mini Le técende de te fomme énancipce, pig. 6 Paris, (s. d) a OT paw. 49s “11 pas. 48 #1 phe 1 in - «Descendez, descendez, lamentables victimes, Descendez le chesnin de enfer éternel! 1a esis sorprendent seexpica de ese modo: mien trat ue Baudelaive wefan la nur lesbiana ‘mo como Us Siubioma problem soval, problema de dspositon na Rural pod decioe que como prosista no ornaba nin a poniein al enpoeto, Ten iio para ella nl ima Bam le moderno; no ia saonoeia ena realidad, Por 30 Sete con toda espontaneidad:Flemos conocido a la Instr fitopo la poeton eublcana, ost hose’ han pode acosturbrarse a todas esas falda Ge ccompasades., todos es08 sctlegion que no son oats imitaciones del esrta, mascolino» Seria Setcaminado suponet que se I hubiese cearido nunca site pbtomente en defensa de Ia mujer lesbians. Ast lo fructan Iaspropoestas que hace a = abogado Para Su Ustensa en el proceso contra Les Fleurs du mal No separa In proscripelon bangucta de Ia naturalra heroica de dt ia'pasidn El edescendes, dencender,lamentables viet ‘ress esa atimna palabra gue Baudelaire grita ala mu Jer lesbiana, La sbgadona ens bundimionto. Es insalva Bie porque la contusion no se design de ella en Ia cor epetom de Baudet silo diccmueve comenzs a iva ala mujer, fo ra de la casa sn miramientos, en el proceso de produc Som Predominentemente fo hizo de ua manera pesmi sacle en ibrar de dre eian aparece eo ella rasgoe masclinos. El tabefo en rien Ia condicionaba 9 tealtaba patente qu la dislo- (Sha tambien, Las formas superiorey de lo producién Somas dela lucha polities en cuanto tal podian favo secede forma mas aoblerasgos mascolino. Our. aya Ge entender en este sentido ol movimiento de las vest Banas Puso a dsposiion de fs revolucion de febrero un oT re 161 a. 4, =m euadro compuesto de mjees, En Ios esttutos se dice ‘Nos lamamos vesubianas, eclarande con ello ase en cada mujer dele nucsttas ‘opera, an velesn oe Tolcionarios™. En semejante modiicaion del habits femenino.cobraron vigenciateadencias que ocuparon la fantasia de Baudelaire No seria sorprendente que su hom. dia idiosincraia en conira del embarazo desempenase tas bien su papel ta masolincacion dela mujer hab en su favor. Baudelaire, por tanto, alirme el proceso. Aa tex que fe importaba redimiro del doy econdimico Was consi dara ena deen evita ov sno uramente sexual Lo que minca pudo perdonas a George Sand fue qua que hubiewe profanado por su aventura con Mussetlos rasgot de unt mujer lesbian, [La atrofia del elemento «prossicos, que se acufa en Ta posicon de Baudelaire respeto de a nur lesbian, tax Bienes caracteristic en otras compociciones, Extrababa a observadores atnton. En 1895 sseibe Jles Lemaitre: ‘Estamos ante una obra lena de ardidesy de contradic ones intenclonadas.. En el mismo momento en gue se complace en In deserigcion ms erasa de los mas deacon Sotadores deals dela realidad, se explaye enh expl> ‘uals que nos desvia lejos de In impretoninmediata due las cosas nos producen. La mujer le vale_a Baude- isire como esclava'o come animal, pero le dedica-- las mismas honras que’ se Te tibutaron & la Sanisina Vie fen, Maldice el "progres, siente horror por la indus tra del siglo, y sc embargo disfrata de la nota especial aque esa indusria ha aportado a nuestra vida actual. Creo due lo especficamente bauelalrano consiste en aunt Siempre dos maneras optcstas de reaccidn, pdriamos decir que una pasada y una presente. Una Obra macstra de la voluntad., Ia ultima novedad en el terreno de la ® Paris sous ta République de 1848. Exposition de 1a Biblio thaque ei de travaus histortques de la vile de Paris, pos. 28. Parts 150, «Un fragmento de 184 pig, 21D remita clave en exte paso, 1 conntidoditujo ® puma gic Beadelairy iso eau site Mes: ‘a bara, Lael td rie tn sini di deena —13— eee eee ee vida de los sentimientos»", Estaba en el sentir de Bau. delaire representarse esa actitud como gran hazaha de Ja voluntad, Pero su reverso es una falta de conviceién, de clarividencia, de constancia, En todas sus emociones es taba Baudelaire expuesto a un cambio subito, cambio a manera de choque, Tanto mds atractiva se imaginaba otra manera de vivir en los extremos. Esta se forma en los encantamientos que praceden de muchos de sus versos perfectos; en algunos de ellos lega hasta a nombrarse, pig. 6 > Thy pag. 6.

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