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Antes de empezar quiero aclarar algunos conceptos claves al momento de discutir una ley
sobre esta materia. La identidad de género es la percepción de sí mismo como hombre o
mujer, independiente del sexo biológico.
Cito a Jorge Barrera abogado encargado de realizar informe de los argumentos que debía
presentar la UDI para bajar la Ley de Identidad de Género en el Tribunal Constitucional, en el
que dijo al diario La Tercera que, una Ley de Identidad de Género que incluya a menores
“atenta contra la identidad personal que emana de la dignidad humana reconocida en la
Constitución, la cual ha sido entendida por el Tribunal Constitucional como identidad
biológica. Y lo hace principalmente porque permitir que los menores de edad puedan
cambiar el sexo registral por autodeterminación no es una medida proporcionada ni
razonable, puesto que los menores no gozan de plena autonomía”.
Al tomar como único punto de referencia para determinar la identidad sexual del individuo su
deseo subjetivo, el proyecto parece ignorar elementos fundamentales para dicha
determinación: el principal, el sexo biológico. Este es más que un elemento accidental, pues
implica una carga genética, órganos sexuales masculinos o femeninos, diferencias hormonales
que actúan en circuitos cerebrales distintos. En definitiva, es constitutivo de nuestra identidad
personal. No obstante, bajo el concepto de “identidad de género” que se pretende establecer
con este proyecto de ley, es que la corporalidad humana se considera un mero instrumento de
expresión de la conciencia personal, carente de sentido.
Nuestra identidad parte de una realidad concreta, que establece ciertos límites a lo que
podemos hacer, y la identidad humana puede adquirir muchas variantes. No obstante, éstas no
pueden ser arbitrarias, sino que deben tener en cuenta todas las dimensiones de la persona.
ARGUMENTO 2___________________________________________________________________________