Você está na página 1de 2

Hoy vamos a matar al Lince Ibérico.

Al inicio de esta intervención estáis dispuestos a aportar vuestro granito de arena para protegerlo, o
cuando menos, a no afectar negativamente a su supervivencia. No será así cuando conozcáis la
realidad sobre el asunto del proteccionismo animal.

En España hay un problema, como en todo el mundo, de pérdida de biodiversidad. Esto asesta
golpes, mortales de necesidad, a una maltrecha naturaleza, la cual sustenta nuestra estancia en el
planeta, y por ende, nuestra vida. Se podría decir que dependemos de ella.

Por eso el gobierno, banal y vagamente, establece mecanismos de protección a las especies que
considera en peligro de extinción.

El mecanismo no es simple. Ojo a avizor, y nunca mejor dicho, parece que el elemento principal
para conceder esas ayudas, que además de primarias hacen que se propague la investigación a su
alrededor, es el tamaño de sus ojos o el cariño que el pueblo puede mostrar hacia ellas.

Parece lógico que este argumento suena a falacia y que por mucho que busquemos en toda clase de
documento oficiales no vamos a encontrar ninguna norma que ordene tal modus operandi.

Mas las cosas no son siempre lo que dicen que son. Para saber qué es una cosa desconocida primero
intentamos describirla. Si describimos esas ayudas vemos que no se encaminan a proteger especies
animales importantes para la biodiversidad ni el mantenimiento de la naturaleza ya que las
susodichas especies, según los expertos, no son más que asquerosos insectos, como los repelentes
escarabajos y especies que ni si quiera tienen un comportamiento aparentemente adorable.

Descubrimos, ahora, que las cosas no son lo que nos dicen que son y, si tenemos un ojo preparado,
vemos la realidad más allá de como nos la venden.

Llegamos por fin a una conclusión medio válida: determinadas personas manejan la vida de la
sociedad a su antojo. No son pocos los ejemplos: Estados Unidos y las armas, Alemania y el
fortalecimiento, Holanda y la libertad, Finlandia y la seguridad...

Todavía hay algo oculto: ¿Por qué si los administrados son la mayoría los gestores todavía nos
manejan a su antojo?

Bien sencilla es la respuesta, por falta de educación, por falta de pensamiento, por falta de criterio
propio y por falta de interés ante algo que no terminamos de comprender.

No acaba ahí la cosa. Pensamos que alguien nos maneja para beneficiarse pero no siempre es así.
Existen muchas ocasiones en que también esa manipulación nace de la falta de formación, o mejor
dicho, de cultura.

Y así llegamos a la solución, la tenemos ante nuestras narices, la Universidad.

Es la verdadera clave de bóveda.

Si la aprovechamos bien podría aportar a la sociedad la suficiente preparación como para que el
avance que provoca nuestra organización no se convierta en retroceso o que no suponga un lastre.
Nosotros tenemos las herramientas, nuestra razón, pero no sabemos usarla. En la Universidad nos
tienen que mostrar el camino.

Pero ese camino hoy día se reduce a mostrarnos la vía para ser una unidad dentro de una cadena de
montaje que sirve a los que establecieron nuestra estructura social allá por finales del siglo XIX.

Así es como nuestra sociedad empezó a despegar desde el hombre como animal social al hombre
como animal servicial al corporativismo en el que sólo tiene dos funciones: producir y consumir.

A eso se reduce nuestra labor, nuestra vida. Una vida al servicio de la burguesía igual que antes de a
ellos se le prestaba servidumbre a los reyes, a los nobles y a una constante en la historia reciente, a
las diferentes iglesias, que con la fe por bandera, se aprovechan de que la falta de educación haga de
la persona un animal espiritual.

Espiritual por que parece la única respuesta complaciente para la existencia tan fugaz y poco
fructífera o significante que, desde cerca, parece nuestro paso por la tierra.

Por eso tenéis que saber hoy que nuestra vida es lo que parece: un paso por la naturaleza como un
elemento más y que de no obedecer a las obligaciones de nuestro puesto, como estamos haciendo
hoy, seremos para el planeta un cáncer que tendrá que ser extirpado o que destruirá su existencia.

Aunque este augurio sea desalentador, si la educación se hubiese fomentado sabríamos que a pesar
de nuestro efímero paso podemos aprovechar para disfrutar y ser útiles, se pueden hacer las dos
cosas a la vez. No sólo eso sino que eso es lo que nos llenará el alma.

Cumplir con nuestra naturaleza es lo que nos hace humanos. Hacerlo racionalmente es lo que nos
hace personas.

Nuestra estela puede ser una semilla que el viento empuja hacia la última fase de la germinación, de
nosotros depende disfrutar el viaje y cumplir con nuestra labor o ser tan egoístas que prefiramos
sentarnos a ver como arde el mundo.

Você também pode gostar